Hola! Os dejo un nuevo capítulo, a ver que tal y a ver si os gusta ok?

Por cierto, bueno, ya os lo comentaré abajo, pero creo que no podré contestar los reviews de forma tan seguida, de todas formas, vosotros seguid dejándomelos, que os prometo que los leo todos!

Bueno, os dejo con el capítulo, que leais bien :D!

CAPITULO 9: Midiendo su poder

"Harry observó a su oponente con detenimiento, prestando atención a todos y cada uno de los gestos y movimientos imperceptibles que su adversario realizaba. Había aprendido a leer en el rostro impasible de Derin sus acciones inmediatas, cosa bastante difícil si se tenía en cuenta que el rostro del dios jamás demostraba nada cuando se trataba de luchar.

Estaba plenamente concentrado en el aura que envolvía el cuerpo de Derin. Fría, distante, atenta. Características que definían a Derin, características que componían su aura.

Un leve destello en los ojos grises de Derin le hizo ponerse en alerta justo a tiempo para bloquear el ataque que el dios había iniciado. Harry había aprendido que la agilidad era algo innato en Derin y que en cada golpe, bloqueo o giro, el dios enfocaba toda su aura y su magia, dándolo siempre el todo por el todo, sin reservar nada para el siguiente golpe; controlaba su respiración de forma lenta, tranquila y pausada.

Las hojas de sus espadas chocaron un par de veces lanzando destellos sobre ellos. Una sonrisa surcó el rostro de Derin y Harry lo imitó. El primero por haber encontrado a alguien que pudiera mantenerle el ritmo, el segundo por poder estar a la altura de un dios.

Aunque en un principio Harry no había entendido por qué Stell había insistido en que tomara clases de lucha con Derin, en momentos como aquel lo comprendía. No eran solo clases de defensa y lucha, era algo más. Era poder confiar en la otra persona, tener la estabilidad suficiente y la mente despejada y abierta para poder leer en los ojos del adversario su siguiente movimiento.

Incluso cuando practicaba los ataques de magia con Erebor, podía sacar provecho a las técnicas de Derin, aplicando en su magia el poder y la fuerza de su cuerpo; dejando la mente libre para las clases de Giliath.

Ambos se detuvieron al mismo tiempo. Ambos sonreían. Ninguno sudaba. La campana de alerta sonó desde las afueras de palacio. El rincón del jardín donde ambos habían ido a practicar fue rápidamente cubierto por gritos provenientes del patio de armas. Tres minutos. Ese era el tiempo que tardaban los shygards en estar listos para enfrentarse a cualquier ataque.

Harry miró a Derin como lo había hecho durante las últimas cuatro veces que habían escuchado la campana de alerta. Deseo e intención por participar, por ayudar, por luchar. Pero el dios nunca lo había tenido en cuenta; "aún no estás listo" o "no voy a perder por tener que cuidar de ti" eran las frases que siempre salían de boca de Derin cuando el chico manifestaba su intención de ir con él.

Pero contra todo pronóstico, Derin sonrió y asintió en silencio.

-Ten cuidado y no te separes de mí –le advirtió.

-Lo mismo digo –le contestó Harry con decisión.

Derin le sonrió dos segundos antes de salir hacia el patio de armas con Harry detrás de él. Fue la primera batalla en la que participó, después de eso, su juramento de shygard lo convirtió en el brazo derecho de Derin, pese a que todos los soldados ya sabían que a pesar de que no se hubiera convertido en shygard, Ainur ya formaba parte de la vida de Derin y cualquiera que quisiera alzarse contra uno de los dos, deberían pasar primero por el otro."

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Harry entró en la sala común cerca de las cuatro de la mañana; no le importaba dormir poco, se había acostumbrado e incluso podía permanecer varios días mortales despierto sin notar el cansancio debido a la diferencia temporal que había adquirido en Ahsvaldry durante su estancia allí.

Abrió la puerta del dormitorio de Erebor y entró sin demasiados remilgos, sentándose en la cama del dios y mirándolo detenidamente mientras contaba mentalmente. Cuatro segundos después de su entrada, Erebor abría los ojos y lo miraba.

-Cuatro segundos, has perdido dos segundos –intentó bromear-. Tengo que hablar con vosotros. Avisa a Giliath, yo despierto a Derin.

Erebor asintió. Tres minutos después, los cuatro se encontraban en la sala común. El rostro de Harry, casi siempre alegre y sonriente cuando estaba con ellos, mostraba una dureza y una frialdad inusual cuando no había nadie delante.

-¿Qué ha ocurrido?

-Un espía de los naryns está en Hogwarts. –afirmó sabiendo que no tenía sentido darle demasiadas vueltas al asunto. La mirada de los dioses se endureció.

-¿Estás seguro de eso, Ainur?

A ninguno se le pasó por alto que Erebor había utilizado su nombre sagrado. Harry asintió despacio.

-Fui a buscar a Hermione para pedirle la contraseña de Gryffindor para poner en marcha la investigación y… -desechó lo demás con un gesto de la mano-… en fin… la encontré en el tercer piso, bastante asustada, dijo que llevaba un rato escuchando un silbido constante que marcaba una determinada melodía. Al final del pasillo, en la oscuridad, había algo, alguien que la estaba atrayendo con sus silbidos –añadió.

-¿Notaste algo?

-Un aura fuerte y oscura –se encogió de hombros-. Nada fuera de lo común, podría pasar perfectamente por el aura de cualquiera de los fantasmas de este castillo; en ese piso suelen estar los cuadros de los antepasados que estuvieron bajo el embrujo de la magia negra –le comentó a Erebor-. Le lancé un hechizo de fuego para aturdirlo…

-Iré a echar un vistazo –dijo rápidamente Derin sin dejar que terminara de hablar. Harry asintió en su dirección sonriéndole en agradecimiento.

-Habrá que hablar con ese viejo director –dijo Giliath frunciendo el ceño. Harry sonrió.

-¿No te cayó bien Dumbledore? –preguntó con ironía.

-Cualquiera que quiera especular en tu contra no puede caernos bien –dijo la diosa enfadada mientras recordaba la precaución que el director les había pedido a todos los profesores "vigilar a Potter"-. Te juro que si ese hombre o mago o lo que sea pretende…

Erebor rodó los ojos y Harry sonrió. Derin se levantó.

