Hola a todos! Que tal el fin de semana?
Bueno, no os acostumbréis a que actualice tan pronto, es que tuve un golpe de inspiración para el fic y salió esto!
Muchas, muchas gracias a todos los que estáis perdiendo el tiempo leyendo esto y a los que me dejais mensajes y reviews, que ya sabéis que os contesto siempre que estéis registrados o me dejeis una dirección a la que contestaros :D
Espero que os guste el capítulo… Venga, a qué esperáis? Leed, leed…
Nos vemos al final del capítulo, un besito!
CAPITULO 3: JURAMENTOS Y CONDICIONES
"El lugar era hermoso y Harry se encontró preguntándose si habría algún lugar en Ahsvaldry que no lo fuera y dudaba de la existencia de un lugar en el que no se respirara tranquilidad y paz.
El zumbido de una espada pasando muy cerca de su cuello lo hizo dar un paso atrás y un giro rápida al tiempo que sacaba su propia espada a tiempo para repeler un segundo ataque. Sus ojos se encontraron con los de Derin.
-¿Se puede saber qué haces?
-No puedes bajar la guardia ni un segundo. Si lo haces estás muerto –dijo el otro sin siquiera inmutarse.
Definitivamente aquel dios estaba loco. Harry apenas había aprendido a cómo coger la espada adecuadamente y a hacer algunos movimientos básicos con ella además de algunas series combinadas que Erebor se había empezado a mostrarle y en las que él se había sentido interesado. Pero aquello no era nada comparado con los trescientos años de práctica en campo que el capitán de los Lobos Grises había batallado. Y pese a que él era ágil y escurridizo, a Denir le bastaron pocos segundos para tenerlo desarmado, tirado en el suelo, inmovilizado y con la punta de una espada clavándose ligeramente sobre la garganta.
-Es una pérdida de tiempo… -dijo el capitán gruñendo como casi siempre solía hacer. Lo miró mientras guardaba su espada de nuevo-… jamás formarás parte de los shygards; el Príncipe está equivocado.
-¿Stell te mandó venir? –preguntó Harry incrédulo.
-Dijo que debías entrenar, que eras bueno, que serías un digno contrincante, que quizá podrías pertenecer al escuadrón de los Lobos –los ojos de Harry se abrieron al escuchar aquello-. Pero debió equivocarse.
Harry observó como Derin daba la vuelta para irse por donde había venido. En cierto modo le recordaba a Draco Malfoy; el mismo cabello claro, los mismos ojos grises y un deje de arrogancia que ambos compartían; quizá la única diferencia a parte de que uno era un dios y el otro un mortal, era que Derin luchaba en el bando de los buenos, era un shygard protector de Lahntra y sus descendientes, más aún, capitán del escuadrón de los Lobos Grises y estaría dispuesto a dar su vida por proteger a los más débiles que él.
-¡Lo haré! –le gritó Harry aún desde el suelo. Derin se detuvo pero no le miró-. ¡No voy a defraudar a Stell! ¡Antes de marcharme de aquí, seré un shygard!
Derin no le contestó. Ni tampoco le contestó durante los siguientes días cada vez que lo veía practicar en un rincón del patio de armas los mismos pasos que veía que los demás hacían a su alrededor. Se acostumbró al peso de la espada en su mano y aprendió a manejarla con ambas manos, igual que las dagas, de ese modo, siempre estaría protegido.
Harry se juró a sí mismo no defraudar a Stell. Dos meses después, Derin pudo decir que no podría defraudar nunca a nadie."
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-¿Cómo ha podido realizar los EXTASI y conseguir estas notas? –preguntó Hermione que seguía mirando la carta del Ministerio referente a los títulos y calificaciones que su amigo había obtenido.
-A mí lo que más me preocupa es cómo es que ha conseguido el título de aparición si es menor de edad –comentó Ron sin disimular su fastidio.
-Pues a mí me gustaría saber cómo es que esos idiotas de sus tíos han permitido que se marche de casa –añadió Molly frunciendo el ceño mientras servía un poco de té -. ¿Té, Albus? –y sin esperar una respuesta procedió a servirle en una taza blanca con ribeteado azul un aromatizado té rojo.
-¿Has notado algo? –preguntó mirando a Ojoloco el director.
-Nada… cada vez que intento ver más allá, es como si un escudo lo protegiera y me expulsara –dijo malhumorado por la frustración-, he llegado a pensar incluso que se ha estropeado.
-¿Arthur? –preguntó el director de nuevo.
-Nada, lo siento Albus… -parecía apenado de verdad-… el invento de los gemelos para saber si es él o están usando la poción multijugos quizá podría…
-Desechado; Hedwig venía con él –dijo con un ademán el profesor-, además Fawkes lo ha reconocido inmediatamente.
-A nosotros casi no nos ha mirado… -comentó Ron abatido-… debimos decirle que éramos miembros de la Orden.
-Sólo hubierais conseguido que él también quisiera formar parte y eso es algo que no podemos permitir –se apresuró a decir Molly-. Harry debe ser protegido.
-¿A costa de engañarlo? –preguntó Hermione que se sentía culpable-. Pudimos haberle dicho miles de cosas… y no le dijimos nada… más que mentir… fue una traición en toda regla –añadió regresando los papeles a Albus aún sin creer que Harry hubiese obtenido siete títulos de maestro.
-Hicisteis lo que teníais que hacer –insistió Molly-. Albus cree que es lo mejor para él y así es.
-No es más que un arrogante… como lo fue su padre y Black –dijo Snape escupiendo cada palabra-. Ahora es el rebelde al que debemos prestar atención, antes era la celebridad, ¿qué será después? Si sigue con la arrogancia de los Potter sólo conseguirá ser el niño que murió a manos del Señor Oscuro –añadió con rencor.
-Lamento desilusionarle, profesor, pero no tengo ninguna intención de ser nunca el niño que murió a manos del Señor Oscuro y le agradecería sinceramente que ya que no puede olvidar el odio que le tenía a mi padre y a Sirius, al menos no insulte su nombre en mi presencia –las miradas se centraron en él-, ni tampoco a mis espaldas.-Remus observó el cambio en los ojos del chico; una máscara de frialdad había vuelto a aparecer y mantenía la calma y la voz era relativamente neutral. Lo único que le aseguraba que Harry seguía siendo él mismo era que arriba, el muchacho le había dicho que únicamente se mostraría como la persona que era de verdad, con él-. ¿Y bien? –ocupó su asiento y Remus se sentó en su silla de nuevo-. ¿Empezamos la reunión o tienen alguna duda sobre los documentos?
