Hola a todo el mundo!

Bueno, una semana más que se va y un nuevo capítulo que llega. Espero que sea de vuestro agrado y bla, bla, bla… Perdonad que hoy sea tan breve, pero llevo toda la semana levantándome a las cinco de la mañana para ir a trabajar, llego a casa a la una del mediodía, como, me voy a gimnasio y luego cuido de mi sobrina hasta las diez de la noche, además con el calor que hace es imposible dormir, así que disculpadme pero estoy agotada :D

Agradezco a:

Alteia, carolagd, Niña Lila, Natalia, Iserith, PaoVi, pedro, Elias, katia, Linus Black, HeiDi-Lu, Brain Cada vuestros comentarios, muchas gracias por leerme y por vuestras palabras de cariño que de verdad, me animan a continuar escribiendo y a seguir esta historia. Un besito, os dejo el capítulo con todo mi cariño, espero que os guste, nos vemos abajo!

Un aviso especial para Brain Cada: no entiendo el brasileño, pero si he interpretado bien, me has pedido permiso para traducir mi fic y publicarlo en un sitio brasileño; ante todo, me siento muy halagada de que consideres mi fic tan bueno para querer traducirlo y por supuesto, siempre que indiques que el fic es mío, no tengo ningún problema en que lo traduzcas y lo publiques; así que mi respuesta es sí, sí puedes hacerlo :D Nuevamente muchas gracias por tus palabras y tu mensaje, un beso, cuídate.

CAPITULO 36. La sangre llama a la sangre

"Harry maldijo por décima vez en la última media hora la idea de Giliath. Se había tropezado dos veces, dado con la esquina de la mesa otras tres, golpeado con la puerta una vez y de no ser por la mano amable de Erebor diciéndole que ese no era el camino, se hubiera dado de bruces contra el sofá de la sala.

-¿Tengo que ir con los ojos vendados? –preguntó el chico-. Me parece increíble que no os fiéis de que vaya a mantener los ojos cerrados.

La voz de Giliath se escuchó a su derecha cuando habló.

-Harías trampas, así evitamos tentaciones –bromeó la diosa.

-Y sí, -añadió Erebor desde algún punto de la habitación-, es imprescindible que vayas con los ojos vendados, es la única forma de que concentres tu magia para encontrar nuestras auras.

Harry resopló por lo bajo pero no dijo nada. Sabía que cualquier intento por escaparse de aquella práctica acabaría en una discusión que seguramente, los dos dioses ganarían, así que ¿para qué molestarse en decir nada?

-Extiende tu magia… -escuchó la voz dulce de Giliath. Siempre calmada, siempre serena… le costaba trabajo aceptar que su elemento fuera el agua, tan volátil, tan incierta-…deja que sea tu magia quien vea donde tú no llegas, Ainur…

"Donde yo no veo…" –repitió para sí mismo Harry.

-Concéntrate… -le instó Erebor firme y con seguridad en su voz-… localiza nuestra aura…Te ayudaremos extendiéndola hacia ti…

Harry obedeció.

Intentó concentrarse tal y como le habían recomendado antes de vendarle los ojos en las personalidades de sus dos guardianes. La teoría de las auras era muy sencilla; cada persona, cada planta y cada animal, reúne una serie de características, una serie de aromas y pensamientos, sentimientos y virtudes y defectos; la mezcla de todas esas cosas es la esencia de cada ser vivo y esa esencia, se refleja en el aura de una persona. Por supuesto que puedes ver auras en todas partes, pero no son más que sombras de diferentes colores que reflejan la personalidad de alguien, pero no indican de quién se trata. Cuanto más conoces a la persona, más fácil es encontrar su aura.

Harry intentó concentrarse. Empezaría por Erebor. Paciente, sereno, bromista, fuerte… impestuoso como sólo el fuego sabe serlo… respiró profundamente y extendió su magia por la habitación buscando la de Erebor. Y aunque tímida y difusa al principio, pronto la encontró; un aura fuerte y poderosa de un color anaranjado suave que parecía brillar con intensidad.

Sonrió para sí mismo; notaba la impaciencia en el aura de Erebor, era increíble como podían verse los sentimientos y las emociones en las auras casi sin quererlo.

Se centró en Giliath entonces; dulce, activa y poderosa, revuelta, como el agua, como su elemento, de un dulce color rosado y un divertido sentimiento de nerviosismo.

-¿Y bien? –preguntó la diosa impaciente.

-¿Qué queréis que os diga? –Harry elevó sus hombros mientras sonreía-. No os localizo.

-¡Ainur! –dijeron los dos dioses al mismo tiempo.

Harry sonrió y abriendo su mano envió una pequeña ráfaga de viento amistosa hacia ambos dioses; el chico escuchó un leve suspiro de alivio por parte de sus guardianes.

-Tenéis un bonito color de aura –se limitó a decir el chico.

Erebor y Giliath sonrieron"

------------------------------------------------------------------------------------------------------

Abrió los ojos con la sensación de haberse dado un golpe, parpadeó varias veces y lo primero que vio fue la figura de Draco Malfoy apoyado contra una puerta de frío acero como si estuviera intentando abrirla desde dentro; tres escalones separaban la puerta del desnivel inferior en el que ella se encontraba. El lugar era pequeño, frío, oscuro y lúgubre; un olor a almizcle y moho se mezclaba en el aire haciendo que Verónica tuviese alguna que otra dificultad para respirar correctamente. Carraspeó un poco haciendo que Draco se girase para mirarla y se levantó del suelo.

-¿Qué diablos…

-No sabía que en Gryffindor las chicas hablase así –dijo Draco aún empujando la puerta.

-Ni yo que los Slytherin tuviesen complejo de héroes –le replicó ella de forma mordaz.

Draco resopló haciendo que el cabello que cubría sus ojos se elevase unos milímetros, lo suficiente para volver a su sitio; se encogió y de hombros y volvió a mirar hacia la puerta después de contestarle:

-Demasiado tiempo peleando con Potter –se limitó a decir. Si no se hubiese vuelto, hubiera visto a Verónica sonreír a medias.

-¿Qué ha pasado?

-No estoy seguro… cuando descubrieron que yo también iba incluido en el lote me dejaron inconsciente –aseguró el chico y frustrado dio una patada a la puerta. Resopló y se giró hacia la chica caminando hacia ella-. Y no creo que vayan a dejarnos marchar.

-¿Sabes dónde estamos? –preguntó la chica masajeándose la pierna derecha a la altura del muslo; le dolía.

-En una mazmorra, diría yo, más que nada por las paredes y el suelo de piedra, la puerta cerrada y sin ventanas excepto eso –señaló hacia la parte superior de la pared donde Verónica había estado recostada, una pequeña ventana estrecha estaba abierta para dejar entrar el aire, pero poco más.

La chica lo miró con los ojos entrecerrados a punto de decir algo cuando la pequeña apertura que había en la puerta se abrió y un pergamino escrito con tinta se coló a través de la hendidura, cayendo a los pies de Draco que dio un respingo cuando cerraron la pequeña compuerta

-Son mortífagos –dijo el chico tomando el pergamino.

-¿Cómo lo sabes?

-He visto parte de la marca tenebrosa cuando han dejado entrar esto –dijo sacudiendo el pergamino. Sonrió de manera fría e irónica-. Vaya, no pierden el tiempo… -dijo.

-¿Qué…

-No sé qué les has hecho, pero tienes el honor de estar en el punto de mira de Voldemort –dijo el chico agitando el pergamino después de leerlo-. Y antes de que me lo preguntes, he leído muchas misivas dirigidas a mi padre con esta letra, sé que es la del Señor Oscuro.

