Hola a todo el mundo, que tal ha ido la semana?
Bueno, yo ya he terminado los examenes así que ahora podré dedicarme a contestar los reviews que me vayáis dejando, así que ya sabéis, si hay alguna pregunta que aún no haya sido aclarada o que no os haya podido contestar y me la quereis volver a hacer, adelante, porque ahora contestaré todo lo que pueda de nuevo :D
Bueno, espero que os guste este capítulo vale?
Venga, a que esperais? Empezad a leer, va…
CAPITULO 15: Revelaciones y oscuridad
"Aquello era demasiado formal. Él que no le gustaba llamar la atención estaba en aquellos momentos en el centro del salón del trono, rodeado de dioses que lo miraban como si tuviera que hacer algo extraño en cualquier momento y todos estuvieran esperando ese hecho sin que él lo supiera; tenía la sensación de que todo el mundo esperaba algo de él y no pudo evitar sentirse intimidado y triste al recordar que eso era exactamente lo que se suponía que era en su mundo, sólo una persona que era el depositario de la fe y la esperanza del mundo mágico.
Los murmullos entre dioses fueron acallados tan pronto como el Príncipe se alzó de su trono y miró a Harry directamente.
-Habéis sido convocados por vuestra sangre y vuestros ancestros. Estáis obligados a ser guardianes y protectores y a entregar vuestras vidas por aquel que sea digno de hacerlo; el descendiente de Lahntra está entre nosotros. ¿Quién de vosotros ocupará su puesto a su lado? ¿Quién entregará su propia vida para proteger la de él?
Ni uno solo de los presentes titubeó al dar un paso al frente, rodeando a Harry y arrodillándose en el suelo, bajando la cabeza en señal de sumisión. Los ojos de Stell brillaron.
-Sea así, Ainur, deja que el poder de Lahntra escoja a aquellos que te protegerán y serán tus mentores y guardianes hasta que la muerte termine con ellos.
Harry asintió y en silencio, rodeó con su mano derecha el colgante que llevaba y tal y como le había instruido con anterioridad Stell, se concentró en el silencio y en la nada, dejando que la magia guardada en el medallón entrase en contacto con la suya propia, casi pudiendo sentir unos brazos abrazándole y un beso de aire en su frente en señal de protección y en un gesto natural.
Dos rayos escarlata salieron de la lágrima, creando un camino de luz hacia dos extremos opuestos.
Ambos dioses tocados por la luz avanzaron hasta situarse junto a Harry y extendiendo su propia magia hacia el joven adolescente, un aura dorada lo envolvió por completo mientras que ambos decían su juramento.
-Removeremos cielo y tierra para protegerte. Tu vida está en nuestras manos y en las tuyas dejamos la decisión de aceptar nuestras almas. Entregamos nuestras vidas, nuestros corazones y nuestro conocimiento para acompañarte hasta el fin de tus días o el de los nuestros.
La luz dorada siguió envolviendo a Harry aún cuando este abrió los ojos. Ambos dioses se levantaron y le sonrieron y el chico sintió una paz y una tranquilidad en su alma que jamás había sentido.
-Erebor y Giliath serán tus guardianes –anunció solemne Stell-. Que la luz de Lahntra os proteja y os cuide siempre."
----------------------------------------------------------------------------------------------------------
Estaba cansado, no podía negarlo; pese a haber curado las heridas que tenían, habían tenido que recurrir a una gran cantidad de magia para poder salir de Okkorton felicitándose por no haber perdido a nadie. Derin había dejado al escuadrón en el patio de armas, revisando sin que el capitán lo pidiera, las espadas, arcos, escudos y dagas que habían sido utilizadas para su defensa.
Sentía como el colgante de Lahntra estaba regenerando la magia perdida y agradeció en silencio que la magia de la diosa actuara con tanta prontitud en él; no quería regresar a Hogwarts con el cuerpo desgastado, ya tendría que aguantar a Giliath y Erebor por haber desaparecido durante un día entero sin dar ningún tipo de explicación como para además tener que soportar el cansancio que una batalla naryn provocaba; tanto física como mentalmente.
-¿Ainur? –Derin le devolvió a la realidad.
-Estoy bien… un poco agotado… -Derin frunció el ceño y antes de que pudiera replicarle, el chico volvió a hablar-. Estoy bien, Derin, no te preocupes, nada que no pueda aguantar. Necesitábamos lanzar ese hechizo y lo sabes tan bien como yo.
-Sí, pero querer hacerlo cuando dos espías estaban acorralándote fue bastante estúpido por tu parte, ¿no te parece?
-¿Has utilizado la magia mental con dos espías? –preguntó Stell preocupado ahora por su nieto.
Harry desestimó la preocupación con un gesto de la mano.
-Estoy bien y era necesario; era el único modo de mantenerlos ocupados hasta que acabaras con los naryns que nos estaban rodeando.
-Ya, pero dime una cosa –Stell y Harry miraron al dios guerrero-. ¿Era totalmente necesario que fueras tú quien lanzara el ataque final sobre los naryns?
Harry sonrió sonrojado ante la mirada reprobatoria de su abuelo y de Derin.
