Aprovechen que ando inspirado. ¿A poco no está bien padre leer tan seguido una historia? Ya me desconozco a mí mismo. En fin, es en exceso tarde, pero hasta ahora terminé la edición del capítulo, así que esperaré a mañana para saber si algún valiente se desveló leyendo. Mientras tanto, yo voy a contestar reviews:

astridgmc: De verdad pensé en poner tu nombre en un personaje, pero al final decidí usar la menor cantidad de OCs posibles, la posibilidad sigue en pie pero de momento pienso que es mejor esperar un poco. Muchas gracias por seguir leyendo.

TsukihimePrincess: Me malinterpretas Tsukihime, los Pokémon veneno también son de mis favoritos, especialmente Dragalge, de los siniestros también me encanta Houndoom. Y sí, el dilema de la princesa cisne durará un buen rato, aunque pienso que probablemente estoy exagerando un poco con las transformaciones.

PPNACHILLO: Y sigo aprovechando la descarga creativa, aunque es lunes y muy probablemente no tenga mucha audiencia pero bueno, hay que aprovechar cuando la inspiración te llega. Espero demostrar que se puede confiar en mí y que no abandonaré tan temprano, muchas gracias por seguir leyendo.

Postdata, me he dado cuenta que es difícil de leer esta historia por los diferentes Points of View, me refiero a que sea narrado por Valerie. Una disculpa por eso pero de momento no se me ocurre cómo arreglarlo.


La chica que quería ser un Pókemon.

Capítulo 4: Aparece una rival en el amor.


Región Kalos. Ciudad Luminasia. Laboratorio del profesor Sycamore.

La mañana había comenzado con mucha normalidad. Desperté en brazos del profesor, él se levantó al baño, y yo lo esperé afuera algo ansiosa, y para cuando por fin salió me miró intuyendo que la razón por la cual lo esperaba era porque ya sentía hambre. No perdió tiempo para dirigirse a la cocina, medio adormilado aún, y servirme en un plato la insípida comida que al parecer se había convertido en mi desayuno de todos los días. El profesor, por su parte, se dirigió a su refrigerador, esperanzado de encontrar algo comestible por alguna parte, sin percatarse aún de que sobre la mesa se encontraba el desayuno que yo le había preparado la noche anterior. La espera me estaba matando, ni siquiera había dormido bien por los nervios de conocer sus reacciones. Lo vi sacando una manzana a medio comer, resignado a nuevamente tener un desayuno incompleto. Mordió la manzana y se viró, por fin posando su vista en la mesa con el desayuno preparado.

-¿Y esto? -se aproximó el profesor con cautela, observando el platillo en el centro de la mesa. Yo era muy pequeña para poder verlo, pero la noche anterior había puesto todo mi empeño en prepararle al profesor un guisado de huevo con verduras capeadas. Me invadía el miedo de conocer el estado en que había amanecido el desayuno, después de todo, había pasado toda la noche fuera, y con el calor que hace, seguro ya no estaba tan fresco. Indudablemente debí haber pensado en todo eso antes de aventurarme a prepararle algo, y si a eso le sumamos que no soy una buena cocinera ya que mis amigas en el gimnasio eran quienes se preocupaban por alimentarme siempre, no sabía si siquiera le sabría bien. Pero mis habilidades culinarias no eran importantes, sino el hecho de que la comida mágicamente había aparecido en su mesa sin ninguna explicación. ¿Cómo iba a reaccionar el profesor? Seguramente tendría muchas preguntas- ¿Un desayuno? Y se ve bastante apetecible además. Pero, ¿quién prepararía esto? ¿Acaso Sina lo dejó listo para mí? -se cuestionó.

La sola mención de Sina siendo la primera persona que le viniera a la mente al profesor cuando vio el platillo, me hirió un poco. Pero, ¿qué esperaba? Sina era la única persona que podría prepararle algo al profesor. Además, se supone que no debería importarme, solo le preparé esto al profesor porque temía que no se alimentara bien y como agradecimiento por cuidarme, no era que tuviera otras intenciones, no es como que esté buscando su reconocimiento.

-No, Sina definitivamente no es el tipo de persona que haría esto. En todo caso, ella me gritaría y me ordenaría que lo hiciera yo mismo -pero ahora, si el profesor no pensaba que el desayuno había sido de Sina, ¿lo tiraría? De verdad debí haberlo pensado con más calma-. Pero si no fue Sina, ¿quién prepararía esto? No me digas que… -me miró con curiosidad, por el nerviosismo, desvié la mirada y comencé a comer mi insípida comida para no levantar sospechas-. ¿Lo habré preparado yo anoche en un estado de sonambulismo? -su conclusión hizo que desplomara mi rostro sobre el plato. Para alguien tan listo, aquella deducción era preocupante- Ya veo… entonces mi trabajo me ha absorbido tanto, y me ha ocasionado semejante nivel de estrés que en mis sueños y por mi mala alimentación, me levanté por la noche a cocinar esto. Pero es muy extraño… aún si es así, mis habilidades culinarias no son las mejores, ¿será comestible esto? -me está bajando demasiado la autoestima… profesor- Solo hay una forma de saberlo -estoy tan nerviosa que no quiero ni mirar.

De alguna manera, me armé de valor para mirar al profesor y comenzar a analizar sus reacciones, había tomado el tenedor de la mesa y había comenzado a aproximar un bocado a su boca. Aquel momento para mí fue eterno, y mientras el profesor masticaba, yo temblaba de impaciencia por saber lo que pensaría de mi cocina.

-Esto es… -continuó el profesor, añadiendo drama a todos sus movimientos-. Aceptable… -¿Cómo se supone que debería interpretar eso? El profesor sin embargo, sonrió con alegría, y aquello me confundió aún más-. Estoy en verdad conmocionado -¿cómo dice?-. Este platillo podrá ser de un sabor promedio para el paladar exigente, pero me llena de un sentimiento cálido que no había sentido en mucho tiempo. ¿Son estás mis capacidades en mi estado de sonambulismo? Podrá ser promedio pero es lo mejor que he desayunado en mucho tiempo. Si pudiera desayunar así todos los días… estaría lleno de alegría mientras espero la llegada del nuevo día, curioso de lo que aparecería en mi mesa. Si esto me confiere mi estrés laboral, prefiero llevar esta carga si eso significa tener un buen desayuno -terminó, inspirado.

En ese momento sentí una lluvia de emociones golpearme el pecho mientras el profesor seguía desayunando. Por un lado, me sentía algo deprimida por el pobre resultado de mi cocina, por otra parte, me sentía extrañada del dramatismo del que era capaz el profesor, y por último, apenada por lo mucho que el profesor había disfrutado del desayuno que le había preparado. Por ver aquel rostro agradecido, por volver a deleitarme con sus reacciones, por ver esa sonrisa tan cálida y alegre dibujada en sus labios… definitivamente volvería a cocinarle.

-Esa cara te delata totalmente, cría. Seguramente estás pensando: 'tal vez debería cocinarle de nuevo' -escuché, sobresaltándome en ese momento. Había olvidado por completo a Skorupi, quien me miraba con ojos de desprecio mientras se asomaba por el marco de la puerta-. De una vez te digo que es la última vez que te ayudo. ¡Se supone que aprendieras a ser un Pokémon! ¡No que uses tus transformaciones para meterte a madrigueras ajenas a preparar comida de humanos para después colarte a la cama del profesor! -se fastidió Skorupi.

