Nota mental, no volver a poner fechas para las actualizaciones, si no hay fechas cumplo, si hay fechas no cumplo. Extrañamente, tuve una cantidad de trabajo tan exagerada que no me dejó actualizar a gusto. Pero por fin pude hacerlo, pero ya es fin de semana y necesito descansar y recuperar fuerzas, así que contestaré reviews, la próxima actualización quedará sin fecha de momento.

astridgmc: Qué bueno que continúes disfrutando de esta historia, este capítulo de hoy no tiene mucho romance, pero sienta las bases para que haya más. Espero que sea de tu agrado.

TsukihimePrincess: Ya ví la película, y sí encontré similitudes, de hecho no recordaba haberla visto cuando niño, probablemente mis memorias recesivas tienen algo que ver con el cómo se desenvuelve esta historia, pero oye al menos mis personajes recurrentes son un Skorupi y un Quagsire, no un Froakie y un Torkoal. Al menos allí sí me merezco algo de crédito. Sí habrán más interacciones de Valerie como humana y el profesor, pero aún estoy preparando ese terreno, paciencia mí querida lectora.

Susurro9: Que bueno que haya sido tu capítulo favorito hasta ahora, la verdad tenía mis dudas sobre el cómo quedó. El episodio anterior y este son episodios de preparativos, sirven para no dejar cabos sueltos en la historia y poder dirigir la misma a donde quiero que se dirija, esperemos ya pronto hayan episodios más entretenidos, y probablemente románticos. Valerie así como lo dices, puede no parecer muy atractiva, pero representa la belleza de la juventud nipona, así que técnicamente hablando es bella a los ojos de los japoneses, no tanto para nosotros. De todas formas, no la elegí para esta historia porque yo pensara que era una belleza, fue porque ella es la única que ha establecido que desea ser una Pokémon. Quagsire es un personaje recurrente, pero aún estoy trabajando en su personalidad, por eso de momento busco excusas para sacarlo, pero seguirá regresando, cuando le tenga un rol y personalidad más concreta lo sabrás, de momento son mi Timón (Skorupi), y Pumba (Quagsire). Por cierto, no sé qué será de ellos cuando Valerie decida lo que quiere ser. Referente a Chatot, es también una moneda al aire, ya tengo a muchos personajes de donde elegir.

Nota 1: Oficialmente, y puesto a que me he encariñado con el personaje de Malva, esta historia se ha convertido en un triángulo amoroso sin una favorita en particular. ¿Qué significa esto? Pues básicamente significa que ni yo mismo sé si la historia terminará a favor de Valerie o de Malva, perdón por el inconveniente, pero por el bien de la historia, decidiré quien será la ganadora al final y conforme evolucionen los personajes. Habiendo dicho esto, la historia sigue siendo Sycamore/Valerie de momento, pero no significa que terminará así, vamos a descubrirlo juntos, ¿ok?

Nota 2: Olvidé mencionar una cosa, que no sé si se han dado cuenta, la historia progresa bajo una temática diaria, ¿qué significa? Pues que no hay un salto de tiempo. Los eventos pasan de forma diaria, empiezan en la mañana de un día, y terminan en la noche del mismo. Eso también significa que el capítulo siete se refiere al séptimo día de Valerie como Pokémon. ¿Cuántos días va a permanecer así? Eso es algo que no lo sé, inicialmente quería que fuera un año pero seamos sinceros, nadie en su sano juicio leería una historia de 365 capítulos. Mi historia más larga es de 54 capítulos y fue una locura, no creo poderlo repetir. En fin, ¿les está gustando la historia? Disfruten del día 7 de Valerie como una Eevee.


La chica que quería ser un Pókemon.

Capítulo 7: La razón de ser un Pokémon.


Región Kalos. Ciudad Tempera. Hotel Costa Tempera.

-¿Pero qué cara es esa? He visto más vida en el rostro de un Dusknoir -mientras esperábamos a que el profesor y Malva entregaran sus respectivas habitaciones para así continuar con el viaje, el profesor nos liberó en el patio del hotel de Costa Tempera. Cuando lo hizo, el resto de los Pokémon del profesor se percató del cansancio en mi rostro, y del cómo me tambaleaba intentando mantenerme en cuatro patas-. Está más perdida que el cerebro de un Psyduck -concluyó Skorupi.