-¿Qué quieres que te diga? Supongo que después de tantos días sin entrenar en serio necesitaba ejercicio –se encogió de hombros. Ninguno de los dos dioses sonrió-. Vamos, estoy bien, tamos bien y hemos descubierto que las quimeras se están llevando a los dioses que desaparecen a Okkorton, ¿qué más queríais?
-Que no te hicieras el valiente cuando puedes contar con los demás, Ainur –le reprendió Derin suavemente.
-Lo siento… pero en ese momento era lo mejor que podíamos hacer y tú deberías saberlo; estabas rodeado por quince naryns… –le indicó mirando a Derin fijamente-. Después de todo, estabas allí; empiezo a pensar que tienen algo personal contra ti… -bromeó el chico finalmente.
Derin hizo una mueca de desagrado mientras se cruzaba los brazos sobre el pecho y notaba la mirada de Stell sobre él.
-Tienes razón… -admitió el dios entonces-… Odio que tengas razón pero la tienes… Era el único modo de salir de allí sin dejar a ninguno de los nuestros…
Stell asintió.
-Ordenaré que haya doble turno de vigilancia en la frontera; si los naryns están tan desesperados por conseguir sangre para Elea que intentan acabar con el escuadrón de los Lobos Grises a quién temen, pueden estar dispuestos a hacer cualquier cosa –dijo Stell con preocupación. Sus ojos se posaron en los de Derin-. Derin, necesitamos que te quedes por aquí al menos hasta que sepamos que ocurre con las quimeras.
-No –dijo Derin-. Perdóneme Alteza, pero hice un voto de juramento hacia Harry Potter y no voy a quedarme aquí dejando que él vuelva al mundo mortal –sentenció el shygard firme-. Puedo darle instrucciones a Tatsui sobre lo que debe o no debe hacer y cómo empezar a moverse.
-Stell no te necesita aquí para eso… -empezó a decir Harry de forma perspicaz. Había aprendido a leer las señales en el rostro de su abuelo desde hacía tiempo y el brillo de temerosidad en sus ojos le indicaba que había algo más oculto detrás de aquellas palabras-. ¿Qué ocurre? –Stell no contestó-. ¿Es porque lo han atacado directamente?
Derin frunció el ceño.
-Las desapariciones… todos los que desaparecen tienen las mismas características; varones, cabello claro y ojos grises –añadió mirando a Derin-. Sólo no queremos que… No creo que lo hayan atacado sencillamente por ser el capitán de los Lobos… -suspiró el Príncipe de los dioses.
Harry comprendió la importancia del asunto. Derin poseía esas cualidades físicas y por tanto podía correr el riesgo de ser atacado en cualquier momento.
-Derin, no es necesario que vengas a Hogwarts… quizá aquí estés más seguro y…
-No Ainur, Derin tiene razón, si ha echo un juramento como ese no puede dejarte –le cortó Stell contestando por Derin. Miró al dios y asintió-. De acuerdo, pero quiero vuestra promesa de que si ocurre algo…
-Hemos venido en cuando hemos recibido tu llamada –comunicó Harry.
-Ainur esto es serio; si la guerra entre las quimeras y los dioses vuelve a resurgir, tendremos que recurrir al poder de la lágrima de Lahntra para solucionarlo –Harry empezó a comprender por qué era tan importante-. Y como supongo que ya has deducido, si utilizamos el poder de la lágrima antes de que Elea despierte y tengas que enfrentarte a ella…
-Lo sé, lo entiendo –cortó Harry-. Sabes que siempre que me necesites voy a volver, abuelo –le sonrió.
El hombre también le sonrió antes de girarse hacia Derin.
-Mantén informados a Giliath y Erebor ¿de acuerdo? –el capitán asintió en silencio.
-Es hora de marcharnos –informó Harry poniéndose de pie-. Ten cuidado abuelo.
-Vosotros también, Ainur, se acercan tiempos difíciles para todos, dioses y mortales…
Harry sonrió con tristeza mientras Derin abría un portal en el espacio.
-¿Alguna vez no han sido difíciles?
Stell no contestó a la pregunta del muchacho.
Harry estaba soportando estoicamente los ácidos comentarios de Giliath y Erebor que no dejaban de repetir que deberían haberles avisado y que no era conveniente que fueran abriendo portales entre los dos mundos como si fuera algo completamente natural y normal que dos personas desaparecieran en medio de un pasillo abarrotado de gente.
Harry rodó los ojos por décima vez en la última media hora, consciente de que las palabras de sus dos guardianes iban más dirigidas a él que a Derin que desde hacía un buen rato estaba haciendo oídos sordos a dichos comentarios.
-Bueno, ya está bien, no iba solo, ¿de acuerdo? Derin me acompañó –se justificó el chico.
-¿Y crees que esa es una buena razón? –preguntó Giliath poniendo sus manos en las caderas y mirándolo fijamente. Harry le sonrió de forma conciliadora-. Y no me mires de esa forma que no te servirá de nada –le advirtió.
-Giliath, sabes que si hubiese sido necesario, Stell también os habría llamado a vosotros dos –le dijo señalándola a ella y a Erebor que permanecía con el ceño fruncido y los brazos cruzados-. Pero no lo ha hecho ¿verdad? Además, puedo defenderme yo solo perfectamente y los dos lo deberíais de saber ya que fuisteis vosotros quienes me entrenasteis –añadió con cierto tono de diversión en la voz.
