Hola! Sí, ya sé que no he contestado los reviews del pasado capítulo, pero es que esta semana he estado bastante liada entregando trabajos para la facultad y me ha sido completamente imposible, ya me ha costado bastante poder terminar este capítulo!
En fin… os prometo contestaros esta semana, así que ya sabeis, seguid dejando reviews ok?
Pues nada, dado a que bastante gente me ha pedido saber qué habló Harry con Snape y con Ron y Hermione, he decidido adelantároslo en lugar de ponerlo en el siguiente capítulo que era como estaba planeado, así que no os quejéis eh!
Aps, sí, antes de que se me olvide. Alguien que no está registrado y no me dejó su dirección de correo me preguntó en un review que si iba a haber slash en el fic; mi respuesta es que no, no lo habrá. No porque esté en contra de ese tipo de relaciones, todo lo contrario, varios de mis fics favoritos son de relación entre hombres; el motivo es muy simple: no me salen las escenas. Lo he intentado y no hay forma de que me salga una escena decente, así que prefiero dejar que los profesionales lo hagan antes que cometer yo una barbaridad a la vista y a la imaginación jejeje ok?
Bueno, pues nada, os dejo con el capítulo, leedlo y ya me diréis qué opinais!
Espero que os guste!
Un besito y disfrutad!
CAPITULO 4: Un vistazo al pasado que jamás regresará
"El cielo estaba claro, ni una sola nube se veía en el firmamento de la mañana. Los colores del alba rosados y rojizos se mezclaban con la primera claridad celeste del día. Hacía ya dos horas que estaba levantado. Se preguntó en silencio qué estarían haciendo sus amigos en aquellos momentos; se preguntó dónde estaría Sirius de seguir vivo; se preguntó qué estaba haciendo Voldemort.
Voldemort… No había vuelto a soñar con él desde que había pisado Ahsvaldry. Era como si la conexión que lo unía a través de su cicatriz hubiese desaparecido por completo. Lo agradeció. No quería seguir soñando con más muertes y maldiciones; con pesadillas que se repetían una y otra vez y que tenían como único fin asegurarse de que él se culpaba por la muerte de todos aquellos que perecían manos de aquel asesino, ya fuera por su propia mano o por la mano de sus fieles mortífagos.
Si había alguien que lo preocupaba era Remus. Él era el único merodeador que aún seguía con vida y de algún modo, en cierta manera, estaba más unido a él de lo que nadie pudiera sospechar.
-¿Estás listo?
La voz de Erebor lo sacó de sus cavilaciones y Harry únicamente pudo asentir mientras abandonaba su posición en el templete.
-¿Qué vamos a hacer?
El dios pareció meditarlo unos segundos, aunque Harry sabía perfectamente que lo tenía planeado desde hacía una semana como mínimo. Había aprendido a leer los signos en el rostro de su protector y guardián y lo conocía lo suficiente para asegurar que tenía su entrenamiento planeado cada minuto, incluyendo los descansos que él se tomaba y los días en los que conseguía escapar de sus lecciones.
-Oclumancia –contestó Erebor encogiéndose de hombros-. Te recomiendo que si quieres contarme algo sobre tu vida lo hagas ahora, de todos modos lo voy a ver.
Harry se quedó paralizado en el sitio en el que estaba. No. No iba a permitir que nadie más practicara con él haciéndole pasar de nuevo por lo que Snape le había obligado a pasar el año anterior. No iba a permitir que nadie viese sus recuerdos. No estaba preparado. Erebor debió notar su incomodidad.
-¿Ocurre algo, Ainur?
No se acostumbraba a ese nombre. "Sagrado" "santo". Eso era lo que significaba su nombre, al menos, era lo que Stell le había dicho cuando él le había preguntado, casi el mismo día de su llegaba a Ahsvaldry. Tres meses después seguía sin acostumbrarse a él.
-No estoy preparado… -murmuró entre dientes-… aún no estoy listo…
-Tonterías –dijo Eerbor mirándolo-. Estás perfectamente capacitado para practicar no solo la oclumancia, sino también la legeremancia. Son dos disciplinas que han estado en tu familia desde los inicios de los tiempos.
-No, no quiero decir eso… -intentó explicar Harry. Erebor lo miró frunciendo el ceño sin comprender y el chico resopló-. No estoy preparado para que veas mis recuerdos… No estoy preparado para recordar… No quiero que nadie vea mis recuerdos… Verías mis recuerdos, mis sentimientos… -intentó explicar el chico-… y aún no estoy preparado para eso…
Silencio. Harry parecía bastante avergonzado por haber tenido que admitir algo así frente a casi un desconocido. Pese a que Erebor había jurado lealtad y fidelidad a su persona y había prometido entregar su vida por la de él, aún no estaba preparado para dejar que nadie viese lo que había tenido que soportar durante dieciséis años.
Recordó la primera vez que Snape había practicado con él. La sensación de impotencia que había sentido y la vergüenza posterior a cuando el profesor de pociones que más le odiaba había presenciado el trato que recibía por parte de los Dursley. Erebor colocó su mano sobre el hombro del chico y Harry se preparó creyendo que el dios insistiría e intentaría entrar en su mente, igual que lo había hecho Snape. Cerró los ojos esperando lo inevitable.
