Hola a todos, aquí SilentDrago. Gente, no tengo mucho que decir, solo que después de bastante tiempo actualizo esta historia. Sin más dilación, los dejo para que lean y nos vemos abajo.
Elle était si jolie
―Al fin te encuentro, Tamao-san. Todavía tenemos una charla pendiente, ¿recuerdas?
Era fin de semana, por lo que las alumnas no tenían clases y podían tomarse un descanso. Aprovechando eso, Tamao se había dirigido a la orilla del lago para seguir con sus lamentaciones, sin sospechar que se encontraría con Yaya Nanto, su traviesa amiga de Spica.
―Yaya-san…
―Todavía te veo muy decaída, pero no hay nada que mi compañía no pueda solucionar.
La pelinegra se sentó al lado de su camarada de cabello azul.
―¿Y bien? ¿Lista para conversar?
―… Supongo ―respondió Tamao tras un suspiro―. De lo contrario, seguirías insistiendo, ¿o me equivoco?
Yaya sonrió maliciosamente.
―Qué bien me conoces.
Era momento de hablar del tema que Tamao tanto había tratado de evitar.
―Entonces, a conversar sobre los corazones rotos. Ya sé quién te lo rompió a ti… y a esta altura, supongo que sabes que a mí también me lo rompieron en su momento.
―… Sí.
Las dos clavaron la vista en las aguas del lago, aguas tranquilas, no como el corazón de Tamao.
―No te diré que no duele. Duele, y duele mucho; pero eso no significa que las cosas no puedan cambiar.
―Para ti es fácil decirlo, Yaya-san. Tú tienes a Tsubomi-chan… Yo no tengo a nadie más.
Yaya quería rebatirla, pero había algo de razón en las palabras de la chica de Miator: su única amiga cercana era Nagisa, y fuera de ella, aunque se llevaba bien con otras estudiantes, no había más personas. Para Tamao, recordar ese hecho era como retorcer el cuchillo en la herida.
―… No…, no tengo a nadie más.
―Eso mismo pensaba yo cuando Hikari me rechazó. Para mí, ella era mi ángel, mi mejor amiga… Bueno, sigue siendo mi mejor amiga, pero yo la veía como la única a la que podía darle mi corazón. Al final, me di cuenta de que ella no era mi persona destinada. Fue algo que me costó superar, pero… ya me ves ahora, feliz, contenta, esperanzada. Tsubomi-chan podrá ser diferente de Hikari en cuanto a personalidad, pero aun así logró captar mi interés. No sé si nuestra relación dará el siguiente paso, pero yo mantengo la ilusión; ella podría ganarse ese corazón que yo pensaba que ya tenía dueña de antemano.
Tamao no parecía escuchar las palabras de Yaya; todo lo que escuchaba de ella eran murmullos. Su cuerpo estaba ahí, pero su mente vagaba en fantasías con Nagisa que ya nunca se concretarían.
―Anímate. Sé que saldrás de esta, igual que yo lo hice.
La de Spica siguió con su monólogo, pero la de Miator había cerrado sus oídos; prefería seguir escuchando esas malditas y recurrentes cuitas en su cabeza.
―¿Cómo estás, Chiyo-chan?
―¡Nagisa-oneesama!
Nagisa y Chiyo se encontraron en las afueras de la biblioteca. Desde que unieron fuerzas para conseguirle novia a Tamao, las reuniones entre ambas eran más frecuentes.
―¿Cómo has estado?
―… Bien. Sí, bien.
Las dos habían acordado que primero tratarían de buscar candidatas entre las chicas con las que tenían mayor cercanía. Había unas cuantas opciones disponibles, siendo más altas las chances con las alumnas de Miator y Lulim.
―¿Ha habido algún progreso con lo de Tamao-sama?
Nagisa la miró con una mezcla de tristeza y dulzura.
―Muy pocos. Solo he averiguado que hay algunas chicas en mi clase a las que les gusta Tamao-chan, pero… no sé si serán las mejores candidatas para ella.
―¿Por qué?
―No lo sé… Hay… cosas que no me convencen de ellas. Tamao-chan necesita una chica especial en su vida, alguien que la escuche, que… se dé cuenta de lo que le pasa…
En ese sentido, Nagisa se sentía un poco culpable. Sonaba un tanto cínico de su parte el decir aquello cuando ella misma fue incapaz de percatarse de los sentimientos de su mejor amiga. No obstante, si había logrado conquistar el corazón de la alumna más querida de la colina en su momento, entonces nada era imposible para ella, y eso incluía conseguirle novia a Tamao.
―… Ya encontraremos a la adecuada, Chiyo-chan.
La actitud de Nagisa contagió a la menor.
―¡Claro, Nagisa-oneesama!
Para cuando llegó la tarde, Tamao estaba de vuelta en el Dormitorio Fresa. La charla con Yaya había sido contraproducente para ella; lo único que le quedó al final de la misma fue una sensación de desazón y desesperanza.
No queriendo ir a su habitación por el momento, la peliazul se dirigió al salón para escribir. Algo bueno podía sacar de su situación, y era que tenía mucho material para sus poemas. Sentada ya en un sillón, Tamao sacó un lápiz y un pequeño cuaderno y comenzó a tirar líneas como una poseída.
Cada línea, cada verso hablaba sobre Nagisa, aun si nunca la llamaba por su nombre. A su cabeza llegaban imágenes de su rostro dormido, sus tristezas, sus alegrías, sus miedos; en lo único que Tamao podía pensar era en lo bonita que era su compañera de cuarto y en sus inútiles intentos por conquistarla. Tan absorta estaba en esos pensamientos que el tiempo se le pasó volando; había escrito veinte poemas en dos horas, todos de muy buena calidad.