-Iré a mirar, ahora está todo más tranquilo ya que los chicos aún no se han levantado.

-¿Te acompaño? –se ofreció Erebor.

-No es necesario –insistió Derin-. Mantendré el contacto, si necesito ayuda o veo algo fuera de lo común…

-Sólo avísame –le cortó Harry-. Mantendré las barreras un poco bajas para poder saberlo. Derin asintió-. Ten cuidado ¿vale?

-Siempre lo tengo –le sonrió a medias.

-Yo iré a hablar con el director –informó Harry mirando a los dos dioses.

-Iré contigo –se ofreció Giliath que no se fiaba de Dumbledore en absoluto. Harry supuso que nunca lo haría.

-No, iré yo. Si Remus se despierta, preferiría que estuviera contigo, parece que está más tranquilo cuando estás tú… -añadió sonriendo de forma pícara.

Giliath lo miró furiosamente.

-Sabes perfectamente que con sólo extender mi aura hacia las personas que me rodean, logro que se tranquilicen, Erebor, así que deja a un lado esas insinuaciones ¿quieres? –le dijo seriamente-, después Ainur tiene ideas raras.

Los dos hombres se miraron.

-¿Ideas raras yo? –dijo Harry fingiendo ofenderse-. Que tonterías estás diciendo, Giliath…

-Será mejor que nos vayamos –dijo Erebor aún entre risas.

Giliath movió la cabeza de forma negativa.

-Tened cuidado, si hay más espías de naryns por aquí, podrían…

-No te preocupes –dejó que la diosa lo abrazase y lo besase en la cabeza-. Nos vemos en el desayuno. Despierta a Remus –alcanzó a decirle saliendo ya por la puerta.

Giliath escuchó las risas de Erebor y Harry pese a que ya estaban fuera de la habitación.

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Se había saltado el desayuno y sabía que después tendría que aguantar que Giliath le regañase como le tocaba, después de todo, si había algo que a la diosa le parecía imperdonable era empezar el día sin desayunar y mucho más si se trataba de Harry quién no se alimentaba bien.

Estaba recostado contra el muro, al lado de la puerta, su mente divagaba sobre el espía naryn que había exterminado la noche anterior. ¿Quién podía ser? Ni siquiera sabía si buscaban a Hermione o había sido simple casualidad que la chica estuviese allí. Era cierto que no la perdonaba por lo que había hecho y por lo que estaba haciendo, había roto su confianza y eso era algo que Harry podía olvidar pero nunca perdonar, pero no quería que le pasara nada… No quería que le pasara nada a nadie.

Recordaba lo que había ocurrido la noche anterior perfectamente.

(flashback)

Harry no se sorprendió cuando entraron en el despacho de Dumbledore y el director estaba sentado tras su escritorio, como si recibir visitas a aquellas horas fuera lo más normal y sencillo del mundo. Fawkes, voló de su percha y se posó en el hombro de Harry, donde esperó a que el chico le hiciera un par de carantoñas antes de inclinar la cabeza a modo de saludo respetuoso y volver a su percha.

-Tenemos problemas –dijo Erebor sin dejar que el director dijera nada-. ¿Este castillo es seguro?

-Claro que es seguro –dijo Dumbledore-. Sus barreras de protección son revisadas cada año, nadie puede entrar o salir de aquí sin que yo lo sepa.

-Los merodeadores podían –dijo Harry sonriendo atrevidamente al director-. ¿Qué le hace pensar que haya más gente que pueda?

-Ainur… -lo reprendió Erebor con cariño a pesar de que le gustaba ver a Harry en aquella actitud. El chico no le contestó, pero se limitó a mirar al director con los brazos cruzados sobre el pecho.

-Hemos encontrado un espía en el cuarto…

-Tercero –corrigió Harry.

-…en el tercer piso… -continuó Erebor mirando a Harry-. Derin se ha encargado de él y ha ido a ver si habían más –añadió mirando a Harry para asegurarse de que este no decía nada al respecto.

Pero Harry no tenía ninguna intención de decir nada; no quería que nadie se enterase del poder que tenía, no aún, no todavía.

-Llamaré a los profesores para que…

-No Será necesario –informó de repente Erebor en un tono bastante seco-. Pero si no le importa, a la profesora Giliath y a mí nos gustaría asegurar las barreras… sólo por precaución…- añadió en tono desenfadado pero con la advertencia implícita.

-Están en su derecho de hacerlo si lo desean –contestó cortésmente Dumbledore-, si de verdad piensan que están cualificados para hacer semejante tarea…

Harry no pudo evitar sonreír de forma cínica. Lo estaba volviendo a hacer. Tergiversar las palabras y dejar las frases ambiguas para que la persona con la que estaba hablando se sintiese en la necesidad de decir más de lo que en un principio pensaba decir. Erebor sonrió del mismo modo que el muchacho.

-Créame que lo estamos, director –contestó de forma cortante e impersonal-. Únicamente hemos venido a avisarle de sus fallos en sus barreras –contestó el dios. Harry tuvo que hacer acopio de toda su voluntad para no soltar una carcajada que no hubiese estado bien vista.

-De acuerdo… -consintió el hombre-. Harry, quería hablar contigo sobre algo…

-¿Sobre qué? –preguntó el muchacho frío.

-Preferiría que habláramos a solas –miró de forma significativa a Erebor quien sonrió.

-Señor, con todos mis respetos, en esta habitación hay una persona a quien le confiaría mi vida y lamento decirle que no es usted, así que si tiene algo que decirme, hágalo.

Albus sintió el peso de la culpa sobre sus hombros. Cuántas veces más habría de soportarlo antes de que Harry Potter lograra perdonarlo era una pregunta que se repetía cientos de veces y a la que aún no había hallado respuesta alguna.

-Insisto en que quizá no quieras…

Harry le sonrió de forma despectiva y se dirigió a Erebor.

-Sabe lo de Feamor y me va a pedir que no lo tenga más aquí –miró a su director-, ¿me equivoco, profesor?

