Hola a todo el mundo!

Bueno, esta actualización ha ido rápida eh! No os podréis quejar…

He tenido un golpe de inspiración, pero no os acostumbreis :p

Bueno, muchas gracias por los reviews que he recibido y que, de verdad, me animan a seguir escribiendo :D

Espero que os guste el capítulo que os dejo a continuación ok? Y espero vuestros comentarios :p

Que leais con gusto… Nos vemos abajo!

CAPITULO 16: Llanto en la oscuridad

"-¿Melancólico?

Harry sonrió sin girarse siquiera y negó con la cabeza.

-Pensativo –contestó a medias entre divertido y triste-. Este lugar invita a la reflexión.

-Sí, es cierto.

Giliath se sentó a su lado sin decir nada. Era extraño como la diosa conseguía tranquilizarlo únicamente con su presencia; Harry estaba seguro que por mucho que la diosa llegara a decir, nada igualaría al silencio que evocaba cuando estaba junto a ella; era como si todas las energías y auras de su alrededor se quedasen en continúo silencio, respetando el suyo propio.

-¿Qué fue lo que te hizo tanto daño? –rompió el silencio Giliath.

Harry la miró interrogante y ella sonrió apartando un mechón de cabello que el viento había conseguido arrebatar de su trenzado.

-Estás esquivo, distante, frío, desconfiado… -se encogió de hombros-… Un aura de desconfianza flota a tu alrededor… y la tristeza y la decepción se ven reflejadas en tus ojos… -sonrió cuando el chico apartó la mirada que ella había mirado tan profundamente-. Así que me pregunto qué fue lo que te hizo tanto daño para que no confíes en nadie…

-¿No puedes entrar en mi mente para averiguarlo? –preguntó el chico en un tono bastante sarcástico.

-Puedo, sí, la cuestión es que no quiero –le contestó la diosa-. No suelo ir metiéndome en la mente de los demás –añadió en voz más suave y baja, como si estuviera confiándole un secreto.

-Erebor tampoco insistió… -comentó el chico más para sí mismo que para nadie. Ella lo miró-. Es extraño…

-¿Qué es extraño?

-Todo esto… Apenas me conocéis desde hace unas semanas y me respetáis más de lo que lo han hecho durante toda mi vida…

-Todo el mundo merece respeto Ainur.

-Pero no todo el mundo lo podemos tener o lo hemos recibido, Giliath –le contestó él de forma cortante y fría.

-Así que es eso…-musitó la diosa después de unos segundos de silencio.

Harry la miró extrañado.

-Es ¿qué? –preguntó.

-Estás enfadado –afirmó la mujer.

-¡Claro que estoy enfadado! –espetó el chico-. ¡Y furioso y frustrado y decepcionado! Durante toda mi vida me estuvieron mintiendo, diciéndome que era un idiota y que no valía para nada, ocultándome mi verdadera naturaleza y haciéndome sentir culpable por la muerte de mis padres –respiró más por necesidad que por otro cosa y siguió hablando sin que la diosa lo interrumpiese-. Luego cumplo once años y Dumbledore me dice quién soy, hace que confíe en él, hace que confíe en su gente, me busca amigos, me ayuda cuando puede o cuando quiere y de repente, un año deja de hablarme… cuando más lo necesitaba porque tenía la sensación de que Voldemort se estaba adueñando de mi cuerpo, él decidió dejar de hablarme ignorándome todo el año, y luego descubro que todo ha sido una farsa; que él sabía todo desde un principio, que él podía haber salvado a Sirius, que él podía… -respiró apartando las ganas de llorar que tenía en aquellos momentos-… Traicionándome… él y todos aquellos en los que llegué a confiar… -miró a la diosa-. ¿cómo no voy a estar enfadado?

Giliath le sonrió y estiró su mano cerrada hacia el frente, pasó su mano derecha por encima del puño y un escudo blanco la cubrió durante unos segundos; cuando abrió su mano, una pequeña mariposa de alas azules y anaranjadas salió de ella aleteando feliz de estar viva.

-¿Con quién estás enfadado? –le preguntó ella-. ¿Con tu familia por haberte hecho daño y con el mundo mágico por haberte traicionado o contigo mismo por no haberte dado cuenta de nada?

-¿Qué quieres decir?

-Quiero decir que yo estaría enfadada conmigo misma por no haber sabido darme cuenta de lo que pasaba a mi alrededor; seguramente olvidaría que sólo era una niña que necesitaba calor y cariño y que me aferré al único clavo ardiendo que me ofrecieron… Sin querer darme cuenta de que todo era una trama de mentiras a mi alrededor… Y me enfadaría aún más conmigo misma cuando me diera cuenta de la verdad… -Harry no contestó-. Así que yo me pregunto si no estás enfadado contigo mismo, simplemente Ainur –añadió con una sonrisa tranquilizadora.

