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ADVERTENCIA: Este fic está inspirado en MSLN, y está clasificado M, por contenidos y situaciones que pueden ser muy fuertes y/o violentas para algunos lectores; así como escenas íntimas de carácter sexual. Estas escenas pueden ser femslash, F/F o F/M. Se recomienda la discreción del lector. Si este tipo de contenido no es de su agrado, por favor no lo lean.

DISCLAIMER: Los personajes de Magical Girl Lyrical Nanoha no me pertenecen y son propiedad de sus respectivos autores. Todas las situaciones y personajes presentados en esta historia son ficticios, cualquier parecido con situaciones o personajes reales, históricos o presentes, no es en absoluto intencional.

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"La Muerte Súbita"

por Aleksei Volken

Capítulo 4. La Muerte Perfecta.

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"Soy la antivida, la bestia del juicio. Soy la oscuridad al fin de todo. Fin de universos, dioses, mundos...de todo. ¿Qué serás tú, soñador? La Esperanza."

Neil Gaiman, Death, "The Sandman" (1989).

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− Eso significa que los reportes de los civiles que se han recibido…¿son falsos?

Tras la detallada explicación que el Teniente Coronel Kimblee, a cargo de las operaciones especiales de la Unidad "Diamantes Rojos", los dos distinguidos visitantes de la Representación de Midchilda en el Comando Central del G7 se mantuvieron en silencio por varios segundos, hasta que la también Teniente Coronel, Hayate Yagami, lanzó esa simple pero inesperada pregunta.

Rein no perdió detalle de sus visitantes, pero especialmente de ella.

Tras sus primeros segundos de sorpresa ante la intensa mirada azul, había comenzado a observar otros rasgos de la dueña de esos cautivadores ojos azules. Lo primero que había llamado su atención era la aguda inteligencia que brillaba en ellos. Y después, la ligereza con la que esa joven militar se conducía, ya que se veía absolutamente segura de sí misma. Y lo último, era su audacia.

Rein notaba claramente lo enojado que Kimblee estaba. Pero ella lo conocía desde hace años. Lo que más le sorprendía es que esa joven militar de alto rango, también parecía notarlo y justo apretaba los botones más peligrosos de su jefe. No es que a ella le preocupara. Le sorprendía que una jovencita como ella pudiera ser tan temeraria sin siquiera pensarlo. O tal vez, que lo fuera con una intención tan clara.

− A todas luces, Teniente Coronel Yagami…,− respondió Kimble poniendo su mejor cara herida y ofendida, − He invitado a la Teniente Comandante Force a esta reunión, ya que ella en persona estuvo a cargo de la misión que tanto les interesa en Járkov. Así como en muchas más. Es uno de los elementos estratégicos de nuestra División. Más allá de los...datos fríos e inexpresivos... que yo le puedo proporcionar, ella estuvo en el terreno...Ella ha estado en el terreno los últimos SEIS años, Almirante, Teniente Coronel...Ha visto todos los rostros, las intenciones y los recursos de nuestros enemigos...Esas acusaciones sin fundamento, ofenden no solo la integridad del ejército de Midchilda, sino también el sacrificio que los valientes soldados como la Teniente Force, realizan cada día.

Hayate exhibió una leve sonrisa política perfecta. Gil no diría nada a menos de que ella se equivocara garrafalmente, así que continuó con el plan que ya tenían trazado.

Durante el tiempo que la reunión llevaba, que alcanzaba casi la hora completa, Kimblee se había mantenido en su cómoda silla de oficina detrás del escritorio. Ellos, como visitantes, habían ocupado las igualmente cómodas sillas para los visitantes. Fuera del escritorio y esas tres sillas, la funcional y despersonalizada oficina solo tenía gavetas, entrepaños para libros y documentos, la terminal de trabajo del comandante y una anodina mesa de trabajo. El espacio hubiera podido pertenecer a cualquiera.

Hayate estaba segura que ese lugar no reflejaba en absoluto la persona que Kimblee era en realidad.

Tampoco lo esperaba.

Lo que le llamaba su atención era ELLA.

La Teniente Comandante Rein Force había permanecido de pie, en posición de descanso pero sin moverse un ápice durante toda la hora. Salvo el primer momento de ligero descontrol que pudo apreciar en la guapa y joven militar de larguísimo cabello rubio platinado, su semblante y su actitud después eso, habían permanecido inmutables e inescrutables.

La joven Teniente emanaba una fuerza e integridad que Hayate pocas veces se había encontrado en la vida. Eso aunado a los reportes sobre su desempeño que había leído, la sorprendían. Apenas en ese momento, comenzaba a entender lo que Hughes había querido decir cuando les solicitó ayuda.

− Entiendo Teniente Coronel Kimblee,− continuó Hayate con expresión pensativa, como ponderando lo que Kimblee había dicho antes, − Comprenderá que al haberse levantado un reporte civil en una operación internacional, se convierte en parte fundamental de nuestras funciones como representación de Midchilda en el Comando Central, realizar las investigaciones pertinentes. En ningún momento, ese tipo de afirmaciones pueden quedar en duda.

− Desde luego,− dijo Kimblee poniéndose de pie con una sonrisa, muy seguro de que ese comentario de Hayate zanjaba la situación; estaba dispuesto a aceptarlo como una disculpa aunque no fuera del todo explícita, − Siento que hayan tenido que hacer todo el largo viaje hasta aquí en la víspera del invierno para nada, Almirante Graham.

Sus invitados, sin embargo, no se movieron pese a toda su actitud de que la reunión había terminado.

− Me da gusto que lo entienda, Teniente Coronel,− agregó Hayate y tomó el delgado portafolio de piel que traía consigo para sacar un documento y extenderlo a Kimble, − El Comité de Investigaciones Internacionales de las Naciones Unidas ha accedido que el Ejército de Midchilda, atienda la situación directamente.

Kimblee se demoró varios segundos observando primero el documento y después a Hayate y a Graham, antes de tomarlo.

De acuerdo a lo que el maldito papel indicaba, la Teniente Coronel Hayate Yagami fungiría como "observadora" en sus próximas misiones...No era, aún, una auditoría o un procedimiento militar pero sí una "evaluación de desempeño." Y no era una sugerencia...era una orden, una de efecto inmediato… y que no tenía fecha de terminación. Una que podía ser solo el principio.

Durante ese tiempo, "la observadora" podría realizar entrevistas con el personal que considerara necesario para validar los puntos que debería presentar en su reporte final, así como tener acceso a toda la información de sus reportes de misión.

Kimblee apretó las quijadas.

− No estamos en un día de campo aquí...Teniente Coronel Yagami,− dijo Kimblee muy serio barriendo a Hayate de pies a cabeza, − Nuestras misiones son verdaderos enfrentamientos; algunos de ellos sangrientos y todos sin excepción, son peligrosos. Las instalaciones distan mucho de ser un hotel de lujo, por cierto.

Graham rió suavemente.

− Entiendo a lo que se refiere Kimblee, no se deje llevar por una primera impresión que sería muy equivocada...La Teniente Coronel Yagami está llena de recursos y habilidades.

Rein contuvo el impulso de arquear una ceja y mirar la aludida.

La Teniente Coronel Yagami era delgada y debía medir, a lo sumo un metro con sesenta centímetros...con zapatos. No se veía como una guerrera curtida. Podría ser un oficial de alto rango, pero pese al uniforme, no se veía siquiera como un soldado. La impresión de Rein era que esa chica había labrado su carrera detrás de un escritorio.

Sin contar con el rigor de la vida militar, estaba el invierno.

Rein no le daba una semana. Cinco días a lo sumo y esa chiquilla saldría de ahí pitando.

Kimblee, pensara lo que pensara, descubrió que no podía hacer nada para evitar cumplir las órdenes, ni para desanimar a Hayate.

Todavía en la reunión, Kimblee con una sonrisa fría y calculadora le ordenó a Rein ser el enlace con la Teniente Coronel Yagami y la Unidad Aerotransportada para fines de su reporte, así como atender todos sus requerimientos.