-Es una criatura excepcional Harry, pero me temo que…

-Como sabrá –empezó a decir el chico-, los pegasos negros están destinados a una única persona en toda su existencia, destinados a compartir un mismo espíritu… Y nada ni nadie puede separar a un pegaso de su jinete sin que el animal renuncie a él.

Erebor resopló.

-En ese caso, le sugiero, director, que vaya buscando un establo para Feamor, porque no se alejará de Ainur tan fácilmente.

-Harry, esto es muy serio –insistió el profesor.

-Yo también estoy de acuerdo con eso, director. Es muy simple. Si Feamor se va, yo salgo de Hogwarts con él.

-Ese animal es peligroso y tú lo sabes, de otro modo, no lo habrías mantenido oculto…

-Ahora va a resultar que todas las cosas que se ocultan son peligrosas… -dijo Harry con cierta ira contenida que no pasó desapercibida para ninguno de los dos adultos-. Feamor no es peligroso.

-¡Se transforma en una bestia con cada luna nueva!

-¡Y yo estoy con él cada luna nueva que puedo y lo mantengo controlado! –estalló Harry levantándose de su asiento-. ¡Ese animal me ha salvado más veces la vida de lo que puede creer, profesor! –le espetó-. Y lamentablemente, es en uno de los pocos seres vivos que me rodean de los que confío… Y eso es mucho después de que alguien me obligase a perder mi confianza, ¿no le parece?

-¿Hasta cuando vas a estar recordándome mis errores Harry?

-Hasta que deje de manipular a todos los que tiene alrededor, director. Hasta que deje que la gente tome su propio camino y no el que usted cree que es más adecuado… Hasta que comprenda que no puede ser Dios, pese a que tenga tanto poder mágico dentro de usted.

-Ainur… -la voz de Erebor lo hizo girarse hacia el dios que tenía una mano reconfortante sobre el brazo del muchacho-… vamos, es tarde, debes dormir al menos un par de horas -Harry asintió y sin dedicarle una mirada a Albus, el hombre en quien una vez confió y el mago que había sido su mentor, salió del despacho después de que Fawkes se inclinara ante él con respeto-. Le recomiendo que Feamor siga en el Bosque Oscuro… no le gustará saber qué es capaz de hacer si lo apartan de él…

-¿El pegaso? –preguntó Dumbledore temiéndose la respuesta.

Erebor sonrió mientras abría la puerta.

-Me refería a Harry… pero sí… quizá Feamor también se enoje…

Poco después, cuando se había dejado caer en la cama, su mente había vagado levemente hasta la chica que había encontrado. Esa chica… no sabía su nombre pero había algo en ella… como una conexión invisible que hacía que cada vez que estaba cerca sus sentidos se agudizasen, como si presintiera el peligro.

Después de haber estado con Feamor se dirigía a la habitación cuando sintió una presencia en la biblioteca y se había acercado a ver quién era.

Y se la había encontrado, sola, callada, silenciosa… misteriosa… Definitivamente esa chica tenía algún secreto y no sabía cual era ni tampoco entendía porqué le interesaba tanto saberlo.

(fin flashback)

-Como no, el preferido del director es el primero en querer entrar a clases –dijo una voz despectiva. Harry rodó los ojos.

-Perfecto… -dijo sin ganas enfrentando a Malfoy-… el día iba estupendamente bien hasta que apareciste, Malfoy.

Detrás del rubio, sus guardaespaldas Crabbe y Goyle se miraron como si ambos estuvieran esperando a que alguno de los dos hiciera algo para seguirlo. Harry negó con la cabeza.

-Piérdete Malfoy, hoy no tengo ganas de jugar a tu juego…

-¿Qué pasa? ¿Cuando no estás con la comadreja y la sabelotodo no quieres quedar como un héroe?

-Eres tú quien siempre tiene complejo de héroe Malfoy, siempre intentando quedar por encima de la gente aún cuando sabes que no puedes, siempre querido hacer y queriendo ser lo que papá dice, ¿verdad Malfoy? –Draco no le contestó-. Ni siquiera puedes responder rápido cuando alguien te incita a ello ¿no? Inultar, humillar, golpear y atacar por la espalda se te da muy bien, pero a la hora de pensar una mínima respuesta coherente, las pocas neuronas que tienes en eso que se llama cerebro, no responden, ¿cierto? No soy yo quien anda con complejo de héroe, ni con intención de llamar la atención, no me metas a mí en el mismo saco en el que estás tú –en un movimiento rápido sacó su varita falsa y apuntó directamente a Crabbe que estaba peleando por sacar su varita de la túnica-. Ni siquiera lo pienses, ¿crees que soy tan idiota para estar hablando con Malfoy y descuidar a sus dos estúpidos guardaespaldas?

-No sabes donde te estás metiendo, Potter –le dijo Draco Malfoy-. Soy prefecto, por si lo has olvidado.

-Y yo te recuerdo que tengo más poder que tú en Hogwarts, Malfoy –le contestó sin inmutarse-. Te recomiendo que la próxima vez, lo pienses antes de intentar sacarme de mis casillas.

-¡Harry!-no le hizo falta girarse para saber que Hermione Granger se dirigía hacia él, apresurando el paso, con los rizos botando sobre su espalda y el gesto de estar enfadada por haber caído en la trampa de Malfoy.

-No te metas en esto, Granger –le dijo cortante. Si Hermione se había quedado sorprendida al escuchar su apellido de boca de Harry, no fue nada en comparación con la expresión en el rostro de Malfoy-. No es asunto tuyo.

-Es mi deber como prefecta que…

-Malfoy también es prefecto y yo soy superior a un prefecto –le recordó Harry-, así que no vengas con sermones de última hora ¿quieres? Y si se te ocurre tomar la varita y lanzar el petrificus que estás pensando, te recomiendo que no lo hagas; Erebor está girando la esquina y te vería y eso no sería nada bueno para una prefecta, ¿cierto?

No queriendo arriesgarse, Hermione bajó la varita que había sacado y miró a Harry preguntándose cómo era posible que supiera lo que iba a hacer si estaba dándole la espalda. Justo cuando guardó la varita, Erebor giró la esquina dirigiéndose hacia ellos.

A Harry le tomó una décima de segundo guardar la suya y aparentar que no había ocurriendo nada.

-¿Algún problema? –preguntó el profesor llegando hasta ellos y abriendo la puerta para que los alumnos congregados entrasen.

