Escribir este capítulo en particular ha sido difícil. Después de varias semanas atrapado sin poder escribir, finalmente me desperté y algo hizo click.
Siento que me haya tomado tanto tiempo recuperar el paso; así que, para quienes todavía siguen y esperan esta continuación en especial…
Otros fics también se actualizarán pronto.
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ADVERTENCIA: Este fic está inspirado en MSLN, y está clasificado M, por contenidos y situaciones que pueden ser muy fuertes y/o violentas para algunos lectores; así como escenas íntimas de carácter sexual. Estas escenas pueden ser femslash, F/F o F/M. Se recomienda la discreción del lector. Si este tipo de contenido no es de su agrado, por favor no lo lean.
DISCLAIMER: Los personajes de Magical Girl Lyrical Nanoha no me pertenecen y son propiedad de sus respectivos autores. Todas las situaciones y personajes presentados en esta historia son ficticios, cualquier parecido con situaciones o personajes reales, históricos o presentes, no es en absoluto intencional.
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"La Muerte Súbita"
por Aleksei Volken
Capítulo 7. La Muerte Enfrentada
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"Solo vives dos veces. Una vez cuando naces y otra vez cuando te ves la muerte en la cara."
Ian Fleming.
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"Morir es una noche salvaje y un nuevo camino."
Emily Dickinson.
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Rein había pasado muchas noches sin dormir en su vida por las más diversas razones. A causa de su entrenamiento. Estudiando durante su tiempo de formación en la academia. En múltiples guardias, vigilancias y vigilias desde que había escogido la vida militar cuando tenía diecisiete años.
En general, preparando toda la variedad de operativos que debían ejecutarse al abrigo de la noche más oscura o al despuntar el día.
Incontables misiones donde la diferencia entre matar o morir, era la fracción de segundo que le tomaba a una mente alerta, ejecutar la decisión correcta...o la equivocada.
Dormir o no, nunca había sido una preocupación para Rein.
En esas misiones altamente demandantes, donde muchos se quebraban, ella SIEMPRE tomaba la decisión correcta. Era una cualidad intrínseca a su innato instinto de supervivencia y a su riguroso entrenamiento, literalmente, de toda la vida.
Quizá por eso mismo, nunca antes había perdido el sueño a causa de "una misión".
Hasta esa noche.
Esa fue la primera noche en la vida de Rein, que se quedó despierta toda la noche, pensando. Aunque una parte muy profunda de ella tenía que reconocer que lo que la mantenía despierta, no era la misión en sí.
Y tampoco se debía al encuentro que había tenido con él.
No estaba en su naturaleza actuar de forma intempestiva. Pese a lo que se podría pensar, ella no actuaba impulsivamente.
Jamás.
No especialmente desde una noche de año nuevo, tantos años atrás, en el territorio más remoto de las Repúblicas Yuktobanas.
Lo primero que había aprendido de su "maestro" era a no actuar impulsivamente, como lo haría un animal acorralado y herido...como lo había hecho ella en esa noche terrible de su vida, que se convirtió en su bautizo y su despertar. Rein se había preparado durante toda su vida posterior a esa noche, para estar lista y no actuar impulsivamente, ante cualquier situación.
Para no actuar movida por el miedo.
Eso había cambiado por única ocasión, la noche anterior.
Y no había sido la presencia de Mikhail "Misha" Kloshkin lo que había detonado su impulsividad.
Rein sabía que no podía llegar a su encuentro con Duke sin aceptar la verdadera razón que había ocasionado esa reacción en ella.
El verdadero motivo que la estaba llevando a tomar decisiones de vida o muerte.
Su vida o su muerte.
Hacía muchísimos años que Rein no pensaba en esa noche, dieciocho años atrás; la última vez que había actuado con base en puro instinto, como un animal salvaje herido y enfurecido. La noche en que se había convertido en furia pura y ciega.
En la oscuridad y privacidad de la pequeña habitación que su rango de Teniente Comandante le granjeaba en las barracas de su unidad, Rein estaba recostada, con los brazos detrás de su cabeza; mirando las geometrías de luces y sombras que la iluminación del exterior de la base formaba en el techo sobre su cama.
Un nombre volvía a la superficie de su memoria recurrentemente.
Armi.
Hacía años que no pensaba de esa forma en su pequeña hermana menor.
Aquella que le habían arrebatado salvaje y violentamente una noche invernal por un demente.
A veces, Rein veía una pequeña y solitaria flor blanca en medio de algún macizo de hierba de alguna de las diferentes partes del mundo en las que había estado durante esos años. Nada especial. Esas pequeñas flores silvestres no tenían nada de especial. Tal vez ni siquiera tenían un nombre conocido. No uno que ella supiera al menos.
Esas pequeñas y solitarias flores siempre le recordaban a su hermana pequeña.
Armi, que al igual que su madre, nunca tuvo una lápida para ser recordada.
Armi, que solo se había desvanecido como el humo de una vela arrasada por el viento de la noche...como desaparecen esas pequeñas flores de hierba sin que nadie se diera cuenta. Sin que a nadie le importe cuál es su destino y su final.
El tiempo no había desvanecido sin embargo, los recuerdos más preciados de Rein.
Extrañamente, el peculiar entrenamiento al que Duke la había sometido en sus años de infancia y adolescencia, si había apaciguado su dolor; ese dolor lacerante que había sentido cuando fué incapaz de protegerla...incapaz de evitar que fuera depredada...
En esos momentos, sus otros recuerdos de Armi eran como joyas preciosas; auténticos tesoros que sólo extraía de su memoria para contemplar en ocasiones de calma y serenidad muy especiales.
Todos esos recuerdos, eran las pequeñas luciérnagas que guiaban su corazón en medio de su propia oscuridad.
Eran su mapa de supervivencia.
La primera vez que la había visto como una bebé recién nacida en brazos de su madre...la primera vez que esa bebé le había sonreído, sus primeros pasos y juegos...el sonido de su risa…su emoción al descubrir un yerbajo verde entre la nieve...
Pese a su corta vida, Armi le había dejado muchos recuerdos que atesoraba.
Salvo los de esa noche.
Esos nunca los extraía de esa caja blindada que también podía ser su memoria.
Sin embargo…
Cuando esa chica en "La Esfinge"... Alex, le había dicho que se habían llevado a Hayate, esa caja blindada donde tenía aprisionado su miedo más primitivo se abrió para enterrar sus colmillos en su cuello, haciéndola reaccionar impulsiva e intempestivamente.
Sin prepararse.
Lo cual había implicado que cayera en una trampa mortal como una estúpida.
Y peor aún...
Se había dejado llevar por ese miedo...Había caído en las garras del miedo que asesinaba la mente y el raciocinio. La clase de miedo que conducía a la destrucción total.
La clase de miedo que Rein ya no debía ser capaz de sentir.
Y ese, fue el miedo de que algo le pasara a ELLA.
A Hayate.
Después ese miedo había sido superado por el horror de enfrentar a una pesadilla viviente aún peor.
La vida le había puesto una prueba y había fallado.
Lastimosamente.
El miedo de que algo le pasara a Hayate la había hecho actuar impulsivamente, para caer en la trampa de Nikolaevich.
Y después, el terror de que ellos atacaran a Hayate la había sacado violentamente de su sopor, sólo para complicar su situación aún más con el impulsivo asesinato de su agresor.
Cuando Duke le había enseñado acerca de la vida, a través de la muerte, lo segundo que le había enseñado era, que uno solo mataba en sus condiciones; jamás en las condiciones de alguien más.
Rein cerró los ojos con un pesar que hacía mucho, mucho tiempo, no sentía. Después de algunos segundos los abrió con decisión.
Ella era la única que debía determinar sus condiciones y para ello, debía aceptar el motivo que la llevaba a determinar esas condiciones y a tomar esa última, decisión final.
No solo no quería que nada le sucediera a...la Teniente Coronel Yagami...Hayate, como ella misma le había pedido llamarla.
Debía salvarla.
Y no solo del plan perverso de Kimblee o la condena fatal que significaba Duke Togo.
Debía salvarla de lo que Rein era y la muerte que acarreaba.
Y si era completamente honesta consigo misma, no solo debía salvarla.
Deseaba hacerlo.
Deseaba hacerlo cómo no había deseado nada en esa nueva vida que había empezado en los bosques invernales de Osea, tantos años atrás.
Hasta que no lo hiciera, no se sentiría con ese derecho de dirigirse a ella por su nombre.
En esas horas de vigilia inesperadas, Rein no solo pensó en todas las opciones posibles, armando y reconfigurando todas las previsiones que ya había tomado, así como las posibles acciones de sus adversarios.
También recordó, una y otra vez, una de las primeras frases que Duke Togo, el hombre con el que se enfrentaría a muerte por la vida de Hayate, le enseñó a conciencia durante años.
"En lo que te conviertes, depende al final, únicamente de tí".
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− ….¡¿...vas a hacer...qué?!... Con un maldito demonio Rein, no puedes...No puedes llegar en la madrugada a verme para decirme…eso...
Hayate no recordaba cuándo había sido la última vez en su vida adulta que había estado en shock de la manera cómo se sentía en esos momentos.
Había que reconocer que su "vida adulta" no llegaba aún a la decena de años siquiera; pero con la familia que tenía y todo lo que les había tocado vivir desde pequeños, se consideraba una persona que podía afrontar situaciones adversas y difíciles con serenidad. Ella, aun siendo más pequeña, siempre había cuidado de sus hermanos adoptivos mayores. Bueno, incluso ANTES de ser militar, quién daba las órdenes en casa, era ella.
Se sentía orgullosa de considerarse una mujer que había crecido afrontando la adversidad con serenidad y estoicismo.
Y por eso se estaba esforzando por convencerse a sí misma de que estaba serena, pese a que Rein en esos pocos días, parecía esmerarse al máximo en poner a prueba tanto su serenidad, como su estoicismo.
La Teniente se había despedido de ella la noche anterior quedando de regresar por la mañana, a la misma hora de todos los días anteriores. Sin embargo, había llamado a la puerta del hangar sin previo aviso, antes de las cinco de la mañana.
Pese a su intempestiva llegada a deshoras y sin darle ninguna explicación, le había pedido revisar su arma oficial y la había interrogado a profundidad sobre todas las armas que podía usar eficientemente.
Todo eso, no era lo que había dejado a Hayate helada y sin palabras.
Lo que la había dejado en shock, como se sentía en esos momentos, era el "plan" que Rein le detalló para ese día, así como si nada...Como si solamente le informara la hora del día en que se llevaría a cabo cada actividad… especialmente, cuando llegó a ESA parte en particular del "plan".
Al momento de su encuentro personal con un asesino a sueldo.
Desde que Rein había llegado, Hayate había intentado recuperarse de la inesperada sorpresa haciendo lo que sabía hacer mejor en la vida: tomando el control de la situación.
A pesar de la diferencia entre los atuendos que portaban, lo primero que hizo la oficial fue ofrecerle a Rein una taza de café caliente, guiándola hasta la zona privada del hangar que se había habilitado para pequeña cocineta para alimentos y bebidas, adjunta a su zona de descanso.
Rein, pese a la temprana hora, ya estaba lista con su grueso uniforme militar de operaciones especiales color gris oscuro, que incluía varios aditamentos especiales como sus armas mientras que Hayate, todavía tenía puesta la pijama de franela que solía llevar en sus viajes de trabajo. Aunque era muy neutra y seria, el resultado visual entre ambas era totalmente contrastante.
A ninguna de las dos, sin embargo, parecía importarles el contraste que ofrecían.
− Es la única manera, Teniente Coronel,− dijo Rein con calma, simpleza y serenidad, mirando fijamente a los ojos azules de Hayate con toda la certeza del universo en su mirada.
Las dos tazas de café que Hayate había preparado mientras Rein le describía su plan, descansaban sobre la pequeña mesa que Hayate usaba para comer, enfriándose.
Ninguna lo había tocado. Ni siquiera se habían sentado a la mesa. Ambas se habían quedado de pie, con sus preocupaciones internas que eran, sin que ninguna lo expresara, la otra.
Hayate se aproximó a Rein tomándola firmemente por el brazo, a la altura del codo.
− ¿Es la única manera de que te maten?,− dijo Hayate antes de poder contenerse. Se estaba empezando a dar cuenta que la vista de Rein, en cualquier atuendo pero especialmente en uniforme, le fundía un poco el cerebro.
La aludida sonrió levemente y absorbió todos los detalles de la expresión que Hayate tenía en esos momentos, antes de rematar cualquier esperanza que la oficial pudiera tener de cambiar el plan...o de hacer cambiar de opinión a Rein con su siguiente frase.
− Es la única manera de que usted sobreviva, Teniente Coronel,− apuntó Rein con suavidad y con esa sonrisa que Hayate tanto ansiaba ver, dirigida a ella, pero ciertamente no por las razones de esos momentos.
Hayate soltó el brazo de Rein y se recargó contra la pequeña barra de la cocineta, cruzando los brazos sobre su pecho como una niña enfurruñada.
Cuando Rein le había dicho que conseguiría las pruebas que Hayate necesitaba, la Teniente Coronel pensó que estarían juntas durante el operativo de ese día...que juntas conseguirían las pruebas que tanto necesitaba. Aunque racionalmente tenía perfectamente claras las afiliaciones de cada una de ellas, por alguna razón irracional que no conseguía explicarse ni a sí misma, desde ese día que habían estado juntas en el terreno, literalmente en el campo de batalla, sentía que AMBAS...eran parte del mismo equipo.
Ella y Rein.
Juntas.
Que en esos momentos, Rein le dijera que necesitaba que NO estuviera a su lado y en lugar de eso se quedara junto a Kimblee y Archer en el centro de comando, era casi una afrenta...pero que además le dijera así, como si nada, que conseguiría las pruebas que tan desesperadamente necesitaba literalmente, auto-incriminándose, para después ir a enfrentarse con un asesino a sueldo durante un encuentro secreto...era simplemente demasiado.
