Hola, hola!

Que tal estáis?

Bueno, a ver, varias cositas… para empezar… sé que ya no contesto a los reviews como antes, pero es que no tengo tiempo, en serio… acabo de empezar mi último año en la universidad, y entre las clases, el trabajo a media jornada, el gimnasio, las clases de la autoescuela y los diez minutos diarios que consigo sacar para estar con mi novio, me queda el tiempo justo para dormir y a veces ni eso!

Pero sabeis que si teneis alguna pregunta importante, os la contesto, así que no os quejeis :p

Bueno, muchas gracias a los que me habeis dejado reviews que sois:

Laia Bourne Black, lizbeth, blackmoonlady, noria, SerenitaKou, Clawy, The angel of the dreams, Flor89, anita1989, ayleen, Terry Moon, Sammychan, Cradle of Filth, Chii Tomoyo, katia, Adoro a Harry, Ailuj.

Y ahora os dejo con el capítulo de acuerdo?

Nos leemos abajo, disfrutad de la lectura!

CAPITULO 45. No soy como tú. La batalla empieza

"-Me odia… -dijo la chica.

Giliath le sonrió con indulgencia mientras abría uno de los armarios de la habitación y buscaba una casaca de color plata que dejó junto a los pantalones cortos del mismo color sobre el tocador antes de girarse hacia la chica que se había dejado caer en la cama.

-No te odia –le replicó la diosa sentándose a su lado en el lecho mullido-. Sólo no entiende por qué Ainur insiste en que no te quedes aquí.

-Pero es el Príncipe –replicó la chica-. Quiero decir, ¿de verdad se le puede hablar así al Príncipe de Ahsvaldry?

Giliath tuvo que reprimir una sonrisa sabiendo a qué se refería la chica perfectamente.

Harry y Stell habían tenido una pequeña discusión frente a Verónica, Erebor, Derin y ella misma acerca de si la chica debía estar o no en Ahsvaldry y si debía quedarse allí. En pocas palabras Harry le había gritado a Stell que Verónica no se quedaría en Ahsvaldry hasta que él no pudiera hacerlo y él no iba a poder hacerlo hasta que terminase con Voldemort y para eso tenía que impedir que la chica siguiese a su corazón en lugar de a s u cabeza.

Stell había dado otro par de gritos de más, que no habían acobardado a Harry, recordándoles a todos el temperamento explosivo que el muchacho tenía la primera vez que lo habían visto. Y antes de que la chica pudiera decir o hacer nada, Harry la había tomado de la mano y se la había llevado del salón del trono en vuelta en sus brazos y en compañía de un remolino de fuego.

-No le estaba hablando al Príncipe, sino a su abuelo –explicó la diosa sin darle demasiad importancia.

-Genial… -musitó la chica-. Además de odiarme el príncipe de Ahsvaldry, también me odia el abuelo de Harry… Sencillamente genial…

-No es tan malo como lo has visto –aseguró Giliath sin perder la cálida sonrisa-. Vamos, tenemos mucho que hacer, verás como esta noche todo tiene una nueva perspectiva para ti.

De repente la cha se sentó en la cama y Giliath la miró mientras una expresión muda de terror aparecía en su rostro; la diosa sonrió para sí, sabiendo ya lo que ella iba a decirle.

-¿Y si no lo consigo? –preguntó aterrada-. ¿Y si no consigo controlarlo y por mi culpa Harry muere?

-Lo controlarás –le aseguró la diosa-. Y en caso de no hacerlo, no pasará nada y en caso de que pase algo –añadió al ver que la chica estaba dispuesta a decir algo más-, no será tu culpa, ¿de acuerdo?

-Pero…

-Déjate de peros, Verónica, en Ahsvaldry no existe la duda ni las condiciones ni los temores… tienes que descubrir quién eres aquí… -le colocó la mano en la cabeza-… para saber quién eres aquí –y la otra en el corazón-. Ambas sabemos que tu corazón está con Ainur, por eso aparecerás donde presientes que hay peligro para él… pero tienes que controlarlo con la cabeza, y estoy segura de que vas a conseguirlo.

-¿Cómo puedes estar tan segura? –preguntó la chica.

Giliath sonrió de forma misteriosa mientras le alcanzaba la ropa para que se vistiera.

-Porque de no poder hacerlo, Harry ni siquiera te hubiera traído aquí."

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En algún momento se habían separado. Quizá había sido cuando Giliath había arremetido contra el grupo de mortífagos que intentaban atravesar las líneas de defensa que habían colocado sobre los alumnos de Hogwarts, o quizá había sido cuando Erebor se había lanzado al ataque en busca del trofeo de algún naryn; no lo tenía claro; pero extendiendo su magia a su alrededor, Harry podía percibir que todos estaban perfectamente y que no corrían peligro.

Cuando el rayo de color rojo estaba a punto de golpearle, el chico giró hacia la derecha, se agachó y extendiendo su mano envió un rayo del mismo color en la misma dirección de donde había venido golpeando a un mortífago cubierto por máscara blanca. A su alrededor todo el mundo estaba herido de algún modo u otro.

Cerca de él, Tatsui estaba teniendo un pequeño intercambio de duelo de espadas con uno de los naryns y había descuidado la norma básica de todo shyggard: no te confíes demasiado. En aquel momento, el naryn estaba preparando una esfera de energía maligna que Harry estaba seguro no sería sólo para mostrársela a Tatsui.

-¡Tatsui, al suelo! –gritó.

No esperó que el shygard le hiciera caso, después de todo, sabía que lo haría, estiró su mano y lanzó una esfera blanca que impacto contra la espalda del naryn haciendo que éste cayese sobre Tatsui, aún tumbado en el suelo. Harry vio como el guerrero apartaba el cuerpo inerte del naryn con un gesto de desagrado en su rostro y se ponía en pie; tuvo el tiempo justo de asentir indicándole que había visto su gesto de agradecimiento antes de girar sobre sí mismo y clavar su espada en un naryn que se dirigía hacia él con no demasiadas buenas intenciones, girando la muñeca para enterrar el arma y acabar con la vida del naryn que se desplomó a sus pies sin poder hacer nada más que abrir los ojos desmesuradamente.

Buscó con la mirada a los que le rodeaban; cerca de él distinguió a Eirin que parecía estar perfectamente mientras avasallaba a naryns y mortífagos por igual, sin importarle utilizar las dagas, el arco o la magia; tenía el rostro manchado y las ropas tenían rastros de sangre reseca que a parecer y gracias a Lahntra, no parecía ser de ella, Harry no pudo evitar sonreír al ver que su cabello estaba perfectamente recogido en una trenza que caía hasta media espalda; como si fuera ajeno a lo que estaba ocurriendo con su dueña.

"¿Derin?

-¿Ainur? –la voz del dios resonó en su cabeza-. ¿Algún problema?

-¿Cómo va todo por ahí? –preguntó el chico.

Derin sonrió.

-Melian está perfectamente, de echo… -hizo una pausa-… acaba de aplicar un muy buen hechizo petrificador sobre un naryn. Sabe defenderse sola.

Harry sonrió.

-¿Y tú?

-Algunos rasguños, pero nada serio. ¿Erebor y Giliath?

-Los perdí de vista hace unos minutos… creo… -Derin se contuvo para reír; Harry siempre perdía la noción del tiempo y de lo que pasaba a su alrededor cuando el furor de la batalla se apoderaba de él-. Tu magia está baja, ¿estás bien?

Derin farfulló algo sobre hechizos internos y Harry arrugó la frente.

-¿Necesitas que vaya?

-Yo lo haré –la tercera voz de Erebor se unió en su cabeza-. Deja de hacer eso, Ainur –le reprendió el dios.

