DISCLAIMER: Nada de esto me pertenece. Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer y la historia a Jgaff. Yo solo me adjudico la traducción.

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Capítulo beteado por Yanina Barboza, beta de Élite Fanfiction (www facebook com/ groups/ elite .fanfiction)


Capítulo 26

Su respuesta la invadió por completo. Solo esa simple verdad provocó que una ola de sentimientos recorriera a Bella. Jugando con los mechones de su cabello, una ola de deseo se acumuló en ella, causando que se moviera incómoda en su silla. Más que el calor entre sus piernas era este dolor comenzando en su pecho, inspirando el anhelo de estar cerca de él. Tenía esta repentina necesidad de sentir su piel… el calor de su cuerpo… la esencia que solamente Edward tenía. Mordiendo su labio inferior, intentó encontrar una forma de explicar lo que estaba en su mente.

Su cabeza se ladeó mientras lo estudiaba. Tomó un profundo respiro para calmar el caos que estaba experimentando.

—Desearía que estuvieras aquí ahora.

Una perezosa sonrisa se formó en sus labios, y sus cejas se alzaron de forma sugestiva.

—¿Qué harías si lo estuviera?

—No lo sé… me gustaría solo… tocarte. —Esa solamente era una verdad a medias porque había mucho más que le gustaría hacer. Su cerebro la llevó en un viaje al pasado. Recordó la sensación de su boca sobre la suya, la abrumadora pasión cuando solían besarse bajo las gradas en la escuela. Recordando la calidez de sus brazos, se estremeció visiblemente—. Quiero estar cerca de ti… sentir tu aliento… tantas otras cosas.

—¿En dónde estás ahora? —preguntó Edward mientras aplastaba el cigarrillo bajo su zapato. Saltando de la silla, caminó de vuelta a la habitación y cayó contra la cama, su brazo yendo detrás de su cabeza mientras la estudiaba.

—En la mesa del comedor —murmuró ella, limpiando unos pedazos de papel de la mesa. Si seguía desenvolviendo estas "disculpas" de Edward, tendría que limpiar todo el lugar. Después de una larga noche en el restaurante, limpiar era lo último que quería hacer—. ¿Por qué? ¿Tú dónde estás?

—Acabo de volver a la habitación, acostado en esta jodida cama… solo. —Mordiendo el interior de su mejilla, un pensamiento llegó a su mente pero dudó en expresar su idea. La última vez que su conversación había tomado esta dirección, él la había avergonzado por completo. Lanzando la precaución por la ventana, se encontró con su mirada, y las palabras salieron de sus labios antes de que él pudiera pensarlo dos veces—. ¿Puedes ir a tu habitación?

—¿Por qué? —La curiosidad era evidente en su expresión mientras lo estudiaba. Juzgando por el sonido de su voz, encontraba su sugerencia intrigante. De inmediato, se puso de pie y caminó por la casa mientras apagaba la luz de la cocina—. ¿Qué es lo que pretendes, hmmm?

Esa sonrisa sexy apareció en sus labios.

—No es lo que pretenda… Estamos a punto de mostrarte exactamente lo que te has estado perdiendo.

—¿Cómo planeas hacer eso exactamente? A menos que hayas venido a casa sin que yo lo supiera —murmuró; entrando a su habitación, sostuvo el teléfono y le mostró. La decepción causó que mordiera su labio por la frustración. Por un minuto, deseó que él decidiera sorprenderla con una llegada sorpresa—. ¿Lo ves?... Una cama vacía.

—Lo sé, desearía estar ahí, también —murmuró con un suspiro—. Hazme un favor… cierra tu puerta y llámame por Skype. Te enviaré la dirección por mensaje.

¿Qué demonios pretendía? Sin embargo, antes de que pudiera preguntar él ya había terminado la llamada. La emoción la recorrió mientras seguía su instrucción. Sacó su laptop y metió la información que él le había enviado con la puerta cerrada y con el seguro puesto.

—Ahí estás… entonces, ¿me dirás de qué se trata todo esto?

