Solo quiero avisaros que quizá me vaya de vacaciones y que si lo hago, no creo que pueda publicar ningún capítulo más hasta que no regresa a finales de agosto, así que disculpas de antemano (aunque lo de las vacaciones aún no está seguro). Quiero aprovechar para recordaros que los personajes que reconozcáis como no-míos son de Rowling, y dar las gracias por sus comentarios y reviews a:
HeiDi-Lu, Clawy, Laia Bourne Black, carolagd, JuLiA-GrInT, katia, Elias, Pastorets Rock, Shadim, Pablo, Pauly, wein, Terry Moon, Flor 89
Respuestas a algunas cosas que habéis preguntado en los reviews. Melian es Verónica; es como la madre de Verónica la llamaba cuando era pequeña; Harry, la noche del baile, ve que ella tiene un colgante con el nombre Melian, por eso la llama así a veces. No creo que salga el entrenamiento de Verónica porque si no el fic sería interminable, entendedlo. Otra cosa: Ginny. Sé que sale poco en el capítulo y lo cierto es que no entiendo por qué pero la pelirroja no me gusta demasiado… y estoy segura de que si la meto mucho en el fic acabaría siendo la mala malísima o acabaría matándola… así que simplemente no la meto, perdonadme los fans de Ginny, pero no me pueden gustar todos los personajes, ¿no? Quizá más adelante haga algún fic con Ginny, pero de momento, sé que está ahí, que existe, pero saldrá poco.
Algunso me habéis comentado que presentís el final del fic… bueno… así es… Como ya habeis visto, las cosas se están terminando de desarrolla y sólo falta el final… supongo que aún quedan unos siete u ocho capítulos, tengo escrito el capítulo final pero me faltan los de en medio, así que seguid leyendo y los que aún no habéis dejado reviews hacedlo, que creo que esto se acabará pronto :p Bueno, un besito y leed, nos vemos abajo!
CAPITULO 40. Entregando el mal.
"¿Qué había detrás de aquella puerta? Era una pregunta que se había hecho durante mucho tiempo. Giliath le había advertido que no entrara hasta no estar preparado, pero cómo saber cuándo se estaba preparado para algo que ni siquiera sabía qué era, era un misterio para el chico.
Percibió el aura de Erebor en el otro extremo del pasillo, pero ni siquiera se inmutó; permaneció de pie, con la espalda recostada en la pared y una pierna doblada hacia atrás apoyando el pie en la pared y los brazos cruzados sobre el pecho; el cabello rebelde cayendo sobre la frente y ocultando la cicatriz mortal y los ojos fijos en la puerta que tenía delante como si de aquella forma pudiera saber qué había allí dentro. Sintió cuando Erebor se acomodaba a su lado en una postura similar a la suya pero no hizo ningún comentario, al menos, hasta que el guardián habló.
-Tu pasado, presente y futuro –dijo el dios. Harry le miró-. Eso es lo que puedes encontrar en esa sala, Ainur.
-¿Cómo sabes lo que me estaba… -Erebor arqueó las cejas y Harry sonri´o a medias-. Había olvidado que eres mi guardián…
-No lo sé por ser tu guardián, Harry, sino porque yo también me hice la misma pregunta hace un par de siglos… ¿debo entrar y ver lo que hay o debo permanecer aquí quieto y parado, queriendo formar mi propio futuro sin una idea preconcebida de cómo será éste?
-¿Mi madre…
-Cuando entras ahí, puedes elegir qué quieres saber, qué quieres ver… tu madre podría haber visto que iba a morir y así haberse salvado, podría haber mirado quién iba a ser su compañero y esposo, podría haber encontrado la respuesta a miles de preguntas que se hacía…pero sólo hizo una pregunta, sólo quiso saber una cosa.
-¿Qué fue? –quiso saber Harry.
-Si algún día sería madre –sonrió-. El orgullo y la felicidad que tenía cuando salió de esa sala, se reflejaba en sus ojos verdes. No preguntó si era el Elegido, niño, niña; si sería madre soltera, o si sería fruto de una violación o de una relación consentida… sólo quiso saber si algún día sería madre… -Harry sonrió-. Supongo que todos tenemos que decidir qué preguntar.
-¿Qué preguntaste tú?
Erebor le sonrió.
-Quise saber si algún día Elea dejará de existir y seremos libres del miedo a su regreso y a su despertar.
-¿Y cuál fue la respuesta?
Erebor ladeó la cabeza para mirarle y sonrió de forma enigmática.
-¿De verdad quieres saberlo? –le preguntó.
Harry le miró por primera vez en todo el rato que llevaba junto a él. Los ojos de Erebor brillaban de forma enigmática y sincera, y una sonrisa aparecía en su rostro de forma juguetona y sencilla, sin nada que ocultar, sin nada por lo que mentir.
-No, creo que no –contestó el chico.
Erebor asintió.
-Es una decisión correcta y sensata –le contestó el dios-. Tengo que irme; ¿irás a la cena?
Harry se encogió de hombros mientras volvía a mirar hacia la puerta y Erebor entendió. Él aún no había decidido si entrar o no y de haberlo hecho, aún no sabía qué iba a querer saber.
Pero cuando Erebor se hubo alejado de él, Harry entendió que la mirada y la sonrisa del dios significaba alguna cosa que escapaba de su conocimiento y que iba más allá de lo que él podía saber. Por una milésima de segundo, sólo por ese tiempo, había creído escuchar la respuesta de Erebor en su cabeza: "tú fuiste la respuesta".
Sacudió su cabeza sin saber si había sido real o sólo un producto de su imaginación, deseosa de querer saber aquello. Aquella noche, Harry no bajó a cenar y nadie le fue a molestar"
-----------------------------------------------------------------------------------------------------
Harry caminaba deprisa y con paso seguro, extendiendo su aura a su alrededor y con una sonrisa al darse cuenta de que aquello podía intimidar a cualquiera que se cruzara en su camino. Le gustaba sentirse poderoso en un lugar donde se había sentido traicionado. El aura de Dumbledore se hizo notable a sus espaldas y el chico se detuvo.
-No sabía que espiaba a sus alumnos, Dumbledore –dijo girándose y enfrentándose a la oscuridad del pasillo que tenía frente a él.
-No tendría que hacerlo si confiaras en mí; ¿A dónde ibas con tanta prisa? Este pasillo sólo conduce a las habitaciones del profesor Snape y no recuerdo que te llevarás lo suficientemente bien con é para que vayas a hacerle una visita de cortesía –dijo la voz pausada de Dumbledore.
-No se puede confiar en quien te quiere traicionar –dijo el chico con una sonrisa ácida-, y lo que yo haga, deje de hacer quiera hacer con el profesor Snape no es su problema, sino mío.
-Lo que pasa a mis alumnos es asunto mío –dijo el hombre mayor.
-Pero los dos sabemos que ya no soy su alumno ¿verdad? Quizá necesita que le recuerde mis notas de los EXTASIS, profesor –añadió con tono de sugerencia que evidenciaba burla y regocijeo.
-Me veo en la obligación de recordarte que este es mi colegio, Harry –dijo en tono amenazador Dumbledore.
Harry casi se echó a reír cuando el director dijo aquellas palabras, pero se contuvo y únicamente se conformó con lanzarle una mirada divertida y una sonrisa desdeñosa y superficial, la misma que tantas veces había visto utilizar a Malfoy y a Snape.
-Y yo me veo en la obligación de recordarle que no tengo por qué estar aquí y que puedo irme cuando quiera sin necesitar su aprobación y que en cambio usted sí necesita que los padres de sus alumnos crean que yo estoy aquí y que los chicos están más seguros por mi presencia, señor –añadió con tono burlón la última palabra.
-No creo que los padres siguiesen pensando eso si descubren que puedes utilizar la magia negra y que guardas un pegaso negro en nuestros terrenos –alegó el director mirándolo con insistencia por encima de sus gafas de media luna.
No lo sintió. Albus Dumbledore ni siquiera tuvo tiempo de parpadear o de alzar sus defensas cuando la mente de Harry conectó con la suya con extrema brusquedad, fruto del enfado que tenía en aquel momento. Notaba la magia de Harry creciendo dentro de su cabeza, explorando a su antojo todos los rincones y aunque intentó elevar sus barreras mentales, fue imposible, pues la fuerza del muchacho que tenía delante le superaba con creces. Y sólo cuando el chico se quedó conforme, notó el alivio de la presión quitada en su cerebro y su mente. Antes de que pudiera preguntarse qué había visto el chico, sus ojos verdes le miraron fijamente y Dumbledore supo que aún no había estallado.
