Pese a todo lo que hemos vivido durante los últimos dos años en todo el mundo, para mi, el año más difícil de mi vida ha sido este, 2021.

Esta historia me ha acompañado durante este tiempo y se ha convertido en la más especial. No era parte del plan pero creo que es muy apropiado, que termine el mismo día que comenzó.

Por eso, a quienes la siguen y les gusta, les mando todo mi agradecimiento.

TheReinGuestFan y otros que puedan tener interés: You may want to re-read the first paragraphs of "La Sombra", Chapter 23 "La Certeza de lo Inevitable"; before this final chapter…(Although chapter 26 also provides some important pieces of information …)

− X −

ADVERTENCIA: Este fic está inspirado en MSLN, y está clasificado M, por contenidos y situaciones que pueden ser muy fuertes y/o violentas para algunos lectores; así como escenas íntimas de carácter sexual. Estas escenas pueden ser femslash, F/F o F/M. Se recomienda la discreción del lector. Si este tipo de contenido no es de su agrado, por favor no lo lean.

DISCLAIMER: Los personajes de Magical Girl Lyrical Nanoha no me pertenecen y son propiedad de sus respectivos autores. Todas las situaciones y personajes presentados en esta historia son ficticios, cualquier parecido con situaciones o personajes reales, históricos o presentes, no es en absoluto intencional.

− X −

"La Muerte Súbita"

por Aleksei Volken

Capítulo 9. La Muerte Súbita.

− X −

"Sólo en Silencio la palabra,

Sólo en la oscuridad la luz,

Sólo en muerte la vida;

El vuelo del halcón resplandece

en el cielo vacío".

Ursula K. Le Guin, Un mago de Terramar.

− X −

"Quedas marcada, eres mía. Pero la verdad es que siempre lo fuiste."

Neil Gaiman, "Deseo, en "Lo que he saboreado de Deseo"

− X −

"Suspiró y después sonrió con la misma sonrisa que, sin importar cuántas veces la viese, siempre le robaba el corazón. Cada vez que sonreía volvía a ser la primera vez."

Neil Gaiman. "American Gods" (2001).

− X −

Manos firmes y seguras recorrían su espalda y sus caderas.

Labios tibios dejaban un sendero de húmedos besos en su cuello y sus hombros.

Dedos largos e infinitamente suaves se deslizaban lenta pero audazmente por sus rincones más recónditos.

Hayate flotaba en una plácida bruma onírica hasta que sintió una caliente intrusión en su vulva y cuando dicha intrusión la llenó por completo, sus propios gemidos de placer la despertaron.

Ambas estaban desnudas y recostadas sobre su costado; Rein a la espalda de Hayate, la abrazaba estrechamente sosteniéndola con firmeza contra su cuerpo mientras sus manos exploraban sus senos, su torso y sus muslos, al tiempo que sus caderas se movían lentamente, penetrándola. Que lo estuviera haciendo con casi insoportable lentitud no evitaba que su abrazo, sus caricias y sus movimientos fueran indiscutiblemente posesivos y dominantes.

Sus manos tomaban con decisión las suaves curvas del cuerpo que gemía en sus brazos; para Rein era como si no hubiera ninguna otra opción más que poseerla de la forma más absoluta posible y para Hayate no había otra alternativa más que dejarse arrasar por esa fuerza.

Afuera, la nítida oscuridad de la noche estrellada se había transformado llenándose de la densa bruma que precedía la llegada del alba. Las lunas ya estaban muy abajo en su recorrido y la luz plateada que las había bañado mientras hacían el amor se había atenuado. Afuera reinaba el silencio y la oscuridad; y apenas algunos tenues ramalazos de luz grisácea entraban por el amplísimo ventanal, delineando todas las formas como si surgieran de la bruma del bosque para crear una atmósfera íntima y surreal en la habitación.

− Rein….

Escuchar su nombre en la voz enronquecida por el sueño pero claramente excitada de Hayate, hizo sonreír a Rein.

Especialmente porque no era la primera vez que lo pronunciaba y Rein estaba descubriendo que deseaba profundamente descubrir todos los matices de esa palabra; de su nombre, en todos los tonos y con todas las connotaciones en la voz de Hayate.

Especialmente cuando estaba así…vulnerable y atrayente a la vez, sobrecogida de placer en sus brazos.

La Coronel había estado profundamente dormida cuando comenzó a tocarla con mucha suavidad y lentitud. En realidad, no había tenido intención de despertarla o de "propasarse" con ella mientras todavía dormía. Rein tan sólo había estado fascinada observando los rasgos del rostro de Hayate y los contornos de su cuerpo bajo esa surreal iluminación de la noche a la vez, estrellada y brumosa en el bosque hasta que finalmente había dejado de resistirse al deseo de tocarla.

Como si una fuerza más intensa que ninguna otra la atrajera para rozar esa piel que estaba ahí a centímetros de sus dedos y que la misma Hayate le había ofrecido tomar en sus términos y sus condiciones.

El cuerpo dormido de Hayate incluso parecía incluso alinearse con esas intenciones ya que, tras los primeros roces de los dedos de Rein, comenzó a moverse y a emitir ligeros sonidos excitados.

Eso, combinado con el hecho de que aún en la profundidad del sueño, Hayate había pronunciado SU nombre, habían provocado que Rein se arriesgara con caricias más audaces, solo para descubrir la intensa humedad entre las piernas de la oficial.

A partir de ese momento, no había podido, ni había querido, contenerse.

Después de todo, ella misma había insistido en que fuera "una" sola noche y ese presente era lo único certero que tenía.

Y que deseaba.

Para ese momento, Hayate ya estaba totalmente despierta, aferrándose al cuerpo pegado a su espalda y sus caderas se movían al ritmo de las lentas embestidas de Rein.

Despertar de esa manera había sido inesperado y fascinante para Hayate.

Algo que jamás se hubiera esperado de su adusta acompañante, aunque ya el día anterior había corroborado lo que había intuido meses atrás; que había mucho, mucho más debajo de la distante y tersa superficie de la Teniente Rein E. Force.

Sin salir del interior de Hayate, Rein se incorporó un poco, lo suficiente para quedar sobre ella y poder besarla profundamente mientras continuaba poseyéndola lentamente. Aún sin el ritmo salvaje de la noche anterior, sus lentos movimientos eran absolutos y totales, posesivos para reclamar todo su deseo y su placer en cada gesto.

Aun con la marcada diferencia de estaturas y complexiones físicas, sus cuerpos embonaban de manera perfecta, en los puntos correctos para entrelazarse tan íntimamente como si se fusionaran.

Con Rein así encima de ella, Hayate no podía ni moverse, ni escapar…y estaba al borde del éxtasis.

Y para Rein, la intensidad de su deseo de poseerla de esa forma, total y absoluta, la desbordaba. Ella solía satisfacer su necesidad física y mantenerse al margen de todo lo demás.

Con la Coronel sin embargo, le resultaba imposible.

Necesitaba sumergirse hasta el fondo de ese azul insondable, necesitaba saborearla toda, beberla toda, respirarla toda…estrujarla toda.

En ese momento, dejaron de besarse y Hayate abrió los ojos para mirarla solo para encontrarse con la mirada llena de pasión de Rein devolviéndole la mirada con la intensidad de un incendio.

Por varios segundos, Rein se detuvo y solo se miraron.

Así, profundamente dentro de ella y sin soltar la mirada de Hayate, una de sus manos se deslizó por esa suave pelvis para llegar a su sexo donde presionó lenta pero firmemente su clítoris con sus dedos hasta que Hayate no pudo soportarlo más y cerró los ojos, gimiendo y moviéndose contra esos dedos que reclamaban todo su cuerpo como suyo.

La cabeza de Rein se inclinó besarla otra vez de una forma que dejó los labios de Hayate hinchados y adoloridos tras lo cual, se irguió y apoyándose con firmeza con las rodillas abiertas, sostuvo las caderas de la Coronel para elevar la parte inferior de su cuerpo y mantenerla totalmente pegada a ella. En esa posición continuó moviéndose dentro de ella de la misma forma lenta y profunda hasta que la espalda de Hayate se arqueó y tembló en varios, sucesivos espasmos.

Rein la sostuvo así con fuerza mientras ella misma se estremecía de placer, hasta que finalmente, Hayate la jaló contra ella para abrazarla estrechamente, todavía jadeando. La Coronel necesitaba sentir del cuerpo de Rein sobre ella; y no solo en su peso físico, necesitaba sentirlo así, caliente, sudoroso, agitado, vibrante y vital; necesitaba su calor, su aroma, su forma, su peso…La necesitaba toda y la necesitaba totalmente.

En esa posición tan cercana, aunque no podía escucharlos casi podía sentir los poderosos y acelerados latidos del corazón de Rein sobre sobre ella.

Cuando sus respiraciones de acompasaron nuevamente, Hayate comenzó a acariciar el largo cabello de Rein que las cubría como una cascada de plata, pero no se detuvo ahí. Sus dedos siguieron por sus hombros y su espalda hasta llegar a su trasero, jalandola para estrecharla aún más contra ella y su pelvis presionara la suya con más intensidad.

Pese a la evidente y vasta experiencia en el campo sexual de Rein, que ella misma había podido constatar de primera mano…o de cuerpo completo, también era evidente que su compañera no estaba habituada a esas interacciones tan solo por el placer de estar con otra persona.

A Hayate le gustaba descubrir esos sutiles y otros no tan sutiles, matices en la personalidad de Rein que había podido disfrutar desde el día anterior. Matices que durante su encuentro en ese campo de batalla extranjero donde se habían encontrado, había sido imposible ver con tal claridad.

Algo le decía a la Coronel que Rein misma, estaba descubriendo nuevos matices sobre sí misma y le alegraba que ambas pudieran descubrir nuevas cosas sobre sí mismas… juntas.

Rein había descubierto que podía ser considerada con otras personas, y Hayate había descubierto que prefería la rudeza a la consideración en ciertas, insospechadas circunstancias.

Hayate se movió para tomar el rostro de Rein con sus manos y hacer que la mirara.

−Eres increíble ¿sabes?− dijo finalmente Hayate en un susurro acariciando con suavidad el rostro de Rein sobre ella, − Y no me refiero a tus excepcionales habilidades en la cama….

Rein tragó disimuladamente y no dijo nada.

Realmente no sabía qué decir.

Estaba en un terreno totalmente desconocido e inexplorado para ella.

−Cuando estábamos ahí en Alzus,− continuó Hayate sin dejar de mirarla, −Después de esa incursión en el hospital donde casi nos matan…

− Jamás hubiera permitido que nos mataran,− la interrumpió Rein casi sin pensarlo y su mirada se endureció repentinamente.

Hayate sonrió y sus dedos acariciaron suavemente los labios de Rein.

− Ahora lo sé…con total certeza,− reconoció la Coronel, − Pero en ese entonces no lo sabía…Sin embargo, si podía intuir que eras diferente…especial de una forma única…hermosa y aterradora.

Rein desvió la mirada ligeramente apenada.

− No…− dijo Hayate con firmeza obligándola a mirarla otra vez, − No lo digo de esa manera…No pienses que solo veo lo que eres en el exterior.

Aún en la penunbra de la habitación, los ojos azules de Hayate después del sexo se veían increíblemente hermosos y brillantes.

− Jamás he tenido miedo de tí, Rein…Pese a lo que todos me dijeron sobre tí, jamás lo sentí como verdadero. Todos los demás, incluso personas que te aprecian verdaderamente como Maes Hughes y Riza Hawkeye, ven las aptitudes de una guerrera poderosa y letal. Y si, yo sé que eso es verdad, nunca había conocido a nadie como tú en el campo de batalla… Todos ven a esa guerrera perfecta y en el mejor de los casos, vislumbran un atisbo de lo que eres en realidad … Y lo que pueden ver en esa pequeña rendija que te permites, es solo la superficie de una profundidad mucho mayor…TÚ eres mucho, MUCHO más que eso. Mucho más que solo un "simple soldado" que "sólo" puede matar o morir… Yo creo que todas las personas tenemos la capacidad de hacer la diferencia...Pero necesitamos creer que es posible y seguir el camino de lo que creemos pese a cualquier circunstancia u obstáculo. Pocas personas, poquísimas en realidad, tienen esa fuerza y esa determinación. Muchas menos, tienen TU fuerza y determinación. Tú eres una de esas personas importantes que pueden hacer una diferencia para el mundo…

Rein sonrió y cambió de posición separándose del cuerpo de la Coronel para yacer sobre su espalda, en una posición relajada con uno de sus brazos detrás de su cabeza.

− El mundo es un lugar horrible, Hayate, ya deberías saberlo,− comentó Rein solo mirando al techo, − Aunque digas que no te importa, ya sabes todo lo que he hecho a lo largo de tantas misiones…Has visto lo que verdaderamente soy y no solo lo que dicen los reportes. Lo has visto y lo has vivido. No son varias guerras, es una sola…infinita e interminable. No importa para qué país o por qué ideal se luche, los que luchamos jamás vemos el final… y jamás ganamos. No me interesa cambiar el mundo. Ese mundo jamás cambiará.

Hayate se acomodó para yacer en su costado y posar su mano en el pecho de Rein.

− No dije que quiero que cambies el mundo,− argumentó la Coronel con suavidad mientras acariciaba la tersa piel sobre los senos de Rein que estaban ahí, gloriosos frente a ella, −Y sí, sé lo que "dicen" todos esos reportes sobre tu actuación en las misiones, vi los números, las estadísticas y los archivos….NADA de eso es lo que tú eres en realidad.

Hasta ese momento, Rein se volvió para mirar a Hayate con expresión ligeramente triste.

− Mucho me temo que no sabe quién soy en realidad, Coronel,− dijo Rein antes de desviar la mirada.

− No, Rein…,− insistió Hayate y tomando acciones más drásticas se montó a horcajadas sobre el abdomen de Rein para añadir con vehemencia, − Sé perfectamente quién eres, puedo verte como no he visto nunca antes a nadie en mi vida, porque jamás había conocido a alguien como tú…Puedo ver lo que eres ahora y el potencial que tienes...Lo más importante que puedo ver es que, quien no puede ver lo que realmente eres, eres tú.

Ante el silencio un poco azorado de Rein, la Coronel continuó.

− Si, hay muchas cosas que no sé de tí,− reconoció Hayate, − Me muero por conocer la historia de tu vida, deseo saber todo sobre ti, todo lo que te hace ser lo que eres…Pero no saber esos detalles, no me impide ver y apreciar lo que realmente eres.

Rein se quedó por varios segundos sin saber qué decir.

La historia de su vida, Rein se estremeció involuntariamente tan solo de pensar en ello.

Nadie conocía la historia de su vida.

Nadie.

Ni siquiera Duke Togo o Kohaku. Duke era quizá quien más sabía pero ni siquiera él, conocía la totalidad

− ¿Por qué Rein? − preguntó Hayate de pronto, − ¿Porque te enfrentaste a él de esa forma? ¿Cuál fue la verdadera razón para que tomaras esa decisión?