Verónica estiró la mano y tomó el pergamino que el rubio le estaba tendiendo en aquellos momentos, respiró y empezó a leer la pulcra y rigurosa caligrafía que se iba dibujando en el pergamino; en cualquier otro momento, la frase que había aparecido en la primera línea, seguramente cuando Malfoy había tocado el pergamino, la hubiese hecho reír.

"Luego me encargaré de ti, joven Malfoy, quiero hablar con ella" –Verónica miró a Draco-. ¿Y tú qué le has hecho? –preguntó con sorna. El chico se limitó a encogerse de hombros y Verónica volvió a la lectura de la letra cuidada y trabajada que iba apareciendo a medida que iba leyendo-. "Sé quién eres, sé qué guardas y lo quiero. Quiero tu promesa de bruja que me entregarás la daga oscura; de otro modo, morirás. Tienes hasta media noche para decidirlo" –Verónica observó el pergamino y miró a Draco-. Vaya, conciso y claro, ¿verdad?

-¿Qué se supone que tienes? –preguntó Draco con evidente curiosidad.

-¿Qué te ha contado Harry sobre Ahsvaldry? –preguntó ella. Draco frunció el ceño y ella sonrió-. Sé que eres el portador del colgante de Elea, Malfoy, así que dime qué te ha contado.

Draco, a regañadientes le habló de lo que sabía; la naturaleza de Derin, Erebor y Giliath, de la presencia de la lágrima de Lahntra, del colgante de Elea y de cierta guardiana de la daga oscura, la única arma que podía acabar con la vida de Potter. Al decir lo último, los ojos grises del chico se abrieron de forma desmesurada mirándola.

-Eres tú.-no era una pregunta y Verónica asintió, sabiéndolo-. Tú eres la guardiana de la daga.

Verónica sonrió y asintió.

-Y no pienso entregársela –añadió la chica.

Draco la miró fijamente.

-Sabes que eso va en serio, ¿verdad? –preguntó señalando el pergamino que ella había dejado abandonado en un rincón.

-Lo sé –contestó la chica.

-¿Y por qué sonríes? –preguntó Malfoy frunciendo el ceño.

-Porque por muy asustada que esté y muchas ganas de gritar, patalear y llorar que tenga, sé que Harry nos encontrará –aseguró la chica.

-¿Cómo puedes estar tan segura? Por lo que sabemos podríamos estar a kilómetros de donde está Potter, ¿cómo va a…

Pero Verónica no le contestó de forma inmediata. Se limitó a dejarse resbalar por la pared de nuevo y cuando estuvo sentada en el suelo, sonrió.

-Porque es Harry.

Draco la miró mientras cerraba los ojos. Por mucho que le costara aceptarlo, sabía que si había alguna forma de salir de allí era porque Potter apareciera. Y por primera vez en su vida, rezó para que apareciese pronto.

------------------------------------------------------------------------------------------------------

No se había molestado en cambiarse las ropas sucias y en el caso de la casaca que lo cubría, rota en algunas zonas donde se habían rasgado al golpearse contra el suelo y las paredes de las casas. No se había molestado en limpiar el sudor de su rostro, o la sangre reseca de sus manos que había pertenecido a la herida de Derin; su cabello despeinado como siempre aún mantenía motas de polvo, pero no estaba cansado. No podía estar cansado hasta que no encontrara a Verónica.

Miró a su alrededor; el Gran Comedor parecía haberse convertido en una enfermería gigante; la enfermera Pomfray que tantas veces le había atendido a él y le había curado sus heridas y sus huesos, estaba demostrando tener el coraje y la fuerza suficiente para empezar a organizar a las personas, aunque claro, después de haber sufrido un ataque de mortífagos en el bosque, verse ayudados por los centauros que siempre habían repudiado a los humanos y salvados por acromántulas y un pegaso negro, los chicos y chicas no parecían muy dispuestos a escuchar a nadie más que a sus propios gemidos y lamentos.

Lo primero que había hecho Harry al entrar en el recinto había sido buscar con la mirada a Remus; el hombre parecía estar cansado y abatido, un corte cruzaba su mejilla y parecía haber recibido una maldición por el modo en que se movía, de forma pesada y nada ágil, pero parecía estar bien; Giliath se había acercado a él inmediatamente y Harry la había seguido.

-¿Estás bien? –dijeron al mismo tiempo Remus y Harry. Ambos sonrieron.

-Un par de heridas, nada nuevo –dijo el ex profesor- ¿Y tú?

-Perfecto –le contestó el chico-. Nada que un poco de poder de Ahsvaldry no pudiera solucionar –Remus le sonrió-. ¿Seguro que estás bien?

-No te preocupes por mí.

-Quiero preocuparme por ti –le contestó Harry-. Eres lo más parecido a un padre que tengo –le sonrió-. Giliath, ¿puedes…

Pero no había hecho falta que dijera nada; Giliath ya se había puesto a curarle la herida a Remus mientras farfullaba frases contra el que hubiera atacado a Remus y sinceramente Harry preferiría no ser ese mortífago cuando la diosa se encontrara cara a cara con él.

-¿Y bien? –preguntó Erebor cuando un hombre de ojos dorados se le acercó.

-Hemos hecho lo que hemos podido –explicó el licántropo-. Pero no podíamos retenerlos a todos; nos ocupamos de los más pequeños, los mayores sabían defenderse bastante bien –sonrió-, sobre todo aquellos dos –señaló con la cabeza a Pansy y Blaise que parecían estar esperando a que alguien mirara el tobillo de la chica, parecía hinchado, demasiado-, y aquel pelirrojo –añadió mirando hacia Ron que estaba ocupado mirando la herida que Ginny tenía en el brazo pese a que la pelirroja hacía exagerados aspavientos con los brazos señalando que estaba perfectamente. Harry no pudo evitar sonreír.

-¿Alguna baja? –preguntó Derin que aún intentaba recuperar su fuerza a través de su magia interna y seguía apoyado en el brazo de Erebor pese a que insistía en que no era necesario pero Harry insistía en que sí lo era.

La cara del licántropo hizo una mueca desagradable.

-Tres vampiros –dijo aunque no parecía sentirlo demasiado. Y así era, por todos era conocido que la relación entre vampiros y licántropos nunca había sido demasiado buena, a pequeña escala, era la misma relación que mantenían Gryffindor y Slytherin, salvando las barreras-, y dos de los nuestros… -añadió.

-Lo siento –dijo Harry sinceramente pues sabía perfectamente que la camada y la manda en los licántropos era algo muy importante. Los ojos del hombre se turbaron y asintieron ligeramente. Harry frunció el ceño-. ¿Hay algo más?

-Uno de los vuestros murió defendiendo a unos niños de los pequeños –dijo el hombre.

Harry tuvo el presentimiento de que no le iba a gustar la respuesta que iban a darle a raíz de su pregunta.

-¿Quién?

-El gigante que mantenía controladas a las acromántulas.

-Hagrid… -dijo el chico con un deje de tristeza-…¿dónde…

-En el bosque, intentamos acercarnos a él, pero un pegaso negro nos lo impidió.

-Feamor sabe que querrías… -empezó a decir Erebor. Pero Harry asintió cortando la respuesta del dios. Se giró hacia el licántropo-. Gracias por vuestra ayuda, si estáis heridos nos ocuparemos de vosotros –se ofreció el dios.

El licántropo sonrió.

-No es necesario –miró a su alrededor-, creo que tenéis otras cosas más importantes de las que preocuparos ahora.

-Si alguna vez necesitáis… -empezó a decir el chico.

El licántropo asintió. A una señal suya, varios de los presentes empezaron a salir del Gran Comedor, y todos y cada uno de ellos, se despidieron de Remus antes de irse.