-Eso es cierto; su táctica para… -pero Derin se calló al ver la mirada de advertencia de Giliath.
-Y no creas que tú te escapas… ¡un día entero sin saber de vosotros! –exclamó -¿Se puede saber en qué pensábais?
-Que sepamos que sabes defenderte no implica que no nos preocupemos por ti, Ainur.
La voz de Erebor no sonaba enfadada, sino, como ella misma había dicho, preocupada. El chico le sonrió con tranquilidad.
-Giliath, el poder de la lágrima me protege y a menos que alguien me degüelle el cuello con la daga oscura o ésta termine clavada en mi corazón, no voy a morir y de verdad que si soy tan estúpido como para que alguien que quiere matarme se acerque tanto a mí para poder hacer una de esas dos cosas, merezco de verdad que me maten.
-No digas eso ni en broma, Harry –le pidió la diosa.
-Está bien, lo siento –se disculpó el chico-. Es que a veces tengo la sensación de que me ahogáis –añadió cuando Erebor lo miró pidiendo una explicación más coherente.
Giliath y Erebor se miraron y antes de que ninguno de los dos pudiera decir nada, fue Derin quien habló.
-Es porque ya perdieron una vez a alguien que les importaba y no quieren volver a sufrir lo mismo; la creencia absurda de que los dioses no sentimos es sólo eso, una creencia absurda; podemos amar, llorar y sentir como cualquier mortal –habló con voz firme y serena sin dejar de pulir sus dagas y sin alzar la vista hacia Harry ni un solo momento. El chico lo miró-. No quieren perderte a ti Ainur, y aunque tuvieras treinta años mortales, a sus ojos seguirás siendo un niño.
Harry iba a contestar algo cuando la puerta de la sala se abrió y de forma automática Derin tomó sus dagas y las colocó de forma que no fueran visibles pero estuvieran listas para el ataque. Sus músculos se relajaron al ver a Remus.
-¡Harry! ¿Dónde te habías metido? –preguntó el hombre preocupado.-¿Estáis bien los dos?
Derin y el chico se miraron incapaces de saber cómo era que el hombre lobo podía saber algo. Remus sonrió.
-Bueno, desaparecisteis los dos al mismo tiempo y en la misma clase, no hay que ser muy inteligente para saber que seguro fuisteis a Ahsvaldry creando uno de esos portales, ¿me equivoco?
Harry negó con la cabeza mientras reía suavemente.
-Mamá siempre dice que tú eres el más inteligente e intuitivo de los tres… -comentó divertido. Remus lo miró enarcando una ceja.
-¿Siempre dice? –miró a Giliath que estaba negando suavemente con la cabeza mientras que Erebor sonreía travieso, como el niño que ha sido atrapado en una travesura.
-Ainur… -le dijo Derin visiblemente divertido.
-Perdón, pero llevo ya unos días dándole vueltas al mismo asunto. Si yo entregaría mi vida por él y él la daría por mí, necesito confiar en él todo lo que sé –dijo sin apartar la mirada de Remus-. Además, mamá me dijo que era una buena idea.
-¿Lily te dijo eso? –preguntó Giliath.
-No nos oponemos a que se lo cuentes Harry –añadió Erebor-. Sólo que deberías haberlo dicho primero, así no nos habría pillado tan de improviso a nosotros… -le indicó.
Harry se encogió de hombros. Remus miraba a los dioses de uno en uno y a Harry de forma alternativa sin llegar a comprender bien de lo que estaban hablando; hablaban como si Lily estuviera viva, como si hiciera poco que había hablado con ella y eso era imposible, ¿verdad?
-¿Has dicho que me estabas buscando Remus? –preguntó el chico.
-Sí, un grupo de chicas preguntaron por ti, por lo visto quieren fundar un club de admiradoras –sonrió sin poder evitarlo cuando vio la cara de pánico y de resignación que se le quedó al chico después de esa información-. Y vi a Verónica Ollivers por el pasillo, no deberías dejarla plantada así ¿sabes?
-¿Cómo? –el chico estaba confuso-. ¿Verónica también quiere formar parte…
-No, no, no –dijo Remus divertido-. Ella te buscaba por algo serio, creo que teníais que reuniros en el laboratorio de pociones ayer, ¿no?
Harry abrió los ojos y se llevó una mano al cabello despeinándolo.
-Cierto…. Lo olvidé… con todo lo de Ahsvaldry… Voy a buscarla.
-Es un poco tarde ¿no te parece? –preguntó Erebor alzando una ceja. Harry miró el reloj; las tres de la mañana, sí era tarde-. Mejor deberíais descansar. Los dos –añadió mirando a Derin.
Harry asintió.
-Primero quiero ir a ver a Feamor –anunció alegremente atravesando la sala.
-¿No ibas a explicarle a Remus…
-¿Te importa explicárselo tú Giliath? –y antes de que la diosa afirmara o negara algo, el chico le sonrió mientras se dirigía a la puerta-. Gracias, sabía que lo entenderías. Hasta luego.
Cuando giró la esquina del pasillo se escuchó la voz de Remus.
-¡¿Sois qué!
Harry sonrió.
Verónica despertó aquella noche cansada y sudorosa. De nuevo había tenido otra de sus pesadillas con su madre; ella no dejaba de repetirle que tenía que ayudarle, que tenía que protegerle, a él, a los dos, que tenía que protegerlos a ambos, que era su deber.
