DISCLAIMER: Nada de esto me pertenece. Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer y la historia a Jgaff. Yo solo me adjudico la traducción.

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Capítulo beteado por Yanina Barboza, beta de Élite Fanfiction (www facebook com/ groups/ elite .fanfiction)


Capítulo 15

Edward se sentó en su cama, retrasando esta llamada con todo su corazón. Cuando imaginaba llamarles a sus padres para decirles que eran abuelos, esta no era la situación que tenía en mente. A diferencia de Alice, ellos no estarían preocupados acerca de su carrera o su imagen pública, bueno, el menos no de la misma forma.

Para ellos, su madre y su padre, la familia era la principal prioridad. Casi podía escuchar el incoherente parloteo de su madre acerca de apenas enterarse que tenía un nieto. Luego estaría furiosa acerca del tiempo que había perdido de verlo crecer. Por supuesto, una vez que dejara de quejarse de los temas obvios, sin duda estaría en su puerta. Si ese era el caso, podía imaginarse el alboroto que haría por su nuevo bebé.

Bueno, en sus ojos, Micah sería un bebé, de todas formas.

Dejando salir un suspiro, pasó por sus contactos hasta que encontró el número de su madre. Por un largo minuto, miró hacia la pared antes de encontrar el valor para llamarla. Edward llevó el teléfono a su oreja, sintiendo como si el corazón estuviera en su garganta.

—Hola, cariño, no llamas lo suficiente. ¿Cuándo fue la última vez que escuché de ti? ¿Cómo has estado?

—Mamá… mamá… oye, mamá. —Rodando los ojos, miró el techo, esperando que su mamá dejara de hablar. Esme apenas dudo antes de lanzar otra media docena de preguntas. No había final cercano para su alma curiosa, y con eso en mente, él habló más fuerte—: Oye, mamá. Cálmate por un segundo; tengo noticias.

—¿Qué fue eso, Edward? Te escucho entrecortado.

Jesucristo. La única vez que necesitaba decirle algo crítico, y su madre estaba actuando como si no pudiera escucharlo. Bueno, tenía lo necesario para captar su atención.

—Mamá… mamá… ¿estás escuchando?

—Sí, Edward, solo voy a ver si...

Él no le dio oportunidad de terminar de hablar.

—Pensé que te gustaría saber que tienes un nieto.

—¿Qué? ¿Cómo puede ser posible? ¿Cuándo? ¿Quién? Dime que no embarazaste a esa mujer que ha estado contigo en cada evento social. Edward, ¿cuántas veces te he advertido que seas cuidadoso?

—Mamá… mamá… oye, mamá. —A la mierda con mi vida de todas formas, pensó él, sacudiendo la cabeza—. ¡Mamá!

Escuchó a medias mientras ella hablaba y hablaba, algo acerca de las decisiones de la vida y estar atrapado. Edward estaba a punto de arrancarse el cabello. Finalmente, dejó de hablar, dándole oportunidad de explicarse.

—Mamá, no es algo que haya hecho recientemente… yo, apenas lo estoy descubriendo pero, aparentemente…

La voz de Edward se apagó mientras buscaba la explicación correcta. Afortunadamente, su madre se quedó callada del otro lado de la línea. El dolor en sus sienes comenzó a sentirse de nuevo y, entonces, lo intentó de nuevo, esta vez poniéndose de pie para caminar alrededor de la habitación.

—¿Recuerdas a la chica con la que salí en preparatoria? Salimos como por un año… siempre estaba en la casa e incluso fuimos juntos al baile.

—Apenas la recuerdo. Era la chica que vivía a tres calles de distancia… una castaña linda… ¿cómo se llamaba? ¿Brandy? ¿Beth? Edward, ¿estás diciéndome que la embarazaste? Eso fue hace mucho tiempo, ¿por qué apenas nos estamos enterando de esto?

—Su nombre es Isabella, Bella, para más corto. Sí, cuando fuimos al baile… nosotros-nosotros dormimos juntos. Bueno, aparentemente… sí, así que su nombre es Micah, y tiene siete, casi ocho años.

—Edward, si esto es una jodida broma.

—Mamá, no es ninguna broma. De hecho, si vas a cualquier puesto de revistas, estoy seguro que tienen un artículo sobre eso en el periódico. —Podía escuchar el coraje que su mamá luchaba por controlar. Él nunca la había escuchado maldecir… ni una sola vez, ni siquiera cuando había robado la tarjeta de crédito de su padre para volar de vuelta a Chicago todos esos años atrás—. Pensé que debería advertirte antes de que…

Escuchó el revoloteo venir del otro lado de la línea.

—Mamá, ¿estás bien?

—Voy para allá. Estaré en el Hilton… ¿aún estás en el Hilton?