Después, en privado, Rein recibió instrucciones de mantener a raya a la intrusa. Aunque dicho de otra manera.

"No la pierda de vista ni un segundo, Force," le ordenó Kimblee con mirada implacable, "No queremos las narices de NADIE en nuestros asuntos. Encárguese que esto termine lo más pronto posible."

Para mala fortuna de Kimblee, el Almirante Gil Graham era un alto mando del Buró de Investigaciones Tácticas y Estratégicas, mejor conocida en todos los círculos militares como TSAB. Por tanto, sus contactos en el ejército no podían quitárselo de encima así como así. Ni a él, ni a la advenediza esa que había llegado con él.

Tras terminar una llamada telefónica particularmente desalentadora, Kimblee consideró sus alternativas. Las tres personas con las que habló le advirtieron tanto de Graham como de Hayate. Pese a su apariencia dócil, la Teniente Coronel Yagami tenía una reputación impecable. E impacable.

Una de extrema integridad, rectitud y apego a la ética adicionalmente a su extrema inteligencia y profesionalismo. Eso, sin contar con sus conexiones en TSAB, la Armada y el Ejército.

Kimblee nunca se había cruzado antes con Graham o Hayate. Lo que sea que los haya puesto sobre su rastro era un peligro para él y tendría que atenderlo de inmediato. Si las cosas se salían de control, iba a tener que tomar algunas medidas drásticas.

Muy drásticas.

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− ¿Te dieron órdenes de... mantenerme bajo control?

Rein caminaba al lado de Hayate, ligeramente adelante de ella dándole a la Teniente Coronel su primer tour por las instalaciones de la base aérea que tenían asignadas y un poco más. Tan solo minutos atrás habían dejado al Almirante Graham en la zona donde su helicóptero lo esperaba. Hayate sería la única que se quedaría a partir de ese momento y tal vez, más efectivos de Midchilda llegarían después de acuerdo a las indicaciones del Almirante.

Kimblee estaba también furioso por esa "última" sorpresa antes de la partida de Graham.

La pregunta, hecha sin ninguna malicia pero con absoluta seguridad y confianza, tomó por sorpresa a Rein...otra vez.

Hayate se detuvo a mitad de la pista que atravesaban.

El día estaba gris y aunque no nevaba, un manto de nieve lo cubría todo, especialmente en esa zona. La base aérea se encontraba en las afueras de la ciudad de Amber y desde ahí se movían a los puntos donde eran necesarios para los operativos.

La ciudad de Amber, aunque pequeña en términos urbanos, solía ser hermosa; con atractivos edificios antiguos y una gran historia en sí misma. Lamentablemente, desde un par de años atrás había sido brutalmente partida en dos en un salvaje conflicto territorial ocasionado por diferencias raciales, étnicas y religiosas. La otrora hermosa ciudad, ostentaba decenas de edificios destruidos, los escombros se apilaban en varias zonas y varios sectores se habían convertido en auténticas tierras de nadie, donde no existía ninguna certeza de salir con vida.

El G7 había enviado a la División Aerotransportada para recuperar esas zonas.

Que el invierno estuviera comenzando era un "pequeño detalle" que los burócratas de escritorio no pensaban que fuera una complicación adicional o merecedor siquiera de consideración.

La Teniente Coronel Yagami portaba una abrigadora gabardina militar sobre el uniforme y no se movió hasta que Rein, quien vestía el uniforme de piloto estándar y una gruesa chamarra de piel, se volvió para mirarla.

Con sus pesadas botas militares, Rein le sacaba más de veinticinco centímetros a la visitante aunque eso tampoco parecía inmutarla. Antes bien, Hayate parecía disfrutar la vista que Rein ofrecía frente a ella en ese inusual paisaje cubierto del blanco de la nieve.

La mirada de Hayate era directa. Rein tuvo que reconocer, al menos para sí misma, que le gustaba su claridad y limpieza.

− Recibí instrucciones de atender todos sus requerimientos, Teniente Coronel, − dijo Rein sin inmutarse,− ¿Hay algo que necesite?

− Si, necesito saber por qué civiles desarmados murieron, o más bien, fueron asesinados... en Járkov,− respondió Hayate mirando a Rein fríamente, − De paso, también necesito saber porque tu comandante en jefe miente en su reporte y si Járkov no ha sido el único lugar donde semejantes anomalías, literalmente crímenes de guerra, han sucedido en otros operativos de su división. Lo que menos necesito es que una chica linda me distraiga.

Hayate tuvo que reconocer que la mujer frente a ella era sólida. Ni la expresión, ni la mirada de Rein cambiaron, o se alteraron.

− No soy una distracción, ni para usted, ni para nadie…− apuntó Rein un poco atípicamente ya que en realidad Hayate no le había hecho ninguna pregunta y ella no solía tener esas concesiones...con nadie, −Debió hacerle esas preguntas en ese caso, al Teniente Coronel Kimblee, yo no tengo nada que agregar a lo que ya he reportado oficialmente en las bitácoras de misión...Teniente Coronel Yagami.

Las dos se encontraron enfrascadas en un duelo de miradas a mitad de la nevada pista y debajo del cielo encapotado de nubes grises por varios larguísimos segundos.

La mirada de Rein no traslucía nada pese a que Hayate había tratado expresamente de provocarla.

− ¿Le importaría que revisemos esas bitácoras... a detalle, Teniente?,− preguntó Hayate fríamente, cediendo al final.

Mientras hablaban varios de los efectivos dejaron lo que estaban haciendo y las miraban a la distancia.

Rein tenía la certeza de que para ese momento, Archer y el mismo Kimblee ya se habían encargado de comunicar a todos en la División, el objetivo de la oficial y observadora del G7 que los "visitaba". Las cosas iban a ponerse muy difíciles para Hayate.

− Por supuesto Teniente Coronel… se ha preparado una oficina para que pueda trabajar de la forma más cómoda y eficiente posible,− explicó Rein con idéntica frialdad y le hizo una seña a Hayate para reanudar la marcha.

Hayate decidió esperar.

Pese a la actitud de su "guía" y "enlace oficial" intuía que Rein era diferente a Kimblee. Ella había leído los reportes y pese a haber visto los números, le costaba trabajo creer que la hermosísima y exótica mujer frente a ella era la máquina asesina que todos, incluso Maes Hughes, afirmaban que era.

Además de los reportes y los crímenes que debía investigar, en ese momento también estaba muy intrigada por esa mujer-fortaleza-enigma que parecía no tener un solo punto débil.

Necesitaría encontrar la grieta correcta en ese muro infranqueable que parecía estar construido alrededor de la fortaleza que quería conquistar, y también una pista que le permitiera descifrar ese enigma.

Una fortaleza y un enigma a la vez.

Mientras caminaban nuevamente en silencio hacia su destino, Hayate sonrió muy ligeramente sin que Rein lo notara.

Esa clase de retos siempre le habían gustado.

Estado Federado de Alzus, Base de la Fuerza Aérea en Amber, Día 10, Onceavo Mes, 2037. 14:05 hrs.

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Pese a lo pronosticado por Rein, Hayate aguantó más de cinco días.

Una semana después, la Teniente Coronel comenzaba a pensar que tal vez encontrar la grieta correcta o descifrar ese enigma no iba a ser tan fácil, ni tan rápido...ni tan divertido, como había pensado durante esa primera caminata juntas bajo el cielo gris del invierno de Alzus.

La Teniente Coronel más joven del ejército de Midchilda y también, hasta ese momento, la más brillante de su generación, había terminado en una improvisada pero eficiente oficina armada en uno de los hangares en desuso de la base. La oficina era amplia, bien iluminada, espaciosa e incluso le habían instalado un sistema de calefacción por lo que tampoco tenía que pasar penurias por el frío cada vez más intenso de la zona.

Además de todas las facilidades de la instalación, se le habían procurado varias comodidades "mundanas" como un mini-refrigerador que le rellenaban cada segundo día, una estufa eléctrica y un insumo al parecer inagotable de café y té.