Rein miró fijamente a Hayate y ponderó sus opciones.

Esa noche era el todo por el todo.

Pese al "precio" que Hayate le había puesto a su virtud, nada obligaba a Rein a aceptar. Esa era la única noche que tenían. Después de la ceremonia del día siguiente podía desaparecer y no volver a ver a la Coronel nunca más en su vida.

Con todo lo que sabía, sin duda podía hacerlo.

Duke le había dado opciones antes de que se despidieran en Shirakawago.

Demasiadas opciones.

Esa que tenía ahí frente a ella…y sobre ella…, era una que JAMÁS había considerado posible.

− Tomé esa decisión para salvarte,− respondió Rein con simpleza, − Era la única manera en que podía salvar tu vida.

− Si, eso me dijiste desde antes,− insistió Hayate con esa mirada determinada que Rein estaba empezando a reconocer muy bien, − Pero esa, NO es la pregunta que te estoy haciendo, así que no la evites…Respóndeme por favor y también dime, ¿qué habría pasado si perdías?

Rein contuvo la respiración. Cuando había hecho esa "negociación" con Duke jamás pensó que iba a tener que revelar esa parte a Hayate, mucho menos que iba a tener que hacerlo mientras estaban juntas de esa forma y especialmente, desnudas después de hacer el amor.

− Decidí hacerlo de esa forma porque conozco a Duke Togo desde hace varios años, él me enseñó mucho de lo que sé y tenía una deuda pendiente con él, una deuda de vida o muerte,− Rein ponderó sus siguientes palabras y decidió dar un salto de fé, ya que después de todo, esas horas que había pasado con Hayate habían sido las más diferentes y especiales de toda su vida, − Duke salvó mi vida hace muchos años…Yo no se lo pedí, ni siquiera deseaba que lo hiciera pero él no pidió mi opinión, simplemente lo hizo…

En ese momento, fue el turno de Hayate de tragar con dificultad.

− ESA decisión que él tomó en una noche de invierno, en un pasado tan distante que casi parece de alguien más, me permitió estar ahí para evitar que te mataran, a tí y a muchos otros, Hayate…Y también, ha sido el origen de toda la muerte que he causado…− continuó Rein con tono neutro pero mirada implacable. Si Hayate realmente quería verla, Rein le mostraría toda la descarnada desnudez de la verdad, − No tienes idea de todas las personas que han muerto…por mí… Lo que soy capaz de hacer fue lo que hizo que Kimblee me seleccionará para su equipo. A todos nosotros. Lo que conoces ahora, es tan solo una pequeña parte de la clase de monstruo que Kimblee ES; lo que discutieron durante de las investigaciones era sólo la punta del iceberg y nadie quiso verlo en su totalidad; tu lo viste en la resolución que se tomó pese a todas las pruebas y testimonios. Yo no podía permitir que alguien como él, destruyera a alguien como tú. Así que hice todo lo que estaba en mis manos para evitarlo…Créeme cuando te digo que era LO ÚNICO que podía hacer.

Hayate sintió un nudo gigantesco atenazando su garganta y su estómago, y solo alcanzó a acariciar el rostro de Rein en silencio.

− Duke Togo no es un monstruo como Kimblee, pero si es otra clase de monstruo,− dijo Rein tomando con gentileza la mano que acariciaba su rostro para corresponder a la caricia, − Tu habías hecho por mí cosas que nunca nadie había hecho…Yo….Lo que más deseaba en el mundo, era… que vivieras…Que tuvieras la vida que estás destinada a tener…

Hayate se esforzó por organizar todo lo que estaba pensando y sintiendo.

− ¿Aún a costa de tu propia vida?,− preguntó nuevamente la Coronel tratando de que su voz no temblara, − Porque eso es lo que habría pasado si perdías, ¿verdad?...Yo habría vivido pero tú habrías muerto…

Para su sorpresa, Rein negó con la cabeza y su mirada tomó un matiz de tristeza nuevamente.

− No…como te decía, Duke Togo es de una clase diferente…Mi muerte no significa nada para él y jamás habría aceptado ese intercambio. No le ofrecí mi muerte, sino mi vida,− reconoció Rein encogiendo ligeramente los hombros, − Si perdía, le ofrecí vivir para cumplir con todas sus órdenes hasta que él así lo decidiera; entonces él podría decidir cuánto yo podría vivir… o cuándo tendría que morir…Tal y como lo hizo años atrás.

Hayate se irguió horrorizada, llevando sus manos a su rostro.

− Eso es…

− Eso no es todo,− dijo Rein sabiendo que ahora que estaba en ese camino, no podía detenerse, era mejor que Hayate supiera todo y desistiera, por su propia voluntad y decisión, a que volvieran a verse. Esa posibilidad la entristecía de una forma que no podía ni describir, ni entender…pero con la certeza de que eso era la mejor continuó, − Si yo perdía ante él, lo primero que debía hacer…era asesinarte.

Hayate no dejó de mirarla ni un momento mientras Rein desgranaba esa información. La Coronel tampoco dijo nada cuando Rein cerró con esa última frase, ni durante varios segundos después. Ella tan solo la miró en silencio durante todo ese tiempo que se le hizo eterno a la Teniente.

Cuando Rein sentía que estaba a punto de explotar, Hayate volvió a tomar su rostro entre sus manos, acariciándolo con infinita ternura antes de inclinarse para besarla como nunca antes la habían besado en su vida.

Hayate abrió sus labios para cubrir los de Rein con infinita ternura y cuidado.

Más que recibir un "simple" beso, Rein sintió que los labios sobre los suyos, los acariciaban de forma tan tenue que era apenas un roce, húmedo y suave. Los labios de Rein se abrieron ligeramente correspondiendo a esa caricia labial de la misma forma lenta y delicada mientras una corriente de energía pura la recorría desde sus labios para extenderse por todo su cuerpo..

Rein había besado de muchas formas en su vida, pero nunca había imaginado que un beso podría ser así…tan tenue pero tan profundo a la vez.

Cuando Hayate se separó lentamente, Rein sintió la ausencia del contacto de esos labios como si le arrancaran algo vital del pecho.

Rein inspiró profundamente, llenándose del olor de ambas. En el exterior estaba todavía oscuro pero se sentía la inminente llegada del amanecer, que en el bosque y la cañada donde se encontraban, tardaba un poco más en llegar.

− Ven conmigo,− dijo Hayate finalmente con una sonrisa que cargaba un leve dejo de tristeza, tocando a Rein para indicarle que la siguiera, − Todavía estamos a tiempo…

Intrigada, Rein se dejó guiar hasta la plata baja, así, desnudas como estaban. Una vez ahí la Coronel se abocó a revisar varias puertas y cajones hasta que encontró lo que buscaba y le extendió un conjunto de varias prendas.

Rein observó que se trataba de un conjunto de pantalones y sudadera deportivos, así como una chamarra más abrigadora, todo con el escudo del ejército de Midchilda. Ella misma tenía unos parecidos salvo por la chamarra, que parecía de algún grupo táctico desconocido.

− Son de mis hermanos,− dijo Hayate mientras sacaba otro conjunto similar para ella y se lo ponía a toda velocidad, − Seguro te quedarán mejor que los míos.

Sin darle más explicaciones, Hayate la apuró a vestirse y literalmente, la arrastró para que la acompañara. En la puerta, le hizo ponerse también unas botas de hiking y Rein descubrió que había varios pares de botas de diferentes estilos y tamaños ahí disponibles, así como un variopinto conjunto de chamarras y abrigos en el armario de la entrada.

La Coronel tomó una bolsa de ese mismo armario y se dirigió al exterior llevando a Rein consigo.

Afuera, la temperatura había bajado significativamente durante la noche y una leve bruma rodeaba todo intensificando la sensación de humedad.

− ¿Cuántos hermanos tienes?,− se aventuró a preguntar Rein cuando salieron al exterior y Hayate volvió a tomarla de la mano mientras caminaban alrededor de la moderna cabaña para tomar un sendero que conducía al bosque.

Incluso desde donde estaban podía percibirse el intenso e inconfundible aroma de los pinos.

La iluminación que provenía de la cabaña apenas iluminaba tenuemente el lindero pero después, con la densidad y altura de los árboles, la oscuridad era casi total.

− Cuatro,− respondió Hayate caminando sin prisa pero con total seguridad pese a la oscuridad, sin soltar la mano de Rein, − Signum y Zafira son mayores, Shamal y yo tenemos casi la misma edad, Vita es la menor.

Cuando entraron al bosque se sintió como la temperatura bajaba aún más.

Aminorando la velocidad de la marcha, Hayate se aproximó a Rein y soltó su mano para aferrarse a su brazo y que pudieran caminar sin prisa, con sus cuerpos lo más cercanos posible.

El único sonido que se podía escuchar, eran los leves pasos de ambas sobre el terreno cubierto de agujas de pino y hojas secas

− Me gusta venir a esta parte del bosque antes del amanecer,− dijo Hayate en voz baja, − Unos minutos antes de que todo despierte es como si el tiempo se detuviera y se quedara así, suspendido por varios segundos…Y entonces puedes sentir como llega el día y todo despierta, es mágico, ahora verás.

Rein no necesitaba luz para orientarse y moverse con seguridad en esa oscuridad del bosque, pero sí le sorprendió que Hayate se moviera con tal soltura. Era evidente que ese bosque le gustaba y lo conocía a la perfección.

Caminar así juntas, rodeadas de ese silencio crepitante y la oscuridad fue extrañamente reconfortante para Rein.

Ella había estado en muchos bosques, desde su más tierna infancia. Sonrió en la oscuridad al recordar que había estado a punto de morir en uno y había revivido en otro. Mirando de soslayo la oscura figura de Hayate a su lado y sintiendo el calor de su contacto en su brazo, se preguntó qué le depararía este nuevo bosque por descubrir.

Especialmente respecto a esa indescifrable Coronel Yagami.

Desde el primer momento que la había conocido, Hayate no dejaba de sorprenderla con comentarios, acciones y actitudes que Rein no podía imaginar o predecir. Y más allá de eso. Estaba aprendiendo con mucha rapidez que Hayate era impredecible en sus ideas.

Y en todo lo demás.

Después de ese último comentario de Hayate, ambas caminaron en silencio en la oscuridad del bosque. Pese a lo extraño que pudiera parecer Rein, encontró la caminata relajante. Por alguna razón que no lograba definir, ese bosque se sentía de una forma muy distinta a todos los que había conocido antes…Y entonces se dió cuenta de la razón.

La razón por la que lo sentía diferente…era por la presencia a su lado.

Pese a lo que le había dicho minutos antes, Hayate no había dicho una sola palabra al respecto, la seguía tocando como si nada hubiera pasado…Y se mantenía a su lado.

Pero si había pasado.

ESE beso había pasado.

Y la sensación que le dejó quemaba en la memoria de Rein.

− Ven,− le dijo Hayate cuando ya llevaban varios minutos internándose en el bosque, tanto que la luz de la cabaña ya no se apreciaba en donde se encontraban.

La Coronel la guió a un espacio un poco más amplio que, aunque seguía estando en medio del bosque, la distancia entre los árboles era mayor formando una cúpula natural.

Hayate sacó una manta de la bolsa que llevaba, así como un pequeño calentador portátil.

Rein la miró con asombro mientras distribuía todo en un santiamén y se sentaba para después llamar a Rein a su lado.

− ¿Esto también estaba en tus planes?,− preguntó Rein sin moverse de su lugar. Ambas sabían perfectamente donde estaba la otra, aún en esa oscura penumbra y aunque no podían mirarse, ni apreciar detalles.

− No,− respondió Hayate y aunque no podía ver su rostro, Rein supo solo por su tono que la Coronel sonreía, − Esto no formaba parte del plan, pero como es algo que hago siempre que tengo oportunidad, ya tengo una bolsa lista para salir…¿Eso satisface su curiosidad lo suficiente como para sentarse a mi lado…Teniente Force?...

Hayate había colocado el pequeño calentador en una base ligeramente apartada del sitio donde había colocado la manta para sentarse, por lo que el ligerísimo resplandor rojizo del aparato apenas si iluminaba unos centímetros a su alrededor.

Rein arqueó las cejas en un gesto involuntario ante la revelación y se aproximó para sentarse junto a ella como la Coronel solicitaba.

− ¿Vienes incluso sola?,− preguntó cuando ya estaba sentada junto a Hayate.

− Casi siempre vengo sola,− reitero la Coronel aprovechando para desplazarse un poco más cerca de Rein, aunque estaban solas y solo se escuchaba el bosque a su alrededor, ambas hablaban en voz baja, como para no perturbar esos últimos minutos de despedida de la noche, − Mi hermana Shamal odia levantarse temprano, Signum y Zafira siempre están en una campaña u otra y cuando pueden venir a casa, prefieren quedarse en la ciudad. A veces venimos todos juntos y Vita me acompaña pero siempre se queda dormida.

Hayate se explayó un poco hablando de sus hermanos, de lo diferentes que eran unos de otros y de las cosas que hacían todos juntos cuando sus padres aún vivían y escuchando la evidente felicidad y amor de la Coronel al hablar de su familia, Rein se preguntó qué se sentiría crecer en una familia así.

Era evidente que sus padres los amaban y que Hayate estaba compartiendo memorias muy felices. Y revivía esa felicidad al compartirlos.

Y por eso, la siguiente revelación de Hayate la sorprendió más que muchas cosas que había descubierto esa noche.

− Hoy vas a conocerlos a todos y te darás cuenta de lo eclécticos que somos y pese a todo…somos muy parecidos,− dijo Hayate con un cierto aire nostálgico, − Mis padres siempre desearon una familia muy grande, por ello después que nací y se enteraron que no podrían tener más hijos, adoptaron todos los que pudieron.

Hasta ese momento, Rein supo que los hermanos a los que Hayate se refería, eran adoptivos, que su padre había sido militar y tanto él como su madre habían sido agentes en TSAB.

− Por el tipo de trabajo de mis padres, uno u otro siempre estuvo asignado en alguna zona de conflicto…Desde hace algunos años, TSAB ya no es tan activo en ese aspecto como antes,− continuó Hayate quien para ese momento ya estaba casi acostada sobre Rein quien "tuvo" que abrazarla para estar en una posición "más cómoda", − Desde el primer momento, más allá de su deber profesional siempre quisieron ayudar de forma personal… Yo tenía poco más de un año cuando adoptaron a Zafira, seis meses después llegó Signum y casi un año y medio después, Shamal…Ellos querían que crecieramos todos juntos como una gran familia…Y eso es lo que somos.

− ¿Todos tus hermanos son extranjeros?,− abundó Rein realmente interesada; jamás había sabido de una familia como la de Hayate, − ¿Y todos vivían en zonas de guerra?

