Hola a todos!

Pues ya estoy aquí con un nuevo capítulo de esta historia, dedicado para todos mis amigos: Betty, Isaura, Kitty, Nayeli, Abi, Liliana y todos los demás. Espero que les guste, dejen reviews si pueden.

Capítulo 7- Disculpándose con… ¿todos?

El Sol apareció rápidamente para la desvelada Rika. Pero ya estando despierta, decidió que era momento de pedir una sincera disculpa a su madre por lo sucedido la noche anterior. Salió del baño y se sorprendió al notar que no había nadie. Una nota en el tocador que decía lo siguiente:

Rika:

Ángel me invitó a desayunar. Espero que no te moleste, regresamos a las 12:00.

-Claro que me molesta- dijo con fastidio. Al parecer su mal humor no había desaparecido. Miró su reloj y se sorprendió al ver que eran las 11:15. Obviamente era bastante tarde, considerando que su hora de entrada era a las 10:00. Se apresuró a arreglarse y salir corriendo lo más rápido que le fue posible.

El día transcurrió normalmente, excepto porque había demasiada clientela y las dos muchachas no se daban abasto con los trastes.

- ¿Necesitan ayuda?- preguntó David.

- Sí y mucha- respondió Rika al momento.

Gracias a la ayuda del joven, los trastes estaban listos antes de lo esperado y todos pudieron salir un poco antes de lo normal. Rika ya había abandonado el restaurante, cuando escuchó una voz detrás de ella:

-¿Te acompaño?- preguntó un chico. Al darse la vuelta, la pelirroja descubrió que se trataba de Hugo.

-No, gracias- respondió secamente.

-¿Qué te pasa? ¿Por qué te portas de esa manera conmigo?

- Lo siento, pero no quiero seguir con esto, creo que es mejor que sea sincera contigo desde este momento…- respondió Rika con seriedad-… la única razón por la que acepté salir a cenar contigo la otra noche fue porque quise hacer enojar a Ryo, pero eso no estuvo bien y te pido una disculpa por ello. De verdad, no estoy interesada en ti.- acto seguido la japonesa dio la vuelta y comenzó a caminar hacia el hotel.

Después de eso, Rika se sentía mucho mejor, como si se hubiera quitado un peso de encima. Ahora seguía su madre, pues todavía le debía una disculpa.

Al llegar a su habitación se encontró con una Rumiko muy alegre que estaba hojeando una revista de diseñadores de moda.

-¡Hola!- saludó la rubia al notar la presencia de su hija.

-Hola- respondió ella de una forma menos alegre. El silencio regresó a la habitación mientras la pelirroja se acomodaba en su cama, dispuesta a descansar un rato.

La pelea interna entre su orgullo y su conciencia seguía ahí, aunque después de un tiempo, la vencedora fue la conciencia, algo bastante inusual en la chica.

-Oye Rumiko- dijo de repente, sacando de sus pensamientos a su madre.

-¿Qué pasa?- preguntó con interés.

-Nada, es sólo que yo… bueno, tú sabes, yo… LO SIENTO- exclamó rápidamente.

-¿Qué? Pero ¿por qué?- interrogó nuevamente ahora desconcertada, al parecer no recordaba lo sucedido.

-Ya sabes, por lo que pasó anoche, creo que me porté de una forma bastante tonta e infantil- comentó Rika con un poco de dificultad.

-Ah, por eso, no te preocupes, te conozco y sé que eres muy impulsiva, pero que al rato se te pasa- respondió con despreocupación.-Pero, ¿por qué me pides disculpas, si tú siempre has sido así? No entiendo ese cambio de actitud de tu parte.

-Ay, Rumiko- murmuró la chica con nostalgia- si supieras por todo lo que he tenido que pasar para darme cuenta del error en el que he estado viviendo toda mi vida.

-¿De qué hablas?

-De que no había descubierto mi defecto más grande: el orgullo; siempre me orilla a hacer cosas que lastiman a los demás y lo que es peor, que me lastiman a mí. Tuve que perder algo muy querido para reflexionar y darme cuenta de todo lo que te estoy diciendo.