Y por si eso fuera poco, también le habían habilitado un espacio privado con baño, una ducha portátil y agua caliente!...para que usara como habitación personal.

Todo en el mismo espacio. Para que no tuviera que moverse.

Muy convenientemente, desde luego.

Quien se había encargado de todo eso y también de atiborrarla (y de paso sepultarla) con cajas, cajas y cajas...y mas cajas de informes, reportes de inteligencia, reportes de misión, mapas e imágenes satelitales, así como grabaciones de TODAS las misiones de la División Aerotransportada había sido la extraordinariamente eficiente Teniente Comandante Rein E. Force.

Eso al menos Hayate podía reconocerlo mientras bufaba con frustración mirando las, al parecer, interminables hileras de cajas ubicadas en el amplísimo espacio frente a su escritorio.

El plan de Kimblee era obvio. La había puesto a buscar una aguja en un pajar...suponiendo que la aguja que buscaba, estuviera en ESE pajar.

El Teniente Coronel, muy sonriente, le hacía una visita al día y después desaparecía hasta el día siguiente.

Rein iniciaba y terminaba su día, ahí presente y firmes con ella. Durante esa semana habían revisado apenas 5 bitácoras de Járkov a detalle; la teniente no le había escatimado ningún detalle y aún no estaba más cerca de encontrar lo que buscaba. Sin embargo, aun con lo sepultada que estaba en ese pajar, los números no le cuadraban.

Ni los recursos, ni los efectivos… ni las bajas.

Pese a todo, no podía vincular o explicar las discrepancias. Necesitaba con urgencia una pista que seguir.

− Esto no está funcionando,− dijo Hayate en voz alta poniéndose de pie decidiendo que eso, no iba a seguir así.

Aunque Kimblee estuviera muy seguro de sí mismo, ella iba a encontrar la pista que necesitaba. Y sin duda, no iba a encontrarla metida en ese hangar.

La Teniente Coronel se dió de frente con Rein en la puerta del hangar cuando iba de salida, enfundada en su gabardina para el frío.

− ¿Necesita algo, Teniente Coronel Yagami?− preguntó Rein sin moverse de la puerta, obstruyendo el paso de Hayate.

− Nada, Teniente...gracias, puede retirarse,− ordenó Hayate sin mirarla con un tono militar, además distante y formal. Después de eso, sin esperar a "su enlace" salió sin dar más explicaciones.

Pese a la instrucción directa de Hayate, Rein no se separó de ella mientras la militar caminaba hacia los hangares de operaciones.

El primer día, Rein le había dado un tour por la base pero por lo que se veía esa mañana tenían operaciones en marcha y varios helicópteros se preparaban para salir con varios efectivos.

Hayate no se detuvo hasta que se apersonó directamente frente la enorme mesa de trabajo ubicada frente al hangar principal donde el Mayor Frank Archer, a quién no le habían presentado aún, daba instrucciones a sus efectivos para las misiones que estaban por salir.

Era casi mediodía pero eso no importaba para ellos. Sus operaciones podían aparecer en cualquier instante del día o de la noche.

Los hombres de Archer enmudecieron y saludaron con cierta precipitación a Hayate.

Archer la miró con asombro, especialmente después de la orden con la que Hayate se presentó ante él.

− Mayor Archer, no nos han presentado,− dijo Hayate mirándolo fríamente, − Agrégueme a la siguiente unidad que salga a operaciones al terreno.

Archer miró a Rein; ella a su vez miraba con los ojos entrecerrados hacia la espalda de Hayate negando ligeramente con la cabeza a su superior. Ella no tenía idea de que estaba planeando esa chica.

Todos los hombres en la Unidad Dos de los Diamantes Rojos estaban mudos y asombrados.

Hayate se acercó a la mesa y miró las diferentes pantallas y la información que Archer tenía desplegada.

− ¿Cuál es la misión de hoy, Mayor?

Cada segundo sin responder era un punto que Archer perdía y él lo sabía; por ello miró a Rein con rabia. ¡Eso era su culpa! ¡Ella debía mantener a esa puta del comando central controlada!

− Le hice una pregunta, Mayor Archer,− insistió Hayate sin dejar de mirar la terminal principal donde un mapa mostraba un área y puntos de diferentes colores.

Frank se irguió con mirada desafiante.

− Usted no es mi comandante en jefe, ni pertenece a la Unidad Aerotransportada…No tengo porque darle explicaciones de una misión clasificada de la Unidad y mucho menos tengo que seguir sus órdenes.

Hayate hizo su mayor esfuerzo para no sonreír y mantener su rostro inmutable. Tal como había pensado, el tipo era un troglodita; sin embargo no esperaba que se la pusiera tan fácil, que incluso iba a ser aburrido. Debió pensar en esa opción desde mucho antes pero la Teniente Force sí que había sabido cómo manejarla.

− ¿A qué institución pertenece la "Unidad Aerotransportada"...Mayor?,− preguntó Hayate bajando ligeramente la voz, − Y también indíqueme qué nivel de autorización tiene USTED en particular…

Archer pareció darse cuenta en ese momento, del terrible error que había cometido.

Él, al igual que TODOS los efectivos de la División Aerotransportada formaban parte del ejército de Midchilda, del cual Hayate, era un oficial de mayor rango que él. Y como parte del Comando Central, su nivel de autorización era seguramente, Nivel Cinco...el máximo.

Pero ya era demasiado tarde. Hayate estaba ya sacando un pequeño dispositivo apenas más grande que un teléfono móvil y lo activó con dos verificaciones biométricas.

− Teniente Coronel Hayate Yagami, SSBI-20150604-333, Código de Autorización T5R, Oficina de Investigaciones Especiales del Ejército de Midchilda, Expediente de Investigación 187/2036...Reporta con efecto inmediato, el arresto por insubordinación del Mayor Frank Archer de la Unidad Aerotransportada del Ejército.

Archer tragó pesadamente. Ese dispositivo de Hayate no estaba controlado como los reportes que ellos manejaban. Ese reporte iba a ir directamente a su expediente en el ejército.

− ¿Quién es el siguiente oficial a cargo?,− preguntó Hayate barriendo a todos los soldados presentes, sin mirar más a Archer.

Una mujer alta y fornida, de cabello negro lacio dió un paso al frente, saludando a Hayate.

− Mayor Sophia Valmet…Teniente Coronel.

− Vea que se aplique el arresto del Mayor Archer, Mayor Valmet, usted quedará a cargo hasta que pueda hablar con el Teniente Coronel Kimblee,− ordenó Hayate.

Archer parecía estar a punto de lanzarse sobre ella cuando Kimblee entró con el rostro duro como una piedra.

− ¿De que se trata esto Teniente Coronel Yagami?,− preguntó con un dejo ligeramente ofendido, − Estamos a punto de iniciar un operativo...No tenemos tiempo para juegos de poder sin sentido...

Hayate lo miró detenidamente y esperó a que Kimblee llegó junto a ellos

− Exactamente, Teniente Coronel Kimblee, que bueno que coincidimos en nuestra perspectiva, odiaría tener que reportar obstrucción y desacato ante una investigación internacional, sancionada por el Comando Central...además de la insubordinación,− dijo Hayate muy seria.

Kimblee se aproximó a ella sin dejar de mirarla, hasta que sus cuerpos estuvieron a centímetros de distancia.

− Esto es un golpe bajo, Yagami…,− dijo casi en un susurro que solo Hayate podía escuchar, − Hemos colaborado con esa "investigación"...mejor diga que quiere perjudicar a estos valientes soldados, sería más honesto de su parte.

Kimblee a diferencia de Archer, era un adversario de un nivel diferente, aunque ambos fueran de la misma calaña.

Pero Hayate estaba preparada para eso… y más.

− ¿Recuerda que decía el oficio que le di el primer día de nuestra visita...Kimblee?,− preguntó Hayate igualando el trato.

