Un estado inconsciente del cual ya parecía ser costumbre en esos días… tenues gritos tan breves como si de simples instancias de horror en mis sueños se tratase, desvaneciéndose de la misma abrupta manera con la que emergían; me observaba a mí mismo de pie cuando era niño, con mi rostro iluminado por las llamas de mi hogar, mientras qué, en lo que duraba un pestañeo, mi sádica imaginación hacía aparecer los gritos de mi padre y madre daban antes de su muerte.

Volvía a la realidad, no era capaz de dilucidar si aquello en verdad lo era, o si se trataba de otro sueño.

Veía a Hina, observándome, me encontraba dentro de un vehículo, acostado sobre mantas en el espacio trasero, mientras que los constantes movimientos junto con el sonido del motor acelerando señalaban el apuro, a la par que apenas y lograba identificar a Yuta manejándolo.

Su rostro en mis sueños era más joven, más las dolidas y preocupadas facciones se mantenían conforme volvía a abrir mis ojos entre aquellos leves lapsos de conciencia, volviendo a ver su encanecida cabellera y las arrugas que el tiempo había dado en su piel; sentía como me intentaba mantener quieto ante los bruscos zarandeos debido a algunos baches en el camino.

Luego de ello mi percepción del tiempo se perdió completamente; los sucesos que transcurrieron antes, junto con la aparición de aquel Riolu seguían dominando mi débil mente, junto con las pesadillas de siempre, hasta finalmente perderme en la oscuridad.

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Una tenue luz fue la primera en hacerme despertar; no sabía cuánto tiempo había pasado, ni siquiera donde estaba, más la comodidad de mi cama se volvió indiscutible luego de un tiempo, como si el descanso de una incesante cadena de torturas se sintiera en mi ahora agradecido cuerpo.

Mis ojos tardaron en enfocarse a mi alrededor, incluso eso fallaba para aquel entonces.

Hey… —El susurro de Yuta fue lo primero que escuché, logré verlo, sonriente y con ceño fruncido, preocupado, sentado a los pies de mi cama; Hina estaba sentada a mi lado, con una dolida mirada.

Sentía las vendas en mi cara y cabeza, aunque era lo único que era capaz de sentir para ese entonces a decir verdad… y no movería mis brazos y piernas para comprobarlo.

Hina, sin decir una sola palabra y con la tristeza contenida en su rostro, solo podía intentar alzar su mano con tal de acariciar mi rostro, más incluso esta se contuvo ante el propio estado en el que me encontraba.

Ni siquiera sabía cómo habían logrado llegar a mí, para aquel entonces aquello era lo último que se cruzaba en mi mente, las heridas que mi cuerpo tenía para aquel momento, o el darme cuenta que mis sentidos estaban adormecidos desde el cuello para abajo, todo aquello parecía pasar a segundo plano, solo había una cosa que necesitaba decir a toda costa, pudiendo al menos mover mis labios para ello, mientras que finalmente otra nueva lágrima volvía a nacer de mis ojos.

P-Perdónenme… — mi rostro era incapaz de demostrar emociones ante los medicamentos que adormecían mis músculos, más la única lágrima junto con aquellas palabras, demostraban finalmente de una manera aún más cruda toda la impotencia que dentro de mí se contenía bajo mi fría voz.

Hina solo apretaba sus labios, mientras que incluso Yuta adoptaba facciones más dolidas mientras se preocupaban ante lo que podría significar el que dijera aquello; hasta finalmente volver a cerrar mis ojos.

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No hubo sueños… como si de un pestañeo se tratase tan pronto había perdido la conciencia para suerte de mi mente y descanso, mis ojos volverían a abrirse con mayor energía.

El ambiente había cambiado por completo. Reconocía la luz del sol de la mañana entrando por la pequeña ventana a un lado de la puerta, más el constante sonido del agua de la llave abierta en el baño me daba a entender que alguien seguía en mi hogar.

Solo pude fruncir el ceño a la par que cerraba con brusquedad mis ojos tan pronto intenté mover mis brazos, acostumbrado al acto tras esperar la consecuencia de aquellos simples movimientos en mi maltrecho cuerpo.