Harry enarcó una ceja sin dejar de mirar a Malfoy y el rubio negó con la cabeza mientras contestaba.

-No señor, ninguno.

-Bien, adentro –ordenó Erebor.

Harry sonrió, asintió y pasó junto a Malfoy para ingresar en el aula.

-Te juro que esta me la pagarás, Potter –le siseó Draco cuando el moreno pasó por su lado.

-Estoy impaciente por comprobarlo –le contestó mordaz Harry.

-Bien chicos – Harry se sentó cuando Erebor empezó a hablar-. ¿Dónde está el señor Weasley? –preguntó mirando a Hermione directamente.

-En la enfermería –contestó la chica sintiéndose culpable cuando Harry no prestó la más mínima atención a lo que le había ocurrido a Ron-. Tuvo un pequeño problema con su zumo de calabaza y se encuentra… indispuesto… -finalizó Hermione no diciendo que en realidad se le había puesto la piel de un color verde horrible y el cabello de color azul.

-De acuerdo… -suspiró Erebor-. Bueno, supongo que habrán hablado con compañeros suyos desde ayer, así que mi presentación será corta. Pueden llamarme Erebor o profesor Erebor, como prefieran, yo los trataré con respeto si me dan respeto y por favor, me gustaría que anotasen en el pizarrón los nombres de aquellos a los que no les importe que los llame por sus nombres de pila; tienen dos minutos.

Parvati y Lavender se miraron y luego miraron al profesor; ambas coincidieron en que ellas sí permitirían que Erebor las llamara por su nombre de pila, pero cuando se fueron a levantar, vieron que un nombre ya se estaba escribiendo: "Harry Potter" pero cuando miraron al chico en cuestión, este permanecía sentado en su sitio, sin apartar la mirada de Erebor.

-Me he tomado la libertad de inscribir directamente a su compañero, supongo que no habrá ningún problema, Harry.

-En absoluto, profesor –contestó el chico sonriendo-. Aquellos en los que confío pueden llamarme así.

Hermione recordó que a ella la había llamado Granger y se preguntó qué podía hacer para recuperar la confianza que había perdido el chico en ella. Definitivamente, tendría que idear un plan para hacerlo; no podía dejar que Harry no les pasara información… debería de…

-Lo primero que vamos a hacer será pronunciar el nombre de aquello a lo que más miedo le tengan –Harry sonrió-. No puedo enseñarles a defenderse si no aprenden de qué quieren defenderse.

Zabinni levantó la mano.

-¿No se supone que debería enseñarnos a defendernos de la magia oscura?

Erebor sonrió.

-Señor Zabinni…-"Blaise" corrigió el chico a quien le había caído bien el dios-. Blaise, si un mago oscuro averigua que es lo que más miedo te da, lo utilizará –le dijo-. ¿Qué es lo que más te asusta?

- Los vampiros –dijo sin dudarlo ni un segundo. Hubieron diferentes reacciones por parte de los alumnos, algunos coincidieron en que los vampiros eran criaturas de la noche a las que había que evitar a toda costa, otros en cambio, resoplaron diciendo que sólo eran tonterías.

-Muy bien, Blaise. Imagina que el mago con el que vas a enfrentarte sabe de tu miedo, como lo saben ahora mismo todos tus compañeros –añadió con una divertida sonrisa mirándolo-; utilizarían eso en tu contra. Por eso lo primero que debo enseñaros es que no hay que tener miedo a lo que teméis, es decir… a defenderos de lo que más temáis.

-Como si Zabinni fuera a enfrentarse a un mago oscuro… -murmuró Seamus -… si tenemos en cuenta que él va a ser uno de ellos…-Dean a su lado sonrió.

-Señor Finnigan –lo llamó Erebor-; cada uno tiene derecho a elegir su destino, no el que le viene marcado. Es algo que debería de tener siempre muy presente –Seamus se sonrojó, no pensaba que Erebor pudiera haberlo escuchado-. ¿Por qué no nos dice usted cuál es su mayor miedo? ¿A qué le tiene miedo?

-A los centauros… -susurró sabiendo que más de un Slytherin se reiría de él. Para su sorpresa, Zabinni no fue uno de ellos.

-Bueno, definitivamente, son criaturas bastante recelosas de lo suyo y únicamente se protegen entre ellos, descuidando a los demás –sopesó Erebor-. El siguiente, por favor.

Licántropos, cucarachas, la oscuridad, dementores, boggarts, vampiros, centauros, veelas enfurecidas e incluso gatos fueron los seres que se mencionaron. A veces se reían de sus compañeros, otras veces se apoyaban en señal de mutuo silencio. Erebor y Harry tuvieron que reprimir una sonrisa cuando Draco Malfoy había dicho que los dragones, lo cual resultaba bastante irónico dado que su nombre significaba "dragón", pero su sonrisa había sido porque ambos habían leído su mente en la que nombres como hipógrifos, serpientes, Lucius Malfoy y Lord Voldemort parecían competir con los dragones.

-¿Harry? –preguntó Erebor sonriente -. Tu turno.

-El ser humano –dijo sencillamente Harry. Erebor le sonrió.

-¿El ser humano? –se burló Draco-. ¿Cómo puede darte miedo algo que tú mismo eres?

Harry le pidió permiso a Erebor con la mirada y el dios asintió.

-El ser humano es impredecible; tan pronto puede ser tu mejor aliado como puede volverse contra ti y traicionarte –miró de soslayo a Hermione-. Actúa por egoísmo y por su propia voluntad y es consciente de lo que hace, no como un licántropo que cuando se transforma pierde sus facultades humanas sin quererlo –añadió mirando a Parkinson que había mencionado que los hombres lobos eran criaturas que deberían estar encerradas. Suspiró-. Es el único animal pensante que ataca por el simple placer de hacer daño. Es el único animal que mata por placer, y la única criatura oscura a la que no puedes predecir como atacar porque cambia constantemente –se encogió de hombros-, creo que es el más peligroso.

-Buena definición Harry, diez puntos para ti –dijo sonriente. Harry le devolvió la sonrisa-. De acuerdo, ahora, quiero que hagáis una redacción sobre el ser que os de más miedo; los que hayáis coincidido, podéis juntaros siempre que no arméis mucho alboroto. Harry, ¿puedo hablar contigo?

