Capitulo II
Hoy veinte de Enero cumplo veintiuno años, si me ven no soy la misma, mis cabellos ya no son azabaches es decir negros como la noche, no, ahora soy rubia, mis dorados cabellos llegan hasta mi cintura, ahora luzco mis hermoso ojos verdes, seta bien seré sincera mis ojos eran color miel, pero la gente cambia ¿no creéis?
Ya no visto esa ropa que solía usar, no ahora acomodada a las costumbres de mi pueblo uso vestidos que encajan mi figura y realzan mis dotes de belleza, colores pasteles que en mi vida pasada jamás hubiera usado, un color carmesí cubre mis labios dándole un toco sensual, me convertí en lo que no quería, ahora soy una típica chica rubia estupida, eso es lo que piensan cuando me ven, pero mi inocencia y mi porte y sensualidad no discriminan ni un poco ni disminuyen mi determinación como guerrera, porque al igual que antes sigo con mi personalidad, por dentro soy la misma por fuera soy solo una fachada.
Irónico en lo que me he convertido, ¿lo notáis? Ya casi desaparece mi acento español, si es que algún día lo llegue a tener, sabéis cual es mi nombre ahora "miss. Elisa Black de balrog". Antes me llamaba Alexandra de la Vega, bien los tiempos cambian, ¿ahora me entendéis porque soy así?
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Subo despacio las escaleras que conducen al templo de mi dios, nunca creí regresar pero eso hago, pasos lentos que resuenan lentamente entorno al silencio incomodo que me rodea, llevo un sencillo vestido de color rosa que llega por encima de mis rodillas, hay una abertura en la parte de al frente de mi vestido que muestra un poco mis pechos, mi rubia cabellera cae en mis espalda dando leves brincos con el subir de un escalón, mis labios carmesí y mis ojos verdes, llevo un poco de maquillaje, un ligero sonido hace mis zapatillas rubí al subir escalones, me robo las miradas de mas un caballero, unos me miran con descaro y miran mis pechos o mis parte trasera otros solo frunce el seño, si se preguntan que hace una rubia aquí, bien luego lo sabréis, por ahora debo de llegar con mi dios, nadie se interpone en mi camino al parecer ya les dio la noticia de que subía. Dedico sonrisas a todos y es que siempre lo hago desde ese día en que mi maestra me dijo: La mejor forma de confundir al enemigo es dándole una bella sonrisa, sonríe siempre querida y veras que es mejor que dedicar una fría mirada" Y eso hago maestra, algunas veces suena fastidiosa pero es que no importa el momento yo siempre sonrió, así este agonizando.
Abro las majestuosas puertas del templo de mi dios hades, y divido su mirada sus cabellos negros con su toque de púrpura, y no puedo evitar sonrojarme con su mirada, yo una espectro me sonrojo, pero no creéis que esto me sucede siempre, es solo que es la primera vez que mi dios me ve con esta nueva fachada; giro mi vista y me encuentro con su esposa persefone ella me dedica una sonrisa la cual yo respondo sin ningún esfuerzo, ya me sale natural.
-has cambiado- Alcanzo a escuchar a mi dios, yo solo asiento levemente con mi cabeza dando a entender que doy un si, el solo me sigue examinando –Hicieron un buen trabajo- Lo sabia el supo lo que esas mujeres de Asgard tramaban conmigo, hades sabia que me convertiría en esto, ahora debo reanudar mi oficio como espectro roba almas.
Minutos mas tarde de salir con la entrevista de mi dios, recorro los pasillos de su templo y viajo en mi memoria, tantas vidas, tantos años. Veinte años contemplo ahora, un tiempo que deja un vació en mi corazón, aquí me siento sola, siempre he estado sola, lo difícil es cuando al subir a la madre tierra poder observar las vidas de las personas, tranquilas y sonrientes, como hubiera querido ser una de ellas y pasear por las calles de las ciudades, gritar, bailar, correr hacer de todo y esperar a que la muerte me lleve. Cuantas veces he ido a los hospitales y ver esas dichosas personas padeciendo bajo la marca de terribles enfermedades, unas u otras bajo la fisión de la vejez, la mirada triste que me dedican cuando les digo quien soy.
