Hola a todo el mundo!

Me secuestraron al final anoche! En fin… a ver, ¿cuántos de vosotros estuvisteis en mi misma situación? Me secuestraron! Os lo podeis creer? Me dijeron "vamos a hacer una visita a casa de los abuelos" y al final nos quedamos a cenar y todo allí!

Por eso no pude actualizar ayer, que era cuando quería hacerlo.

Bueno, ya está bien de lamentos. Lo importante es que ahora os he podido subir el capítulo, así que os dejo con él, de acuerdo?

Agradezco todos vuestros reviews y sigo insistiendo: quienes no esteis registrados en la pagina de fanfiction y no me dejeis un email, no os podré contestar!

Aps, sí, a parte de recordar que salvo los personajes inventados por mí, todo lo demás pertenece a Rowling.

Bueno, aprovecho para desearos unas FELICES FIESTAS y un Feliz Año Nuevo, de acuerdo?

Espero que el próximo año sigais escribiéndome como lo habeis hecho hasta ahora.

Un besito para todos

y venga, a leer, que esperais?

CAPITULO 5: NUEVO CURSO Y UNA CARTA

-Tienes los mismos ojos de tu madre…

Harry alzó la vista del libro que estaba intentando traducir. A petición, o más bien a exigencia de Stell, había iniciado su educación en el mundo de los dioses y por tanto, también en su lenguaje e historia que el hombre se había ofrecido a enseñarle. No era fácil, incluso el hombre tenía que reconocer que a él a veces le costaba dar con la traducción exacta al texto antiguo que el chico estaba leyendo, pero no podía negar que se sentía orgulloso de que lo estuviera haciendo tan bien.

-Todo el mundo lo dice… -dijo el chico algo incómodo por la mención a su madre. Stell sonrió y Harry continuó con su lectura.

Sí, se parecía mucho a la joven que había ido a Ahsvaldry hacía ya algunos años mortales; si no se equivocaba, y dudaba mucho que lo estuviera haciendo, Lily Evans pisó Ahsvaldry a la misma edad que ahora tenía Ainur.

En un principio no lo había reconocido; el chico era moreno y no con el cabello rojizo como lo había sido el de su madre, era alto y musculoso, no de constitución delgada y esquelética, como solía decirle entre risas y bromas a Lily; pero había en él una fuerza inusual que había visto durante varias generaciones; una magia interna demasiado poderosa para alguien de su edad.

Y tan pronto había visto sus ojos verdes había sabido que no se había equivocado y que era él el descendiente de Lily… su pequeña y dulce Lily que tantas alegrías y risas había llevado al palacio de Ahsvaldry en su corta estancia.

Sin embargo, la tristeza y la desconfianza que había visto en los ojos de Harry no recordaba haberlas visto nunca en la mirada de su madre… en silencio se había preguntado cuánto debía haber sufrido el chico para tener esa mirada que nublaba su vista y oscurecía no sólo sus ojos, sino también su corazón y su alma.

-Pero tu corazón ha sufrido demasiado… -añadió Stell. Harry volvió a alzar su mirada ligeramente molesto, no sabía si era porque había interrumpido su lectura o porque había hablado de su madre-… perdona, sigue, vas muy bien –observó el punto del libro. Harry obedeció.

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Después de una conversación en la que Harry le había explicado a Remus que no irían en el Expreso hasta Hogwarts, sino que acudirían directamente al colegio para que el resto de profesores conocieran a Giliath, Erebor y Derin, el antiguo profesor de defensa se había sentado en el porche trasero junto a Giliath y Erebor a presenciar una exhibición del poder de Harry con las armas. Y aunque en un principio el chico se había negado diciendo que estaba cansado, Derin no le había creído e incluso había amenazado con utilizar su rango de capitán para obligarle a tener una pelea con él. Remus había fruncido el ceño ante esta propuesta sin comprender del todo qué quería decir. Harry no le había dicho nada.

-¿También vale la magia? –preguntó el muchacho con una leve sonrisa socarrona.

-He tenido suficiente magia en Ahsvaldry, gracias –miró de reojo a Erebor que se limitó a reír abiertamente sin querer esconder su disimulo-. Sólo espadas.

-Como quieras, no tengo ningún problema con eso –aseguró Harry encogiéndose de hombros-. ¿Empezamos?

-¿No deberías… -miró de reojo a Remus. Harry sonrió.

-Remus, ¿podrías lanzarte un hechizo protector? El más fuerte por favor –le indicó-. Derin y yo nos volvemos un poquito violentos cuando tenemos armas en nuestras manos y combatimos juntos, no me gustaría que una daga mal dirigida fuese a parar a donde tú estás. Remus sonrió y alzó su varita en un complicado movimiento. Harry sonrió satisfecho al notar como el escudo crecía alrededor del licántropo y además, Giliath y Erebor habían hecho lo propio para el hombre sin que el mago lo notase. Se giró hacia Derin-. ¿Empezamos ahora?

Ponerse violentos, en la opinión de Remus, hora y media después de que hubiesen empezado con la batalla amistosa, era quedarse corto. Apenas se había fijado en los movimientos de Derin, debía admitirlo, pero es que desde el momento en que Harry había desplegado su poder hacia la espada que empuñaba, era como si la hoja hubiese pasado a formar parte de su propio cuerpo, como una extensión de él mismo, capaz de controlarla sin hacer el más mínimo esfuerzo. Pasos ágiles, giros, cortes, rodamientos, desvíos y bloqueos. La espada de Harry centelleaba con las primeras luces del día y por más que se moviera, por más que hiciera movimientos forzosos, por más que su cuerpo estuviese sudando, ni un solo jadeo salió de la boca de Harry, ni un solo indicio de agotamiento. Miró sorprendido a sus acompañantes que fruncían el ceño de vez en cuando y criticaban alguna posición, algún giro, algún ataque.

Pero no era sólo la forma de moverse lo que llamaba la atención del hombre. Era la fuerza que el joven Potter emitía con cada nuevo corte, con cada nuevo salto, con cada nuevo bloqueo; resplandecía de felicidad, como si combatir se hubiese vuelto una necesidad imperiosa en él; la misma cara que la primera vez lo vio hacer magia.

-Chicos, creo que es suficiente –la dulce voz de Giliath detuvo el combate después de que Harry diese un par de pasos y evitando la espada de Derin hizo un intento de clavar su daga en la garganta de su contrincante. El rubio tragó con cierta dificultad pero sin perder la sonrisa. Erebor soltó una carcajada.

-Harry ha ganado –sentenció Erebor.

-De momento –bramó seco Derin apartando a Harry de un empujón y guardando su arma mientras pasaba por el lado de Remus hacia la casa.

