DISCLAIMER: Nada de esto me pertenece. Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer y la historia a Jgaff. Yo solo me adjudico la traducción.

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Capítulo beteado por Yanina Barboza, beta de Élite Fanfiction (www facebook com/ groups/ elite .fanfiction)


Capítulo 8

Bella se sentía vacía mientras dirigía a Edward hacia la casa de su padre. Ni en un millón de años Bella podría entender por qué su padre fingiría el secuestro de Micah, y luego, pediría un rescate. El mero concepto era demasiado ridículo para considerarlo. Solo pensar en el dolor por el que había pasado durante las últimas semanas causaba que su sien comenzara a punzar. Lentamente, sus dedos comenzaron a masajear la zona de forma circular para aliviar la presión creciendo en su cráneo. Literalmente sentía como si fuera a explotar.

Comenzó a dejar de ver el pueblo que había conocido durante los últimos siete años. En este momento en particular, no quería volver a ver el lugar. Deadwood se había convertido en su salvación durante la peor tormenta de su vida, su padre, su héroe en ese escenario. Ahora, todo había sido destruido en cuestión de semanas.

¿Cómo es que su padre podría justificar sus acciones? ¿Cómo podría verlo de la misma forma? Cuando Micah fue "secuestrado", ella había confiado en él para ser su roca, descubrir que fue lo opuesto dejaba un amargo sabor en su boca. Todos a quienes amaba la habían abandonado o habían hecho cosas inimaginables que no podía perdonar.

Una parte de ella… la más profunda… se volvió fría. Todo lo cálido de los sentimientos de afecto murió en ese instante. En donde su corazón solía latir con sangre caliente, ahora se convirtió en una fría versión de sí mismo. Sintiéndose como si fuera una sombra de ella, apenas vio los árboles mientras pasaban, o las tiendas llenas de turistas.

Justo ahora, felizmente estaría en otro lugar por cualquier otra razón. La irritabilidad la golpeó con fuerza, causando que no estuviera cómoda ni en su propia piel. Moviéndose en su asiento, Bella luchó con el cinturón de seguridad que la mantenía en su lugar, arrojando una mirada hacia Edward cuando él lo notó.

—¿Qué?

—¿Estás bien? —El agarre de Edward en el volante se intensificó. Bella lucía completamente perdida. Momentos antes, ella había estado triste y llorando, ahora lucía como si se hubiera endurecido ante esas emociones. Sin importar cómo contestara su pregunta, en el fondo, él sabía la respuesta, Bella Swan no estaba bien. Saber que su padre era el responsable de un acto tan devastador, obviamente, era un golpe duro—. Debemos mantener la mente clara acerca de esto, Bells. Quizá él tiene una buena explicación…

—¿Una buena explicación? ¿Qué clase de explicación podría tener para justificar lo que ha hecho? —Bella lanzó una mirada hacia Edward—. Buena explicación… ¿me estás jodiendo? He estado enloquecida de dolor, y él lo sabía. Lo sabía y fingió. Alejó a mi hijo de mí, Edward.

Antes de que Edward pudiera contestar, su celular sonó, capturando su atención. Viendo la fotografía de Sam, presionó el botón de aceptar y dejó el celular contra su oreja.

—Hola, ¿qué pasa?

—Tengo una ubicación de la llamada del rescate. Una pequeña cabaña a unos diez minutos de la reserva. Considerando que es un lugar remoto, asumo que sería un buen lugar para mantener a Micah alejado de la vista de todos.

—Dame la dirección, Sam. —Edward metió la dirección en el GPS. Cuando el aparato lanzó la ruta más rápida, él frenó, girando para cambiar de dirección—. Contacta a los demás y encuéntranos ahí, Sam.

Colgando el celular, se giró hacia Bella.

—Parece que se están quedando en una cabaña remota cerca de la reservación. ¿Quién vive ahí?

Los labios de Bella se presionaron en incredulidad mientras sacudía la cabeza.

—Jodidamente increíble. Es la novia de mi papá, Sue. Esa mujer se sentó conmigo por dos días cuando Micah desapareció. ¿Qué demonios? ¿Por qué todos en mi vida son unos cretinos?

