Ranma ½ y todos los personajes son propiedad de Viz Communications y Rumiko Takahashi.
Betty
Por
Dr Facer
- 2 -
La muchacha se abotonó el suéter para protegerse del viento, algo frío esa noche, y luego levantó la muñeca para ver su reloj. Eran apenas las diez y no tendría que ir a la escuela al día siguiente, por lo que Nabiki no tenía mucha prisa en regresar a su casa; el barrio era tranquilo y a esa hora todavía había muchos negocios abiertos por lo que confiaba en que no habría ningún problema en el camino de vuelta al dojo.
Mientras caminaba, recordó la película que había ido a ver con sus amigas y consideró que quizás podría usar algo del dinero que tenía ahorrado para comprar un conjunto de vestido y saco en color blanco como los que había usado la protagonista durante la última escena, aunque, por otro lado, quizás podría convencer a alguno de sus varios pretendientes de comprárselo, de esa manera no tendría que gastar su propio dinero.
"Aunque seguramente Kasumi me diría que no debería hacer eso," se dijo al doblar una esquina. "Pero ella no tiene porqué enterarse así que…"
Nabiki se detuvo al ver precisamente a su hermana mayor saliendo de un restaurante acompañada de otras tres muchachas, a las que reconoció como compañeras de Kasumi en la preparatoria.
"Se ve de muy buen humor," murmuró la mediana de las Tendo, quedándose quieta junto a una camioneta estacionada cerca de la esquina para evitar ser vista, pues estaba segura de que, si Kasumi la veía, inmediatamente adoptaría su personalidad de 'hermana mayor' y se separaría de sus amigas, dejando de lado la oportunidad de conversar un poco más con ellas. "Creo que es mejor si no me acerco, no quiero arruinarle la noche, y además… ¿qué están haciendo?"
Intrigada, Nabiki miró con curiosidad cómo su hermana y sus amigas se detenían a saludar a un hombre joven que, con la ayuda de otros dos trabajadores, bajaba leche, huevos, quesos y otros productos lácteos de una camioneta y los llevaban al interior de un local que hasta esa mañana estaba vacío, pero con un letrero que indicaba que al día siguiente abriría allí una nueva cremería.
"Parece que conoce a uno de los tres," observó Nabiki, entendiendo que Kasumi había pedido a sus amigas que esperaran un poco para saludar e intercambiar algunas palabras con el más joven de los tres hombres que estaban surtiendo la tienda. "Lástima que está tan lejos, no puedo distinguirle bien la cara… oh, bueno, supongo que tarde o temprano sabré quién es ese muchacho, aunque seguramente Kasumi también lo conoce de la preparatoria."
No queriendo arriesgarse a interrumpir a su hermana, Nabiki dio vuelta y regresó por donde había venido, decidiendo dar un rodeo para evitar alcanzar a Kasumi. Tardaría un poco más en llegar al dojo y de hecho pasaría cerca de la preparatoria Furinkan, pero no le importaba mucho, además la noche era agradable y había todavía muchas personas caminando por las calles; de hecho, el único tramo solitario de la ruta que estaba tomando sería…
La esquina donde estaba la clínica del doctor Tofú.
Nabiki parpadeó al darse cuenta de que la idea de pasar por allí le provocó cierta incomodidad, lo cual era ridículo. ¡Si ella pasaba frente a la clínica todas las mañanas! Obligándose a seguir adelante con paso decidido, la muchacha alcanzó la siguiente calle y dobló a la izquierda, haciendo a un lado la imagen de cierto esqueleto que ya en dos ocasiones le había provocado escalofríos por toda la espalda.
"Tonterías, eso es todo," pensó Nabiki, notando entonces que la calle estaba bastante solitaria, pues no había gente allí y los negocios estaban extrañamente vacíos. Una ráfaga de viento frío la hizo detenerse y ajustarse el cuello del suéter antes de volver a iniciar su camino, dándose cuenta de que el ambiente a su alrededor se había quedado bastante callado de repente, de modo que sólo sus pisadas rompían el silencio que llenaba ese tramo de la calle. Apretando por instinto su bolso contra su pecho, Nabiki finalmente llegó a la esquina y volvió a hacer una pausa. Sabía que la clínica estaba a unos pasos de distancia, pero no se atrevía a levantar la mirada y se limitaba a observar el muro que rodeaba el consultorio.