―Creo que con esto bastará ―dijo tras lanzar un enorme suspiro.
―Vaya, qué sorpresa.
Tamao reconoció de inmediato la nueva voz, la de Chikaru.
―Chikaru-sama…
La presidenta de Lulim se acercó a la de Miator.
―¿Llegué en mal momento?
―No, no… Recién terminé.
―¿De qué? ¿De escribir?
―Sí.
―¿Puedo ver?
Si bien al principio tenía sus dudas, Tamao terminó por aceptar; después de todo, Chikaru estaba al tanto de su situación. Además, por muy despistada que fuera, Nagisa se daría cuenta inmediatamente de que los poemas hablaban de ella; era demasiado evidente hasta para el mayor ignaro.
―… Adelante.
La pelinegra tomó el cuaderno y comenzó a leer. Se mantuvo tranquila en todo momento y se tomó su tiempo para digerir cada verso. Al terminar, cerró el cuaderno con serenidad.
―Tamao-chan, son poemas muy bonitos, pero… se ve que todavía no quieres dejar ir a Nagisa-chan.
La peliazul no respondió.
―¿Recuerdas lo que te dije hace unos días? Yo sí, y también lo que tú me dijiste. No digo que te alejes de ella o que no la quieras. Solo te digo que busques lo que deseas en otra persona; hay muchas chicas en la colina que estarían felices de tener a una persona como tú a su lado.
―Yaya-san me dijo algo similar ―comentó Tamao secamente.
La de Miator le contó lo ocurrido más temprano a su senpai. A pesar de su intento de abstraerse, lo que le dijo su kouhai de Spica no había sido completamente ignorado.
―Ya veo. ¿Sabes qué? Ella tiene razón. No es fácil, pero… ―se detuvo un momento― cuando los sentimientos causan dolor, lo mejor es dejarlos ir.
Chikaru no pudo evitar rememorar una escena de su pasado. Se vio a sí misma más joven frente a una chica con el uniforme de Spica. En los ojos de la de Lulim se veían abundantes lágrimas.
―¿Dos mujeres juntas?... Asqueroso.
―¿Chikaru-sama?... ¿Chikaru-sama?
―¿Eh? Oh, lo siento, lo siento, me distraje por un momento.
La pelinegra fue lo bastante discreta como para ocultar la ligera humedad en sus ojos.
―Como sea, piensa un poco en tu situación. Si necesitas hablar alguna otra cosa conmigo, estaré más que disponible.
Todavía con incomodidad en su espíritu, Tamao se despidió de Chikaru y se dirigió a su cuarto.
Nagisa había pasado toda la tarde con Chiyo. Entre ambas vieron posibles candidatas y planes sobre citas para Tamao. Tras no llegar a nada concluyente, cada una se dirigió a su respectiva habitación, acordando reunirse de nuevo cuando tuvieran tiempo.
«Creo que será mejor que anote todo lo importante de mi charla con Chiyo-chan».
La pelirroja anotó en su diario aquellas cosas dignas de consideración. Sin embargo, estaba tan cansada que se durmió sobre su escritorio. Con esa escena se encontró Tamao cuando volvió.
―Nagisa-chan…
El pacífico rostro dormido de la pelirroja enterneció el corazón de la peliazul.
―Nagisa-chan, deberías ir a tu cama… ¿Eh? ¿Y esto?
Tamao leyó el diario de su mejor amiga accidentalmente, en concreto, las últimas líneas; y lo único a lo que atinó fue a llorar; de verdad Nagisa era una chica demasiado buena.
Tamao-chan es una persona maravillosa y merece ser feliz. No es justo que solo yo tenga novia: ella también debe tener una, y yo voy a encontrar a la chica de sus sueños antes de que nuestra estancia en Astraea termine.
―Mi Nagisa-chan…
Las lágrimas de Tamao no dejaban de fluir. Las conversaciones con Yaya y Chikaru también se hicieron presentes en su cabeza; quizás era el momento de dejar de autocompadecerse.
Tras calmarse un poco, le dijo suavemente a su amiga:
―Ven, Nagisa-chan. No es bueno que duermas tan incómoda.
Tamao acostó a Nagisa y se preparó para dormir también. Ya en la cama, la peliazul decidió que había cosas que debía hacer: primero, no le diría a Nagisa que ya sabía de sus planes; segundo, aunque le costara, trataría de dejar atrás ese amor romántico por su amiga; y tercero: trataría de colaborar en secreto con Nagisa para que sus planes funcionaran.
«Nagisa-chan, eres una persona hermosa en todo sentido», dijo mientras se dormía con unas pocas lágrimas en los ojos y una sonrisa de esperanza en los labios.
Hasta aquí por ahora. No olviden dejar sus reviews.
Cuando empecé a escribir esto, dije que los capítulos serían títulos de canciones y que trataría de buscar algunos en francés por la importancia de dicho idioma en Astraea. Pues bien, dicho y hecho: «Elle était si jolie» es una canción de 1963, original del cantante francés Alain Barrière. Sé que el tema sonó mucho aquí en el 64, así como otra canción suya, «Ma vie». En español, el título significa 'Ella era tan bonita'.
Recuerden seguirme en Facebook y Wattpad.
Sin nada más que decir, SilentDrago se despide de momento.
