DISCLAIMER: Nada de esto me pertenece. Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer y la historia a Jgaff. Yo solo me adjudico la traducción.
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Capítulo beteado por Yanina Barboza, beta de Élite Fanfiction (www facebook com/ groups/ elite .fanfiction)
Capítulo 29
—¡Mamá! —llamó Micah, entrando a la habitación del hospital. Sus dedos nunca soltaron su agarre en Edward mientras arrastraba a su padre detrás de él—. ¿Cuándo vendrás a casa?
Bella dejó caer la cuchara de gelatina sin sabor, abrazando a su hijo cuando llegó junto a su cama. Apretándolo tan fuerte como su cuerpo lleno de vendajes podía hacerlo, besó su cabeza mientras lo miró, alejando el cabello de su rostro. Cuando no vio algún daño visible en su hijo, lo besó en la frente y lo acomodó junto a ella.
—Gracias a Dios que estás bien. ¿Estás seguro que no estás herido?
—Estoy bien, mamá. —Micah bufó, tocando ligeramente los vendajes de su frente—. ¿Vas a estar bien? Papá dice que podrás venir a casa esta tarde después de que el doctor te revise otra vez. ¿Cuándo vendrá él? Estoy listo para irme a casa.
—Créeme —contestó Bella, apretándolo más—. Quiero ir a casa tanto como tú me quieres ahí.
Había estado tan enfocada en Micah que apenas había mirado a Edward, pero cuando él se acercó más, su presencia llenó la habitación de una forma que nadie más podía hacerlo. La certeza de este hecho recorrió sus venas y dejó que su mirada pasara por sus hombros. Sus dedos se aferraron a la sábana en su regazo, resistiendo el impulso de estirarse por sus músculos, presentes cada vez que él se movía, y sus pectorales que se marcaban contra su playera.
Bella se acomodó la bata de hospital mientras Edward se sentaba al borde de la cama. Una hora atrás, después de que el efecto de las drogas se hubiera pasado, encontró a Edward dormido en la silla junto a su cama. Sus dedos estaban débilmente unidos a los de ella, y Bella no había querido moverse. Lucía tan pacífico en sueños, y odiaba la idea de tener que despertarlo para usar el baño. Y aun así, Edward la había llevado del otro lado de la habitación, esperando en la puerta antes de llevarla de vuelta a la cama.
Ahora, tendría que ser ciega, sorda y tonta para no ver la mezcla de emociones pasar por su apuesto rostro. Esos ojos tenían más preocupación de la que alguien había sentido por otra persona. Saber que Edward estaba preocupado por su bienestar despertó un lugar particular en lo profundo de su alma. Años atrás, cuando despertó en ese hotel sola, nunca pensó que vería a Edward de nuevo, luego recibió las noticias que cambiaron su vida para siempre, bendiciéndola con el pequeño a su lado. A través de una serie de situaciones delicadas, aquí estaba Edward, preocupado por su bienestar.
Junto a la ansiedad en la mirada de Edward también estaba algo de felicidad. En su complicada reunión, nunca pensó que vería alegría en sus ojos cuando se tratara de ella. Justo ahora, mientras la estudiaba con intensidad, ella no podía dejar de verla en su mirada. Como si eso no fuera suficiente para encender el fuego dentro de ella, el fuego en sus ojos lo hizo. Cada parte de su piel cobró vida, causando que se removiera un poco.
Edward se estiró y acomodó el cabello detrás de su oreja.
—Alguien está aquí para verte.
—¿Quién? —preguntó Bella, frunciendo el ceño. Sus ojos se ensancharon mientras Charlie cruzaba la puerta con su nombre en los labios—. ¿Papá? ¿Cómo? ¿Cuándo? Te he extrañado tanto.
Las lágrimas nublaron los ojos de Charlie mientras llegaba a su cama. Después de abrazarla con cuidado, presionó un beso en su mejilla.
—Siento mucho todo, Bells. Si pudiera hacer todo de nuevo, lo haría. No puedo… no hay palabras suficientes para describir lo mucho que me equivoqué. Te amo tanto.
—Lo sé —susurró Bella mientras sus ojos se humedecían. Charlie siempre había sido la primera persona en correr a su lado cuando su mundo se ponía de cabeza. En retrospectiva, Charlie había estado en lo cierto. Si no hubiera sido por la desesperación de encontrar a Micah, le daba vergüenza decirlo, pero probablemente nunca hubiera contactado a Edward. Sí, él pudo haber manejado todas las cosas de otra forma pero, peras o manzanas, ¿no?—. Tenías razón. Me arrepiento de la forma en la que actué. Era demasiado orgullosa y estaba demasiado… asustada de decirle a Edward. Quizá tus acciones fueron extremas, pero tenías buenas intenciones… si hubiera contactado a Edward años atrás, nada de esto hubiera pasado.