Suspiró y se echó de nuevo en la cama, pensativa, sin saber qué significaban esos sueños. Se echó hacia un lado rodando y levantó la almohada después de asegurarse que sus cortinas estaban cerradas con un encantamiento de privacidad y desenvolvió el pañuelo de seda azul que ocultaba la daga.
La acarició con la mirada, recreándose en el brillo de la hoja bajo la tenue luz verdosa de su varita y una de sus manos la acarició, sintiéndose tentada a ello. No había visto a Harry en todo el día; no sabía dónde se había metido y francamente estaba preocupada.
En cuanto su pensamiento se dirigió a Harry, el lugar que estaba siendo tocado por su mano en la hoja de la daga, brilló despacio, casi tintineando y un suave color blanco tiñó la superficie de la hoja.
Verónica apartó la mano asustada y la daga recuperó su color oscuro de siempre. Arrugando la nariz como hacía siempre que estaba confundida y extrañada por algo, volvió a alargar su mano para tocar la hoja, esperando que ocurriera algo, pero no fue así; la daga no se iluminó, ni cambió de color ni pasó nada.
Frustrada por no saber si lo que había pasado había sido real o fruto de su imaginación, Verónica guardó el arma bajo la almohada de nuevo con un suspiro, consciente de que aquella noche no podría dormir más.
-Hola pequeño…
Feamor extendió sus alas cuando Harry se le acercó a palmearle el lomo y el chico sonrió. Sabía que su pegaso era bastante coqueto y le encantaba que le dijeran lo hermosas que eran sus alas y en verdad lo eran; suaves y sedosas, negras, misteriosas, pero sin nada oculto bajo ellas; plumas largas y rectas conformaban sus alas y él las lucía orgulloso.
-No, hoy no me apetece volar, Feamor… -musitó el chico-. Sólo… necesito pensar un poco, ¿de acuerdo? Hay algunas cosas que me tienen preocupado…
Harry se tumbó en la hierba cerrando los ojos, intentando recordar con exactitud lo que había ocurrido en Ahsvaldry y sin poder ocultar su preocupación creciente por las desapariciones y por el hecho de que hubiesen querido atacar a Derin; Stell estaba en lo cierto; si los naryns estaban tan desesperados por obtener sangre para Elea que atacaban al escuadrón de los Lobos Grises, algo importante debía de estar pasando en Okkorton… y las quimeras seguramente estarían metidas en ello; la pregunta era ¿qué estaba ocurriendo?
Notó el calor de Feamor a su lado y sonrió cuando el animal se movió para yacer a su lado, replegando sus alas y acariciando con su boca el cuello de Harry, que complacido, le acarició de vuelta.
(flashback)
Okkorton seguía siendo igual de árido y frío y solitario como lo recordaba; incluso en verano, el lugar presentaba un aspecto fantasmagórico y espectral que hacía a las criaturas mágicas huir de allí. Las nieblas y neblinas que cubrían el paisaje hacía difícil la ardua tarea de adivinar si era de día o de noche, pues la oscuridad estaba presente siempre sobre sus cabezas, en el cielo negro como la noche y oscuro como el alma de la diosa que reinaba en sueños aquel lugar.
Okkorton… Le habían contado que en principio, era un lugar semejante a Ahsvaldry; un lugar donde la luz siempre reinaba y donde el mal no tenía cabida. Le resultaba difícil imaginar el verdor de Ahsvaldry, sus cielos azules, sus cuatro lunas brillando de noche y de día, el calor de sus criaturas, el sol brillante, y la frondosidad de bosques y prados que alegraban la vista de todo el mundo que pasaba por allí.
Le resultaba muy difícil imaginar Okkorton de aquella manera y aún más difícil le era comprender cómo alguien podía preferir ese lugar al rincón de eterna felicidad y utopía que Ahsvaldry ofrecía.
Un par de veces había estado a punto de atravesar los límites que dividían Okkorton y Ahsvaldry, pero nunca lo había hecho; se había limitado a mirar desde la lejanía las figuras fantasmales de lo que una vez habían sido casas y ahora eran ruinas, recortadas entre las brumas; a escuchar el silencio tenue y malévolo, a notar el dolor y el sufrimiento y a sentir el miedo que aquellos lugares desérticos y estériles, sombríos y lúgubres presentaban a todo aquel que se atreviese a girar su vista hacia allí.
Y a lo lejos, sobre el Monte del Olvido que una vez había sido verde y luminoso y ahora estaba coronado por nubes negras y relámpagos que acentuaban su aspecto tétrico, se encontraba el santuario de Elea; una fortaleza erigida sobre los cimientos de la maldad y de los fuegos del infierno.
La mano de Derin sobre su hombro lo hizo despertar de sus cavilaciones.
-¿Estás bien?-Harry asintió.
-Nunca lo había visto tan de cerca… -murmuró el chico-… Lo recordaba así pero no pensé que…
-Impacta la primera vez que lo ves ¿verdad? –el chico se limitó a asentir en silencio aún meditando si alguna vez aquellas tierras infértiles que ahora pisaba podrían haber sido verdes.
