DISCLAIMER: Nada de esto me pertenece. Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer y la historia a Jgaff. Yo solo me adjudico la traducción.

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Capítulo beteado por Yanina Barboza, beta de Élite Fanfiction (www facebook com/ groups/ elite .fanfiction)


Capítulo 32

Miles de sensaciones pasaron por sus neuronas, dejándola débil y jadeando mientras él besaba su pecho. No había tenido a nadie que tocara su piel… que tuviera su boca en su pecho desde Micah… y eso había sido totalmente diferente. Esto… esto… iba más allá de alimentar a su hijo. Edward la dejaba con un anhelo que la consumía, causando que sus uñas se enterraran en su cuero cabelludo para mantenerlo ahí. Una ola de excitación brotó de su centro mientras él lamía la sensible punta.

Cuando sus labios la liberaron, sus dedos se tensaron, rehusándose a soltar su agarre en él, un gemido de protesta deslizándose entre ellos.

—Por favor, Edward… no…

No llegó a terminar su petición porque una mirada se cruzó con la suya antes de que él cambiara de lado, yendo hacia la otra punta. Su clítoris punzó con fuerza cuando sus largos dedos acariciaron la piel de sus caderas.

Edward estaba perdiendo su lazo con la realidad. La suavidad de su piel, su sabor, sus suaves gemidos lo llevaban a un planeta en donde ellos eran los únicos que existían. Hambriento, él lamió y chupó, la necesidad fluyendo por todo su ser.

Si él no se detenía, mierda.

Estaría perdido por siempre. Incluso aunque sabía esto, llevó su pecho de vuelta a su boca antes de dejarlo libre. Su respiración se aceleró por sus pulmones mientras su control se quebraba, una mano yendo a la base de su garganta, su pulgar acariciando la curvatura mientras sus labios reclamaban los de ella.

Bella tiró de su playera, queriendo sentir la cálida piel mientras su lengua jugaba con la suya. Su boca se separó de la de ella, y él pasó su playera por encima de su cabeza y la arrojó al suelo. Esta vez cuando él volvió por ella, sus manos se deslizaron por sus duros pectorales, dejando que sus uñas acariciaran su piel. Se mordió el labio mientras acariciaba el duro músculo de sus hombros.

—Eres tan jodidamente sexy. Todo acerca de ti… me enciende.

—¿De verdad? —preguntó Edward, mirándola a los ojos. Dios, estaba pasándola mal. Todo lo que quería hacer era cargarla de vuelta a la cama. Quería separar sus suaves muslos y enterrarse profundamente en ella, hasta que fuera difícil decir en dónde terminaba él y comenzaba ella. Necesitado, su mirada pasó por su cuerpo hasta que llegó a sus muslos. Sus fosas nasales se ensancharon mientras estudiaba la casi desnuda piel de su coño. Ya podía ver que usualmente lo mantenía depilado y el fuego atravesó su ser. La frustración lo llenó cuando se dio cuenta de que su cinturilla descansaba alrededor de sus rodillas, manteniendo su hambrienta mirada alejada de donde él la quería. Un gruñido escaló por su garganta, y una perversión que era incapaz de contener salió a la luz.

Bella se estremeció cuando él encontró su mirada, murmurando:

—¿Puedo ver tu coño? Joder, apuesto a que es hermoso y rosado… puedo oler lo mojada que estás y estoy a punto de enloquecer, cariño. Déjame verlo… por favor.

Bella le dio permiso con un ligero movimiento de su barbilla. Maravillada, miró mientras él liberaba los pantalones de su cuerpo, siendo cuidadoso al alzar la pierna enyesada.

—Recuerda… cualquier dolor…

—Uh-huh —susurró, ansiosa de ver lo que Edward tenía en mente. La venda alrededor de su abdomen era lo único que le recordaba que no podía saltar encima de este hombre. Mirando su excitación presionando contra sus jeans, lo señaló y tercamente murmuró—: Tú también.

—Bella.

