DISCLAIMER: Nada de esto me pertenece. Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer y la historia a Jgaff. Yo solo me adjudico la traducción.

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Capítulo beteado por Yanina Barboza, beta de Élite Fanfiction (www facebook com/ groups/ elite .fanfiction)


Capítulo 1

—Quiero ver a Edward Cullen, ahora —demandó Bella con fuego en los ojos. Enojada, apretó la barbilla mientras miraba al guardia de seguridad. Cuando él descaradamente ignoró sus esfuerzos por comunicarse como un ser humano normal, ella intentó pasar por encima de su enorme cuerpo, solo para que sus brazos la bloquearan—. Alguien secuestró a nuestro hijo. A él le gustaría saber eso.

Esta vez su mirada de acero azul fue hasta ella. Una vez que tuvo su atención, continuó con los dientes apretados.

—Por favor, llámalo y que baje para que pueda hablar con él. O déjame pasar…

Bella no había visto a Edward en siete años. De hecho, la última noche que se habían visto el uno al otro fue la noche del baile de graduación, la noche en la que Micah fue concebido. Por supuesto, dado que él había desaparecido el día después del momento más significativo de su vida, él no tenía idea de la existencia de Micah.

Muchas veces a lo largo de los años hubo ocasiones en las que ella quiso contactarlo. Avisarle que era padre… pedirle ayuda para criar a su hijo en crecimiento… decirle que Micah necesitaba un padre. Había tomado toda su fuerza de voluntad resistir ese impulso. Y, aparentemente, su carrera musical había sido más importante que su romance de preparatoria. No es que pudiera culparlo por querer escapar del lado sur de Chicago.

¿Quién querría vivir en el maldito gueto por el resto de su vida? Las drogas, las pandillas y la violencia siendo la parte más prominente de su existencia. Una vez que descubrió que estaba embarazada; optó por salir ella misma, mudándose a una pequeña ciudad en Dakota del Sur, justo al borde de la reservación Lakota.

Su vida era bastante pacífica hasta dos semanas atrás cuando su hijo desapareció. Contactar a las autoridades fue de poca ayuda, y luego, tres días atrás, recibió una nota de rescate. Se la había dado a la policía, pero no se había hecho progreso en el caso, dejándola abandonada en la búsqueda de su hijo. El medio millón de dólares que los secuestradores estaban pidiendo no era una cantidad que Bella tuviera disponible, dejándola sin otra opción más que contactar a Edward.

Cuando el guardia aún lucía dudoso, golpeó el suelo con el pie mientras que un ataque de rabia la invadía.

—¿Vas a llamar a Edward o no?

Notó como la pared frente a ella soltaba un suspiro resignado, sus brazos cayendo de su masivo pecho mientras se estiraba por su celular en su bolsillo trasero. Picando un número, escuchó cómo la llamada iba directo a Edward antes de que lo llevara a su oreja.

—Sí, jefe, hay una señorita aquí abajo afirmando que su hijo fue secuestrado. —Sam se mantuvo firme, su mirada vigilante nunca se fue de la mujer frente a él. Si este era un truco para lograr librar al guardia, no iba a caer. Después de tener este empleo durante los últimos años, no había límites ante lo que una obsesionada podría decir para poder pasar.

—¿Hijo? No tengo un hijo, Sam.

Bella escuchó el escepticismo en la voz de Edward desde donde estaba. Su barbilla cayó mientras la bilis subía a su garganta.

—Porque nunca te conté de él. Digamos que me dejaste demasiado rápido para poder contártelo, idiota.

—¿Quién dijo que es?

—Bella. Bella Swan. —Bella se balanceó en sus talones. La anticipación apretaba su estómago ante la posibilidad de ver a Edward después de tanto tiempo. Aunque quería creer que no existían sentimientos por el hombre que la había dejado sin piedad, su nombre aún causaba mariposas en su estómago y su abdomen se apretaba con fuerza—. Edward, trae tu trasero para acá.

—Déjala subir, Sam.

El alivio, junto con una ronda de nervios, la invadió. Una extraña sensación se instaló alrededor de su corazón mientras Sam se retiraba de la entrada. La puerta hizo un zumbido, dejándola entrar al lobby del hotel, y de inmediato, se estiró por la manija, sus dedos curvándose alrededor del frío latón, y aun así la voz de Sam la asustó antes de poder entrar.

