DISCLAIMER: Nada de esto me pertenece. Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer y la historia a Jgaff. Yo solo me adjudico la traducción.
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Capítulo beteado por Yanina Barboza, beta de Élite Fanfiction (www facebook com/ groups/ elite .fanfiction)
Capítulo 14
No importaba de qué forma lo mirara, su vida estaba en pedazos. Los paparazzi estaban alrededor, zumbando como un panal de abejas, listos para picar en cualquier momento. Su madre era de la peor clase de ser humano, aunque se dio cuenta de eso mucho antes de embarazarse de Micah. Y la única persona en la que podía confiar por encima de todo, Charlie, la había decepcionado de la peor forma posible, de una forma de la que casi no había forma de perdón.
Micah, su roca durante el caos que era su vida, estaba absorto y tenía derecho a estarlo. Ella estaba feliz de su aparente aceptación a su nueva posición, pero aun así sentía un poco de reserva con respecto al tema.
Lo único que ella intentaba inculcar en su pequeño hijo era la apreciación por las pequeñas cosas de la vida. Quizá en parte era porque eso era todo lo que ellos solían tener… las pequeñas cosas. Ahora eso estaba en peligro de irse a la mierda.
Cepillando los nudos de su recién lavado cabello, miró su teléfono por millonésima vez en los últimos cinco minutos. Charlie seguía intentando llamar, pero ella no estaba lista para enfrentar esa complicación, aunque estaba tentada a responder. La última vez que el teléfono sonó con su tono, una ola de melancolía la invadió. Sin importar lo que hubiera hecho, Bella lo extrañaba e ignorar sus llamadas era casi imposible.
Con su cabello cayendo en ondas por su espalda, fue hacia la puerta de la habitación de invitados que Edward le había dado al llegar. Apenas la había abierto cuando unos golpes hicieron eco en el lugar. Dudosa, se paró al lado de la puerta, esperando para ver a su visitante. Justo ahora, no tenía la fuerza para enfrentar nuevas sorpresas. No había movimiento en la habitación, lo que indicaba que nadie estaba apresurándose para abrirla, causando que el ceño de Bella se frunciera.
¿Dónde demonios estaba Edward?
Estaba harta de las sorpresas. Había tenido demasiadas en su vida. Un embarazo inesperado, ser echada de su casa, tener un hijo de un músico famoso, la prensa, un falso secuestro planeado por su padre… ¿cuánto más podría soportar una persona? Bella estaba bastante segura de que había rebasado su límite de sorpresas.
Con cautela salió de la habitación, cerrando la puerta detrás de ella. Estaba a punto de abrirla cuando se abrió de golpe. Una mujer joven que vagamente reconocía entró en la suite con un periódico en la mano. Cuando sus ojos grises se posaron en ella, Bella palideció de la ira que parecía irradiar de ella.
—¿Dónde está Edward? —La mujer no esperó por una respuesta, de inmediato caminando alrededor de la habitación, buscando a la fuente de su furia. Cuando su búsqueda no mostró resultados inmediatos, se detuvo frente al sofá en donde Micah estaba.
—Um-ah, no estoy segura. Estaba en la habitación. —Bella miró a Micah, quien estaba muy concentrado en el programa—. Micah, ¿dónde está tu papá?
—No lo llames así; estoy bastante segura de que todo esto es un chiste. Edward no tendría un hijo… —Su voz aguda dejó de escucharse mientras los ojos de Bella se ensanchaban, mirando a su hijo—. No hay ninguna jodida forma.
De inmediato, Bella se tensó.
—Apreciaría si cuidas lo que dices frente a mi hijo. Él ya ha pasado por mucho y no necesita que alguien venga aquí y cuestione todo en lo que cree.
—Oh, sé por lo que ha pasado. Todo está escrito aquí en letras enormes —siseó Alice—. Lo que quiero saber es por qué me estoy enterando de un potencial sobrino a través de esto.
—No hay nada potencial en esto. Luce justo como Edward si te calmaras un poco y lo miraras. —Bella no iba a rendirse, la cosa era que ella era una luchadora… no del tipo de pelear con los puños, pero no iba a dejar que la maltrataran. Girando su atención a Micah, Bella lo intentó de nuevo—. Micah, ¿a dónde se fue Edward?
—Sacó a pasar a Alpha con el tío Emmett. Quería ir, pero dijo que debería esperar aquí por ahora.
Por lo menos, Edward había pensado en el bienestar de Micah, pensó Bella, mirando de nuevo a la mujer. Rápidamente, sus ojos estudiaron sus facciones.
