Hola a todo el mundo!

Antes que nada, agradezco sus comentarios y reviews a la siguiente lista de lectores: ejem, ejem…

SerenitaKou, katia, blackmoonlady, The angel of the dreams, nagaina-black, noiraaa, Laia Bourne Black, Ailuj, Pedro I, Clawy, Cradle of Filth, Duciell, Chii Tomoyo, Flor89, Adoro a Harry, Tere Black.

Y bueno, como estoy segura de que la mayoría de vosotros estais deseando que deje de escribir tonterías únicamente para llenar el espacio sin decir nada, que es justamente lo que estoy haciendo ahora jejejejeje, os dejo ya para que leais el desenlace de la batalla, esperando que sea de vuestro agrado, aunque a mí personalmente no me ha gustado mucho, lo he reescrito tres veces y he terminado por dejarlo así porque si no iba a estar reescribiéndolo hasta el día del juicio final jejejeje.

Disfrutad de la lectura! Nos vemos abajo!

Capítulo 46. Avada Kedavra. El fin de una lucha.

"-Cuando eras pequeño, solías pasarte las horas muertas con Canuto ahí –señaló un punto en el jardín trasero de la casa-. A veces cuando llovía, Sirius se encargaba de envolveros a los dos en un escudo impermeable, pero por nada del mundo entrabais en casa –sonrió-. Cuando tu madre se daba cuenta de aquello, movía su varita y el escudo dejaba de ser útil para Sirius y tú te reías divertido cuando él se quedaba mojado y aún así no entraba en casa, para consternación de Lily…

Harry sonrió. Había aprendido a conocer a su padre no por lo que decía sino por lo que no decía; leía en sus silencios, en sus pausas, en sus gestos, en sus miradas, en el modo de revolverse el cabello, en la forma de mirar al horizonte, pensativo.

-Apenas recordaba nada de todo eso… -mencionó Harry.

James lo miró sin que se le pasara por alto el verbo en estado pasado y arqueó una ceja en su dirección.

-Cuando dejé que Giliath y Erebor entraran en mi mente… vi algunas cosas… recuerdos de cuando era un bebé…

-¿Qué recuerdos?

Harry sonrió.

-La primera vez que me subiste a tu escoba y mamá te estuvo regañando por llevar a un bebé de cuatro meses a más de cinco metros de altura.

James rió divertido al recordar aquello.

-Canuto siempre dice que fue por eso por lo que eres tan bueno volando.

Harry se encogió de hombros.

-Y supongo que el que me llevara de noche sobre su moto sin que mamá se enterase y tú tampoco, no tiene nada que ver ¿no? –preguntó con cierto sarcasmo haciendo que James riera.

-¿También recuerdas eso? –preguntó asombrado.

Harry movió la cabeza mientras se sentaba en los escalones del porche, su padre junto a él.

-Más que recuerdos… son sensaciones… -James le miró-. Tengo esos recuerdos porque vi las escenas como si fueran una película –le explicó-… pero antes de eso… guardaba emociones, sentimientos… olores, voces… -su rostro se volvió sombrío por unos segundos.

-Recuerdas aquella noche… -adivinó James.

Harry asintió en silencio.

-Recuerdo la lluvia azotando las contraventanas, y tu voz gritándole a mamá que huyera conmigo; recuerdo un beso cálido cuando me dejaste en brazos de mamá y luego recuerdo como latía el corazón de ella deprisa mientras corría… y escuché su grito… sus ruegos… y el calor de sus brazos… y luego la luz verde…

-Harry…

-Es lo que más recuerdo…su voz…

-Lo lamento… -susurró James. Harry le miró-. No pude protegeros ni a ti ni a tu madre…

-Papá, moriste intentando que ella se salvara –le corrigió el muchacho-. Eso para mí es protegernos.

-Me he perdido muchas cosas, ¿verdad?

Harry sonrió.

-Me hubiera gustado que estuvieras allí para enseñarme a usar mi varita, para que me enseñaras a afeitarme, a montar en bicicleta, a nadar y a jugar quiddich –sonrió-, pero ahora sé que tengo toda una eternidad para estar contigo –añadió divertido.

James sonrió.

-Nunca pierdes el humor, ¿verdad?

Harry se encogió de hombros.

-He aprendido demasiado pronto que hay que disfrutar de lo que tienes antes de que te lo quiten –dijo quitándole importancia.

-Me siento orgulloso de ti Harry.

El chico no pudo evitar que sus ojos se humedecieran. Había esperado por años escuchar aquellas palabras y creía que no las oiría nunca, consciente de que sus padres habían desaparecido de su vida y no podrían decírselas nunca. Sonrió y escondió su rostro contra el hombro de su padre cuando éste le abrazó. Ambos conscientes de que necesitaban estar así para compensar los años perdidos. Ambos conscientes de que no importaba la eternidad, porque todo lo que habían perdido no podrían recuperarlo nunca"

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-Potter… -siseó Voldemort.

-Voldemort… -concedió el chico.

Ninguna palabra más surgió de los labios de ninguno de los dos. Ni una mirada, ni una palabra de incitación, absolutamente nada. Ambos se observaron como lo habían hecho dos años atrás en el Cementerio. Midiendo sus fuerzas en silencio, preguntándose a sí mismos si conseguirían hacer lo que querían hacer, en el caso de Voldemort, lo que debía hacer, en el caso de Harry.

Tuvo que admitir que el entrenamiento a base de matar y sobrevivir a los naryns había servido para que en aquellos momentos la repulsión y asco que sentía por el aspecto de Voldemort, no fuera tangible ni visible en su rostro. Y a pesar de su aspecto, se mantenía erguido, altivo y orgulloso de ser quién era pese a que Harry sólo podía ver en él al asesino de sus padres y de tanta gente inocente que había acudido durante años enteros a su mente cuando cerraba los ojos para intentar dormir. A los pies de Voldemort, alzada medio cuerpo y con la cabeza a la altura de las caderas de su amo y señor, los ojos de Nagini le miraban con un brillo amenazador y a la vez conocido, como si entre la serpiente y él hubiera una complicidad directa.

-Veo que aún conservas a tu serpiente –dijo a media voz el chico sin alterarse.

-No es Nagini lo único que conservo y tengo en estos momentos, Potter –su voz sonó suave y amenazante como cada vez que hablaba mientras acariciaba la cabeza resbaladiza de su mascota que entrecerró los ojos con satisfacción cuando sitió el tacto de su mano huesuda en la cabeza.

Fue un segundo, sólo un segundo, pero los ojos rojizos de Voldemort adquirieron un tono verdoso que le recordaron a los suyos propios. Y entonces lo supo… estuvo convencido de lo que había sospechado… Elea estaba dentro de su descendiente, dentro de Voldemort.