El muchacho se reunió con los adultos y miró hacia el hombre lobo leyendo sus pensamientos.

-No te preocupes, no está enfadado, él es así.

-Derin nunca podría enfadarse con Ainur –dijo Giliath sonriente.

-Exacto –Erebor pasó una mano por los hombros de su protegido-. Después de todo, si se enfadase con él, Derin no encontraría un buen contrincante para entrenar ni aunque bajase a los mismos infiernos.

Harry sonrió dejando escapar una risa suave.

-Será mejor que vayamos yendo. Dumbledore nos espera en su despacho en quince minutos.

-¿Los elementos? –sugirió Erebor. Derin dejó escapar un bufido de inconformidad-. Lo siento Derin, pero crear un portal requiere un poco más de tiempo, eso por no decir que necesitamos saber la localización exacta y que no la sabemos –añadió en tono evidente.

-Está bien, pero nada de fuego –expresó Derin-. Ni de agua –gruñó de nuevo.

Giliath le sonrió y lo tomó de la mano.

-¿Te ocupas de Remus, Erebor?

-Sin problemas –tomó al hombre del brazo-. ¿Listo?

-Es como un trasladador –explicó Harry-. Sólo que sin trasladador –añadió riendo antes de elevar su mano hacia arriba y murmurar algo. Un suave remolino lo envolvió y una columna de luz dorada lo rodeó haciendo que desapareciese en aquel instante. Remus se giró hacia Erebor.

-¿Nos vamos?

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Fawkes inició un alegre canto de bienvenida tan pronto Harry y sus acompañantes entraron en el despacho de Dumbledore. El muchacho se acercó hasta el fénix rojizo y lo acarició suavemente, sintiendo bajo la yema de sus dedos la suavidad de su plumaje y la liviandad de su presencia. Aquel había sido otro de los misterios recién descubiertos en Ahsvaldry, el motivo por el que Fawkes siempre parecía reacio a estar con nadie que no fuera Dumbledore y que sin embargo, se acercaba a él dócilmente ayudándolo incluso cuando podía, como había ocurrido en su segundo curso con el basilisco.

-Perdonad el retraso –pidió Dumbledore apareciendo por las escaleras mientras bajaba del piso superior del despacho.

-No se moleste, no pudo haber presentido nuestras auras, señor –dijo con desdén Harry dejando olvidado el dulce Harry-. Sólo pensé que quizá Giliath, Erebor y Derin deberían de ser presentados al resto de profesorado de Hogwarts antes de que el banquete empiece –La voz de Dumbledore dejó escapar "por supuesto" y Harry se giró hacia la puerta-. Ahora si no les importa iré a hablar con Hagrid antes de que se vuelva loco creyendo haber visto algo en el bosque –sonrió mientras miraba a Giliath.-Feamor –dijo como respuesta.

-Harry, antes debemos hablar de… tu situación…

-¿Ahora quiere hablar, señor? –preguntó despectivamente-. El año pasado no lo hizo, es más, yo diría que hacía lo posible para evitarme… Erebor se encargará de mi situación; espero que Remus pueda quedarse en el castillo –antes de que el anciano pudiese poner ningún impedimento-, después de todo, no queremos que el único amigo vivo que queda de mi padre y mi padrino se aleje mucho de mí, ¿verdad? –Dumbledore lo miró asintiendo en silencio sabiendo la ira con la que esas palabras eran lanzadas pero sin saber que a Harry le dolía más decirlas de lo que le dolía a él escucharlas-. Derin, sé que no te gusta, pero por favor, protege tu mente –miró de forma significativa al director y luego volvió a mirar a Derin-; él y Snape son los únicos de los que debéis preocuparos.

-¿Quién es Feamor? –quiso saber Remus cuando Harry hubo salido.

-Su montura, evidentemente –contestó Erebor-. Ahora bien, hablemos de la situación de Harry.

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La primera rosa había florecido en el jardín del palacio de Ahsvaldry. El Príncipe había logrado desentenderse de sus obligaciones reales y ahora paseaba tranquilamente escondiéndose de embajadores y criados que lo buscaban para, seguramente recordarle, que debería estar ocupándose de la desaparición de dos de los guardianes más poderosos además de la súbita desaparición del capitán de los Lobos Grises.

Stell sabía que tarde o temprano debería decir la verdad y debería decir que sabía donde se encontraba y cuando tuviera que hacerlo, no le quedaría más remedio que ordenarles que terminaran con una vida mortal para conseguir el objeto. Pero también sabía que Ainur intentaría encontrar otra solución antes que terminar con una vida.

Escuchó pasos y alzando una mano se cubrió con el aire, creando una barrera ilusoria que no le permitiría a nadie identificarlo allí. Los guardias pasaron por allí sin prestarle atención y el Príncipe tomó nota mental de conseguir que sus guardias fueran más precavidos, aunque en momentos como ese le venía bastante bien, la verdad.

-Tiempos difíciles se acercan para él, acechándole la muerte en las sombras… protégelo Lahntra porque necesitará toda tu fuerza…

El colgante que llevaba le indicaba que Ainur estaba bien y eso era todo lo que necesitaba saber, mucho más de lo que se podría haber dicho cuando había llegado a Ahsvaldry.

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El semigigante no podía creer que el joven que tenía delante fuera el mismo niño que había ido a recoger a los once años a casa de los muggles. Todo en él había cambiado y a pesar de que Tonks y el mismo Albus Dumbledore le habían confirmado dichos cambios, hasta que no lo había visto él mismo no podía haberlo creído.

-Feamor es un buen caballo Hagrid, sólo no le gusta la compañía, así que si pudieras decirle a las acromántulas y los centauros además de las otras criaturas que se alejen de él, será mucho mejor para todos, en serio.

-Pero estar en el Bosque Oscuro puede ser muy peligroso para un caballo Harry –se mostró dubitativo-, por muy fuerte que sea.

Harry suspiró.

-¿Si te muestro algo, prometes que no dirás nada y accederás a que él se quede en el bosque? –el gigantón asintió aún reticente, pero la amistad que le unía al joven o que una vez le había unido, le hacía dar su conformidad-. Nadie más debe saberlo, eres el único que lo sabe, ni siquiera Dumbledore, ¿entiendes?

-Tienes mi palabra Harry –el muchacho asintió y silbó de forma aguda tres veces.

Hagrid había visto a lo largo de su vida numerosos animales, tanto mágicos como no mágicos, animales peligrosos como dragones y acromántulas habían ocupado sus pensamientos y prácticamente su corazón, puesto que los cuidaba como si se tratasen de inofensivas mascotas felinas. Pero pese a toda su experiencia, no pudo evitar una expresión de asombro y respeto tras su espesa barba cuando aquel semental alado apareció ante Harry envuelto en una columna de aire.

