Aún aquí
Siempre se había considerado un tipo sencillo.
Un tipo sencillo, con deseos sencillos.
A pesar de lo dado que era para el alarde, la verdad que es disfrutaba de las cosas más bien simples: una buena caminata en un suburbio desconocido, una cerveza helada en algún pequeño bar, el reencuentro con una cara conocida en una calle cualquiera, en un lugar inhóspito, desde una luminosa calle sobre la plataforma del sector siete de Midgar, o hasta las áridas estepas de Corel… No importaba donde. Amaba encontrar aquellos signos amistosos en los lugares más improbables, como guiño del universo hacia él.
No es que todo lo que tenía que ver con cosas heroicas no le había llenado el pecho de emoción y la cabeza de ilusiones, pero había algo en él, algo , que siempre había buscado lo sencillo, y ese algo en su alma orbitaba sobre un deseo que nada tenía que ver con ser un héroe mundialmente reconocido. Quizá era por eso que hubo disfrutado tanto de sus charlas con Angeal más que con ningún otro compañero. Quizá era ese algo que había reconocido a un similar la primera vez que puso sus ojos en Cloud. Quizá por ese algo había hecho que se hubiera quedado prendado irremediablemente a una simple chica a la que le gustaban las flores.
Tuvo que haberlo sospechado, se dijo más de una vez. Había salido de su pueblo natal para buscar la grandeza, cuando lo que buscaba en realidad, era algo más grande que él, más grande que todo el mundo, el universo completo. ¡Y vaya que lo había encontrado!
Y ahora que había llegado al final, tan de pronto, no supo que hacer consigo mismo.
Habría jurado que era un sujeto sencillo, con deseos sencillos, en serio que sí. Pero cuando se miró por primera vez en el espejo después de tanto, tanto tiempo, se encontró que se había transformado en más, mucho más…
Y no estaba seguro si eso le gustaba.
Intentó sonreír, como lo hacía antes, pero se dio cuenta que se sintió diferente. Era como si parte de él había explotado en millones de pedazos y se transformó en polvo girando en torno a lo que quedaba de él. Estaba completo, nada faltaba allí, ni una partícula, pero todo estaba revuelto, todas aquellas minúsculas piezas buscando desesperadamente un lugar donde encajar, para transformarlo en otra versión de si mismo. ¿Una versión mejor? ¿Una versión peor? Eso depende de cómo lo sacudirían, como si se tratase de un caleidoscopio, y de pronto él era una persona diferente a cada sacudida, una versión diferente cada vez, pero nunca el mismo, nunca el primero.
Se preguntó si lo vería otra vez algún día o sino, al menos, podría permanecer de una misma forma el tiempo suficiente que le permitiera vivir una vida normal.
Solo había pensado en una cosa durante aquellos solitarios meses de laboriosa fuga y eso lo había mantenido resuelto, determinado y fuerte: Vivir. Y cuando las circunstancias dejaron de apretarlo, y él en efecto estaba viviendo , él solo se soltó por todos lados y, de pronto, ya no tenía la forma del Zack Fair que él conocía.
Se preguntó si esto sería temporal, y si lo era, cuanto duraría, solo para darse cuenta inmediatamente después de que era una pregunta estúpida. Entonces, en cambio, se preguntó si el sería capaz de seguir haciendo esto… todo, lo que fuera que había estado haciendo consigo mismo. Dioses, él estaba tan cansado.
Pero lo había logrado ¿no? Había logrado escapar y él ahora era libre. Había tenido tantos planes...
Pero una vez que dejó a Cloud a salvo en un lugar seguro, él entonces no supo que hacer.
Una ducha seria agradable , su mente había sugerido amablemente, tan practica como había sido en el último tiempo, siempre atenta a los pequeños comienzos.
Sí, quizás dejar de oler como un jabalí muerto era un buen plan de inicio.
Su cuerpo había sanado rápidamente, más rápidamente de lo que solía hacerlo de antaño cuando solo era un SOLDADO, y eso por alguna razón eso le molestó.
