Hola a todo el mundo! He vuelto! Después de tomarme mis merecidas vacaciones (porque juro que las necesitaba) que mi dulce y encantador novio me preparó (incluir sonrisa de enamorada de cuentos de hadas) durante las cuales descansé, dormí y me preparé para el nuevo año escolar que espero será el último curso en la facultad antes de recibir mi título de Filología Hispánica, he regresado con un nuevo capítulo de este fic, teniendo ya claro que faltan cinco o seis capítulos para que la historia termine.

Lo sé, lo sé, a mí me da una lástima terrible terminarlo y mientras voy escribiéndolo me quedo bloqueada porque como no tengo ganas de que se termine el fin no quiero terminarlo, me entendéis, verdad?

Pero bueno, espero que hasta que ese momento llegue, pueda contar con los reviews de:

The angel of the dreams, carolagd, Pablo, JuLiA-GrInT, flor89, Nemrak, pedro, Chii Tomoyo, katia, Laia Bourne Black, Anfitrite, Yhena, Ann Magus, HeiDi-Lu, Gemita2000, Adoro a Harry, Pastorets Rock, Terry Moon, D. Alatriste, Eyne-Leanne PotterEvans, Rusty125, Miyuki, Tiky mim.

Espero que este capítulo sea de vuestro agrado, un besito a todos, nos vemos abajo!

CAPITULO 42. Decisiones.

"Las esferas de cristal que Giliath había creado por décima vez volvieron a estallar. Harry jadeaba por el esfuerzo de controlar su magia; y con el cabello húmedo por el sudor y los ojos cerrados por el cansancio, se dejó caer en la hierba del bosque mientras musitaba un leve "lo siento" sincero a la diosa.

-Tienes que esforzarte más Ainur… no podemos dejar que tu magia se descontrole cuando tengas un arranque de enfado o alguna de tus emociones sea demasiado poderosa.

Harry asintió mientras dejaba que su cabeza colgara hacia atrás recostada contra el tronco de un árbol. Lo sabía. Giliath le había repetido aquellas palabras hasta la saciedad pero no podía hacerlo… Cada vez que intentaba controlar la magia frente a las palabras de Giliath y a las imágenes que la diosa se encargaba de proyectar directamente en su cabeza como si fuera una película de su propia vida, sentía que la sangre le hervía y tenía la necesidad de utilizar su magia para hacer algo, y entonces la magia tomaba control de su cuerpo y él dejaba de tener control sobre ella.

-Es difícil –aseguró el chico tomando una buena bocanada de aire fresco y sintiendo como los pulmones volvían a llenarse de aire puro.

-Claro que es difícil, si fuera fácil no tendría sentido que intentaras hacerlo –contestó ella como si Harry hubiera dicho una de las cosas más tontas del momento.

-Eso ya lo sé… -dijo él cabizbajo.

Giliath lo miró; había algo que le preocupaba, podía notarlo a su alrededor dando vueltas, acechándolo como una sombra a la espera de que cometiera algún error para poder decirlo. La diosa sonrió comprensiva y recogiendo la túnica perla que llevaba aquel día se sentó junto a él, dejando que el cabello largo y perfecto recogido en una coleta alta adornada con flores silvestres en la base, descansara sobre su hombro.

-¿Qué ocurre? –le preguntó con suavidad. Harry la miró-. Y antes de que niegues que te ocurre algo déjame decirte que eres pésimo mintiendo –añadió divertida-. Hay algo que te preocupa, ¿me lo quieres contar?

-¿Y si no puedo hacerlo? –preguntó él expresando en voz alta lo que temía-. Voldemort, Elea, el mundo mágico, el mundo muggle, Ahsvaldry, la eternidad de mis padres… ¿qué ocurrirá si fracaso y no puedo hacer nada de lo que se supone que debo hacer?-preguntó-. ¿Qué ocurrirá si no tengo el suficiente poder para hacerlo? Sólo soy un niño… ni siquiera soy un adulto… ¿cómo se supone que voy a enfrentarme a una diosa?

-Deja de pensar en lo que no eres y empieza a pensar en lo que eres –le aconsejó Giliath-. Eres Harold James Potter, hijo de James Potter y Lily Evans, descendiente de la diosa Lahntra y con derecho al trono de Ahsvaldry por tu sangre; eres Ainur, el Elegido para librar a Ahsvaldry de la presencia de Elea y el único con el poder suficiente para llevar a cabo su misión…

-¿Todo eso soy? –preguntó él bromeando mientras notaba como se sonrojaba furiosamente por las palabras solemnes de la diosa que estaba a su lado.

-Eso y mucho más… Eres un león Harry, eres un amigo, un confidente y un excelente mago; honrado, respetuoso, valiente y cariñoso; eres persona, mago y dios al mismo tiempo… Eres Harry Potter, y eso, eso no debes olvidarlo nunca… porque para bien o para mal, la simple mención de tu nombre causa miedo en los círculos de la oscuridad y respeto y admiración en el bando de la luz y del bien –le acarició la cabeza de forma juguetona-. Deja de pensar en ti mismo como el niño que eres y empieza a pensar en la persona que puedes llegar a ser.

-Además, no estás solo.

Giliath rodó los ojos cuando escuchó la voz de Erebor al otro lado del claro en el que se encontraban.

-¿Interrumpo? –preguntó el dios sereno sonriendo divertido.

-La verdad es que sí –replicó la diosa pero sin un atisbo de estar enfadada con él-. Pero ya que estás aquí… adelante…

-Nunca vas a estar solo Ainur. Es cierto que sólo tú tienes el poder de destruir a Elea, pero nadie ha dicho que tengas que llegar solo hasta ella.

Harry asintió en silencio. Demasiadas palabras para procesarlas todas juntas y en tan poco tiempo; se levantó de donde estaba sentado, dio un par de vueltas por el claro siendo consciente de las miradas de los dos guardianes sobre él y entonces se detuvo; se echó el cabello algo largo hacia atrás dejando que sus ojos verdes refulgieran bajo la luz del sol; extendió una mano y una pequeña llama de fuego apareció en la palma de su mano.

-Vamos desde el principio otra vez, Giliath por favor –le pidió-. Yo controlo mi magia, no mi magia a mí.

La diosa sintió mientras giraba una de sus manos para crear diferentes esferas de cristal en las que se veían imágenes de su vida en el mundo mortal y de todo lo que había sufrido.

Erebor sonrió. Giliath sonrió. Ambos dioses rodearon el cuerpo de Harry y el chico sonrió mientras intentaba controlar la magia que empezaba a luchar por descontrolarse; no estaba solo, no volvería a estar solo nunca"

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Pese a que Harry le había asegurado que no iba a pasarle nada, el pelirrojo sintió encogerse cuando los ojos escrutadores de Giliath y Erebor se posaron sobre él, cuando se encontraron en el pasillo camino al despacho de Dumbledore. Erebor enarcó una ceja y lo miró fijamente como si quisiera interrogarlo hasta el cansancio o hasta que Voldemort atacara… lo que ocurriese antes primero; Giliath mantenía su posición de diosa y tenía los brazos cruzados sobre el pecho, consciente del aspecto poderoso que aquella postura causaba en los que la veían. Ni siquiera el rostro siempre afable de Remus, situado a la derecha de Giliath sirvió para que el menor de los Weasley se sintiera protegido. Harry resopló mientras que Ron tragaba con dificultad.