-¿El qué? –preguntó Harry.

-Preocuparte por nosotros, es al revés, ¿recuerdas? Somos tus guardianes –dijo Erebor mientras Harry notaba como empleaba parte de su magia curativa y en pocos segundos la energía de Derin volvía a estar restablecida.

-Técnicamente Derin no lo es –argumentó el adolescente-. ¿Estás tú bien?

-Perfectamente, hacía mucho que no utilizaba la magia para esto, pero me podré acostumbrar.

-¿Y Giliath? –Erebor frunció el ceño.

-Está a punto de oscurecer –informó el dios-, estará con Remus y los vampiros –añadió.

-Cuando oscurezca, tened cuidado –pidió el chico.

-¿Por quién nos tomas? –preguntó Derin.

-Hablo en serio"

No recibió respuesta de ninguno de los dioses, pero con el silencio se dio por satisfecho mientras giraba para ver si veía a alguien más que necesita su ayuda; muy a su pesar Dumbledore parecía defenderse bastante bien, quizá porque la mayoría de los mortífagos no se atrevían a ir a por él y enfrentarse contra Albus, pero el hombre estaba bastante relajado mostrando una expresión de confusión en su rostro que hizo que Harry sonriera mientras lanzaba un par de esferas azules hacia dos mortífagos que estaban detrás de él creyendo que lo iban a pillar por sorpresa; seguramente había intentado saber quiénes eran los shyggards.

Y entonces lo vio, mirándolo desde detrás de unos árboles, sus pequeños ojos azules mirándole con insistencia mientras miraba a los lados nerviosamente; las manos aferrando la varita con fuerza, el cabello descolocado, la túnica negra sucia y la máscara blanca olvidada en algún lugar rebelaban unas facciones algo grotescas. A Harry se le encogió el corazón. Pettigrew.

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Fue una fracción de segundo; acababa de hechizar a uno de los mortífagos que si no se equivocaba, era Thompson, un chico con quien nunca había llegado a congeniar del todo… quizá el que se pasara medio curso intentando coquetearle a Pansy tenía algo que ver, cuando escuchó el grito que lo puso sobre aviso para girarse y ver el rayo rojizo dirigiéndose hacia él a demasiada rapidez; suspiró internamente, no tenía tiempo para escapar, seguramente el imperio le dominaría; se preparó para aceptar el impacto e intentar rechazarlo cuando una mole humana pelirroja se le echó encima tumbándolo en el suelo, la maldición pasando a escasos milímetros.

El pelirrojo se levantó y le tendió una mano. Blaise lo reconoció de inmediato. Weasley.

-¿No se supone que deberías estar liderando la estrategia? –preguntó el moreno desde el suelo. Ron sonrió.

-Decidí venir a salvarte el culo cuando te vi aquí, ¿te ayudo? –preguntó sin apartar su mano.

-Gracias, Weasley –aceptó la mano que el pelirrojo le tendía-, pero te acabas de meter en la boca del lobo –añadió mirando como cuatro mortífagos adultos los rodeaban sin ningún tipo de miramiento, sonriendo cruelmente mientras jugueteaban con sus varitas en un aviso de lo que les esperaba.

El pelirrojo resopló; aún le temblaba la mano del último hechizo que le había rozado; la pierna derecha la tenía herida y la cabeza le daba vueltas; el último cruccio que había recibido le había desestabilizado por completo; aún así, sonrió y se encogió de hombros.

-Siempre que no haya arañas… -dijo sin ningún tipo de rencor.

El moreno sonrió y negó con la cabeza mientras se posicionaba, notando como Weasley se giraba dándole la espalda y juntando sus hombros con los suyos propios en un intento de protegerse mutuamente.

-¿Hasta el final? –preguntó el pelirrojo mirando a uno de los mortífagos que tenía delante.

-Ese es el lema de las serpientes –comentó distraidamente Blaise mientras se daba cuenta de que no conocía a ninguno de los mortífagos que tenía enfrente, mejor, de ese modo no se sentiría responsable de matar a nadie.

-Creía que era "arruínale la vida a un Gryffindor y serás feliz" –respondió Ron apretando su varita y agradeciendo a los magos no tener que enfrentarse a aquello con su rota varita de segundo año.

-Esa también –alegó Blaise sonriendo-, está entre "Potter es un idiota" y "llega siempre al final"

Ron sonrió.

-No creo que a Harry le haga gracia vuestro primero lema.

Blaise se encogió de hombros.

-Cuando terminemos con esto se lo preguntamos, ¿te parece?

Los mortífagos avanzaron hacia ellos.

-En ese caso, tendremos que salir con vida –dijo Ron como si fuera algo evidente.

-Por supuesto, ¿acaso tenías otros planes?

Ron sonrió. No, no tenía ningún otro plan. Sin pensarlo demasiado arrojó el primer hechizo, confiando por primera vez en que el Slytherin que estaba detrás de él lo protegiese como él lo estaba cubriendo.

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Hacía un rato que había perdido de vista a Severus y Blaise que junto con Pansy habían estado juntos cuando todo aquello había empezado. Si dijera que no estaba nervioso, mentiría, lo estaba y bastante, si tenía que ser sincero consigo mismo. No era para menos. Acababa de levantarse del suelo después de recibir un golpe de algún mortífago, algo demasiado personal; después de todo, ningún mortífagos utilizaría los puños pudiendo utilizar la varita. Se restregó la mano sobre el estómago mientras sacudía su cabeza respirando profundamente mientras votaba mentalmente que el culpable debía de haber sido Nott o Slather… nunca le gustó ese chico.

Delante de él dos figuras enormes se interpusieron en su camino y pese a estar ocultos tras las máscaras, Draco los situó perfectamente; cómo no hacerlo cuando se trataba de las dos personas que habían estado siempre a su sombra…

-Crabbe, Goyle… esperaba no veros aquí… -dijo con una voz que denotaba clara tristeza por tener que enfrentarse incluso a ellos.

-¿Cómo sabes…

-Vamos Crabbe –contestó Draco con una media sonrisa-. Después de tantos años, ¿aún me preguntas cómo puedo reconoceros? –chasqueó la lengua-. ¿Vais a matarme? –arqueó una ceja.

Incluso detrás de las frías máscaras pudo percibir como ambos muchachos sonreían e incluso juraría que Goyle había dejado escapar alguna risa sarcástica.

-No. Sabes que nunca lo haríamos… aunque seas un traidor –Draco asintió, entendiendo perfectamente-. Queríamos avisarte, tu padre te está buscando, ten cuidado, él no tendrá los mismos remilgos que nosotros.

Goyle se giró para marcharse, pero Crabbe se quedó unos segundos quieto, hablando únicamente cuando Draco, en un gesto inconsciente que llevaba haciendo años, elevó una ceja instándolo a hablar.

-Has cambiado –dijo sencillamente el chico.

Draco sonrió. Le resultaba extraño que Crabbe se hubiese dado cuenta de ello.

-¿Acaso eso importa?

-Supongo que no. Espero no enfrentarme a ti, Draco.

-Vamos, tenemos que darnos prisa, ya lo sabes –le cogió del brazo Goyle haciendo que empezase a andar.

El rubio asintió pese a que ya no le veía. Era mucho más de lo que esperaba de aquellos dos. Viendo como se alejaban no fue consciente de la figura embutida en negro que esperaba detrás de los árboles y que salió cuando se hubo quedado solo. El primer hechizo le desarmó y cuando se quiso girar era tarde, los espasmos del primer crucio ya lo estaban asolando.

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No le habían servido de nada los hechizos teóricos y las maldiciones que había memorizado durante toda su vida; estaba bloqueada, completamente bloqueada, sabía que tenía que hacer algo, que tenía que defenderse, pero ningún hechizo salía de su garganta; era como si se hubiese secado, como si aquel fuera su final.