-¿Qué quieres Harry?
La pregunta de Albus Dumbledore era tan sencilla y concisa que ninguno de los presentes se la había planteado. Remus pudo ver, por la sonrisa de Harry que él sí había llegado a aquella pregunta, pero el chico no contestó y si Remus hubiese notado el pinchazo en la frente que el muchacho había sentido, hubiese sabido por qué; Harry estaba cerrando su mente en aquel momento.
-Quiero retroceder en el tiempo hasta el momento en que usted escuchó la profecía e instó a mis padres a que tuvieran un hijo –dijo mordazmente-; quiero retroceder y que no me abandone a mi suerte en casa de los Dursley bajo la excusa de protección cuando sabe que hay una poción que sería suficiente para protegerme utilizando la sangre de mi tía; -Dumbledore abrió los ojos y Remus observó como el brillo de sus ojos siempre característico, desaparecía-; quiero que me digan la verdad y que no me oculten nada; quiero evitar la muerte de Sirius y quiero tener la familia que nunca he tenido –miró a Hermione y Ron-, y quiero retroceder en el tiempo para asegurarme de que las personas a las que considero mis amigos no me traicionen. ¿Puede darme eso, Dumbledore? ¿Puede hacerlo?
El silencio se hizo presente mientras los reunidos se miraban los unos a los otros asimilando las palabras frías y crudas del joven de dieciséis años que estaba delante de ellos.
-Ni lo intente, profesor –dijo mirando fríamente a Snape-, le aseguro que no querrá ver más de mi mente así que ni se le pase por la cabeza; mis barreras son más fuertes de lo que cree.
-No puede ser verdad –dijo el profesor de pociones-, nunca has conseguido levantar una barrera ni siquiera lo suficientemente débil para considerarla como tal -añadió con cierto desdén. Harry se encogió, su rostro una máscara imperturbable.
-Si no me cree, hágalo –sonrió burlonamente-, si es que puede, claro.
Antes de que Snape dijera algo que pudiera perpetuar la discusión que Remus y Tonks estaba esperando desde el mismo momento en que Severus había mencionado a James y Sirius, Dumbledore habló de nuevo.
-Sabes que no podemos hacer tal cosa –admitió el anciano con el rostro cansado-, ¿qué podemos hacer? ¿qué quieres hacer?
Harry sonrió a medias.
-Lo que me está preguntando es si voy a dejar el mundo mágico ¿verdad? –algunos de los presentes se estremecieron ante la idea de que Harry abandonase la lucha contra Voldemort y el chico no pudo evitar sonreír de forma descarada para sí mismo al pensar cómo reaccionarían si supiesen que él era el único capaz de acabar definitivamente con Voldemort.
-Sí, Harry, eso es lo que te estoy preguntando. Tienes todos los permisos, eres tu propio tutor, tanto en el mundo mágico como en el muggle, has terminado tus estudios y no creo que te falten puestos de trabajos en cuanto sepan quien eres.
Remus supo en el mismo momento en que Dumbledore terminó de decir esas palabras que había cometido un fallo; miró a Harry, pero su rostro era impasible. Albus no debería haber dicho su última frase. No debería de haber tratado a Harry como quién era para conseguir un trabajo, sino por los títulos que había recibido. Aquella había sido una prueba de que Remus jamás podría volver a mirar a Dumbledore del mismo modo en que lo había hecho hasta el momento.
-No tengo ninguna intención de que el asesino de mis padres salga victorioso de todo esto –miró de forma amenazadora a Snape-. ¿Quiere dejar de intentarlo? –Dumbledore se volvió hacia el profesor que parecía ligeramente contrariado-. Si va a pasarse toda la noche intentando entrar en mi mente, le sugiero que recurra a otra cosa porque con la Legeremancia no lo conseguirá en su vida. ¿Por dónde íbamos?
-Si te vas a marchar del mundo mágico, Harry –contestó Remus suavemente. El chico se giró hacia el hombre y le sonrió.
-Gracias. Eso mismo –se giró hacia Dumbledore-. Como iba diciendo, no tengo ninguna intención de que Voldemort gane y sabe perfectamente a lo que me refiero –lo miró de manera significativa-. Y no quiero poner en peligro a niños, hombres y mujeres que no tienen la culpa de nada, así que no me iré del mundo mágico –pese a querer disimularlo, un gran suspiro de alivio se extendió por la sala-. No quiero darle ventajas a Voldemort, así que acudiré a Hogwarts como un alumno más, nadie –miró a los presentes fijándose más en Ron y Hermione-, absolutamente nadie debe saber que he superado los EXTASI, ¿entendido?
-Así que ¿regresarás a Hogwarts? –el chico asintió-. ¿Por qué?
-Mientras esté allí Voldemort no sospechará nada. Usted –miró a Snape-, le pasará los informes que yo le diga, si le dice una palabra más, me marcho, si le dice una palabra menos, me marcho. ¿Lo ha entendido? –para sorpresa de los presentes, Snape asintió en silencio mientras una de sus manos descansaba sobre su mentón de forma pensativa.
-¿Asistirás a clases? –preguntó Dumbledore de nuevo.
-Sí, es lo más conveniente, aunque por supuesto habrá algunos cambios.
-¿Qué quieres decir Potter? –preguntó Mundungus.
-Tendré las obligaciones de un estudiante, pero los derechos de un profesor, entre los que se incluye sumar y restar puntos a las casas y asistir a las reuniones del profesorado además de asistir a las reuniones de la Orden, por supuesto –miró a todos -. Podré entrar y salir del castillo cuando quiera sin dar explicaciones, caminar por la noche por los pasillos, extraer libros de la Sección Prohibida… -hizo un ademán que indicaba un largo etcétera-. Supongo que ya sabe a lo que me refiero…
Dumbledore suspiró abatido y formuló la pregunta que esperaba sirviera para ganarse de nuevo la confianza que el chico había perdido en él.