Solo para después exaltarme y abrir mis ojos sorprendidos, una vez que notaba que el dolor, a pesar de aún existir, era increíblemente menor al de antaño.

Ni siquiera yo me lo creía, aún dudando de la realidad, lentamente y con cuidado intentaba sentarme en mi cama.

Apenas y los podía considerar como fuertes pero soportables pellizcos, incomparables a lo que antes se sentía como si literalmente me enterraran agujas en la piel.

Me veía las manos, mis brazos completamente vendados al igual que mi estómago. Aún para entonces seguía temiendo, la experiencia había sido tan traumática y reciente que incluso para ese entonces no me acostumbraba a no sentir tanto dolor.

Lentamente cerraba mis puños, intentando forzar con calma y temiendo por cualquier señal que mi cuerpo lanzara en consecuencia, tensando mis músculos de a poco lo más que podía con tal de percibir mis límites.

Estaba completamente atónito… si bien no estaba recuperado, el dolor era incluso menor a cuando me atacaron los ladrones en el centro de repartos.

Mis piernas fueron las siguientes en ser puestas a prueba, más la sorpresa y alivio de que mis manos y torso respondieran me dieron la confianza de no ser tan cauteloso con ellas, viendo con alivio que lo mismo ocurría tras sentarme en mi cama.

Desde mi pecho hasta mis tobillos, la mayor parte de mi cuerpo se encontraba vendado, más conforme pasaban los segundos y el sonido proveniente del baño continuaba, lentamente comenzaba a caer en cuenta de lo que implicaba el hecho de que mi cuerpo se encontrara tan recuperado. Solo pude llevarme la palma hacia mi frente con arrepentimiento ante lo que, sabía, había ocurrido.

El sonido de la llave del lavamanos del baño cerrándose volvió a congelarme de momento, no sabía cómo reaccionar, más mi cuerpo estático y mirada temerosa fue lo único que se mantuvo una vez que finalmente veía a Hina salir del baño.

Su mirada decaída fue lo primero que noté, desconectada de todo, cargando unos pequeños pocillos de medicinas que al parecer estaba lavando. Su desesperanza era palpable, incluso para mí, el hecho de que pasaran tantos segundos antes de que se animara a levantar la mirada con tal de ver dónde me encontraba yo, era suficiente para reconocer su estado mental para aquel entonces…

Mas solo cuando finalmente me vio… fue cuando su rostro palideció en su totalidad.

El sonido de los frascos cayéndose y quebrándose estrepitosamente solo fue la primera consecuencia, las lágrimas brotaron sin control, más su rostro aún estaba paralizado… a excepción de su boca que poco a poco se abría de manera desconsolada conforme dejaba escapar de vez en cuando algún gemido incontenible ante lo que sus ojos veían.

Se acercaba titubeante, como si todo el peso mental que cargó en su momento finalmente se retirase, dejando como resultado un alivio a la par que agotamiento tal, que ni siquiera sus piernas respondían del todo.

Tras finalmente llegar lo suficientemente cerca de mí, sus piernas no lo soportarían más, mientras intentaba temerosamente volver a tocar mi rostro, mis facciones no tardarían en demostrar la misma pena, conforme Hina, lejos de demostrar ira o felicidad, solo podía arrodillarse a mi lado a la par que me abrazaba con las pocas fuerzas que le quedaban, apoyando su cabeza en mi pecho conforme incluso yo era capaz de sentir sus lágrimas mojando las vendas.

Solo pude abrazarla de igual manera, no sería capaz de decir alguna palabra con tal de mejorar la situación, no existían.

T-Tu corazón casi no latía… —Entre sollozos, las tenues palabras de Hina emergían, sin esta querer despegarse de mí, mientras que mis dedos aferrándome a su espalda se contraían un poco más al escucharlas —Pensaba que nunca más te ibas a levantar —Tras esas palabras, solo le siguió un constante y bajo hipeo, mezclado con temblores que solo me hacían lamentar más la situación a la que había llegado todo, no pasó mucho antes de que intentara calmarla.