-Entonces practicaremos otra cosa. ¿Te parece bien que empecemos con pociones? Ya conoces bastantes hierbas curativas, así que supongo que puedes… -se calló al ver el rostro perplejo del chico-. ¿Ainur? ¿Estás bien?
-¿No vas a insistir? –preguntó el chico desconfiado. Erebor le miró sorprendido-. Con la oclumancia, ¿no vas a insistir ni a meterte dentro de mí para ver que es lo que oculto?
Erebor le sonrió. Había visto en Harry la inocencia perdida y el miedo que el muchacho irradiaba sin darse cuenta cada vez que había alguien cerca de él. Negó con la cabeza.
-Nadie tiene derecho a ver tus recuerdos si no deseas que lo hagan Ainur –le aseguró tranquilamente-. Sé que hay cosas que es mejor que la gente no vea o no sienta… Sé que estás muy ligado a tus recuerdos… No quiero ganarme tu confianza viendo tus pensamientos y jugando con ellos después según mi conveniencia –el chico lo miró extrañado-. Prefiero pensar que algún día confiarás en mí lo suficiente para contarme tus recuerdos y cuando llegue ese día, podremos practicar Oclumancia tranquilamente.
-¿Estás hablando en serio?
-Claro… ¿quién sería tan desalmado cómo para intentar ver los recuerdos de otra persona que no quiere que le sean mostrados? –se encogió de hombros. Harry tuvo que contenerse de decir el nombre de su querido profesor de pociones y del director Dumbledore-. Entonces, ¿hacemos alguna poción? –Sonrió cuando el muchacho asintió.
-Pero te advierto que no soy muy bueno… puedo hacer que todo esto explote en un segundo –afirmó sin orgullo.
Erebor rió.
-En ese caso tendremos que asegurarnos de que conozcas bien qué ocurre cuando mezclas los ingredientes, seguro que ese es tu fallo. Además –le guiñó un ojo-, no hay malos alumnos, sólo malos profesores.
Harry no pudo evitar reí. Estaba claro que la modestia no formaba parte de su guardián"
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Albus Dumbledore reposaba en el sofá, cerca de la chimenea. A pesar de que estaban a finales de verano, aquella casa siempre había sido muy fría, por eso las chimeneas estaban siempre encendidas dejando escuchar el leve chisporrotear de los leños y las llamas amarillas y rojizas bailando al compás del mismo fuego que las creaba.
Sirius siempre había dicho que la casa permanecía fría todo el año y que por mucho tiempo que pasara, siempre permanecería fría; el linaje de magia oscura de los Black habían practicado encantamientos y sortilegios oscuros en aquella casa desde tiempos inmemorables, motivo por el que el frío que esos encantamientos producía se había apoderado de cada rincón de la casa de cada piedra, de cada minúsculo átomo y pese a que habían limpiado la casa de todos esos hechizos, el frío seguía estando allí como un constante recuerdo de lo que una vez fue.
Desde que Harry había abandonado la casa, el ambiente se había vuelto aún más frío y cortante entre ellos. Si bien era cierto que habían estado buscándolo durante un mes, ninguno de ellos podía sentirse completamente libre de culpa, pues habían escuchado las palabras de Derin y cada uno de ellos se había sentido identificado de alguna manera con ellas.
Resultaba irónico en cierta medida que ellos que llevaban conviviendo con Harry en mayor o menor medida desde que había cumplido los once años hubiesen visto sus errores a través de las palabras de unos perfectos desconocidos. Y pese a que les hubiese gustado poder replicarle, todos sabían que ninguno tenía derecho a hacerlo. Y él, personalmente, se sentía culpable de todo lo que había podido evitar y no lo había hecho.
En medio de sus pensamientos y sus culpabilidades personales, enfrentándose a sus propios fantasmas, cada uno de ellos había abandonado la casa en dirección o bien hacia sus habitaciones como era el caso de los Weasleys y Hermione o, como el caso de Tonks y Moody hacia sus propias casas, para lo cual habían utilizado la red flú de la chimenea.
Severus Snape era el único que permanecía en la casa haciéndole compañía en sus horas de insomnio, quizá porque él también lo padecía, quizá porque tenía demasiadas cosas en la cabeza, quizá simplemente porque le gustaba el silencio. De todas formas, pese a que el profesor de pociones estaba callado, su sola presencia y figura al otro lado de la mesa baja era suficiente para que Albus Dumbledore no se sintiera completamente abandonado.
Pero el profesor de pociones tenía la cabeza en otras cosas para estar pendiente del viejo director. No le había gustado la actitud de Potter. Había cambiado. Lo había notado en cuanto lo había visto en el salón. Había notado inmediatamente que la calidez del muchacho seguía allí, igual que siempre, pero estaba destinada únicamente a Remus; ningún miembro de la sala recibió una mirada amistosa, una palabra dulce o una sonrisa tímida.
No era arrogancia como había dicho… había sido más bien, cierto desdén hacia las personas allí reunidas; como si no le diese importancia al hecho de que hubiesen estado buscándolo, como si no le importara nade de lo que ocurría en aquella habitación. La preocupación por ellos y la inocencia que una vez había visto en sus ojos se había perdido y la determinación brillaba en ellos junto a la desconfianza.