-Lo siento… no pude dormir en toda la noche… -les expliqué, y el grupo intercambió miradas de preocupación-. Hice todo lo que pude… me tomé la ducha más larga de todas, cepillé mi cabello incontables veces, me paseé de un lado del baño al otro tantas veces que perdí la cuenta, incluso me puse a contar todos los mosaicos de la pared. Pero sin importar cuanto lo intentara, no pude convertirme en una Eevee. No fue hasta que el profesor se levantó al baño que del susto me convertí en una Eevee justo a tiempo, pero no cambia el hecho de que sufro demasiadas dificultades para transformarme en Pokémon. Desearía que fuera tan fácil como transformarme en humana, esa parte sí se me da -me quejé inflando mis mejillas.

-Bueno es que eso es porque el detonante de tu transformación en humana es el profesor -me explicó Kirlia tranquilamente-. Es el amor verdadero que inunda los ríos de tu corazón y se desborda a caudales bajo la sola mención del nombre del profesor lo que hace estallar tus sentimientos, y te transforma en una humana -actuó todo aquello Kirlia.

-Ignoremos eso -respondió Quagsire fríamente, tan fríamente que Kirlia se mostró ofendida, fingió que se desmayaba, y se dejó caer contra el suelo. Ni en mis peores telenovelas había visto tan deficiente actuación-. Si Valerie no puede transformarse en una Eevee libremente, es muy peligroso que se transforme en humana -dedujo Quagsire.

-Ya decía yo que de feo solo tenías la cara de Monferno -insultó Skorupi, mientras se picoteaba la barbilla con su pinza-. Pero Valerie necesita continuar transformándose en humana para ligarse al profe. Pero luego si no se logra transformar en una Eevee, el profe la estará buscando por todas partes y eso nos complica las cosas -concluyó Skorupi.

-Ah, entonces ese es el plan -escuchamos y viramos nuestras cabezas a las copas de los árboles, encontrando a Chatot allí-. Me parecía muy extraño que una humana que es capaz de convertirse en una Eevee, anduviera por allí libremente trabajando en un restaurante sin la respectiva supervisión. ¿Qué piensan que hacen alentando sus transformaciones, trio de Pokémon traicioneros? -agregó Chatot con molestia.

-Mira que el problemita de la luna transforma humanos lo empezó tu raza de voladores -se fastidió Skorupi, y Chatot bajó para encararlo-. Si tienes algún problemita con el cómo cuido a esta cría humana, puedes decírselo a mi pinza -lo empujó Skorupi.

-No soy un Pokémon violento, pero contigo podría hacer una excepción -lo empujó también Chatot, comenzando una competencia de empujes con Skorupi, quien se molestaba más y más en todo momento, pero Chatot al parecer era más listo, y se hizo a un lado cuando Skorupi empujó más fuerte, y Skorupi salió disparado con su propia fuerza hasta estrellarse en un árbol-. Tengo el mismo derecho de proteger mi mundo que los demás, y no me parece para nada inteligente lo que estoy oyendo -insistió Chatot.

-Nosotros ya decidimos ayudar a Valerie, y prometimos quedarnos a su lado para evitar que diga el secreto si se decide a ser una humana -le explicó Quagsire de una forma más tranquila-. Valerie es una humana buena, ella no diría el secreto -insistió.

-Son demasiado confiados, no todos los humanos son de fiar -les respondió Chatot con molestia, y entonces me volteó a ver-. No me gusta deber favores, llevaré tus cosas al siguiente asentamiento humano pero eso es todo. Después evaluaré yo mismo si permitirte hacer lo que te plazca, o comunicar lo que sé a los otros Pokémon voladores. Si eso pasa, a donde quiera que vayas tendrás un ojo en los cielos que te vigila -y sin decir más, Chatot salió volando.

-¿Y este qué se cree actuando tan despreciable? -se quejó Skorupi mientras llegaba sobándose la cabeza por impactar el árbol- De todas formas no importa, lo que necesitamos es encontrar una forma de que Valerie se transforme en Pokémon libremente -insistió.