-Lo dices de una manera tan sucia que hasta me haces sentirme mal -me apené aún más-. Pero sin importar mis atenciones al profesor, él no sabe siquiera que existo. Solo me ve como una Eevee. Además, solo es un inocente desayuno de agradecimiento, no hay una razón oculta, yo definitivamente soy feliz siendo una Pokémon -ya lo había decidido. Solo era un flechazo infantil. Y si no lo fuera, el profesor era varios años mayor que yo. Por donde lo mirara, era algo imposible. Atreverme a soñar no iba a hacer más que lastimarme. Además, entre perseguir el amor del profesor y vivir como una Pokémon, definitivamente escogería esta nueva vida, no la cambiaría por nada ni por nadie. Para mi fortuna, el sonido del timbre asustó a Skorupi, quien de inmediato fue a esconderse, terminando así con nuestra incomoda conversación.

-Pero si es fin de semana. ¿Quién vendría a buscarme en mi día de descanso? -el profesor se dirigió a la entrada. Por la curiosidad, yo lo seguí también, aunque mientras lo hacía, noté que el profesor seguía en su pijama. ¿De verdad iba a atender a la puerta así?- Diga -sí lo hizo.

-¿Listo para nuestra cita, profesor? -escuché, y aquello me erizó la piel. ¿El profesor tenía una cita? Pe-pe-pero si yo pensé que estaba soltero, quiero decir, sí lo está pero no me imaginaba que estuviera viendo a alguien, si hasta Sina lo reprendió porque había ido a Ciudad Romantis a escanear con la mirada a mis amigas, y además él había dicho que se sentía solo. En todo caso, ¿quién se fijaría en alguien como el profesor? Es guapo claro, pero no tiene una personalidad muy llamativa, pero, ¿qué estoy diciendo? Casi pareciera que a mí me gusta el profesor. ¿Qué estoy pensando? Se suponía que ya había renunciado a esa posibilidad- Creo… que no se encuentra muy presentable para nuestra cita, profesor… -continuó la mujer.

-¿Malva? ¿Quiere eso decir que nuestra cita era hoy? -se espantó el profesor, y entonces notó la forma en que había recibido a su invitada, apenándose más, y causándome un sentimiento de molestia que me es difícil de describir- Por favor, pasa. Sé que no estoy bien vestido para la ocasión, pero no podría dejarte esperando aquí afuera -la invitó a pasar, ayudándole a ponerse cómoda en la recepción-. Lamento mucho el que lo haya olvidado, por favor permíteme mientras me preparo para la cita -el profesor entonces corrió a su habitación, abrió su closet, sacó una toalla limpia, y corrió a encerrarse al baño para tomarse una ducha.

-Descuide, tómese su tiempo, profesor -respondió la mujer mientras esperaba sentada en el sillón y leía algunas revistas de la mesa frente a ella. Por mi parte, comencé a escanearla en su totalidad. La mujer de cabellera rosa algo rizada, vestía un top oscuro sin mangas que le descubría el ombligo, y pantalones de un rojo brillante que no cubrían sus pantorrillas. Por su forma de vestir, y por los tacones altos que llevaba, y con mis conocimientos de moda, era evidente que deseaba ser el centro de atención. Nadie se vestiría así para una cita sin esperar atraer miradas lujuriosas de a quien intentaba impresionar. Yo sé de eso, soy diseñadora de moda, y pese a que mis diseños de kimonos siempre fueron para hacer a quien los usara sentirse lo más cercano a un Pokémon que le fuera posible, no me era desconocido el mundo de la moda enfocada a la atracción masculina, algo que su forma de vestir reflejaba intensamente.

-Es nuestra oportunidad, cría -escuché a Skorupi, que salía de su escondite, pero mi atención estaba posada en la mujer en la sala de espera-. Hay que salir de aquí ahora que podemos… ¿por qué te rodea un aura oscura? ¿Evolucionas en un Umbreon? Pero si es de mañana -balbuceaba, pero yo apenas y podía escucharlo.

-El profesor no tiene novia… eso es seguro… pero ella se viste con la intensión de conquistarlo, es demasiado obvio… nadie se vestiría así sin querer atraer la atención de alguien más, la moda se creó para eso -deduje en mi molestia, sin darme cuenta de lo bajo que estaba cayendo-. Así que, ¿quieres al profesor? Por eso sacaste tus tacones más altos, para aparentar ser más alta y verte mejor, además tu postura hace que saques el pecho, definitivamente quieres impresionarlo con tus atributos. Pero no te va a funcionar -me dirigí a la habitación del profesor, en todo momento seguida por Skorupi.

-¿Estás preocupada porque la hembra esa corteje al profe? ¿Eso en qué te molesta? Todas las hembras tienen derecho a competir por la atención del macho que les atrae -es verdad, todas las hembras biológicamente tenemos ese derecho-. ¿Pero eso en qué te incumbe? Eres una Pokémon. Ya no eres humana -insistió él.

-No a menos… que tenga un deseo lo suficientemente grande para convertirme en humana, ¿no es así? -me dirigí a Skorupi, quien me miró con confusión- Además, tú lo dijiste, tengo derecho a competir -y definitivamente voy a competir. Mi deseo en ese momento era muy grande. Aunque dudaba si funcionaría cuando lo deseaba con tantos sentimientos negativos.

-¿Profesor? -escuché provenir del pasillo. Cuando me transformé, una intensa luz similar a la luz de la evolución había llamado la atención de aquella mujer. Rápidamente puse mi plan en acción, me sentía sucia mientras lo hacía, inclusive me desconocía a mí misma, pero ya era muy tarde para dar marcha atrás. Coloqué una de las toallas que tomé del armario del profesor alrededor de mi cuerpo desnudo, y salí de la habitación justo a tiempo para que aquella mujer me viera saliendo de la habitación del profesor- ¿Eh? -reaccionó ella con temor, yo simplemente la miré con desprecio- ¿Vine en un momento inoportuno? -se preguntó ella.

-Oh, pero qué pena -agregué yo con un tono de sarcasmo que no pude evitar en el tono de mi voz. ¿Qué me estaba pasando? ¿Por qué estaba haciendo esto?-. Desperté y no encontré al profesor a mi lado y descuidadamente salí en su búsqueda. No sabía que esperaba a alguien, por favor no te sientas incomodada -¿quién es esta persona? Esta no soy yo. ¿Qué me hace actuar de esta manera? Era como si desesperadamente estuviera dibujando una línea entre esa mujer y el profesor-. ¿Necesitabas al profesor para algo? Puedo ir a buscarlo por ti si lo deseas -entiende que no eres bienvenida aquí, para poder regresar a ser la persona que soy realmente.

-Le… le pido mis sinceras disculpas por la interrupción. Pero era el único día que el profesor tenía libre para una entrevista… -se apenó ella, y yo la miré con curiosidad. ¿Entrevista? ¿Acaso lo había malinterpretado?-. Verá, mi nombre es Malva, soy una famosa reportera de Holomisor. El profesor tenía una cita conmigo el día de hoy para un reportaje sobre la Mega-Evolución, pero no se preocupe, no soy un paparazzi, no pretendo revelar detalles de la vida íntima del profesor, aunque… usted me resulta muy familiar… -¿una reportera? ¿Era una cita para una entrevista? ¿Qué he hecho? Dejé que mis celos me consumieran y he manchado la imagen del profesor ante una reportera-. ¿Valerie? -¡Me reconoció!

Entré en pánico en ese momento, y retrocedí asustada. Aproveché la primera oportunidad para correr de regreso a la habitación del profesor. Malva fue tras de mí, pero para mí fortuna, Skorupi salió en mi auxilio y lanzó un ataque de Picotazos Venenosos para ahuyentar a la confundida reportera, mientras yo volvía a transformarme en una Eevee, y me entregaba al llanto en una esquina de la habitación mientras Skorupi corría para esconderse en algún lugar y Malva entraba en la habitación.

