Capitulo III

-¿Docko?- exclamo un caballero de cabellos lilas y ojos del mismo toque.

-Como no vienen a visitarme me toco que venir a mi- Hablo el anciano con una sonrisa, en menos de cinco minutos ya estaban todos los santos de oro, plata y bronce e incluyendo a la misma diosa quien lo recibió con una sonrisa y un abrazo.

-Me da gusto tenerte aquí docko- Pronuncio la joven diosa con una calida sonrisa.

-Me hubieras avisado maestro y hubiera ido por ti- Hablo Shiryu el caballero dragón.

-Digamos que no tenía tiempo- Respondió el caballero de libra, y es momento de mi aparición.

-¡Usted no puede entrar!- Me reclamaba uno de los guardias del lugar yo solo sonreí y entre en el santuario, y pude divisar varias figuras incluyendo a mi anciano y tan afamada diosa.

-¿Quién eres?- Exclamo un santo, de cabellos azules algo morados mejor dichos.

-No te preocupes Milo, ella viene conmigo- me presenta mi futura alma para llevar, yo solo sonrió y camino hacia ellos, todos con el seño fruncido, esto hace que mi sonrisa se agrande.

-Aun no es el momento caballeros- pronuncio ninguno entiende lo que digo, la sabiduría viene de un solo caballero, que cosas.

-Amigos les presento a la señorita. Black-

-Mucho gusto- digo con una voz digna de una mujer hermosa e inteligente como yo, y observo a la diosa que es capaz de derrotar a los demás dioses, Atena, la examino con la mirada, luego extiendo mi mano en forma de saludo ella lo acepta y me da un leve apretón de manos presentándose.

-Mi nombre es Saori Kido conocida como la diosa Atena, es un gusto conocer a las amigas de Docko- habla con sinceridad y su cosmos emana paz, tranquilidad, amor no hay odio, es tan pura su esencia.

-Es una tristeza que me vaya tan rápido- exclamo después del apretón y mirando de reojo a Docko, quien sonríe.

-aun no me quiero ir, hay cosas que hacer y debo de enseñar una ultima técnica a mi pupilo- Enmarque una ceja, hablaba en serio.

-dije que seria complaciente pero solo hasta un punto señor Docko- hablo y los demás caballeros me miran con cierta rareza, no sois un animal en vía de extinción caballeros, no hay porque mirarme de ese modo, apuesto que su vida se acaba primero que la mía.

-Unos días no te hará mal- Me contesta comenzando a subir las escaleras, sin poder evitarlo sonrió, me estaba mandando, a mi que soy la muerte.

-Solo serráis unos días- murmuro siguiéndolo a el detrás de la diosa quien lo acompañaba con una mano encima de su hombro, pero volteo sin querer para recoger mi maleta y me siento examinada.

-Me llamo Milo soy el caballero de Escorpión- Se me presenta uno de ellos con una sonrisa coqueta, yo sonrió también, quieres jugar a la seducción, vamos a ver quien gana, y me quito mi abrigo, dejando ver mi tan esmerada y trabajosa figura, porque he de decir que luche para tener estas medidas, no de reina pero si de princesa, sonrió al ver como se queda boca abierta

-Mucho gusto Milo, y ya que eres caballero te permito cargar mi maleta- Escucho risas por lo bajo, y comienzo mi trayectoria detrás de la diosa y Docko, puedo sentir la mirada devoradora de las caballeros, porque hay que admitirlo hombre es hombre en cualquier esquina.

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La noche ya cubrió con su manto, el frió aire que recorre cada rincón del santuario, mi piel se eriza ante su suave contacto y mis finos cabellos se levantan con cada ves mas fuertes brisas, que hermosa es la naturaleza; y sigo perdida en mis pensamientos sobre la maravilla de la vida y de este mundo.

¿Vos no preguntáis como es que siendo morena soy rubia? Bien uso exceso de polvo y pues mis años en Asgard dieron un toque distinto a mi piel.

-Veo que ha usted le gusta este tipo de cosas- Escucho a una voz que ya se me ha vuelto familiar, sonrió y respondo

-Solo admiro y me lamento porque se que esta maravilla no todos la valoran-

-Eso es muy cierto, pero por eso somos humanos ¿no?- Sonrió, es cierto solo somos humanos, mortales que no aprecian la maravilla de este mundo.

-Cuando viajo por las calles realizando mi trabajo sabes que es lo que mas admiro- Pregunto cerrando los ojos y dejando que el viento me acaricie, puedo sentir los pasos de una persona.