Rumiko escuchaba atenta a todo lo que su hija le estaba contando, la verdad es que no entendía muy bien lo que pasaba, pero sí sabía que era algo bastante doloroso para Rika. Así que se acercó hasta la pelirroja y le dio un abrazo muy cálido. La joven lo aceptó y algunas lágrimas descendieron por sus mejillas.

A la mañana siguiente la chica se sentía mucho mejor que antes, aunque inexplicablemente aún sentía un peso apretándole el pecho. No sabía la razón. Rumiko estaba frente al espejo maquillándose, cuando de repente sonó el teléfono. La rubia se apresuró a contestar.

-¿Quién era?- preguntó Rika cuando su madre colgó.

- Angel, dice que nos tiene una sorpresa preparada, así que arréglate, nos espera en el comedor en media hora. La pelirroja no tenía muchos deseos de ir, pero prefería ir a desayunar con Angel que ir a lavar trastes.

-Por un día que falte no me pueden despedir- murmuró para si mientras se enjuagaba el cabello en la ducha.

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Angel las esperaba sentado en una mesa, pero en cuanto ellas llegaron, se puso de pie para recibirlas.

- Buenos días- saludó el instructor.

- Buenos días- respondieron las dos al unísono, aunque Rumiko de una forma más alegre.

Las dos mujeres se sentaron y cuando la mesera llegó, todos ordenaron.

-Bueno, las cité aquí para darles una muy buena noticia- comenzó a explicar el joven- Lo que sucede es que mis parientes de Japón me pidieron que fuera a visitarlos y las quiero invitar a ustedes para que aprovechen y también visiten a su familia.

Esta noticia dejó a ambas totalmente asombradas, la rubia aceptó instantáneamente.

- Claro que sí, muchas gracias por tu invitación, pero ¿quién pagará todo?- cuestionó de momento.

- Pues yo, obviamente- respondió el castaño con una sonrisa.- No se preocupen por nada, lo único que tienen que hacer, es aceptar. Todo lo demás corre por mi cuenta.

- Bueno, está bien, pero creo que es un abuso de nuestra parte permitir que tú pagues todo- comentó Rumiko con timidez.

- No, ya les dije que no importa. Es más, si las hace sentir mejor, piensen que es un regalo de mi parte. Entonces ¿qué dicen?- volvió a cuestionar el instructor.

- Por mi, acepto. ¿Tú qué opinas, Rika?- interrogó la rubia a su hija.

La pelirroja no sabía que decir, un torbellino de emociones recorría todo su cuerpo. Por una parte, extrañaba bastante a su abuela y qué mejor oportunidad para verla que ésta. Pero por otra, sabía que era muy probable volver a encontrarse con el ojiazul que tanto quería y eso le provocaba cierto miedo, después de la forma en que lo había tratado y la carta que él le mandó, se sentía miserable por haber sido tan orgullosa. Sin embargo…

- Está bien- fue lo único que pudo decir.

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Ambas mujeres se encontraban emocionadas con la idea de regresar a su hogar, pues a pesar de que México no era un lugar feo, no hay nada como sentirse en casa.

Después de empacar, abordaron un taxi que las llevó directamente al aeropuerto. Angel las esperaba en una de las muchas cafeterías que ahí se establecían.

Rika observaba todo el lugar, recordando el momento en el que llegaron a esa ciudad. En su mente no había lugar para nada que no fuera Ryo, una gran incertidumbre inundaba todo su ser. No sabía cómo reaccionaría el castaño al verla nuevamente, lo más seguro era que él ya estuviera enterado de su visita. Justo en ese momento descubrió el motivo que le oprimía el pecho desde la mañana: ya le había pedido disculpas a todos, excepto a ese chico que tantos problemas le daba, tendría que disculparse con el ojiazul para demostrar que de verdad estaba cambiando su orgullosa actitud. Pero cómo lo haría…

Esta clase de pensamientos pasaban por la cabeza de la pelirroja cuando subieron al avión y éste despegó rumbo a Japón.

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Notas de Midori:

Espero que les haya gustado este capítulo, les aseguro que seguiré escribiendo para actualizar lo más pronto posible. Así que ustedes sigan mandando sus reviews.

Mileena: Muchas gracias por tu review y por tu apoyo. Me alegra que te esté gustando y no lo pierdas de vista porque el final está muy cerca.