-¿Y ahora? –preguntó Erebor no dirigiéndose a nadie en concreto.

-Esto es un caos… -dijo la enfermera pasando junto a él y Erebor que miraban a su alrededor.

Harry la sujetó del brazo de forma gentil cuando la enfermera pasaba por su lado.

-¿Qué necesita? –le dijo simplemente.

Poppy le miró y vio en los ojos de Harry al hombre determinado que una vez fue James Potter; hasta aquel momento no había sido plenamente consciente de lo mucho que se parecía Harry a sus padres. Le sonrió.

-Pues para empezar que se tranquilicen y que se organicen, yo no puedo hacerlo sola todo y además Albus aún no ha…

-Yo me encargo –le aseguró Derin a la enfermera-. Tendrá esta sala organizada enseguida.

Antes de que la mujer pudiera preguntarle qué iba a hacer, el dios guerrero caminó hacia la mesa alta de los profesores y con un ágil salto, se subió encima y carraspeó ligeramente, nadie le hizo caso; Harry negó con la cabeza y Derin frunció el ceño; dio un silbido agudo atrayendo la atención de todos los presentes.

-Ahora que tengo vuestra atención; los heridos a la derecha, poneos en grupos según vuestro nivel de herida, los que hayáis sido alcanzados por maldiciones o hechizos en el centro y los que estéis bien, moved el trasero y ayudad a los que no lo estén –algunos empezaron a hacer lo que el dios había dicho, pero eran pocos; Derin frunció el ceño mientras elevaba su aura para que fuera visible-. ¡Si tengo que volver a repetíroslo, os juro que os arrepentiréis de que Harry me haya salvado la vida!

Erebor esbozó una leve risita, el adolescente en cambio, no hizo nada. La masa de gente empezó a moverse. La enfermera asintió agradecida en dirección a Derin y luego se giró hacia Harry.

-Tú también deberías… -empezó a decir estirando la mano para mirar la herida que tenía en la ceja.

-¿Esto? –Harry pasó su mano por la herida abierta y a su paso, la brecha se cerraba y la sangre desaparecía-. No es lo que más me preocupa ahora mismo.

-¿Cómo…-empezó a decir la enfermera al ver lo que Harry había hecho.

-Atienda a los heridos Madame Pomfray –le indicó Erebor con una sonrisa que instaba a cualquiera a hacer lo que él decía-. Las preguntas luego.

Pronto se organizaron; Erebor, Giliath, Remus y Snape ayudaban a la enfermera a hacer todo lo posible por ayudar a los alumnos; Derin aún estaba demasiado débil y cansado para mantenerse de pie por lo que Harry le había ordenado que se quedara quieto y lo había sentado en una butaca que había conjurado para él. Pero pese a que el chico de ojos verdes actuaba con normalidad, Derin sabía que no estaba bien; él tampoco lo estaba.

Le había jurado lealtad a Harry, le había prometido que Verónica estaría bien con él y le había fallado; no sólo había desaparecido la chica, sino también el portador del colgante de Elea con ella y no tenían ni idea de dónde se habían marchado. Y aunque Harry le hubiese dicho que todo estaba bien y que no ocurría nada, en lo más profundo de su ser, Derin sentía que había hecho lo que nunca debería haber ocurrido; le había fallado a Ainur; algo que nunca iba a perdonarse.

La cabeza de Harry tampoco estaba mucho mejor que la de Derin; por supuesto que no le culpaba; había visto su herida, le había salvado la vida, sabía que Derin había protegido a Verónica hasta el final; era el echo de que ella no estuviera, el echo de pensar que le iba a pasar algo o que Voldemort había averiguado que ella poseía la daga oscura, el echo de pensar que no la encontraría, lo que le estaba volviendo loco.

-Potter –se giró para toparse con la mirada de Blaise-. ¿Draco?

Harry negó con la cabeza.

-Desaparecido, igual que Verónica… -murmuró Harry.

-Encuéntralo –le pidió el chico. Harry enarcó una ceja-. Es lo más parecido a un amigo que tengo.

Harry asintió en silencio. Blaise no le dijo nada más. Varios murmullos se escucharon en el comedor y los ojos de Harry se desviaron hacia la puerta; había notado la presencia de Albus Dumbledore y por lo que Derin podía ver desde donde estaba, Harry no estaba de muy buen humor.

-¿Esto es lo que quería? –preguntó Harry caminando al encuentro del director que venía seguido por varios miembros de la orden-. ¿Esto es lo que quería que ocurriera? –le preguntó extendiendo los brazos a ambos lados como si quisiera asegurarse de que Dumbledore veía lo que quedaba del Gran Comedor.

-Esto no es lo que… -empezó a decir Albus.

-Por todos los magos… -balbuceó Minerva detrás del director mirando a los lados como sus alumnos estaban heridos.

-¡Maldita sea, se lo dije! –gritó Harry. Los rostros de profesores y alumnos se giraron hacia el chico y el director de Hogwarts-¡Le dije que atacarían el colegio, le dije que debían defenderlo!

-No había pruebas para…

-¡Yo le di la prueba! –gritó el chico-.¡Le aseguré que así sería, y ahora por su culpa, medio colegio está con heridas graves, personas como Hagrid han muerto y Verónica Ollivers y Draco Malfoy han desaparecido! –gritó encolerizado-.¡Y aún debe dar gracias porque licántropos, vampiros, centauros y acromántulas los han mantenido a salvo en el bosque, al menos lo han intentado!

-Aún no sabemos si…

-¡Al diablo contigo Albus! –una fuerte explosión hizo estallar los cristales del Gran Comedor, reduciéndolos a nada -¡No puedes seguir dirigiendo las vidas de las personas como si fueran marionetas! ¡Pusiste en peligro a todo el colegio, a tus alumnos! –el chico se giró y tomó de la mano a la primera niña que encontró en su campo de visión, una pequeña Gryffindor de once años que estaba atemorizada y que tenía un feo corte en la mejilla derecha; su túnica, estaba demás manchada de sangre reseca y Harry rogó a los dioses porque no fuera sangre de un amigo o un conocido para ella -¡Once años, Albus! ¡Sólo tiene once años! –la devolvió con suavidad a su sitio después de acariciar su mejilla y hacer que la herida desapareciera-¡No debería de haber visto nada de esto nunca y mucho menos con once años!

Dumbledore no contestó.

-Si les ha pasado algo a Verónica o a Malfoy, le aseguro que lo que ha visto esta noche en Hogsmeade no será nada comparado con lo que verá de primera mano. ¡Derin, Erebor, Giliath! –llamó a los tres dioses que dejaron lo que estaban haciendo para situarse a su lado-¡Nos vamos de cacería! –anunció. Se giró de nuevo hacia Dumbledore-. Y más le vale que todo siga bajo las instrucciones que he dado a Remus y a madame Pomfray cuando regrese con Malfoy y Verónica, porque en caso contrario, deseará que esa quimera acabara conmigo en Hogsmeade esta noche –añadió con tono amenazante.

Después de buscar con la mirada a Remus y que éste le hiciera una señal de asentimiento diciéndole en silencio que estaría bien, buscó los ojos azules de Ron; encontró al pelirrojo junto a Blaise Zabinni, sosteniendo entre los dos a una dolorida Pansy que parecía que no podía caminar. Ron asintió y Harry lo imitó. Un remolino de viento lo envolvió; una luz cegadora cubrió la estancia, cuando la luz se desvaneció, no había rastro de Potter ni de los tres dioses. Albus Dumbledore miró a su alrededor; se había vuelto a equivocar, otra vez.