-Se nota la energía oscura… es como si un gran escudo de magia negra lo rodeara por completo…
-Y así es –Harry le miró-. No creerías que Elea permitiría que alguien arruinase su perfecto reino de desolación ¿verdad? –dijo con sarcasmo Derin mientras miraba a su alrededor.
-¿Quieres decir que Okkorton está protegido bajo los poderes de Elea? –preguntó Harry.
-Por supuesto, del mismo modo que Ahsvaldry se mantiene como está por el poder de Lahntra y su descendiente –dijo el dios como si fuera lo más normal del mundo. Harry parpadeó y Derin lo miró -. ¿Acaso no llegaste a esta parte de la historia de Ahsvaldry con el Príncipe? –preguntó el dios.
-Si hubiese llegado a esta parte no estaría preguntando, ¿no crees?
-Tampoco es algo de lo que te tengas que preocupar demasiado –resolvió Derin encogiéndose de hombros-. Stell te lo hubiera contado si lo hubiera creído importante.
-Derin, Elea está manteniendo este manto de oscuridad en Okkorton sólo a través de sus sueños; ¿imaginas lo que podría hacer si su descendiente tomara el poder del colgante de Elea?
Derin frunció el ceño.
-Cierto. Por eso es conveniente que acabes con el descendiente de Elea antes de que ella despierte –le palmeó el hombro de forma amistosa cuando notó que los miembros del escuadrón de Lobos Grises empezaron a llegar.
Harry sonrió irónicamente; aquel humor negro de Derin le gustaba y aunque en un principio se asustaba cuando Derin lo sacaba a relucir, con el paso del tiempo, había aprendido a aceptarlo e incluso, según Giliath, él también lo utilizaba a menudo. Si Derin bromeaba sobre todo aquel asunto, era porque no estaba preocupado y aquello era un gran punto a su favor.
Treinta soldados, todos con el uniforme de los Lobos habían aparecido de la nada envueltos en llamas de fuego, torbellinos de agua o huracanes de viento; todos uniformados, todos con sus armas listas para el ataque y la defensa y todos con el rostro sereno y la expresión confiada. Harry sonrió; hacía tiempo que no los veía a todos juntos y aunque le gustaba la vida tranquila por decirlo de alguna manera que llevaba en Hogwarts, tenía que admitir que echaba de menos la adrenalina que en aquellos momentos recorría su cuerpo.
Automáticamente y como presa de un hechizo, Harry había extendido su aura a su alrededor, creando un campo de magia que lo protegía y lo avisaba de cuando los demás estaban en peligro. Lo había hecho de forma involuntaria, instintiva, y no se sorprendió cuando comprobó que su aura se unía a la de los demás; sonriendo ante la imagen de que todos habían hecho lo mismo casi sin darse cuenta, seguramente.
Eran conscientes que entrar en Okkorton suponía un gran peligro; no sólo porque en el mismo momento en que la magia entrase dentro de los límites de la ciudad oscura de Elea, los naryns los detectarían; sino también porque más de uno había entrado y no había salido, presa su mente de las locuras a las que había inducido los espías naryns, ocultos entres las sombras y dispuestos a atacar cuando menos se lo esperaban.
-No quiero héroes ¿entendido? –ordenó más que preguntó Derin mirándolos a todos. Harry a su lado asintió.
-Es una misión de reconocimiento; sólo tenemos que entrar, ver y salir ¿de acuerdo? Si alguien no se siente preparado para ello que lo diga ahora, por favor, porque cuando estemos ahí nos pondrá en peligro a todos –añadió Harry a las palabras de Derin. Nadie se movió, todos permanecieron en sus lugares sonriendo a sus capitanes-. Bien, en marcha.
Frío. Era increíble el frío que hacía en aquel lugar; apenas habían traspasado la frontera que dividía ambas ciudades y el cambio era más que palpable.
-Vale, estad preparados –informó Harry al resto de chicos-. Si veis cualquier cosa extraña, informáis.
-No vayáis solos, grupos de cuatro personas –indicó a continuación Derin-. Los cachorros –llamó con cierto cariño a los nuevos del escuadrón-, dividiros; cuatro con Ainur, cuatro conmigo.
A ninguno le sorprendió cuando los ocho se dirigieron automáticamente hacia Harry; Derin rodó los ojos pero Harry pudo leer en su expresión una mueca de satisfacción y es que la primera regla que Derin enseñaba en su entrenamiento era muy fácil: no te fíes nunca de tu capitán; y teniendo en cuenta el carácter de Derin, no era extraño que todos prefiriesen ir con Harry.
-Vamos, no seáis idiotas, si yo pudiera, iría con él –dijo Ainur quitándole importancia al asunto mientras empezaba a andar. Cuatro de ellos se alejaron hacia Derin y Harry lo miró un instante-. ¡Derin!
El dios lo miró cuando escuchó que lo llamaba y asintió en silencio; ambos estarían pendientes el uno del otro.
Una hora. Llevaban caminando por aquellos parajes una hora y aún no habían visto rastro alguno de los desaparecidos ni tampoco indicio de que quimeras o cualquier otra criatura habitara por allí, lo cual no era de extrañar. Notaba el aura de Derin a la izquierda de donde estaban ellos; había extendido su magia de forma que pudiera presentir donde estaban los cuatro cachorros que iban con él. A una distancia de cinco metros lo seguían uno detrás de otro. Harry se detuvo; Dorian no se movía.