-Por eso ella no confiaba en usted… -murmuró.
-¿A qué te refieres? No sé qué habrás visto, pero las imágenes a veces pueden… -intentó defenderse el hombre.
-Descubrió algo y quiso utilizarlo contra mi madre, pero de alguna forma ella se enteró ¿verdad? Desde aquel momento la confianza que mi madre tenía en usted y en la Orden desapareció por completo y por eso ella se rehusó a que usted, el gran mago Dumbledore –añadió con cierto desdén-, fuera mi guardián secreto.
-Eso no es cierto –dijo el anciano.
-Sí es cierto y lo sabe perfectamente. Descubrió que mi madre tenía más poder que el de una bruja normal y quiso saber de dónde procedía, ¿verdad? –los ojos del director se oscurecieron pero no dijo nada para rebatir aquella acusación-. Siempre quise saber por qué Pettigrew traicionó a mis padres, ¿acaso tuvo usted algo que ver con ello? –preguntó sarcástico y enfadado-. ¿Acaso indujo a Pettigrew a que pensara que mi madre tenía más poder porque estaba pensando en destruir a Tom Riddle?-Dumbledore no contestó con palabras, pero su mirada fue lo bastante elocuente para que Harry exhalara una carcajada cargada de ironía y de incredulidad-. No puede ser cierto… eso era lo que pensaba… pensaba que mi madre… por eso también lo pensó de mí ¿cierto? Cree que quiero convertirme en el próximo Señor Oscuro…
-No es una idea tan descabellada, Harry, el poder tiene la peculiaridad de…
-¡No me hable como si fuera un crío! –le espetó Harry-. Hace mucho que dejé de serlo y su estúpido juego de las adivinanzas fue uno de los motivos. He matado para defender mi vida y he visto como otros morían para protegerme así que no me trate como un niño cuando siempre me ha visto como un arma y lo que es peor, como una amenaza. Sé qué es el poder –dijo extendiendo una mano y creando una esfera plateada-, sé qué es la magia negra y el poder que ésta tiene… atrayente… -giró su muñeca y se concentró en que la esfera cambiase a un color violeta oscuro, casi negro-… intrigante y misterioso… -sus ojos se clavaron en los de Dumbledore que parecía demasiado asustado mirando la bola negra como para darse cuenta de la sonrisa cínica y sarcástica del muchacho de oro que una vez había sido Harry para él-… Pero jamás podría dejarme seducir por el poder que destruyó a mis padres –un nuevo giro y la esfera se transformó en luz blanca, pura, nítida y natural, brillante e impactante-. He tenido la oportunidad de quedarme con el poder, de obtener todo el poder que quisiera y aún más allá del mundo mágico y muggle… y lo he rechazado, así que no me venga a sermonear sobre lo que es el poder y lo que puede querer darme la magia negra para atraerme, ya he pasado por eso y sigo aquí, dispuesto a derrotar a Voldemort.
Dumbledore no le contestó. Harry sonrió a medias mientras se giraba.
-Y ahora si me disculpa –dijo con sarcasmo evidenciando que no le importaba en absoluto lo que el hombre quisiera o pudiera decir-, tengo algo que hacer.
--------------------------------------------------------------------------------------------------------
-Harry no está aquí.
Derin parpadeó cuando la chica lo recibió con aquella frase sin siquiera levantar la vista del libro de pociones que estaba leyendo en la cama.
-¿Qué? No busco a Harry.
-Oh, es que como me estás rehuyendo desde la noche del baile, pensé que no venías a hablar conmigo –dijo ella con la sonrisa más inocente que pudo encontrar mientras le miraba divertida y sarcástica al mismo tiempo.
Derin le devolvió la sonrisa.
-De acuerdo, tienes razón. Te he estado rehuyendo, casi del mismo modo en que tú has rehuido a Erebor y Giliath cuando te han preguntado si estabas bien –atacó el dios guerrero.
-Empiezo a entender de donde ha sacado Harry su humor… -se limitó a decir ella fingiendo estar enfadada pero sabiendo que su sonrisa la delataba.
Derin se sentó en la silla que había junto a la cama, inclinó su cuerpo hacia delante y apoyó sus antebrazos en las rodillas antes de levantar la vista hacia ella que tuvo que reprimir una carcajada mientras pensaba que también había descubierto de donde había adoptado Harry la costumbre de sentarse inclinado hacia delante y con los brazos en las rodillas.
Verónica leyó en sus ojos la culpabilidad y el sentimiento de responsabilidad que rondaba en la cabeza del dios. Le sonrió antes de que él hablara.
-No te guardo rencor, es más, no sé por qué debería de guardártelo; si no fuera por ti, probablemente hubiera muerto.
Derin no le contestó y ella suspiró.
-Diste tu vida por mí, Derin, nadie había hecho algo así por mí nunca… y es algo que siempre te agradeceré.
-No fue suficiente. Si hubiese estado más atento, tú y Malfoy no…
Una de las manos de ella se posaron sobre la de él, extendida sobre la cama y aferrada con fuerza a la sábana en un intento de controlar su ira de algún modo. La suavidad de la piel de Verónica confundió al dios y casi pudo sentir la descarga de energía pura y limpia que llegó a través de las yemas de los dedos de la chica.
-Has protegido a Harry en muchas ocasiones Derin, y si no hubiese sido por ti, estoy segura de que Malfoy hubiese muerto a manos de su padre en aquel pasillo. No te culpes por lo que no pudiste detener.
-Soy un soldado, un guerrero, es mi deber detener lo que parece imposible –le contestó el dios.
-Y lo hiciste… -le dijo ella sonriéndole-… evitaste que Malfoy muriese… eso hizo que Draco Malfoy me siguiese y que acabase siendo raptado como yo… Y sin la sangre de Malfoy, Harry nunca me hubiera encontrado y ahora mismo no estaríamos teniendo esta conversación, ¿lo entiendes?
Derin sonrió.
-El Príncipe y Ainur siempre dicen que las cosas pasan por algún motivo –dijo.
-Y así es. Aunque a veces no lo entendamos, todo pasa por algún motivo…
Derin le sonrió débilmente mientras buscaba los ojos de ella.
-Entonces supongo que tú también entenderás que mataste a Angark porque debías hacerlo, ¿verdad?
Los labios de Verónica se crisparon en una mueca de culpabilidad y sus ojos se nublaron. Angark…. Ella lo había matado; no recordaba cómo lo había hecho, pero sabía que había sido su mano quién empuñaba la espada que lo atravesó.
-La primera vez que maté a alguien tenía unos diez años mortales –dijo Derin consiguiendo atraer la atención de la chica quién no mostró ningún signo de haberse enterado de aquello-. Fue horrible –sonrió a medias-, pero tuve que hacerlo, era él o era yo… y decidí que no iba a morir tan pronto. Grité de dolor cuando mi daga atravesó el corazón de aquel hombre, rasgando su camisa y dejando que la sangre saliese de su cuerpo a borbotones… le apuñalé una y otra vez y otra más… quería asegurarme de que estaba muerto, de que no iba a levantarse para matarme… Y cuando todo terminó… me quise morir con él y ser una víctima en lugar de un verdugo…
-Ni siquiera lo recuerdo… -musitó ella entonces-. Sólo… sólo quise protegerle, sólo quise que no le ocurriera nada a Harry… Y entonces noté la calidez que rodeaba mi mano y me moví por impulsos… luego… sentí alivio, como si supiera que todo había terminado… No recuerdo nada… pero sé que maté a alguien…
-Tenías que hacerlo Verónica.
-¿Por qué? –preguntó ella levantando la cabeza que había agachado y mostrando una lágrima solitaria que rodaba por su mejilla-. ¿Qué derecho tenía yo a terminar con la vida de alguien? No soy juez ni verdugo para determinar cuando alguien debe morir…
Derin se levantó de la silla y se sentó en la cama con suavidad.
