DISCLAIMER: Nada de esto me pertenece. Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer y la historia a Jgaff. Yo solo me adjudico la traducción.

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Capítulo beteado por Yanina Barboza, beta de Élite Fanfiction (www facebook com/ groups/ elite .fanfiction)


Capítulo 18

Bella miró su imagen mientras pasaba los espejos decorando las paredes del restaurante. Era la imagen de la elegancia. No estaba segura de cómo lo había conseguido, pero en unas pocas horas, se había transformado de persona normal a un cisne, sin intención de bromear.

El cabello de Bella estaba recogido en un moño, los pasadores mantenían los mechones desacomodados en su lugar. Con la ayuda de unos cosméticos baratos, sus mejillas blancas estaban decoradas de un lindo tono, y el brillo labial que había comprado dejó un lindo y suave toque.

Cuando llegó a Del Posto, Irene, la nueva maître d´, la había recibido con una radiante sonrisa, tendiéndole un saco y una corbata para complementar su atuendo. Después de llenar el papeleo, le dieron un recorrido por las cocinas, refrigeradores y congeladores, además de una breve descripción de sus labores. Mañana y el resto de la semana, ella tendría que llegar alrededor de las dos para planchar manteles, acomodar las mesas, pulir la plata y cristales y, básicamente, limpiar el comedor.

Joe no había estado exagerando cuando dijo que la comida gourmet era muy diferente de un restaurante regular. Todo se esperaba que estuviera hecho a la perfección antes de que fuera servido a los comensales. Era parte de su trabajo ver los errores antes de que dejaran la cocina, lo que era un dilema considerando que no estaba familiarizada con su comida. Ahora, estaba llevando dos platos de tortellini e fagioli a una mesa de cuatro.

Dejando los platos ante los comensales, les dio la sonrisa más dulce que pudiera hacer.

—Por favor, disfruten su platillo y déjenme saber si puedo ofrecerles algo más.

Los comensales apenas la miraron antes de enterrar sus tenedores en la comida frente a ellos. Estaban comiéndose algo que era demasiado bonito como para comerlo. Las diferencias entre su vieja vida y los inicios de esta eran incomparables. Aparentemente, este tiempo era solo el tercero, había otros dos más. Imaginaba que pagarían por esta comida más de lo que pagaba de renta en Dakota del Sur.

Estaba a punto de ir por la insalata di lattughe e erbe di stagione, lo que sea que eso fuera. Para Bella solamente era una ensalada con hierbas y aderezos. Pero de acuerdo con Irene, era parte del Menú del Capitán, lo que costaba más de doscientos dólares por persona y considerando que eran seis de ellos… santa mierda. Apenas había tomado cuatro de los seis platos cuando Irene apareció junto a ella.

—Cuando termines de llevar ese plato, puedes tomar un descanso de media hora. Haré que George cubra tus mesas. —Irene tomó los otros dos platos y la siguió hacia el comedor—. Estás haciendo un excelente trabajo. Si sigues así, estoy segura de que Joe estará más que feliz de tenerte aquí.

—Gracias —contestó Bella, feliz por el halago. Dejando los platos frente a los comensales, se giró hacia la cocina. Demonios, en la cafetería de casa, era afortunada de lograr hacer más de veinte horas a la semana. Esto sin duda iba a ser un cambio. Tan pronto como su trasero tocó la silla en la sala de descanso, sacó su teléfono de su bolsillo.

Más temprano, Edward le había dejado un mensaje acerca de Micah yéndose con Esme. Apenas eran las diez, así que con suerte, Edward todavía seguiría despierto. Llevando el teléfono a su oreja, sonrió ampliamente cuando él contestó.

—Te dije que encontraría un trabajo.

—Sí, lo hiciste. Y más tarde tienes que contarme cómo lo conseguiste. Traté de mantener a Micah despierto por un rato. Supuse que llamarías, pero se quedó dormido.

—¿Puedes darle un beso por mí, por favor?