Feamor desplegó sus alas y agachó la cabeza en dirección a Harry mientras se posaba sobre sus patas traseras y golpeaba el aire con las delanteras. El pelaje negro invitaba a ser tocado y la suavidad de las crines y la cola parecían poder competir con la mismísima seda de las hadas.

Hagrid estiró una mano de forma involuntaria, atraído por el poder que aquel animal desprendía de sí mismo. El caballo resopló con fuerza y batió sus alas a modo de advertencia; un aviso que Hagrid entendió.

-Tranquilo Feamor… -lo llamó Harry-… Hagrid, deja estirada la mano, que reconozca tu olor.

Hagrid obedeció y esperó a que el animal lo reconociese resoplando sobre la palma de su mano abierta. Harry sonrió y palmeó levemente la frente del caballo mientras fijaba sus ojos verdes en los grises del caballo.

-Ahora sólo tú puedes acercarte, no te hará daño, pero si alguna de las otras criaturas se acerca a él o Feamor presiente que yo estoy en peligro, no dudará en defenderse y defenderme y creeme que no desearás verlo furioso.

-Pero esto es… -los ojos de Hagrid se abrieron aún más-… un pegaso… no puede ser… hace siglos que se extinguieron.

-Nunca he sido una persona normal Hagrid –se puso serio-. ¿Comprendes por qué nadie debe enterarse de que está aquí? El poder que tiene sería demasiado codiciado… tanto para alumnos como profesores.

-¿Albus…

-Dumbledore sabe que es un caballo, nada más; y no tengo intención de que lo sepa, ¿entiendes?

-Hablaré con las criaturas Harry. Tu pegaso estará bien…

-Buen chico… -susurró el chico al oído del animal-… ve y escóndete… nos veremos pronto.

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En la oscuridad de sus habitaciones, quien una vez fue conocido como Tom Riddle y ahora se erguía como Lord Voldemort, esperaba con infinita paciencia los resultados de la investigación que había ordenado.

A dos metros de él, un pedestal de hierro negro forjado a mano se alzaba majestuoso a una altura de metro y medio. Sobre el pedestal, un pequeño cofre de mármol blanco con betas negras irradiaba un fuerte y poderoso poder. Decorado con motivos mágicos y antiguos, las runas protegían aquel pequeño cofre. La cerradura de oro blanco permanecía intocable, imposible de abrir; había probado todos los hechizos conocidos y por conocer, ni siquiera el Aveda Kedabra había funcionado. Tan pronto como la luz de la maldición había dado de lleno en la cerradura, el poder del cofre la había absorbido sin ningún tipo de problema.

Frustrado, no le importó girarse hacia la puerta que se abría en aquellos momentos y alzando su varita, descargó su frustración contra el mortífago que había osado entrar sin llamar antes y sin ser convocado. McMillan se retorció en el suelo pese a sus intentos por permanecer erguido. Únicamente cuando Voldemort fijó sus ojos en el libro que el hombre llevaba en sus manos, la tortura cesó.

-Lo hemos encontrado, Amo –dijo arrodillándose y extendiéndole el libro sobre su cabeza-. Hemos encontrado el modo de abrirlo.

Voldemort alcanzó el libro y lo abrió por la página señalada, apartando las páginas amarillentas y llenas de polvo. Sus ojos inyectados en sangre sonrieron con crueldad, y su boca se torció en una sonrisa victoriosa.

-El colgante de Elea… -murmuró-… el poder de los naryns será mío…

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Fue el primero en entrar al Gran Comedor. Definitivamente el lugar tenía otra perspectiva cuando estaba vacío. Los colores de las cuatro casas ondeaban en los diferentes estandartes y los relojes de punto estaban aún vacíos. Harry no pudo disimular una mueca al pensar que él mismo se encargaría de que no estuviesen vacíos dentro de poco. Algo le llamó la atención. A un lado de la mesa de los profesores había una mesa más pequeña, redonda y con cinco sillas. Harry suspiró y rogó internamente porque no fuera lo que él estaba pensando, después de todo, Giliath podía convencer a Derin, ¿no?

Sus esperanzas se vinieron abajo tan pronto los profesores empezaron a entrar en el salón, todos excepto la profesora McGonagall que, tal y como el chico pensó, había ido a esperar a los de primero, y Hagrid que estaría recogiendo a los niños para llevarlos hasta el castillo en los botes a través del lago. Snape le dedicó una mirada extraña y Harry cabeceó en señal de saludo; se quedó impresionado cuando el profesor de pociones hizo lo mismo.

-Harry, ven, este será tu sitio –apremió Erebor apareciendo detrás de él y poniendo una mano en el hombro-. ¿Estás bien? No me digas que te ha sorprendido que apareciese así y…

-Erebor, he notado tu presencia, no es eso –aseguró el chico moreno-. ¿Por qué tengo la sensación de que vamos a sentarnos en aquella mesa –señaló la mesa redonda junto a la de los profesores.

-Porque siempre has sido muy intuitivo –contestó Erebor. Harry le dirigió una mirada retadora y el hombre se encogió de hombros-. Derin –se limitó a contestar.

-Creí que Giliath podría haberlo convencido… -mostró su disconformidad.

-Giliath estaba un poco ocupada –señaló la mesa redonda donde un Remus caballeroso apartaba la silla para que la diosa pudiera sentarse en ella y se lo agradecía con una sonrisa.

-Vaya… No me esperaba… eso…

-¿No te gusta la idea? –preguntó Erebor.

-Sí, claro… Es que ahora Derin está sin control… -sonrió. Erebor le devolvió el gesto.

-Aún estás tú –le palmeó la espalda-. ¿Vamos? Tus compañeros están a punto de llegar.

-¿Y qué excusa voy a dar para decir que me siento allí? –preguntó arqueando las cejas mirándolo-. Por si fuera poco el trato que recibo, ahora también aprovecharán el hecho de que me siento con tres de los profesores y un ex profesor…

Erebor le sonrió.

-Giliath y yo te hemos adoptado como nuestro hermano menor y no estamos dispuestos a dejarte solo ni siquiera un segundo –le informó el guardián-. En realidad a ninguno de nosotros nos hacía gracia que estuvieras solo –añadió con bastante simpleza.

-¿Qué?

-Es la excusa para Dumbledore –se encogió de hombros-. Giliath quería asegurarse de que estarías bien y no quería separarse de ti, así que Remus ideó este plan. No está tan mal, ¿no?

Harry le sonrió de vuelta.

-No, supongo que no… -contestó.

-Perfecto, ¿nos sentamos? –preguntó cuando las puertas del Comedor empezaron a abrirse y diversos alumnos empezaban a sentarse en sus mesas entre risas y palabras.