-Voy a contarte algo, y luego si quieres sentirte culpable, puedes hacerlo, ero eso no cambiará el hecho de que mataste para proteger a alguien, ¿de acuerdo? –la chica asintió en silencio, sabía que era inútil rebatir al dios que tenía delante-. Ainur tiene una profecía que lo une a Voldemort en el mundo mortal, y la única diferencia que hay entre Voldemort y Harry es un sentimiento… el amor…
-¿El amor? –preguntó ella.
-El amor –aseguró el dios-. Por amor sus padres murieron para protegerle y por amor debe ser capaz de matar a Voldermort, por amor a todos los que le rodean y siguen vivos y presentes en su vida –indicó el dios-. Giliath lo ama como una hermana podría hacerlo; Erebor como un amigo y yo… yo lo amo como podría haber amado a uno de mis hermanos… Nosotros tres juramos protegerle y ayudarle con nuestro amor a llegar hasta Voldemort porque sólo el amor puede protegerle.
-¿Y yo qué…
-Tú lo amas como pocas veces se ve en el mundo mortal y en el inmortal; lo amas como Eridith amó una vez a Axenon, hasta el punto de darle descendencia; lo amas como Lily amó a James, un amor puro y limpio –Verónica dejó de sollozar pero no dijo nada-. James Potter dio su vida por proteger a Lily y a su hijo… y tú estás dispuesta a dar la tuya para protegerle a él. Por eso la daga oscura rebeló su poder y se convirtió en la Espada Blanca que una vez perteneció a Lahntra… estás destinada a ser una de las personas que protejan a Harry con su amor… Por eso tuviste que matar a Angark; no por miedo, ni por angustia, sino por amor… por amor a Harry, por amor a Ainur…
Verónica sonrió a medias.
-Hagamos un trato, tú no te sientes culpable por lo que ocurrió la noche del baile y yo hablaré de cómo me siento con Harry, ¿de acuerdo? –sugirió la chica elevando su mano y poniéndola frente al dios que la miró antes de estrecharla.
-De acuerdo –dijo el dios-. Y ahora si me disculpas, tengo que terminar de revisar los pisos inferiores del castillo; las mazmorras aún no las he visitado y puede que encuentre rastro de magia negra por allí –dijo Derin mientras se levantaba dándole a entender a ella que la conversación se había terminado.
-Gracias por todo Derin –le dijo ella.
El dios le sonrió; sabía que no sólo hablaba de aquella conversación sino también de todo lo que el dios había hecho siempre para proteger y ayudar a Harry. A modo de respuesta, inclinó su cabeza sonriendo ampliamente antes de salir del cuarto.
-Espero que todo vaya bien… -musitó ella mirando a través de la ventana.
------------------------------------------------------------------------------------------------------
Cuando entró en las habitaciones del profesor Snape, el silencio era lo único que hacía ruido en el lugar. Tal y como le había dicho antes de irse, los muebles de la sala estaban apartados hacia las paredes y en el centro de la estancia sólo se veía el vacío suelo de piedra una vez se hubo retirado la moqueta que cubría aquella parte de la habitación.
No se sorprendió cuando sus ojos localizaron a Severus Snape mirando a través de los cristales de la ventana y ni siquiera se inmutó cuando los negros ojos de Snape se clavaron en los suyos a través del reflejo del cristal.
-Está en el cuarto –indicó mirando hacia las escaleras de caracol que subían hacia un segundo piso en el lugar-. ¿Quieres que vaya a buscarlo?
-No, yo iré –le dijo el chico-. ¿Puede esperar a que vengan Giliath y Erebor? –pidió aunque era más una orden que una pregunta.
El mago mayor asintió en silencio y volvió a concentrarse en el espacio que había tras los muros de aquella habitación. Harry sabía que necesitaba estar solo y sin decir nada más, subió las escaleras con paso ágil y descuidado, sin darse cuenta de que el profesor había sonreído al verle subir así ya que había recordado que de aquella misma forma era como Cathy subía las escaleras del vestíbulo; de forma despreocupada, destilando sutileza y elegancia sin darse cuenta y atrayendo la atención y las miradas de los que pasaban por allí.
Cuando Harry llamó a la puerta, no obtuvo contestación, pese a ello, entró al cuarto que el maestro de pociones tenía reservado como laboratorio privado.
El cuarto era lúgubre y oscuro, no le sorprendió; después de haber aprendido pociones y los diferentes ingredientes que las conformaban, Harry se había dado cuenta de que la oscuridad era un factor importante en la creación de pociones y en la supervivencia de la mayoría de sus ingredientes. Las paredes estaban tapizadas con emblemas y escudos grabados y tejidos en tapices de colores oscuros en los que predominaba el verde y el plateado, cosa que tampoco le sorprendió; y los escasos metros de paredes que no tenían adornos estaban repletas de estanterías y armarios pequeños lacrados en negro y plata; las estanterías llenas a rebosar de libros y los armarios ordenados pulcramente dejando a la vista diferentes botes, botellitas, botecitos, tarros y botellas correctamente etiquetados y a la vista de todos. Los únicos muebles de la habitación además de los armarios eran grandes mesas de roble macizo colocadas a lo largo de todas las paredes sobre las cuales habían libros abiertos, pergaminos enrollados, plumas y tintas ordenadas, calderos limpios, otros con algo en su interior y lo que parecían diferentes botellas rellenas de pociones experimentales porque en sus etiquetas se podía leer perfectamente cosas tales como "experimento I" o "fase experimental III".
Y en el rincón más extremo de la puerta, un gran espejo negro de pie reflejaba a la persona que tenía delante; alto, elegante, aristocrático. Sólo Malfoy podía tener aquel aspecto. Lo miró unos minutos, tiempo más que suficiente para saber qué estaba haciendo su enemigo allí dentro mirándose en un espejo y sin necesidad siquiera de entrar en su mente. Se estaba despidiendo. Él mismo el había dicho que cuando entregara el colgante de Elea, su personalidad sería distinta; el odio intensificado que el colgante que estaba en su sangre le hacía sentir hacia todo lo que él despreciaba desaparecería y quizá no volviera a ser el mismo Malfoy que había sido siempre. Por supuesto seguiría siendo frío, testarudo, arrogante y orgulloso, pero no volvería a ser el mismo nunca más. Se estaba despidiendo de lo que había sido durante dieciséis años, se estaba despidiendo de las torturas, de la maldad, del rencor y del odio que habían crecido en él porque era lo que le habían inculcado y a lo que estaba acostumbrado. Quiso salir de allí, sentía que aquel momento pertenecía únicamente a Malfoy y que el estar allí era corromper aquellos segundos de despedida que evidentemente, el rubio necesitaba; pero no pudo hacerlo; las auras de Giliath y Erebor se hicieron presentes en el otro extremo de la sala del profesor, junto a Snape y Harry supo que había llegado el momento.
-Malfoy, es la hora –dijo como saludo cuando las orbes plateadas de él se fijaron en las suyas.
El rubio asintió y después de echar un último vistazo al espejo que le devolvía su imagen y reflejo suspiró mientras se giraba hacia Potter.
-Estoy listo.
------------------------------------------------------------------------------------------------------
Lucius Malfoy tomó un sorbo más de su brandy; detestaba a los muggles pero tenía que admitir que algo bueno sí sabían hacer: el alcohol. Mientras miraba el fuego de la chimenea crepitando recordaba las palabras y la conversación con Severus Snape. Nunca le había gustado Snape; demasiado retorcido, demasiado excéntrico, sonrió a medias, demasiado Slytherin, igual que él.
Snape siempre había sabido qué decir, qué hacer y cómo actuar; era una de las pocas personas que conocía con una mente tan retorcida como la suya propia; a través de los años había aprendido a leer entre líneas lo que el hombre se callaba, tergiversando las palabras y gestos, miradas y acciones.
Apretó la copa de brandy entre los dedos de la mano. Narcisa. Nunca debió confiar en ella; cuando la miraba sabía que había algo que le ocultaba, algo que se le escapaba… algo que nunca supo interpretar y que terminó achacando al sexo femenino; cuando Narcisa nombró a Severus padrino de Draco, él tenía que haberse dado cuenta de que estaba ocurriendo algo. ¿Pero cómo desconfiar de la mujer que había amado durante tanto tiempo? La perfección, elegancia, aristocracia y belleza eran sinónimos de Narcisa Black; ¿cómo iba a desconfiar de ella?