Rein tomando el silencio de Hayate como una duda sobre el plan, continuó dándole más detalles.
− Kimblee siempre monitorea todas las operaciones de campo desde el centro de comando y aunque todos los efectivos estamos conectados y reportando durante los operativos, nuestras comunicaciones son únicamente internas y siempre están encriptadas. El Teniente Coronel siempre mantiene la operación "offline", es decir, los reportes que usted ha revisado los últimos días son solamente las versiones oficiales, editadas y "desclasificadas",− explicó Rein de la forma más concisa posible, − Arguyendo motivos de seguridad, nunca nos enlazamos con el G7 en tiempo real, Kimblee siempre controla que material se registra y cómo se registra para los archivos oficiales...Eso resulta muy conveniente ya que, los reportes de misión siempre, son a posteriori; auditados por él y por Archer, sin embargo...con SU acreditación, Usted puede solicitar que ésta operación, SÍ tenga esa conectividad.
Hayate estaba a punto de protestar pero la mano levantada de Rein frente a ella, la detuvo.
− Kimblee ya sabe que usted va por él,− dijo Rein con decisión, no tenían mucho tiempo y necesitaba convencer a Hayate...ya mismo, − No es tiempo ya de andarnos por las ramas...Es posible que incluso sospeche que tuvimos algo que ver con la muerte de Nikolaevich, o que al menos estamos enteradas. Él tiene contactos en todos lados y tiene manera de saber dónde estuvimos y en qué momento. Su espíritu depredador le está diciendo que en estos momentos, nosotros, sus presas, nos sentimos en una posición vulnerable y queremos mantener un perfil bajo… Él piensa que seremos presa fácil. No se espera una acción agresiva de nuestra parte y justo por eso, debemos atacar ahora...Porque además, no tendremos otra oportunidad después de hoy.
− ¿Cómo va a ser una acción agresiva si yo estaré a su lado, sin hacer nada, mientras tú haces todo el trabajo sucio?,− preguntó Hayate con enojo, observando cada detalle en el rostro y la postura segura y confiada de Rein.
La respuesta de Rein fue concisa y brutal.
− Usted hará lo más importante Teniente Coronel...Abrir la puerta a la verdad...Para ello, no debe tomar el control de la operación. Sólo debe ordenar la conectividad con el comando central del G7 durante la misión y debe hacerlo en el último momento posible...Todos los operativos seguiremos nuestras indicaciones como siempre lo hemos hecho...Solo que esta vez, TODOS los archivos, de esta y todas las misiones previas que están en la computadora de la unidad de ataque principal, el Alligator KA-52, se cargarán en el servidor del comando central. Y me aseguraré que solamente usted, tenga la clave de acceso a esos archivos.
Hayate apretó los labios. Esa parte, era justamente la que menos le gustaba del "plan" de Rein.
− Aparte de tí, ¿quién más pilotea esa unidad?,− preguntó la Teniente Coronel fríamente aunque en su interior presentía cuál sería la respuesta.
− Desde que fui transferida a la Unidad Aerotransportada, solamente yo he piloteado ese helicóptero,− respondió Rein como si nada, − Llegamos al mismo tiempo, parece como si lo hubieran ordenado especialmente, solo para mí.
Esa era justamente la respuesta que Hayate temía. La temía incluso desde que había hablado con Graham la última vez.
− Ellos ya están tratando de que yo sea responsable de esas operaciones, Teniente Coronel,− dijo Rein conciliadoramente, al tiempo que se acercaba a la joven oficial para colocar su mano con suavidad sobre el hombro de Hayate, − Kimblee piensa que van a colocar ese lastre en mí para hundirme, pero en realidad, TODOS nos hundiremos...Los archivos que ya ha estado revisando, deben darle suficiente respaldo. Lo único que falta, lo más importante, son los archivos del Alligator...y esta es la única forma en que podremos conseguirlos. Yo no tengo ninguna otra manera de extraerlos de la computadora interna de la unidad.
Hayate lo sabía, Rein también la había puesto tras el rastro de los insumos, sus orígenes y autorizaciones. Kimblee había cuidado muy bien su espalda y cubierto sus rastros con maestría.
− No hay inocentes en esta operación y también por eso, es que usted y el Almirante Graham han sido marcados para ser ejecutados,− dijo Rein extrayendo de uno de los bolsillos de su uniforme, un papel cuidadosamente doblado que extendió hacía Hayate.
− El problema de los crímenes de guerra es demostrarlos Teniente Coronel...porque todos los involucrados están interesados en que su rol en dichos crímenes, no se establezca nunca. Sin embargo, todo lo que hacemos, todas nuestras acciones, dejan una huella. Kimblee y Archer pueden maquillar las cifras, los altos mandos pueden pretender que no ven la relación entre la cantidad de insumos que solicitamos y los resultados de las operaciones que realizamos; los responsables que autorizan las misiones y los recursos pueden pretender que "no conocen" las consecuencias de lo que autorizan pero… los archivos que están en ese helicóptero muestran los hechos, crudos...Sin maquillaje...Más allá de los resultados que los políticos y los mandos presumen, muestran el verdadero rostro de todos nosotros...tanto de los ejecutores como de los que toman las decisiones.
La Teniente Coronel desdobló el papel para encontrar un listado cinco de direcciones, cada una aparejada con un código alfanumérico de doce dígitos.
− Kimblee permitirá la conectividad de ESTA misión porque piensa que eso, me incriminará solamente a mí,− continuó Rein, − Él no se imagina que los datos de todas las misiones, están en la computadora interna del Alligator. Él tampoco sabe, porque nunca le ha parecido importante, que esa computadora almacena no solo los planes y detalles técnicos del vuelo, sino también los metadatos de las misiones. Horas, fechas, tiempos y alturas de vuelo, armamento utilizado y cantidad de municiones utilizadas por cada arma, así como las coordenadas de uso...y mucho, mucho más. Con toda esa información, los analistas del comando central serán capaces de reproducir al detalle, todas las misiones...podrán hacer una maqueta digital, literalmente, una "escena del crimen" de todo lo que esa unidad ha realizado y podrán cotejarla con lo que fue reportado "oficialmente"...No tengo que decirle que no hará falta un genio para notar las discrepancias...
Hayate tragó con dificultad. ESO era mucho más de lo que había soñado como prueba.
Era un regalo en bandeja de plata.
Ahora que podía tenerla a su alcance, casi sentía que no la quería.
− Cuando el operativo termine usted saldrá de la base para reportar los resultados desde la embajada de Osea, como lo hizo hace un par de días. Yo la llevaré. Zoe la estará esperando ahí. Ya he tomado las medidas necesarias para que ella la lleve de forma segura a esas direcciones donde obtendrá algunos otros datos que necesitará. Esos detalles se los dará Zoé en el momento oportuno. Cuando los tenga, ya no debe volver a salir de la embajada de Osea, por NINGÚN motivo. Lo único que debe hacer, es regresar a Midchilda, de inmediato. Yo me encargaré de todo lo demás.
Pasaron tal vez treinta larguísimos segundos en los que Hayate no se movió, ni habló.
− No.
Rein miró a Hayate con las cejas arqueadas.
− ¿No?...¿A qué se refiere con "No"...Teniente Coronel?,− preguntó Rein con calma, tratando de no sonar exasperada. Desde que se encontraba fuera del hangar, antes incluso de tocar a la puerta, había tomado la decisión de decirle todo a Hayate, sin ningún tipo de enmascaramiento o sutilezas engañosas.
Cuando uno se lanzaba al vacío, no podía lanzarse a medias.
Y sin embargo...no le había dicho todo aún.
No le había dicho lo que no consideraba "necesario" que Hayate supiera.
Que en esos momentos, la oficial se resistiera, le resultaba...exasperante.
− ¿Qué vas a hacer después del operativo de hoy?,− preguntó Hayate mirando a Rein con terca determinación.
Rein contuvo un suspiro mientras analizaba la forma de volverle a decir a Hayate...lo que ya le había dicho, sin decirle lo que la oficial superior realmente estaba preguntando.
Hayate sin embargo, se le adelantó esta vez.
− Si, si, si… ya me dijiste desde ayer, incluso sin decirlo, que conoces a ese tipo, a ese asesino profesional "de élite",− Hayate por otro lado, no trataba de disimular ni su enojo, ni su exasperación, − Ya me explicaste lo peligroso e implacable que es...Ya me dijiste que tienen una deuda pendiente entre ustedes...Ya me dijiste que tienes que encontrarte con él esta noche y que en ese encuentro vas a "encargarte de todo"...Lo que quiero saber es EXACTAMENTE qué vas a hacer… con él...durante ese encuentro...
Rein tenía pocos días en realidad de conocer a esa joven oficial tan...diferente, a todos los otros militares que había conocido en su vida. Tal vez la persona que más se acercaba era el Teniente Coronel Maes Hughes, aunque ciertamente, su ex-comandante en jefe no se acercaba a la impresión que Hayate le producía. Incluso con ese poco tiempo, la teniente no necesitaba que nadie le explicara que la tozuda determinación que veía en los ojos azules, era inquebrantable.
Hayate no iba a cejar y no iba a moverse un ápice de su posición hasta tener las respuestas que necesitaba tener.
− Necesito enfrentarme con él...No es algo que pueda explicarle, Teniente Coronel,− dijo Rein con seria resignación, − Si, él y yo nos conocemos. Soy la única persona que puede interceder por usted y por el Almirante Graham, y debo hacerlo en términos que sólo nosotros dos entendemos. ¿Eso será suficiente?
− ¿A qué te refieres con "enfrentarte" con él?,− preguntó Hayate ya sin enojo, en voz suave y baja aunque estaban a solas y nadie podía escucharlas, acercándose más al cuerpo de Rein.
− Exactamente a lo que implica la palabra...Debo pelear con él y debo ganar...
Hayate comenzó a menear la cabeza negativamente, aferrándose al brazo de Rein.
− No, de ninguna manera, no puedo permitir que hagas eso…
Rein, sin embargo, la tomó por el brazo con fuerza al tiempo que ponía sus dedos sobre los labios de Hayate silenciando sus objeciones con el único argumento que la Teniente Coronel no esperaba.
− Hayate...
La intensidad de la mirada de Rein y su nombre, en la rica y profunda voz de la Teniente, la silenciaron más exitosamente que cualquier otra palabra.
Y no solo eso.
El timbre de la voz de Rein y la intensidad de su mirada, la hicieron estremecer.
− Durante años...− continuó Rein al ver que Hayate se mantenía en silencio, − He sido un arma, un instrumento de muerte y destrucción...No se haga ilusiones, lo que verá hoy durante el operativo, es lo que verdaderamente soy...No importa que alguien más haya dado la orden; quién ha matado, soy yo, siempre...En todas esas misiones, me han ordenado matar...rebeldes, soldados, insurgentes, civiles...Eso en realidad, no ha importado para quienes daban las órdenes. Y menos ha importado para quienes han muerto. Y yo, he ejecutado mis órdenes sin cuestionar. No decidí ser un instrumento de muerte...Pero tampoco decidí NO serlo…
Hayate sentía que apenas podía respirar y se dió cuenta que algo en su pecho, dolía demasiado al ver y escuchar a Rein en esos momentos.
− ESTA misión, no la de conseguir las pruebas que necesita, sino la de enfrentarme a él...ES MI DECISIÓN,− dijo Rein y finalmente, tanto su agarre en el brazo de Hayate como su mirada se suavizaron para lo siguiente que tenía que decir, − Esta es la primera vez que YO soy quién decide...Qué y cómo... y también, es la primera vez que mi misión será salvar una vida, no destruirla...Salvándola a usted y al Almirante Graham, podré al menos decidir en que deseo convertirme y le agradecería mucho... que no me arrebate esa oportunidad.
Ver que Hayate estaba afectada y tratando de controlar cualquiera que fuera la emoción que estaba sintiendo, conmovió profundamente a Rein. Esa atípica oficial era, no solo una militar excepcional, sino un ser humano excepcional.
Hayate no la conocía, no podía ni siquiera imaginar las atrocidades que había cometido como instrumento de la Unidad Aerotransportada, y sin embargo, se preocupaba por ella.
Eso seguramente cambiaría, cuando la oficial viera las extensión y la magnitud de los hechos y los datos que Rein cargaría en el servidor del comando central.
Cuando supiera el alcance de la verdad.
Sin embargo, en esos breves momentos, Rein todavía podía disfrutar de la gentileza y la calidez que esa joven mujer le regalaba.
Rein sonrió para darle ánimos a Hayate. Mientras no lo supiera, podría al menos disfrutar de esos últimos momentos. Hayate había resultado ser mucho más, de lo que jamás hubiera esperado de cualquier persona.
− Necesito que esté concentrada y enfocada, Teniente Coronel,− dijo Rein todavía sosteniendo el brazo de Hayate, − Yo haré mi parte pero usted también tiene que hacer la suya…¿Le parece si revisamos los pormenores de plan? Tengo varias indicaciones que darle, después mientras usted se prepara para el día, yo le prepararé algo de desayunar…Aunque no lo parezca, tengo también otras habilidades...
Para extrema sorpresa de Rein, Hayate no la dejó continuar porque se lanzó sobre ella abrazándola estrechamente por la cintura, apoyando su cabeza en su pecho.
Rein no supo qué hacer durante los primeros segundos y después muy lentamente, envolvió el cuerpo de la oficial que de pronto, se sentía muy diminuta y delgada entre sus brazos, especialmente con el grueso uniforme que portaba y sus pesadas botas militares que le aumentaban más de un par de centímetros a su elevada estatura.
Las dos se quedaron así, abrazadas en silencio un largo rato.
Aunque no podía hablar, Hayate estaba ya ideando lo que haría después del operativo de ese día.
Ni por error, iba solo a quedarse con los brazos cruzados.