Kimblee apretó las quijadas. El documento era una orden ejecutiva que le daba autorización a Hayate de tomar el mando de su Unidad en cualquier momento que considerara necesario. La impulsividad de Archer le había dado la excusa perfecta y había causado suficientes problemas ya. Tendría que ceder en ese momento, pero se aseguraría de que Force pagara por eso.

− Valmet,− ladró Kimblee, − Arreste a Archer. Usted queda a cargo de los operativos...hasta nuevo aviso.

Una mirada de Kimblee hacia Archer fue suficiente para que este último entendiera que había metido la pata garrafalmente y que tendría que aguantarse hasta que pudieran salir de ese atolladero.

− He sido notificado que desea salir al terreno con la siguiente Unidad, Teniente Coronel,− dijo Kimblee regresando a hablarle formalmente a Hayate cuando se llevaron a Archer, − No deseo disuadirla y mucho menos, que nuestra preocupación por su seguridad se malinterprete; tome en consideración que necesitare que nos deslinde de responsabilidad si algo le sucede...Es MUY peligroso allá afuera.

Hayate sabía eso; pero era un riesgo que necesitaba correr o no resolvería ese caso.

Siguiendo el protocolo oficial, firmó digitalmente su consentimiento de participar voluntariamente en las operaciones en el terreno a las que no estaba oficialmente asignada.

− Irá con la Unidad de la Teniente Force,− dijo Kimblee antes de retirarse dedicando una mirada severa a Rein.

Aunque lo hicieron muy disimuladamente, Hayate se dió cuenta. Varios se burlaron de Rein.

La Teniente sin embargo, no parecía alterada en lo absoluto por ese hecho.

− ¿Cuál es la misión del día, Mayor Valmet?,− volvió a preguntar Hayate y esta vez la explicación llegó sin demora.

Había varias zonas "calientes" dentro de la sitiada ciudad de Amber. Algunas de ellas estaban en control de los grupos insurgentes y otras estaban en control del Gobierno oficial, apoyado por distintos países del G7 y las Naciones Unidas. Y había otras más que estaban en disputa total. Tierra de nadie, donde no aplicaba ninguna ley, ni ningún convenio internacional.

La zona de la planta principal de energía de la ciudad se había transformado en una de esas zonas y con el invierno encima de ellos, el gobierno oficial de Alzus necesitaba retomar el control de esa instalación y la red de distribución, y sus alrededores. La misión de ese día, era retomar el control y asegurar esa zona, definir un perímetro de seguridad y asegurar su estabilidad para las funciones de operación de la instalación.

Para Kimblee, eso implicaba eliminar a todos los detractores, posibles insurgentes o sus aliados...y sus familias. Pese a la orden ejecutiva del Comando Central de no atacar primero y no matar civiles a menos que fuera claramente evidente que apoyaban fuerzas hostiles, Kimblee siempre hacía lo que le parecía más eficiente.

Un insurgente muerto no podía matarte.

Aunque la Mayor Valmet no lo dijo de esa manera en su resumen de la misión para Hayate, la Teniente Coronel lo veía claramente en la distribución de efectivos en el mapa y el plan de ejecución.

Era evidente que la Unidad Uno de la Teniente Force, haría la "limpieza" inicial, para que los demás entraran y aseguraran las instalaciones. Los registros de Hayate indicaban que Rein era piloto de helicópteros pero no sabía que eso incluía el KA-52 Alligator.

Tras la explicación de Valmet, Hayate miró a Rein.

Quería saber como la Teniente Comandante, prepararía el terreno para el operativo sin causar daños colaterales.

− Me parece que este tipo de incursión requiere una aproximación más...sútil, que un Alligator, Mayor,− dijo Hayate, − ¿Tienen imágenes en tiempo real?

En la mesa, estaba solamente estaba desplegado un mapa de la zona pero no tenían ningún dispositivo de monitoreo remoto. De hecho, muy pocas de las misiones dirigidas por Kimblee tenían o guardaban registros digitales

Valmet hizo un gesto e impresiones de las imágenes más recientes se materializaron sobre la mesa.

− No contamos con monitoreo satelital o aéreo en tiempo real, realizamos misiones de reconocimiento aéreo periódico pero no podemos hacer incursión aérea de baja altura en las zonas críticas, los insurgentes tienen armamento antiaéreo de alto poder, bloqueadores de señal e incluso sistemas anti-drones...− indicó la Mayor Valmet, − Por eso debemos entrar con el Alligator en el momento en que ellos menos lo esperan.

Analizando las imágenes, Hayate identificó que además de las obvias instalaciones militares también había rastros de actividad civil. Y así se lo hizo saber a la Mayor.

− En la mayoría de los casos, todas esas personas, son partidarios o seguidores de los insurgentes, Teniente Coronel...Cuando entramos en esas áreas, cualquiera puede atacarnos,− aclaró Valmet con fría serenidad.

Hayate no lo cuestionó. Su labor era de observadora. No podía cambiar las órdenes que ese grupo ya tenía asignadas. Si el operativo fallaba por algo que ella cambiaba, quién iba a resultar más afectado era Graham.

− Creo que no debemos usar el Alligator en esta ocasión,− dijo Rein de pronto sorprendiendo a todos. La Teniente Comandante, solo miraba el mapa y las imágenes que Valmet recién había conseguido, − Es una trampa...Ellos saben que vamos. Debemos reajustar la estrategia.

Hayate y Sophia Valmet volvieron a mirar las imágenes, totalmente desconcertadas.

− Todo se ve EXACTAMENTE igual que las últimas semanas que los hemos monitoreado, Force,− dijo Valmet mirando a Rein fijamente.

− Justo por eso, Mayor. En las últimas tres semanas, la temperatura ha bajado más de quince grados y va a seguir bajando en las próximas semanas. Esas personas se comportan como si tuvieran provisiones ilimitadas, como si el invierno no estuviera encima de nosotros y como si no estuvieran en una zona crítica. Ellos saben que vamos y saben que usaremos el Alligator. Estos,− dijo Rein marcando varios puntos sobre el terreno con sus dedos, − Son señuelos. Vamos a destruirlos como si "realmente" fueran las defensas antiaéreas y nos sentiremos "seguros", ellos no van a atacarnos de inmediato, van a dejar que pensemos que todo está bajo control, entraremos y entonces cerraran la trampa alrededor de nosotros.

Valmet miró a Hayate y después a su reloj.

− Si eso es correcto, entonces debemos hacerles pensar que caímos en la trampa,− dijo Valmet muy seria.

En cuestión de minutos, la Mayor hizo algunos ajustes estratégicos en los planes del operativo.

Hayate, todavía iría con la Unidad de Rein, pero ella ya no pilotearía el Alligator.

Con una unidad mínima, Rein iba a infiltrarse en la zona límite, partiendo desde la zona controlada más como una misión de exploración que de ataque, contando a Hayate, serían sólo cuatro elementos.

Rein miró a Hayate como evaluándola.

Y Hayate se sintió, en efecto, evaluada.

Sea cual haya sido el resultado de dicha evaluación, Rein solo le consiguió el rifle de asalto más ligero y de uso corto que tenían disponible y todos se prepararon. Ella y su grupo utilizarían un convoy de asistencia humanitaria para aproximarse de la forma más subrepticia posible al ruinoso edificio que usarían como base.

Hayate pensó en un principio que su operación se retrasaría hasta la noche, sin embargo no fue así.

Los Diamantes Rojos no necesitaban que fuera de noche para camuflarse de forma casi perfecta con el terreno que fuera, a cualquier hora.

La planta principal de energía estaba ubicada en las afueras de la ciudad, y rodeaba por diversas zonas habitacionales pobres y abandonadas. Sin embargo, no era el tipo de pobreza miserable que Rein había visto en Eltria y Liberta donde la gente vivía en medio de pleno desierto en casuchas desvencijadas. Esta "pobreza" se parecía mucho a la pobreza de Norilsk, su pueblo natal, donde el gobierno había procurado a las personas, hacinados departamentos de mampostería, con lo cual el vecindario más cercano era una depresiva sucesión de cubos maltratados de dos y tres pisos que formaban en algunas partes, un árido y complejo laberinto.