− Si, así es ...Zafira nació en Eltria, Signum en una de las repúblicas Yuktobanas que tuvo una de las guerras civiles más cruentas hace más de veinticinco años, Petrogod. Y finalmente, rescataron a Shamal de una zona rural de Leasath Oriental.

Rein espero unos segundos ponderando toda esa información y mientras lo hacía, Hayate aprovechó para "reajustar" nuevamente su posición pero ahora, acomodándose entre las piernas de Rein para literalmente acurrucarse sobre su pecho.

No le había pedido su opinión y mucho menos permiso.

Rein la observó por varios segundos antes de relajarse y dejar que sus brazos la rodearan, recordando una experiencia de unos años atrás justo cuando todavía estaba apostada en el Golfo de Ceres con Maes Hughes.

− Cuando estuvimos apostados en Ceres, con el comando del Teniente Coronel Hughes, estuvimos apenas dos días en un campamento temporal antes de que nos transfirieran al portaaviones; un gatito de la calle llegó a nuestra base y se instaló de inmediato…Uno de los efectivos le hizo una caricia y no pudo quitarse a la bestezuela de encima nunca más después de eso….− relató Rein mientras hacía algunos ajustes a una nueva posición con Hayate entre sus piernas y brazos, − Creo que usted me lo recuerda un poco, Coronel…

Rein sintió a Hayate reír en silencio entre sus brazos. La Coronel no pareció inmutarse por la comparación y tan solo se elevó para tomar el rostro de Rein, jalarla con cuidado y besarla suavemente.

− Hay ciertos seres superiores que sabemos perfectamente lo que queremos y cómo obtenerlo, Teniente,− susurró Hayate cuando se separó del beso y sus labios estaban aún a centímetros de los de Rein, − ¿Qué pasó con el gatito?

− Nos lo llevamos al portaaviones,− dijo Rein sonriendo, sin duda la Coronel tenía su estilo para interpretar todo a su favor, − Se convirtió en el jefe de seguridad de la zona de bodegas y en el amuleto de la suerte del barco…Los cocineros lo amaban, los de operaciones y todas las chicas…Incluso al Almirante le gustaba esa bola de pelos ya que increíblemente, aguantó varios bombadeos como los mejores. Cuando terminó esa parte de la campaña, uno de los efectivos veteranos que terminó su servicio lo adoptó y ambos se retiraron. Su vida militar fue corta pero intensa.

Hayate observando a Rein mientras hablaba, acarició su rostro antes de agregar, − Esas son las vidas que valen la pena ser vividas.

Rein, que nunca se había parado a reflexionar sobre el sentido de la vida, tuvo que coincidir con ese comenario.

− Escucha,− le dijo Hayate de pronto, acomodándose en sus brazos y con su cabeza debajo del mentón de Rein como si la película estuviera a punto de comenzar, − En unos minutos más va a empezar…

Rein observó con atención, a su alrededor nada parecía haber cambiado. Al menos ahí, debajo de los árboles donde estaba todavía estaba muy oscuro. Entre el follaje de los árboles sin embargo, se podían distinguir algunos ramalazos de gris en el cielo. Durante varios, largos momentos nada pasó. Tal como Hayate le había dicho todo parecería haber quedado suspendido. Entonces, una luz espectral leve e indescriptible comenzó a irradiarse del cielo y los primeros sonidos de los pájaros comenzaron a escucharse.

Durante los siguientes minutos, aunque el sitio en particular donde estaban, seguía oscuro y en penumbras, la luz y la actividad de la vida del bosque comenzó a extenderse lentamente.

Rein no pudo evitar pensar que el efecto era hermoso y…reconfortante. Ella había estado en el bosque, tanto entrenando como meditando, pero nunca había "sólo" disfrutado con su presencia; como si se tratara en efecto, de estar en la compañía de otro ser vivo extenso, enorme y diverso.

Esos minutos de contemplación compartida con Hayate, ver, escuchar y sentir el despertar del bosque, habían sido como ver el despertar de un enorme animal mágico. Y había sido doblemente sorpresivo ya que donde estaban sentadas, era como estar en el vientre, a la vez cálido y fresco de ese enorme animal.

Cuando algunos ramalazos de luz comenzaron a llegar hasta donde ellas estaban difuminando las sombras de manera imperceptible pero continua, Hayate volvió a acomodarse entre los brazos de Rein para poder mirar el perfil de la mujer que la sostenía con tal facilidad y certeza.

Nunca antes Hayate se había sentido de esa forma con nadie. No solo como si embonara de forma perfecta, sino como si fuera SU lugar. El lugar más perfecto y seguro del mundo.

El lugar donde, de alguna forma que no podía explicar, debía estar.

− Este momento y este lugar, siempre me han parecido lo más hermoso y perfecto,− dijo Hayate en ese momento mirando el igualmente hermoso y perfecto perfil de Rein que bajo ese juego de luz y sombras, tenía el poderoso aire de una diosa pagana y salvaje.

− Ciertamente, es único…hermoso y perfecto, tal como dice Coronel,− dijo Rein todavía absorta mirando el efecto de ese increíble amanecer casi invernal, − Nunca habría imaginado que Midchilda podría tener un lugar como este, especialmente tan cerca de la ciudad.

Hayate se movió nuevamente pero ahora para montarse sobre el regazo de Rein para quedar frente a frente con ella y con sus rostros casi a la misma altura gracias a la posición. Sus piernas abrazaron las caderas de Rein y sus brazos enlazaron su cuello laxamente.

− La vez anterior que estuve en un bosque, fue muy diferente a esta ocasión, pero también fué por tí,− dijo Hayate entonces muy seria mientras se miraban a los ojos; gracias a la nueva iluminación, entre grisáceo-dorado, ya podía ver todos los detalles de sus expresiones.

Rein se sintió momentáneamente atrapada. Tal vez debía replantearse la clase de depredador que era en realidad esa Coronel Yagami.

− Él ya estaba ahí cuando llegamos,− continuó Hayate sin esperar que Rein dijera nada, − Aunque te dijo que nosotras llegamos primero, no fué así.

Esa revelación no era una sorpresa para Rein. Nadie sorprendía a Duke Togo. Sin embargo, si le sorprendía muchísimo incluso en esos momentos que ya todo había pasado, que él hubiera accedido a hablar con Hayate.

− Cuando llegamos a ese claro donde se enfrentarían, yo lo llamé con el nombre que Zoe me indicó,− dijo Hayate y Rein se mantuvo en silencio esperando, comprendiendo que ahora era su turno de escuchar, − Le grité varias veces que había ido hasta ahí para enfrentarme con él en persona porque no necesitaba, ni quería que nadie más lo enfrentara en mi nombre…

Eso sí sorprendió a Rein quien sujetó a Hayate con más fuerza, como para detenerla de algo que ella ya había hecho meses atrás.

− Eso fué….

− ¿Una locura?− la interrumpió Hayate, − ¿Una locura como tú mismo enfrentamiento con él?

− Hayate,− dijo Rein con enojada serenidad, − ¿Cómo rayos ibas a enfrentarte con él?

Hayate sonrió. Pese a todo y a las claras intenciones de la Teniente de distanciarse, aún se preocupaba por ella.

− Eso sin embargo, lo hizo salir para encontrarme en el claro,− añadió Hayate poniéndose nuevamente seria para lo siguiente que tenía que decir, − Le dije que ahí estaba, que hiciera su trabajo pero no se enfrentara contigo, ¿y sabes que tuvo la osadía de decirme?...El muy maldito me dijo que ÉL, hacía su trabajo en SUS condiciones y no en las de nadie más; me dijo que yo no tenía nada que hacer ahí y que mi presencia no cambiaría nada.

Rein inspiró profundamente, imaginando perfectamente a Duke haciendo eso mismo.

− Yo le dije que así era, que nada cambiaría ya que yo, tenía la plena certeza que tu lo derrotarías, pero ESO era justo lo que yo NO quería… Yo NO quería que tú mataras por mí…Ni siquiera a un criminal como él, ni siquiera para salvarme.

Esa última parte SÍ sorprendió mucho a Rein quien se quedó sin palabras y con el enojo momentáneamente olvidado, sólo observando a Hayate quién, durante todo el intercambio no había dejado de mirarla a los ojos.

No necesitaba preguntar si lo que la Coronel decía era cierto. En los meses pasados, incluso antes de su "auto-exilio" en Shirakawago, había intentado por todos lo medios posibles que Riza o Zoe le dijeran que había pasado esa noche, sin éxito.

Riza solo le dijo que la Coronel Yagami le había pedido no decirle nada ya que ella lo haría en el momento oportuno. Mientras que Zoe, simplemente le dijo que Hayate era realmente algo especial.

Con Duke ni siquiera lo había intentado.

− No sé que haya significado eso para él,− agregó Hayate ante el azorado silencio de Rein, − Pero después de eso…cambió…Él cambió.

− ¿En qué sentido?,− preguntó Rein de inmediato.

Hayate apretó un poco el abrazo y volvió a acariciar el rostro de Rein.

− Me dijo su nombre, no ese "´código" extraño que Zoe me dió para nombrarlo y me preguntó que pasaría según yo…si tu perdías,− respondió Hayate antes de agregar, − Con ese complejo de mártir heroico que tienes, yo estaba segura que intentarías sacrificarte por mí, tal y como hiciste con esa última misión por los datos del helicóptero; así que le explique mis razones para estar en Alzus, las razones por las que pensaba que mi cabeza tenía precio y también le conté todo lo que tu habías hecho…por mí y por los civiles que resultaban afectados por la corrupción de Kimblee…Nada de eso le importó en lo más mínimo…Lo único que él quería saber era, que ofrecería yo, en caso de que tú perdieras ese enfrentamiento…

Rein pensó que Duke siempre había sido bueno para juzgar a las personas. Hayate ciertamente le había causado alguna impresión, al igual que le había sucedido a ella. Él era honorable, incluso con los objetivos de los trabajos que aceptaba, pero jamás habría hecho una concesión como esa con nadie.

El simple hecho de haber hablado con Hayate ya era una concesión.

− Yo insistí en que esa posibilidad no existía,− concluyó Hayate y Rein vislumbró una pizca de la determinación y certeza con la que la Coronel seguramente había dicho esa frase, − Le dije que ya había puesto mi vida en tus manos antes, que confiaba y creía absolutamente en tí…Al punto que me quedaría ahí para observar el enfrentamiento solo para evitar que, al vencerlo, tomaras su vida; porque eso era lo único que me preocupaba. No que perdieras, sino que mataras por mí…

Rein sintió como si algo pesara mucho en su pecho con esa revelación y no podía entender por qué le afectaba tanto.

− Ahora sabes que si perdía, hubiera tenido que…

Hayate sin embargo no la dejó continuar, poniendo de inmediato sus dedos sobre los labios de Rein.

− No perdiste…y a mi no me gusta atormentarme con "que hubiera pasado si…" cuando esa posibilidad jamás sucedió…Tomo mis decisiones y asumo las consecuencias de ellas, Rein…eso es todo. Y por lo que puedo ver hasta el momento, tú haces lo mismo y no puedo decirte cuánto me gusta que nos parezcamos en eso,− dijo Hayate ahora acariciando los labios de Rein, − Es como saltar al vacío sin red de seguridad, tienes que tener la certeza de que llegarás al otro lado del abismo. No hay segundas oportunidades. No podemos arriesgarnos a dudar, a titubear o a dejar que el miedo tome el control de nosotros, ¿o es que tu llegaste a ese enfrentamiento pensando que ibas a perder?

Rein respondió la pregunta de Hayate tomando la mano que acariciaba sus labios y jalando a Hayate posesivamente para fundirse en un beso apasionado. Como si de pronto esa gigantesca barrera que contenía su emoción hubiera explotado en millones de pedazos. El beso fue tan intenso y profundo, tan desbordado que un par de minutos después, ambas estaban arrancándose la ropa para acoplarse ahí sobre la manta, fusionándose en una unión casi desesperada.

Los sonidos de sus sesión amorosa llenaron el bosque como si fuera una repentina tormenta eléctrica de verano e igualmente intensa y salvaje.

Rein se dejó llevar por esa pasión sin restricciones, devorando los labios de Hayate, friccionando sus centros y estrujándola de una forma casi dolorosa que la Coronel encontró arrasadora y liberadora a la vez; como si a través de esa extenuante e intempestiva unión pudieran decirse todo acerca de sus vidas, respecto a quienes eran y cómo se sentían, y ninguna palabra más fuera necesaria.

Hayate descubrió que ESA era la Rein que había querido ver y sentir desde que la Teniente se había instalado en su mente al punto que no podía dejar de pensar en ella.

Cuando Rein terminó sobre Hayate, sudorosa y jadeante pese al frío de la mañana, la Coronel las cubrió a ambas con los extremos de la manta y se quedaron así, abrazadas nuevamente en silencio.

Las dos estaban tan exhaustas después de tantas emociones y sesiones sexuales que tras besarse largamente, se quedaron dormidas sin darse cuenta, casi hasta el mediodía.

Hayate despertó primero a causa del frío ya que el calentador se había apagado en algún momento de la mañana cuando sus reservas de energía se agotaron. La Coronel, acurrucándose más cerca del cálido cuerpo de Rein y entre sus brazos, la despertó.

Aunque el sol estaba ya alto en el cielo, ahí en su pequeña cúpula boscosa estaba sombreado y fresco, tan solo con algunos ramalazos de luz dorada.

La mirada carmesí de Rein se encontró con la azul de Hayate, quien le sonreía.

− Me encantaría quedarme así todo el día, especialmente si regresamos a la cama,− dijo Hayate todavía sonriendo, − Este lugar me fascina pero creo que la cama será más cálida y…suave…

Rein tragó.

− Hey,− dijo Hayate incorporándose un poco entre los brazos de Rein, para aclarar, − No quiero presionarte a nada…pero ya te lo dije antes, quiero saberlo todo sobre tí…

Hablar no era exactamente el fuerte de Rein. Y menos sobre los temas tan álgidos que Hayate le lanzaba así, como si nada.

Y menos aún lo era tener relaciones con las personas.

Si, el sexo que habían tenido había sido espectacular pero ambas sabían que lo que habían sentido no era "solo sexo"...Eso era lo que Rein tenía con las mujeres a las que pagaba para satisfacer sus deseos físicos. Incluso ella podía darse cuenta que lo que había tenido con Hayate era algo…diferente.

− No soy la persona indicada para usted, Coronel…en ningún aspecto de su vida,− dijo finalmente Rein y trató de incorporarse en busca de su ropa.

− ¿Por qué?...− insistió Hayate tomando a Rein del brazo con firmeza para evitar que se alejara. La manta que las cubría mientras estaban recostadas, se había deslizado para dejar al descubierto el torso desnudo de ambas, pero a Hayate no podía importarle menos su desnudez o el frío. Nada era más frío que ver a Rein alejándose de ella, − Dime Rein, dime ¿porque insistes en tratarte como si fueras la peor criminal del planeta y te avergonzaras de lo que eres?...No voy a tratarte de esa forma NUNCA…y no voy a aceptar que te alejes si no me respondes…

Rein contuvo la respiración.