-----------------------------------------------------------------------------------------------------

-¿Estás segura de que…

Los ojos de Eirin se estrecharon peligrosamente mientras miraba a Tatsui.

-¿Insinúas que estoy ciega o que mi percepción se ha estropeado? –le preguntó la chica mientras le daba golpecitos en el pecho de forma repititiva-. Porque fue Derin quién me enseñó todo lo que sé sobre rastreo y decir que no sé lo que digo es como decir que él no sabe lo que hace y además…

-No es eso lo que quiero decir, Eirin –le contestó Tatsui-. Pero ¿te das cuenta de lo que me estás diciendo?

-Te estoy diciendo que Angark está tramando algo.

-¡Es la mano derecha del Príncipe! –dijo Tatsui frustrado por que ella siguiera insistiendo en lo mismo después de media hora.

-¿Y quién mejor que él para poder moverse sin que le cuestionen? –le replicó la diosa elevando su tono un poco más.

-Es una locura, Eirin –insistió Tatsui.

La diosa tomó una decisión. Tatsui lo podía ver en sus ojos; terca y obstinada, así era como conocían a Eirin en todo Ahsvaldry y sobretodo en el patio de armas; lo había demostrado más de una vez, desde que le dijeron que no sería capaz de ser una shygard y mucho menos un Lobo Gris y ella había demostrado que todos se equivocaban y que podía ser quien quisiera ser.

-Renunciaré a mis privilegios de shygard y de Lobo Gris si me equivoco –le dijo muy seria.

Tatsui jadeó de la impresión. Con aquella oración, Eirin se comprometía a demostrar que lo que decía era cierto; en caso de no serlo, no sólo sería relevada de sus obligaciones como shygard, sino que sería expulsada de los Lobos Grises.

-Voy a hacer que no he escuchado eso –dijo Tatsui dándose la vuelta.

-¡Entonces se lo diré a todo el mundo hasta que alguien lo escuche! –le gritó Eirin.

Tatsui se detuvo en su lugar.

-¿Estás segura, verdad? –ella asintió pese a que Tatsui seguía de espaldas-. ¿Y qué vas a hacer?

-Contárselo a la única persona que siempre ha desconfiado de Angark –le contestó la chica.

-Ainur… -susurró Tatsui.

------------------------------------------------------------------------------------------------------

-¿Lo vas a hacer? –le preguntó el chico-. Te están pidiendo tu promesa de bruja, ¿lo harás?

-¿Crees que ellos saben quién eres? –preguntó la chica sin contestar la pregunta de Draco.

Draco la miró con una ceja enarcada.

-El portador del…

El chico negó con la cabeza.

-Si mi padre lo hubiera sabido estoy seguro de que no estaría aquí en estos momentos, sino a dos metros bajo tierra –aseguró el chico.

Al negar con la cabeza, el cabello de Draco se deslizó por su frente dejando a Verónica verle una herida en la frente de la que brotaba sangre.

-¿Dónde crees que vas? –preguntó el chico al ver que Verónica se estaba acercando a él de manera rápida y silenciosa.

-Estate quieto –le ordenó ella. Draco no replicó mientras ella le apartaba el cabello y le miraba la herida; antes de que el chico dijera o hiciera nada, Verónica tomó el bajo de su vestido blanco, de la capa más interior, y rasgó un trozo de tela lo suficientemente adecuada para intentar detener la pequeña hemorragia.

La tela suave mezcla de raso y seda, causó un refrescante impacto en la herida abierta de Malfoy que a pesar de que gruñó por lo bajo, se contuvo de decir o hacer ningún comentario al respecto.

-¿Por qué haces esto? –le preguntó Draco.

Verónica sonrió.

-Bueno, te agarraste a mí cuando esa bestia me secuestró –dijo la chica con una media sonrisa-. Es lo mínimo que puedo hacer para agradecértelo.

-No me refiero sólo a esto –replicó Draco con el ceño fruncido-. Me refiero a todo.

Verónica dejó de secar la sangre con la improvisada venda y le miró fijamente. Draco resopló.

-Sé que le preguntaste a Blaise por mí cuando estuve en la enfermería, y también sé que fuiste tú quien le facilitó la poción a la enfermera para que me restableciera por completo –Verónica asintió retomando su tarea-. No lo entiendo.

Verónica le sonrió.

-Y no espero que lo hagas –le contestó ella.

-Siempre te he insultado; te he criticado, me he burlado de ti, te he humillado y me reído de ti, entonces ¿por qué lo haces?

-¿Y por qué no? Todo el mundo merece una segunda oportunidad Malfoy –le miró-. Incluso tú. No suelo juzgar a las personas por los errores que cometen.

-Eres rara –dijo el Slytherin con una media sonrisa.

-Lo sé –ella le sonrió de vuelta-. Quizá por eso esté enamorada de San Potter –dijo con una divertida mirada.

Draco le sonrió.

-Él siempre tiene suerte ¿verdad? –Verónica negó.

-Yo tengo suerte… Él… él sólo tiene un camino marcado, enemigos, familia que no volverá, familia que le ha perdido, remordimientos, soledad y miedo… -le miró.

-También te tiene a ti –le contestó Draco.

-Sí, también me tiene a mí –dijo ella con convencimiento.

-No puedo dar mi promesa de bruja, Malfoy –aseguró ella-. No voy a entregarles la daga y no voy a perder mi magia –añadió.

-Si no lo haces…-empezó a decir él.

-Si no lo hago, ¿crees en serio que importará mucho? Voldemort me matará igualmente –le dijo ella-. La daga regresaría a mí y eso no le interesa a Voldemort - Draco no contestó. Él sabía que iban a acabar muertos-. Y ahora, dejemos ese tema y ayúdame, ¿quieres? –se giró dándole la espalda al chico. Ante la mirada de Draco, ella se subió el vestido un poco, lo justo para dejar la parte trasera de su muslo al descubierto.

-¿Qué estás… -pero se calló cuando vio los arañazos que tenía en la pierna-… cómo te has hecho esto?

Verónica se encogió de hombros.

-Supongo que fue esa bestia… ¿está muy mal? –preguntó girando la cabeza para intentar verlo aunque sabía que era imposible.

-Quédate quieta –le ordenó él poniendo una mano en la espalda de la chica para obligarla a permanecer tal y como estaba. Verónica sintió como rasgaba parte de una tela y se preguntó qué había hecho.

La manga de la camisa blanca de Draco que hasta el momento había permanecido en perfectas condiciones y totalmente limpia, acabó haciendo de venda improvisada alrededor del muslo de ella, la otra manga la siguió para hacer un improvisado vendaje.

-Listo.

Ella se bajó el vestido.

-Podías haberme dicho que necesitabas un poco de tela –le dijo medio divertida al ver la perfecta camisa de seda de Malfoy sin mangas.

-¿Y arriesgarme a que Potter me mate por dejar que tu vestido sea más corto de lo que ya es? No, gracias.

-¿Y ahora qué hacemos? –preguntó ella sentándose en el suelo frío.

Draco suspiró y caminó hacia la puerta de hierro que cerraba la celda en la que estaban.

-Esperar –dijo el chico. Verónica asintió.

Draco sonrió. Cualquiera otra chica en su situación estaría llorando, gritando, pataleando o vete tú a saber qué; pero ella no; Verónica Ollivers le había curado la herida de la cabeza, le había hecho sonreír, y estaba esperando pacientemente sentada en el suelo, consciente de que derrochar energía gritando no le iba a servir de mucho por no decir de nada; sonrió a medias; Potter tenía suerte; esa chica era excepcional, empezaba a entender por qué le caía bien a Blaise; y un punto más a favor de ella, era la única persona que le había hecho sentirse como una persona de verdad.