Uno podía entrar en esas estrechas callejuelas llenas de escombros y basura, pero nada garatizaba que se podría salir. Ese tipo de incursión urbana en el terreno, era por mucho tan peligrosa, como la selva.

De acuerdo a los datos de inteligencia, toda esa zona estaba en poder de los insurgentes, no solo la planta eléctrica. Y en esos andrajosos edificios, era donde se encontraban las defensas antiaéreas que habían impedido a otros operativos tener éxito en retomar el control de la instalación los últimos meses, incluso antes de que el invierno los golpeara con toda su fuerza.

Uno de los edificios más altos de una de las zonas "grises", había sido un hospital, que a veces todavía se usaba para asistencia médica cuando los insurgentes y los grupos internacionales de asistencia lograban llegar a algún acuerdo.

Aunque los informes de inteligencia aseguraban que estaba vacío y era inutilizable, Rein lo dudaba. Estaba bastante lejos de la planta de energía, pero proporcionaba una visión demasiado ventajosa de los alrededores.

Los insurgentes habían sido muy hábiles, mezclándose con la población civil, posicionándose con argumentos populistas y patrióticos; pero si pensaban que solo controlando los alrededores, tenían el éxito asegurado, eran más estúpidos de lo que ella pensaba.

Ella dudaba que lo fueran y estaba lista para encontrarse ese edificio muy sútilmente ocupado por una fuerza, pequeña pero letal de insurgentes.

− Ellos están más alerta por las noches,− susurró Rein con voz serena cuando el convoy que las transportaba, se acercó al punto donde bajarían, − Cuando bajemos, por ningún motivo, se separe de mi, Teniente Coronel….

Hayate sentía los acelerados latidos de su corazón...involuntariamente.

Ella había hecho el entrenamiento de oficiales, había estado en operativos y zonas de conflicto.

Pero nunca había sido un operativo del terreno o de ataque. Mucho menos de primera línea de ataque.

Cuando salió de la Academia, su primer rango había sido el de Teniente Comandate y casi de inmediato había ascendido a Capitán. Y había avanzado por los demás rangos casi con idéntica rapidez gracias a sus aptitudes análiticas, su habilidad como estratega en operaciones y su inteligencia.

Hayate se movía en el ámbito de las investigaciones militares

Sus méritos y su rango, no se basaban en sus habilidades de combate.

Que Rein le pidiera mantenerse cerca de ella, era mucho más fácil decirlo, que hacerlo.

Todos portaban su uniforme de combate de Midchilda con gruesos chalecos antibalas, cascos y otras protecciones especiales. Salvo Hayate, que solo llevaba una pistola y el rifle de asalto que Rein le consiguió, todos los demás llevaban mucho más armamento, municiones y granadas.

Gracias al frío húmedo y la nieve que a ratos podía ser lluvia helada, todos iban cubiertos también por gruesas capas de camuflaje con capucha repelente al agua en color claro, lo cual tenía además la ventaja que ocultaba su armamento, que en el caso de Rein, incluía además, su larguísimo rifle de francotirador.

La Teniente avanzaba por las desiertas calles con cautela, a paso moderado pero constante. Ella era la primera que no quería un enfrentamiento antes de tiempo. El sigilo era y siempre sería, su aliado. De ninguna otra manera podrían avanzar las cerca de quince cuadras desde donde el convoy los había dejado, dentro de la zona todavía segura para acciones de asistencia, hasta el punto donde el edificio se encontraba.

Faltaba una cuadra escasa hasta su destino, cuando un joven insurgente que estaba armado pero parecía solo estar haciendo su rondín salió, frente a ellos.

Rein se había preparado para ese infortunado evento, desde el primer paso de su trayectoria y solo agradecía de que no hubiera sucedido antes. Lo que tenía que hacer, habría sido más difícil de explicar antes.

Hayate no se había movido aún para desenfundar cuando el joven, cuya sorpresa no le permitió ni gritar, ni disparar, ya estaba tendido en el suelo y Rein, con el mayor sigilo posible, lo arrastraba para ocultarlo detrás de unos escombros.

− Teniente, ese hombre puede necesitar atención médica,− dijo Hayate en voz baja cuando Rein les hizo una seña para avanzar.

La oficial no había tenido oportunidad de ver el enorme cuchillo que Rein había clavado de forma precisa y letal en la parte central del cuello del muchacho. Y tampoco la había visto volverlo a guardar, ligeramente manchado de sangre.

Rein ni siquiera respondió. Estaban llegando al punto más crítico y peligroso de su incursión.

Tal y como había pensado, el edificio no estaba abandonado.

Sin hablar, les hizo señas a sus dos compañeros para que se ubicaran en las posiciones de respaldo. Ella entraría primero. Si querían aprovechar esa oportunidad, todo tenía que ser sigiloso. Los insurgentes no podían saber que su posición había sido vulnerada y asegurada. Los dos operativos que la acompañaban eran, al igual que ella, expertos en combate cuerpo a cuerpo con cuchillo. Ella los había seleccionado por esa específica razón; algo que la Teniente Coronel Yagami no sabía...ni tenía porqué saber.

Antes de entrar, se volvió hacia Hayate y esa fue la primera vez que la Teniente Coronel se encontró frente a frente, con la mirada rojo sangre de Rein, un pozo profundo y denso de carmesí en el que no existía la duda, la piedad o la compasión.

Tan solo el propósito más descarnado.

Rein, literalmente arrastró a Hayate hasta dejarla en una posición a cubierto, fuera del edificio. La hizo desenfundar y preparar su pistola únicamente, ya que era a la única que podía ponérsele un silenciador.

− No importa lo que escuche, si quiere salir con vida de aquí, no se mueva, hasta que yo venga por usted…,− dijo Rein con voz fría e implacable, − Si alguien que no sea yo viene por usted, dispare... con el silenciador, ¿Entendió?

Hayate tragó pesadamente y miró a Rein con incertidumbre antes de asentir.

Tras eso, Rein dejó su Barrett a resguardo y se preparó para entrar con sus compañeros tras ella.

El interior del edificio estaba tan oscuro que parecía como si fuera de noche aunque aún era mitad de la tarde y faltaban algunas horas para el anochecer.

Rein había tenido razón en que el edificio no era "tan inocuo" como su información de inteligencia aseguraba. Pero no era tan solo una "pequeña" fuerza la que había hecho su base en ese lugar. Evidentemente, los planes para esa noche eran mucho más ambiciosos de lo que pensaban.

Con algunas indicaciones a sus compañeros de equipo, Rein se lanzó al ataque.

Las primeras bajas fueron los efectivos en la planta baja, de forma rápida, eficiente y silenciosa. Los tres efectivos, con Rein a la cabeza, avanzaron de forma escalonada, eliminando a los ocupantes del edificio. Fue solo hasta que llegaron al cuarto piso que tuvieron que utilizar sus pistolas para completar la misión lo más rápido posible.

Tan pronto se hicieron con el control de la instalación, Rein activó sus comunicaciones y envió un mensaje encriptado para Valmet, para después ir por Hayate y preparar su posición de respaldo con su poderoso rifle de francotirador.

Desde su posición podría cubrir un radio de más de dos mil metros en que sería letal. Mientras sonreía preparando su posición, Rein pensó que era un ventaja que sus enemigos no supieran eso...aún.

Hayate observó con asombro todos los efectivos hostiles que habían sido eliminados en esa rápida incursión. Pese a sus reservas, era evidente que todos tenían armas de alto poder a su disposición y que había mucho más sucediendo en esa instalación que parecía solo un edificio abandonado.

Con algo del mismo asombro, Hayate observó a Rein prepararse con su equipo de francotirador desde la azotea del edificio, mientras los otros dos efectivos aseguraban su posición.

