(Esta historia es parte de una actualización masiva)
Hola a todos, aquí SilentDrago. Después de varios meses, por fin les traigo un nuevo capítulo de esta historia. Aquí veremos el desenlace de la cita de Tamao y Chiyo y algo importante con Chikaru. No los distraigo más, por lo que los dejo con la historia y nos vemos abajo con más.
L'amour est bleu
Había llegado el atardecer de aquel sábado. Tras su breve charla con Nagisa, Chikaru se dirigió a su habitación y se tendió en la cama. No podía negarlo: se había enamorado de Tamao y esperaba tener una oportunidad con ella. El problema era que, en ese momento, la peliazul se encontraba en la ciudad con Chiyo en una cita. No quería sentir malestar, pero le era inevitable; deseaba por lo menos una chance y ver qué tal.
Hasta la persona más calmada y centrada podía percibir cómo ebullían sus sentimientos cuando se enamoraba.
—Tamao-chan…
Aquel nombre salió de sus labios casi como si la estuviera invocando. Después de Makoto, no pensó que se podría volver a enamorar; pero la personalidad de la chica de Miator la había cautivado. En el fondo, quería ser un poco egoísta aunque fuera por una ocasión y adelantarse a Chiyo, pero pensaba que eso solo causaría más dolor a todas, y eso era lo último que deseaba.
Aguardaría un tiempo más, como un brote en tierra congelada. Si las cosas se daban para ella, iba a florecer, sin ninguna excusa que la atara.
—Te agradezco mucho por aceptar salir conmigo, Chiyo-chan.
—No hay de qué, Tamao-sama. Me divertí mucho.
Las chicas ya habían regresado a la colina y se dirigían al Dormitorio Fresa. Tenían que apurar un poco el paso si querían llegar antes del toque de queda, pero todavía disponían de algunos minutos.
—Tal vez podríamos hacerlo en otra ocasión. Claro, si te parece bien.
—Sí… No tendría problema —respondió con algo de duda en la voz.
Alcanzaron a cruzar el umbral de la reja justo antes de que esta se cerrara. El ruido metálico a sus espaldas hizo que se rieran un poco; tanto habían disfrutado que el tiempo se les pasó volando y estuvieron a segundos de que esa alegría se trastocara por la tristeza del castigo.
—Bueno, Chiyo-chan, iré a mi habitación. Te veré después.
—Nos vemos después, Tamao-sama.
La mayor caminó por los pasillos del dormitorio y se encontró con una persona conocida.
—¡Vaya! Pero si es la presidenta de Miator. Me contó un pajarito que andabas en una cita.
—¡Yaya-san!
La de cabello oscuro lucía radiante. Tras empezar su relación con Tsubomi, podía notársela más alegre, vivaz y un poco más fastidiosa.
—Entonces, ¿es verdad?
—… Algo así.
—¡Lo sabía! Parece que hay una personita que está entrando en ese corazón tuyo —dijo Yaya mientras picaba juguetonamente el pecho de Tamao—. ¿Se puede saber quién es?
—En verdad…, no es que me guste. Es una chica que me agrada, pero todavía es muy pronto para decir si puedo tener algo más con ella.
—Buu, qué aburrida eres —se quejó la de Spica—. Al menos dime si es menor, mayor o del mismo grado.
—Menor. Es de las chicas de segundo.
El rostro de Yaya adquirió un semblante indescifrable.
—¿Ocurre algo, Yaya-san?
—No realmente. Es solo que… no te veo haciendo pareja con alguien de segundo. Siempre me diste la impresión de buscar chicas más… ¿Cómo decirlo sin que se oiga feo?... Más llamativas. Hasta Nagisa-san entra en esa categoría.
Tamao no sabía cómo reaccionar ante aquel comentario.
—¿A qué te refieres con llamativas?
—Ya sabes, chicas que atraigan la atención aquí en la colina. Las Étoiles, las presidentas de las otras escuelas, alguien de algún club deportivo, ese tipo de chicas. Las de segundo son… Bueno, no quiero decir que sean malas, ya sabes que mi novia es de segundo; pero son… más simples.