---------------------------------------------------------------------------------------------------------

Parecía mentira que los terrenos de Hogwarts permanecieran como siempre, como si nada hubiese pasado; Harry estaba seguro de que sólo tenían que adentrarse un poco en el bosque pare ver los destrozos que los mortífagos habían causado. Pero no estaba preparado para hacerlo, no estaba preparado para ver el cuerpo de Hagrid tirado sin vida en medio del bosque. Un arranque de ira profunda lo invadió por segundos y apretó sus manos cerradas contra las caderas en un intento por controlarse.

La noche permanecía fresca y el cielo se había nublado como si compartieran el humor de Harry, sombrío, triste y angustioso. Notaba la presencia de Derin, Erebor y Giliath cerca de él.

-Deberíamos hacer un hechizo de rastreo –sugirió la diosa. Erebor negó con la cabeza.

-No funcionaría; hay demasiados lugares en los que Verónica ha estado, estaríamos horas buscándole y no creo que tengamos ese tiempo –se contuvo de añadir "por no decir que a Harry le daría un colapso si no la encontramos pronto".

-No podemos quedarnos pensando, hay que moverse –apremió Derin.

-¿Y hacia donde quieres que… -empezó a decir Giliath.

-¡No lo sé, pero cuanto más tiempo nos quedemos aquí, más en peligro estarán Malfoy y Verónica! –le espetó Derin ligeramente enfadado.

Erebor y Giliath no dijeron nada; sabían lo que estaba pasando por la cabeza del shygard y era lo que, seguramente, hubiera pasado por sus cabezas de haber estado en la situación de Derin. Culpabilidad.

-Discutir no nos sirve de nada –dijo tranquilamente Harry mirando a los tres dioses fijamente-. No podemos utilizar un hechizo de rastreo, tardaríamos demasiado y tampoco podemos quedarnos aquí sin hacer nada –añadió.

-¿Qué sugieres? –preguntó entonces Erebor.

Cuando Harry iba a contestarle que no sabía lo que hacer, un remolino de fuego empezó a crearse ante ellos; el adolescente miró a Erebor que se encogió de hombros dándole a entender que él no tenía nada que ver con aquello.

Harry elevó su escudo de defensa, sólo por si acaso; extendió su magia palpando el fuego recién creado y se relajó visiblemente, igual que los guardianes cuando reconocieron la presencia que empezaba a aparecer.

-¿Eirin? –preguntó parpadeando al ver aparecer a la diosa en aquel remolino de fuego-. ¿Se puede saber qué haces aquí? –preguntó de nuevo cuando se aseguró que aquellos ojos vivos y brillantes sólo podían ser de Eirin.

-Tenemos que hablar –fue lo único que la diosa dijo mirando a Harry.

-No es un buen momento para…

-Angark –dijo Eirin.

Los ojos de Harry se entrecerraron y en un gesto frustrado, levantó la cabeza hacia el cielo, donde empezaba a llover, ¿acaso podía pasar algo más?

-¿Estás segura? –preguntó Erebor mirando a Eirin después de que la diosa les contara cómo el dios había desaparecido en aquella torre en desuso.

Eirin iba a contestarle de malos modos que por supuesto que estaba segura porque de otro modo no lo estaría diciendo cuando Derin se le adelantó.

-Si Eirin asegura que era Angark es porque lo era –intercedió el dios guerrero. Harry, a su lado, asintió.

-¿Pudiste rastrear dónde…

-Aquí –le contestó la diosa antes de que Harry acabara la pregunta.

-¿Aquí? –preguntó Harry frunciendo el ceño. Se giró hacia Erebor y Giliath-. Esto no me gusta; no creo que sea casualidad que Verónica y Angark desaparezcan al mismo tiempo.

-Pero Angark no tiene ningún tipo de poder en el mundo mortal –le dijo Giliath-. Renunció a él después de que tu madre decidiera volver aquí y abandonarnos en Ahsvaldry –anotó la diosa.

-Lo sé y eso es lo que me preocupa –aseguró Harry. Erebor le miró-. Voldemort odia a los muggles porque su padre muggle abandonó a su madre cuando supo que era una bruja…

-Angark odió a las brujas cuando Lily lo rechazó… -dijo pensativo Erebor. Harry asintió.

-Regresa a Ahsvaldry Eirin –le pidió Harry. La chica abrió la boca para protestar pero la mirada verde del adolescente era firme-. Ya nos has ayudado bastante; regresa a Ahsvaldry y cuéntale esto a Stell sin que Angark se entere, por supuesto.

-¿Qué te hace pensar que me va a creer? –preguntó ella-. Tatsui casi me declara oficialmente demente cuando se lo comenté.

Erebor sonrió.

-Dile a mi abuelo que el destino de Ahsvaldry depende que me nos crea a nosotros o a Angark; te creerá.

-Tened cuidado –pidió mirando a Derin, por quien sentía una gran admiración y respeto.

Un nuevo remolino hizo que la chica desapareciera de la vista de ellos. Filiar, Erebor y Derin se giraron hacia Harry esperando instrucciones, pero el chicoi parecía estar sumido en sus propios pensamientos.

-Tengo que encontrarla –dijo frustrado Harry-. Pero ¿dónde empiezo a buscar?

Ninguno le culpó por ello.

-----------------------------------------------------------------------------------------------------

-¿Estás segura de que es necesario? –preguntó Draco receloso, sin tenerlas todas consigo, teniendo en cuenta que ella misma había admitido no saber lo que estaba haciendo y si iba a funcionar o no.

-No Malfoy, no lo estoy; sólo sé que el colgante de Elea atrae a la lágrima de Lahntra, la sangre de Harry está conectada a la tuya de alguna manera y es la única posibilidad que tenemos de que Harry nos sienta -dijo la chica resoplando y haciendo que el tirabuzón del pelo flotase unos segundos antes de volver a su posición inicial haciendo que sintiera frustrada. Draco sonrió-. Pero es la única opción en la que puedo pensar ahora mismo y que creo que nos puede servir.

Se llevó el mechón de cabello detrás de la oreja y trenzó el resto del cabello suelto para que no le molestara; luego, le dio la espalda a Draco Malfoy y suspiró, consciente de lo que venía a continuación. Tomó la piedra afilada que había encontrado en uno de los rincones de la pared y la miró. Pequeña, negra y sucia por culpa del carbón y la negrura del lugar; fría y húmeda, con aquel ligero olor salado que las rocas tenían la capacidad de adquirir cuando pasaban años y años junto al mar. Respiró y acompasó su corazón para que se tranquilizara. La leve luz de la mazmorra enfocó los ojos de Draco que parecían más grises que nunca, más fríos que nunca y que, sin embargo, contenían toda una lista de deseos y esperanzas por salir de allí. El chico estiró su brazo hacia ella.

Lo miró y vió como él suspiraba profundamente. La chica tomó la muñeca de Draco y la sostuvo con firmeza, acomodando el brazo de él en su regazo; sosteniendo la piedra a escasos milímetros de su antebrazo derecho.

-Podría intentarlo yo –dijo el chico interrumpiendo a Verónica. Ella le sonrió.

-Ambos sabemos que no te pusieron en Slytherin por tu valor precisamente –el chico sonrió de forma amarga-, te va a doler Draco, pero estoy segura de que va a funcionar.

Quizá fue la mirada convencida de Verónica o quizá la amargura de pensar que tendría que enfrentarse a su padre y al Señor Oscuro, e incluso quizá fuera la sonrisa segura y confiada que la chica mostraba. Asintió.

-Más de la mitad de Hogwarts estaría deseando hacer lo que tú vas a hacer ahora –le dijo el chico.

-¿Qué?