Pero ya pasó lo peor, Hina… realmente me siento mucho mejor ahora —Mientras hablaba, empezaba a ver mi mano, volviendo a sentir como el dolor al tensar mis músculos era minúsculo en comparación a antaño, empezando a esbozar una agradecida sonrisa —Eres increí- —Mi voz se detuvo tan pronto Hina se volvió a poner de pie nuevamente.

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Y esta me abofeteara en el acto.

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No había sido con todas sus fuerzas… yo conocía bien sus límites para aquel entonces, más mi rostro impactado no se había enmudecido o paralizado por el dolor, sino por las emociones palpables que aquel acto causó.

El rostro de Hina estaba enrojecido por las lágrimas, más estas no se contenían aún con la pertinente molestia mezclada con la pena que sus facciones transmitían, solo pude girar mi rostro hacia ella, sin poder decir una sola palabra.

—Tú… —Hina jadeaba por la acumulación de emociones —No tienes idea de qué fue "lo peor" —Susurraba, como si su propio deseo de gritarme se contuviera con mi condición actual, más no paso mucho antes de que su tono volviera a alzarse.

—Yuta recibió una llamada durante el trabajo, del centro de policía de la capital —Hina parecía desahogarse —Diciendo que un tal "Ryo Kurogane" estaba siendo investigado por sospecha de asalto y robo luego de que encontraran a un comerciante que justamente había sido acusado por ti como estafador y lo encontraran desmayado con restos de drogas que curiosamente tú habías pasado a retirar a la ciudad —Mi ceño se fruncía de manera leve, extrañado en parte por la información que decía la mujer —Dijeron que habían robado toda su mercadería y te estaban buscando para interrogarte —La respiración e ira de Hina empezaba a aumentar — Y yo… con el corazón a mil por hora, alquilamos con Yuta el único y más caro camión de la central que quedaba a esas horas y partimos a buscarte ¡¿Y qué me encuentro?! —Hina empezaba a gritar, aún en lágrimas —¡A ti, con dos balas metidas en un cuerpo que con suerte tiene partes sin moretones o sangre en su piel, con tres tipos encima tuyo y quien sabe que más te hubieran hecho si no llegábamos! ¡O si no me hubiera dado siquiera cuenta de que te habíamos adelantado! —Malos recuerdos de aquella noche volvían a mi memoria, el sonido de aquel camión pasando por la carretera empezaba a resonar en mi cabeza.

Hina solo pudo bajar la cabeza, sus hombros temblaban, solo una situación como esa podía dejarla así de vulnerable, a diferencia de todas las veces en las que la había visto soportar el sin fin de problemas por el que pasamos desde que mis padres murieron.

Ni siquiera intenté ver si mis piernas serían capaces de responder a ese grado, y no fue necesario, mis manos volviendo a rodear a Hina fue suficiente para mostrarme de pie al lado de ella; solo pudo volver a apoyar su cabeza por debajo de mi cuello, antes de que yo me aferrara a ella con pena de igual manera.

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Sabía que aún existían cosas que Hina desconocía sobre lo que me había ocurrido en la capital, más aquello no era importante en ese momento; solo cuando pasaron varios minutos antes de que el llanto de la mujer disminuyera, fue cuando Hina y yo solamente nos sentamos en la cama, con la pertinente tristeza aún presente, más las lágrimas finalmente parecían haber cesado.

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Mi principal temor radicaba en los últimos momentos de consciencia que tuve antes de despertar, reconocí que Hina me había encontrado, más la ignorancia de lo que había ocurrido después solo pudo acrecentar mi temor, a pesar de que todo aquello ya hubiera pasado.

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Tan pronto Hina había sacado a un costado al matón que estaba encima de mí, su adolorido grito solo acrecentaba su ira, mientras que sus otros compañeros apenas se dieron cuenta al seguir intentando encontrar algo de valor en mi mochila, más tan pronto la mujer hizo acto de presencia, no pasó mucho antes de que estos sacaran cuchillos de sus bolsillos en señal de atacar…

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Y el sonido de la escopeta cargada de Yuta fuera lo siguiente en paralizarlos.