Y le había engañado. Por su culpa, por su maldita culpa su señor oscuro había perdido la oportunidad de tener consigo más poder. Recordó una conversación que habían tenido meses antes de que ella desapareciera de la mansión.
(flashback)
-No quiero que Severus esté tan pendiente de Draco –dijo el hombre rubio colocando el libro de maldiciones que había estado hojeando por placer en la repisa de la chimenea-. Casi parece que Draco sea su hijo en lugar del mío.
-No digas tonterías Lucius –le quitó importancia la mujer con un ademán de la mano-. Severus es su padrino, es normal que se preocupe por él. Es un buen amigo.
-Demasiado buen amigo –contestó Lucius mirando a su esposa de forma peligrosa.
Narcisa levantó la vista del bordado que tenía entre manos para evaluar a su esposo; por suerte, sabía cómo dominarlo a su antojo y como decir lo correcto en las situaciones apropiadas.
-Severus es tan amiga mía como Bellatrix lo es tuya –soltó una risita sarcástica-, cosa bastante curiosa teniendo en cuenta que Bella es mi hermana y no la tuya.
Los ojos de Lucius se mostraron fríos cuando miró a su esposa, pero no la rebatió. No podía hacerlo.
-Eso es precisamente lo que no me gusta –indicó el hombre. Narcisa se encogió de hombros intentando aparentar indiferencia.
-Entonces no mires, querido.
Fue rápido y silencioso como una serpiente, como siempre lo había sido, como estaba acostumbrado y orgullo de ser; tomó por la muñeca a su esposa y la obligó a ponerse de pie para encararla; el bordado olvidado en el suelo enmoquetado.
-Dame una sola razón, Cisa, una sola razón para hacerlo y ni siquiera dudaré en apuntar con mi varita a tu corazón.
-Asegúrate de tener pruebas para hacerlo Lucius, o Draco desaparecerá de tu vida para siempre –le amenazó ella con una sonrisa-. Y no creo que eso le hiciera mucha gracia a nuestro amo.
(fin flashback)
Lucius la había soltado y se había ido de la habitación, dejando a su esposa con aquella sonrisa misteriosa en los labios masajeándose la muñeca adolorida. Siempre había pensado que aquel comentario había sido dicho sólo porque Voldemort deseaba tener a Draco entre sus filas, pero ahora se daba cuenta de que ella prácticamente le había dado la pista de lo que Draco era.
La copa se rompió y aunque su mano empezó a sangrar por los cristales estallados, mezclándose sangre y líquido, los ojos de Malfoy siguieron fijos en un punto de la chimenea, demasiado furioso para mirar a otro lado.
------------------------------------------------------------------------------------------------------
-¡Eres un idiota!
Derin alzó una ceja al escuchar aquellas palabras en el pasillo donde estaba. Y más se sorprendió cuando vio que no se trataba de ningún Slytherin, que sería lo normal teniendo en cuenta que aquel pasillo conducía al terrenos de las serpientes de Hogwarts, sino que dos cabelleras pelirrojas parecían tener una gran discusión y bastante acalorada a juzgar por las mejillas de la chica totalmente rojas y porque el otro chico tenías las orejas coloradas.
-¿Yo soy idiota? –preguntó Ronald Weasley-. Tú eres la que está saliendo con esa serpiente, ¿y yo soy el idiota?
-¡Sí! –le gritó ella-. ¡Su nombre es Rob Sanders, no serpiente y es uno de los pocos chicos de Slytherin que merece la pena!
-¡Ningún Slytherin merece la pena!
-¡Y algunos Gryffindors tampoco! –le espetó ella. Derin sonrió a medias. Tenía que admitir que la pequeña de los Weasley tenía coraje y agallas.
-¡No voy a dejar que salgas con Sanders!
-¿Sí? ¡Pues adivina qué! –gritó ella de vuelta-.¡No necesito tu permiso Ronald, eres mi hermano, no mi padre!
Acto seguido, Ginebra Weasley obsequió a su hermano con una sonora bofetada antes de irse del pasillo con la cabeza en alto y la barbilla levantada, con pasos seguros y desafiantes, dejando a un estupefacto pelirrojo en el lugar.
-¡Maldita sea! –gritó frustrado el chico.
-Si sigues así la vas a perder –dijo la voz de Derin caminando hacia él.
Ron enrojeció al saber que el profesor Derin había presenciado la discusión con su hermana pero no dijo nada, en lugar de eso le miró fijamente notando como el hombre también lo hacía.
-No se meta donde no le llaman, profesor –dijo Ron de forma orgullosa. Derin sonrió.
-Creo que ninguno de los dos dirá nada si dejas de hablarme como profesor durante unos minutos, Weasley –le propuso el dios guerrero-. Sólo te daba un consejo; si sigues presionándola tanto la vas a perder, no sólo como hermana, sino también como amiga.
Ron quiso volver a decirle que no se metiera en sus asuntos, quiso decirle que su deber de hermano mayor era proteger a su hermanita pequeña, quiso decirle que Sanders no le convenía a Ginny y por eso la protegía… pero no dijo nada de aquello. Sus ojos se fijaron en los del dios y sólo unas palabras salieron de su boca, algo que llevaba tiempo queriéndole decir.
-No me gustas –dijo llanamente Ron.
-Tú tampoco me agradas a mí –contestó el profesor con una sonrisa afectada-. Harry sufrió mucho por tu culpa y no estoy dispuesto a tener que volver a sostenerlo porque alguien que se decía ser su amigo se comporte de forma egoísta con él.
-Yo era su amigo –se defendió el pelirrojo.
-¿Cómo lo eras de tu hermana? –preguntó Derin-. No voy a inmiscuirme en tus asuntos con Harry; si él decide darte otra oportunidad lo respetaré porque confío en él, pero que te quede bien claro que nunca confiaré en ti.
-Perfecto porque yo tampoco lo haré en ti –dijo Ron antes de marcharse por donde había desaparecido su hermana.
Derin suspiró cuando se hubo quedado solo. Un aura fuerte y poderosa llegó hasta él y de forma involuntaria extendió su propia magia para unirse superficialmente al lobo gris que habitaba dentro de Harry; quizá no podía estar con ellos en el ritual, pero él siempre iba a estar con Ainur, siempre.
-----------------------------------------------------------------------------------------------------
El silencio del lugar era atronador. Draco Malfoy permanecía en el círculo creado por velas rojas y negras que Giliath había dispuesto y Erebor se había asegurado de encender y mantener encendidas durante los minutos e incluso horas que fuera necesario.
A la derecha del rubio, fuera del círculo, el profesor de pociones esperaba las instrucciones del joven mago que parecía saber perfectamente lo que se debía hacer; detrás de Malfoy, el aura de Erebor empezaba a ser visible y a la izquierda del mismo, Giliath invocó su propio poder para crear un escudo que subió como una columna de agua transparente alrededor del círculo hasta que llegó al techo. Harry miró a los ojos de Malfoy, situado frente a él y en una muda pregunta obtuvo una respuesta silenciosa del muchacho, apenas un asentimiento ligero con la cabeza, pero más que suficiente para lo que él necesitaba.
-Bien, vamos allá… Profesor –Snape le miró-, deje salir su magia.
El aludido asintió y dejó escapar la magia negra que había dentro de él, rodeando el escudo de Giliath y casi deseando entrar dentro para unirse al poder oscuro que había dentro de Draco. Un giro de sus manos y un halo de luz dorada atravesó el escudo creado por Giliath y penetró dentro del cuerpo de Draco que se quedó paralizado en el mismo instante en que aquello ocurrió. Harry le sonrió de forma tranquilizadora.
-No te preocupes, no te puedes mover, es un hechizo para evitar que te hagas daño… Parpadea una vez si lo has entendido –Draco lo hizo y Harry sonrió de nuevo-. Bien, ahora quiero que liberes la magia negra, Malfoy. Toda la magia negra –añadió.
Malfoy abrió los ojos todo lo que pudo en lo que a Harry se le antojó una protesta por no poder gritarlo.
-No morirás –le dijo Harry-, aunque te quedes sin la magia negra no te va a ocurrir nada, estás rodeado por el aura oscura de Snape, sólo se necesita unos minutos para que tu cuerpo admita que puede estar sin magia negra –Draco volvió a parpadear-. Bien, sigamos…-le dirigió una mirada a Giliath y la diosa asintió.