-Sólo puedo estar enfadado conmigo mismo por una cosa –afirmó el chico. Giliath le miró-. Por no morir aquella noche junto a mis padres –añadió.

-Ainur… nadie debe desear morir nunca… Estoy segura de que a tus padres no les gustaría que su hijo dijera esas cosas… Eres más fuerte de lo que piensas, Ainur, sólo necesitas encontrar tu fortaleza…

Harry sonrió con cierta tristeza antes de subirse las mangas de la túnica que llevaba un poco, sólo un poco, lo justo para que ella viera dos delgadas líneas rojizas que atravesaban sus muñecas.

-¿Mi fuerza? Esta es toda la fuerza que tuve este verano…-pero la diosa no dijo nada, pese a que Harry creía que sí haría-. Ni siquiera tuve el valor para terminar con mi vida… -añadió el chico.

-Se necesita más valor para vivir, que para morir, Ainur.

Giliath tomó una de las muñecas del chico y pasó uno de sus dedos por encima de la línea rojiza que desaparecía según ella iba rozándola con la yema de los dedos. Harry la miró sin decir nada.

-Esta marca –tomó la muñeca aún herida de él-, es tu pasado, tu fuerza, la elección equivocada que tomaste en un momento de tu vida… -tomó su otra muñeca recién curada-, esta otra, invisible a los ojos de los demás, es tu presente, la elección que has tomado para tu futuro… -Harry no contestó ni hizo nada. Giliath le sonrió-. Vamos, tenemos que ir a ver a alguien.

-¿A quién?

Giliath le guiñó un ojo cómplice.

-A alguien que te hará ver las cosas desde otra perspectiva y que seguramente te echará un buen rapapolvo por esa marca –señaló la marca rojiza… Tendré que acompañarte, aún no puedes entrar en el plano espiritual tú solo… Cuando puedas hacerlo, será más fácil para ti.

Harry tampoco contestó; no podía contestar a algo que no entendía. Dos horas después, entendió."

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Genial. Sábado y tenía que ir a reunirse al despacho de Snape para hablar sobre cómo iban las pociones; si había algo peor que ir a las mazmorras un sábado era ir con cuatro Slytherins, definitivamente; y pese a que la actitud de Snape parecía haber cambiado respecto a él, o como mínimo le reconocía sus logros aunque aún seguía divirtiéndose humillando a cualquier Gryffindor, la idea no acababa de gustarle del todo.

No había hablado con Remus todavía, así que o bien Giliath, Erebor y Derin habían aclarado todas sus dudas o el hombre le estaba dando un poco de tiempo para que él diese el primer paso, lo cual era lo más probable; tendría que hablar con él; esa misma noche era luna llena y cierto tigre albino necesitaba correr para hacer ejercicio y desestresarse.

-Buenos días Ainur –Giliath le besó en la frente tan pronto el chico salió de su cuarto, aún poniéndose una camisa negra.

-Buenos días –no escuchó la voz de Erebor y Derin así que asumió que seguían durmiendo.

-Te equivocas, están entrenando, como tenías esa reunión, ninguno de los dos quiso molestarte –se encogió de hombros.

-Odio que sepas lo que estoy pensando sin siquiera meterte en mi mente.

-Es que eres bastante fácil de predecir, Ainur.

-¿Y Remus? –Harry decidió ignorar deliberadamente el comentario de la diosa.

-Anoche estuvimos practicando oclumancia –contestó la diosa como si fuera lo más normal del mundo. Harry frunció el ceño-. Él está bien –añadió al ver el gesto de preocupación en el rostro del chico-; está un poco cansado pero está bien.

-No deberías darle clases cuando estamos tan cerca de la luna llena –le indicó el chico claramente preocupado por el licántropo.

-Ainur, Remus es fuerte, él mismo me pidió que le diera clases anoche porque sabe que hoy y mañana no podrá tomarlas –Harry asintió no muy convencido aún-; él quiere protegerte y sabe que la única manera que tiene ahora mismo de hacerlo es pudiendo cerrar su mente.

-Aún así no me parece que…

-¿Irás con él esta noche? –el chico asintió sin darle mayor importancia al hecho de que le hubiera interrumpido, de todos modos, ya estaba acostumbrado a ello.

-Sí –dijo sin titubear-. Dur tiene ganas de correr –añadió.

-¿Se lo has dicho? –le preguntó.

-No –contestó mientras tomaba un zumo que había sobre la mesa y lo bebía de un trago.