Rein estaba pensando qué más podía hacer para confortar a Hayate.
No tenía en mente algo muy complejo en realidad. Sólo quería hacer algo que le dejara un buen recuerdo de ella a la oficial superior. Así, cuando conociera la extensión de la verdad que se escondía detrás de la "Muerte Súbita", tendría alguna referencia positiva, algo qué, por pequeño que fuera, le ayudara a recordar esa emoción que estaba sintiendo en esos momentos.
Eso era lo único a lo que Rein aspiraba.
A salvar a Hayate y a que un pequeño recuerdo positivo de sí misma, viviera con ella.
Después de todo, cuando Hayate pudiera ver todos los datos, nada importaría ya.
Rein presentía que tendría una sola manera de derrotar a Duke Togo.
Y probablemente implicaría morir con él.
− X −
− Parece que alguien finalmente te dio una buena lección, Force. ¿Finalmente te metiste con la puta equivocada?
Pese a los cuidados de Hayate y Zoe, las señales de la tremenda pelea con Nikolaevich y Misha, todavía eran evidentes en el rostro de la Teniente.
Las risas que siguieron a ese comentario se detuvieron de inmediato cuando detrás de Rein, entró Hayate al hangar de operaciones donde todos los operativos se reunían para el inicio de la misión.
Rein, como en otras ocasiones que Hayate había podido observar, simplemente ignoró el ácido comentario y las miradas de burla.
La Teniente Coronel ya había notado que sus compañeros solo hacían eso frente a Archer o Kimblee. Jamás cuando ellos no estaban. Hayate dudaba que Rein perdiera el tiempo agrediéndolos bajo cualquier circunstancia, pero decía mucho sobre el estatus de la situación que esos tipos pensaran que la presencia de sus jefes los protegería si Rein, realmente quisiera hacerles tragar sus palabras.
− Parece que tuvo un periodo franco muy ocupado, Teniente Force,− dijo Kimblee observando a Rein de pies a cabeza, − Espero que no haya causado una pésima impresión en nuestra distinguida visitante.
Hayate tomó en silencio, su lugar en el extremo opuesto de la gran mesa que utilizaban para la planeación de operaciones, mientras que Rein hizo lo propio con el grupo de pilotos y brigadas de campo.
Esa era la primera vez que Hayate asistía a un resumen operativo dirigido por Kimblee. Todas las anteriores que había visto, e incluso la misión en la que había participado en el terreno, habían sido dirigidas por alguien más.
Y Kimblee, por lo que Hayate pudo apreciar, hacía sus sesiones previas de la misma manera: Al más puro estilo militar primitivo.
Reunía a todos los capitanes y elementos estratégicos para la misión alrededor de la gigantesca mesa, sobre la cual ya se encontraba desplegado el plano del sitio, y distribuía diferentes piezas de diferentes colores y formas que representaban sus fuerzas, los objetivos y las fuerzas enemigas.
Tal y cómo Rein le había explicado antes, nada quedaba registrado en una bitácora "oficial" hasta que cada uno de los operativos lo hacía, después de la misión.
El operativo de ese día, de acuerdo a lo que Valmet le había dicho a Rein, sería particularmente peligroso para ellos. Implicaba adentrarse profundamente en una zona cien por ciento controlada por la insurgencia más hostil para fines de reconocimiento. Necesitaban saber cómo se habían reacomodado las cosas después de su última y exitosa operación, pero no harían ningún ataque.
Eso era lo que Valmet le había dicho y de lo que Rein dudaba significativamente.
No porque pensara que Valmet le mentía. Sino porque estaba segura que Kimblee no dejaría pasar esa oportunidad, tanto de usar a Hayate, como de consolidar su posición en el terreno que habían ganado.
Tratar de recuperar más posiciones en el terreno dentro de esa zona, era prácticamente imposible.
Literalmente sería necesaria una campaña y un enfrentamiento frontal. Por ello, los operativos de alto nivel como Valmet y los capitanes, consideraban que la única opción viable era una incursión para obtención de inteligencia.
Sin embargo, tal y como Rein había sospechado, Kimblee los sorprendió a todos esa mañana con sus órdenes.
− Tenemos información de inteligencia de última hora y de corto tiempo de vida,− comenzó Kimblee cuando los últimos operativos que participarían en la misión tomaron sus lugares asignados, − A raíz de nuestra última incursión, donde exitosamente recuperamos la central eléctrica, el bando reaccionario sufrió una gran cantidad de bajas...Inclusive, varios de sus elementos más estratégicos...
Hayate se abstuvo de hacer ningún gesto o comentario.
Habían recuperado la central eléctrica sólo gracias a los ajustes de último minuto que Rein había sugerido.
Y les habían lanzado misiles a todos, no solo a los insurgentes, sino también a sus propios hombres. ¡Desde luego que habían causado una enorme cantidad de bajas!
− ...Entre las bajas más importantes, se encuentra el hijo y segundo de abordo del líder de una de las facciones más peligrosas y reaccionarias insurgencia: Noviembre negro,− continuó Kimblee sin inmutarse, − Como saben, una de las principales desventajas que tenemos contra ellos, es que ninguno de los miembros usa un nombre oficial. No tenemos información o referencias sobre ellos.
Kimblee señaló una fotografía tomada a gran distancia, en blaco y negro, ligeramente borrosa donde salían varias personas.
− Lo único que sabemos sobre ese individuo, que ocupaba una posición clave en la organización, es el nombre clave que el grupo le asignó: Noviembre 11. Hoy, se llevará a cabo la ceremonia funeraria y varios miembros de alto nivel que regularmente, jamás se reunirían, estarán en el mismo lugar para presentar sus "respetos" al líder de Noviembre Negro.
El tono de ligera burla en el Teniente Coronel no le pasó desapercibido a Hayate quien levantó la vista del mapa para mirarlo.
¿Sería capaz?
Lanzar un ataque en medio de la celebración de un rito funerario era…
− Hemos recibido autorización del comando central para realizar una incursión relámpago en la zona para obtención de inteligencia, ya que nunca antes habíamos tenido acceso a ese nivel de información en el grupo,− Kimblee ignoró la evidente mirada de advertencia de Hayate antes de rematar, − Nos adentraremos en la zona hostil así que tendremos autorización de defendernos de forma equiparable, en el remoto caso de ser agredidos durante la incursión pacífica que realizaremos.
Todos los miembros de campo de la misión observaron las posiciones en el mapa y se miraron unos a otros.
La posibilidad de ser atacados no era remota.
Era absolutamente seguro que si entraban a la zona marcada del mapa, les dispararían desde todos los ángulos posibles, todo lo que tuvieran a mano. Alzus incluso tenía vetada esa zona de espacio aéreo para cualquier tipo de actividad debido al alto riesgo de ataque.
− Archer,− dijo Kimblee con decisión comenzando con la asignación de tareas.
El Teniente Coronel y el Mayor distribuyeron en diferentes asignaciones a todos los elementos disponibles de su Unidad; con excepción de aquellos que habían sido heridos en alguna de las incursiones de los pasados, todos los demás participarían en alguno de los equipos terrestres o aéreos.
Y el primer nombre en ser llamado fue el de Rein.
− Teniente Force,− inició Archer con evidente satisfacción, marcando la posición de inicio de misión en el mapa y la ruta que seguiría, − Unidad aérea, Diamante 001, usted será la punta de lanza. Recuerde...No debe disparar, bajo ninguna circunstancia, ANTES de que le disparen. Su navegante será el suboficial Falman…
Ningún sonido se escuchó en la sala pero varios miraron al aludido Subteniente Falman con pena o burla.
Hayate estaba a punto de decir algo cuando sintió, casi como un contacto físico, la mirada de Rein sobre ella. La Teniente no tuvo ni siquiera que hacer un gesto o una seña para que la oficial superior entendiera el mensaje.
La mirada de Rein le estaba diciendo que pasara lo que pasara, debía apagarse al plan.
Y que se quedara callada por una maldita vez.
Esas comunicaciones silenciosamente implícitas, no le eran ajenas a Hayate.
Ella podía hacerlo con asombrosa facilidad con su amiga de toda la vida...Fate. Lo hacían desde que eran unas niñas pequeñas y estaban en la escuela elemental.
Lo hacía con sus hermanos. Incluso con la pequeñísima Vita.
Pero jamás había podido hacerlo con alguien más y mucho menos con alguien que literalmente, acababa de conocer.
Las instrucciones de Kimblee se desgranaron una tras otra, eficiente e implacablemente, como un cirujano experto atacaría una operación de rutina.
Pese a lo que había dicho de que se trataría de una operación de "obtención de inteligencia", la órdenes que Archer estaba dando, con la tácita autorización de Kimblee, implicaban un cerco terrestre y aéreo a la zona del operativo y una incursión violenta a un área, que si bien estaba a todas luces considerada hostil y albergaba tanto armas como efectivos rebeldes, también era seguro que incluía un gran porcentaje de población civil.
− Todos se mantienen en posición, alertas y silencio de radio total, hasta que Force dé el hachazo inicial, después de eso, pueden abrir las puertas del infierno si quieren pero antes, no quiero que vuele ni una mosca, ¿entendieron todos?, Especialmente usted, Teniente Force, no puede haber fallos de ninguna índole...− dijo Archer con tal arrogancia y altanería que Hayate apenas pudo contenerse para mantenerse impasible, − No puede disparar en absoluto, hasta pasar esta línea.
El punto imaginario que Archer marcaba en el terreno estaba muy adentro de la zona del operativo.
Por lo que Hayate había visto, en ese y otros conflictos, los grupos rebeldes siempre tenían múltiples y diversos puntos de inteligencia. Pensar que llegarían sin que los esperaran o los vieran antes era una falacia.
Rein iba a estar bajo ataque intenso desde mucho antes de llegar a ese punto que Archer indicaba.
− Posiciones,− ladró finalmente Archer dando por terminada la sesión, − El operativo inicia en cuarenta minutos.
Con esa indicaciones todos se movieron, tomando sus equipos y reuniéndose con sus respectivos compañeros de operativo. En el hangar principal, solamente se quedarían los operarios de comunicaciones y las pocas cámaras que Kimblee permitía, así como el Teniente Coronel, el Mayor Archer, un par de capitanes de asistencia...y en esa ocasión, Hayate.
Tras la orden de inicio de operación, Rein no hizo ni siquiera el esfuerzo de aproximarse a la Teniente Coronel.
Todo lo que tenían que decir, se lo habían dicho antes de salir del hangar. Rein le había dado todas las indicaciones que Hayate necesitaba y no volverían a hablar hasta después del operativo.
Hayate y Rein tan sólo intercambiaron una mirada por un par de segundos, un instante ligeramente suspendido en el tiempo y más corto que una respiración.
Ninguna de las personas que estaban en ese momento en el hangar principal notaron el intercambio siquiera, mucho menos nada extraño o fuera de lugar en esa brevísima conexión...
Con dos excepciones.
Una fue Hayate, para quién ese instante no fue tan solo una mirada. La forma en que Rein la miró en ese segundo, tuvo la cualidad de una brevísima caricia en su rostro...como una leve brisa, la electricidad de una tormenta en el aire o el fantasmal roce de una hoja desconocida a mitad del bosque.
Tan etéreo y brevísimo que la oficial estaba preguntándose si realmente, había sucedido.
La segunda persona que notó la profunda cualidad del casi imperceptible intercambio entre ellas, fue... el Teniente Coronel Kimblee.
− X −
La última en salir de la base aérea, fue la unidad de Rein, el Alligator KA-52 con su carga de armamento al máximo nivel de poder.
Todos las demás unidades salieron de forma escalonada, de acuerdo a sus tiempos de desplazamiento aéreos o terrestres y sincronizar, tanto sus rutas de desplazamiento como sus velocidades para llegar a sus posiciones asignadas con la máxima precisión.
En el Alligator, Rein podía aplicar una velocidad de poco más de 300 kilómetros por hora si fuera necesario. Su objetivo, ubicado más allá de las afueras de la ciudad de Amber, se encontraba a menos de 100 kilómetros. La Teniente tenía que salir en el momento preciso y desde ese instante, como un halcón, imprimir la máxima velocidad para poder llegar en menos de 15 minutos al objetivo, al tiempo que se concentraba en maniobrar para evitar cualquier posible ataque.
Con el mismo nivel de precisión que en el operativo, cuando Rein estaba a más de la mitad de camino hacía la base rebelde, Hayate ejecutó el movimiento acordado entre ambas.
− ¿Como dice Yagami?,− exclamó Archer con enojo, incluso omitiendo despectivamente el rango de Hayate, − No tenemos tiempo en estos momentos para esas estupideces...Nunca nos enlazamos con el comando central por motivos de seguridad…
− Es Teniente Coronel Yagami, Mayor Archer,− contraatacó Hayate y sacó una tarjeta de códigos de emergencia de uno de los bolsillos de su uniforme, − Con estos códigos tendrá toda la seguridad que necesita...Esta misión debe enlazarse en tiempo real con el Comando Central... o tendré que abortarla…con efecto inmediato.
Archer se puso blanco de furia y estaba a punto de responder a la amenaza de Hayate cuando la orden de Kimblee, lo cortó de tajo.
− Conecten todas las unidades con el comando central usando el código de la Teniente Coronel Yagami,− ordenó Kimblee sin dejar de mirar la pantalla donde se mostraba el mapa de posiciones de todos los efectivos.
Desde un minuto antes, todos estaban en las posiciones acordadas, incluso las unidades que debían llegar después de que Rein iniciara el operativo. Tal y como Hayate había percibido desde el inicio del operativo, la Unidad Aerotransportada ejecutaba sus operativos con precisión quirúrgica y despiadada.
El punto de representaba a Rein se movía con rapidez incluso en esa pantalla de visualización virtual.
Hayate sospechó de la inmediata disposición de Kimblee a la conexión pero era parte del plan de Rein, no podía incumplirlo en esos momentos.