-¿Quieres formar parte de la Orden, Harry? –preguntó
Los profesores y miembros se miraron entre sí nerviosos.
-¡No puede hacer eso! ¡Es un niño! –gritó escandalizada Molly.
-Tengo la misma edad que su hijo, señora Weasley y me he enfrentado a Voldemort más veces de las que cualquier auror o miembro de la orden lo haya hecho, eso debería ser suficiente para querer ingresar en su preciada orden –Molly se calló-. Pero no se preocupen, no quiero formar parte de la Orden… Ya me han dejado claro cómo se ganan la confianza de los demás… Sólo quiero asegurarme de que no se me oculta nada, como han estado haciendo hasta ahora –miró a Ron y Hermione y les sonrió cínicamente.
-Está bien Harry –admitió Dumbledore cansado-. Será como tú quieres, ¿algo más?
-O consigue un profesor de Defensa adecuado para el puesto o no regreso a Hogwarts… -añadió el chico-. Sé defenderme perfectamente de todos los maleficios, por lo que comprenderá que no necesito ir a esas clases, pero no quiero morir por tener que estar mirando a mi alrededor para ver quien de mis compañeros está a punto de sucumbir ante un mortífago únicamente porque un idiota del Ministerio nos está dando clases.
-¿No te interesa el puesto? –preguntó Ron que había estado callado todo el rato pero llevaba ya un tiempo con el ceño fruncido. Harry sonrió. Sabía que Ron no tardaría mucho en decir algo parecido a aquello y a decir verdad, le sorprendía que hubiese aguantado tanto.
-No Ronald, no me interesa ser el centro de atención ¿y a ti?–le replicó mordaz. Remus tuvo que reprimir una carcajada. No, nadie podría decir que Harry no era hijo de James.-. Lo único que quiero es tener una vida normal, pero ya que eso no puede ser, me conformo con pasar desapercibido, pese a lo que otros puedan llegar a creer –añadió mirándolo retándolo.
Ron no contestó.
-Bien, eso era todo por mi parte. ¿Tienen alguna pregunta?
-¿Dónde has estado este tiempo? –preguntó el señor Weasley-. La Orden no te ha encontrado por más gente que poníamos a ello.
Harry sonrió y se encogió de hombros.
-Ya dije que no me encontrarían… He estado visitando a unos… parientes muy lejanos.
-¿Tienes más familia a parte de los Dursley? –preguntó ahora Tonks mientras miraba a Albus y a él mismo.
-Se podría decir que sí.
-¿Cómo has… quiero decir tú no...
-En el lugar donde estuve el tiempo pasaba de forma diferente Hermione, un día aquí es un mes allí, por lo tanto pude estudiar bastante –cortó a la castaña antes de que preguntara nada. Casi pudo ver como la cabeza de Hermione hacía cálculos.
-¿Has estado dos años y medio fuera? –preguntó asombrada.
-Casi, dos años y tres meses y medio –corrigió él-, por lo tanto, soy mayor de edad, así que pude presentarme a los EXTASI y debido al conocimiento que adquirí en estos dos años… -se encogió de hombros quitándole importancia-… en fin, ya has visto los resultados.
-¿Dónde estuviste? –preguntó Moody.
Harry miró a Remus y éste sonrió.
-Esa es la última pregunta, estoy agotado… -fingió un bostezo-… ¿están seguros de que eso es lo que quieren saber?
Albus asintió esperanzado en que con esa respuesta podría encontrar gran información. Miró de reojo a Hermione que asentía levemente como si entendiera el mensaje del viejo director; tan pronto él dijera el lugar donde había estado ella debería de buscar información.
-Ahsvaldry –dijo levantándose de la mesa-. Ahora si me disculpan…
-¿Ahsvaldry? ¿Qué lugar es ese? ¿dónde se encuentra?
Harry sonrió ante la pregunta de Tonks.
-Dije que esa era la última pregunta –sonrió satisfecho-. Buenas noches a todos. Remus, tienes una habitación en mi casa si la quieres.
-Gracias Harry, recogeré algunas cosas y me reuniré contigo. ¿Dónde es?
Pero antes de que el chico pudiera decir algo más al respecto, una columna de luz blanca surgió de la nada en medio del salón atrayendo la atención de todos los presentes, lo que desató diferentes reacciones.
Tanto Ron como Hermione tomaron sus varitas, en una señal de todos los reflejos que habían adquirido durante la permanencia en el ED el año anterior. Molly se apresuró a ir hacia los chicos en un intento de protegerlos mientras que Arthur instaba a su esposa a ponerse detrás de él. El ojo de Moody empezó a dar vueltas buscando posibles focos de mortífagos; Tonks se levantó movida como un resorte con la varita en mano, tirando, en el proceso de levantarse, la taza de té que Molly le había servido minutos antes.
Únicamente Albus desde su asiento y Remus desde el suyo permanecían a la espera de saber qué era todo aquello. Incluso Severus Snape se había levantado apuntando a la cortina blanca con su varita mientras intentaba pensar en un hechizo lo suficientemente poderoso para proteger a los que estaban en aquella habitación en caso de que fueran enviados del Señor Oscuro .
-Bajad las varitas –dijo Harry mientras miraba hacia la cortina de luz que empezaba a desvanecerse frente a sus ojos-.Nuestros visitantes no os harán daño –añadió al ver que nadie le hacía caso excepto Remus-. He dicho que bajéis las varitas o no me hago responsable de lo que ellos puedan hacer si se ven amenazados.
-¿Albus? –preguntó Moody.
-Hacedlo –dijo simplemente el mago-. No creo que Harry desee poner en peligro nuestras vidas, ¿cierto Harry?
-Cierto, director. Después de todo, evité que Sirius y Remus matasen a Pettigrew, ¿por qué no habría de defenderos a vosotros? –Snape pudo notar el sarcasmo en la voz del chico y por primera vez, después de leer la carta de Black, no odió al joven Potter; sentía que tenía todo el derecho de estar enfadado con Albus.