—Él está en el cuarto piso en la suite 412.

Bella no respondió, entrando al Hilton, se apresuró hacia el elevador cerca del pasillo. Picó el botón, mirando mientras la flecha hacia arriba se encendía y el ruido del elevador llegaba a sus oídos mientras se ponía en marcha. Cuando las puertas plateadas se abrieron, entró y picó el botón para el cuarto piso. Limpiándose el sudor de las palmas en sus jeans, mordió nerviosamente su labio inferior, su miranda viajando por los pequeños rincones del elevador.

En el segundo en el que las puertas se abrieron, su mirada color chocolate oscuro se fue hacia el directorio, girándose para seguir la dirección en la que la flecha apuntaba. Moviéndose por el pasillo, miró de puerta en puerta, finalmente encontrando la 412 al final del pasillo. La ansiedad casi la asfixió mientras se detenía ante la estructura de madera, su mano alzándose para tocar aunque de repente ella se encontró inmóvil.

Estaba a punto de encontrarse frente a frente con el hombre que había arruinado toda su vida. Quedar embarazada y ser abandonaba a los diecisiete no era precisamente material para la universidad, especialmente cuando el cuidado del niño caía solamente en sus manos. Trabajar dos empleos con el salario mínimo para su joven hijo era su vida. Los sueños de una mejor vida habían salido volando por la ventana cuando Edward la dejó en ese sucio motel.

Una nueva ola de furia la invadió cuando consideró las dificultades por las que había pasado. No queriendo apoyar a Bella y su hijo no nacido, su madre la había echado de la casa, simplemente dándole un boleto de autobús para quedarse con su papá. Charlie, su padre, había hecho todo lo que había podido por ellos. Sin embargo, al tener poco para ofrecer, básicamente estaba sola para mantener a Micah.

Edward debió haber estado esperando por ella porque tan pronto como se puso frente a su puerta, se abrió, sus ojos fijándose en ella. El corazón de Bella se aceleró al verlo. Micah lucía justo como su padre. El mismo color cobrizo en el cabello, sus ojos dorados, y sus labios firmes y delgados. El pensamiento causó que sus ojos se llenaran de lágrimas, sus fosas nasales ensanchándose mientras la emoción la ahogaba, amenazando con consumirla.

—Tienes que ayudar —lloró Bella, su barbilla temblando mientras hablaba. Estirándose en su bolsillo trasero, sacó un pedazo de papel de sus jeans y se lo tendió. Un escalofrío se le escapó cuando sus dedos rozaron los suyos mientras tomaba la nota que había extendido en su dirección. Con las pestañas temblando ante el peso de su mirada, continuó—: Traté de involucrar a la policía, pero no creo que estén haciendo algo. Tienes que ayudarme a encontrar a nuestro hijo, Edward.

Los dedos de Edward temblaron mientras los pasaba por su cabello. Bella Swan. La jodida Bella Swan estaba frente a él. Sus cejas se alzaron mientras sus palabras se registraban en su aturdida mente. Su hijo… ¿el hijo de los dos… eh? Tambaleándose en sus talones, hizo un gesto con su mano para que pasara, incapaz de encontrar las palabras correctas para saludar a la mujer que lo había dejado años atrás.

Cerró la puerta detrás de ella cuando entró. Una temblorosa respiración dejó su cuerpo mientras miraba al fantasma de su pasado dirigirse hacia la sala de estar. Aún perdido con su explicación, murmuró:

—Bella, ¿cómo sé…?

Bella no lo dejó terminar de hablar, abruptamente girándose para encararlo, sacó su teléfono de su bolsillo. Tecleando su clave, presionó el botón de fotos y alzó la pantalla para que él pudiera ver a Micah.

—Él es tu hijo, Edward —susurró suavemente.

—¿Por qué no me contaste acerca de él, Bella? —Edward quiso saber, tomando el teléfono de ella, estudió con profundidad la fotografía. El niño tenía su barbilla y sus pómulos afilados. Edward miró en el reflejo de su mirada dorada, y sus ojos lentamente se alzaron para encontrarse con los de Bella.

—¿Cuándo se supone que lo hiciera? Hmm… ¿cuando me dejaste la mañana siguiente de que dormimos juntos? —Un músculo se tensó en la barbilla de Bella mientras miraba a Edward con intensidad—. ¿Cuando fui a tu casa y encontré que toda tu familia se había ido? ¿Cuando intenté llamar y el número estaba fuera de servicio?

