DISCLAIMER: Nada de esto me pertenece. Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer y la historia a Jgaff. Yo solo me adjudico la traducción.
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Capítulo beteado por Yanina Barboza, beta de Élite Fanfiction (www facebook com/ groups/ elite .fanfiction)
Capítulo 19
—Mamá. Mamá —llamó Micah, sacudiendo el brazo de Bella—. Mamá, ¿me ayudas a elegir mi ropa? La abuela vendrá para llevarme a conocer al abuelo hoy. Mamá… mamá.
Bella gimió mientras abría los ojos con pesadez para ver a Micah junto a su cama. Lanzando una mirada hacia el reloj del buró, frotó sus ojos para alejar el sueño.
—Micah, ¿qué pasa, cariño? Son las seis de la mañana. Deberías estar en la cama.
—Pero la abuela vendrá y necesito bañarme —se quejó Micah, tirando del brazo de Bella—. La abuela me compró ropa anoche. Dijo que me vería lindo de color caqui y con mocasines. Mamá, ¿qué son mocasines?
—Micah, tú no tienes mocasines —explicó Bella, sus pestañas moviéndose mientras intentaba mantenerse despierta—. ¿Sabes, pequeño?, trabajé hasta tarde anoche. Deberías levantar a tu papá y hacer que te ayude.
—También yo. —Micah hizo un puchero, jalando impaciente el brazo de Bella—. Me compró unos anoche. ¿Crees que papá me ayude a peinarme?
—Mm-hmm —gimió Bella, girando hacia el centro de la cama—. ¿Por qué no te acuestas y duermes otro poco? Estoy segura de que tu abuela no vendrá hasta dentro de un rato.
—Porque tengo que ir a conocer a mi abuelo. —En un arrebato de enojo, Micah se giró y salió pisoteando de la habitación—. Si mamá no me ayudará, ¡entonces iré por mi papá!
Mientras el pensamiento entraba en su joven mente, su paso se aceleró con emoción, y se apresuró hacia la habitación de su papá. Saltando en la cama con Alpha detrás de él, sacudió el brazo de Edward.
—Papá… papá, necesito bañarme; la abuela vendrá.
No estando acostumbrado a ser despertado tan de madrugada, los ojos de Edward se entrecerraron para ver el rostro de Micah a tan solo centímetros de distancia.
—Micah, dijo que estaría aquí alrededor de las ocho. Aún tienes tiempo.
—Sí, pero tengo que bañarme y mamá dijo que tú me ayudarías a peinarme. —Micah no estaba seguro de por qué todos estaban tan cansados. ¿No sabían qué día era? Iba a conocer a su abuelo por primera vez—. La abuela dijo que el abuelo es un doctor. ¿Qué hace? ¿Ve sangre y tripas?
—No estoy… —comenzó Edward y dejó de hablar cuando una mirada decepcionada se instaló en el rostro de Micah—. Estoy seguro de que en algunos momentos ve sangre y tripas. Hace cirugías.
—¿Qué es cirugía? —Micah quiso saber. La palabra sonaba muy complicada y su frente se arrugó mientras analizaba la palabra—. ¿Me hará una cirugía?
Mientras Micah hablaba, Edward se dio cuenta de que su descanso había terminado y se movió para sentarse.
—Arregla lo que está roto en las personas. Tú no tienes nada roto, ¿o sí?
—No creo —murmuró Micah, mirando hacia su pecho en confusión—. ¿Crees que él me dejará ver?
Edward se rio ante el pensamiento.
—No es el tipo de profesión que puedas mirar, Micah. El abuelo sería demandado.
—¿Qué es demandado? —Micah se sentó y dobló las piernas debajo de él. Acariciando la cabeza de Alpha, vio como los ojos de su papá se ensanchaban.
—Bueno, es cuando alguien se enoja lo suficiente como para tomar tu dinero —explicó Edward, quitándose las cobijas—. ¿No dijiste que querías bañarte?
—Síp —gritó Micah, saltando de la cama—. ¿Papá?
—¿Huh? —preguntó Edward, yendo hacia el baño. Tomando una toalla limpia del gabinete, abrió las llaves del agua para Micah—. Tendrás que sentirla y ver si está demasiado caliente.