—Claro. ¿Sabes hasta qué hora trabajarás esta noche? Pude comunicarme con Sonya, y tenemos una reunión con ella a las diez de la mañana.

Bella iba a mencionar a la mujer de Goodwill pero lo reconsideró. Estaba de muy buen humor como para recordar eso en este momento.

—De acuerdo… supongo que estaré lista. Tengo que estar de regreso aquí a las dos de la tarde. ¿Cómo le fue a Micah con tu mamá?

—Oh, ella lo consintió demasiado. No te enojes cuando llegues aquí y encuentres toda la jodida juguetería que ella le compró. Yo no tuve nada que ver con eso.

—Bueno, supongo que los veré en la mañana, ¿de acuerdo? Oh, y ¿Edward?

—¿Sí?

—Gracias por todo. —Se dio cuenta de todo lo que él había hecho no solo por Micah, sino por ella también. Si no fuera por Edward, ella nunca hubiera conseguido esta fantástica oportunidad. Maldición, en casa, ella estuviera llevando a Micah a la cama pero pretendiendo no estarse muriendo de hambre. No, no había llegado a ese extremo, pero algunas veces había estado jodidamente cerca.

—No tienes que agradecer, Bella.

Desearía haberse hecho un sándwich. Frotando su estómago mientras rugía, navegó por Facebook, intentando despejar su mente de los increíbles aromas que salían de la cocina. Maldición… todo olía muy bien aquí.

—Oye, ¿no quieres comer algo? —La cabeza de Irene se asomó por la puerta—. Tienes un plato de cortesía en tu turno.

—¿Hablas en serio? Me muero por probar ese tortellini.

—¿Tortellini de queso con salsa de ajo o la salsa de tomate?

—Ugh, odio las decisiones difíciles. —Bella rio. Qué dilema… bueno o bueno… ¿cómo podría equivocarse?—. Sorpréndeme.

En el segundo en el que el tortellini tocó su lengua, Bella pensó que moriría. Santa mierda. Nunca había probado algo tan extraordinario en su vida. Si había una cosa que Bella apreciaba más que nada, era una excelente comida. Era fácil ver por qué Joe tenía todo el dinero que tenía.

—Guau… solo guau. Eso es lo mejor que he probado.

—Completamente de acuerdo —contestó Irene, partiendo un poco de queso mozzarella y dejándolo encima de la pasta—. Escucha, dado que estás a prueba, técnicamente te correspondería el diez por ciento de las propinas que George reciba esta noche. Sin embargo, estoy bastante impresionada, así que te llevarás el veinte por ciento de esas propinas. Quizá hable con Joe para ver qué tipo de arreglo permanente se puede hacer, después de este periodo de prueba.

—Sabes, justo ahora, quiero besarte. —Bella sonrió mientras consideraba el diez por ciento de las propinas. Los comensales estaban gastando cientos de dólares así que tendría una buena ganancia con el veinte por ciento. Quizá saldría de aquí con cientos de dólares en su bolsillo tan solo de una noche—. Eso es increíble.

Solo una mesera su trasero…

—Por favor no me beses… tengo una novia y un novio. Añadir más a la mezcla sería complicado. —Irene se rio.

Bella no pudo contener su risa.

—¿Cómo te las arreglas para manejar el drama? Debe haber drama, ¿cierto?

—Ocasionalmente, cuando se ponen celosos el uno del otro —Irene se encogió de hombros—, pero ambos son felices.

—Si tú lo dices.

Eran pasadas las dos de la mañana cuando Bella entró en la habitación del hotel. Una lámpara estaba encendida, iluminando la sala de estar, y no pudo evitar sonreír. Edward debió haberla dejado encendida para ella. Mirando hacia su puerta, se sorprendió de encontrar su luz encendida con la puerta abierta de par en par. Incluso aunque sus pies la estaban matando, fue de puntillas hacia allá y miró adentro.