-Dejadlo en paz, lo necesitamos –indicó a los dos dioses.

-Yo no he dicho nada, Ainur –contestó Erebor con falsa ofensa sin apartar los ojos del chico.

-Y que Lahntra me lleve con ella si yo he dicho algo –añadió Giliath.

-No necesito que digáis nada para saber qué estáis pensando –les recordó Harry pese a saber que era innecesario recordárselo. Arrugó el ceño-. ¿Dónde está Derin?

Erebor y Giliath se miraron unos segundos antes de que el dios contestara por ambos.

-En Ahsvaldry –contestó con naturalidad.

Harry enarcó una ceja. ¿Qué hacía Derin en Ahsvaldry sabiendo que iba a haber una reunión importante en Hogwarts? Allí había algo que no encajaba del todo.

-¿En Ahsvaldry? –preguntó el adolescente.

-Quería hablar con Stell de no se qué –apuntó Giliath queriendo parecer desinformada.

-¿Y no me avisó? –preguntó el chico escéptico.

-No sabemos nada al respecto –dijo Erebor con rapidez, demasiado rápido quizá para la perspicacia de Harry que lo miró enarcando una ceja y con una clara mirada de advertencia de que no le creía ni una sola palabra.

-Gryffindors… que suerte la mía…

Harry no pudo evitar sonreír al escuchar la voz de Draco que provenía del pasillo. Alzó la cabeza y allí estaba, altivo como siempre, caminando con elegancia y dejando que su suave capa de seda rozase el suelo al mismo compás que la de Snape que caminaba a su lado con los brazos cruzados, en aquella posición que siempre había visto en él y que nunca había comprendido hasta que no se había dado cuenta de que era porque de aquel modo tenía la varita fuertemente agarrada y siempre oculta a la vista de los demás.

-Deja de quejarte Malfoy –le dijo Harry con cierto tono burlón que no pasó desapercibido para el pelirrojo que miró a su antiguo compañero de cuarto como si le hubieran crecido dos cabezas-. Un Gryffindor es el que te ha salvada más de una vez y tú quisiste salvar a una Gryffindor, así que no hay caso para que te quejes, te hemos descubierto.

Erebor y Giliath sonrieron ligeramente. La diosa sabía que algo como aquello iba a pasar; desde el momento en que el colgante de Elea había desaparecido del cuerpo de Malfoy, la pose arrogante y manipuladora de Draco Malfoy había desaparecido; su aura siempre oscura parecía haber adoptado un color neutro que estaba segura que a Harry no se le había pasado por alto y el que Malfoy utilizara aquellas expresiones y pusiera aquellas muecas sólo eran pura fachada, nada que ver con el Draco en el que podía llegar a convertirse.

-Y a veces me arrepiento de ellos, Potter –contestó Malfoy.

Harry sólo sonrió.

-¿Qué me he perdido? –preguntó Ron.

Snape alzó una ceja de forma inquisitiva y lo miró fríamente.

-¿Quiere que hagamos el recuento desde que entró a Hogwarts, señor Weasley? –el pelirrojo se sonrojó furiosamente por el comentario del profesor pero no dijo nada, después de todo, no quería tener problemas con Snape.

-Será mejor que nos vayamos moviendo, la reunión está a punto de empezar –sugirió Remus calmando los ánimos.

Harry se encogió de hombros y empezó a andar con Draco y Sanpe cerca de él; el profesor porque tenía la necesidad de hacerlo, y aunque sabía que se debía al colgante de Elea que ahora estaba en su poder, eso no le quitaba para que se sintiera estúpido haciéndolo; Malfoy simplemente porque sabía que Potter no permitiría que le pasara nada, por muy idiota que eso pudiese sonar.

-Yo me alegro de que el profesor Derin no esté… -murmuró por lo bajo Ron-… con los profesores Giliath y Erebor, Snape y el hurón, tengo más que suficiente…

Remus, a su lado le palmeó el hombro en actitud conciliadora sin poder reprimir una suave risa.

-No tenemos la contraseña –apuntó Malfoy desde delante.

Harry se encogió de hombros y colocando su mano abierta sobre la gárgola que custodiaba el despacho de Dumbledore, una luz dorada salió de su palma y la estatua de piedra empezó a moverse. Snape le miró y el chico se encogió de hombros.

-Adelante, ya podéis subir –se limitó a decir el adolescente mientras empezaban a pasar hacia las escaleras. Una de sus manos agarró el brazo de Erebor cuando éste fue a pasar y el dios le miró-. Ya hablaré con vosotros dos sobre Derin y Ahsvaldry cuando salgamos de la reunión –les dijo claramente.

-Por supuesto Ainur –contestó la diosa con una sonrisa conciliadora.

-Evidentemente –respondió Erebor empezando a subir ofreciéndole el paso primero a Giliath con caballerosidad.

Harry negó con la cabeza mientras los veía subir lentamente y despacio, y sonrió cuando notó que ambos aumentaban su aura para que fuera visible; se encogió de hombros mentalmente, si ellos dos querían hacerlo, ¿quién era él para no seguirles la corriente? Una invocación a su poder fue más que suficiente para que su aura creciese también.

El ulular de Fawkes descendiendo por las escaleras le atrajo la atención, pero no dijo nada cuando el ave se posó sobre su hombro, limitándose a acariciar el bello y sedoso plumaje del animal.

-Es la hora de la fiesta… -susurró el chico. Fawkes extendió sus alas. Él también quería llamar la atención.

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Verónica se retorció un mechón de cabello sin darse cuenta, de forma inconsciente; estaba en el pasillo de la primera planta del castillo, entre el aula de pociones y el Gran Comedor con un libro entre las manos, aunque por primera vez en su vida no parecía querer leerlo, sino simplemente tenerlo como apoyo y es que era curioso como un libro podía hacerla sentir bien, segura y protegida, como si en cualquier momento pudiera meterse entre las páginas del libro en un mundo nuevo, diferente y seguro en el que nadie ni nada podría hacerla daño.

Sabía que si Harry se enteraba de que estaba fuera de las habitaciones se enfadaría y bastante, la verdad, pero no había podido quedarse allí quieta, encerada entre cuatro paredes esperando que el su novio o cualquiera de los otros inquilinos de la habitación que parecían haber desaparecido de golpe, llegasen para contarle lo que había ocurrido en la reunión.

No estaba segura de todo aquello; conocía la testarudez de Harry y había aprendido que cuando se le metía una cosa entre ceja y ceja era prácticamente imposible hacerle desistir de esa idea. Casi tuvo la tentación de reírse al imaginar la actitud que Harry tendría en la reunión, pero la tentación se desvaneció tan pronto como había aparecido cuando recordó las palabras del chico "voy a buscar a Voldemort". No iba a esperar a que nada más ocurriera, no iba a esperar a que Voldemort atacara Hogwarts, barrios muggles ni nada similar; iba a ir a buscarlo para enfrentarse a él y Verónica tenía la sensación de que era como ir de cabeza al matadero.