Ella no era una persona ególatra o soberbia; sabía lo que podía hacer mejor que nadie, mejor que todos. Por eso se había esforzado para no destacar en la academia, aunque ese esfuerzo por pasar desapercibida se había ido al caño cuando llegó al campo de batalla y conoció la muerte.

Ahí no había manera de esconderse porque la menor duda te conducía irremediablemente a la muerte. Ahí no había tenido alternativa más que ser, lo que verdaderamente era, en toda su magnificencia.

Duke nunca la había hecho sentir avergonzada por su habilidad.

Ni siquiera en la Unidad Aerotransportada, las órdenes de Kimblee y Archer o las actitudes de sus compañeros la habían hecho sentir vergüenza de lo que hacía y la eficiencia con la que podía hacerlo.

− Eres un soldado de élite, Rein,− agregó Hayate aún sin soltar su brazo, − Has cumplido órdenes de individuos que eran unos corruptos bastardos, pero eso no es lo que te determina.

Entonces, al verse reflejada en la hermosa y brillante mirada azul de Hayate, Rein lo entendió.

Y cerró los ojos para ocultar su sorpresa y su alivio.

Hayate tenía razón y nunca se habría dado cuenta de otra manera.

Se sentía avergonzada y esa vergüenza era mucho más antigua que sus acciones en la Unidad Aerotransportada, en todas las misiones que había realizado como militar o incluso, que todo el entrenamiento al que Duke la había sometido para convertirla en el instrumento mortal perfecto.

Era una vergüenza con la que había nacido.

Que Hayate pudiera ver con esa profundidad dentro de ella, le aterraba. Especialmente, porque esa vergüenza relucía sin poder ser escondida ante alguien con una esencia tan incorruptible como Hayate.

Por ello, respiró profundamente un par de veces antes de abrir los ojos para enfrentarse nuevamente a esa implacable mirada azul.

− Kimblee, Archer, Duke…todos mis compañeros de la aerotransportada…Todos los militares que estamos en misiones de guerra, hemos matado. Todos los que matamos a otro ser humano, somos tocados por una oscuridad que nos deja una huella Coronel, incluso si lo hacemos cumpliendo órdenes…¿Usted ha matado a alguien alguna vez?...¿Incluso si era su deber hacerlo?

Hayate asintió lentamente.

− Alzus, fue la primera vez para mí,− enfatizó Hayate recordándole a Rein que durante el asedio al hospital ella también había disparado contra los insurgentes que los asediaban, − Y tienes razón, matar no es algo que nos deje incólumes…Yo temblé toda la noche después de que me dejaste en el hangar…Pero insisto, eso no nos hace malos…

− Así es,− afirmó Rein, su voz y su mirada endureciéndose de pronto. Nunca en toda su vida había pronunciado esas palabras y se sentía como si estuviera a punto de vomitar una piedra gigante, − Todos hemos matado, pero hay una diferencia entre matar…y asesinar…y le aseguro que no quiere conocerla.

Rein desvió la mirada de la expresión desconcertada de Hayate.

− ¿Qué es, Rein?, ¿qué es eso que te atormenta de esa manera?... Te lo dije antes y lo reitero, NADA, nada de lo que puedas decirme cambiará lo que sé de tí y lo que puedo ver de la persona que eres…

Rein volvió a mirar a Hayate a los ojos y se preguntó cuántas veces más…¿Cuántas veces más esa joven mujer la haría saltar al vacío?

− Asesiné a alguien por primera vez cuando tenía ocho años,− dijo Rein con una mirada opaca y terrible, forzándose a sostener la mirada de Hayate, − Y esa persona…era mi padre…

La expresión de Hayate sin embargo, no cambió ante esa revelación cómo Rein esperaba.

La Coronel estaba sin duda golpeada por esa información, pero no había en su mirada nada de lo que Rein había esperado ver. No había horror, ni miedo; no había esa ofensiva "sorpresa" de quién se sabe y se siente moralmente superior, no había ni siquiera asco o decepción.

Lo único que Rein podía ver en el fondo de esos insondables ojos azules, era una indescriptible tristeza.

Finalmente Hayate echó los brazos intempestivamente al cuello de Rein y la estrechó con tanta fuerza que la Teniente sintió que no podía respirar por varios segundos. Demasiados, hasta que finalmente el agarre en su cuello se aflojó y Hayate se separó lentamente pero no la soltó.

− Si tuviste que hacer eso a esa edad,− dijo Hayate con la voz ligeramente quebrada, sin dejar de mirarla y de acariciar el rostro de Rein, − Tengo la total certeza que fué por una buena razón…y no sabes lo que daría porque no hubieras tenido que pasar por eso…Nadie debería tener que pasar algo así…

Hayate la jaló nuevamente pero esta vez para besarla con tal cuidado y ternura que una lágrima, una sola, se deslizó por la mejilla de Rein.

− X −

La ceremonia de ascensos estaba pactada para las cinco de la tarde por lo que, tras su estancia en el bosque, Rein y Hayate regresaron a la cabaña familiar Yagami y para decepción de la Coronel, no pudieron regresar a la cama. Prepararon un desayuno muy tardío del que Hayate se hizo cargo con gran habilidad y se prepararon para regresar a la ciudad.

Durante todo ese tiempo, Hayate no volvió a mencionar ninguna de sus conversaciones, ni hizo más preguntas, pero fue todo el tiempo atenta y cariñosa con Rein. Entre las dos, ya sea platicando de algún tema irrelevante o simplemente disfrutando de sus presencias en silencio; prepararon todo, comieron y limpiaron.

Hayate ya tenía en su auto el uniforme de gala que debía usar para la ceremonia, pero Rein aún tenía que cambiarse así que con cierta reluctancia, decidieron que la Coronel la dejaría en el departamento de Riza Hawkeye donde Rein se estaba quedando y se encontrarían en la explanada del Campo Militar donde se llevaría a cabo la ceremonia por la tarde

Cuando salieron de la cabaña, Rein se quedó durante varios segundos contemplando la imagen que Hayate ofrecía en su uniforme ya con su nuevo rango y las condecoraciones que había recibido por diversos méritos. Pese a la notable juventud de la Coronel y a que no era físicamente imponente, irradiaba un aire que comandaba autoridad y serena certeza.

Observándola, Rein apenas podía creer que una mujer con esa presencia hubiera sido suya de una forma tan íntima y total como lo había sido.

Desde que habían iniciado el regreso a cabaña después de su visita al bosque, algo había cambiado entre ellas, pero no para mal como Rein había esperado.

O temido.

Era algo que no podía describir con palabras pero lo más cercano que se le ocurría para describirlo, era como… si se hubieran "conectado". Y no solo por la forma como se habían ido acercando físicamente. Era como si se hubieran conectado en un plano que estaba más allá de lo meramente físico.

− ¿Ve algo que le agrade…Teniente?,− dijo Hayate con un todo divertido y levemente provocador después de cerrar la puerta y encontrarse a Rein devorándola con la mirada.

Rein terminó de admirarla sin prisas hasta que sus ojos se encontraron con la mirada azul.

− Mucho,− respondió con una voz ronca y sensual que le causó un estremecimiento a Hayate.

La Coronel se aproximó a Rein y aunque no la besó, si se detuvo a centímetros de ella para acariciar su brazo.

− Tal vez después de la ceremonia podemos retomar los planes que se nos quedaron pendientes ayer…,− sugirió Hayate con voz suave observando fascinada como la mirada carmesí de Rein se oscurecía de deseo.

Sentirse de esa forma era totalmente inesperado para Rein.

Especialmente por el hecho de que llevaba más de veinticuatro horas con Hayate.

Eso no era lo raro.

Sin duda, había pasado mucho más tiempo con otras personas. Completos extraños con los que se había visto obligada a convivir muy cercanamente durante las campañas. Había pasado no horas, sino días enteros en compañía de Duke… Entrenando. Pero jamás había pasado tanto tiempo con alguien…de la forma que lo había hecho con Hayate.

Hablando de primeras veces, esa SI que era una primera vez para ella.

− Ven,− dijo Hayate sonriendo al ver todo el cúmulo de emociones que su propuesta había provocado en el rostro de Rein, − Lleguemos con tiempo para dejarte ya que después, debo pasar a recoger a mi amiga Fate.

El viaje de regreso a la ciudad no fué tan rápido como cuando lo hicieron durante la noche pasada pero todo fué fluido y tranquilo.

Había un tema que Hayate había dejado pendiente desde el día anterior pero dado que pronto Rein conocería a muchas personas cercanas a su vida, la Coronel sabía que debía tocarlo sin más demora.

A raíz de eso, Hayate descubrió otra cualidad de Rein. Ella ya sabía que la Teniente era prodigiosamente inteligente y capaz. Pero en ese momento, también descubrió la enorme capacidad de enfoque y concentración que tenía.

Tan pronto le dijo que muy a su pesar, debía comentarle algo relacionado un tema profesional, Rein se enfocó en ello de inmediato.

− Por supuesto, Coronel,− dijo de inmediato y si no hubiera estado sonriendo como lo hacía, solo por su tono, Hayate habría creído totalmente que se dirigía a ella de forma profesional.

− Nadie sabe que estuve en Alzus,− inició Hayate directa y al punto.

La única reacción de Rein fue arquear una ceja casi imperceptiblemente.

− Mi familia y mis amigos más cercanos como Fate, saben que participé en una investigación militar que involucraba varios países pero para todos los fines oficiales, yo estuve siempre en Osea…En una aburridísima oficina gubernamental,− agregó Hayate apartando por momentos su mirada del camino para mirar a Rein, − De hecho, para los registros "oficiales" del ejército de Midchilda, yo nunca estuve en Alzus.

− ¿Cómo?,− preguntó Rein, − Pero, la investigación…

Hayate asintió.

− Yo presenté las pruebas, armé todos los registros documentales, en resumen fui el oficial de enlace a cargo de los procedimientos de investigación…pero muy pocas personas saben que yo estuve personalmente ahí…Eso fue algo, gestionado por así decirlo, a través de la Armada y especialmente, por TSAB.

Rein había escuchado del Buro de Táctica y Estrategia y sus magnas funciones transversales en todo el sistema de seguridad y defensa Midchildiano, pero nunca se había parado a pensar en sus atribuciones y en su poder real. En Osea no existía nada más que las fuerzas de defensa.

− Pero tenías el máximo nivel de acreditación de seguridad…,− apuntó Rein todavía procesando las implicaciones de la información que Hayate le daba.

− Para esa misión,− aclaró Hayate, − Y solo de forma temporal…Yo no trabajo para inteligencia del Ejército, tuve una asignación especial con Estado Mayor Conjunto pero mi acreditación fue extraordinaria. Una misión clasificada por así decirlo, del Almirante Graham en la que fuí… seleccionada.

Rein se quedó por un momento con el ceño fruncido mirando a Hayate mientras llegaba a la conclusión que no le gustaba para nada.

− Pero entonces…¿si algo te hubiera pasado en ese operativo del hospital….?,− preguntó la Teniente dejando la frase sin terminar.

Hayate meneó la cabeza y suspiró.

− Hubiera metido en graves problemas a mis jefes,− reconoció la Coronel sin dejar de mirar el camino, − Pero como te dije antes, no me gusta pensar en lo que NO pasó…El punto más importante es…No puedes decirle a nadie que nos conocimos en Alzus.

Rein se encogió de hombros. Administrar la gestión y dosificación de información nunca había sido un problema para ella.

Además dudaba mucho que alguien le preguntara algo TAN específico.

− Puedes decir que nos conocimos durante la investigación Osea o aquí, en Midchilda,− concluyó Hayate, − ¿Eso sería un problema para tí?

− En lo absoluto,− afirmó Rein sin dejar de mirar el perfil de Hayate, − No es de la incumbencia de nadie donde o cómo nos conocimos.

Hayate se volvió para mirarla brevemente con una sonrisa cálida y separó su mano del volante para acariciar el muslo de Rein.

− Dices eso porque aun no conoces a mi familia,− dijo la Coronel mientras Rein sentía un cálido e involuntario estremecimiento que se extendió desde la mano de Hayate hasta su entrepierna, − Y mucho me temo que eso no es todo…

El arco de sorpresa en las cejas de Rein se hizo más pronunciado mientras observaba a la Coronel, esperando.

− Después de que la investigación de la Aerotransportada terminó, fui "asignada" a "otras misiones"...si bien no similares a los terribles casos de Járkov y Alzus, si tuve un poco más de experiencia…"de campo"...− a Rein no le pasó desapercibido el énfasis que Hayate puso en ciertas frases y especialmente, la enorme sonrisa que tenía al compartir esa información con ella, − La verdad es que…después de conocerte, sentí que quería saber más sobre la vida militar "activa" y participé asistiendo en varias investigaciones….

− No me digas,− dijo Rein entrecerrando los ojos para mirarla, antes de afirmar, − Eso…tu familia tampoco lo sabe…

Hayate sonrió pícaramente, asintiendo.

− Aunque no entiendo porque me dices eso,− inquirió Rein, − Yo no lo sabía y no es algo de lo que pueda hablar, mucho menos a tu familia…No nos habíamos visto desde hace meses.

− Si…así es,− reconoció Hayate mirando a Rein todavía con una sonrisa pero con cierta cautela en su mirada, − Te lo digo porque quiero que lo sepas, ahora no es el momento pero quiero contarte todo lo que viví esos meses…en realidad, quiero que sepas todo sobre mí…Quiero que seas la única que sepa todo acerca de mí…¿Eso te incomoda?

Rein tragó y aguantó la mirada de Hayate preguntándose qué era eso que sentía con esa afirmación y con esa pregunta de Hayate.

Y por primera vez en su vida, sintió que no le incomodaría saber sobre la vida de Hayate.

O que Hayate supiera sobre su vida.

Encontrarse con esa especie de paz interior ante la perspectiva fue sorpresivo, pero no desagradable.

− No…no me incomoda,− respondió Rein seria pero con algo flotando en su mirada que hizo ensancharse nuevamente la sonrisa de Hayate.

Eso hizo que Hayate se lanzara a hablar nuevamente sobre sus hermanos, especialmente los militares.

− Tengo la certeza de que les vas a encantar…

Rein nunca se había preocupado por la reacción que producía en las demás personas. Siempre había sido totalmente inconsciente de ello y aunque lo hubiera sabido, no le habría importado. Por ello no sabía cómo sentirse con esa certeza de Hayate de que "su familia" la recibiría con tal entusiasmo.

− Todas las personas que significan algo para mí estarán en la ceremonia,− continuó Hayate con una sonrisa, − Y casi todas están relacionadas con las fuerzas armadas o con TSAB, lo cuál hace que el grupo sea un poco "sui generis" pero creo que a diferencia de otras personas a quienes eso les agobia, a tí también te gustarán.