-¿Se lo vas a decir? –preguntó de nuevo Giliath con una sonrisa traviesa bailando en sus labios.

Harry terminó de beber, desvaneció el vaso con un gesto de su mano, tomó su capa negra y se acercó a la puerta sin darle una respuesta a Giliath; la diosa suspiró, tampoco necesitaba que le diera una respuesta, la sonrisa y el brillo divertido en los labios del muchacho ya le había dado la respuesta que necesitaba, pero por si aún no había quedado lo suficientemente claro, Harry se detuvo antes de cruzar la puerta.

-Será una sorpresa –le dijo guiñándole un ojo.

Giliath no pudo hacer nada más que sonreír.

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Snape suspiró cuando entró en su despacho y vio la escena que tenía delante. Un cansado Blaise sujetada a un enfadado Draco que miraba a Potter con todo el odio que podía tener, como si sus miradas pudieran provocar la muerte del joven moreno en cualquier momento mientras que Potter parecía muy calmado sentado en una de las sillas hojeando unos pergaminos mientras Ollivers estaba a su lado revisando otros aunque de vez en cuando miraba a Drco, generalmente cuando este hacía algún gesto por soltarse de la sujeción de Blaise.

-¿Qué está pasando aquí? –preguntó el profesor de pociones cerrando la puerta y encarándose a los muchachos-. ¿Y la señorita Parkinson?

-El director Dumbledore la mandó llamar –comentó Blaise haciendo un gran esfuerzo para contener a Draco-. ¿Podría hacer algo a este respecto? –preguntó el chico más en una súplica.

El profesor reaccionó y moviendo su varita inmovilizó a Draco. Blaise suspiró aliviado al poder soltarle.

-Gracias, llevaba ya media hora así –se dejó caer en una de las sillas.

-Si Potter no hubiese empezado yo no me habría puesto así –se defendió el rubio de Slytherin que pese a que estaba paralizado podía hablar.

Severus miró a Harry que parecía bastante interesado en su lectura y luego miró a Draco que lo miraba de forma fulminante; por último posó su vista en Blaise que se encogió de hombros.

-Potter nos ha mostrado los resultados de nuestras últimas pociones; el veritaserum que nos encargó hacer estaba en su potencia más baja según él y Ollivers, así que nos estaba indicando cómo deberíamos hacerlo la próxima vez –Blaise vio como Snape hizo un gesto de asentimiento-. Draco dijo que si era tan bueno que quizá debería de hacer las pociones él solo y Potter dijo que podría hacerlo. Draco insultó a Potter y él simplemente le contestó que prefería ser huérfano y haber tenido los padres que ha tenido a tener el padre que Draco tiene –se encogió de hombros con simpleza-. El resultado es esto –señaló a Draco que seguía inmóvil.

-Ya veo… -suspiró. Estaba claro que Malfoy y Potter no iban a poder llevarse nunca bien, aunque tenía que admirar la sangre fría de Potter; ni siquiera podía afirmar que él hubiese aguantado los comentarios de Malfoy.

-¿Qué hacemos con la reunión?- preguntó Zabinni.

Snape suspiró de nuevo.

-Supongo que puedo hablar ahora con Potter y usted, el señor Malfoy y la señorita Parkinson pueden venir más tarde a verme ¿no es así? –los tres asintieron-. En ese caso le sugiero que levite al señor Malfoy hasta la sala de Slytherin y no le recomiendo que le retire mi hechizo de paralización hasta que no esté seguro que no podrá venir a matar a Potter –Draco lo miró enojado, Blaise sonrió discretamente y Harry se limitó a mirarle con una sonrisa en los labios pero sin decir nada-. Señorita Ollivers, ¿podría dejarme a solas con el señor Potter?

Verónica asintió subiéndose las gafas con un dedo y después de dedicarle una mirada a Harry salió del despacho. Cuando la puerta se cerró, dejando al Gryffindor solo en el despacho con el profesor, el chico alzó la vista de los pergaminos.

-Antes de que diga nada, si va a culparme por lo de Malfoy, le aseguro que yo no empecé, aunque claro, supongo que le creerá a él dado que es quién es –añadió con tono mordaz.

-Le creo Potter; Draco siempre ha sido un poco impulsivo y bastante dado al enojo y a perder los nervios con facilidad cuando está cerca de usted –le dijo el profesor sentándose en su silla-. Hablaré con él más tarde. ¿Qué puede decirme?

-¿Sobre las pociones o sobre sus tres alumnos? –preguntó Harry.

-Ambas –contestó el profesor.