—No seas tonta, Nabiki —se dijo en voz baja luego de tomar un profundo respiro—, el doctor Tofú es inofensivo y Betty es sólo un esqueleto de quiropráctico… ¿a qué le temes?
Esa era la pregunta, ¿a qué le temía? Ciertamente no a ver a Betty moviéndose por toda la clínica ya que eso era imposible, así que… ¿cuál era su temor?
Una imagen del doctor Tofú con los cristales de sus lentes empañados, riendo como un maniático mientras le torcía a Kasumi el cuello con un crujido desgarrador entró en la mente de Nabiki y la muchacha se obligó a sacar la idea de sus pensamientos sacudiendo la cabeza de lado a lado. Sí, tenía que aceptar que esa era la razón. Desde que había visto esas fotografías sin cabeza no podía dejar de pensar que en algún momento Tofú lastimaría a su hermana sin siquiera darse cuenta.
"Eso no va a pasar, el doctor jamás le haría daño a Kasumi," pensó, intentando convencerse con poco éxito, pues Nabiki en realidad no contaba con que ver las fotos de su hermana con la cabeza arrancada terminaría afectándola tanto, pero no podía evitarlo, la sola idea de que alguien pudiera hacerle algo así a Kasumi la llenaba de un total desconcierto. "Él nunca le haría daño… de eso estoy bastante segura."
Volviendo a respirar profundamente, Nabiki finalmente se permitió levantar el rostro y caminar de nuevo en dirección a su casa, y hasta se dio el lujo de mirar la clínica mientras pasaba junto a ella, confirmando que la luz encendida en el segundo piso indicaba que el doctor estaba en su departamento, seguramente leyendo algún libro, cenando o viendo televisión. Ya estaba por doblar la esquina cuando un movimiento en una de las ventanas de planta baja le llamó la atención, y antes de poder detenerse Nabiki ya había volteado hacia la derecha instintivamente para mirar y…
La muchacha vio algo que la hizo sentir cómo una bola de amarga bilis le trepaba por el estómago y se le atoraba en la garganta. Girándose con rapidez y tratando de no llamar la atención, Nabiki se alejó lo más rápido de la clínica que pudo sin echarse a correr, llegando al dojo casi al mismo tiempo que Kasumi, ya que la encontró abriendo la puerta de la casa.
—Pensé que llegarías más tarde —dijo la mayor, sonriendo amablemente para su hermana, pero su sonrisa se desvaneció y fue remplazada por una mirada cargada de preocupación—. ¿Te sientes bien, Nabiki? Estás algo pálida, hasta los labios se te han puesto blancos.
—Estoy bien… es sólo… me dio frío… —contestó la mediana, entrando a la casa y dirigiéndose directo a la cocina—. No te preocupes, me prepararé un té para calentarme un poco.
—Si gustas puedo prepararlo yo y llevarlo a tu habitación —ofreció Kasumi—, pero si en verdad te sientes mal podemos llamar al doctor Tofú y…
—¡No hace falta! —interrumpió Nabiki, levantando las manos y esforzándose por sonreír para Kasumi—, es sólo un poco de frío, con un té estaré bien, no es necesario molestar al doctor.
—¿Estás segura?
—Bastante segura —dijo Nabiki, que ya estaba en la cocina y por los ruidos que hacía era claro que estaba buscando en la alacena por algún tipo de té en especial sin poder encontrarlo.
—De acuerdo, pero al menos déjame ayudarte —respondió Kasumi, entrando también a la cocina dispuesta a decirle a Nabiki en dónde estaba el té de hierbas relajantes.