Edward no tenía idea de cómo hacer que esto fuera mejor para ella. Mientras él estaba eufórico de que su hijo estuviera con personas que no lo lastimarían, no podía imaginarse la traición que Bella estaba sintiendo. Estas eran las personas en las que se había apoyado a lo largo de los años y descubrir que habían traicionado su confianza era imperdonable. Dado que ni una palabra sería la correcta, se quedó en silencio, su mano curvándose alrededor de su puño mientras estaba ahí sobre el tablero del auto.

—Lo siento, Bella. No puedo imaginar cómo te debes estar sintiendo.

—Sí, bueno, la historia de mi vida.

Dolor, enojo y decepción se acumularon en su pecho, y quitó su mano del agarre de Edward. No quería su consuelo. Una vez, ella confió en que él no la lastimaría, y se había despertado sola en una habitación de hotel. Literalmente no había nadie en su vida que no la hubiera decepcionado en algún momento. Mientras que algunas heridas eran más profundas que otras, esta en particular era jodidamente profunda.

En lugar de enfocarse en el dolor y la decepción amenazando con abrumarla, redirigió sus emociones hacia el enojo.

—Pensarías que estaría acostumbrada a terminar decepcionada de las personas en las que confiaba.

Edward imaginaba que esto era una insinuación a la situación de la noche de su graduación.

—Bella, te expliqué…

—Sí, explicaste qué sucedió, Edward —escupió, mirándolo mal—. No cambia el hecho de que he estado haciendo esto sola durante los últimos siete años. Aprecio lo que has hecho estos días, pero no borra el pasado. Demonios, apenas rectifica toda la situación.

La tensión creció en el auto mientras el silencio caía entre los dos. Cuando estaban a diez minutos de la cabaña, el ruido del teléfono llenó el auto, y Edward contestó mientras el rostro de Emmett aparecía en la pantalla.

—Hola, hombre, ¿en dónde estás?

—El avión acaba de aterrizar, y estoy a punto de tomar un Uber para Deadwood. Déjame saber a dónde voy.

—Sam localizó donde pensamos que tienen a Micah. Vamos para allá. Llámame de vuelta cuando estés a punto de llegar y te daré la dirección.

—Suena bien. Ve por mi sobrino. Ya quiero conocerlo.

—También yo. —Edward estaba emocionado por conocer a Micah, pero sus palmas comenzaron a sudar mientras sus nervios crecían. Nunca había sido padre. De repente, recordó todos los momentos que había pasado con su padre, sus labios alzándose ante eso. Carlisle era un hombre maravilloso que amaba a su familia más que a su próximo aliento. Él solo podía desear darle a su hijo la misma devoción que Carlisle le había mostrado a lo largo de los años.

Cuando giró hacia la calle principal que llevaba a una entrada de rocas, vio las camionetas de Sam y Paul escondidas bajo unos árboles. Estacionándose junto a ellos, bajó la ventana y sacó la cabeza.

—¿Cómo quieres hacer esto, Sam?

—Definitivamente deberías notificar a las autoridades antes de entrar a la casa. Debería haber evidencias de este incidente en caso de que haya futuros intentos de secuestro o extorsión. —Sam pasó su dedo por su barbilla mientras hablaba—. Aunque eso depende completamente de ustedes. No tenemos ninguna jurisdicción aquí, así que legalmente no podemos ingresar sin ninguna orden. Así que, si ellos se rehúsan a dejarnos entrar, no hay nada que podamos hacer.

—¿Qué piensas? —La atención de Edward fue hacia Bella. Este era su padre, como quisiera manejarlo dependería de ella—. ¿Crees que necesitamos involucrar a la policía? ¿O quieres ver si nos dejan entrar?

Bella había conocido a Sue durante los dos años que llevaba saliendo con Charlie. La mujer estaba llena de calidez y dulzura, y hasta ahora, no había dado señales de ser irracional. Pero, tampoco hubiera pensado que los dos secuestrarían a su hijo. Mordiéndose el pulgar, sacudió la cabeza.

—No esperaré a los policías. Si mi hijo está ahí, entraré ahora.

—Ya la oyeron. Solo sígannos y si parece que hay problemas, notificaremos a la policía. Haz que Paul se vaya del otro lado. No confío en que no intenten llevarse a Micah antes de que lleguemos.

—Hecho. —Sam le envió a Paul un rápido mensaje de texto. Arrojando su teléfono al auto, miró por el espejo retrovisor mientras Paul y Jake salían del Camaro. En silencio, cerraron la puerta y se quitaron las pistolas de la pistolera. Mirando a su alrededor, trotaron hacia la entrada y los árboles. Después de que un periodo significativo de tiempo hubiera pasado, Sam miró hacia Edward y asintió—. Está cubierta la parte de atrás. Vamos.

