Ranma ½ y todos los personajes son propiedad de Viz Communications y Rumiko Takahashi.

Betty

Por

Dr Facer

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—El pie evolucionó bastante bien —comentó el doctor Tofú luego de revisar a Nabiki—. Pero aún está un poco inflamado por lo que no te recomiendo apoyarte mucho al caminar durante el día de hoy.

—Se lo agradezco —respondió la muchacha—. ¿Hay algo más que deba hacer?

—Voy a presionar unos puntos de presión en tu pierna para ayudar a que tu pie se termine de desinflamar, y tendrás que untarte esta pomada hoy y mañana por la noche —indicó el médico mientras le entregaba un frasco con un ungüento amarillo que olía a té de hierbas, lo cual a Nabiki le agradó ya que esperaba algo que oliera horrible.

—De acuerdo, le prometo que lo haré.

—Muy bien, ahora quédate quieta un momento, por favor —pidió Tofú, que tomó la pierna de Nabiki y luego de palparle un poco la pantorrilla, presionó suavemente dos puntos en específico y asintió complacido—. Listo, con eso debería ser suficiente para que tu pie quede como nuevo; te veré para darte una revisión final pasado mañana. ¿Alguna molestia?

—Ninguna, doctor, se lo agradezco —sonrió ella, bastante sorprendida al notar que luego de que Tofú presionara los puntos de presión todas las molestias en su pie desaparecieron—. en ese caso ¿ya puedo irme?

—Sí, pero espera aquí, iré a la sala de espera por Akane y por tu padre —contestó el doctor—. Y también te traeré unas muletas para que no forces el pie.

Nabiki observó salir al médico y respiró profundamente para calmarse, ya que todavía se sentía algo tensa a causa de lo que había sucedido la noche anterior. ¿En realidad fue una broma de mal gusto? Le había puesto mucha atención mientras la atendía y su intuición le decía que el doctor Tofú no había hecho nada y que no tenía idea de que algo raro hubiera sucedido. El problema era que eso le dejaba sólo otra posibilidad, y esa era que Betty de alguna manera tenía vida propia.

"Y estoy muy segura que Betty es mucho más peligrosa que ese estúpido gato fantasma que trajo Shampoo desde China hace un tiempo," pensó Nabiki, recordando a Mao Mo Lin y cómo había sido relativamente fácil deshacerse de él.

Y la verdad era que luego de la horrible advertencia de esa madrugada, la mediana de las hermanas Tendo estaba completamente convencida de que si Betty intentaba algo no sería tan sencillo detenerla…

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Apoyó las muletas junto a la pared y se sentó en la cama, disfrutando la cómoda familiaridad de su colchón, el cual era muy superior a la dura cama de hospital en la que había dormido la noche anterior, pero recordar su experiencia en la clínica de Tofú hizo que Nabiki inmediatamente pensara en cierto esqueleto, por lo que cerró los ojos un momento y se esforzó en pensar en otras cosas para poder sacarse a Betty de la cabeza.

"No… eso es un error," se dijo ella, dándose cuenta de que tratar de olvidar o de ignorar la situación y la posibilidad de que Betty fuera algún tipo de espectro no le ayudaría en caso de que algo malo sucediera. "Si en verdad no fue Tofú haciéndome una broma entonces lo mejor será obtener información para poder prepararme… ¿pero cómo lo hago? No conozco a nadie que haya pasado mucho tiempo en la clínica, aunque…"

—¿Qué deseas cenar hoy? —Preguntó Kasumi desde la puerta de la habitación—. Papá dijo que hoy podrías cenar lo que quisieras.

—¿De verdad? —preguntó Nabiki, pues no esperaba que su padre hubiera decidido mimarla un poco ese día. Estaba por pedir en automático sushi de un restaurante muy caro que le gustaba cuando cambió de opinión al recordar algo: Shampoo había trabajado como asistente del doctor Tofú por cerca de un mes antes de que su bisabuela abriera el Neko Hanten, por lo que quizás había visto algo extraño en la clínica que le hubiera llamado la atención.

—¿Te gustaría que pidamos anguilas? —sugirió la mayor—. Siempre te han gustado mucho.

—Gracias, pero prefiero cenar ramen hoy —dijo la mediana—. ¿Podrías pedirme un especial del Neko Hanten algo más tarde, por favor?

—Perfecto, es una buena elección —opinó Kasumi, aliviada en secreto que su hermana hubiera elegido algo relativamente barato en lugar de anguilas o sushi gourmet como lo había estado temiendo—. Te llamaré cuando llegue el pedido.

—Gracias, Kasumi —le respondió Nabiki sonriendo y pensando que Shampoo podría tener información útil.