Más tarde…
Tendida en su cama, envuelta en una gruesa cobija y cubierta hasta las mejillas, Nabiki se mantenía inmóvil y con la mirada fija en el techo de su habitación, intentando encontrar una buena explicación a lo que había visto en la clínica del doctor Tofú, porque lo que había visto y que la obligó a alejarse lo más rápido que pudo de allí fue algo que con sólo recordarlo le causaba escalofríos.
Y es que cuando se había girado para mirar, lo que Nabiki vio en la clínica fue simplemente un brazo y una mano que cerraban la cortina de la ventana que daba a la oficina del doctor Tofú.
Pero el brazo y la mano habían sido blancos y esbeltos, como huesos… como huesos de esqueleto.
Nabiki estaba completamente segura de que había visto el brazo y la mano de Betty recorriendo la cortina.
Y la idea de que el esqueleto del doctor se paseara por la clínica por las noches no sólo estaba haciéndola sentir que se le enfriaban los dedos de las manos y los pies, también amenazaba con hacerla caer en un estado de total nerviosismo.
"Es imposible que Betty se mueva sola," pensó tratando de calmarse, pero no pudo hacerlo. A fin de cuentas la maldición de Ranma y del resto de las victimas de los estanques malditos de Jusenkyo eran una prueba diaria de que los fenómenos sobrenaturales sí existían... pero eso no había logrado alterarla, simplemente lo había aceptado y buscado una manera de adaptarse y de sacarle provecho, y era por ello que Nabiki no lograba entender por qué todo este asunto con el doctor Tofú y su estúpido esqueleto la estaba afectando tanto.
—Creo que… es por Kasumi —murmuró la muchacha sentándose, dejando que la cobija se deslizara por sus hombros mientras se levantaba para caminar en círculos por la habitación—. Esa es la única razón por la que no puedo dejar de preocuparme... esta vez Kasumi podría salir lastimada y por eso no puedo sacarme toda esta basura de la cabeza.
"Pero el miedo a que el doctor Tofú lastime a Kasumi no tiene nada qué ver con esa extraña idea que tengo de que Betty se mueve," musitó Nabiki volviéndose a sentar sobre la cama; aunque ya se sentía un poco más tranquila luego de identificar que lo que la preocupaba de todo este asunto era definitivamente la posibilidad de que su hermana mayor resultara herida si empezaba una relación con Tofú Ono, eso no explicaba su recelo por Betty el esqueleto.
"Será mejor pensarlo con calma," se dijo respirando profundamente para dominar sus emociones y poder analizar lo que había visto algunas horas antes desde un punto de vista más lógico. "…Tofú utiliza a su esqueleto como muñeca de ventrílocuo y muchas veces la lleva cargando a todas partes por el barrio, entonces… ¿No sería posible que… lo que vi fue al doctor usando a Betty para cerrar la ventana de la clínica?"
Sí, eso debió haber sido. Tal vez los fantasmas y la magia existían, pero Nabiki poco a poco se convenció de que lo que tenía enfrente eran simplemente las excentricidades del doctor Tofú, y que su temor de que terminaría hiriendo gravemente a Kasumi era la razón por la que había comenzado a pensar esas cosas raras sobre Betty, como una manera de hacer a un lado la idea de que el médico en el que su familia confiaba tanto tenía serios problemas que podrían terminar en una fea tragedia para su hermana mayor.
—Tendré que buscar una forma de alejar al doctor de Kasumi hasta que encuentre la manera de controlarse cuando mi hermana está cerca… —murmuró al tiempo que se acostaba—, es lo menos que puedo hacer por Kasumi.
Con este nuevo propósito en mente, Nabiki finalmente logró dormir.
Aunque al día siguiente podría haber jurado que durante algún punto de la noche escuchó entre sueños un extraño rasguñar en su ventana que la obligó a girarse y taparse la cabeza, pero seguramente había sido sólo su imaginación, o algún visitante que quería retar a Ranma y se equivocó de habitación, quizás incluso había sido el despistado de Ryoga...
- 0 -
Varias semanas después...