—No solamente te lo diré. Planeo mostrártelo, Bella… si me lo permites, por supuesto. —Edward alzó su cuerpo, pasándose la playera por encima de la cabeza y arrojándola hacia el suelo. Su mirada nunca dejó la de ella mientras se recargaba contra las almohadas, su pecho completamente visible desde ese punto. Perezosamente, Edward pasó sus dedos por sus pectorales, dejando que se deslizaran por los músculos de sus abdominales, jugando con el vello alrededor de su ombligo. Lamiendo sus labios, fue un paso más allá, pasando un dedo por la pretina de su ropa—. Dijiste que no lo hacías… porque no estabas segura de cómo hacerlo. Quiero mostrarte cómo, Bella.

Solamente la imagen que tenía ahora era suficiente para encenderla. Mientras miraba a Edward recorrer su cuerpo, una calidez se instaló en su ropa interior, dejando sus piernas temblando. Ella de verdad, de verdad quería saber cuál era la emoción en todo esto… Fascinada, Bella se acercó más a la cama.

—¿Qué planeas mostrarme exactamente?

—Sube a la cama y recuéstate conmigo —murmuró, su palma deslizándose por su abdomen. El ligero vello por encima de sus pectorales y abdominales la animó a acercarse más; subiendo a la mitad de la cama, se acostó sobre su estómago, completamente absorta. La mirada de él pasó por sus facciones antes de ir de su cuello a sus pechos; gimiendo cuando notó cómo se estremecía, dejó que sus dedos fueran más arriba por su cuerpo, ligeramente acariciando su pezón. Se endureció mientras lo acariciaba, sus pestañas moviéndose mientras resistía tirar de él. Mirando el movimiento en su pecho acelerarse mientras seguía la dirección de su toque, podía ver que ella se estaba excitando—. Desbrocha tu blusa, Bella… pretende que estoy ahí… cierra los ojos. ¿Puedes sentir mi respiración en tu cuello? Puedo ver que sí, veo cómo te estremeces.

¿Podría hablar en serio? Sí, ella podía sentir los hilos del deseo tirar en su interior… ¿de verdad podría enseñarle cómo tomar placer de su cuerpo? Incluso mientras se cuestionaba la posibilidad, sus pezones se endurecieron, y de repente se sintió demasiado restringida en su ropa. Tomando un profundo respiro, Bella se giró hacia un costado y lentamente desabrochó su blusa, y una fiebre comenzó en su estómago. Con su descripción, ella hizo lo que él indicó, cerró los ojos y con el sonido de su voz en su oído, visualizó la imagen que sus palabras crearon.

Su respiración se sintió por su cuello, se le puso la piel de gallina, inspirando ese escalofrío que él mencionó.

—Desliza tus dedos por esa piel tan sedosa, cariño. Siente eso… quiero besar todo tu cuerpo, el valle de tus pechos, más abajo, por tu estómago.

Bella fantaseó con explícitos detalles todo acerca de lo que él susurraba. Sus manos pasando por su piel, acunando sus pechos, sus pezones endureciéndose bajo esas palmas.

—Toma tus pechos, cariño… pellizca esos duros pezones por mí… justo ahora, estoy lamiendo esos jodidos pezones, chupándolos con fuerza.

Bella sintió su cuerpo temblar de deseo mientras él describía lo que haría. Su respiración se aceleró mientras seguía sus demandas, girando la endurecida punta; gimió mientras las pulsaciones en su abdomen se incrementaban y deslizaban hacia su entrepierna.

—Hazme otro favor, Bella… quítate esa jodida blusa, destrózala como yo lo haría si estuviera ahí. Puedo sentir tus piernas envolverse alrededor de mi cintura, pasando mi polla por tu centro… quieres eso, ¿no es así, cariño?

Ella podía imaginar exactamente lo que él había creado con sus hipnóticas palabras. Con sus ojos aún cerrados, se quitó la blusa, y de repente también el sostén era demasiado. La necesidad de ser libre de él se acumuló en su pecho. Gimiendo, sus ojos se abrieron para encontrarse con los de él.