"Ahora que lo pienso, el señor Saotome también trabajó con el doctor Tofú… creo que valdrá la pena preguntarle." decidió una vez que se quedó sola.

Algunos minutos después…

Nabiki salió al jardín y de allí avanzó con lentitud hasta el dojo, en donde sabía que encontraría a Genma. Le había preguntado a Kasumi en dónde encontrarlo, pues su padre había salido a comprar algunas cosas con Akane, y la respuesta que le dio su hermana fue que los dos Saotome estaban en el dojo entrenando.

Estaba por entrar cuando Ranma salió disparado por la puerta. El muchacho llevaba un gato negro aferrado a su espalda y corría gritando algo acerca de lo mucho que odiaba a los gatos. Poco después vio salir a Genma, que caminaba con los pulgares enganchados en el cinturón y una expresión de satisfacción en el rostro. Era obvio que el maestro de la escuela Saotome había hecho trampa para vencer a su hijo durante la sesión de entrenamiento.

—Disculpe, ¿puedo preguntarle algo? —llamó Nabiki, esperando que Genma estuviera de humor para responder.

—Sí, por supuesto —contestó Genma, aunque por su expresión era claro que le resultaba muy extraña la situación—. ¿Qué sucede?

—Me preguntaba si usted alguna vez vio algo extraño en la clínica cuando trabajó con el doctor Tofú...

—Eso sí que no lo esperaba —contestó Genma—. Nabiki, si esto es acerca de porqué no tengo un trabajo fijo, te garantizo que el dinero que consigo cada semana es completamente legal.

—Sé que ayuda a descargar mercancías en los almacenes del barrio por las mañanas, señor Saotome, y que a veces entra en peleas clandestinas para ganar dinero en los muelles —dijo Nabiki alzándose de hombros—. En realidad no me importa de dónde saca dinero.

—En ese caso…

—Sólo quiero saber si notó algo raro cuando fue asistente del doctor, eso es todo —repitió la mediana.

—Ya veo… —Genma se rascó la barbilla y luego negó con la cabeza—. No sé que es lo que te interesa saber, Nabiki, pero yo nunca vi nada extraño en la clínica y me parece que el doctor Tofú es una persona muy decente y respetable.

—Entiendo —respondió ella mientras asentía, dándose cuenta de que era muy posible que Genma en realidad estuviera diciendo la verdad—. Le agradezco.

Dando la conversación por terminada Nabiki regresó a la sala, en donde se sentó a mirar televisión y a esperar hasta la cena, pues tenía mucho interés en hablar con Shampoo.

Más tarde...

Shampoo, siguiendo su costumbre, entró hasta la sala de la familia Tendo cargando su caja de metal para entregar los fideos, pues tenía la esperanza de poder encontrarse con Ranma y pedirle que la invitara a salir. Desafortunadamente para ella el muchacho Saotome aún no regresaba desde que Genma lo había asustado con un gato, por lo que la Amazona China se contentó con hacer la entrega sin realizar mayor escándalo, y ya estaba por retirarse cuando Nabiki la llamó antes de que pudiera salir por la puerta principal, pues Kasumi le había pedido que no saliera haciendo un hoyo en la pared.

—¿Qué quieres? —preguntó Shampoo, mirando a Nabiki con cierta desconfianza—. Tengo trabajo, no puedo perder tiempo hablando contigo.

—Me acordé que trabajaste como asistente del doctor Tofú —dijo la mediana de las Tendo, acercándose a la Amazona para poder hablar en voz baja—. Quiero saber si alguna vez viste algo raro en su clínica.

Shampoo parpadeo ante la pregunta, y por su expresión Nabiki se dio cuenta de que la mesera del Neko Hanten sí sabía o había visto algo extraño cuando trabajó para Tofú.

—No me acuerdo —respondió Shampoo—, y no me interesa hablar de eso.

—¿Sabes Shampoo?… creo que sí viste algo —dijo Nabiki—. Dime lo qué fue, es muy importante.

—Ya te dije que no gano nada con hacerlo —contestó la Amazona.

—Si me cuentas te daré gratis algunas fotos de Ranma.

Shampoo se rió—. ¿Para qué quiero eso? Yo puedo abrazar a mi Ranma cuando quiera, las fotos no me importan.

—Shampoo… no te estoy preguntando por curiosidad, necesito saberlo porque Kasumi podría estar en peligro.

La Amazona no respondió de inmediato al escuchar eso, pues se cruzó de brazos pensativa y bajó la mirada mientras consideraba la petición de Nabiki. La mesera en realidad no tenía buena opinión de la mediana de las Tendo y Akane le resultaba casi insoportable, pero extrañamente a Shampoo sí le agradaba mucho Kasumi, y decidió que en realidad no le molestaría ayudarla si podía.