-a parte de la naturaleza has de admirar los humanos- Caspita Docko, me lees el pensamiento.

-¿Qué tal si me presentas?- Cuestiono mirando hacia las escaleras donde hay un joven de cabellos negros largos y piel tostada, el solo se sorprende al mirarme.

-El es mi pupilo y a quien pretendo enseñarle mi última técnica-

-Mucho gusto mi nombre es Shiryu- Dice con algo de nerviosismo el joven extendiéndome la mano yo la acepto.

-mi nombre es Elisa Black de Balrog caballero un gusto en conocerlo-

-Eh… desea tomar algo…digo no se… usted dice- Mi sonrisa se agranda pero no solo soy yo puedo ver a mi anciano sonriendo, bueno es que este chico es gracioso mas con su nerviosismo.

-Hay vino ¿Quieren?- ofrece el anciano, mira como me salio.

-Será un honor beber con ustedes- Y así juntos entramos en la casa de libra, y tras una noche de copas, risas y anécdotas, la mañana se hizo presente.

¡Hey! No crean que pase la noche en vela, no, después de las copas nos fuimos a dormir, primero mis dos nuevos amigos debían entrenar.

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Son las siete de la mañana, ya mis amigos salieron y yo tristemente me encuentro sola, no se cuantos días vayamos a pasar aquí pero he de evitar aburrirme, y pienso y pienso los minutos mas pensados de mi vida, y bah! No se que hacer, voy al baño y dejo que agua empañe mis penas, si un rico baño.

El agua se desliza por mi piel morena, no sabia que mis cabellos hubieran crecido tanto me llegan hasta mi cintura si no digo mas abajo, a veces pienso en mi vida pasada como sería si mis padres no hubiesen muerto, ojala y yo hubiese sido la muerte en ese entonces, que maldita vida!

La muerte.

Después de mi reconfortante baño que no me sirvió de nada decido bajar al coliseo y observar como entrenan tan afamados caballeros atenienses. Me tardo un poco en bajar pues debo de elegir mi vestimenta, a la final me pongo una falda negra con una camisa manga larga blanca y encima una chaqueta, y no creáis que se me olvida la corbata, si lo se parezco ejecutiva

Bajo escalón tras escalón bajo mis zapatos de negro, me veo igual que mi apellido, si lo se no soy graciosa. Y tras unos minutos bajando esas cansadas escaleras llego al coliseo y puedo observar a todos los caballeros entrenando, vaya y si que trabajan, pero de repente mi corazón me duele.

Con que esto es el santuario, un aire de peleas, puedo sentir la sangre de los antiguos caballeros, creen que es bonito ver como se matan no en lo absoluto, me aburre ver esto y pesar que es mi trabajo. Al caminar por estas arenas puedo ver los pensamiento empapados incluso veo las escenas y la sangre que alcanza mis pies.

Es deprimente ver en lo que se ha convertido la humanidad, ya no es como antes por lo menos no había tantas muertes, ya no vale la vida, ya no vale la belleza del mundo y siento ganas de llorar pero porque sonrió entonces, porque no puedo evitar esa curvatura en mis labios, si sonrió y me muestro de lo mas feliz pero por dentro me estoy muriendo, siento que mi alma se esta secando, poco a poco estoy perdiendo la esencia de ser un humano, ahora soy un espectro.

-Docko mira ahí esta tu amiga- Exclamo el santo de Tauro, yo esto sentada en una de las gradas.

-¿Quién es ella Docko?- Pregunta el santo de leo

-Una chica que posee la sabiduría del mundo-

-Vaya… habla en serio docko no creo que este aquí porque sea tu amor- hablo Milo

-No cambias, y solo es una amiga que conocí hasta ayer-

-¿Ayer? Y la trajiste al santuario- Cuestiono el santo de géminis.

-Así es, porque es inevitable evadirla-

-No me digas que esta obsesionada contigo-

-Milo- Regañaron a dúo Camus y Shaka

-Por supuesto que no esta obsesionada conmigo, ella esta esperando una cosa que me pidió y yo le pedí tiempo-

-¿Qué cosa?- Cuestiono curioso ahora el santo de capricornio

-Esto es un interrogatorio o ¿Qué?- Cuestiono la sublime figura de Shion.

-Maestro cual es la técnica que va enseñarme- hablo Shiryu.

-Shiryu no existe tal técnica-

-¿Qué?-

-Pero guarda el secreto o sino esa chica se ira- Hablo el anciano retirándose y saliendo del coliseo dejando confundidos a los santos.