La mente de Edward daba vueltas mientras ella hablaba.

—Mi padre fue testigo de un asesinato, Bella. Las autoridades reubicaron a toda la familia… no tuve ninguna opción. Fui a tu casa una semana después… tu madre dijo…

—Nada de esto importa, Edward. El pasado es el pasado —explicó ella, sacudiendo la cabeza. Alejándose del dolor de sus ojos, se dirigió al sofá y se sentó al borde. Momentáneamente enterró su rostro en sus manos, tratando de calmar la preocupación en sus mejillas, sus dedos aferrados a su largo cabello castaño—. Alguien secuestró a nuestro hijo y está exigiendo un rescate. No tengo el dinero que están pidiendo. Necesito tu ayuda.

—Edward, cariño —llamó una voz asquerosamente dulce desde la habitación—. ¿Volverás a la cama?

—Oh, sí, eso es jodidamente fantástico —gruñó Bella, poniéndose de pie de un salto. Incluso aunque no se hubieran visto en años, una chispa de celos invadió su pecho. Sin darle la oportunidad de decir algo, fue hacia la puerta, sorprendida cuando sus dedos se cerraron alrededor de su bíceps, evitando un escape rápido. Bella tiró de su brazo, su mirada encontrando la de él—. Joder, déjame ir.

Él era un músico famoso ahora. ¿Por qué no tendría a mujeres en su hotel? Sin embargo, saber y aceptar el hecho eran conceptos completamente diferentes. Cuando su tono duro penetró en su sentido común, pausó.

—¿Quieres mi ayuda para encontrar a nuestro hijo, o no?

Ante la mención de su hijo, Bella regresó al sofá, su mirada yendo hacia la entrada. Su puerta estaba abierta por muy poco, haciendo que ver dentro de la habitación fuera imposible y aun así, sus nervios se retorcieron ante la existencia de la mujer.

—¿Cuál es su nombre? —preguntó Edward con suavidad, sentándose junto a ella—. ¿Cuántos años tiene?

—Tiene siete años —contestó, volviendo su atención hacia él—. Lo llamé Micah.

Micah. Micah. Él tenía un hijo llamado Micah. Tenía un hijo de siete años llamado Micah. Habría hecho tantas cosas diferentes si lo hubiera sabido.

—¿Cuándo… cuándo se lo llevaron?

—Estaba en el entrenamiento de béisbol… yo tuve que trabajar hasta tarde —explicó Bella. Sacudió la cabeza, su voz llena de arrepentimiento—. Tenía que esperarme en el campo hasta que yo fuera por él. Solo llegué diez minutos tarde, Edward. Cuando llegué, no lo encontré por ningún lado. Fui con todos sus amigos… nada. Llamé a la policía y buscaron en el área por alrededor de una semana. Después de eso, las cosas parecieron olvidarse, y nada sucedió.

Edward desdobló la nota que ella le había dado cuando entró a su habitación. Rápidamente escaneó los contenidos, sus cejas juntándose mientras estudiaba las palabras.

"Quinientos mil dólares en efectivo para el viernes en la noche… si esperas ver a tu hijo vivo".

Inmediatamente, él tomó su teléfono y marcó el número de su equipo de seguridad. Edward llevó el teléfono a su oreja, su mirada estudiando a Bella mientras esperaba a que ellos contestaran.

—Oye, Paul, necesito reunir a un equipo para localizar a mi hijo. Encuéntrame los mejores investigadores que tengas y mándalos conmigo de inmediato.

Escuchó cómo accedían antes de desconectar la llamada.

—Necesito que me envíes fotografías y toda la información que pueda ser útil, Bella.

Bella lo hizo de inmediato, pasando por las fotos en su teléfono y enviándoselas a Edward. Rebuscando en la bolsa que llevaba, encontró el certificado de nacimiento de Micah y su número de seguridad social, tendiéndoselos a Edward.

—Muchas gracias, Edward. No sabía a quién más recurrir.

—Debiste haberme contactado hace siete años —señaló, tomando la información que ella le pasaba—. El niño no debería haber estado sin su padre, Bella.

Bella no pasó por alto su tono acusador.