Harry calmó a la lágrima de Lahntra que parecía querer abrasar su piel del modo en que estaba quemándole. No podía culparle; el colgante de Elea permanecía en manos de Snape, pero él también podía sentir la rabia, la ira y la maldad de Elea dentro de Voldemort, como si la diosa oscura se hubiese unido en parte a su descendiente para lograr terminar lo que había empezado hacía tantos siglos.

Pero del mismo modo en que Harry había estado observando a Voldemort, éste también lo había estado haciendo y se había encontrado con la agradable sorpresa de que bajo la tempestuosa mirada y el cuerpo definido y bien formado que había llegado a conseguir, bajo el cabello desordenado y el rostro manchado de barro por la batalla y la lucha, Potter, seguía siendo el mismo de siempre… un sentimental que estaba dispuesto a todo por los que quería… y eso incluía cierta vulnerabilidad que él desposeía.

Sintió el poder de su predecesora dentro de él mismo; notó como la magia de Elea lo abarcaba todo, incluida su mente, como si de algún modo, todo lo que estuviera pensando, viendo, escuchando o diciendo formara parte de la realidad de Elea, una realidad que ya no le pertenecía a él. Y cuando sus labios se movieron, fue consciente plenamente, de que no era su voz la que hablaba ni tampoco sus pensamientos los que transmitía.

-Cuánto tiempo… -susurró la voz.

Harry lo miró. Esa voz… hostil y rasposa, quebrada y al mismo tiempo fría y calculadora le recordó que no era Voldemort únicamente quien estaba delante de él.

-Elea… -susurró.

-Veo que tu fuerza ha aumentado… -una sonrisa en el rostro de Voldemort apareció-. ¿Crees que eres lo suficientemente poderoso para vencerme?

-No lo creo… -la sonrisa de Voldemort se esfumó tan rápido como había aparecido cuando el chico añadió sus últimas palabras a la oración-… lo soy.

-Maldito niño insolente…

Harry no contestó, no pudo contestar. Sintió como la magia de Lahntra ocupaba su lugar dentro de su cuerpo; era algo que nunca había experimentado pese a que Stell y Giliath le habían hablado de ello. Del mismo modo que Elea podía hablar y sentir y pensar a través de Voldemort, Lahntra podía hacerlo a través de él salvo con una diferencia: Harry poseía la lágrima de Lahntra y esa pequeña ventaja le confería el don de poder escuchar a ambas diosas mientras hablaban. El aura de Lahntra era fuerte y poderosa, dulce, carismática y aplastantemente humana… Se sintió protegido y abrigado cuando notó que la magia de Lahntra ocupaba su mente por completo y casi se pudo ver a sí mismo echándose hacia atrás y reprimiendo toda su energía y poder para que Lahntra pudiera utilizar su cuerpo. Dentro de sí mismo, cerró los ojos, centrándose en la conversación que había entre las dos diosas, en otro tiempo hermanas y en aquel momento, rivales.

"-Hacía mucho que no hablábamos…

Sintió a Lahntra sonreír con tristeza dentro de él.

-Creo que nosotras nunca hemos hablado –contestó la diosa.

-Es cierto… siempre tienes razón, ¿verdad, hermana?

El modo de dirigirse a ella hizo que el pecho de Harry sintiera una punzada de lástima y de dolor, los sentimientos que Lahntra estaba teniendo en aquel momento al escucha a su hermana hablar de aquel modo.

-No, me equivoqué una vez –contestó la diosa.

-¿Se puede saber en qué se equivocó la perfecta diosa? –apuntó con sarcasmo evidente Elea.

-Creí que podría hacerte ver que siempre hay cosas hermosas por las que luchar… que siempre había algo más que poder y gloria… y me equivoqué.

Hubo un silencio incómodo. Harry podía sentir los latidos de Lahntra dentro de él, como si fueran los suyos propios… el dolor, la comprensión, la dulzura y el cariño que seguía sintiendo hacia Lahntra hizo que tomara una decisión. Se concentró en su poder y rodeó la lágrima que colgaba de su cuello con una mano mientras buscaba en su propia mente la voz de Lahntra.

-Ainur, pequeño, ¿qué haces aquí? –preguntó la diosa sin mostrarse asombrada porque él pudiese haber llegado hasta ella.

-No quiero que te enfrentes a ella –dijo el chico. La diosa no contestó-. Es tu hermana, pese a lo que hizo, pese a lo que hace y lo que hará, Elea es y siempre será tu hermana… no es justo que tengas que enfrentarte a ella…

-Es mi destino Ainur.

-No, no lo es, es el mío –contestó Harry-. Yo tengo que acabar con la diosa de la oscuridad y con Voldemort, su descendiente, no tú…

-Pero necesitas mi magia para ello.

-Pues préstamela –replicó el chico con una media sonrisa-… pero no te enfrentes a ella… los dos sabemos que no podrías soportarlo…

Sintió como Lahntra cortaba su conexión con él y de inmediato reanudaba las palabras con Elea.

-¿Confías en tu descendiente? –preguntó Lahntra.

-Por supuesto, es todo lo que yo hubiera sido de ser mortal… frío, poderoso, con ganas de vencer siempre y sin importar lo que debe hacer o a quién debe herir para lograr lo que desea.

-Yo confío en el mío… es poderoso, comprensivo y gentil… un poco impulsivo… -sonrió y Harry también lo hizo-… ¿crees que podemos dejarles solos?-Elea no contestó de inmediato y cuando lo hizo, Lahntra la escuchó con claridad sabiendo lo que iba a decir a continuación.

-¿Y nos quedamos con ellos?-Lahntra asintió-. Si uno de los dos muere, una de nosotras también lo hará.

-Así es –sentenció Lahntra.

-Que así sea; nos veremos en el infierno, hermana…"

Harry comprendió que la conversación había terminado y que las dos diosas habían llegado a un acuerdo; no interferirían en las decisiones de ellos dos, no lucharían entre sí, pero una de las dos moriría cuando uno de ellos lo hiciera. No pudo evitar sonreír a medias… además de proteger a Verónica, salvar el mundo mágico, destruir a Voldemort y Elea tenía que encargarse de que Lahntra siguiera bien… donde fuera que estuviera…

La voz de Voldemort, que parecía ajeno a lo que había ocurrido, llegó a sus oídos con claridad.

-Dime, Potter, ¿quién morirá esta vez? –preguntó -. ¿A quién quieres que sacrifique en tu nombre?

Maldita pregunta. Su madre, su padre, Sirius, Cedric, niños, mujeres, hombres, inocentes… cientos de imágenes que había visto en sus pesadillas durante años se arremolinaron en su cabeza. Imágenes que había creído olvidar pero que sólo había apartado de su mente… rostros ensangrentados, muertes, torturas, sacrificios… todo hecho únicamente para hacer daño… ¿cuánta gente más iba a morir por su culpa?