Una vez conectados con el comando central, Hayate se percató que Archer sudaba pese al frío mientras que Kimblee, se mantenía fresco como una lechuga. El oficial incluso esbozaba una tenue sonrisa relajada.
El punto que representaba la unidad de Rein cruzó la línea perimetral del área marcada para el operativo.
Para ese momento, estaban en la zona de peligro y los efectivos hostiles tenían que haberlos identificado ya.
− Base Diamante, aquí Diamante 001,− la comunicación de Rein se activó al segundo de la cruzar la línea de silencio obligado, − Sin fuego hostil, Base Diamante, ETA a punto de contacto, menos de un minuto…
Hayate tragó pesadamente. Le alegraba que no le estuvieran disparando a Rein sin embargo su instinto le decía que esa "aparente" inactividad era una mala señal.
− Proceda al punto de encuentro, Diamante 001.
El hangar principal había sido habilitado desde su llegada como un improvisado pero eficiente "cuarto de guerra", donde Kimblee tenía a su disposición varios monitores con la información del operativo en curso, algunas cámaras de monitoreo remoto y toda la central de comunicaciones.
− Quince segundos, base Diamante, no hay….
La voz de Rein se vió momentáneamente interrumpida por el crepitar de la comunicación y después se escuchó una violenta explosión.
− Diamante 001, reporte de situación…
− Diamante 001, reporte de situación…
Hayate notó que sus manos sudaban e hizo un esfuerzo consciente para mantenerse inmóvil en su posición.
Tras la segunda solicitud de reporte, todos esperaban escuchar la voz de Rein, pero fue el subteniente Falman quién respondió.
− ¡MANPADS, Base Diamante! ¡Nos están disparando con MPADS a larga distancia! ¡Tienen una unidad terrestre externa a la zona!
Hayate se estremeció y de pronto, cuando su mirada se cruzó con la de Kimblee, lo entendió todo.
Él sabía.
Él sabía porque ella había pedido la conexión en el último momento posible, sabía lo que Rein iba a hacer con los archivos del helicóptero y por eso…
Iba a destruirlo. A las pruebas...junto con Rein.
− Aborte la misión, Kimblee, ahora mismo,− ordenó Hayate al punto, acercándose al militar. Su corazón latía apresuradamente en su pecho pero su mirada era directa y su semblante, totalmente decidido.
La pantalla principal del cuarto de guerra mostraba a todas las unidades en sus posiciones estáticas. El punto de Rein era el único que se movía cambiando de dirección drásticamente de su plan de vuelo original, al tener que realizar maniobras tanto evasivas como de ataque.
En lugar de seguir las instrucciones de Hayate, Kimblee activó la comunicación para dar sus propias instrucciones.
− Comandante Force, fuego a discreción,− dijo inmutable, − Abra el camino para los demás de acuerdo al plan...Sin bajas civiles... comandante.
Hayate estaba ya a centímetros de él.
− ¡Kimblee! ¡No sabemos desde donde les están disparando! ¡Tiene que sacarlos de ahí! ¡Si tienen un MANPAD van a derribarlos!
Kimblee no dió señales de reconocer las instrucciones de Hayate y se mantuvo inmóvil, observando la pantalla.
A una ligera señal del oficial, Archer tomó las comunicaciones.
− Equipos aéreos, Diamante 002 y 003, mantengan posición, reporten su estimación de fuerza hostil.
La voz de la Teniente Valmet desde el Diamante 002, un Apache AH-64 no tardó un segundo en escucharse.
− Base Diamante, están disparando todo lo que tienen sobre Diamante 001 desde múltiples puntos, deben tener un S-400 disponible en los alrededores...Nos estaban esperando...Permiso para activación.
− Denegado, Diamante 002,− gruñó Archer, − Proceda de acuerdo al plan y espere instrucciones. Force, necesitamos intel rápido, confirme objetivos y posiciones hostiles, necesitamos ese camino abierto ya mismo.
Hayate no esperó un segundo más. Estaban en línea con el Comando Central y era totalmente factible dentro de sus atribuciones. No iba a dejar a Rein a merced de ellos, ni de los atacantes...incluso si tenía que tomar la responsabilidad por una misión que no había planeado y que en realidad, era una trampa mortal.
Desde su posición, la comunicación con la Unidad de Rein crepitada y todo lo que escuchaban como reporte era ininteligible.
La Teniente Coronel se aproximó a una de las terminales de comunicaciones y apartó violentamente al operador.
− Protocolo de Emergencia CSAR, Teniente Coronel Hayate Yagami, Activación de credenciales prioritarias, Comando de Inteligencia y Seguridad del Estado Mayor Conjunto de Midchilda…
Las palabras de Hayate tomando el control de su operación, consiguieron borrar la sonrisa del rostro de Kimblee e hicieron palidecer a Archer.
Ese era el verdadero rostro del enemigo que estaba detrás de ellos y de sus protectores.
No se trataba tan solo del G7...o del mero ejército o la armada de Midchilda. Era una iniciativa de seguridad integral que los agrupaba a todos ellos. Probablemente a otras agencias de seguridad o del gobierno a las que no tenía ni siquiera consideradas.
Si nadie le había informado de esto a Kimblee era porque nadie lo sabía...o... porque necesitaban un chivo expiatorio convincente. El pensaba que iba a deshacerse de Hayate, pero en realidad, ALGUIEN quería deshacerse de ÉL en el proceso.
− ¡Yagami!,− gritó Archer enojado, − Se está precipitando con un demonio, las balas convencionales no le hacen nada al blindaje del Alligator.
Tal como hiciera antes Kimblee, la Teniente Coronel los ignoró a ambos.
− A todas las Unidades Diamante en Operación,− ordenó Hayate tomando el frente del cuarto de guerra, − Protocolo CSAR activado y autorizado, Unidades Aéreas evaluación de soporte, activen streaming de video…Los efectivos hostiles tienen bloqueadores de comunicaciones y señales dentro del área cero, no tenemos información detallada de la Unidad 001...disparen a discreción pero procedan con precaución.
Las cámaras de las unidades mostraron, desde diferentes ángulos, una imagen que encogió el corazón de Hayate. Por lo que se podía apreciar desde las cámaras de las otras dos unidades aéreas, la Unidad de Rein estaba cercada y bajo un intenso fuego hostil pese a que tenía una área de movilidad muy extensa.
Aunque era temprano por la mañana, el día había amanecido gris, brumoso y encapotado, como casi todos los días en esa época del año, por lo que en las imágenes de video se podían ver claramente las constantes ráfagas de metralla que se intercambiaban entre la unidad en el aire y las posiciones de tierra.
La zona donde se llevaba a cabo la incursión era muy cercana a la Ciudad de Amber pero con una administración independiente; que todos sospechaban, apoyaba a los grupos rebeldes, especialmente a Noviembre Negro. La zona era presumiblemente habitacional o lo había sido en el pasado, ya que hacía mucho tiempo que no era posible realizar un reconocimiento directamente en el terreno y solo contaban con información adquirida por medios remotos. Las condiciones meteorológicas dificultaban significativamente esa tarea y todos los drones que enviaban para fines de mapeo eran derribados de inmediato.
En resumen, desde el helicóptero, se podía ver que en algunas áreas, se aglomeraban densos macizos de edificios de tres y cuatro niveles, creando condiciones perfectas de ataque para múltiples francotiradores; mientras que otras áreas, con mayor espacio entre edificios, estaban siendo usadas por los insurgentes para disparos más espaciados pero mucho más peligrosos para el Alligator con RPGs.
La habilidad de vuelo de Rein y las excelentes características del helicóptero eran sus únicas ventajas.
Aunque la intensidad del ataque era mutuo y Rein continuaba maniobrando a gran velocidad, esquivando y atacando a diferentes alturas, las posiciones enemigas en el terreno eran demasiadas para una sola unidad. Hayate confiaba que mientras estuviera dentro de la zona urbana, el operador del MANPAD no se arriesgaría a fallar pero seguramente, estaban cazando al helicóptero cuando subía a una altura considerable.
Al ver el patrón de vuelo de la unidad de Rein, era evidente que la Teniente también lo sabía.
El Alligator se movía con soltura y precisión dentro del rango máximo de altura que le permitiera evitar el fuego terrestre sin ponerse a tiro para la unidad de misiles antiaéreos. En cualquiera de las situaciones, continuaba arrasando con todas las posiciones hostiles posibles.
En otras condiciones de ataque, Rein misma solía disparar gran parte de los ataques, pero esa situación la obligaba a concentrarse principalmente en volar, por lo que Falman tenía que eliminar a sus atacantes y no era ni cercanamente, tan bueno con la comandante del Alligator.
− Ninguno de nuestros helicópteros tiene capacidad CSAR, Yagami,− dijo Kimblee muy serio como si Hayate no lo supiera, −Todos son equipos de combate y asalto...Además, ellos no han sido derribados aún, sus decisiones están fuera de proporción Teniente Coronel...Mejor hágase a un lado y deje que los expertos hagamos el trabajo.
CSAR, el protocolo de búsqueda y rescate en situación de combate, requería un tipo especial de helicóptero, situación que a Hayate no le importaba en lo más mínimo. Lo principal que deseaba evitar era que derribaran el Alligator. Lo único que necesitaba, era abrir una vía de escape para la emboscada en la que Rein había caído.
Tras una explosión en tierra, particularmente intensa, la pequeña cámara ubicada en el Alligator se activó mostrando una parte del daño que la Unidad 001 ya había causado en el terreno. El sitio que Rein acababa de destruir debía ser el punto de bloqueo de señales ya que, el canal de comunicación se habilitó nuevamente.
− Aquí Diamante 001,− la voz de Rein, segura y controlada pese a la situación fué como un bálsamo para Hayate, − Los disparos de MPAD vienen del noreste, máximo cincuenta kilómetros, necesitamos desactivarlo pronto o todos todas nuestras unidades estarán en riesgo, si salimos de esta zona van a derribarnos...Hemos identificado al menos diez posiciones de ataque todavía activas en tierra pero es posible que tengan más en espera...No hay señales de los objetivos. Todos los atacantes hostiles en el terreno visten de civil...
Conforme fueron recibiendo las coordenadas que la Unidad de Rein les enviaba, Hayate decidió que tendría que jugar esa carta que hubiera preferido no utilizar. Ese era su plan extremo de emergencia... pero no le quedaba otra alternativa.
− Continúen enviando información, Comandante,− pidió Hayate al tiempo que usaba sus credenciales especiales del Estado Mayor Conjunto para abrir un canal de comunicación directo y oficial con el agregado militar de la Embajada de la República Federal de Osea.
Necesitaba cobrar ese favor que le había pedido a Maes Hughes tan solo un par de días antes y que en ese instante, parecía haber sucedido hacía una eternidad. Se habían preparado para lo que consideraban "el peor escenario" pero lo que enfrentaban, ciertamente superaba esa proyección y demostraba que cuando las cosas iban mal, siempre podían empeorar.
Kimblee en la Unidad Aerotransportada, era una unidad altamente especializada del ejército en ese tipo de operaciones. Entrar y destruir. Nada más. Eran un equipo que intervenía de forma rápida y letal en situaciones altamente riesgosas y especiales. Ellos no hacían operaciones de combate tradicionales, sino que eran como grupos de choque muy especializados en táctica y armamento.
Eso significaba, que no tenían la cantidad de equipo que podía tener a su alcance una división militar estándar y tampoco, tenían la cantidad de recursos necesarios para un combate a gran escala, que les permitiera cubrir varios frentes.
Aunque Hayate tal vez no tenía la misma experiencia en combate como los jefes de los Diamantes, tenía otras habilidades especialmente en la arena estratégica y diplomática.
Kimblee y Archer observaron a Hayate, alternándose para dar instrucciones cortas y precisas a sus elementos en el terreno, y hablar con la oficina del agregado militar de la embajada para solicitar el apoyo aéreo de Osea que les permitiera desactivar el ataque a larga distancia.
− Así es, General Grumman,− dijo Hayate con voz controlada y fría, − Necesitamos una acción concisa en las coordenadas que acabo de envíar. No puedo enfatizar lo suficiente que la necesitamos de inmediato...
Tan pronto cortó la comunicación con el General Grumman, Hayate se abocó en ordenar el apoyo directo a la Unidad de Rein con la nueva información que tenían tanto de las cámaras como de la Unidad de la Teniente, cuando llegó el aviso que tanto había temido desde que el operativo se había salido de control.
La voz de Rein era serena pero terminante,
− Base Diamante, impacto RPG confirmado…Diamante 001 comprometido, no podremos continuar.
Para ese momento, Rein había bombardeado y deshabilitado varios de los puntos de ataque aéreo principales. Pero aún no sabían que les esperaba en tierra.
Hayate sabía que tenía que sacarlos de ahí, a todos, sin embargo...No podía dejar a Rein sin respaldo. Si el helicóptero caía en esa zona, rescatarlos iba a ser imposible. Estaba además el hecho que solamente eran dos efectivos… si caían a tierra y sobrevivían al choque, les caería encima una horda de atacantes en menos de un minuto.
Rein había conseguido que no se desplomaran como un peso muerto pero, con la movilidad del Alligator severamente comprometida, ya no podían evitar todos los ataques subsecuentes.
El Alligator iba a desplomarse en cualquier momento.
Hayate observó rápidamente el mapa del operativo y activo la comunicación.
− Comandante Force, salga de la zona y diríjanse lo más posible hacia el suroeste, enviaremos apoyo a la brevedad,− ordenó Hayate al tiempo que enviaba los datos de la zona tanto a las unidades de la Aerotransportada como al Comando Central, − Diamante 002 y 003, cobertura para Diamante 001.
Hayate confiaba en que Rein sabía qué hacer en esa situación. Lo que le preocupaba, era que no conocían el alcance de las fuerzas desplegadas por el enemigo.