Una advertencia estaba en su tono y miró cómo su mandíbula se tensaba. Moviendo las pestañas hacia él, dejó que su labio inferior apareciera de nuevo.

—Por favor, ¿por qué no puedo verte yo también?

El corazón de Edward dejó de latir por segundos mientras consideraba rendirse ante sus súplicas. Se estiró y tomó uno de sus mulsos, gentilmente separando sus piernas. Desesperado por probar… demonios, solo el verla era tentador, y a pesar de saber que no era lo mejor, sus dedos fueron al botón de sus jeans. Un hambre quemó sus venas mientras veía el brillo de su humedad en su coño. En otro intento por recuperar la cordura, sus dedos acariciaron el vendaje de sus costillas.

—Bella… tus costillas…

—Edward, creo que protestas demasiado —gruñó Bella, moviéndose con anticipación.

Incluso mientras la preocupación aún lo invadía, Edward se encontró perdiendo la batalla. Riendo ante su elección de palabras, su ceja se alzó mientras sus dedos se quedaban en el cierre.

—Oh, ¿de verdad?

—Sí, señor —murmuró, estudiando la piel que estaba a centímetros de su rostro cuando él finalmente se desabrochó los pantalones—. ¿Sin bóxer, señor Cullen? ¿Va al natural?

De nuevo, su cabeza se echó hacia atrás mientras reía.

—Mujer, he estado cuidando de ti durante dos semanas. Algunas veces, cuando un hombre está a las prisas, las pequeñas cosas no importan.

—Deje de retrasarlo, señor, y baje sus pantalones. —Ella estaba desesperada por tocar esos abdominales adornados por un poco de vello, sentir su fuerza bajo sus dedos, pero en este momento, él estaba demasiado lejos.

Una traviesa sonrisa se posó en los labios de Edward, y él se quedó ahí por un largo minuto, simplemente estudiándola.

—Llámame, papi.

—¿Papi? —preguntó ella, una punzada de sensaciones causando que su abdomen se contrajera. El rubor invadió sus mejillas, nunca hubiera pensado en llamarlo así, pero el deseo que se reflejaba en sus ojos era algo que no podía ignorar. Con modestia fingida, lo estudió, susurrando—. ¿Quieres darme nalgadas, papi?

La lujuria emanaba de cada poro y Edward bajó sus pantalones a sus caderas.

—Oh, joder sí. No tienes idea de cuánto. En otras cuatro semanas, te mostraré qué tanto.

Toda comunicación fue olvidada cuando liberó su polla, la punta yendo a encontrar su ombligo, el líquido pre-seminal era visible. Las manos de Bella se movieron en un gesto de "dámelo", animándolo a acercarse más mientras el aire se escapaba de sus pulmones. Sus labios se abrieron cuando él dio un paso hacia ella, y se lamió los labios secos, impaciente por probarlo.

Una vez más, él intentó detener las cosas que cada vez subían más de tono.

—Bella.

—Iremos lento —dijo fervientemente cuando él se detuvo a centímetros de ella. Se estiró por él, sus dedos atrapando con firmeza su polla. El entusiasmo la invadió cuando él gruñó, su mano yendo hacia su mejilla, su pulgar deslizándose por su labio inferior. Seductoramente, sus labios se abrieron, y dejó que su lengua pasara por su pulgar mientras sus dedos iban por su longitud. Adicta al sabor de la sal en su boca, chupó el dígito con fuerza, dejando la polla de Edward punzando en su agarre.

—Santa mierda, estás volviéndome jodidamente loco. Ahhh… —Edward echó la cabeza hacia atrás mientras la mano de Bella se movía en su polla, sus dedos pasando por la punta, esparciendo el líquido pre-seminal por todos lados.

Bella dejó que su pulgar saliera de su boca, haciendo círculos en la punta con su lengua, amando los sonidos que salían de sus labios. Tan bien como su piel sabía, tenía curiosidad por la carne que pulsaba en su mano. Gentilmente, mordió la punta de su pulgar, su mirada encontrándose con la suya mientras lentamente acariciaba su polla.