Fue una suerte que instintivamente sujetase la lágrima de Lahntra con una de sus manos, de otro modo, el hechizo que Voldemort no dudó en utilizar contra él podría haber resultado, sin ningún problema, el último hechizo que Harry Potter hubiese recibido.

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Derin se llevó la mano a la nuca de forma inconsciente sin darse cuenta que estaba bajo la atenta mirada de Verónica que jadeó al ver al dios hacer aquel gesto; sólo podía significar una cosa. Cuando Derin notó la mirada de la chica sobre él, la miró y asintió levemente. Ella se encargó de desprender parte de su magia que destruyó al naryn contra el que estaba combatiendo antes de dirigirse hacia el dios y mirarlo de forma apremiante.

-No me importa lo que dijera Harry, ni lo que digas tú –le indicó-. No voy a quedarme cruzada de brazos mientras él está en peligro Derin… ¿Dónde está?

-Si Ainur…

-¿No lo entiendes? –preguntó ella-. No me importa Ainur, me importa Harry… -añadió casi en un susurro. Derin no contestó y la mirada de ella se endureció-. Bien, en ese caso, Feamor me llevará hasta él.

Cerró los ojos invocando al pegaso de Harry cuando una mano se cerró sobre su brazo, los ojos grises de Derin la miraban a escasa distancia.

-Demonios… ¿no podías ser más pacífica?

-Entonces no sería yo –le replicó ella con una sonrisa divertida antes de desaparecer en una columna de luz azulada.

-¡Reversus tempus! –un rayo violeta se dirigió hacia Harry que saltó con agilidad esquivándolo y apuntó con su propia varita a Voldemort.

-¡Ardentus fogus! –exclamó haciendo que una llamarada viva de color amarillo y rojizo saliera hacia el cuerpo de Voldemort.

-¡Impedimenta! –se protegió el mago oscuro-¡Cruccio!

-¡Protego! –gritó Harry-¡Viento de la luz!

Un remolino de aire salió directamente de su mano pese a que a ojos de los que estaban allí parecía haber surgido de su varita, como un halo de aire, una ráfaga fría que impactó contra el pecho de Voldemort con la fuerza de un huracán, consiguiendo que el mago tenebroso trastabillara un par de pasos hacia atrás antes de crear un escudo fuerte para protegerse del reciente temporal.

En un acto ágil propio de los reflejos de un dios, Voldemort jugó su carta y lanzó una daga invisible a través del espacio, daga que rozó el hombro de Harry, quién tuvo el tiempo justo para apartarse sin que aquello tuviera más consecuencia que un leve malestar. Voldemort decidió jugar con Harry a lo que sabía siempre iba a ganar… apeló a la conciencia del joven que tenía delante de él y que a él le faltaba.

-¿Qué se siente Potter? –preguntó Voldemort-. ¿Qué se siente cuando matas a alguien?

Harry le miró sin contestar.

-Vamos… has matado a más de mis caballeros de la muerte tú solo que toda la maldita Orden que dice protegerte –el chico tampoco contestó-. Aunque supongo que una cosa es matar a tu enemigo y otra es matar a alguien en quién los demás confían, ¿no? –Harry le miró, clavando sus ojos verdes y poniéndose casi por instinto, en alerta sin saber qué iba a decir a continuación el mago-… Aunque… no sé… después de todo, nunca llegaste a confiar en Angark ¿verdad?

Un segundo. Sólo fue un segundo de titubeo, nada más que un segundo, e incluso, Harry podría haberse dado cuenta, de que era mucho menos que eso, pero fue tiempo más que suficiente para que Voldemort aprovechase la situación y lanzase la maldición asesina al chico que sin tiempo para protegerse, recibió el impacto en el pecho, notando como la magia de Lahntra le protegía pero sintiendo los efectos secundarios de la maldición imperdonable y asesina que repercutían en su cuerpo, por dentro, afectando a sus órganos vitales. Casi sin darse cuenta, recordó la conversación con Erbor…

(flashback)

-Estás bromeando, ¿verdad?

Pero el dios no parecía estar bromeando en absoluto.

-Hablas en serio… -dijo casi incrédulo Harry.

-¿Por qué habría de bromear?

-Bueno… -Harry se pasó una mano por el cabello en un gesto nervioso, algo que hizo sonreír a Erebor que poco a poco había aprendido a descifrar los gestos del niño que tenía delante de él-… Si lo he entendido bien, me estás diciendo que puedo lograr detener la maldición asesina sólo con mi magia interna, y ¿quieres que no me sorprenda?

-Esa maldición es magia Harry; hecha de magia y enviada con magia… es lógico que sea la magia lo que pueda detenerla, ¿no te parece? –Harry arrugó la frente pensando que si lo pensaba de aquel modo, parecía tener lógica… al menos un poquito-. Pero es peligroso que lo hagas –añadió al ver la mirada del adolescente y comprender lo que estaba pasando por su mente.

-Acabas de decir que se puede detener la maldición…

-Lo sé… pero… -suspiró-. Hay un refrán mortal "de tanto llevar agua de la fuente, el cántaro se rompió", ¿lo conoces? –el chico asintió-, bien, pues imagínate que tú eres el cántaro.

-Oh… -dijo el chico.

-Exacto, "oh"… Es un hechizo muy poderoso y cuando te alcanza, tu cuerpo tiene dos opciones, rendirte a la magia negra con la que está hecha o rebelarte y protegerte, en cuyo caso, es tu magia interna quien interviene.

-Entiendo.

-No, no lo entiendes –le dijo el dios queriendo que aquello fuera algo que quedase completamente claro-. Aunque tu magia logre detener la maldición lo suficiente para que ésta no te mate dañando tu cuerpo externo por decirlo de alguna manera, no puedes lograr que no hiera tu cuerpo interno.

-No lo entiendo –arrugó la frente el chico.

-De acuerdo… Camina diez pasos a la derecha –el chico le miró arqueando una ceja-. Sólo hazlo, Ainur… así… bien, quieto –obedeció-, ahora camina veinte pasos a la izquierda… -Harry iba a obedecer cuando la voz de Erebor volvió a sonar-, sin moverte de ahí.

-¿Cómo?

-Camina veinte pasos a la izquierda sin moverte de donde estás –repitió Erebor claramente divertido por la forma en que él fruncía el ceño pero sabiendo que no podía demostrar su diversión.

-No puedo hacer eso –protestó Harry.

-¿Por qué? –insistió Erebor.

-Porque es imposible.

-¿Y por qué es imposible, Harry?

-Porque no puedo estar en dos sitios al mismo… -los ojos del muchacho se abrieron al comprender-… si la magia protege mi cuerpo, no puede proteger mi cuerpo interno…

-Corazón, hígado, pulmones… -un largo etcétera murió en los labios del guardián-. Tu cuerpo puede reaccionar para protegerse de la maldición asesina e impedir que mueras pese a que te toque, pero tus órganos quedaran dañados; entiendes ahora por qué es peligroso, ¿verdad?