-Causarme una herida para que me desangre –le contestó él. Verónica sonrió. Si el chico aún no perdía su sentido del humor, la cosa no podía estar tan mal.

-Bien, vamos allá…

La piedra resplandeció cuando la punta afilada rozó la tibia piel del brazo del chico, como si ésta tuviera vida y supiera lo que iba a ocurrir y lo que iba a hacer. Draco cerró los ojos, y ella notó como el brazo del chico se tensaba; la chica respiró y, haciendo acopio de la fuerza de voluntad y el valor que se suponía debía tener para ser una Gryffindor, pinchó la punta de la piedra sobre su piel. Draco contuvo el grito que la herida le incitaba a realizar; sabía que aquello no era nada, que aún ni siquiera había hecho un pequeño punto rojo, respiró profundamente y en el momento en que ella vio como Draco tomaba aire, sabiendo que era la única forma de que Harry los encontrara, insistió en clavar la piedra en la piel.

Un ligero cosquilleo se apoderó de aquella zona en el momento en que el primer hilo de sangre empezó a brotar. Verónica respiró de nuevo y en un movimiento rápido y ágil, trazó una línea vertical a lo lardo del antebrazo. Un pequeño reguero de sangre se escurrió hasta el suelo; con él, la fuerza y la tensión de Draco disminuyeron y ella relajó el agarre de la muñeca de Malfoy, fuertemente sujeta en aquellos momentos; la piedra con sangre en uno de sus lados, cayó al suelo.

-¿Malfoy? –preguntó la chica.

-Estoy bien –le contestó él cubriéndose la herida con un trozo de camisa-. Termina de hacer lo que tengas que hacer.

Verónica asintió y tomando la misma piedra, se pinchó en el dedo, dejando que una sola gota de sangre se mezclara en el pequeño charco de la sangre de Malfoy en el suelo de la mazmorra.

-Que esta sangre sirva para mostrarte el camino hasta donde estoy. Harold James Potter, búscame… -murmuró colocando sus manos abiertas sobre el charco.

Un leve resplandor dorado convocó un pequeño círculo alrededor de sus manos, como si de un escudo se tratara. La chica sonrió y se dejó caer sentada junto a Draco. Estaba feliz; por unos segundos, le había parecido notar en ella la calidez de la magia de Harry; estaba segura de que él los iba a encontrar.

-------------------------------------------------------------------------------------------------------

Miró a su alrededor; sólo rocas, árboles frondosos y oscuridad; era todo lo que aquel lugar ofrecía; un bosque oscuro perdido y alejado de la mano de dios, inmerso y oculto en aquella isla cerca de las costas de Inglaterra. Pero estaba tan seguro que estaba allí…

-¿Harry?-preguntó Erebor.

-Lo sé, está aquí, parece una idiotez, pero sé que está aquí cerca… -añadió.

Erebor no dijo nada; sólo asintió.

-Haremos un leve rastreo de magia –le dijo al chico. Harry asintió a medias sin hacer demasiado caso de las palabras de Erebor.

Notaba la presencia de la magia negra de Elea, y eso sólo podía provocarlo la sangre derramada de su portador; además, la livianez y calidez de la magia de Verónica y su aura también flotaba en el aire; Harry deseó más que nunca estar a su lado.

"-¿Ainur? –preguntó la voz de Derin en su cabeza-. ¿Podemos hablar?

-Depende; si es para disculparte por lo de Verónica, ni siquiera te molestes Derin –le contestó Harry.

-Debí hacer algo para… -empezó el dios guerrero.

-Te he traído de la muerte Derin, he visto hasta donde has llegado para protegerla.

-No ha sido suficiente…-la voz del dios guerrero sonaba apesadumbrada y confusa.

-No ha sido tu culpa, Derin, deja de culparte ¿de acuerdo?

-Debería…

-No podías hacer nada más de lo que has hecho, Derin. Así que deja de culparte y ayúdame a buscarla, si hay alguien que puede hacerlo, eres tú.

Casi le pareció escurra la leve risa de Derin, tan difícil de conseguir, dentro de su cabeza. Después, la presencia de Derin desapareció de su mente"

Estaba cerca, tenía que estar cerca, la sentía.

-Tan cerca y tan lejos… -murmuró el chico.

(flashback)

No tenía ni idea de lo que podía hacer, de dónde tenía que ir, de dónde podía buscarla; lo único que sabía con certeza, una certeza exacta, era que necesitaba encontrarla; necesitaba saber que estaba segura, sana, salva, que no le había ocurrido nada irremediable. Necesitaba abrazarla, mirarla a los ojos y asegurarse que estaba bien, que todo estaba bien.

-Ni se te ocurra –la voz de Erebor lo había sobresaltado ligeramente-. No puedes hacer lo que estás pensando hacer.

-¿Y qué según tú estoy pensando hacer? –le preguntó Harry de forma brusca, demasiado, para ser sinceros. Erebor enarcó una ceja-. Perdona, estoy algo…

-Lo sé, pero eso no nos ayudará a encontrarlos y que abras tu mente para buscar la de Voldemort, tampoco solucionará nada, Ainur, así que olvídalo.

-Es la única manera de… -entonces se interrumpió.

Un pinchazo; un leve pinchazo en el brazo izquierdo; como si una avispa hubiera clavado su aguijón en él; se lo frotó suavemente intentando que el cosquilleo conocido remitiera. Pero ocurrió lo contrario; un dolor agudo y extraño se coló en su cuerpo haciéndole emitir un leve y ahogado grito.

-Estoy bien –aseguró a Erebor cuando el dios lo miró preocupado-. Debe de haber sido un animal o algo…

No había terminado de hablar cuando sintió algo más. Un cosquilleo como cuando un líquido espeso cae por tu piel, se sentía igual que aquella vez en la Madriguera, los gemelos habían vertido claras de huevo desde la ventana y había ido a caer sobre su brazo… del mismo modo en que parecía caer en aquellos momentos, lentamente por la viscosidad y de forma pegajosa y pringosa.

Estaba a punto de pensar a qué se debía aquella sensación cuando lo vio claro. Lo vio tan claro como si estuviera viendo un cartel luminoso delante de sus narices, a menos de dos metros de distancia. Escuchó un leve sollozo, sintió el miedo y el frío, el dolor intenso y las ganas de salir de aquel lugar; un olor a tierra mojada y a hierba seca llegó hasta su olfato; el sabor de algo agrio, como esa fruta rojiza que crecía en algunos lugares de algunos bosques inundó su garganta; sus ojos parpadearon cuando creyó ver la oscuridad y su oído le llevó a escuchar le leve gorjeo de un fénix.

Agua, plantas, oscuridad, hierba seca y un fénix. Un fénix…

Y entonces, como si una luz se hubiera abierto en su cabeza mostrándole las imágenes que sus ojos no habían sido capaces de ver, recordó la tarde en que Fawkes y él volaron juntos; y la extraña isla solitaria y silenciosa con aquel risco junto al acantilado, en la que habían estado. Agua, frutos agrios, oscuridad, y el gorjeo de Fawkes en el aire.

-Sé donde está –se limitó a decir antes de invocar a su propio elemento-. Seguid mi magia.

Ni Derin, ni Erebor ni Giliath pudieron disuadirle de que dijera nada más; cuando se giraron hacia él, el remolino de viento ya lo había engullido; lo último que habían visto, habían sido los ojos verdes de Harry brillar con fuerza.

(fin flashback)

Una ráfaga de viento acarició su rostro y Harry sonrió ante la preocupación de su elemento; una hoja de árbol cayó y rozó su brazo izquierdo, haciendo que Harry llevara su mano derecha de forma inconsciente hasta allí, retrocediendo al recuerdo que había tenido en Hogwarts antes de aparecer en aquella isla. Algo pegajoso, adherente y cosquilleante que tuviera que ver con su brazo…

-Sangre… -murmuró Harry.

