DISCLAIMER: Nada de esto me pertenece. Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer y la historia a Jgaff. Yo solo me adjudico la traducción.
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Capítulo beteado por Yanina Barboza, beta de Élite Fanfiction (www facebook com/ groups/ elite .fanfiction)
Capítulo 22
Bella vio muy poco a Edward durante la siguiente semana. En el día, Edward estaba ocupado con sesiones de fotos y, para cuando finalmente llegaba a casa, Bella estaba en Del Posto hasta altas horas de la madrugada. Esme había cumplido su palabra, ayudando a Bella a inscribir a Micah en la escuela e incluso cuidándolo hasta que Edward llegaba a casa.
Ahora, Bella estaba en el asiento trasero del auto a las dos de la mañana, saliendo de la ciudad hacia la mansión de los Cullen. Durante estos viajes de ida y vuelta a casa, tenía más tiempo para pensar en todo lo que había pasado durante los últimos días. Edward se iría mañana y estaría de gira por solo Dios sabía cuánto tiempo. Bueno, por los siguientes seis meses, por lo menos, confirmó, sacando las fechas de la gira en su teléfono.
Después de su pelea unas cuantas noches atrás, no habían hablado en realidad, con excepción de un asentimiento cuando se cruzaban. Bella usualmente llamaba en sus descansos para hablar con Micah, pero además de eso, nada había pasado entre ellos. Honestamente, casi extrañaba sus pequeñas interacciones, incluso si fueran una serie de desacuerdos. Antes de su discusión y su exagerada reacción al enterarse de su próxima gira, habían formado una especie de rutina.
Bueno, no podía decir en realidad que era una rutina, especialmente cuando fue tan corta. Dos jodidos días enteros, dos días había durado. Sea como sea, Bella se encontró deseando esos minutos cuando se sentaba al borde de su cama, contándole su noche mientras él masajeaba el dolor en sus pies. Suspirando, recargó la frente contra el frío vidrio del auto mientras pasaba por las calles de Nueva York.
Por el lado bueno, tenía un excelente trabajo que solo parecía ponerse mejor cada noche. Tenía una buena cantidad de dinero ahorrada, y lo mejor era que no tenía que depender de alguien más por el dinero. Solo el hecho de que había sido capaz de lograr esto por su cuenta mejoraba su ánimo. Micah ahora estaba disfrutando los beneficios de tener un hogar seguro, abuelos que lo adoraban y un padre famoso.
Bella estaba medio dormida para cuando el auto llegó a la mansión y, después de abrir la puerta, caminó por los silenciosos pasillos. Subiendo las escaleras, abrió la puerta de la habitación de Micah, encontrándolo en el centro de su cama doble. Demonios, incluso este colchón era un cambio del que él solía tener en Dakota del Sur, pensó. Yendo hacia su hijo dormido, alejó el cabello de su frente y dejó un beso ahí antes de retroceder y encontrar la segunda habitación principal localizada al final del pasillo.
Por supuesto, la habitación que Edward había escogido para él estaba cerrada; sin luz por debajo de la puerta. La decepción ralentizó sus pasos mientras pasaba por su habitación, dudando brevemente mientras luchaba con el deseo de solo… solo entrar ahí y decirle que ella había sido una idiota. Después de todo lo que él había hecho por Micah… y por ella… era lo mínimo que se merecía. Si él no tuviera que levantarse al amanecer para irse a lo desconocido, ella se tragaría el orgullo y lo despertaría. En su lugar, Bella caminó por el pasillo.
Con cuidado, cerró la puerta detrás de ella y se quitó la liga del cabello, arrojándola hacia el buró mientras se sentaba al borde del colchón y, cansada, miraba a la pared frente a ella. Algunas veces, algunas veces, ella solo se sentía jodidamente sola, y cansada… tan cansada.
Bella se acostó en el colchón, feliz de solo descansar por unos minutos antes de cambiarse de ropa. Esme se había encargado de decorar y amueblar su habitación, y el edredón más cómodo que se hubiera hecho adornaba su cama. Sentía como si estuviera flotando en una nube mientras descansaba contra las almohadas. Encendiendo la televisión, cambió varios canales antes de detenerse en un programa que no le importaba ni una mierda, sus ojos casi rodando al interior de su cabeza.