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—Muy bien, ustedes tres… —El temple de Yuta era completamente diferente al de Hina, no demostraría la misma ira o descontrol causado por mi condición a como fue con Hina, aunque por dentro sí quisiera—Están dejando que su estúpido impulso y enanismo mental los haga cometer algo de lo que se terminarán arrepintiendo —La presencia de Yuta no tenía comparación, ni siquiera se daba a la oportunidad de pensar que titubearía en dispararle a aquellas personas, al grado de que estas no tardaron en dejar caer sus cuchillos poco segundos después de aquellas palabras.

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—Yuta los mantuvo vigilados hasta el último momento en que nos fuimos contigo —Hina, aún cabizbaja pero más recompuesta que en antaño, finalmente terminaba de explicar que había ocurrido tan pronto yo le conté lo que realmente me pasó en la capital.

—¿Cómo siquiera pensaste que podría terminar bien un plan así? —La molestia de Hina volvía, más no tan intensa como antes, volviendo a levantar su mirada con preocupación —No sabes lo peligroso que son ese tipo de personas, Ryo —Reconoció la mujer, a la par que yo solamente suspiraba.

—Aunque creo que ya me hice una idea —Dije, lamentado, sin embargo, conforme nuevos segundos de silencio aparecían, mi rostro volvió a exaltarse luego de recordar aquello que había parecido desaparecer de mis recuerdos ante todo lo acontecido.

—El pokémon que estaba conmigo cuando me encontraron… ¿M-Murió? —Al no verlo, no había tardado en suponer lo peor, a lo que Hina únicamente comenzó a fruncir su ceño con leve molestia hacia mí, no pasando mucho hasta que esta de igual manera terminara por lanzar un breve suspiro, antes de levantarse.

—Cuando vimos que lo tenías en tus brazos no sabíamos cómo actuar… pero tú fuiste mi primera preocupación en un principio, no pude darme el lujo de ayudarlo, debes comprenderme, estabas muy mal —Conforme Hina hablaba, mi desánimo continuaba, aceptando que el Riolu no habría sido capaz de sobrevivir por mucho tiempo más sin atención médica.

—Solo lo pude ver cuando llegamos aquí —Fueron las palabras que finalmente hicieron abrir mis ojos en el acto, al mismo tiempo que Hina se agachaba a los pies de mi cama.

No era necesario intuirlo siquiera, me levanté acelerado, tan así que un breve pinchazo volvió a sentirse en mi cuerpo al no estar del todo recuperado, más no era importante para mí en aquel momento.

No lo había visto; en el suelo, sobre una almohada y varias mantas, el cuerpo inconsciente del Riolu reposaba sin más.

—¿C-Cómo lo logras-? —Empezaba a preguntar incrédulo, sin embargo, Hina volvía a hablar.

—Solo han pasado cinco días desde que los trajimos, Ryo… su cuerpo estaba mucho más débil y desnutrido que el tuyo, una bala debió haberle destruido todos sus órganos como mínimo —Replicaba Hina —Pero la verdad es que desconozco mucho lo que puede soportar este pequeño —Incluso la mujer alzaba la mano y acariciaba la frente del pequeño pokémon —Les di lo mejor que tenía a ambos… —Reconoció.

—¡¿Cinco días?! —Mi rostro volvía a adoptar incrédulas y más confiadas facciones, al mismo tiempo que empezaba a calmarme luego de verificar la respiración tranquila del Riolu, no pasando mucho antes de que empezara a ver nuevamente mis manos —La verdad hubieras empezado con eso en un principio, realmente es increíble lo mejor que me siento —Reconocí al mismo tiempo que volvía a verme las manos y tensaba mis músculos sin dolor aparente…

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Claro… hasta que el puño de Hina volviera a aterrizar de lleno en mi cabeza una vez que esta volviera a levantarse.