Recibió otro impacto más, notando como el morado se extendía desde el hombro hacia el pecho y hacia el estómago, sintiendo como a su paso, los órganos vitales internos se contraían; sonrió muy a su pesar, al menos moriría con algo más ingenioso que un Avada kedavra.

-¡Impedimenta, ¡protego! –gritó una voz conocida a sus espaldas-. Espada de la luz, alúmbrame… -susurró entonces.

El naryn desapareció frente a los ojos de Hermione que vio como una luz blanca cegadora arrasaba con las dos bestias que habían estado golpeándola con magia durante treinta minutos que a ella le habían parecido toda una eternidad.

-¿Estás bien? –preguntó preocupada Verónica –Deja que te ayude, conozco un hechizo bueno para eso… -tomó la daga oscura y rasgó el brazo de Hermione dejando que la sangre saliese.

La castaña no pudo reprimir su sorpresa al ver caer la sangre negra.

-No te preocupes, en cuento empiece a salir roja todo estará bien –Hermione tuvo que reconocer que cuando la sangre empezó a brotar roja y Verónica utilizó un sencillo reversus sagnus para cerrar la herida, se encontraba mucho mejor.

-¿Por qué me has ayudado?

Verónica se encogió de hombros.

-Porque en algún momento fuiste amiga de Harry… sólo he querido ayudar a esa parte tuya.

-¡Melian! –se escuchó la voz de Derin cerca.

Las chicas se giraron.

Los ojos del dios se clavaron en Verónica inspeccionándola; había notado el cambio de magia en la daga oscura y sabía que era porque la chica había invocado el poder de la Espada Blanca. Verónica le hizo un gesto para indicarle que estaba bien pero el dios no pareció contentarse con aquello porque se quedó en el mismo lugar esperando que la chica fuera a su lado como llevaba haciendo durante toda la batalla.

-Ten cuidado –le dijo simplemente.

-Gracias…-susurró Hermione contrariada en un susurro apenas inaudible. Verónica sonrió; la había escuchado.

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-¿Qué haces aquí?

Para su sorpresa, Colagusano sonrió, de forma nerviosa, por supuesto, pero una sonrisa después de todo. Harry miró a su alrededor para asegurarse de que Remus no estuviera cerca de allí, seguro de que no lograría convencerlo una segunda vez de no matar al traidor de sus padres y el encarcelamiento de Sirius aún siendo inocente; gesto estúpido por otra parte porque notaba perfectamente su magia ligada a la de Giliath en algún lugar de la batalla bastante alejados de aquel punto.

-Voldemort guarda una daga en su varita, cuando te enfrentes a él ten cuidado, ambos sabemos que si te corta el cuello estarás muerto.

-¿Una daga? Es imposible, la varita no funcionaría si… -los ojos de Pettigrew lo miraron cuando Harry comprendió-… no necesita varita…

-Tan listo como tu padre –comentó por descuido Peter haciendo que los ojos verdes brillasen con rencor al mirarle-. Ya he dicho lo que tenía que decir, nos vemos Potter.

-¡Espera! –Colagusano se detuvo antes de desaparecerse de allí y volver al lado de los mortífagos-. ¿Por qué? –preguntó Harry.

Los ojos azules de Pettigrew brillaron con diversión contenida, como si hubiera recordado algo de su pasado importante para él, importante para lo que había hecho y relevante para lo que acababa de hacer.

-Me salvaste la vida una vez Harry… -le contestó el hombrecillo encogiéndose de hombros-… tuviste la oportunidad de matarme tú mismo y no lo hiciste, pudiste dejar que Remus y Sirius me matasen y no lo permitiste… Puede que me equivocara en mi camino, puede que me convirtiera en un mortífago y que hiciera cosas de la que ahora mismo no me sienta orgulloso… cosas que tendré que soportar en mi conciencia hasta que muera… -Harry supo enseguida que se refería a la traición a sus padres, a la traición a sí mismo-… pero ante todo soy un mago Harry. Eso fue lo más importante que tu padre, Sirius y Remus me enseñaron con el tiempo… Soy mago y al igual que saldé mi deuda con Dumbledore, tengo una deuda de honor contigo por salvarme la vida. Mi deuda queda saldada ahora.

Harry se limitó a asentir y con un limpio y sencillo "gracias", volvió a la batalla, consciente de que el momento de enfrentarse a Voldemort estaba cada vez más cerca.

Lo que Peter Pettigrew no fue capaz de decirle a Harry era que había visto en él a su padre y a Lily. La misma figura de James, los ojos de Lily… y que cuando había visto a aquel mortífago a punto de hacer una atrocidad contra él, había sentido el impulso de hacer lo que no pudo hacer aquella noche de halloween… salvar a quienes habían sido sus amigos, salvarle a él.

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Lucius Malfoy apartó la varita que Draco había dejado caer en el verde pasto cuando había caído retorciéndose del dolor; lo suficiente para que él no pudiera alcanzarla. Había entrenado a su hijo para que se convirtiera en el mejor de los mortífagos, sabía lo que podía hacer con una varita en sus manos y hasta donde era capaz de llegar con los hechizos y decididamente no estaba dispuesto a dejar que lo hiciera.

-Es un placer volver a verte, hijo –dijo el hombre rubio con una sonrisa arrogante mientras daba vueltas alrededor de Draco que permanecía arrodillado recuperándose del crucio.

-Lamento…no poder dec…cir lo mismo… -articuló Draco mientras sostenía su estómago con un brazo, sintiendo los últimos espasmos de la maldición.

-Sí, nunca fuiste demasiado afectivo –convino el hombre apuntándole de nuevo – Cruccio –repitió la operación al ver que Draco estaba recuperándose, siendo consciente de que su hijo podía superarle en fuerza y magia si se lo proponía.

Draco sintió de nuevo el dolor recorriendo cada parte de su cuerpo; era como si al no tener ya el poder del colgante de Elea, el dolor se intensificara y fuera aún más fuerte de lo que en un principio había creído. Gritaba y sentía como sus gritos se fundían con los de la batalla que lo rodeaba mientras su cabeza recordaba todas las veces que había gritado del mismo modo cuando su padre le aplicaba el cruciatus instruyéndole y diciéndole que como buen mortífago y Malfoy debía ser capaz de aguantarlo. Nunca lo había conseguido y tenía la ligera idea de que tampoco lo lograría en aquella ocasión.

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Giliath se escudó tras una cortina de agua ante la mirada de los naryns y antes de que éstos pudieran reaccionar y enviar otro ataque, la diosa ya les había enviado un torrente de agua que los engulló literalmente arrastrándolos al fondo de la tierra. Remus se giró hacia la mujer.

-Recuérdame que no te haga enfadar nunca hasta ese extremo –señaló.

Giliath sonrió pero su sonrisa se quebró cuando notó la alteración de Harry. El licántropo la miró.

-¿Ocurre algo?

Ella negó con la cabeza.

-Harry está alterado… -contestó.

Remus frunció el ceño.

-¿Deberíamos…

La diosa negó suavemente. Sabía quién iba a acudir en ayuda del chico.

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Harry la miró con una ceja enarcada mientras la chica se limitaba a sonreír, sabiendo que acababa de meterse en un pequeño problema. El adolescente estaba a punto de preguntarle cómo era que había aparecido a su lado con la Espada Blanca invocada cuando su vista captó dos naryns detrás de Verónica lo que hizo que dejara olvidado su discurso de "no quiero que te pase nada" que Verónica había prácticamente memorizado desde su estadía en Ahsvaldry.