-Está bien. Supongo que tendré que aguantar las preguntas en la Sala Común –dijo mientras se dirigía hacia la mesa donde Derin ya estaba acompañando a Giliath y Remus. Erebor no contestó -¿Erebor?

-Verás eso… te quedarás con nosotros en nuestra torre.

-¿Qué? –volvió a preguntar alzando un poco la voz y logrando que algunos chicos de Ravnclaw se giraran para mirarle.

-Ya te he dicho que Giliath no piensa dejarte –le contestó sonriendo. Harry pudo distinguir un abismo de duda en los ojos del hombre.

-¿Sólo es por eso?

-Ainur, somos tus guardianes, debemos protegerte… es mejor que estés cerca de nosotros, ¿de acuerdo?–el chico asintió. Derin le sonrió cuando llegaron a la mesa y el chico se sentó entre Giliath y Derin. Quizá debería preguntarle a él, después de todo, Derin nunca había sabido mentirle.

-Si le dices a alguien que yo he dicho esto, me encargaré de buscar la daga y terminar con tu vida, ¿de acuerdo? –siseó Derin en voz baja para que sólo él lo oyera. Harry lo miró divertido, esas amenazas ya no servían para él y ambos lo sabían; simplemente eran utilizadas como exageración, por ambos lados-. Ninguno de nosotros está dispuesto a dejarte solo y no sólo porque seas nuestro protegido, sino porque somos tus amigos… Y queremos estar cerca cuando necesites a alguien con quien hablar. Ahora, si le dices a alguien que yo…

-Tu secreto está a salvo conmigo… -le susurró Harry divertido. Derin lanzó un gruñido a modo de respuesta-. ¿Derin? –el dios le miró-. Gracias.

Den le sonrió en respuesta.

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-¿Qué hace Harry sentado allí? –preguntó Neville ligeramente confundido.

-¿Dónde está? –se interesó Ginny mirando a su alrededor. El Gryffindor le señaló la mesa de los profesores-. ¿Ese es Harry? Está irreconocible… ¿cómo has sabido…

Neville sonrió nervioso mientras se encogía en su asiento, no le gustaba ser el centro de atención y su gran grado de timidez no ayudaba en absoluto; se limitó a encogerse de hombros y a contestarle con sencillez:

-¿Acaso conoces a alguien más que él con un cabello tan indomable? –Ginny sonrió y el chico añadió algo más-. Además, sólo Harry tiene los ojos de ese color. La chica pareció conformarse ante la afirmación del chico y Neville respiró tranquilo-. Lo que yo quiero saber es por qué está sentado allí.

-¿Ron? –interrogó Ginny a su hermano.

-Seguramente porque adora ser el centro de atención –dijo Ron sentándose junto a su hermana y mirando de reojo a Harry-. Ni siquiera puede permanecer en su sitio.

-Ron –le reprendió Hermione-; quizá es sólo que no quiere estar con nosotros –le susurró bajo par que sólo él lo oyera.

-Evidentemente –le contestó el pelirrojo-. Es demasiado importante para sentarse con nosotros…

Ni siquiera sabía de donde habían salido esas palabras. Él hubiese querido decir "evidentemente, le hemos hecho mucho daño", pero una vez más, los celos que su amigo suscitaba en él, entraron en un juego en el que él no deseaba participar pero no sabía cómo retirarse.

Si bien el pelirrojo había ido con la intención de disculparse sinceramente con Harry, el hecho de verlo en la mesa de los profesores, sin siquiera sentarse en la mesa de Gryffindor que era donde pertenecía, le había hecho enfadarse de nuevo y recordar el motivo por el que aceptó ayudar a Dumbledore. Harry, siempre era Harry. No importaba lo bueno que él pudiera llegar a ser en quiddich o lo bueno que él pudiera llegar a ser en alguna materia… Harry siempre le superaba, Harry siempre era mejor que él…

Si el gran Harry Potter se creía demasiado importante para estar con él, de acuerdo, pero esperaba que no se le ocurriera aparecer por la habitación esa noche porque tenía su varita lista y preparada, eso sin contar las bromas que sus hermanos le habían dado ese verano.

Hermione rodó los ojos y dejándolo por imposible se giró hacia Dean con quién comenzó una agradable conversación intentando ignorar los gruñidos de Ron a su lado.

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-¿Cómo hiciste…

Harry le sonrió.

-Aún no puedo contestarte a eso Remus –le informó el chico-. Tan sólo puedo decirte que la magia sin varita es bastante útil cuando tienes tus manos ocupadas con una espada y una daga –se encogió de hombros.

-Muy pocos magos pueden hacer algo como lo que tú… y esa luz dorada…

Harry sintió como enrojecía ligeramente y Giliath, divertida le sonrió.

-Pocos magos son como Ainur –comentó distraídamente Erebor.

-Preferiría que nadie lo supiera –le dijo Harry a Remus.

-Por supuesto –mostró su conformismo Remus con una sonrisa-. Sólo espero que algún día puedas…

-Lo haré, te prometo que algún día te lo contaré todo, Remus.

Después de hacer esa promesa, Harry desvió la atención de la conversación de su mesa cuando notó la mirada de cierto rubio sobre él. Sus ojos localizaron rápidamente a Malfoy sentado en la mesa de las serpientes y no se había equivocado; los ojos grises estaban clavados en él y lo miraban interrogante como si estuviera descifrando quién podía ser.

Harry sonrió y no pudo evitar mirarlo de forma burlona mientras se pasaba una mano por el flequillo, de forma casual, dejando entrever su cicatriz. Sonrió cuando los ojos de Malfoy se abrieron al reconocer la herida y sonrió aún más cuando entre dientes murmuró algo que Harry leyó claramente "Potter". Las miradas de Parkinson, Zabinni y Nott, sentados con Malfoy se giraron hacia él. Sorpresa, indignación, odio, miradas de intimidación… eso era lo que se podía encontrar en los ojos de Malfoy; Harry sonrió de forma sarcástica, era la misma mirada que Ron tenía en aquellos momentos hacia él. Por unos segundos, tuvo que meditar quien de los dos había sido su enemigo y quien había sido su amigo; y un escalofrío le recorrió la espina dorsal al darse cuenta de que el pasado podía dar un giro repentino en cualquier momento y afectar al futuro.

Harry se contuvo de saludarles con la mano.

-¿Qué ocurre? –Giliath se inclinó hacia él en un débil susurro.

-Nada –dijo distraídamente Harry apartando la mirada de Malfoy.

-¿Ese es el chico que siempre te da problemas? –preguntó Giliath mirando al rubio. Harry la miró y rodó los ojos. Conocía aquella mirada protectora y aquella voz que indicaba problemas.

