DISCLAIMER: Nada de esto me pertenece. Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer y la historia a Jgaff. Yo solo me adjudico la traducción.
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Capítulo beteado por Yanina Barboza, beta de Élite Fanfiction (www facebook com/ groups/ elite .fanfiction)
Capítulo 24
Bella miró su teléfono. «Es algo sexy…»
Releyó la oración una y otra vez. Mientras que las palabras la llenaron con una indudable emoción, la incertidumbre se mezcló con la emoción, ahogando cualquier alegría que pudiera derivar de ellas. ¿Cuántas veces Edward y ella habían hecho esto? Cada vez que pensaba que darían una vuelta, volvían justo al inicio de estos obstáculos tan complicados que eran sus vidas.
¿Cómo debería responder? ¿Debería responder? Aunque estaba en su naturaleza responder su mensaje de inmediato, Bella hizo lo opuesto y guardó el teléfono en su bolsa. Durante el resto de su salida con Irene, pensó en el halago de Edward, y cada vez una calidez la invadía.
Mirando los rascacielos que bordeaban las calles llenas de todo tipo de gente, Bella sintió cómo florecía en la persona que siempre había querido ser. Estas nuevas y maravillosas experiencias no podrían haber sido posibles sin Edward. Aunque él sabía cómo hacerla enojar, le había dado un regalo cuando tomó el control de la situación después de encontrarlos. Le había dado la vida que siempre había querido pero nunca había podido tener en Deadwood. Le daba todo a los dos, incluso el lujo de un chofer y un fantástico lugar para vivir. Su vida justo en este momento era perfecta.
Aunque no comía de la palma de su mano ni le pedía nada, él les daba todo lo que los dos pudieran necesitar. Por eso, ella estaba más que agradecida. Por supuesto, los sentimientos cálidos y dudosos estaban en su interior. Quizá eran los efectos de esa primera experiencia con el amor… quizá muy en el fondo, siempre tendría afecto hacia Edward.
La pregunta de verdad aquí era, ¿qué estaba sintiendo? ¿Acaso eran restos de su repentina separación? ¿O era real? ¿Quería ella, o veía, un futuro con Edward además de, por supuesto, su compromiso con Micah?
Hasta que no pudiera responder estas complicadas preguntas… hizo lo que era mejor para ella y alejó esos pensamientos. Y aun así, durante toda la jodida película, Bella pensó en todo lo que había sucedido entre ella y Edward. Cuando los créditos aparecieron en la pantalla, no estaba más cerca de responder alguna de ellas.
—¿Quieres ir a Starbucks?
—Demonios, sí —contestó Bella, moviéndose entre las filas de asientos—. Justo lo que necesito… añade cafeína a este remolino de emociones que ya me están pateando el trasero.
—¿Qué pasa? —Irene la llevó hacia la acera, deteniéndose un segundo cuando Anthony apareció. Señalando hacia el guardaespaldas, se inclinó hacia Bella—. ¿No te cansas de esto? ¿Estos matones siguiendo cada paso que das?
—Todos los días —reconoció Bella, metiéndose un caramelo en la boca; masticó vigorosamente hasta que el dulce se derritió—. Pero es mejor que ser perseguida en la calle por los paparazzi. Como sea, estoy confundida.
—¿Acerca de qué? —Irene miró las emociones pasar por el rostro de Bella. Los periódicos aún estaban inventando historias acerca de ella, y no podía comprender cómo una persona lidiaba con eso todos los días. Cuando la frente de Bella se arrugó en especulación, Irene le golpeó el codo—. Realmente te debe estar molestando. Está en todo tu rostro.
Bella se encogió de hombros mientras decidía cómo expresar su confusión sin sonar como una lunática. Finalmente, gimió, girándose para mirar a Irene; caminó hacia atrás, agradecida cuando Anthony se puso a su lado para actuar como guía.