-¡Agáchate! –le gritó mientras invocaba su poder de fuego y estiraba los brazos hacia delante. .- ¡Derin! –gritó Harry enfadado.

La chica tuvo el tiempo justo para agacharse antes de que las llamas pasaran sobre su cabeza arrasando a los naryns de los cuales sólo quedaron sus armas tiradas en el suelo. Antes de que pudiera darse cuenta de nada más, una corriente de aire la había envuelto y apartado de aquel lugar que se vio atestado de naryns y mortífagos por igual, rodeando a Harry y Derin que nada más materializarse a su lado en un remolino de tierra, había mirado a Harry asegurándose de que estaba bien.

Derin y Harry permanecían en el centro, espalda contra espalda, ambos con las miradas clavadas en sus oponentes, rodeados de seis o siete naryns y mortífagos; ambos con las espadas en sus manos derechas, Derin con una daga en la izquierda y Harry con la mano cerrada, signo de que estaba preparado para utilizar su poder mágico en cualquier momento. La chica vio con asombro y orgullo la agilidad de ambos al moverse para protegerse mutuamente mientras atacaban con espadas, se movían al mismo paso y bastaba que uno se agachara para que el otro le cubriese, casi sin tener que hablar, ambos concentrados en lo que tenían delante, signo inequívoco de la cantidad de batallas en las que habían participado juntos.

Ninguno de los dos tenía escrúpulos y los dos se movían de forma armoniosa y acompasada, sintiendo los movimientos del otro detrás de uno; espalda contra espalda, Verónica pudo fijarse en que ambos juntos formaban un círculo infernal, amenazante, mortuorio y lejos de sentir miedo, volvió a sentir orgullo y seguridad. Pero nada de eso le sirvió para apaciguar la intranquilidad que sintió su pecho cuando una esfera negra pasó demasiado cerca de la cabeza de Harry, logrando que él chico trastabillara unos segundos antes de que Derin lo ayudara a permanecer en equilibrio sin dejar, ninguno de los dos, de atacar y defenderse.

Derin perdió toda elegancia conocida y blandía su espada a diestra y siniestra, abandonando la daga y utilizando arcos dorados que lanzaba como puñales y que desaparecían en cuanto entraban en contacto con el cuerpo de los nayrns que parecían que iban más a por él que a por Harry. Una esfera violeta dio en la muñeca de Derin que se vio obligado a soltar la daga mientras maldecía por ser tan estúpido y dejarse atacar de aquel modo; haciendo que su cuerpo cayese unos minutos hacia delante, obligando a Harry a retroceder un poco, lo justo para que él estuviera a su lado agazapado, con algunas rocas detrás.

-¡Maldita sea, Derin, deja que lo haga! –gritó Harry creando un círculo invisible con su espada sobre sus cabezas que desprendió una luz armoniosa y girándose seguro hacia Derin.

La chica ahogó un grito al ver que se abalanzaban sobre ellos y respiró aliviada cuando vio que las armas de los naryns rebotaban contra el escudo mientras Harry curaba la herida de Derin, haciendo grandes esfuerzos por hacer remitir de la sangre del dios el veneno de la magia naryn. Dio un paso vacilante pero la corriente de aire que la mantenía protegida también evitaba que saliera de allí y aún más, supo la chica, al ver que Harry la miraba y negaba con la cabeza, dándole así a entender que no se moviera de donde estaba. Derin se había puesto de pie otra vez y parecía enfadado, realmente enfadado.

Verónica le vio cerrar los ojos mientras que Harry invocaba a su poder, su elemento, el viento los rodeó a ambos y un pequeño temblor sacudió la tierra donde estaban; inmediatamente se vio subida hacia arriba, elevándose por encima de los naryns y mortífagos y cuando miró hacia delante, vio que Harry y Derin también estaban levitando, ambos concentrados.

Un temblor fuerte se escuchó bajo ella y cuando miró donde antes había estado, vio como una grieta se abría en el suelo, bajo los pies de los mortífagos y naryns que intentaron correr todo lo posible, pero sin poder hacer nada, ya que pequeñas corrientes de aire los arrastraban hacia la hendidura cada vez más ancha que, satisfecha cuando los cuerpos de naryns y mortífagos cayeron en sus fauces, se cerró como si nada hubiera pasado mientras que ella sentía como volvía a descender, abrió los ojos cuando la mano de Harry rozó su mejilla y aceptó la mano del chico que tiró de ella para ponerla en pie antes de revisarla y mirarla con una ceja enarcada que significaba mucho más de lo que nadie podría haber supuesto. Verónica le sonrió, dándole a entender que todo estaba bien y que comprendía lo que había ocurrido, lo que había tenido que hacer, él le sonrió de vuelta, pero su mirada era reprobatoria hasta cierto punto.

-Lo siento… -susurró-… Te noté alterado y no pude controlarlo…

Harry suspiró y sólo pudo dar las gracias porque aquella zona estaba apartada del resto de la batalla.

-Tendré que bloquear mis estados anímicos… -dijo él entonces sin que esa idea le gustara lo más mínimo

"Lo siento, Ainur, me distraje con un par de naryns y brujos… aunque aún no entiendo por qué protegí a Weasley…

-¿Está bien?

-Él y Zabinni tenían un pequeño problema con unos mortífagos, todo controlado"

-Te dije que no le perdieras la vista de encima –le dijo el chico a Derin preocupado pero sin llegar a estar enfadado.

"-¿Y el resto?

-Erebor está perfectamente y Giliath está junto a Remus. No creo que ninguno esté herido.

-Lo sé, noté sus auras, están perfectamente, aunque hasta hace poco tú no lo estabas…

Derin farfulló algo pero Harry no quiso entenderlo. Cuando Derin empezaba a despotricar, no quedaba títere con cabeza"

-Se desvaneció –gruñó Derin-. Es más escurridiza que tú cuando no querías practicar –añadió antes de que el chico dijera nada.

"-Y la encontré junto a Granger –Harry enarcó una ceja-. La estaba ayudando… si yo hubiera sido ella hubiera aprovechado para ponerme del lado de los mortífagos…

El adolescente le miró.

-Era broma, ¿vale?... sinceramente, creo que has perdido tu humor…"

Harry meneó la cabeza divertido, sabiendo que era completamente irreal que estuvieran manteniendo aquella conversación en medio de una batalla campal como la que se estaba produciendo.

-Vigílala –le pidió.

"-Voy a bloquear mis estados anímicos –le informó.

Derin arrugó la frente.

-No me gusta. Si te pasa algo no vamos a poder saber…

-Si me pasa algo y necesito ayuda, desbloquearé el hechizo, ¿de acuerdo? –Derin seguía sin estar de acuerdo con la idea y Harry suspiró. A veces podía llegar a ser muy protector y testarudo-. Derin, entiendo tu preocupación, pero estoy preocupado por ella… Si hubiese aparecido en medio de una batalla, ella quizá…

Derin asintió imperceptiblemente para la chica.

-No me lo perdonaría nunca Derin…

-Mantén la magia de los shyggards abierta –ordenó más que pidió Derin. Harry le miró-. Ella no te notará Harry –añadió al ver que el chico dudaba.

-Sigo estando aquí, no habléis de mí como si no estuviera –dijo entonces Verónica reclamando la atención de los dos que parecían tener una conversación propia a parte de la que ella estaba escuchando.

"-Es única, ¿verdad? –dijo el muchacho de ojos verdes con una sonrisa.

-Por suerte –añadió Derin claramente bromeando-. ¿Lo harás?

Harry asintió y el alivio apareció en el rostro del dios"

-Odio viajar por tierra… -protestó la chica cuando sintió el característico brazo suave de Derin rodeándole la cintura.

Sonriendo, Harry se acercó a ella y la besó con suavidad en los labios.