—¿Si te cuento podría ayudar a la mayor de ustedes? —preguntó Shampoo con cierto recelo—, ¿no es un truco tuyo?

—No es un truco —le aseguró Nabiki con una expresión seria—, en verdad necesito saber si viste algo extraño en la clínica, Shampoo, es muy importante.

—Ahora no, tengo trabajo —contestó la Amazona—. Pero te contaré lo que sé más tarde, vendré luego de cerrar el restaurante.

Nabiki ya no respondió y se limitó a observar cómo Shampoo montaba en su bicicleta y se alejaba a gran velocidad. Pensativa, se quedó quieta en el pórtico hasta que Kasumi se le acercó. La mediana levantó una ceja al notar que su hermana llevaba un vestido azul claro bastante lindo y que se estaba abotonando un suéter blanco, además de que se había dejado el cabello suelto y nada de eso era muy común… ¿y acaso olía a perfume?

—¿No irás a cenar? —Preguntó Kasumi—, se enfriarán tus fideos.

—Iré en un momento —contestó Nabiki—. ¿Y tú no cenarás con nosotros?

—Lo lamento, pero hoy no cenaré en casa —respondió la mayor mientras desviaba la vista para evitar mirar directamente a Nabiki—. Tengo… un compromiso con mis amigas y cenaré con ellas

—Te arreglaste demasiado para salir con tus amigas —observó Nabiki con una sonrisa cómplice, pues estaba bastante segura de que Kasumi no se había puesto bonita sólo para ir a ver a sus antiguas compañeras de la preparatoria—. Muy bien, espero que te diviertas con tus 'amigas' y que todo te salga perfecto.

—Papá piensa que iré con Kozue y con Asuna a tomar un café… —suspiró Kasumi al darse cuenta de que su hermana no se había creído esa historia y que ya no valía la pena intentar mantener la excusa con ella.

—Y si él o Akane me preguntan algo en caso de que se te haga un poco tarde, les diré que estás con ellas —prometió Nabiki, que luego le lanzó un guiño a su hermana—. Salúdame al muchacho de la cremería, aunque espero que me lo puedas presentar luego.

—¿Cómo… cómo supiste?

—Hermana, has estado yendo a esa nueva cremería casi todos los días, y no siempre compras algo —sonrió la mediana, ocultando que en realidad simplemente había adivinado—. ¿Quién más podría ser?

—Es… él es un buen muchacho, Nabiki —le dijo Kasumi en voz baja, desviando la mirada otra vez y sin notar que sus mejillas se habían ruborizado un poco—. Y esta es la primera vez que me ha invitado a salir...

—Estoy segura de que sí es un buen chico —le dijo la otra, apoyando su mano en el brazo de su hermana—. Espero que todo te salga bien, te lo mereces.

Kasumi asintió y sonrió mientras apoyaba sus manos en los hombros de Nabiki, cuando la soltó, la mayor de las Tendo le apoyó el dedo índice en la frente—. Gracias, pero ahora tú debes ir a cenar y después a descansar, no quiero que se resienta tu pie por estar aquí afuera hablando conmigo, ¿de acuerdo?

—De acuerdo —contestó Nabiki. La mediana se quedó en silencio por un segundo, pero no pudo evitarlo y lanzó la pregunta cuando Kasumi ya se había alejado unos cuantos pasos—. Este muchacho… sí te gusta, ¿verdad?

Kasumi se giró para mirar a Nabiki y asintió al tiempo que le sonreía con cierta timidez—. Sí… sí me gusta.

Y el brillo en la mirada de su hermana fue suficiente para convencer a Nabiki de que a Kasumi el chico de la cremería no sólo le gustaba, sino que le gustaba bastante.

Varias horas después...

Sentada en su cama mientras leía una revista, Nabiki ya estaba convencida de que Shampoo había decidido no contarle lo que había visto en la clínica del doctor Tofú, por lo que pensaba que tendría que buscar otra manera de sacarle la información, quizás por medio de Mousse o tal vez usando a Ranma de algún modo. Estaba ocupada pensando en eso cuando escuchó una serie de golpecitos en su ventana que muy a su pesar terminaron por causarle un pequeño sobresalto ya que le recordaron esa noche en la que le pareció escuchar que alguien rasguñaba el cristal de su ventana. Girándose para mirar se encontró con Shampoo, que estaba de cuclillas en el alfeizar, claramente esperando que la dejaran entrar.

—Pensé que ya no vendrías —dijo Nabiki mientras abría la ventana y observaba cómo la Amazona entraba y se acomodaba en su silla, cruzando las piernas y apoyando las manos sobre sus tobillos.