-¿Ocurre algo, capitán?
-¿Dónde está Dorian? –preguntó Harry mirando al segundo chico que ya se acercaba hasta ellos.
-Venía el último, señor –contestó el chico mirando atrás esperando ver a Dorian en cualquier momento.
-¡Maldita sea! –gritó Harry-. ¿Alguien ha escuchado algo? –los tres negaron con la cabeza y Harry resopló-. Está bien, volveremos atrás, de todas formas es hora de regresar, Derin se empezará a preguntar dónde estamos si no regresamos ya.
-¿Por qué no utilizamos los elementos? –preguntó uno de los muchachos.
-Porque estamos en Okkorton; nuestros elementos provienen de la luz y aquí todo es oscuridad; no funcionaría, gastaríais energías y delataríais nuestra posición a los naryns que estén cerca de aquí –informó Harry solícito -. Vamos, tenemos que encontrar a Dorian.
Y lo encontraron. Con la mirada fija en un punto determinado, la espada a un lado de donde se encontraba y los ojos en blanco, en plena concentración. Harry actuó con rapidez al reconocer aquellos signos y ante la atónita mirada de los cachorros, estiró una mano hacia donde se encontraba Dorian.
-¡Viento, yo te invoco! –gritó.
Una ráfaga helada de aire golpeó a Dorian en la espalda, haciéndole trastabillar y caer hacia delante; Harry tomó su daga corta del cinturón y en un arco perfecto y un movimiento ágil lanzó el puñal a lo que parecía ser una roca oculta entre la bruma. Los cachorros pensaron que se había vuelto loco, después de todo, muchos de los que entraban en Okkorton terminaban perdiendo la cordura y pese a la fama que Ainur tenía, todos eran conscientes de que aquella era la primera vez que se internaba en Okkorton.
-¡Coged a Dorian y corred hacia el punto de reunión! –les gritó.
Uno de los soldados estaba a punto de rebatirle cuando se fijó en algo; una suave melodía empezaba a escucharse, una melodía rítmica, casi un susurro siseante, un silbido… No lo pensó dos veces; sabía lo que aquello significaba; indicó a los otros dos que obedecieran sin rechistar y éstos lo hicieron.
Harry suspiró.
-Luz del bien disipa la oscuridad… -murmuró.
Un halo de luz blanca lo rodeó a la altura de la cintura y se expandió hacia los lados en un círculo concéntrico haciendo que la bruma desapareciera y un campo de luz se extendiese en un radio de cinco kilómetros. Notó varias sombras que se movían con rapidez y la presencia de quince naryns se hicieron presentes en su campo de magia.
-Menudo día… -suspiró Harry preparándose para luchar.
Dos presencias dentro de su mente; meneó la cabeza para alejarlas; era increíble el poder que desprendían; nunca había visto dos espías naryns tan fuertes como aquellos que tenía delante de él. Escuchaba la melodía casi como una invitación a dejarse llevar; había estado el suficiente tiempo en Ahsvaldry para poder controlar su mente y no hacerles caso, pero no sabía si era por el poder que la oscuridad de Elea ejercía sobre Okkorton o si simplemente aquellos dos espías eran demasiado fuertes; pero el caso era que le estaba costando mantener la concentración y las barreras.
-¿Es que nunca me vas a hacer caso? –la voz de Derin le llegó desde detrás, lejana, pero notaba que estaba a su lado.
Seguramente era por la influencia de los espías naryns que tenía la sensación de que Derin se encontraba mucho más lejos de lo que en realidad estaba; Harry no pudo evitar alegrarse de la aparición del dios guerrero.
-Dije nada de heroicidades –bromeó Derin.
-Hay dos espías, Derin, no me desconcentres, ¿quieres?-gruñó Harry por lo bajo. El dios debió darse cuenta de ello porque dejó de bromear-. ¿Por qué diablos son tan fuertes? No suelo tener problemas…
-Porque estás en su territorio Ainur –contestó sencillamente Derin mientras calculaba los naryns que habían cerca y veía como se iban acercando poco a poco hasta donde estaban ellos-. ¿Has utilizado…
-No, si utilizo el poder de la lágrima en Okkorton podría pasar cualquier cosa… -murmuró Harry pese a que sentía que el poder de Lahntra quería salir de su celda para ayudarle-. ¿Qué diablos…
-Han desviado su atención hacia mí –gruñó Derin que no le hacía ninguna gracia el notar como los naryns se fijaban en él-. ¿Podrás tú solo con los espías?
-Lo intentaré, no te alejes mucho.
-Bien. Ten cuidado, Ainur.
-Sigue con vida Derin –le contestó Harry intentando controlar su poder mental para obligar a los espías a retroceder.
Notó como los naryns se movían a gran velocidad y se preocupó; Derin era muy bueno, pero eran quince naryns, en territorio oscuro, en Okkorton, necesitaría ayuda y la necesitaría urgente. Suspiró y concentró su poder sintiendo como emanaba de cada célula de su cuerpo; error; los espías se alimentaban de los pensamientos de él, de su magia… Cambió de estrategia e hizo algo que hacía mucho que no hacía; tomó la energía prestada de todo aquello que le rodeaba, obligando a los espías naryns a consumir la magia del suelo árido, las rocas y los relámpagos que surcaban sus cabezas atravesando el cielo.