-Guardián de agua perteneciente al linaje divino de Ahsvaldry, debo lealtad a Lahntra y a su descendiente Ainur, invoco mi poder para obtener el colgante de Elea, libera a este cuerpo de su tormento…
Una luz azulada apareció dentro de la columna transparente y rodeó a Draco en toda su silueta haciendo que el profesor de pociones y Draco se pusieran tensos. El hechizo de Harry dejó de hacer efecto y un grito desgarrador rompió la calma del lugar. Severus Snape hizo amago de tender la mano hacia su ahijado, pero la voz fuerte de Harry lo detuvo.
-¡No! –el hombre le miró-. Tiene que soportar el dolor… la magia de los dioses de Ahsvaldry es lo único que puede limpiar el cuerpo de Malfoy y llamar al colgante de Elea para que éste salga de él… si interrumpimos el ritual… Mejor será que no lo interrumpamos –dijo con una sonrisa cínica-. Él tiene que soportar el dolor –añadió mirándolo-. Erebor, tu turno.
-Invoco al fuego en nombre del guardián de piros de Ahsvaldry; invoco mi poder como guardián de Ainur descendiente de Lahntra para obtener el colgante de Elea… fuego imperia, libera a este cuerpo de su tormento…
El fuego penetró en la columna de agua transparente haciendo que Draco gritase aún más si eso era posible. Harry sabía lo que estaba pasando el chico en aquellos momentos; era como si estuviese dentro de una hoguera y su carne y piel, huesos y músculos estuvieran siendo quemados por algo poderoso, incapaz de moverte, incapaz de huir, sin poder hacer otra cosa que no fuera soportar el dolor.
-¡Draco! –gritó el profesor de pociones.
-¡Estese quieto! –ordenó de nuevo Harry sintiendo como el viento le rodeaba-. No puede hacer nada por él más que hacer lo que le he dicho…
Giliath y Erebor se miraron preocupados. El dolor de Malfoy parecía ser superior al que ellos habían creído que sería en un primer momento; podían ver los músculos del joven mago crispados por el dolor, el grito desgarrador que salía de su garganta de forma profunda y grotesca, la cabeza inclinada hacia atrás en un vano intento de alejarse del dolor, las manos fuertemente cerradas en dos puños clavándose las uñas y consiguiendo que algunas gotas de sangre empezasen a resbalar, las piernas abiertas y firmemente colocadas sobre el suelo, tan fuertemente sobre la superficie que daba la impresión de que Draco Malfoy había sido clavado en el suelo.
-Harry, no sé si… -empezó a decir Giliath.
-Ni se te ocurra decirlo, Giliath –le dijo Harry mirándola con severidad sin bajar sus manos-. Si lo interrumpimos ahora, el poder de Elea se desbordará.
-¿Y si no lo aguanta? –preguntó la diosa.
-Lo aguantará –aseguró Harry fijando sus ojos en los de Malfoy-. Es Malfoy, aguantará aunque sólo sea por su estúpido orgullo. Un destello en los ojos de Malfoy le indicó que estaba en lo cierto. No titubeó en la siguiente orden-. Profesor, su turno.
-No puedo hacerlo… -dijo el hombre. Harry lo miró-. Mi aura oscura lo inundará y expulsará la suya del cuerpo, completamente… puedo matarlo si no resiste mi magia.
-¡Hágalo! –exclamó Harry mirando atentamente la columna donde se debatían en aquellos momentos las auras de fuego y agua por alimentarse de la energía de Malfoy. Snape titubeó al escuchar a su ahijado gritar -¡Maldita sea, hágalo o morirá de verdad! –le gritó el muchacho-.¡ Morirá igual que murió Cathy!
Harry sabía que aquellas palabras habían sido crueles pero también sabía que era lo único que podría haber hecho reaccionar al hombre.
-Que mi magia sirva para liberar la tuya, que tu cuerpo acepte mi poder, que tu poder sea mío –dijo rápidamente el hombre sin quitar los ojos de encima de Malfoy.
La energía oscura de Snape abandonó su cuerpo, serpenteando en el espacio y atravesando el escudo hasta envolver a Draco; en el momento en que el rubio abrió la boca para gritar de nuevo, la magia de Snape se coló dentro del cuerpo de Draco; el dolor se volvió insoportable para el chico que cayó de rodillas ante los ojos de todos, pese a eso, ninguno de los dioses se movió, Harry no les habría dejado hacerlo.
Una nube de vapor oscura, de un violeta oscuro, casi negro surgió de los poros de la piel de Draco; Harry frunció el ceño esperando pacientemente a que la magia negra del chico desapareciese de su cuerpo completamente; y cuando la primera señal de la magia de Snape volvió a surgir a través del cuerpo de Draco, Harry empezó su invocación.
-Invoco el poder de Lahntra… -murmuró Harry elevando sus manos-… invoco el poder de mis antepasados y ancestros, dioses y mortales para libar a esta alma del poder y el hechizo de Elea, hermana de Lahntra, elegida de los infiernos y la oscuridad, diosa de los naryns y la maldad… libera a este cuerpo de la oscuridad y guíalo hacia la luz de Lahntra… invoco el colgante de Elea...
Y como cada vez que Harry invocaba su poder e imploraba el de Lahntra, una luz cegadora de un brillante color dorado y blanco inundó el lugar de su petición; cayendo sobre Malfoy y haciéndolo invisible a la vista de todos los que estaban allí.
-¡¡¡¡AHHHHHHHH!
Snape, incluso Giliath retrocedieron un par de pasos al escuchar el grito de Malfoy. Jamás habían oído nada similar, pese a todos los naryns y soldados que habían muerto frente a ella y que se había visto obligada a matar, pese a todas las torturas que había presenciado en el círculo de Voldemort, ninguno de los dos había escuchado nunca un grito tan violento y doloroso como el que acababa de proferir Draco Malfoy. Harry cerró sus ojos un momento y cuando volvió a abrirlos, la luz brillante estaba desapareciendo y un único pensamiento corría por la cabeza de Harry, y es que aquel grito se había asemejado al que escuchaba en sus pesadillas, al grito que siempre llevaba en su memoria y que siempre estaba presente en su vida, el grito que lanzó su madre cuando murió protegiéndole, como si la vida de Malfoy y hasta su propia alma estuviese desgarrándolo por dentro.
-¡Draco! –el grito de Snape hizo que mirara al rubio.
El cuerpo de Malfoy empezaba a convulsionarse de forma violenta y grotesca, casi parecía un títere en manos de un titiritero que pretendía burlarse de alguien o de algo. Vio los ojos de Snape, el deseo de correr junto a Malfoy.
-Ni se le ocurra –le advirtió Harry-, o me veré obligado a colocarle un hechizo de paralización.
-¡Erebor! –Harry se giró hacía la diosa -¡No! –gritó Giliath.
Demasiado tarde; el dios se había movido con rapidez y estaba sujetando el cuerpo de Draco mientras éste se convulsionaba y se retorcía. Harry frunció el ceño. Era peligroso. Demasiado peligroso estar en el círculo de fuego con Malfoy; el colgante podía pasar al cuerpo de Erebor en aquellos momentos por la influencia de la magia que Erebor estaba destilando y nadie se daría cuenta; el peligro era que el cuerpo de Erebor nunca admitiría el colgante de Elea y podría morir en aquel momento.
-Entre –le dijo a Severus sin mirarlo. Pero Snape parecía demasiado perdido para obedecer e incluso para escuchar a Harry decir nada.
Sus ojos se habían quedados clavados en el círculo de fuego que rodeaba a su ahijado y en el sudor que corría por el rostro, cuello y torso de Draco mientras el chico intentaba no caer y sostenerse a sí mismo, siendo inconsciente de que ya hubiera caído de no ser por los brazos de Erebor que le sujetaban con firmeza. Harry maldijo en voz baja y bajando una de sus manos una milésima de segundo le envió al profesor de pociones una ráfaga de aire violento y abrasador que hizo reaccionar al hombre, haciendo que se girara y lo mirar con estupefacción, sorpresa y miedo en sus ojos.
-¡Entre ahora mismo con él! –le gritó esta vez Harry volviendo a la tarea de controlar el poder que surgía paulatinamente del cuerpo de Malfoy- ¡Erebor sal de ahí antes de que te saque yo con una esfera de luz! –gritó enfadado.
