Hola a todos, aquí SilentDrago. Después de varios meses, finalmente aquí está la segunda parte de esta historia sobre Nagisa y Tamao. No los interrumpo más, así que los dejo para que lean y nos vemos abajo.
No hay ni un corazón que valga la pena
Si Nagisa quería lograr el éxito en su misión de conseguirle una novia a su amiga Tamao, tenía que poner manos a la obra. Primero lo primero, debía investigar un poco sobre las otras chicas de la colina, y si bien nunca podría hacerlo con todas, sí había unas cuantas que estaban en la mira.
Buscar a la candidata perfecta siempre implicaba una selección. El primer paso era eliminar de la lista a todas las heterosexuales por razones obvias; el segundo, descartar a todas las lesbianas que ya tuvieran pareja; y el tercero, remover a las que menos posibilidades tenían de congeniar con Tamao.
«Será una tarea difícil».
Nagisa no era la chica más brillante de la colina ni por si acaso, pero se había percatado de algunas cosas durante su estancia, y la principal era una que no podía dejar pasar: todas las estudiantes que formaban su círculo cercano eran lesbianas: Hikari, Yaya, Tsubomi, Amane, Chiyo, Chikaru, etcétera. Como unas cuantas ya estaban emparejadas, las descartó, pero pensó que tal vez era buena idea empezar por ese pequeño grupo y después ver si debía extenderse a otros lugares.
«Tamao-chan, encontraré a tu chica ideal. Ya lo verás».
Al día siguiente, Tamao se encontraba bajo un árbol leyendo un libro de poemas. Lastimosamente, la mayoría de estos hablaban sobre amor, ya fuera exitoso o no; y lo último que quería la peliazul era pensar en eso.
«Amor… Amor… ¡Maldito sea el amor! ¡No quiero escuchar más de él! ¡No quiero saber nada! ¡Nada!»
No dijo nada a viva voz, pero su semblante de rabia era muestra clara de su frustración. Amor se había convertido en una palabra tabú en su vocabulario, y mientras no se recuperara, no quería oírla.
Incapaz de gritar para sacar el dolor de su pecho, Tamao comenzó a llorar. Ocultó su rostro y dejó que sus lágrimas fluyeran con toda libertad. Nagisa era la única en su mente que podía sacarla de esa situación, pero ella misma fue la causante de que otra cosa diera lugar.
En el fondo, se arrepentía de su decisión.
―Tamao-chan, ¿por qué tan triste?
La peliazul levantó la vista y se encontró con la presidenta de Lulim, Chikaru Minamoto. Esta mantenía su aire de serenidad, casi como el de una hermana mayor a la que podía contársele todo.
―Chikaru-sama…
―¿Puedo sentarme?
Tras una respuesta alternativa, la pelinegra se sentó junto a su colega de Miator.
―Entonces, ¿quieres contarme qué te afecta?
Tamao no estaba segura de si decirle o no la verdad a Chikaru. Sin embargo, sabía que era una chica digna de confianza y que no andaría por ahí ventilando las cosas. A pesar de sus dudas, y a pesar de que ella misma dijo que no quería tocar el tema hasta que se recuperara, la peliazul decidió abrir su corazón esperando que aquello mitigara el dolor.
―Una pena de amor está acabando conmigo ―dijo con tono angustiado―. No sé qué hacer para superarla.
―¿Pena de amor?
―La chica que amo… se fue con otra.
Chikaru no tardó mucho en deducir a quién se refería Tamao. Lo ocurrido en la ceremonia de la Étoile seguía siendo tema de conversación a pesar de que ya habían pasado algunos meses.
―Hablas de Nagisa-chan, ¿no es así?
―… Sí.
Un incómodo y tenso silencio se apoderó del ambiente. No obstante eso, Chikaru se mantenía tranquila y atenta.
―Si quieres contarme los detalles, adelante, soy toda oídos. Pero si solo quieres desahogarte, también estoy disponible.
Tamao no quería llorar otra vez, pero no pudo evitarlo. Ver que había una persona dispuesta a escucharla ablandó su corazón e hizo que sus lágrimas volvieran a brotar. Sin poder contenerse más, abrazó a Chikaru y dio rienda suelta al llanto.
―Tómate todo el tiempo que quieras. No hay prisa ―dijo la presidenta de Lulim.
Un suave viento comenzó a soplar, creando un cuadro de calma para ambas chicas.
Nagisa se encontraba en su habitación estudiando francés. Aunque había mejorado bastante, todavía le costaban algunas cosas. Eso sí, su cabeza no estaba cien por ciento enfocada. La situación de Tamao seguía afectándola, y a pesar de que ya sabía la causa y la posible solución, no sabía cómo abordarla. Estar en el cuarto que compartía con su amiga no contribuía a su concentración. No le quedó más opción que dirigirse a la biblioteca para estudiar ahí.
―Buenas tardes, Nagisa-oneesama.
La aguda voz de Chiyo recibió a la pelirroja.
―Buenas tardes, Chiyo-chan.
―¿Te ocurre algo? Pareces preocupada.
―… Algo así.
La de segundo quería preguntarle más cosas a su senpai, pero el trabajo de la biblioteca se lo impidió.
―Si quieres, podemos conversar después del tema. Quizás puedas ayudarme con eso.
―¿En serio?
―Claro. ¿Cuándo termina tu turno?
―Mmm… En una hora más.
―Entonces te veré en una hora. Ahora tengo que estudiar.
―Nos vemos, Nagisa-oneesama.