Rein tampoco se había parado a ponderar qué personas "le gustaban" o qué era lo que le gustaba respecto a ellas. Podía considerar la posibilidad de que le gustara pasar tiempo con Kohaku…pero Duke… Aunque llegaron a pasar mucho tiempo juntos, Rein no sabía cómo podía definir si él o alguna otra persona "le gustaba" o no.

Lo mismo le sucedía con Riza Hawkeye o con Sophia Valmet, sin embargo si podía identificar esas diferencias en sus interacciones.

La Teniente decidió mantenerse en un tema más seguro.

− No has mencionado a tu hermana menor,− quiso saber Rein preguntándose si sería demasiado invasivo preguntar algo más concreto a todo lo que Hayate ya le había contado.

− Vita llegó con nosotros cuando nuestros padres ya habían fallecido,− explicó Hayate poniéndose seria de pronto, − Nuestros padres eran muy amigos de los suyos y de toda su familia, al punto que fueron los padrinos de sus hermanos mayores. Vita y su familia vivían en Járkov. Todos fueron asesinados durante la primera guerra civil y ella sobrevivió milagrosamente…Ella no tenía a nadie más así que nuestro tutor la trajo a vivir con nosotros como nuestra hermana, gracias a que mis padres ya habían dejado varias instrucciones preliminares.

Así Rein supo que el Almirante Gil Graham que ella había conocido brevemente en Alzus, había sido el tutor legal de Hayate y sus hermanos a la muerte de sus padres.

Y que el mencionado Almirante ocupaba una importante posición en TSAB.

− Ya que ese tema toca más que solo tangencialmente el punto de "mi precio" de la noche pasada, también debo decirte a qué me refería con ese ofrecimiento,− dijo Hayate mientras hacía algunos ajustes en su mapa de navegación para llegar al departamento de Riza Hawkeye, − TSAB está teniendo una reorganización interna y se está abriendo una nueva división de investigaciones. Hay una posición que me interesó mucho y para la que apliqué; exitosamente, debo añadir.

Rein asintió aún sin entender qué tenía que ver eso con ella.

− Tengo la impresión,− continuó Hayate, − Que tu ciclo en las fuerzas armadas, como militar de operaciones, ha terminado.

Esa afirmación de Hayate, nuevamente, tomó por sorpresa a Rein y tuvo que hacer la pregunta.

− ¿Qué te hace pensar eso?

− La forma cómo encaraste el procedimiento de investigación…Parecía como si no te importara nada, especialmente nada respecto a tí y a tu carrera militar. Parecías dispuesta a perderlo todo con tal de detener a Kimblee.

En ese punto Rein meneo la cabeza.

− Detener a Kimblee era secundario,− y cuando se dió cuenta de lo que estaba a punto de decir se interrumpió de pronto, hasta que se encontró con la mirada inquisitiva de Hayate, − Ya te lo dije, no quería que esa clase de monstruo tuviera la más mínima oportunidad de hacerte daño.

Hayate sonrió y aprovechando que estaban en una luz roja y ya casi llegando al centro de la ciudad, extendió una mano para acariciar el rostro de Rein.

− Justo de eso va la nueva Sección que dirigiré,− explicó Hayate, − La Sección Seis integrará equipos de investigación dedicados a esclarecer crímenes violentos; crímenes que rebasan el ámbito de las policías estatales o incluso de la policía federal. TSAB como tal vez sepas, incorpora elementos de las tres fuerzas armadas y también entrena a sus agentes dedicados. Es una organización única en su tipo que compila lo mejor de lo mejor de la milicia y la investigación federal. Cuando un efectivo del ejercito o de la armada se une a TSAB, sus privilegios militares como su rango, su antigüedad, reconocimientos y méritos se mantienen. No tienes que volverte civil. A menos de que así lo decidas.

Hayate le explicó de forma concisa a Rein al ámbito de acción de TSAB y el alcance que se estaba pensando para la jurisdicción de esa nueva Unidad.

− Entiendo todo eso Hayate,− apuntó Rein con mucha calma, − Pero aún no me dices que hará esa nueva unidad que vas a dirigir, no entiendo qué valor piensas que puedo aportar a ella.

En ese instante Hayate se detuvo en la puerta del edificio de departamentos donde vivía Riza Hawkeye por lo que pudo volverse para mirar fijamente a Rein.

− La Sección Seis va a dedicarse a una sola cosa Rein…cazar monstruos…Nos enfocaremos en atrapar asesinos seriales… y tengo la impresión de que no hay nadie en el mundo mejor que tú.

− X −

− Rayos Force!...Ya es tardísimo, si no te apuras pasaremos la vergüenza de llegar cuando la ceremonia ya haya comenzado, ¿seguro que quieres que tu cita de ayer se enoje por eso?

Pese a ese ácido comentario de Riza, Rein tenía perfectamente claro cuanto tiempo había transcurrido desde que había llegado al apartamento y cuánto tiempo les tomaría llegar hasta el sitio de la ceremonia.

Riza lo que quería en realidad, era molestarla.

Más aún porque Rein no había soltado prenda respecto a cómo había sido su "reunión" (porque no había sido una cita), con la Coronel Yagami.

− No fué una cita,− enfatizó Rein secamente por quinta ocasión.

− ¡Pero si te fuiste todo el día!,− exclamó Riza, − Ni siquiera regresaste a dormir y hoy apareces hasta esta hora, ¿con ropas diferentes a las que tenías ayer?

− Fui de compras,− alegó Rein encogiéndose de hombros mientras se ponía la chaqueta del uniforme de gala para quedar prácticamente lista para salir…a diferencia de sus acompañantes.

Riza rentaba y compartía un departamento en la zona centro de Midchilda, cerca del complejo de Defensa donde estaba asignada desde hacía algunos meses con el equipo del Teniente Coronel Maes Hughes. Y por supuesto, seguía siendo muy cercana, tanto profesional como personalmente con Roy Mustang.

− Ok, fuiste de compras…¿en la noche?,− insistió Hawkeye.

− Pasé la noche en el burdel,− mintió Rein con semblante imperturbable, − Nunca había ido a uno en Midchilda y me pareció la oportunidad perfecta…No sabía que tenía que pedir tu permiso…

Riza meneó la cabeza con gesto desaprobatorio. No le escandalizaban esas "selecciones" de la Teniente, pero seguía sin comprender porque su amiga seguía prefiriendo los burdeles a una interacción personal.

Además, ella estaba segura de que la Coronel Yagami estaba muy interesada en Rein.

Y no era la única, pensó mirando a su atractiva "roommate".

− Riza, deja tranquila a Rein,− dijo Vladilena, la nueva y flamante compañera de departamento de Hawkeye quien era una joven muy guapa, alta, de piel blanquísima, cabello rubio platinado casi blanco y unos ojos azules tan claros que parecían casi plateados, mientras se asomaba rápidamente por la puerta de su cuarto para mirar de forma ligeramente sugestiva a Rein, − …A mi me da mucho gusto que se haya divertido, sea cual sea su elección de diversión, lo importante es divertirse…Debería mostrarme ese lugar Teniente, la verdad es que conozco muy poco aún sobre Midchilda.

Para sustentar el monto de los gastos de una forma más holgada, Riza había decidido compartir con otra colega militar. Vladilena Milizé era una ex-militar y refugiada yuktobana que recientemente había obtenido la ciudadanía midchildiana

Rein quien ya estaba lista, se irguió y decidió no profundizar en ese comentario de Vladilena.

− Ya estoy lista Hawkeye, ¿ves? Ahora quién está retrasada eres tú.

El apartamento de Riza tenía dos recámaras, era amplio y estaba muy bien distribuido entre los diferentes espacios. Rein había insistido en quedarse en el sofá para dormir la primera noche y no molestar a su ex-compañera de campaña. Por eso, en esos momentos ya estaba lista para salir, apoyada en uno de los mullidos sofás de la estancia desde donde sostenía su unilateral conversación con Riza y Vladilena quienes corrían de un cuarto a otro y al baño por todos los implementos que necesitaban.

Y eso que asistirían a la ceremonia en uniforme.

Vladilena finalmente, terminó primero que Riza y se unió a Rein en la estancia.

Por el uniforme y los galones Rein pudo observar que la joven también estaba en el Comando Central de la División de Operaciones del Ejército de Midchilda con el rango de Teniente Primero.

− ¿De que parte de Yuktobania eres?,− preguntó Vladilena así sin más barriendo a Rein de pies a cabeza.

Rein no se movió ni un ápice de su posición apoyada en el sofá con los brazos cruzados.

− No soy yuktobana,− respondió Rein sin mirarla, − Soy Oseana.

Vladilena cruzó los brazos y apoyó su cadera en el extremo del sofá donde Rein estaba.

− Hmmmm….probablemente tengas nacionalidad Oseana, pero yo podría jurar que tu ascendencia corresponde a alguna de las repúblicas yuktobanas más boreales,− explicó Vladilena para después señalarse de cuerpo entero, − La "larga noche" nos dá ciertos rasgos inconfundibles que no están presentes en ninguna otra parte del mundo…

Rein miró de reojo a la chica.

Salvo por los particulares ojos carmesí de Rein, compartían muchos otros rasgos físicos que cuando estaban juntas, eran imposibles de obviar.

− Soy adoptada,− dijo Rein con tono seco, − Desconozco donde nací o quienes fueron mis padres biológicos.

− Una prueba de ADN especial te podría ayudar a rastrear tus orígenes,− continuó Vladilena con una sonrisa, − Ahora tengo una asignación en un proyecto de investigación militar especial, estoy segura que en el Centro estarían muy interesados en probar su algoritmo con un caso como el tuyo…

Antes de que Rein pudiera negarse, Riza finalmente se unió.

− No te había dicho pero Vladilena no es solo una militar, Rein,− explicó Riza tomando un par de cosas de la mesa de la entrada, − Es una matemática excepcional aunque ella no lo admita, por eso está fungiendo como enlace con el Centro Internacional de Investigaciones Moleculares y Biomédicas, tiene una tarea súper importante…

− Interesante,− cortó Rein de la forma más parca posible, mientras las tres se dirigían para salir del departamento, − Pero no, gracias.

Tras eso las tres se dirigieron al pequeño automóvil de Riza y Rein se enfocó en otros temas, claramente no queriendo hablar más sobre ella. Y lo que menos quería, era la atención de la nueva compañera de apartamento de Riza, quién sin embargo, no se dió por vencida y habló todo el camino sobre Vladilena.

La yuktobana había sido investigadora militar en su país y había llegado apenas seis meses atrás a Midchilda, en calidad de refugiada política. Dado su impecable currículum y reconocimientos militares, el Comando Central la asignó de inmediato a la División de Maes Hughes donde, por lo que Rein podía ver, ya se había ganado ya a todos, incluyendo a Riza Hawkeye.

Vladilena por su parte, no pudo investigar más acerca de Rein como quería pero ella no se daba por vencida con facilidad.

Nunca había fallado en una misión. Sin importar cuánto tiempo le llevara, ella siempre conseguía sus objetivos y Rein, era una sola de las metas que tenía en mente.

− X −

− Entonces, ¿ya tienes claro todo lo que tienes que decir si hace falta?

La agente Fate Testarossa Harlaown miró su reloj por quinta vez desde que se había subido al automóvil de su amiga Hayate Yagami y después se volvió para mirar a la susodicha amiga.

− Demonios, Hayate ¿no puedes ir más lento?,− exclamó Fate pensando que a ese paso no iban a llegar tarde, sino tardísimo, − Además…¿porque les dijiste a los chicos que estamos juntas desde ayer?...¿Eres una adolescente acaso?

− Les dije eso porque tiene que ver con una misión especial que me fue encomendada por Graham de la que no puedo hablar,− respondió Hayate sin inmutarse y sin aumentar la velocidad, − Y tú eres la única persona en la que puedo confiar absolutamente, Fate querida; no quiero preocuparlos, si les digo que estoy contigo ya todo lo demás está sobreentendido y no tengo que dar más explicaciones… Por otro lado, no todos somos amantes de la velocidad como tú, habemos personas que apreciamos nuestra seguridad Agente Testarossa. Deberías aplicar todo ese entusiasmo para aprobar el maldito examen de Enforcer, ¡necesito que te gradues ya!...¿Cuántos intentos llevas? ¿Tres?

Hayate dijo todo lo anterior con una sonrisa y su encanto natural intacto, ante lo cual Fate bufó y se revolvió en su asiento.

− ¡Dos!..."Sólo" he presentado dos exámenes y es realmente difícil, no es como si fuera el mismo cada vez ¿sabes?,− se defendió Fate indignada antes de darse cuenta de algo que su amiga había dicho, − Espera…¿una "misión" de Graham?…¿de la que no puedes hablar?...¿Otra vez?...¿En qué diablos te estás metiendo, Hayate?

La sonrisa de Hayate se ensanchó.

Fate era adorable.

Siempre lo había sido.

Conocía a Fate desde que ambas tenían cinco años y desde pequeña Fate había sido seria, distante y hasta un poco hosca. En la adolescencia se instaló en su rol de "chica ruda" lo cuál, siendo lo adorable que era, (al menos con ella), la hacía aún más adorable.

Y para rematar, como la exquisita cereza de un pastel ya de por sí, exquisito, su amiga se preocupaba verdaderamente por ella.

− Esta misión no es tan delicada como las otras Fate, solo es preciso mantener la discreción un poco más,− concluyó Hayate, − Hoy después de la ceremonia ya podremos hacer el anuncio, ¿Lindy y Clyde vendrán?

− Por supuesto, no podrían perderse el acontecimiento,− terció Fate mirando a su amiga con verdadero aprecio. Toda su familia celebraba con orgullo la meteórica y exitosa carrera de Hayate. Lindy siempre había dicho, desde que eran unas niñas que Hayate sería una estrella.

Pese a los malos augurios de Fate, llegaron con tiempo suficiente para estacionarse y llegar a la ceremonia sin correr. Incluso pudieron intercambiar varios saludos con todos los conocidos con los que se cruzaron y después encontrarse con la extensa familia de Hayate que ya las esperaba en sus lugares designados.

Fate volvió a sorprenderse de la cantidad de personas que conocían a Hayate y que la felicitaban por convertirse en la Coronel más joven de la historia del ejército de Midchilda.

La ceremonia tenía lugar en la verde explanada del recinto principal del Departamento de Defensa que para tal fin, había distribuido al menos un par de centenares de blancas sillas plegables, algunas mamparas y un templete militar.

Para el momento en que se anunció el inicio de la ceremonia, prácticamente todas las sillas estaban ocupadas y Hayate se volvió para buscar a Rein. Encontrarse con la mirada carmesí fija en ella unas filas más atrás de la posición donde se encontraba, no la sorprendió.

Lo que sí la sorprendió un poco, fue que pudieran identificarse de forma tan precisa en medio de esa cantidad de gente.