Tan pronto una de las manos de Snape tocó el cuerpo de Draco, una corriente eléctrica hizo que Erebor soltase a Draco y el dios salió despedido fuera del círculo; únicamente gracias a su capacidad de recuperación y la barrera de agua que Giliath puso detrás de él, Erebor no se estrelló contra la pared.
-Por Lahntra… -murmuró Giliath mirando dentro del círculo de fuego que se había creado.
Harry y Erebor también miraron. Dos auras distintas pero complementarias, parecidas en color y densidad se movían a ritmo frenético dentro del círculo rodeando a los dos integrantes del mismo. Snape se había arrodillado sosteniendo el cuerpo de Draco que sufría las últimas convulsiones mientras sus labios se movían sin dejar de mirar al chico que tenía en su regazo, seguramente rezando lo poco que sabía. Harry sonrió al notar la cercanía de Derin a su alrededor, era más que obvio que el dios guerrero no le iba a dejar solo, aunque no pudiera estar en aquel momento junto a él, sabía que Derin quería decirle que siempre iba a contar con él.
-¡Ahora! –gritó Harry.
Giliath y Erebor extendieron sus manos al techo, como lo hacía Harry y recitaron las palabras al mismo tiempo.
-¡Lahntra acude a nuestra llamada!
Una luz oscura, una luz plateada, un grito aterrador, y luego una explosión silenciosa que barrió toda la sala. Harry respiró profundamente intentando controlar su propia respiración; estaba agitado y aún notaba en su interior los espasmos del poder que había tenido en sus manos y que había controlado; no sólo había sido el suyo propio, también el de Erebor, Giliath y las dos auras negras de Draco y Snape además del poder oscuro que había irradiado el cuerpo de Malfoy en representación de Elea.
-¿Ainur? –preguntó Erebor sutilmente.
-Estoy bien –dijo el chico rápidamente-. Deshaz el círculo –pidió aún respirando agitadamente.
Un movimiento de su mano y el fuego desapareció. En el centro, las velas seguían ardiendo, pero el fuego abrasador había desaparecido; el viento flotó en el aire refrescando el rostro de Harry que lo agradeció con una sonrisa. Dentro del círculo ahora apagado, Snape y Malfoy permanecían quietos, esperando, anhelantes, que alguien les dijera lo que acababa de ocurrir allí.
El cabello rubio seguía siendo lacio y brillante, pero sus ojos había perdido la frialdad del acero y su rostro estaba más pálido de lo normal; sus músculos demasiado relajados y su mirada confusa observó a Severus que aún mantenía su cabeza en su regazo.
Giliath abrió la boca mientras daba un paso hacia delante pero Erebor la tomó del brazo y miró hacia arriba, sobre las cabezas de Snape y Malfoy cuando la diosa quiso avanzar. Harry siguió la mirada de Erebor y entendió lo que ocurría. Un colgante con forma de un pequeño cuerno flotaba sobre ellos, rodeado de una extraña luz roja que irradiaba fuerza, poder, silencio y muerte.
-¿Renuncias al poder de Elea? –preguntó el chico-. Draco Malfoy, contéstame… -añadió rogando porque el chico pudiera decir algo.
-Sí… -musitó el rubio. El colgante pareció parpadear un par de segundos y la luz rojiza se volvió más tenue y borrosa.
-Severus Sanpe, guardián del portador del colgante de Elea, ¿aceptas el colgante de Elea en nombre de tu protegido?
-Lo acepto –afirmó Snape.
Una luz rojiza descendió desde el techo y se posó sobre Snape rodeándolo; el colgante de Elea flotó suavemente descendiendo hasta colocarse alrededor del cuello de Snape donde se abrochó mágicamente amoldándose al cuello del hombre como si siempre hubiera estado allí, como si siempre le hubiera pertenecido.
-Ahora sí… -dijo Harry.
Giliath corrió hacia las dos figuras y se arrodilló a su lado para asegurarse de que estaban los dos bien.
-¿Cómo te sientes? –preguntó el profesor cuando se dio cuenta de que Malfoy estaba parpadeando.
-Inseguro, avergonzado, furioso con el mundo, deprimido y temeroso… -murmuró el chico haciendo un ademán para levantarse y siendo impedido por las dos fuertes manos de su padrino que lo obligaron a permanecer tumbado.
Erebor, aún tambaleándose, le acercó una redoma de poción verdosa que Snape miró con gesto enfadado pero que aprobó con una mrada antes de dársela al príncipe de Slytherin, quién se la bebió sin preguntar ni cuestionar nada, mientras tragaba el líquido y sentía como descendía por la garganta, escuchó el comentario de Potter.
-Como un adolescente normal… -tuvo que admitir que el comentario había tenido gracia y seguramente hubiera sonreído si no estuviera ocupado pensando cómo diablos podía una poción revitalizante tener tan buen sabor.
------------------------------------------------------------------------------------------------------
Sonrió de nuevo, sólo en su habitación mientras agitaba el pequeño botecito con la poción de sangre frente a sus ojos enrojecidos. Sangre Malfoy ligada a Elea… Perfecta para lo que tenía que hacer. Quizá no había conseguido obtener el colgante de Elea, y quizá Potter aún siguiera vivo y la daga oscura no fuera suya… pero aquellas gotas de sangre podían darle parte del poder que necesitaba; no el suficiente para llegar a Okkorton, pero sí el necesario para crear un portal y traer a los guerreros al mundo mortal.
Cogió su propia varita y la clavó en su brazo, ahogando un gemido de dolor; dejó que la sangre resbalase hasta el suelo donde Nagini se apresuró a tomarla y beberla gustosamente, en señal de sumisión y respeto hacia su amo; Voldemort la ignoró y vertió el contenido de la redoma sobre la herida abierta; y del mismo modo que había ocurrido hacía dos años en el cementerio cuando la sangre de Potter se mezcló con la suya, una pequeña luz rojiza envolvió la herida, sólo fue unos segundos, tiempo suficiente para verla y olvidarla.
Sintió la piel arder y la sangre hervir mientras cerraba la herida con magia negra; notó como su magia aumentaba y como su poder se fortalecía a cada segundo que su corazón bombeaba la nueva sangre. Un cosquilleo recorrió su espina dorsal y sintió la misma emoción que la primera vez que fue capaz de realizar una imperdonable, la misma satisfacción que la primera vez que torturó y mató a un muggle.
Y cuando todo cesó, rió. Rió como nunca lo había hecho, estridente, ruidoso, ensordecedor, una carcajada cargada de maldad y crueldad, que avecinaba problemas para aquel que la escuchara.
Incluso Nagini, a sus pies, se sintió por primera vez en su vida, cohibida ante la presencia de su amo.
-------------------------------------------------------------------------------------------------------
-¿Todo bien?
Harry se sobresaltó ligeramente y tuvo la decencia de ruborizarse cuando el dios guerrero alzó una ceja y una mueca de burla y risa apareció en su cara.
-Lo sé, lo sé, no debí asustarme y bla, bla, bla, mantener siempre la atención y bla, bla, bla. Pero aún intento recuperarme de la energía que he perdido ahí dentro, ¿sabes? –añadió en un falso tono de ofensa pero sin perder la sonrisa-. Todo bien, Derin –se apresuró a añadir al ver el destello de preocupación en el rostro y los ojos de Derin.
-¿Y el colgante de Elea?
-En manos del guardián –contestó Harry-. Te noté ahí dentro –comentó de forma casual el chico.
-No quería dejarte solo –se limitó a contestar el dios. Harry sonrió, eso había sonado a "estaba preocupado" - ¿Y Malfoy?
-Se recuperará, creo que todos ganaremos con el cambio, incluido él mismo –sonrió a medias-. Gracias por preocuparte Derin –añadió con una sonrisa sincera.
Sabía lo reacio que era el dios a mostrar sus sentimientos pero también sabía que una sonrisa de Derin, un gesto o una mirada podía significar mucho más de lo que nadie podía creer o ver.
-¡Harry! –la voz de Remus llamándolo mientras corría hizo que ambos miraran hacia el extremo del pasillo.
Un acalorado hombre lobo llegó junto a ellos corriendo y respirando entrecortadamente.
-¿Remus? –preguntó el chico tocándole el brazo -¿Te encuentras bien?
-Gracias a Merlín que te encuentro Harry, tienes que venir conmigo ahora –dijo el hombre con el rostro serio.