—¿No te conozco? ¿No eres la hermana de Edward?
Los labios de Alice se presionaron en una fina línea mientras miraba a la mujer. Su mirada se endureció mientras consideraba la pregunta.
—Sí, soy Alice, la hermana y representante de Edward. Tú eres… ¿tú eres la… la novia de la preparatoria?
De inmediato, Alice se giró de vuelta al sofá mientras estudiaba con detenimiento a Micah.
—¿Cuántos años tiene?
—Tengo siete —se apresuró Micah a responder—. ¿Eres la hermana de mi papá? ¿Eso te hace mi tía?
Algo de la ira original de Alice se esfumó.
—Yo-si todo… bueno, sí, tal vez.
Afortunadamente, Bella escuchó la puerta abrirse mientras Edward volvía, el fuerte ladrido de Alpha resonando por la habitación. Alice de inmediato se giró para mirar con furia a Edward. Levantando el periódico, su ceja se alzó en cuestionamiento.
—¿Te molestaría explicar esto?
Emmett se metió entre Alice y Edward, tomando el codo de su hermana mientras la llevaba al balcón.
—Deberíamos hablar de esto afuera.
Edward rodó los ojos mientras le tendía la correa de Alpha a Micah.
—Ten, amigo, llévalo a la cocina y dale de comer lo que quedó del desayuno. Ya vuelvo.
En el segundo en el que estuvieron en el balcón, Alice se giró para mirarlo.
—¿Por qué no me llamaste para decirme esto, Edward? Soy tu hermana, ¿por qué no le dijiste a alguien?
—Le dije a alguien. Llamé a Emmett. —Edward comenzó a buscar en su bolsillo. Si tenía esperanzas de enfrentar a Alice, necesitaba un cigarrillo para calmar sus nervios. Encendiéndolo, tomó una larga calada y exhaló—. No era asunto tuyo. Iba a llamar cuando estuviera listo.
—Todo lo que haces es asunto mío, Edward. Soy tu representante. Pude haber suavizado las cosas con la jodida prensa. Ya sabes cómo funciona todo esto. —Alice golpeó el piso con el pie—. ¿Estás seguro de que este niño siquiera es tuyo? Si lo es, ¿por qué carajos apenas nos estamos enterando?
Su actitud estaba poniéndolo de malas.
—Vuelve a golpear el piso con el pie y puedes irte de aquí. Y el niño, se llama Micah, y estoy malditamente seguro de que es mío. Luce como yo.
—¿Qué es lo que ella quiere? El jodido periódico dice que hubo un falso secuestro. ¿Qué demonios significa eso? —La mirada de Alice viajó entre sus hermanos cuando ellos solamente se miraron. Cuando ninguno contestó, su boca se convirtió en una fina línea—. Dice que hubo un rescate… ¿pagaste un jodido rescate, Edward?
—Por supuesto que no pagué un jodido rescate, Alice —siseó Edward mientras su mente se aceleraba. ¿Quién demonios le dijo a la prensa la situación con el secuestro? Solo había un par de posibilidades. Tenía un espía en algún lado, y necesitaba encontrar en dónde estaba—. Su padre fingió todo. Sam descubrió en donde estaba Micah y fuimos por él. Fin de la historia.
—Ese no es el final de la historia, Edward. ¿El tipo fue acusado de varios crímenes? ¿Extorsión? ¿Secuestro? ¿Detención ilegal? —Alice no podía creer lo que estaba escuchando. Miró mal a su hermano—. No eres tan estúpido, Edward. ¿Por qué su padre pretendería secuestrar a su propio nieto?
—Juro que si no paras de gritarme —gruñó Edward—. He pasado por lo suficiente los últimos días. Podrías intentar ser mi hermana en esta situación en lugar de mi representante.
—Estoy siendo tu hermana. ¿Por qué crees que estoy tan molesta? —Mirándolo fijamente, arqueó una ceja.
—Es su padre, Alice. Su familia. —Edward sacudió la cabeza. Sin importar lo que hiciera en esta situación, él sería visto como el villano—. No creo que tuviera malas intenciones. Solo intentaba que estuviera en la vida de Micah. No puedo culparlo por eso.
Emmett asintió con Edward.
—No hubo daños además de un montón de jodido estrés.
Alice miró a Emmett, incapaz de creerle.
—¿Y dónde estuviste tú durante todo esto? ¿No se supone que debes estar en Cali? Estoy segura de que tu entrenador está feliz de que te estés perdiendo los entrenamientos.