-¿Cuántos "avadas kedavra" puedo detener antes de que mis órganos se resientan?

-Ainur…

-No digo que vaya a hacerlo, Erebor –añadió el chico rápidamente-, pero si alguna vez tengo que hacerlo, quiero saber a qué me atengo…

El dios suspiró.

-Dos veces, tres como mucho…

-¿En una batalla?

-En toda tu vida –indicó el dios.

Harry asintió en silencio.

-Pero no significa que…

-Lo sé…-se calló unos segundos-. ¿crees que puedes enseñarme a utilizar mi magia para detener la maldición?

-Por supuesto.

-Entonces adelante, no tengo demasiado tiempo…

(fin flashback)

Después de aquello había tenido que sufrir una maldición imperdonable recibida de manos de Derin; era necesario para saber qué se sentía y para saber si podía combatirla. Y en aquellos precisos momentos era justo lo que estaba sintiendo… Como su corazón parecía querer pararse por segundos y como le costaba respirar porque a sus pulmones parecía faltarles el aire. Lo mismo que estaba sintiendo en aquellos momentos, sólo que con más dolor que la vez anterior. En un gesto, se llevó la mano al corazón sintiendo como este ardía y casi sonrió de forma conciliadora cuando notó la magia y la presencia de Lahntra rodeándola, protegiéndole.

Voldemort no dudó en atacarle; haciendo gala de sus nuevos poderes, estiró ambas manos hacia Harry dirigiendo rayos de fuego y hielo que atravesaban el espacio y golpeaban de forma insistente a Harry, quien sabiendo que su cuerpo no estaba recuperado, sólo podía intentar evitar los golpes de la magia pese a que su cuerpo estaba sufriendo la mayor parte de ellos.

-¡Ainur!

El grito de Erebor le llegó en la lejanía, cuando Voldemort detuvo su ataque para contemplar al jadeante Harry, al borde de sus fuerzas mientras intentaba que su magia interna se recuperase lo suficiente para poder curar las heridas externas que su cuerpo presentaba en aquellos momentos, incluyendo la cicatriz que cubría su frente y que se había abierto por la proximidad con Voldemort y Elea y en aquellos momentos goteaba sangre que resbalaba por su mejilla derecha.

Le bastó mirarle para saber que Erebor lo había entendido; había sufrido un segundo ataque de la maldición asesina y eso significaba que uno más y su cuerpo no lo resistiría.

Un nuevo golpe lo desequilibró y un simple expelliarmus con la fuerza de cien hechizos juntos hizo que diera un par de volteretas en el aire antes de aterrizar de nuevo en el suelo dolorido y con Voldemort mirándole con autosuficiencia y arrogancia.

-Dime, Potter, ¿quién morirá esta vez? –preguntó -. ¿A quién quieres que sacrifique en tu nombre?

Maldita pregunta. Su madre, su padre, Sirius, Cedric, niños, mujeres, hombres, inocentes… cientos de imágenes que había visto en sus pesadillas durante años se arremolinaron en su cabeza. Imágenes que había creído olvidar pero que sólo había apartado de su mente… rostros ensangrentados, muertes, torturas, sacrificios… todo hecho únicamente para hacer daño… ¿cuánta gente más iba a morir por su culpa?

-¿Quién será el próximo, Harry?

Pero Harry ya no le escuchaba, había dejado de hacerlo… Su varita seguía aferrada a su mano, pero era incapaz de utilizarla. Miedo. Tenía miedo de hacer algo que no pudiera remediar. Había jurado, dicho y amenazado con que mataría a Voldemort sin tener remordimiento de conciencia, pero no era capaz de hacerlo. Veía en Voldemort lo mismo que veía cuando se miraba en el espejo; alguien que había crecido sin el amor y el cariño de unos padres, sabiendo que debería de cuidarse solo desde el primer día; alguien que había estado solo y que, por cosas del destino, había tomado una mala elección en el camino… Él también podría haberla tomado si hubiese aceptado ir a Slytherin cuando el Sombrero Seleccionador lo meditó largamente. Él también podría haber sido un Tom Riddle. Matar a Voldemort sería como apuntarse a sí mismo… y hacer que todos los que en aquellos momentos estaban arremolinados a su alrededor, olvidando la batalla y a sus contrincantes, saliesen heridos de alguna manera.

-¿Este es el gran Harry Potter? –se burló Voldemort-. ¿Este es el descendiente de Lahntra, Elegido de Ahsvaldry para gobernar el mundo mortal y el divino? –le dio una patada lo suficientemente fuerte para enviarlo dos metros atrás, haciendo que cayera al suelo, encogiéndose por el dolor de estómago.

Su mano se abrió y su varita cayó al suelo, incapaz de retenerla, incapaz de querer retenerla…

Una suave calidez lo envolvió y un dulce aroma a menta y a lilas llegó hasta lo más profundo de su alma… sonrió casi sin darse cuenta, como lo hacía cada vez que ella estaba a su lado.

"-Harry… vamos, cariño… no debes tener miedo…

-Hazlo Harry… libera tu poder…

-Si lo hago… podría destruirles a todos mamá, no puedo hacerlo…

Lily asintió en silencio.

-Y si no lo haces, él les destruirá.

-Hazle caso a tu madre, Harry.

-Papá… -susurró el chico-… no quiero que les pase nada a ellos, no podré…

-Si, sí podrás, Harry. Porque eres tú… Eres el hijo que engendramos tu madre y yo, posees la sangre de Lahntra, la magia de tu madre, y mi testarudez –añadió con cierta sonrisa que hizo sonreír al chico-… Puedes hacerlo Harry, pero tienes que creer que puedes…

-¿Y si no lo creo?

Una suave mano se posó en su mejilla, aislados del resto del mundo; el olor de su madre era algo que siempre reconocería.

-Nosotros lo creeremos por ti, pequeño… -le susurró Lily sonriendo-… Hazlo… te queremos…"

Estaba cortando la conexión con sus padres cuando escuchó el grito de Verónica al tiempo que una esfera negra entraba en su campo de visión, dándole tiempo para agacharse y romper la magia negra con su propia esfera blanca que salió disparada de su mano simplemente con pensarlo.

-Estás solo, Harry… completamente solo… la estúpida de tu madre, el idiota de tu padre, el arrogante de tu padrino… tus amigos, conocidos, desconocidos… todos te dejan… todos te dejan solo… -Harry no contestó-… todos los que están a tu lado mueren, Harry… ¿quién será el próximo?

-¡Harry, cuidado!

Se giró para ver como la chica corría hacia él con la Espada a cuestas pero que parecía liviana en sus manos; de reojo vio como Voldemort se movía hacia la derecha una milésima de grado, lo suficiente para girarse hacia la izquierda con suavidad y lentamente. Y supo que había elegido a una nueva víctima.