Lo que encontró dejó un nudo en su garganta. Edward estaba acostado contra la cabecera y Micah estaba sobre su abdomen. Como si el hombre no fuera lo suficientemente sexy, tener a su hijo en su regazo era añadirle una especie de dulzura a la mezcla. Se quedó ahí por varios minutos, solo mirando la imagen que creaban. Si tuviera lápices, definitivamente dibujaría esta escena.

El cabello de Edward estaba revuelto como si hubiera estado pasando sus dedos por él durante toda la noche, o quizá se lo había estado arrancando después de tener que lidiar con un niño todo el día. De cualquier forma, era la cosa más sexy que ella hubiera visto. Incapaz de evitarlo, su mirada fue hacia su pecho descubierto, notando el vello en sus pectorales y desapareciendo por algún lado debajo de Micah. La vista era tan tentadora, Bella casi quería meterse ahí y acostarse junto a ellos. De algún modo, se las arregló para darse la vuelta.

Estaba a punto de irse a su habitación cuando la voz de Edward la detuvo.

—¿Qué tal tu noche?

De inmediato, su barbilla se alzó. Su voz mezclada con el sueño causó algo en su interior. Este hombre provocaba la más extraña sensación de anhelo dentro de ella. Encontrarse con su mirada somnolienta fue un error colosal. Había una invitación que se asomaba en la profundidad de su mirada. Tragando con fuerza, asintió.

—Estuvo bien. De hecho, no puedo esperar para volver mañana. Es increíble.

Edward notó la alegría en su mirada. Su entusiasmo era contagioso y sintió las comisuras de su boca alzarse mientras la estudiaba.

—¿Puedo preguntarte algo?

—Supongo. —Bella se encogió de hombros, intentando evitar mirar su pecho. Lamiéndose sus labios secos, en su lugar miró a Micah—. ¿Qué quieres saber?

—¿Cómo carajos te las arreglaste para conseguir un empleo en Del Posto? —Ahora, estaba completamente despierto, sonriendo hacia ella. La calidez se instaló en su pecho cuando una alegría pura entró en la mirada de Bella y entró más en su habitación.

Haciendo a un lado los pies de Edward, Bella se sentó a la orilla de su cama y se quitó los zapatos.

—Lo siento, me ladran los perros.

—¿Te ladran los perros? —Edward rio, arqueando una ceja.

—Sí, me están matando los pies —comenzó, su voz apagándose cuando las manos de Edward se alzaron, moviendo los dedos.

—Ven —insistió cuando ella solo se quedó mirándolo. Cuando dudó, él ajustó a Micah junto a él y palmeó su regazo—. Ponlos aquí, Bella.

Asombrada por su oferta, Bella se acomodó en su cama y puso sus pies en la dirección indicada. Sus ojos casi se fueron hacia atrás cuando sus dedos se enterraron en la planta de su pie. Mientras masajeaba el costado de uno, su cabeza cayó hacia sus hombros, apenas comprendiendo sus palabras mientras él hablaba.

—Cuéntame la historia, Bella. Estoy muy interesado en escuchar cómo conseguiste todo eso en un jodido día.

Recordando sus razones iniciales para entrar a su habitación, reprimió una sonrisa.

—Conocí a Joe Bastianich… ¿puedes imaginarlo? Yo conociendo a Joe Bastianich. Uno de los mejores momentos de mi vida.

La emoción en su voz tironeó algo en su interior mientras escuchaba los eventos de cómo conoció a tan aclamado chef. Había algo en la forma en la que su rostro pareció llenarse de vida que lo emocionaba sobremanera. Con satisfacción, se recargó contra la cabecera mientras masajeaba sus pies. Podía acostumbrarse a esto, espera, ¿qué? ¿Acostumbrarse a qué? ¿Acostumbrarse a Bella sentándose en el borde de su cama, contándole de su día? ¿Acostumbrarse a esa sonrisa mientras hablaba?