-Me he enterado de lo de tu padre, lo siento.

Verónica miró hacia atrás, Pansy Parkinson y Blaise Zabinni estaban de pie junto a ella.

-Gracias –contestó la chica-. ¿Quién os ha…

-Draco –dijo Blaise sentándose junto a Verónica y sentando a Pansy en su regazo a lo que la chica no se opuso.

-¿Y quién ha…

-Suponemos que el profesor Snape –contestó esta vez Pansy encogiéndose de hombros-, aunque Draco no nos lo ha querido confirmar.

-Nunca lo hace cuando se trata de Snape, por eso suponemos que él ha tenido algo que ver –añadió Blaise divertido rodando los ojos-. Cree que no sabemos como es y lo conocemos mejor que sus padres.

Pansy soltó una risita nerviosa y Verónica sonrió también.

-Me alegro ver que estés mejor, Parkinson –dijo la chica sinceramente.

Pansy asintió en silencio mientras para Verónica no pasaba inadvertido la forma en que buscó la mano de Blaise a ciegas y el modo en que el chico apretó su abrazo y su cierre sobre la cintura de la chica.

-He tenido mucho apoyo –afirmó Pansy echando la cabeza hacia atrás y mirando a su novio-. Y creo que tú le aconsejaste, así que gracias.

-Sí, gracias –corroboró Blaise.

-No tenéis que dármelas.

-¿Por qué eres así con nosotros? –Verónica arrugó el ceño sin saber a qué se refería Pansy con aquella pregunta-. Ya sabes, somos Slytherins, se supone que tendrías que odiarnos, además, después de los insultos que te hemos dedicado durante todos estos años…

Verónica sonrió a medias.

-¿Y de qué me serviría odiaros? –preguntó la chica-. Si os hubiese odiado más no habríais terminado vuestros insultos, ¿no? Y tampoco me hubiese servido para dormir por las noches sin llorar o sin preguntarme por qué pasaba esto –una mueca de culpabilidad se dibujó en el rostro de los dos Slytherins-. Odiaros no me habría sacado de nada y seguramente me hubiera sentido mucho peor haciéndolo –concluyó la chica.

-Draco tenía razón –dijo a media voz Pansy.

-¿Malfoy? –Pansy asintió-. ¿Qué dijo?

-Que eras diferente –le contestó Blaise-. Que te preocupaste por él como no lo había hecho nada más a parte de nosotros dos y el profesor Snape, que pese a lo que siempre te había hecho, no le dejaste solo y que si no hubiese sido por tu constante esperanza de que Potter iría a salvaros, seguramente él se habría entregado a Quien-Tú-Ya-Sabes-Quién.

Verónica rodó los ojos.

-Voldemort –ambos sintieron un escalofrío-. Por todos los magos y brujas, sólo es un nombre. Voldemort. No es tan difícil.

-Hemos crecido aprendiendo a temer ese nombre incluso a su simple mención –dijo Pansy justificándose.

-Yo también –contestó Verónica-. Pero también me enseñaron que temerle a un nombre sólo intensifica el temor a ese nombre; sólo es un mago como lo puede ser Dumbledore, Lupin, Snape, Harry o tú –le replicó la chica.

-Ah, no, a mí no me puedes meter en el mismo saco que a Potter y al profesor Snape –dijo muy seguro de sí mismo Blaise.

Verónica rió bajito y de forma suave.

-Ojalá pudiera saber qué está ocurriendo en la dichosa reunión –dijo entonces.

Pansy y Blaise se miraron, a ellos dos también les hubiera gustado saberlo.

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El bullicio del despacho de Dumbledore, convenientemente agrandado para acoger a la mayor parte de los miembros de la Orden del Fénix, se calló abruptamente cuando la puerta se abrió dando paso al profesor Snape seguido de Draco Malfoy. Antes de que Ojoloco o Molly Weasley pudieran intervenir diciendo que el muchacho no pertenecía a la Orden y que por lo tanto no tenía derecho a estar allí, la mano de Snape colocada sobre el hombro de su ahijado y las miradas frías de Erebor y Giliath, hicieron que nadie se atreviese a decir nada, ni siquiera Dumbledore.

Harry entró el último; sus ojos se fijaron en que Remus había ocupado una silla libre junto a la ventana, frente a ellos, Snape ocupaba el asiento entre Dumbledore y Draco, como si temiese que el anciano pudiera hacerle algo a Malfoy. Ron, ignorando las caras de sorpresa e incredulidad de sus padres y de Hermione, se había sentado junto a Fred que, como si entendiese lo difícil que aquello era para su hermano menor, le había pasado un brazo por los hombros en una actitud reconfortante.

Harry frunció el ceño al ver que el único asiento libre y disponible era el que estaba a la derecha del director; en la cabeza de la mesa; dirigió una mirada a Erebor que se limitó a encogerse de hombros.

"-Sólo es una silla, Ainur"

Harry rodó los ojos, estaba seguro que de que tono jocoso y burlón de Erebor no había sido imaginación suya.

Aún con Fawkes en su hombro, Harry rodeó la mesa, fijando sus ojos en los que una vez había creído eran sus amigos, aquellos que debían cuidar de él y que habían fracasado en pos de unas creencias basadas en la ignorancia. Erebor y Giliath se situaron detrás de él, a sus lados, Erebor a la izquierda, su aura fogosa desplegada, Giliath a la derecha, su serena calma transmitiéndosela a través de la mano sobre su hombro. Harry dirigió una mirada a Snape, sentado delante de él y apartando la silla sin moverla, utilizando sólo su magia, se sentó elegantemente cruzando una pierna sobre la otra y sus dos brazos sobre el pecho en una actitud desafiante que hizo sonreír a Erebor y fruncir el ceño a Giliath; odiaba que se comportara de aquella forma aunque si por ella hubiera sido, más de la mitad de los presentes habrían salido por la puerta con la cabeza arrancada.

-Voy a buscar a Voldemort –anunció serenamente Harry cerrando los ojos y esperando la explosión.

-¡Te has vuelto loco! –gritó Hermione.

Harry abrió sus ojos verdes y los clavó en la chica.

-No, la última vez que lo comprobé seguía cuerdo, gracias Granger.

-Señorita Granger, estoy seguro de que Harry tiene una muy buena explicación para esto, ¿cierto, señor Potter? –intervino la voz de Dumbledore antes de que Hermione dijera lago más que pudiera sentir después de decirlo.

-No hay ninguna explicación; voy a buscar a Voldemort, no va a morir nadie más si puedo impedirlo –contestó Harry con desinterés como si estuviera diciendo que iba a dar un paseo por los terrenos.

-Es una locura –dijo Tonks.

-No podemos permitir que haga algo así –añadió Molly sin dejar de mirar de reojo al menor de sus hijos.

Harry bufó molesto. ¿No podía permitir que hiciera algo así? Pero sí podían permitir que un niño recibiera golpes, humillaciones e insultos, y por supuesto podían permitir que todo el mundo mágico pusiera sus esperanzas en él y evidentemente podían permitirse el utilizar el nombre de Harry Potter para hacer todo lo que quisieran y por supuesto que podían permitir el manipularlo durante años y el querer guiarlo a su antojo y voluntad. Pero no podían permitir que el niño fuera hombre y no podían permitir que hiciera lo que tenía que hacer salvo a excepción, claro está, de que a ellos les interesara u obtuvieran un beneficio al respecto.