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Solo pude encorvarme adolorido, mientras que Hina ahora volvía a adoptar su clásica encabronada actitud.

—¡No quería malgastarlo sabiendo que te volverías a levantar al día siguiente! Hoy en día heridas como estas se pueden recuperar mucho más rápido, ¡Pero necesitas quedarte en cama por lo menos una semana, tarado! —Declaró la que parecía haber olvidado el mantener su compostura y fuerza hacia mí.

¿P-Por qué siempre tiene que ser en la cabeza? —Con lágrimas lastimosas, solamente pude susurrar a la par que me sobaba; Hina únicamente pudo lanzar un último suspiro pidiendo paciencia, descargando así su última preocupación, incluso para ella estaba claro el que, si bien no estaba completamente recuperado, si estaba mucho mejor.

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—Puedes moverte y caminar, pero no te sobre esfuerces —Minutos después, acompañaba a Hina conforme esta finalmente se disponía a regresar a su casa —Te dejé unas pastillas que te tienes que tomar en unas horas más y en la noche, también dejé antibióticos para el pokémon, las porciones las dejé escritas en una caja, se lo debes dar con una jeringa de a poco —A Hina no se le escapaba ningún detalle, incluso después de eso seguía hablándome de los cuidados que debía tener, y aunque fuera repetitivo, no arriesgaría mi cabeza una segunda vez deteniéndola.

—¿Sora está mejor? —Fue lo último que pregunté tan pronto asentí a lo que Hina comentó.

—Se recuperó ayer, la fiebre bajó tan pronto le di las medicinas que trajiste, no te preocupes por eso, ahora está igual que tú, lo único que quiere es salir a ver el pokémon que trajiste —Dijo con una simple carcajada, Hina, acompañada con una mía de igual manera, más aquello no tardó en formar facciones un tanto más preocupadas, conforme me giraba nuevamente a ver al Riolu.

—¿Tienes pensado que vas a hacer con él? —Preguntó la mujer.

—No es algo que deba decidir yo… no sé qué vaya a pasar cuando despierte —Reconocí con seriedad, antes de volver a girarme hacia Hina.

—Habrá que ver qué es lo que ocurre, aunque, eso sí y antes de que se me olvide —Hina me extraña, luego de que la misma extienda su mano hacia algo que estaba apoyado en la pared desde afuera de mi casa, no habiéndome percatado de lo mismo.

—No quiero pensar lo peor, pero ahora que estás mejor sé que te podrás encargar si intenta hacerte algo —Dijo la mujer, antes de alzar una larga vara de madera pulida, de un grosor de unos dos centímetros y medio, y un largo de casi dos metros.

Me sorprendí de manera leve luego de volver a ver aquello, un arma sencilla pero eficaz que Yuta me había regalado y enseñado a usar hacía años, hecha de un tipo de madera muy raro y resistente a la par que manejable.

—Nunca creí que volvería a ver esta cosa —Reconocí con una tenue carcajada nostálgica.

—Si le quiebras una costilla sin querer a alguien que intenta robar, no esperes que el alcalde dejara tranquilo a Yuta a menos que te lo quitara… ya sabes cómo es la ley —Dijo la mujer con otra tenue risa —Espero que sepas controlarla un poco mejor ahora… no quiero dejarte solo, pero debo volver a la tienda si espero poder recuperarme de todos los gastos —Mi apenado y lastimado rostro volvía de manera tenue al escuchar aquello, más Hina solo pudo volver a darme un abrazo.

Volverás a salir… ¿No es verdad? —Preguntó en voz baja la mujer aún con su cara apoyada en mi pecho, más el propio hecho de no responder servía como respuesta en sí, trayendo consigo únicamente un nuevo suspiro por parte de Hina.

Realmente no tienes compasión con el corazón de esta vieja… —Reconoció finalmente, antes de apartarse, apretar mi hombro con cariño y retirarse con calma y leve desánimo de mi hogar.

Hubo un breve lapso de silencio luego de que Hina se perdiera en la distancia; veía las calles, aún era demasiado temprano como para ver las primeras señales de gente en ellas.