− Ellos van a darse cuenta muy pronto que ya no cuentan con esta ventajosa posición, Teniente Coronel,− dijo Rein sin siquiera mirar a Hayate. La Teniente, ya en posición de disparo, utilizaba la poderosa mira telescopica de su rifle para barrer las zonas que había estimado eran señuelos y aquellas que pensaba serían posiciones hostiles inesperadas, − Tan pronto eso suceda, vamos a ser el centro de una atención muy peligrosa...Recomiendo que baje con los chicos y se ponga a cubierto.

Hayate se sintió insultada.

La Teniente Comandante ni siquiera la había mirado para decirle que la consideraba una inutil.

Ella aún no conocía a Rein lo suficiente para entender que la Teniente, en realidad trataba de evitar que corriera un riesgo innecesario.

La oficial, apenas tuvo tiempo sin embargo, de ponerse a resguardo segundos después y tomar unos poderosos binoculares militares para observar la acción que se desarrollaría, ya que el aviso del inicio de misión fue una impactante explosión ocasionada por el primer misil disparado por el Alligator a gran distancia.

La operación continuó como estaba planeado y cuando los primeros efectivos descendieron a rapel desde cuatro helicópteros para el proceso de aseguramiento de la planta eléctrica, Rein comenzó a disparar y el caos se desató.

Los insurgentes, sorprendidos por las acciones hostiles de una posición que consideraban asegurada, no perdieron tiempo en lanzarles todo lo que tenían.

Hayate, para sorpresa de los compañeros de equipo de Rein y de la misma Teniente que aún seguía en la azotea del edificio, tomó uno de los rifles de los insurgentes que tenían mucho más alcance que el suyo y se abocó a cubrir el flanco desprotegido, sin dejar de observar cada que podía, a través de los binoculares, como los efectivos hostiles en los sitios más peligrosos para la avanzada terrestre de la Mayor Valmet, eran eliminados uno a uno, con extraordinaria rapidez y precisión.

Esa tarde, fue la tarde de los descubrimientos para Hayate.

Primero había sido sorprendida por la acertada evaluación que la Teniente Force había hecho de la situación del terreno. Después de eso, la había sorprendido su habilidad casi sobrenatural para matar.

Y al final, cuando las cosas se complicaron como ninguno de ellos esperaba, le sorprendió su innata capacidad para sobreponerse a cualquier situación y sobrevivir.

Cuando fue evidente para los insurgentes que su trampa había sido descubierta, decidieron que si no podían prevalecer...Nadie lo haría.

En una misión casi suicida, varios grupos de insurgentes se abocaron a atacar con fines de destrucción total, la planta eléctrica que la Mayor Valmet ya estaba asegurando y que era tan necesaria para sobrevivir el invierno.

Desde diferentes posiciones en el edificio, Rein eliminó varios de los objetivos con ayuda de sus compañeros y de Hayate, antes de solicitar apoyo aéreo. La Teniente estaba a punto de lanzarse al terreno para eliminar algunos de los objetivos más difíciles, cuando un contingente completo de insurgentes rodeó el edificio donde estaban apostados.

La noche ya estaba cayendo y los insurgentes contaban que darles apoyo hasta ese punto, tan adentro de la zona gris, sería mucho más difícil si los helicópteros no podían acercarse… y tenían razón.

Cuando los primeros efectivos del enorme contingente que caía sobre ellos, comenzaron a llegar con RGPs, lanzacohetes y lanzagranadas diverso, Hayate se preocupó como nunca antes en su vida. Se mantuvo serena, pero realmente se preguntó si hasta ahí llegaría su carrera ... y su vida.

Aún juntando, todas las reservas de munición y armas que habían obtenido de los insurgentes en ese lugar, la oficial no creía que pudieran resistir siquiera una hora. Con la situación de la planta de energía, y la cantidad de insurgentes alrededor de ambas posiciones, Hayate dudaba que el apoyo que les pudieran enviar hasta esa zona, llegara a tiempo.

Salvo por un detalle.

Rein, había decidido utilizar los lanzacohetes de los mismos insurgentes primero y después, su propio armamento antimaterial.

Al principio Hayate, no entienda que estaba pasando. Al principio incluso pensó que estaban recibiendo un apoyo inesperado de alguna brigada externa, pero no.

Toda esa destrucción venía de una sola persona y de un solo lugar.

Tras las primeras explosiones de gran magnitud, que eliminaron varios de los vehículos armando, casi sin transición, los hombres que no habían sido abatidos por la explosión, comenzaron a caer en rápida sucesión.

No eran los típicos disparos en chorro de las ametralladoras, sino disparos individuales hechos en una sucesión de tal velocidad que, los individuos impactados caían desplomados en idéntica sucesión.

Cuando ese fenómeno sucedió, Hayate observó dos cosas.

Había ciertos insurgentes hostiles que se lanzaban hacía el edificio gritando como locos tratando de dispararles con lo que fuera y que no lograban avanzar, ni siquiera dos pasos antes de caer de esa forma letal.

Y había otros, que corrían en la dirección opuesta, gritando aterrados la misma palabra.

Äkkikuolema

¡Äkkikuolema!

¡Äkkikuolema!

Durante lo que parecieron horas, pero en realidad no fueron poco más de treinta minutos, su reducida fuerza se vio abrumada por una marejada de insurgentes de todo tipo. Hayate y los otros dos operativos que completaban el equipo de Rein, se prepararon también para disparar lo que tuvieran a su alcance en los flancos más desprotegidos para lo que se había convertido, en una batalla campal por el control del territorio.

Los insurgentes no estaban dispuestos a perder esa zona gris.

Y estaban dispuestos a pagar cualquier precio para conseguirlo.

Cuando las avanzadas de personas armadas no fue suficiente, RPG-7s y autos desvencijados que después descubrieron estaban llenos de explosivos, fueron enviados en misiones suicidas hacia el ya, desvencijado edificio del hospital.

Rein eliminó a varios de los conductores e hizo estallar un par antes de que llegaran al edificio con lo que la zona aledaña al hospital se había convertido en una auténtica masacre.

Entonces, le llegó el aviso de la Mayor Valmet.

Central Eléctrica asegurada Force, están completamente rodeados no es posible enviar apoyo terrestre...El comando central autoriza incursión aérea masiva, no podemos perder este territorio. T menos 120.

Dos minutos.

La Mayor le acababa de decir que iban a freírlos a todos, incluso a ellos, en dos minutos.

Los cuatro, Rein, Hayate y sus compañeros operativos escucharon el mensaje, pero Rein fue la única que corrió a toda velocidad, arrastrando a Hayate con ella. Tenían dos minutos para bajar cuatro pisos, sin dejar de disparar a sus atacantes y tratar de encontrar un sitio donde pudieran resistir la explosión directa de un misil sobre ellos.

Si lo que Valmet acababa de decir era correcto, iban a tener que sacarlos debajo de los escombros.

Ya en la plata baja, Rein, Hayate y su grupo no tuvieron un segundo de respiro. Sin el control constante de la posición de francotirador, algunos insurgentes estaban ya entrando al edificio. Rein no se iba por las ramas y de forma brutal, eliminaba a los atacantes con total rapidez y asepsia con un preciso disparo en la cabeza.

No quedaban heridos a su paso. Únicamente cadáveres.

Y Hayate, nunca había visto tantos hombres pasar de la vida a la muerte, en tan poco tiempo.

Pese a sentirse totalmente abrumada y devastada por el escenario y la devastación a su paso, Hayate no podía pensar siquiera en cuestionar las tácticas de la Teniente. Esas personas no llevaban un uniforme, vestían como civiles pero iban completamente armados y los atacaban...viciosa y furiosamente. Casi como impulsados por un odio crudo y descarnado.

Rein consiguió llevarlos al sótano hasta la zona de los gigantescos autoclaves cuando las primeras alarmas antiaéreas se escucharon y todo el terreno comenzó a sacudirse como si un dragón los hubiera devorado y estuviera a punto de digerirlos.

Las luces de emergencia se apagaron y la oscuridad total envolvió a los cuatro.

El edificio se sacudió varias veces más y el polvo hacía que fuera casi imposible respirar.