Y por mucho que le costara trabajo aceptarlo, odiaba el hecho de pensar que él era el causante de que aquel muchacho hubiese perdido la confianza en quien se suponía que debía haber confiado, después de todo, Potter se parecía más a Lily Evans de lo que él mismo hubiese supuesto alguna vez.
Casi sin quererlo, recordó la conversación que había mantenido antes de que se marchara, escueta, simple y directa.
(flashbacck)
-¿Qué quiere?
-El Señor Oscuro querrá saber de esta pequeña reunión –dijo afriamente-. ¿Qué debo decirle?
Harry lo miró escéptico. Había dicho que no quería que le dijera nada más ni nada menos que lo que él quería que Voldemort supiera, pero en ningún momento hubiera pensado que Snape aceptaría tan pronto y sin poner ningún problema de por medio, su petición.
-¿Por qué? –preguntó el chico. Snape lo miró-. ¿Por qué me hace caso? Nunca me ha tratado bien, incluso puedo decir que me odia, entonces, ¿por qué va a hacerlo? –sonrió con tristeza-. Supongo que para que no me marche del mundo mágico ¿verdad?
-Se equivoca, Potter –Harry lo miró-. Me trae sin cuidado que se quede o se marche del mundo mágico, pero conozco su historia en casa de esos muggles casi tan bien como usted mismo después de todas las sesiones del año pasado –comentó con cierto veneno en las palabras, aún enfadado y avergonzado por lo que el muchacho había visto en su pensadero-. He leído la carta de Black y sé de la existencia de la poción de sangre que lo protegería… -suspiró-… y aunque no lo crea, si hubiera podido hacer la poción yo mismo lo hubiera hecho pero Dumbledore no me lo permitió.
A Harry no le pasó desapercibido el tono de tristeza y melancolía con el que Snape había hecho aquella declaración.
-¿Y por qué querría usted haberme ayudado, profesor?
-Porque… -lo miró como si fuera a decir algo que le causara gran dolor pero en el último minuto pareció arrepentirse y el dolor del pasado que había aflorado en sus ojos se vio remitido hasta el fondo de su alma, como siempre-… eso no es asunto suyo Potter, no de momento.
-¿Sabe? Yo creo que sí es el momento pero usted no está preparado todavía para hacerlo –le contestó de forma simple-. Dígale a Voldemort que la reunión ha sido para indicar que me han encontrado; he permanecido en un orfanato muggle a petición de mis tíos durante todo el mes –se encogió de hombros-. Voldemort –un nuevo escalofrío por parte del profesor lo hizo suspirar ¿es que iban a temerle a un nombre durante toda la vida?-, su Señor, -corrigió-, sabe que mis tíos me odian lo suficiente para hacer algo semejante.
Snape asintió en silencio.
-Y ahora si me disculpa –inclinó la cabeza-, debo irme, estoy seguro que Hermione y Ron también quieren hablar conmigo.
-Potter –lo llamó una vez más. Harry lo miró antes de salir de la estancia-. No sé qué le ha pasado en este tiempo y no apruebo su forma de desaparecer y dejar al mundo mágico pendientes de usted –Harry resopló y estaba preparado a escuchar algo referente a la arrogancia de Sirius o la actitud de su padre, pero no estaba preparado para lo que Snape le dijo-; pero sea lo que sea que le haya pasado, me alegro; su actitud de niño ya me estaba cansando.
-¿Cómo dice?
-Digo que se ve que ha madurado Potter; y sin tener en cuenta las consecuencias que eso puede traer –rodó los ojos en un gesto de exasperación-, me alegro de que lo haya hecho.
-Supongo que gracias –le contestó Harry con el ceño fruncido mientras intentaba adivinar por qué Snape le hacía un cumplido semejante. Sonrió decidiendo jugar con el profesor un poco-. ¿Sabe que podría entrar en su mente ahora mismo y usted no se daría ni cuenta y yo podría averiguar por qué me hubiese querido ayudar?
El profesor de pociones torció el gesto en una sonrisa.
-No lo haría –Harry iba a protestar cuando él añadió-. No he dicho que no pueda hacerlo Potter, sólo que no lo hará.
-¿Cómo está tan seguro de ello?
-Porque ha heredado la integridad de sus padres, Potter y no olvide que yo estudié con ellos; antes de meterse en mi mente me pediría permiso –añadió con tono jocoso.
-¿Y usted? –preguntó a su vez Harry sin contestar a la pregunta.
-Digamos simplemente que me lo pensaría dos veces antes de entrar en su mente, ¿le sirve de algo?
Harry sonrió a medias.
-Más de lo que cree.
(fin flashback)
-¿Crees que me equivoqué? –preguntó el director.
-No me permitió hacer la poción de sangre como le pedí –Albus asintió-. Si es consciente de ello, sí se equivocó –contestó el profesor sin mirar al director-. Durante el año pasado pude ver sus recuerdos y le aseguro que por mucho que yo odiara a su padre y a Black, ningún niño merece ser tratado como lo ha sido Potter. Usted podría haber hecho que no tuviera que vivir esa vida… ¿por qué no lo evitó?
