Y continuamos con las actualizaciones, me siento como que por fin después de tantos años lograré cumplir con los propósitos de fin de año… solo que este sería como propósito del año 2016 creo, tres años de retraso. En fin, ustedes disfruten mientras me dura el lapso de escritor compulsivo.

astridgmc: Gracias por tu review, y espero que la historia te siga pareciendo interesante. Por cierto el nombre de Astrid me gusta… umm… pero me gusta como para mala de esta historia, tal vez lo use.

PPNACHILLO: Créeme que ni yo me esperaba seguir actualizando esta historia, pero aquí estamos y hay que disfrutarlo mientras nos dure el gusto. Y bueno aquí estoy cumpliendo, poco a poco pero allí voy. No sé si esperar tener más reviews la verdad, es una crack pairing demasiado crack, pero estoy disfrutando escribir esto y oye, eso es muy importante también, uno que otro review motiva claro pero me estoy divirtiendo.

TsukihimePrincess: Pues yo no sé qué tienen de lindo los Pokémon veneno, fantasma y siniestro, pero para darte gusto (accidental pero a fin de cuenta gusto), allí hay un Skorupi que accidentalmente se convirtió en un personaje de tiempo completo para esta historia. Sobre si Valerie permanecerá mucho tiempo en su forma de Pokémon, aún no sé qué tanto voy a abusar de sus transformaciones, pero sí hay un par de escenas que tengo en la cabeza que involucran transformaciones, así que podría ser algo recurrente, tipo Ranma creo, pero aún no estoy seguro. Y sobre Sycamore, bueno, no pienso que sepa siquiera que Valerie existe pero, me interesa indagar en su sentimiento de soledad un poco, y de eso veremos algo en este capítulo. En todo caso, espero que disfrutes de este capítulo.

NOTA: Algunos de ustedes habrán notado que en los capítulo el nombre del profesor era Ciprés (Por el cómo traducen el nombre del personaje al español), tomé la decisión de hacerlo más amigable para los fans del anime y cambié el nombre de regreso a Sycamore. Adicional a esto, les recuerdo que esta historia está basada en el mundo del video juego, así que no aparecerán las asistentes del profesor del anime, que fueron reemplazadas en el juego por Sina y Dexio, de igual manera no existe Ash en esta historia, ni aparecerán personajes ajenos al videojuego, si querían ver a Alaín y a su loli pues a menos que estén en los juegos por algún lado pues no los encontrarán aquí. ¿Por qué hago esto y no escribo la historia en el mundo del anime? Bueno en primer lugar porque eso obliga a que Ash y compañía influyan en el mundo y a que haya una gama de personajes que solo mermarían la historia sin dar un valor agregado a la misma, en segundo lugar porque es más sencillo trabajar con un mapa específico como el de los videojuegos, que con un mundo abierto repleto de ciudades inventadas para alargar el anime, y tercero porque eso deja la posibilidad a que Calem, Serena, Tierno, Shauna y Trevor, aparezcan en la historia sin meter concursos Pokémon, ni a Serena enamorada de Ash, y otras cosas que el mundo del anime básicamente me obliga a hacer. Por todo lo anterior, y espero que no les moleste, el universo de esta historia pertenece al videojuego, así que no esperen a Pikachu nivel 100 usando Impact Trueno sobre un Onix ignorando por completo la lógica de los videojuegos. Fin de la nota.


La chica que quería ser un Pókemon.

Capítulo 3: Caminante entre dos mundos.


Región Kalos. Laboratorio del profesor Sycamore.

A la mañana siguiente, podía sentir la luz entrando por la ventana y golpeándome el rostro directamente. Intenté cubrirme de la misma, pero mis manos no llegaban a mi rostro por más que me esforzaba. No tardé en despertar, y en comenzar a recordar todo lo que había pasado lentamente. Pero, las memorias llegaron como una lluvia densa, cuando frente a mi rostro encontré el del profesor Sycamore. Había estado durmiendo sobre su pecho.

-¡Eev Eeev! -'¡Profesor!', grité despertándolo. Solo entonces me di cuenta de que era nuevamente una Eevee, pero la sola idea de recordar que en mi forma humana hubiera despertado con tan solo su bata de vestimenta, fue suficiente para que enterrara mi rostro en los pliegues de la sabana y gritara a mis adentros de la vergüenza. Desconozco si los Eevee se sonrojan, pero yo definitivamente me sentía apenada.

-Esas no son formas de despertar… casi me da un paro cardiaco -las quejas del profesor en esta ocasión cayeron en oídos sordos, mientras yo continuaba oculta. ¿Qué había pasado anoche? ¿Por qué me había preocupado tanto por él? ¿Por qué me pongo nerviosa y siento una vergüenza inmensa cuando lo veo? Odiaba este sentimiento-. No recuerdo mucho de cómo llegué a mi cama… solo recuerdo desplomarme frente a la puerta principal y luego… recuerdo a alguien… ¿me habrá ayudado esa persona? -no puedo decir que el hecho de que me recuerde no me hace feliz. Pero en estos momentos la revelación no me hace ni la más mínima gracia.

-¡Profesor! -escucho, pero no es una voz humana, es un rugido violento acompañado del estruendo de unos pasos pesados sacudiendo el suelo como en una estampida, y entonces veo al enorme Charizard del profesor lanzarse a la cama pese a los gritos de miedo del profesor y los míos. Su Charizard entonces termina aplastando al profesor y rompiendo la cama en el proceso, partiéndola por la mitad- ¡Qué bueno que está bien! -gritó Charizard.

-¡Por poco nos matas! -me quejé yo, reprendiendo al enorme Charizard que me miraba curioso- El profesor apenas y se está recuperando y tú te le lanzas encima de esa manera. Pudiste haberlo lastimado, sin mencionar que pudiste haberme aplastado también -me molesté.

-Ah, eres la bola de pelos de ayer -me respondió Charizard, molestándome bastante por su forma arrogante de dirigirse a mí-. ¿Qué eres exactamente? Vi lo que te pasó ayer, el cómo te encogiste y te transformarte en una Eevee. ¿Cómo lo hiciste? -me interrogó.

-¿Entonces sí me convertí en humana anoche? -no hace mucho, pasé de ser una humana a ser una Eevee. Apenas y había comenzado a aceptar esa realidad. Pero ahora me había transformado nuevamente en una humana, aunque fuera por solo unos instantes. Eso básicamente significa que mi situación es reversible, o tal vez controlable.