-No hagas nada Giliath –le pidió-. Al menos hasta que no esté en tu clase…-añadió al darse cuenta de que pedirle a Giliath que se guardase su aspecto protector con él era pedir demasiado.

La puerta del comedor se abrió de nuevo y un grupito de niños que lo miraban todo a su paso, entró encabezado por la profesora de Transformaciones. Erebor fue a decirle algo a Harry, pero una mirada por parte del profesor de Pociones lo hizo cambiar de opinión.

-¿Harry?

-¿Erebor? ¿Qué diablos haces en mi cabeza? Sabes que no me gusta hablar telepáticamente si no es necesario.

-Esto es necesario –insistió el hombre mientras McGonagall desenrollaba un pergamino-. El profesor de negro me ha mirado peor que Derin en cuanto he ido a decirte algo.

Harry tuvo que reír mentalmente.

-No muerde, tranquilo… -sonrió-.¿Qué ocurre?

-¿Qué está pasando? –una tercera voz se sumó a la de Erebor en la cabeza de Harry.

-Nada Derin, no pasa nada –lo tranquilizó el chico-. Erebor quería saber algo.

-¿Qué hacen esos niños ahí?

-Esperan para ser seleccionados en sus casas –interrumpió la voz dulce de Giliath.

-¿Y tú como lo sabes? –preguntaron al mismo tiempo los dos adultos.

-Remus me lo ha contado –respondió feliz Giliath-. Y antes de que a alguno de vosotros dos se le ocurra decir o hacer alguna estupidez, será mejor que dejéis de molestar a Ainur con estas tonterías.

-Gracias Giliath… -agradeció Harry cuando notó que las presencias de Erebor y Derin habían desaparecido.

-De nada Harry.

-Bienvenidos alumnos un año más –empezó a decir Dumbledore una vez que la selección hubo terminado-. Unas reglas para los presentes y los nuevos magos y brujas que compartirán este año escolar; el Bosque Oscuro está prohibido para todos los alumnos –dirigió una mirada divertida a la mesa Gryffindor, aunque Harry también se sintió identificado por eso; no le importó en absoluto-; los pasillos del quinto piso están cerrados para todos los alumnos y el señor Filch y la señora Norris se encargarán personalmente de aquellos estudiantes que estén por los pasillos después del toque de queda; únicamente los prefectos que estén en ronda podrán deambular durante su horario. En cuanto la cena termine los prefectos de sus casas acompañarán a los recién llegados a sus casas, no se separen de ellos; serán los prefectos quienes en la sala les den sus nuevos horarios –un suave carraspeo por parte de Minerva le hizo recordar un anuncio más-. Este año impartiremos una nueva asignatura; defensa sin magia que impartirá el profesor Derin –el hombre se levantó de su asiento a insistencia de una mirada de Harry y después de barrer el comedor con una de sus gélidas miras volvió a sentarse-. Así, quiero darles también la bienvenida a la nueva profesora de Historia de la Magia, Giliath y al profesor Erebor que impartirá Defensa contra las Artes Oscuras. –ligeros murmullos invadieron el salón; Harry sonrió. Era consciente del impacto que podían llegar a causar Giliath, Derin y Erebor por separado, pero juntos era casi imposible apartarles la vista de encima-. El profesor Lupin a quien varios estudiantes tuvieron hace tres años estará en el castillo en calidad de visitante, no de profesor, espero que no les incomode a ninguno de ustedes. –nadie dijo nada, sólo los Slytherins parecieron murmurar y asentir; a Harry le dio una mala sensación-. Un nuevo cargo se ha impuesto; Harry Potter, a quien todos conocéis –asintió en dirección al chico-, ha adquirido en nuevo cargo de coordinador de los alumnos, ha sido un sorteo en el que la influencia de nuestro Sombrero Seleccionador ha sido tenida muy en cuenta. El señor Potter, seguirá siendo un estudiante pero con derechos de profesor –varios murmullos llegaron a los oídos de Harry que los ignoró completamente-. Cualquier queja referente a los estudiantes que quien hacernos llegar a los profesores será transmitida al señor Potter a través de los prefectos de las casas. El señor Potter, además ha solicitado ser seleccionado nuevamente.

Varios susurros y murmullos de incredulidad se alzaron en el Gran Comedor. Harry miró a Erebor, Giliath y Derin alzando una ceja.

-¿Tenéis algo que ver con todo esto? –les preguntó en un murmullo.

-Señor Potter, por favor, acérquese. –interrumpió McGonagall a Giliath que iba a decirle algo.

-Nos pareció que tenías que hacerlo Harry, pero no tienes que hacerlo si no quieres.

Harry miró a Erebor. Era cierto. Él también sabía que debía hacerlo; pero Erebor le estaba dando la oportunidad de negarse, él no lo hizo.

Se levantó y se sentó en el banco con tranquilidad. La profesora McGonagall le colocó el sombrero sobre la cabeza.

"Vaya… tú otra vez…

-Date prisa ¿quieres? Envíame de una vez donde tenga que estar, no al camino más fácil para mí.

-El valor de un Gryffindor, no hay duda… pero sigo dudando de tu destino.

-Lo sé, la última vez me quisiste enviar a Slytherin.

-Sí, pero ahora hay algo más… La astucia de un Slytherin, el valor de un Gryffindor, la inteligencia de un Ravenclaw y la lealtad de un Hufflelpuff… mmmm difícil…

-¿Quieres hacerlo de una vez? No me gusta llamar la atención.

-A tu madre tampoco le gustaba… tu padre sin embargo… y ese chico que terminó en su casa, ese Black… me sorprendió… fue el primer mago de esa familia que no terminó en Slytherin.

-¡Hazlo ya!

-Está bien, está bien…

-¡GRYFFINDOR! –Harry se iba a levantar cuando el sombrero siguió hablando ante la mirada de los demás -¡SLYTHERIN! –murmullos se levantaron-¡RAVENCLAW!-el director Dumbledore se levantó de su asiento-¡HUFFLELPUFF!

Luego el silencio. Harry miró a Dumbledore pidiéndole una explicación de lo que había pasado; el hombre asintió y el chico se fue a sentar de nuevo junto a sus mentores. Remus lo miró.

-No he sobornado al sombrero para que vuelva loco a todo el mundo –le dijo el chico con una media sonrisa.

-Lo sé, pero nunca había pasado algo así –le dijo su ex profesor-. Harry, te seleccionaron para todas las casas.

-En vista de lo ocurrido, el señor Harry Potter tendrá la oportunidad de elegir su propia casa, si no desea elegir, y dado su nuevo cargo, podrá tener acceso a todas las casas. ¿Señor Potter?

Harry se levantó de su silla y miró al director.

-Escojo todas las casas, director.

Antes de que nadie pudiera decir o añadir nada, Dumbledore continuó hablando.