Dumbledore quiso buscar una respuesta válida, pero no tenía ninguna. No había ningún motivo para actuar como lo había hecho más que por su propia conveniencia. Hundió los hombros derrotado.
-No lo sé… -dijo el hombre.
Snape torció la boca.
-Esa no es una respuesta, Albus. El chico tiene derecho a estar enfadado y francamente, me sorprende que no haya dejado el mundo mágico para siempre. –dijo dejando sobre su mesa la taza de té-. Con su permiso me retiro, ha sido una larga noche.
Ni siquiera había esperado que le devolviera el saludo.
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Hermione se dejó caer abatida en la cama. Ni siquiera tenía ganas de quitarse la ropa o de trenzarse el cabello, costumbre que había adquirido para que sus rizos no estuvieran tan desordenados y rebeldes. Sólo quería tumbarse, cerrar los ojos y que al volver a abrirlos todo hubiese sido un sueño… una horrible pesadilla que jamás había ocurrido. Aquel chico que se acababa de marchar no podía ser Harry… No podía ser él… No podía haber cambiado tanto…
Cerró los ojos intentando que el sueño se apoderase de ella pero no lo consiguió. Su conversación con Ron y Harry estaba demasiado reciente para que pudiera olvidarla.
(flashback)
Apenas hubieron entrado en la sala, Harry se había vuelto hacia ellos, y si en un principio ambos chicos habían creído que todo se trataba de una confusión y que Harry había permanecido frío porque Dumbledore y Snape estaban delante; pero en aquellos momentos y mirándolo tal y como estaba frente a ellos, se dio cuenta de que su frialdad reciente también se extendía hacia ellos. Definitivamente Harry había cambiado. Ahora que lo veía de cerca y junto a Ron podía decir sin equivocarse que Harry había alcanzado la gran altura de Ron y que incluso, lo superaba por centímetros. Pero su cambio se veía reflejado en sus ojos, en sus durad facciones, en su gesto severo; en su mirada gélida.
-¿Qué queréis? –preguntó-. Me están esperando para irme a casa… tendré que preparar tres habitaciones más… -añadió en un murmullo más para sí mismo que para ellos dos.
-Yo… nosotros… bueno… -empezó a balbucear Ron.
-Queríamos hablar contigo –acotó Hermione al pelirrojo-. Has estado tantos días fuera que…
-No voy a decirte ni una palabra más de la que ya he dicho ahí dentro sobre Ahsvaldry, Hermione –los ojos de la chica lo miraron mientras fruncía el ceño y se mordía el labio, nerviosa al haberse visto descubierta-. Y aunque pudiera hacerlo, no querría decíroslo, al menos a vosotros –apuntó de nuevo el muchacho.
-Harry… ¿qué…
-¿Desde cuándo formáis parte de la Orden? –preguntó Harry con toda la intención-. Y antes de que me digáis nada, recordad que me he vuelto bastante bueno en Legeremancia… muy bueno, a decir verdad y que estoy bastante cansado de que me mientan.
-Nos los propusieron a principios del verano –dijo Hermione segura de sus palabras. Ron la miró. Estaba claro que Hermione no acababa de creer que Hary fuese tan bueno en Legeremancia como acababa de insinuar.
-A principios de verano… -dijo Harry sopesando la respuesta-… y supongo que no me lo dijisteis antes porque no os dejaron hacerlo ¿verdad?
-Sí, así es. Dijeron que sería mejor que tú no participaras en esto, para protegerte y por tu propio bienestar.
-Y supongo que todos los informes que le pasasteis a Dumbledore y a la Orden durante el curso pasado sólo fue casualidad, ¿verdad? –Ron miró nerviosamente a Hermione con una ceja levantada como si quisiera advertirle que ya se lo había avisado. La joven muchacha miró con nerviosismo a Harry-. Lleváis desde el pasado curso espiándome… contándole cada secreto que yo os confiaba a Dumbledore… -sonrió sarcástico-. ¿Cómo habéis podido hacer algo así? Creía que erais mis amigos…
-El director Dumbledore nos dijo que…
-Hermione, deja de hablar como si fueras una enciclopedia ¿de acuerdo? –la chica pareció ofenderse, pero no dijo nada-. ¿Sabeis la cantidad de veces que Dumbledore me preguntó cosas que os implicaba a vosotros y nunca os delaté? Tú fuiste quién tomó los ingredientes para hacer la poción multijugos en segundo y jamás te delaté –le dijo mirándola-. ¿Tienes idea de los problemas que me habría ahorrado con Snape si hubiera dicho tu nombre? Pero claro… -añadió sarcástico-… tenía que ser el idiota sentimental que siempre he sido y defender y proteger a mis amigos… ¿cierto?-ninguno de los dos dijo nada. Ron parecía demasiado ocupado peleándose consigo mismo y la parte que le indicaba que Harry tenía razón contra la parte que le indicaba que debía defender a Hermione-. Decidme ¿Os resultó divertido hacerlo? –les preguntó.
-¿Cómo?
-Engañarme, ¿os resultó divertido? Debió costaros mucho ¿no? Fingir ser mis amigos, apoyarme, animarme…
-Harry, en ningún momento hicimos nada que no hubiéramos hecho –dijo Ron seriamente-. Siempre fuimos tus amigos.