-Charizard… yo también estoy feliz de verte, pero. ¿Qué haces fuera de tu Pokébola? -el profesor se puso de pie y se colocó su bata- Bueno, eso no importa. Regresa ahora Charizard -mientras Charizard era regresado a su Pokébola, pude ver su mirada de: 'nuestra platica no ha terminado', lo que me erizó un poco el pelaje-. Oh… buenos días pequeña -me notó el profesor debajo de las sábanas-. ¿Estabas preocupada por mí y dormiste conmigo? -le agradecería que no lo dijera de ese modo, profesor- ¿Tienes fiebre? Tu nariz está algo roja -colocó su mano sobre mi cabeza, y comenzó a acariciarla.

Fue entonces que entendí que los Eevee no se ruborizan como los seres humanos, pero que mi nariz puede decir mucho sobre del cómo me siento. Otra cosa que entendí es que los estómagos de los Eevee son muy ruidosos, ya que el mío resonó con fuerza, avergonzándome aún más. Recordé que no había comido absolutamente nada desde que me transformé en una Eevee, lo que resultó ser muy curioso también. ¿Cómo fue que pasé todo un día entero sin sentir hambre?

-Parece que tienes hambre -apuntó el profesor a lo obvio-. Normalmente Sina y Dexio alimentan a mis Pokémon, pero faltan un par de horas para que Sina llegue, y Dexio está de viaje, por lo que no sería educado hacerte esperar -me cargó en ese momento, y nuevamente la horrible sensación de perder el equilibrio me molestó bastante, pero el estar en sus brazos de cierta forma me hacía feliz también.

Llegado a la cocina, el profesor me colocó en el suelo mientras buscaba en la alacena un frasco de comida Pokémon con la imagen de un Eevee, depositó el contenido en un plato común y corriente, y lo colocó frente a mí. El profesor esperaba alimentarme, y debo admitir que cuando deseé convertirme en un Pokémon no había tomado en cuenta que ahora debía alimentarme como uno. Ciertamente, el contenido de mi plato de comida no me parecía apetecible.

-¿Qué pasa? ¿No te gusta la comida Pokémon? -me preguntó el profesor, en respuesta desvié la mirada, aunque mi estómago parecía estar en desacuerdo conmigo- Ya comerás cuando el hambre te venza. De todas formas la mayoría de los alimentos humanos son tóxicos para ti. El estómago de un Eevee tan solo puede digerir raíces, carne en pequeñas cantidades, moras, y una que otra leguminosa. Cualquier cosa fuera de eso te hará estallar los intestinos -su explicación fue tan repulsiva que sentí como me arrancaban el alma del cuerpo por un segundo.

Tras pasar el trauma de la descripción tan gráfica, la realidad de que me despediría de todas las golosinas y otros alimentos de los cuales me alimentaba como humana me deprimió un poco. Pero si quería ser una Eevee, tenía que comer como una Eevee, sin mencionar que tendría que aprender el cómo funcionaba mi nuevo cuerpo. En retrospectiva, debí haber pensado mejor en mi deseo, pero aun así, ser una Pokémon me da una sensación de libertad y desprendimiento que no había sentido antes.

-Has un intento por comer, no puede saberte tan malo -me metió un trozo al hocico mientras yo me encontraba perdida en mis pensamientos. Sabía horrible, por lo que lo empujé con mi lengua de regreso al plato-. Tienes 10 minutos para cambiar de opinión, después de eso te retiro el plato y no comerás hasta mañana en la mañana -sentenció.

¿Es enserio? ¿No comeré otra cosa en el día que no sea esto? Los Pokémon la tienen difícil si deben alimentarse con algo tan insípido. Por otra parte, el desayuno del profesor se veía aún menos apetecible. A simple vista deduje que no sabía cocinar, el pan tostado que había puesto en el tostador se había quemado, y aunque no podía ver el sartén en la estufa, era evidente que el humo negro saliendo de la misma no podía ser algo bueno.

-¡Quema! -lo escuché quejarse mientras apagaba la estufa, y veía el horrible resultado- Sina tiene razón, soy un desastre. Fuera de lo profesional no puedo siquiera hacerme un desayuno decente. Sería lindo tener a alguien que me cocinara de vez en cuando. Aunque esa no es razón suficiente para querer tener una esposa -definitivamente no lo es. Si quiere una mujer solo para cocinarle bien podría conseguirse una sirvienta-. Es por culpa de Sina el que estoy pensando en estas cosas. Seguro también por ella soñé con esa chica tan linda. Aunque era muy joven. Y creo haberla visto antes en algún lado -¿estará hablando de mí?-. Mi bata de laboratorio definitivamente se le veía muy bien -¡Definitivamente está hablando de mí! ¿Cómo se supone que debería interpretar eso?-. Como sea, se acabó el tiempo, hora de recogerte el plato -pero si es mi único alimento de todo el día. Es mejor que olvide mi orgullo y coma todo lo que pueda antes de que me lo quite-. Bueno, bueno, no te atragantes, te lo dejaré un poco más mientras voy a ducharme. Eres una Eevee bastante quisquillosa -terminó mientras me dejaba el plato. Pero en esta ocasión, y pese a que ya estaba comiendo, ya no me afectaba el mal sabor de la comida. Tan solo podía pensar en que el profesor me parecía alguien solitario. Como si mis instintos de Eevee me dijeran que realmente deseaba tener a alguien en su vida.

Terminé la comida en mi plato y me encontré con una realidad nueva. Ahora que era un Pokémon, tenía una cantidad de tiempo libre que no me esperaba tener, no necesitaba preocuparme por mis próximas comidas, y no tenía mis responsabilidades habituales, todas se habían esfumado. Como Pokémon que ahora era, nadie esperaba nada de mí, el tiempo que tenía era solamente para hacer lo que a mí me apeteciera. Pero en estos momentos, nada se me ocurría.

Me había convertido en un ser sin responsabilidades, ¿qué se supone que motiva a los Pokémon? Una vez que tus necesidades de alimento y sueño han sido cubiertas, supongo que como Pokémon quieres jugar un poco. Pero estaba encerrada en la casa del profesor Sycamore, aún si quisiera jugar, no podía salir de donde me encontraba. Tenía todas las libertades del mundo, pero mi mundo ahora eran un conjunto de paredes.