—¿Puedo ponerte en mi boca? ¿Puedo besarlo?

—Maldición. —Solo el pensamiento de esos labios cerrándose alrededor de su polla lo dejaba temblando. Sus jodidas rodillas temblaban con el esfuerzo de permanecer de pie y, de forma involuntaria, su cadera embistió hacia delante, queriendo lo que sus palabras prometían—. Por favor, joder… bésalo.

La mirada de Bella cayó hacia su longitud, y su lengua punzó. Tenía una experiencia mínima con los hombres. Demonios, no tenía experiencia con los hombres. El único hombre con el que había estado estaba frente a ella ahora, pero eso fue hacía años. Había una gran probabilidad de decepcionarlo, y la idea la hizo pausar. No quería decepcionarlo.

Dudosa, se inclinó hacia delante, sintiendo una ligera incomodad en sus costillas. Se rehusó a hacer una mueca por miedo a que él se alejara y ella perdiera la oportunidad de hacer esto. Sin dudarlo, él dejaría pasar meses sin dejar que ella lo tocara de nuevo. Su cabeza rozó sus labios, causando que ella jadeara mientras el olor masculino de él la consumía.

Experimentalmente, dejó que la punta de su lengua saliera y pasara por su suave piel. Su respiración entrecortada hizo que la comisura de los labios de Bella se alzara mientras una vez más probaba su sabor con una caricia más de su lengua. Los escalofríos recorrieron la piel de su abdomen y Edward casi estaba jadeando de lujuria. El saber eso la llenaba de confianza y fue con lo que sus instintos le decían, dándole instrucciones para complacer al hombre frente a ella.

Los párpados de Edward se cerraron y, a través de una nube de deseo, vio su lengua pasar por su longitud. Sus dedos se curvaron, los nudillos poniéndose blancos para evitar que se estirara por ella y metiera su polla en su boca. Siseó cuando sus labios se cerraron alrededor de la punta, y ella lo llevó un par de centímetros más adentro, dejando que su longitud se deslizara por su lengua. Movió los dedos mientras rezaba por la fuerza para resistir a lo que quería más.

—Oh… jódeme… mierda. Maldición, cariño, justo así. Tengo… tantas ganas de follar tu boca. Caliente y dulce… mierda.

Mientras más excitado Edward parecía ponerse con ella, más empoderada se sentía, de acuerdo con sus gemidos y ligeras embestidas de sus caderas, se sintió ligeramente sorprendida cuando su polla rozó el fondo de su garganta. Cuando jadeó, nuevamente, sintió un agudo dolor en las costillas, en realidad solo un poco de incomodidad, decidió, llenando su polla de saliva.

Él lucía como si estuviera entre el dolor y el placer, sus apuestas facciones torcidas, sus labios abiertos. Los sonidos que llenaban el baño eran jadeos y siseos, maldiciones susurradas y gemidos. Mientras su polla se deslizaba por su lengua en embestidas rítmicas, Bella gimió cuando él se estiró entre ellos, tomando su pecho, pellizcando la endurecida punta mientras su polla salía de su boca. De inmediato, sus dedos se cerraron alrededor de su longitud; usando la saliva que lo rodeaba, tiró de ella hasta que él estaba embistiendo en su mano.

Edward retorció el pezón entre sus dedos mientras cedía ante el impulso, montando sus dedos cerrados. Imaginando su apretado coño alrededor de su polla, sus ojos se cerraron, y dejó de intentar evitarlo. Cuando los primeros hilos de su liberación pasaron por su sangre, su mirada se posó en sus dulces labios.

—Abre la boca, princesa… ábrela bien y saca la lengua.

Bella ni siquiera lo cuestionó, notando el placer recorriendo su cuerpo, y sin dudar, siguió sus instrucciones, curiosa de ver a dónde iba con esto. Tan pronto como la lengua de Bella apareció, el puño de Edward se cerró sobre sus dedos, haciendo que su mano se apretara más y sus caderas se movieron más rápido hasta que su polla chocó con su lengua.