-Seguro –contestó el chico levantándose de su asiento. Erebor lo llevó a la parte más alejada de los estudiantes-. ¿Qué ocurre?

-Derin no ha encontrado nada más. ¿Reconoces esto? –le entregó un trozo de lo que parecía ser una túnica algo chamuscada.

-Lo siento… no pensé que mi hechizo fuera a ser tan fuerte… sólo quería aturdirlo…

-Sí, de eso quería hablarte. Parece que en el mundo mortal tu magia es más intensa que en Ahsvaldry –Harry lo miró frunciendo el ceño; aquello podía ser un verdadero problema-. Veo que lo has entendido. ¿Has utilizado la magia?

-No, aún –le contestó el chico-. Un par de hechizos sencillos, pero nada serio… supongo que por eso no me había dado cuenta…

-Tendremos que mirar hasta dónde llega tu poder ¿de acuerdo? –Harry hizo una mueca. La última vez que había hecho algo así en Ahsvaldry casi mata a Erebor.

-¿Es necesario?

-Sí Ainur, lo es. –le contestó con tono formal.

-De acuerdo… lo sé… -suspiró-. Después tengo clase con Giliath, quizá podamos reunirnos en la sala de los menesteres.

-De acuerdo, avisaré a Derin para que venga con nosotros –Harry lo miró de forma aprensiva-. Sólo es por precaución Ainur –le sonrió de forma tranquilizadora.

-Sí, claro… -Erebor lo miró y el chico sonrió cansado-… es solo que pensé… pensé que todo podría cambiar, que podría ser una persona… -suspiró resignado-… supongo que nunca podré ser una persona normal ¿no?

-Nunca te avergüences de lo que eres Ainur –le contestó Erebor-. Nunca.

Harry le sonrió.

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-Ten cuidado –le pidió Giliath mirándolo fijamente mientras los alumnos entraban en el aula.

-Sí, lo tendré… ¿de verdad tengo que hacerlo?

-Ainur… preferimos que nos hagas daño a nosotros antes de que se lo hagas a un alumno porque no puedas controlar tu magia ¿de acuerdo? Sabes lo importante que es saber hasta qué grado llegas con tu poder.

-Pero casi lo maté en Ahsvaldry Giliath –insistió el chico con la mirada nublada-. Si ahora tengo más poder que allí, ¿qué te hace pensar que ahora no…

-Ainur… -le acarició la mejilla con dulce suavidad sin importarle que algunos de los alumnos se les quedase mirando-… No eres ningún monstruo, ¿de acuerdo? Pero debemos de saber hasta donde puedes llegar… Es importante…

-Lo sé… - suspiró-. Gracias por dejarme saltar esta clase.

-¿Bromeas? Estás más preparado que todos juntos –le sonrió con ternura e iba a besarlo en la frente cuando el chico la miró con gesto serio-. De acuerdo… olvidé que no puedo hacerlo cuando alguien está delante…

-No es cierto; te dejo que lo hagas con los chicos y Remus delante –Giliath le sonrió.

-Ten cuidado –le volvió a decir.

Harry sólo levantó una mano mientras salía por la puerta. Giliath suspiró. Ojalá pudiera estar con él.

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Stell frotó sus sienes una vez más. Había habido otro nuevo ataque, esta vez a un pequeño pueblo en las fronteras de Okkorton y Ahsterston. Dos ancianos y una niña de diez años eran los únicos supervivientes de una población de trescientas cincuenta personas.

Los naryns se estaban tomando muy en serio la profecía sobre el levantamiento de su diosa y por todos los medios, intentaban el derramamiento de sangre para ofrecérsela a Elea como una retribución para que su sueño despertara más rápido.

Había enviado a veinte shygards a investigar los alrededores del poblado; tres de ellos, pertenecientes a los Lobos Grises. Y jamás había visto la desolación y la impotencia por no poder hacer nada que los soldados habían mostrado en sus ojos cuando regresaron a Ahsvaldry con los tres únicos supervivientes.

Se levantó de la silla en la que estaba sentado con aquel sobre que había sacado del segundo cajón de su escritorio. Había jurado entregársela cuando la sangre tiñera los campos verdes de Ahsvaldry… pero aún no estaba seguro de que fuera el momento. Aún había mucho que hacer, y otras profecías que cumplir… Aún no era el momento. Giró el sobre para ver el remitente: Lilian Evans.

Aún recordaba perfectamente cuando la niña de dieciséis años se la había entregado, justo antes de regresar al mundo mortal.

(flashbakc)

Alzó la vista de los papeles que tenía sobre la mesa cuando un torbellino enérgico rojizo entró en la biblioteca y se dirigió a él con una sonrisa dulce y alegre. Hacía poco más de un año y medio que Lily había aparecido en Ahsvaldry con la lágrima de Lahntra y sabía que dentro de poco se marcharía, pues ya había aprendido todo lo que debía saber y todo lo que tenía que aprender.

-¿Me estabas buscando, abuelo? –le preguntó la muchacho haciendo una ligera reverencia.

-Te he dicho que no hagas eso cuando estemos solos, Lily –le pidió con fingida exasperación. La pelirroja lo miró sacándole la lengua y riendo-. ¿Has visto a Kerston?

-Vengo de hablar con él… -sonrió algo confusa-… me predijo… predijo parte de mi futuro…

Stell la miró. Saber el futuro era algo que poca gente deseaba conocer; implicaba que tu destino ya estaba elegido y que a partir del momento en que lo supieras, de forma instintiva y sin querer hacerlo, todas las decisiones que tomaras en el presente, estarían destinadas a conseguir ese futuro que te habían predestinado o, a intentar engañarlo.

-¿Fue bien? –fue lo único que le preguntó Stell.

-No le pregunté cuál sería mi futuro próximo, ni mi futuro lejano, abuelo –le contestó ella sabiendo que el dios estaba preocupado-. Sólo quería saber si algún día, tendría un bebé entre mis brazos…

Stell la miró y sus ojos estaban radiantes. Verdes. Todo el linaje de Lahntra tenía los ojos verdes, brillantes, incandescentes, capaces de trasmitir amor, cariño, ternura y lealtad en una sola mirada y sin proponérselo.