-Bien, eso es todo. Bienvenidos a todos y a disfrutar de la cena.-una leve palmada y el banquete se dispuso sobre las cuatro mesas de los estudiantes y la de los profesores.

Derin miró los platos que habían en su mesa y se sirvió rápidamente. Harry sonrió; había olvidado la cantidad de comida que Derin era capaz de ingerir.

-Nuestras habitaciones están en el quinto piso –informó Erebor sirviéndose un poco del vino que había en la mesa-. ¿Giliath?

-Gracias –dijo la mujer para que Erebor le sirviera en su propia copa-. Supongo que ha aceptado nuestros términos de privacidad –sonrió con cierta malicia que hizo sospechar a Harry-. No te preocupes Ainur, está todo controlado.

-¿Quieres un poco, Harry?-El chico cabeceó aún cuando Remus mostró su disconformidad con la mirada de que bebiese vino-. Tranquilo Remus, tu lobezno ha bebido cosas mucho más fuerte que estas.

-De echo, algunas las ha elaborado él mismo –añadió Derin.

-¿Qué tal fue la reunión? –preguntó Harry para desviar el tema.

-Entretenida –dijeron a coro los tres dioses.

-¿Entretenida? –Remus enarcó una ceja irónica.

-Eso mismo –dijo Erebor sonriendo-. Pusimos a tu director en su lugar, ¿puedes creer que intentó leernos la mente pese a que tú nos advertiste delante de él que no lo hiciera? –el chico asintió; sí, podía creerlo-. Nos ofreció un puesto en su Orden si colaborábamos con él –añadió el dios ligeramente molesto.

-Cómo si a nosotros se nos pudiera comprar de semejante forma –la voz de Giliath sonaba ofendida y divertida y el muchacho intuyó que estaba más divertida que otra cosa.

-Ya os advertí sobre él –les dijo el chico cortante-. Y supongo que también ha intentado algo contigo, ¿cierto Derin?

-Se limitó a preguntarnos cosas del tipo de donde te conocemos y por qué teníamos interés en daros clase, aunque cada vez que hacía una pregunta intentaba entrar en nuestras mentes cuando contestábamos –se encogió de hombros-, supongo que pensó que si hablábamos de otra cosas podría investigarnos sin que nos diéramos cuenta.

-Erebor, ¿podríamos preparar varias dosis de antídoto de veritaserum para poder llevarlas siempre encima? –preguntó de forma distraída Harry.

-Sí, podríamos –entrecerró sus ojos-, ¿por qué?

-Tengo la sensación de que Dumbledore volverá a preguntaros todo lo que ha preguntado hoy y casualmente, será delante de una taza de té de esas que tanto le gusta ofrecer a sus alumnos… -miró de forma significativa al director que parecía entablar una conversación con McGonagall-… Sé que nosotros podemos evitarla, pero Remus , y no te ofendas, creo que debería ir con cuidado.

-No me ofendo Harry, -le sonrió después de dar un sorbo a su copa de vino-, después de todo no sería la primera vez que lo hace.

-¿Qué has dicho? –los ojos de Harry lo miraron intensamente y Remus estuvo convencido de que no había sido muy buena idea decírselo al chico-. ¿Cuándo ha sido eso Remus?

-Este verano. Estaba convencido de que yo sabía donde estabas; no me di cuenta hasta que me hube tomado el té que me ofrecía Molly después de una de las reuniones de la Orden.

Harry frunció el ceño. Otra vez Dumbledore y la Orden. Nadie iba a hacerle daño, ni a él ni a los que estuvieran a su alrededor; absolutamente nadie.

-Remus, creo que deberías practicar Oclumancia –dijo de repente Erebor-. Nosotros podemos proporcionarte el antídoto, pero no podemos protegerte de la legeremancia que puedan hacerte. Giliath es muy buena profesora.

Harry tuvo que contener la carcajada al ver el rostro de Remus sonrojarse. Se pregunto si sus padres también se habían sonrojado cuando se dieron cuenta de que se querían, durante sus últimos años en Hogwarts. Giliath asintió ligeramente sonrosada, aunque todo aquel que no la conociera podría haber dicho que su color de mejillas era completamente natural.

-Bueno… si no es mucha molestia… -empezó a decir Remus.

-Por supuesto que no lo es –aseguró Giliath sin perder la sonrisa-. Estaré encantada de ayudarte si de ese modo Ainur está protegido.

-Ainur sólo necesita una buena espada para protegerse –dijo Derin sonriendo de forma macabra mientras bebía de su copa-. Por cierto, necesitaremos entrenarnos en serio, no creo que en "clase" –dijo con todo sarcástico-, podamos hacerlo en condiciones.

-Yo me encargo. –aseguró Harry. Remus entendió que el chico se estaba refiriendo a la Sala de los Menesteres y sonrió. Definitivamente era igual que James.

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Ron se levantó feliz de su asiento cuando Dumbledore dio la señal de que la cena había terminado. Había estado tentado en más de una ocasión de alzar la cabeza para observar a Harry; y se había sorprendido a sí mismo deseando verlo abatido, triste y arrepentido por sus palabras y comportamiento hacia ellos. Pero cada vez que lo miraba, lo veía sonriente y entablando conversaciones con los profesores de su mesa, principalmente con Derin. Tenía que admitir que se sentía celoso de que ese intruso compartiese con Harry lo que él debía de compartir.

-Ron, hay que entregarle su horario a Harry antes de irnos con los pequeños, ¿te encargas? –preguntó Hermione dándole un pergamino antes de que el pelirrojo pudiera protestar.

-¿Por qué yo? –preguntó receloso Ron.

La mirada de Hermione fue suficiente para que el pelirrojo entendiera. Ella no podía hacerlo. Se sentía demasiado culpable por todo lo que habían hecho y las palabras de Harry aún le dolían. Ron lo sabía. Pero él tampoco podría acercarse a Harry. En parte porque su orgullo se lo impedía y en parte porque él tampoco deseaba volver a sentir la mirada sin sentimiento que Harry le había dedicado el pasado día.

-Lo siento Hermione, pero no puedo –le contestó–. Se lo podemos dejar sobre su cama –sugirió.

Hermione obvió la parte de decirle que aquello era una estupidez y una tontería y que Harry se sentiría peor con ellos si hacían eso; pero en lugar de decirle eso negó con la cabeza.

-La profesora McGonagall me informó cuando me dio los horarios que Harry no dormiría en Gryffindor.

-¿Qué? –el grito de Ron llamó la atención de varios chicos de su curso, incluido Harry que lo miraba como si esperase descubrir algo. Ron miró a su alrededor -¡Neville, ven un momento!