-Estaré bien… -le prometió el chico.

Verónica asintió, sabiendo que no podía hacer nada más.

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-Sólo espero que mi hermana esté bien… -dijo Ron con una mueca de preocupación en el rostro.

No le había gustado dejarla sola, pero tenía que hacerlo; él se ocupaba de la estrategia y no podía estar pendiente de nadie; Neville le había asegurado que él cuidaría de ella y el brillo en los ojos del chico le había hecho darse cuenta de que así sería.

-¡Blaise!

El aludido se giró mientras sostenía a un malherido Weasley que se sujetaba el hombro donde había recibido un impacto fuerte. Sonrió y casi dejó ir al pelirrojo cuando los brazos de Pansy le rodearon el cuello, anudando las manos tras su nuca y besándolo para asegurarse de que estaba bien. Blaise sonrió cuando escuchó la queja por parte del pelirrojo.

-Estamos en medio de una batalla, ¿os importaría hace eso luego?

Blaise y Pansy se separaron y la chica reparó en los siete mortífagos que habían a su alrededor, todos muertos. Miró a su novio para pedirle una explicación, explicación que no llegó ya que fue Ron quién habló.

-El profesor Derin estuvo por aquí –se limitó a decir a la chica-. ¿Cómo está por ahí delante la cosa?

Blaise enarcó una ceja al mismo tiempo que Pansy mientras pensaban que los Gryffindors eran muy malos para mentir.

-Eres pésimo disimulando, Weasley –dijo con cierta sonrisa sarcástica Blaise aún sosteniéndole con una mano en la cintura y la otra agarrando el brazo que Ron había colocado sobre sus hombros para sujetarse.

-Tu hermana está bien –dijo la chica como si leyera los pensamientos del Gryffindor-, Longbotton está con ella por aquel sector de allí –añadió señalando la parte central de la colina donde se estaba llevando a cabo la parte más dura de la batalla.

-¿Y se puede saber qué hace allí? –preguntó Ron incorporándose y arrepintiéndose inmediatamente al notar el pinchazo que le dio el hombro al hacer semejante gesto-. ¡Maldita sea! –se agitó por el dolor.

Pansy enarcó una ceja y se acercó a él con la varita en alto y pronunciando un hechizo silencioso, haciendo que una luz rojiza y difuminada saliese de la punta de la varita y rodease el hombro del chico consiguiendo un alivio instantáneo para Ron. Cuando el pelirrojo la miró ella se encogió de hombros.

-Un hechizo de curación siempre es bueno. Y tu hermana está allí porque no creo que le guste quedarse en la retaguardia como le recomendaste hacer, Weasley –añadió enarcando una ceja dándole a entender al pelirrojo que la pequeña de los Weasley tenía un carácter muy explosivo.

-Iré a…

-No puedes ir a buscarla –le cortó Blaise sabiendo lo que iba a decir el chico a continuación.

-¿Por qué no? –preguntó Ron-. Es mi hermana.

-Y depende de las decisiones que tomes en la batalla, igual que las doscientas personas que están aquí –añadió la chica. Blaise la miró.

-¿Doscientas personas? –inquirió alzando una ceja.

-Bueno… puede que haya exagerado un poco… -admitió Pansy sacando la lengua de forma infantil.

-Vaya, ¿por qué no me extraña encontraros ayudando a un maldito Gryffindor?

Blaise se tensó ante la voz que emergió del lado izquierdo del pelirrojo; en un gesto instintivo colocó a Pansy detrás de él y sacó su varita de forma amenazante. El intruso sólo sonrió, consciente de quienes eran y de que podría salir de allí sin problemas, después de todo, Zabinni era el menos Slytherin de todo el alumnado de Hogwarts.

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Remus tenía problemas. Su varita había quedado olvidada en algún lugar de la hierba y su mente estaba demasiado nublada por la furia creciente ante el monstruo que tenía delante para recordar siquiera que bastaba un simple accio para recuperar su arma de mago. Greyback. Era su adversario. Desde el momento en que sus ojos dorados lo habían visto había sabido que el lobo estaba allí por él, para enfrentarse a él y terminar lo que había empezado hacía años en aquel pequeño pueblo.

Ninguno de los dos decía nada. Ninguno de los dos se movía. Sólo sus ojos parecían buscar mutuamente en el cuerpo del otro el lobo encerrado, como si de algún modo, éstos pudieran comunicarse, como si de algún modo, pudiesen reconocerse. Por un lado los ojos veían en Remus a un cachorro perdido; por el otro lado, los ojos veían a un monstruo sin alma ni compasión.

La tensión era palpable y se podía comparar con la batalla que se estaba desarrollando a su alrededor, como si ellos dos fueran ajenos a todo aquello.

-Hacía mucho que no nos encontrábamos, cachorro… -dijo Greyback con voz ronca y hosca que denotaba su falta de uso.

Remus hizo una mueca de desagrado. Odiaba a Greyback no por lo que le había hecho si no por lo que seguía haciendo… no le importaba morder y matar a sus víctimas siempre que con ello saciara su apetito. Greyback era todo lo que él no quería llegar a ser, alguien que se regodeaba en su maldición y se aprovechaba de ella, alguien que se sentía orgulloso de poder hacer daño a los demás y que se sentía orgulloso del lobo que llevaba dentro.

-No soy tu cachorro. Pienso por mí mismo, Greyback –se limitó a decir Remus.

Su oponente chasqueó la lengua.

-Y yo que quería celebrar una reunión familiar…-dijo con cinismo y sarcasmo-… La manada te ha estado buscando durante mucho tiempo…

-Tengo mi propia manada –dijo el hombre.

Greyback enarcó ambas cejas.

-¿En serio? Vaya… yo creía que tu manada estaba muerta –dijo-… ¿me equivoco? Y si no lo está, lo estará dentro de poco… al menos lo poco que quede de ella…

Remus no esperó más. Había intentando controlarse, había intentado controlarlo pero no había sido capaz. El lobo había escuchado como amenazaban a su camada, como se burlaba de la muerte de James, Sirius y Lily quienes formaban parte de su círculo, de su familia, de su camada… y el lobo había actuado sin que Remus, por primera vez en su vida, intentara pararle.

En un gesto felino y ágil que no denotaba sus años, Remus se abalanzó sobre Greyback derribándolo al suelo y consiguiendo colocarse sobre el cuerpo. Antes de escuchar una palabra, sus manos se dirigieron al cuello de aquel que estaba bajo suyo y sus dedos se aferraron con fuerza y decisión, estaba decidido a matarlo con sus propias manos si era necesario.

Greyback era fuere pero Remus tenía la fuerza que la ira y la rabia le concedían. No iban a amenazar a Harry, no iban a amenazar a Verónica… Eran dos cachorros, eran lo único que les quedaba… no iba a permitir que nada les pasara. Apretó su cierre un poco más sintiendo como las manos de Greyback se crispaban sobre la tierra intentando apartarlo; pero él se había acomodado impidiendo que pudiera dar patadas o mover los brazos. La falta de aire en sus pulmones pronto haría efecto y entonces moriría lenta y angustiosamente como todos aquellos que habían sido sus víctimas.

Sentía los músculos del hombre lobo tensándose bajo su cuerpo, escuchaba los gemidos ahogados de Greyback intentando respirar y nada servía… el monstruo seguía mirándole con una sonrisa incluso cuando estaba muriendo entre sus manos. Remus apretó su agarre sobre el cuello. Deseaba matarlo, deseaba acabar con su vida, deseaba que no volviera a hacer daño a nadie más.

-¡Remus!