Confundidos. Estaban confundidos y Harry aprovechó ese momento para invocar su poder y darles una pequeña descarga de lo que era una intrusión en toda regla.
-¡Elementos de la luz, uníos a mi ruego, os lo imploro!
Agua; tierra; aire; fuego; cuatro rayos impactaron sobre el cuerpo de Harry envolviéndolo en una burbuja cálida donde las partículas chocaban entre ellas formando pequeñas descargas visible. Concentró el poder de los elementos y realizó un ataque mental a los naryns, obligándoles a retroceder y a perder la poca cordura que esas criaturas podían tener.
No lo había pensado. Tan pronto como su cuerpo descargó la energía acumulada, una ráfaga de cansancio llegó hasta él; tuvo el tiempo justo de ver como los naryns tenían acorralado a Derin; no lo pensó; simplemente actuó por impulso.
-¡Derin, al suelo! –gritó Harry-¡Luz del alma, envuélvelos!
Después todo había sido oscuridad. Era consciente de que estaba agotado, pero también que su ataque había resultado; confiaba en que Derin lo sacara de aquel lugar, así que esperando que Lahntra le diera las energías que acababa de perder, se dejó caer sobre el suelo.
(fin flashback)
Feamor resopló en su oído y él sonrió.
-Ha sido un día duro, ¿verdad? –dijo el chico. Suspiró y se levantó-. Será mejor que me vaya a dormir… Tú también deberías hacerlo –le regañó. Feamor bufó y Harry sonrió mientras lo acariciaba-. Como quieras, sólo era una sugerencia…
Y aún preocupado, Harry Potter se fue a dormir aquella noche, con la seguridad de que Derin siempre le protegería y con la firme promesa de que él haría todo lo posible por protegerle a él.
---------------------------------------------------------------------------------------------------------
-No voy a hacerlo, Albus –dijo Snape con el rostro contraído por el enojo que sentía en aquellos momentos hacia el director.
-Severus, es necesario –le indicó el director-. Necesito saber qué está planeando Harry y tú eres mi mejor baza en legeremancia; en estos momentos, Harry no quiere ni siquiera estar en la misma habitación que yo.
Severus estuvo a punto de lanzarle su mordaz comentario "Me preguntó por qué", pero en lugar de eso, optó por otro camino.
-Viste lo que ocurrió en la orden a finales de agosto, ¿qué te hace pensar que esta vez me va a dejar entrar en su mente? No sé quién le ha enseñado oclumancia, Albus, pero definitivamente ha sido uno de los mejores maestros que creo incluso que podría competir con el mismo Lord Oscuro.
-Me da igual como lo hagas Severus, pero necesito saber qué está pasando por la mente de Harry Potter en estos momentos.
-Albus, me aceptaste de regreso en Hogwarts aún después de saber que era un mortífago y te estaré siempre agradecido por ello, me diste una segunda oportunidad, un lugar donde vivir y un trabajo –el director asintió con solemnidad-, pero también me enseñaste que los estudiantes tienen derecho a una vida propia y a cierta privacidad; no voy a intentar meterme en la mente de Potter; no importa lo que me digas ni lo que digas para intentar convencerme de que lo haga –añadió.
-¿Y si te lo pidiera como un amigo y no como tu director? –inquirió Albus Dumbledore mirándolo por encima de sus gafas de media luna.
-Un amigo sabría mi respuesta aún antes de hacerme esa pregunta –le contestó Snape.
-Severus, debes entender que no podemos dejar que Harry haga su voluntad… ha cambiado, sé que tú también has notado esa nueva aura que lo envuelve y lo rodea protegiéndolo; sé que sabes más de lo que dice saber… -suspiró-. Es por el bien de…
-¿De Potter? –lo cortó Snape-. También era por su bien dejarlo en casa de esos estúpidos muggles aún sabiendo que iban a maltratarlo y también lo era el mantenerle en las sombras, ocultándole todo lo que debería de haber sabido desde un principio y según tú también era por su bien el que la señorita Granger y el señor Weasley lo espiaran… Te equivocaste en todo, Albus, ¿qué te hace creer que esta vez estarías en lo cierto?
Fawkes emitió unas ligeras notas cerca de la ventana y Albus recurrió a su última carta.
-¿Y si te dijera que tiene un pegaso negro en el bosque oscuro? –preguntó.
Severus lo miró unos segundos antes de contestar.
-Le contestaría que si el pegaso le ha elegido a él debe de ser por algo y le aconsejaría que no intentara entrometerse en medio de los dos. Ahora con su permiso –inclinó la cabeza a modo de despedida-, tengo una reunión con algunos alumnos.
-¿Está Potter entre esos alumnos?
Snape no contestó.
----------------------------------------------------------------------------------------------------------
-La próxima salida que tengan los alumnos de Hogwarts, atacaremos Hogsmeade –anunció Voldemort sentado en su silla en el centro de la habitación oscura.
A sus pies, un semicírculo de vasallos vestidos de negro con capuchas escuchaba atentamente sus palabras. Todos sabían que no era nada más que una distracción, una forma de que el Señor Oscuro se divirtiera y una oportunidad de dar a conocer a todo el mundo la nueva alianza que se había formado entre las quimeras y el Lord.