"-Cálmate"

El chico asintió ante el consejo de Giliath. Los comentarios habían empezado en la sala; algunos criticaban la actitud de Harry, otros se preguntaban por qué el único profesor que parecía poder hacer algo, estaba callado y en silencio más preocupado de que Dumbledore no se acercara a Malfoy que en otra cosa, y otros comentaban que Potter se había vuelto loco.

Harry invocó su poder y una ráfaga de aire helado inundó el lugar, creando un remolino de viento que se fue a reposar en la mano abierta que tenía sobre su regazo, atrayendo la atención de los presentes cuando Fawkes ululó.

-Y ahora que tengo su atención, dejen que les diga algo; no he reunido a la Orden para pedirles permiso ni tampoco quiero su aprobación. Voy a encargarme de Voldemort antes de que adquiera más poder del que ya tiene.

-¿Y cómo sabes tú el poder que tiene, Harry? –preguntó Arthur ante la insistente forma en que su mujer le estaba clavando el codo en las costillas.

-Eso, señor Weasley, no puedo decírselo –dijo cordialmente el chico pero con un deje de advertencia que no pasó inadvertido para nadie-. Sólo puedo decirles que hay que terminar con esto antes de que adquiera más poder.

"-Y antes de que inunde el mundo mortal de naryns

-Eso no ha tenido gracia Erebor.

-Callaos los dos por favor. Me duele la cabeza"

Dumbledore suspiró resignado.

-De acuerdo, iniciaremos una estrategia y en poco tiempo podremos…

-¿Cuánto es poco tiempo para ti, Albus? –preguntó Remus de forma mordaz mientras veía como Snape miraba al director del mismo modo en que lo estaba haciendo él.

A Harry no le sorprendió; al contrario, se lo esperaba. Después de todo, ellos dos habían estado en más reuniones de las que podría siquiera imaginar y era más que evidente que ambos adultos conocían el modo de proceder del viejo director que miró al hombre lobo sin aquel brillo de diversión que siempre lo caracterizaba en sus ojos.

-Un par de años –Harry sonrió de medio lado-, tres como mucho…

-Dos días –dijo el adolescente poniéndose en pie. Todos le miraron-. Ron planificará la estrategia de ataque para la Orden y los aurors que estoy seguro va a mandar llamar –dijo lo último con la resignación de quien se sabe sin escapatoria-. Tendremos ayuda extra pero de eso me encargo yo y los profesores Derin, Giliath y Erebor –y por si alguien tuviera alguna duda señaló a los dos profesores que seguían detrás de él.

-¿Acaso sabes donde está Quién-Tú-Ya-Sabes-Quién? –preguntó burlón Ojoloco.

La mirada que Harry le dedicó le recordó a James cuando se proponía algo y tenía a toda la orden en contra; aquel chico había sacado la mirada de su padre, el color de ojos de su madre y la terquedad de ambos.

-Estará donde todo comenzó –se limitó a decir el chico.

-Dos días… es imposible Harry, si al menos fuera una semana… -empezó a decir Minerva.

-Dos días –recalcó el chico-. O desapareceré del mundo mágico y créanme que no me encontrarán ni aunque miren debajo de cada piedra de la maldita tierra –masculló Harry levantándose y dirigiendo una mirada al director que indicaba claramente que no estaba bromeando-. Y ahora si me disculpan, tengo cosas que hacer –caminó lento y seguro hacia la salida, indicando a Malfoy y Snape que era la hora de irse; Remus también se puso de pie y Ronald Weasley le siguió bajo la incrédula mirada de Hermione y la atenta mirada de su madre -. Otra cosa más, Dumbledore –dijo Harry parándose en seco.

-¿Qué Harry?

-La Orden y los aurors del Ministerios sólo podrán atacar en la zona de mortífagos, ¿está claro? –sus ojos verdes brillaron con fuerza-. Nadie más va a morir por esta causa y no voy a dejar que luchen contra lo que no conocen.

-Nos estás tratando como si fuéramos magos inexpertos, Potter –protestó una voz al fondo de la sala.

Harry entrecerró los ojos y con un simple movimiento una esfera dorada apareció en la palma de su mano y voló en dirección a aquel hombre en cuestión de segundos, tan rápido que sólo pudieron ver la estela dorada que dejó a su paso al atravesar el espacio flotando. La esfera se abrió estallando y formando un aro de la medida del cuello del hombre, rodeándolo por completo.

-¡Quema! –gritó el hombre intentando arrancárselo y consiguiendo únicamente que las manos se le quemasen.

Erebor chasqueó la lengua y convocó al fuego para impedir que aquel hombre muriera preso del fuego puro que Harry había creado.

-Son magos inexpertos teniendo en cuenta a lo que se tendrían que enfrentar –contestó el chico-. Señores, buenas tardes.

La comitiva encabezada por Harry abandonó la estancia tan callada y silenciosa como habían entrado en un principio.

Dumbledore apoyó su brazo en el reposa brazos del sillón y suspiró cansadamente mientras masajeaba el punte de la nariz con dos dedos, dándole un pequeño masaje circular.

-¿Qué haremos Albus? –preguntó Arthur Weasley.

-Sinceramente a mí ese chico no me gusta ni un pelo –intervino Moody-. No sé donde ha estado ni quienes son esos dos que siempre van con él, pero su actitud me recuerda mucho a un muchacho que estuvo aquí y tú sabes bien a quién me refiero, Albus.

El director asintió.

-Me he ocupado de ello –contestó el director-. No puedo permitir que el mundo conozca a otro Tom Riddle.

Minerva observó a Dumbledore. Viejo, cansado, hastiado y resignado. Culpable y temeroso. Después de tantos años a su lado, sólo le bastó que el hombre la mirara unos segundos para entender que había tomado una decisión y que no iba a compartir con nadie, ni siquiera ella; lo único que podía saber era que, fuera lo que fuera, Albus Dumbledore había decidido de nuevo el futuro de Harry Potter, del mismo modo en que lo había decidido aquella noche hacía quince años cuando había dejado a aquel bebé en el portal de los Dursley.

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Algo andaba mal. Derin abrió la puerta de las habitaciones y se detuvo en el acto; algo estaba diferente; miró alrededor y entonces lo notó; la energía de Harry estaba extendida hacia él rodeando las paredes de la sala. Arqueando una ceja y preguntándose qué era lo que estaba tramando el chico, Derin desenvainó una de sus dagas del cinto y dio un paso hacia delante. Tan pronto como la magia de Harry notó la presencia de Derin, cuatro esferas de fuego se fueron a estrellar contra el dios y le hubieran dado de lleno si no hubiese sido por la agilidad que tuvo el dios para esquivar los ataques mágicos de Harry.

-Lástima, debí poner más esferas –dijo el adolescente.

Derin, que había terminado acuclillado en el suelo con una pierna flexionada y la otra estirada hacia atrás en lo que parecía una posición incómoda, lo miró y casi sintió un escalofrío cuando vio los ojos verdes y fríos de Harry. La palabra clave era "casi". Sabía que Harry nunca le haría daño del mismo modo en que Ainur sabía que él nunca le haría daño.