Tan pronto volvía a entrar junto con la vara, miré otra vez al Riolu con duda y preocupación, para luego dejar el arma a un lado y empezar a buscar todo lo que necesitaba para salir.

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Tan pronto me vestí, apenas las vendas sobresalían de mi polera, el resto estaba cubierto por mis pantalones y chaqueta; cuando llegué finalmente al centro del pueblo, nunca había agradecido tanto el poder dar algo tan simple como una caminata sin tener que acostumbrarme al dolor.

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La única biblioteca del pueblo… cerca del pequeño colegio, si es que se la podía llamar así, la cantidad de libros que aportaba era menor a lo básico, más sabía que la información que quería conocer si se encontraría entre su limitado repertorio, era algo básico, incluso para encontrarlo ahí.

Llegué al mismo momento en el que la abrían; el dueño, un adulto de no más de unos cincuenta años, al igual que muchos trabajadores de Hotaru, me conocía lo suficiente como para saludarme amistosamente tan pronto entré, a ese punto las caras ya eran más que una costumbre en aquel pequeño pueblo, aún más si diariamente tenía que verlas durante los repartos.

Tras preguntar por algún libro que me necesitaba, no tardaron en indicarme uno, con el permiso correspondiente y la ya habida confianza, pude llevármelo a mi hogar por unos días. Era antiguo, de eso no cabía duda, el grosor y tamaño solo mostraban la masiva cantidad de información que había en él, más aun así sentía qué, para lo que era, mostraba bastante poco.

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Nada había cambiado una vez que la puerta de mi hogar volvió a abrirse, más incluso yo sentía la extrañeza al no seguir siendo el único en el lugar, nacido de la costumbre de la soledad, aquel Riolu continuaba recostado boca arriba, y mientras pudiera seguir viéndolo respirar, no me preocuparía más de lo que era debido. Sin embargo, una parte de mi titubeó tan pronto crucé la puerta, mirando de reojo la vara que Hina me había dejado, solo pude desviar mi mirada nuevamente hacia el Riolu por unos cuantos segundos, teniendo intención de llevar el arma conmigo, más únicamente dudé y me retracté a poco de hacerlo, suspirando un poco desanimado.

Tan pronto guardé mi chaqueta, dejé el libro con cuidado en la pequeña mesa, quedándome delante de este en silencio por unos cuantos segundos. Algo en mí pedía tener un mínimo de respuestas; sabía lo básico respecto a la historia que la humanidad había pasado con los pokémon, sus más grandes confrontaciones en las principales regiones del mundo, los maltratos y usos que les daban para sacar provecho de su energía.

No era alguien acostumbrado a ver pokémon con normalidad, apenas los Starly eran los únicos que se acercaban lo suficiente a mi casa como para reconocerlos, el resto se ocultaba de la vista de los humanos, y tampoco estaba interesado en buscarlos hasta ahora.

Más algo seguía haciendo ruido en mi cabeza… vestigios del encuentro con aquellos hombres que me atacaron por sorpresa, cuando dispararon y le dieron al Riolu, la ira de la voz del líder era completamente desproporcional a lo que había ocurrido, para aquel punto no recordaba cuales habían sido sus palabras, más el tono y su voz quebrada incluso ante mis borrosos recuerdos, aunque solo hubiera sido una posibilidad, me negaba a descartarla ante lo que significaba… ya que en su voz no solo sentí ira…

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Sino también… miedo.

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Aquello era lo que me preocupaba, el que no se lo hubieran llevado implicaba que solo vivo les servía, más aquella sensación de miedo y preocupación que sentí solo me podía indicar que aquel pokémon era importante para algo.

¿Podría haber reaccionado así con cualquier otro? ¿Tendrían un castigo al perder a alguno de aquellos pokémon? Mis recuerdos de su desinterés al intentar quitarle la vida a aquel Cubone descartaban en parte aquellas preguntas, aún cabía la posibilidad de que el Riolu fuera especial, más el valor que este podría tener estaba lejos de ser mi interés…

Lo era el peligro que mi familia y yo podíamos correr… si alguno de aquellos hombres llegaba a descubrir que lo teníamos con nosotros.