-Espero que el profesor esté bien -escuché, pero la voz no venía de los interiores de la casa, mis orejas de Eevee la habían escuchado desde el otro lado de estas paredes. Inclusive podía escuchar los pasos que daba esta persona, y olfatear un aroma familiar. Era Sina, podía deducir todo esto sin verla utilizando solo mi oído y mi olfato-. Ayer el profesor estaba muy mal, podía verlo en sus ojos. Además me cerró la puerta en la cara y él no es así -Sina seguía sin llegar a la casa, hablaba para sí misma mientras caminaba. El oído de un Eevee es sorprendente-. Sé que no me espera tan temprano, pero, no pude dormir pensando que el profesor se sentía mal. Espero que no le moleste que llegara antes. ¿Profesor? ¿Está despierto ya? -alzó el tono de su voz mientras abría la puerta- Soy Sina, voy a pasar -entró entonces. Por instinto me presenté ante ella-. Hola pequeña, ¿está bien el profesor? ¡Profesor! -volvió a llamar.

-¿Sina? -respondió él desde la regadera- No te esperaba tan pronto. ¿Si Eevee ya comió puedes sacarla al patio trasero por favor? -y yo que pensaba que ya se había olvidado de mí.

-Qué alegría, el profesor ya está mejor -se dijo a sí misma Sina, y en ese momento un aroma algo peculiar me golpeó la nariz. Viré para ver a Sina, un ligero rubor se le dibujaba en las mejillas. Comprendí entonces lo que significaba este olor. Sina tenía sentimientos de amor por el profesor, no podía ser otra cosa. Había escuchado a alguien decir que el amor es un conjunto de reacciones químicas que tienen un aroma que los seres humanos son incapaces de percibir, pero que los Pokémon pueden detectar. Sina estaba emanando ese aroma, era más que evidente que sentía algo por el profesor, y eso no me agradaba-. Es hora de que salgas a jugar, pequeña -me levantó sin darme tiempo de quejarme, abrió la puerta trasera y me dejó en el suelo.

-Eso significa que se quedará sola con el profesor -reaccioné mientras la puerta se cerraba-. ¿Acaso estoy… celosa? Pero si ni conozco al profesor -era una realización terrible-. Aun así… soy una Eevee, no tengo por qué estar celosa, mucho menos por alguien a quien no conozco. Sycamore es simplemente mi dueño, soy un Pokémon, ya no estoy atada a esos sentimientos humanos -me decidí a aceptar mi nueva vida.

Por diversas circunstancias, no había logrado comenzar a descubrir lo que significaba vivir como un Pokémon. Apenas y me había convertido en una Eevee y ya había sido capturada, no en una Pokébola, pero capturada a final de cuentas. Ahora que el profesor me había dejado sola, podía explorar mi nuevo mundo, aunque este fuera el patio trasero del laboratorio. El patio trasero era muy extenso, con varios árboles de bayas de diferentes tipos, matorrales cortos en los cuales revolcarse, una zona pequeña de arena para escarbar, y un pequeño estanque en el medio de todo. Era un lugar simple, pero acogedor, como Eevee que ahora era me di cuenta que era todo lo que yo necesitaba, en especial el agua, que desde la comida me había hecho mucha falta.

Me acerqué al estanque, y torpemente metí la lengua un par de veces en el agua, pero esto solo la mojaba, no me daba agua que tomar. Tras un par de intentos más, sentí mi lengua doblarse como un cántaro y cargar agua a mi hocico. Mis instintos me enseñaban de poco a poco a comportarme como un Eevee, y los mismos me ayudaron a darme cuenta de que no estaba sola.

-¡Una nueva amiga! -me sorprendió un Carvanha, que salía del agua de la cual yo bebía, sorprendiéndome, y obligándome a caer sobre mi lomo.

-Cuidado pequeña, ¿estás bien? -me ayudó a levantarme una Flaafy, cuya electricidad estática me erizó todo el bello del cuerpo y me hizo parecer más una bola de pelo que una Eevee- Oh, lo siento mucho, pasa muy seguido -se disculpó ella.

-Mira como la dejaste, tan bonito que llevaba su pelaje -se acercó a mí una Kirlia, quien comenzó a frotarme el pelaje intentando acomodarlo de una forma más habitual.

-Pero esto es una sorpresa -se acercó un Mawile, ayudando a Kirlia a peinarme el pelaje-. No es normal que el profesor capture a Pokémon que no son parte de su investigación. No es que tenga nada contra ti, querida -se apenó la Mawile.

-El profesor tiene un gran corazón, no dejaría a un Pokémon desamparado -me sorprendió un Garchomp que salía de debajo del montón de arena en el patio, ya de por sí los Pokémon de tipo Dragón eran atemorizantes, pero con mi tamaño actual me resultaban inclusive más sorprendentes-. Tranquila amiga, aquí no existen ni los depredadores ni las presas. Por más apetitosa que me seas, no pienso comerte -reverenció la Garchomp.

-¡La estás asustando! -me defendió una Lopunny, que presumía su pelaje impecable-. Perdona lo descortés de Garchomp, a nosotras no nos importa si mega-evolucionas o no, eres igualmente bienvenida a nuestro hogar -me dio la bienvenida.

Todos los Pokémon que el profesor mantenía en su laboratorio eran capaces de mega-evolucionar, o lo serían cuando estuvieran completamente evolucionados. Además de los que me recibieron frente al lago había un Abra dormido entre los matorrales, un trio de Magikarp en el estanque, e inclusive en las ramas de los árboles había nidos de Swablu, y Pidgey, sus padres Altaria y Pidgeot se encontraban en las copas de los árboles. El profesor aparentemente se tomaba muy enserio el campo de estudio de la mega-evolución, y aunque no los tenía a todos, era evidente que yo era el único Pokémon en el lugar incapaz de mega-evolucionar.

-Es un placer -reverencié-. Mi nombre es Valerie -me presenté cordialmente, parte de mí buscando mi falda para hacerlo parecer más elegante, aunque rápidamente recordé que no tenía una falda de la cual sujetarme.

-El profesor jamás le había puesto a alguien un mote -mencionó el Pidgeot en la copa de uno de los árboles-. Debes ser una Eevee muy afortunada -dedujo.

-Qué romántico… -reaccionó Lopunny mientras me miraba con sus ojos seductores-. ¿Qué se siente ser el único Pokémon capaz de evolucionar por amor? -me preguntó, avergonzándome.