—Bueno, sabes que Edward y yo salimos en la preparatoria, ¿cierto? Qué demonios estoy diciendo… Todo el mundo lo sabe. Como sea, creo que él estaba coqueteando conmigo en algunos mensajes que envió… y… y… yo…
—¿Puedes escupirlo antes de que explotes? Estoy segura de que lo último que Anthony quiere hacer es cargar tu trasero por la calle porque te desmayaste. —Estudiando a la chica frente a ella, podía ver que la mujer realmente no era buena con las palabras—. Todo lo que puedo decir es que por ningún chico vale la pena toda esta confusión.
—La cosa con esto es que —bufó Bella, chocando con Anthony mientras caminaban—, no quiero apurarme con algo que no es lo que creo que es. ¿Qué tal si todas estas emociones reprimidas solamente son restos de nuestro complicado pasado?
Irene asintió mientras escuchaba.
—Entonces, no estás segura si aún quieres a Edward o si es porque alguna vez estuviste enamorada de él.
—Exactamente —murmuró Bella, girándose de frente.
—En serio, Bells —comenzó Irene, señalando hacia la cafetería a la derecha de Bella. Mientras entraban, le lanzó a Bella una mirada de simpatía—. ¿Cuántas citas o relaciones has tenido desde Edward?
Se formaron y Bella se movió de adelante hacia atrás, nerviosa.
—Ninguna. No tenía tiempo para eso en casa y, honestamente, realmente no tengo tiempo para eso ahora. Las horas de trabajo complican las cosas, y ahora estoy inscrita en las clases, y Micah… ¿en dónde en todo eso ves tiempo para un hombre?
—¿Edward incluido? ¿O no tienes tiempo de crear toda una nueva relación en donde de verdad tengas que trabajar para conocer a la persona? —Irene sacudió la cabeza mientras procesaba todo lo que Bella había listado—. Bells, trabajo las mismas horas que tú y tengo un novio y una novia… mi vida es tan ocupada como la tuya, pero aun así encuentro tiempo para las cosas personales, lo que serían mis amigos considerando que mi vida no está compuesta por un hijo.
Bella e Irene ordenaron y se hicieron a un lado para esperar. Descansando su cadera en un banquillo, Bella tamborileó con las uñas en la barra.
—Y, ¿qué estás diciendo? ¿Debería explorar esta cosa con Edward o no?
—¿Cómo sabes si es real si no conoces otra cosa? Considerando las revistas que he leído, Edward no ha estado sentado llorando por ti durante los últimos años. ¿Por qué no salir en una cita? Tan solo para ver si Edward Cullen es a quien quieres. —Irene recogió sus bebidas y le tendió a Bella la suya—. Demonios, ¿has tenido sexo… besado a alguien?
—No. —Bella hizo una mueca mientras los ojos de Irene se ensanchaban—. Estás haciéndome sentir como una rara… ¿qué? No quería herir a Micah saltando de hombre a hombre.
Irene sacudió la cabeza mientras salían de nuevo a la calle.
—¿Nadie? Nunca has salido… ¿ni una sola vez? ¿Sin besos… sin otras diversiones?
—No. No, y no —contestó Bella, bebiendo su café con cuidado—. ¿Qué acabo de decir? No quería confundir a Micah de esa forma.
—¿Pero estás dispuesta a confundirlo saltando a una relación con su padre, con el que ni siquiera estás segura de querer estar?
—Eso no fue lo que dije, Irene. Estoy intentando descifrar cuál es la mejor ruta en este jodido desastre —dijo Bella. Lo último que quería hacer era confundir a Micah—. Una parte de mí quiere enamorarse de Edward, pero la otra parte no está segura.
—Otra pregunta seria —dijo Irene, alzando las cejas—. ¿Cuánto ha pasado desde que tuviste contacto con Edward?
—Me envió mensaje antes de entrar al cine.
—¿Antes de eso? Antes de hoy, ¿cuánto había pasado desde que supiste de él?
—Dos meses —contestó Bella, palideciendo cuando los ojos de su amiga se ensancharon por segunda vez—. ¿Qué?