-¿Qué puede ser más poderoso que su sentimiento de amor por el profesor? -se preguntó Kirlia, como era costumbre, moviéndose en poses dramáticas- La pasión de Valerie es incontrolable. Tanto como para quedarse toda la noche intentando transformarse -me apenó ella.

-No es para tanto… -sentí mi nariz calentarse-. Es verdad que pasé una mala noche, pero, no creo que mi flechazo sea tan potente como dices. Además, el profesor ya tiene a Malva, tal vez el involucrarme sea egoísta de mi parte -aclaré, sabiendo que las cosas entre el profesor y Malva iban bastante bien, pese a mi inconformidad al respecto-. Quiero al profesor, pero no sé si debería seguirme transformando para intentarlo -confesé por fin.

-En el mundo Pokémon uno no se deja doblegar sin luchar -me animó Skorupi, y Kirlia se le unió asintiendo y aplaudiendo-. ¿Y qué si en el mundo humano son más 'civilizados'? -la última parte la describió con movimientos de su pinza, como haciendo unas comillas imaginarias- En estos momentos eres una Pokémon. ¡Lucha por tu derecho a aparearte con el profe! -sentenció, apenándome más que nunca.

-¡Deja de decirlo de esa forma tan sucia! ¡Eso para un humano es sumamente vergonzoso! ¡Retráctate! -los Pokémon no tienen sentido de la vergüenza, sus pensamientos son directo al punto y por fines biológicos, los humanos no somos así.

-Yo entiendo más las vergüenzas de un humano que los Pokémon promedio, pero todos sabemos que si las cosas funcionan allí es donde vas a terminar -se burló Kirlia, sumándose a las burlas y aumentando mi temperatura corporal-. El ritual de apareamiento humano puede durar años, pero, se hace para buscar a la pareja con cual criar hijos, ¿o no? -se burló aún más.

-Bueno eso es cierto, pero… -me aventuré a pensarlo, pero inmediatamente sacudí mi cabeza, concentrándome en lo que realmente importaba-. ¡No todas las personas buscan pareja para tener hijos! ¡Algunos solo lo hacen para tener a alguien importante a su lado! -aseguré.

-Eso se llama tener amigos, no vale la pena tener pareja si no es para aparearse -volvió a burlarse Kirlia, incomodándome aún más-. ¿O acaso Valerie no quiere a los hijos del profesor? ¿No es por esto que estás compitiendo contra Malva? ¿Eso significa que no te molestaría permanecer al lado del profesor, aunque él tuviera crías con Malva? -continuó burlándose.

-Ya te lo dije… -enfurecí, incluso podía sentir fuego rodeándome en un aura cálida, por lo que Kirlia retrocedió un par de pasos, asustada-. ¡Los humanos y los Pokémon son muy diferentes! ¡Al menos yo pienso ir un paso a la vez en lugar de aventurarme a planear toda una vida con base a un flechazo sentimental! -agregué con molestia.

-Oh, ahora es un Flareon, te sienta esa personalidad -se burló Skorupi, y yo lo volteé a ver de forma fulminante, por lo que él desvió la mirada, asustado-. Ah, aquí viene Quagsire, se nos perdió por un momento -hasta ese momento ni me había percatado de que Quagsire se había ido, pero ahora volvía con una sonrisa en su rostro.

-¿Me perdí la plática de los Beedrill y las Roselia? -se burló Quagsire también, y yo suspiré contrariada por lo molestos que podían ser los Pokémon- Si necesitas ayuda en ese tema, más tarde puedes contar conmigo para una conversación más seria -definitivamente no-. Por ahora, ya sé cómo puedes transformarte en una Eevee libremente -sonrió Quagsire, y me pidió que lo siguiera, todos lo seguimos en ese momento.

En medio del patio del hotel había una arena de batalla Pokémon, y en esos momentos una batalla estaba teniendo a lugar. Por una parte, un entrenador con su Pangoro, por el otro, Malva y su Pyroar. Quagsire se sentó a orillas del campo de batalla a observar la misma, y por la mirada que tenía en su rostro, sumado a las miradas de Skorupi y de Kirlia, pude notar que estaban muy emocionados.