—Más trabajo del esperado —contestó Shampoo—. Tu hermana mayor acaba de llegar a casa, por cierto, no quería que me viera así que esperé hasta que estuviera en la sala hablando con tu padre. Se veía feliz, ¿sabes? Más de lo normal.

—Eso me da gusto —dijo Nabiki, que agregó al notar la expresión de incredulidad en la cara de Shampoo—. Tal vez creas que nada me importa, pero sí quiero que Kasumi esté feliz, ¿sabes?

—¿Y eso tiene relación con tu interés en saber qué fue lo que vi en la clínica?

—No, o tal vez sí —Nabiki hizo una pausa—. Tendría qué saber qué fue lo que viste para decidirlo.

—Esto es raro —comentó Shampoo, mirando a la mediana de las Tendo con curiosidad—. Conozco tu reputación y creo que hay algo extraño aquí. Tú viste algo en la clínica de Tofú, ¿no es cierto?

—...Eso no es importante —dijo la mediana, tratando de no perder el control de la conversación.

—Sí es importante —dijo Shampoo, poniéndose de pie y acercándose a la ventana—. Dime lo que viste o me iré.

—Espera —pidió Nabiki, que suspiró al entender que tendría qué compartir sus experiencias con Betty o se arriesgaba a que la Amazona decidiera no contarle nada—. Te lo diré, siéntate.

Sonriendo complacida, Shampoo regresó a la silla de Nabiki y volvió a sentarse con las piernas cruzadas—. Te escucho.

—Es sobre Betty —dijo la mediana, notando de inmediato cómo la mesera se tensaba durante una fracción de segundo al escuchar el nombre—. Ha pasado un par de veces… creo que la he visto moverse sola, y me da la impresión de que se mueve por que… tal vez está molesta conmigo.

—Betty… sabía que la mencionarías —respondió Shampoo frunciendo el ceño.

—¿Tú también la viste moverse?

—No, pero sí me pasó algo raro con ella —dijo la Amazona que respiró profundo y levantó la mirada—. Te contaré.

—Te escucho.

—Sucedió cuando tenía una semana trabajando en la clínica —comenzó Shampoo—, estaba limpiando cuando...

La muchacha terminó de limpiar el primer consultorio y salió al pasillo, deteniéndose para apoyar la escoba en la pared y frotarse los brazos, pues el ambiente se había puesto ligeramente frío a pesar de que el día estaba soleado. Pensando que no tenía importancia, se dirigió al siguiente consultorio y ya estaba abriendo la puerta cuando un repentino escándalo proveniente del primer consultorio la sobresaltó. Frunciendo el ceño, Shampoo se preguntó qué provocó el ruido. El doctor había salido a hacer una consulta a domicilio por lo que estaba sola en la clínica.

Intrigada, regresó al cuarto que acababa de limpiar y abrió la puerta, esperando encontrarse quizás con algún pájaro que se hubiera metido por la ventana o algo similar, pero todo estaba igual a como lo dejó: Betty la esqueleto acomodada en una silla, los expedientes organizados en un anaquel, una mesita, la cama y el sillón… todo estaba aparentemente normal pero… al bajar la mirada descubrió lo que provocó el ruido. La charola de metal en la que el doctor tenía instrumental médico se había caído al suelo. No recordaba que esa charola estuviera cerca de la orilla de la mesa, por lo que no entendía cómo pudo haberse caído y terminado en el centro de la habitación.

Alzando los hombros, Shampoo se agachó y recogió la charola y las demás cosas y las colocó de vuelta en la mesa, poniendo atención de colocarlas de manera que no pudiera deslizarse hasta el suelo. Hecho esto, salió del consultorio dejando la puerta abierta y se dispuso a continuar con sus labores. Había dado sólo unos cuantos pasos cuando el mismo escándalo volvió a escucharse, por lo que se giró con rapidez y, por tan sólo un instante, podría haber jurado ver cómo una sombra se movía rápidamente por la habitación. Extrañada y un poco molesta pensando que alguien le estaba jugando una broma, regresó al consultorio y se encontró con la charola y el instrumental médico de nuevo en el suelo. Shampoo no recogió las cosas, en lugar de eso revisó cuidadosamente cada esquina del cuarto, detrás del sillón, debajo de la cama y hasta detrás de la puerta, pero no encontró a nadie.

De pronto, al mirar hacia la esquina, Shampoo se dio cuenta de que no estaba sola en el consultorio. Allí en la silla, con las manos sobre los fémures, la quijada ligeramente abierta y el cráneo inclinado hacia la izquierda estaba Betty, y la manera en que la luz caía sobre las cuencas vacías le hizo pensar a la muchacha que el esqueleto la miraba y se burlaba de ella.

