Hola a todos, aquí SilentDrago. Gente, les traigo un nuevo capítulo de este fic, esta vez con algo de la historia de Chikaru. Sin más preámbulos, los dejo para que lean y nos vemos abajo.
Non, je ne regrette rien
Al día siguiente, Tamao se despertó muy temprano. Al mirar a la cama de Nagisa, la vio profundamente dormida, con la boca ligeramente abierta y con un hilo de saliva que manchaba la almohada. La peliazul sonrió al verla y se sintió un poco más animada; tras leer accidentalmente el diario de su compañera de cuarto, se había prometido a sí misma que seguiría adelante y que buscaría una nueva oportunidad en el amor.
Aquel era un día de escuela, por lo que Tamao se levantó de su cama y se acercó a la de Nagisa.
―Nagisa-chan, despierta, hay que ir a clases.
―… ¡¿Ah?!... ¡¿Ya es hora?!
Tamao rio ligeramente.
―Vamos, no querrás llegar tarde.
Las dos se vistieron, se arreglaron, tomaron sus cosas y se dirigieron a su sala de clases.
A diferencia de días anteriores, ambas chicas parecían más tranquilas, incluso Tamao sonreía un poco, cosa de la que Nagisa no se dio cuenta. Ya en clases, la presidenta de Miator se veía mucho más concentrada; de a poco iba recuperando ese ánimo que la caracterizaba. Sin embargo, eso no significaba que se hubiese deshecho por completo de la esperanza de conseguir el amor de Nagisa; era imposible eliminar esos sentimientos de un día para el otro; aunque ya se hacía a la idea de que aquello era imposible.
―Suzumi-san, por favor lea la siguiente línea.
―Sí, maestra.
La que parecía más distraída, por otra parte, era Nagisa. La pelirroja estaba tan empecinada en encontrarle novia a su mejor amiga que hacía planes en clases, dibujando cosas en su cuaderno que solo ella parecía comprender.
―Aoi-san, su turno de leer.
―¡¿Ah?!
―Aoi-san, la siguiente línea.
―¡Discúlpeme! No estaba prestando atención.
Si tan solo supiera que Tamao estaba enterada de sus intenciones, Nagisa podría haberse relajado un poco.
Las clases transcurrieron con normalidad, aunque la distracción de la pelirroja le jugó un par de malas pasadas. Al terminar, ambas dejaron el salón y conversaron como si nada, incluso daba la impresión de que nunca hubiese habido problemas.
―Parecías algo distraída, Nagisa-chan. ¿Ocurrió algo?
―Eh…, bueno…, nada de lo que debas preocuparte, Tamao-chan. Por cierto ―se apresuró en cambiar el tema―, parece que Shizuma-sama va a enviarme una carta pronto. La última vez que me escribió dijo que sería por estas fechas.
―¿En serio? Me alegro por ti.
La respuesta de Tamao no era del todo sincera, pero tampoco era una mentira; si quería dejar atrás su enamoramiento, debía afrontar los hechos.
«Nagisa-chan quiere ayudarme a encontrar novia. No puedo dejar que sus esfuerzos sean en vano», pensó.
«Tengo que encontrar una novia para Tamao-chan pronto. Tengo que encontrar candidatas rápido…», pensaba la pelirroja a su vez.
Con ambas pensando cosas diferentes pero centradas en el mismo punto, las chicas siguieron con su conversación.
En la sala del consejo estudiantil de Lulim, Chikaru estaba enfocada en el papeleo usual de la presidenta. Si bien se hallaba concentrada en su labor, de vez en cuando venían imágenes a su cabeza, imágenes en las que hablaba con la peliazul presidenta de Miator. Así como había ayudado a muchas otras estudiantes en el pasado con sus problemas, estaba más que dispuesta a darle una mano a Tamao también, no por nada era considerada la Emperatriz en la Sombra de Astraea.
Eso sí, aunque muchos la vieran como alguien perfecta e infalible, ella se conocía a sí misma; había pasado por problemas como todo el mundo. Recordaba con claridad cuando se enfrentó a su madre, la jefa de Miator, por su decisión de entrar a Lulim, considerada la peor de las tres escuelas. En cuanto a los problemas amorosos, eran comunes entre las estudiantes de la colina, y aunque a simple vista no lo pareciera, Chikaru también había experimentado aquellos sentimientos, eso hacía un par de años.
Desde su llegada a Astraea, la pelinegra siempre se mostró tal cual la conocían las otras chicas, espontánea y simpática. Incluso se decía a sí misma en tono de broma que algún día conseguiría un harem de chicas lindas; y es que ella siempre tuvo en claro sus preferencias sexuales. Por ese motivo, el convertirse en alumna de Lulim y estar en un lugar en el que solo se aceptaba a mujeres era como llegar al paraíso.
Ver los distintos tipos de uniforme también fue algo placentero para Chikaru. Siendo ella una amante del cosplay, el observar ropas como esas llenaba su cabeza de ideas para futuros trajes. Le encantaba el colorido diseño del uniforme de Lulim y el oscuro y elegante uniforme de Miator. Sin embargo, fue la blanca tonalidad del de Spica el que llamó su atención; mejor dicho, del de cierta persona que lo usaba.
Resultaba que Chikaru tenía una amiga por correspondencia que había estudiado en la colina, específicamente en Spica. Hacía un tiempo que se había ido de ahí para estudiar violín en San Petersburgo, Rusia; pero aun así recordaba muchas cosas y reglas de Astraea, por lo que para la pelinegra fue fácil adaptarse al ambiente. Podría decirse que ella resultó de más ayuda que su propia madre, a pesar de que esta tenía un cargo importante en una de las escuelas.