-Como ha podido ver, tiene los informes delante; de las cincuenta pociones que han hecho hasta el momento, el setenta y cinco por ciento estaban correctas, el veinticinco restantes han sido desvanecidas o modificadas, supongo que no debe preocuparse porque en sus próximas utilizaciones sus calderos vuelen por los aires –bromeó. Severus sonrió levemente-. Y en cuanto a lo otro… Malfoy está recibiendo cada martes una carta de su padre y cada vez que la lee, la quema y luego se pasa el resto del día solo –se encogió de hombros-, no sé mucho más. Lo cierto es que no he tenido mucho tiempo para…

-¿Dices que Draco recibe correspondencia de su padre todas las semanas? –Harry asintió y el hombre mayor se quedó pensativo.

No era normal que Lucius enviara una carta a Draco cada semana, por lo general, sus misivas quedaban reducidas a dos o tres al año, siempre para su cumpleaños, la autorización para pasar las vacaciones de navidad en casa y poco más.

-Sí, yo también lo encuentro preocupante –dijo Harry rompiendo la concentración de Snape.

-Hablaré con él.

-No le dirá nada –atajó Harry sonriendo-. Malfoy idolatra a su padre, si él le dijera que se tirara desde la torre de astronomía, seguro que él lo haría –Snape cerró los ojos unos momentos en señal de que estaba de acuerdo con él-. Lo mejor que puede hacer es pedirle a Zabinni que hable con él –Snape lo miró y Harry se encogió de hombros-. Es su amigo y la única persona, a parte de Parkinson en quien Malfoy podría confiar.

-Tiene razón Potter –dijo finalmente Severus Snape-. Hablaré con Blaise…

Harry miró al profesor de pociones unos segundos y Snape le devolvió la mirada enarcando elegantemente una ceja.

-¿Ocurre algo?

-Si yo fuera usted, mantendría un ojo sobre Malfoy –le indicó Harry con una media sonrisa-. Me han llegado noticias de que están ocurriendo desapariciones de varones rubios y ojos claros… -añadió al ver la cara de desconcierto del profesor.

-Entiendo –asintió el hombre sin hacer más preguntas sabiendo que no serían contestadas-. Gracias por el aviso, Potter.

Harry asintió mientras se levantaba, comprendiendo que con aquella frase, la reunión había terminado. Atravesó el despacho en silencio y antes de girar el pomo de la puerta, la voz de Snape se volvió a escuchar.

-Tenga cuidado Potter, Albus está decidido a mantenerlo bajo vigilancia –Harry se giró y lo miró-. me ha pedido que usara legeremancia con usted y me he negado –añadió el hombre-, pero estoy seguro de que seguirá intentándolo, si no es utilizando la legeremancia, será de otra forma.

Harry sonrió.

-Lo sé, pero gracias por el aviso, profesor Snape, iré con cuidado. ¿Por qué lo hace? –él le miró-. No es sólo por Malfoy, Zabinni y Parkinson, hay algo más ¿verdad?

-Pese a lo que pueda haber creído, nunca odié a su padre ni a Black… -Harry lo miró directamente a los ojos como si pretendiera descubrir de esa forma si mentía o no; y no encontró rastro de mentira en sus ojos negros-… Teníamos nuestras peleas, nuestras discusiones, siempre fuimos muy distintos… Jamás nos habríamos llegado a entender… pero odiar… es una palabra muy fuerte, demasiado grande para la aversión que unos críos de quince años pueden llegar a tenerse.

-Aún hay algo más –dijo Harry-. Pero aún no está preparado para contarlo ¿verdad? –el hombre le miró recordando que esas mismas palabras eran las que le había dicho aquella noche durante la reunión de la orden.

-No, aún no lo estoy.

Harry sonrió.

-Sirius tampoco le odiaba –dijo como frase de despedida. Se giró y ya con la puerta abierta, añadió-, y estoy seguro que ninguno de mis padres lo hacía.

Snape no contestó.

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Ella estaba sentada envuelta en un mar de libros, pergaminos y tinteros y plumas. Derin la miró unos segundos antes de dar un par de pasos hacia ella, pero antes de que pudiera llegar, notó el peso de unos ojos sobre él. Giliath lo estaba observando con una ceja enarcada y los brazos cruzados con una expresión de ligera diversión en el rostro. El shygard masculló una maldición entre dientes y salió de la biblioteca seguido de la diosa.

-¿Y bien? ¿Qué pensabas hacer? –preguntó Giliath sin dejar de sonreír.

-Hablar con ella –se justificó Derin serio mirando a Hermione-. Sólo quería avisarle de que tuviera cuidado.

-Ainur nos dijo que él se encargaría, ¿recuerdas?

