DISCLAIMER: Nada de esto me pertenece. Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer y la historia a Jgaff. Yo solo me adjudico la traducción.

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Capítulo beteado por Yanina Barboza, beta de Élite Fanfiction (www facebook com/ groups/ elite .fanfiction)


Capítulo 11

—¿Papi? —Micah se inclinó en su asiento, mirando alrededor de la enorme figura de Emmett, sus ojos en cuestión de color eran una mezcla de miel y chocolate—. ¿Puedo sentarme contigo?

La barbilla de Edward bajó con un asentimiento, sus labios se fruncieron mientras que la sencilla petición de su hijo causaba un profundo dolor en él.

—Por supuesto, Micah.

—Cambia de lugar conmigo, enano —bromeó Emmett, poniéndose de pie. Cargando a su sobrino, depositó a Micah en el lugar que él había ocupado momentos atrás. Cuando la pequeña forma de Micah se acomodó en su silla, Emmett palmeó su rodilla—. ¿Estás bien?

—Uh-huh. —Micah se estiró por encima del descansabrazos, sus dedos pasando por el brazo de Edward, sus piernas moviéndose de enfrente hacia atrás—. Estoy tan feliz de que estés aquí.

La nostalgia invadió a Edward, como un golpe al estómago, quitándole el aliento. La necesidad de Micah de expresar su felicidad ante algo tan sencillo, algo que debió haber sucedido años atrás, llenó a Edward de arrepentimiento. Mirando por encima de la cabeza de Micah, se encontró con la mirada de Emmett, los ojos de su hermano brillando con emoción. Edward alejó su atención de Emmett para enfocarse en el rostro de Micah.

—También yo, sin ninguna duda.

Micah dudó, sus dedos nunca dejando el brazo de Edward.

—Estuviste lejos mucho tiempo.

Edward presionó sus labios juntos; tenía tanto arrepentimiento. Debió haber intentado encontrar a Bella años atrás. Podía ver por qué Bell lo había evitado, considerando su abrupta desaparición del hotel la noche de su graduación, y podía ver por qué se había sentido abandonada. Pensando en su último encuentro con Renée, debió haber sospechado de su grosero comportamiento y debió haberlo intentado más. Él no tenía una excusa de por qué no lo había hecho.

Incapaz de negar las palabras de Micah, la barbilla de Edward cayó un poco en acuerdo.

—Lamento eso, Micah. Aquí estoy ahora y no me iré a ningún lado.

—¿Lo prometes? —preguntó Micah, su corazón brillando en sus ojos iluminados—. Te extrañamos. Mamá miraba mucho tu foto. Creo que ella también te extrañó.

Su corazón se apretó por la sinceridad en las palabras de Micah.

—Lo prometo. —Edward se apresuró para calmar a Micah. El pensamiento de Bella mirando su fotografía despertó su curiosidad, su mirada yendo por el pasillo hacia su habitación, en donde ella estaba descansando.

Micah levantó su mano, su dedo meñique alzándose mientras se lo ofrecía a Edward.

—¿Promesa de meñiques?

—Promesa de meñiques. —El dedo de Edward se envolvió alrededor del de Micah en acuerdo. Incluso cuando la promesa terminó, la mano de Micah se quedó sobre la de él. En un intento de hacer que su hijo dejara de pensar en su larga ausencia dentro de su vida, una serie de preguntas llegaron a su cerebro, queriendo saber cada detalle de la corta existencia de Micah—. ¿En qué grado estás hora? ¿Sexto o séptimo?

—Estoy en segundo grado, bobo. Mi maestra dice que soy el niño más lindo de su clase y Barbie no me deja solo; me persigue en el recreo y jala mi cabello algunas veces. Es muy mala, papá. —Micah subió las piernas al asiento, cruzándolas mientras se movía hacia delante y para atrás, la energía evidente en cada uno de sus movimientos—. No me cae bien; trató de besarme bajo el árbol.

—De tal palo tal astilla —dijo Emmett con una sonrisa mientras miraba por encima de la cabeza de su sobrino hacia su hermano.

—¿Qué significa eso? —preguntó Micah, su frente arrugándose mientras intentaba descifrar las palabras de Emmett.