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Quería saber un poco más de aquel Riolu, intentar ver si poseía algún rasgo especial, si es que era difícil de conseguir, algo que afirmara o descartara mi preocupación con tal de tener la conciencia más tranquila.

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Los nombres ni siquiera estaban por orden alfabético, apenas y contaba con imágenes en algunos y en muchos casos el papel estaba desgastado, cientos de páginas que debía revisar una y otra vez con tal de no pensar que me había saltado su nombre, entre muchos otros de diferentes pokémon, secciones dedicadas a algunos tipos de ellos y más…

El tiempo parecía acelerarse conforme seguía buscando la información sin resultado, almorzaba, bebía y procrastinaba; la frustración se volvía mayor una vez que llegaba al final de aquel libro sin haber dado con el nombre de aquel pokémon, sin querer rendirme, volviendo así a repetir el proceso.

—Maldita sea… — Mi fastidio llegaba a sus límites ante todo el tiempo que había transcurrido, notándolo en la falta de luz. Encendí la pequeña ampolleta de la sala, a la par que el sol dejaba de dar sus últimos rayos a través de la ventana, a lo que, tras horas de búsqueda, finalmente mis ojos se exaltaron una vez que noté la palaba "i - lu" en una de las tantas páginas de aquel antiguo libro. No estaba seguro, pero había llegado a tal punto que incluso aquella leve semejanza con el nombre era suficiente para alegrarme.

Conforme me enfoqué más, finalmente y en una letra bastante más pequeña el nombre emergía para darme un sentimiento aún mayor de satisfacción al encontrarlo, solamente para después continuar intentando leer lo que ahí se encontraba escrito.

No había imágenes, solo descripciones y características. Su esperanza de vida era similar a la de los humanos, y también mostraban alguno de los ataques que podía realizar dependiendo de su edad y experiencia, no tuve tiempo de aprenderlos todos, más en el libro mostraban también el nivel de peligrosidad que aquello podría tener en caso de ser atacado por uno; eso me tranquilizó de manera leve al darme cuenta de que no podía hacerme nada letal en aquel momento…

Antes de que leyera, al lado de dicha advertencia, "en caso de no evolucionar".

Evolución… conocía el concepto, más no sabía todos los detalles ni las condiciones que debían darse para que aquello ocurriese en algunos pokémon, solo gracias al libro supe que de por sí no todas se lograban con mera experiencia a como yo creía, más cuando pude leer la condición para que un Riolu evolucionara, fue suficiente como para desanimarme y entristecerme de manera leve…

Ya que solo sería posible… en caso de que dicho Riolu creara un fuerte lazo de apego y amor hacia otro.

Aquello solo me hizo pensar y cuestionarme varias cosas; sabía que aquel Riolu estaba conectado de cierta manera con aquel grupo, más aún con aquella Buneary. Quizás era muy joven como para comprender lo que significaba el amor, pero no estaba tan seguro de que lo fuera por la forma en que actuaba o hablaba, más supuse que algo más debía estar interfiriendo.

Intenté seguir leyendo… el nombre "Lucario" aparecía, sus habilidades podían ser mortales y peligrosas; reconocido por el control del "aura" en su cuerpo y en la de los demás… aquello era un concepto nuevo, más no se explicaba nada más de ello; sin embargo, solo fue cuando el libro especificaba la aparición de la telepatía en algunos de los Lucario cuando evolucionaban, fue cuando mi extrañeza y preocupación se volvieron más evidentes.

El hecho de que él fuera capaz de hablar por telepatía sin haber evolucionado era suficiente como para hacerme pensar en que aquel pokémon no era común, quizás lo suficiente como para ser más caro y por ende peligroso para mí; y cuando en el libro finalmente señalaba la propia rareza de aquel pokémon, hizo que mi mal presentimiento solo pudiera confirmarse con más fuerza.