Sin dejar de mirar al esqueleto, Shampoo recogió la charola y el instrumental médico y se acercó a la mesa, dispuesta a poner todo en su lugar, pero al final cambió de opinión y salió del consultorio con la charola en una mano. Cerró la puerta cuando estuvo en el pasillo y luego de dejar la charola y el instrumental en recepción, salió de la clínica y se dirigió a la preparatoria Furinkan, pensando que ver a Ranma le ayudaría a olvidarse de la perturbadora sensación de frío que había invadido los consultorios…

—Y eso fue lo que me pasó —terminó Shampoo, frotándose las manos como si el sólo recordar lo que le había pasado se las hubiera enfriado—. Afortunadamente mi bisabuela vino a Japón y pude dejar el trabajo con el doctor Tofú.

—¿Crees que Betty tiró la charola? —le preguntó Nabiki.

—Tal vez sí… tal vez no —contestó la Amazona—. Recuerdo que mi bisabuela me dijo algo sobre eso.

—¿Qué te dijo Cologne? —preguntó Nabiki, pensando que la bisabuela tal vez sabía cómo enfrentar a Betty.

—Dijo que no debería tratar a Betty como si fuera una persona —respondió Shampoo—. Que hacer eso con frecuencia podría invitar a que algún espíritu vagabundo decidiera poseerlo, así que la próxima vez trata de no ponerle atención a Betty, es sólo un esqueleto de quiropráctico, Nabiki.

—¿Eso es todo?

—Sí, ya no tengo nada más qué contarte del tiempo que fui asistente del doctor —comentó Shampoo, que simplemente abrió la puerta de la habitación y salió al pasillo—. Lo único que puedo decirte es que en esa clínica hay algo muy extraño y deberías evitar ir allí otra vez.

Sin decir más, Shampoo cerró la puerta y dejó a Nabiki sola.

"El doctor Tofú ha tratado a Betty como si fuera una persona por años… quizás desde antes que lo conociéramos," pensó la mediana, dándose cuenta de que lo que dijo Cologne tenía bastante sentido. "Y ahora que me acuerdo, Betty no es un esqueleto de utilería… es un esqueleto de huesos de verdad…"

Considerando seriamente que sin quererlo el doctor Tofú había conseguido que un fantasma entrara en Betty, la muchacha cerró la ventana y ya estaba por prepararse para dormir cuando los gritos de Ranma ordenándole a Shampoo que lo dejara en paz y una serie de insultos lanzados por su hermana menor le interrumpieron sus pensamientos.

"Debí saber que Shampoo iría directamente a molestar al cuñadito…" se dijo con un suspiro cansado. "Espero que puedan deshacerse de ella rápido."

En ese momento la voz de Ranma en forma de chica declarando que no soportaba a los gatos, acompañado de fuertes maullidos de Shampoo en su forma maldita comenzaron a escucharse y luego fueron desvaneciéndose poco a poco, lo que indicaba que su cuñado había salido huyendo de la casa con un felino a cuestas por segunda vez ese día…

"Al menos parece que a Kasumi le fue bien… me pregunto si aceptaría contarme más sobre ese misterioso muchacho de la cremería," pensó Nabiki, decidiendo que prefería bastante pensar en ello que en sus extrañas ideas con Betty la esqueleto.

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Al día siguiente

Tofú caminaba tranquilo de regreso a su clínica, llevaba en la mano derecha una bolsa llena de vegetales y en la izquierda una lista con algunas cosas que aún le faltaba comprar, entre ellas un litro de leche y un kilo de huevos. Recordando que una nueva cremería había abierto algo así como un mes antes, le pareció buena idea ir a comprar lo que necesitaba a esa tienda y así aprovechar para presentarse con el dueño para ofrecerle sus servicios médicos. A fin de cuentas, nunca estaba de más tener una buena relación con los comerciantes del vecindario.

Pensando esto, Tofú dobló la esquina y caminó en dirección a la cremería. Estaba por cruzar la calle para entrar al negocio, pero la voz de Kasumi Tendo lo hizo detenerse. El médico tuvo que respirar profundamente y ponerse en cuclillas para logar dominarse, pues no podía permitirse perder el control. Había estado tratando de pensar en cómo controlarse al estar cerca de Kasumi, y pensaba que podría empezar evitando mirarla de frente mientras mantenía su respiración controlada. Levantó la vista y se dio cuenta que había quedado junto a un automóvil y que desde allí quedaba oculto y no podía ver la cremería, lo cual le pareció afortunado pues de esa manera tendría la oportunidad de relajarse un poco antes de intentar acercarse a la mayor de las hermanas Tendo.