-¿Y desde cuándo los amigos traicionan a sus amigos, Ron? –preguntó con acidez del chico moreno.
-Harry…nosotros queríamos pedirte perdón… -empezó a decir Hermione-… No debimos hacer lo que hicimos y lo sentimos de verdad… Hicimos cosas que…
-No es lo que hicisteis lo que ha hecho daño, Hermione –la cortó el chico. Ron lo miró extrañado mientras un "¿entonces qué?" se escapaba de sus labios. Harry miró a la chica entre divertido y enojado-. Hermione siempre ha sido la inteligente de los tres, seguro que ella puede contestarte, ¿cierto?
-No es lo que hicimos… sino lo que dijimos y no hicimos lo que nos está costando tus miradas frías… ¿verdad? –dijo ella comprendiendo-. Tu actitud hacia nosotros ha cambiado por nuestra culpa…
-¿Lo que dijimos y no hicimos? –preguntó Ron.
-Yo le acusé indirectamente de que Sirius hubiese muerto… -dijo Hermione-… lo acusé de querer ser siempre el héroe y dije que por eso era por lo que Sirius había muerto… Y tú…
-Yo lo dejé cuando más me necesitaba a su lado… -dijo Ron por ella.
-Exacto –corroboró el chico dando un par del palmadas en un falso aplauso-. Y ninguno de los dos tuvo el valor suficiente para decirme lo que Dumbledore os había pedido; ninguno de los dos tuvo el valor suficiente para decirme lo que estabais haciendo, ni siquiera lo hicisteis después de la muerte de Sirius aún cuando sabíais que deberíais haberlo hecho para evitar que yo me sintiera culpable…
-Harry… nosotros estamos arrepentidos… de verdad… Si nos dieras otra oportun…
-Me habéis engañado una vez traicionándome, ¿cómo sé que no lo estáis haciendo otra vez?
-Confía en nosot…
-¿Confiar en vosotros? –interrumpió mirando a Hermione con los ojos centelleantes-. Me pedís un imposible. No puedo confiar en vosotros, no puedo confiar en la Orden, no puedo confiar en nadie más que en mí mismo… No necesito confiar en nadie.
-Todo el mundo necesita confiar en alguien Harry –le dijo Hermione.
-Pero no todo el mundo puede hacerlo, Hermione. Y ahora si me disculpáis, hay gente con la que deseo estar… -les sonrió con una sonrisa que a Ron se les antojó típicamente Slytherin-… y que sé que nunca me traicionarán.
(fin flashback)
Ninguno de los dos había podido retenerle. Un inmenso dolor había pasado por los ojos de Harry cuando hablaba con ellos; decepción también. Y lo peor de todo era que no podía culparle por sentirse así. Sin poderlo evitar, notó como sus ojos se humedecían. Sabía que acababa de perder a uno de sus mejores amigos y sabía que no sería fácil recuperarlo.
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En la antigua mansión Riddle, sede oficial ahora de los mortífagos del círculo más interno del Señor Oscuro, se estaba llevando a cabo una reunión bastante importante entre Lord Voldemort y uno de sus más fieles vasallos.
-Llama a McGorn, quiero saber cómo va la investigación que le pedí.
El hombre se levantó y haciendo una reverencia salió de la habitación en la que Voldemort se hallaba. Nagini estiró su cuerpo sobre el regazo de su amo y se irguió mostrándole sus colmillos; Voldemort sonrió y le acarició la cabeza mientras le susurraba unas palabras que parecieron tranquilizar al réptil.
-Pronto, pequeña… pronto…
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Remus se debatía entre entrar o no entrar en la casa. Estaba en la entrada del jardín sin atreverse a dar un paso, ni hacia delante ni hacia atrás. No sabía cómo lo había hecho Harry, pero la casa en la que una vez vivieron James y Lily se erguía majestuosa sobre una de las colinas del Valle de Godric, como si siempre hubiese estado allí, como si nada hubiese ocurrido y en cualquier momento James fuese a aparecer saludándolo con la mano mientras que Sirius llegaría con Harry en los brazos perseguido por Lily gritándole que por nada del mundo iba a dejar que su hijo montase en una moto y mucho menos si era Padfoot quien conducía dicha moto.
El mismo jardín cuidado con tulipanes rosados y amarillos que enmarcaban el camino de piedra negra que conducía hasta la entrada. Las mismas paredes de láminas horizontales blancas; las mismas ventanas y puertas de color claro que él mismo había ayudado a pintar aunque había acabado en medio de una guerra de pintura con sus dos amigos.
Era como regresar al pasado… a un pasado que no debería de haber desaparecido… pero que nunca más regresaría.
-¿Vas a entrar?-La divertida voz de Harry a sus espaldas lo hizo reaccionar. El hombre lobo lo miró unos segundos y luego volvió a mirar la casa mientras emitía un pequeño suspiro-. Vamos… Si yo pude hacerlo, tú también podrás… Hay una habitación esperándote –le guiñó un ojo-. No voy a dejar que vuelvas a estar solo Remus… Ni mis padres ni Sirius lo querrían.