―Nos vemos, Chiyo-chan.
De ahí la pelirroja se internó en la biblioteca. Por supuesto, evitó el área conocida como el Jardín Secreto; no quería toparse con las parejas de chicas haciendo lo suyo.
―¿Te sientes mejor, Tamao-chan?
―… Eso creo.
Después de liberar su dolor en forma de lágrimas, Tamao estaba lista para hablar con Chikaru. No más rodeos; era momento de dejar salir todo.
―Yo… Yo… me enamoré de Nagisa-chan poco después de que ella llegara a la colina. Al principio me pareció una chica muy linda y me encantó su personalidad, y conforme fue pasando el tiempo, me fui sintiendo atraída por ella. Por desgracia para mí, el amor de Nagisa-chan fue para otra persona, una más influyente en la colina.
―Shizuma-sama.
―Durante el tiempo en el que ellas dos estuvieron separadas, traté de ganarme el corazón de Nagisa-chan, pero me di cuenta de que no tenía posibilidad cuando ocurrió lo de la ceremonia. Quise aceptarlo… Quise aceptarlo por mi bien y el de Nagisa-chan…, pero no puedo mentirme a mí misma: sigo enamorada de ella… y me duele… Me duele mucho.
Chikaru se mantenía atenta a cada palabra de Tamao. Dejaba que ella se expresara libremente y solo intervenía si la situación lo ameritaba.
―No sé qué hacer, Chikaru-sama. Compartir habitación con Nagisa-chan es un recordatorio de lo que no pude obtener, y ver a otras parejas formarse agrava todo. Es casi como si la vida se burlara de mí.
La peliazul apretó los puños y los labios; con lo que había llorado era suficiente.
―No vale la pena seguir luchando. Debo resignarme a que el amor no es lo mío.
―Tamao-chan, quizás tu tristeza está hablando por ti. No creo que el amor se te esté negando; solo estás buscándolo en el lugar equivocado.
La aludida miró a los ojos a Chikaru.
―Sé que aún no has superado del todo lo que pasó con Nagisa-chan, pero una vez que las cosas estén más calmadas, deberías darte otra oportunidad en el amor. Quién sabe, a lo mejor la chica de tus sueños está por ahí esperándote.
Tamao quería creer eso; después de todo, era una romántica empedernida y en otro tiempo disfrutaba ver los romances de otras personas; pero al tener el corazón lastimado, abrirse a la posibilidad de enamorarse de alguien que no fuera Nagisa era imposible. Luchando entre la resignación y la porfía, la peliazul dijo:
―La única para mí es Nagisa-chan. Ninguna otra podrá ocupar su lugar, no importa cuánto lo intente.
Tras decir aquello, Tamao se levantó y se dispuso a ir a otro lugar.
―Te agradezco que te hayas tomado un tiempo para escucharme, Chikaru-sama, pero dudo que hayas tenido el corazón roto alguna vez… Nunca podrías entenderme.
―Tamao-chan…
Una última frase fue la que marcó el fin de la conversación:
―No pienso renunciar a Nagisa-chan, incluso si nunca llegamos a estar juntas.
Al ver a la peliazul alejarse, la normalmente calmada Chikaru dejó entrever un velo de tristeza en su mirar.
―Te equivocas, Tamao-chan. Sé por lo que estás pasando. A mí también me rompieron el corazón una vez, hace mucho tiempo.
―¡¿QUÉ?! ¡¿EN SERIO?!
En cuanto Chiyo terminó con su trabajo en la biblioteca, ella y Nagisa fueron a conversar a orillas del lago. En ese lugar la pelirroja soltó la bomba.
―En serio, Chiyo-chan. Me enteré de que Tamao-chan estuvo enamorada de mí.
―Es que Nagisa-oneesama es una persona maravillosa. Cualquier chica se enamoraría de ella sin pensarlo ―aseguró la pequeña.
―Basta, Chiyo-chan, haces que me sonroje ―dijo la chica mayor mientras se rascaba la mejilla visiblemente avergonzada―. Pero hablando en serio ―retomó la compostura―, me siento algo culpable por no haberme dado cuenta antes. Quizás si hubiera hablado con ella, podríamos haber solucionado las cosas y habría sido menos doloroso para Tamao-chan.
Nagisa recordó todos los problemas que había atravesado en esa ocasión a causa de Shizuma y la presencia de Kaori en su corazón. Terminó atribuyéndole a ese incidente su ceguera; estaba demasiado concentrada en sus propios problemas como para notar los sentimientos de su mejor amiga.
―Pero tú ya estás con Shizuma-sama. ¿Qué harás al respecto?
―Sí o sí debo conseguirle una novia a Tamao-chan. No dejaré que se quede sola.
―¿Y tienes a alguien en mente?
―Hay opciones, pero tengo que evaluarlas bien.
―¡Yo te ayudaré, Nagisa-oneesama! ¡Sabes que también quiero mucho a Tamao-sama! ¡Ella tiene que volver a ser feliz!
―Chiyo-chan, tú y yo nos encargaremos de eso.
Sin ningún atisbo de duda, ambas chicas juraron que le devolverían la sonrisa a la presidenta de Miator.
Hasta aquí el capítulo.
Anteriormente, dije que la tónica para nombrar los capítulos sería mediante títulos de canciones. La canción elegida para nombrar este es una de Miguel Bosé, eso por si la quieren escuchar.
No se olviden de dejar sus reviews.
Sin nada más que decir, SilentDrago se despide de momento.