—Necesito… necesito quitarme esta jodida cosa… Edward, siento como si estuviera en llamas, en todos lados…

—Quítatelo, cariño. Muéstrame exactamente de lo que me estoy perdiendo —susurró, su boca secándose mientras ella se estiraba por el broche. Tan pronto como sus pechos estuvieron libres, un largo y torturado gemido salió de su garganta, y el deseo de sentirlos en su rostro se volvió abrumador. Su polla ya estaba dura, y aun así intentó desesperadamente evitar envolver sus dedos a su alrededor—. Lindos pezones rosas… joder quiero lamer y chuparlos. Puedo probar tu dulzura en mis labios… mierda sabe tan bien.

—Edward, Dios, quiero probarte… sentir tu piel. —Incluso mientras hablaba, las imágenes se quedaron en su mente, creando estos jodidos escalofríos—. Me siento tan… ansiosa… todo mi cuerpo está tan pesado… dime qué hacer, por favor.

—¿En dónde me quieres más, Bella? Debajo de ese cinturón, ¿eh? —Edward visiblemente exploró su suave piel, lamiéndose los labios; su mano fue de vuelta a su abdomen y bajó a sus jeans. Desabrochándolos, bajó el cierre, gimiendo mientras sus dedos rozaban su dura piel. Mordiéndose el labio mientras la euforia recorría sus venas, murmuró—: Vamos a romper esa regla de no tocarnos juntos… ¿suena bien, Bella?

Hambrienta, siguió sus movimientos, ansiosa de ver qué es lo que él escondía debajo de ese cinturón. Tragando, se emocionó más cuando sus dedos se deslizaron dentro de su bóxer.

—Quiero ver, Edward… muéstrame, por favor.

—Haremos esto juntos, cariño. Quítate esos pantalones… ¿qué clase de ropa interior estás usando, eh? ¿Es de encaje, seda, una tanga…? —Edward estaba al borde de la muerte, o así gritaba su cuerpo mientras la miraba deshacerse de sus pantalones. El encaje blanco fue visible, causando que sus bolas se apretaran, la punta de su polla punzando mientras su excitación se hacía más grande—. ¿Estás mojada, Bella? Tengo tantas ganas de tocarte… desliza mis dedos entre tus piernas, juega con tu centro… mierda, ¿lindo y húmedo, eh?

La boca de Bella se secó mientras él dejaba caer sus jeans a sus piernas. Cuando él se giró a la pantalla, con su polla en la mano, se derritió en la cama. El dolor entre sus piernas se incrementó y, mientras él continuaba, la humedad se esparció por su ropa interior. La necesidad de tocarse se volvió insoportable; queriendo liberar esta presión construyéndose en su interior, dejó que sus dedos se deslizaran más cerca de su piel.

—Cariño, necesito… necesito… estoy tan mojada… por favor, dime qué hacer.

Edward jadeó mientras ella gemía con un innegable anhelo. Tomando su polla, movió su mano lentamente, una emoción recorriéndolo mientras su mirada hambrienta lo recorría.

—¿Ves cuánto me excitas? Quiero estar dentro de ti… embestir lento… tan jodidamente profundo que los dedos de tus pies se curven, Bella. Aunque no antes de que te pruebe, estoy bastante seguro de que sabes a miel y, mierda, no quiero perder ni una sola gota.

No pudo evitarlo más mientras Edward se acariciaba. Su polla lucía como una punta envuelta en terciopelo… fuerte, poderosa. Cuando las pulsaciones comenzaron en su clítoris, dejó que su dedo se deslizara en su ropa interior, presionando para liberar algo de presión. Mientras más presionaba, mejor se sentía, su respiración se aceleró, su otra mano fue hacia su pecho, pinchar la punta incrementó el placer.

—Oh… eso se siente… ah… ¿cómo?

—Quítate esa ropa y abre un poco más tus piernas —instruyó Edward, sus ojos rodando mientras su mano se apretaba más a su alrededor—. Estoy tan jodidamente duro… lo juro, voy a explotar en todas partes… meter esta polla en tu boca… ah, mierda.

Impaciente, Bella pasó su ropa interior por sus caderas, y sus piernas se separaron. Otra ola de anhelo la atravesó y, por instinto, se estiró por su centro.

—Así es, cariño, tócate para mí. Toma esa humedad y espárcela por todos lados… mierda, quiero lamerte tanto justo ahora. Enséñame tus dedos.

Edward gimió sin poder evitarlo cuando la luz brilló en sus dedos.