-¡Verónica, no!

Fue un momento, ni siquiera lo pensó, ni siquiera fue consciente de lo que había hecho; la varita había caído de sus manos y había quedado semienterrada en el pasto lleno de lodo y hierba en el momento en que sus manos se alzaron para invocar su poder y crear una cúpula transparente que cubría a Voldemort y a sí mismo, aislándolos de los que estaban cerca de ellos dos. Vio como Verónica se había quedado parada sin saber ni poder reaccionar; el rayo verde dirigiéndose a ella y suspiró cuando el escudo lo absorbió provocando unas pequeñas corrientes eléctricas de color verdoso que se difuminaron por el escudo envolvente.

Derin y Erebor se materializaron junto a Verónica y ambos la cubrieron en caso de que fuera necesario, pero no hizo falta, el escudo de Harry era fuerte y poderoso, ambos lo sabían.

-¡Maldita sea! –gritó entonces Giliath enviando una tromba de agua hacia el escudo que la absorbió sin muchos miramientos-. ¡Ha creado un escudo de nivel trece! –gritó enfadada mientras intentaba fulminar a Harry a través del escudo.

-¿Qué… -empezó a preguntar Verónica mirando a Erebor-… ¿qué significa eso?

Derin masculló algo acerca de querer proteger siempre a los demás y estiró una de sus manos hacia el escudo, queriendo derrocarlo y sin conseguir nada más que una pequeña corriente eléctrica.

-¿Derin? –preguntó ella al ver que Erebor no le escuchaba.

-Ha creado un escudo lo suficientemente fuerte para que nada de lo que ocurra ahí dentro nos afecte a nosotros –le informó Giliath con el semblante serio-. Hechizos, maldiciones, magia… todo quedará dentro, nada saldrá hasta que el escudo se rompa…

-Pero si nada puede salir… -empezó a decir Verónica.

-Tampoco puede entrar… -finalizó Erebor por ella-. Ni siquiera nosotros…

-Harry… -susurró Verónica.

Pero Harry no existía en aquellos momentos. Una figura alta, imperiosa y musculosa se alzaba en el lugar; tenía el rostro cubierto de heridas y el cuerpo dolorido y magullado, la túnica manchada de sangre, barro y mojada; el cabello revuelto alrededor de los hombros, flotando y sus ojos… sus verdes ojos brillantes habían dado paso a los ojos blancos del dios, del descendiente de Lahntra, de Ainur.

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Por un instante, cuando la cúpula se había creado, todos los que estaban en aquella colina habían sido iguales. No importaba si eran mortífagos, licántropos, vampiros, magos, dioses, shyggards, aurors o criaturas del infierno… todos habían sentido en el mismo segundo el despliegue de magia y poder que había surgido del cuerpo de Harry y todos habían detenido sus peleas y batallas personales para mirar en la dirección en que provenía la luz y el poder del muchacho. Algunos de ellos, se dirigieron hacia allí, sin saber con qué se iban a encontrar y con la seguridad de que ninguno de sus contrincantes se atrevería a intervenir en su marcha.

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No lo dudó. El poder de Ainur era mucho más fuerte que el de Harry; Derin lo notaba al lado de Verónica, mirando a Harry, rogando casi sin darse cuenta por que el chico aguantara hasta el final del combate y casi sintiéndose impotente por no poder hacer nada. La chica a su lado se aferró a su antebrazo clavándole las uñas con fuerza sin apartar los ojos de la escena que había delante de ella; y Derin no se quejó. Sin duda alguna había sido la presencia de Verónica la que había provocado que el poder de Ainur saliese a la superficie, creer y ver que ella estaba en peligro había provocado que Harry aumentase su poder, seguramente de forma inconsciente, pero lo había hecho y se había encerrado en un burbuja muy fuerte imposible de atravesar con nada…

Cerca de ellos, Erebor estiró su mano y una suave capa verde y ocre cubrió la cúpula que resguardaba a los dos combatientes por quienes todos los presentes estaban allí y la voz de Harry, hasta el momento muda y apagada, se escuchó.

-Es el turno de Nagini –presagió Harry antes de lanzar un hechizo sobre la serpiente que hizo que su cuerpo explotase literalmente dejando su cuerpo hecho pedazos.

-¡Nooooo! –gritó Voldemort mientras veía como Nagini caía sin vida ante los pies de Harry Potter. Sus ojos se tornaron fríos como el hielo y un peligroso color negro apareció en ellos con el iris de color rojo y alargado, como los ojos de un felino o los de una serpiente -¡Sectumsempra! –gritó apuntando a Harry con su varita.

-¡Protego! –un escudo brillante cubrió a Harry haciendo rebotar el hechizo de Voldemort que se perdió en el cielo oscuro. En momentos como aquel cuando la lluvia empezaba a caer con fuerza, se alegraba de que Erebor y Giliath lo hubiesen convencido para apelar a la magia y deshacerse de las gafas-. Parece que ahora tú también estás solo… Tom –añadió con cierto tono burlón al llamarlo por su nombre muggle.

-No más que tú –dijo Voldemort invocando el poder de Elea dentro de su cuerpo.

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Un nuevo hechizo, una nueva maldición asesina golpeó el cuerpo de Harry que aún no estaba recuperado y pese a que se giró hacia la izquierda para evitarlo, no contó con que Voldemort dirigiera la maldición para que fuera donde estaba él.

Derin se contrajo y Erebor también mientras Giliath ahogaba una exclamación. Tres. Tres maldiciones asesinas y Harry seguía vivo. A su alrededor se escucharon exclamaciones de asombro e incredulidad pero nadie podía saber que aquello estaba matando a Harry.

Verónica le miró. Algo dentro de ella hizo que se tensara, algo hizo que supiera lo que iba a pasar, lo que iba a ocurrir, lo que debía hacer. La voz de su madre resonó en su cabeza "protégele, debes protegerle… aún a costa de tu vida… estás ligada a la daga oscura para siempre…ella te protegerá… tú debes protegerle… ayúdale como mejor creas que has de hacerlo…te quiero…"

Verónica no lo pensó; la única forma de ayudar a Harry era invocar a su poder para salvarlo, para protegerlo aunque eso implicara desprenderse de su arma y de su propia vida… Al final lo había entendido… Ella era la Espada Blanca… el amor que sentía por Harry y el deseo de protegerle era lo que transformaba la daga oscura en la Espada Blanca… la daga adquiría el alma de ella para proteger al descendiente de Lahntra… Si Harry moría y la espada se rompía, ella también moriría… No lo dudó; prefería entregar su alma en manos de Harry antes siquiera de imaginar vivir toda una vida sin él.

-¡Harry!

Se giró a tiempo para recibir en su mano la Espada Blanca. No la daga oscura llena de maldad y rencor y odio que le atormentaba hasta lo más profundo de su ser para que se quitara la vida, sino la Espada Blanca, llena de la luz de la Guardiana, llena de la pureza de la magia simple y rebosante del misterio del amor.