—No sé qué decirte al respecto.
—Pues puedes decir lo que quieras. Por cierto, volviendo con las chicas llamativas, hace un rato vi a Chikaru-san bastante decaída. Me pregunto por qué.
—¿Chikaru-san?
La información sorprendió a Tamao. Su colega de Lulim era una chica sumamente energética y vivaz, rasgos que equilibraba con su incuestionable madurez. Escuchar que ella estuviese decaída era inusual, por no decir casi imposible.
—¿Sabes dónde está ahora?
—No lo sé. Probablemente en su cuarto.
—Voy para allá.
Tamao quería llegar cuanto antes. Chikaru la había ayudado muchas veces en el pasado; era hora de devolverle el favor.
Al mismo tiempo que la de Miator de quinto año se encontró con la de Spica de tercero, Chiyo se topó con su querida Nagisa.
—Chiyo-chan…
—¿Qué tal, Nagisa-oneesama?
—¿Cómo estuvo la cita con Tamao-chan?
—Pues… estuvo bien.
La menor no podía negarlo: disfrutó la cita con su senpai y conocer otras facetas de ella. Sin embargo, sentía que las cosas no resultaron perfectas; algo rondaba en el ambiente que le impedía establecer una conexión más allá de la de amigas y compañeras de colegio.
—No te noto muy convencida, Chiyo-chan.
Hasta la persona menos perceptiva podría haberse percatado de algo tan evidente.
—Es que… no es que me haya gustado, pero… No lo sé. No sé cómo explicarlo.
Lo que la peliazul necesitaba en ese momento era un poco de claridad mental. Estaba al tanto de lo que quería Tamao, pero mientras más le daba vueltas al tema, menos convencida estaba de ser la persona idónea para ella. Tampoco sentía como si fuese a enamorarse. Mantener la amistad era posible, mas dar el salto al romance se veía complicado.
—Tranquila, tómate tu tiempo.
—Nagisa-oneesama…, creo que sería mejor volver a mi habitación. Después hablaré contigo.
—Eh…, bien, si eso es lo que quieres.
Chiyo se despidió de Nagisa y se dirigió a su cuarto. Estaba segura de que el silencio y la calma le ayudarían a evaluar mejor las cosas.
«¿Quién podrá ser?».
Los golpes en la puerta despertaron a Chikaru, quien se había quedado dormida en medio de sus cavilaciones. Grande fue su sorpresa en cuanto vio quién estaba al otro lado.
—¡Tamao-chan!
—¿Cómo estás, Chikaru-san? ¿Puedo pasar?
—Claro.
La presidenta de Lulim parecía tranquila, aunque en su interior era un manojo de nervios.
—Escuché que estabas un tanto decaída. Tú me has ayudado mucho en el pasado así que… si necesitas desahogarte o buscas una mano amiga, aquí estoy.
Chikaru no sabía qué decir; frente a ella estaba la causa de su desasosiego. Hablar podría ser el único método de liberación, pero se mantenía dubitativa.
—La verdad… —se había decidido finalmente a hablar— es que me pasa lo mismo que a ti.
—¿Ah? ¿Acaso… estás enamorada de alguien?
Tamao estaba realmente sorprendida, pero Chikaru asintió con suavidad, reafirmando lo dicho.
—Ella… es una chica increíble. Trabajadora, amigable, responsable, cariñosa… y muy linda. Yo pensé que nunca volvería a sentir algo así por otra mujer, pero… conocí a esta chica y no puedo sacarla de mi cabeza.
Las palabras de la pelinegra llegaron al corazón de la ojimorada; era como verse en un espejo. Quería ayudarla, pero como fue la misma Chikaru la que la había ayudado a superar lo de Nagisa, no sabía cómo responderle.
—¿Puedo preguntar… quién es? —Fue lo único que atinó a decir.
—… No creo que sea conveniente. Podría provocarle problemas a esa persona, sobre todo porque ella parece estar interesada en alguien más.