Sin embargo, estaba agradecida por el sonido que llenaba el espacio en silencio. Con el ruido de la televisión, no se sentía tan sola; un sentimiento de satisfacción comenzó a aliviar la tensión en sus músculos. Sus pestañas comenzaban a descansar contra su mejilla cuando un ligero golpe hizo eco en la habitación. De inmediato, sus ojos se abrieron y miró hacia la puerta.
¿Había sido su imaginación? ¿Alguien estaba tocando su puerta? Esperó, con la cabeza ladeada, y luego el sonido se escuchó de nuevo, acompañado de un suave:
—¿Bella?
Ante el sonido de la gruesa voz de Edward viniendo del otro lado del sólido roble, su corazón casi se detuvo en su pecho. Su pulso resonaba en sus oídos, y su piel se tensó. Una sensación comenzó en su estómago, poniendo en alerta todo su cuerpo.
—Adelante.
Mientras la puerta se abría, el ritmo de los latidos de Bella se aceleró, y podía escuchar cómo la sangre corría por sus venas. Cuando él se asomó alrededor de la pesada madera y su mirada somnolienta se encontró con la suya, el aire se congeló en sus pulmones. El tono rasposo de su voz la invadió y esta jodida necesidad pareció consumirla.
—¿Te molesta si entro un rato?
—No —murmuró Bella mientras él entraba en la habitación y cerraba la puerta detrás de él. El clic del seguro poniéndose causó que su corazón saltara con anticipación. La sensación recorrió su piel, haciendo que su lengua se sintiera pesada y sus palabras inaudibles.
Había una intensidad en la forma en la que Edward la miró mientras caminaba hacia su cama, su cadera deslizándose en el sofá.
—Quería hablar contigo por unos minutos… no quiero irme con esta tensión entre nosotros.
Bella tragó mientras su cadera descansaba junto a su pie, y este extraordinario impulso de rozar su trasero la llenó. Se las arregló para alejar ese deseo, eligiendo enfocarse en su objetivo por esta visita en particular. Notando la diferencia en el tono de su propia voz, habló.
—De hecho, iba a ir a tu habitación y disculparme por el otro día. Tu luz estaba apagada y no quería perturbar tu descanso. Tienes un par de meses muy caóticos por venir.
Edward dio un ligero asentimiento.
—Algunas veces es lo mejor de la tierra… y otras veces…
—¿Otras veces, qué? —Bella quiso saber, de repente intrigada por saber cuáles serían sus siguientes palabras.
Edward se encogió de hombros, alejándose en el colchón; tomó el pie de Bella y lo colocó en su regazo. Como si fuera lo más natural del mundo, su espalda descansó en el dosel mientras suavemente masajeaba su talón.
—Algunas veces es la mejor sensación del mundo, pero otras veces, es largo y de alguna forma insatisfactoria. Nunca pensé que me cansaría de que la gente gritara mi nombre, pero luego, no puedo ir a ver una película o solo salir una noche antes de que se convierta en un espectáculo de reporteros y fans. No me malentiendas… los fans son los que me hicieron quien soy, pero…
La cabeza de Bella cayó sobra las almohadas mientras los dedos de Edward pasaban por el arco de su pie.
—¿Pero?
—Solo soy una imagen; su conexión conmigo no es real… —Edward sacudió la cabeza mientras pensaba en su fama. Parecía que hacía días, estaba tocando en un bar del centro, y el siguiente, viajaba por todo el mundo.
—Bueno, su conexión contigo es real para ellos —murmuró Bella, mirando sus dedos. Escalofríos recorrían sus piernas, causando un anhelo en su interior—. Tienes un don, y estás cumpliendo tu deber al compartirlo con el mundo.
—Sí, supongo —asintió, mordiéndose el labio—. ¿Qué tal Del Posto? ¿Conseguiste una posición permanente?
Bella estaba a punto de pedirle a Edward que siguiera subiendo por su pierna. Las palabras estaban ahí, justo en la punta de su lengua, causando que su apéndice se curvara en resistencia.