Tan pronto la columna de luz se desvaneció, la figura de una mujer se abalanzó sobre el joven Potter haciendo que todo el mundo lo mirase como si esperasen que éste hiciera algo. Pero al contrario de lo que todos creyeron, Harry permaneció sentado mientras la mujer se abalanzaba sobre él y lo envolvía en un cálido abrazo rodeándolo por los hombros y atrayéndolo hacia ella mientras se aseguraba de que estuviera bien.
-Gracias a Eredith que estás bien mi pequeño Ainur…
-Estoy bien Giliath… -le dijo el chico aún sin que fuera una pregunta directa, el chico había aprendido a leer en los gestos de la diosa ese tipo de cosas.
-Tuvimos un sueño premonitorio –Harry miró a Erebor y le sonrió asintiendo con la cabeza en señal de reconocimiento. El dios le devolvió el gesto además de hacer una leve inclinación respetuosa que no pasó desapercibida para el resto de asistentes a la improvisada reunión.
-Estoy bien Erebor –Giliath lo alejó un poco de él para observarlo con cariño antes de depositar un suave beso sobre su frente-. Derin.
El aludido asintió gravemente sin decir una sola palabra. Harry ya estaba acostumbrado al trato frío del Lobo cuando habían más personas que él a su alrededor; sin embargo, no se sorprendió cuando notó como los ojos del shygard lo observaban de arriba abajo repetidamente mientras intentaba captar el más leve rasguño de su hermano de batalla.
-¿No has notado nada raro? –insistió de nuevo Giliath.
El chico negó con la cabeza. Los dos guardianes se miraron por unos segundos.
-¿Qué ha ocurrido? ¿Qué has visto, Giliath?
-Quizá deberíamos hablar de esto en privado, Ainur –intervino Derin con voz fría mientras miraba a todos los presentes.
-Cierto –convino Harry. Se volvió hacia los miembros de la Orden-. Si me disculpáis, tengo que atender a estas personas, regreso enseguida, estaremos en la sala, no quiero intromisiones –miró directamente a Albus.
-¿Quiénes son estas personas, Potter? –preguntó Moody molesto por no poder detectar su forma de magia.
-Eso no es de vuestra incumbencia –contestó Harry frío-. Vuelvo enseguida Remus.
Todo el mundo fue consciente de la mirada cariñosa que le dedicó al licántropo, diferente a las miradas que todos ellos se habían ganado del chico. La mujer abrazó a Harry por los hombros en un gesto de protección y de ternura mientras que el hombre moreno se colocaba al otro lado del chico, como si quisieran protegerlo de los peligros que pudieran encontrar; el otro hombre, el rubio, se colocó detrás de Harry después de lanzar una mirada de advertencia a los presentes y, para sorpresa de todos, una sonrisa al ex profesor de Defensa. Remus correspondió con un gesto igual, después, Derin desapareció detrás de Harry quien parecía tener una escolta personal.
Albus se atusó la barba. Aquello empezaba a ser bastante interesante. Su mente empezó a trabajar sobre las formas de averiguar quienes eran los visitantes y que podría obtener de ellos, pues había notado un gran poder. No se dio cuenta de que Severus Snape lo miraba desde dentro de su propia mente.
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En algún lugar de la mansión Riddle, Voldemort sonrió dejando entrever su lengua descolorida y sus dientes afilados. Había notado la presencia de Harry Potter de nuevo. Nagini a su lado siseó sonriente de que su amo estuviera contento de nuevo.
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-¿Qué ha ocurrido?
Ni bien hubieron entrado en la sala de estar cuando Harry lanzó la pregunta al aire mientras ponía varios hechizos a la habitación para evitar que nadie pudiera escuchar nada desde el otro lado.
-¿Por qué haces eso? –preguntó Derin-. Les has dicho que no se acerquen ni que vengan, ¿por qué proteges la habitación? –añadió al ver la cara de desconcierto de Harry.
-Porque no me harán caso y pretenderán venir a ver qué ocurre. Sobre todo Dumbledore, claro que no vendrá en persona, seguramente enviará a Moody o al señor Weasley –Erebor frunció el ceño y el chico se encogió de hombros queriendo quitar importancia a lo que ellos estaban pensando: que no confiaban en Harry-. Ya estoy acostumbrado, no importa.
-Claro que importa –dijo indignada Giliath-. ¿Cómo se atreven a no confiar en ti? Después de todo lo que has hecho por ellos…
-No importa Giliath, de verdad –aseguró el chico-. Sólo me importa que vosotros confiéis en mí y que Remus también lo haga.
-Lo hace –dijo sin pensar Derin. Se volvieron hacia él-. Es un licántropo, ya sabéis que noto vibraciones determinadas… Ese hombre te confiaría la vida si fuera preciso Harry… Y está dispuesto a dar la suya por la tuya –añadió muy serio.
-Lo sé –fue la sencilla y sincera respuesta del chico-. Ahora, ¿qué ha ocurrido?
-Tuve el presentimiento de que debía protegerte –dijo Erebor-. Cuando fui a ver a Giliath ella estaba en la misma situación sólo que también tuvo un sueño premonitorio.
-¿Qué viste Giliath?
-Naryns que te atacaban para conseguir la lágrima de Lahntra –contestó la mujer acariciando levemente el colgante que el chico llevaba por dentro de la ropa-. El colgante de Elea brilló en la oscuridad rebelando dónde estaba la lágrima…
-¿Qué tiene que ver…
-¿Acaso no prestaste atención en historia de los dioses, Ainur? –preguntó Erebor interrumpiendo la pregunta del chico-. Ambos colgantes están conectados a través de algún tipo de magia. Teniendo uno, sabes dónde se encuentra el otro…
-La descendiente de la guardiana que consiguió arrebatar la daga oscura a Elea corre peligro Ainur…Si consiguen la daga oscura pueden acabar con el descendiente de Lahntra, pequeño… Y la profecía llegará a su fin, terminando con la muerte de él… -lo miró-… con tu muerte…
-¿Creéis que Elea se atreva a mandar sus naryns al mundo mortal? No tiene el suficiente poder para crear un portal lo suficientemente grande.
-Ella no, pero sí su descendiente –lo cortó Erebor-. Si su descendiente los convoca, ellos le obedecerán.