Voldemort lo miró con los ojos desorbitados mientras que Harry sonrió a medias mientras le mostraba la Espada que acababa de recibir sintiendo de inmediato como Derin lanzaba un hechizo de protección sobre Verónica casi al mismo tiempo que Giliath y Erebor, comprendiendo los tres que sin la Espada Blanca, la chica estaba completamente desarmada.

-Nunca estaré solo, Tom…

-¿Acaso crees que con eso podrás matarme, Potter? –bramó Voldemort enfurecido mientras notaba la sangre de Elea hervir bajo su piel.

-¿No te has dado cuenta? –preguntó el chico con voz segura y fuerte. El mago le miró y él sonrió a medias-. La Espada sólo puede acabar con la vida de Elea… y ahora que está dentro de ti, ella es mortal…

Los ojos de Harry se centraron en los de Voldemort y el mago oscuro sintió un poder que jamás había logrado entender ni comprender… el mismo poder que le puso nervioso aquella noche de Halloween hacía dieciséis años… el mismo poder del cual se había burlado durante años… el único poder capaz de superar el odio.

Harry sonrió. La lágrima de Lahntra, quemó sobre su pecho cuando su mano acarició la hoja de la Espada y la otra se aferró a la empuñadura con sutileza. Sentía el poder de Lahntra dentro de él, tan adentro que casi podía creer que estaba a su lado…No era sólo eso… Era el poder de la justicia, de la verdad, de la complicidad, de la lealtad, de la valentía, del honor, de la fuera, de la sabiduría… miles de imágenes atravesaron su mente… sus padres, su padrino, sus amigos, sus guardianes, rostros conocidos que habían muerto ante él noche tras noche en sus pesadillas, rostros conocidos que habían perecido sin poder hacer nada, víctimas de Voldemort… risas de niños, llantos de mujeres, ruegos y plegarias, gritos, miedo, dolor, silencio y muerte… Todo mezclándose en su cabeza, todo dándole fuerzas…

Y cuando sintió el aura de Giliath mezclada con la de Erebor y Derin sonrió. Y no pudo evitar sonreír más ampliamente cuando notó el olor de manzana que Verónica siempre desprendía, en un constante recuerdo de que ella estaba allí. Verónica… había sido consciente de que el amor de Verónica había conseguido atravesar el escudo imperturbable que ni siquiera Erebor, Giliath o Derin habían podido romper… y entonces supo perfectamente qué era lo que tenía que hacer…

Sonrió a su enemigo, sonrió a su rival, sonrió al ejecutor de la muerte de sus padres, sonrió a quién había causado tanto daño y a quien tanto miedo le había tenido durante tiempo y alzando la Espada Blanca con la mano derecha, cerró su puño izquierdo sobre el colgante en su cuello; colocó sus pies firmemente sobre la tierra e invocó a su poder y a los cuatro elementos para que le ayudaran en el hechizo que estaba a punto de pronunciar y que jamás antes había sido escuchado por nadie…

-Don de amor… libérale…

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Lo escuchó en su cabeza, una petición, una palabra, sólo una… y no dudó en ningún momento que fuera él ni dudó que era necesario hacerlo. Sin pensarlo demasiado, Verónica alzó su cabeza hacia el cielo oscuro y dejó caer su cuello hacia atrás, invocando a su magia interna, la que estaba con ella desde que nació.

Apenas unos segundos después sintió como parte de su magia, esencia y aura la abandonaba; no tuvo que abrir los ojos para ver hacia dónde se dirigía… Sabía perfectamente que su magia encontraría la de Harry.

"Ayúdame"

Esperaba poder hacerlo.

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La voz le llegó como en un sueño. Alta y clara… nítida al mismo tiempo… Supo quién era enseguida, después de todo, había discutido y peleado con él durante años enteros. ¿Por qué le decía aquello? Era él quién tendría que decírselo, no Potter… Vio a Verónica echar la cabeza hacia atrás, y su aura salir de su cuerpo en busca de Potter y lo comprendió… Gracias… Gracias por cuidarla en Okkorton, gracias por entregar el colgante de Elea… Gracias por estar aquí.

Se concentró en su magia y sin dar explicaciones la envió con Potter mientras una sonrisa afectada cruzaba su rostro. Más le valía a Potter salir con vida de aquello porque por primera vez en muchos años, él también tenía algo que agradecer… su liberación.

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"Hermano" Sonrió. Sí. Lo era. Siempre lo había sido; desde que había llegado a Ahsavaldry lo había aceptado como su hermano menor… no había tenido otra opción cuando sus ojos verdes se habían cruzado con los suyos. Había sabido de inmediato cómo era Harry, quién era Harry y había jurado protegerlo.

Hermano… una bonita palabra infravalorada… más allá de la amistad, de la camadería, la complicidad o la lealtad… Hermano… una sola palabra que decía muchas cosas. Sonrió y elevó una de sus manos sobre su cabeza en dirección al cielo; una luz rojiza le alumbró y Erebor lanzó la esfera de fuego hacia Harry, con todo el cariño y el amor que le tenía a aquel muchacho que si bien no era de sangre, lo era de pensamiento… su hermano.

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No sabía qué tenía que hacer, nunca lo había hecho y ni siquiera estaba seguro de qué era lo que se esperaba de él. Pero cerró los ojos con fuerza hasta que los párpados le dolieron; la primera vez que vio a Harry en el andén, la primera vez que supo quién era, su primera aventura, su primer partido junto a Harry, su primera escapada a media noche… todo cobraba forma en su mente… Sonrió al notar que aunque su cerebro no sabía qué hacer, su magia parecía saberlo perfectamente porque sintió como parte de ella se reunía alrededor de Harry, intentando arrastrar el escudo para llegar junto al adolescente que había entrado en su cabeza con una sola palabra… una palabra que le había llegado al corazón… "amigo"

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No había sido dicho con desprecio ni con rencor, no había habido ira ni enfado o enojo, ni siquiera como ofensa… Había sido dicha con suavidad, con cierta diversión, con cierto talante travieso que pocas veces había visto en Potter aunque claro, él nunca se lo había permitido…

Era curioso como podías cambiar de opinión respecto a alguien en tan solo unos días. "Serpiente", así lo había llamado en su cabeza y Blaise tuvo que sonreír casi sin darse cuenta al imaginarse a Potter llamarlo de aquella forma sin que el veneno saliese de su boca.

Sin reparos, sin esperar nada a cambio excepto que aquello diera resultado, dejó que parte de su magia se perdiera en el aire, en busca de la magia de Potter.

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Una lágrima. Una única lágrima resbalaba por su mejilla. No había podido adentrarse en el escudo, no podía estar a su lado como había prometido y había querido desde un principio. Le dolía verlo sufrir y no poder hacer nada por evitarlo… sentía en su alma cada impacto de hechizos y magia que el cuerpo de Harry sufría.