Charlie apretó sus dedos, mirando entre Bella y Micah.
—Espero poder mostrarles cuánto significan los dos para mí. No debí haber esperado hasta que tu vida estuviera en riesgo para venir a Nueva York. Los dos son mi vida. Los amo más de lo que podría expresar.
—Me diste el espacio que necesitaba para poner todo en perspectiva —contestó Bella, moviéndose en la cama. Dejando de mirar a su papá, se enfocó en Edward—. ¿Sabemos quién hizo esto?
Mientras hablaba, movió su pie enyesado, llevando su atención a esa dirección. Pasó las puntas de sus dedos por su pie.
—Tenemos un par de ideas, pero nada definitivo. Anthony lo investigará más y esperamos poder tener respuestas pronto.
Bella miró su pie mientras los dedos de Edward pasaban por ahí. Una ola de calor se deslizó por su pierna y se instaló en su centro. Estremeciéndose, intentó ignorar el efecto de su toque mientras los escalofríos recorrían su piel. Estaba tan abrumada por la reacción de su cuerpo ante el toque de este hombre que apenas notó cuando Charlie habló de nuevo.
—¿Cuándo te darán de alta? —Algo estaba pasando aquí entre Edward y Bella; Charlie lo notó mientras miraba lo que sucedía entre ellos. Había demasiada intensidad, se movió, sintiéndose incómodo de estar en medio. ¿Estaba feliz de que Edward y Bella parecieran retomar su viejo romance? ¿Especialmente cuando alguien acababa de empujar a su hija al tránsito?
—Probablemente esta tarde —dijo Bella, aclarándose la garganta, alejando su mirada de Edward—. El doctor estuvo aquí esta mañana diciendo que todo se veía bien, y que solo tenía que terminar unos papeles. ¿Por cuánto tiempo te quedarás en Nueva York? No quiero que te vayas pronto a casa.
Charlie no pudo contestar porque hubo un golpe en la puerta.
—Hola, odio interrumpir, pero estamos ansiosos por ver a Bella.
Bella sonrió ampliamente mientras Esme entraba, seguida de Carlisle. Desde que se mudó con los padres de Edward, ellos se habían vuelto parte importante de su vida y la de Micah, casi como si también fueran su familia extendida. Esme era la madre que nunca pensó tener y Carlisle… Carlisle era un ser humano diferente a todos. Amaba a Micah y su relación era tan adorable que Bella sentía las lágrimas en sus ojos cada vez que los veía juntos.
Una punzada de arrepentimiento se instaló en su pecho al pensar en todo el tiempo que habían perdido gracias a sus miedos e inseguridades.
—Hola, muchas gracias por estar ahí para mí y para Micah ayer… no sé qué hubiera hecho sin ustedes dos.
Charlie retrocedió, dándoles espacio a los padres de Edward para saludar a Bella. Cuando su hija había sido llevada a Nueva York por Edward, había estado loco de dolor y preocupación. Después de pasar tiempo con los Cullen anoche, se dio cuenta de qué tan equivocado había estado al preocuparse. Aunque la visita había sido corta considerando la hora de su llegada, descubrió lo mucho que los Cullen habían hecho por Bella desde que llegó aquí.
—No hay otro lugar en el que me gustaría estar —dijo Esme sin dudar—. ¿Cómo te sientes?
Edward miró el intercambio entre sus padres y Bella con adoración. Aparentemente, él no era el único afectado por Bella Swan. Su terquedad y fuego la hacían diferente de todos los demás. Ella enriquecía las vidas de todos con los que se encontraba.
Fue en este preciso momento en el que él se dio cuenta de todo el impacto que ella había tenido en su vida. Antes de ella y todos esos años de separación, él apenas existía sin propósito alguno. Algunos dirían que sus habilidades musicales eran lo que lo separaba de todos los miembros de la sociedad, y en esencia, quizá tenían razón… pero aun así, la música no era su única razón de ser…
Micah y Bella eran su propósito divino en esta tierra. Desde este día en adelante, él haría que los dos supieran de su amor y devoción. Espera un minuto. ¿Él amaba a Bella?
De repente, se sintió tan cegado que no podía concebir pasar otro día sin ella. Suponía que en lo profundo, ese sentimiento siempre había estado ahí. Cuando había sido adolescentes, ella había sida su mejor amiga y amante, y por supuesto, la adoraba con cada fibra de su ser. La división entre ellos desde esa desafortunada mañana suprimió ese afecto, pero si era honesto consigo mismo, él nunca la había superado.