—¿Papá? —preguntó Micah de nuevo, siguiendo de cerca a Edward—. ¿La gente puede enojarse contigo y tomar tu dinero?
—Supongo. —Edward miró con atención mientras Micah probaba la temperatura. Cuando su hijo dejó salir un siseo de sorpresa, abrió la llave del agua fría—. ¿Así está mejor?
—U-huh. —Micah asintió, pasando su playera por encima de su cabeza—. ¿Puedes sentarte y hablar conmigo? Mamá tiene mucho sueño ahora.
Edward bostezó mientras se sentaba en el escusado.
—Claro… ¿de qué quieres hablar?
Durante los siguientes veinte minutos, Edward se sentó en el baño, conversando con su hijo mientras se bañaba. Una vez que Micah determinó que olía lo suficientemente bien para conocer a su abuelo, el chillido de las llaves llenó el baño mientras las cerraba. La cabeza empapada de Micah se asomó por la puerta de la ducha.
—Papá, ¿me pasas mi toalla?
Dándole a Micah la toalla, Edward se giró hacia la puerta.
—Tengo que ir por tu ropa. Ya vuelvo.
—La abuela dijo que algo de color caqui y mocasines —gritó Micah mientras su papá desaparecía. Envolviendo la toalla alrededor de su cintura, comenzó a acomodar su cabello de diferentes formas—. ¿Papá? ¿Cómo crees que deba peinarme?
Completamente vestido y después de intentar tres peinados, Micah finalmente asintió hacia su reflejo.
—¿Me veo lindo, papá?
—Muy apuesto, Micah —halagó Edward con una sonrisa. Su hijo tenía un peinado despeinado, un suéter de botones y sus pantalones color caqui. Se rio mientras Micah se ponía de puntillas mientras estudiaba los mocasines en sus pies—. ¿No te gustan?
—No, están geniales, nunca había tenido unos —murmuró Micah. Le lanzó una mirada preocupada a su papá mientras hablaba—. ¿Crees que le agrade a mi abuelo? A mi otro abuelo le caigo muy bien.
—Micah, tu abuelo de adorará. —Edward estaba un poco decepcionado de que no estaría ahí para Micah en el momento de conocer a su papá. Cuando se imaginó tener un hijo, se imaginó estando presente en todos esos momentos importantes. Desafortunadamente, él y Bella tenían una cita con la periodista más tarde, y este era un encuentro que tendría que perderse—. Tu abuelo es bastante genial. Le cae bien todo el mundo.
—Sí, pero espero que yo le caiga mejor —admitió Micah siguiendo a Edward hacia la sala—. Porque soy su nieto. ¿Verdad?
—Claro. —Edward encontró su teléfono en la mesita del centro y lo desbloqueó—. ¿Por qué no le llamas a tu abuela y le dices que venga por ti?
Las lágrimas llegaron a los ojos de Carlisle mientras Esme llevaba a Micah a su estudio. Era como mirar al pasado y encontrarse con su hijo de siete años de nuevo. Esme siempre había estado emocionada ante la posibilidad de tener nietos, pero hasta este preciso momento, él no había entendido el anhelo, bueno, no de la misma forma que Esme. Las mujeres siempre eran propensas a tener esos sentimientos más que los hombres. Justo ahora, mientras Micah se acercaba, un nudo se instalaba en su estómago y su corazón se apretaba ligeramente en respuesta a ese rostro en forma de corazón.
—Micah —murmuró Carlisle, su cabeza cayendo en saludo—. ¿Cómo estás?
—Estoy bien —dijo Micah, inseguro de este sentimiento extraño que lo invadía. De repente, se sentía muy, muy nervioso—. ¿Eres mi abuelo?
Micah no estaba precisamente seguro de lo que poderoso significaba, pero estaba bastante seguro de que su abuelo lucía poderoso. La barbilla de Micah se alzó mientras estudiaba a Carlisle.
—¿Por qué estás llorando? ¿No te agrado?
Carlisle estaba lleno de una inesperada emoción, apenas podía hablar, así que asintió, tragando el nudo que sentía en la garganta.