-Pero…. Para convocarlos debe recurrir al poder del medallón de Elea y no ha sido descubierto su paradero aún, ¿verdad?
-Ainur… ambos colgantes están conectados porque conectadas estaban sus dueñas –le dijo Derin.
-Lo sé –expresó Harry su frustración-. Sólo la lágrima tiene el poder necesario para derrotar el linaje de Elea y sólo pueden arrancarme este colgante quitándome la vida con la daga oscura –sus ojos se abrieron ante la revelación-… La guardiana de la daga… ella corre peligro si lo que Voldemort quiere es convocar a los naryns para formar una alianza con ellos…
-Está aquí –cortó Giliath. Harry la miró sin comprender del todo -. En mi sueño lo he visto… la daga oscura de Elea está en el mundo mortal Ainur… Pese a que su guardiana la mantiene oculta, la daga se ha movido buscando tu cercanía…
-Buscándome a mí –afirmó el chico empezando a recordar la historia de la daga oscura de Elea-. No descansará hasta que mi corazón haya sido corrompido o mi vida encuentre descanso en la oscuridad y lo único que impide que desate su fuerza negra es la pureza del corazón de su guardiana… –exhaló una risa bastante irónica y sarcástica -. Esto es genial… Ahora no sólo tengo una profecía mortal que cumplir si no que además he de terminar con Voldemort, cumplir la profecía de los dioses de Ahsvaldry, encontrar el colgante de Elea sin olvidar encontrar la daga oscura antes de que me encuentre y proteger a su guardiana, y todo esto intentando llevar una vida normal… -dijo con tono sarcástico y cansado.
-Ainur…
-Estoy bien –aseguró el chico mientras se pasaba una mano por el pelo ante el tono de advertencia de Erebor-. Estoy bien, de verdad… ¿quién quiere una vida normal cuando eres Harry Potter? –añadió con cinismo.
-No vamos a dejarte solo, mi pequeño –le dijo con firmeza Giliath. Harry la miró. Ella le sonrió-. Nos quedaremos contigo hasta que consigas cumplir tu profecía aquí y logres encontrar la daga de Elea…
-Pero no podéis… vosotros tenéis…
-Nuestra principal misión es y siempre será proteger y cuidar a nuestro protegido como guardianes –le interrumpió Erebor-. Puedes decirnos que nos vayamos pero no podremos marcharnos si sabemos que estás en peligro, Ainur.
-¿Cómo mis guardianes? –preguntó Harry.
-Como tus amigos –le contestó Giliath. Harry le sonrió agradeciendo la respuesta.
-Quizá debas enfrentarte solo a tu destino –le habló Derin-, pero si puedo estar a tu lado para abrirte el camino hacia él, lo haré –le sonrió con cordialidad-. El escuadrón puede permanecer sin mí durante algunos años.
-¿Algunos años? –enarcó una ceja-. Derin, es un año mortal… lo que lo convierten en unos treinta años en Ahsvaldry… más o menos…
Derin se encogió de hombros.
-Si el escuadrón no es capaz de soportar treinta años sin mí, es que no merecen que yo los capitanee –dijo sin un atisbo de sonrisa. Harry sí sonrió.
-Nunca vas a estar solo mientras estemos contigo, Ainur –dijo firmemente Erebor colocando sus manos sobre los hombros del muchacho y mirándolo-. Eso es algo que deberás tener siempre presente. Hicimos un juramento de lealtad y protección hacia ti como descendiente de Lahntra –se apartó suavemente y retiró sus manos de los hombros. Sonriendo a medias se arrodilló delante de él e inclinó su cabeza en señal de respeto-, ahora hago un juramento de lealtad y protección hacia ti como Harry Potter, hijo de James y Lily Potter.
-Erebor…
-Juro entregar mi vida de ser necesario si con ello salvo la tuya. Juro que mi vida te pertenece para que dispongas de ella. Juro mi corazón y mi alma a tu persona confiando en tu benevolencia hasta que la muerte acabe con mi vida o el destino acabe con la tuya.
Harry suspiró.
-Yo Harold James Potter, hijo de James y Lily Potter, acepto tu juramento de lealtad y fidelidad y espero que la luz del bien te guíe en tu camino cuando haya oscuridad.
Colocó sus manos sobre la cabeza de Erebor tal y como lo había hecho en el juramento en Ahsvaldry; una luz dorada se expandió de sus manos rodeando la superficie de la cabeza de Erebor. Cuando la luz desapareció, el dios se levantó y Giliath ocupó su puesto.
-Juro entregar mi vida de ser necesario si con ello salvo la tuya. Juro que mi alma y mi corazón acudirán a ti en caso de necesidad. Juro sobre mi propia alma que te protegeré y nadie podrá hacerte daño si yo estoy presente. Ahora hago un juramento de lealtad y protección hacia ti como Harry Potter, hijo de James y Lily Potter, ahijado de Sirius Orión Black, guardián de tu alma.
-Yo Harold James Potter –respiró un segundo; aún impactado por escuchar el nombre de Sirius en boca de otra persona-, hijo de James y Lily Potter, ahijado de Sirius Orión Black, guardián de mi alma, acepto tu juramento de lealtad y fidelidad y espero que la luz del bien te guíe en tu camino cuando haya oscuridad.
Repitió el mismo gesto que había hecho con Erebor consciente de lo que aquello significaba. Si bien sus guardianes antes habían hecho sus juramentos sobre el descendiente de Lahntra, eso los desvinculaba de cualquier otra acción que pudieran hacer sobre Harry; de modo que si Harry moría en cualquier momento ninguno de ellos debería sentirse culpable; de este modo, con el nuevo juramento a Harry Potter, no sólo aseguraban velar por el descendiente de Lahntra reconociéndolo como descendiente del linaje de dioses, sino que también lo reconocían como mortal, debiéndole la vida y ofreciendo la suya propia por proteger la de él. Ningún mortal había poseído tales privilegios y derechos desde que su madre Lily Evans Potter había pisado Ahsvaldry.