Desde esa terrible mañana de hacía unos meses, cuando ella llegó a su puerta proclamando que él tenía un hijo, y cada momento desde entonces, él lentamente iba descubriendo qué lo había cautivado en primer lugar. Por supuesto, él siempre la amaría al ser la madre de su hijo, pero esta… esta calidez en su pecho iba más allá de la devoción mutua hacia su hijo. De verdad tenía que contemplar cómo podría sobrevivir si ella fuera arrancada de su lado de forma permanente.
Este incidente, tan desastroso como había sido, le quitó las vendas de los ojos, dejándolo nervioso. Ahora, mientras Edward quitaba el cabello de Bella de su rostro, y miraba cómo el aliento se atoraba en su garganta, sabía también del efecto que él tenía en ella. No había forma de negar la pasión derritiendo sus ojos cafés o la forma en la que sus músculos se tensaban mientras intentaba resistir la influencia de su toque.
Reprimiendo una sonrisa, dejó que sus dedos pasaran por su mandíbula, y una ola de lujuria invadió su estómago. Edward miró las personas a su alrededor, de repente deseando tenerla solo para él. Imaginó que pasaría un buen tiempo antes de que quisiera compartir a esta mujer. Después de todo, ¿qué tan frecuente las personas tenían la oportunidad de conocer a su alma gemela? Y dos veces en la misma vida.
Joder, casi nunca.
Finalmente, todos se despidieron, declarando su sincero amor y devoción antes de salir de la habitación, dejándolos en relativa paz. Sin dudar, Edward se subió a la cama junto a Bella y la acurrucó junto a él, acomodándolos antes de recargarse en las almohadas. Acariciando la piel de su brazo, comenzó lentamente.
—Bella, hay algo que debes saber acerca de este... de este…
Bella movió su cabeza de su hombro, estudiando con curiosidad a Edward. Jugó con el material de su playera, su ceño fruncido mientras lo esperaba para que continuara. Cuando él no habló de inmediato, ella lo animó.
—¿Qué sucede, Edward? Puedes decirme cualquier cosa…
Mordiendo el interior de su mejilla, suspiró pesadamente mientras se encontraba con su mirada.
—¿Tú… recuerdas a la mujer en mi habitación el primer día?
Bella dio un corto asentimiento mientras la amargura se instalaba en su lengua, preparándose para la explicación de Edward. ¿Qué tendría que ver otra mujer con algo? ¿Él la había estado viendo desde que ella llegó a Nueva York? Ante el pensamiento, se alejó de su toque… después de todo lo que había pasado, Bella no podía escuchar algo de tal magnitud.
Edward debió haber entendido la dirección de sus pensamientos porque su agarre en ella se apretó cuando ella quiso alejarse.
—Cariño, no es nada como eso… no he visto a nadie, de cualquier forma, desde que volviste a mi vida.
Gradualmente, Bella se relajó a un costado de Edward, su mano volviendo a su abdomen.
—Oh… entonces, ¿qué tiene que ver ella con…?
Su dedo se deslizó por sus labios para silenciarla mientras encontraba las palabras correctas para explicar lo que Anthony sospechaba.
—Anthony parece pensar… bueno, él estaba revisando algunas viejas fotografías y reconoció al hombre como alguien que está en el equipo de Tamara. No estamos cien por ciento seguros, pero pensé que debería informártelo antes de que alguien más lo hiciera por mí. No quiero que las dudas o algo del pasado se interpongan entre nosotros.
—¿Por qué ella… qué la haría querer hacer algo así, Edward? ¿Qué había entre ustedes? —Bella quiso saber—. No puedo imaginar a una persona haciendo algo como eso a menos de que sintiera que tiene algo que ganar.
Edward se aclaró la garganta, su mirada pasando por la habitación antes de regresar a Bella. ¿Cómo le explicas a tu interés amoroso actual que solías usar abiertamente a alguien más para alivio físico? Esa verdad lo golpeó en el estómago, causando que se moviera incómodo.
—Bella, obviamente por la columna de chismes, sabes de mi extenso pasado con las mujeres desde… desde que me encontré en el medio. No puedo justificar mis acciones, pero fueron deplorables, por ponerlo de algún modo, y mi relación con Tamara fue uno de esos encuentros.
Era cierto. Bella estaba consciente del comportamiento escandaloso de Edward desde que se convirtió en estrella. No era ignorante en ese aspecto, pero eso no hacía que digerir las noticias fuera más cómodo. Poniéndose nerviosa, se alejó un poco.
—¿Tú… ustedes… estaban enamorados?