Con las indicaciones de Hayate, la Mayor Valmet y el Mayor Miles, ambos utilizando sus unidades Apache, barrieron la zona de posible impacto del Alligator y también fueron recibidos por metralla de alto calibre.
Tal y como Hayate había sospechado, no solo la zona central de la pequeña ciudad estaba minada, sino toda el área urbana. En mucha menor medida que la zona central, pero aún así, el helicóptero de Rein iba directo a un avispero, que los esperaba con los aguijones listos.
− Base Diamante, 001 en picada y fuera de control, impacto confirmado,− informó la voz crepitante de la Mayor Valmet, − Enviando coordenadas del punto más factible para CSAR...Despejando elementos hostiles...Prepárense para correr, Force...
Esa inesperada acción de la Mayor Valmet, sí sorprendió a Hayate.
Valmet estaba preparando el terreno para que Rein y Falman pudieran atrincherarse en una posición desde la cual pudieran extraerlos.
Los siguientes angustiantes segundos, las secuencias de vídeo enviadas por los Apache mostraron la inevitable caída del Alligator casi en llamas, como un poderoso dragón, herido de muerte.
Valmet y Miles dispararon todo lo que pudieron para cubrir la salida de Rein y Falman hasta uno de los edificios en ruinas más cercanos para después, destruir el Alligator con un certero misil dirigido.
Hayate sintió apenas un ligero alivio al ver a las dos borrosas figuras uniformadas, correr hacía la relativa seguridad del edificio en ruinas en la secuencia de video. Rein se había puesto en esa situación mortal para conseguir unas pruebas que probablemente, jamás llegarían a su destino final.
Eso solo exacerbó su decisión de rescatarlos a como diera lugar.
− No puede envíar unidades terrestres ahí, Yagami, − dijo Kimblee desde su posición al notar los preparativos de Hayate, − Ya tendría que estar evacuando a todos los demás. No podemos comprometer tantos efectivos solo por dos individuos.
Hayate se esforzó por ignorar el comentario y continuó moviendo las piezas dispersas en el terreno.
El cerco que Kimblee había planeado era totalmente ineficiente en las condiciones reales del operativo. Sus objetivos habían cambiado y por tanto, sus decisiones de batalla también tendrían que ajustarse.
Aunque su conocimiento era más teórico que práctico, Hayate juntó a todas las unidades terrestres en el extremo más occidental del poblado y movió algunos efectivos solamente para servir como apoyo y distracción. Necesitaba desesperadamente que Rein tuviera tiempo.
El General Grumman le había dado un tiempo estimado de llegada del apoyo de diez minutos.
Eso, dadas las circunstancias, sería una eternidad para Rein.
− Base Diamante, Force y Falman bajo asedio intenso, necesitamos respaldo inmediato,− solicitó la Mayor Valmet.
Hayate recordó el asedió que habían sufrido durante el último operativo.
La situación que Rein enfrentaba era mucho peor.
− Base Diamante,− se escuchó nuevamente la voz de Rein, − Confirmo que tenemos comunicación, ¿me escuchan?
− Fuerte y claro Comandante Force, mantengan una posición segura...Valmet, Miles, disparen a discreción, ETA de los refuerzos, seis minutos,− ordenó Hayate deseando que Valmet y Miles tuvieran suficientes municiones para aguantar hasta entonces.
La situación que se apreciaba desde las secuencias de video era devastadora.
Valmet y Miles habían eliminado un par de posiciones peligrosas tanto para ellos en los helicópteros, como para Rein y Falman en el terreno, pero todavía quedaban otras.
Demasiadas para la tranquilidad de Hayate. Rein había tenido razón. Por cada posición que caía, surgía una nueva, incluso dos...Y cada una de esas posiciones rebeldes parecía tener, a diferencia de ellos, armas y municiones ilimitadas.
− Mayor Valmet, acercamiento de video a la zona CSAR,− pidió Hayate de pronto.
La Teniente Coronel estaba descubriendo que lo que más trabajo le costaba, era esperar a que las cosas sucedieran. Ella hubiera preferido tener una varita mágica y materializar a Rein, sana y salva, a su lado. Dado que eso no era posible, ella tendría que convertirse en la varita mágica que sacara a Rein a salvo de esa situación.
Valmet realizó varios movimientos evasivos mientras su navegante, disparaba y reajustaba la toma de video para ver la ubicación donde Rein y Falman se resguardaban.
Hayate sintió que algo se rompía, desbordándose en su interior.
Rein no iba a tener seis minutos.
Una horda de decenas de efectivos hostiles armados estaba desplegándose en el terreno, saliendo de varios puntos; desde todas direcciones y todos se dirigían hacía el derruido edificio donde los militares Midchildianos se habían resguardado. A la distancia, parecía que un enjambre de insectos furiosos se dirigían hacía el mismo objetivo.
− Valmet, Miles, cobertura aérea,− reiteró Hayate y su voz le pareció ajena incluso a ella misma.
Ambos militares lo intentaban desde los Apache, pero las posiciones de ataque antiaéreo estaban también cubriendo a sus elementos en avanzada.
Hayate se dio cuenta de que era la primera vez en su vida que sentía algo como lo que estaba sintiendo en esos momentos.
Desesperación.
− No podemos perder otro helicóptero, Yagami,− insistió Kimblee fríamente, − Si destruyes mi unidad para salvar a Force, me encargaré que lo lamentes...profundamente...Ni tu Almirante Graham, ni nadie, podrá salvar tu trasero… Aunque disfrutaría inmensamente destruyéndote… no quiero que la vida de MIS hombres sea el precio a pagar por ese placer...
Mientras Kimblee amenazaba a Hayate y no hacía absolutamente nada para ayudar a la situación que él mismo había provocado, las imágenes de video de los Apache mostraron que muchos de los efectivos hostiles que se acercaban al derruido edificio, empezaron a caer antes mucho antes de llegar a su destino.
Hayate casi hubiera podido sonreír.
Eso solo podía significar que Rein tenía un rifle de alto poder utilizable y con municiones, a su alcance.
"Esa Rein es realmente...espectacular", pensó Hayate con algo que bordeaba en la admiración mientras observaba a "la muerte súbita" en acción.
La Teniente estaba barriendo a sus atacantes con una rapidez y precisión que, Hayate y todos lo que observaban junto con la oficial, no podían creer que fuera posible para un ser humano...La hazaña sin embargo, no era suficiente para la cantidad de atacantes que se enfilaba sobre ellos.
Uno a uno, los atacantes comenzaron a llegar y a entrar en el edificio.
− Mayor Valmet, envíe las coordenadas de los puntos más críticos de ataque,− ordenó Hayate al tiempo que verificaba su cronómetro. Faltaban aún tres minutos para la llegada de los refuerzos que había solicitado.
Una eternidad.
"Base Diamante, aquí Unidad de Respaldo Fénix 01, MPAD S-400 confirmada y deshabilitada".
El anuncio, hecho por una voz femenina desconocida pero que sonaba decidida y eficaz, sonó como el cielo abriéndose sobre Hayate.
Los refuerzos de Osea llegaban dos valiosos minutos antes de lo previsto y Hayate no fue la única que sintió alivio al escuchar esa voz.
− Fenix 01, aquí Teniente Coronel Yagami...Informe tiempo de llegada a las coordenadas recién enviadas,− pidió Hayate con la anticipación latiendo en su pecho.
"Las aves de presa tienen las coordenadas, Teniente Coronel Yagami...Autorización para ejecutar".
− Los radares indican dos F-22 y un Sikorsky Seahawk, a setenta y cinco grados, Teniente Coronel Yagami,− informó a la oficial uno de los operativos que monitoreaba el movimiento de la zona.
− Comandante Force, prepárense para impacto...Valmet, Miles, evasión... Fenix 01, autorizado para disparar.
Las últimas coordenadas enviadas por Valmet, pronto fueron pilas de escombros humeantes mientras los aviones caza se elevaban para regresar para una segunda ronda de misiles y ráfagas de metralla de alto calibre.
En una acción totalmente incomprensible para Hayate, los insurgentes lejos de rendirse, también enviaron más refuerzos. El enfrentamiento se tornó más cruento hasta que toda esa zona se convirtió en una mancha ennegrecida y humeante para que finalmente, el helicóptero Sikorsky pudiera descender lo suficiente e iniciar las labores de rescate.
"¡Force!...¡Muévete de una maldita vez! ¡Estamos aquí sentados como patos de feria!", ordenó una voz masculina que Rein también conocía muy bien y que jamás esperó encontrarse en ese momento y menos, en ese lugar.
Pese a la intensidad del ataque de su equipo de rescate, varios atacantes todavía disparaban sobre ellos, por lo que tanto Valmet y Miles, como los ocupantes del Sikorsky tuvieron que mantener una ráfaga de metralla para mantenerlos fuera del área de aterrizaje.
Hayate tuvo el corazón en un hilo todo el tiempo que vió a Rein correr con Falman a su espalda. En algún momento del asedio, el subteniente había resultado herido al punto que Rein, tuvo que cargarlo en modo militar hasta el Sikorsky, mientras varios efectivos los cubrían.
"Base Diamante, dos efectivos a bordo, preparen servicios médicos al aterrizaje... El suboficial Falman está herido de gravedad," solicitó nuevamente la voz femenina.
Hayate no tuvo ni que dar las instrucciones. Los operarios sabían que hacer para tener todo listo.
− Todas las Unidades, regresen a la base,− ordenó Hayate mientras observaba el retiro de las unidades con los rebeldes aún disparando todo lo que podían sobre ellos.
Esa reacción por parte de las fuerzas hostiles no era normal en absoluto. Incluso si habían entrado en su terreno.
Pero en esos momentos, no tenía tiempo de pensar en eso.
Cuando el helicóptero de rescate estuvo finalmente en el aire y todas las unidades aéreas y terrestres de la Aerotransportada, estuvieron finalmente fuera de la zona del operativo, Hayate se dio la oportunidad de lanzar un largo y disimulado suspiro. Jamás reconocería ante nadie, que había tenido el alma en un hilo durante los largos segundos que les había tomado rescatar a los dos oficiales caídos.
Lo único que la Teniente Coronel quería en ese instante era desplomarse en una silla.
O en una playa paradisiaca con sol y mar, donde no hiciera ese maldito frío infernal.
Y donde nadie quisiera matarla.
No era aún el mediodía pero ella se sentía exhausta. Todo había pasado demasiado rápido y con demasiada intensidad.
Hayate monitoreó el regreso de las unidades a la base y fue hasta que se volvió para desactivar el protocolo de emergencia que había iniciado, que se percató que Kimblee y Archer habían desaparecido del cuarto de guerra.
− La unidad de rescate Sikorsky tiene un tiempo de arribo de veinte minutos, Teniente Coronel,− le informó eficientemente una de las operarias.
Hasta ese momento, Hayate se dió cuenta que, todos los efectivos que estaban en el cuarto de guerra como apoyo para el operativo, la miraban con respeto y deferencia, al punto que cuando enfiló hacia la salida, todos se pusieron de pie, cuadrándose en un saludo muy formal hacia ella.
Le hubiera encantado que su hermana Signum hubiera podido ver eso.
− X −
− Me debes una Force.
El orgulloso militar que gritaba esa consigna era un hombre alto y de corta cabellera oscura que portaba un uniforme militar de operaciones en color negro con galones de mayor del ejército de Midchilda.
Le tomó varios segundos a Hayate, quien se aproximaba al helicóptero Sikorsky tras un rápido intercambio con los oficiales médicos que asistían ya al Subteniente Falman; reconocerlo como el Mayor Roy Mustang, gran amigo de Maes Hughes, quién tanto le había hablado de él.
Mustang estaba muy erguido, con los brazos cruzados sobre el pecho, mirando a Rein con gran orgullo y autosuficiencia desde la elevada compuerta de salida del Sikorsky. Con toda la actitud, postura y tono de un niño de cinco años muy orgulloso de una "gran" hazaña.
− Sin duda, Mayor,− dijo Rein sin siquiera mirarlo. La Teniente estaba demasiado ocupada bajando del helicóptero de rescate, con ayuda de otro militar, − Pudo hacer algo bien y no ser, por una vez, un completo inútil… Finalmente está aprendiendo algo de Hawkeye...O tal vez ella lo hizo por usted...otra vez…
− ¡Force!...¡Soy su oficial superior!...¡No se le dice inútil a su oficial superior!
− Entonces no sea un inutil, Mayor…
− ¡Rescaté su egocéntrico trasero de...
En ese momento, Hayate quién se acercaba a la posición de aterrizaje del Sikorsky, notó que quien ayudaba a Rein a descender del helicóptero con mucha diligencia era en realidad, una chica.
Una atractiva rubia... de ojos marrones con un ligero toque carmesí.
Hayate también pudo apreciar que la rubia era TAN atractiva como su amiga Fate y parecía tener esa misma cualidad de serena eficiencia, seriedad y formalidad.
Salvo Rein, quien la identificó desde que se aproximaba, Mustang y la rubia no se habían percatado aún de la presencia de la Teniente Coronel.
− Ya, ya...Mayor, Rein…¿podrían dejar la competencia de egos para otra ocasión?...Necesitas que te revisen, Comandante….− dijo la rubia en tono de reproche hacia Mustang y con evidente preocupación en la mirada que dirigía a la Teniente.
− Mayor Mustang,− dijo Hayate con tono muy formal llamando la atención del oficial, pero sin perder de vista a Rein y a la rubia; pese a que la alta oficial no parecía tener heridas identificables a simple vista, se movía con cierta dificultad, − Teniente Coronel Yagami, muchas gracias por el apoyo de su unidad, Mayor…¿Le comentó el Teniente Coronel Hughes los pormenores de la situación?
Sin esperar respuesta siquiera de Mustang, Hayate pidió apoyo médico de inmediato.