Ese no era el único placer que él estaba experimentando de momento. Edward no pudo evitar notar lo suaves y humectados que sus pies parecían estar. Él no era un hombre de fetiches extraños, pero de repente se encontró excitado solamente por masajear sus malditos pies. O quizá era esta felicidad que irradiaba de ella. Lo que fuera, Edward luchó contra la excitación que lo endureció, apenas arreglándoselas para evitar embestir contra su jodida pierna.

Sus dedos se convirtieron en una suave caricia y un escalofrío recorrió su pierna. Somnolienta, Bella miró sus dedos pasar por su tobillo y dejó salir un suspiro. Cuando sus dedos comenzaron a subir por sus pantorrillas, Bella tragó antes de alejar su pierna y lentamente ponerse de pie. Señalando hacia Micah, preguntó suavemente:

—¿Quieres que me lo lleve y apague la luz?

—Nah, está bien —murmuró Edward, sus ojos nunca dejándola mientras se inclinaba para recoger sus zapatos.

Cuando sus largos dedos pasaron por la espalda de su hijo, su mirada siguió la caricia, de repente envidiando a Micah. Hombre, había pasado demasiado tiempo…

Edward de inmediato notó la duda de Bella, sus pestañas cayendo mientras la miraba. Si pensara por un segundo, que ella aceptaría, le preguntaría si quería unirse a ellos. Pero rápidamente se dio cuenta de que era demasiado pronto para eso. ¿Era algo que él quería? ¿Quería que Bella se le uniera? Demonios, ¡sí! Felizmente llevaría a Micah a su habitación si ella le diera la más mínima señal.

—Apagaré tu luz, entonces. Buenas noches, Edward. —Tomó todo dentro de ella girarse. Sus piernas se sentían pesadas mientras iba a su habitación y abría las llaves de la ducha. Observando el vapor del agua, miró hacia la puerta del baño.

Dios, él era tan jodidamente tentador.

Su cuerpo estaba en llamas, cada terminación nerviosa viva y en alerta. Cuando descansó bajo el agua caliente, no pudo evitar imaginarse el tener a Edward bajo el agua. En el segundo en el que presionó la esponja en su piel con la intención de lavarse, su espalda se arqueó. Mierda, estaba hambrienta, y no tenía hambre de comida.

¿Qué diría él si ella entrara ahí y se lo pidiera? ¿Podrían tener sexo como amigos sin complicar más las cosas entre ellos? Honestamente, no podía responder, y por esa razón, se quedó sola bajo la ducha. Pero mierda, era demasiado tentador.

¿Y si decía que sí? Solo el pensamiento hizo que su interior temblara. Desesperada, intentó ignorar el deseo en su abdomen. Era esa jodida mirada que le había lanzado hacía unos momentos. Deslumbrada y llena de deseo. Sus dedos eran todo lo que ella necesitaba, de verdad, ¿él haría eso por ella? Ugh…

—Maldición.

Terminando su ducha, se secó y envolvió su cabello en una toalla. De repente, deseó que hubiera tomado un par de pijamas de la tienda ese día. Envolviéndose en una toalla, fue hacia su habitación antes de que pudiera desviarse y dirigirse a la de Edward. Él no podría resistirse a ella si dejara caer su toalla frente a su puerta, ¿o sí?

No, Bella, ve a la jodida cama.

Completamente contra su voluntad, en silencio cerró la puerta y se puso la ropa interior. Pasando su vieja playera por encima de su cabeza y forzándose a recostarse en su cama. Afortunadamente, estaba lo suficientemente cansada como para dejar de pensar en el apuesto hombre a unos pasos de distancia y quedarse profundamente dormida.

Edward acomodó a Micah junto a él en la cama. Sin moverse, miró hacia la puerta oscura mientras escuchaba los movimientos de Bella. Había algo tan atractivo acerca de una mujer tan terca e independiente. Intrigado, escuchó con atención el sonido de la ducha iniciando y se imaginó deslizándose en ese baño para unirse a Bella.