—Sí, pero, mamá… —Edward escuchó el clic antes de que cortara la llamada.

Sus dedos se enterraron en el edredón de su cama mientras la irritación lo invadía. Todo estaba pasando muy rápido, saliéndose de control. Justo cuando pensaba que estaba sobre suelo firme, la tierra se movía, dejándolo completamente desbalanceado.


Alice entró a la habitación para encontrar a Bella concentrada en su teléfono. La mujer ni siquiera la miró, aunque no podía culparla. Aunque todavía tenía sospechas acerca del porqué Bella había aparecido de repente en sus vidas, el arrepentimiento apareció en la ecuación. Cuando entró en la habitación, pudo haber sido más amable. Por supuesto, después de hablar con Emmett cuando Edward salió molesto, podía entender un poco cómo había sido percibida, aunque no había sido su intención. Lo último que quería era que Bella creyera que era una horrible persona.

—Es Bella, ¿cierto?

Bella dejó de mirar su teléfono. No tenía ganas de enfrentarse de nuevo con esta mujer que lanzaba acusaciones sin entender las circunstancias. Confirmando sus palabras con un ligero asentamiento, su mirada volvió a la lista de restaurantes que estaba guardando en su teléfono.

—Esperaba que me dejaras disculparme. —Alice comenzó a hacerse a un lado para que Emmett pudiera entrar—. Emmett y yo estábamos hablando y sé que fui un poco brusca.

Al escuchar que Emmett había abogado por ella, Bella dejó su teléfono en la mesita de café, dándole a Emmett una mirada de aprecio. Incluso aunque Alice había sido grosera cuando entró a la habitación, Bella no tenía problemas viendo las complicaciones que ella había traído a sus vidas. Si alguien se apareciera en su puerta con noticias que alterarían su vida por completo, elle tendría graves problemas con esa persona, así que no era difícil ver por qué Alice había estado tan molesta.

—Nada de esto ha sido fácil para ninguno de nosotros. Desearía que las cosas hubieran sucedido de diferente manera, pero son lo que son. No puedo cambiar cómo se dio todo, pero puedo disculparme por mis propios errores.

—Sí, bueno, no debí haber entrado aquí gritando como loca. Sí, de acuerdo, estaba más preocupada acerca de cómo esto afectaría la carrera de Edward, demonios, incluso mi carrera. Así que, sin duda, estaba enfocada en lo equivocado. —Abriendo su bolso, Alice buscó entre sus cosas hasta que encontró su tarjeta de negocios con su información personal—. Si tú o Micah alguna vez necesitan algo, por favor siéntete libre de llamarme, y si está bien contigo, me gustaría llevarlos a los dos a cenar esta semana, para que podamos conocernos mejor.

—Me gustaría eso —confirmó Bella, sorprendida por la invitación—. Por ahora, estoy libre indefinidamente, pero estoy esperando encontrar un empleo tan pronto como sea posible.

La mirada de Alice se iluminó mientras miraba a Bella, sorprendida por su anuncio. Había esperado que esta mujer llegara aquí a vivir del éxito de Edward, pero escuchar que pretendía volver a trabajar hablaba muy bien de ella.

—Oh, ¿de verdad? ¿Qué clase de trabajo? Quizá pueda recomendarte por ahí…

—Aprecio la oferta, pero prefiero hacer esto por mi cuenta. —Bella había cuidado de ella toda su vida, además de esos momentos en los que tenía a Charlie como apoyo, y rara vez aceptaba la ayuda de su padre. Mientras que Edward lo atribuía a su orgullo, no podía estar más equivocado. Ella solo quería sentir que eran méritos propios.

—Eso es admirable, Bella, muy admirable. —Alice asintió ante esta inesperada adición a su familia. Viniendo de las calles de Chicago, Alice reconocía a una luchadora cuando veía a una, y Bella era una luchadora. Había una determinación en su mirada que no podía ser ignorada—. Sin embargo, me contactaré con la compañía de seguridad y tendrás tus propios guardias de seguridad para esta tarde.

Cuando la boca de Bella se abrió para negarse, Alice sacudió la cabeza.

»Esto no está abierto a discusión. A pesar de lo que pase entre tú y Edward, ahora tú estás en el ojo público, lo que significa que la prensa te seguirá como tu sombra. Créeme, estarás agradecida por la presencia de los guardias.

Bella tenía que admitir que enfrentar a la prensa sola no era atractivo. No le agradaba necesariamente la idea de alguien siguiéndola, tampoco, pero lo último era lo menos intimidante.

—Bueno, ah… um… gracias.

—No hay problema. —Alice sonrió, enfocándose en Micah—. Hola, hombrecito, ¿cómo estás? Eres Micah, ¿cierto?