No es que no le viera el lado agradable de sanar del indescriptible dolor de ser acribillado por toda una infantería determinada a transformarlo en un colador, pero algo en él se negaba a mostrarse agradecido por ello, porque eso significaba verle el lado bueno el sido haber encarcelado y torturado por un loco durante los últimos cuatro años y definitivamente él se negaba a seguir pensando en eso.
Y entonces, él se vería aparentemente en su forma, con todas las piezas en su lugar como el resto de las personas que en aquellos momentos se paseaban por los suburbios del sector cinco y podía fingir que nada había pasado, y él podía seguir siendo ese sujeto sencillo, con deseos sencillos.
Pero eso no duraría mucho, porque sabía que daría un paso, y él solo se desarmaría de vuelta.
Y cuando eso sucediera él apretaría aquellas cartas que habían guardado bajo su pechera, llevándolas más cerca de su corazón tanto figurada como literalmente; aquellas que habían releído una y otra vez, para darse valor, para encontrar al hombre que había sido a través de los ojos de la persona a la cual siempre se vería reflejado como alguien simplemente mejor ¡Oh, y que dulce sensación sería! Como todas sus piezas se juntaban en un suave soplo y él era hecho nuevamente a su propia imagen, como si hubiese retrocedido en el tiempo. Como si nada hubiese pasado, y que ése solo era un días mas de aquellos cuando se escabullía, entre risitas de placer y expectación, desde el cuartel general de ShinRa para ir nuevamente en aquella iglesia perdida en los suburbios.
Pero entonces otro segundo pasaba, y se recordaba que habían pasado cuatro años, y que en realidad ya no sabía qué reflejo encontraría sobre aquellos ojos con los que sorpresivamente se quedaba soñando en los momentos mas inesperados.
Había pensado tantas veces en ella; en lo que haría cuando la viera, en lo que le diría, y había imaginado su sonrisa tan abierta, tan sincera y en cómo se vería el color de sus ojos a la luz de la mañana, como la primera vez que la había visto, y en su piel brillante y suave, y mentiría si dijera que sus pensamientos con respecto a ello se mantuvieron estrictamente puros, pero había estado tan alejado, tan demasiado ensimismado en no morir que no había lugar para la vergüenza. Le había ayudado a sobrevivir después de todo. Un hombre persiguiendo sus instintos mas básicos, eso era.
Y aunque sabía que ya no sería el mismo nunca más, el luchó por encontrarse, en lucir como si mismo porque así era como lucia el Zack que ella había conocido hace cinco años y con el que ella había querido pasar su tiempo, y que lo partiera un rayo si no le aterraba que ella lo desconociera y simplemente le cerraba la puerta en la cara.
No, se corrigió, ella jamás haría eso. Era demasiado amable para hacer eso. Probablemente le sonreiría con su maravillosa sonrisa de margaritas y le daría 5 gil para que se comprase un plato de comida, y procedería a mostrarle el refugio más cercano donde las personas sin hogar pueden pasar la noche, como una buena ciudadana.
Quizá fue por eso que conservó su uniforme de SOLDADO, incluso su espada, a riesgo de que cualquier soldado de ShinRa lo reconociese. Si había una posibilidad que un soldado raso cualquiera pudiera reconocerlo en sus ropas ¿Cuánto más Aerith?
Aerith...
Su nombre opacó todo lo demás apenas puso un pie en Midgar, inlcuso cuando sabia que aun quedaba buscar un lugar donde poner a salvo a Cloud, asociado a un ansia que superó su cansancio, su sed y su hambre, y tuvo que echar a mano toda su fuerza de voluntad para no salir corriendo de forma instintiva hasta donde estaba ella. En cambio, respiró hondo y canalizó toda esa energia en sus prioridades inmediatas porque, afortunadamente, seguía siendo un chico bueno y responsable.
Pero a juzgar por como echado a correr para llegar hasta alli, sin desperdiciar ni un minuto, pensando que si no lo habia su pecho estallaria como una bomba, no habia esperado en absoluto encontrarse allí -finalmente ¡Finalmente!-, solo para sentir que se desarmaba nuevamente.