—Ah… um… Joe llegó en la noche, y sí, me dará la posición de Irene en el restaurante. He estado mirando a algunos de los chefs y pensé que quizá quiera intentarlo.
—¿Cocinar? —Masajeando su tobillo, él notó un ligero temblor en su pierna, y su ceja se arqueó en respuesta. Él también sentía como su cuerpo comenzaba a responder, y reajustó su pie para evitar presionar su longitud contra los dedos en su mano. ¿Qué demonios estaba mal con él? Nunca antes había sentido nada con los pies, pero justo ahora… mierda… o podía ser el temblor que sentía recorrer la pierna de Bella.
Ella de verdad estaba tratando de prestar atención a lo que él decía, pero en este preciso momento, todo en lo que podía enfocarse era en la deliciosa corriente que recorría su pierna.
—Um… umm… ¿eh?
Mientras los dedos de Edward creaban un camino hacia sus pantorrillas y masajeaba el músculo, su conciencia acerca de la respuesta a sus acciones lo estaba afectando en formas que no se hubiera podido imaginar. Saber que ella también estaba afectada por su toque después de tantos años envió una ola de emoción por su pecho, directo hacia su interior. El fuego construyéndose en su abdomen solo viajó a todo su ser, y su mirada se enfocó en la suya. Siempre atento, repitió la pregunta.
—¿Quieres intentar cocinar?
Bella no podría comprender lo que él decía ni siquiera si alguien tatuara las palabras en su cerebro. Todo lo que jodidamente sabía era que Edward Cullen estaba masajeando su maldita pierna, y con cada movimiento de sus dedos, él parecía acercarse más. Tragándose un gemido, ella asintió con sequedad. Lo mejor que podías hacer cuando no entendías algo era simplemente estar de acuerdo.
—Mm-hmm.
El silencio cayó entre ellos, pero ninguno de los dos alejó la mirada. Bella no podía negar el anhelo por probarlo, su mirada cayendo a esos labios perfectamente formados. Edward no hizo ningún intento por esconder su deseo, la esquina de su boca alzándose, sus labios ardiendo. Mientras más la miraba, sus dedos se movían con más lentitud hasta que descansaron apenas bajo su pantorrilla. Sin dejar de mirarla, Edward lentamente dejó su posición, sus rodillas separándose mientras buscaba un equilibrio.
Bella siguió sus movimientos mientras él se acercaba a ella, muy, muy lento, su boca abriéndose con un jadeo, su respiración rápida y superficial mientras esperaba. Una eternidad pareció pasar antes de que su rostro estuviera frente al de ella, su barbilla alzándose para mantener la irrompible conexión con su magnética mirada. Era como si él estuviera esperando, dándole una oportunidad de alejarse si quería, pero ella no quería detenerlo. Esta necesidad por saber se apoderó de ella, y todo estaba fuera de su control. Sus dedos, antes aferrados al edredón, se estiraron por él, su mano deslizándose alrededor de su nuca.
La cálida presión de sus dedos en su piel fue toda la invitación que Edward necesitó. El aire entre ellos comenzó una nueva guerra dentro de él, una que no tenía el deseo de luchar. Él parecía moverse en cámara lenta, su boca acercándose más, el aliento de Bella en su labio inferior. Cuando ella no hizo ningún movimiento para detenerlo, su frente rozó la suya mientras sus labios caían en los de ella.
El aliento de Bella se atoró en su garganta mientras la boca de Edward descendía en la de ella. Dejó que sus dedos se deslizaran en su cabello mientras sus labios bailaban sobre los suyos, incitándola a que igualaran su hambre. Su lengua salió, lamiendo su labio inferior, animándola a abrir para su invasión. No fue decepcionada cuando él lo hizo, danzando con la de ella, consumiendo cada aliento que ella ofrecía. Emocionada, ella se unió, igualando los movimientos de Edward, mordiendo su labio inferior con voracidad cuando él comenzó a alejarse.
Un gemido de protesta llenó la habitación; ella no estaba lista para dejarlo ir aún. Los dedos de Bella se apretaron en su cabello, incapaz de dejarlo ir. Cuando él inició un camino hacia su cuello en lugar de alejarse, un suspiro satisfecho escapó de sus labios, y sus manos se deslizaron por sus hombros. Su gemido retumbó contra su cuello cuando ella pasó sus uñas por sus bíceps. De repente, sentir su suave piel se convirtió en la cosa más importante del mundo mientras dejaba pasar las puntas de sus dedos por sus brazos.
