Un sapo especial
Los relámpagos iluminaban los pasillos del enorme Castillo de Hogwarts. Trevor, un sapo que había sido seleccionado en la ilustre casa de Godric Gryfindor, creía que era su responsabilidad descubrir todos los secretos del sitio. Y eso requería de mucho coraje, ya que se cruzaba con bestias abominables: desde perros de tres cabezas, ratas sueltas, elfos domésticos hasta la Sra. Norris, una peligrosa gata que vigilaba los pasillos creyendo que le pertenecían a ella. Así que explorando todo, él creía que le hacia justicia a la casa.
Aparte su amo era bastante distraído y era común que se perdiese. Por lo que solía saltar del bolsillo de su capa para que lo siguiera hasta la torre donde estaba la sala común. Pero eso tampoco tenía resultados, pues Neville Longbottom no creía que su sapo tuviese mejor sentido de la orientación que él, un simple sapo nacido en el pantano en los bosques de Lancashire. Lamentablemente, eso solo le sirvió para que adquiriera la reputación de ser tan distraído como su dueño. "De tal palo, tal astilla" decía el dicho, y todos lo creían así.
Pero Trevor provenía de una larga línea de sapos mágicos, listos para orientar a cualquier mago en aprietos, preparados para secretar los famosos fluidos para realizar pócimas tan complicadas como la "crece-huesos", o un potente doxycida, atentos al peligro inminente podían alertar segundos antes para prepararlo para lo peor.
Pero cuando el tío abuelo de Neville, lo encontró tratando de cazar unas sabrosas moscas regordetas, se vio acorralado y sin poder demostrar las habilidades que tenía. Pronto se dio cuenta que el niño torpe de la casa seria el que lo cuidaría. Se molesto mucho al principio. Pero no tardo en descubrir que Neville tenía un corazón enorme y una paciencia mucho más grande para atenderlo.
Trevor era un sapo satisfecho de la vida, y contento continuó brincando hasta los pasillos del castillo de Hogwarts.