-Bonito recibimiento –se quejó Derin.

-Casi tan bonito como que desaparecieras camino de Ahsvaldry sin decirme nada –contestó Harry cruzado de brazos sin hacer el menor movimiento que indicase que iba a ayudarle a levantarse.

-Ainur

-¿Mmm?

-¿Quieres quitarme el hechizo de paralización? Sabes que en ese terreno tu magia es más fuerte que la mía –añadió con cierta irritación.

Harry sonrió de medio lado pero hizo un gesto con su muñeca moviendo la mano de forma condescendiente haciendo que el hechizo desapareciese.

-Gracias –comentó sarcástico Derin levantándose.

-Te lo mereces. ¿Se puede saber por qué has ido a Ahsvaldry y por qué no me has dicho nada?

Derin enarcó una ceja mientras se guardaba su daga de nuevo. Conocía aquel tono en Harry y no presagiaba nada bueno.

-¿Tan mal fue la reunión? –preguntó el dios.

-Peor. Estoy seguro de que Dumbledore trama algo pero aún no sé qué es.

-Lamento no haber estado ahí, pero tenía que ir a… -miró a los lados-. ¿Dónde están Erebor y Giliath?

-Con Remus –Derin le miró-. A buscar a Verónica –Derin lo miró con más insistencia y Harry resopló-. No me gusta que esté desaparecida más de dos horas ¿de acuerdo?

-Tan protector como tu madre… -susurró el dios lo suficientemente alto para que el chico lo escuchara; Harry sonrió encantado con aquella comparación. El rostro del dios se volvió siniestro y preocupado-. Tenemos que hablar.

-¿Qué ocurre?

-Verónica tiene que recibir un entrenamiento Harry –el chico iba a protestar cuando Derin insistió de nuevo-. Y tiene que tenerlo en Ahsvaldry. Puede ser muy peligroso para ti y para ella aparecer cuando crea que estás en peligro y más aún convocar el poder de la Espada Blanca.

-No voy a dejar que vaya sola a Ahsvaldry –dijo el chico completamente convencido.

-Eso me lleva a la otra parte del problema –dijo el dios francamente preocupado-. Stell convocó a los shyggards, por eso no estaba aquí para la reunión.

-¿Y por qué no noté su llamada?-preguntó el chico.

-Porque lo impedí –repuso el dios sin mostrar signo alguno de sentirse culpable por ello-. Y si esperas que me disculpe por ello, puedes sentarte, Ainur.

-Si te disculparas por ello no serías el Derin que conozco –repuso Harry aunque estaba visiblemente molesto por aquello-. ¿Qué quería mi abuelo?

-Alguien ha abierto un portal y varios naryns están pasando al mundo mortal.

-Voldemort –no era una pregunta. Derin asintió-. Ahora no tengo tiempo… -murmuró más para sí mismo que para el dios-… el ataque a Voldemort será en dos días… no puedo preparar a Verónica y no pienso dejar que nadie la prepare sin estar yo cerca –añadió antes de que Derin dijera nada.

-¡Sé cuidarme sola! –protestó la chica abriendo la puerta y mirando a su novio ignorando la atención que estaba recibiendo de parte de los tres dioses y de su padrino.

-Te dije que te quedaras aquí –contestó el chico sin alzar la voz. Giliath sonrió, Harry parecía divertido con el enfado de Verónica.

-¿Esperando a que vinieras para decirme que te vas a largar a buscar a Voldemort y que es posible que no vuelvas?

-Estaba preocupado, por eso les pedí que te fueran a buscar –contestó él.

-Sólo fui a dar un paseo –se disculpó Verónica al notar la mirada realmente preocupada de su novio.

-Tienes suerte de que pueda rastrear tu aura, Melian –le dijo él acercándose y rodeándole la cintura con una mano-. De otro modo hubieras sido testigo de cómo Hogwarts volaba y se ponía boca abajo para poder encontrarte.

-Exagerado –se limitó a contestarle ella rodando los ojos-. No tenías que enviarlos a buscarme, ¿sabes? Sé cuidar de mí misma –añadió ella recordando que en un principio había entrado enfadada.

-Lo sé –la besó con suavidad en la frente-. Tengo que hablar contigo de algo –su visa se posó en Giliath y Erebor mientras suspiraba-. ¿Has tenido profesores particulares alguna vez?

Ella le miró y enarcó una ceja; Derin sonrió a medias y Harry miró a la chica como si en cualquier momento fuera a pedirle perdón por algo pese a que sabía que no había por lo que pedir perdón.

-Será divertido… -murmuró Derin.

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Remus parecía concentrado en su plato de verduras rebozadas y la carne de pavo asada con jugo de limón, pero en realidad estaba pendiente de otras cosas. A su lado, Severus que seguía manteniendo discretas miradas con su ahijado y la mesa de Slytherin como si quisiera hacerles entender que no iba a dejar solo a Draco ni un segundo, lo miraba debatiéndose si debía decirle lo tonto que se veía jugando con su comida como si fuera un quinceañero enamorado o si debía permanecer en silencio. Y es que el hombre lobo estaba ocupado recordando que hacía casi dos días que Harry, Giliath y Verónica habían desaparecido con Derin hacia Ahsvaldry.

(flashback)

-Sigue sin gustarme la idea –dijo Remus mirando a Giliath mientras la diosa se aseguraba de dejar bien protegida la habitación.

-Es el único camino Remus; Harry necesita a Derin para entrenar y está claro que no va a dejar a Verónica precisamente cuando ella necesita aprender algunas cosas –el licántropo frunció el ceño.

Desde que Harry les había comunicado que durante esos dos días en los que, había dejado instrucciones a Ron y Remus para que preparan el ataque, él y Verónica estarían en Ahsvalry, el hombre lobo había sentido inseguridad, miedo y una extraña sensación de abandono. No quería separarse de Harry; le había costado mucho verle como Harry y no como el hijo de James y Lily y no estaba dispuesto a dejarlo escapar de su vida; eso por no hablar de Verónica. No tenía intención de dejarla escapar cuando precisamente acababa de decirle que era su ahijada.

-Erebor estará en Hogwarts por si ocurre algo y tiene que avisarnos –añadió la diosa-. Y cuidaré de Verónica como si fuera mi hermana –dijo comprendiendo la preocupación del hombre-, ella no te va a olvidar, Remus.

-El tiempo pasa más rápido en Ahsvaldry –argumentó el hombre.

-Así es.

-¿Cuánto tiempo…

-Dos meses –le contestó la diosa antes de que él terminase de hablar.

-Dos meses… -repitió el hombre lobo.

-Pero sólo serán dos días aquí, Remus –le recordó la diosa sin poder evitar sonreír ante la preocupación que mostraba Remus por aquello.

-¿Verónica estará bien? –preguntó el licántropo.

-Perfectamente, de eso me encargaré yo –se giraron hacia la puerta donde Harry los miraba con los brazos cruzados-. ¿Está todo listo? –preguntó a Giliath.