La ceremonia fue corta pero emotiva. Junto con Hayate, recibieron sus nuevos rangos y menciones otros coroneles y oficiales de menor rango ya que los Generales, recibían sus rangos en una ceremonia especial y dedicada.

− La fiesta para mi siguiente ascenso será mucho mejor,− le dijo Hayate a Fate cuanto todo terminó y los asistentes empezaron a separarse en grupos para la celebración posterior.

La explanada del Departamento de Defensa era un amplísimo espacio verde, con pasto y arboles distribuidos donde además de las sillas y el templete militar se habían instalado varias carpas con mesas de comida y áreas de reunión donde los militares y sus familias podrían convivir.

El grupo de Hayate era por mucho el más numeroso, ya que además de sus cuatro hermanos, pronto llegaron más personas a felicitarla y a sumarse a la celebración familiar Yagami. Los primeros fueron los padres de Fate, Clyde y Lindy Harlaown, así como su hermano Chrono quién no mucho tiempo atrás había contraído matrimonio con la asistente de Lindy, Amy y ya esperaban a su primer hijo.

Tal y como sucede en todas las reuniones de familias numerosas, en diez segundos ya todos se saludaban efusivamente y hablaban al mismo tiempo.

Aún así, Hayate no perdió de vista a Rein y tras recibir los primeros abrazos de la familia Harlaown, se excusó rápidamente diciéndoles que seleccionaran la carpa de su elección mientras iba por alguien que quería presentarles.

Fate y su hermana Shamal, intrigadas, la siguieron con la mirada hasta un grupo de altas chicas militares, muy atractivas.

− Familia,− anunció Hayate llamando la atención de todos cuando llegó hasta la carpa donde las familia Yagami y Harlown se habían acomodado, − Les presentó a la Teniente Rein Force, ella estuvo asignada conmigo durante la misión que me asignaron en el Estado Mayor Conjunto en Osea y quiero decirles que no habría podido terminarla con éxito sin ella. Su apoyo fue no sólo instrumental…sino indispensable.

Todo lo anterior Hayate lo había dicho mirando alternadamente a los diferentes miembros de su familia, incluyendo la familia de Fate que ella consideraba también como suya y a Rein, quién hizo su mayor esfuerzo para no ruborizarse.

No le gustaba para nada ser el centro de atención y Hayate acababa de ponerle un reflector encima de la cabeza. Todos la miraban con atención y algo parecido al asombro.

− Además, quiero decirles que Rein es una extraordinaria piloto y una increíble francotiradora… − continuó Hayate provocando que todos miraran a Rein con aún más interés, − Y por ello quiero aprovechar que estamos todos reunidos porque tenemos varias cosas que celebrar: TSAB está llevando a cabo una reestructuración de sus Secciones Especiales y me han ofrecido la Dirección de una de las nuevas Unidades especiales de Investigación…a partir del año entrante, seré la Directora de la Sección Seis bajo el mando de la Almirante Lindy Harlaown y la Directora Carim Gracia…

Rein observó cómo los rostros de todos se iluminaban y se miraban entre sí, y ya estaban a punto de lanzarse a una nueva orgía de abrazos y comentarios simultáneos cuando Hayate llamó nuevamente la atención de todos.

− Esperen un segundo,− dijo soltando el brazo de Rein que había sostenido hasta ese momento para levantar ambas manos y detener a todos, − Ahora ya comenzamos con toda la celebración en forma, solo falta el anuncio más importante…Los primeros miembros de mi equipo serán la Agente y esperamos, futura Enforcer, Fate Testarossa Harlaown y…La Teniente Force…

− X −

Rein se sorprendió muchísimo ante el intempestivo pero lo que más sorpresa le causó fue no sentirse enojada.

Y tampoco es que hubiera tenido tiempo.

Tan pronto Hayate dijo la última frase ya todos se lanzaron a felicitar y abrazar a la recién nombrada Coronel… y a saludarla a ella.

El primero que se plantó frente a ella fue un hombretón musculoso de más de uno noventa de estatura, con rango de Teniente y cuyo físico le recordó poderosamente a Duke Togo. Él primero la saludó militarmente de forma muy formal ya que Rein como Teniente Comandante tenía un rango superior y se presentó como Zafira, el hermano mayor de Hayate antes de estrechar vigorosamente su mano.

Pese a su formalidad y cierta rudeza, Zafira le sonrió y más aún, le agradeció profusamente el apoyo prestado a su "hermanita" durante su investigación.

− Hayate no alaba a cualquiera,− le dijo Zafira antes de dejar su lugar a la segunda persona que estaba ya lista para presentarse con ella.

Tan pronto la mole de Zafira se hizo a un lado, Rein se encontró con una situación muy atípica para ella. Unos implacables y fríos ojos azules la miraban prácticamente a la misma altura que los suyos.

Su poseedora imitó a Zafira, saludándola de forma militar primero, para después presentarse como Signum, la hermana mayor de Hayate y estrechar su mano con menos énfasis que Zafira pero con extrema firmeza.

Ambos hermanos mayores de Hayate le produjeron la misma impresión a Rein. No necesitaba preguntar para saber que eran curtidos operativos de campo, capaces y experimentados. Y ambos la miraban de forma tan directa, abierta y honesta, que no la Teniente no pudo evitar pensar en que Hayate había tenido razón.

Ambos les gustaban como personas.

La tercera persona que llegó para saludarla también fué un caso atípico para Rein y no solo porque se encontró nuevamente con una mirada a la misma altura que la suya, sino porque los ojos que la observaban con respeto y deferencia eran carmesí.

− Fate Testarossa Harlaown,− dijo la alta rubia con una voz profunda y profesional, mientras extendía su mano − Soy amiga de Hayate, muchas gracias por cuidar de ella y bienvenida a la familia.

Ellas apenas estaban estrechándose las manos cuando Hayate apareció repentinamente junto a Fate, abrazándose al brazo de la rubia.

− Fate no es solo mi amiga, Teniente,− dijo la Coronel con una sonrisa luminosa, − Fate es mi MEJOR amiga, mi amiga de toda la vida…y compartimos nuestro primer beso juntas.

Rein se mantuvo inmutable con la revelación pero Fate lanzó una exclamación ahogada mientras se volvia para mirar a su amiga con indignación.

− ¡HAYATE!

− Pero Fate, es la verdad…

− ¡Apenas me he presentado con la Teniente!, ¡No puedes llegar a decir eso de las personas así como así!,− argumentó Fate cuyo rostro estaba casi de color morado.

− Ya todos sabíamos eso, Fate,− dijo Zafira igualmente inmutable quién con los brazos cruzados, se había quedado ahí de pie junto a Rein. A él, la Teniente le había causado también muy buena impresión y quería corroborar de primera mano la clase de operativo de campo que su hermana había seleccionado para su equipo en TSAB.

Signum, igualmente de pie junto a ellos, asintió también, − Así es, Testarossa, esa historia es muy antigua ya, ¿que tenían? ¿Diez años?

− ¡Claro! ¡Todo el mundo lo sabe porque Hayate siempre hace lo mismo!,− exclamó Fate quien había pasado del sorpresivo enojo a un tono intenso de rubor.

− Yo por ayudar,− comentó Hayate con indiferencia pero una sonrisa divertida, − No podía dejar que llegaras con toda esa inexperiencia con esa niña, después de todo Kathy era la chica más bonita del salón después de mí…

Rein no pudo evitar sonreír al imaginarse a esa Hayate, tal y como la veía de adulta en esos momentos, pero a los diez años. Si a esa edad ya tenía las mismas cualidades…casi podía sentir un poco de compasión por la Agente Testarossa.

La anécdota de infancia compartida quedó un poco de lado cuando llegó la cuarta persona que quería presentarse con Rein.

Ésta, a diferencia de Signum y Zafira, no la saludó de forma militar. Una joven de mediana estatura y cabello ondulado a la altura de los hombros que le recordó a Kohaku por el tipo de cabello y la dulzura en su expresión, se lanzó directamente a su cuello abrazándola.

− Aguante, Teniente,− dijo Hayate conciliadora notando la mirada de azoro de Rein, − Mi hermana Shamal es así, un poco intempestiva.

Hasta ese momento, Rein supo que la rubia era Shamal, la única de sus hermanos que no era militar sino doctora y estudiante de ciencias.

− Me interesa mucho que Shamal también se una a nosotros en TSAB pero primero tiene que terminar su doctorado…Al igual que Fate, me hace la vida difícil y no se ajusta a mis tiempos,− indicó Hayate.

Durante todas esas presentaciones Rein no había tenido oportunidad de decir mucho y supuso que a eso se refería Hayate cuando decía que su familia era atípica y ecléctica.

Para cerrar las presentaciones familiares, Rein tuvo que inclinarse un poco ya que una seria y formal niña de once o doce años la miraba con suspicacia e interés, extendiendo su mano hacia ella.

Pese a su juventud, su apretón fue determinado y fuerte.

− Vita también quiere seguir la carrera militar,− dijo Hayate ya junto a Rein tomando su brazo, − Así que prepárate para toda la avalancha de preguntas que te va a hacer.

Tras decir eso, Hayate arrancó a Rein del círculo que habían formado sus hermanos para llevarse y conocer a los otros miembros del convivio. Durante esas presentaciones iniciales, muchas más personas se habían unido a su grupo y varios esperaban para saludar y felicitar a la Coronel.

Apenas tenían algunos minutos y aunque Rein no podía decir que se sentía agobiada, si había sido un poco desconcertante ser recibida de esa manera e interactuar con tantas personas.

Hayate le presentó a la familia de Fate, qué así como los Yagami en el ejército, tenían diferentes posiciones en la Armada.

− Bienvenida Teniente Force,− le dijo con una sonrisa cálida y maternal una mujer madura alta y atractiva a quién Hayate se dirigía como "Almirante Harlaown"...Designación que por cierto, también recibieron tanto el padre, como el hermano mayor de Fate.

A partir de ese momento, la sucesión de presentaciones se fusionó también con diversas conversaciones de forma casi interminable para Rein, ya que más y más personas llegaban queriendo saludar a Hayate y las personas a quienes ya había conocido, como sus hermanos, aprovechaban cualquier oportunidad para acercarse y hacerle interminables preguntas.

Como había descubierto desde tiempo atrás Rein descubrió que la mejor manera de responder preguntas era con otra pregunta o dejando que quien preguntara se respondiera solo.

Cuando finalmente Rein pudo tener un respiro y un plato en la mano repleto de comida que Shamal le había servido con gran diligencia, la Teniente sintió una fuerte palmada en el hombro.

− Hey, Force…¿así que nos abandonas por TSAB?

Rein se encontró con la inquisitiva mirada del Mayor Roy Mustang a quien acampañaban el Teniente Coronel Maes Hughes, Riza Hawkeye y Vladilena Milizé.

− Vamos Mustang, tú no la querías en primer lugar,− dijo Hughes haciendo una seña a Rein de que no lo saludara militarmente, − En descanso, Teniente…No le haga caso, yo estoy felíz de que siga en el ejército, se fué por tanto tiempo que pensamos que no regresaría. Además estoy seguro que la Coronel Yagami le ofrecerá una excelente posición.

− Por supuesto, Maes,− atacó Hayate materializandose como por arte de magia junto a ellos, − Por cierto, ¿tu cuando ascenderás a Coronel? ¿Vas a seguir el ejemplo de Fate y a fallar el examen tres veces?

− ¡Dos veces!,− gritó Fate desde donde estaba devorando su plato, − ¡Solo han sido dos malditas veces, Hayate!

− Ustedes no cambian,− dijo Hughes abrazando afectuosamente a Hayate, − Es una lástima que Fate no haya hecho carrera en el ejército o la armada, habría sido un excelente elemento.

− Fate va a ser una agente de élite,− aseguró Hayate, − Mis padres quieren saludarte, Maes; dicen que hace siglos que no te ven, y yo tengo que robarme a la Teniente Force unos minutos, hay alguien más que quiere saludarla.

Tanta ceremonia intrigó a Rein hasta que identificó la figura masculina hacia la cual se dirigían.

− Maes fue nuestro instructor, mío y de Fate en la Universidad Militar,− explicó Hayate tomando nuevamente del brazo a Rein. Caminaron de esa forma hasta detenerse junto al Almirante Graham y otra joven delgada y alta de cabello rubio muy lacio y largo. Ambos conversaban en susurros pero se interrumpieron cuando Hayate y Rein llegaron frente a ellos.

− Rein, ya conoces al Almirante Gil Graham,− explicó Hayate con una ligera sonrisa, − Gil…Conociste a Rein durante la investigación pero creo que no he enfatizado lo suficiente que no habría podido tener éxito sin el apoyo incondicional que me brindó.

Rein se cuadró y saludó al Almirante muy formalmente, para después inclinarse en una leve reverencia hacia su acompañante, quién no era militar pero emanaba cierto aire de autoridad.

− Teniente Force,− dijo Gil extendiendo su enorme mano hacia ella, − Hayate me ha dado todos los detalles sobre su apoyo hacia nosotros. Creáme que lo tenemos en alta estima. Sé que ella le ha comentado de nuestro vínculo familiar y por ello, estoy doblemente en deuda con usted.

El enorme Almirante aún estaba sacudiendo la mano de Rein cuando Hayate le presentó a la rubia.

− La Directora Carim Gracia, es la directora adjunta de Secciones Especiales,− explicó Hayate y Rein recordó el pasado anuncio que había hecho la Coronel, − Ella será mi jefa directa en la Sección Seis.

Carim procedió a saludar a Rein con gran elegancia y moderación.

− Hayate me ha comentado que le ofreció una posición en su equipo, Teniente− dijo Carim con mucha más prudencia que la Coronel, − Realmente nos daría mucho gusto contar con un elemento de su experiencia y habilidades. Más allá de lo que decida, como dice Gil, estamos agradecidos y apreciamos su apoyo para Hayate.

Tras esa última presentación el resto de la tarde fue mucho más tranquila. Pasada la efervescencia inicial propiciada por una achispada Hayate y especialmente después de esa vasta cena temprana, todos se relajaron. Rein incluida. Al punto que incluso disfrutó de sus charlas con Zafira, Signum y Vita; esta última, tal y como Hayate había vaticinado le hizo infinidad de preguntas ya que de acuerdo a sus hermanos mayores, cuya especialización había sido en operaciones especiales, Vita estaba interesada en francotirador pero no sabía de muchas chicas en esa posición.

Aparte de los hermanos de Hayate, Rein también platicó con Fate, su hermano y la esposa de éste, así como otros agentes de TSAB que Hayate le presentó.

Entre charlas, mientras tomaba algo, Rein también tuvo tiempo de observar la interacciones entre ese grupo diverso y variopinto.

El eje alrededor del cual giraban todos, como si de un vasto sistema solar se tratara, era justamente Hayate.