-¿A qué te refieres con eso? -mi nariz se sentía caliente, seguramente significaba que me había ruborizado- Sé que se dice que los Eevee evolucionamos a Sylveon por amor a nuestros entrenadores, pero eso definitivamente no puede pasarme a mí -agregué sumamente apenada.

-A los Pokémon no nos gustan los motes, pero si el amo te ha puesto uno eso significa que eres especial -comentó Mawile, que seguía peinando mi pelaje-. Cuando aceptes tus verdaderos sentimientos por el profesor, será cuando evoluciones en una Sylveon -aseguró.

-O puede evolucionar en Umbreon o Espeon, eso significaría que Eevee no lo ama -se acercó Flaafy, levantándome el pelaje nuevamente, y molestando a Mawile.

-Aw… yo quisiera ser una Eevee para demostrarle mi amor a mi entrenador -lloró Kirlia, apenándome aún más-. Cuando evolucione en un Gardevoir, definitivamente lo haré por amor, pero el profesor seguro y pensará que lo haré porque tengo la suficiente experiencia de batalla. Solo los Eevee pueden demostrar su amor a sus entrenadores con una evolución, es tan triste e injusto -danzó como una actriz en una obra de teatro.

-Pero es imposible que un Pokémon ame a un humano -mencioné, y en ese momento todos posaron sus miradas en mí como si hubiese dicho algo malo-. ¿Qué dije? -me pregunté.

-Creo que tienes la definición equivocada de amor, preciosa -respondió Lopunny, sentándose a mi lado-. Cuando una Eevee ama a un humano tan incondicionalmente como para verlo como parte de su familia, en ese momento evolucionará en un Sylveon. Pero si es una simple relación de confianza y amistad, dependiendo de que sea día o noche, evolucionará en un Espeon o en un Umbreon. Solo los humanos pueden sentir el otro tipo de amor por otros humanos, así como los Pokémon lo sienten por otros Pokémon -me explicó.

-Aún así… -me defendí avergonzada-. No hay forma de que yo evolucione en una Sylveon -aún si yo como humana soy capaz de sentir el amor hacia otro humano. Jamás podría amar al profesor-. Además, el profesor piensa regresarme a mi habitad -expliqué, cambiando el tema. La verdad es que hablar del profesor era algo que me incomodaba mucho.

-¡Eso significa que tenemos muy poco tiempo para ser amigas! -me tomó de las patitas Kirlia, lo que era bastante incómodo. Kirlia parecía más una actriz que un Pokémon.

-Si el profesor te ha prometido que te llevaría a tu habitad natural, ten por seguro que así lo hará -interrumpió Pidgeot-. Si hay un humano en el que puedes confiar, ese es Sycamore. Todos los que estamos aquí amamos a Sycamore como si fuera un padre para nosotros. Puedo asegurarte que él jamás te fallaría -me prometió.

-Lo sé… -agregué con una sonrisa-. Tan solo llevo un par de días de conocerlo, pero… en toda mi vida no había sentido una sensación tan agradable como la que siento cuando estoy cerca del profesor -y sin embargo, es un sentimiento molesto al mismo tiempo. No deseo estos sentimientos ahora que soy una Pokémon-. Pero, a pesar de lo que siento, no puedo evolucionar para él -si yo llegara a evolucionar por amor, sería lo peor que podría pasarme. En especial porque yo soy feliz siendo una Pokémon.

-Tarde o temprano te llegará al corazón. Puedes intentar resistirte pero será inútil -se burló de mí Pidgeot, pero entonces se tornó serio, y viró su cabeza en dirección a la ciudad.

-¿Ha pasado algo, cariño? -preguntó Altaria, aparentemente la pareja del Pidgeot, quien yo intuía era el líder del grupo de Pokémon-. ¿Hay peligro en la ciudad? -volvió a preguntar.

-Los Skidoo están intranquilos -les respondió el Pidgeot-. Dicen algo sobre un Quagsire y un Skorupi molestando a todos los Pokémon de la ciudad mientras exigen saber la ubicación de una humana… que se ha convertido en una Eevee -me miró en ese momento, incomodándome.

-¿Por qué ese Skorupi insiste tanto en meterme en problemas? -me quejé mientras todos me miraban con curiosidad. Pero los pensamientos de todos fueron interrumpidos cuando Sina llegó al patio con los alimentos.

-¡Hora de desayunar! -llamó Sina. Aquello era mi oportunidad, no pretendía ser cuestionada por culpa de Skorupi y aquel Quagsire. Entraría de regreso al laboratorio y buscaría una salida a la ciudad para buscarlos y solucionar los malentendidos, además de pedirles que guardaran el secreto de que yo había sido alguna vez una humana. Pasé por entre las piernas de Sina, haciéndola perder el equilibrio, pero no lo suficiente para derribarla. Una vez dentro sin embargo, me topé con los mocasines del profesor Sycamore y me estrellé con sus piernas.

-Alguien parece muy enérgica el día de hoy -me levantó el profesor. Pero pese a que disfruto estando en sus brazos, esta vez forcejeé hasta zafarme y corrí a la entrada de la casa. La puerta estaba cerrada, pero yo era un Pokémon, seguro haciendo uso de mi fuerza la abriría. Así fue como tacleé con fuerza y abrí la puerta-. ¡Espera, Eevee! -el profesor corrió tras de mí, pero lo dejé atrás con facilidad y me adentré en la ciudad.

Ciudad Luminancia. Plaza Magenta.

-No conozco esta ciudad, pero si mi instinto no me falla, no debe ser difícil encontrarlos -paré mis orejas y preparé mi nariz. La ciudad era muy escandalosa, y los automóviles expelían un aroma muy desagradable que no me dejaba percibir el aroma a pantano de Skorupi y de Quagsire, sin mencionar que varios entrenadores que me miraban discutían entre ellos si atraparme o no, lo que me obligaba a seguir en movimiento. Para mi suerte, encontré a un par de Skidoo paseando a turistas por la ciudad-. Disculpen -me acerqué a ellos, y los turistas comenzaron a tomarme fotografías-. ¿Han visto a un Skorupi o a un Quagsire por aquí? -el par intercambió miradas, y no tardaron en responderme.

-Ese par ha estado molestando a Pokémon por toda la ciudad -me respondió uno de ellos-. Pero no se alejan mucho de los acueductos, ese Quagsire se arruga como una pasa si lo hacen -reverencié y corrí lo más rápido que pude por la ciudad, siguiendo el acueducto, hasta que, cerca de la torre de Luminacia, encontré al par de problemáticos Pokémon.