Nabiki, sentada en la banca de un parque, mordisqueaba una galleta de arroz sabor calamar mientras recordaba lo que había pasado la tarde anterior. Había estado mirando la televisión junto a su padre, Kasumi ocupada en la cocina y Akane en camino a buscar a Ranma en las montañas para ayudarlo a curarse de la moxibustión debilitante, y el maestro Happosai no estaba en casa en ese momento, pues el viejo pervertido seguramente había salido a robar tangas o algo así. La tarde estaba extrañamente tranquila, y Nabiki había esperado que las cosas se mantuvieran de esa manera cuando Kasumi entró con un libro de herbolaria en las manos y anunció que tenía que ir a devolverle al doctor Tofú ese libro que le había mandado con Akane.
"Obviamente tuve qué ofrecerme a entregarlo en su lugar," recordó Nabiki, pues había estado tratando de evitar, de la manera más discreta posible, que Kasumi se encontrara a solas con el doctor Tofú. "Pero sí me sorprendió que hubiera insistido en salir porque también tenía que ir a comprar leche y huevos."
Al final las dos terminaron saliendo a la calle juntas, con el acuerdo de que Nabiki iría a entregar el libro para que Kasumi pudiera ir a comprar las cosas sin perder tiempo en el consultorio, y a la mediana le resultó bastante bien, pues le tomó menos de quince minutos ir con el doctor a devolver el libro y regresar a la casa.
"Por cierto que Kasumi se mostró bastante… ¿agradecida? de no tener qué ir a la clínica…" pensó mientras se terminaba la galleta y guardaba el envoltorio en su portafolios para tirarlo luego. "Ahora que me acuerdo, se tardó más de media hora en el mandado… ¿creo que Kasumi conoce al dueño de una cremería? Quizás fue por eso, tal vez debería investigar, y..."
—¿Estás esperando a alguien?
—¿Eh? —Nabiki levantó la mirada y se encontró con Kasumi, que llevaba una bolsa con mandado y la observaba con cierta curiosidad—. Hola, Kasumi, no estoy esperando a nadie. ¿Qué haces por aquí? A esta hora no sueles estar en la calle.
—Vengo de comprar crema y queso —contestó la mayor con su característica sonrisa—. Quiero preparar algo un poco distinto hoy y me hacían falta algunas cosas ¿Te quedarás aquí o ya vas a la casa? Podemos regresar juntas si quieres.
—Vayamos juntas —aceptó Nabiki, quien de todos modos ya pensaba ir al dojo, y era mejor hacerlo con Kasumi.
—¿Te parece si pasamos por la clínica y saludamos al doctor Tofú? —preguntó Kasumi luego de que doblaron por la siguiente esquina—, a fin de cuentas nos queda de camino y sería de mala educación no hacerlo.
—Supongo que sí, —dijo Nabiki, observando con atención a su hermana, tratando de descubrir si su intención de ver al doctor era más que una cuestión de cortesía pero no consiguió nada; Kasumi mantenía su típica expresión de tranquilidad que acompañaba con su cálida sonrisa, y cuando hacía eso era imposible leer sus intenciones—. ¿Tienes qué devolverle alguna otra cosa, quizás otro libro o algo así?
—No, nada, —respondió la hermana mayor—. Es sólo que el doctor es amigo de papá, y es por eso que debemos ser amables con él.
—Oh… supongo que tienes razón —asintió Nabiki, entendiendo que no podría disuadir a Kasumi de pasar a ver a Tofú, por lo que decidió estar alerta y lista para alejar a su hermana del médico en caso de que perdiera el control de una manera más violenta de lo normal; aunque pensar en eso la hizo recordar las fotografías sin cabeza, lo cual la hizo sentir un ligero escalofrío y Nabiki tuvo qué hacer un esfuerzo consciente para controlarlo, lo cual le tomó algunos segundos de respirar profundamente hasta que volvió a sentirse bajo control.