-Lo sé, pero no quiero… -se calló incapaz de decirle nada más a la diosa que lo miraba instándolo a hablar. Miró a la diosa-. ¿Y tú qué hacías aquí? –le preguntó de forma recelosa-, pensé que estabas con Lupin.

Giliath no pudo evitar sonreír como una niña que ha sido descubierta en su travesura.

-Remus está con Erebor; creo que están terminando la poción equivalente a la oclumancia y al veritaserum –contestó-. Así que pensé en venir a dar una vuelta y ver qué pretendías.

-¿Me estabas siguiendo? –preguntó Derin fingiendo estar ofendido.

-Llámalo así, si así lo deseas –se encogió de hombros-. Ainur me pidió que lo hiciera.

-¿Harry? –Giliath asintió y Derin tuvo que sonreír aún sin querer hacerlo-. Ese chico parece que siempre sabe cómo voy a reaccionar.

-Ainur siempre sabe como vamos a reaccionar todos Derin, no sólo tú –le contestó ella tranquila-. Además, me pidió que te vigilara…

-¿Por qué?

-Por las desapariciones que ha habido en Ahsvaldry –contestó ella en voz baja.

-¿Te lo ha contado? –ella asintió-. Que tengan mis mismas características no significa que…

-Quizá no, pero Ainur no quiere arriesgarse a que te ocurra nada Derin.

-Tendré cuidado ¿de acuerdo? Pero no necesito una niñera –contestó el dios ofendido ante la idea de que hubieran mandado a Giliath para asegurarse de su bienestar-. Soy un shygard, el capitán del escuadrón más poderoso de Ahsvaldry, puedo defenderme solo, ¡no soy un crío!

Giliath le sonrió.

-¿Y una amiga que guarde tus espaldas? –le sugirió.

Derin asintió.

-Eso siempre –afirmó-. Ya hablaré con Ainur de esto más tarde… -añadió en un susurro que la diosa entendió perfectamente.

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Terminó de cortar los ingredientes bajo la atenta mirada de Harry, teniendo especial cuidado en pesar el polvo de dragón y en diluir correctamente las lágrimas de centauro en agua con tres cuartas partes de sal.

El chico le había ofrecido pasar la tarde del sábado terminando de valorar la última remesa de septimbrenska, la poción que lograba sacar el lado oscuro de la gente, teniendo en cuenta que cuando debieron haberlo hecho, él se encontraba en Ahsvaldry y Verónica, aceptó. Mientras lo hacían, el chico se había ofrecido a ayudarla a elaborar algunas de las pociones más difíciles de sexto curso que ella tenía ganas de aprender a hacer. Ella había aceptado encantada bajo el lema "el conocimiento es poder".

-Habrá que hacer algo con tus gafas… -musitó el chico mientras veía como ella las limpiaba por tercera vez en la última media hora-… Los vapores de las pociones las empañarán constantemente, lo digo por experiencia –le sonrió.

-Oh, eso, no es ningún problema –la chica dejó de limpiarlas y sacó la funda que siempre llevaba en su mochila, mostrándosela a Harry y volviendo a guardarla. Harry la miró interrogante-. No las necesito para ver, sólo me las pongo para leer, mi oculista dice que es vista cansada – volvió a colocárselas.

-¿Vista cansada? –ella asintió-. Perdona, a veces olvido que tu padre es muggle; añade ahora el colmillo de cerdo salvaje –le recomendó. Ella obedeció-. Pero, si no las necesitas, ¿para qué…

-… las llevo todo el tiempo? –concluyó ella la pregunta. Harry asintió y Verónica se encogió de hombros-. No me molesta llevarlas. Ahora es cuando tengo que mover cinco minutos en sentido contrario a las agujas del reloj ¿verdad?

-Correcto –afirmó él-. Pasado ese tiempo…

-…la dejo reposar otros veinte minutos y tendré una poción perfecta y mejorada –sonrió ella contenta de haber conseguido hacer aquella modificación en la poción ella sola.

-Perfecto –le sonrió mientras sacaba su varita falsa y fingía utilizarla para limpiar aquello-. Snape tenía razón, eres muy buena en pociones… -le miró divertido y es que Verónica era una chica muy inteligente y bastaba que le explicara una sola vez las cosas para que ella ejecutara la poción sin equivocarse en ningún momento.

Verónica se encogió de hombros.

-Lo soy… me gusta estudiar… no creo que haya nada malo en ello. Sé realizar todas las pociones de cuarto y quinto curso y alguna de sexto –frunció el ceño-, aunque tengo problemas con algunas de ellas… -le sonrió con sinceridad al mirarlo-. Aunque gracias a ti las estoy aprendiendo perfectamente –añadió risueña.