-Sí, todo listo –contestó ella-. ¿Seguro que quieres hacerlo?

Harry torció el gesto.

-No sé cuándo voy a enfrentarme con Elea, sólo sé que necesito tener un nivel doce y que sólo estoy en el diez –dijo con amargura dejando reflejado perfectamente que odiaba aquello-. No pudo aumentar dos niveles en dos días, en Ahsvaldry tendré más tiempo. ¿Estarás bien? –preguntó mirando a Remus.

-Se supone que eso debería preguntártelo yo a ti, Harry –contestó el hombre sonriendo-. Estaré bien, aunque estaré mejor cuando regreses, así que supongo que cuanto antes os marchéis…

-…antes regresaremos –contestó el chico acercándose a él y envolviendo al hombre en un afable abrazo que fue correspondido-. Cuidaré de ella… -prometió en un susurro al oído del hombre.

-Lo sé –contestó Remus separándose de él.

-Bien, iré a buscar a Verónica –le dijo a Giliath-, Derin ya se ha marchado, me ocuparé de mi novia, ¿te veo en Ahsvaldry?

-Claro.

El chico se despidió agitando la mano mientras salía de la habitación, sabiendo que tan pronto como saliese por la puerta, Giliath y Remus se despedirían a su modo; arrugó la frente ante aquel pensamiento; por supuesto que quería a los dos, pero imaginarlos besándose, acariciándose o quizá manteniendo relaciones sex…. No, mejor no pensar en ello.

Sonrió. Serían dos meses agotadores.

(fin flashback)

Cuando Draco rió sonoramente al ver al licántropo verter salsa de naranja sobre las verduras en lugar de sobre la carne, rodó los ojos y dejando los cubiertos sobre la mesa, procedió a limpiarse antes de darle un discreto pisotón a Draco para que dejara de reír por la cara de Lupin.

-Me encantaría probar las verduras de esa forma, aunque siempre he pensado que la naranja no iba bien con la zanahoria –llamó la atención el profesor de pociones.

Remus parpadeó y su vista pareció fijarse entonces en el plato que tenía delante.

-Vaya… perdón –se disculpó con la mesa-… estaba pensando en otras cosas –sacó su varita y apuntó el plato con ella-… evanesco –las verduras desaparecieron y el plato también.

Draco ahogó una risa ante la mirada de su padrino; Severus miró a Remus con una ceja enarcada.

-No estás en tu mejor magia, ¿verdad Lupin?

Remus se permitió el sonreír a medias, avergonzado por lo que acababa de ocurrir y tomó su plato con carne decidiendo olvidar las verduras.

-Tengo un mal día –concedió el licántropo-. ¿Cómo van tus investigaciones? –preguntó.

Severus reprimió las ganas de decirle algo inapropiado y a cambio, suspiró profundamente.

-Aunque me cuesta trabajo admitirlo, Weasley está haciendo un buen trabajo –Remus enarcó una ceja esta vez y Snape suspiró-. H revisado las estrategias que ha planeado… Y me sorprende que con esa mente calculadora no haya estado en Slytherin –añadió dejando perplejo al hombre lobo y a Draco-. Y no me mires así –recomendó a su ahijado-, tú las has visto, sabes hasta qué punto son buenas.

Draco asintió en silencio después de beber de su copa para tragar el trozo de rosbeef que había en su plato y poder hablar.

-Pero Weasley las ha diseñado en torno al Valle de Godric, ¿cómo puede Potter estar tan seguro de que Voldemort estará allí?

Remus sonrió y sin saber qué contestar le dio la única respuesta que conocía, la que Giliath y Harry le habían dado a él.

-Porque quiere terminar con lo que empezó y todo empezó allí, la muerte de James y Lily y la protección antigua sobre Harry.

-El Lord es muy orgulloso y ambicioso –añadió Snape-; está obsesionado con Potter y con terminar lo que empezó… todo comenzó en el Valle de Godric, es lógico que termine allí del mismo modo como empezó.

Draco asintió e iba a preguntar si sabían algo de los profesores y de Harry y Verónica cuando la puerta del Gran Comedor se abrió de forma estrepitosa causando que algunos de los alumnos se quedasen con el bocado a medio camino entre el plato y la boca. Erebor no prestó atención a nadie, se dirigió a la mesa, se sentó en una silla con brusquedad pero con esa gracia innata que tanto admiraba Draco y se sirvió un poco de comida sin siquiera utilizar las manos. Para Remus no pasó desapercibida el aura del profesor y dios que parecía bastante molesta y el ex profesor de defensa hubiese jurado que era Erebor quién la mantenía alta sabiendo el respeto que eso podía ocasionar en los que le miraban. Sonrió. Respeto y miedo.

-¿Sucede algo? –preguntó el hombre lobo con tacto y suavidad ya que ni Snape ni Draco parecían dispuestos a tener el valor de hacer una pregunta semejante al profesor.

-Se me olvidó preguntarle a Ainur si puedo lanzarles una maldición divina a los chicos –dijo como si aquello fuera a resolver las dudas que su mal humor había atraído la atención de los presentes.

Remus enarcó una ceja.

-Aunque a mí también me gustaría hacerlo a veces, no creo que fuera lo más apropiado –dijo Severus mirándolo de forma fija.

En vez de contestar, Erebor se limito a gruñir por lo bajo mientras bebía de su copa otro sorbo más de vino y lanzaba mirabas asesinas hacia ciertos chicos de las cuatro casas. Remus se sorprendió; Erebor era el más calmado de los dioses, tenía que haber ocurrido algo bastante grave para que hubiese perdido los nervios de aquella manera.

-¿Profesor? –se aventuró a decir Draco ganándose una mirada furiosa por parte del tranquilo Erebor.

-He tenido que calmar a un grupo de serpientes, tejones, águilas y leones que parecían muy persuasivos en su intento por difamar a Harry, así que no estoy de humor –contestó el hombre.

Severus sonrió discretamente pero Erebor lo vio y en cualquier otro momento lo hubiera olvidado, pero aquel día no era uno de esos momentos.

-¿Qué?

-Que el deseo de Albus se ha hecho realidad –dijo con sarcasmo. Remus sonrió y Erebor enarcó una ceja-. Las cuatro casas se han unido por algo en común.

Erebor no dijo nada. Se limitó a suspirar y a rogar por que Harry regresara pronto; parecía que el carácter de Severus se volvía menos ácido cuando Ainur estaba cerca.

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Cuando sus pies tocaron de nuevo lo que parecía ser suelo firme, Verónica lo agradeció en silencio, no era que Harry no hubiera sido suave y la hubiera mantenido apretada contra él todo el tiempo, pero el sentir como un remolino de viento la succionaba literalmente y como luego le daba vueltas y más vueltas, no era una sensación muy agradable. De forma instintiva se llevó las manos a la cabeza para masajeársela; unos segundos después, las manos de Harry quitaban las suyas masajeándole las sienes él mismo.

-¿Estás bien? –preguntó Harry suavemente sabiendo por experiencia que el primer viaje con los elementos podía trastornar a cualquiera.

Verónica asintió.

-Odio los torbellinos de agua –argumentó Derin cuando apareció sujeto del brazo de Giliath que le sonrió con condescendencia-. Recuérdame que no vuelva a viajar con ella –le pidió a Harry.