—Significa… —comenzó Emmett antes de que Edward lo interrumpiera.

—Significa —comenzó Edward, lanzándole a Emmett una mirada de advertencia mientras luchaba contra el impulso de reír—, que probablemente le gustes. Las niñas solo molestan a los niños que les gustan.

—Mamá dice que soy muy pequeño para tener novia. —Micah hizo una mueca, mientras explicaba—: No me gustan las niñas. Tienen piojos, así dice Donny y Donny lo sabe todo. Tiene calificaciones perfectas y su papá le compró una bicicleta nueva.

Otro golpe a su estómago, notó Edward. Mientras viviera, él nunca dejaría de arrepentirse de haberse perdido tanto en la vida de su hijo. Estirándose, alejó el cabello de Micah de su rostro.

—Cuando lleguemos a Nueva York, puedes tener la bicicleta que tú quieras.

—¿Incluso si no tengo calificaciones perfectas?

Había tal expresión de ilusión en el rostro de Micah que sería difícil que Edward le negara algo.

—Incluso si tus calificaciones no son perfectas… pero espero que tengas buenas calificaciones.

—Sí, lo sé, mamá también. —Micah bostezó, su cabeza girándose hacia la ventana—. Está oscuro afuera; ¿puedo acostarme con mami?

—Claro. —La decepción lo invadió. Odiaba alejarse de Micah por un segundo, sorprendentemente disfrutando de su parloteo. A regañadientes, Edward se puso de pie, ofreciéndole su mano, llevando a Micah de vuelta a su habitación.

Tan pronto como la puerta se abrió, Micah se subió a la cama junto a Bella. De inmediato, se acomodó a su lado, sus pestañas moviéndose mientras luchaba por mantenerlas abiertas. Su mano se alzó, estirándose por Edward mientras susurraba:

—Papá, ¿puedes quedarte conmigo? No me gusta la oscuridad.

Edward dudó en la entrada. ¿Qué pensaría Bella si despertaba con él junto a ella en la cama? Mientras consideraba su reacción, el pensamiento de entristecer a su hijo pasó por su mente, y tentativamente se movió hacia delante. Cerrando la puerta detrás de él, Edward cruzó la habitación, esperando que su presencia no molestara a la mujer que dormía contra sus almohadas. Cuidadosamente, se acostó por encima del edredón, sus labios alzándose cuando Micah de inmediato lo buscó.

El brazo de Edward se alzó, creando un espacio para que la cabeza de su hijo descansara en su hombro. Dejando un beso en la sien de Micah, descansó su barbilla sobre su cabeza, su mirada yendo hacia la mujer al otro lado de su hijo.

Creo que ella también te extraña. Mira tu foto todo el tiempo.

Cuando miraba su fotografía, ¿en qué pensaba? ¿Se quedaba despierta en las noches extrañándolo? ¿Había maldecido su nombre mientras padecía por criar a su pequeño hijo?

De algún modo, a él no le daba esa impresión. No había ningún rastro de amargura hacia él cuando ella habló de cuidar sola a Micah. Con su hijo a su lado, sus dedos picaron por tocar la suave piel de la mejilla de Bella. Apenas había sido capaz de contener ese impulso, alejando sus ojos de su amor de preparatoria. El hecho era que ya no se conocían el uno a otro de esa forma.

—Buenas noches, papá.

—Buenas noches, Micah.


Bella se giró dormida mientras sus sueños seguían. El cansancio se apoderó de su mente y cuerpo, provocando que no notara la presencia de Edward y Micah junto a ella en la cama. Sin embargo, de forma inconsciente, buscó la calidez por el colchón. El rostro de su madre apareció ante ella mientras la conversación acerca de su embarazo continuaba.

¿Qué quería decir con "aquí no"? Si no tenía al bebé aquí, ¿a dónde demonios se iría? El miedo la atravesó como un cuchillo. Su madre no podría ser tan cruel como para echarla, ¿o sí? Bella tragó con fuerza, una ola de náuseas la recorrió y sus ojos se ensancharon mientras miraba a Renée.

Entonces, ¿a dónde se supone que vaya?