Una sacudida me azota el corazón, eso quiere decir que una nueva alma debe de venir en camino, es una nueva alma a la cual debo recoger, ¿Quién seréis ahora? Quien esta cansado ya de la vida y espera mi llegada, no lo se, y como dijo una ves un gran filosofo "solo se que no se nada" inteligente Sócrates ¿no? y emprendo mi camino, voy hacia una pequeña habitación a la cual me han asignado y observo mis vestuario, ¡no puede la mensajera de la muerte ir vestida de rosado a buscar a su próxima victima! Tendré que hacer una parada antes.
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Mi destino, china (roza) los cinco picos, la persona "Docko" un anciano que ha vivido por años, sigo leyendo su expediente ¡261 años! Ostias, ha de venir conmigo ya has vivido mucho, paso la pagina y pues en realidad no encuentro muchos datos solo uno me impacto, "antiguo caballero de libra, al servicio de la diosa Atena" Lo supe esto no iba a ser fácil pero ya estoy aquí y nadie se puede evadir a mi voluntad porque yo soy la muerte, una de las pocas personas que puede decir: "despídete porque mañana la vida te abandona"
Pero antes un poco de ropa, tienda tras tienda mirando que ropa me luce, "Maldición" una costumbre que tengo desde que compartí mis tres años con esas mujeres, asco esa camisa no se me vería bien, contrólate miss Black eres la muerte no una chica con una tarjeta nueva de crédito en la mano; "no puede ser solo esta en rosa esa camisa y yo necesito negro, demonios" olvídenlo esto no se me da.
Horas mas tarde salgo con una maleta de ropa en mi mano, mi cabello rubio cae en mis espaldas como una cascada, mis labios con un color carmesí dándole brillo, ah mi vestido claro, negro como mi apellido, por encima de mi rodilla y con una abertura en la pierna izquierda, ¡ah si! la parte de atrás un corte que deja al descubierto mi espalda y en la parte de al frente bueno es de tiras mi vestido luce muy bien y mi gargantilla, esta bien ya me pongo pilas una alma he de buscar. Decido ponerme un abrigo largo hasta las pantorrillas de color negro, pues si voy a ir a las montañas debo de abrigarme.
Una pequeña cabaña, hay un ambiente agradable, mi abrigo esta demás pero me da personalidad así que carguémoslo, bien, sigo con mi descripción, linda cabaña se puede decir que el viejo vivió una buena vida llena de tranquila, pero que digo siendo el sirviente de Atena vivir tranquilo no va con el manual; camino despacio y entro en la cabaña, que les parece no hay nadie, sigo mi recorrido y como es mi habilidad puedo ver algunos recuerdos consumados en aquel lugar, veo risas, son tres muchachos pero uno es muy altanero, si, existe una corriente negativa el tigre observo, pero hay otro muchacho de cabellos negros simboliza el dragón y tiene un aire de justicia, la amistad y el amor hacia esa tercera persona que es una niña muy linda puedo ver.
Dejo mi maleta aun lado y salgo de la cabaña dirigiéndome hacia las cascadas, son hermosas agua cristalina que cae como la maravilla de la vida. Es tan hermosa que siento deseos de tocarla, y no puedo evitar preguntarme porque los humanos no agradecen este milagro.
-hermosa verdad- escucho la voz madura de un señor que ha vivido una larga vida llena de alegría, su voz es sumisa pero grave, despide un afecto que temo poder encariñarme con el; yo no me inmuto al oír su voz, no al contrario permanezco tranquila y sigo observando esa maravilla, y por alguna extraña razón se que este señor sabe porque estoy aquí, me lo dice su voz en un profundo mutismo.
-Mucho gusto Docko, soy miss black- Me presento dando la vuelta para ver aquel anciano que me observa con ¿Tristeza? ¿Alegría? ¿Cariño? No se cual es el sentimiento que veo reflejados en sus ojos, el me dedica una sonrisa.