-¿Qué fue todo eso? -preguntó Malva, encontrándome como una Eevee envuelta en la toalla que le había tomado prestada al profesor- No pudo haberse escapado tan rápido. ¿Lo habré imaginado? Pero si fue tan real -buscó Malva por toda la habitación, incluso buscándome dentro del armario. Pero ella jamás me encontraría, yo era una Eevee, y debí haberme quedado como una Eevee, pero estaba tan celosa que actué tan imprudentemente. Ahora, si había una mínima posibilidad de volver a querer ser una humana, ahora me resultaba imposible, no podía volver a ser humana después de presentarme como la amante del profesor Sycamore y siendo reconocida como Valerie, lo había arruinado todo.

-Ya pronto estaré con usted, señorita Malva -escuché la voz del profesor, y pese a que me encontraba deprimida por todo lo que había pasado, no pude evitar sentir mi corazón siendo presionado con fuerza, más aún cuando el profesor entró en la habitación con solo la toalla cubriéndole la cintura, y encontrando a Malva en su habitación-. Esto es… inesperado… -Malva quedó perpleja, no pude evitar sentirme un poco mal por ella.

-Sé que… esto se ve mal, profesor, pero… -su voz estaba entrecortada, la Malva fuerte y orgullosa se había perdido, todo por mis celos infantiles. Me decidí entonces en ir en su auxilio, acariciando mi cabeza en contra de su pantorrilla y ganando su atención-. ¿Eevee? -reaccionó ella, y yo continué frotándome contra su pantorrilla- ¡Eso es! ¡Eevee! ¡Estaba jugando con Eevee y se escondió en su habitación! ¡Mil disculpas! ¡Esperaré en la sala! -corrió Malva conmigo en brazos, dirigiéndose a la recepción y esperando allí, y mientras lo hacía, temblaba intranquila- ¿Qué ha sido todo eso? Tranquila Malva, eres una profesional. Tú no hiciste nada malo. Pero ahora… ahora… ¿cómo se supone que me concentre en confrontar al profesor con la imagen de él en toalla en la cabeza? ¡Es frustrante! ¡Inquietante! -reaccionó con una explosividad bastante peculiar, y no solo eso, su rostro estaba ruborizado, y un olor familiar comenzó a golpearme la nariz. No solo había hecho el ridículo frente a Malva por malinterpretar a lo que ella se refería con la palabra cita. Aparentemente, y gracias a mis celos, había plantado en ella la idea por la cual yo había intentado repelerla. Todo había sido mi culpa.

Al cabo de unos minutos, Malva logró tranquilizarse. Inclusive dedicó una gran cantidad de ese tiempo a arreglarse y verse lo más presentable posible. Fuera para impresionar o no al profesor, eso era algo que ya no me sentía con el derecho a recriminar. Si Malva pensaba ahora de esa forma, lo había ocasionado yo. Ella había venido como una profesional a entrevistar al profesor, y si se vestía de esa forma era para impresionar a los medios, no al profesor, de verdad lo había arruinado todo con mis acciones.

-Lamento la espera, Malva -se sentó el profesor frente a ella, se le veía algo incomodado por lo acontecido, pero atendió a la entrevista de todas formas. Yo aún estaba en los brazos de Malva, y noté como ella se estremeció un poco por el recuerdo, pero ante todo, se mantuvo profesional-. ¿Está todo listo para la entrevista? -preguntó nuevamente.

-Lo está… profesor… -contestó ella contrariada-. Solo quisiera confirmar que no ha malinterpretado mis acciones de no hace mucho. Le aseguro que no tenía intenciones de… causar un malentendido -aseguró ella.

-No tienes nada que explicarme, Malva -respondió el profesor con tranquilidad, con demasiada tranquilidad a decir verdad-. Sé que tu corazón perteneció a una persona que ambos queríamos demasiado, y que ahora extrañamos en nuestras vidas -las palabras del profesor no hacían sentido para mí, pero noté que el temple de Malva se vio mermado. Estaba triste-. También sé que realmente no quieres entrevistarme. Tan solo querías tener a alguien de quien hablar sobre Lysandre, y sobre el mundo que él quería crear. Dime Malva, ¿aún pretendes crear ese mundo? No es secreto para mí que si Lysandre creó una organización destinada para ver ese mundo convertirse en una realidad, definitivamente pertenecerías a esa organización -continuó el profesor, y Malva se puso de pie, derribándome en el proceso.

-¿Me está acusando, profesor? ¿Insinúa que yo tengo o tuve algo que ver con el Equipo Flare? -no sabía de qué hablaban, vagamente había escuchado la noticia de un desastre causado por una organización criminal llamada equipo Flare, pero todo pasó tan rápido, y sin pérdidas humanas, que muchos como yo apenas y nos enteramos de lo que pasó- Dígamelo a la cara entonces. Llámeme asesina, acúseme de ser una criminal. ¿Es eso lo que quiere? ¿Eso lo hará sentirse mejor por la muerte de su mejor amigo? -al parecer, era una discusión muy incómoda.

-¿Te hará sentir mejor a ti el perder a la persona que amabas, si descargo mi ira y descontento sobre ti? ¿No será que estás buscando mi odio para reemplazar el dolor que sientes porque Lysandre ya no está entre nosotros? -el profesor se mostraba tenso, Malva también parecía estar a punto de llorar- No, Malva. No descargaré mi rencor contra Lysandre en ti… simplemente porque no puedo sentir rencor contra él tampoco -los ojos de Malva se abrieron de par en par, y como Pokémon que yo era ahora, sentí como si una molestia menos le aprisionara el corazón-. Lysandre era una buena persona que tomó malas decisiones. Y sé que tú eres una buena persona también y estás buscando el odio de los demás para poder sustituir el sentimiento de vacío en tu corazón. Si buscas odio, no lo encontrarás en mí, Malva. Pero, sí encontrarás compasión… porque ambos compartimos este luto -había tanto del profesor que yo no sabía. Y mientras más sabía de él, más cerca de él deseaba estar. Tuve que controlar mis emociones en ese momento, ya que si las dejaba desbordarse, podría terminar convirtiéndome en humana, ya que en esos momentos solo podía desear el poder abrazarlo.

-Quiero odiarlo… profesor… -espetó Malva con sus ojos ya en lágrimas-. Usted abandonó a su mejor amigo, y lo dejó morir. Pero… Lysandre siempre lo quiso tanto a usted, y lloraba por el hecho de que no compartiera su mismo ideal. Yo… me convencí de que usted mató a Lysandre con su indiferencia, y de esta reunión esperaba su desprecio para justificar mi odio, pero… usted… se niega a odiarme… y yo ya no puedo odiarlo a usted tampoco, y ya no sé qué hacer… -el profesor se acercó a Malva, y para mi sorpresa y descontento, le dio un abrazo del cual ella se aprovechó para llorar en su hombro.

Sentí un vacío en mi interior, sentía que la distancia entre el profesor y yo se hacía más y más amplia. Era deprimente lo mucho que yo deseaba estar al lado del profesor, y ver el enorme abismo frente a mí, que se hacía más grande por mi negación a mis sentimientos, mis miedos de aceptarlos, y mis deseos de seguir siendo un Pokémon. Ya no sabía lo que quería.