Alguien le llamó desde la lejanía pero él no abandonó su intención de ahogarle. Una ráfaga de viento lo alejó del hombre lobo el tiempo suficiente para que una capa de hielo cubriese a Greyback. Se giró enfurecido para saber quién le había quitado el placer de matar a aquel monstruo y se topó con los ojos preocupados de Giliath y con su melena rojiza moviéndose al compás de la brisa de la noche.

-Todo está bien… -le susurró la diosa arrodillándose a su lado y acariciándole la mejilla-… Todo está bien…

Con la voz de ella, el lobo que habitaba en su interior, se calmó de forma paulatina. Observó la figura helada de Greyback a escasos metros de donde se encontraba él, sus ojos aún abiertos por la falta de oxígeno, su rostro contorsionado en una clara muestra de agobio y miedo… miedo que él había provocado. Giliath le acarició el rostro con suavidad y Remus se preguntó cómo podía hacer aquello cuando había estado a punto de verle matar a un hombre.

-¿Por qué…

-Porque le prometí hace mucho a Ainur que no iba a dejar que te pasara nada, Remus –le dijo la diosa con suavidad.

-No era a mí a quien iba a pasarle… -los dedos de Giliath sobre su boca hicieron que se callara.

-¿Y qué te hubiera pasado a ti después de matarle? –preguntó la diosa. Remus abrió los ojos. Había estado tan ciego pensando en vengarse y en acabar de una vez con aquel maldito monstruo que había convertido su vida en un infierno, que había olvidado las consecuencias que aquello hubiese acarreado y no se estaba refiriendo ni preocupando por la posible pena de muerte que caería sobre él ni por la larga sentencia en Azkaban que seguramente tendría que pasar… Remus comprendió que tendría que vivir con el peso de haber matado a alguien con sus propias manos durante el resto de su vida… Y estaba seguro de que no podría volver a mirar a Harry a la cara. La diosa lo miró -suavemente, con dulzura, como sólo ella podría hacerlo-. Vamos… esto no ha acabado aún…

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Ron y Pansy se mantenían al margen de la pelea al estilo muggle que estaba teniendo lugar entre Blaise y Avery; después de todo, el moreno había dejado bien claro con un "ni se os ocurra meteros en esto" que aquello era un asunto personal. Pansy había ahogado un grito cada vez que Avery le daba un golpe, puñetazo, patada o muestras de hostilidad a Blaise y Ron había gruñido dándole su apoyo al Slytherin cada vez que le daba un golpe demostrando que las técnicas de lucha muggle que había aprendido en las clases del profesor Derin estaban resultando ser de lo más gratificante.

Con una afortunada patada giratoria que le había costado horas de entrenamiento perfeccionar, Blaise empujó a Avery a varios metros de donde estaba él; un salto rápido y unos movimientos certeros fueron suficientes para inmovilizarlo contra el suelo, su mano en un puño aferrando la camisa por el cuello, la otra apuntando con su varita a la garganta del chico que estaba bajo él.

-Vamos, hazlo… -incitó Avery-… hazlo Zabinni… estás deseando hacerlo…

La varita de Blaise se clavó un poco más en su cuello y estuvo tentado a hacerlo. Una mano fuerte sobre su hombro hizo que respirara y pensara las cosas dos veces.

-No merece la pena –le dijo Ron-. Eres un Slytherin Zabinni, pero no eres un asesino –añadió.

Blaise relajó su rostro y bajó la varita.

-Me das asco… -pronunció lentamente contra el oído de su prisionero mientras soltaba su camisa consiguiendo que Avery se diera un fuerte golpe en el cuello que le hizo gemir de dolor.

-Es una lástima que estéis aquí conmigo cuando Malfoy debe estar en apuros… -dijo casualmente Avery al ver como Pansy y Blaise se cercioraban el uno y el otro que ambos estaban bien.

Los ojos de Blaise y Pansy lo miraron desorbitados y llenos de miedo y odio.

-¿Qué quieres decir con eso? –preguntó la chica.

-¿No es evidente? –preguntó con sarcasmo Avery mientras se palpaba el lugar donde había recibido el último golpe de Zabinni-. Lucius Malfoy no dejará que su hijo se burle de él…

-Draco… -susurró Pansy mirando a Blaise.

Ambos sabían que si Lucius Malfoy encontraba a Draco, éste estaría en problemas; quizá era más ágil y más inteligente que su padre con la varita, pero Lucius era un mortífago experto y ambos sabían que no tenía escrúpulos a la hora de matar a quien se pusiera en medio y ambos sabían que Draco había estado en medio de su camino desde hacía bastante tiempo.

-A estas alturas, ya se habrá ocupado de él… -dijo con una sonrisa Avery mientras escupía sangre en el suelo, cerca de los pies de Blaise-… si vais aún podréis llegar a verle mor…

-¡Desmaius! –gritó entonces Pansy apuntando con su varita al chico que tenían delante.

Avery cayó hacia delante, cerrando los ojos, como si hubiera esperado una reacción así desde hacía algún tiempo. Blaise miró a la chica que se limitó a encogerse de hombros.

-Por su culpa me castigaron en segundo, se la debía –añadió. Blaise sonrió-. Vamos, tenemos que ayudar a Draco.

-Pero Weasley…

-Estaré bien –les dijo el chico separándose de Blaise-. Id a por Malfoy y aseguraos que está bien –indicó-. Nos veremos en el centro de la colina cuando la luna esté sobre nosotros.

Pansy asintió y se llevó a Blaise de allí antes de que a su novio le diera por iniciar un discurso sobre por qué no iba a dejar a quien le había ayudado allí. Si Weasley era la mitad de testarudo de lo que estaba convencida que era, estaría bien solo para reunirse con ellos.

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-¡Melian!

La chica se giró a tiempo al escuchar el grito de Derin y casi sin pensarlo alzó una barrera sobre sí misma mientras invocaba el poder de la Espada Blanca que rasgó el aire para cruzarse con un naryn que murió en el acto.

-¿Estás bien? –ella asintió mientras Derin la miraba-. No deberías distraerte, esto no es una clase ni un entrenamiento –le advirtió girando sobre sí mismo y agachándose para enviar una esfera roja a ras de suelo que envolvió los tobillos de un mortífago haciendo que este cayese de bruces.

-¿Crees que no lo se? –preguntó ella mientras le daba la espalda y dejando su espada tomaba sus dos dagas.

-Sé que estás preocupada –dijo por toda respuesta Derin-. Pero morir no le servirá de nada a Ainur –aseguró mientras estiraba su brazo musculoso con la espada larga para acabar con la vida de un mortífago clavándole la espada en el abdomen.

-Si está en peligro, me lo dirás ¿verdad?

Derin no contestó; lanzó un par de esferas al tiempo que invocaba su poder sobre la tierra para que ésta causara un pequeño terremoto a varios metros de allí, justo donde Erebor estaba junto a Tatsui rodeados de naryns, consiguiendo un poco de tiempo extra para los dos dioses que se apresuraron a tomar ventaja sobre sus acechadores.

-¿Derin? –preguntó ella tomándole de la manga de la casaca.

-Lo haré pero para ello deberás seguir viva –le contestó el dios.

Verónica asintió.

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-¿Me odias Draco? –el chico no contestó, demasiado concentrado en respirar correctamente para controlar el dolor de su cuerpo-. Supongo que sí… no te culpo, de echo yo también odié a mi padre… y creo que mi padre odió al suyo… crucio –dijo sin interrumpir su discurso sobre los antecedentes familiares para torturar un poco más a su hijo-… supongo que es algo genético de los Malfoy…

-No te odio… -consiguió decir Draco-. Me das lástima… -añadió sonriendo victorioso.