-¿Qué ocurre? –preguntó el chico -¿Verónica…
Remus negó con la cabeza rápidamente.
-No es ella, al menos no directamente –Harry frunció el ceño y Derin arqueó una ceja-. Dobby ha ido a buscarme al no encontrarte a ti, los elfos han encontrado un cadáver cerca del bosque –Harry lo miró insistiéndole en silencio a que dijera lo que sabía-. Es el padre de Verónica.
Derin pudo notar como la crispación empezaba a agarrotar los músculos de Harry que no dijo nada, sólo ose quedó mirando al hombre que tenía delante.
-¿Qué ha pasado? –preguntó el chico-. ¿Seguro que es él?
-Tiene el rostro desfigurado pero reconocería a ese hombre en cualquier lugar; tiene una cruz egipcia tatuada en la base del cuello, es él.
-¿Lo sabe Verónica?
-No, he creído que era mejor que se lo dijeras tú –se disculpó el hombre.
Harry sonrió a medias.
-No sé si sentirme halagado por pensar en mí para eso –confesó el chico-. ¿Sabes qué ha pasado?
-Voldemort –Harry frunció el ceño-. En el pecho tiene la marca tenebrosa grabada a fuego… -frunció el ceño.
-¿Algo más?
-En la espalda tenía un tatuaje hecho con sangre negra… una especie de pirámide con el sol en el vértice… ¿sabes qué puede significar?
El chico asintió.
-Erebor y Giliath están en las habitaciones de Sanpe, ¿quieres ir a decírselo y pedirles que se encarguen de todo? No quiero curiosos por allí y diles que no se preocupen, Feamor no dejará que nadie se acerque al cadáver hasta que ellos lleguen. No quiero que Dumbledore se entere de esto.
Remus miró al chico.
-¿Estás bien? –Harry asintió-. Me había parecido que tuso ojos se volvían de un color verde más claro con destellos blancos… curioso ¿verdad?
-Estoy bien, ve a decírselo por favor –le pidió con una sonrisa que parecía ser tranquilizadora aunque para Derin no lo fue en absoluto.
Tan pronto como Remus se hubo marchado girando por el pasillo a la izquierda, Harry se giró hacia Derin sabiendo que el dios tenía sus propias conjeturas.
-¿Qué opinas?
-¿Estás bien?
-Alterado, pero nada que no pueda controlar –dijo el chico con gran aplomo.
-No puedes asegurar que vas a controlar un nivel nueve de magia de cuatro elementos además de la magia de Lahntra, Ainur.
-Puedo con ello. Ahora, ¿me vas a contestar?
Derin farfulló algo en voz baja que Harry estuvo seguro serían maldiciones y cosas por el estilo dirigidas hacia su propia persona pero que prefirió y eligió evitar discutir.
-Un mensaje –dijo por fin el dios.
-Eso es lo que yo creo… -concordó el chico-… Voldemort quiere la daga y no parará hasta conseguirla; el padre de Verónica sólo es un aviso de que la próxima vez será ella y no habrá fallos.
-¿Qué piensas hacer? –preguntó el dios al ver la mirada decidida de Harry.
-Primero voy a hablar con Verónica, tiene que saberlo. Reúnete con Erebor y Giliath en el bosque, tenemos una reunión en el despacho de Dumbledore con la orden dentro de dos horas.
-¿La orden?
Harry asintió.
-No voy a perder el tiempo con mortífagos si tengo que enfrentarme también a naryns. Y ésta también es su guerra.
-¿Estás diciendo que…
-Que ya me he cansado. Si Voldemort quiere a la portadora de la daga, antes tendrá que pasar por encima de mí.
--------------------------------------------------------------------------------------------------------
Estaba decidido a hacerlo. Ya lo había alargado demasiado. Voldemort. Ese era su objetivo, Voldemort y después Elea, pero antes de enfrentarse a la diosa, se enfrentaría con el asesino de sus padres y al causante indirecto de la muerte de su padrino. Voldemort.
Sonrió a medias. Cualquiera podría pensar que se iba a convertir en un asesino por querer buscar al mago oscuro de forma tan abrupta, pero nadie conocía los pensamientos del chico; durante sus últimos dos años de vida, Voldemort se había convertido casi en una obsesión para él, algo que estaba ligado a su pasado de niño, a su infancia no realizada y algo que iba a estar ligado a su futuro siempre.
El pensamiento de convertirse en asesino lo atemorizaba y, aunque le costase admitirlo, el hecho de pensar en sí mismo como una víctima más, hacía que se sintiera más atemorizado aún si cabía. Tenía un poder que muchos hubiesen deseado, era consciente de su genética y del poder que Lahntra le confería no sólo ante Elea, sino ante cualquiera que se enfrentara a él; conocía sus límites y sabía que, pese a que Voldemort era poderoso, en aquellos momentos, con el poder, la magia y la energía que él tenía, podía vencer al asesino de sus padres. Pero por alguna razón, cada vez que pensaba en su encuentro, olvidaba todo eso y simplemente se convertía en un niño indefenso, como aquel que lo debilitó la primera vez, como aquel que perdió a sus padres, como aquel que quedó marcado para siempre con aquella cicatriz en la frente.
Lo encontró presidiendo la mesa del Gran Comedor, como siempre; fue consciente de que todos le miraban a su paso y no le importó; era hora de ser Ainur y no Harry Potter; consciente de ello, elevó su aura a un estado palpable haciendo que varios gritos y exclamaciones se escucharan en el lugar. Recostó ambas manos con las palmas abiertas sobre la mesa y miró a los ojos azules de Dumbledore.
-En dos horas hay una reunión en su despacho, convoque a la orden. Me he cansado de esconderme de Voldemort, voy a ir a por él.
Nada más, no esperó contestación, no esperó una respuesta, tal y como había venido se empezó a alejar, pasando esta vez, por el lado de la mesa de los leones donde le dirigió una mirada discreta a Ron que asintió de forma imperceptible. Contó mentalmente hasta cinco; sabía que Dumbledore iba a decir algo, pues bien, si iba a hacerlo que lo hiciera delante de todo el alumnado, no le importaba.
Y entonces lo hizo; Dumbledore jugó una carta que tenía escondida desde hacía tiempo atrás; y alzando su voz para que esta resonara entre las paredes de piedra y consciente del resultado que daría esto, hizo su pregunta.
-¿Te convertirás en un asesino?
Harry detuvo sus pasos pero ni siquiera se volvió para contestarle.
-Soy culpable de todas las muertes que he podido evitar y que no lo he hecho dejando el camino libre a Voldemort, si matar a quién ha hecho tanto daño es ser un asesino, lo seré, lo que tengo claro es que no voy a ser una víctima de nadie nunca más – luego recordó algo que el director le había dicho una vez y lo utilizó a su favor - ¿Sabe? Usted tenía razón en algo: lo único que me diferencia de Voldemort es el amor y la capacidad de amar… -dijo con cierta tristeza e ironía el chico-. Me pregunto qué diferencia hay entre usted que manipula a quien quiere para obtener lo que desea y Voldemort, que obtiene lo que desea manipulando a los demás… -Dumbledore no le contestó-. Y ahora, si me permite, tengo cosas importantes que hacer.
No le había engañado, no le había mentido; era cierto; era el amor que sentía por Verónica y el miedo que había sentido al creer que podría perderla lo que le había dado el último empujón para tomar la decisión que en aquellos momentos rondaba por su cabeza: destruir a Voldemort para siempre.
Abandonó el comedor sabiendo que los murmullos que se escuchaban a sus espaldas eran por él. Tampoco eso le importó.
-------------------------------------------------------------------------------------------------------
Remus sonrió mientras miraba a la mujer que dormitaba a su lado; estaba despierta, lo sabía, podía notar su respiración acompasada y lenta, tranquila y relajada como siempre. Estaba acurrucada en él y a él no le molestaba en absoluto, es más, le agradaba y le resultaba incluso agradable. Sonrió.
(flashback)
Remus miró con desaprobación a la diosa que seguía recostada en el mullido sillón. Tal y como le había pedido Harry, había informado a Snape, Erebor y Giliath de la reunión que había acordado en dos horas y cuando Giliath había asentido y se había dispuesto a salir de la habitación, un repentino mareo había hecho que perdiese el equilibrio, agarrándose a Erebor que era quien tenía al lado.