-Profesor… -escuché a Malva, y el rubor en su rostro sumado al aroma tan peculiar que desprendía de su cuerpo, sumó más incertidumbre a mi situación-. ¿Le molestaría si continuo viéndolo de vez en cuando… aunque no sea para una entrevista? -la pregunta me incomodó, pero no hice nada para interrumpir lo que ocurría, no tenía derecho de hacerlo.

-A los dos nos une nuestro amor por Lysandre. Estaría más que agradecido por poder revivir su memoria de una buena manera al continuar charlando con alguien que fue tan cercano a él -el profesor respondió de una manera neutra, no desprendía ese olor tan importante. Pero, Malva sí.

-Estaría encantada de poder revivir esas memorias, profesor… pero… -se ruborizó aún más, y sumado al olor que tanto me aquejaba, se sumó el aroma de su nerviosismo-. ¿No molestará eso a Valerie? -¿eh?- Quiero decir… usted está saliendo con la líder de gimnasio de Ciudad Romantís, ¿no es así? Ella no parecía muy complacida de que yo viniera a verlo -¡De verdad lo arruiné todo!

-¿Cómo dijo? -la reacción del profesor era natural, era yo quien actué sin pensarlo- Si lo dice por mi viaje a Ciudad Romantis. Le aseguro que ni siquiera pude conocer a la líder Valerie, mucho menos podría tener una relación con alguien a quien jamás he visto en mi vida. ¿Qué le hace pensar eso? -que crueles palabras, pero las tengo bien merecidas.

-¿De verdad? Pero si antes me ha parecido que… -se frotó la frente ella en descontento-. Supongo que no tiene importancia. Debí haberme imaginado las cosas. Había estado muy pensativa por venir a visitarlo para la entrevista y debí asociar cosas que no estaban allí. Si usted me dice que es un malentendido entonces debe serlo. Sin embargo, reitero mi deseo de volverlo a procurar, extraoficialmente -su olor corporal se tornó incluso más molesto-. Debo irme ya, no tiene caso seguir con la entrevista. Hasta la próxima, profesor -se despidió ella, saliendo del laboratorio apresuradamente.

-¿Qué fue todo eso? -se preguntó el profesor mientras me miraba. Pero yo ya no sabía qué hacer, y tan solo bajé la cabeza apenada y entristecida, mientras caminaba al patio trasero y comenzaba a rascar la puerta- ¿Quieres salir? Pero si apenas tocaste tú… -apuntó el profesor, encontrando a Skorupi comiéndose mis croquetas, aunque no me molestó en lo más mínimo, mientras continuaba esperando a que el profesor me abriera la puerta-. ¿Cómo entraste? -se quejó el profesor, persiguiendo a Skorupi, quien corrió hasta la puerta y comenzó a rascarla intentando huir, el profesor simplemente nos abrió la puerta a ambos, y los dos salimos a ritmos diferentes, uno por el miedo a ser pisoteado, yo con un vacío en su corazón.

Patio trasero del laboratorio.

-¡Eso ha sido lo más irresponsable y ridículo que podrías haber hecho! -una vez fuera, Skorupi no perdió el tiempo en reprenderme- ¿Cómo puedes siquiera pensar en abusar de tus poderes como has estado haciendo? ¿Sabes el gran problema en que nos pondrías a nosotros los Pokémon si llegaras a convertirte en una humana y no pudieras regresar a ser una Pokémon? ¡Entiende que tienes que dejar de transformarte a cómo te dé la gana, cría! -sentenció.

-Lo mismo opino yo -la poderosa voz llamó nuestra atención, y viré en ese momento para encontrar a Pidgeot, con Quagsire en el suelo y apresado bajo su pata, y al resto de los Pokémon del profesor, en los cuales se incluían a unas adoloridas Kirlia y Mawile, mirándome con descontento-. El secreto ya se sabe, Quagsire nos lo contó. Ahora sabemos que eres una humana, y que tienes el poder de controlar tus transformaciones entre humano y Pokémon. Espero que sepas que es nuestro deber como Pokémon el que permanezcas como uno, ¡Este secreto no puede saberse! -fue suficiente.

-¡Ya lo sé! -grité molesta- ¡Es lo que estoy tratando de hacer! ¡Pero no puedo mientras estos sentimientos por el profesor me sigan molestando! ¡Ya lo dije! -me eché en mi vientre, me crucé de patas, y los ignoré a todos con molestia.

-Cuando dije que el amor del profesor pronto te llegaría, no me esperaba que fueras una humana -reaccionó Pidgeot con violencia-. Pero no importan tus sentimientos, es el mundo Pokémon el que está en peligro. Te prohíbo rotundamente el que vuelvas a transformarte en humana -¿prohibirme? ¿Y quién eres tú para decirme qué hacer?

-Muy bravo el pajarito, ¿no? ¡Si no eres más que un abusivo! -me defendió Skorupi, lo cual me confundía demasiado- ¡Métetelo en la cabeza, sesos de Ducklett! ¡Aquí quienes están a cargo de la seguridad de esta cría, somos el cara de Politoed sin cerebro ese, y yo! ¡Si se transforma en humana o no eso es porque yo lo he permitido! ¡Y si no estás de acuerdo, anda que yo si te parto el pico! -se colocó con el aguijón en alto, desafiando a Pidgeot.

-No suelo ver a los invitados como bocadillos potenciales, pero de pronto me pareces muy apetecible, insecto -desafió Pidgeot a Skorupi, y preocupado por él, salté en medio de los dos-. Hazte a un lado, humana. Que si de custodia se trata, todos los Pokémon por igual tenemos derecho a proteger a nuestro mundo -aseguró.

-Comprendo tu temor pero me tratas como si fuera una humana sin corazón. Si el profesor puede ganarse el amor y la confianza de los Pokémon, ¿por qué yo no? -me defendí, y Pidgeot retrocedió-. Skorupi… sé que te he causado muchas molestias, y que has intentado hacer lo mejor para proteger a tu mundo y lo siento por desobedecerte -me disculpé con él, de verdad todos estos problemas habían sido ocasionados porque yo me había estado comportando como una niña malcriada-. Te confieso que he comenzado a dudar sobre querer quedarme como un Pokémon… el profesor me ha hecho dudarlo. Pero, de todas formas, este siempre ha sido mi deseo y no lo sacrificaría, ni siquiera por el profesor… yo tan solo, no encuentro la forma de convencerme a mí misma de esto, por eso… te pido que me ayudes a quedarme como Pokémon -era lo mejor. Si seguía engañándome, solo me causaría más dolor, y le causaría más molestias al profesor.

-¿Ya oíste, cara de Murkrow atropellado? ¿O prefieres que te lo deletree? Ella quiere ser un Pokémon -me defendió Skorupi, y aunque Pidgeot lo dudó, dejó de acosarme al respecto-. Ahora, ¿me devuelves a mi tapete ese? Todavía lo necesito completo -se cruzó de pinzas.

-Atacó a dos miembros de mi manada anoche, pienso que les deben una disculpa primero -agregó con orgullo Pidgeot, mientras con la mirada pedía a Mawile y a Kirlia que se acercaran.

-Uy pues perdón, ahora dame a mí tapete que ya me lo dejaste como Stunfisk -agregó sin siquiera sentirlo Skorupi, y nuevamente el conflicto entre Pidgeot y él se incineró-. ¿Qué me miras? ¿Tan bien parecido estoy? Aunque no te culpo, si me viera tan feo como tú, yo también me miraría -se mofó Skorupi.

-Deja de molestarlo -intercedí yo, empujando a Skorupi a un lado y posándome frente a Kirlia y Mawile-. De verdad lo lamento… no quería que Quagsire las lastimara, pero tenía que hacer lo posible por mantener el secreto -expliqué, y ambas asintieron en ese momento-. ¿Puede soltar a mi amigo por favor, señor Pidgeot? -pedí con ojos llorosos.