-Pero Harry… ¿cómo… apenas tenías un año… ¿cómo has podido… la casa está igual…
-Fotografías, documentos, intuición, imágenes, flashes, sueños…-se encogió de hombros antes de añadir risueño-. Y un poco de magia.-Remus no pudo evitar sonreír-. Entonces, ¿entramos?
Remus no se había equivocado. Si por fuera la casa le había transportado al pasado, el interior de la vivienda había hecho exactamente lo mismo. La entrada permanecía despejada a excepción de una alfombra rojiza y algunos cuadros y tapices que decoraban las paredes, en un rincón, una lámpara de pie iluminaba la pequeña estancia. Dos puertas, una a la izquierda que conducía a la cocina y una a la derecha que conducía a la sala de estar; enfrente, un pequeño pasillo que dejaba ver las escaleras que subían al primer piso y bajaban al sótano. La sala de estar se comunicaba a través de dos arcos abiertos con el salón, dividiendo las dos estancias con claridad.
Si mal no recordaba, la cocina, que tenía una parte que hacía a la par de un pequeño comedor, comunicaba con el pasillo rodeando las escaleras, de forma que la puerta que se veía detrás de las mismas sería la que comunicaba con la cocina. Y al fondo del pasillo, junto al salón, una última habitación antes de llegar a la puerta que daba al jardín trasero; tras esta puerta, si recordaba bien, se encontraba una biblioteca que aunque parecía pequeña desde fuera, por dentro no tenía nada que envidiar a la biblioteca de Hogwarts dado que Lily amaba los libros.
Suspiró. Harry había decorado las estancias con sumo cuidado y de forma armoniosa. Muebles sencillos y nada ostentosos, igual que James y Lily lo habían mantenido una vez. Las paredes tenían diversas fotografías y paisajes grabados en tapices; e incluso en los muebles y estanterías, se veían fotografías de los padres de Harry, de Sirius, de Harry siendo bebé, incluso de él mismo.
-Las fotografías…
-Estaban en la bóveda de mis padres, como un plano de la casa –se encogió de hombros nuevamente-. Espera, falta una fotografía.
Ante los ojos de Remus abrió la bolsa que llevaba donde había guardado el álbum de fotografías de Sirius; de allí sacó la fotografía que había estado viendo antes junto a Remus y sonriendo conjuró un marco donde la fotografía se guardó mágicamente. Sonriendo, la colocó sobre la repisa de la chimenea del salón, bajo la mirada aprobatoria de Remus y un brillo de felicidad y nostalgia en sus ojos.
-Ahora sí que hay una fotografía de mi familia completa.
-Gracias Harry… -le dijo el hombre lobo. Harry le sonrió a modo de respuesta y se giró hacia los tres dioses que se habían quedado mirando la escena, sabiendo que no debían intervenir, pues ese momento había sido destinado únicamente a ellos dos y nada les daba derecho a decir nada.
-Bueno, ahora… venid, os enseñaré donde podeis dormir esta noche, mañana estaremos Hogwarts.
Remus fue consciente en aquel momento de que no estaban solos y se giró para poder observar mejor a las extrañas personas que habían aparecido en Grimmauld Place. En el momento en que vio a las tres personas, supo que sería una imagen que siempre tendría en la mente.
Erebor representaba la figura de un hombre alto y con el cabello oscuro recogido en una trenza que descansaba sobre su hombro derecho cayendo hasta el abdomen fue la primera en emerger del agua líquida. Sus ojos azules reflejaban la tranquilidad que en aquellos momentos Remus no tenía. Vestía con sus ropas rojas y negras, un pantalón negro holgado y una casaca roja sin mangas abiertas en los laterales hasta la cintura donde un cinturón dorado sostenía dos dagas.
Remus observó la otra figura, Giliath, y si se había quedado impresionado por el hombre, la delicada figura que en aquellos momentos contemplaba no era para menos. Era una mujer esbelta de cabellos rojizos y rizados hasta más debajo de la cintura y ojos grandes del color del cielo. Vestía con una sencilla túnica blanca ajustada en la cintura utilizando un cordón dorado donde guardaba una pequeña daga resplandeciente; algunos rizos descansaban sobre sus hombros desnudos y un colgante blanco descansaba pacíficamente sobre su garganta. Una delgada corona plateada reposaba sobre los bucles de fuego dándole un aspecto dulce y angelical que atrajo la atención de Remus de forma inmediata.
La figura de imponente hombre rubio se veía aún más amenazante que la que había visto en la sede del Orden. Iba vestido de forma similar a Erebor, pero con la casaca de los Lobos Grises, blanca, de cuello alto y sin mangas, con los botones que unían el lado izquierdo del cuerpo. Sobre la casaca, a la vista, el medallón que lo caracterizaba como capitán del escuadrón brillaba. Pero a lo que Remus no pudo evitar prestar atención, fueron los ojos grises que parecían capaces de escudriñar hasta su misma alma.
Se sintió pobremente vestido con sus desgastados pantalones y su camisa negra con la chaqueta por encima. No pudo ocultar su sonrojo a lo que Giliath le sonrió comprensiva.