-Me dijo que sí… -la chica sonrió tontamente, como si aún no se creyera lo que había descubierto-… me dijo que tendría un bebé… Por eso… -parpadeó ligeramente para evitar llorar. Stell sonrió. No había conocido a nadie con una sensibilidad tan grande como la que tenía Lily; capaz de ser la más fuerte y enfrentarse a la misma Elea si era lo que debía hacer, y al mismo tiempo, capaz de llorar porque un pájaro había perdido la vida-… por eso escribí esto –le entregó un sobre que Stell tomó con sus delicadas manos.

-¿Qué es esto, Lily?

-Una carta, una carta para mi bebé –le contestó. Stell la miró-. Cuando tomé la lágrima de Lahntra, no sabía nada… no sabía quién era, ni qué iba a hacer, ni qué lugar era este… Pero ahora que me tengo que marchar… hay muchas cosas que he entendido y que quiero que mi bebé entienda cuando llegue el momento…

-¿Por qué…

-Porque tengo el presentimiento de que no estaré aquí para entregársela yo misma –le contestó ella cortándolo-. Porque sé que tú seguirás aquí… Quiero que…Cuando llegue el momento adecuado, le entregues esa carta a mi bebé…

-Lily… -le sonrió y le apartó un mechón rojizo que rozaba su mejilla-… Te pareces a ella… Mi pequeña Lahntra… Te pareces a ella más de lo que ninguno de tus antepasados lo ha hecho…

-¿La querías mucho?

-Más que a mi vida… -le contestó Stell sin dudarlo-… por eso protejo a su linaje de la única forma en la que sé hacerlo.

Lily sonrió, se alzó de puntillas y besó en la mejilla a aquel dios que era un abuelo para ella y que había significado mucho durante el tiempo que había estado en Ahsvaldry.

-Pase lo que pase, abuelo… siempre me acordaré de ti…

-Siempre estarás en la memoria de Ahsvaldry, hasta el final de nuestro tiempo- Lily le sonrió-. Tu carta llegará a tu bebé en el momento adecuado.

-Estoy segura de ello.

(fin flashback)

No, aún no era el momento. Pero lo sería pronto. Quizá antes de lo que habían imaginado.

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-¿Estás preparado? –preguntó Erebor a siete metros de Harry mirándolo fijamente.

El chico negó con la cabeza. Derin se cruzó de brazos, situado detrás de Erebor y colocado de forma que si algo le ocurriese a Erebor, él pudiera cogerlo a tiempo de que nada malo ocurriera. En realidad, lo tenían bastante controlado, pero los tres sabían que el poder de Harry podía ser demasiado incluso para dos dioses como ellos.

-¿Y si no…

-Harry, sólo hazlo –le pidió de nuevo Erebor.

-Derin si no puedo…

-Lo sé -le dijo el dios serio-, en cuanto vea que no puedes detener tu propio poder intervendré.

-Bien –respiró profundamente-. Listo.

Erebor extendió su aura hacia los lados de la habitación, creando un escudo protector alrededor del chico, encerrándolo en una burbuja, lo suficientemente fuerte para que pudiera repeler el poder de Harry. Lo hizo lo suficientemente fuerte, el mismo que había utilizado en Ahsvaldry durante sus entrenamientos con el chico, pero si antes estaba seguro de su escudo, en aquellos momentos, viendo la determinación en los ojos de Harry y el modo en que la magia del chico empezaba a flotar a su alrededor, no estuvo tan seguro de que el escudo aguantara.

"Derin, une un escudo al mío"

"¿Estás seguro? Desataríamos demasiada energía y el director podría…

"Me da igual lo que opine el director en estos momentos, Derin. ¿No lo notas?"

Derin miró a Harry unos segundos y se dio cuenta de lo que quería decir Erebor. Los ojos verdes de Harry brillaban con fuerza contenida, como si algo en su interior se estuviera desatando y el chico no pudiera controlarlo. Ellos le habían pedido que desatara todo su poder, pero no habían imaginado que podría llegar a tanto. La magia de Harry flotaba a su alrededor, envolviéndolo cálidamente y protegiéndolo al mismo tiempo que parecía dispuesta a atacar a todo aquel que pensase siquiera en atacara al chico.

"Maldita sea…

"Deja de murmurar y pon un hechizo sobre mi escudo antes de que Ainur lance ningún ataque"

"Sólo por curiosidad, ¿qué ataque le has pedido que realice?

Pero Erebor no contestó inmediatamente. Estaba demasiado pendiente de Harry. Lo había visto concentrado en muchas ocasiones, pero en ninguna como en ese momento; parecía relajado y tranquilo, no estaba tenso como siempre que invocaba su poder. La misma energía hacía que su flequillo se moviese y se elevase como si el viento lo moviese, dejando de vez en cuando a la vista la cicatriz en forma de rayo que atravesaba su frente.

"¿Erebor?"

"Le he pedido que invoque a su elemento"

"¿Has hecho qué?"

"Sabes tan bien como yo que es la única forma de que alguien demuestre su verdadero poder"

"Si Ainur desata todo el poder que tiene ahora mismo, un huracán podría arrancar este castillo de las entrañas de la tierra, lo sabes ¿verdad?"

"Por eso necesito un escudo tuyo; su aura reconocerá la tuya"

Derin no contestó; en lugar de eso, se limitó a concentrar su aura alrededor de la de Harry, intentando hacer lo mismo que hacían en la batalla; unir sus auras para asegurarse de que el otro estaba bien. Alterada, incontrolada e inestable. Así era como se encontraba la magia de Harry en aquellos momentos.

En silencio, unas pequeñas ráfagas de viento se empezaron a crear alrededor de Harry, haciendo que sus ropas se moviesen y su cabello se alborotase aún más de lo que ya estaba. El viento giraba a su alrededor mezclándose con su aura y su magia mientras que el muchacho hacía esfuerzos para intentar controlar el pequeño tornado que estaba creciendo en él.

Harry notaba como su poder aumentaba; había sentido la fuerza de Erebor a su alrededor extendiéndose y creando un escudo que reconoció como el utilizado en Ahsvaldry; en silencio, rogó que Erebor hiciera uno más fuerte porque era consciente de que con el poder que estaba desatando, ese escudo no iba a resistir mucho. Se alegró cuando notó la presencia de Derin junto al escudo de Erebor.