Giliath miró al dios con falsa ofensa.

-De acuerdo Derin –contestó él sin apartar las manos de Verónica-. Sentirás un pinchazo ahora –le avisó a la chica que frunció la frente cuando una corriente eléctrica pasó a través de los músculos de su cara-. Ahora estarás bien… tu cuerpo se tenía que acostumbrar al ambiente de aquí.

-¿Es que no es igual que… -preguntó abriendo los ojos-. No, definitivamente no es igual…

Verónica miró a su alrededor. Si le había sorprendido la belleza que había encontrado en la habitación de los menesteres cuando Harry había conservado un rincón de Ahsvaldry para que ella pudiera verlo, la belleza real de Ahsvaldry la conmocionó completamente. Mirara donde mirara veía verde, plantas, árboles, se respiraba tranquilidad, paz y armonía; como si la maldad nunca existiera, como si nunca hubiera existido allí.

-Este lugar es precioso… -susurró ella.

Giliath sonrió satisfecha.

-Bueno, por lo menos no ha dicho que si esto era el cielo –dijo risueña mientras miraba a Harry de forma directa.

El chico se sonrojó unos segundos antes de encogerse de hombros.

-¿Qué queríais? Tal y como estaba era lo mejor que podía pensar… -se defendió el chico.

Giliath retomó su acostumbrado papel de hermana mayor y lo abrazó suavemente mientras lo besaba en la frente, beso que fue aceptado por Harry mientras Verónica observaba la dulzura con la que ellos dos se trataban.

-Y no me equivoqué mucho –añadió el chico-, hay ángeles –miró coquetamente a la diosa que rió suavemente.

Derin carraspeó mientras rodaba los ojos ante la divertida mirada de Verónica.

-Bueno, es hora de entrenar –le dijo a Harry.

Giliath y Verónica entendieron inmediatamente que aquella era su forma de despedirse de ellos.

-Hay instrucciones que dar a los shyggards, y a los Lobos y tienes que hablar con Stell y tenemos que perfeccionar tu nivel. ¿Feamor? –preguntó el dios.

-Feamor estará en los establos privados –contestó Harry-. Nos vemos en la cena, ¿de acuerdo, preciosa? –Verónica asintió antes de que el chico se inclinase sobre ella y la besara con dulzura, sin importarle, al parecer, que dos adultos estuviesen presenciando la escena-. Haz caso a Giliath, te dejo en buenas manos.

-Tranquilo, prometo no ponerla en tu contra –aseguró la diosa sonriendo burlonamente.

Harry negó con la cabeza divertido mientras se alejaba siguiendo a Derin que había empezado a caminar hacia el castillo que se veía a través del espeso follaje del lugar.

-¿Y bien? –preguntó la diosa rodeándola por los hombros con un brazo-. ¿Estás preparada?- Verónica resopló a modo de respuesta y Giliath sonrió-. Perfecto, eso mismo dijo Harry su primer día.

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Dos días habían pasado desde que se habían marchado, dos meses para ellos. Era el momento en que Dumbledore iba a enterarse de su regreso e iba a enterarse de que estaban dispuestos a seguir con lo que había planeado Harry.

-¿De verdad es necesario todo esto? –preguntó la chica mirando como Harry iba vestido y como la habían vestido a ella.

Harry llevaba con orgullo el uniforme de los Lobos Grises que había visto tantas veces en Ahsvaldry. Tenía que admitir que el blanco le sentaba realmente bien; los pantalones blancos y la casaca roja sobre la camisa de lino blanca se ajustaban a los músculos del chico perfectamente, marcando lo que tenía que marcar y cayendo holgada donde tenía que hacerlo; los botones dorados a un lado de la casaca daban brillo al uniforme que llevaba grabado en el pecho la cabeza de un lobo, sobre el corazón; botas negras escondidas bajo el pantalón pero que ella había visto en infinidad de ocasiones terminaban el uniforme. Y luego estaban las armas; Harry llevada las dos dagas en el cinto y una tercera en la pierna, bajo el pantalón, sujeta por una cinta; la espada la llevaba colgando en la pierna izquierda y la llevaba con elegancia y naturalidad, casi parecía que hubiese nacido con ella; el arco sobresalía por uno de sus hombros. La chica no pudo evitar sonreír al notar que aquel aspecto con el cabello negro más desordenado que nunca y los ojos verdes brillando nunca le había parecido tan sexy como en aquel momento.

Derin vestía igual que Harry y la chica tenía que aceptar que decir que Derin se veía mal con el uniforme sería una mentira de las más grandes de la historia de su vida y del mundo; y es que el profesor se veía realmente bien vestido con el uniforme negro y blanco. Arrugó la frente cuando recordó que Derin le había explicado que su color era negro y no rojo porque era mucho más veterano que Harry y aunque ella había insistido en que le dijera la edad que tenía, el dios no había cedido ni flaqueado. El profesor se había atado el cabello largo en la sien utilizando algún tipo de hierba resistente, y el resto de cabello caía sobre la espalda, resaltando en la casaca negra. Llevaba al igual que Harry la espada, pero en el lado derecho, en la mano izquierda sujetaba una hermosa lanza estilizada y elegante, corta, que sabía bien que podía aumentar de tamaño y cambiar a voluntad de su portador; además, dos empuñaduras idénticas forjadas en oro blanco sobresalían por ambos hombros, colgadas a sus espaldas enfundadas en dos vainas blancas que se cruzaban en el pecho del profesor.

El aura tranquila de Giliath que había estado con ella durante todo el entrenamiento, volvió a abrazarla con fuerza en la invisibilidad y ella se giró para mirar a la diosa que tenía un aspecto increíble. No sólo presentaba belleza y dulzura, también la fuerza, el carácter y la seguridad que ella algún día soñaba con tener. Giliath llevaba una túnica blanca que dejaba sus hombros al descubierto, las mangas de la túnica se ceñían a sus gráciles brazos y caía sobre su pecho y cintura como si fuera una segunda piel; luego caía suelta hasta el suelo, dejando oculto unas sandalias negras, como negra era la diadema que adornada su ensortijado cabello rojizo, tallada de forma fina y elegante le confería a la diosa un porte aristocrático pese a que no lo necesitaba; una fina cadena rojiza que cruzaba su cintura estrecha y en la cual llevaba colgada una pequeña daga, completaba su atuendo, dejando ver así una armonía entre Harry, Derin y ella, siendo la que lucía los tres colores que predominaban en los dos hombres: negro, blanco y rojo.

-Claro que es necesario –contestó Giliath por Harry-. Ya deberías estar acostumbrada, ¿me vas a decir ahora que no estás cómoda con esa túnica?

Verónica rodó los ojos mientras examinaba su atuendo.