Pero no era eso por lo que lloraba. Era por el modo en que la voz de Ainur había sonado en su mente… Dulce, cariñosa, comprensiva… como siempre sonaba… sonrió… "Hermana", una hermosa palabra que endulzaba sus oídos. Una corriente de agua se unió a la esfera de fuego de Erebor y juntas, como siempre junto a Harry, empezaron a resquebrajar el casco para llegar junto al adolescente.

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"Siempre tan sentimental…" Snape pensó aquellas palabras cuando escuchó la voz de Potter en su cabeza; sin siquiera plantearse como lo hacía, sin siquiera preguntarse si todo el mundo podría hacerlo… Suspiró profundamente dejando a ojos de todos, un rostro imperturbable aunque por dentro estaba sonriendo. Por primera vez en mucho tiempo escuchó pronunciar su nombre del mismo modo en que Lilian Evans y Cathy lo hacían… con suavidad, con dulzura y sin prejuzgarle… Envió su magia al adolescente mientras su voz seguía en su cabeza.

"Severus"

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Se había sonrojado al escuchar a Potter hablar en su cabeza. No podía negar que siempre se había sentido atraída por Potter, no sólo por su aspecto, sino por lo que era, un mago poderoso y por quién era, el único que se había atrevido a sobrevivir a Voldemort, pero escudarle dentro de su cabeza mientras la llamaba "princesa de Slytherin", utilizando el sobrenombre que se había ganado durante años al permanecer siempre junto al Príncipe de Slytherin, Draco, era algo que jamás hubiese imaginado. Sonrió; tampoco hubiese imaginado que estaría allí en aquellos momentos…

Miró a Blaise cerca de ella y le tomó de la mano notando como él estaba liberando parte de su magia, sin dudarlo, ella también lo hizo; hacía demasiado tiempo que aquello duraba.

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La primera vez que luchó contra él ni siquiera era capaz de levantar la espada sin que la hoja lo inclinara hacia delante; era torpe con las posiciones y no tenía equilibrio para las posturas, le costaba dominar su impulsividad y su carácter… y aún así, pese a que tenía todo lo que él siempre odiaba en sus hombres, supo que sería el mejor de ellos, no porque fuera Ainur, no porque fuera el descendiente de Lahntra sino por sus ojos… Había determinación, pasión y ganas de aprender y ser el mejor; se pasaba noches practicando la magia a escondidas, siempre con él o Erebor o Giliath vigilándole desde las sombras, ocultándose para que él no se diera cuenta de que sabían de su entrenamiento secreto. La última vez que lo había visto entrenando en Ahsvaldry, a oscuras y oculto, se había quedado mudo de la impresión.

"(flashback)

Harry cerró los ojos, las piernas separadas, las manos cerradas en fuertes puños alrededor de sus caderas, el cabello siendo sacudido por el viento que se había creado a su alrededor y los ojos verdes cerrados con fuerza mientras invocaba su poder.

Podía sentirlo, podía notarlo… Su aura, su magia, su poder… todo su cuerpo vibrando ante la presencia del viento, agua, tierra y fuego que recorrían cada centímetro de él. Durante siglos se había enfrentado a naryns, dioses, guerreros y demonios y nunca, ni una sola vez había sentido en ninguno de ellos el poder que en aquellos momentos emanaba de Harry.

Un aura blanca lo rodeó. Puro y místico. El viento jugueteó a su alrededor y sus pies se elevaron unos centímetros del suelo; sus ojos verdes centelleando clavados en la imponente figura del pegaso negro que se había alzado frente a él. Los nudillos se crisparon y los músculos de sus brazos, abdomen, espalda y hombros parecieron intensificarse a medida que invocaba su poder; sobre su pecho desnudo, el colgante de Lahntra brilló con fuerza cuando los ojos de Harry pasaron a tener un enigmático color blanco marfil, alargados, semejantes a los de un gato o una serpiente.

En un movimiento ágil y rápido envió a Feamor una descarga eléctrica que envolvió al animal como si estuviera en una jaula. El pegaso golpeó el suelo, se alzó y estiró sus alas mientras profería un relincho atronador; los ojos del animal cambiaron a un blanco intenso y cuando sus alas se extendieron aún más allá de lo que hubiera sido normal y éstas rozaron la celda de la que era prisionero, algo ocurrió. La descarga cambió su rumbo y se puso a contracorriente, dejando que fuera Feamor quien dirigiera la electricidad hacia Harry que no tuvo tiempo de apartarse y terminó siendo víctima de lo que él había provocado.

Su cuerpo se sacudió rápidamente con varios espasmos que hicieron que Derin se pusiera alerta por si tenía que intervenir para eliminar a Feamor. Pero no hizo falta. La corriente se cortó y el cuerpo del adolescente cayó al suelo desplomándose.

Feamor se acercó hasta Harry antes de que Derin pudiera siquiera salir de su escondite; rozó el rostro del muchacho tendido en el suelo y el dios respiró aliviado al ver como Ainur sonreía a medias y abría los ojos, verdes de nuevo.

-Estoy bien, Feamor… -le aseguró sin poner resistencia cuando el animal empezó a frotarle el rostro instándolo a que se levantara, cosa que él obedeció-… ¿Empezamos de nuevo? Y no me mires así… -añadió palmeando el morro del semental-… Tengo que llegar al nivel quince –Derin abrió los ojos-… Quiero ir sobre seguro Feamor… y sólo puedes ayudarme tú… ¿lo harás?

Por toda respuesta, el animal cabeceó mientras pateaba el suelo antes de girarse con su majestuosidad y alejarse de Harry para ocupar su antigua posición. Derin suspiró mientras se alejaba de ellos saltando de rama en rama; Ainur no necesitaba ser vigilado; Feamor no dejaría nunca que le pasara algo"

(fin flashback)

Había escuchado la voz de Harry llamándolo shygard y había sonreído mientras enviaba una esfera con su magia contenida hacia el escudo, notando como éste cedía un poco, sólo un poco más que antes.

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La entregó sin reservas, sin preguntar, sin meditar, por primera vez estaba haciendo algo que quería hacer, algo que sentía que su corazón le pedía a gritos, algo que sabía que debía hacer en lugar de razonar las consecuencias o los beneficios de aquello. Había estado mucho tiempo esperando aquellas palabras y casi se había vuelto loca con su último encuentro con él. No entendía por qué lo hacía, no entendía por qué de repente volvía a llamarla para que estuviera a su lado como siempre lo había hecho, como siempre debería haber sido… pero no iba a preguntarlo, no quería preguntarlo. Iba a aceptarlo porque era lo que deseaba.