-Los Pokémon no somos como los humanos, no guardamos rencor, cría humana -lanzó entonces a Quagsire, y rápidamente corrí a su lado y froté mi rostro contra el suyo-. Pero por nuestro mundo y la seguridad de los nuestros. Me temo que tendré que expedir una amenaza. ¡O mantienes tu promesa y te conviertes en una Pokémon, renunciando a tu poder de transformación en una humana, o me veré forzado a verte como a una presa! -sentenció Pidgeot, volando nuevamente a la copa más alta, y juzgándome desde las alturas. El resto de los Pokémon comenzó a retirarse, dejándome con Skorupi y Quagsire.

-Ese Pidgeot tiene un ataque normal muy alto -apuntó Quagsire, frotándose el cuerpo adolorido-. ¿Le gustó el desayuno al profesor? -me preguntó, incomodándome aún más.

-Sí le gustó… pero… -medité al respecto, observándolos a ambos y recordando lo mucho que habían sacrificado por proteger su mundo-. Ya me he decidido. Mis sentimientos están confundidos, no puedo evitar sentir algo profundo por el profesor. Pero solo terminaré lastimada, no quiero sentirme así. Quiero que por favor me ayuden a ignorar estos sentimientos, haré lo que sea necesario -supliqué.

-¿Estás segura? -se cruzó de pinzas Skorupi, dudando de mí-. Porque si mal no recuerdo, competiste con otra humana, delimitando tu territorio sobre el profesor, y reclamándolo como de tu propiedad. A mí me parece que estás muy encariñada con el profesor ese -aseguró.

-Sé que lo que hice estuvo mal, incluso ahora no sé cómo explicar lo que pasó -le aseguré a Skorupi, el solo recuerdo de lo que había hecho ya de por sí era molesto, no necesitaba que Skorupi siguiera recordándomelo-. Esa no era yo, Valerie no se comporta así. Pero sentía tanta impotencia… yo solo… -no sabía cómo explicarlo.

-Querías al profesor solo para ti y dejaste que tus instintos se apropiaran de ti. ¡Qué romántico! -escuché a Kirlia que se acercaba, dando sus pasitos de bailarina alegremente, y danzando a mi alrededor- Sé cómo te sientes, cariño, ser el centro de atención de tu entrenador, aunque en tu caso es más como querer a un Gallade para ti misma, comprendo ese sentimiento -prosiguió.

-¿Te importa? Esta es una reunión privada y no necesitamos a bailarinas entrometidas -se molestó Skorupi, pero Kirlia se interpuso en su camino, cruzándose de brazos frente a mí-. ¡No me ignores! -se fastidió Skorupi.

-¿Pero qué no lo ves? ¡Soy una Kirlia! ¡Puedo ver el amor verdadero en los ojos de Valerie! -celebró ella, sintiéndose entusiasmada, pero, no se supone que yo sintiera esto, tenía que deshacerme de estos sentimientos- ¿De verdad quieres hacerlo? ¿Deshacerte de esos sentimientos? -me preguntó como si me leyera la mente- Puedo sentir las verdaderas emociones de los humanos, así es como puedo decirte que no creo que quieras renunciar a estos sentimientos. Pero te empeñas tanto en renunciar de todas formas, ¿por qué? -preguntó.

-Yo… bueno… ¿cómo puedo decirlo? -me preocupé- Sé que no seré correspondida. Ni siquiera lo conozco, y seguramente me dobla la edad. Sería muy mal visto y de mal gusto. Además… me enamoré de él por su forma de ser, pero no tengo nada en común con el profesor. Él vive encerrado en su mundo de investigación, yo soy un alma libre que desea explorarlo todo sin ataduras. Somos totalmente opuestos, incluso si decidiera volver a ser una humana por él… simplemente no podríamos congeniar -aseguré.

-¿Es de verdad esa la razón? ¿O le tienes miedo a que sí sean compatibles y tengas que renunciar a ser un Pokémon por amor a él? -me atrapó. Debí saberlo como entrenadora de Pokémon de tipo hada, no se le puede ocultar nada a una Kirlia- Si esta es tu resolución final. Debes destruir tu amor desde sus cimientos y hacerlo realmente imposible para que puedas continuar viviendo como una Pokémon -explicó ella.

-Y tenía que venir la tipo hadita a dar su opinión -se quejó Skorupi mientras la apuntaba con su pinza de forma acusatoria-. ¿De qué lado estás tú? Tenemos que convencerla de ser un Pokémon, no de volverse humana -insistió Skorupi.

-Estoy del lado del amor verdadero, claro está -respondió Kirlia con emoción-. Aunque estoy de acuerdo en que debería ser más importante el proteger nuestro mundo. Aun así creo que es muy romántico el que la pequeña Valerie no se haya dado cuenta aún de lo que siente -insistió.

-Lo que yo sienta no es importante -respondí incomodada, por lo que Kirlia me miró con sorpresa-. Aún si siento algo, no quiero sentirlo, eso es más que suficiente. Así que quiero dejar de sentirlo para poder continuar siendo una Pokémon -era mi resolución definitiva.

-Si eso es verdad… solamente hay una forma de hacerlo -explicó Kirlia, aunque no muy feliz al respecto-. ¿De qué forma un Pokémon se rinde de conquistar a otro Pokémon cuando es temporada de apareamiento? -agregó, aunque yo esperaría con vergüenza, pero aparentemente los Pokémon tienen una idea diferente de la vergüenza.

-Ah, mamá Drapion me lo explicó cuando era una cría… -se lo pensó Skorupi, aunque era evidente que no tenía idea de a lo que Kirlia se refería.

-Cuando era más joven, había una Quagsire a la que le había puesto el ojo. Pero yo no era el único Quagsire que la quería. Todos competimos por ganarnos su amor, pero todo terminó cuando el primo Quagsire le trajo la pelota más bonita de la temporada. Así fue como perdí mi oportunidad -se deprimió un poco.

-Hay muchos Magikarp en el estanque, mí deprimido amigo. Aunque con tu cara deberías conformarte con un Tentacool -lo insultó Skorupi en ese momento, lo cual fue muy grosero de su parte-. ¿Pero qué tiene todo esto que ver con que Valerie quiera reclamar al profe? -¿podrías usar palabras menos vergonzosas?

-Que los humanos son diferentes a nosotros en el aspecto del amor -explicó Kirlia-. Mientras en nuestra sociedad, los machos compiten por el derecho a cortejar a una hembra, con los humanos es muy diferente. A veces las hembras compiten por otros machos. Pero si el macho humano estuviera indispuesto por tener a otra hembra, Valerie podría olvidarse de sus sentimientos y renunciar por completo a ser una humana -concluyó ella en su extraña manera.

-Espera… -respondí incomodada-. ¿Insinúas que si el profesor saliera con alguien más, yo olvidaría mis sentimientos por él y podría ser una Pokémon de tiempo completo? -era ridículo, los sentimientos de los humanos no funcionaban así.

-¡Oh! ¡Se me acaba de prender el Lanturn! -celebró Skorupi- Una hembra muy violenta le tiraba feromonas al profesor tan descaradamente, que Valerie se transformó en humana para encararla. Fue un enfrentamiento demasiado desagradable, pero el profe ni se percató -explicó.

-¡¿Quieres dejar de decir las cosas de una forma tan vergonzosa!? -le grité con mi nariz en extremo caliente por la forma de Skorupi de describir la situación- Los humanos no usamos feromonas para comunicar nuestra atracción por otros humanos. Y si así fuera… solo Malva olía extraño, estoy segura de que yo no… -me apené más.