Roja. Una túnica roja de corte parecido al del vestido que había llevado durante el baile; de finos tirantes y escote recto ceñido al pecho y ajustado allí por una cinta negra fruncida, cayendo desde el pecho hacia abajo en diferentes capas de seda que flotaban con suavidad con cada gesto y paso que ella daba; la túnica le llegaba a la altura de los tobillos, dejando ver claramente el tatuaje que había adoptado en Ahsvaldry, una daga plateada que iba rotando sobre sí misma a cámara lenta; sus pies calzados con sandalias blancas, el mismo blanco que adornaba en sus muñecas las muñequeras que llevaba donde las empuñaduras de dos pequeñas dagas eran perceptibles al ojo humano, dejando la hoja de las armas ocultas y a petición, y obligación de Giliath, sobre su cabello, brillante y suelto, una tiara blanca, pequeña, brillante y cautivadora reclamaba la atención.

-Estaría mucho más cómoda con unos pantalones blancos y una casaca roja –replicó la chica con tono mordaz cruzándose de brazos recordando el vestuario que había utilizado casi siempre en Ahsvaldry para su entrenamiento.

Derin tuvo que reprimir sonreír; no estaría bien visto hacerlo, pero recordaba perfectamente el aspecto cómico que Verónica había tenido aquel día en que se cayó al lago entrenando y Harry tuvo que prestarle uno de sus uniformes hasta que el de ella se hubo secado; los pantalones, pese a llevarlos recogidos y doblados, le arrastraban y sólo dejaban ver las puntas de sus dedos de los pies, además de que se le caía de la cintura y los tenía que llevar sujetos con una mano; la casaca se le resbalaba por uno de los hombros pese a que siempre estaba poniéndolo en su lugar, y además, tal y como Tatsui había concordado con él, si se hubiera puesto sólo la camisa, le hubiera tapado por lo menos hasta las rodillas.

Detrás de ella, Giliath sonrió al escuchar su comentario, pero cuando Harry se metió en su cabeza advirtiéndole que mejor que no se riera en alto, la diosa supo que tenía razón. Harry tomó la mano de ella obligándola a descruzar sus brazos y la chica le miró.

-¿Nerviosa? –preguntó el chico apretando la mano en la que sujetaba la de ella.

-Un poco –contestó la chica-. No me gusta ser el centro de atención, ya lo sabes.

-Creí que Giliath había ayudado a tu autoestima –dijo el chico divertido-, es más, creí que Tatsui había ayudado a tu autoestima –añadió esta vez receloso.

Verónica rodó los ojos exasperada.

-Eso no implica que yo tenga que ser diferente a como siempre he sido, cielo –le contestó ella-. Además –añadió-, nadie levanta mi autoestima mejor que tú.

Harry sonrió a medias.

-¿Siempre consigues arreglar las cosas? –preguntó el chico.

Verónica le sonrió con infinita dulzura e inocencia mientras se encogía de hombros.

-He pasado mucho tiempo con Erebor –contestó del mismo modo.

Harry no pudo evitar reír con suavidad. Sabía que su novia tenía razón.

Las puertas del Gran Comedor se abrieron y los alumnos y profesores se giraron para ver al grupo que acababa de entrar. Los ojos de Snape, Remus, Malfoy y Ron se dirigieron de forma inmediata hacia ellos. Dumbledore suspiró; había esperado que Harry se olvidase de aquel asunto, que se le hubiese pasado la fecha, el día o que hubiese habido cualquier fallo en el destino para que no pudiera estar allí en aquellos momentos; se había equivocado; parecía ser que el destino volvía a estar de parte de Harry. El director se levantó y casi como si hubiera emitido una orden silenciosa, varios de los profesores le siguieron, así como Draco Malfoy y Ronald Weasley acompañado de Hermione Granger, para salir de la estancia tan silenciosamente como se habían levantado. Harry fue el último en abandonar el lugar.

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Bueno, esto es todo por hoy. Os dejaré con el avance del próximo capítulo; cuidaros, que tengais una buena semana y sed buenos, de cuerdo?

Ah, sí! Y no os olvideis de dejarme reviews para decirme qué os ha parecido el capítulo :D

Un besito, nos leemos!

En el próximo capítulo…

"-Aún no entiendo cómo estás tan seguro Harry

-Todo terminará donde empezó ¿Qué tal los licántropos?

-Tengo a cinco clanes conmigo, dos más dudan y los vampiros nos han dado su apoyo si actuamos de noche.

-¿Dónde vais?

-No me gusta que…

-Llevo mi daga Harry

-¿Me lo ha parecido a mí, o el hurón estaba siendo amable con Ollivers?"

"-¿Qué estamos haciendo?

-Odio tener que ver todo esto y no poder hacer nada para ayudarlo…

-Estoy intentando decirte que hubieras sido un padre estupendo, James

-Deja de sentirte culpable por no haber estado con él y siéntete orgulloso de haber estado un año, porque está claro que le influiste lo suficiente durante ese año para ser la persona que es, para ser el hombre en el que se ha convertido y en el adulto en que se convertirá.

-Hubiese sido un buen padre, ¿verdad?

-Lo fuiste James"

"-¿Cómo estás? has hecho un buen trabajo

-Era lo mínimo que podía hacer

-Si regresamos vivos de esto, ¿volveremos a ser amigos?

-¡Ron! Procura regresar vivo"

"-¿Ese es el plan de Harry? Lo estás apoyando para que muera, Remus. El hijo de James y Lily, y lo estás enviando a morir…

-Lo estoy apoyando para que haga lo que desee hacer y lo que tenga que hacer…Y lo apoyaré siempre aunque para eso tenga que recoger su cuerpo si muere.

-Te abrí las puertas de Hogwarts, Remus… ¿así me lo agradeces? ¿Qué te ha pasado, Remus?

-Deberías repetir esa pregunta mientras te miras en un espejo"

"-Entonces, ¿por qué confías en mí?

-¿Crees que si tuvieras la oportunidad de hacerme algo, lo lograrías? Sé que Harry no me habría dejado venir contigo si no me hubiera protegido él mismo…

-Potter me va a matar

-Bienvenida a la sala secreta de Slytherin"

"-¿Habéis pensado que quizá se trate de una trampa?

-Si eso es lo que quiere, es lo que tendrá"

"-No desconfíes del amor Harry… El amor es la arma más poderosa de Lahntra, si desconfías de él… será tu perdición.

-Tus antecesoras te estarán cuidando Harry…

-¿Y tú?

-Siempre

-No le des la espalda nunca Harry

-A eso me refiero. Si vas a buscar a Voldemort sólo para mantener tu promesa hecha y asegurarnos a tu madre y a mí estar juntos en la eternidad, no lo haga

-No voy a romper mi promesa, papá, necesito saber que crees en mí y que crees que puedo lograrlo.

-Confío en ti, Harry… sé que puedes hacerlo…"

"-El colgante de Elea

-¿Y no sería eso algo positivo? Si Elea acude a la llamada de Voldemort, tendrá un cuerpo mortal.

-Más poderoso de lo que ahora es

-Pero mortal

Y todo lo que es mortal…

-… puede morir

-Erebor, Giliath, os quiero a mi lado en todo momento hasta encontrar a Voldemort, ¿de acuerdo?"

"-¿Qué ocurre? Zabinni?

-Hablamos con la gente

-prefiero morir peleando que esperar en Hogwarts a que vengan a matarme"

"-¿Y por qué has querido venir aquí antes?

-Porque si ocurre algo… quería que este fuera el último lugar que mis ojos vieran

-Vamos… es la hora…"