Y sin importar donde estuviera la Coronel o donde estuviera ella, cada cierto tiempo, sin proponérselo siquiera, Rein levantaba la miraba como si algo la llamara para encontrarse con la mirada azul. O viceversa, tan pronto posaba sus ojos en la figura de Hayate, ella de inmediato se volvía para mirarla y sonreírle.

La tarde otoñal se volvió dorada, los colores del atardecer bañaron el cielo y poco a poco los asistentes comenzaron a despedirse.

Rein se excusó de regresar con Riza y Vladilena al apartamento.

− Que guardado lo tenías, Force,− le reclamó Riza mientras se despedían chocando el puño, − Al menos me da gusto que sigas en el ejército, entiendo que para trabajar en TSAD solo se te da una "baja en activo"...Siempre puedes reconsiderar, estoy segura que Hughes siempre tendrá un puesto para tí.

Mientras observa a Riza alejarse con Vladilena, Rein no puede evitar pensar que ella en realidad NO ha tomado una decisión y al observar nuevamente la mirada de Hayate sobre ella a la distancia, se da cuenta de que la Coronel lo sabe.

En parte por eso Rein había decido quedarse.

Necesitaba hablar con la Coronel sobre esa oferta, que ya había hecho pública de esa manera.

Aunque una parte interior de su ser sabía que se quedaba por otra razón también.

Una razón que le producía un revolución en el estómago al observar a Hayate aproximarse lentamente a ella, mirándola de una forma que, desde donde estaban, era la única que podía apreciar.

− ¿Nos vamos?,− le preguntó la Coronel suavemente cuando estuvo a su lado, tomándola del brazo por enésima vez durante ese día.

Juntas se despidieron de las familias de Fate y Hayate que eran los únicos rezagados y Rein descubrió que Fate las acompañó hasta el sitio donde Hayate se había estacionado

− Fate, Chrono y yo compartimos departamento durante la Universidad,− explicó Hayate mientras se acomodaban en el auto, − Después yo me fui a la escuela de oficiales, Fate se independizó desde entonces y acaba de estrenar apartamento.

− ¿Ya decidió dónde va a vivir en Midchilda, Teniente?,− preguntó Fate quien por inercia se sentó en el asiento del copiloto junto a Hayate. Ellas siempre lo hacían de esa forma y la rubia estaba totalmente inconsciente de las miradas que Hayate y Rein se dirigían.

− No,− reconoció Rein acomodándose en el asiento trasero quedando en medio de ambas amigas, − Aún no lo decido, llegué hace apenas dos días y no estoy muy familiarizada con la ciudad, Agente Testarossa.

− ¡Wow, ya por todos los dioses!− exclamó Hayate exasperada, − Parece que tenemos doscientos años si se hablan con tanta formalidad, entiendo todo eso de los rangos para la oficina pero aun con los uniformes, comportémonos de acuerdo a nuestra edad.

Rein y Fate solo intercambiaron una mirada de tácito acuerdo. La reservada rubia era un tipo de personalidad muy diferente a los hermanos de Hayate y a todas las demás personas que había conocido esa tarde.

La Teniente tenía que reconocer que Fate también le caía bien.

Al final, Hayate había tenido razón…otra vez, pese a su historia, su personalidad y sus antecedentes, se había sentido a gusto en ese grupo al que Hayate en privado se refería como su "manada".

− Hayate tiene razón, Rein…− dijo Fate con una sonrisa, − Ojalá realmente decidas quedarte con nosotros en TSAB.

Ante la mirada de sorpresa de Rein, la sonrisa de Fate se ensanchó.

−Oh sí, yo sé que mi amiga del alma te ha puesto en una situación difícil con las presentaciones,− explicó Fate con ese tono suave y sereno que Rein estaba reconociendo como característico de la joven, − Pero TODOS la conocemos y todos sabemos que la decisión final es tuya…Todos sabemos que le ayudaste mucho en su última asignación y siempre te estaremos agradecidos por ello.

Las miradas de Hayate y Rein se encontraron a través del espejo retrovisor y la Teniente sintió nuevamente esa conexión entre ambas. Jamás nadie la había tratado como Hayate y por extraño que parezca, aunque no había tomado una decisión final respecto a la oferta de la Coronel, no le había molestado cómo Hayate la había presentado con las personas que le importaban.

Durante el resto del trayecto hasta el apartamento de Fate, hablaron sobre los encuentros de esa tarde y sobre los planes que Hayate tenía para la Sección Seis.

Rein se dió cuenta de la enorme confianza y camaradería que las dos amigas compartían. Para ella, ese vínculo de verdadera amistad entre ambas era totalmente desconocido. Aunque Hayate molestaba a Fate con todo lo que podía, tanto en público como en privado; se notaba que ambas se conocían mejor que nadie y se querían de una forma especial.

Rein nunca había vivido algo así en su vida y se preguntó si ella sería capaz de tener ese nivel de confianza con otro ser humano e inevitablemente su mirada se encontró nuevamente con la de Hayate en el retrovisor.

Ese vínculo entre ellas era diferente al que la Coronel tenía con Fate. De eso Rein podía darse perfecta cuenta. Pero no podía explicarse qué clase de vínculo era el que sí compartían.

Cuando finalmente llegaron al departamento de Fate, la rubia las invitó a subir pero Hayate se disculpó.

− Debo llevar a Rein a un lugar especial, Fate,− explicó la Coronel con una seriedad tan atípica que hasta Fate se sorprendió, −Después de todo, no sabemos si la Teniente decida quedarse en Midchilda con nosotros y tengo que aprovechar.

Tras hacer que Hayate prometiera avisarle como estaba y donde, las dos militares ya con Rein sentada nuevamente en el lugar del copiloto, se despidieron prometiendo regresar en otra ocasión para que Rein conociera el departamento de Fate.

Hayate enfiló en dirección al este.

− ¿Te gusta el mar?,− preguntó la Coronel poco después de arrancar.

− No particularmente, no me gusta pero no me desagrada, yo soy un animal del bosque. Supongo que pasar tanto tiempo en el portaaviones es muy diferente a disfrutar el mar…desde tierra,− explicó Rein.

Nunca se había puesto a pensar sobre el mar ya que en realidad, era "algo" muy distante para su realidad. Pese a que Osea era un país rodeado casi en su totalidad por el mar, ella había crecido muy lejos de él.

− A mi también me gusta mucho el bosque,− admitió Hayate, − Pero el mar me resulta muy especial e intrigante, especialmente este lugar al que te llevaré.

Rein contuvo una sonrisa. No quería que Hayate se diera cuenta que podía hacerla sonreír con esa facilidad. No especialmente después de ver como la Coronel abusaba del poder de su conocimiento con Fate.

− Tu hermana Shamal…− dijo Rein al cabo de un rato de silencio, − ¿Está enamorada de tu hermana Signum?

Hayate casi se atragantó con esa pregunta al punto que tuvo que detenerse para terminar de toser y hasta ese momento Rein, quien se había preocupado muchísimo de haber transgredido algún límite inviolable, se dió cuenta que la Coronel se estaba riendo tanto que algunas lágrimas se le escapaban.

− Wow….,− exclamó Hayate cuando pudo volver a articular palabra y a respirar mientras miraba a Rein de una forma que la Teniente no podía entender, − ¿Verdad que es absolutamente obvio?

Rein casi suspiró de alivio. Por un momento, pensó que había ofendido gravemente a la Coronel por hacer esos comentarios de su familia.

− Shamal ha estado enamorada de Signum desde la primera vez que la vió y eso que apenas tenía cuatro años,− relató Hayate con una sonrisa triste, −Lo malo es que se dió cuenta hace poco más de un par de años cuando hirieron de gravedad a Signum.

Mientras llegaban a la zona de costa, Hayate le relató a Rein esa parte de la historia de su familia.

− A veces me gustaría que esos convencionalismos sociales no hicieran infelices a las personas,− remató Hayate mientras llegaban a la zona del puerto y se formaba en la fila para abordar el ferry.

− No son hermanas biológicas,− dijo Rein, para ella era algo que hacía todo el sentido del mundo. Especialmente si como Hayate decía, habían pasado mucho tiempo separadas desde la adolescencia.

− Si, pero te aseguro que ambas se sienten incestuosas y pecadoras,− bufó Hayate mientras estacionaba el auto en la plataforma designada, −Espero que algún día puedan resolverlo, de momento lo primero es que Signum considere retirarse del ejército o ingresar a TSAB, ya tiene más de diez años en operaciones de campo. Creo que tanto ella como Zafira han cumplido con su deber patriótico con creces…Ven quiero que veas algo.

Rein siguió a la Coronel con una sonrisa, Hayate tenía una forma muy particular de hacer las cosas o más bien, de salirse con la suya sin siquiera pedir permiso que pese a todo, resultaba muy relevante del interés que le dedicaba a algo o alguien.

Hayate la condujo hasta la cubierta elevada que para fortuna de la Coronel estaba cubierta durante el otoño y el invierno.

Ahí la Coronel señaló hasta un punto luminoso.

− ¿Ves ese faro?,− preguntó y Rein solo asintió, esperando. No iba a negarle a Hayate el evidente placer de mostrarle lo que le quería mostrar con ese entusiasmo. La Coronel se veía realmente muy entusiasmada.

− Ese faro fue una de las primeras construcciones de Midchilda, existía desde mucho antes del establecimiento de la ciudad. Está ubicado en una pequeña isla y a mi padre le encantaba visitarlo; decía que era una auténtica joya arquitectónica e histórica. Literalmente tiene cientos de años y en años recientes, una fundación que preserva el patrimonio internacional, lo restauró e implementó un programa de preservación. Hicieron un hotel ecoturístico y un fantástico restaurante…pero lo más increíble, es que puedes visitar el faro, en un horario extendido.

En ese momento, el ferry inició su marcha con muy pocos pasajeros hacía la isla con lo cual, las dos militares pudieron disfrutar casi de total privacidad durante todo el trayecto.

− Mis planes el día de ayer eran que cenáramos en ese restaurante y después…

Ante la interrupción y aparente indecisión de Hayate, Rein arqueó una ceja y sonrió de lado, casi como si no pudiera creer que algo pudiera apenar a la Coronel.

− ¿Después?,− presionó ligeramente Rein, ante lo cual Hayate se aproximó a ella para rozar su brazo.

− Después pensaba llevarte a un burdel,− reconoció Hayate mirándola y aunque con esa luz Rein no podía afirmarlo, casi podía jurar que Hayate se había ruborizado.

Rein la tomó por la cintura con un brazo y la aproximó un poco más a su cuerpo.

− ¿Y qué le hizo cambiar de opinión, Coronel?,− preguntó en voz baja.

Hayate trató de desviar la mirada pero los suaves dedos de Rein en su barbilla la detuvieron.

− Eres imposible ¿sabes?,− dijo Hayate con ojos brillantes, −Tu sabes que me hizo cambiar de opinión…

− Pero quiero escucharlo de usted…

Hayate suspiró y se dejó jalar hasta que sus cuerpos se fusionaron pero no se besaron.

− Me excita mucho verte con otras chicas…,− reconoció Hayate y su rubor se incrementó al punto que Rein podía notarlo incluso con la tenue iluminación que tenían en el segundo piso del ferry, − Y me encantaría que tu primera visita a un burdel en Midchilda, fuera conmigo… pero la noche anterior… me di cuenta que quería que fuera solo conmigo…después de que me besaste en el arcade.

En ese momento, Rein se inclinó para besarla.

No fue uno de los besos apasionados, hambrientos y extenuantes pero si fué tan íntimo y profundo que Hayate sintió sus rodillas como mantequilla bajo un sol abrasador.

− ¿Y esta noche?,− preguntó Rein cuando se separaron, descubriendo que provocar a Hayate de esa manera resultaba no sólo satisfactorio, sino embriagadoramente adictivo, −¿Qué quiere para esta noche, Coronel?

− Solo dos cosas,− dijo Hayate acariciando el rostro de Rein, −Quiero pasar la noche solo contigo y quiero que aceptes unirte al equipo de la Sección Seis en TSAB.

Rein suspiró. Tenía que ponerse una nota mental para no olvidar lo perseverante que esa mujer podía ser.

− Ya sabes lo que soy, Hayate,− argumentó Rein sin soltarla su cintura sino apretándola aún más contra su cuerpo, −Sé que eres una persona excepcional y que puedes ver algo bueno en mí, pero eso no cambia el hecho de lo que soy…¿Es por eso que me quieres en el equipo? ¿Nada mejor que un depredador para cazar depredadores?

−No,− dijo Hayate con firmeza, −No hables de ti como si fueras un monstruo, no lo voy a aceptar nunca porque no lo eres.

− ¿Y qué soy entonces?...¿Según tú?,− preguntó Rein mirando fijamente a Hayate, casi con un reto en su mirada. Ella realmente apreciaba lo que Hayate había hecho, lo que hacía, pero no podía engañarse respecto a sí misma. Y odiaba reconocer que le dolía, porque en ese momento se dió cuenta de que si deseaba formar parte del equipo de Hayate.

Deseaba, como nunca antes había deseado algo, quedarse a su lado.

Hayate sin embargo, volvió a sorprender a Rein con su respuesta absolutamente certera y firme.

− Eres un ángel, Rein,− dijo Hayate mirando a Rein de una forma que la hizo estremecer, − Eres un ángel que ha perdido la inocencia y esa, no podemos volver a recuperarla…No puedo ofrecerte eso, pero si puedo ofrecerle a ese ángel en tu interior algo a cambio de su pérdida…

Rein no hizo la pregunta pero su silencio expectante era la pregunta.

− Reivindicación… En Alzus me dijiste que querías salvarme porque por una vez, querías decidir y servir a la vida, no a la muerte,− continuó Hayate, − Los individuos que perseguiremos en la Sección Seis, no son militares, no van a la guerra, no matan en aras de su deber…Asesinan. Son personas "aparentemente" comunes y corrientes, que cazan y destruyen a otras personas comunes y corrientes que no pueden hacer nada en contra de ellos. ELLOS son los verdaderos monstruos y son peores porque no lo parecen, han estado y están, disfrazados de humanos, viviendo de los humanos, depredándolos. Sus víctimas no tienen ninguna defensa contra ellos… Nosotros, seremos la única defensa para ellos…Lo que te ofrezco, es decidir servir a la vida…Teniente Comandante Rein Eins Force.

Rein estaba atónita y sin palabras.

Durante toda la explicación de Hayate, ese recuerdo...El recuerdo prohibido de su hermana perdida se debatió ferozmente en su interior, amenazando con desbordarse de la caja de seguridad donde lo mantenía encerrado.

Hayate le ofrecía algo que nunca pensó pudiera ser posible.

La Coronel notando la profunda turbación de Rein, acarició su rostro y trató de serenar la inquietud que podía sentir emergiendo de la mujer que la abrazaba estrechamente.