-¿Has dicho algo?-preguntó Giliath cerca de él.

-Sangre –repitió el chico ligeramente animado-. Estaba tan claro… Verónica me ha guiado hasta aquí… ella sabía…

-Harry, si no terminas una frase completa, no podemos entenderte –le dijo la diosa con el ceño fruncido.

Pero el chico no le contestó; en lugar de ello, se limitó a estirar su brazo izquierdo mientras que invocaba un pequeño pedazo de hielo firme y astillado. Ante la mirada de los dioses, clavó el hielo en su brazo haciendo que de él brotara sangre.

-¡Ainur! –dijo Giliath.

-Deja que caiga –se limitó a decir Harry ante la mirada de los dioses mientras sus propios ojos estaban clavados en el líquido rojo que brotaba de la herida y caía hacia la hierba seca-. La sangre que una vez unió a las dos hermanas es la que convoca a los dos rivales… -añadió repitiendo un pasaje que había leído en alguno de los libros de Ahsvaldry-… la sangre llama a la sangre…

Derin fue el primero en observar lo que Harry quería decirles; la tierra estaba inclinada hacia el sur, y sin embargo, a medida que la sangre caía, se desviaba hacia el este, marcando un fino camino rojo.

-Sigamos por allí –sentenció Derin. Miró a Harry mientras éste se cerraba la herida-. ¿Estás bien?

Harry asintió.

-Lo estaré cuando la encontremos –aseguró. Derin sonrió-. No te separes de mí –le indicó al dios.

-Nunca –le dijo el dios mientras empezaba a seguir al chico.

Harry podría haberles explicado el risco que había visto con anterioridad en la isla; podía haberles hablado de su oscuro color negro, casi imposible en unas rocas, podía haberles dicho que era alto y robusto, como si formara parte o alguna vez hubiera formado parte de un grupo de riscos y acantilados; podría haberles dicho que estaba junto al acantilado y que sobre el risco, en la base que parecía estar suspendida sobre el mar, un torreón de piedra gris y negra se alzaba majestuoso, casi como si alguna vez hubiera sido construido para tocar el cielo. Podría haberle dicho todo aquello, pero lo que no podría haberles descrito ni aunque hubiese querido hacerlo era el sentimiento de oscuridad que se cernía alrededor de aquel lugar. En cierto modo, a Derin le recordó a Okkorton, lleno de oscuridad y de rencor.

-Parece una fortaleza… -se sorprendió Erebor con el ceño fruncido mientras veía a seres oscuros sobrevolar el torreón dando vueltas alrededor de él, serpenteando.

-No lo parece –le contradijo Giliath-. Lo es. ¿Estás seguro de que es aquí, Harry?

El adolescente miró hacia el suelo; la sangre que había caído de su brazo y que habían ido siguiendo, se había detenido y no avanzaba más hacia ningún lado como venía haciendo desde que había tocado el suelo. Harry asintió.

-Es aquí –afirmó-. Y está lleno de mortífagos –señaló mirando hacia el frente viendo como la puerta estaba rodeada por un grupo de unos siete mortífagos-. Es extraño –añadió frunciendo el ceño.

-¿Qué es extraño?

Pero Derin, notando como Harry tanteaba el lugar con su aura, hizo lo mismo, llegando a la misma conclusión que el muchacho.

-Dentro sólo hay cuatro o cinco auras como mucho; es como si quisieran facilitarnos el paso…

-¿Y bien? –preguntó Erebor.

-¿Y bien? –Harry se giró hacia Erebor enarcando una ceja como si aquella pregunta hubiera sido una tontería-. Está muy claro; entramos, cogemos a Verónica y a Malfoy y regresamos a Hogwarts; aún no he terminado de hablar con mi querido director –dijo con burla al añadir lo último.

-¿Así de fácil? –preguntó Giliath con un brillo en sus ojos que indicaba que lo encontraba divertido.

-Así de fácil –aseguró Harry empezando a caminar-. ¿Venís o no?

Derin se encogió de hombros y empezó a seguir a Harry mientras elevaba un escudo a su alrededor del mismo modo en que el chico lo había hecho. Erebor sonrió, hizo una reverencia a Giliath y le tendió la mano para ayudarla a caminar por el camino lleno de rocas.

-Esto va a ser divertido –aseguró Erebor.

La diosa sonrió.

-Ya lo creo.

-----------------------------------------------------------------------------------------------------

-Hace frío –dijo la chica. Draco la miró enarcando una ceja.

-¿En serio? Si no me lo llegas a decir, no me hubiese dado cuenta –le dijo sarcástico.

Verónica pasó por alto aquel comentario.

-Hace más frío del que debería hacer –dijo la chica.

Draco lo meditó unos momentos. Era verdad; desde hacía un par de horas más o menos, porque no podía estar seguro del tiempo que llevaban allí, parecía que las temperaturas habían descendido de forma bastante abrupta y ahora mismo hacía más frío; él estaba acostumbrado; el frío de las mazmorras de Slytherin en Hogwarts era más que evidente, incluso el chico podía afirmar que estar en aquel lugar era estar en un clima cálido en comparación con las mazmorras de Slytherin, pero parecía que Verónica, con la fina capa del vestido que llevaba, los hombros desnudos y acostumbrada al calor de Gryffindor, lo notaba mucho más que él. Además, había algo más en el aire. Sonrió a medias al descubrir de qué se trataba.

-Dementores –dijo el chico.

-¿Qué?

-Hace más frío porque hay dementores vigilando esa puerta –dijo señalando la única puerta del lugar como si pudiera haber alguna duda.

-Genial, si no nos matan los mortífagos, será Voldemort y si no, los dementores, simplemente genial –dijo con evidente sarcasmo.

-Los dementores no nos matarán –aseguró Draco con su típica sonrisa Slytherin-, en todo caso, nos darán el Beso.

-Perfecto –sonrió ella de vuelta-; eso ha hecho que me sienta mejor –añadió sarcásticamente.

-Tú preguntaste –dijo Draco haciendo que ella sonriera ante la respuesta que muchas veces había oído de boca de Harry.

-¿Cómo va la piedra?

-Se mueve… apunta hacia la pared de la derecha –dijo el chico.

Verónica sonrió de nuevo mientras miraba la pidra negra.

-Cuando apunte hacia la puerta… -susurró ella cansada-… avísame cuando apunte hacia la puerta.

Draco asintió en silencio. El conjuro de sangre que había pronunciado la había agotado; era un hechizo muy difícil de realizar y ni siquiera a los de séptimo grado se lo habían enseñado. No se trataba sólo de un poco de sangre, era algo más; estaba llamando a la sangre de otra persona, utilizando magia, aura y sangre para hacerlo; el hechizo era peligroso y Draco había preferido no preguntar de dónde lo había sacado. Esperaba que Ollivers tuviera razón y que Potter los pudiera encontrar, porque si no, ambos estarían muertos y a juzgar por la palidez que estaba tomando el rostro de Ollivers, ella iría primero.

-----------------------------------------------------------------------------------------------------

-¿Dónde está mi novia? –preguntó Harry con voz calmada mirando a los siete mortífagos que custodiaban la puerta del risco.

-¿Qué te hace pensar que…

Un rayo azul impactó contra el pecho del mortífago que se había atrevido a hablar derribándolo inmediatamente frente a la atenta mirada del resto de mortífagos que seguían cubiertos con sus túnicas negras y sus máscaras blancas. Harry sonrió; no estaba muerto, sólo atontado y seguramente cuando despertara se sentiría bastante mareado y confundido; bien, al menos no lo había matado como había sugerido antes de salir de Howarts. Se volvió hacia los demás mortífagos con una sonrisa calmada.