—Oh, sí, princesa. Mierda… eres tan jodidamente hermosa. Voy a venirme sobre esa rosada lengua —explicó Edward, gruñendo mientras sus bolas se apretaban e hilos de semen salían de su punta. Cuando Bella solo abrió más la boca para aceptar su semilla, un siseo se escuchó por las paredes del baño mientras Edward explotaba con fuerza. Con ojos nublado miró su semen derramarse por su barbilla para caer en su pecho y estaba seguro que nunca había visto algo más sexy. Luego lo tomó por sorpresa cuando en lugar de escupirlo de su lengua, cerró la boca y lo tragó—. La cosa más jodidamente caliente que he visto.

Mientras la lujuria de Edward comenzaba a calmarse un poco, solo un poco, se dio cuenta del estado de Bella. Aunque ella quizá recibió algo de placer de lo que acababa de pasar, aún estaba insatisfecha en ese aspecto. Con eso en mente, Edward liberó su polla del agarre de Bella y se puso de rodillas en el suelo. Con poco esfuerzo, movió el banco hasta que ella fue capaz de recargarse contra la pared.

—Recárgate, princesa, y no te muevas. ¿Entendiste?

Otra punzada de dolor pasó por las costillas de Bella mientras hacía lo que le pidió, pero sus dedos agarrando su trasero y llevándola hacia delante en la banca causaron que cualquier dolor fuera puesto en un agujero negro. Había esperado casi nueve años para experimentar lo que Edward estaba ofreciendo, y no arruinaría este momento por un dolor punzando en sus costillas.

—Relájate contra la pared y no te muevas —murmuró, separando sus muslos y mirando su centro. Su clítoris y labios menores estaban brillando con su excitación y sus fosas nasales se ensancharon mientras su esencia lo invadía. Gentilmente, pasó la punta de su dedo de su muslo a su centro mientras consideraba enterrar el rostro entre sus piernas—. Mierda… qué gran premio… tienes un coño hermoso, princesa. Es todo rosa y huele tan dulce. Será jodidamente delicioso.

Bella jadeó cuando los dedos de Edward pasaron por su clítoris, abriéndola, él se inclinó y pasó su lengua por el sensible botón. Bien, ahora sus costillas dolían, pero aun así ignoró el dolor porque el placer que la recorría era embriagador y no quería que él se detuviera. Un chillido se escapó de sus labios mientras él lamía su clítoris, girando y moviendo el botón, haciéndola querer embestir en su rostro. Dado que moverse no era una opción, enterró sus dedos en su cabello, llevándolo más profundo en su húmedo centro.

Cuando los dedos de Bella lo acercaron más, Edward se enterró en su coño, su lengua apuñalando su canal, gimiendo mientras sus paredes se apretaban alrededor de su lengua. Creó un total desastre en sus delicados pliegues, lamiendo, chupando y sorbiendo. Una y otra vez, penetró su centro antes de chupar su clítoris en su boca, dejando que sus dientes acariciaran su carne. Sus dedos se aferraban a sus muslos mientras se acercaban más a su coño y quitando su lengua, dejó que sus nudillos se deslizaran por su centro.

Suavemente, separó sus pliegues y deslizó la punta de sus dedos en ella, encantado cuando su cuerpo se tensó a su alrededor. Muy lentamente, embistió en ella, gimió cuando su necesidad despertó de nuevo, su polla punzando entre sus piernas.

—Cuando esta mierda termine, princesa… voy a follarte por días. Mejor libera tu agenda porque no te dejaré salir de la cama.

Ignorando la punzante molestia en su costado, ella gimió, su cabeza cayendo contra la pared mientras lo estudiaba.

—Fóllame, Edward… por favor… lo quiero tanto… te necesito.

Edward gimió, nunca había querido nada más en la vida. Embistiendo con un solo dedo en ella, el pulgar de Edward pasó por su clítoris, su piel sintiendo como si estuviera siendo arrancada de su cuerpo mientras intentaba resistirse a ella. Mientras su húmedo canal se ajustaba a su dedo, él añadió otro, embistiendo en ella.