Lástima. Ese era un sentimiento que junto al perdón y al amor, eran prohibidos en casa de los Malfoy y en la persona de Lucius Malfoy. Era uno de los sentimientos capaz de hacer enfadar a Lucius y Draco lo sabía bien. Como también sabía que cuando se enfadaba perdía la concentración… unos minutos… sólo necesitaba unos minutos para relajar el cuerpo… si le aplicaba otro cruciatus tan pronto, después de siete seguido, sabía que su cuerpo no lo iba a resistir.

-Es una suerte que tu madre haya muerto finalmente –dijo Lucius victorioso sabiendo que aquello haría reaccionar al chico.

-Estás mintiendo… -susurró más que habló Draco mirando a su padre-… Estás mintiendo…

-¿Por qué habría de hacerlo? –preguntó el hombre adulto-. No tengo ninguna necesidad de mentirte, Draco… Espera, tengo pruebas…

Llevó su mano a la túnica negra y tomó un anillo de oro y brillantes que lanzó a los pies de Draco, arrodillado en el suelo, con los pantalones cubiertos de barro y de briznas de hierba que se adherían a él.

-¿Lo reconoces? –había burla en su voz y Draco sintió como se congelaba todo dentro de él cuando se dio cuenta de que sí reconocía el anillo en cuestión -. Tendrás que disculparme… aún está un poco manchado… -chasqueó la lengua-, es una lástima… la sangre es muy difícil de quitar…

Lo había visto cientos de veces en el dedo corazón de su madre; no importaba si iba a reuniones con mortífagos, si hacía cenas en casa o si salía a cenar fuera; siempre lo llevaba con ella… nunca se lo quitaba… y siempre que le preguntaba decía lo mismo: "porque es lo único que me queda de lo que una vez fui… una Black". El sello de los Black que jamás se hubiese quitado, anillo manchado con sangre.

-Admito que me costó trabajo encontrarla… -dijo él-… más de lo que me hubiera gustado, en realidad –añadió con un tono de dejadez que irritó a Draco-, pero ya me estaba esperando… Fue fácil… un simple hechizo… tu madre nunca fue buena con hechizos de defensa… es una lástima…

Escuchaba a su padre, pero las palabras le llegaban distorsionadas, lejanas, como si no estuviesen en la misma realidad… Su mente sólo pensaba en su madre… Su voz… su risa… sus ojos… el modo que tenía de abrazarle por las noches y de leerle siendo niño, la manera que le contaba viejas leyendas que ahora sabía eran ciertas… su porte elegante, sus ademanes clásicos y aristocráticos y su mirada sin frialdad sólo dedicada a él… Todo se había ido… todo se había perdido para siempre…

-¿De qué te ha servido ponerte del lado de Potter? –preguntó su padre mientras movía distraídamente su varita aunque frente a Draco era más que evidente que tenía un claro objetivo-. ¿De qué te ha servido… hijo? –dijo pronunciando la última palabra con lentitud, saboreándola.

-No me llames así… -dijo Draco mientras apretaba en su mano el anillo de Narcisa con el sello de los Black-. Nunca lo he sido –se levantó del suelo apretando los puños-. Nunca has estado a mi lado, nunca me has preguntado qué quería hacer, qué quería ser, quién quería ser… Nunca has apoyado mis decisiones ni me has ayudado con mis dudas y problemas y cada vez que caía, estabas lejos de mí… Nunca he sido tu hijo, sólo una artimaña para tu estúpido amo.

La mirada de Lucius se congeló.

-No te atrevas a llamarlo así –una bofetada certera tumbó a Draco en el suelo.

¿Cuántas le había dado su padre durante su vida? Cuando no conseguía realizar un hechizo, cuando se sentaba in apropiadamente en el sofá, cuando sorbía la sopa como cualquier niño de tres años… Demasiadas para contarlas, pero esa le había dolido más que nunca porque sabía que, a diferencia de otras veces, su madre no acudiría a él para ayudarle… su madre no acudiría nunca más.

-¿Sabes? –dijo con cierto asco el chico sabiendo que iba a morir igualmente y decidiendo que si iba a hacerlo lo haría con orgullo y dignidad-. Ella nunca te amó… nunca te quiso… -Lucius le miró con los ojos plateados brillando por la ira contenida mientras apretaba la varita fuertemente-… jamás podría haber querido a alguien como tú –añadió.

-¡Cállate! –gritó el mayor apuntándole -¡Ese ha sido tu último pensamiento, cruccio!

Lo sintió. Sintió como mil cuchillos desgarraban su piel y sus huellos, como cientos de hierros candentes rodeaban su cuerpo y quemaban cada parte y centímetro de su piel, sintió como su garganta se ahogaba por sus gritos a punto de desgarrarse por no poder gritar más y cuando pensó que todo iba a terminar, cuando notó como su cuerpo se iba rindiendo poco a poco ante la muerte, escuchó una fuerte voz que gritó "impedimenta" y todo se detuvo.

-¿Estás bien? –Draco aceptó la mano que le tendía Blaise y se puso de pie aún sintiendo los espasmos del crucio en su cuerpo; sacudió la cabeza para aclararse un poco y los ojos negros y preocupados de Blaise se enfocaron sobre los suyos-. ¿Draco?

-Sobreviviré… gracias… -añadió.

Una varita negra apareció en su campo de visión y cuando miró la mano que la sostenía como si fuera una bandeja, no se sorprendió al darse cuenta que era la mano pequeña de Pansy que lo miraba con una sonrisa triste.

-No merece que te conviertas en un asesino, Draco… -le dijo la chica-… Pero es tu elección… -añadió cuando el chico cogió la varita que había perdido hacía unos minutos.

Pansy y Blaise vieron como Draco apuntaba directamente al corazón de Lucius Malfoy, tendido en el suelo, boca arriba, con los ojos cerrados mientras intentaba recuperar el aliento. Estuvo tentado… sería tan fácil… nadie sabría nunca que había sido él, Blaise y Pansy jamás testificarían contra él… una varita era muy fácil de perder en una batalla y cualquier mago podría haberla usado… apuntó a su padre clavando

-Vamos… -lo alentó Lucius-… hazlo… te estuve educando para esto… hijo mío… -añadió sonriendo burlescamente.

Draco aferró su varita con más fuerza, consiguiendo que los nudillos se le pusieran blancos; quería hacerlo; no quería nada más en aquel momento que pronunciar las palabras que matarían al asesino de su madre, sin importarle que fuera su progenitor. De verdad que quería hacerlo; el ruido de la batalla había quedado olvidado en sus oídos… Sólo existían él y Lucius Malfoy, nada más, nadie más…

Pansy y Blaise le miraron; ambos sabiendo a lo que se estaba enfrentando Draco, a sus demonios personales. Y entonces lo hizo; Draco malfoy movió sus labios pronunciando un hechizo mientras apuntaba a Lucius con un gesto de desprecio. Blaise no pudo evitar sentirse orgulloso de Draco; Pansy derramó una lágrima en silencio que se apresuró a retirar de su mejilla sin querer que nadie la viera.

Y cuando las cuerdas ataron a Lucius y éste desapareció en vuelto en un hechizo localizador para que fuera a parar al Ministerio de Magia sin posibilidad de escape, Draco se giró hacia sus amigos que no dudaron en sonreírle en el caso del chico, y en abrazarle en el caso de Pansy.

-No soy como él… -se limitó a decir el chico mirando a sus amigos-. Vamos, tenemos una batalla que ganar.

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Harry sintió como su pecho quemaba; había sentido aquello en algunas ocasiones, cuando el poder de Lahntra se concentraba en él hasta el punto de que casi creía poder hablar con la diosa. Y como siempre, cerró los ojos para saber qué quería ella… para saber qué debía hacer, consciente de que nada le ocurriría porque Lahntra no dejaría que nada ocurriese. Y como ocurría cuando trasplanaba al mundo espiritual a reunirse con su madre o su padre, sintió el aura de Lahntra rodeándole y protegiéndole, instándole a contemplar un pasaje de una vida lejana que él nunca antes había visto.