-Lo repetiré de nuevo, ¿dónde está mi novia?

Como toda respuesta, un rayo verde atravesó el aire para ir a estrellarse contra el escudo que Derin había convocado delante de Harry.

-Odio que hagas eso sin avisarme –le dijo el chico mirando al dios-. Puedo conjurar mis propios escudos.

-No cuando acabas de perder sangre –replicó Giliath que parecía estar de acuerdo con la decisión de Derin.

-¿Por qué no discutís eso después? –sugirió Erebor amablemente mientras abría la palma de su mano y dejaba ver una pequeña cantidad de esferas rojizas y llameantes-. No creo que Malfoy haya podido cerrar su herida con tanta tranquilidad como tú –añadió mirando a Harry.

El chico hizo una mueca y estiró su mano haciendo que una esfera blanca brillara en ella. Apuntó a otro de los mortífagos y la soltó haciendo que una niebla densa cubriera el rostro del mortífago en cuestión. Éste se empezó a hacer gestos y a emitir sonoros y ahogados gritos de asfixia.

Uno de los mortífagos alzó su varita para contrarrestar el hechizo o lo que fuera que estuviera torturando al mortífago que estaba ya arrodillado en el suelo.

-Yo que tú no haría eso –dijo Erebor.

-Finite incantat…

Erebor alzó su mano y la varita empezó a arder en la mano del mortífago, que tuvo que soltarla dejando el contrahechizo a medias.

-Yo le avisé –dijo Erebor atrayendo la varita hacia su mano y rompiéndola en dos-. Vaya… se ha roto… -dijo con falso arrepentimiento.

-Tendrías que ser más cuidadoso –le reprendió Giliath.

-Me he cansado de jugar –dijo Harry frunciendo el ceño-. Voy a entrar a buscar a Verónica, ¿os ocupáis de ellos? –preguntó.

Los mortífagos se miraron y sonrieron. ¿Cómo diablos pretendía pasar?

-Espera, voy contigo –dijo Derin sonriendo. Estiró sus manos y ante la mirada de los mortífagos, un fuerte temblor sacudió la tierra donde estaban; dos muros se alzaron de las mismas entrañas y cubrieron las miradas de los mortífagos que quedaron rezagados a ambos lados de los muros, dejando un pasillo para él y Harry.

-No les matéis, quiero llevarlos a Azkaban –dijo el adolescente.

Lo último que escuchó Harry antes de entrar por la puerta fue la voz de Giliath.

-Así no se trata a una dama… Agua de cristal, sumérgeme… -Harry sonrió.

-------------------------------------------------------------------------------------------------------

Draco observó la piedra en el suelo que en aquellos momentos señalaba con la hoja ensangrentada hacia el noroeste; si Verónica estaba en lo cierto, Potter estaba en aquella dirección. Miró a la chica de soslayo; estaba pálida y la herida del brazo que se había hecho a sí misma no parecía remitir ni dejar de sangrar.

Una fuerte explosión se escuchó a través de la puerta, al otro lado; varios gritos aterradores, los mismos gritos que había oído durante años en las numerosas torturas que había sido obligado a presenciar; las paredes de piedra que los rodeaban temblaron ligeramente y la daga, se elevó a varios centímetros del suelo, en posición vertical y empezó a dar vueltas sobre sí misma hasta que el brillo que su hoja ensangrentada daba, cesó; entonces, cayó como un peso muerto de nuevo sobre el suelo y esta vez, la hoja apuntaba a la puerta sin ningún margen de error.

Un suave rugir hizo que el chico se girara; una columna de luz verde apareció en el lugar donde él estaba junto a Verónica. Aún antes de que Potter entrara en el lugar, Draco vio como Verónica sonreía con los ojos cerrados; era como si notara su presencia.

-Estalla…

Y justo cuando los ojos verdes de Harry se cruzaron con los de Verónica, la columna de luz se desvaneció y con ella, Draco y Verónica también lo hicieron.

--------------------------------------------------------------------------------------------------------

Hola, que tal? Mmm, sé que algunos querréis matarme por el final… ahora que la encuentra, vuelven a desaparecer… supongo que tendréis que esperar hasta la próxima semana para saber qué ocurre :p

Espero que os haya gustado y que dejéis mensajes como siempre hacéis, y los que no lo hacéis… mmm…. Si no tengo doce reviews como mínimo, no actualizo, así que ya sabéis! O dejais mensajes u os quedáis sin historia jejejeje (le estoy pillando el tranquillo a esto de amenazar ;p )

Espero que tengáis una buena semana, sed buenos y sed felices, un besito para todos, nos leemos pronto!

En el próximo capítulo…

"-¿Y qué hacen en Ahsvaldry?

-Quería hablar contigo Harry.

-Pues es una lástima porque yo no quiero hablar contigo, Albus

-Yo nunca… nunca he querido lastimar a nadie Harry…

-Que Merlín y Morgana sean más piadosos con usted de lo que yo estoy dispuesto a serlo Dumbledore…

-No estás en condiciones de ir a ningún sitio, Ainur

-No voy a descansar Giliath"

"-¿Y ahora dónde estamos?

-No lo sé, pero no creo que estemos cerca de Hogwarts

-Sí… vi sus ojos… verdes… ¿sabes que para los muggles el verde es el color de la esperanza?

-¡No!

-Okkorton…

-Genial…"

"-¿Un favor? A ver si lo entiendo, ¿el mejor amigo de Potter y Black quiere pedirme un favor a mí?

-Estoy preocupado por Verónica Ollivers

-¿Qué estás ocultando, Lupin?

-Puede que sea hijo de Lucius pero definitivamente tiene tu entereza"

-Si la hubiésemos dejado en Hogwarts, sin la protección de la guardiana, habrías intentado conseguirla

-¿Pretendías que retuviera a Ainur en Hogwarts mientras él tenía la sospecha de que Verónica estaba aquí?

-Nadie tiene tanto poder de persuasión para hacer algo así

-Estaré bien en cuanto Verónica esté a mi lado.

-Ha desaparecido

-No quiero que los Lobos se enteren de esto ¿de acuerdo?

-¿Qué clase de pregunta es esa, Ainur?

-¿Pensabas dejarnos aquí?

-Pues está claro que en esa situación no puede ir a Okkorton

-¿Serás tú quién se lo digas?

-No voy a dejarte solo

-No buscamos a Harry, Señor, sino a Ainur

-No podía decirles que no ¿verdad?"

"-No sabía que tuviera que darte explicaciones, Lucius…

-Haz lo que tengas que hacer, pero quiero a tu hijo ante mi presencia en la mayor brevedad de tiempo posible.

-¿Qué Draco es quién?

-Y aún podrías hacerlo si no lo hubieras apartado de tu lado, de mi lado"

"-Bueno, eso no nos puede alentar mucho a salir de aquí con vida, ¿verdad?

-Creía que confiabas en Potter

-Estoy asustada…

-Y haces bien en estarlo.

-¿Para que se lo entregues a Voldemort?

-No voy a renunciar a la daga

-Y yo no voy a entregar el colgante de Elea a nadie que no sea mi guardián

-Es una lástima… tendré que obtenerlo por las malas…"

"-Tengo que hablar contigo.

-Eres inteligente Hermione, piénsalo, ¿de verdad crees que lo estamos haciendo por su bien?

-¿Y vas a perderme a mí?

-Hace ya mucho que te perdí, Hermione…

-Bien, pero no voy a darte otra oportunidad, Ronald.

-¿Cuándo me la has dado, Hermione?"