-Pero si las tuyas apestaban más que las de ella -me fastidió Skorupi, y yo le mordí la pinza, sumamente molesta, intentando hacerlo callar-. ¡Ah! ¡Suéltame la pinza que me duele mucho! ¡Puedes decir lo que quieras pero mi instinto de Pokémon me dice que con tus olores corporales querías que el profesor se fijara en ti! -insistió en la vergonzosa comparativa, y yo mordí con más fuerza por la vergüenza.

-No me gusta, me parece muy poco romántico -sugirió Kirlia, cruzándose de brazos y dándome la espalda-. Pero si Valerie de verdad no tiene sentimientos por el profesor, o simplemente no los desea, no debería tener problemas en que el profesor saliera con esa otra hembra -Kirlia me estaba probando, era demasiado evidente, tenía una sonrisa molesta en su boca como si supiera que yo tenía sentimientos muy fuertes por el profesor. Pero orgullosamente, desvié la mirada.

-No me molesta -aseguré, aunque sintiendo descontento-. En todo caso, el profesor es libre de salir con quien él quiera y no debería afectarme. Si esa tal Malva quiere iniciar una relación con él, pues mejor para el profesor… después de todo… el profesor siempre está muy triste por su soledad, sería lo mejor para él -insistí, y tras mirar a Kirlia, pude notar que no estaba muy convencida-. ¡Estoy diciendo la verdad! -aclaré apenada y negándome a dirigirle la mirada.

-Déjenme ver si entiendo -se frotó la cabeza Quagsire, como si se le dificultara entender lo que estaba pasando-. Valerie quiere que el profesor sea su pareja, y por eso no puede transformarse en Pokémon por completo -me apené pero asentí a las palabras de Quagsire-. Y hay otra humana que quiere al profesor como su pareja -odio admitirlo, pero según las feromonas humanas, hay una posibilidad, así que asentí nuevamente-. Así que, para que Valerie pueda ser una Eevee, tenemos que ayudar a que el profesor acepte el cortejo de la otra humana, haciendo imposible que el profesor pueda aceptar el cortejo de Valerie, a quien el profesor nunca ha visto antes, y así lograr que Valerie desista por completo de querer cortejar al profesor, aceptando de esta forma que no tiene más alternativa que ser una Eevee -concluyó.

-Para tener el cerebro tan derretido como un Ditto, a veces se te pega lo Metagross, cara de Weezing -insultó Skorupi nuevamente-. Y bien, Kirlia metiche, ¿eso es lo que hay que hacer? -continuó con los insultos Skorupi.

-Si es lo que el corazón de Valerie quiere… -fue la respuesta de ella, que me miró fijamente, como conociendo de antemano mis verdaderos sentimientos. La verdad no era una idea que me agradara, entregar al profesor a los brazos de Malva me era, repulsivo. Pero el profesor se sentía tan solo, y yo no podía llenarle ese vacío. No me quedó más que asentir-. Los humanos son muy complicados. Confusión -enunció Kirlia, abriendo la ventana del laboratorio-. Cuando quieras abrir la ventana, solo dime. Pero no me pidas más que eso de ayuda. No me gustan los humanos que no son sinceros con sus sentimientos -se fastidió Kirlia, dejándonos.

-¿Y qué se supone que debo hacer entonces? ¿Aceptar mis sentimientos y luchar? Quisiera hacerlo, pero, mi mundo no funciona como el tuyo -le espeté, saltando a la ventana y virando para ver a Skorupi y a Quagsire-. Tienes mi palabra de Eevee, Skorupi. Me convertiré en una Pokémon de tiempo completo -le aseguré, y entonces salté dentro del laboratorio.

Laboratorio del Profesor Sycamore.

Pero, ¿cómo iba a hacer yo, una Eevee, para lograr que el profesor se enamorara de Malva? Más importante, ¿querría el profesor enamorarse de Malva? ¿Qué estoy diciendo? Uno no controla de quien se enamora o no, simplemente sucede. Mientras más me lo pensaba, menos quería que el profesor y Malva fueran una pareja, pero yo simplemente estaba siendo egoísta. El que yo estuviera negada a amar al profesor, no significaba que el profesor no pudiera amar a otra persona, y Malva no me parecía tan mala persona. De todas formas, la problemática era la misma, ¿cómo iba a juntar yo al profesor y a Malva?

Mientras me paseaba por la casa, encontré al profesor en la sala de espera tomando un café y leyendo. Para mi sorpresa, estaba leyendo un libro de cocina. Estaba tan sorprendida de que el profesor estuviera leyendo ese libro, que no tuve cuidado y fui descubierta.

-¿Cómo es que haces para meterte en la casa así de fácil? -me cuestionó el profesor, yo me apené en respuesta a sus acusaciones- Ven aquí pequeña. No te veías muy bien esta mañana -me levantó y me colocó en su regazo, y comenzó a acariciarme de una forma tan agradable, que casi olvidé todas mis preocupaciones de humana, y me entregué a lo agradable que eran las caricias del profesor-. Eso es, una Eevee se ve más bonita así de feliz -apuntó a mi cola, y nuevamente me apené de que esta estuviera reaccionando por cuenta propia. El profesor volvió a posar su atención en su libro de cocina, más específicamente, en un platillo de club sándwich-. Algo en tu mirada me hace pensar que puedes entenderme perfectamente -me levantó y me miró fijamente-. Sé que eso es imposible, pero… a veces el laboratorio es muy solitario. Verás, uno de mis pocos amigos falleció no hace mucho, con él era con quien pasaba mis tiempos libres. Pero ahora que él no está, me di cuenta de lo solo que estoy. Sina y Dexio son mis empleados, y fuera de ellos mi otra amiga apenas y tiene tiempo para verme, sin mencionar que los otros profesores son más colegas que amigos míos. Es muy triste darte cuenta de que, cuando te entregas a tu carrera con tanta pasión como yo, cuando ves hacia atrás no encuentras a muchos a tu lado, y que cuando uno de ellos se va, una pequeña parte de tu mundo muere con él -aquello fue un pensamiento muy triste. Yo siempre estuve con mis amigas, nunca me hicieron falta amistades-. Perdona si te cuento mis problemas como si pudieras escucharme y entenderme, a veces solo quiero a alguien con quien hablar -yo lo escucho, profesor.

Lamí la nariz del profesor como un gesto de atención, el profesor se rio del mismo y me dio un gentil abrazo antes de acomodarme en su regazo y continuar leyendo su libro, nuevamente abriéndolo en la página del club sándwich. Leía la página una y otra vez, como si intentara memorizarla para que en su supuesto sonambulismo lo preparara para el desayuno siguiente, el profesor podía ser muy brillante, pero para otras cosas era muy infantil.

Tras notar que el profesor no daba vuelta a la página y seguía dándole vueltas al asunto del sonambulismo, bajé la mirada algo aburrida y miré el resto de las revistas en la mesa, un mechón rosado parecía sobresalir en la portada de una de las revistas, salté del regazo del profesor, y de allí a la mesa, moviendo las revistas torpemente con mi pata hasta encontrar un tomo de 'Vogue Kalos', la revista de moda en la que publicaba mis nuevos vestidos siempre que se acercaba el festival de primavera o de invierno. En la portada estaba la foto de Malva, la estrella de Holomisor que había venido a la entrevista con el profesor.

-Eev Eeev -llamé al profesor, quien por fin me dirigió la mirada. El profesor entonces dejó el libro de cocina en la mesa, y levantó la revista de moda, aunque me encontraba más curiosa de las razones de que el profesor tuviera esa revista que de Malva estando en la portada.