Los ojos de Renée se alzaron del sándwich que estaba preparando.

No lo sé, Bella. Quizá puedas llamar a tu padre, no te vendría mal quedarte con él por un tiempo.

¿Un tiempo? ¿Qué quería decir con eso?

Bella miró hacia su abdomen. Su estómago ya comenzaba a cambiar, y en unos meses no sería posible negar su condición. Su embarazo no era un caso de sarampión. El bebé simplemente no se iría después de un tiempo. La mano de Bella se alzó y sus dedos acariciaron su estómago, mordiéndose el labio por la preocupación.

¿Qué tanto es "un tiempo", mamá? Es un bebé, no la varicela…

Sí, Bella, debiste haber pensado en eso antes de meterte en la cama con ese chico —siseó antes de volver al almuerzo de Phil.

La mandíbula de Bella se tensó mientras luchaba por asimilar la reacción de Renée. Mirando al pan en la encimera, de repente envidió al sándwich.

Mamá, no es como si hubiera salido buscando embarazarme de forma intencional. Yo… nosotros usamos protección. Nosotros… yo no quise…

Es lo que es, Bella, a menos que quieras ir a la clínica. —Renée deslizó el sándwich en una bolsa y la cerró antes de mirar a su hija—. Y me pregunto, ¿quién va a pagar por eso?

Te lo dije, no voy a abortar. —Bella salió de la cocina, ignorando la mirada intensa de Phil, y se apresuró por las escaleras. Llegó arriba justo a tiempo para escuchar las últimas palabras de Renée, causando que pausara.

Entonces más te vale que llames a tu padre, Bella. Lo vas a necesitar.

Su padre, Charlie, era un hombre sin complicaciones. Cuando fue a visitarlo un año atrás, tuvieron aproximadamente dos conversaciones. Ahora, se suponía que debía llamarlo sin aviso y rogarle por su ayuda con un embarazo no planeado.

La mano de Bella se estiró para sostenerse del barandal. Un minuto, estaba enamorada del hombre de sus sueños, y al siguiente, todo su mundo fue puesto de cabeza. Sus ojos se cerraron por un momento. Tensó la mandíbula y pensó en sus opciones, y aun así, su única opción era llamar a Charlie, el padre que apenas conocía, de otra forma…

¿Su madre la echaría a la calle? No había ningún sentimiento en los ojos de Renée cuando habló de un aborto para su nieto. ¿Cómo alguien podría ser tan insensible?

Lentamente, atravesó su puerta, cerrándola detrás de ella mientras iba a sentarse en la orilla de su cama. Su mirada pasó por su habitación, yendo hacia las fotografías adornando su espejo, la expresión sonriente de Edward robó toda su atención. La tristeza reemplazó el miedo que estaba sintiendo, el anhelo se apoderó de toda su alma.

Santa mierda, lo extrañaba. Con cada fibra de su ser, sentía su ausencia en los huesos, sus ojos llenándose de lágrimas no derramadas, causando que su fotografía se volviera borrosa. ¿Qué diría él si lo supiera? Dios, cómo desearía tomar el teléfono y escuchar su voz, solo por un segundo. Una lágrima se deslizó por su ojo y rápidamente la limpió.

No había tiempo para sentir lástima por ella misma. Bella tenía a esta pequeña criatura creciendo dentro de ella, y el bebé era todo lo que importaba. Con eso en mente, se puso de pie para tomar su teléfono. Pasando por sus contactos, encontró el número de Charlie, dudando solo por un segundo antes de que su pulgar pulsara el ícono de llamar. Los dedos de Bella temblaron mientras llevaba el teléfono a su oreja y escuchaba la línea. Cuando un clic se escuchó del otro lado, susurró con voz temblorosa.

Hola, papi.

Una semana después, Bella estaba en el autobús, mirando cómo desaparecía el único hogar que había conocido. Mientras la jungla de concreto desaparecía detrás de ella, la mano de Bella fue hacia su abdomen, rogando que estuviera haciendo lo correcto.


Nueve meses después, Bella se tambaleó hacia la entrada.

¡Papi! Creo que mi fuente se rompió.