Hayate se descubrió, aún en la oscuridad, aferrada al brazo de la Teniente Force cuando, tras lo que pareció una eternidad, los envolvió el silencio.

− ¿Alguien tiene una linterna?,− preguntó Rein con el mismo tono neutral de siempre.

− Puta madre, Force…¿Que mierda tienes en las venas? ¡¿Un maldito pedazo de hielo?!... ¡Joder! ¡Creo que he mojado mis putos pantalones!

Durante algunos segundos más, sus vapuleados compañeros de misión, liberaron la tensión acumulada soltando una retahíla de imprecaciones, hasta que Hayate, quien ya no estaba colgada del brazo de Rein, materializó milagrosamente una pequeña linterna de su chaleco de operaciones. Ella que no llevaba tantas armas, si se había dado el lujo de llevar otros insumos.

− Orihara,− ordenó Rein a uno de sus compañeros al tiempo que tomaba la linterna de Hayate que al parecer era la única, − Vayamos en avanzada con cautela...Paladiknight, la Teniente Coronel queda en medio y tu cierras la marcha.

− Dudo que ni las ratas hayan sobrevivido a los que nos lanzaron…

El comentario, protesta o lo que sea que haya querido ser el intento de su compañero de operación, murió en sus labios ante la mirada implacable de Rein.

La teniente entendía que tenían la adrenalina al máximo, pero ella sabía que había que mantener esas emociones...todas las emociones, bajo control. Especialmente en esos momentos de máximo peligro donde la vida se escapaba en un segundo de indecisión o de miedo.

"El silencio es tu fortaleza. Tú única arma y tu única defensa".

Ella nunca olvidaba esas palabras y otras más, especialmente en esos momentos.

Siempre, cada día recordaba la primera enseñanza que había recibido en un bosque nevado tantos años atrás.

"La muerte perfecta nace del silencio".

El silencio en su interior era la única manera de sobreponerse al caos. Ella había vivido toda su vida, aun sin saberlo, bajo esa premisa y la convertía en lo que era.

Aunque sus compañeros no pudieran entenderlo, esa era la única forma en la que ella podía vivir. Siendo la muerte perfecta para esas personas, en esos momentos. Era como si fuera el inevitable y oneroso destino, tanto de ellos, como de ella misma.

Y aun si no podían entenderlo de la misma manera que ella, ambos militares sabían que la única razón por la que habían sobrevivido a ese día, era Rein.

Hayate, conforme avanzaban buscando una salida en la oscuridad, por los derruidos corredores de servicios del sótano del hospital, comenzaba a entender que su vida, jamás sería igual después de ese momento.

Durante todo ese tiempo, su mirada siempre estuvo fija en la espalda de Rein.

Gran parte del edificio había sido destruido, pero utilizando esos corredores de servicio del sótano, lograron salir a un patio privado y desde ahí, enviaron un mensaje sobre su posición.

La Mayor Valmet ya tenía un par de brigadas haciendo reconocimiento y asegurando la zona pese a que ya era noche cerrada y más refuerzos continuaban llegando desde la base aérea.

La operación había sido mucho más caótica y violenta de lo que esperaban, pero lo habían conseguido. La coalición que apoyaba al gobierno oficial había retomado el control de la planta de energía, habían desarticulado una importante sección de la insurgencia y habían asegurado tanto una zona gris de la ciudad como una zona totalmente hostil.

Hayate se sorprendió de que nadie le agradecería, ni hiciera algún gesto de reconocimiento hacia la Teniente Force.

La Mayor Valmet solo le dijo de forma muy escueta que había tenido razón.

E inmediatamente después, le ordenó acompañar a Hayate de vuelta a la base.

Sus compañeros de equipo, los soldados Leorio Paladiknight e Izaya Orihara, solo le hicieron un escueto gesto pero para sorpresa de Hayate, de ella sí se despidieron con un saludo militar muy formal. Incluso la Mayor Valmet le demostró esa respetuosa deferencia militar, antes de despedirse para las operaciones que se extendierían tal vez por el resto de la noche y ofrecía informarle de los avances a la mañana siguiente.

Ya en el vehículo blindado que Valmet les asignó, Rein le explicó a Hayate mientras conducía.

− Ningún Teniente Coronel ha estado antes en misiones del terreno con nosotros,− dijo la Teniente sin apartar los ojos del camino que les llevaba de vuelta a la base aérea. La noche estaba profundamente oscura y la ligera llovizna de la tarde se había convertido en una nevada. Aunque el camino no era difícil, la visibilidad estaba severamente disminuida. El operativo estaba requiriendo mucha asistencia posterior y múltiples vehículos y helicópteros estaban ya abocados en diferentes misiones y objetivos por lo que se cruzaron con gran cantidad de actividad..

− ¿Nunca?,− preguntó Hayate volviéndose para mirar el polvoso pero sereno perfil de Rein que a ratos era alumbrado por las luces de los vehículos con los que se cruzaban. La oficial recordó entonces cómo se veía ese rostro cuando disparaba y cuando atacaba con letal precisión.

Y no pudo evitar pensar que era terrible.

Tan terrible y hermoso a la par.

− Nunca.

Hayate ponderó las palabras de Rein y no encontró que decir.

Las dos militares hicieron el resto del recorrido en silencio.

Hayate sentía que tenía demasiadas cosas que decir pero de alguna forma, totalmente atípica en ella, no sabía cómo decirlas.

No sabía ni siquiera cómo formularlas en su cabeza para ella misma.

Sin embargo, sí estaba segura que se sentía a punto de estallar.

Y cuando Rein detuvo el vehículo frente al hangar que se había habilitado como su oficina y habitación, donde si quería podía tomar en ese mismo momento, un baño caliente y dormir en privado, no pudo aguantarse más.

− Muchas de las personas que murieron este día...no eran militares,− dijo Hayate mirando hacia el frente y sin hacer ningún movimiento para bajarse del vehículo.

Aunque ya era de noche cuando habían salido de la ruina del edificio y los equipos de la coalición ya estaban trabajando en la zona, aun antes del ataque aéreo final, Hayate había visto la cantidad de personas que habían muerto ese día durante el enfrentamiento.

Desde ese primer muchacho que se había cruzado con ellos y que finalmente entendía, no había estado herido. Estaba muerto cuando Rein lo arrastró hasta donde lo dejó.

Y lo que la tenía más sobrecogida, era la cantidad de personal que habían caído bajo la mano de Rein de las formas más diversas posibles.

Tanto a una gran distancia como a un brazo de distancia, su encuentro con la Teniente Force era ineludiblemente letal.

Rein se mantuvo en silencio, de igual forma solo observando hacia el frente, hacía las rafagas de nieve que eran alumbradas por los faros del vehículo.

− ¿Siempre es así?− preguntó Hayate finalmente y hasta entonces se volvió para mirar a Rein.

Habitualmente Rein se habría mantenido inmutable e inalterable. Habría seguido mirando al frente en silencio. Ella conocía lo que venía en esos momentos. Todos sin excepción, sentían aversión por su antinatural facilidad para matar.

Incluso monstruos como Archer y Kimblee la sentían, aunque en sus casos estuviera ligeramente matizada de envidioso desdén.

Algo diferente en el tono de Hayate, que Rein no pudo identificar del todo, hizo que se volviera también para mirar los ojos profundamente azules de la oficial. Rein estaba segura que encontraría, como le había ocurrido tantas veces en el pasado, horror, aversión, vergüenza, asco...incluso miedo en esa mirada.

Incluso otros compañeros de armas se sentían horrorizados por su habilidad...aún si estaban vivos gracias a ella.

Ella esperaba encontrar esa misma aversión, ese mismo distanciamiento en los ojos de Hayate, pero no fue así.

La mirada de Hayate estaba velada con una profunda tristeza pero no había miedo en ella, y tenía esa cualidad que le había llamado la atención desde el principio en la Teniente: una claridad, directa, honesta e indiscutible.

Y algo más.

Hayate la miraba como Riza Hawkeye y Maes Hughes la miraban en ocasiones.