—Mm-hmm. ¿Puedo-puedo tener un abrazo?
Micah se puso frente a Carlisle, la duda aparente en sus pasos.
—Mi otro abuelo no llora cuando me ve.
—Estoy-estoy seguro… —comenzó Carlisle, limpiando las lágrimas que estaban en sus ojos antes de continuar—. Estoy seguro de que probablemente lo hizo, Micah. Solo no lo recuerdas.
Los brazos de su abuelo se envolvieron a su alrededor y lo apretaron contra su pecho. No estaba seguro del porqué, pero sintió que él también debería llorar un poco. Sintiendo las lágrimas en sus ojos, colapsó en el abrazo de Carlisle, gustándole el aroma que emanaba de él.
—¿Abuelo?
—Micah —murmuró Carlisle, cerrando los ojos brevemente; enterró la nariz contra la cabeza de Micah. Cuando algunos de los mechones llenos de gel lo picaron en la mejilla, sonrió ligeramente.
—Abuelo, ¿puedo tener un poco de tu perfume?
Carlisle sintió una risa retumbar en su pecho.
—Estoy seguro de que podemos ponerte un poco.
—Genial —susurró Micah, frotando sus ojos húmedos en el hombro de su abuelo.
Esme tuvo que reprimir las emociones que amenazaban con invadirla; de otra forma, los tres estarían llorando como bebés, y realmente no quería asustar a Micah. Sonriendo mientras veía el encuentro entre abuelo y nieto, habló:
—Edward dijo que se despertó temprano para arreglarse.
Carlisle cargó a Micah y lo sentó en su rodilla.
—¿Estabas emocionado por conocerme o qué?
—Bueno, sí, eres mi abuelo. —La forma en la que habló sugirió que no entendía por qué esto era tan sorprendente. Entrelazando sus dedos hasta que estuvieron todos unidos, dijo—: Yo y mi otro abuelo somos así. Me compró a Alpha. ¿Te gustan los perros?
Carlisle imitó el gesto y le mostró sus dedos a Micah.
—¿Crees que nosotros podamos ser así también?
—Quizá. ¿Ves sangre y tripas?
El ceño de Carlisle se frunció mientras consideraba la pregunta.
—Algunas veces. ¿Por qué?
—Eso es increíble. ¿Es como una película de terror? Mamá no me deja ver películas de terror por la sangre y las tripas. —Los brazos de Micah se movieron mientras explicaba—. Quiero ir a ver tu trabajo… me gustan la sangre y las tripas.
Carlisle se rio en respuesta.
—Estoy seguro que por momentos es como una película de terror. Desafortunadamente, mis pacientes no apreciarían mucho tener un espectador.
—¿Qué es un esp-esp-espectador?
Carlisle se quedó en silencio mientras pensaba en cómo explicarlo.
—Es alguien que mira a alguien más hacer algo.
—Oh, así que no puedo mirar. Eso apesta —le dijo Micah con obvia decepción—. ¿Abuelo?
—¿Huh? —Enderezándose en su silla, miró a Esme con una sonrisa llena de alegría—. Es maravilloso…
—¿Quién es maravilloso? —Micah no estaba seguro de por qué su abuelo miraba a su abuela así, pero se sentía feliz.
—Tú eres maravilloso. —Carlisle rio. Su nieto estaba lleno de vida y curiosidad. Cuando Esme dijo que traería al hijo de Edward, él se había sentido más que aprensivo al respecto. Había estado seguro de que alguien le estaba jugando una elaborada broma a su familia y la idea no le había agradado del todo. Pero cargando a Micah en su rodilla, no había cómo poner en duda esos ojos cafés y cabello cobrizo—. Tienes tantas preguntas.
—Mamá dice que te vuelves listo al hacer preguntas.
—Tiene razón en eso. —Carlisle palmeó la espalda de Micah—. ¿Listo para algo de desayunar? Muero de hambre.
—¿Puedo tener pancakes con chispas de chocolate y crema batida?
—Eso suena a mucha azúcar. —Carlisle rio con las cejas alzadas—. ¿Qué te parecen pancakes con algo de tocino?