-Oh, es la revista que compra Sina para la sala de espera -eso explica muchas cosas-. ¿Malva? No me esperaba verla en la portada. Así que te llamó la atención porque reconociste su foto en la revista, que Eevee más astuta -pretenderé que fue por eso-. ¿Quieres verla? -definitivamente no… pero estoy jugando a cupido. Salté al regazo del profesor nuevamente, y él comenzó a hojear la revista- Ella es… -no quería verla, pero tenía que fingir que la miraba, solo que cuando miré a la revista, encontré una foto mía en su lugar, vistiendo mi último atuendo Pokémon, un kimono de Azumarill-. Así que ella es la Valerie de la cual he oído hablar tanto últimamente -me contempló el profesor, haciéndome estremecer de vergüenza. ¿Qué pensaría él de mí?-. Es bonita… y su altura le sienta bastante bien. Se ve como toda una princesa. Tiene ese porte y elegancia que la hace destacar entre una multitud, ¿no lo crees? Ya veo por qué tiene enamorada a la mitad de Kalos -pero lo está diciendo de una forma tan natural, como si no estuviera impresionado del todo. ¿Acaso no le parezco bonita?-. ¿Te confieso algo? Chicas como ella, que tienen la vida resuelta por su belleza, siempre me han ocasionado sentimientos encontrados. Por una parte su belleza es innegable, pero si le quitas esa belleza, ¿qué queda? Tal vez la razón por la que no he conseguido una novia aún es porque me fijo tan poco en lo superficial -y sin decir más, dio vuelta a la página.

¿Eso es todo lo que el profesor piensa de mí? ¿Qué tengo la vida resuelta por mi belleza? Si ni siquiera se ha dado la oportunidad de conocerme. Me siento tan… menospreciada… frustrada… no está diciendo ninguna mentira, pero, de todas formas. ¿Juzgarme así sin conocerme?

-Me hubiera agradado conocerla, ¿sabes? -continuó, mirando más de mis vestidos en la revista- La razón por la que fui a Ciudad Romantis, diferente de lo que pensaba Sina, era para conocer a la líder de gimnasio y estudiar esa habilidad suya de hablar con los Pokémon. Después de todo, si alguien está tan convencida de que puede hablar con los Pokémon, solo te queda pensar que, o es una lunática, o que ama tanto a los Pokémon, y siente tal empatía por ellos, que puede entenderlos casi como si de verdad pudiera hablar con ellos -esa es una dura crítica, profesor-. Yo pienso que ella de verdad puede hablar con los Pokémon. Y me hubiera hecho muy feliz haber conocido a alguien como ella. Pero lo último que escuché es que había dejado su gimnasio en un viaje para encontrarse a sí misma. Espero algún día poder conocerla -yo también quisiera que me conociera, profesor. Pero simplemente no puede ser. Doy un zarpazo, y doy vuelta a las páginas-. Está bien, está bien, qué carácter -no es a mí a quien debe admirar, profesor, aunque no me guste-. Aquí está Malva -fingí que me interesaba, y miré las páginas.

Malva no modelaba, más bien se le daba un espacio en la revista de moda para admirar su conjunto de prendas y se le apreciaba como una holomisora de gran prestigio. El profesor no parecía muy intrigado por ella, en realidad podría decirse que el profesor, pese a su soledad, apenas y se esforzaba por encontrar a alguien con quien compartir su vida. Aquello me resultaba molesto, más aún al saber que yo necesitaba mover los hilos del profesor para ayudar a que las cosas ocurrieran, ignorando así mis propios sentimientos. Comencé a rascar la revista, fingiendo que quería sacar a Malva de la misma.

-Parece ser que te agrada bastante. Pero Malva no está aquí, es solo una foto -fingir que soy una Pokémon necesitada de atención no es fácil. Suspiré, y bajé mis orejas para denotar tristeza-. ¿Qué ocurre? Estas actuando muy extraño desde la mañana -mi lenguaje corporal no estaba ayudando, así que, con mi pata, presioné la imagen de Malva un par de veces-. ¿Qué hay con ella? -preguntó, y yo suspiré nuevamente- Umm… -me cargó el profesor, lo que resultó ser algo incómodo-. He estudiado el comportamiento Pokémon por muchos años, pero jamás había encontrado una Eevee cuyo comportamiento fuera tan difícil de descifrar. Tu rostro y reacciones me dicen que no estás escasa de atención, tu peso me dice que estás bien alimentada, pero tu capacidad de reconocer imágenes me tiene desconcertado, un Pokémon normalmente no reconoce en una imagen a una persona que ha visto solo una vez. En realidad, los Pokémon rara vez entienden el significado de una revista, y tú la hojeaste -¿tan mal me estoy comportando como un Pokémon? Más importante, ni siquiera puedo ser falsa frente al profesor-. Es muy curioso… podría ser que… ¿quieras volver a ver a Malva? -si no puedo actuar como una Pokémon frente a usted, tendré que usar el lenguaje corporal humano. Asentí entonces, sorprendiendo al profesor- ¿Puedes entenderme? -no se supone que me esté investigando a mí, profesor- Los Pokémon son empáticos, entienden mejor a los humanos que nosotros a los Pokémon, pero jamás he sabido de un Pokémon que entienda el lenguaje humano, al menos no a este nivel. Es intrigante, eres una Eevee bastante inteligente. Quisiera indagar más al respecto, pero… es mi día de descanso -¡eso se llama pereza! ¡Y no me ayuda para mi cometido!-. En todo caso. ¿Por qué querrías ver a Malva nuevamente? -voy a arrepentirme de esto toda mi vida de Pokémon. Pero puesto a que soy pésima siendo una Eevee, tendré que usar una comunicación más humana. Así fue como toqué el pecho del profesor con mi pata.

Pude sentir su corazón palpitando fuertemente, debido a mi tamaño, se sentía como un poderoso empujón contra mi pequeña patita. El corazón del profesor inclusive, palpitó más rápidamente ante mis acciones, estaba sorprendido de que una Eevee pudiera comunicarse así con un humano, podía verlo en su rostro. El que su corazón se acelerara de esta forma por mí me hacía sentirme bien, pero al mismo tiempo, solo me veía como a una Eevee.

-Ante los Pokémon, supongo que es muy evidente el que siento soledad. ¿Te molesta verme así? -me preguntó, y siguiéndole el juego al Pokémon cupido, yo asentí- Asombroso, puedes contestar preguntas de sí y no. Quiero indagar más al respecto, pero solo puedes contestar sí o no. Veamos… -me sentó en la silla frente a él, y de pronto esto se convirtió en una entrevista-. Supongo que no puedo preguntarte por qué Malva, pero si pensamos que es porque quieres que yo tenga una pareja femenina porque no te gusta olfatear mi soledad, eso solo deja a Malva y a Sina, que son las únicas 'hembras' con quienes me has visto interactuar, además de la enfermera Joey de Ciudad Romantis, pero ella está muy lejos. Eso solo puede significar que tus instintos Pokémon detectaron algo, y es allí donde debo indagar -de verdad es un nerd.

No pretendía que el profesor me tomara como su sujeto de experimentos, pero aparentemente ya no había marcha atrás. En mi pobre desempeño como una Eevee, esta era la única forma de comunicarme con el profesor, y pese a que él lo veía como una forma de experimentar conmigo, servía para mis propósitos.