Notó el aire frío que empezaba a acumularse a su alrededor y se preguntó si Erebor había hecho una buena elección al pedirle que invocara a su elemento. Sabía que era la mejor forma de saber cuál era el poder real y hasta donde llegaba, pero quizá sería demasiado fuerte. Cada músculo de su cuerpo estaba contraído y notaba en cada partícula de su cuerpo la necesidad de estallar y dejar que su aura lo rodease por completo. Sentía el viento y el fuego mezclarse dentro de él y sabía que aquello no podía ser demasiado bueno. Si no lograba detener su poder de inmediato y controlarlo, Erebor podría acabar muriendo.

Erebor se tambaleó cuando su escudo se resquebrajó. Harry aún no había soltado todo su poder y su escudo ya se estaba rompiendo con la facilidad de que se tratara de una hoja de papel. Si no se detenía, el poder de Harry arrasaría con las presencias amenazantes para él en aquella sala.

Harry notó como su poder se intensificaba y como empezaba a romper el escudo que Erebor había lanzado a su alrededor encerrándolo a él y a su magia. Si su poder salía de allí rompiendo la barrera, su magia no duraría en atacar a Erebor que era quien había realizado el escudo. Tenía que controlarlo. Tenía que hacerlo.

Derin observó como Erebor se tambaleaba y no pudo hacer nada por ayudarle. Sabía que Harry debía mantener el control sobre su magia y su poder pero no lo conseguiría; había descubierto el problema de Harry durante uno de los entrenamientos. Él creía que estaba solo, y solo debía hacer las cosas, sin contar con el apoyo o la ayuda de nadie. Sólo había una forma de que Harry le dejara ayudarlo. Sin dudarlo un momento, Derin invocó su poder de shygard mientras se tocaba con la mano derecha el tatuaje de Lobo Gris que tenía en la nuca. Sintió la conexión repentina con el aura de Ainur y no se sorprendió al notarla más fuerte de lo normal.

-Harry, debes detenerlo.

-No puedo hacerlo Derin… se está descontrolando…

-Puedes hacerlo, Harry. Yo sé que puedes hacerlo.

-Erebor… su escudo se está debilitando…

-Por eso tienes que hacerlo tú Harry. Yo puedo prestarte el apoyo de un shygard, pero eres tú quien tiene que controlarlo, ¿de acuerdo?

-Es demasiado fuerte Derin… No sé cómo he… no entiendo…

-Luego hablaremos Ainur, ahora concéntrate en mí y controla tu poder… cálmalo… cálmate… estás levitando…

Harry se dio cuenta de que era verdad. En algún momento, su propio elemento lo había alzado dejándolo levitando a unos sesenta o setenta centímetros del suelo; pero contrario a lo que solía pasarle que levitaba cuando se relajaba, sentía que esta vez era porque estaba tenso.

Notó el aura de Derin a su lado; seguramente había pasado el escudo de Erebor por alguna de las rendijas abiertas. No le importó mucho y no se lo planteó demasiado. Se limitó a sentirla, como lo hacía durante las batallas; la presencia de Derin era imponente, relajante y estabilizadora. Ese era uno de los motivos por los que siempre buscaba su presencia durante una batalla; Derin era capaz de darle la frialdad que necesitaba para aplacar su temperamento impulsivo. Justo como estaba haciendo en aquellos momentos con su aura.

Poco a poco, fue sintiendo como tomaba el control sobre su propio poder. La magia iba disminuyendo y se iba refugiando en su cuerpo de nuevo, dejando de flotar y envolverlo. Notaba como recuperaba la magia dentro de su cuerpo y como sus músculos se sentían relajados al sentirse su cuerpo de nuevo protegido.

Derin notó como Harry se iba estabilizando pero aún así, siguió transmitiéndole su energía y su poder hasta que el chico, completamente calmado, tocó de nuevo el suelo y lo miró fijamente a través del escudo medio roto de Erebor.

¿Ainur?

-Estoy bien Derin –le contestó Harry sin utilizar la telepatía-. Ya lo tengo controlado –le aseguró al ver que el dios lo miraba-. Ya puedes retirar tu aura –añadió sonriendo. Erebor deshizo el escudo o lo que quedaba de él y respiró con dificultad, intentando recuperarse del golpe que su magia había sufrido frente al ataque de Harry-. ¿Estás bien?

El dios asintió.

-Lo siento… no quería… -empezó a decir Harry.

-No importa, estoy bien… había que hacerlo para que lo controlaras –añadió al ver la preocupación en el rostro del chico. Harry se acercó a él y lo miró a los ojos buscando el destello de la mentira que lo identificaba cuando decía algo que no era cierto-. Estoy bien Harry, ¿y tú?

Harry titubeó un poco antes de responder. Derin lo miró cautelosamente. Conocía lo bastante al chico para saber que a continuación iba a decir algo que no les haría gracia a ninguno de los dos.

-No liberé todo mi poder –dijo el chico.

-¿Qué? ¿De qué estás hablando? –preguntó Erebor confundido-. Tu energía era el doble de poderosa de lo que era en Ahsvaldry.

-Si no lo recuerdas, en Ahsvaldry, utilicé el colgante –dijo tocándolo, a lo que la piedra brilló ante el contacto de su piel-. Esta vez, ni siquiera recordé que estuviera aquí.

-Harry…. ¿eres consciente de que…

-Sí, lo sé –contestó el chico-. Ahora puedo controlarlo –ambos dioses lo miraron sin llegar a creerle. El chico resopló-. Mirad –estiró su mano hacia el frente señalando uno de los viejos tapices que había en la sala-. Ardentium. -Un remolino rojizo y amarillento se originó en el centro del tapiz y se extendió hacia los lados consumiéndolo y reduciéndolo en cenizas. El chico se giró hacia los dioses-. ¿Veis? Puedo controlarlo; jamás expondría a nadie al peligro. Necesito ir a dormir un poco y recuperar energías. ¿Podéis hablar con Snape y decirle que lo buscaré mañana? Teníamos que hablar de algo y la verdad es que no…

-Yo hablaré con él –dijo Erebor-. ¿Vas con Feamor? –Harry asintió-. Ten cuidado, ¿quieres?