A pesar de las palabras de Chikaru, Tamao no se percataba de que estaban hablando de ella. De todas formas, lo último que se dijo le llegó; la sensación de espejo se hizo más patente.
—No sé qué decirte.
—Tranquila, son cosas que pasan. No siempre se puede conseguir todo lo que se quiere. —Sonrió con tristeza—. Me alegra poder hablar contigo de estas cosas.
—Chikaru-san…, no cometas el mismo error que yo.
—¿Eh?
La de Miator pudo unir las palabras que necesitaba en el momento justo y le dijo a su colega de Lulim lo que pensaba. Esta abrió grandes los ojos; no se esperaba aquello.
—El guardarme mis sentimientos terminó en desastre. Intenta decirle a esa chica cómo te sientes. Si ella no siente lo mismo por ti, al menos quedará la sensación de que pudiste hacer algo.
—… No creo que sea tan fácil.
—¿Por qué?
—Toma asiento. Esta historia será algo larga.
Tamao se sentó en una silla y Chikaru comenzó a contarle su historia con Makoto. Llegado el momento de la confesión, la peliazul sintió genuino asco; existía el buen rechazo y el mal rechazo, obviamente este último refiriéndose a la homofobia.
—Qué chica tan canalla —dijo entre dientes.
—Sé que la persona que me gusta ahora jamás haría algo como eso, pero como ya dije, ahora está viendo a alguien más. No quiero ser un obstáculo.
Después de una bocanada de aire que la ayudó a calmarse un poco, Tamao tomó con suavidad una de las manos de Chikaru, provocando en ella un imperceptible sonrojo.
—Si no es con ella, será con la que venga. Sé que ambas encontraremos a esa persona especial.
La confianza de la peliazul era fruto de las semillas que la misma pelinegra plantó en su corazón, cosa que le sorprendía ver. Era obvio que los papeles se habían invertido.
—Tamao-chan… ¿puedes darme algo de espacio para pensar mejor? Quiero ver bien mis próximos pasos.
Ya comenzaba a oscurecer. No faltaba mucho para que la hermana comenzara sus rondas para comprobar que las estudiantes estuvieran durmiendo en sus respectivos cuartos.
—Como gustes. ¿Qué tal si continuamos mañana con la conversación?
—Me parece bien.
Tamao dejó el cuarto, mientras una desorientada Chikaru se tendía nuevamente en la cama para pensar.
«¿Qué hago? ¿Qué será lo mejor?».
Al día siguiente, domingo, Tamao se dirigió al comedor en compañía de Nagisa. La peliazul le había comentado a su amiga lo ocurrido la tarde anterior, llamando la atención de esta última.
—Jamás me hubiese imaginado que Chikaru-san estaba enamorada. Ojalá todo le resulte bien. Es una chica que merece ser amada.
—Lo sé, y no solo por sus admiradoras de segundo.
En medio de su conversación, una figura conocida se hizo presente.
—Buenos días, Nagisa-oneesama y Tamao-sama.
—Buenos días, Chiyo-chan.
La menor se acercó a la presidenta de Miator y le dijo después:
—Tamao-sama, ¿puedes venir afuera después del desayuno? Hay algo que quisiera hablar contigo.
—Por supuesto.
Una vez que Chiyo se fue, Nagisa preguntó:
—¿De qué querrá conversar contigo, Tamao-chan? ¿Crees que sea de su cita de ayer?
—No lo sé. Tal vez sea de otra cosa; de la cita ya hablamos mucho.
La respuesta llegó unos cuarenta y cinco minutos después. Tamao se despidió de Nagisa y se encaminó a la entrada del dormitorio, en donde Chiyo ya la esperaba.
—Aquí estoy, Chiyo-chan.
—Gracias por venir. ¿Por qué no vamos a un lugar más tranquilo? Quiero que esto sea entre tú y yo.
Las chicas fueron a la orilla del lago. Se sentaron bajo la sombra de un gran árbol con el césped como alfombra y las azules aguas como telón de fondo.