Cuando Giliath se levantó, Derin dio un paso al frente. No hubo vacilación ni titubeo cuando desenvainó sus dagas y ofreciéndole una a Harry, él tomo la otra realizando un corte poco profundo en brazo derecho. Harry le sonrió e hizo lo mismo que él en su propio brazo. Cuando la sangre empezó a brotar de ambos, unieron sus brazos dejando que su sangre se mezclara, recordando el juramento que ambos habían realizado al pasar a ser hermanos en la batalla.
-Tu sangre es mi sangre, mi sangre es tu sangre; protegeré tu vida como tú protegerás la mía. Este es mi juramento de lealtad, dentro y fuera del campo de batalla –dijeron los dos al mismo tiempo.
-Derin, descendiente del linaje de los dioses de Ahsvaldry, shygard reconocido, capitán del escuadrón de los Lobos Grises de Ahsvaldry que juraron obediencia y lealtad a la memoria de Lahntra, hija de Axenor y Eredith, juro lealtad hacia ti y hacia los tuyos. Acudiré a tu llamada cuando me necesites y estaré a tu lado aún cuando no me llames.
-Yo Harold James Potter, descendiente del linaje de Lahntra, hija de Axenor y Eredith, guardián y depositario de la lágrima de Lahntra, shygard y capitán del escuadrón de los Lobos Grises de Ahsvaldry junto a Derin, descendiente del linaje de los dioses de Ahsvaldry, acepto tu juramento de lealtad y te ofrezco mi sangre cuando la tuya no sea suficiente para tu vida.
La luz dorada envolvió calidamente los brazos de ambos, cerrando la herida que se había producido durante el corte y secando la sangre derramada.
Cuando la luz se apagó, Harry y Derin se soltaron y Harry miró a los tres dioses que habían en la habitación. Podría haberles dicho muchas cosas, podría haberles advertido que sería peligroso, que permanecer en el mundo mortal con él era como invitar a la muerte a acecharlo y condenarlos… pero nada de todo aquello hubiera servido; habían hecho un juramento y ocurriera lo que ocurriera, los tres dioses estarían con él hasta el final. Sonrió cuando la única palabra que podía decirles se cruzó por su mente. Sus ojos brillaron.
-Gracias.
Los tres dioses supieron que Ainur confiaba en ellos y que siempre lo haría; de algún modo, eso les alivió. No dejarían que nada le pasara al pequeño.
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Hermione se sentó en la cama de Ron mientras que el muchacho entraba y cerraba la puerta con el ceño fruncido. Habían intentado escuchar la conversación que se mantenía detrás de las puertas de la sala de estar, pero además de no haberse podido acercar a menos de un metro debido al escudo de confidencialidad que alguien había lanzado sobre la habitación, habían sido sorprendidos por Remus Lupin que los había mandado a la habitación diciéndoles que ya les avisarían cuando tuvieran que volver a bajar pero que Harry había pedido estar solos y él se encargaría de que nadie quisiera molestarlos aunque tuviese que estar toda la noche allí de pie.
-¿Te has fijado en cómo nos ha mirado? –Ron miró a Hermione mientras la chica abrazaba uno de los cojines y le hacía la pregunta-. Era como si no fuera él… sus ojos… estaban… -suspiró cansada-… no era la mirada de siempre…
-Por supuesto que no lo eran –concedió Ron visiblemente molesto-. ¿Viste como me contestó? ¿Qué le he hecho yo para que me conteste de ese modo?
Hermione lo miró de forma sarcástica. A veces Ron podía resultar exasperante de verdad.
-¿Quieres decir a parte de ocultarle que éramos miembros de la orden? –quiso saber la chica con cinismo.
-Nos dijeron que no dijéramos nada –se defendió el pelirrojo.
-Y a él le dijeron que no nos dijera muchas cosas y él lo hizo –contrarrestó Hermione frunciendo el ceño-. Nos contó lo de Tom Riddle pese a que no tenía por qué haberlo hecho, y nos contó el ataque que sufrió en Privet Drive en tercero con los dementores, y confió en nosotros con lo de Sirius…
-Pero Dumbledore dijo…
-Sé lo que dijo Ronald, yo estaba ahí, ¿recuerdas? Sólo… me estaba preguntando si sabe lo del año pasado…
Ron frunció el ceño.
-Espero que no lo sepa. Si nos ha tratado así únicamente por pertenecer a la orden desde este verano, no quiero saber cómo nos trataría si sabe que le estamos pasando informes a Dumbledore desde el año pasado…
-Tiene todo el derecho a estar enfadado Ron.
-¿Ahora te pones de su parte? No era eso lo que dijiste cuando el director nos pidió que le pasáramos información –le retó él-. Los dos estuvimos de acuerdo en que era por su bien.
-¡Por el amor de Dios Ron, no me estoy poniendo de parte de nadie! –dejó el cojín con fuerza sobre la cama, con demasiada fuerza. Ron la miró-. ¡Sólo estoy diciendo que quizá no deberíamos haberlo hecho! ¡Le hemos traicionado, ¿no lo ves! Quizá nos equivocamos…
-¿Qué quieres decir?
-Quiero decir que quizá debimos decirle la verdad a Harry cuando pudimos hacerlo Ron… Lo culpé de querer ser siempre el centro de atención reclamándole que tenía predilección por hacerse el héroe… -sonrió afectada-… cuando él nunca buscó esa fama… Tú… tú dejaste que los celos te jugasen una mala pasada durante cuarto, cuando pensaste que él había puesto su nombre en el cáliz, ¿recuerdas? –el pelirrojo bajó la cabeza avergonzado-. Y sigues pensando igual que entonces… que él busca ser siempre el centro de atención ¿verdad? –adivinó la chica mirando al pelirrojo.
-Es lo que hace, Hermione. Haga lo que haga, él siempre es el centro de atención. No importa cuanto nos esforcemos nosotros… él siempre acaba reclamando…
-¡Él no reclama nada! ¿Qué harías tú en su lugar, Ron? Has estado junto a él desde el primer día, Ron… Sabes que detesta ser el centro de atención, nunca se ha aprovechado de su apellido…
-¿Y qué es lo que quieres decir con todo esto, Hermione? ¿Qué Dumbledore está equivocado? ¿Qué nunca debimos hacer lo que hicimos? Un poco tarde para eso, ¿no te parece? Si no le hubiésemos pasado esos informes al director, Umbridge nos había pillado a todos en el ED ¿recuerdas? Fue por nuestro aviso que el director acudió en ayuda de Harry y se auto inculpó, ¿recuerdas?