Siguieron su camino en silencio durante el resto de la calle, Nabiki intentando nuevamente identificar los motivos que tenía su hermana para visitar al doctor pero no pudo hacerlo, la expresión de calma y la sonrisa de Kasumi le resultaban tan inescrutables como siempre. Notó entonces que estaban a unos metros del consultorio y muy para su desencanto, pues ella esperaba que el doctor no estuviera y así no tendrían que saludarlo, vio a Tofú recargar a Betty contra la pared, y después tomar una escoba para comenzar a barrer la entrada de la clínica.
—Tuvimos suerte, el doctor Tofú está afuera —dijo Kasumi—, así no tendremos que tocar a la puerta para saludarlo.
—Al menos no tendremos que entrar a la clínica —opinó Nabiki, tratando de verle algo positivo a la situación.
—Exactamente —sonrió Kasumi—. Lo que voy a cocinar hoy toma algo más de tiempo, así que un rápido saludo es lo mejor que podemos hacer.
Escuchar eso consiguió que Nabiki se sintiera bastante aliviada, ya que con algo de suerte y si mantenían la interacción breve, Tofú lograría mantenerse casi bajo control y el riesgo para Kasumi sería mínimo, quizás ni siquiera tendría que buscar la manera de apresurar el encuentro, lo cual era un verdadero alivio.
—Hola, doctor —saludó Kasumi una vez que estuvieron lo bastante cerca—, es un gusto verlo hoy, ¿cómo está?
—Buenas tardes —dijo Nabiki, acercándose con discreción a su hermana, totalmente en guardia y lista para tomar a Kasumi de la mano y arrastrarla lejos de la clínica si era necesario.
—K-Kasu… Kasumi —tartamudeó Tofú al girarse para ver a las hermanas. Sus lentes ya se habían empañado y su postura se había puesto completamente rígida, lo cual indicaba que estaba luchando por no perder el control con poco éxito—. Es un gusto verlas… no sabía que vinieron a la feria… ¿ya probaron el helado?
—¿Feria? —Parpadeó Kasumi, que estaba claramente confundida—, no recuerdo que hubiera una feria en el vecindario… ¿has escuchado algo de eso, Nabiki?
—No hay ninguna feria —dijo la mediana—, creo que el doctor está… jugando una broma.
—¿En serio doctor?
—¡Claro que sí, es todo un juego! —exclamó el médico, echándose a reír y parecía que eso sería todo lo que haría, pero repentinamente retorció el mango de las escoba con las manos, destrozándolo con un fuerte crujido y terminando con dos trozos de madera rota y astillada en los extremos entre las manos.
—Creo… creo que es mejor si nos vamos ya —sugirió Nabiki, que al ver la manera tan sencilla en la que Tofú había roto la escoba pensó de inmediato que ese podría ser el cuello de su hermana y eso la hizo sentir bastante miedo. ¿Y si al doctor le daba por querer tomar a Kasumi por el brazo sin que ella pudiera evitarlo?
—Pero todavía no les ofrezco galletas —dijo Tofú, que comenzó a mordisquear uno de los pedazos de la escoba—. ¡Tengo unas galletas muy crujientes!
—Ay, doctor, usted siempre con sus bromas —dijo Kasumi, riendo en voz baja al mirar cómo Tofú se esforzaba por masticar la madera de un modo bastante ruidoso—. Si le parece, en otra ocasión mis hermanas y yo…
¡Clac!
Kasumi no terminó lo que estaba diciendo.
Porque Betty se desplomó en ese momento, y al caer su mano izquierda quedó sobre un pie de la mayor de las hermanas Tendo.
—Ya nos tenemos qué ir, !adiós doctor! —interrumpió Nabiki entonces, tomando a Kasumi por la mano y obligándola a caminar de prisa para alejarse de la clínica con rapidez. Su hermana intentó resistirse un poco, pero Nabiki no le hizo caso y no se detuvo hasta que llegaron a la otra esquina.
—Eso fue un poco grosero —regañó Kasumi entonces—, ¿qué pensará el doctor… y si se queja de nosotras con papá?