—¿Cómo demonios se suponía que hiciera eso, Edward? No tenía forma de contactarte… Diablos, incluso el monstruo de la entrada no me dejaba hablar contigo. Discutí con él por una hora antes de que siquiera te llamara…

Dejó de hablar cuando la puerta de la habitación se abrió y una voluptuosa rubia salió de ahí. La audacia de la mujer mientras caminaba usando solo las bragas y una bata abierta, sorprendió a Bella, causando que se quedara en silencio. La furia invadió a Bella cuando la mujer cruzó el espacio y se sentó en el brazo del sofá, su mirada coqueta cayendo en la cabeza de Edward.

—Debiste haberme dicho que teníamos compañía, amor. Me hubiera vestido mejor.

Edward se alejó de la voluptuosa rubia.

—Tamara, ¿podrías ponerte algo de ropa y salir de aquí? Tengo asuntos importantes que atender.

Bella sintió una pizca de pena por la mujer cuando una mirada herida cruzó su rostro. Sin discutir, se levantó del sofá y desapareció en la habitación. Bella podía escucharla juntar sus cosas y vestirse mientras lo hacía.

—¿Tienes que ser tan idiota, Edward?

—La idiotez es el único idioma que las mujeres de por aquí hablan. —Edward se encogió de hombros. Cuando un golpe sonó en la puerta, se levantó del sofá y se apresuró para abrir—. Pasa, Paul. ¿Pudiste contactar a Billy?

—Está ocupado trabajando en otro caso. Dijo que obtuviéramos la información de ti y que él mandaría a Jacob. —Paul se movió hacia la habitación, haciéndose a un lado cuando una apresurada Tamara lo rodeó para llegar a la puerta—. ¿Dijiste que tu hijo desapareció? Ni siquiera sabía que tenías un hijo, hombre.

—Ya somos dos. —Edward apenas y notó la puerta azotándose cuando Tamara se fue. Abruptamente, se giró hacia Bella—. Dile lo que me dijiste. Lugares, posibles sospechosos… lo que sea que pueda ser relevante.

Por la siguiente media hora, Bella repasó todo en lo que pudo pensar antes de quedarse callada. La descripción de Micah, su edad, su escuela, en dónde vivían, quién vivía a su alrededor. Todos con quienes hubieran tenido contacto en el último año; amigos, familia. Cuando Paul declaró que toda la información relevante había sido anotada, se puso de pie y fue hacia la puerta.

—Haré que Billy te llame tan pronto como localicemos a tu hijo, Edward.

Bella se puso de pie también.

—Probablemente debería irme. ¿Me llamarás si algo sucede? ¿Cualquier cosa, Edward?

—Bella —dijo Edward, quedándose callado mientras notaba la preocupación en su rostro—. Deberías quedarte… quiero saberlo todo de mi hijo…

Ciertamente, durante los últimos años, hubo oportunidades en las que ella le pudo haber dicho del niño que él no sabía que existía. Se había perdido la vida completa del niño. Las primeras palabras de Micah, sus primeros pasos, su primer jodido juego de béisbol.

—¿Por qué no me contaste acerca de él antes de esto, Bella?

Cuando su boca se abrió para responder, él la detuvo mientras su mano se alzaba, deteniendo las palabras en su lengua.

—Lo mantuviste lejos de mí a propósito, ¿no es así? Pensaste que te abandoné años atrás y entonces me mantuviste fuera de su vida…

Perpleja, Bella parpadeó con rapidez mientras el enojo de Edward aumentaba. Nunca hubiera imaginado que se pondría así de temperamental.

—¿Qué debí haber hecho? Estabas allá afuera, viviendo tu sueño sin ninguna preocupación en el mundo. ¿Debí haber interrumpido tu vida…?

—¡DEBISTE HABERME DICHO QUE TENÍA UN HIJO!


¡Qué emoción me da compartir con ustedes esta nueva historia!

¿Qué les pareció este primer capítulo? :D

Respuestas a las dudas frecuentes:

-Son 36 capítulos con final feliz.

-La longitud de los capítulos es similar a esta.

-Aún no tengo fechas definidas de actualización, cualquier cosa lo estaré avisando en el grupo de Facebook (link arriba)

Gracias a Yani por acompañarme en una nueva historia y a la autora por permitirme traducir esta historia :´)

No olviden dejarme su opinión en un review y nos leemos pronto ;)