Con preocupación.

Rein sabía que podía fingir que no entendía la pregunta de la oficial pero la chica se había ganado su respeto esa tarde. Pese a su inexperiencia, se había comportado a la altura. No había evitado el miedo. Era obvio que Hayate JAMÁS había estado en una situación como esa. Era obvio que había sentido miedo. Pero le había dado la cara, lo había enfrentado y no se había paralizado. Había peleado con valor y decisión.

Eso era algo que MUY pocas personas, muy pocos militares, podían hacer.

Reín lo sabía mejor que nadie. Sabía lo que costaba entrenarse para responder de esa manera.

Hayate tenía esa cualidad de forma innata. Ser valiente y decidida, así como sobreponerse al miedo, era parte de su naturaleza. Rein nunca se había encontrado con una persona así en su vida.

En cierta forma, Rein se estaba dando cuenta que se había equivocado al juzgar a esa chica. No era una guerrera del campo de batalla como ella o alguno de los militares a los que respetaba, pero SI era, otra clase de guerrera.

Por respeto a eso, tenía que responder lo que tenía que responder.

Y su respuesta, directa y sin ambages, dejó a Hayate helada.

− A quienes no conocen otro lenguaje, más que el de la violencia, hay que hablarles en su propio idioma...

Antes de que la oficial pudiera decir lo que pensaba respecto a esa postura ideológica, Rein completó lo que tenía que decir, dejando a Hayate ya no solo helada, sino muda y con un nudo en la garganta.

− Hay personas importantes, personas que toman decisiones, que cambian el destino del mundo…,− continuó Rein con simpleza, con una total y absoluta falta de malicia que su tono y su expresión le parecieron a Hayate la representación más pura de la verdadera inocencia, − Hay otros, personas como yo...personas como los insurgentes que enfrentamos esta tarde, que lo ÚNICO que podemos hacer... es morir, o matar...

Durante varios interminables segundos, solo se miraron largamente con el sonido del viento y la nevaba a su alrededor.

Hayate descubrió que la garganta le dolía tanto que sentía que no podía articular palabra.

− La persona correcta, en el lugar correcto y en el momento correcto...Puede cambiar el destino,− dijo Rein que al notar la intensidad de la emoción de la oficial, desvió la mirada caballerosamente para darle privacidad. Un guerrero tenía derecho a mantener su honor y eso ella podía entenderlo, − Yo creo que usted ES esa persona, Teniente Coronel… Le sugiero que descanse, avíseme por favor si necesita que esté aquí por usted a una hora diferente de las 0700.

Rein no volvió a mirarla mientras Hayate se apeaba del vehículo.

Mientras la miraba alejarse bajo la noche y la nieve, Hayate recordó que no le había preguntado, a la Teniente o a nadie, que significaba esa extraña expresión de los insurgentes e hizo una nota mental para investigarlo al día siguiente.

Después de una ducha rápida y de abrigarse, la oficial se dió cuenta de que estaba agotada, que le dolían partes de su cuerpo que no se imaginaba que pudieran doler después de una situación como la que habían vivido ese día y que extrañaba salvajemente a su hermana Shamal.

La doctora habría sabido confortarla en esos momentos.

Pensó también en sus hermanos, Signum y Zafira y los comprendió mejor.

Incluso sonrió pensando que la Teniente Force les habría caído muy bien a esos dos.

"Teniente Comandante Rein Eins Force", pensó Hayate recordando los diferentes momentos de ese día y las diferentes facetas de esa mujer que, ya no solo era una fortaleza y un enigma.

Ahora entendía a lo que Maes Hughes se refería.

Rein Eins Force era una fuerza de la naturaleza, una extraña diosa de la muerte; inocente, terrible y letal.

Hayate, que se sentía inexplicablemente cautivada por ella, se preguntó cuál sería la historia detrás de esa terrible fuerza de destrucción que nacía de ella.

Mientras se quedaba dormida, una palabra flotó levemente en su conciencia.

Äkkikuolema

− X −

Al igual que Hayate en su caso.

Rein tampoco había podido dejar de pensar en la oficial.

Lo que más la desconcertaba era lo que había pasado durante la parte más cruenta del combate.

Y no precisamente en la planta de energía, sino en el hospital.

Los insurgentes parecían MUCHO más interesados en recuperar ese edificio, que la planta de energía que era un recurso mucho más estratégico.

A menos, que esa no fuera la verdadera razón detrás de esa ferocidad.

Tras dejar a Hayate en su hangar, Rein se había reportado nuevamente con Valmet, había realizado varias tareas hasta la medianoche y después había recibido permiso para retirarse.

Y aunque se había asegurado de que todos la vieran dirigirse al cuarto pequeñísimo pero privado que tenía asignado por su rango, la Teniente Comandante no se quedó en él por mucho tiempo.

Utilizando los ductos de la ventilación y vistiendo un ajustado traje térmico y aislado de color negro, se escurrió para recorrer la base hasta el hangar donde Kimblee tenía sus habitaciones privadas.

Las verdaderas, no esa donde había recibido a Hayate y al Almirante Graham una semana atrás.

Ahí, sosteniéndose colgada con una cuerda de uso militar para mantener una posición elevada en el exterior y con un dispositivo de escucha remota que usaban para las incursiones de exploración, Rein se encontró con Frank Archer despotricando rabiosamente frente a Kimblee.

− ¡Esa maldita puta!,− vociferaba Archer, − No puedo creer que hayan escapado con vida, ¡Nikolaevich me aseguró que mandarían todo lo que tuvieran contra ellas…!

Kimblee, sentado en un viejo pero cómodo sillón ejecutivo, tomaba un líquido ambarino con los codos apoyados en su amplio escritorio de madera.

− Los reportes que recibimos, indican que en efecto lo enviaron Archer,− dijo Kimblee con voz fría mientras extraía un enorme puro y lo encendía con calma, − La forma como resultaron las cosas no es necesariamente desventajosa…

Ante el evidente desconcierto de Archer, Kimblee elaboró.

− La maldita observadora esa, ahora conoce de primera mano la capacidad de Force...− dijo Kimblee con una sonrisa retorcida, − No tendremos que inventar ninguna mentira ... ELLA MISMA tendrá que poner en su reporte, cómo su grupo fue atacado, cómo se dieron las bajas...y quién causó TODAS esas muertes. Mañana nos aseguraremos que no solo haya insurgentes entre las bajas, sino también civiles...un lamentable daño colateral.

Hasta entonces Archer entendió.

− Un daño colateral que Force SIEMPRE ocasiona…

− Exacto,− corroboró Kimblee, − Force ha sido un recurso estratégico para nosotros pero su mayor utilidad a partir de este momento, será asumir la responsabilidad por todas las muertes de "nuestras operaciones" desde que se incorporó a nuestro grupo...Nadie más que ella podría hacerlo, ¿no te parece Frank?

Archer finalmente se relajó y tomó también un grueso vaso de vidrio para servirse generosamente, antes de sentarse frente a su oficial superior.

− Pero entonces, ¿ya no seguiremos con la otra parte del plan?,− preguntó tras dar un largo sorbo.

− Por supuesto,− dijo Kimblee poniéndose muy serio, − También necesitamos encargarnos de esa maldita entrometida. Ella y ese tal "Almirante Grahan" están jalando las pelotas de las personas equivocadas… La orden viene de mucho más arriba de nosotros, Archer...Esta vez solo nos sentaremos a disfrutar del show...Force será nuestro chivo expiatorio perfecto y Yagami...Tan pronto Yagami envíe los reportes que necesitamos que envíe, tendrá los días contados…

Kimblee apuró de un solo trago el contenido de su vaso.

− Tanto Yagami como Graham son ya, cadáveres ambulantes….,− dijo Kimblee con voz ligeramente rasposa por el alcohol, − Es cuestión de unos días más...Nada, ni nadie puede parar lo que está ya detrás de ellos.

Estado Federado de Alzus, Día 17, Onceavo Mes, 2037. 00:45 hrs.

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