− No tienes que decidir nada aún,− dijo Hayate con suavidad, − Haz el curso de inducción como Agente. Lo correcto es que conozcas TSAB, que conozcas el trabajo y te entrenes para él. Si al final del entrenamiento, decides regresar al ejército o retirarte, nada se ha perdido…No hay ningún compromiso…Incluso puedes tener un periodo de prueba como agente de TSAB durante unos meses posterior a tu graduación de la academia.

Rein tenía que reconocer que el planteamiento de Hayate no tenía ninguna grieta.

Pese a todo lo que había dicho esa tarde ante su familia y amigos, Rein no se sentía presionada por el ofrecimiento. Podía sentir con total certeza el interés que Hayate tenía por ella.

− ¿Y…?.− preguntó Rein cuando finalmente pudo hablar ,− ¿...qué pasará con el precio de su virginidad?

Hayate sonrió y ocultó el rostro en el pecho de Rein.

− Todas mis virginidades serán siempre suyas, Teniente,− dijo Hayate apoyando su rostro en el pecho de Rein, −Además seguro que puedo encontrar alguna manera de que me pagues…De otra forma…

Rein rió sintiéndose extrañamente…ligera… No encontraba otra manera de decirlo, pero era como si su alma y su corazón se hubieran quitado un enorme peso de encima.

− ¿Cómo cual?,− preguntó al tiempo que acariciaba el cabello de Hayate hasta las puntas que rebasaban ligeramente sus hombros, dándole un aire más maduro a la joven Coronel.

− Oh,− exclamó Hayate levantando el rostro para mirar a Rein, − ¿No te comenté? No solamente visitaremos el faro…Tenemos un reservación en el hotel…Una habitación "especial" nos espera para esta noche…y la siguiente… a menos que tengas algo extremadamente urgente que hacer en la ciudad…

Zona Costera Este de Midchilda, Día 28, Décimo Mes, 2039. 20:15 hrs.

− X −

El otoño y el invierno habían pasado y terminado como un suspiro para Rein mientras hacía el arduo entrenamiento como Agente de campo en la Academia de TSAB.

Durante ese tiempo, había comprado una pequeña pero muy acogedora casa en un fraccionamiento cercano al enorme complejo de TSAB. Y por supuesto, había visto con regular frecuencia a la Coronel Yagami.

Habían pasado incontables noches de otoño, invierno y primavera juntas.

Habían hablado de todos los temas posibles. Rein le había contado anécdotas de su vida que no le había dicho nunca a nadie más. Y Hayate desde luego, le había dicho todo lo que a Rein se le hubiera ocurrido preguntar…

Rein hablaba con Hayate como no lo hacía, ni lo había hecho nunca con nadie más.

Para ese momento, que se había graduado con honores como Agente de Campo de TSAB, Hayate ya sabía que Rein había nacido en Vostok, la más helada de todas las repúblicas yuktobanas y que había crecido en Osea desde los ocho años…junto a Duke Togo.

En seis meses, Hayate sabía más acerca de ella que nadie en el mundo.

Sin embargo…había algo que no había podido decirle y no sabía si algún día podría.

− ¿Hermoso día, no le parece…Teniente Force?

Rein estaba de pie en la enorme explanada que daba acceso al edificio de Secciones Especiales de TSAB, simplemente observando el edificio y el contraste que ofrecía con el cielo.

La mañana de primavera era simplemente exquisita.

El cielo azul profundo y límpido no tenía una sola nube y era exactamente del color de los ojos de cierta Coronel Yagami, que acaba de llegar a su espalda. Aunque Hayate se había incorporado a las Secciones Especiales desde el tercer mes, ese era el primer día de trabajo de Rein en la Sección Seis.

Esa misma semana, Fate quién finalmente había pasado el exámen para Enforcer el mes pasado, también se sumaría al equipo y entre las tres, correrían con las primeras investigaciones.

− Hermoso día, Coronel Yagami,− reconoció Rein mirando hacía un costado para encontrarse con la serena mirada azul de Hayate, − Hermoso e ideal para iniciar nuestra misión…

Hayate sonrió.

Habían pasado la noche anterior juntas, en casa de Rein pero habían acordado, desde mucho antes llegar separadas a la oficina.

− ¿Estás lista para conocer tu nueva oficina?...Me esmeré mucho en escoger la mejor ubicación y el mejor mobiliario…

− El mobiliario es lo de menos si parte de mis tareas serán sentarme en sus piernas,− dijo Rein con total seriedad pero mirada brillante.

Hayate contuvo una carcajada. Le encantaba ese sentido del humor, ligeramente ácido, que Rein había desarrollado en los meses interactuando con ella. La Coronel ya sabía que Rein aprendía todo muy rápido, en todos los ámbitos y pensó que tal vez, estaba creando un ángel demasiado peligroso…en todos los aspectos.

− No Teniente, esa no será una de sus funciones y si necesitará el mobiliario,− argumentó Hayate con idéntico tono y semblante serio y profesional, −Ya que YO seré quien se siente en su regazo…

Las dos se dieron la oportunidad de sonreír, antes de empezar a caminar rumbo al acceso principal del edificio.

Rein se mantuvo ligeramente atrás de Hayate para poder observar el intenso azul del cielo una vez más y entonces notó una pequeña mariposa blanca que voló alrededor de ellas antes de perderse en las extensas áreas verdes del complejo.

Sin duda, se sentía feliz como nunca antes en su vida.

Cuartel General de TSAB, Edificio de Secciones Especiales, Unidad Especial de Crímenes Violentos, Día 01, Quinto Mes, 2040. 07:50 hrs.

− X −

EPÍLOGO

Barrio Asiático, Downtown Midchilda, Día 01, Primer Mes, 2046. 00:45 hrs

Hacía varios minutos que habían llegado al "Café Kashmir" después de la cena de fin de año con los Harlaown.

La celebración de año nuevo para todas la culturas asiáticas, se extendía desde mediados del doceavo mes hasta finales del primer mes, por eso, ese recorrido para llegar al "Café Kashmir" les había tomado más tiempo entre las calles abarrotadas de gente, los comercios y restaurantes abiertos, y en general todo el ambiente festivo que desbordaba la zona.

Durante esos meses, Hayate se había habituado más que demasiado bien a su rol de "heredera" del "Kirin" y había desarrollado hasta una relación muy cordial con Elle Karen. La Kirin designada cumpliría muy pronto un año en la posición y todos auguraban que esa sería también una gran celebración.

Elle había sido muy respetuosa con la memoria, los acuerdos y la forma de trabajo que Yuri Natsume, como previa Kirin había tenido; pero había tomado la situación en sus manos con decisión y determinación.

A Hayate eso le había gustado. Elle Karen había restablecido el orden que Yuri siempre mantuvo.

Ambas mujeres se trataban con respeto y esa deferencia, se había hecho extensiva a Rein con el paso de los meses. De una forma natural, ese equilibrio entre las tres mujeres, las había colocado en un rol particular y estratégico, que terminaba irradiandose hacía todo lo demás con lo que interactuaban.

Aunque Elle, al igual que Yuri, no involucraba a Hayate o a Rein en las funciones de "mediación" o incluso de resolución de conflictos que tenía que resolver; contar con la presencia de Hayate y Rein a su lado durante las diferentes ceremonias, tanto familiares como festivas del barrio oriental, había sido estratégico para reafirmar su posición.

Hayate y Rein como herederas oficiales del kirin previo, le daban a Elle una legitimación que iba más allá del mero nombramiento.

Esa noche por ejemplo, todos las esperaban para iniciar con la celebración de medianoche.

Hayate, sin transición se metió de lleno al ambiente con una enorme sonrisa y todo su encanto al máximo, saludando a todos, preguntando por tal o cual persona, brindando con otros. Rein la había acompañado para los primeros saludos, junto con Elle y después se había retirado a la barra de la cocina para saludar a Hakko, Santana y YunYun.

Esta última, estaba fascinada por Rein desde la primera vez que la había visto y no perdía oportunidad para mirarla embobada cada vez que podía.

− ¿Lo de siempre, Capitán?,− ofreció Santana en todo muy cordial y cuando Rein asintió, la sorprendió materializando de inmediato una bandeja con juego especial para sake caliente, sirviendo la bebida de arroz para ambos.

− Venturoso año, Capitan,− dijo Santana mientras chocaban los pequeñísimos vasos, − Que nuestros enemigos conozcan el miedo y la destrucción.

Rein no podía estar más de acuerdo con ese brindis.

− Así sea, Santana,− secundó Rein mientras se volvía para observar a Hayate y preguntar a Santana sobre el estatus de la situación en el barrio. El ex-agente la puso al tanto de todos los pormenores tanto típicos como atípicos en un santiamén.

Ahí desde la barra de servicio, Rein continuaba observando a Hayate con una enigmática sonrisa felina, cuando recibió el mensaje.

Ella supo perfectamente y desde el primer momento que se trataba de ÉL.

Desde la última vez que se habían visto en Shirakawago, habían intercambiado a lo sumo, un par de escuetos mensajes en todos esos años. Kohaku era quién se encargaba de darle noticias con mayor regularidad.

Hasta que ESE incidente había sucedido.

Hasta que ALGUIENnuevamente, había puesto precio a la vida de Hayate.

Rein sabía que no existían ni las coincidencias, ni las casualidades. El patrón estaba claro y ella había sido negligente al no verlo.

Pero no volvería a fallar.

La Coronel no lo sabía, pero Rein había entrado en contacto con él desde la misma noche que supieron que Yuri había muerto. Se habían encontrado, habían hablado…Rein había tomado medidas.

Y después no había vuelto a saber nada de él en meses.

Hayate clamaba que de acuerdo a lo que Elle Karen le había dicho, nadie podía tocarla.

A ninguna de las dos.

Rein no discutía…pero se preparaba para todo.

Recibir un mensaje directamente de él, ESE día en particular le causó una sensación de ligera aprehensión. Él no era el tipo de persona que mandaba saludos de inicio de año.

Discretamente, Rein se excusó y subió las escaleras que llevaban a las habitaciones privadas del segundo nivel.

De esa forma Hayate pensaría que habría subido al baño o a tomar un respiro de la excesiva atención de la gente que la Coronel sabía a la perfección, le resultaba agobiante a ratos.

Rein apoyó la espalda sobre la hermosa puerta de madera oscura y dejó que su mejilla descansara momentáneamente sobre el grabado de Kirin antes de incorporarse con la determinación de hacer la llamada que el mensaje solicitaba.

En esos momentos era cuando más deseaba que Yuri pudiera estar ahí…con ellas.

No había escuchado ningún timbrazo cuando la línea se activó.

Nuestra deuda está saldada…Muy pronto recibirán el aviso que marcará el inicio.

Ahora más que nunca debes recordar: El miedo no se evita.

No importa donde dejemos enterrado el pasado. Si no nos encargamos de él, siempre regresa por nosotros, así que asegúrate de estar preparada Kouhai…porque este pasado es como la hidra…cortas una cabeza y dos más vendrán por tí.

Tras eso la línea quedó muerta en sus manos.

Desde hacía varios días Rein lo sentía.

Más allá de las previsiones que había tomado, más allá de los planes y las cuidadosas investigaciones que hacían en conjunto con Fate y Nanoha, Rein lo sentía.

Ese "ser" oscuro, viscoso, salvaje y violento que reptaba en su interior y que explotaba devorándola con violencia, le estaba diciendo que se preparara desde mucho antes de esa llamada.

Rein no había notado nada. Ninguno de los elementos que las custodiaban a todas horas del día o de la noche habían notado nada, pero eso…"ese" ente oscuro que la convertía en la "Muerte Súbita" lo sabía.

Alguien las estaba cazando y no era Hades Vandein.

Era algo mucho peor que él.

Con esa certeza y la otra certeza que la llamada de Duke le había dejado Rein volvió a bajar a la fiesta que se llevaba a cabo en el restaurante. Desde que descendía por la escaleras sintió la mirada de Hayate.

Pese a los años, esa conexión entre ellas no solo seguía existiendo sino que se hacía más fuerte.

Ambas se miraron de inmediato y Hayate, como siempre que eso pasaba, le sonrió. Para Rein, esa sonrisa era siempre, como ver el cielo azul profundo por primera vez. No importaba cuántas veces la viera, siempre era la primera vez.

Rein sabía que Hayate no esperaba que estuviera a su lado, sin embargo no se quedó en la barra donde había pensado pasar esa velado tomando sake sino que se aproximó hasta donde estaba Hayate y la tomó suavemente por la cintura hasta que el cuerpo de la Coronel se apoyó en el suyo.

La conversación que Hayate sostenía continuó por varios minutos más y después sus interlocutores se excusaron para buscar a Elle.

− ¿Todo bien?,− preguntó Hayate intrigada, mientras se volvía para mirar a su acompañante quién la sostenía laxa pero posesivamente; Rein no solía ser públicamente expresiva de esa forma.

− Todo perfecto, Coronel, − respondió Rein con una sonrisa, − Tan solo un breve recordatorio…para quien sea que nos mire…

La sonrisa de Hayate se ensanchó, mientras echaba los brazos al cuello de Rein.

− Wow, me encanta cuando te pones territorial,− dijo mirándola de forma seductora, − ¿Puedes esperar un poco más?

− Sin duda, Hayate… La noche es larga todavía…

Hayate le dió un casto beso en la mejilla y tomando a Rein del brazo, caminaron muy juntas para encontrarse con otra persona que quería saludar a Hayate.

Rein quería que Hayate disfrutara mucho esa noche.

En todos los aspectos posibles.

Ahora estaban ahí en la fiesta y esperaría todo lo necesario. Observaria y registraría todo y a todos. Después, en las habitaciones superiores le haría el amor a Hayate todas las veces que pudiera, hasta hacerla gritar.

Los últimos dos años, sus noches de fin de año habían sido catastróficas. Si lo que Duke le había dicho era correcto, y conociéndolo, seguramente lo era, ese día, más tarde por la mañana…empezarían otra batalla en esa guerra interminable que libraban contra los monstruos.

Nadie podía augurar cómo sería pero ya sabía lo único que necesitaba saber.

Y ella estaría lista.

Mirando a Hayate interactuar con las personas, Rein sonrió recordando cómo en una sucesión de flashazos temporales los distintos momentos que habían pasado juntas y todo lo que habían enfrentado, exitosamente, juntas.

"Déjalos venir", susurraba expectante la oscuridad en su interior, como el viento de invierno entre los pinos nevados durante la larga noche, "Déjalos venir y déjame devorarlos"...

Rein tenía la certeza de que ellos iban a ir por ella…por Hayate.

Y también tenía la certeza de que, la Muerte Súbita iba a estar esperando por ellos.

− X −

FIN

− X −

"Cuando el primer ser vivo nació, allí estaba yo esperando. Cuando el último ser vivo muera, mi trabajo habrá acabado. Pondré las sillas sobre las mesas, apagaré las luces y cerraré la puerta del universo detrás de mí cuando me vaya."

Neil Gaiman, Muerte, en País de Sueños.