-Anda que no te estoy haciendo una pregunta tan difícil. ¿Acaso nadie en esta ciudad ha visto antes a una Eevee? -Skorupi atormentaba a un indefenso Marill que vivía en los acueductos, el pobre estaba al borde de las lágrimas- ¿Acaso te ha comido la lengua el Marill? Pero si tú eres un Marril, ¿te has comido tu propia lengua? -insistía el molesto Skorupi.

-No creo que sepa dónde está la chica -Quagsire era más tranquilo, pero su tamaño intimidaba aún más a Marill, que ya lloraba desesperadamente-. Oh, ¿será el ataque de Llanto Falso? -preguntó Quagsire, perturbando a Marril aún más.

-Ya déjenlo en paz. ¿No ven que asustan al pobre? -me posé frente a ellos, protegiendo al asustado Marill, que pegó el rostro a mi lomo- ¿Qué están haciendo aquí? -pregunté molesta.

-Oh, la Eevee humana -celebró Skorupi-. Pero si hemos venido a darte una pinza ¿Te crees que es fácil pasarse todo el camino entre asentamientos humanos? ¡Casi me devora un Liepard! -se quejó Skorupi nuevamente.

-Por favor no grites -le pidió Quagsire-. Lo que Skorupi intenta decir es que… eres una humana convertida en un Pokémon. Temíamos que un depredador te comiera y no supieras defenderte, o que no pudieras encontrar comida -explicó, lo cual me conmovió un poco.

-Lo que el cerebro de Psyduck dijo -agregó Skorupi arrogantemente-. Si las crías la tienen difícil y ellas nacieron Pokémon, ¿cómo una humana espera sobrevivir sin que su mamá Drapion le enseñe lo básico? Así que deberías alegrarte de que hiciéramos tanto por ti -acusó.

-Si lo ponen así, supongo que estoy conmovida, pero… han asustado a muchos Pokémon intentando encontrarme -les expliqué mientras con mi patita acariciaba la frente de un Marill ya más tranquilo, que se despidió de mí y volvió al acueducto-. Además, le están diciendo a todo mundo que fui una humana. Sé que están preocupados, pero no quiero que la mitad del reino Pokémon se entere de que fui humana -insistí.

-Lo dices como si no pudieras regresar a ser lo que eras -me explicó Skorupi, lo cual yo no entendí-. Escucha cría. No nos importa si decides quedarte como Pokémon, pero si los cuentos de mamá Drapion son ciertos, tu transformación estará incompleta hasta que tu corazón elija al mundo al que desea pertenecer, después de lo cual no hay vuelta al Lotad -mencionó.

-Cría humana -interrumpió Quagsire tras notar que Skorupi no me explicaba las cosas correctamente-. Por casualidad, ¿has regresado a ser una humana sin explicación alguna, solo para regresar a ser una Eevee tiempo después? -preguntó con seriedad.

-Pueden dejar lo de cría humana y llamarme por mi nombre, que es Valerie -expliqué cansada del apodo-. Y anoche hubo un breve momento en que volví a mi forma humana, pero solo fue por unos minutos. Fue vergonzoso, pero afortunadamente nadie me vio -les aseguré.

-¡Por eso es que te estamos vigilando! -recriminó Skorupi- Como Pokémon que somos, debemos mantener el secreto ayudándote a adaptarte a tu cuerpo de Pokémon, asegurándonos que no regreses a ser una humana. ¿Tienes idea de lo peligroso que sería que volvieras a ser una humana, le contaras a la gente lo que te ocurrió, y te creyeran? -Skorupi tenía un punto.

-Pero es algo tan increíble que seguro nadie se lo creería -le expliqué yo-. Incluso si volviera a ser una humana, que te aseguro que no tengo ese deseo, me pensarían lunática -insistí.

-El que existas como Pokémon es prueba de lo contrario -interrumpió Quagsire-. Si los cuentos son ciertos, la primera humana en convertirse en una Pokémon fue una princesa que se convirtió en una Swanna, pero de eso han pasado muchos años ya. La princesa además, no sobrevivió mucho tiempo como un Pokémon, no es una parte muy agradable del cuento -definitivamente no lo era, y en parte me perturbaba saber que eso podría pasarme a mí-. Pensábamos que sin esa princesa Swanna, no había forma de que más humanos se convirtieran en Pokémon y que el secreto estaba a salvo. Entonces apareciste tú y te convertiste en una Eevee. ¿Entiendes por qué no podemos dejar que te conviertas en una humana nuevamente? Incluso si nos juraras que no dirías nada, los humanos no siempre son de fiar -aseguró.

-Ya entiendo… -estos Pokémon estaban preocupados por mi supervivencia, pero al mismo tiempo querían mantener su mundo Pokémon libre de otros que como yo pudieran caminar en ambos mundos-. Pero pueden estar tranquilos… -les sonreí-. Nada ni nadie, podría convencerme de dejar de ser una Pokémon -al menos eso es lo que yo quería pensar.

-¡Eevee! -pero mi corazón se empecinaba en desmentirme. El profesor Sycamore había corrido por toda la ciudad buscándome, estaba agotado, y al borde del colapso, pero se había preocupado por mí, igual que el día que recibió el ataque de Skorupi- Pequeña, ¿estás bien? -se agachó para acariciarme. Y en ese momento, dudé de mis verdaderos deseos.

-¡El Eeveecuestrador! -gritó Skorupi preparando la repugnante sustancia en su boca, afortunadamente alcancé a reaccionar y le tacleé el hocico hasta cerrárselo a la fuerza- ¿Qué te pasa, cría? -me gritó molesto.

-¡Ya lo envenenaste una vez! ¡No voy a dejar que lo vuelvas a hacer! ¿Sabes lo preocupada que estaba por el profesor cuando lo envenenaste? -lo reprendí con severidad, asegurándome de que no se lo pensara nuevamente.

-¿Y este que es para ti? ¿Te capturó y es tu entrenador? -me preguntó entonces, pero yo no supe cómo contestarle- Ah que esta no te la sabías, a los Eevee se les pinta la nariz cuando están apenados. Entonces, ¿qué es este humano para ti? -me preguntó apuntando a mi nariz.

-¿Que qué es para mí? -me apené. De solo pensarlo mi cabeza me daba vueltas- No me ha atrapado… -no bajo el método convencional claro está-. Pero no me desagrada su compañía… eso es todo. ¡Y no tengo por qué darte explicaciones! -me defendí aún más apenada.