Edward lamió de vuelta hacia su garganta, y su boca una vez más se encontró con la suya. Con cada beso que compartían, él sentía como si se estuviera derritiendo en la mujer debajo de él. Nuevamente tomó sus labios, una y otra vez, su lengua rápida y profunda. Su cuerpo se tensó con un hambre que no había experimentado en años, y nunca quería escaparse de la red de lujuria que se estaba formando en su abdomen. Cuando su miembro se hinchó bajo los pantalones de su pijama, no hizo ningún esfuerzo por esconder su excitación, chocando su pelvis contra la de ella.
Bella sintió la dura presión de su excitación contra su ropa. Su centro pulsó contra su muslo, el músculo frotándose contra la unión de sus piernas, y sus caderas se alzaron. Se arqueó cuando su mano se deslizó por sus costillas, su dedo índice y pulgar trazando su pecho. Él se movió encima de ella para acercarse, su mano finalmente llegando a ella, sus dedos flexionándose mientras masajeaba su pezón.
Él quería verla. Desafortunadamente, para desabrochar los botones de su blusa tenía que dejar ir el pecho que tenía en la mano. Gruñendo por la frustración, lamió un camino hacia su mandíbula, su cabeza moviendo su barbilla hacia un lado. Una vez más, se movió, su boca llegando hacia el pulso que descubrió latiendo en sus venas, todo mientras sus dedos trabajaban en la fila de botones. Con cada uno que desabrochaba, su respiración se aceleraba y gemía suavemente.
Mientras su blusa se abría, Edward se enderezó, recargándose en sus rodillas hasta que fue capaz de mirarla por completo. Lucía como la más deliciosa cr…
—Bienvenidos a GRP, Gossip Rags and Peeks, en donde encontrarás todas las últimas noticias de las celebridades. Tenemos algo especial para ustedes esta noche. Hemos recibido nueva información acerca de Bella Swan, la enamorada de preparatoria de Edward Cullen —explicó la presentadora, el entusiasmo evidente en su voz—. En exclusiva de nuestra fuente secreta…
Cuando Edward estaba acomodando su peso, su rodilla debió haber presionado el control remoto. El volumen recorrió la habitación, interrumpiendo su demasiado corto interludio. La atención de Bella de inmediato se fue hacia la televisión, causando que Edward gimiera por la frustración. Tomando el control remoto, estaba a punto de apagar la televisión, pero Bella lo detuvo cuando escuchó su nombre. Sus dedos fueron hacia su antebrazo.
—Espera un segundo… solo quiero ver qué saben.
Con un suspiro, él le tendió el control remoto, y esperando alejar su atención de la televisión, se enfocó en la piel que había expuesto. Descubriendo su sostén color marfil, causando que sus pechos lucieran tentadores, Edward se acercó hasta que su boca estuvo cerca de la sueva piel.
—Parece que nuestra nueva damisela en apuros ha encontrado un nuevo príncipe encantador.
Eso robó la atención de Edward y su mirada fue hacia la televisión. De inmediato, su mirada cayó mientras estudiaba las fotos que aparecían en la pantalla. Bella estaba junto al auto, un hombre que lucía como su guardaespaldas tenía su mano descansando en su espalda baja. Su cabeza estaba inclinada como si estuviera diciendo algo, y Bella sonreía suavemente hacia él. Edward miró con ira cómo Bella subía al auto y el guardaespaldas la seguía.
La tensión robó la pasión y Edward se tensó sobre ella mientras miraba la pantalla. Su piel picaba con el cambio en la atmósfera y el nerviosismo invadía su pecho. Si mirabas la escena en la televisión, Bella suponía que podría verse como si ella y Anthony tuvieran una relación más cercana de la que en realidad tenían. Como si esta imagen en particular no fuera lo suficientemente buena, otra apareció en la pantalla.