-¿Qué? –preguntó el chico receloso. Había aprendido de la peor de las maneras que los Weasleys podían ser peligrosos, sobre todo los gemelos y daba las gracias en silencio porque aquel par ya no estuvieran en Hogwarts.

-¿Puedes ir a entregarle a Harry su horario?

-¿Por qué? –preguntó intrigado Neville.

-Porque hemos discutido con él y en estos momentos no nos hablamos –dijo Ron perdiendo la paciencia-. ¿Lo harás o no?

El chico miró con timidez a Hermione que asintió con la cabeza mientras frotaba sus manos una con otra y fruncía el ceño ligeramente rogándole con la mirada que lo hiciera. Neville no llegaba a entender cuál podría haber sido el motivo de la discusión que se había producido entre el trío dorado de Gryffindor como a los Slytherins les gustaba llamarlos, pero sabía que debía de haber sido algo bastante importante para que se hubiesen dejado de hablar. Tomó el pergamino.

-Está bien –se limitó a decir-. Pero tendréis que decirme la contraseña de nuestra casa para poder entrar.

-La contraseña es "honor y confianza" –dijo Hermione rápidamente. Ron dejó escapar una sonrisa sarcástica y la chica rodó los ojos-. Gracias Neville. ¡Los de primero que me sigan por favor! ¡Primero de Gryffindor por aquí!

-Te advierto que Harry puede estar bastante… frío… quizá diga algo que no…

-¿por qué habría de decirme algo hiriente Ron? Después de todo, es mi amigo, no le he hecho nada para que se enfade conmigo –contestó Neville con simpleza mientras se dirigía a la mesa de Harry.

Ron suspiró. Tenía razón. Harry estaba enfadado con él y Hermione, no con Neville.

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Frunció el ceño al ver a Ron elevar la voz. Seguramente se habría enterado de que no dormiría en Gryffindor, lo que le quitaría muchas oportunidades de poder seguir espiándolo. Vio como Neville se acercaba a ellos y tomaba algo después de mirar a Harry mientras Hermione y Ron le hablaban. Finalmente, Hermione llamó a los pequeños mientras que Ron le decía algo más a Neville antes de retirarse con la chica.

Harry observó como sus "amigos" se levantaban y se iban guiando a los diez niños de primero que entrarían ese año en la Sala Común de Gryffindor y no pudo sentir retroceder en el tiempo, al momento en que él entró por primera vez y vio todo un mundo nuevo que le confería el hogar que nunca había tenido… El año pasado había sido consciente de que un hogar era algo que él jamás iba a tener.

Sonrió al ver como Neville se acercaba a él titubeando. Harry le sonrió y aquello pareció ser suficiente para alentarlo a ir hacia él con más firmeza y convicción de la que en realidad tenía.

-Hola Harry… -casi murmuró el chico intimidado por la presencia de Derin.

-Hola Neville. ¿Todo bien? –le preguntó.

-Sí, eso creo… -parecía estar dudando sobre algo; Harry lo miró instandolo a hablar y el chico jugueteó con sus manos de forma nerviosa-. Escucha… no sé que ha pasado este verano entre tú y Ron y Hermione –su cara de sorpresa al ver la expresión de Harry fruncirse al mencionar el nombre de los dos chicos había sido bastante elocuente-, sólo quería decirte que si necesitas a alguien con quien hablar, puedes hacerlo conmigo.

-Gracias Neville –le contestó.

-Toma –le tendió un pergamino y Harry lo miró interrogante-. Me pidieron que te lo entregara –se encogió de hombros.

-Gracias Neville, en cuanto sepa donde están mis habitaciones te lo diré, pero no podrás decir nada, ¿de acuerdo? –el chico asintió-. Gracias por no hacer caso de… bueno… -sonrió consciente de todas las cosas que se habían dicho en la mesa durante aquella cena, la mayoría dichas por Ron-… por no prestar atención a la conversación de la mesa… -el chico le sonrió.

-¿Por qué le ayudas de esta forma? –preguntó Erebor mirando al chico-. Podrías no haberte acercado y dejarlo solo… ninguno de tus compañeros se ha acercado a saludarle.

-Él me ayudó cuando los demás no querían hacerlo –se encogió de hombros-, si puedo ayudar a Harry de algún modo, lo haré.

-¿A Harry o a Harry Potter? –preguntó Derin que no había quitado sus ojos de encima del chico aún sin haber dicho nada.

-A Harry, señor. Harry Potter es un nombre, pero Harry ha demostrado ser mi amigo siempre… -La respuesta pareció convencer a Derin, Erebor y Giliath porque sonrieron al muchacho-. Hasta mañana Harry. Nos veremos en pociones, creo.

-Hasta mañana Neville.

-Me gusta ese chico –dijo Giliath una vez Neville se hubo retirado. Se limpió con la servilleta dando a entender que había terminado de cenar. Erebor y Derin siguieron sus pasos y Remus miró incrédulo aquello; Derin aún conservaba medio postre en su plato y Erebor apenas había probado el suyo. Pero más se sorprendió cuando Harry imitó a los adultos y se apresuró a retirar la silla de Giliath antes de que lo hiciera Erebor-. Creo que nosotros tenemos una reunión no muy importante, para que los demás profesores nos conozcan ¿quieres venir Harry? –el chico sopesó la invitación pero la rehusó. Giliath asintió, el chico confiaba en ellos, todo lo que se dijera en la reunión, ellos mismos se lo contarían-; Remus, ¿podrías llevar a Harry a que sepa donde están las habitaciones? –Remus asintió-. Y tú, procura no hacer muchos daños, ¿entendido? –lo besó en la frente en un gesto maternal.

-Entendido –le sonrió el chico-. Derin, sé amable –le pidió casi en tono de súplica.

-Lo seré si ellos lo son, Ainur –le informó el hombre. Harry rió.

-Será mejor que aproveches que estamos en la reunión para que hables con Remus de Feamor –le indicó Erebor.

-¿Tu caballo?

-Será la versión abreviada –informó Harry-. Si quieres podemos ir a verlo.

-Hoy no Harry –indicó Erebor-, es luna nueva.

Harry asintió.

-No lo recordaba –se giró hacia Remus-, entonces lo verás mañana. ¿Nos vamos?

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Ron se tumbó en la cama de mala manera y cerró las cortinas para que cualquiera que entrara recibiera el mensaje de que quería estar solo y en silencio. Había albergado la pequeña esperanza de que en cuanto llegara a la habitación, las cosas de Harry estarían allí, quizá después de todo, Hermione se había equivocado y había entendido mal la información que la profesora de transformaciones le había dado. Pero tan pronto había visto la cama de Harry en su lugar sin el baúl a la vista o sus cosas preparadas, había sabido que era verdad y no sabía qué le enojaba más, si el hecho de que no estuviera allí o el hecho de que no estuviera allí por su culpa.