"-No corras tanto –le regañó dulcemente una chica de unos doce o trece años mientras reía-. No podré alcanzarte…

-Vamos, no seas aburrida –contestó otra niña prácticamente idéntica a la primera salvo por sus ojos de un color más claros que los verdes de la primera-… Si no nos damos prisa, nos lo perderemos.

-Hemos visto a las sirenas todos los días –dijo la otra siguiendo los pasos de la primera a través de las rocas-. No creo que por un día…

-Elea… por favor… sabes que me gusta mirarlas –casi imploró la niña.

La otra rió suavemente cuando vio el rostro de la pequeña, y Harry comprendió que era imposible decirle que no con aquella carita de ángel que poseía.

-Eres imposible… -dijo-… sabes que tus chantajes no servirán de mucho ¿verdad?

-Con que funcionen para esta vez… -le sacó la lengua de forma infantil y sonrió-. ¿Vamos?

Suspiró.

-De acuerdo Lahntra, pero mañana le explicarás tú a padre por qué hemos llegado tarde a la cena.

La niña asintió y la otra suspiró mientras la seguía, consciente, como pudo comprobar Harry al poder leer sus mentes, que sería ella quien daría una explicación… como siempre"

Otra escena, un par de años más tarde, aún unas niñas discutiendo. Las mismas de antes, Lahntra y Elea, las dos hermanas destinadas a enfrentarse aunque aún no lo supieran.

"-Siempre has sido la favorita de padre ¿verdad? –sus ojos verdes oscuros brillaban-. Siempre pendiente de ti, tan obediente, tan señorita, tan… perfecta… -añadió a falta de otra palabra.

-¿Bromeas? –la otra jadeó de sorpresa ante aquella declaración-. Yo daría cualquier cosa por que él me mirara como te mira a ti. Tú eres la fuerte, la orgullosa, la altiva… tú eres quien tiene las características para gobernar, Elea… A mí me quiere, pero a ti te adora...

-Siempre tan buena, ¿verdad hermana? No necesito tu compasión ni tu perdón… no necesito tu bondad ni tu mirada de lástima… no necesito tu amor…

-Elea…

-Cásate, cásate y sé feliz porque haré lo imposible para que no lo seas

-¿Qué te pasó, Elea? –preguntó-. ¿Qué te ocurrió para que cambiaras tanto?

-Abrí los ojos, sólo eso… Adiós, hermana…

-Estaré aquí siempre que me necesites, Elea"

"-No serás feliz si puedo evitarlo.

-¿Por qué, Elea?

-No permitiré que sigas siendo feliz cuando yo no he podido serlo… Yo también quiero ser feliz…

El resplandor de una espada sesgando el aire y la sangre vertiéndose a su alrededor, una daga oscura cayendo sobre el frío suelo y un pensamiento que Lahntra envió a su hermana antes de morir, mientras una única lágrima caía al suelo.

-Te perdono…

-Te odio –fue lo único que Elea alcanzó a contestar antes de salir huyendo de allí-. Siempre te odiaré"

Harry despertó de su trance cuando sintió una fuerte magia golpear su escudo; clavó sus ojos en el naryn que había sido lo bastante idiota y estúpido para intentar atacarlo de aquella forma y con tan sólo un movimiento de su mano una esfera de color oscuro se alzó sobre la bestia, alargándose como si fuera una luz en proyección y engulléndolo, dejando sólo de él su armadura ensangrentada.

Notó la magia de Lahntra dentro de él; los sentimientos que la diosa había compartido con quien había sido una vez una hermana comprensiva y dulce; sintió calor, suavidad y cariño… y sintió como su amor era rechazado. Sonrió a su pesar sin extrañarle que Voldemort fuera el descendiente de Lahntra, después de todo, él también había sufrido el rechazo de su padre, la pérdida de su madre…

Un rayo atravesó el cielo acompañado del trueno a pocos segundos de distancia; las gotas de agua empezaron a caer para descontento de los dos batallones, ninguno conforme con el nuevo clima que había anunciado la noche. La oscuridad dificultaba la visión y la lluvia que amenazaba con caer de forma estrepitosa no ayudaba en ello. Lo vio, parado, quieto, ajeno a lo que ocurría a su alrededor y Harry supo que él también había presenciado las escenas de Lahntra y Elea.

Y cuando Voldemort y Harry Potter encontraron sus miradas, olvidaron el resto de lo que había a su alrededor y con pasos seguros se acercaron el uno al otro, sabiendo, ambos, que aquella sería la última vez que se verían.

Y en Okkorton y Ahsvaldry, la luna ascendió rebelando todo lo místico que aquella noche iba a ocurrir.

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Hola a todo el mundo! Que tal?

Bueno, pues lo prometido es deuda! Os prometí que si tenía reviews suficientes actualizaría el miércoles o jueves, ¿verdad? Pues parece que el mini chantaje funcionó jejejeje :p

Así que aquí os dejo un capítulo para los que queríais ya ver un poquito de acción, ok? Espero que haya sido de vuestro agrado y que me dejeis vuestras opiniones, de acuerdo?

Un besito, os dejo con el avance para que no desespereis… jejejeje

Nos leemos pronto! Sed buenos!

En el próximo capítulo…

"-Potter…

-Voldemort…

-Elea… ¿Crees que eres lo suficientemente poderoso para vencerme?

-Maldito niño insolente…

-No, me equivoqué una vez

-¿Se puede saber en qué se equivocó la perfecta diosa?

-Creí que podría hacerte ver que siempre hay cosas hermosas por las que luchar… que siempre había algo más que poder y gloria… y me equivoqué.

-Elea es y siempre será tu hermana… no es justo que tengas que enfrentarte a ella…

-Es mi destino Ainur.

-No, no lo es, es el mío

-Dime, Potter, ¿quién morirá esta vez?"

"-No me importa Ainur, me importa Harry… "

"-¿Cuántos "avadas kedavra" puedo detener antes de que mis órganos se resientan?

-Dos veces, tres como mucho…

-¿En una batalla?

-En toda tu vida"

"-¡Ainur!

-Dime, Potter, ¿quién morirá esta vez? ¿A quién quieres que sacrifique en tu nombre? ¿Quién será el próximo, Harry?

-Si, sí podrás, Harry. Porque eres tú… Eres el hijo que engendramos tu madre y yo, posees la sangre de Lahntra, la magia de tu madre, y mi testarudez

-Puedes hacerlo Harry, pero tienes que creer que puedes…

-¿Y si no lo creo?

-Nosotros lo creeremos por ti, pequeño…

-¡Harry, cuidado!

-¡Verónica, no!"

"-Ha creado un escudo lo suficientemente fuerte para que nada de lo que ocurra ahí dentro nos afecte a nosotros

-Pero si nada puede salir…

-Tampoco puede entrar…"

"-Es el turno de Nagini

-¡Nooooo!

-Parece que ahora tú también estás solo… Tom

-No más que tú

-Nunca estaré solo, Tom…

-Don de amor… libérale…"

"Y cuando sintió el aura de Giliath mezclada con la de Erebor y Derin sonrió. Y no pudo evitar sonreír más ampliamente cuando notó el olor de manzana que Verónica siempre desprendía, en un constante recuerdo de que ella estaba allí.

Ayúdame

Gracias

Hermano

Amigo

Serpiente

Hermana

Severus

Princesa de Slytherin

shygard

Hermione, te perdono

superviviente

Inténtalo

Perdóname"

"-Avada kedavra… "