Pensando que mirarla desde su escondite podría ayudarle a controlarse mejor, el médico se arriesgó a mirar cuidando mantenerse oculto, preguntándose si Kasumi estaba en la cremería o en la calle conversando con alguien; no había logrado escuchar bien lo que había dicho y ya no había vuelto a hablar, pero al menos quería saber qué tan cerca o lejos de él se encontraba para evitar toparse con ella por sorpresa.

Pero lo que Tofú vio al espiar desde detrás del automóvil hizo que cualquier indicio de locura temporal desapareciera por completo, remplazada por una angustia que lo hizo pasar saliva mientras su mirada se quedaba fija en la escena frente a él, justo al otro lado de la calle.

Kasumi estaba allí, desde luego, con una sonrisa tan radiante como el sol mientras conversaba con un joven alto y esbelto de cabello negro y que vestía un overol gris sobre una camisa blanca. El muchacho sonreía también, y se mostraba muy familiar con la mayor de las hermanas Tendo, hablando con ella con total naturalidad mientras colocaba con hábiles movimientos de sus dedos una docena de huevos en una bolsa, la cual le entregó a Kasumi cuando hubo terminado.

"Yo… yo conozco a ese tipo," pensó el doctor, identificando al fin al hombre que hablaba con su querida Kasumi. "Es el vagabundo que ayudé hace un par de meses… lo atacó un perro y lo dejé dormir en la clínica..."

Pero si la última vez que lo había visto ese muchacho no era más que un vagabundo que no tenía ni en qué caerse muerto… ¿cuándo se había recuperado lo suficiente como para poder abrir su propio negocio?

—Me la pasé muy bien contigo ayer —dijo Kasumi entonces, y su tono de voz, alegre y relajado, sólo logró que Tofú sintiera como si alguien le ensartaba una daga por la espalda.

"No es posible… ¿ya está saliendo con él?" Se preguntó el médico, sintiendo que sus dedos comenzaban a temblar.

—También yo, ¿crees que podríamos salir de nuevo el viernes? Me gustaría llevarte a un café que está en los muelles, es tranquilo y la vista es muy bonita —invitó el muchacho, y sus palabras le hicieron sentir a Tofú que le retorcían el cuchillo que ya tenía clavado en la espalda.

—Me gustaría ir, pero el viernes sólo tengo libre la mañana, Yasukichi —respondió Kasumi—. No quisiera que cerraras tu tienda por mi.

—No hay problema, mi hermano vendrá de la granja de mis padres para traerme queso y huevo frescos, estoy seguro de que no le molestará cubrirme durante algunas horas mientras vamos a desayunar —contestó él, apoyando gentilmente su mano sobre el hombro derecho de Kasumi, a lo que ella respondió acercándose un paso.

—¿Estás seguro? —Preguntó ella, acercándose otro paso, de manera que estaba tan cerca de él que si lo deseaba podría envolverla entre sus brazos, una imagen traicionera que se arrastró ante los ojos de Tofú, provocando que por un instante el médico sintiera que su estómago se convertía en una bola de hielo.

—Muy seguro, mi querida Kasumi —dijo Yasukichi al tiempo que metía las manos a sus bolsillos y se mostraba un poco pensativo—, ¿crees que pueda ir a recogerte a tu casa? Me gustaría saludar a tu papá, la última vez que nos vimos se quedó con una mala impresión de mi.

—No lo sé… papá podría enfadarse pero… —Kasumi hizo una pausa y después apoyó su mano derecha en el pecho del muchacho, dejándola allí mientras le ofrecía una nueva sonrisa—. Está bien, hablaré con mis hermanas, seguramente ellas estarán de acuerdo y me ayudarán a convencer a papá de que acepte saludarte.

—Esta vez le mostraré que no soy un vagabundo irresponsable —prometió el muchacho, tomando la mano de Kasumi entre las suyas, provocando que las mejillas de la mayor de las Tendo se sonrosaran y, después de un instante, ella misma tomó las manos de él, entrelazando sus dedos con los suyos.

—Nunca has sido irresponsable —le aseguró ella—. Siempre me has cuidado, aún recuerdo cuando éramos niños y me protegías de aquél perro que siempre nos perseguía cuando me acompañabas a casa luego de la escuela.

—Espero que tu padre piense igual —dijo él, que tuvo qué soltarle las manos al notar que dos mujeres entraron a su cremería, interrumpiendo la conversación—. Disculpame, pero tengo clientes que atender, Kasumi, te veré el viernes en el dojo… ¿te parece bien si paso a las nueve?