− Teniente Force, ¿se encuentra bien?− preguntó con mal disimulada preocupación, aproximándose a Rein para ayudarle con la última parte del descenso del helicóptero, − Envíen un oficial médico de inmediato…
− Teniente Coronel,− la saludó la rubia de forma militar y con un tono completamente serio y profesional, − Teniente Primero, Riza Hawkeye, el Teniente Coronel Hughes nos informó, estamos a sus órdenes...Creo que la Comandante Force sufrió algún impacto interno durante el choque...pero se niega a que la revisen.
Mustang y Riza también descendieron del helicóptero y ambos saludaron nuevamente a Hayate al estilo militar.
− Maes nos dió todos los detalles, Teniente Coronel...,− dijo Mustang a su vez, − Estamos listos.
Hayate lo escuchaba atentamente pero no perdía detalle de Rein. Algo no estaba bien pero no podía identificar de qué se trataba.
Entretanto, el Mayor Mustang regresó a su yo habitual.
− Force es una mula absoluta, Teniente Coronel...Siempre está instalada de su pose de militar dura y maldita a quién no le duele nada...Parece estar segura de que es invencible...No eres invulnerable Force, demonios…
Pese a su tono, rudo y ligeramente grosero, Hayate pudo apreciar cierta camaradería y genuina preocupación en el militar.
Cuando el oficial médico se aproximó a Rein, ella se irguió y negó firmemente con la cabeza.
La Teniente ya no lucía tan impecable como cuando el operativo había iniciado. A parte de estar cubierta de polvo de pies a cabeza, su uniforme mostraba varias manchas oscuras en diversos lugares.
Pese a eso, su actitud no denotaba ni cansancio, ni dolor.
− La Teniente Coronel Yagami tiene asuntos prioritarios en la Embajada de Osea, Mayor Mustang, Teniente Hawkeye,− dijo Rein ya nuevamente en su rol oficial, pero mirando a Hayate de esa forma que significaba mucho más, − No podemos perder tiempo y si me acompañan a escoltarla hasta ahí, como refuerzos del agregado militar, sería lo mejor.
Para Hayate fue evidente que Rein quería sacarla de la base aérea de inmediato.
En ese momento, la Mayor Valmet cuyo helicóptero acababa de aterrizar minutos antes, se aproximó al grupo, todavía portando todos sus aditamentos del operativo.
La militar saludó a Hayate y los otros militares del grupo.
− A sus órdenes Teniente Coronel,− dijo Valmet y tras saludar, se puso en posición de firmes a la espera de instrucciones.
Hayate la miró con ligero desconcierto.
− Recibí instrucciones del Teniente Coronel Kimblee, de que usted había quedado a cargo del operativo por instrucciones del Comando Central,− agregó Valmet como si eso pudiera aclarar algo a la confusión de Hayate.
− La Teniente Coronel es requerida en la Embajada de Osea, por instrucción del comando central, Mayor,− explicó Rein al punto, − Nos estaba dando instrucciones en estos momento, ya conoce al Mayor Mustang y la Teniente Hawkeye.
Valmet miró a Roy y Riza con los ojos ligeramente entrecerrados mientras intercambiaban parcos saludos.
Hayate recordó en ese instante la sospechosa desaparición de Kimblee y Archer.
− Es correcto Mayor, Valmet,− agregó Hayate tomando al vuelo la pelota que Rein había lanzado, − Mi intervención en el operativo se debió a una situación excepcional y ya he concluido el protocolo de emergencia. Por tanto, como oficial de la Unidad Aerotransportada, transfiero a usted el control de las operaciones y el reporte final de la operación. El comando central tiene todos los datos que sus unidades enviaron en tiempo real. Eso debe facilitar mucho el cierre administrativo de la misión.
Valmet miró a Rein con ligera preocupación y después observó a los otros militares.
La misión había sido un desastre y todo había quedado grabado. Valmet no se hacía ilusiones. Eso iba a tener consecuencias...Para todos. Empezando por la Teniente Comandante del Alligator perdido aunque a ella pareciera no importarle.
Archer le había dado instrucciones de detener a Hayate a como diera lugar en la base pero, por lo que podía ver, eso no iba a ser posible. Hayate tenía un rango superior al suyo y no era un efectivo de la Aerotransportada. Y luego estaban esos dos...Mustang y Hawkeye...
Rein sin embargo…
− Como usted indique, Teniente Coronel Yagami,− dijo Valmet con un saludo militar y después miró fijamente a Rein, − Acompáñeme, Teniente Force...Me gustaría revisar varios aspectos del operativo para el reporte "oficial".
Hayate contuvo momentáneamente el aliento.
− Le he pedido a la Teniente Force, que me escolte a la embajada, Mayor,− indicó Hayate con la mayor naturalidad, − Como enlace de la Unidad Aerotransportada como ha sido en los días pasados.
Rein sin embargo, para sorpresa de Hayate, no insistió en ese punto.
− Deme unos minutos para cerrar mis actividades con la Teniente Coronel Yagami, Mayor,− solicitó Rein muy tranquila, − La alcanzaré a la brevedad en el hangar principal.
A eso, Valmet no podía negarse.
Hayate esperó hasta que la Mayor Valmet se alejó para aproximarse a Rein con un susurro apremiante.
− ¿Qué estás haciendo, Rein? Tú vienes conmigo…
Rein miró a Riza, quién le devolvió un casi imperceptible gesto y arrastró a Mustang de regreso al helicóptero
− ¿Necesita algo del hangar?,− le preguntó Rein en lugar de responder a la pregunta de la oficial, para después agregar en voz muy baja, −Recuerde lo que hablamos en la mañana, Teniente Coronel...tiene que salir de inmediato y no debe regresar, por ningún motivo.
Sin decir más, Rein tomó a Hayate del brazo y la forzó ligeramente a enfilar al hangar que había sido su oficina y su habitación por esos días.
Hayate esperó hasta que entraron para insistir.
− Tú ibas a llevarme a la embajada Rein y yo asumía que te quedarías conmigo,− reiteró Hayate quedándose de pie frente a la Teniente, sin hacer ningún intento de tomar nada para llevarse.
Rein comenzó a quitarse el grueso chaleco antibalas que portaba sobre el uniforme y que era obligatorio para ellos utilizar como parte de los operativos; después de entre su uniforme, sacó una caja metálica de color oscuro de la que salían varios cables y la extendió a Hayate.
− No tengo la certeza de que todos datos del Alligator se hayan transmitido al comando central,− aclaró Rein cuando Hayate la miró desconcertada, − Esta es la unidad central del Alligator, sus técnicos podrán extraer la información de ella. Nadie debe saber que usted la tiene, use ese portafolios que siempre se ha llevado...No se lleve nada más... Temo que debe llevarse lo mínimo indispensable. Trataré de que pueda recuperar sus otras pertenencias pero todo lo que deje, será escrutinizado a profundidad.
Hayate miró la caja sin poder ocultar su asombro. ¿Cómo había logrado Rein sacar esa caja con el helicóptero desplomándose?
− Durante el vuelo de regreso pude hablar con la Teniente Hawkeye,− continuó Rein más consciente que nunca del apremio del tiempo, − No sabía que usted conocía al Teniente Coronel Hughes…
Hayate se encogió de hombros, había demasiadas cosas que hubiera querido decirle a Rein...y esa no era una de las prioritarias.
− Él les dió instrucciones a ambos, Mustang es un inútil, pero puede usted confiar en Hawkeye,− dijo Rein sin profundizar más en el tema, − Dadas las circunstancias actuales, con ellos estará mucho más segura que conmigo, además en el helicóptero llegarán en minutos a la embajada y no tendrá los riesgos que tendríamos en un vehículo terrestre.
− Ven con nosotros,− insistió Hayate aproximándose para tomar el brazo de Rein. Una parte de ella, no se resignaba a...despedirse de ella de esa forma; especialmente después del resultado del operativo.
¿Y qué iba a pasar después?...Rein todavía tenía ese loco "enfrentamiento" pendiente con un criminal.
Sin importar lo que Rein hubiera hecho bajo el auspicio de órdenes militares, ella no era un criminal como él.
Rein miró a los ojos azules y una parte de su ser sintió ese impulso...el deseo de ir con ella como se lo pedía. Jamás se hubiera imaginado que esa parte de su ser aún existiera.
Esa parte que podía sentir...empatía sincera hacía otro ser humano.
Sin embargo, su parte racional sabía que eso era imposible.
− Si voy con usted y no regreso, ellos sabrán que algo no salió de acuerdo a lo que pensaban,− explicó Rein meneando la cabeza lentamente y entonces Hayate entendió que la Teniente había previsto las intenciones de Kimblee, incluso en ese momento, − Todo el operativo fue una trampa. De momento, la situación está bajo control pero necesitamos ganar tiempo. Usted necesita tiempo para salir de aquí lo más pronto posible. Puede que lo que sucedió durante el operativo no sea la única trampa.
Hayate tuvo que reconocer a su persa que Rein tenía razón. Ella misma lo había pensado durante el operativo.
− Hay demasiado riesgo para usted y ESTA será posiblemente, la única oportunidad que tendremos de ponerla a salvo...junto con las pruebas que tanto necesita,− concluyó Rein y Hayate miró la pequeña pero pesada caja que tenía en las manos...Tenía las pruebas que tanto había deseado por fín...solo para descubrir que no era lo que realmente deseaba.
Ante el silencio de Hayate, Rein tuvo que presionar.
− La presencia de Mustang y Hawkeye es providencial...Tiene que irse...AHORA MISMO, Teniente Coronel.
La intensidad en la voz y la mirada de Rein, le producían un nudo en garganta a Hayate, impidiéndole decir las palabras adecuadas.
Si en ese momento, Hayate ya no podía hablar, el siguiente gesto de Rein la desarmó por completo de una forma que jamás imaginó posible.
Sin dejar de mirarla, la alta oficial de cabello rubio platinado levantó una mano y acarició su rostro con el dorso de sus dedos, desde su pómulo hasta el borde de su barbilla en un movimiento tan lento y tenue que parecía inconcebible que tal caricia pudiera venir de ella.
Que alguien a quién Hayate había visto explotar con inimaginable y repentina violencia fuera a la vez, capaz de tal...ternura, era...devastador.
Tan demoledor como su violencia.
− ¿Recuerda que le dije que hay dos tipos de personas?...Usted es de esas personas que pueden cambiar el mundo. Y para eso, debe hacer esas cosas, que solo usted puede conseguir,− dijo Rein en voz tan baja y suave como su caricia, al tiempo que sonreía de esa forma que Hayate tanto anhelaba ver, − Todo va a estar bien, pero necesito que confíes en mí...Hayate...Hay cosas que tengo que hacer y que solo yo puedo hacer….Cada una debemos hacer, lo que debemos hacer... y para poder hacerlo, ambas necesitamos que tú, estés a salvo...
Hayate se sintió los siguientes minutos como en un limbo distante y ajeno, atenuado y brumoso.
Hizo todo lo que Rein le dijo rápidamente y sin protestar.
Empacó lo más importante en su portafolio y salió dejando todo como si fuera a regresar después. Caminó por la pista, de forma eficiente y decidida, ignorando los tenues copos de nieve que comenzaban a caer pese a ser poco más de mediodía. Se subió al helicóptero y se puso en las manos de esos dos oficiales, que eran las personas de mayor confianza de su amigo Maes Hughes. Se despidió de Rein agradeciéndole fría y desinteresadamente, como si fuera una desconocida.
Rein en realidad era una desconocida.
Lo hizo con el semblante sereno y decidido que siempre había tenido desde que puso un pie en esa base aérea de una zona fronteriza, en la mitad de la nada y al inicio de la estación más horrible del año.
Lo hizo porque Rein así se lo había pedido.
Y sin embargo, mientras el helicóptero se elevaba y la figura de Rein se hacía más y más pequeña sobre la pista, Hayate estuvo segura de que pasara lo que pasara después, una parte de ella se quedaría ahí, para siempre.
En ese momento y en ese lugar, suspendida y atrapada en la mirada carmesí de una desconocida que le importaba demasiado.
− X −
Rein realizó todas sus actividades posteriores sumergida en una extraña calma.
Roy Mustang podía ser un inútil en muchas cosas pero era leal y comprometido con Maes Hughes y por lo que Riza le había dicho, Hughes tenía en alta estima a la Teniente Coronel Yagami.
Zoe le explicaría a la oficial todo lo que necesitaba saber y garantizaría las medidas de seguridad adicional que Rein había preparado. Riza Hawkeye le había prometido que cuidaría de ella. Y tenía la certeza de que Maes Hughes, se aseguraría de que llegara en una pieza a Midchilda.
Con eso Rein podía enfocarse y concentrarse en lo más importante.
Asegurarse de que siguiera con vida.
Era extraño pero la teniente no estaba preocupada por lo que pasaría con ella después del encuentro de esa noche.
Ni siquiera pensaba en la posibilidad de un "después".
Era simplemente como si tuviera la certeza de que el tiempo se detendría una vez que estuviera frente a frente con Duke.
Como si tuviera la certeza de que en ese instante, ambos se quedarían suspendidos en el tiempo como insectos en una gota de ámbar.
Un duelo eterno no le parecía a Rein una mala manera de terminar la vida que le había tocado en la rueda del destino. Finalmente, Duke le había ofrecido esa vida cuando la arrebató de los brazos de la muerte blanca esa larga noche, en los bosques de Yuktobania.
Todo ese tiempo que había tenido a su disposición, todas las vivencias, habían sido extra.
Y Rein no podía pensar en una mejor manera de invertir ese tiempo extra que había recibido.
Si un completo desconocido le había brindado el primer gesto de consideración en su vida, ella podía retribuirlo siendo la desconocida que brindara ese mismo gesto para Hayate.
Durante el resto del día, no se supo absolutamente nada ni de Kimblee, ni de Archer. Sophia Valmet se hizo cargo de todos los reportes de misión y se quedó a la espera de instrucciones por parte del comando central.