»Pruébalo por mí, cariño, y dime de lo que me estoy perdiendo.

Bella lo estudió por un momento y, dudosa, alzó su mano y lamió sus dedos. Sorpresivamente, no le molestaba la idea de probarse a sí misma como alguna vez lo hubiera hecho. Encontrándose con su mirada, continuó lamiendo sus dedos.

—Es extraño… como calor líquido, almizcleño pero cremoso.

—Oh, mierda, quiero mi lengua llena de eso. Desliza tus dedos ahí otra vez, Bella, y empuja hacia dentro… donde quiero estar justo ahora.

Bella deslizó un dedo adentro y jadeó. En lugar de pensar en su propio toque, pensó en los largos dedos de Edward entrando profundamente, embistiendo en su húmedo centro. Jadeando, se removió en la cama mientras Edward movía las manos por su polla, apretando la punta, el líquido preseminal deslizándose por la cabeza.

—Se siente tan bien… yo solo… yo… más, necesito más.

—Eso es, cariño. Dentro y fuera… un poco más rápido… mierda… toma todo el líquido de tu coño y deslízalo por todos lados. Siente esa pulsación, acaricia tu clítoris, cariño… lo llevaré a mi boca… lo prometo. —Los dedos de Edward se apretaron alrededor de su polla mientras embestía en su mano—. Tan sexy… eres tan jodidamente sexy… besando tu cuello hacia tu pecho… tomaría tu pierna y empujaría esta gran polla en ese apretado coño.

—Oh… ah… ay… —Bella no necesitaba más instrucciones, la calidez recorriendo su cuerpo guiándola. Embistiendo con sus dedos en su húmedo canal, trazó círculos sobre su clítoris, jadeando. Todas las cosas que dijo causaron que la excitación fuera insoportable en todo su cuerpo—. Yo… algo… algo está pasando, Edward. Se siente tan… tan bien.

—Quiero tenerte contra una pared, bruja jodidamente sexy, y follarte tan duro justo ahora. Embistiendo tan profundo que me sentirás en todos lados —gimió Edward mientras la veía jugar. El éxtasis en su rostro aceleró sus movimientos, moviéndose más rápido y duro, queriendo ir a la par del placer recorriendo su cuerpo—. Ah… sí… justo así… mierda. Te voy a follar tan duro.

Mientras su voz recorría su ser, una vibración comenzó en su estómago. Sus dedos presionaron más profundo, saliendo para tocar su clítoris, que cada vez se ponía más y más sensible con sus caricias. Mientras más rápido se movía, sus gemidos se volvían más altos mientras miraban el placer que le habían ayudado a crear al otro. De repente, el más delicioso calor explotó en el interior de Bella y recorrió todo su cuerpo, sus gemidos de placer hicieron eco en las paredes.

Edward folló su mano. El placer en el rostro de Bella hizo algo que no había esperado… su pecho se sintió pesado y su corazón se apretó.

—Tan jodidamente hermosa… nunca quiero dejar de mirarte… besar tus jodidos labios, poner esta polla tan profundo… mierda…

Se movió más rápido y en segundos, explotó, el semen salió disparado hacia el edredón, deslizándose por sus dedos.

—Oh... eso fue jodidamente increíble. Desearía estar ahí para abrazarte… Dios, tengo tantas ganas de sentirte contra mí.

Bella nunca había experimentado una paz tan profunda en su interior. Era como si todos los últimos años se hubieran transformado en nada en ese momento. Sí, mañana, cuando la satisfacción de su liberación pasara, ella recordaría todos los pasos que aún tenían que dar para sanar su relación. Justo ahora, sin embargo, ella solo quería disfrutar la dulzura de su sexy y perezosa mirada.

—Luce como si estuviera a punto de desmayarse, señor Cullen —susurró, girándose para recargar su cabeza contra su brazo mientras lo estudiaba. Sus pestañas se movieron con rapidez mientras intentaba luchar con el impulso de dormir—. Debería dejar que descanses…

Él la escuchó pero sus ojos ya se estaban cerrando.

—Quédate aquí y duerme conmigo, Bells.

Ni siquiera tuvo que preguntar porque ella se había quedado dormida escuchando su pausada respiración a través de la pantalla de video.


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