Sin conocerse en persona, Chikaru ya consideraba a aquella chica una persona muy importante y valiosa para ella.
Volviendo con la vida escolar, la muchacha se enteró de la tradición de la Étoile poco después de llegar. También supo que Miator era la escuela que ganaba la mayoría de las elecciones y que Lulim no solía participar. Como mera espectadora, Chikaru aguardaba con ansias los resultados durante su cuarto año. Sin embargo, Spica tenía problemas para competir. La razón: no tenían ninguna candidata fuerte y Miator iba con una pareja que amenazaba con ganar el título nuevamente: Shizuma Hanazono y Kaori Sakuragi. De eso le informó Chikaru a su amiga en una carta. Lo que no se esperaba era que esta dejaría Rusia y volvería a Japón para competir por la corona.
La primera vez que ambas se vieron fue unos días después; Chikaru estaba impresionada. Su amiga era una chica de cabello corto y apariencia tomboy, aunque todavía mantenía un aire de femineidad.
―Tú eres Chikaru, ¿verdad? Soy Makoto Kusanagi. Mucho gusto.
En Makoto se percibía cierto aire de orgullo, y no sin razón. Su media hermana Masaki había sido Étoile hacía nueve años alcanzando un estatus semilegendario en Astraea, por lo que mantener en alto el nombre de Spica no era solo un deber para ella, sino una verdadera misión digna de un soldado.
Tras su inscripción, Makoto se convirtió en un tema obligado entre las chicas de la colina, con algunas al borde del desmayo en cuanto la veían. Sin embargo, la de Spica pasaba la mayor parte del tiempo con Chikaru. Fue durante esas interacciones que la pelinegra pudo conocerla mejor y comprobar su habilidad con el violín. Todo lo que se habían escrito se traspasó del papel a la realidad y la alumna de Lulim no podía estar más feliz.
Eventos así siempre dan pie a cosas nuevas, y en el caso de ellas, no fue la excepción.
El amor no tardó en apoderarse del corazón de Chikaru, quien comenzó a ver a su amiga por carta con otros ojos. Esta, sin embargo, no se había dado cuenta de ello; solo estaba enfocada en ganar la elección de Étoile.
El triunfo de Miator, con la pareja Hanazono-Sakuragi, fue un golpe duro de asimilar para Spica, pero sobre todo para Makoto, quien estaba especialmente molesta por un motivo en particular:
―Es obvio que esas dos son más que amigas… Qué desagradable.
―Disculpa… ¿qué dijiste? ―preguntó Chikaru.
―Que es desagradable que dos mujeres estén juntas. Es asqueroso, antinatural.
Para la pelinegra, escuchar eso de la boca de Makoto fue un golpe bajísimo.
―¿No piensas lo mismo, Chikaru?
La aludida no respondió, lo que fue suficiente respuesta para la violinista.
―No me digas que…
La de Lulim miró a su amiga con lágrimas en los ojos; aquella opinión era lo último que esperaba. Hasta un simple rechazo hubiese sido más aceptable.
Poco después del incidente, Makoto dejó el país y se estableció en Viena, Austria, junto con su media hermana y el esposo de esta. Chikaru, por su parte, se quedó en la colina para continuar con sus estudios; no dejaría que ese corazón roto arruinara su experiencia.
Dicho y hecho, la pelinegra logró recuperarse de esa desilusión amorosa con el tiempo, llegando a convertirse en la presidenta del consejo estudiantil de Lulim y rodeándose de kouhai que la adoraban como a una hermana mayor. No se arrepentía para nada de haberse enamorado de Makoto, pues sentía que aquello al final le había ayudado, volviéndose un poco más sabia y mejor consejera para las demás.
En materia del corazón, estaba disponible para cualquier chica que lograra conquistarla.
No, Tamao no se arrepentía de haberse enamorado de Nagisa. Esa atolondrada pero amable chica había sido fuente de inspiración y alguien que había calado profundo en su corazón; no todo había sido sufrimiento.
―Tamao-chan, estás sonriendo. ¿Estás pensando en algo bueno? ―le preguntó la pelirroja mientras ambas se dirigían a su habitación.
―Digamos que sí ―respondió.
Estaba convencida: algo maravilloso venía en camino.
Hasta aquí por ahora. No olviden dejar sus reviews.
Por si se lo preguntan, no, Makoto no es un personaje mío. Ella es originaria de las novelas y el manga, pero por alguna razón no apareció en el anime. Su media hermana también tiene el mismo origen. No he leído las novelas, pero el manga sí (nunca se terminó, por lo demás), y en este, el rol de Makoto es el de una candidata alternativa a Amane (ahí las oponentes son Nagisa y Shizuma, quien se postula de nuevo a pesar de estar a punto de graduarse). Por lo que investigué, la compañera de Makoto en las elecciones es Kagome, de Lulim, pero al final no sale elegida. Además hay que mencionar que, de acuerdo a mi investigación, ella también fue acosada por Shizuma, aunque aquí no hice mención a eso.
Sobre el título del capítulo, la canción homónima es posiblemente la más conocida de las canciones en francés que usaré para este fic. Como comenté en Facebook, el cantante del tema que le daba nombre al capítulo anterior murió pocos días después de que lo publicara, así que en esta ocasión me aseguré de que la intérprete ya estuviera muerta (humor negro). Solo en caso de que nunca la hayan escuchado, la canción es de Édith Piaf y significa 'No, no me arrepiento de nada'.
Por cierto, nadaoriginal, no fue difícil para mí escoger el título anterior; conocía el tema de antemano.
Sin nada más que decir, SilentDrago se despide de momento.