—No se quejará, Kasumi —respondió Nabiki, que se había girado para mirar hacia la clínica y pudo ver cómo el doctor se inclinaba para recoger a Betty y luego la manipulaba como muñeca, levantando el brazo izquierdo del esqueleto hacia ellas y lo movía de lado a lado, imitando un gesto de despedida que hizo a Nabiki sentir que se le erizaba la piel.
—Al menos parece que no está enfadado —comentó Kasumi, que devolvió el gesto con su mano derecha—, tendré que mandarle algo con Akane, quizás algunos sakura mochi sean una buena disculpa…
"Preferiría que ya no le hablaras," pensó la mediana, observando con mucha atención mientras el doctor regresaba a la clínica cargando a Betty en brazos como si fuera su mujer. Definitivamente Tofú se estaba volviendo más raro. Más raro y peligroso.
—Tendrás qué disculparte con él —dijo entonces Kasumi, que ya estaba caminando de nuevo en dirección al dojo—, sabes que el doctor es un hombre muy peculiar, y entiendo que puede parecer algo extraño.
—¿Lo notaste? —Preguntó Nabiki, esperando que su hermana se hubiera dado cuenta al fin de que acercarse a Tofú cuando perdía el control era muy arriesgado para ella.
—Claro que sí, y entiendo que sus bromas son a veces un poco estrafalarias —sonrió Kasumi—. Pero ya te lo dije, el doctor Tofú es amigo de papá y tenemos que ser amables con él, y eso incluye aceptar su sentido del humor. Además, siempre ha tratado de ayudarnos, no olvides que intentó darle a Ranma una cura para la moxibustión debilitante hace un par de días...
"Maldición, hermana… ¿por qué no entiendes que Tofú se pone como un maniático cuando estás cerca?" Pensó Nabiki, que se guardó nuevamente sus temores al darse cuenta de que Kasumi había decidido ignorar el extraño comportamiento del médico a fin de mantener la amistad de la familia con él.
—¿Le ofrecerás disculpas? —insistió Kasumi, interrumpiendo los pensamientos de Nabiki.
—Sí, lo haré mañana de camino a la escuela —aceptó la mediana—, te lo prometo.
—Perfecto, gracias —respondió la mayor—. Por cierto, necesitaré tu ayuda en la cocina hoy… sé que casi nunca cocinas, Nabiki, pero creo que tú preparas la pasta mejor que yo y esta receta se acompaña con una porción.
—...Está bien, yo me encargo de eso —suspiró Nabiki, entendiendo que luego de lo que había hecho no podía negarse.
Algo más tarde…
Mientras vigilaba la pasta, Nabiki volvió a repasar lo que había pasado afuera de la clínica. Sí, el doctor Tofú se había puesto a actuar como loco de nuevo y aunque eso logró asustarla no fue lo que la hizo sentir un terrible deseo de escapar que la obligó a prácticamente arrastrar a Kasumi hasta la otra esquina.
"Fue Betty, ella tuvo la culpa..." pensó, frotándose las manos que sintió frías de repente al recordar el momento en que el esqueleto se desplomó hacia adelante y la manera en que sus dedos caían sobre el zapato de su hermana. "¿No es extraño que se cayera justo en ese momento? Supongo que quizás el doctor la recargó mal en la pared, pero… ¿por qué se cayó en dirección de Kasumi? No tiene sentido..."
Un súbito 'clac' a su derecha hizo que Nabiki se tensara y mirara en esa dirección, pero lo único que encontró fue la tapa de la olla en la que estaba preparando la pasta. El vapor la había hecho vibrar y el ruido la terminó asustando. Mirando hacia atrás mientras destapaba la olla y movía un poco la pasta, Nabiki notó que Kasumi no se había dado por enterada y seguía cortando la carne en trozos.
"Ya estoy dejando que mis ideas raras sobre Betty me distraigan otra vez," se dijo al tiempo que volvía a tapar la olla para que la pasta terminara de cocinarse. "El problema claramente es Tofú, no su esqueleto, y estuvo bien separar a Kasumi del doctor antes de que se le acercara y le hiciera algo malo sin querer."