-Harry no podría tener una familia mejor que la que tiene… -le sonrió y Remus pudo notar la calidez de aquella mujer-. Lily siempre hablaba muy bien de ti y veo que tenía razón…
-¿Conocisteis a Lily? –preguntó el hombre. Erebor y Derin asintieron en silencio-. Ella… era muy especial, ¿verdad?-Giliath le sonrió a modo de respuesta.
-Igual que lo es su hijo –le contestó la mujer.
Harry carraspeó ligeramente sonrojado.
-Vamos… antes de que os pongáis a hablar de mí prefiero que os quedéis dormidos de una vez.-Remus rió suavemente-. ¿Qué?
-Que hablando así me recordaste a James… -se encogió de hombros. Harry sonrió.
-Es el mejor cumplido que nadie puede hacerme, Remus. ¿Vamos?-Y se giró hacia las escaleras sabiendo que los demás le seguirían al piso superior.
-Por cierto ¿qué pasó en la reunión antes de que llegáramos?
-Poca cosa… Harry prácticamente ha desestimado seguir a las órdenes de Albus, no ha querido entrar en la Orden, les ha dado un repaso a los que le han estado engañando ruante todo el año, ha obtenido su mayoría de edad legalmente por lo que ahora es considerado un adulto y además no necesita tutores, ha sacado las mejores calificaciones de los EXTASI en muchos años y me ha pedido que venga a vivir con él –enumeró Remus como si aquello fuera lo más normal.
Giliath sonrió abrazando de nuevo a Harry. Erebor negó con la cabeza claramente divertido y Derin no pudo evitar sonreír.
-Ese es mi chico –añadió Giliath aún divertida
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Ron no había podido dormir en toda la noche. Cada vez que cerraba los ojos la mirada verde de Harry irrumpía en sus pensamientos como un constante aviso de que lo estaba vigilando como él lo había hecho. Se sentía mal, se sentía terriblemente mal y de haber podido retroceder en el tiempo lo hubiera hecho para no aceptar la propuesta de Dumbledore.
No debería haber aceptado espiar a su amigo; era su amigo, casi un hermano; Harry había confiado en él cuando los demás no confiaban; había puesto en sus manos su vida en más de una ocasión sin dudarlo nunca y él a cambio de su muestra de confianza lo había traicionado.
¿Por qué lo había echo? ¿Ser el sexto hermano de una familia donde todos los hermanos mayores poseen una característica que los ha convertido en personas importantes, le había afectado hasta el punto de querer ser superior a quien una vez le había ofrecido su amistad?
No encontraba respuesta a esa pregunta y sabía que jamás la encontraría, después de todo, no podía retroceder en el tiempo… Seguramente había perdido a su amigo para siempre…
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-¿Quiénes son ellos, Harry? –preguntó Remus entrando en la habitación que ocupaba el muchacho.
-Son ciudadanos de Ahsvaldry –dijo el chico sin mentir, después de todo, no había dicho en ningún momento que Ahsvaldry fuera una ciudad creada por y para dioses, ¿cierto?-. Digamos que me ayudaron mucho durante mi estancia allí.
-Supongo que debo suponer que ellos son los responsables de tu cambio –sugirió despacio sabiendo que pisaba terreno peligroso.
-No –contestó el chico sentándose en la cama e invitando a Remus a que tomara asiento en una de las butacas de la estancia-; el engaño, la traición, las mentiras, toda esta red política que se ha creado a mi alrededor, descubrir ciertas cosas después de tanto tiempo que me han estado ocultando… -suspiró-… Esos son los motivos de mi cambio. Estuve pensando en dejar el mundo mágico a principios del verano –dijo como quién no quiere la cosa-; en realidad estuve pensando en dejar los dos mundos… -sonrió amargamente
-Harry… tú… tú no…
-La palabra es suicidio –dijo el muchacho tranquilo-. Después de todo, cualquier lugar sería mucho mejor que la casa de los Dursley… y con Sirius muerto…
Remus sintió la ira y el enfado del lobo crecen dentro de él por haber permitido que su pequeño cachorro tuviese siquiera la idea de terminar con su vida únicamente porque le habían hecho daño. ¿Hasta dónde había llegado su daño para que se hubiese planteado morir?
-Pero entonces llegó la carta de Sirius, el medallón de mamá… Ahsvaldry… Ellos me dijeron quién era, quién soy. Me enseñaron todo lo que se suponía que debía saber y no sabía; se encargaron de instruirme en historia mágica, en cómo defenderme y defender a los demás, cómo controlar mi magia, como sacar mi poder y refugiarme en mi aura, según conviniese…
-¿Ellos te dieron el conocimiento suficiente para pasar tus EXTASI, verdad?
-Ellos y… -sonrió-… otra persona… que me ayudó a descubrir porqué estaba aquí, porqué seguía vivo y porqué Voldemort no pudo acabar con mi vida cuando tenía un año –se encogió de hombros sonriendo-. Por eso sé que ellos son los que están mejor preparados para enseñar a los alumnos de Hogwarts no sólo a defenderse y atacar, sino a aprender de la historia y del pasado para evitar que en el futuro se cometan los mismo errores repetitivos una y otra vez.
-¿Me lo dirás algún día?
Harry sonrió mientras se encogía de hombros.