-¿Ron? –la voz de Neville llegó desde la habitación-. Ron, ¿estás despierto?

-¿Qué quieres? –gruñó el chico desde la cama.

-Decirte que Harry ya tiene su horario. Creí que querías saberlo –Ron no contestó y el chico hizo un nuevo intento-. ¿por qué os habéis peleado?

-¿Acaso él no te lo ha dicho? –preguntó Ron abriendo las cortinas de la cama y dejando ver su rostro pecoso-. No, claro… seguramente quiere que todo el mundo vaya detrás de él preguntándole qué le ha ocurrido para poder hacerse el mártir, ¿verdad?

-No hables así de Harry –le advirtió Neville-. Puede que yo no sea un buen mago, pero sí soy un buen amigo y no dejaré que insultes de ese modo a Harry. Sabes que a él no le interesa que vayan a admirarlo…

-¿Por qué lo defiendes de ese modo?

-Porque es mi amigo –contestó Neville-. Y porque parece que tanto tú como Hermione lo habéis olvidado.

-No tienes ni idea de lo que ha pasado, así que no te inmiscuyas, Neville… -le dijo con el rostro rojo por la rabia contenida.

-Tienes razón, no sé lo que ha pasado… pero creo que sea lo que sea Harry no merece que hables de él como lo has hecho… –se encogió de hombros-, creí que era tu amigo.

-Es mi amigo… -murmuró Ron.

-Entonces, ¿por qué he tenido que ir yo a darle su horario?

Pero Ron no tenía respuesta para eso. Neville se encogió mentalmente de hombros y se dirigió a su cama.

-Buenas noches Ron.

El pelirrojo ni siquiera contestó. Tenía demasiadas contradicciones en la cabeza.

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Harry había encontrado las habitaciones perfectas. Cinco cuartos individuales a los que se accedían a través de un pequeño desnivel de la Sala Común decorada con tonos neutros. Una chimenea en uno de los laterales y varias butacas alrededor de la misma; dos amplios sofás se situaban en el otro extremo, cara a cara, separados por una mesa baja. Una gran mesa de madera y varias sillas ocupaban el otro lado de la habitación. Las paredes habían sido prácticamente forradas de estanterías y librerías llenas de libros que Harry creyó que le serían bastante interesantes, y teniendo en cuenta que a Remus le encantaba leer, sería perfecto para su ex profesor.

-Perdona –dijo de repente el muchacho girándose hacia Remus-; ¿habías terminado de cenar? Es que desde Ahsvaldry se me quedaron marcadas algunas costumbres y yo no…

-Sí, tranquilo, había terminado de cenar, pero no entiendo por qué…

-Cuando una dama está en la mesa, los hombres se retiran cuando ésta lo hace –se encogió de hombros mientras le explicaba-. Si una dama se levanta y los hombres se quedan, podría decirse que han estado hablando mal de ella, lo cual repercutiría en su honor… Es un poco complicado.

-Ya entiendo. ¿Feamor? –cambió de tema el licántropo.

-Es un pegaso negro –Remus comprendió de inmediato el motivo por el que el chico no quería que se supiera de él-. ¿Sabes algo de ellos? Y no digas que dejaron de existir hace siglos porque te puedo demostrar que no es así.

-Leí algo sobre ellos hace tiempo; si no recuerdo mal su sangre es bastante poderosa y esa fue la causa de su extinción; los cazaron para extraerles la sangre y utilizarla en pociones de artes oscuras, así como en elixires de larga duración. ¿Cómo es posible que tú…

-Feamor me encontró a mí –le sonrió-. Sólo puedo decirte que un día apareció ante mí y fue como si hubiese encontrado la mitad de mí… lo que me faltaba para estar completo. Comprenderás que no puedo darte muchos detalles ¿no?

-Sí, claro… Ahsvaldry… -se limitó a decir el hombre sonriendo.

-Pero puedo decirte que es el pegaso quien elige a su jinete y no al revés. Cualquier hombre o criatura que se atreva a intentar montarlo recibirá un fuerte hechizo dependiendo de lo poderoso del animal. Feamor me ha estado esperando desde hace siglos y permanecerá a mi lado hasta que él muera o lo haga yo… lo que antes ocurra.

Remus sonrió.

-Harry, creo que hay algo que deberías ver.

El hombre se levantó y se dirigió hacia una de las puertas donde estaba escrito su nombre; Harry pudo escuchar como abría su baúl y el ruido de un pergamino desdoblarse. Un suspiro antes de cerrar el baúl de nuevo y dirigirse hacia donde estaba él.

-Creo que debes leerla, después de todo, tú me dejaste leer la tuya.-Harry miró el pergamino. Sólo podía ser una cosa. Miró a Remus-. Vamos léela. Tu habitación es la del medio –le indicó. Harry se volvió para comprobar que en efecto en la puerta central de la estancia había un cartel con su nombre grabado-. Vamos ve.

Harry asintió despacio mientras se levantaba. Estuvo a punto de tropezar con el sofá, una butaca, la mesita baja, el dobladillo de la alfombra y la lámpara de pie que había junto a la puerta del baño; pero en ningún momento dejó de mirar la carta que tenía entre manos.

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Hola! Muy bien chicos, pues esto es todo por hoy!

Bueno, dejad vuestras opiniones ok?

Ya sabéis, críticas buenas, malas, constructivas, destructivas (aunque espero que de esas pocas), sugerencias, howlers, halagos, en fin… lo que queráis, mis ojos estan abiertos para leer lo que querais que lea.

Ahora sí, un besito para todos y cuidaros, vale?

FELICES FIESTAS A TODOS

Nos leemos prontito!

Aps, y como lo prometido es deuda, os dejo un pequeño adelanto del próximo capítulo.

-¿Habéis escuchado esa sarta de tonterías? –Giliath parecía realmente enfadada cuando habían salido de la reunión-. "Mantener un ojo siempre sobre el señor Potter" –imitó con voz chillona mientras sus compañeros se reían disimuladamente-. ¡Idiotas!

Un colgante en forma de cuerno refulgió bajo la luz. Y bajo la luz misma, desapareció. Cuando la luz violeta desapareció, el colgante no estaba y con él, también había desaparecido el naryn.

Ahora, tenía en su poder el texto que conseguiría abrir el cofre que guardaba el medallón de Elea y con él, se revelarían los depositarios de la lágrima de Lahntra y la daga oscura.

-¿no te das cuenta de que tú eres todo lo que me queda de ellos? ¿no te das cuenta de que eres el único al que ahora puedo querer como un padre?

Dimbar asintió aún cansado para contestar. La oscuridad se volvió a cernir sobre él cuando cerró los ojos