—Me gusta el azúcar —admitió Micah con el ceño fruncido—. Mamá dice que te pudre los dientes. ¿Puedo tener huevos también?
—Claro. —Carlisle asintió mientras Micah saltaba de su regazo. Cuando él quiso salir corriendo del estudio, Carlisle lo detuvo—. ¿Aún quieres ese perfume?
—Bueno, sí. —Micah tenía una mirada de incredulidad como si fuera la pregunta más ridícula que hubiera escuchado—. Tengo que oler como mi abuelo.
Otra ola de emociones recorrió a Carlisle cuando Micah de inmediato le ofreció su mano. Tan pronto como esos dedos se envolvieron alrededor de los suyos, reprimió las ganas de llorar.
—Tus deseos son órdenes.
Carlisle rara vez se tomaba el día libre, pero en estas circunstancias no había mejor manera de pasar el día que con su nieto. Nunca se imaginó formar una conexión tan rápido con otra persona. Micah no era como nadie que hubiera conocido, y su curiosidad no tenía límites. En estos momentos lo estaban llevando alrededor del zoológico de Central Park, con Micah guiándolo.
—Quiero ver los leones —dijo Micah, corriendo en la dirección de la sección africana—. Ooh, ¿tienen tigres?
—Los tienen, pero creo que están en otra parte del zoológico. —Carlisle miró alrededor por una señalización de dónde estaban los tigres. No la encontró, pero encontró un puesto de botanas en la esquina—. ¿Qué te parecen unas palomitas?
—¿Puedo tener también un raspado? —Micah quiso saber, corriendo hacia el puesto.
Carlisle estaba seguro de que no sería capaz de negarle algo a Micah, especialmente cuando llevó esos ojos hacia él.
—Absolutamente, pero no te llenes mucho de chatarra. Tenemos que ir a almorzar después.
Carlisle, Esme y Micah caminaron por las secciones del zoológico comiendo palomitas en silencio. Se detuvieron ante una exhibición llena de simios japoneses. Los ojos de los animales se ensancharon mientras los miraban y balbuceaban incoherencias hacia ellos. Cuando Micah llevó una palomita a su boca, los pequeños dedos del simio se estiraron en un símbolo de "dame".
Micah miró a su abuela y tironeó de su manga, susurrando.
—¿Abuela?
—Micah —llamó a su nieto con una sonrisa.
—¿Puedo darle una palomita?
Esme miró alrededor para asegurarse de que estuvieran solos antes de asentir hacia Micah.
—Claro, hazlo rápido para no meternos en problemas.
Con el permiso, Micah tomó un par de palomitas y se las lanzó al simio. Gimió en decepción cuando la comida no llegó a la jaula, cayendo en el césped a varios centímetros de distancia.
—Oh, soy muy pequeño para alcanzar. No puedo esperar para ser mayor.
—Ven aquí, enano —dijo Carlisle, atrayéndolo a su lado. Sin mucho esfuerzo, alzó a Micah en brazos y se puso de pie frente a los simios—. Listo, ahora ve si puedes hacerlo.
La alegría pura se instaló en el rostro de Micah cuando tomó otro puñado de palomitas y se estiró. Esta vez varios granos cayeron en la jaula, y miraron mientras el animal se dejaba caer de la rama en la que estaba descansando. Con una precisión que asustaría a la mayoría de las personas, el animal revisó entre las hojas, buscando su comida. Encontrándola bajo una hoja, la alzó y olisqueó. Como si fuera lo más precioso de todo el mundo, tomó un pequeño mordisco. Feliz con la primera prueba de la sal y la mantequilla, se la metió a la boca y masticó con emoción.
Los ojos del simio nunca dejaron a Micah mientras se estiraba por otra palomita. Mientras Micah dejaba otra en la jaula, Esme sacó su teléfono de su bolsa y abrió la cámara. Sin que al abuelo o el nieto se dieran cuenta, tomó varias fotografías de los dos y cuando se giraron para mirarla, ella dijo:
—Junten sus cabezas y digan "whisky".
Capítulo cortito, pero lindo :)
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