Todos los demás efectivos, se distribuyeron en las tareas habituales de monitoreo y vigilancia, así como de apoyo al gobierno establecido de Alzus en las zonas de riesgo.
Lo mismo de siempre...solo que para Rein, todo lo que hizo durante el resto del día tuvo una extraña cualidad de despedida. Por lo general, es raro que sepamos cuándo será la última vez que haremos algo, que tocaremos, que veremos o que sentiremos...algo o a alguien. Incluso a las puertas de la muerte, no sabemos cuál será el último suspiro.
Para las diez de la noche, cuando sus actividades habituales terminaron, la Teniente se dirigió a su habitación y se preparó, tal y como había hecho la noche anterior...Solo que esa noche, se sentía completamente diferente.
Todo su ser, toda su energía vital, todo su propósito...estaban puestas en un solo objetivo.
Dejó su habitación impecable y sus poquísimas pertenencias ordenadas. Nada de lo que conservaba ahí tenía significado para ella. Lo poco en su vida que tenía algún significativo, ya había sido atendido el día anterior.
Cuando salió al frío de la noche, se sentía en paz y ligera como hacía muchísimo tiempo no se sentía y aunque no quería hacerlo, pensó en Hayate y sonrió.
Esa tenaz oficial había propiciado, sin querer, esa situación que le había abierto los ojos y la mente. Había sido el cataclismo que la había despertado para darse cuenta de que SI podía decidir.
De la misma forma en que un día de invierno había sabido, sin lugar a dudas, que su ciclo de vida junto a Duke Togo había terminado; de esa misma manera, se dió cuenta en ese momento, que su ciclo de vida como militar de operaciones, también había llegado a su fin.
¿Llegaría a su fin también su vida esa noche?
¿Terminaría su vida con el nuevo día que nacía?
De entre todas esas preguntas que Rein jamás se había planteado, porque jamás había temido ese encuentro con la muerte, había una cuestión en particular que jamás consideró posible.
Llegaba a ese encuentro con la muerte, que tal vez había sido destinado años atrás, deseando vivir.
Una parte de ella deseaba sobrevivir...por la única razón, de volver a ver a Hayate.
Y si sobrevivía...
¿Qué le depararía esa "inesperada" vida que nunca antes había deseado?
Los yuktobanos, que tenían a una frase sabía para casi todo, tenían una para responder todas esas preguntas:
только черт знает.
tol'ko chert znayet.
Sólo el diablo lo sabe.
Eso fue lo que pensó Rein cuando, al filo de la medianoche, llegó al mismo lindero del bosque que la noche anterior.
La luna estaba a la mitad de su crecimiento, por ello la iluminación sobre la nieve del claro donde él la esperaba, no era tan deslumbrante, pero tampoco estaban en la densa oscuridad de las noches sin luna.
Ese claro del bosque se había convertido en un espacio limítrofe de transición entre la realidad y la ilusión, entre la luz y la oscuridad, entre la vida y la muerte; un lugar en el que, en cualquier momento, podías pasar de uno a otro.
Desde el mediodía nevaba levemente en la ciudad, pero en esa zona boscosa, la nieve caía con más intensidad.
Rein y Duke quedaron frente a frente, en silencio.
Él lo notó de inmediato.
Hasta unos minutos antes de que ella apareciera, puntual a la cita, él seguía preguntándose si ese cambio que había percibido en ella la noche anterior, era verdadero.
Una parte de la respuesta le había llegado sorpresivamente de una fuente y de una forma completamente inesperada.
La otra parte de la respuesta no le llegó durante o después del combate pactado como había estimado.
Le llegó en ese momento que vió a Rein.
La mujer frente a él estaba llena hasta el borde del "kí" más poderoso que había sentido en mucho tiempo. El efecto, incluso le erizaba la piel como le había sucedido ese día tantísimos años atrás, que su maestro le había hablado de esa fuerza invisible pero imbatible...el verdadero poder de un guerrero.
Esa noche, Rein habia escogido un atuendo complemente negro, pegado al cuerpo, sin marcas, ni insignias. Muy similar al que el mismo Duke vestía. Sus ojos, bajo la tenue y fantasmal luz de la luna creciente se veían tan oscuros como los de él.
En un movimiento fluido y elegante, Duke depositó el cuchillo en el terreno cubierto de nieve entre ellos. Ambos se veían totalmente inmóviles y relajados. Ninguno se puso en posición de guardia o ataque.
Rein sintió como todos sus sentidos se expandieron en preparación para el encuentro y sintió, incluso antes de que él hiciera el primer movimiento, la violenta ondulación de su intención, la ignición que dió origen a una veloz expansión de movimiento y se transformó en un violento ataque contra ella.
Ignorando el cuchillo entre ellos, Duke se lanzó con toda su fuerza, velocidad y enorme masa corporal como una máquina mortal.
En todos sus encuentros anteriores, Rein siempre lo esquivaba, evitando el brutal choque frontal que cualquier ataque de Duke implicaba.
Pero no ésta vez.
Esta vez, Rein se dejó fluir con el veloz movimiento de ataque de él; no chocó, ni esquivó… dejó que la mole de él se le viniera encima, uniéndose al ataque y en menos de un segundo, con la misma fuerza explosiva que llevaba la carga de su ataque, el codo de Rein se impactó de forma dolorosa y precisa en el esternón de Duke, haciéndolo crujir.
Él terminó con la espalda contra la nieve, apenas bloqueando a tiempo, las violentas combinaciones de golpes y patadas que Rein le lanzó de inmediato.
Aún sin recuperarse por completo de la sorpresa, Duke rodó con rapidez, sabiendo que tenía que atacar, sin embargo, sus intentos tanto de derribar a Rein, como de atrapar alguna de sus extremidades, fueron fallidos.
Rein se había puesto encima de él en el combate y evitaba exponerle sus puntos vulnerables.
Duke tuvo que utilizar su gran fuerza y habilidad para poner distancia entre ambos y reevaluar su estrategia. Ella se movía con demasiada rapidez, mucha más de la que había estimado que tendría.
Rein esperó momentáneamente, afinando sus sentidos nuevamente y en esta ocasión, fue ella quién se lanzó en un ataque tan veloz, que nuevamente Duke se encontró a sí mismo, apretando las quijadas y retrocediendo un par de pasos.
Ambos atacaron al más puro estilo oriental, esquivando y golpeando, Rein recibió varios golpes que tuvieron el impacto de un mazo en el torso y el cuerpo pero no dejó que eso le impidiera colocar a su vez, otros tantos golpes precisos en el cuello y otros puntos blandos muy dolorosos en torso y las articulaciones de Duke.
Ninguno había dicho ni una palabra.
Duke había intentado varias veces ya de inmovilizar alguna parte del cuerpo de ella sin éxito, Rein siempre aplicaba alguna veloz y dolorosa contramedida para después tomar su distancia, atacando...Siempre atacando como él le había enseñado…
En cualquier otro oponente, Rein ya habría intentado una inmovilización y seguramente habría ganado ya.
Pero no con él.
Ella sabía que él estaba esperando que intentara inmovilizarlo para aplicar todas esas palancas que conocía tan bien y sus ventajas de mayor peso y volumen.
No, Rein sentía en su interior que tenía que usar una estrategia diferente a todas las que ya había probado en ese combate.
Aguantar.
Bloquear, golpear ... aguantar, y seguir golpeando.
Como la gota que perfora la roca.
Claro que esa roca en particular no se quedaba quieta, solo esperando a que perforara su magnífica defensa. Esa roca también atacaba y cualquiera de esos ataques podía ser conclusivo o letal.
Pese al tiempo que llevaban intercambiando golpes, la rapidez de Rein no había disminuido, pese a la nieve que alentaba sus movimientos, pese a los dolorosos golpes que Duke acertaba, pese al enorme esfuerzo que implicaba cada golpe, cada bloqueo, cada patada.
Él sabía que pronto empezarían a sentir los efectos de un encuentro tan intenso, sin descanso.
Por eso durante los combates deportivos se combatía tan solo unos pocos minutos de forma continua y después se tomaba un descanso.
Ese encuentro era como los violentos combates de la antigüedad.
El único descanso era la derrota.
Y Rein sabía lo que implicaba la derrota.
Durante el feroz intercambio de golpes, recorrieron toda la extensión del claro, cayendo, golpeando o esquivando; pero ambos evitaron tomar el cuchillo que yacía inmóvil y parcialmente cubierto de nieve sobre el terreno.
También ambos evitaron, conscientemente, adentrarse en el bosque.
Ninguno había dicho una palabra o habían planteado un acuerdo al respecto.
Era simplemente lo que les parecía lo más honorable para su duelo.
La derrota de su oponente no vendría de la mano de ningún truco o artimaña.
Conforme los minutos se alargaban, el aliento caliente de ambos comenzó a formar volutas de humo blanco con cada respiración.
Pese al intenso entrenamiento, la concentración y la decisión, sus cuerpos comenzaron a resentir el prolongado combate sin descansos y el impacto de los golpes que recibían. Aunque trataban de no jadear, de no respirar agitadamente, de controlar su dolor y su cuerpo, ya ambos sudaban profusamente.
No le hacían concesiones al otro, pero tampoco a sí mismos.
Ni Duke ni Rein estaban dejando nada para después.
No había espacio para un "después". El combate se había convertido en una danza agónica donde sus sentidos y sus mentes no estaban conscientes de nada más, que no fuera el terreno de la batalla y su oponente.
Aunque Duke no la hubiera visto en años, Rein sabía que la conocía como nadie. No solo conocía a conciencia las raíces de lo que ella era; él había regado y dado forma a esas raíces.
Entonces Rein se dió cuenta de que había tan solo una forma de derrotarlo.
Y tenía que hacerlo pronto, antes de que pasara esa línea de cansancio que limitaría sus fuerzas y su velocidad, porque necesitaría de ambas al máximo.
Rein ejecutó su estrategia como esa letanía que el mismo Duke le había hecho repetir hasta el cansancio….
"No tengo reglas, no tengo destino, no tengo principios, no tengo armadura, no tengo estrategia...Hago de mi libertad para matar y restaurar la vida, mi única estrategia".
Ella no había entendido esa última parte hasta ese preciso instante de su combate con él.
Sin estrategia.
Para que él no pudiera prever su siguiente acción.
Duke disimuló su sorpresa cuando las combinaciones de Rein se hicieron más violentas y feroces. El se sentía sin aliento por momentos; ella tenía que estar igual o peor…¿Era desesperación?...¿Ganaría la batalla con su pupila o ella perdería la batalla contra sí misma, a causa de la desesperación?
En su última combinación de golpe y defensa, finalmente Duke pudo tomar con firmeza el brazo izquierdo de Rein y aplicar una dolorosa llave...Un movimiento más y tendría el cuello de Rein a su merced.
Pero la verdadera sorpresa para él vino cuando Rein, no se detuvo ni por el dolor de la llave y aprovechó la fuerza del movimiento de él para girar y llevarse el cuerpo de él con ella.
El movimiento envolvente los hizo caer a ambos, aparentemente sin control, por la nieve.
Un segundo después, Duke sabía que le había dislocado el hombro a Rein, que las dos piernas de ella aprisionaban su torso y que una afilada hoja se apretaba contra su cuello.
Y entonces lo entendió. Rein lo había manipulado magistralmente y había sacrificado su brazo en aras de derrotarlo. Su caída había sido en el lugar preciso para que tomara el cuchillo de duelo tan velozmente, que ni siquiera lo había notado. Duke sabía que esa llave no era lo suficientemente fuerte para detenerlo, menos si Rein solo tenía un brazo utilizable. Esa llave lo había detenido tan solo un segundo.
Pero ese segundo hacía la diferencia más importante…
Ese segundo era suficiente para que estuviera muerto.
Debería estar ya herido de muerte.
− ¿Qué será, Maestro…?,− dijo Rein con voz trabajosa por el esfuerzo y el dolor, − ¿Morir con dignidad ...o vivir con dignidad?
Duke, quién se sorprendió más por el hecho que Rein todavía se dirigiera a él como "maestro", que por la situación en la que estaba, no tuvo tiempo de responder.
− No, Rein…
La Teniente, sin soltar a su presa, ni aflojar el cuchillo; miró con sorpresa hacía el lindero del bosque donde esa voz se había escuchado, para ver a tres figuras encapuchadas salir de las sombras hacia el claro.
No necesitaba que esa figura revelara su rostro para saber que era Hayate.
− No lo hagas, Rein...− continuó Hayate descubriendo su cabeza al tiempo que se aproximaba hasta donde ellos yacían, trabados en el terreno nevado, − Ni por mí, ni por nadie...Lo que menos deseo en la vida, es que decidas convertirte en un medio para la muerte; en un instrumento de destrucción...Tú puedes decidir y lo que más deseo, es que te decidas por la vida...Además, si él todavía está vivo, es porque así lo has decidido ya...
Rein notando que Duke no trataba ni de soltarse, ni de atacar, lo soltó para incorporarse tratando de entender qué rayos estaba pasando.
¡Hayate no debería estar ahí!
La Teniente miró con el ceño fruncido hacia las otras dos figuras, que descubrieron sus cabezas en ese momento, aunque también ya sabía de quiénes se trataba.
Zoe y Riza Hawkeye miraron a Rein negando con la cabeza con sorprendente sincronización.
− No hubo manera, Force,− explicó Riza antes de que Rein dijera nada,− Nunca había conocido a alguien tan perseverante para obtener lo que quiere como la Teniente Coronel…
Rein podía dar fé de esa "cualidad" de la oficial...lo cuál no justificaba la presencia de Hayate en ese preciso lugar.
− ¿Qué hace aquí, Teniente Coronel?,− preguntó Rein con voz contenida, su entrenamiento le ayudaba a controlar el dolor pero su brazo, desde el hombro hasta los dedos, le estaba dando un mal rato en el peor momento posible.
Cuando Rein lo soltó, Duke también se puso de pie y respondió la pregunta de su pupila.