-No estoy diciendo eso, Ronald. Sólo… está bien, quizá sí hicimos lo mejor para él el año pasado –Ron sonrió victorioso-; pero quizá deberíamos habérselo dicho en cuanto el curso hubo acabado y no ocultárselo como hicimos… igual que cuando entramos en la orden…
Los ojos de Hermione estaban ligeramente aguados. El chico lo notó y se sentó a su lado en la cama.
-Piénsalo un momento Ron… ¿cómo te sentirías tú si las dos personas en quién más confías te traicionaran del modo en que nosotros lo hemos hecho con él?
Ron se pasó una mano por el cabello de forma nerviosa.
-Tienes razón… Me sentiría enfadado, traicionado y no quería verlos en mi vida…
-Yo sólo… sólo quiero recuperar a Harry… No quiero que vuelva a mirarme de la forma en que hoy lo ha hecho… -sorbió por la nariz intentando controlar algunas lágrimas-… sólo quiero que todo sea como antes…
-Ya está, tranquila…-la abrazó-. Todo saldrá bien… Harry no es tan cabezota y rencoroso como nosotros… -Hermione sonrió-… verás que todo se arregla.
-No lo sé Ron… tengo el presentimiento de que esta vez no será tan fácil… Siempre hemos sido las personas en quien confiaba porque nunca antes había podido confiar en nadie pero ahora… esas personas… ¿no notaste…
-… la complicidad que había entre ellos? –acabó la frase por la chica-. Sí, lo noté. Pero Harry no nos apartaría de su lado nunca… -le sonrió-. Verás que todo se arregla.
Pero tanto Hermione como Ron sabían que el chico lo estaba diciendo más para convencerse a sí mismo que por creer que tuviera razón. Seguramente habían perdido a Harry para siempre.
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Llevaba horas encerrado en aquella habitación revisando viejos libros de magia negra y oscura que su señor había dispuesto para él y la tarea que le había sido encomendada. Pero no hallaba en ninguno de ellos comentario alguno al objeto que reposaba sobre el pedestal.
Un hermoso cofre de mármol blanco con betas negras; tallado a mano y protegido por runas antiguas y mágicas que escapaban del conocimiento de su señor. Él había sido elegido a dedo por el Señor Tenebroso para hallar la forma de abrir semejante cofre y mirar en su interior para saber qué había dentro de él. El Señor Tenebroso había sido muy claro al respecto; si en tres días no hallaba la forma de abrir el cofre, lo pagaría con su vida.
Ninguno de los mortífagos que habían escuchado semejante comentario dudaba de que Lord Voldemort cumpliría su promesa.
Dejó el libro de nuevo en el estante y tomó otro cuyo título estaba borrado debido al paso de los tiempos y los años. Suspiró derrotado; debía encontrar algo en las próximas cinco horas o moriría y sabía por propia experiencia, que ninguno de los que se consideraban sus amigos dentro del círculo de mortífagos dudaría un solo segundo en aplicarle la maldición asesina.
Sus dedos pasaron con nerviosismo las páginas amarillentas. Sus ojos, habituados a la poca luz de la estancia, recorrían las páginas a una velocidad superior a la normal, buscando entre las palabras alguna que pudiera darle una pista sobre lo que estaba buscando, pues ni siquiera eso sabía.
La palabra "leyenda" unida a "Elea" le llamó la atención en una página cercana al final del libro. Sus ojos se entretuvieron en aquella página más tiempo de lo que se había detenido en las otras. Sonrió mientras leía con ávido interés.
Cerró el libro y lo tomó entre sus manos mientras salía de la habitación; quizá y después de todo, aún no era su hora de morir.
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Harry entró en el salón y reprimió una sonrisa al ver que todos le miraban. Sin decir nada se sentó en el sitio que ocupaba antes y pudo ver como los demás le imitaban, incluyendo a Ron y Hermione que acababan de bajar; Harry notó que la chica tenía los ojos rojizos pero no comentó nada. Si había llorado era su problema; le dolía, sí, pero no le preguntaría.
-Hay un cambio de planes –informó Harry-. Derin, Giliath y Erebor pasarán una temporada conmigo y no hay forma de disuadirlos de que se aparten de mí así que deberán entrar a formar parte del personal docente de Hogwarts, si no supone ninguna molestia –miró a Albus directamente.
-¿En qué puestos? –preguntó el director sabiendo que había perdido la batalla de la conversación mucho antes incluso de haberla iniciado.
-Se instaurará una nueva clase: defensa no mágica, para los alumnos de cuarto en adelante y Derin se encargará de ello –el aludido asintió con la cabeza y entre los miembros de la orden se murmuraron comentarios aludiendo a Derin como "el antipático" o "el raro que no habla"-. Erebor será el nuevo profesor de Defensa –Snape dio un respingo en su asiento pero no dijo nada al respecto, cosa que sorprendió bastante a los presentes que lo miraban esperando una queja por su parte-, créame que es perfecto para el puesto –Albus asintió mirando al hombre moreno-. Giliath se ocupará de Historia de la Magia para todos aquellos alumnos que sean de sexto y séptimo curso –miró al director-, creo que los que tenemos esa edad estamos bastante capacitados para razonar por nosotros mismos la verdadera historia y no lo que se nos ha estado enseñando hasta el momento.
-Como comprenderás Harry, no puedo permitir que…
-Si no se nos permite ir con Ainur, me temo que él tampoco irá a ese lugar –dijo claramente Erebor sin titubear-. No se moleste, no podrá saber de donde proviene nuestra magia –se dirigió esta vez a Moody.
-Creo, señor –dijo Harry-, que deberá permitir que vengan conmigo a Hogwarts, igual que debe permitir que venga Remus, después de todo, no queremos que el único contacto que tengo con la persona que mejor conoció a mis padres y mi padrino, caiga en el olvido, ¿cierto?
-No tiene ningún derecho a reclamar nada de lo que está haciendo, Potter –la voz de Moody sonó clara en la sala pero antes de que nadie pudiera añadir o decir nada más, Derin elevó su voz sobre los presentes.