Harry le sonrió de vuelta. ¿Por qué sentía la necesidad imperiosa de sonreír todo el rato que estaba con esa chica? Era cierto que la había visto un par de veces en la sala común de Gryffindor durante el año anterior, pero nunca había reparado en ella, quizá por la manía que tenía la chica de querer pasar desapercibida siempre.

-¿Por qué te escondes detrás de las gafas? –ella lo miró por el cambio de tema pero no dijo nada al respecto-. No las necesitas, pero insistes en llevarlas siempre… supongo que te sirven de escudo, ¿no?

Verónica se encogió de hombros mientras se quitaba el pasador del cabello para volver a atárselo porque algunos mechones habían quedado sueltos sobre su rostro.

-No más de lo que a ti te sirve la máscara de indiferencia que siempre llevas puesta –le contestó la chica simplemente.

-A mí me han obligado a utilizar esa máscara –le contestó él aún con una sonrisa en el rostro, pero esta vez sarcástica-. Me gustaría poder no tener que usarla –le confesó.

-Entonces estamos igual –comentó ella distraída mientras verificaba un par de pociones desvanecedoras-… A mí me gustaría poder mostrarme tal y como soy con la gente… pero tengo miedo de que si lo hago, acaben haciéndome daño otra vez… -añadió con una triste sonrisa.

-¿No has pensado que si sigues haciendo eso, la gente tampoco te conocerá tal y como eres nunca?

Ella se encogió de hombros.

-Hasta ahora me ha ido bien… Es la mejor forma de protegerme –le dijo ella sonriendo de forma triste y melancólica que a Harry se le antojó perfecta-. No quiero que me sigan haciendo daño… Igual que tú utilizas tu máscara y tu nueva actitud de chico al que no le importa nada de lo que ocurra a su alrededor.

Harry frunció el ceño y ella sonrió.

-He visto como miras a los profesores nuevos y también a Remus –añadió-. Con ellos tu máscara no funciona… Estoy segura de que aunque quisieras utilizarla con ellos, no podrías hacerlo –Harry no pudo sino darle la razón.

-Tampoco la utilizo cuando estoy contigo –le dijo él divertido al ver como las mejillas de la chica se teñían de un ligero color rosado.

-¿De verdad?

-No, cuando estoy contigo no necesito usarla ni tampoco quiero hacerlo –le confió el chico con un guiño travieso. Verónica le sonrió-. Es una lástima que tú sí sigas utilizando tu escudo aún cuando estás conmigo –añadió.

-Supongo que llevo tanto tiempo utilizándolo que ya me es imposible no hacerlo –le comentó de forma melancólica-. Si mantengo a los demás alejados de mí, sus palabras y sus actos no me harán daño –analizó.

Harry estaba a punto de preguntarle que a qué se refería cuando la chica sonrió, tomó sus libros y después de ajustarse las gafas de nuevo se dirigió a la puerta.

-El que no quieras que te hagan daño, no significa que no lo hagan Verónica… -le comentó él antes de que se marchara-. No puedes esconderte siempre del dolor.

-No, pero puedo intentarlo, ¿no te parece? –contestó ella con una sonrisa triste antes de salir.

Harry no le contestó.

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Draco Malfoy leyó la carta de su padre una vez más. Se había adelantado; era sábado y su padre le escribía los martes, por eso había tomado la carta de la pata de Ares con mayor rapidez que de costumbre. Lanzó un hechizo a la puerta de la habitación agradeciendo que en aquellos momentos Blaise estuviese ocupado con Pansy en a saber qué. La elegante caligrafía de su padre se dejó ver tan pronto abrió el mensaje:

"Ve a la próxima salida en Hogsmeade. Esta es tu prueba. Demuestra que eres digno de ser un Malfoy"

Nada más. Ni un saludo, ni una palabra de aliento. Tampoco era que lo esperara, para ser sinceros consigo mismo. Se tumbó en la cama dejando a un lado la carta olvidada mientras se preguntaba por qué su padre quería que fuese a Hogsmeade con tanta insistencia.

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Había sido convocado. La marca en su brazo aún ardía contra su piel. La odiaba. Odiaba aquella marca por lo que había representado en su pasado y lo que representaba en su presente, la odiaba como el indicio de que su futuro estaba ya elegido y predeterminado. Pero la odiaba sobre todo porque por culpa de esa marca, había perdido a la persona que más le había importado en su vida, a Cathy.

-Snape, Nuestro Señor quiere verte en las mazmorras inmediatamente.