Emmett se encogió de hombros, quedándose cerca de la puerta con una sonrisa burlona en sus labios.
—Estaba siendo un hermano y un tío. Ya sabes, ofreciendo apoyo moral. Deberías intentarlo alguna vez.
Alice pinchó el puente de su nariz mientras rogaba por paciencia y entendimiento.
—Bueno, desearía ser solo tu hermana en esta situación, Edward. Realmente lo hago. Pero todo lo que haces o no haces se ve reflejado en el ojo público. Con la más mínima infracción, podrías ver todo, todo por lo que has trabajado irse por el caño. ¿Has pensando en eso? ¿En perderlo todo?
—De hecho, no he pensado para nada en mi jodida carrera. He estado demasiado ocupado encontrando a mi hijo y convirtiéndome en padre. —Los dientes de Edward se apretaron tanto que el dolor pasó por su mandíbula. Sus sienes pulsaron con irritación. De inmediato, sus pensamientos fueron hacia sus padres—. ¿Ya lo saben mamá y papá?
—No he recibido llamadas de ellos, aún, pero mamá dijo que papá estaría en cirugía toda la noche. Probablemente no ha visto el periódico. —Alice sacudió la cabeza, mirando hacia la habitación vio a Micah sentado de rodillas frente a la mesita de café. Estaba sujetando un plato mientras el perro comía—. Entonces, ¿cuál es el plan? ¿Qué vas a hacer?
Edward tiró la ceniza de su cigarrillo, sus hombros alzando y cayendo en un rápido encogimiento.
—¿Qué demonios se supone que haga? Imagino que seré un jodido padre.
—No estoy hablando de eso, Edward. ¿Cómo vas a decirles a nuestros padres? ¿Tendrás una conferencia de prensa? ¿Qué vas a decirles? No puedes seguir viviendo en un hotel con un niño, tampoco. ¿Has pensando en eso?
—Por supuesto que pensé en eso; ¿qué clase de monstruo crees que soy? Nunca tendría a mi hijo viviendo en un hotel. —Los ojos de Edward se cerraron, queriendo escapar de esta pesadilla, aunque fuera solo por unos minutos—. Tendremos una conferencia de prensa y explicaremos todo. No quiero que la especulación decida el rumbo de la historia. Pronto le pediré a mamá y papá que vengan.
—¿Y qué hay de ella? —Alice quiso saber—. ¿Cuál es la historia ahí?
—Es su madre, Alice. ¿A qué mierda te refieres con qué hay de ella? Se quedará justo aquí con su hijo. —Edward sabía a dónde iba todo esto, de vuelta a su jodida carrera. Por sus fans más jóvenes, era mejor si él aparentaba estar soltero, lo cual era cierto—. Me importa una mierda mi imagen pública, Alice. Justo ahora, mi única prioridad es mantener a ese pequeño a salvo. Asumir esa responsabilidad también significa cuidar de su madre… lo que debí haber hecho desde hace mucho.
Los brazos de Alice se cruzaron sobre su pecho mientras escaneaba los edificios.
—¿Te ha pedido dinero? Odiaría pensar que se están aprovechando de ti.
—No —gruñó, dando golpecitos al cigarrillo en el barandal—. No me ha pedido dinero, Alice. Apenas me dejó comprarle una hamburguesa. Pero, sí puse el dinero destinado para el rescate en una cuenta para ella.
—¿Hiciste qué? —La voz de Alice se volvió aguda, haciendo que Edward se estremeciera—. ¿Cuánto dinero?
Emmett caminó hacia delante.
—Deberías bajar la voz y cuidar lo que dices. Te odiarás más adelante si dices algo de lo que quizás te arrepientas.
Alice le lanzó una mala mirada a su hermano mayor. Normalmente, él estaba feliz y tranquilo, rara vez se tomaba algo en serio. Ahora, ese no era el caso, su mirada intensa tenía una determinación con la que ella no estaba familiarizada. Saber que él intentaba proteger a Edward no le ofreció nada de consuelo.
—Emmett, relájate con toda la vibra de hermano mayor. Él necesita reaccionar y darse cuenta de su posición. Ya no estamos viviendo en el gueto de Chicago. Sus acciones tienen consecuencias directas.
—Alice, vete a casa —dijo Edward con un suspiro—. Necesito llamar a mamá. Por ahora, solo vete a casa. Te llamaré cuando tenga una reunión con Sonya Thomas del Times. Ve a casa.