− Ella estaba aquí desde antes que yo llegara,− dijo Duke a manera de escueta explicación, − Deseaba hablar conmigo.
Rein lo miró con más que con solo ligera molestia. Él sabía QUIÉN era Hayate y se había prestado para eso.
− El acuerdo es entre nosotros,− precisó Rein con más rudeza de la necesaria en su tono, − Y usted Teniente Coronel, está tomando un enorme riesgo...para algo que no le compete.
Sin dejar que la presencia de otras personas le incomodara, Hayate se aproximó a Rein como si estuvieran solo ellas dos, no solo en ese claro del bosque, sino en el universo.
− El punto medular de ese acuerdo, es mi vida, Rein...y además de eso, tu vida me compete...Somos responsables por las vidas que tocamos con las nuestras. Por lo que Zoe me ha platicado y las pruebas que me han dado, tú sabes eso tan bien como yo y vives, de acuerdo a esa misma creencia.
Rein apretó los labios pero no pudo rebatir esa afirmación, por lo que solo miró a Zoe con severidad. Ella era la única que podía haber llevado a Hayate hasta ese lugar.
Sin moverse un centímetro de su lugar, de pie muy cerca de Rein, Hayate se volvió hacia Duke y dijo con orgullo, algo que sorprendió aún más a la alta oficial de ojos carmesí.
− Le dije...señor Togo, que Rein saldría victoriosa...Espero que eso zanje esta situación entre ustedes. Me parece innecesario llegar a una culminación mortal para demostrar lo que ya ha sido evidente. Espero que coincida conmigo.
El rostro de Duke no denotó ninguna expresión pero Rein, que todavía lo conocía tan bien como él a ella, hubiera podido jurar que contenía una sonrisa
− ¿Me pueden explicar qué pasa aquí?− preguntó Rein a nadie en particular pero miró significativamente a Duke.
− Aunque quisiéramos explicártelo a detalle, no hay tiempo Rein,− intervino Zoe, ignorando la mirada molesta de Rein, − Lo más urgente ahora, es arreglarte ese brazo.
A pesar de la recomendación de Zoe, Duke decidió responder la pregunta de Rein.
− La Teniente Coronel deseaba evitar nuestro enfrentamiento y vino dispuesta a negociar conmigo...Me explicó las situaciones que has enfrentado en días pasados y que no sería un encuentro en igualdad de condiciones...Tuve que explicarle que en la vida, y especialmente en la guerra, rara vez se presenta tal igualdad...Logramos sin embargo, llegar a un acuerdo razonable, que dependería de quién se impusiera en este enfrentamiento…
Rein miró a Duke con absoluta sorpresa y se negó a que Zoe le atendiera el brazo.
− ¿Ahora te dedicas a hacer apuestas sobre tus trabajos profesionales?,− pregunto Rein con una absoluta seriedad bañada de sarcasmo.
Duke ni siquiera pestañeó.
Y tampoco respondió la pregunta.
− ¿Y cuál fue su... "acuerdo", para el caso de que yo ganara?,− insistió Rein ahora mirando primero a Hayate, y después a Duke de forma desafiante.
Duke mantuvo el mismo semblante inescrutable, mientras que Hayate solo se encogió de hombros.
− Cuando me digas cuál fue TU acuerdo con él, tanto si ganabas como si perdias, yo te diré el mío también…,− dijo Hayate y aunque su voz y su tono eran ligeros, Rein se dió cuenta que su mirada tenía un ligero velo de tristeza, − De momento, tenemos otros asuntos que atender...Y si, coincido con Zoe, lo primero es tu brazo.
Con ayuda de Zoe y Riza, Duke mismo acomodó el hombro dislocado de Rein y lo inmovilizó con algunos jirones de las capas que ellas portaban. Rein aguantó el rápido pero doloroso proceso y Hayate se mantuvo a su lado todo el tiempo, ayudándola a sostenerse.
Riza y Zoe le confirmaron entonces, de forma muy sucinta a Rein, que todas sus indicaciones habían sido atendidas hasta el más extremo detalle.
− Tenemos que ir ahora mismo a una base aérea privada, Force,− le informó Riza, − Desde ahí, las tres saldremos, con documentos diplomáticos, en un avión de "Asistencia Internacional" rumbo a Midchilda. Para todos los fines prácticos y públicos, la Teniente Coronel se encuentra todavía en la Embajada de Osea y saldrá en los próximos días en un convoy militar. El Mayor Mustang se adelantó a Midchilda, llevando información estratégica del reporte final de la Teniente Coronel….
Por momentos, Rein sintió una repentina zozobra en el pecho, pero entonces entendió el riesgo que Mustang estaba corriendo.
− Mustang se está poniendo como carnada...
Riza asintió.
− Los chicos que ya conoces lo acompañan, pero si...necesitamos saber quién va detrás de nosotros, Force...Ahora lo más importante es que la Teniente Coronel Yagami y Zoe, como un testigo estratégico del caso, lleguen a Midchilda a salvo...lo más pronto posible. Yo me aseguraré de eso y si, todas las pruebas las llevamos nosotras…− aclaró Riza tocando su pecho con un gesto, − La Teniente Coronel solo accedió a irse de esta forma, si ANTES, veníamos aquí...
Rein observó la ropa, incluyendo las capas tradicionales de la zona, que las tres vestían. Eran discretas, abrigadoras y especialmente, holgadas. Eso les ayudaría para ocultar las pruebas que llevaban o incluso, algunas armas.
El plan era arriesgado pero si esas medidas eran necesarias entonces, la situación era mucho más delicada y peligrosa de lo que había anticipado.
− Hay mucho en juego con esta situación, Rein− dijo Hayate en ese momento tocando el brazo sano de Rein, − No puedo explicarte todo en este momento, porque ni siquiera quienes estamos involucrados imaginamos...la magnitud...
Hayate sabiendo que no tenían más tiempo, jaló a Rein hacia un costado para tener un poco de privacidad.
Durante los primeros segundos, tan solo se miraron.
Demasiado que decir y muy poco tiempo para hacerlo.
− No tiene que darme ninguna explicación, Teniente Coronel...− empezó Rein pero Hayate la interrumpió con un leve gesto
− Cuando empecé esta misión, jamás imaginé la profundidad de las aguas en las que me adentraba, Rein,− comenzó Hayate mirando a Rein de forma intensa y emocionada, − Y si...debo explicarte muchas cosas porque mereces saberlas...
Rein se mantuvo en silencio y Hayate descubrió que pese a todas las veces que había pensado en lo que iba a decir, en ese momento que tenía a Rein frente a ella, ninguna de las palabras que había pensado le parecía la correcta.
− Lo que dijiste antes no puede ser más adecuado, ambas debemos hacer lo que debemos hacer... ambas debemos cumplir con nuestro deber a nuestra manera...Eso lo entendí desde que salí de la base con Riza y Mustang...Pero al igual que tu, YO también tomo decisiones personales y esta decisión la tomé después, cuando ví las "pruebas" que me dejaste,− continuó Hayate aproximándose para tocar levemente el brazo de Rein, no en gesto de confort o de aliento sino en una caricia, que subió después hasta el maltrecho rostro de la oficial para delinear sus ángulos, apenas rozándolo con la punta de sus dedos.
Hayate se dió cuenta que ese rostro, en ese instante rodeadas de nieve y bañado por la tenue luz lunar, era lo más hermoso que había visto en su vida.
− No podía irme sin decirte, explícitamente, que confío en tí Rein…− dijo Hayate sintiendo en su estómago tanto la emoción como el apremio del tiempo que ya no tenían, − Necesitaba decírtelo, y también que nada, absolutamente nada cambiará eso...Nada que puedan decirme, que pueda ver o escuchar, cambiará lo sé de tí.
Rein no podía moverse o articular palabra.
− Y no estés enojada con Zoe por lo que me dijo, ni con la Teniente Hawkeye por traerme, yo las obligue...Solo quiero que tengas una certeza: Tenemos una plática pendiente y una promesa por cumplir, por lo que esperaré nuestro próximo encuentro…Tienes que llegar a él en una pieza...¿Tenemos un acuerdo?
La alta Teniente solo asintió y miró a las acompañantes de Hayate para ese viaje.
− Debemos irnos ya,− apuntó Zoe con una sonrisa cálida, − El viejo de la panadería te tendrá noticias…Äkkikuolema…
Riza la saludó de forma militar y las tres mujeres, cada una a su manera, miraron a Duke con una advertencia en la mirada al despedirse.
Antes de internarse nuevamente en la oscuridad del bosque, Hayate todavía se volvió para lanzarle una última mirada llena de expectativas a Rein.
Duke y Rein se quedaron a solas en el claro.
Hayate y su escolta enfilaron hacia el noroeste. Eso al menos las mantendría fuera del área urbana. Rein miró después en dirección hacía la base aérea.
− Es una trampa mortal...− dijo Duke de pronto mientras Rein continuaba aún observando el bosque.
− Lo sé, pero aún así debo regresar a la base,− respondió Rein sin mirarlo.
− Eso es obvio, pero no es a lo que me refiero….
Hasta ese momento, Rein lo miró. Aún cuando era una niña, Duke siempre le había hablado como a una adulta y especialmente, con respeto. Esa era en realidad, la primera conversación que tenían siendo ambos adultos y ese respeto seguía ahí.
− Me refiero a ella, a la Teniente Coronel Yagami…
En ese momento, aún desde donde se encontraban escucharon una explosión, que debía haber sido enorme para que ellos pudieran escucharla, seguida por varias explosiones de menor tamaño.
La densidad del bosque les impedía ver algo pero aún en la noche y en medio de la nevada, apreciaron una densa voluta de humo negro que se extendía por el cielo nocturno.
− Eso es en la base,− dijo Rein frunciendo el ceño con preocupación.
− Era de esperar que harían su movimiento más pronto que tarde,− dijo Duke muy serio pero con serenidad, observando el brazo de Rein,− Están acorralados y serán más peligrosos que nunca.
Rein lo observó con detenimiento.
− ¿Kimblee es el cliente que te ordenó asesinarla?,− preguntó ella a rajatabla pero él negó en silencio, solo meneando la cabeza.
− Kimblee es solamente un instrumento,− dijo él al final y la miró, − Un instrumento muy peligroso y con mucha iniciativa pero, un instrumento a fin de cuentas.
Durante varios segundos sostuvieron una de esas conversaciones silenciosas que solían tener cuando ella era una adolescente.
− ¿Desde cuándo?,− quiso saber Rein.
− Te lo dije desde que iniciaste tu entrenamiento,− respondió Duke con simpleza, − Hay varias clases de humanos que matan... Kimblee es de la peor clase y necesitaba saber, si tu, te habías convertido también en alguien como él.
− ¿Cómo sabes que no es así?
La casi imperceptible curvatura en la comisura de los labios de Duke hubiera sido una carcajada en cualquier otra persona.
− Por ella...por la Teniente Coronel Yagami.
− ¿Por lo que te dijo?,− preguntó Rein con escepticismo pero nuevamente Duke negó con la cabeza. La Teniente no lograba identificar qué le molestaba tanto de que Hayate y Duke hubieran hablado por su cuenta.
− No...ella es bastante directa, con sus palabras y sus acciones pero no es por ella en particular...Sino por lo que TÚ estás dispuesta a hacer por ella.
Rein sintió que se sonrojaba, maldiciendo a su cuerpo por su reveladora e inoportuna traición y agradeciendo por el frío que podía ser culpado por ese efecto.
− Debo irme…,− dijo Rein de pronto, − Ahora ambos hemos tenido la muerte del otro a nuestro alcance...Estamos a mano…
Duke sin embargo, negó con la cabeza
− No, no estamos a mano pero no es el momento de discutirlo…
Rein lo miró frunciendo el ceño. Increíblemente, estaba descubriendo que ese...insufrible individuo y Hayate, se parecían en algunos puntos bastante desagradables.
− Yo aún estoy en deuda contigo,− aclaró Duke con una actitud relajada, − Sabrás de mí y pondremos todo en claro…
Había un punto sin embargo, que Rein debía dejar muy claro en ese instante.
− Ambos viven...ahora necesito el nombre,− recalcó Rein.
Nuevamente, Duke hizo un gesto negativo.
− Ambos viven...y yo me encargaré de que el cliente reciba tu mensaje,− fue su críptica respuesta y por su semblante, Rein supo que sería su máxima ganancia en ese aspecto.
Sin despedirse siquiera, Rein se volvió para regresar a la base sintiéndose extrañamente calmada y en paz. Hace años, se habría sentido apoteósicamente feliz de haberlo derrotado.
En ese momento, haberlo derrotado era lo que menos le importaba. Eso había sido solo el medio para obtener lo que realmente anhelaba.
− Kouhai…
Al igual que como le había sucedido a él, Rein se sorprendió de que Duke aún la considerara su discípula.
La oficial lo miró desde el lindero del bosque, inmóvil y tan implacable como él.
− Ella no va a traicionarte…
Rein no entendió como Duke podía tener esa certeza, pero ella compartía esa misma apreciación respecto a Hayate. No necesitaba que nadie se lo dijera para saber que era verdad.
Esa no la sorprendió. Pero las siguientes palabras de Duke, si lo hicieron.
− Cuídate de no traicionarte a tí misma...Para ella, eso también sería una traición.
"En lo que te conviertes, depende al final, únicamente de tí".
Rein desapareció en la oscuridad del bosque. Duke esperó todavía varios segundos solo escuchando antes de dirigirse hasta donde había dejado escondido su equipo.
El largo estuche de uso rudo donde guardaba su rifle de francotirador perfectamente empacado en una anodina mochila militar.
Todavía tenía una tarea más que realizar en ese día que iniciaba.
Estado Federado de Alzus, Día 23, Onceavo Mes, 2037. 01:18 hrs.
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Gracias.
Faltan solo dos capitulos para terminar.