No lo agradeció. Había reconocido la voz de Lucius perfectamente a través de la máscara blanca pero prefirió ignorar deliberadamente esta información. No estaba de humor para hablar con Lucius en aquellos momentos. Sabía que si lo hacía sería capaz de intentar sonsacarle al patriarca de los Malfoy qué quería de Draco y por qué le enviaba cartas de forma tan seguda; Lucius podía ser un arrogante, un presuntuoso y un Malfoy pero no era estúpido y Snape sabía que el interés por Draco podría despertar ciertas sospechas que no eran convenientes.

El rugido de una fiera enjaulada fue lo primero que escuchó tan pronto llegó a las mazmorras a presentarse junto a su señor. Sin mirarle a los ojos, porque nadie era digno de hacerlo y nadie se atrevía a hacerlo, Severus Snape se arrodilló una vez más ante su Lord Oscuro a la espera de que éste le dijera qué debía hacer.

-Ah, Snape… ¿cómo van las cosas por Hogwarts? –preguntó el hombre siseando.

-Bien Mi Lord. ¿Me ha mandado llamar?

-Sí, así es. Quería saber si se sabe algo de Potter –Snape no contestó-. Me refiero a su nuevo cambio de actitud, a que se debe, qué opina Dumbledore de ella, sus amigos… -suspiró de forma melodramática-. En fin, esas pequeñas cosas, ¿y bien? ¿qué puedes decirme?

-Potter sigue siendo igual de arrogante que siempre, mi señor; la única diferencia es que ahora actúa solo en vez de ir siempre acompañado por Weasley y Granger. Ni siquiera Dumbledore ha podido sonsacarle nada, el chico parece estar demasiado resentido con él para confiarle nada.

-Ya veo… -Snape relajó su mente al sentir la presión de Lord Voldemort intentar sobrepasar sus barreras-.-. ¿Y tienes alguna idea de por qué nuestra conexión está rota?

Snape no se sorprendió de aquella noticia, con el nivel de oclumancia que Potter tenía era más que evidente que el Señor Oscuro no conseguiría entrar en su cabeza a no ser que él mismo lo deseara y, francamente, no creía que eso fuera a pasar pronto.

-No mi señor. Potter no está recibiendo clases de Oclumancia –contestó Severus solícito.

Un nuevo gruñido desde alguna de las mazmorras se dejó oír en el oscuro pasillo y el profesor de pociones no pudo resistir la tentación de preguntar.

-¿Qué es ese gruñido, mi Lord?

En el rostro del mago oscuro se entrevió un amago de sonrisa que Snape no pudo asegurar si era de maldad o de simpleza, aunque nada que tuviera que ver con Voldemort podía contener simpleza.

-Oh, eso… Mañana te enterarás en Hogsmeade… -dijo Voldemort mientras Nagini parecía sonreír enroscada en uno de sus brazos-. Ahora te sugiero que vuelvas al colegio y que mantengas vigilado a Potter en todo momento –Snape asintió. Sabía cuando era hora de retirarse-. Ah, y mándale mis condolencias a la hija de Parkinson –añadió con una cruel sonrisa-. Dile que su padre murió porque no quería que ella lo hiciera… ¿no es enternecedor?

El modo en que dijo la palabra "enternecedor", llena de sarcasmo y de burla hizo que el profesor tuviera ganas de golpearle. Pero sabía que si lo hacía no saldría vivo de allí. Asintió en silencio y tan silencioso como había venido, se marchó.

Aún cuando entraba de nuevo en los terrenos de Hogwarts, su odio hacia Voldemort aún estaba presente. Tenía que encontrar a Pansy de inmediato.

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Caminaba hacia la biblioteca cuando escuchó el sollozo ahogado que provenía de una de las puertas, concretamente de una sala que se encontraba en desuso debido a su mal estado y a las bajas temperaturas que se llegaban a albergar en invierno.

Miró a ambos lados del pasillo sin ver a nadie y sin saber qué hacer ni con qué se iba a encontrar, Verónica tomó fuertemente su varita de veintidós centímetros de fresno con núcleo de polvo de hada y abrió la puerta despacio mientras intentaba que sus ojos se acostumbrasen a la poca luz que había en aquella habitación.

Un bulto escondido en el rincón derecho de la clase, agazapado y parecía que envuelto en algo, seguramente una capa o una manta, temblaba ligeramente lo que le hizo creer a Verónica que esa era la persona que estaba sollozando. Cerca de la puerta, en el suelo, una mochila que había visto cientos de veces, con el escudo en plata de Slytherin permanecía solitaria y algo sucia, parecía que la dueña de la cartera en un arranque de furia la había lanzado al suelo varias veces. En letras doradas en una pequeña placa bajo el escudo de la casa de las serpientes, rezaba el nombre de Pansy Parkinson.