—Espero que papá no tarde en volver de la junta de vecinos —comentó Kasumi al tiempo que se acercaba a la estufa para empezar a cocinar la carne—. Sería una pena que se perdiera lo que estamos preparando.
—Estará aquí pronto —le aseguró Nabiki—. Nunca se queda más tiempo del necesario a menos de que lo inviten, y como mañana es un día laboral y no fin de semana dudo mucho que los vecinos hayan organizado alguna salida a beber o a cenar.
No muy lejos del dojo…
Soun Tendo caminaba tranquilo por la calle, disfrutando de un cigarrillo mientras repasaba lo que se había discutido en la junta de vecinos. A su lado iba Tofú Ono, que avanzaba en silencio, fumando su propio cigarrillo y claramente hundido en pensamientos que lo mantenían muy ocupado como para iniciar una conversación, lo cual le parecía una pena a Soun, ya que le agradaba conversar con el joven médico y había esperado poder hablar con él un poco.
"Bueno, sus razones tendrá para mantenerse callado," pensó al tiempo que se terminaba su cigarrillo y lanzaba la colilla hacia una alcantarilla, sonriendo discretamente cuando la vio entrar justo en donde quería que cayera; obviamente la edad y la poca práctica aún no le afectaban sus habilidades tanto como había temido.
—Nada mal, señor Tendo —comentó el doctor, que había notado lo que el maestro de las artes marciales había hecho—, si no le molesta, lo intentaré también.
Y sin más, Tofú lanzó su colilla hacia la alcantarilla y, justo como lo hizo Soun, también logró acertar con un sólo intento.
—Bien hecho, doctor —comentó el señor Tendo—, Su puntería es excelente.
—Se lo agradezco —dijo el médico, que entonces agregó—, ya estamos cerca de mi clínica, ¿le gustaría pasar y jugar una partida de shogi?
—Es tentador, pero prefiero llegar pronto a casa —contestó Soun—, usted sabe que Ranma tuvo ese problema con la moxibustión y Akane fue a intentar ayudarlo a curarse. Es mejor si estoy en el dojo en caso de que llamen para pedir algo.
—Oh… lamento no haber sido de más utilidad —se disculpó el médico al recordar que no pudo ayudar a encontrar la cura.
—No se preocupe, conozco a Ranma y sé que no se detendrá hasta que logre curarse —dijo Soun que al mirar a la izquierda se dio cuenta de que ya estaban afuera de la clínica—. Seguramente la próxima vez que vea a Ranma ya estará bien.
—Espero que sí —respondió Tofú, inclinándose un poco como muestra de respeto a Soun —yo me quedo aquí, señor Tendo, fue un placer hablar con usted.
—No tiene qué agradecer, doctor —respondió el maestro de la escuela Tendo—, la próxima vez sí aceptaré la invitación de una partida de shogi.
—Excelente, lo estaré esperando.
Sin decir más, Soun se alejó con paso tranquilo, meditando acerca del doctor y preguntándose porqué tenía tanta dificultad para mantenerse bajo control cuando su hija estaba cerca. Y es que a Soun le agradaba Tofú, y en verdad esperaba que pudiera en un futuro casarse con Kasumi, aunque si eso no se daba esperaba que pudiera seguir como amigo de la familia.
"Y el que sea catorce años mayor que Kasumi no es tan malo," pensó Soun al recordar la diferencia de edades entre su hija y Tofú, que a pesar de ser de más de diez años a el no le molestaba para nada, y de hecho le parecía que Kasumi no encontraría un mejor pretendiente que el doctor, quien sólo tenía como defecto el que perdiera el control cuando su hija estaba cerca. "Aunque quizás con alguna preparación de hierbas relajantes podría mantenerse tranquilo cuando ve a Kasumi, tendré que investigarlo."
Con esa decisión tomada y ya dando por hecho el matrimonio de Tofú con Kasumi, el maestro de la escuela Tendo comenzó a pensar en buscarle a Nabiki un marido. A fin de cuentas Kasumi y Akane ya tenían ese asunto prácticamente resuelto, y no quería que ninguna de sus hijas se quedara sola si él llegaba a faltarles.