-Oh, bien pensado, cerebro de Dunsparce. ¿Qué mejor forma de amar ser un Pokémon que con una buena paliza deportiva? -se emocionó Skorupi, y yo observé la batalla como si fuese cualquier otra. Después de todo, yo ya había participado en batallas, como una humana.

-Yo no… encuentro las batallas divertidas… -aclaré, y mis compañeros me miraron como si hubiera dicho algo imperdonable-. Yo siempre he tenido batallas del lado del humano… ordenando fríamente, enviando a mis Pokémon a lastimarse mientras intentan doblegar al otro. Antes las disfrutaba, pero ahora las veo como una especie de maltrato. Sé que para los Pokémon no existe la palabra esclavitud, pero, para los humanos esta es la mejor manera de definir las batallas Pokémon -expliqué.

-Ah, la palabra de los activistas de los derechos de los Pokémon -dedujo Kirlia, y yo la miré sorprendida-. Hay un grupo de humanos que piensa que ordenarnos a pelear es injusto y que no nos gusta. Para los humanos la palabra esclavitud es lo que a nosotros es ser forzado a hacer algo en contra de nuestra voluntad y sin recibir una gratificación al respecto, solo por el hecho de ser un ser inferior que merece ser ordenado por otro superior -explicó en una peculiar forma la palabra esclavitud.

-Eso es ridículo -agregó Skorupi-. ¿Ser forzado a obedecer? ¿Obligados por ser seres inferiores? ¿Servir sin esperar una gratificación? ¿De verdad piensas todas esas cosas, Valerie? -se cruzó de pinzas Skorupi.

-No vale siquiera la pena explicarte cosas que no puedes entender -le expliqué, ya había tenido demasiadas veces esta conversación con mis propios Pokémon, y siempre llegaba a la misma conclusión: ellos eran incapaces de entenderlo.

-Es curioso… -interrumpió Quagsire-. Yo estaba pensando lo mismo. No vale la pena intentar explicarle a Valerie el cómo pensamos nosotros si ella simplemente no puede entendernos -¿psicología inversa?-. Valerie puede tener un cuerpo de Pokémon, pero su mente es de humano. Hasta que aprenda a abandonar esa mentalidad humana, no puede ser una Pokémon de tiempo completo, pero, ¿y si pudiera ver las batallas como nosotros las vemos? -preguntó.

-No es justo, yo quiero que Valerie sea una humana -se quejó Kirlia mientras lloraba-. Si Valerie entra al mundo de las batallas Pokémon, ya no habrá vuelta atrás y no querrá ser una humana de nuevo por seguir peleando -te puedo asegurar que eso no va a pasar.

-Esa es una posibilidad -sonrió Quagsire, y yo le presté toda mi atención. ¿En qué pensaba realmente Quagsire? De todos los Pokémon con los que había interactuado, Quagsire era el más difícil de descifrar-. Mientras Valerie no escoja un mundo al cual pertenecer, lo mejor es seguir enseñándole lo que nos hace amar ser Pokémon -volvió a sonreírme.

-¡Lanzallamas! -escuchamos rugir con fuerza, y vimos a Pyroar derrotar a Pangoro en batalla tras ese último ataque. Malva había ganado, y Pyroar sacaba el pecho, orgullosa- No te esperabas esa, ¿verdad? Mi humana es la humana más poderosa que existe, aunque lo hiciste muy bien, te felicito -agregó Pyroar.

-Esto me va a doler por la mañana -se quejó Pangoro-. Pero de esta aprenderemos, mi entrenador me entrenará y me hará más fuerte y te veremos en la liga Pokémon. Ya veras, la próxima vez no tendrás tanta suerte -el entrenador de Pangoro fue en auxilio de su Pokémon, y tanto entrenador como Pokémon estaban orgullosos de su logro.

-¡Esperaré ese día! -se despidió Pyroar- ¿Cómo lo hice, ama? ¿Está orgullosa de mí? ¿Verdad que no existe nadie tan fuerte como yo? ¡Dígalo! ¡Dígalo! -se emocionó Pyroar, casi parecía una pequeña cría esperando la gratificación de su madre.