Sus dedos pasaron por su cabello mientras dejaba atrás a sus hermanos. No se detuvo hasta que estuvo en medio de su habitación. Con una migraña comenzando a formarse, buscó entre sus cosas hasta encontrar un frasco de aspirinas. Dejando dos en su mano, tragó las pastillas, masajeando con fuerza sus sienes. Estaba sacando su teléfono de su bolsillo cuando un ruido cerca de su puerta llamó su atención. Sin mirar, alzó un brazo.
—Alice, dije que te fueras a casa.
Bella se movió nerviosamente, su humor tampoco era el mejor. Aunque no había captado todo lo que había sucedido en el balcón, había escuchado lo suficiente.
—Edward, te dije que no quiero tu dinero. Aprecio…
—Bella —comenzó con una advertencia en su tono—. No voy a discutir esto ahora. Tengo demasiado en qué pensar y tu orgullo…
—¿Mi orgullo? —Esto aquí mismo, su jodido dinero era el problema. Su dinero era una de las razones por las que ella no había estado entusiasmada por localizarlo. Bajo ninguna circunstancia ella quería que creyera que lo estaba usando para algo—. Pretendo encontrar un empleo…
—¿Haciendo qué? ¿Limpiando mesas?
—¿Qué tiene de malo limpiar mesas? ¿Cuándo te volviste tan arrogante? —Solo el comentario causó que una horrible sensación la recorriera—. No todos podemos ser famosos y tener el mundo a nuestros pies. Algunas de verdad tenemos que trabajar para conseguir lo que tenemos. Al menos yo no estaba sentada dejando que alguien cuidara de mí.
No había querido sonar tan despectivo con su comentario, y el dolor que pasó por sus ojos hizo que pausara.
—Bella, no quería…
—Pero lo hiciste —dijo con suavidad mientras sacudía la cabeza—. Hubo un tiempo en el que no eras despectivo con la clase trabajadora. Pon el dinero en un fondo para Micah; no quiero ningún centavo de ti o de alguien más.
—¿Cómo crees que eso se verá, eh? ¿Has pensado en eso? —Edward dejó el frasco de pastillas en el buró—. ¿Tener a la madre de mi hijo trabajando en un restaurante? No tienes que volver a esa vida, Bella.
—Me importa un comino cómo se ve —murmuró Bella furiosa, sus fosas nasales ensanchándose con enojo—. No permitiré que tú cuides de mí; pagaré por mis cosas, y la mitad de las de Micah.
—Eso es genial… jodidamente genial. Entonces me debes quinientos dólares por el boleto de avión y la habitación. —De inmediato se arrepintió de su comentario cuando sus ojos se ensancharon. Obviamente, él sabía que ella no tenía tal cantidad de efectivo. Él solo estaba siendo un idiota mientras su mundo se derrumbaba sobre él.
Sin perder un segundo, ella contestó.
—Tómalos de la cuenta que te dije que no quería.
—Bien —gruñó de vuelta. Incluso con su mundo vuelto un caos, el deseo lo invadió de inmediato. El fuego que había visto en sus ojos lo hacía imaginar una apasionada colisión en el horizonte. El pensar en llevar a Bella contra la pared, sostenerla ahí, dejar que sus manos exploraran sus pechos, causó que una ola de deseo lo llenara.
Bella notó una familiar luz entrando a su mirada mientras la miraba. ¿Qué demonios? ¿Su discusión lo estaba excitando? Cuando sus ojos bajaron a su pecho, una nueva ola de furia la invadió. Estirándose, tomó el pomo de la puerta y la azotó.
—Bien.
Edward rio cuando ella azotó su puerta en su cara. Su frente se recargó contra ella mientras la situación encendía algo dentro de él. ¿Cómo carajos iba a lidiar con esta mujer? Lo estaba enloqueciendo. Mientras que quería estar molesto y la furia vibraba en su pecho, esta loca hambre estaba instalada en su ser.
Bella se dejó caer en el sofá junto a Micah. Alice y Emmett seguían en el balcón, ¿qué no daría por ser una mosca en la pared? Lanzando una mala mirada a la puerta de Edward, su pie se movió mientras el enojo amenazaba con asfixiarla.
Dios, él realmente sabía qué decir. Entre dientes, murmuró.
—Una jodida mesera…
Mañana localizaría la biblioteca y escribiría un currículum. Con un poco de elegancia, estaba segura de que podía conseguir un puesto en un buen lugar. Con eso en mente, sacó su teléfono y comenzó a buscar posibles restaurantes de cinco estrellas. Le mostraría a Edward que era más que una mesera.
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