-Ya entiendo -pero todos mis pensamientos pasaron a segundo plano cuando el profesor se metió a la conversación-. Este Skorupi es el mismo que me envenenó, y la razón por la que lo hizo es porque es tu amigo -ya no podía pensar claramente, cuando el profesor estaba presente, me era muy difícil hacerlo-. Skorupi, no tienes de qué preocuparte. Planeo llevar a tu amiga a su habitad natural. Pero si quieres verlo con tus propios ojos, les daré asilo a ti y a tu amigo Quagsire mientras tanto -me levantó entonces, y pidió a los otros dos que lo siguieran.

-¿Acaso quiere que lo sigamos? -los Pokémon no pueden entender del todo a los humanos. Eso es algo que aprendí de mis conversaciones con mis Pokémon. Los Pokémon sienten las emociones de los humanos, son empáticos. Por eso Skorupi y Quagsire supieron que no tenían de qué preocuparse, y siguieron al profesor hasta su laboratorio.

Laboratorio del profesor Sycamore.

-Bien, aquí estarán más tranquilos -el profesor nos dejó a los tres en el patio trasero, y tras acariciarme la cabeza unas cuantas veces, regresó a su laboratorio sin decir más. Noté entonces que los Pokémon que me habían dado la bienvenida estaban más intranquilos con mi presencia, Pidgeot me miraba desde las alturas, como si me juzgara. No entendía lo que había pasado para que cambiaran su actitud, pero en ese momento era la menor de mis preocupaciones.

-Que frívolo recibimiento. Los Pokémon citadinos son muy molestos -se quejó Skorupi, mirándome fijamente-. ¿Entonces aquí es donde vives ahora? No está mal, le falta más lodo, pero no está mal. Ahora solo tenemos que decidir qué hacer contigo. ¿De verdad pretendes que te creamos que vas a quedarte como un Pokémon? -indagó al respecto.

-Por eso te estoy diciendo, mi sueño siempre fue convertirme en un Pokémon. ¿Cómo iba a arrepentirme de esto después de verlo cumplido? -pero Skorupi no me creía, y se cruzaba de pinzas. Sentimos entonces el abatir del viento en nuestra contra, Pidgeot había bajado de la copa del árbol, y me miraba desafiante, o con intriga, era difícil saberlo con certeza.

-Los Pokémon no tendemos a ser desconfiados. Pero en las calles se habla sobre un Pokémon diferente. Uno que no es lo que parece -se irguió sobre mí, intimidándome. Quagsire y Skorupi sin embargo, se colocaron frente a mí, defendiéndome-. No se equivoquen. Siguen siendo invitados del amo -aseguró-. Pero es mi deber que la manada no peligre. Bajo mis órdenes les darán espacio hasta que juzguemos que lo que hemos oído no represente una amenaza para nosotros. Habiendo dicho esto, insistimos en que se sientan bienvenidos, pero tendrán que disculpar nuestra cautela -y sin decir más, Pidgeot regresó a la copa del árbol a observarnos.

-¿Y este que se trae? -preguntó Skorupi, pero no me sentí con ánimos de contestarle- Bueno, bueno. Lección uno de cómo ser un Pokémon. Si te dan ganas, primero haces un hoyo y luego -comenzó con una descripción demasiado gráfica.

-Tengo bien en claro esa parte, no hace falta -lo interrumpí, y entonces miré en dirección al laboratorio, y al profesor que pasaba por frente a la ventana con una gran cantidad de libros en sus brazos. Se le veía cansado. Y no solo eso, mis oídos de Eevee escuchaban su estómago rugir-. Skorupi… -me dirigí al Pokémon venenoso-. ¿Mamá Drapion contó alguna vez el cómo podía volver a ser una humana? -pregunté con naturalidad.

-Ah, mamá Drapion contaba muchas de esas historias -comenzó, y el lento de Quagsire tomó unos momentos para razonar lo que estaba pasando, pero para cuando lo logró, ya era muy tarde-. Según mamá Drapion, si una humana convertida en Pokémon lo deseaba con todo su corazón, podía convertirse en una humana por un corto periodo de tiempo -me explicó.

-Por Arceus, no puedo creer que le hayas dicho el cómo volver a ser una humana -reaccionó Quagsire sosteniéndose la cabeza-. Le estas ayudando a hacer lo que vinimos a prevenir -volvió a explicarle, y Skorupi por fin lo entendió.

-¡Me engañaste! -se quejó Skorupi- ¡Eso ha sido ruin! ¡Mira que usar a mi mamá Drapion para revelarte secretos! -enfureció Skorupi, aunque yo comprendía su enojo a decir verdad.

-No te lo tomes muy a pecho. Es solo que hay algo que me gustaría hacer -le expliqué-. Te lo digo con sinceridad. Esto es lo que siempre he deseado. Pero el profesor ha hecho tanto por mí, y como una Eevee no puedo agradecérselo. Es por eso, que antes de que me libere, quiero hacer algo por él. Y quisiera que ustedes me ayudaran con esto -les supliqué.

-No se vale si usan Ojitos Tiernos contra mí -refunfuñó Skorupi, y al notar que había usado una ataque Pokémon, sentí como algo de sudor me caía del rostro-. Bien… pero solo si significa que no dejes pendientes de humana y te ayude a convertirte en una Pokémon de tiempo completo. Recuerda que vinimos para asegurarnos de que mantengas el secreto -me apuntó.

-Tienes mi palabra de Eevee de que mantendré el secreto -le prometí, y solo entonces Skorupi accedió a ayudarme-. Esto es lo que quiero hacer… -comencé a contarles mi idea.

El resto del día corrió con bastante monotonía. Quagsire tenía que humedecerse cada diez o quince minutos y pasaba la mayor parte del tiempo en el estaque. Carvanha le daba espacio, pero de alguna manera se las arregló para hacerse amigo de los tres Magikarp. Skorupi por otra parte, se encargaba de vigilarme en todo momento. Tanto me vigilaba, que incluso cuando noté que Kirlia y Mawile intentaban acercarse para charlar conmigo, la presencia de Skorupi las ahuyentaba. Pero Skorupi no era el único que me vigilaba, Pidgeot lo hacía de igual manera. No hubo momento alguno en que no sintiera su penetrante mirada.

-Esto podría dificultar un poco mi plan -me dije a mí misma, y entonces paré las orejas. El profesor se despedía de Sina en ese momento, e inclusive se preparaba para irse a dormir-. ¿Va a irse a dormir sin cenar? -me pregunté a mí misma.