-Si, lo hiciste bien, lo hiciste bien, estoy orgullosa de ti mi pequeña -la abrazó Malva, e incluso le besó la frente. Pyroar no podía estar más feliz, yo podía ver que se sentía poderosa, intrépida, como si fuese la líder de la manada, lo que no era posible, ella era una hembra-. Ahora descansa, te lo has ganado -regresó Malva a su Pyroar, y entonces notó mi presencia-. Hola pequeña -me levantó, y comenzó a darme besos, lo cual me era incomodo-. Pobre, Sycamore no te deja pelear. Si por mí fuera serías una hermosa Flareon, yo tengo un Flareon macho que seguro te encantaría conocer. Seguro tendrían muchos Eevees adorables. ¿Por qué no te quiere capturar? -al parecer a Malva le gustan demasiado los Flareon.

-Ya entregué las habitaciones y subí todo a la camioneta, Malva -escuchamos entonces, y el profesor por fin hizo su aparición-. Umm… ¿no estarás pensando en lo que creo que estás pensando, Malva? Esa cara tuya tiene 'Roca Fuego' escrito por todas partes -acusó el profesor, tomándome de brazos de Malva y alejándome de ella.

-Pero cariño… yo la quiero… -berrinchó Malva, lo cual era una sorpresa. Malva era orgullosa, poderosa, e inclusive fogosa, pero frente al profesor actuaba como una niña malcriada. De verdad debía gustarle mucho el profesor como para comportarse así-. Sé que quieres liberar a Eevee, pero, ¿y si yo si la quiero? Regálamela y seré toda tuya -el profesor no se dejaría engañar por esas palabras, Malva… espera… ¿profesor? Puedo olerlo y no me hace gracia.

-No… no digas tonterías… Malva… -se apenó el profesor, pero a mí no me engañaba, realmente pensó en la posibilidad. Me siento traicionada-. Eevee es un Pokémon salvaje, y falta mucho para llegar a Pueblo Cromlech para liberarla, así que, sugiero que agilicemos el paso -aclaró mientras regresaba a sus Pokémon de regreso en sus Pokébolas.

-A veces siento que quieres más a esa Eevee que a mí… eso es deprimente… -respondió Malva con tristeza, y la reacción del profesor no se hizo esperar, actuó con nerviosismo, inclusive comenzó a temblar frente a ella-. ¿No te gusto? -comenzó Malva con el truco más viejo del libro, pretender ser la víctima, y le estaba funcionando.

-Ese no es el tema de conversación, y definitivamente no estaríamos viajando juntos si no fuese el caso -respondió él, apenado, y Malva se sonrojó un poco y le sonrió de forma picara. Yo por mi parte, comenzaba a querer vomitar mi insípido desayuno-. Pero, dejando eso de lado, una promesa es una promesa. Prometí a Eevee que la liberaría y he de cumplirle -aseguró.

-Ella seguro ni entiende lo que pasa a su alrededor -te sorprenderías-. Pero bueno, tengo hasta llegar a Pueblo Cromlech para convencerte. Y sabes que puedo ser muy persuasiva -le guiñó el ojo, paralizando al profesor en ese lugar, y arrebatándome de sus brazos-. Además, todavía tengo tiempo para tener a Eevee en mis brazos. ¿Cómo no amar a algo tan lindo? -se frotó su mejilla contra la mía.

-Es lo mismo que me pregunto… pero yo no lo llamaría lindo… lo llamaría fogoso… -respondió el profesor. ¡¿Ah?! ¡Malva me lleva una terrible ventaja! Pero aun así, no puedo transformarme en humana y competir, no hasta tener una forma segura de regresar a ser una Pokémon, tal vez debería escuchar a Quagsire y probar con las batallas Pokémon, de todas formas ellos actuaban como si hubiera algo oculto que yo no conocía. No sería mala idea intentarlo, quien sabe, si llegaba a gustarme… tal vez sería más sencillo transformarme.

Ciudad Yantra. Centro Pokémon.