Incluso mientras llamaba a su padre por ayuda, caminó hacia la entrada de su hogar mientras el fluido corría por sus piernas, la mancha en su pijama creciendo entre sus piernas. Cuando una contracción atravesó su abdomen, dejó salir una temblorosa risa cuando Charlie saltó de su silla. Podía escuchar los sonidos de un juego de béisbol en el fondo mientras él llegaba a su lado, su brazo de inmediato yendo alrededor de su cintura para sostenerla.

¿Qué tan distantes son tus contracciones, Bella? —La llevó con él mientras iba al armario del pasillo para tomar el bolso para el hospital que habían preparado tres meses atrás.

Cuando llegó en el autobús nueve meses atrás, apenas conocía a su padre, ya ahora, su relación había mejorado bastante durante el paso de las semanas. No había nadie en la tierra en quien confiara más que en Charlie. Realmente había mejorado como padre, siempre presente durante todos los momentos del bebé.

Su primer ultrasonido cuando Micah no era más grande que un frijol. Su segundo ultrasonido cuando descubrieron el sexo del bebé. Él la había llevado a comprar ropa de maternidad cuando sus jeans ya no le abrocharon. Él estaba sentado junto a ella mientras hojeaba el libro del bebé, buscando el nombre perfecto para su nieto. Cuando ella empacó su bolso para el hospital, él eligió el primer atuendo de bebé para Micah, una pequeña playera de Nike que había encontrado en el centro comercial con sus shorts a juego.

Bella sintió la fuerza en su brazo alrededor de su cintura. Charlie una vez más fue su héroe mientras la llevaba hacia la puerta, la correa del bolso para el hospital colgando de su hombro. Apretó los dientes mientras respiraba a través del dolor atravesando su estómago.

Comenzaron justo antes de… awww…

La intensidad del dolor aumentó mientras cruzaban la entrada. Afortunadamente, el brazo de Charlie estaba a su alrededor para sostenerla, sus pies deslizándose debajo de ella mientras llegaba a los escalones. Rápidamente, el brazo de su padre la tomó por debajo de las rodillas, alzándola como si no pesara más que una pluma. La llevó contra su pecho y su andar se aceleró mientras cruzaba el jardín, acercándose hacia su camioneta.

Si el dolor no hubiera sido tan fuerte, ella quizá se hubiera reído mientras él abría la puerta de su camioneta, dejándola en el asiento. La cabeza de Bella se recargó en su mano cuando él alejó el cabello de su frente.

Aguanta, Bells. Te llevaremos al hospital.

De acuerdo, papi —asintió, el sudor llenando su frente mientras otra contracción la atravesaba—. Ohhh.

La pequeña bola que era Micah se apretó, la presión acumulándose, haciéndola sentir como si tuviera que orinar.

Papá, creo-creo que ya viene. Necesito pujar.

Su rostro se arrugó mientras luchaba contra la urgencia de aliviar la presión. Las uñas de Bella se hundieron en el asiento debajo de ella, el dolor atravesando cada músculo de su abdomen. De repente, su padre desapareció mientras cerraba la puerta y rodeaba corriendo la camioneta. En segundos, saltó al asiento del conductor y metió la llave para arrancar.

Horas después, Bella se enderezó exhausta en la cama de hospital, sus pensamientos revueltos. Miró hacia la esquina en donde un pequeño bultito se retorcía, luchando por ver alrededor de los doctores mientras envolvían al bebé en su cobija.

Su cabello estaba húmedo y revuelto por el parto, Charlie nunca dejó su lado, su pulgar pasando por su sien.

Él es increíble, Bells.

En su sueño, justo cuando el doctor estaba dejando el pequeño y cálido cuerpo de Micah en sus brazos, despertó de golpe, su mirada yendo alrededor de la habitación.

Gradualmente, recordó en dónde estaba, sus tensos músculos relajándose. Sintió una respiración contra su mejilla, y ladeó la cabeza para encontrarse de frente con el hombre que había atormentado su alma por ocho largos, largos años.

Edward.


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Espero que disfrutaran mucho el capítulo :D por favor, no se olviden de dejar un pequeño review ;)

¡Nos leemos pronto!