Ahora que realmente miraba al niño, no podía negar que de verdad era el hijo de Edward. Una ola de arrepentimiento la invadió, las páginas del periódico que sostenía pesando en sus dedos. Sin embargo, mientras ella hablaba con él, él se puso de rodillas en el sofá, saltando mientras la miraba.

—Sí, soy Micah —dijo mientras ladeaba la cabeza—. ¿Eres mi tía?

—Lo soy —confirmó Alice, mirando a su nuevo sobrino. La vida era curiosa en ocasiones. Tenía una forma de patear a una persona justo en los dientes. Su ceja se arqueó mientras un brillo invadía sus ojos—. ¿Cuántos años tienes?

—Tengo siete, ¿tú cuántos tienes? —Trepando al respaldo del sofá, Micah se sentó en él, moviendo las piernas.

—Oh, eres divertido —contestó Alice antes de que Emmett hablara.

—Oye, amigo, a las mujeres no les gusta contestar ese tipo de preguntas, especialmente cuando se acercan a los grandes tres-cero.

—¿Qué son los grandes tres-cero? —Micah quiso saber mientras montaba a Alpha, sus brazos yendo alrededor del cuello del perro. En lugar de que el animal se molestara por su atención, simplemente le dio a Micah un baboso beso en la mejilla.

Alice golpeó a Emmett en el estómago, causando que él hiciera una mueca.

—Ni siquiera estoy cerca de los treinta, idiota. —Girándose para mirar a Micah, le habló—: No escuches a tu tío… él solo te meterá en problemas.

Antes de que Micah pudiera contestar, la puerta de Edward se abrió y entró a la sala.

—Bueno, mamá estará aquí en cualquier momento.

—Creo que esa es mi señal para irme —anunció Alice, mirando una vez más hacia Bella—. Recuerda, cena esta semana. Le llamaré a Edward para acordar una hora. También, Edward, llámame cuando tengas tiempo de reunirte con Sonya. Me gustaría estar ahí para poder grabar exactamente lo que se diga, para que nada sea malinterpretado, ¿entiendes?

—Síp. —Edward se movió con las manos enterradas en los bolsillos. Envidió a su hermana cuando ella se dio la vuelta y se fue. Aunque amaba profundamente a su madre, esta no era la forma en la que había imaginado pasar el resto de la noche. Había estado esperando por un pacífico descanso, pero no podría ser.

Tan pronto como Alice desapareció, Emmett se movió incómodo, mirando a Edward.

—Hombre, odio hacerlo, pero también debería irme. El entrenador está comenzando a llamar.

—¿Me dejarás lidiar con mamá solo? —Edward miró a Emmett. Podría usar un amortiguador.

—No te ofendas, pero tú causaste eso, hermano. —Incluso aunque las palabras de Emmett eran correctas, le lanzó a Edward una sonrisa burlona antes de recoger su mochila. Tomando su teléfono de su bolsillo, pidió un Uber—. Llámame más tarde y dime cómo salió todo.

Cuando su hermano mayor, prácticamente su mejor amigo, atravesó la puerta, Edward se quedó ahí con una sensación de pérdida. Lentamente, sus ojos pasaron por la habitación, posándose de nuevo en Micah y Bella, quien ya estaba concentrada nuevamente en su teléfono, lo que le daba curiosidad. ¿Qué estaba haciendo? ¿Estaba buscando un trabajo? ¿Estaba hablando con alguien? En lugar de dejar que esas preguntas lo invadieran, se enfocó en Micah.

—¿Listo para conocer a tu abuela?

Micah saltó de encima de Alpha mientras la emoción lo invadía.

—Oh, sí, y déjame decirte, ella te adorará. —Edward estaba feliz de ver la reacción de Micah ante tener a su mamá como parte de su vida. Aunque su mamá podía ser muy abrumadora, ella era una de las personas que más influencia ejercía sobre él. Apenas terminó de hablar cuando se escuchó un golpe en la puerta—. Y esa debe ser ella.

Después de lidiar con las inmediatas acusaciones de Alice, Bella no estaba emocionada por este encuentro, sus dedos apretándose alrededor de su teléfono. Estaba sorprendida de que el plástico no se quebrara en su agarre mientras sus nudillos se ponían blancos. Aunque su preocupación no tenía fundamentos. Tan pronto como Edward abrió la puerta, una mujer con la más grande sonrisa entró en la habitación.

Alpha saltó del sofá con un fuerte ladrido. Micah lo tomó del collar.

—Alpha, sentado. —De inmediato, el trasero del animal cayó al suelo, su cola moviéndose con fuerza.

—¿Dónde está? —Esme no desperdició tiempo mientras se ponía de pie frente al sofá en donde estaba Micah—. Oh, Dios, él luce justo como tú, Edward. ¿Cuál es su nombre? ¿Cuántos años dijiste que tenía? ¿Cuándo lo descubriste? ¿Cómo? Dios… sé que sueno como loca… guau. Eres tan lindo.