—Santa mierda… te sientes tan jodidamente bien… te quiero alrededor de mi polla… te dije que esto iba a pasar. —La saliva escurría de sus labios mientras la lujuria quemaba en sus venas. Siempre consciente de su estado herido, se inclinó reclamando su boca, su lengua entrando en ella.

Su control estaba temblando y en cualquier minuto iba a enterrar su polla en ella. Intentó mantener un poco de cordura, pero rápidamente se deterioraba con cada movimiento de sus dedos. Queriendo más, su lengua jugó con la suya mientras sus uñas se enterraban en sus hombros, acercándolo más a ella. Rompiendo su beso, su frente se recargó contra su mejilla mientras él movía sus dedos más rápido.

—Vente para mí, princesa, antes de que folle este coño… no puedo ahora… pero mierda, quiero hacerlo.

Mientras decía sus sucios comentarios, Bella sintió las sensaciones crearse en su cuerpo, pidiendo ser liberadas. Pasando sus dedos por su cabello, ella besó su frente mientras sus uñas pasaban por sus músculos, sus uñas apretando con fuerza.

—Sigue hablándome sucio, papi… es tan sexy.

Edward gimió y mordió su cuello, chupando.

—¿Quieres que folle tu coño? Que te incline y me deslice en tu jodido coño. Chuparlo por días… cada jodido día… lo prometo.

Bella no pudo mantenerse quieta por más tiempo mientras sus dedos empujaban más rápido y profundo, sus dedos se enredaron en su cabello y sus caderas se alzaron. Haciendo una mueca de dolor, enterró su rostro en su hombro para que él no se detuviera, pero sus sucias palabras lograron su cometido.

—Aaaaah… oh por… sí, ooooh.

Cuando ella pensó que no podía ser mejor, él la volvió una mentirosa mientras salía de sus brazos y su lengua iba hacia sus pliegues. Hambriento, chupó su coño mientras sus dedos seguían moviéndose dentro de ella. Sus muslos se apretaron alrededor de su cabeza y llevó su coño hacia su boca.

—Oh sí, no te detengas, no… ooohhh, mierda.

El placer la invadió hasta que Bella quedó sentada sobre la banca, sus dedos lentamente acariciando su cabello hasta que él se levantó y la besó de nuevo. Sus dedos salieron de su cuerpo y sus brazos la envolvieron. La barbilla de Edward descansaba en su pecho mientras la miraba a los ojos, y una humedad nublaba sus iris.

—Eres tan hermosa, Bella.

Los ojos de Bella se abrieron para mirar los de Edward. Su corazón se apretó mientras ella esperaba que él hablara. Cuando él lució dudoso, pasó sus dedos por su ceja, dejando que se deslizaran por su mandíbula.

—Me gusta esta barba que tienes. No pensé que pudieras ponerte más sexy, pero esto es caliente.

Edward mordió su labio, reprimiendo la sonrisa que ella inspiraba. El sentimiento estaba quemando un agujero en su pecho y las palabras estaban en la punta de su lengua. Todo lo que tenía que hacer era decirlas. Trazó cada línea de su hermoso rostro antes de que sus labios se abrieran.

—Bella… y-yo… cuando nos conocimos años atrás… nunca imaginé que podría amar a alguien tanto como te amaba en ese entonces… pero ahora… si es posible, te amo mucho más.

Una ola de emoción la invadió mientras miraba sus ojos. Sin quererlo, una lágrima se deslizó de su ojo y resbaló por su mejilla.

—Te amo tanto, Edward. No creo que alguna vez haya dejado de hacerlo.

Su nariz y sienes punzaron. Para su sorpresa, por segunda o quizá tercera vez, las lágrimas llegaron a sus ojos. No intentó esconder el efecto que las palabras de Bella tenían en él, dejando que las lágrimas cayeran libres.

—Joder, te amo tanto.


Feliz día de San Valentín :)

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