-El profesor no sabe cocinar -escuché detrás de mí, encontrando al Abra, que había dormido casi todo el día, despierto y sentado junto a la roca en que yo descansaba-. El profesor tiene el sueño pesado, pero es porque no se alimenta bien últimamente. Puede ser que el profesor se sienta deprimido porque se siente solo -finalizó.

-Entonces no era solo yo la que me daba cuenta. El profesor en verdad se siente solo -le respondí, pero Abra viró a ver a Pidgeot, y entendí que lo que quería era que yo bajara la voz-. Me preocupa el profesor. Por eso quiero hacer algo por él -expliqué en un tono más bajo.

-Pidgeot se queda dormido cuando el sol se pone. Nada puede despertarlo después de eso -fue lo último que me dijo el misterioso Abra, antes de teletransportarse.

-¿Y ese qué? -preguntó Skorupi, pero yo estaba tan confundida como él- Como sea, ¿ya vamos a actuar? Los nervios me ponen el aguijón de punta. ¿Y si te descubren? -se preocupó.

-Seré muy silenciosa -lo tranquilicé yo-. De todas formas aún no es el momento -con mis orejas, podía escuchar perfectamente lo que ocurría dentro de la casa. El profesor se había puesto su pijama, pero seguía trabajando en su computadora. Pasaron dos horas, el sol se ocultó en su totalidad, y así como había dicho Abra, el enorme Pidgeot se quedó profundamente dormido, aunque yo había notado que había hecho un esfuerzo para seguirme teniendo vigilada. Pero el que Pidgeot se durmiera no lo hacía el momento correcto. No fue hasta que escuché los suaves ronquidos del profesor, que miré a Skorupi y a Quagsire, y asentí con la cabeza.

-Muévete aliento de Salamence -insultó Skorupi a Quagsire, quien se despidió de sus amigos los Magikarp y corrió hasta la ventana. Skorupi lo trepó, y yo trepé detrás de él, aunque más torpemente porque la piel de Quagsire era muy resbalosa-. ¿Qué me dijiste que tenía que hacer? -me preguntó por doceava ocasión.

-Mete tu pinza por debajo del marco, y empuja el pestillo para abrir la ventana -y por doceava vez, Skorupi no lo entendió, forzándome a suspirar en molestia-. Mete la pinza aquí -metí su pinza por debajo del marco-. Arrastras así -tiré de su pinza hasta abrir el pestillo-. Y luego, con las dos pinzas, levantas hacia arriba -le pedí, y él obedeció, aunque la ventana estaba pesada y él solo no la podía abrir, tuve que usar mi lomo para mantener la ventana abierta mientras Skorupi entraba-. Ahora ve a la habitación del profesor y tráeme una bata… es… la piel blanca que se pone encima -le expliqué torpemente.

-Sí, esas cosas que los humanos se ponen encima, ya entendí -me respondió Skorupi, y corrió a la habitación del profesor para traer la bata mientras yo concentraba todas mis fuerzas para mantener la ventana abierta. Skorupi llegó un par de minutos después, saltó por la ventana con la prenda, y yo cerré la ventana con cuidado de que el pestillo no volviera a cerrarla-. Misión cumplida -se alegró Skorupi, pero cuando miré a la prenda que Skorupi había traído, me preocupé-. ¿Qué? -preguntó.

-Esta no es una bata, es la sábana del profesor -me quejé, pero Skorupi no parecía entenderlo-. No importa… sirve de momento -me metí bajo la misma y miré a Skorupi desde adentro-. ¿Seguro que es tan sencillo como solo desearlo de corazón? -pregunté.

-Ya lo hiciste cuando el profesor estaba envenenado -comentó él-. Deséalo con el corazón, eso es lo que mamá Drapion decía, y mamá Drapion no es ninguna mentirosa -aseguró.

-Bien, voy a intentarlo -con mis patitas abracé la sabana a mi cuerpo, cerré mis ojos y me concentré. Desde niña, siempre me habían gustado los cuentos de hadas, y ahora me había convertido en una Pokémon. No había dudas en mi corazón de que estas cosas existían, pero me preguntaba si mi deseo sería tan genuino como para que este se hiciera realidad-. De verdad… deseo poder ayudarle… -me dije a mí misma sin pensarlo, y, tras escuchar mi propia voz, me di cuenta de que estaba de pie, con la sabana alrededor de mi cuerpo humano.

-¡Mawi wile! -'¡Es una humana!', escuché. Y de inmediato viré a ver a Mawile y a Kirlia, horrorizadas por lo que acababan de presenciar. Miré a Quagsire, él asintió rápidamente y comenzó a perseguirlas a las dos, lanzándose en una plancha y derribándolas a ambas.

-Eso no fue muy gentil. Quag siresire -lo reprendí en un susurro, pero Quagsire tan solo arrastró a las Pokémon inconscientes y las acomodó sobre unos arbustos. Recordando a Pidgeot, alcé la vista para ver si seguía dormido, pero parecía que nada despertaría a la inmensa ave-. Parece que es seguro -me dirigí a Skorupi, y tras amarrarme las sábanas del profesor por todo el cuerpo hasta hacer un improvisado vestido, abrí la ventana y entré con Skorupi.

Ya dentro, me dirigí a la habitación del profesor con cuidado, cerciorándome de que continuara dormido. El pobre estaba hecho una bola por el frio, sobre un colchón en el piso, lo que me molestó y miré a Skorupi con desprecio por lo que había ocasionado.

-Antes de irnos voy a enseñarte lo que es una bata. Skor, skoruru skoru skor -reprendí, a lo que él me contesto en su usual forma grosera-. No importa. Skoru -proseguí-. Quédate aquí y has guardia. Sko korupi skor. Si se despierta ven a alertarme. Skoruru rupi -terminé, y dejé a Skorupi en la entrada de la habitación del profesor.

Sabiendo que Skorupi montaba guardia, me dirigí a la cocina con cierta dificultad. Tras ser una Eevee por tanto tiempo, el volver a mis dos piernas me hacía sentirme desequilibrada, por lo que me tropezaba con las cosas y hacía algo de ruido al hacerlo. Aquello me hacía asomarme al pasillo a cada momento y encontrarme a un molesto Skorupi que insistía con movimientos de sus pinzas con que me diera prisa. El profesor seguía dormido, aquello era un alivio.