-Feamor nunca me haría daño Erebor –le sonrió-. Y él sólo arremetió contra ti porque intentaste atacarme.

-¡Estábamos entrenando! –se defendió el dios fingiendo asombro y enfado.

-Lo sé, pero intenta convencer a un pegaso –le sonrió sarcástico.

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Llamó un par de veces a la puerta y entró en el aula. La clase de sexto de Gryffindor y Slytherin se giró para mirarlo. Ron ya estaba allí. Se dirigió directamente hacia Giliath que lo miraba como si lo estuviera revisando para asegurarse de que estaba bien.

-Chicos, leed el principio del capítulo siete por favor –pidió con una sonrisa. Los chicos obedecieron de inmediato y Harry enarcó una ceja-. Un poco de magia ayuda a que te hagan caso –se encogió de hombros-, no es tan difícil. ¿Cómo estás?

-Yo bien, pero deberías hablar con Erebor… -frunció el ceño-… casi lo mato Giliath.

-Vamos Harry, no creo que… -pero se calló al ver la mirada del chico-. ¿Hablas en serio?

-Derin convocó un doble escudo alrededor del de Erebor y aún así, necesité su conexión de shygard para poder calmarme –le dijo rápidamente el chico-. Aún estoy algo alterado…

-¿Destruiste el escudo de Erebor?

-Eso no es todo… -susurró a media voz sabiendo que sólo ella podría escucharla-. Ni siquiera utilice el poder del colgante…

-¡¿QUÉ!-Los chicos se giraron hacia la profesora que les sonrió de forma tranquila mientras que Harry intentaba sofocar una carcajada-. Perdonad chicos, seguid leyendo, por favor. –se giró hacia Harry-. ¿No utilizaste el colgante?

Harry negó con la cabeza.

-Pero ¿estás bien?

-Algo cansado y alterado, pero perfectamente… voy a ver a Feamor… él me tranquiliza…

-De acuerdo, pero te quiero temprano en la habitación, ¿entendido? –Harry asintió y dejó que la mujer le acariciara la mano que tenía sobre la mesa en un gesto maternal y protector -. ¿Seguro que estás bien?

-Sí, lo estoy. –le sonrió-. Nos vemos después.

Giliath se quedó mirando por encima del hombro de Harry y el chico se giró instintivamente, relajando su cara al ver que quien se acercaba hasta ellos era Neville.

-Disculpe, profesora, pero necesitaba darle esto a Harry –le tendió un pergamino doblado que el chico tomó-. Están todos Harry, me he asegurado.

-Muchas gracias Neville –le sonrió-. No sabes cuánto me has ayudado, si alguna vez necesitas algo…

-Bueno… -el chico parecía algo cohibido-… si sigue en pie la propuesta que me hiciste…

-¿Qué propuesta? –se interesó Giliath enarcando una ceja y mirando a Harry de forma inquisitiva.

-Le dije que Erebor podía ayudarlo con pociones… no le importará ¿verdad?

-Claro que no –le sonrió la profesora-. Yo hablaré con Erebor esta noche y mañana él mismo te dirá algo Neville.

-Gracias –les sonrió a ambos-. Voy a seguir leyendo…

-Es una buena idea –contestó Giliath sonriente.

-Bueno… veamos que tenemos aquí… -desplegó el papel y fijó sus ojos en las letras; algunas elegantes, otras desastrosas, otras simplemente borrones de tinta; reconoció la caligrafía de Ron, Hermione y Dean. Sonrió y le tendió el papel a la profesora-. Es esa, esa es la letra.

Giliath leyó el nombre.

-Cuarto curso… Gryffindor… Verónica Ollivers.

-La he encontrado –anunció feliz Harry.

Giliath sonrió. Aquello sería de mucha ayuda.

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Zabinni llamó a la puerta del despacho de Severus Snape otra vez. El profesor abrió la puerta y su rostro iracundo cambió a uno de preocupación que pocas personas habían tenido el privilegio de ver. El muchacho moreno no le dijo nada, no necesitaba hacerlo; Draco volvía a tener pesadillas. Asintió en silencio y Zabinni hizo una leve inclinación de cabeza a modo de despedida después de que el profesor le dedicase una mirada indicándole que ya podía volver a la cama.

Tan pronto se quedó solo de nuevo, Snape suspiró de forma cansada y haciendo un ligero movimiento de varita, una de las plumas de su escritorio voló hasta él, acompañada de un pergamino en el que el profesor de pociones escribió el día y la hora exacta.

Revisó el pergamino. Cada vez eran más comunes. Cada vez estaba más cerca.

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Bueno, terminé! Qué tal el capitulo?

Os comento una cosita; dentro de poco estaré de examenes, así que estoy estudiando todo los ratos libres que puedo; no voy a dejar de escribir y subir capitulos del fic, pero lo que sí es cierto es que tardaré bastante en contestar los reviews que me vayais dejando, lo que no significa que no los lea, porque los leo todos y cada uno de los que me enviais, vale?

Sólo tardaré en contestar y lo iré haciendo poco a poco, así que tenedme paciencia; ok:D

Bueno, creo que eso era todo… ah, sí se me olvidaba… dejad reviews!

Un besito para todos, sed buenos y cambiad la caja tonta por un buen libro, saldréis beneficiados!

Nos leemos pronto!

En el próximo capitulo…

-Cariño… tu poder saldrá a la luz cuando deba hacerlo… eres la guardiana… debes protegerlo…

-¿A quién? ¿A quién debo proteger mamá?

-¡Mis libros!

-No te vi, iba distraído y…Tú eres la chica de la biblioteca

-Eso es Ron… Ya sé cual es el punto débil de Harry…

-Si es lo mejor que podemos hacer… ¿por qué me siento tan mal?

-Necesito tener controlados a Malfoy, Zabinni y Parkinson.

-¿Me está pidiendo que los vigile y los cuide?

-El control sobre este mundo será insignificante con el control sobre los dioses.

Y cuando llegue el momento, el colgante resurgirá de ese cuerpo, clamando por la vida de su enemiga, y terminando con la vida de su depositario"