—¿Dos jodidos meses? ¿Me estás jodiendo? —Una risa sin humor escapó del pecho de Irene—. Ni siquiera debiste haber respondido… Si él te quiere, Bella, después de todo lo que ha pasado entre ustedes… ¡haz que le cueste trabajo!
—¿Y exactamente cómo voy a hacer eso? No sé nada acerca de este juego —confió Bella mientras rodaba los ojos—. Ni siquiera en la preparatoria solía salir con chicos.
—Antes que nada, chica, esto no es un juego… es tu vida. Te debes la oportunidad de ver si Edward Cullen es a quien quieres… o si son los recuerdos los que te están poniendo así.
—Estoy tan confundida. —Y jodidamente confundida… ¿debería echar las preocupaciones por la ventana y salir en una cita?
Pensó en esto en todo el camino a casa esa noche. Cuando entró en su habitación para encontrar a Micah viendo el Rey León, sus cejas se alzaron y una enorme sonrisa se formó en su rostro.
—¿No se supone que tienes que estar dormido?
Alpha saltó de la cama para saludarla en la puerta. Acariciando su cabeza, se quitó los zapatos y se acomodó al lado de Micah.
—La abuela dijo que podía ver una película antes de dormir porque ya solo tengo un día más en la escuela.
—¿Cómo va la clase de español? —Acomodó a su hijo contra ella, tomó la computadora junto a la cama y la encendió—. Quizá tú puedas ayudarme con mi tarea…
Micah soltó unas risitas.
—Oh, sí… seguro, mamá.
Edward miró su teléfono una docena de veces esa noche, esperando una respuesta de Bella. Cuando no llegó, saltó de la silla en la que parecía haberse quedado marcado su trasero y siguió a Alice fuera del centro comercial. Estaba cerca de la entrada cuando vio una tienda Michael´s junto a Macys.
—Espera un segundo, Alice. Quiero ver algo.
Ni siquiera esperó a que su hermana respondiera mientras se apresuraba hacia la tienda. La cajera se quedó ahí, boquiabierta mientras él recorría el pasillo.
—¿Desde cuándo haces arte?
—No lo hago. —Edward se encogió de hombros, caminando, mirando diferentes pinceles y papel. Joder, había demasiado papel. Cuadriculado, fotográfico, blocs de bocetos, papel para acuarela, lienzos… ¿qué demonios estaba buscando? Pensando en esos días que había pasado con Bella, intentó recordar qué tipo de papel la había visto usar—. Estoy buscando para… para…
—¿Micah? —ofreció Alice, revisando un set de pósteres que tenían colgados al final del pasillo—. Estoy segura que le encantará cualquier cosa… es un niño dulce, pero no creo que alguna vez lo haya visto dibujar.
—No es para Micah —murmuró Edward, rascando su cabeza mientras su mirada pasaba por los diferentes tipos de papel—. Pensé que quizá debería darle a Bella un regalo. Ya sabes, para disculparme por ser un completo idiota.
—Eso quizá tome mucho papel. —Alice le lanzó una mirada de reojo—. ¿Estás seguro que es por ser un idiota… o algo que no me has dicho está sucediendo?
Dado que estaba indeciso acerca de qué tipo de jodido papel estaba buscando, Edward hizo lo mejor que se le ocurrió… tomar diferentes estilos; le tendió algunos a Alice para que los cargara.
—Oye, Jake, ¿puedes cargar unos de estos?
—Sin problema, hombre. —Jake asintió, acomodando varias cosas bajo su brazo mientras señalaba hacia el anaquel—. Quizá algo de ese papel negro. Si usas un lápiz blanco, le da una profundidad totalmente diferente al dibujo.
—¿Eres artista? —preguntó Edward en voz alta. Siguiendo la sugerencia de Jake, tomó unos pliegos.
—No, mi hermano —ofreció Jake, pasando por los pinceles—. ¿Ella pinta o dibuja… colores pastel, acuarelas, acrílicos, plumas de gel?