—Tamao-sama… —se veía dudosa—, no voy a mentirte. Disfruté mucho la cita que tuvimos allá. Opino que eres una senpai increíble y que podría hacer feliz a cualquier chica. —Dio un resoplido—. Pero creo que esa chica no soy yo.
La mayor parpadeó con perplejidad.
—Anoche estuve pensando mucho en esto y… me di cuenta de que aunque te aprecio mucho, no podría darte lo que buscas; estoy demasiado apegada a Nagisa-oneesama.
Los sentimientos de Chiyo por su senpai pelirroja ya no eran románticos en su naturaleza, pero sentía que cambiarla tan de golpe por otra chica sería casi como traicionarla. En ese aspecto, a la menor le faltaba madurar, cosa de la que estaba consciente.
—Lo siento, Tamao-sama.
—Tranquila, Chiyo-chan. Te entiendo. —Fijó su vista en el lago—. Nagisa-chan es una persona que marca demasiado a la gente que convive con ella.
Tras una ligera risa, Tamao prosiguió.
—A decir verdad…, yo también dudaba un poco de que algo entre nosotras pudiera surgir. No porque sea imposible, sino porque... creo que funcionamos más como amigas.
Chiyo asintió.
—Tal vez si las cosas se hubiesen dado de forma diferente… Si fueras un poco mayor o yo un poco menor… Si Nagisa-chan no…
Tamao iba a decir «Si Nagisa-chan no estuviera en el cuadro», pero creyó que sería insultar a la pelirroja a sus espaldas, por lo que prefirió callar.
—¿Qué querías decir, Tamao-sama?
—Olvídalo, Chiyo-chan. No es nada.
Se produjo un breve silencio. No era incómodo, eso sí, sino que era resultado de una sensación de liberación para ambas.
—Aún podemos salir de vez en cuando. Como amigas —dijo la mayor rompiendo aquel silencio.
—Por supuesto que sí.
La posibilidad de un romance entre ambas se había esfumado, pero las dos habían ganado algo igual de valioso en el proceso.
—Por cierto, Tamao-sama, ¿tienes a alguna candidata a novia en mente?
—Ahora mismo no se me ocurre ninguna.
—… ¿Qué te parece Chikaru-sama?
—¿Chikaru-san?
Mirando la escena a unos metros por pura casualidad, estaba Kagome, quien ocultaba su rostro parcialmente tras Percival. Había escuchado parte de la plática y veía a Chiyo desde su posición, con un ligero sonrojo en sus mejillas.
—¿Qué opinas, Percival?
Tras meditarlo mucho la noche anterior, Chikaru había tomado una decisión: a pesar de los malos recuerdos y del temor, jugaría su carta y le revelaría a Tamao sus sentimientos por ella. No importaba si no le correspondía; estaba deseosa por acabar con la molestia en su pecho aun si consideraba que había una cuota de egoísmo en eso.
«No más dudas. Se lo diré aunque mi corazón se rompa en el proceso», pensó.
Había intentado ubicarla tras el desayuno, pero no lo logró. No obstante eso, no se echaría a morir, por lo que prosiguió con la búsqueda. Sus sentimientos la impulsaban como un motor lleno de combustible, combustible que esperaba que no se consumiera fácilmente.
En uno de los pasillos se topó con Nagisa, quien caminaba en dirección contraria.
—Buenos días, Nagisa-chan.
—Buenos días, Chikaru-sama.
La presidenta no lo sabía todavía, pero el encuentro con la pelirroja sería clave.
Hasta aquí por ahora. No olviden dejar sus reviews.
La canción que le da nombre al capítulo es de la cantante griega Vicky Leandros. Estoy seguro de que aunque no se sepan la letra, sí escucharon la melodía alguna vez. La traducción al español sería 'El amor es azul' y habla sobre la felicidad y el dolor del amor, comparando dichas sensaciones con colores (azul y gris) y elementos (agua y viento). Aquí también quise hacer un guiño al color del cabello de Tamao XD.
Los capítulos que quedan para terminar ya tienen nombres pensados, todos en francés.
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Sin nada más que decir, SilentDrago se despide de momento.