—Sí, a las nueve está bien —aceptó ella—. Será agradable que visites la casa otra vez, ya verás que papá cambia de opinión cuando recuerde que siempre estábamos juntos cuando eramos pequeños.

Sin moverse de su sitio, Tofú observó en total silencio cómo Kasumi le ofrecía otra sonrisa al dueño de la cremería para marcharse, caminando con una ligereza en sus pasos que no dejaban ninguna duda sobre lo feliz que ella se sentía. Bajando la mirada, el médico se dio cuenta de que en algún momento y sin darse cuenta había hundido los dedos de la mano izquierda en el concreto de la acera, lastimándose la piel de las puntas y astillándose ligeramente las uñas.

"Se acabó… todo se acabó…" pensó el doctor, levantándose y caminando lentamente en dirección opuesta a la que había tomado Kasumi.

Tofú avanzó por las calles del vecindario sin seguir un rumbo fijo, sus pasos eran lentos y desganados, se sentía enfermo, con fiebre y con las entrañas convertidas en un nudo, pero lo que más lo lastimaba y le llenaba el pecho con un sufrimiento insoportable era el sentir su corazón completamente destrozado.

"Nunca pensé que esto pasaría..." musitó el doctor, entendiendo mientras enfrentaba su miseria que si esto había pasado el único culpable era él. "No debí dejar pasar tanto tiempo… fui un estúpido… y todo por no poder controlarme…"

Levantando la mirada mientras sentía que la desesperación y la tristeza estaban por consumirlo, Tofú se encontró a unos pasos de la vinatería del vecindario.

Dudó por casi un minuto pero al final, pensando que necesitaba olvidarse de todo, entró al negocio con la intención de comprar algo que lo ayudara a quedar con la mente en blanco.

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Más tarde...

Se tambaleó y se dejó caer en el sofá, soltando el marco con la fotografía de Kasumi y dejando que cayera al suelo mientras miraba al techo de la sala con ojos intoxicados, esperando que por fin la borrachera hiciera el efecto deseado y lo ayudara a olvidar lo que había visto, pero era inútil. Tofú no podía olvidar la conversación entre Kasumi y Yasukichi, al contrario, los efectos del alcohol por alguna razón sólo conseguían que las palabras de la mayor de las Tendo se repitieran claramente en su memoria como si las estuviera escuchando de una grabación. Mirando a la mesita frente a él, notó que aún le quedaban dos botellas de sake y una de vodka sin abrir, por lo que levantó la que llevaba en la mano y la sacudió, notando que aún le quedaba un poco del ardiente líquido.

"Es mejor no desperdiciarlo," se dijo, vaciando lo que quedaba de sake en la botella de un largo trago, que le cayó al estómago como si se tratara de una bomba. Respiró por la boca durante unos segundos y luego eructó ruidosamente. Tofú no era bueno tomando alcohol, pero aún no se sentía lo bastante borracho como para irse a dormir. "y tenemos qué remediar eso, ¿no es cierto?"

Con el firme objetivo de emborracharse hasta quedarse dormido, Tofú alcanzó otra botella de sake y forcejeó un poco con ella hasta poder abrirla. No solía beber mucho, pues siempre le había desagradado el sabor del alcohol, pero en ese momento no le importaba para nada. Mirando al sillón frente a él, en donde había sentado a Betty, el médico simplemente levantó la botella y asintió en dirección al esqueleto.

—Es una... pena que me veas así, Betty… pero ya nada importa —dijo antes de darle un trago a la botella—. Nada… importa… nada de nada...

Se quedó sentado en silencio durante un largo rato, concentrándose en beber hasta que había vaciado casi toda su segunda botella de sake. Durante un momento pensó que era un idiota completo por haberse emborrachado en lugar de tratar de pelear por el corazón de Kasumi, pero dejó la idea por un lado luego de dar otro trago a la botella. ¿para qué pelear por una mujer con la que no podía hablar sin actuar como un loco peligroso? No tenía sentido.

—Ya nunca podré… —Tofú se inclinó, tomó el portarretratos que había dejado caer al suelo y miró largamente el rostro de Kasumi; dejó la botella en la mesa y se puso la fotografía sobre el pecho, lamentándose de nuevo al saber que ya jamás podrían casarse, que él nunca podría abrazarla, besarla, hacerla suya y tener hijos… en ese momento, pensar en los hijos que nunca tendría con ella invocó la imagen de Kasumi frente a él, con un kimono matrimonial mientras lo esperaba junto a su cama, sonriéndole mientras se preparaba para entregarse a él en su noche de bodas.