—Demonios, toma una de cada cosa. En el pasado ella solía dibujar y pintar, pero ahora… ni siquiera estoy seguro. —Edward caminó por la tienda de arte, tomando lo que sea que se viera interesante de los anaqueles. Finalmente, se giró hacia Alice—. Con eso debe bastar.
Estaban saliendo del centro comercial cuando otra idea se le ocurrió.
—¿Alguien puede llevar esto al auto? ¿No hay una tienda aquí que le surta a los chefs?
—¿Como una tienda de artículos para el hogar? —preguntó Alice, mirando a Edward como si hubiera perdido la cabeza. Nunca había visto a Edward así de ansioso, y estaba tentada a revisarlo para ver si tenía fiebre. Bien, quizá una vez lo había visto así, hacía mucho tiempo. Bella también había sido la causa en ese entonces, era difícil de creer que no hubiera recordado a la chica hasta esa entrevista—. Hay un directorio aquí.
Para cuando Edward se dio cuenta, había comprado una KitchenAid, un procesador, diferentes cuchillos, espátulas, cucharones, un especiero, tablas de cortar y todo lo que un aspirante a chef pudiera necesitar. Había comprado tanta mierda que sus guardias tuvieron que ayudarlo a llevarlas al auto, y luego habían pasado los siguientes treinta minutos tratando de acomodarlo todo en el maletero.
Una vez que entró a su hotel, Edward volvió a revisar su teléfono antes de aventarlo a un lado y dirigirse a la ducha. Mañana se irían a Las Vegas y luego a Sacramento. Tenía aproximadamente cuatro semanas más antes de que pudiera irse a casa por un descanso en esta gira. De repente, mientras masajeaba su cuerpo, una sensación de incomodidad lo invadió. Enjuagándose, tomó una toalla del anaquel y salió de la ducha.
Apresuradamente, se secó antes de envolver la toalla alrededor de su cintura y dirigirse hacia la sala. Tomando su teléfono de la mesita de café, Edward miró la hora. Era casi medianoche, y seguramente Micah estaría dormido. Mierda.
Bella aún no había contestado su mensaje de antes. ¿Había cruzado una línea? Quizá no debió haber coqueteado con ella. ¿Había esperado demasiado para contactarla después de que se fue? Quizá en su misión por darle espacio, había enviado el mensaje equivocado; quizá había creado demasiado espacio. Ahora, ¿cómo reducía ese espacio?
Mirando la hora de nuevo, consideró enviarle otro mensaje, y mientras sus dedos pasaban por el teclado, lo pensó mejor. Pulsando el pequeño ícono del teléfono, llevó el celular a su oreja, los nervios a tope mientras esperaba que ella contestara.
Hubo un clic antes de que Bella hablara.
—Hola.
—Hola —murmuró Edward, el sonido de su voz lo inundó—. Espero no interrumpir nada. ¿Cómo va tu noche?
—Bastante bien. Regresé de mi salida con Irene y estaba viendo una película con Micah. Se quedó dormido, y ahora estoy haciendo tarea.
—¿Qué asignatura? —Paseando por la habitación, nerviosamente pasó una mano por su cabello. ¿Por qué se sentía como si tuviera diecisiete de nuevo intentando que la chica que le gustaba le prestara atención? Por supuesto, cada vez que enfrentaba a Bella, ella tenía esta forma de hacerlo sentir inadecuado. Estúpido, ¿cierto? Edward Cullen, de entre todas las personas, no sintiéndose lo suficientemente bueno… era un misterio incluso para él.
—Matemáticas. Las odio. ¿Quieres hacer mi tarea por mí?
—Para nada —rio, buscando entre su maleta por un bóxer—. ¿Qué película viste con Irene? ¿Una buena?
—No tengo idea. No pude concentrarme en la maldita cosa. Mi mente estaba en otras cosas —admitió con una risa—. Básicamente gasté mi dinero para sentarme en la oscuridad y sobrepensar las cosas.
Poniendo el altavoz, dejó el celular a un lado mientras se quitaba la toalla y se ponía el bóxer.