¿Qué haría ella? ¿Lo recibiría o le patearía el trasero? El mero pensamiento de ella aceptándolo causó que una ola de lujuria atravesara su interior. Amaba a una mujer con un poco de coraje, y había que aceptarlo, Bella tenía demasiado valor.

No era como la chica que había conocido en la preparatoria. Esta mujer sabía lo que quería y salía y hacía que la mierda sucediera. Obstinada, determinada y jodidamente explosiva no eran cualidades típicas que él buscaba en una mujer. Bella tenía todas esas características y algo más. Jodidamente sexy… ya no era la chica reprimida que se asustaba con su propia sombra, era un enigma por completo.

Edward pasó su mano por su cabello mientras su pulso se incrementaba con pensamientos de Bella en su mente. Si no estaba equivocado, definitivamente había habido una chispa entre ellos, quizá no una chispa, pero algo estaba ahí bajo la superficie. Su cuerpo se endureció en respuesta al calor que Edward vio en su mirada antes de que ella se girara. Gimiendo con la lujuria que crecía en su abdomen, se giró y enterró su rostro en las almohadas.

Estaba a segundos se entrar al baño y quitarse el pantalón de la pijama. ¿Cómo luciría Bella ahora? Ella dijo que había estado soltera desde el nacimiento de Micah. ¿Cómo era eso posible? ¿Significaba eso que no había estado con ningún hombre desde entonces? Mientras más lo pensaba, su cuerpo se endurecía más hasta que básicamente estaba jadeando con necesidad.

Su cálido cuerpo, sus uñas enterrándose en los músculos de su espalda, sus gemidos de placer… maldición, cállate, Edward. Lo último que necesitaba era imaginarse a la madre de su hijo gimiendo de placer debajo de él, encima de él, de rodillas...

—Mierda.

Si Micah no estuviera durmiendo junto a él, se encargaría de este loco deseo que lo invadía. Sus dedos se apretaron en las sábanas mientras obligaba a su cuerpo a calmarse. Podía ir al baño y arreglarlo todo, pero había algo demasiado poco satisfactorio acerca de esa idea, así que forzó a sus pensamientos a ir en otra dirección para aliviar el anhelo.

Alice estaba investigando acerca de quién estaba esparciendo los rumores por los tabloides. Eso pareció funcionar, algo de la tensión se fue, y dejó de apretar los puños. De acuerdo a ella, la lista era corta y dado que no tenían muchos detalles de la situación, tenía que ser alguien externo. Todo lo que los tabloides sabían eran un par de hechos.

Esos hechos incluían que Bella había estado embarazada en la preparatoria y se había ido a vivir a Dakota del Sur. Había mantenido en secreto el nacimiento de Micah y su padre, Charlie, había orquestado un falso secuestro para obtener la atención de Edward. No sabían nada además de esos detalles, lo que significaba que la persona esparciendo estos rumores tenía que ser un miembro de su equipo de seguridad. Demonios, ellos eran los únicos que sabían qué sucedía antes de volver a Nueva York.

¿O podría ser alguien de Dakota del Sur? ¿Sería posible que Charlie estuviera vendiéndole información a los medios? ¿Era uno de sus amigos que conocía los detalles más básicos de la vida de Bella? ¿O de verdad era su equipo de seguridad? Paul, Jake, Sam, Dios, esperaba que no fuera Sam. Sam era su mano derecha.

Finalmente, el agua dejó de correr y Edward se acostó en su espalda. A lo lejos, podía escuchar los movimientos que venían del baño, lo que solo trajo de vuelta las imágenes de una Bella desnuda, oh no, no iría ahí de nuevo.

Edward, piensa en las cosas importantes. Piensa en quién está jugando con sus conexiones y deshazte de ese bastardo. Eso era una prioridad en este momento. No imágenes de su ex desnuda a unas habitaciones a distancia, determinó, mirando hacia el techo.


Estos dos están en problemas, jajaja.

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