"Kasumi… si tan sólo en verdad fueras mi mujer..." pensó, imaginando el momento en que el kimono caía desde sus hombros a sus pies, revelando su hermosa figura, su blanca y suave piel, sus firmes y generosos pechos, sus bien formadas caderas… ofreciéndose a él y a nadie más.

Tofú parpadeó al darse cuenta de que había reaccionado ante la imaginaria visión de Kasumi esperando ser suya, y por un momento pensó que debía ahogar su erección en un mar de sake pero, borracho como estaba, deshechó la idea casi de inmediato. Ya nunca podría estar con Kasumi de esa manera, así que… ¿qué importaba?

Se bajó torpemente los pantalones con una sola mano mientras que sostenía la fotografía de Kasumi con la otra al fin de liberar su miembro. Respiró profundamente y le dio un trago más a la botella, dudando un poco antes de continuar pero una última mirada a la fotografía de la muchacha que se le había escapado fue la motivación suficiente y, despacio, muy despacio, Tofú comenzó a manipular su erección, aumentando poco a poco el ritmo, dejando caer la fotografía a su lado en el sillón mientras comenzaba a gemir, sintiendo que el placer se incrementaba. Se deshizo completamente de los pantalones con torpes movimientos de sus piernas y sus pies y se levantó torpemente sin dejar de masturbarse.

—Ella… nunca estará conmigo… —dijo arrastrando la voz, pensando de nuevo en cómo Kasumi había elegido a otro, dejándolo a él completamente solo—. Pero no estoy solo… ¿verdad que... no estoy solo?

Tofú clavó la mirada, vidriosa y nublada por el alcohol, en Betty. Betty, su compañera silenciosa. La que nunca lo dejaría.

—Tú eres… la única que no me dejará… —murmuró el doctor, caminando con pasos tambaleantes hasta quedar de pie frente al esqueleto—. Tú eres fiel… desde… que… te encontré en ese bazar… luego de graduarme… tú sí eres fiel…

Sin pensar mucho en lo que hacía a causa de la embriaguez, Tofú volvió a envolver su erección en su mano derecha y comenzó a tocarse hasta que sintió que le llegaba el clímax, aceleró el ritmo hasta que, con un gruñido, empujó las caderas hacia adelante y eyaculó sobre Betty, su semen cayendo en la quijada, las costillas y la pelvis del esqueleto.

—Betty… Betty... —suspiró una vez que hubo terminado, dejándose caer de rodillas y después colapsando al suelo con los ojos húmedos y sintiendo vergüenza y una tristeza que le partía el corazón—. Soy… soy patético… mira qué bajo he caído, Betty… si tan sólo… si hubiera alguien que… alguien que… me protegiera de Kasumi y de su familia… alguien que me ayude… a no sentir nada por ellos… alguien...

Dichas esas palabras, Tofú se quedó inmóvil en el suelo y no tardó en quedarse dormido, el alcohol finalmente había cumplido su propósito.

Horas después, cuando el reloj de la sala marcó las tres de la mañana...

Dos manos blancas y esbeltas, manos de esqueleto, tomaron el cuadro con la fotografía de Kasumi y lo estrellaron salvajemente contra la pared, quebrando el marco y el cristal, sacando luego la fotografía para romperla con furia, arrancándole la cabeza a la imagen como si eso lograría que la muchacha en la foto terminaría en verdad decapitada.

Con esa labor cumplida, el silencio regresó por un momento al departamento del médico, un silencio que sólo era interrumpido por la irregular respiración de Tofú, que seguía profundamente dormido.

Fue entonces que se escuchó un sonido tenue y cuidadoso que se alejó de la sala.

'Clac-clac-clac...'

Hasta que dejó de escucharse por un rato, pero pronto comenzó de nuevo, aumentando en intensidad mientras regresaba al lugar en donde dormía Tofú Ono.

´clac-clac-Clac...'

Las manos de esqueleto, que sostenían una gruesa manta, cubrieron al doctor con infinito cuidado, arropándolo desde los pies hasta los hombros para protegerlo del frío nocturno.

—Yo-te-cuidaré-de-las-hermanas-Tendo… —murmuró Betty, acariciando con ternura el cabello y el rostro de Tofú con sus blancos, fríos y muertos dedos—. Juro-que-esa-familia-nunca-volverá-a-lastimarte-mi-amor… yo-te-protegeré… aunque-tenga-que-llevarte-conmigo-al-otro-mundo...

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Notas:

Con este capítulo Betty ha entrado a su fase final, y quedará terminado en un par de capítulos más.

Yasukichi es un personaje que sólo aparece en un episodio del anime, es un amigo de la infancia de Kasumi que está enamorado de ella, pero al final se va para continuar sus viajes.

Gracias por leer.