-¿Parkinson? –preguntó temblando ligeramente.

El bulto dejó de temblar y de sollozar al verse descubierta, por lo que Verónica dedujo que sí se trataba de la orgullosa chica. Iba a entrar o a encender la luz cuando una mano blanca la sujetó del hombro desde atrás.

Sin poder evitar dar un respingo involuntario, Verónica se giró sobresaltada con su varita en alto mientras su cabeza repasaba mentalmente todos los hechizos de defensa que conocía y que había leído, aunque no los hubiera practicado.

-¿Qué está haciendo aquí? ¿No debería estar en el comedor cenando?

Por primera vez, no le asustó ver la cara pálida de su profesor de pociones ni se alteró al escuchar el tono mordaz con el que Snape siempre hablaba.

-Yo… escuché llorar a alguien y entré para ver quién era –informó la chica-. Creo que es Pansy Parkinson, señor –añadió al ver que el rostro del profesor no admitía réplica alguna.

-¿La señorita Parkinson? –aquello pareció aliviarle en cierta manera, claro que la chica poco podía imaginar que Snape llevaba varias horas intentando localizar a Pansy-. Yo me encargo de ella, señorita Ollivers y no diga una palabra a nadie, ¿entendido?

-Sí, profesor –Verónica dio media vuelta y se disponía a ir hacia el comedor cuando la voz del profesor la detuvo de nuevo.

-Dígale al señor Zabinni que vaya a mi despacho inmediatamente –no pidió, ordenó y Verónica asintió al ser consciente de ello.

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Stell suspiró de nuevo mirando el informe. Había pedido ayuda a sus ancestros para lograr determinar el número de quimeras que seguían recluidas en el plano paralelo al suyo; setecientas quimeras aguardaban nerviosas al otro lado del portal cerrado con magia; una docena había logrado entrar en Ahsvaldry y permanecían ocultas. Y una, sólo una de ellas parecía haber desaparecido por completo, casi como si se la hubiera tragado la tierra.

No hubiese sido tan preocupante para el Príncipe aquella información recién recibida, si no fuera por un par de detalles demasiado importantes como para no recaer en ellos. La docena de quimeras que permanecían ocultas entre las brumas y fronteras del reino de Ahsvaldry, eran las dirigentes de las doce razas diferentes.

La quimera desaparecida, era la reina de todas ellas, la madre de todas las razas y la quimera a la que todas las demás le debían la vida y su lealtad. Si alguien obtenía el poder de ésta, las demás razas se unirían para apoyarla y seguirla, fuese cual fuese su misión.

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Hola hola hola! Que tal el capitulo?

Bien? Mal? Regular?

Vosotros direis, sólo teneis que enviar un mensaje con la palabra… (ups, esperad, eso de un anuncio, me he equivocado :p jajaja)

No hace falta que me envies mensajes, pero sí vuestras opiniones y comentarios, ya sabeis como ¿verdad? Espero ver vuestros reviews y pasaré lista para ver quien me los deja!

Ah, si, y no me mateis por el avance del próximo capítulo… ya sé que queda muy de intriga jejeje (:p)

Y recordad, que hace mucho que no lo digo, que los personajes y el mundo de Harry Potter es de J.K. Rowling :D

Pero Derin es mío :p

Bueno, cuidaos y sed buenos!

Disfrutad del carnaval!

Nos leemos pronto!

En el próximo capítulo…

"-Lamento mucho bajarte de tu nube, Malfoy, pero el mundo no gira en torno a ti"

"-No creo que eso te concierna, Granger.

-¿Desde cuándo hablas con Slytherin? ¡Eres una Gryffindor, por supuesto que me concierne, soy tu prefecta! Te prohibo que vuelvas a hablar con ellos

-Creo que os ha dicho que no es asunto vuestro"

"-Estaré bien Harry… Siempre lo estoy…

-Genial… estás empezando a enamorarte… no puedes enamorarte…"

"-Eres tan terco como James y Sirius ¿Quieres explicarme qué es todo eso de Ahsvaldry, Harry?

-Espera, para un momento, ¿Lily procedía de un linaje de dioses?

-¿La daga oscura?

-Voldemort…

-Me dijo que tú eras la mejor persona a quien podía aferrarme"

"-Sólo sé que la lágrima de Lahntra parece reaccionar cuando ella está cerca…

-¿Reacciona?"

"-Estoy bien, no pasa nada, me lo merecía; el lobo se asustó frente a una nueva presencia.

-Ahora que lo mencionas, ¿hay algún otro animal que quieras presentarme?

-Mista, Dur, Endarth y Rylet.

-Un terrestre, uno de aire, uno de agua y un animal sagrado…"