-Debiste haberle dicho a Harry que no estabas en condiciones –le reprochó el mago una vez más mientras le acercaba una poción dorada que la diosa le había pedido.
-Gracias –contestó ella tomándola y bebiéndola como si fuera agua, demasiado acostumbrada al sabor amargo de la poción-. Y no podía decirle nada a Harry; necesitaba a sus dos guardianes para controlar el poder del colgante de Elea. El ritual no puede interrumpirse y mucho menos dejar al invocador sin una de las energías principales de apoyo.
-Podrías haber muerto… -dijo él acercándole otra poción diferente que ella bebió sin rechistar.
-Antes yo que Ainur –dijo ella con el semblante serio y la mirada decidida. Remus la miró asustado por la seriedad de su voz y la seguridad con la que lo había dicho y ella sonrió a medias mientras le tenía una mano para que él se sentara a su lado, cosa que el licántropo hizo-. Tienes que entender algo Remus; Harry es más importante que yo, juré a Lahntra y por Lahntra protegerlo siempre y ese juramento incluye dar mi vida por la suya y si alguna vez tengo que decidir entre él o yo, ni siquiera titubearé cuando haga mi elección.
-¿Aunque eso signifique dejarme a mí?
Giliath sonrió con infinita ternura y asintió lentamente mientras acariciaba una de las mejillas del hombre.
-Tú harías lo mismo –añadió la diosa buscando los ojos dorados que el hombre había rehuido.
Su mano se movió ligeramente cuando Remus rió en silencio antes de abrir los ojos y mirarla.
-Tienes razón y eso es lo que más me molesta porque no puedo decirte que yo no lo haría… Lo daría todo por Harry, incluso mi vida… -ella asintió en silencio-. Pero no quiero que tú lo hagas… no podría perderte, Giliath.
-No vas a perderme nunca Remus, te lo prometo –le contestó la diosa sonriendo.
Y entonces ocurrió. No supo cuando se inclinó hacia ella y la besó, ni tampoco se dio cuenta cuando las manos de ellas se entrelazaron tras su nuca y las suyas la cogieron en volandas; fue inconsciente el modo de depositarla en la suave cama y la manera de acomodarse a su lado que tuvo y que hizo sonreír a la diosa con infinita ternura.
Pero sí supo en aquellos momentos, que ocurriera lo que ocurriera, siempre iba a recordar la sonrisa de Giliath y el brillo de su mirada y el modo en que le acarició a mejilla y se apartó un mechón de cabello que cubría uno de sus ojos…
Y sí supo qué era lo que pensaba en aquel momento: si alguno de los dos veía a Harry en peligro, alguno de los dos moriría, y no estaba dispuesto a morir sin haber amado a aquella mujer en toda la extensión de la palabra.
(fin flashback)
-Un hijo… -musitó el hombre lobo-… siempre quise tener uno –sonrió-. Cuando Harry nació y James eligió a Sirius para que fuera el padrino, no me molestó en absoluto; eran tiempos difíciles para Canuto y sabía que tener a aquel bebé en brazos era todo lo que Sirius necesitaba para seguir adelante. Lily me prometió que el siguiente hijo que tuvieran sería mi ahijado… Solían bromear diciendo que Sirius no pasaría más tiempo con Harry que yo porque según James: "Alguien tiene que cuidar de Canuto mientras él cuida de Harry"…
-Los licántropos no pueden… -empezó a decir la diosa entendiendo el dolor de su pareja.
-Tener un hijo para nosotros es traerlos a un mundo lleno de dolor donde tres días al mes sufrirán como nunca han sufrido… y ningún padre quiere eso para su hijo.
Giliath sonrió con cierta tristeza y melancolía y cubriéndose con la sábana blanca se incorporó en la cama mientras él la miraba intrigado.
-Quizá no tengas un hijo Remus, pero tienes una ahijada que tiene el corazón roto por la tristeza… Ella puede ser la hija que siempre quisiste tener.
-Nunca podré reemplazar a su padre –contestó Remus.
Ella se inclinó y lo besó despacio, suave y lentamente.
-Nadie te pide que lo hagas.
--------------------------------------------------------------------------------------------------------
El despacho estaba igual que siempre. Albus Dumbledore tomó asiento cuando la mano de Fudge le indicó una silla de terciopelo rojo que estaba en el otro lado de la mesa de escritorio donde se amontonaban algunos pergaminos pulcramente ordenados.
-¿Y bien, Albus? –preguntó el hombrecillo-. ¿A qué debo el placer de tu visita?
Albus sonrió ignorando el sarcasmo evidente en el tono de Fudge. Por todo el mundo mágico era sabido que ellos dos nunca iban a llevarse bien; ninguno de los dos aceptaba el modo que tenía el otro de tratar a las personas, de tratar la magia y de pensar, pero ambos hacían un esfuerzo para aparentar, al menos, que había una cierta cordialidad entre los dos.
-Tengo que hablar contigo de algo oficial, Cornelius –dijo el hombre-. Creo que voy a necesitar el servicio de tus aurors muy pronto.
Los ojos del Ministro de magia se abrieron pero no dijo nada. Dumbledore suspiró y esperó pacientemente a que Fudge diera su consentimiento, cosa que hizo sin pensarlo demasiado, algo que Albus ya había previsto; después de todo, Fudge siempre había deseado que Albus le pidiera un favor de ese calibre, de ese modo, Albus Dumbledore estaría en deuda con él durante una buena temporada.
----------------------------------------------------------------------------------------------------
Bueno, pues esto es todo por hoy!
Que tal? Bueno, ya sabeis lo que tenéis que hacer ¿no? Dejad reviews, comentarios y opiniones, de acuerdo?
Un besito para todos y os dejo con el adelanto del próximo capítulo, sed buenos, y recordad: no hagáis nada que yo no haría :p
Un besito, nos leemos pronto!
En el próximo capítulo…
"-Hoy veréis el poder que la magia negra puede daros, que yo puedo daros; y hoy seréis testigos de que es posible lograr aquello que siempre he buscado y que vosotros siempre habéis anhelado
-Mortífagos, caballeros de la muerte, señores de la oscuridad, contemplad a los nuevos miembros de mi ejército"
"-¿Y qué te hace pensar que yo soy el que te retiene en la enfermería? Tienes que descansar
-¿Qué ocurre?
-Han encontrado un cadáver en los terrenos, cerca del bosque…
-Es mi padre, ¿verdad?
-No estás sola, nunca vas a estar…"
"-Tenemos que hablar
-¿De verdad estás arrepentido? Tengo que saber si estás a mi lado o si estás en contra.
-¿Qué necesitas?"
"-Porque no tengo derecho a juzgar a nadie si no quiero que me juzguen
-No, no parece tener fiebre"
"-No tienes la culpa
-Lo sé, pero, quiero decir, era mi padre ¿no?
-No lo conociste, no puedes sentir nada por él
-¿Por qué me ayudas tanto? ¿Eres qué?
-Tu padrino"
"-No quiero alarmar a Ainur todavía. No estoy para juegos Erebor, abre un portal de fuego ahora mismo
-¿Tan grave es?
-Nunca había recibido una señal tan claramente peligrosa"
"-En esta habitación aparece lo que deseas,
-Ahsvaldry. Porque quiero que conozcas parte del lugar donde he sido feliz
-Es precioso…
-No más que tú
-No voy a esperar más; voy a enfrentarme a Voldemort.
-Lo sé
-Tengo que terminar con todo esto de una vez…
-Soy consciente de que cabe la posibilidad de que no vuelvas…
-Voy a volver, Melian. Te prometo que voy a volver…
-¿Sabes que estás preciosa cuando te sonrojas?
-No hemos terminado este asunto
-Ni siquiera lo hemos empezado
-¿Qué ha sido eso?
-Mala influencia de mi novio"
"-¿Dónde está Ainur?
-No he dejado que se enterase del aviso
-Ainur tendría que haberse presentado aquí con sus guardianes
-¡Soy su abuelo y su Príncipe, me debe lealtad!
-Y yo su amigo y no voy a permitir que pase un mal rato sin asegurarme antes de que sea completamente necesario.
-Elea ha roto el sello
-¿Pretendes que los shyggards vayan al mundo mortal? Los dioses no podemos…
-Los shyggards deben ir al mundo mortal."