—Demonios, no. No, nunca… no ha habido nada entre Tamara y yo. Entre nadie, de hecho. —Edward movió el cuello, intentando aliviar la tensión en sus músculos—. Bella, no he tenido deseos de profundizar mi relación con nadie. No lo sé. Creo que inconscientemente una parte de mí siempre estaba esperando…
—¿Esperando qué? —El rostro de Bella se giró hacia su pecho, sus labios pasando por su pecho, maldiciendo en silencio la playera que la separaba de su piel.
La respiración de Bella se aceleró mientras los dedos de Edward se posaban bajo su barbilla y la alentaban a mirarlo.
—En lo profundo… estaba esperándote… quizá no entendía mi renuencia a comprometerme con otra persona… pero nunca me vi queriendo crear una conexión más profunda con nadie.
Bella quería creerle, lo quería, pero un poco de duda se instaló en ella y se rehusó a dejarla ir.
—¿Qué me hace tan diferente de todas las demás? No soy nadie especial…
—Y una mierda —murmuró Edward, mirándola a los ojos—. No hay una parte de ti que sea similar a cualquiera de esas mujeres. De inmediato me arrojaste a la cara el dinero que te ofrecí, más veces de las que puedo contar. Desde que llegaste a Nueva York insististe en forjar tu camino, a pesar de las dificultades de estar en una nueva ciudad. Tienes más fortaleza en tu dedo meñique que la mayoría de las personas en todo el cuerpo. Para responder tu pregunta, todo te hace diferente. Tienes una fuerza que los demás solo sueñan con poseer, y tú eres muy especial para mí.
Los ojos de Bella se nublaron con las lágrimas e, incapaz de sostener su mirada, alejó su barbilla de sus dedos y enterró su rostro en su costado.
—Owwww.
Edward se alejó ante su gemido de dolor cuando su frente vendada rozó contra él. Con suavidad, movió su rostro mientras la examinaba de cerca.
—Cuidado, cariño, necesitaré que sanes rápido…
—¿Oh, sí? —Bella quiso saber, sus pestañas cayendo un poco—. ¿Y por qué es eso?
Una expresión coqueta pasó por su rostro mientras su pulgar pasaba por su labio inferior.
—Qué rápido te olvidas de tu intento por quitarme la ropa.
¿De qué demonios estaba hablando? Bella vagamente recordaba a Edward viniendo a su habitación anoche. Además de un muy corto beso, la memoria de Bella estaba borrosa debido a los efectos de las medicinas que le habían dado.
—No recuerdo tal cosa. Pero, lo que sí recuerdo es que te rehusabas a besarme.
Si no hubiera notado un toque juguetón brillando en sus ojos, él hubiera negado tal cosa, pero su cabeza cayó hacia su hombro, y su risa llenó su habitación.
—Mujer, estabas tratado de quitarme la ropa del cuerpo… supuse que si algo pasaba entre nosotros, te gustaría estar lúcida para el encuentro. Por mi cuenta, te quiero plenamente consciente cuando…
Bella mordió su brazo, lamiendo la sal de su piel.
—¿Cuando tú? ¿Le molestaría continuar, señor Cullen?
—Oh, planeo describir a detalle todo… —Sus palabras se cortaron cuando su mano acunó su mejilla y dirigió su boca hacia la suya. Hambriento, devoró sus labios, todos los pensamientos se fueron de su cabeza mientras su lengua entraba para probarla.
La lengua de Edward se enredó con la suya y Bella le devolvió el beso. Apasionadamente, la mano de Bella fue hacia su cabello, sus dedos tomándolo de las puntas para mantenerlo contra ella. Un deseo que nunca había imaginado cobró vida, desesperándola. Tenía esta sed insaciable, y sin importar cuánto bebiera de la esencia de Edward, Bella no podía satisfacerla.
Justo cuando su dedo se deslizó bajo su playera, un golpe se escuchó en la puerta. Alejando su boca de la de Bella, miró a la figura en la puerta, sus cejas alzándose mientras el doctor soltaba una corta risa.
—Yo no tendría mucha actividad física de inmediato. El daño en las costillas de la señorita Swan tomará unas semanas para sanar.
Avergonzado, Edward se separó de Bella y se puso de pie junto a su cama, su brazo cayendo para esconder el efecto que ella tenía en su cuerpo.
—Lo siento, doc, ella es incorregible.
—¡Edward! —Las mejillas de Bella se encendieron con vergüenza.
Antes de que Bella pudiera continuar, el doctor habló.
—Siempre es lindo ver ese tipo de amor y devoción entre los jóvenes. Es algo raro. Como sea, pensé que quizá estaría ansiosa por volver a casa. Tan pronto como una enfermera traiga los papeles del alta, es libre de irse. Cuide de esta señorita…
—Lo haré, doc —prometió Edward, su mirada nunca dejando a Bella.
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