-Señorita Black supe que vendría tarde o temprano- Su voz me conmueve, sabia que llegaría, vos seis una persona de admirar, y que yo vengo a quitarte tu vida pero tu alma segura viva, porque como vos no hay otro, por lo menos le concederé el deseo de elegir cuando lo deseas.
-Señor Docko vos me conoce y yo lo conozco, usted sabe a que vengo, y déjeme decirle que es un honor para mi venir por vos no todos los días recojo la sabiduría del mundo, os con solo mirarme a sabido quien soy, ahora permítame darle una cosa mas, despídase mi señor, de el ultimo adiós a sus amigos, aquellos dos chicos que aun viven y lo adoran-
-Te refieres a Shiryu y Sunrrei, de la joven podré decir adiós pero de Shiryu no, pues se encuentra en el santuario-
-Entonces usted y yo viajaremos al santuario y usted se despedirá de sus amigos-
-No sabía que la muerte era tan complaciente-
-No lo soy señor, pero vos representa la sabiduría ¿Por qué negareis una oportunidad?- Yo sonrió y el devuelve mi gesto, miro las cascada y me pierdo en el milagro de la naturaleza -¿nos vamos?- Cuestiono, el solo asiente con la cabeza en un si, luego da la vuelta y comienza a bajar, no lo sigo pues se que el se va a despedir de cierta joven de cabellos negros, su protegida por así decirlo.
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Y si mi dios me viera, me daría un gesto de reprobación, lo que estoy haciendo no es correcto, pero las reglas se hicieron para romper y además el me conoce, y sabe que no puedo evitar hacer esto, mas cuando una persona me agrada desde la primera vista.
Camino a su lado, hace medio día que llegamos a Gracia, rápido ¿no? Pero somos gente sobrenatural, bien observo al santuario desde la lejanía y sonrió conoceré a la diosa Atena sin que me lo haya propuesto.
Mientras camino por las calles de aquel sencillo pueblo, no puedo evitar leer los pensamientos saturados en este lugar, veo sonrisas y lagrimas, veo asesinatos y veo vida. Es tan hermosa la vida que ha veces quisiera ser la mensajera de ella en ves de la muerte. Pero mi oficio es mas divertido creo, no lo se, y divido aquel sitio y nuevamente una sacudida a mi corazón, otra alma me pide que la busque en aquel hospital.
-Señor Docko iré a buscarlo luego, hay otra persona que me llama en estos momentos- le informo, el solo sonríe sabe para donde voy y a que voy, ¡Vaya como me conoce! Y me despido salgo en dirección al hospital, mientras el me pierde con la vista.
Blanco, blanco, blanco por aquí blanco por allá, veo todo blanco, paredes blancas con un toque verde pastel en rayas. Enfermeras y doctores hablando sobre la vida, irónico para mí, pasó por la recepción y es algo imposible que no me robe miradas, bueno una persona vestida totalmente de negro llama la atención y más con una cabellera rubia. Sin embargo nadie se atraviesa adelante mió, porque soy la muerte y temen de mi, corredores, escalones, habitación 0456.
Entro y diviso a una anciana acostada en una cama blanca conectada a varios aparatos, ella tiene los ojos cerrados, yo solo sonrió y me acerco a ella. Y como si hubiera sentido mi presencia abre los ojos, y me asombro al ver la calidez que hay, las alegría, el amor que profesa, sus cabellos blancos y su piel blanca con algunas manchitas de la vejez, es hermosa.
-Hola- la saludo ella sonríe y una lágrima recorre su mejilla, yo levanto mi mano y la seco.
-veo que estas aquí- Típico en los ancianos, su experiencia sus años de vida me demuestran que saben todo, y que han aprendido la grandeza de la vida, la grandeza de nuestro papadios.
-Aun no es el momento señora Hernández, su hijo vendrá y vos podréis despedirse de el-
-¿mañana?- Me pregunta con inquietud en su voz.
-Mañana, hoy o pasado mañana, el vendrá y luego declarare sus cuentas- Digo en un susurro y me acerco a ella y le doy un beso en la frente, ella solo sonríe.
-Adiós- se despide al verme salir por la puerta.
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