Por la mala noche que había tenido, me había quedado dormida en el regazo de Malva cuando comenzó el viaje por carretera, no ayudaba que desde que subimos a la camioneta ella estuvo constantemente acariciándome la cabeza hasta arrullarme. En todo caso, el trayecto completo de Ciudad Tempera a Ciudad Yantra la pasé durmiendo, y no desperté hasta que el profesor estacionó su vehículo frente al Centro Pokémon. Ya allí, el profesor realizó una reservación. Ya que Ciudad Yantra no tenía un hotel, el Centro Pokémon era el único lugar donde hospedarse.

-Lo lamento, profesor, pero solo tenemos una habitación disponible -agregó la enfermera Joy del lugar-. Si hubiera llegado ayer, su reservación seguiría en pie. Pero como no logró llegar antes de la hora de entrega, no pude mantenerle las dos habitaciones que me había pedido -le explicó la enfermera, sintiéndose apenada.

-No me molestaría compartir… si trajera pijamas decentes… -susurró para sí misma Malva, ruborizándose. Por mi parte, la miré contrariada. Esta mujer tiene un problema de falta de pudores-. ¿Qué hacemos, cariño? -le preguntó, aún apenada.

-Supuse que esto podría pasar -agregó el profesor sin preocupación evidente-. Descuide enfermera Joy, puede registrar la habitación a nombre de la señorita Malva. Yo ya tengo otro lugar donde hospedarme. Aunque quisiera que mis Pokémon se quedaran aquí en el centro -¿otro lugar donde quedarse?

-Espera, cariño… ¿no iras a dormirte en la camioneta, o sí? -la idea cruzó por mi mente-. Dejando de lado mis bromas y coqueteos, de verdad me comportaría si tuviéramos que llegar a compartir habitación… tan solo tendría que ir a comprar algo más… decente para dormir… -le explicó Malva, apenando a la enfermera Joy, quien desvió la mirada-. Así que… supongo que puedes quedarte conmigo… -agregó apenada. Eeeeehhhhh… esto es inesperado, la fogosa de Malva tiene un lado sensible y pudoroso después de todo. ¿Quién lo diría? Incluso se retuerce como quinceañera antes de que se le declare el chico más lindo del pueblo.

-Agradezco la hospitalidad, Malva, pero de verdad tengo un buen lugar para quedarme -explicó el profesor-. Verás, aquí en Ciudad Yantra está la Torre Maestra, allí entrené bajo la tutela de Gurkinn, el gurú de la mega-evolución. Aún tengo una habitación con mi nombre en la Torre Maestra, pero… seguro que el viejo maestro me pone a trabajar duro para mantenerla -se preocupó el profesor.

-¿Vas a quedarte en la Torre Maestra entonces? Eso es muy poco romántico -aclaró Malva, y pese a que yo compartía su forma de pensar, parte de mí se sentía aliviada-. Te visitaré entonces -agregó ella, con un rubor tenue en su rostro, lo que me preocupaba demasiado-. Sé que podría parecer que vengo de vacaciones, pero tengo trabajo también, y ya planeaba algunos reportajes, podría hacer un reportaje de la Torre Maestra y visitarte allí… claro… si quieres… -se apenó ella.

-Eso me agradaría -contestó el profesor, aunque lo hizo cordialmente, sin nerviosismo-. Yo también tengo trabajo de investigación que hacer antes de llegar a Pueblo Cromlech. El reporte de Dexio llegó hace poco, y me interesa discutir con Gurkinn sobre las leyendas de Kalos que dicen que un Lucario fue el primer Pokémon en mega-evolucionar, porque sabes… si lo que investigó Dexio es correcto… nuestra historia está mal, y hubo un Pokémon más magnifico que mega-evolucionó primero -me sentí un poco mal por Malva en ese momento, ella actuaba con nerviosismo e impaciencia, y dejaba al descubierto aromas de deseo y lujuria, pero el profesor solo veía su investigación. De verdad… profesor… pese a que debería alegrarme el que no le prestara atención a la competencia, es muy cruel su insensibilidad.

-Entonces… -sonrió Malva una vez más, esta mujer no se daba por vencida-. ¿Estaría bien si después del reportaje de la Torre Maestra…? ¿Podríamos tener una cena con entrevista sobre las leyendas de Kalos y su teoría de mega-evolución? -Malva se estaba esforzando mucho, pero… algo en ella era demasiado diferente de lo habitual.