"Pero encontrarle marido a Nabiki será muy difícil," pensó un poco desanimado. "¿Quizás ese muchacho millonario de su preparatoria podría estar interesado? O tal vez el hijo del dueño del restaurante Matsuzaka, escuché que está ganando buen dinero como boxeador profesional, quizás eso llame la atención de Nabiki… y además la familia Matsuzaka me debe un par de favores también… tal vez aceptarían comprometer a nuestros hijos."
Sin darse cuenta de que Tofú se había quedado en la calle, observándolo alejarse, Soun siguió su camino hasta perderse de vista.
Sólo entonces Tofú entró en la clínica y cerró la puerta con llave tras de sí.
El joven doctor subió directamente a su departamento, pues tenía un poco de hambre y deseaba comer algo antes de darse un baño y dejar todo preparado para el día siguiente, afortunadamente todavía le quedaban sobras de la comida del día anterior y no tendría problema en recalentarlas para ahorrarse la molestia de cocinar.
Una vez en el departamento, Tofú entró a la pequeña sala y sonrió al ver a Betty, recostada en el sofá donde la había dejado unas horas antes. Inclinándose, tomó al esqueleto y lo levantó para cargarlo hasta la cocina, en donde lo acomodó en una silla que luego acercó al comedor.
—Creo que las cosas con el señor Tendo van bien, Betty —comentó Tofú mientras vaciaba el arroz y las verduras que le quedaban en una cacerola y comenzaba a calentarlas—. Estoy seguro de que si hablamos mientras jugamos shogi podré decirle mi interés en casarme con Kasumi.
—...¿y-si-ella-no-te-quiere?
—Estoy seguro de que ya le gusto un poco, y podrá enamorarse de mi cuando estemos comprometidos —contestó Tofú sin girarse de la estufa para mirar a Betty mientras servía el arroz y verduras en un plato—. Y a sus dos hermanas también les agrado, creo que tengo buenas posibilidades.
Clac
Tofú no se inmutó al escuchar el ruido y cuando acomodó su comida en la mesa y se sentó no le sorprendió ver a Betty con la quijada abierta y el cráneo ligeramente movido a un lado.
—En verdad necesito ajustarte la quijada, Betty —dijo el doctor mientras comenzaba a comer—. Cada vez es más frecuente que se abra y se mueva tu cráneo. Quizás lo haré mañana, ¿qué te parece?
—…sería-agradable-mi-querido-doctor
Tofú sonrío al escuchar la respuesta y suspiró—. La soledad me está afectando mucho si ya me contesto yo mismo esas cosas... bueno, gracias, Betty, me da gusto saber que tú sí me quieres, ¿verdad?
—...sí-yo-lo-quiero-doctor
—Y yo a ti, Betty, aunque seguramente mi madre diría que tienes caderas muy estrechas y no podrías darle muchos nietos como ella quiere —dijo el médico y entonces rió en voz baja al recordar que su madre pensaba que las mujeres de amplias caderas eran las mejores esposas y las más fértiles. Sin decir más pues ya no se sintió con deseos de seguir el juego de armarse una conversación con Betty, terminó de comer en silencio y luego se levantó para lavar su plato, dándole la espalda al esqueleto sin prestarle más atención.
Pero sentada allí en el comedor, con sus oscuras cuencas vacías y el cráneo inclinado levemente a la izquierda bajo la luz directa de la lámpara, en verdad parecía que Betty se entretenía mirando a Tofú como si fuera una recién casada feliz de ver a su marido ayudándola en la cocina...
=0=
Notas:
Primero que nada, muchas gracias a todos por sus amables comentarios, en realidad me da gusto saber que hasta ahora les ha interesado la historia; espero que este capítulo también les haya parecido interesante.
Debo decir que todas las dudas que mencionan en los reviews serán respondidas poco a poco, y con algo de suerte las respuestas y la resolución resulten satisfactorias para todos.
Muchas gracias por leer y espero verlos en el próximo episodio.