Edward dejó avanzar el Impala hasta que llegaron a un claro. Cuando la casa estuvo a la vista, se le fue el aliento. Justo ahí, a seis metros de distancia, estaba un niño pequeño con un pitbull negro del doble de su tamaño. Los pequeños brazos de Micah estaban envueltos alrededor del enorme cuello del perro, y él parecía estar hablando con el animal.

La cabeza de Micah se giró en su dirección, y antes de que el auto se detuviera por completo, la puerta de Bella se abrió de par en par. Desabrochándose el cinturón de seguridad, bajó en segundos, yendo hacia su hijo. La cola del perro se movió mientras Bella cargaba a Micah y lo abrazaba, presionando un beso contra su mejilla.

—Te extrañé mucho. —La declaración de Bella flotó en una brisa hacia Edward mientras él estacionaba el auto y abría la puerta. Mirando alrededor de la propiedad, vio la patrulla de Charlie por detrás de la cabaña, pero no notó nada extraño. Los brazos de Bella aún estaban sosteniendo a Micah contra ella cuando se giró a mirarlo—. Micah, hay alguien que me gustaría que conocieras.

Cuando el perro vio a Edward, se le pusieron los pelos de punta y sus orejas retrocedieron. De inmediato, vio al animal transformarse de un gentil gigante a un monstruo brutal. Con todos los dientes a la vista, el ladrido más feroz que alguna vez hubiera escuchado hizo eco en el claro. Estaba a segundos de salir corriendo hacia Edward cuando la voz de Micah se escuchó con fuerza.

—Alpha, sentado.

Con un gruñido bajo, el trasero del perro cayó al suelo. Unos enormes ojos dorados miraron mientras Bella cruzaba el jardín con Micah. Apenas habían llegado frente a Edward cuando el sonido de una puerta abriéndose interrumpió su encuentro. La cabeza de Bella se giró ante el sonido, viendo a su padre bajar del porche principal.

El enojo creció en ella mientras estudiaba a su padre. No dejando que Micah viera como la furia la invadía, se giró hacia Edward.

—Micah, este es…

—Mi papá —gritó Micah, saltando de los brazos de Bella—. Escucho todas tus canciones. Mamá me las compró. ¿Quieres conocer a mi perro? Ven aquí, Alpha, conoce a mi papá.

Edward sintió las lágrimas picar mientras estudiaba al pequeño frente a él. Una ola de orgullo, nunca imaginó sentirlo de esta forma, sus fosas nasales ensanchadas mientras intentaba contener la emoción que lo ahogaba. Aclarándose la garganta, se arrodilló frente a Micah, y antes de que pudiera prepararse, el niño se arrojó contra él.

Edward perdió el equilibrio, cayendo de espalda mientras Micah se estrellaba contra su pecho. Sus brazos se fueron alrededor de Micah, sosteniendo al niño con fuerza contra él, enterrando su nariz contra él. El fresco aroma a jabón llenó sus sentidos mientras Micah se aferraba a él.

Una sonrisa se formó en los labios de Bella mientras veía su encuentro. Alpha, quien escuchaba a Micah como si él fuera el amo, ahora estaba junto a padre e hijo, moviendo su cola mientras esperaba por su atención.

—¿Ya conociste a mi abuelo? Lo amo. Él compró a Alpha para mí cuando él era cachorrito. ¿Ves a mi perro?

—Sí, veo a tu perro. —Edward rio, acomodando a Micah en su pierna—. Estás enorme. ¿Has estado cuidando de él? —Edward no tenía idea de qué decir. Nunca antes había tratado con niños. Asombrado, miró a Micah completamente deslumbrado—. Definitivamente eres un mini-yo.

—¿Qué es un mini-yo? —Micah quiso saber, poniéndose de pie. Tomando la mano de Edward, comenzó a correr hacia la cabaña—. Vamos, Sue acaba de hacer galletas. ¿Quieres una galleta, papá?

Esta era la parte complicada. La mirada de Edward se alzó hacia Bella y su padre. Ella lucía como si apenas pudiera controlarse. Cuando Micah mencionó entrar por galletas, le lanzó a Edward una mirada.