—¿Qué hay en tu mente, Bella?
Edward podía verla morder su labio inferior mientras pensaba en cómo responderle. La escuchó removerse mientras esperaba por su respuesta. Cuando ella se quedó en silencio, él habló de nuevo.
»¿Qué está en tus pensamientos?
Bella alejó la computadora de su regazo. ¿Qué demonios debía decir? ¿Debería decirle que estaba confundida? ¿Debería decirle la sugerencia de Irene acerca de salir en citas? Considerando la forma en la que él había reaccionado con ese estúpido show de chismes, estaba renuente a decirle a Edward esas cosas en particular.
—Solo cosas, Edward. Todo está cambiando tan rápido que apenas puedo tomar un respiro antes de que todo cambie de nuevo.
—Hmmm —murmuró Edward mientras se dejaba caer en la cama—. Bueno, si quieres hablar de eso, te escucho…
El silencio cayó entre ellos por un largo momento antes de que ella dejara salir un atormentado suspiro. Finalmente, continuó.
—¿Lo dices en serio? ¿O solo se convertirá en otra pelea?
—No más peleas, lo prometo. —¿Por qué tenía el presentimiento de que no le iba a gustar el rumbo de esta conversación? Girándose de costado, sostuvo su cabeza con una mano—. Y, ¿sobre qué no vamos a pelear?
Sorprendentemente, Bella le contó acerca de la conversación que había tenido con Irene. Cuando terminó, esperó por su respuesta, una mueca arrugando su rostro mientras se preparaba para su enojo. Cuando él se quedó en silencio, ella tomó un profundo respiro y exhaló, deseando que sus nervios se calmaran.
—¿Edward? ¿Aún estás ahí?
Como Edward lo había predicho, no le había gustado el rumbo de la conversación y, para su asombro, había reprimido el deseo de explotar. De una cosa estaba cien por ciento seguro, no quería que saliera con alguien más. ¿Era porque no quería que fuera feliz? Absolutamente no… él quería que fuera feliz, más de lo que hubiera pensado. No estaba seguro de cuándo había sucedido, pero él quería ser quien la hiciera feliz.
En lugar de gruñir y pasear por la habitación, frotó sus ojos cuando vistazos de rojo nublaron su visión. Aclarándose la garganta para que ella no pudiera detectar su reacción inicial, asombró a los dos con sus siguientes palabras.
—Bella, si quieres salir… si no estás segura acerca de mí… entonces deberías hacer eso.
Bella pausó mientras sus palabras la recorrían. Antes de poder detenerse, habló.
—¿Estás diciendo que tú eres una opción?
Los dedos de Edward se enredaron en el edredón.
—Yo nunca no fui una opción… solo ausente porque soy un tonto… un jodido idiota.
Así de rápido, todo se aclaró para Bella. No se trataba de si ella quería salir con alguien más… o de que no estuviera segura acerca de Edward. Ella solo necesitaba saber que él apoyaría su decisión, sin importar cual fuera.
—Entonces no quiero salir con nadie más.
—Es jodidamente bueno escuchar tu voz —le dijo Edward con una sonrisa—, especialmente cuando dices cosas como esas.
¡Actualización sorpresa! Gracias por los 800 reviews en esta historia, no saben lo feliz que me hace sabe que la están disfrutando tanto ;)
¡Gracias a las chicas que han dejado su review en el capítulo pasado!, gracias a:
Jade HSos, natuchis2011b, Smedina, LadyRedScarlet, Isis Janet, Cassandra Cantu, Rini chiba, PRISGPE, alejandra1987, Fallen Dark Angel 07, Cinti77, paupau1, Franciscab25, Noriitha, Lupita Pattinson Cullen, Geminis1206, somas, saraipineda44, Adriu, Adyel, Car Cullen Stewart Pattinson, Liz Vidal, Redana Crisp, jupy, Emily Chase, tulgarita, bealnum, Marie Sellory, Tata XOXO y Lady Grigori :)
Les mando un abrazo y nos leemos pronto :)