Una vez que me recuperé lo suficiente, comencé a trabajar. Abrí el refrigerador, prendí la estufa, busqué sartenes y platos. Estaba nerviosa, si el profesor se despertaba y me veía en su cocina, con sus sabanas como mis únicas prendas, y cocinando algo, ¿qué pensaría? Seguramente tendría muchas preguntas, y seguramente yo no podría contestarlas. Esto era, sin lugar a dudas, lo más extraño que podría pasarnos. Pero él era tan gentil, tan noble, y tan entregado, que simplemente no podía evitar hacer esto. Aun así, ¿qué pensaría el profesor a la mañana siguiente que encontrara esto sobre la mesa? Seguramente estaría desconcertado, e indagaría al respecto. Muy seguramente estaba perdiendo mi tiempo. Pero no podría explicárselo tampoco, ¿qué iba a decirle? 'Hola profesor, soy el ángel que se le apareció desnuda la noche anterior que se había envenenado, y esta mañana decidí hacerle el desayuno', no, si iba a hacer algo por el profesor, por más increíble que fuera, tendría que ser anónimo. ¿Y si pensaba que Sina lo había hecho? Aquel pensamiento me detuvo… dejé de cocinar, y tan solo observé lo que se encontraba en el sartén. Yo… me molestaría mucho si el profesor pensaba que Sina había hecho esto por él.

Pasé unos minutos en el limbo, simplemente mirando la comida cocerse. ¿Qué estaba haciendo? ¿Por qué estaba haciendo esto? Me estaba arriesgando demasiado, y no solo eso, me molestaba que mis acciones se malinterpretaran. Deseaba… que Sycamore supiera que yo estaba haciendo esto por él. Pero Sycamore ni siquiera conocía a Valerie. Incluso como una Eevee significaba más para él que como una humana. Aquella, era una revelación muy triste.

-Pero yo… no quiero ser una humana… estoy feliz siendo una Eevee… -las palabras salieron de mis labios como si mi mente no quisiera aceptarlas. Pero decirlo levantó un peso en mi corazón, y me permitió seguir cocinando. ¿Qué importa si el profesor piensa que esto lo hizo Sina? De todas formas no tiene por qué afectarme, yo soy una Eevee ahora, no puedo amar a un humano-. De todas formas, seguramente al profesor no le gusta Sina… sí… incluso si piensa que esto lo hizo Sina, lo verá como una preocupación profesional -excusas-. De todas formas… no hay forma de que él se entere de que fue Valerie… porque Valerie… ya no existe… -concluí.

Mecánicamente terminé de cocinar, y acomodé la mesa para el profesor y contemplé mi obra. No era un desayuno muy elaborado, pero definitivamente era mejor que lo que él cocinaba. Sentía una mezcla de orgullo, impaciencia, y depresión, pero mi decisión estaba tomada, aunque al caminar a la habitación de Sycamore, y verlo allí durmiendo. Volví a dudar.

-Skorupi… -me dirigí a él, pero mi mirada estaba posada en la persona que ni siquiera sabía que yo existía-. ¿Qué pasaría si no volviera a convertirme en una Eevee? ¿Me creerías si te jurara que mantendría el secreto? -le pregunté. Pero entonces el miedo me invadió el corazón- No… eso no puede pasar… él ni siquiera sabe que existo… y si lo supiera… para él sería solo una niña… -concluí. Y al hacerlo volví a encogerme, y a convertirme nuevamente en una Eevee-. ¿Por qué tenía que conocerlo justo el día en que decidí convertirme en un Pokémon? -suspiré.

-No sé qué tantas cosas balbuceaste mientras eras humana, pero… no te ves muy contenta -me contestó Skorupi, y yo miré al suelo con tristeza-. Si ya terminaste, tenemos que irnos. No quiero que ese gigantón me pisoteé cuando despierte -apuntó, pero yo apenas y lo escuchaba.

-'Metete al lago y nada bajo de la luna llena, entonces, y solo entonces, sabrás que los Swanna adoran sus alas, y que por ello no duermen bajo el reflejo de la luna llena' -enuncié lo que el espíritu de Lon me había comentado, sintiendo una sensación de vacío mientras lo hacía-. Pero… aún si he renunciado a mis alas humanas… no renunciaré a esta vida -era solo un flechazo sin sentido después de todo, tan solo me engañaba a mí misma. Pero si no podía ver a Sycamore con amor de humano, podía al menos intentar verlo con amor de Pokémon.

-Oye, ¿qué haces? Esto no era parte del plan -se quejó Skorupi, mientras yo mordía la sabana y saltaba con ella sobre la cama de Sycamore, haciendo lo posible por taparlo con ella-. ¿Te has vuelto Spinda, cría? ¡Lo vas a despertar! -pero ya no me importaba, ahora era una Eevee, y aunque accidentalmente con mi cola rosé su nariz y lo hice estornudar, a mí no me importó, aunque Skorupi rápidamente salió de la habitación asustado.

-¿Cómo terminaste aquí, pequeña? -me preguntó un Sycamore medió dormido, y aunque renuncié voluntariamente a ser una humana, no pude evitar pensar que se veía adorable mientras se encontraba medio dormido- ¿Qué traes en la boca? ¿Mi sabana? ¿Intentabas arroparme? -me preguntó.

-¡Eeveev! -'¡Así es!', añadí divertida. De verdad podía sentir que creaba un vínculo con el profesor, uno que solo él y yo compartiríamos. Aunque me daba vergüenza saber que mi cola se movía por sí sola en señal de felicidad.

-Eres una Eevee bastante cariñosa, pero… nunca dejo que otros Pokémon duerman conmigo, no es higiénico -oh… es verdad, después de revolcarme en la tierra todo el día seguramente mi pelaje no está muy bien cuidado. Pude sentir mis orejas pegarse a mi lomo en descontento. Pero el lenguaje corporal de un Pokémon al parecer es muy evidente, porque el profesor pareció entenderme-. Ya qué… ven aquí -me invitó a sus brazos. ¡De verdad me estaba invitando a sus brazos! No, espera, no debería pensar así, se supone que ya renuncié a…-. ¿No quieres? -mis alas… renuncié a mis alas… pero él sin saberlo me da las suyas. ¡No es justo, profesor! ¿Por qué tiene que ser tan…?- Bueno, puedes dormir donde quie… -en sus brazos está bien- ras… eres muy linda -y usted incorregible-. Podría acostumbrarme a esto… -¿sabe una cosa profesor? Yo también.