—¿Puedes llevar a Micah al auto? Micah, necesito hablar con tu abuelo, ¿puedes ir al auto con tu papá? Estaré ahí en un segundo y te compraremos galletas de camino a casa.

—¿Cómo? —preguntó Micah, su rostro arrugándose mientras estudiaba a su mamá—. No tenemos dinero para galletas. Nana compró algunas de la tienda. Por favor, ¿puede Alpha venir a casa conmigo?

—Te compraré todas las galletas que quieras —le dijo Edward, tomando su mano y llevándolo hacia el auto—. Quizá Alpha pueda venir en un momento.

—¿Cómo? Mamá dice que la casa es muy pequeña para Alpha.

Mientras Micah hablaba del perro, la cabeza del animal se fue de lado como si estuviera intentando comprender la conversación. Viendo lo protector que Alpha era con Micah, Edward definitivamente consideraría llevarlo a casa. Cuando Alpha chilló mientras Micah subía al asiento trasero, su corazón se rompió al pensar en separarlos.

—Lo discutiremos, ¿de acuerdo?, en este momento deberías subirte al auto y dejar que tu mamá y abuelo hablen.

Una vez que Micah estuvo en el auto, Edward volvió al lado de Bella. Ella no pareció notarlo, estando enfocada en Charlie.

—¿Cómo pudiste hacer eso? ¿Por qué te llevarías a mi hijo y pedirías dinero?

—Bella, déjame explicarte… —El remordimiento era evidente en la expresión de Charlie mientras estudiaba a Bella—. Quería más para Micah… más para los dos.

—Éramos felices —gritó Bella mientras su furia la invadía—. Estábamos bien. No necesitábamos nada de nadie.

—Micah merecía conocer a su padre, Bella. Si no hubiera hecho esto, tú nunca hubieras contactado a Edward. Merecías tener ayuda. Eres mejor que trabajar dos empleos por el salario mínimo, Bells. Los dos merecen mucho, mucho más. —Charlie cruzó el espacio que los separaba, su mano alzándose. Cuando se estiró por Bella, ella se alejó de su toque.

—No… no. No hay nada que puedas decir que rectifique lo que has hecho. Nunca confiaré en ti de nuevo. Te mantendrás alejado de mí y te alejarás de mi hijo. —Con esas palabras finales, Bella se giró hacia el auto, pausando mientras el ruego de Charlie llegaba a sus oídos.

—Por favor, Bells, los amo a los dos más que a nada…

Las lágrimas cayeron por el rostro de Bella y las limpió con enojo.

—Nos iremos a Nueva York. Conseguiste lo que querías. Micah conocerá a su padre y tendrá la vida que merece. Y nuestra relación… esa mierda nunca, nunca será la misma. No tengo nada más que decirte.

Charlie se quedó inmóvil, observando a su hija subirse al auto. Cuando ella había llegado con él años atrás, él había estado completamente desorientado. Además de los pocos veranos que habían pasado juntos, nunca había existido una relación entre ellos. Pero, siete años atrás, todo eso cambió, y ella era preciada para él. El pensamiento de perderla a ella y Micah…

—Mierda. Edward, realmente tenía las mejores intenciones. No manejé todas las cosas bien, pero… los amo demasiado a los dos.

Edward se endureció ante la empatía que crecía en su pecho.

—Hombre, no me hagas empezar con la mierda que jodiste. No te preocupes por ellos. Yo me haré cargo de aquí en adelante.

—Al menos llévate a Alpha. El niño estará en una nueva ciudad con un montón de gente nueva. Debería tener algo familiar a lo que aferrarse.

Edward no contestó mientras se giraba hacia su auto. Su mano deteniéndose en la puerta del conductor. Mirando al perro viéndolo con expectativa, fue hacia la puerta del asiento trasero y la abrió. La voz de Micah se escuchó por el claro.

—Ven, chico. Alpha, ven.

El pitbull saltó hacia el auto y se acomodó en el asiento junto a Micah. Edward no le lanzó otra mirada a Charlie mientras subía al auto y cerraba la puerta. Sí, Charlie debería ser castigado por sus crímenes, pero perder a Bella y Micah de un solo golpe iba a ser devastador. Ningún cargo que Edward pudiera presentar se compararía a ese tipo de dolor.


¿Y bien? ¿Qué piensan de las razones de Charlie?

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