"Hermione, te perdono…"

Sintió que gran parte de su magia la abandonaba, no le importó, no le importaría aunque tuviera que entregar toda su magia para ayudarle, para resarcir todo el daño que había hecho; se concentró… eso es lo que haría…

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¿A qué? Una mirada a sus recuerdos le hizo ver lo que Harry quería que viese… "superviviente" era lo que le había dicho y empezaba a entenderlo… Sobrevivió a la mordedura del licántropo aquella noche, sobrevivió a la maldición de la luna llena cada mes, sobrevivió al reproche, las miradas airadas y los gestos de desprecio, sobrevivió a la tristeza de la muerte de James y Lily y a la supuesta traición de Sirius… sobrevivió cuando los demás no pudieran hacerlo, cuando los demás dijeron que él tampoco podría hacerlo…

Pero él siempre había sobrevivido, siempre había sido un superviviente en las batallas, la Primera Guerra había pasado por su vida dejándole marcas y huellas del tiempo, pero él seguía vivo, seguía con ilusión y esperanza por que aquello se terminase pronto, seguía determinado a vivir.

Sonrió y con un gesto de su varita, envió parte de su magia a Harry, sintiendo la necesidad del lobo que vivía en él por proteger a un cachorro de su camada. Era un superviviente.

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Era torpe con la magia. Siempre lo había sido y siempre lo sería. Las transformaciones le resultaban complicadas, los encantamientos inútiles, defensa era un continúo suplicio ya que no podía recordar hacer un hechizo de protección sin liar algo y las clases de vuelo siempre le habían resultado casi imposibles de lograr; las únicas asignaturas que soportaba eran Herbología, seguramente por el cariño que su abuela le repetía constantemente que su madre tenía hacia las plantas y pociones, y ésta última sólo porque el profesor Erebor le había ayudado a perder su miedo a los calderos que en sus manos, tendían a explosionarse bastante a menudo.

Pero era un Gryffindor. Y si había algo que un Gryffindor poseía era el valor de hacer las cosas o como le había dicho Harry, intentarlas… Siempre. Sonrió a medias mientras pensaba en lo mucho que tenía que agradecer a Harry y casi pudo palpar su magia cuando ésta se alejó para ayudarle.

"Inténtalo…", sonrió. A veces con intentarlo y querer hacerlo, las cosas salían bien… sólo a veces…

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Derramó un par de lágrimas al escuchar la voz de Harry en su cabeza. "perdóname", perdonarle… ¿qué tenía ella que perdonarle? Absolutamente nada… Era cierto que ella siempre había estado enamorada de él y que Harry nunca la había mirado como nada más que "la hermana pequeña de su amigo", pero ella nunca lo había culpado de eso y nunca había pedido que él le pidiese perdón. ¿Perdón? No había nada que pudiera perdonarle… Harry siempre había estado a su lado para defenderla, para protegerla, para ayudarla, escucharla, sonreírle y hacerle reír… Siempre… No tenía nada que perdonarle…

Sabiendo que por muchos años que pasaran y por muchos chicos con los que saliese, él siempre iba a ocupar un rincón muy especial en su corazón, Ginny Weasley dejó ir su magia hacia el escudo mientras sonreía con los ojos cerrados.

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Un manto de luz cubrió el lugar. El escudo que hasta el momento había cubierto a los dos magos se resquebrajó en mil pedazos cuando la magia empezó a presionarlo. Voldemort miró a su alrededor, confundido, confuso… jamás había notado tantos sentimientos contradictorios y un mismo fin. Invocó a Elea, lo intentó; la amenazó, la invocó, la alabó, le ofreció su vida y su alma… y nada sirvió. Elea le había abandonado a su suerte, comprendiendo que el descendiente de Lahntra superaba al suyo no solo en magia y poder, sino también en algo que ella nunca logró comprender de su hermana… humanidad.

Y cuando el escudo se derrumbó, los que estaban cerca de él, se echaron hacia atrás, otros simplemente cerraron sus ojos unos por miedo a que algo les cayera encima, otros por no quedarse ciegos ante aquella luz mezcla de colores y de sentimientos, distintas auras, distintos cuerpos. Harry ni siquiera se inmutó.

El manto de luz arrasó el lugar y cuando Verónica abrió los ojos una vez que Derin le hubo permitido hacerlo, contempló el desolado espacio en el que su novio se encontraba. El lugar donde Voldemort había permanecido hasta aquel momento se cubrió de una densa niebla oscura, era como si su alma estuviera intentando huir del destino que Harry Potter, su enemigo por naturaleza, el enemigo que él mismo había elegido al marcarlo, estaba a punto de recordarle con su simple presencia; un rugido arrasó en la nada; varios aurors y mortífagos habían dejado de luchar entre ellos y se dedicaban a mirar con cierto temor y respeto hacia el círculo de color rojo que aún rodeaba a Harry y la columna de niebla oscura.

Y entonces ocurrió. Como si desde el principio de los tiempos tuviera que haber sido de aquel modo, la varita olvidada de Harry se revolvió sobre el suelo de barro y piedras, primero despacio, como si estuviera tanteando el terreno y sopesando lo que tenía o quería hacer, después con más confianza, cobrando por sí misma, vida propia. Y como si alguien la estuviera dirigiendo hacia él, la varita se dirigió a la mano de Harry, que la sostuvo en la palma con una sonrisa nostálgica y dulce, pues sólo él había notado la presencia de sus padres alrededor de su varita.

Clavó sus ojos verdes en la neblina que había enfrente de él, distinguiendo la figura borrosa de Voldemort que intentaba esconderse tras la protección de Elea y no titubeó cuando tuvo que dar el último golpe:

-Avada kedavra… -casi un suspiro, un susurro lejano… algo ajeno a él.

El grito de Voldemort fue desgarrador cuando el rayo verde impactó directamente sobre su corazón, matándolo al instante con la misma maldición que él mismo había utilizado para matar a muggles. A Derin no dejó de parecerle irónico… después de todo, Voldemort siempre había sido un mestizo… y había muerto del modo en que él siempre proclamaba que los mestizos debían morir.

Y como si el cielo y la tierra y el cosmos se hubiera puesto de acuerdo, el cielo se despejó mientras la lluvia cesaba de caer, y una estrella brilló con más fuerza que ninguna otra sobre las cabezas de los presentes.

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Bueno, este es el final del capítulo… Tengo que comentaros una cosita… No os voy a poner el avance del próximo capítulo porque el próximo será el último! Lo sé, lo sé, a mí también me da pena… En fin… El viernes que viene será mi cumpleaños y subiré el último capítulo de este fic en una especie de auto regalo :p

Así que si os ha gustado este capitulo o si nunca habeis dejado un review, este es el momento de hacerlo porque os lo agradeceré como siempre en el proximo capítulo, de acuerdo?

Espero que paseis una estupenda semana y que seais felices!

Sed buenos, portaos bien y disfrutad sin hacer daño a nadie. Nos leemos pronto, un besito para todos!