-Quizá. Ahora es tarde, mejor vamos a dormir.
Remus asintió y se levantó dirigiéndose a la puerta. Tomando el pomo, se giró hacia Harry suavemente antes de abrir la puerta.
-Tus padres y Sirius estarían orgullosos de ti, Harry, lo sabes ¿verdad?
En un gesto instintivo, Harry llevó su mano al cuello, donde una fina cadena plateada se perdía dentro de su camisa sin dejar revelar lo que colgaba de ella. Cerró los ojos y sonrió dulcemente casi sin darse cuenta. Remus observó con agrado su sonrisa… la misma sonrisa inocente y pura que había visto la primera vez en esa misma casa cuando Harry era apenas un bebé.
-Lo sé Remus… Ahora lo sé… -el hombre sonrió y se giró-. Y también lo están de ti.
Si el hombre lobo se hubiese girado en aquellos momentos, el chico podría haber visto como se le aguaban los ojos mientras que una única lágrima resbalaba por su mejilla.
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Remus despertó bastante temprano con la idea de preparar el desayuno, no sólo para él sino para Harry y sus nuevas visitas que, recordó sonriendo, iban a quedarse allí por tiempo indefinido; aunque él estaba convencido de que tiempo indefinido significaba hasta que Harry lo decidiese.
Miró a su alrededor. Él estaba ocupando la habitación que una vez había sido de Harry; habían instalado a los tres visitantes en las tres habitaciones de huéspedes, Derin había ocupado la de la planta de abajo mientras que Giliath y Erebor se habían quedado con las dos del piso superior, cerca de la habitación principal que en otros tiempos había sido ocupada por James y Lily y que ahora ocupaba Harry.
Bajó las escaleras después de vestirse adecuadamente y antes de entrar en la cocina, le llegó el delicioso aroma del cacao caliente y las tostadas. Parecía que alguien había madrugado más que él.
-Buenos días –dijo entrando en la cocina.
-Buenos días Remus –contestó Harry que en aquellos momentos estaba sacando algunas tortitas de la sartén-. ¿Café o chocolate? –preguntó.
-Chocolate, gracias –dijo sentándose y tomando una tostada-. ¿Qué haces despierto tan temprano?
-Estoy acostumbrado a no dormir más de cuatro horas por día más o menos -se encogió de hombros-. ¿Qué tal has dormido? –preguntó.
-Bien, gracias, esa cama es muy cómoda –antes de añadir nada más Giliath apareció en la cocina vestida con otra túnica de color rosado que destacaba el color de su cabello. Y a pesar de haberse quitado la delgada corona que llevaba en la cabeza, su aura seguía igual de resplandeciente que la noche anterior.
-Buenos días Remus –el hombre le respondió el saludo cortésmente-. Buenos días, Ainur –dijo besándole la frente a Harry.
-Significa "sagrado" –dijo Harry al ver la mirada que le dirigía Remus-. Y no preguntes más, no quiero mentirte Remus.
-Buenos días a los tres –dijo Erebor ingresando en la cocina y tomando una pieza de fruta de sobre la mesa mientras los presentes correspondían a su saludo -. Derin dice que te espera en el patio trasero; ha dicho algo de tener un combate decente después de tres meses…
Giliath meneó la cabeza suavemente dando a entender que Derin no tenía remedio mientras que Erebor sonreía. Harry también sonrió y se dirigió a Remus.
-¿Te apetece ver una exhibición de espadas?
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La campana de alerta resonó por el Valle de la Batalla, los niños corrieron agrupándose mientras se dirigían hacia los resguardados sótanos que mantenían las viejas casas chozas del pueblo. Las mujeres y hombres empuñaron las armas, pues aprendían a manejarlas desde que entraban en la adolescencia; quien no las supiera manejar, morían con la garganta cortada por una espada o una daga clavada en su corazón, las únicas maneras que tenían los dioses de morir a manos de otros.
Los cascos de los caballos alados de los naryns resonaron en el Valle. Una flecha surcó los cielos y la campana dejó de sonar cuando la mujer cayó desde lo alto de la torre.
Las nubes cubrieron el Valle y la neblina nubló la visión de los atacantes.
El naryn clavó su espada en el centro del corazón del hombre que clamaba por la libertad y la salvación de su pequeño pueblo.
Gritos. Miedo. Terror. Espadas que cortaban el aire. Arcos que se tensaban. Flechas que cruzaban el cielo y recorrían el espacio.
14aldas murió aquella noche y una criatura cruzó los cielos llevando en sus garras a un joven dios de cabellos rubios y ojos claros. Su familia vio como se lo llevaban antes de que una bola de fuego les alcanzara. Nadie sobrevivió.
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Bueno, pues esto es todo por hoy!
Que os ha parecido? Ya sabeis que acepto reviews, howlers, criticas, peticiones, preguntas… en fin… todo lo que soleis mandarme e intento aclarar o contestar vale?
Así que dejadme vuestra opinión sobre el capítulo.
Por cierto, estaba pensando en poner en cada capítulo un adelanto del siguiente capítulo, ¿os apetece o mejor lo sigo haciendo como hasta ahora?
Bueno, ya me diréis algo!
Un besito para todos. Nos leemos!