Su añoranza por ella lo ha arrastrado por medio mundo solo para verla aunque fuera una vez más. Y ahí estaba, a un paso.
Un solo paso…
No sabía que decir.
¿Qué hacia allí en realidad?
Zack comenzó a entrar en pánico.
Ni si quiera la tenía en frente y ya estaba sin palabras.
¿Debería disculparse por ausencia primero?
¿O debería saludarla como si nada había pasado?
¿Quizá debió haberse vendido a algún don por unas horas para tener unos cuantos giles para comprarle un regalo?
¿Debería dar media vuelta y salir corriendo?
Tenía tantas ganas de verla que incluso, desarmado y todo, sus pies se las habían arreglado para llevarlo hasta las mismísimas puertas de aquella iglesia perdida en los suburbios del sector 5, incluso cuando aún no sabía que consigo mismo, y ahora... ¿Y ahora qué? Oh, definitivamente tenía tantas ganas de entrar en pánico…
Y entonces, mientras su mente giraba en desesperados círculos (y su cuerpo caminaba de un lado a otro para seguirle el amén), la realización vino a él.
Él se detuvo, mirando aquel enorme umbral que tanto había anhelado ver de antaño, por un asombroso segundo.
Él, Zack Fair estaba allí. Desarmado, sin una ducha decente, un poco intoxicado de mako, y probablemente con secuelas psiquiátricas que le llevaría años de terapia, pero allí estaba.
Había vuelto, tal y como prometió.
Estoy de vuelta.
Y sus ganas de verla ha sido siempre más que sus temores. ¿Que eran unos cuantos años perdidos? ¡Nada, si habia amor!
Amor...
Por alguna misteriosa razón, a Zack nunca se le pasó por la cabeza estar enamorado de Aerith, incluso cuando muchos lo apuntaron y él mismo no había pensado mucho en ello, sin esperar nada a cambio, y solo se había dedicado a disfrutar de su relación con ella. Había sido un tipo sencillo, después de todo...
¿Cómo iba a imaginarse que lo que sintió, lo que sentía ahora por ella se trasformaría en algo tan ... tan…?
Pero allí estaba.
Y su corazón se hinchó de una emoción que le hizo sentir como a él mismo, como el de antes, y ya nada más importaba. Si era amor o no, eran solo detalles semanticos. Nada cambiaba el hecho de que siempre tenía ganas de verla, y eso no había cambiado ni un poco, ni una vez, ni antes, ni ahora, ni en todos estos años.
De alguna formara, siempre había estado allí.
Y tener ganas de verla siempre le había hecho sonreír de expectación.
Aun estoy aquí...
Y cuando la viera, el dolor y la tristeza se irían como siempre cuando habia recibido su abrazo, y sus ojos, y su calor...
Zack miró las puertas, como si detrás de ellas se escondieran la verdad que estaba deseoso de encontrar.
Y cuando la viera, él estaría completo una vez más, porque ella siempre había tenido ese poder para hacerlo sentir vivo en su propia carne.
Oh…
Y él la abrazaría, y probablemente la besaría, a riesgo de llevarse un golpe por su atrevimiento, pero él no se arrepentiría de su acto egoísta, porque simplemente se moría de ganas de estar lleno de ella otra vez. Había pasado mucho tiempo arrepintiéndose de no haberse atrevido a dar ese paso, siempre postergándolo, cuando tuviese valor, más adelante, cuando pensaba que tenía todo el tiempo del mundo por delante y podía darse el lujo de dejar que el flujo de las circunstancias lo sorprendieran, a ver en qué resultaban.
Pero ya no… decidió que ya no le gustaban las sorpresas. Ni un poco.
Pero ahora, estoy de vuelta.
Zack tomó con ambas manos las enormes manillas de las destartaladas puertas de la iglesia. Listo, una vez más.
¡Estoy de vuelta!
Y cuando la viera, todo estaría bien.
Zack presionó, y abrió las puertas a su destino.
¿Muy cursi? Jajaja