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Me recliné en la silla… el silencio de la noche parecía volver a tomar presencia luego de tanto tiempo estando absorto en aquel libro, más tan pronto había encontrado lo que busqué, solo la duda pudo dominarme.

Volvía a mirar al pokémon y con ello mis suposiciones volvían a florecer… Quizás Hina se lo comentó a otro, o incluso Yuta, con una mera descripción valdría como para hacer correr la voz.

Fuera lo que fuese… una cosa si estaba segura, no importaba lo que podría ocurrir con aquel Riolu, el que ambos saliéramos vivos de aquel lugar no estaba en los planes de aquellas personas, podía agradecer su estupidez al no confirmar que habían terminado su trabajo, pero pensar el por qué no lo hicieron, o por qué siquiera habían decidido dejar el cuerpo del Riolu ahí, era suficiente como para hacer que mi cabeza fuera ahora la que me torturase con un sinfín de teorías sin poder confirmar ninguna… estaba a ciegas.

Cerré el libro, la saturación de posibles problemas solo hizo querer desligarme de todo por unos cuantos segundos. Conforme el silencio continuaba reinando y el tiempo transcurriendo, sabía que ya volvía a ser hora de darle las medicinas al Riolu, así como también de tomar las mías.

Veía su cuerpo más de cerca, su rostro estaba completamente apacible, su torso estaba gran parte vendado mientras que este se encontraba ahora recostado de lado.

Siguiendo las indicaciones de Hina, con una pequeña jeringa saqué la cantidad de medicina adecuada, a lo que solo comienzo a acercarme un poco más al pokémon, tomando con cuidado su cabeza con tal de acercarle la punta de la jeringa en sus labios.

El contacto se dio… lentamente empezaba a escurrir el remedio, dejando caer un poco sin querer, pero haciendo que bebiera la mayoría de este.

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Hasta que… finalmente, los ojos del pequeño pokémon comenzaran a abrirse.

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Muy bien chicos, aquí termina el capítulo de la década uwu, espero que tanto a los nuevos como antiguos lectores les guste el camino que va tomando la historia y los deje expectantes para lo que se viene ^^

Comet Galaxy Ryo siempre ha sido alguien muy maltratado unu, pero siento que el maltrato que recibió en la primera versión del libro fue con consecuencias bastante irreales para el mismo :v jajaj

Y sí, quiero que Hina tenga un poco más de relevancia, al menos en el primer arco :3

¡Muchas gracias por comentar!

Zephyr V Exe Yo diría que por más de una razón xD, quizás fue solo suerte, pero eso no quita el hecho de que no sobrevivió por su cuenta :v, si Hina no hubiera aparecido, pues… ya no habría historia xd

Sobre los tres ladrones, pues debe haber alguna persona en la capital… o quizás en Hotaru que sabía la situación de Ryo e informó para que lo fueran a ver, quien sabe!

¡Muchas gracias por comentar :3!

Lord Fire 123 No quedaría mal pensar que esta es una región latinoamericana :v jajaja

En esos tiempos en el primer capitulo ya hasta Ryo y el Riolu vivían juntos felices :v jajajja

Sigo comentando lo mismo, Ryo es un pobre desgraciado xD, le pasan muchas cosas malas, ¡Eso también influye en muchas otras cosas!, como en el aspecto psicológico, Ryo muestra muchas carencias de eso en el futuro, como ser excesivamente proteccionista o paranoico, a final de cuentas, siento que lo hace más humano.

Hina será viejita pero da buenos palasos (Takeshi lo heredó bien, aunque no fuera una relación sanguínea xd)

Espero que el "guionazo" estuviera a la altura xD

¡Muchas gracias por comentar! :D

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¡Y eso sería todo chicos! Ahora, a como es la costumbre, seguiría el siguiente capítulo de eterna voluntad 2, espero avanzar en el un poco más rápido xD, aunque no puedo prometer nada, el último año de universidad realmente ha sido caótico, sumado al trabajo se ha vuelto algo casi imposible, pero aguantando se logra salir de estas cosas :3

Sin más que decir… ¡Nos vemos en el siguiente capítulo! :P