-Veamos, una pregunta de sí o no, pensando en el comportamiento Pokémon -meditó el profesor-. Los Pokémon pueden olfatear las sustancias químicas que desprenden los cuerpos humanos. Entre esas sustancias, las feromonas femeninas que biológicamente existen para cortejar a los varones de mi especie, pero que hemos evolucionado para ignorar -otra vez las feromonas, es una conversación muy molesta y aburrida, y a riesgo de sonar como Kirlia, muy poco romántica-. Si tengo que hacer una pregunta de sí o no, entonces comenzaré con esto: '¿detectaste en Sina algún aroma químico que pudiera descifrarse como una conformación de feromonas en mi dirección para llamar mi atención?' -¿Qué clase de pregunta es esa? ¿De verdad piensa que un Pokémon es capaz de procesar eso? ¿Debería contestar o hacerme la que no entiendo? No, si respondo pensará que soy algo así como un Pokémon superdotado, mejor doblo la cabeza como intentando entender, y así lo hice- ¿Fue muy complicado? Veamos: '¿Sina huele extraño cuando está cerca de mí?' -pregunta incomoda, pero más digerible, será mejor que conteste esta con un no- Ya veo, entonces puedes entender preguntas sencillas. Debes tener la mentalidad de un niño de tres años, tal vez cinco -comienzo a enojarme, profesor-. Entonces: '¿Malva olió extraño mientras estuvo charlando conmigo?' -me odio a mí misma en este momento, pero debo continuar con el plan. Asiento a sus palabras- Entonces… químicamente Malva reaccionó a mi presencia. Pero los seres humanos no detectamos esta química que los Pokémon sí pueden. Incluso si sé que Malva reaccionó químicamente a mí, eso no significa que sienta algo por mí, solo que, químicamente hablando, podría ser considerado como una potencial pareja -yo soy la humana convertida en Pokémon, pero él es el humano que piensa como Pokémon. Es una situación deprimente-. La pregunta pertinente entonces sería: '¿La química de mi cuerpo, reaccionó a la química del suyo?' -esa es una pregunta demasiado vergonzosa. ¿Debería contestarla? Más importante, ahora usted está esparciendo un olor muy molesto. Detesto que todo lo quieran ver como una reacción química, pero, tengo que hacerlo, por conservar mi vida como un Pokémon. Asiento nuevamente, y el profesor entra en un profundo transe de meditación- Comprendo, entonces… químicamente hablando, siento atracción por Malva -por mi culpa, pero sí-. Tal vez debería invitarla a mi próximo viaje. Aunque no sé si debería aprovecharme de este conocimiento que ahora tengo. Aunque como científico que soy, esta podría ser la única oportunidad que tengo para cambiar mi situación sentimental.

Estoy molesta. El profesor se pasea por toda la recepción, hablando y hablando sobre la química de los cuerpos humanos. De la nada pasé de ser el centro de atención a ser el mal tercio entre el profesor y sus pensamientos, sin mencionar que ver a las emociones humanas como un conjunto de reacciones químicas era denigrante, los seres humanos sentimos, amamos, y eso no tiene nada que ver con la química, es parte de lo que somos. ¿Entonces por qué me molestan tanto los olores que emana el profesor? Es muy molesto.

-Lo he decidido -reaccionó mientras me miraba fijamente-. Eres una Eevee excepcional, y puedo asegurarte que indagaré más en las habilidades de comunicación que pareces tener. Pero para asegurarme de que no está todo en mi imaginación, tendré que confirmar con Malva lo que hemos conversado -esas son totalmente las razones equivocadas para perseguir una relación-. Además… si lo que comunicas es cierto, y mi química ha reaccionado también. Entonces, podría estar frente a una oportunidad única -me siento tan triste, y me siento tan frustrada, y mientras veo al profesor tomar el teléfono y llamar a Malva, mi corazón se destroza-. ¿Malva? Habla Sycamore. Quisiera hablar contigo sobre mi próximo viaje… -duele mucho, de verdad duele.

Llegada la noche, y después de que el profesor se quedara dormido tras conversar por horas y horas con Malva por teléfono, mi deseo de desahogo logró convertirme en una humana nuevamente. Me vestí con la bata del profesor, tomé una de las almohadas de su colchón en el suelo, salí de la habitación, me dirigí a la recepción, tomé aire, y hundí el rostro en la almohada.

-¡Aaaaahhhhh! -grité con fuerza, liberando mi frustración. Por horas y horas tuve que soportar al profesor dedicándole palabras dulces a Malva, tragándome el coraje de querer arrancarme las orejas. El solo recordarlo hizo que tomara la almohada y la tirara al suelo con fuerza y la pisoteara- ¡Estoy tan, pero tan molesta! -alcé la voz, pero me tapé la boca a tiempo, volví a alzar la almohada y grité en ella nuevamente- ¡Aaaaahhhhh! -terminé, y respiré pesadamente por la falta de aire- No sé quién es más idiota, si él o yo… -caminé a la habitación, abrí la puerta un poco, y encontré al profesor aún dormido-. Míralo con esa cara de gozo y seguramente pensando en esa tal Malva… como quisiera despertarlo y darle semejante sermón que… -pero logré tranquilizarme de alguna manera-. Ya no importa… no me importa… que haga lo que quiera, yo tan solo soy un Pokémon… jamás voy a evolucionar por usted, jamás… -pero pese a mi rabieta, caminé a la recepción y levanté el libro de cocina que el profesor había estado leyendo-. No se merece lo que voy a hacer… -me fastidié, pero aun así volví a la cocina.

Afortunadamente, todos los ingredientes que necesitaba para cocinar se encontraban en la cocina, seguramente el profesor había elegido la receta pensando en los ingredientes, ya que era todo lo que tenía en el refrigerador en ese momento. El seguir las instrucciones del libro me ayudaba a despejar mi mente, concentrándola en lo que estaba preparando. Además, mientras fuera una humana, podía meterme a la boca y disfrutar de lo que me diera la gana sin que mi estómago de Eevee estallara.

-Debería prepararme esto y comérmelo yo misma… -agregué con molestia-. 'Querida Malva… vamos a Pueblo Cromlech juntos, visitemos la tumba de nuestro amigo mutuo.' ¡Qué rápido pasó del luto de su amigo a bajarle a la novia! ¡Estoy tan molesta! -pero a final de cuentas, logré tranquilizarme y terminar el desayuno del profesor- Si hubiera retrasado mi salida de Ciudad Romantis… y nos hubiéramos conocido siendo humanos… me pregunto si tendría estos sentimientos tan fuertes por usted… -mi corazón estaba en pena, y lo más triste es que solo yo sufría. Para él… yo no era más que una chiquilla que tenía la vida arreglada por su belleza.

Volví a la habitación tras dejarle preparado el desayuno al profesor, aún tenía mi cuerpo humano, y lo tenía a él frente de mí. Estaba tan cerca de él, viéndolo durmiendo allí, tan tranquilo, con su rostro gentil. No pude evitar pasar mi mano por su cabellera, con el temor de despertarlo, pero al mismo tiempo deseando que lo hiciera, que me descubriera, que me gritara. Así al menos tendría una excusa para hablar con él.

-Tonta… -me dije a mí misma, y poco a poco comencé a encogerme, hasta volver a ser la pequeña Eevee. Había un hueco en sus brazos, el que me reservaba para cuando dormíamos juntos. Era un puesto incómodo, y cuando el peso muerto acrecentaba, me aplastaba, pero era mi lugar, el que el profesor me reservaba. Y sin embargo, hoy no pude regresar a mi lugar, me acosté en el suelo, varios metros lejos de él. Ayer me sentía tan cerca del profesor… hoy, me sentía más lejos de él que nunca.