—¿Eres mi abuelita? —Micah le sonrió de vuelta a la mujer que intentaba pellizcar sus mejillas, evitando su agarre—. Eres bonita.

—Soy tu abuelita. Luces justo como tu papi. —Esme sonrió hacia su hijo—. Es encantador. ¿Cómo te llamas, cariño?

—Micah —contestó, señalando a su perro—. Este es mi perro, Alpha. ¿Te gustan los perros?

—Si te gusta este perro, entonces me gusta este perro —confirmó Esme, y solo para complacer a su nuevo nieto, puso su atención en Alpha—. Hola, Alpha. ¿Estás protegiendo a mi nieto?

Esme se sentó en el sofá junto a Micah.

—¿Puedo tener un abrazo?

No necesitó pedirlo dos veces. Micah se lanzó hacia ella, cayendo a la mitad de su pecho. De inmediato, sus brazos fueron alrededor del niño y lo abrazó con fuerza. Enfocándose en Edward, le dijo:

—Le envié a tu padre un mensaje. Aún estoy esperando que me responda, pero puedes apostar que pronto estará aquí.

Edward se sentó en el brazo del sofá, a centímetros de Bella. Sin importar cuánto intentaba ignorar su presencia, no podía. Ella estaba en todas partes. Su esencia viajaba hacia él, la dulce fragancia de su piel flotando hacia su nariz, confundiéndolo por completo. Él podría perderse en su aroma, se dio cuenta. Aunque centímetros los separaran, sentía su existencia en la parte más profunda de su alma, lo que era jodidamente extraño. Él no había sentido este impulso magnético por ninguna otra persona en años. Quitándose ese pensamiento de encima, se enfocó en su madre.

—Estoy seguro que sí.

Esme estaba acomodando a Micah en su regazo cuando se giró para mirar a Bella. Después de un momento de estudiar a la mujer junto a ella, habló.

—Te recuerdo. Solías venir a las cenas y salidas con Edward.

Con tan solo la idea de Esme recordándola, Bella luchó contra las lágrimas que nublaron sus ojos. La mujer ante ella era tan diferente de su madre, ella irradiaba calidez y amor, algo que su madre nunca hacía. Los pensamientos de Bella se fueron hacia la fiesta de cumpleaños que los Cullen le habían hecho en la preparatoria. No habían escatimado en nada; invitaron a sus amigos, le compraron un pastel de cumpleaños y cocinaron en el asador. Era la primera fiesta de cumpleaños, la única fiesta de cumpleaños que Bella hubiera tenido.

El recuerdo la invadió y las lágrimas amenazaron con caer. Rehusándose a llorar, ella solo asintió.

—Sí. Fuimos al zoológico Brookfield y al acuario Shedd.

—Siempre fuiste una chica tan dulce, uno de mis mayores arrepentimientos… la forma en la que tuvimos que irnos. Siempre me pregunté qué había pasado contigo —dijo Esme, mirando entre Bella y su hijo. En ese entonces, ella estaba segura de que estos dos chicos terminarían juntos, estables y con una familia. El desafortunado giro en los eventos había destruido esa teoría—. Lo siento, Bella. Debimos haberte buscado con más esmero.

En ese momento en particular, Edward estaba tan orgulloso de que esta mujer fuera su madre. Ella tenía tanta elegancia y dulzura como para llenar todo el maldito país. Tenía que admitirlo, había estado preocupado de cómo sus padres percibirían a Bella, pero viéndolo ahora, se dio cuenta de que sus miedos eran absurdos. Su barbilla cayó hacia su pecho con un asentimiento.

—Realmente lo debimos haber hecho.

—Sí, bueno, lo hecho hecho está —dijo Esme, apretando al niño en sus brazos—. Tenemos mucho que contarnos. Me encantaría que los llevaras a la casa, Edward. Además, creo que me gustaría recuperar el tiempo perdido. ¿Te molestaría que les ofreciéramos una fiesta de bienvenida, Bella?

¿Cómo Bella podría negarse a la dulzura de Esme? Incuso aunque no le emocionaba un espectáculo público, no se resistiría a que la abuela de Micah tuviera esta oportunidad con su nieto.

—Si es algo que quieres hacer, no tengo ningún problema.

—Maravilloso. Haré planes para el sábado.


¡Mil gracias por todos sus reviews!, gracias a:

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¡Me encantó ver nombres nuevos en los reviews! Gracias a esas chicas que se animaron a dejar uno por primera vez, ojalá pronto más chicas se animen a dejar uno ;)

¡Gracias a todas y nos leemos pronto!