-¿Derechos? ¿Con qué derecho criticáis aceptando o no lo que él reclama por una vez en su vida? Lo enviaron a casa de unos parientes que no lo querían aún sabiendo quién era en realidad y sabiendo la vida que en esa casa llevaría –Albus cerró los ojos como si de ese modo pudiera olvidar el daño que Harry había sufrido con aquello-, lo mantuvisteis vigilado durante toda su infancia y ni uno solo de vosotros fue capaz de intervenir cuando lo maltrataban –Moody y Tonks bajaron la visata-, lo llevasteis a un mundo donde todos querían conocerle y le envidiaban, un lugar donde él quería ser feliz y donde sólo recibió desprecio por ciertas personas –esta vez fue Snape quien tuvo que reconocer que era cierto-, le ofrecieron una familia únicamente para poder ganarse la confianza de él –Molly y Arthur se miraron-, y las únicas personas en las que él confió, le traicionaron –Hermione y Ron se sintieron culpables-. Lo alejasteis durante trece años de la persona que más le quería a parte de sus padres, lo mantuvisteis en las sombras de la ignorancia y la credulidad únicamente por vuestro propio beneficio y él jamás os reclamó nada, a ninguno; al contrario, quiso confiar en vosotros y lo hizo hasta el último aliento y la última esperanza que su corazón albergaba pese a tener sospechas de que estaba siendo manipulado… ¿Y hablan de derechos? ¿Acaso no os ha dado ya suficiente? ¡Podía haberse quedado en Ahsvaldry a salvo pero él decidió volver para cumplir con vuestra estúpida profecía sólo para salvaros a todos!
-Basta Derin… por favor… -su voz aunque notaba un débil tono de protesta fue fría y directa.
El hombre rubio detuvo su discurso; pero sus ojos fríos recorrieron la habitación en busca de alguien que quisiera decir que todo lo que había expuesto era falso. Nadie pudo contradecirle.
-¿Y quién eres tú para inmiscuirte en los problemas de Harry? –preguntó Ron levantándose de la silla y encarando a Derin-. Son sus problemas, no los vuestros, así que no os metáis en asuntos que no os atañen. –añadió.
-Harry es asunto nuestro –dijo esta vez Erebor de forma calmada-. Y nosotros somos los que vosotros debisteis ser en su momento: amigos, familia, protectores y guardianes que sólo desean que él sea feliz… ¿En algún momento os interesó Harry por ser quien es?
-Potter siempre nos ha interesado –dijo Moody en actitud defensiva.
-Exacto, siempre os interesó Potter, pero olvidasteis a Harry –intervino Giliath-. Nosotros nunca lo hicimos.
-Chicos, es suficiente –pidió de nuevo Harry adoptando la expresión fría-. Siento mucho que las cosas sean así director, pero comprenderá que mi confianza en todos los presentes está bajo límites –esbozó una sonrisa sarcástica-. No regresaré a Hogwarts a menos que ellos vengan conmigo. Puedo luchar esta batalla solo, la cuestión aquí es si me quieren de su lado o no.
-Acepto tus condiciones Harry –intervino Albus causando que todos le miraran escépticos-. Serán los nuevos profesores.
Harry asintió.
-En ese caso y teniendo en cuenta que ya está todo aclarado, me retiro. Mañana será un día movido –se levantó de la silla-. Remus, ¿te quedas conmigo?
-Eso no se pregunta Harry. Pero aún no me has dicho…
-Cierto –le sonrió tranquilo-. En el Valle de Godric. He restaurado la casa de mis padres. ¿Has recogido tus cosas? –el licántropo asintió-. Bien.
-Potter, ¿puedo hablar con usted un momento antes?
-Por supuesto –dijo el chico inmediatamente-. ¿La sala? –preguntó. El profesor asintió y Harry se giró hacia Giliath-. No hagáis mucho daño –le aconsejó. Giliath le revolvió el cabello como única respuesta. Derin hizo ademán de ir con él pero Harry negó-. No es necesaria Derin, prefiero que te quedes aquí y te asegures de que nadie intente escuchar nuestra conversación –miró de forma significativa a Ron y Hermione.
Durante los tres cuartos de hora siguientes, nadie dijo nada. Quizá estaban aún meditando las palabras dichas por los tres extraños, o quizá era simplemente que la mirada intimidante de Derin era demasiado persuasiva y vaticinaba que cualquiera que dijera algo que no fuera de su agrado podría tener que vérselas con el. Lo único que se escuchaba en la sala era la conversación amena en la que se habían introducido Giliath y Remus en la que la mujer sonreía.
Cuando regresaron de la sala, Severus ocupó su lugar junto a Albus sin decir una palabra. Harry se giró hacia Hermione y Ron.
-Y supongo que vosotros también querréis hablar conmigo ¿cierto? –ambos se levantaron asintiendo nerviosamente antes de que a Harry se le ocurriese cambiar de opinión-. Vamos a la sala.
Derin entrecerró los ojos al ver como el anciano le susurraba algo al oído a Snape y éste negaba con la cabeza haciendo que el hombre mayor frunciese el ceño. Al parecer Ainur no le había dicho lo que deseaba saber y si lo había hecho, ese hombre no estaba dispuesto a confesárselo al director de la escuela.
-Erebor, ¿abres un portal? –la voz de Harry lo sacó de sus cavilaciones.
Erebor lo miró extrañado pero asintió en silencio y alzando su mano convocó una pequeña esfera de agua que se expandió hacia los lados hasta crear una abertura ovalada que nacía en el suelo de la estancia y se extendía hacia el techo.
-¿Dónde están… -empezó a preguntar Molly. Harry se encogió de hombros.
-Subieron a sus habitaciones, parece ser que no les gustó lo que les dije –dijo en tono frío-. Nos veremos mañana en el banquete –informó el chico al director.
Albus cerró los ojos con pesadez cuando el portal se cerró después de que Harry y los demás hubiesen salido de la casa. Aquel iba a ser un año bastante movido.
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Espero que os haya gustado, un besito para todos y nos leemos en el proximo capítulo!
Disfrutad de la lectura que siempre es maravillosa!