-Atacad a todos los que estén allí, me da igual sin son comerciantes, magos, brujos, squibs, impuros, adultos o niños –añadió con una sonrisa peligrosa-. Atacad a todo el mundo dejando bien presente que el poder de Lord Voldemort no ha disminuido ni disminuirá nunca pese a las tonterías que ellos opinen y sus ansías de libertad plasmadas en Harry Potter.
A su lado, Lucius vio como Parkinson hizo un movimiento propio de aquel que ha tenido un escalofrío. Antes de poder siquiera advertirle, Nagini apareció delante de él y alzándose sobre su propio cuerpo viscoso enfrentó los ojos del hombre.
-Parece que alguien no está de acuerdo con el ataque… -dijo con voz venenosa Voldemort.
Ante las palabras de Voldemort, los que estaban alrededor de Parkinson se apartaron de él, casi como si presintieran en la voz de su Señor el peligro que podían correr si permanecían allí.
-Mi hija estará en Hogsmeade, mi Lord –dijo titubeante Parkinson-. Igual que el hijo de Malfoy –añadió en tono desesperado como si aquello fuera a servir de algo.
Los ojos rojos de Voldemort se dirigieron hacia Lucius que respiró profundamente para no delatar su objeción antes de contestar a la pregunta no formulada.
-Si mi hijo es tan estúpido para no saber protegerse de un ataque, no es mi hijo y por tanto yo mismo acabaré con su vida –dijo con un tono tan frío y gélido como lo era el de Voldemort.
-Si pudiera avisar a mi hija de…
-¿Dar un aviso a tu hija? –preguntó burlón y enojado Voldemort-. No creo que eso sea muy conveniente. ¿Bellatrix, por favor?
Antes de saber qué estaba ocurriendo, la varita de Bellatrix apuntaba directamente al corazón de Parkinson. El hombre la miró titubeante; se conocían desde hacía años, desde que estudiaban en Hogwarts; él la había salvado en más de una ocasión, pero sabía que ante la mirada y la petición de Voldemort, su vida estaba destinada a morir.
-Avada Kedavra… -murmuró Bellatrix. Un rayo verde impactó contra el cuerpo de Parkinson que murió en el acto.
-Supongo que nadie más se opone a un ataque a Hogsmeade ¿verdad?
Nadie dijo nada. Nagini siseó algo y se enroscó a los pies de su señor. Voldemort sonrió.
----------------------------------------------------------------------------------------------------------
Serest abrió los ojos repentinamente asustando a Dimbar que estaba sentado a su lado intentando curar la herida de un chico con un trozo de su propia túnica.
-Es la hora, vienen a por mí –comentó Serest.
-¿De qué hablas, Serest?
-Mañana por la noche Dimbar, eleva un cántico a Lahntra y ella te llevará donde debes estar… Piensa en los que estamos aquí, algo común nos une, algo que deberás encontrar allá donde vayas –le pidió.
-Serest, me estás asustando… -dijo el dios ligeramente contrariado por no entender las palabras del adulto.
Antes de que pudiera decir nada más, la puerta de la celda se abrió y un encapuchado vestido de rojo y escarlata miró directamente a los ojos claros de Serest. No hizo falta ninguna palabra, él no puso resistencia; sabía que había llegado su momento.
----------------------------------------------------------------------------------------------------------
Bueno… menudo capítulo… no os quejareis no? Remus acaba de enterarse de qué son Derin, Giliath y Erebor, Harry ha entrado en tierra de Okkorton, Dumbledore sigue en sus trece y lo que más de uno me agradecerá: no he matado a Pansy :D pero os lo habíais creído ¿eh? (vale, bajad las varitas, nada de amenazas delante de menores de edad, por favor :D )
Aps, sí, os dejo con el avance del próximo capítulo…
En el próximo capítulo…
"-¿Irás con él esta noche?
-Sí. Dur tiene ganas de correr
-¿Se lo has dicho?
-Será una sorpresa"
"-Malfoy está recibiendo cada martes una carta de su padre y cada vez que la lee, la quema y luego se pasa el resto del día solo
-Tenga cuidado Potter, Albus está decidido a mantenerlo bajo vigilancia
-Aún hay algo más pero aún no está preparado para contarlo ¿verdad?
-No, aún no lo estoy"
"-Ainur nos dijo que él se encargaría, ¿recuerdas?
-¿Me estabas siguiendo? No necesito una niñera
-¿Y una amiga que guarde tus espaldas?
-Eso siempre."
"-Snape tenía razón, eres muy buena en pociones
-Lo soy… me gusta estudiar…
-No puedes esconderte siempre del dolor.
-No, pero puedo intentarlo"
"-¿Parkinson?
-Dígale al señor Zabinni que vaya a mi despacho inmediatamente"
"La quimera desaparecida, era la reina de todas ellas, la madre de todas las razas y la quimera a la que todas las demás le debían la vida y su lealtad. Si alguien obtenía el poder de ésta, las demás razas se unirían para apoyarla y seguirla, fuese cual fuese su misión."
Bueno… menudo adelanto, no? Jejejej que mala soy :D
Espero que paseis una buena semana y que me dejeis muchos reviews con vuestras opiniones y vuestros comentarios que contestaré con mucho gusto siempre que me dejeis una dirección :D
Un besito para todos!
Nos leemos pronto!