Era del día en el que había ido a Goodwill, y esa horrible mujer se le había acercado. Anthony la había sacado del edificio, acercándola a él mientras la llevaba hacia el auto. Por supuesto, siendo un caballero, había intentado aliviar el ardor de los ácidos comentarios de la mujer, su boca cerca de su oreja.
—Bella y su guardaespaldas son bastante amistosos. Me pregunto qué tendrá que decir Edward Cullen acerca de su exnovia saliendo con su guardaespaldas —comentó un presentador, seguido del comentario de su compañera:
—¿Quién elegiría un guardaespaldas por encima del guapísimo de Edward Cullen? La chica estaba comprando en Goodwill, así que eso te dice todo acerca de sus gustos.
Bella miró a Edward. De inmediato, notó la tensión en su mandíbula, su mirada aferrada a la pantalla. No había posibilidad de que él creyera la mierda que estaban diciendo. El jodido programa se llamaba GPR, lo que significaba que tomaban pequeños pedazos de información y retorcían esa mierda hasta formar una historia.
—¿Edward?
Edward dejó de mirar la televisión para mirar a la mujer debajo de él. De inmediato, él se puso de pie y se alejó de ella como si lo hubiera quemado con hierro ardiendo. Una mirada acusadora cayó sobre ella y en su boca había una tensa mueca.
—¿Qué demonios hay entre tú y el guardaespaldas?
Ofendida por la implicación de que algo inapropiado estaba sucediendo, Bella se acomodó hasta sentarse y cerró su blusa.
—No puedes creer lo que están diciendo, Edward. Nada está sucediendo entre Anthony y yo. Tuve un mal…
—Bueno, si nada está sucediendo, entonces no te molestará que consiga a otro guardaespaldas —dijo Edward, saltando de la cama—. Los llamaré ahora y tendrás un nuevo equipo en la mañana.
—No, no lo harás. No hemos hecho nada —trató de explicar Bella, su enojo saliendo a relucir por la acusación—. Él estaba ofreciéndome palabras de ánimo después de que me encontré con una horrible mujer en Goodwill.
—¿Qué clase de palabras? —En algún rincón de su mente, Edward sabía que estaba exagerando las cosas. Incluso sabiéndolo, una incapacidad de cambiar el rumbo de las cosas ahora lo invadió, y cuando Bella no ofreció más palabras acerca de su conversación con Anthony, los celos se esparcieron por todo su cuerpo. No estando acostumbrado a este sentimiento, su puño se tensó y lanzó una mirada acusatoria hacia donde ella estaba sentada—. ¿Fue este tu plan desde el inicio? Venir aquí y alterar mi vida, desacomodar las cosas un poco, porque, mujer, has puesto mi jodida vida de cabeza. Todo estaba yendo genial, y luego, bam, todo es un jodido desastre.
En shock por su desconfianza, Bella señaló hacia la puerta.
—Oh, solo dímelo y estaré en el primer avión de vuelta hacia Dakota del Sur con Micah a mi lado. Sal de mi habitación. No puedo creer… yo casi… Jesús. Vete a la mierda de aquí.
—Puedes volver a Dakota del Sur, pero Micah no se irá a ningún lado. Llamaré a seguridad… si conoces el número de Anthony, será mejor que lo llames para despedirte. No le estoy pagado para que se meta en tus pantalones.
—Vete al diablo.
¿Qué carajos había pasado? Las manos de Bella fueron hacia su cabeza mientras contemplaba cómo todo esto se había ido al infierno en segundos. Minutos atrás, tenía a Edward en sus brazos y luego, molesto la estaba acusando de un montón de locuras. Todo era perfecto, hasta que ese jodido programa comenzó en la televisión. ¿Esta gente no se daba cuenta de que destruían vidas inocentes? Y ahora, el primer amigo real que había hecho desde que llegó aquí iba a dejar de estar con ella.
Tomando el control remoto de la cama, apagó la televisión antes de lanzarlo a través de la habitación. Ni siquiera le importó cuando chocó contra la pared y se rompió en mil pedacitos.
Estaba furiosa mientras se dirigía hacia el baño.
—Edward Cullen no puede subirse a ese avión lo suficientemente rápido. Jodido idiota.
Feliz navidad :)
¡Mil gracias a las chicas que dejaron su review!, gracias a:
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