Autora: Naleeh

Fanfic: "Entre cuatro paredes"

Capítulo: 3. ¡A la mierda la bicicleta!

Género: Absurdo

Personajes: Hitsugaya Toushiro/ Matsumoto Rangiku

N.A: Voy a intentar con este tercer capítulo un flashazo que se me pasó por la cabeza ayer por la noche, cuando Faith confesó su más oscuro secreto de la infancia que se asemeja con el mío.

¡A Disfrutar!


3. ¡A LA MIERDA LA BICICLETA!

"Caaaa…PIIIIIIIII…táaaaaaaan!"

Aquel título del que tan orgulloso estaba, y tanto le encantaba que le repitieran, venido de su boca siempre sonaba tan ridículo como taladrante.

Era estresante.

Cómo si no tuviera suficiente que soportar, ella seguía una y otra vez molestándolo cada medio minuto exactamente.

Llevaba dos horas de retraso con el papeleo aquel día. Estaba cansado, tenía calor y además le tocaba escuchar los berridos de Matsumoto larga en el sofá.

Oh, sí. Larga y sin hacer nada, para variar.

"¿Qué es lo que te pasa ahora, Matsumoto?" –le preguntó desganado, por enésima vez en aquella tarde.

"Mire esto! Rápido! Acérquese y mire esto!" –le apremió, señalándole la revista que llevaba en la mano, y sin ninguna intención de levantar el posadero del asiento.

"No tengo tiempo para horóscopos…"

"¡No es un horóscopo¡Es el entrenamiento del futuro¡Deberíamos instalar unos cuantos en la división! Seguro que se convertía en el capitán más admirado de todo el Gotei 13, y las demás divisiones copiarían su ejemplo." –explicó Rangiku enérgica y muy segura de lo que decía.

Hitsugaya arqueó una ceja con curiosidad.

¿El capitán más admirado del Gotei 13? La verdad que dudaba mucho que eso llegara a suceder, pero un poco más de respeto por parte de algunos de sus subordinados no estaría mal. Empezando por su teniente, claro.

Así que con algunas ideas fantasiosas rondándole por la cabeza, se movió de su sitio y se acercó a Rangiku que le tendía la revista abierta por la página en cuestión.

A estas alturas de la vida, Hitsugaya debía haber aprendido que las intenciones de su teniente, nunca se asemejaban a las suyas… ni un poquito. Pero no escarmentaba.

"¿Qué… es… esto?" –le preguntó con los ojos increíblemente abiertos, sin poderlos despegar de las fotografías. – "¿Aparatos de tortura!" –exclamó, dando un repaso a todas esas complejas máquinas llenas de barras de hierro, que obligaban a las personas a estar en posiciones contorsionadas muy dolorosas.

"¡Qué arcaico es usted, Taicho! Debería estar más puesto en estos temas. Son máquinas de entrenamiento que están en todos los gimnasios del mundo mortal. ¡La última moda!"

"¿Gimnasio?"

"¡Claro¡Para entrenar!"

Hitsugaya volvió a echarles un vistazo y siguió pasando las hojas de la revista. Era un catálogo con servicio de "compra en casa", con todos los artículos a unos precios que rozaban las nubes. De nuevo, una muestra de la enfermedad llamada: compra compulsiva que padecía Rangiku…

"Matsumoto, si no tienes suficiente con el entrenamiento, modificaré tu horario y te pondré más horas. No me pidas que compre uno de estos cacharros que seguro no sirve para nada."

"¡No sea así, Taicho¡Mire que vientre más plano!" –le dijo enseñándole una de las modelos, que sonreía con una mueca forzada, tratando de disimular su sufrimiento. - ¡Y mire qué musculatura¡Usted no alcanza esto ni en dos siglos!" –lo acusó, desnudándolo con la mirada.

"¡He dicho que no!" –le recalcó, tajante. – "Y no es negociable." –concluyó volviéndose a su asiento.

Rangiku lo observó con ojillos de cordero degollado, poniendo su mejor cara de niña buena e inocente. Pero ni por esas. Con su Taicho nunca funcionaba.

Menos mal, que siempre podía recurrir al milagroso PLAN B…

"Caaaa…PIIIIIIIII…táaaaaaaan!" –volvió a llamarlo, pasado exactamente el medio minuto en el reloj.

El chico frunció el ceño desesperado.

"¿…Y ahora qué es, Matsumoto?" –se atrevió a decirle, con marcada parsimonia.

La chica pestañeó antinaturalmente, quitándose parte del encanto que tenía…

"¿Sabe montar en bicicleta?"

La pluma estilográfica que llevaba el joven capitán en la mano, rodó por encima del escritorio y cayó al suelo.

Ya no lo soportaba más.

"¿Y ahora a qué ha venido esa estúpida pregunta?"

"Eso es un no¿verdad?" – inquirió ella. – "Tal y como me temía… Qué infancia más triste…"

"¡Tú tampoco sabes!" –se apresuró en acusarla.

"Claro que sé."

"Eso es mentira. Ni tu ni yo hemos tenido a nadie que nos enseñara a ir en bici, así que no te inventes cosas. Tengo tu expediente archivado¿sabes?"

Matsumoto sonrió con autosuficiencia.

"Yo no he dicho ir, he dicho montar…" –notificó, volviéndole a enseñar el catálogo. – "Es muy triste que ni si quiera pueda subirse a una de estas, capitán. El sillín es regulable… yo pensaba que de ese modo los pies sí le alcanzarían a los pedales."

Una gota resbaló por la frente del chico y leyó lo que ponía en la página: Bicicleta estática.

"Eso no es una bici." – se defendió el chico, quitándole la revista de las manos. –"Si no tiene ruedas no puede considerarse bicicleta."

"Claro que sí lo es¿O tampoco sabe leer Taicho? BI CI CLE TA – ES TÁ TI CA" – le repitió, marcando cada sílaba. – "Lo que ocurre es que no está puesto en el tema de la fitness boutique, o de lo contrario, ya habría encargado una para demostrármelo. Créame, una infancia sin bici es muy triste… La división se lo agradecería. Nos tendría a todos felices y contentos."

El chico repasó el catálogo pensativo. Nadie se reía de él de esas maneras…

"Bueno, capitán… dejaré que se lo piense." –le dijo finalmente la mujer, saliendo por la puerta del despacho.

¿Bicicletas, eh¡A la mierda! Todos esos cacharros eran carísimos. Si Matsumoto quería bicicletas las tendría. Pero de verdad…

Se sentó de nuevo en el escritorio y con el catálogo en mano, tecleó el número telefónico de contacto.

Matsumoto no se libraría de hacer el ridículo. No señor…

"Fitness-boutique¿En qué puedo ayudarle?" –Contestó una señorita al otro lado del teléfono.

"Buenas tardes, quería hacerle una pregunta… ¿Venden bicicletas NO estáticas¿Con ruedas?" –preguntó, rezando para que aquella secretaria fuera más eficiente que su teniente.

"Desde luego¿con cuántas ruedas¿Dos¿Tres¿Cuatro?"

Se lo pensó por unos instantes. No tenía mucha idea de artilugios modernos humanos… Pero seguro que a más ruedas más complicación.

"Cuatro…"


Moraleja: Por más ruedas que tenga una bicicleta, la más estable siempre será la que no tiene ninguna. Aunque esa sólo sirve para cansarse más de lo que ya estés.


N.A: Qué ida de la perola más grande! XDDDDDD

Creo que nada más por añadir.(Hoy he terminado los exámenes! Yaiiii!)Muchas gracias por todos los comentarios recibidos

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