-Eso también me agradaría mucho -le sonrió el profesor, y Malva le sonrió de regreso, pero no se dijo más-. Debo irme, dejaré mis Pokémon a cargo de la enfermera para que puedan estirarse un poco. Te veré más tarde, Malva -se despidió el profesor tras entregarle sus Pokémon a la enfermera Joy, y después salió del lugar.

Malva asintió y salió conmigo al patio trasero del Centro Pokémon, donde los Pokémon de los entrenadores vagaban libres. Sentía su corazón latir más rápido que antes, la temperatura de su cuerpo ir en aumento, y sus olores corporales salirse de control.

-¿Qué me pasa? Esto definitivamente se siente diferente que… cuando solía salir con Lysandre… -si Malva pretendía que este viaje fuera tan solo un viaje de curiosidad para explorar una posibilidad que gracias a mí existía, ahora no había duda al respecto. A Malva comenzaba a gustarle el profesor genuinamente-. Qué tontería… yo… Malva… ¿temblando como una niña frente al profesor? Si apenas llevo cuatro días de conocerlo -y yo llevo una semana, Malva… pero el profesor es demasiado bueno y sincero como para no dejarse encantar-. Se suponía que era un viaje de luto. Pero ahora… estoy demasiado incomodada, pero ese no es tu problema, pequeña -me sonrió Malva, y me puso en el suelo-. A veces desearía que los humanos fuéramos más parecidos a los Pokémon, así yo no tendría que luchar por mis sentimientos, llegaría un macho agresivo y me conquistaría a la fuerza. Pero soy una humana, y estoy atrapada entre ser una mujer fuerte que no se deja dominar por nadie… y estar enamorada de quien bien podría ser el hombre más sumiso en todo Kalos. Eso no le haría mucho bien a mi reputación… pero bueno… yo fui la tonta que se dejó atrapar por su buen corazón -y yo la tonta que no puede permitirlo. Lo siento, Malva. Pero mi instinto Pokémon me dice que debo pelear contra ti por la atención del profesor.

-Por más mala que me haga sentir eso como una humana… -suspiré, y cuando Malva se retiró, Wigglytuff llegó con las Pokébolas del profesor, liberando a mis amigos-. ¿Qué se siente materializarse? No parece muy placentero -me burlé de Kirlia, quien se estiraba la espalda como una anciana humana.

-Es algo a lo que te acostumbras… con el tiempo… -respondió Wigglytuff-. Mientras mejor sea la Pokébola, menos se sufre por la materialización, pero mientras te acostumbras, no es una experiencia muy grata. Algún día cuando te capturen, lo entenderás -me sonrió Wigglytuff-. Si les puedo servir en algo, toquen la campanita de la puerta -apuntó a una campana amarrada a una cuerda-. Diviértanse -se despidió y comenzó a retirarse.

-Espere -la detuvo Quagsire, al parecer el menos afectado por la materialización-. Enfermera Wigglytuff, usted atiende a muchos Pokémon todos los días. Seguro conoce a un Pokémon que sea un gran luchador que pueda enseñar a nuestra amiga a combatir -me apuntó Quagsire.

-Oh, ¿el profesor no pelea? Es una pena, pobre criatura -se burló Wigglytuff-. Pero ahora que lo mencionas, hay muchos Pokémon aquí que disfrutan de las batallas. Si quiere un encuentro amistoso, basta con visitar la Cueva Reflejos. Allí entrenan dos entrenadores de Pokémon tipo lucha que tienen Pokémon muy honorables y valientes. Seguro alguno de ellos puede ayudarles, pero… no deberían salir allí -explicó ella, y Skorupi se acercó a mí con una sonrisa.

-Iremos a la Cueva Reflejos -me explicó, y yo miré a Skorupi con curiosidad-. Si Quagsire dice que entrenarte para las batallas te será de utilidad, entonces irás a pelear contra esos tipo lucha -me apuntó con su pinza.

-¿Yo? -me apunté con mi patita- ¿Estás demente? Soy una Eevee salvaje, ellos Pokémon entrenados. Además, ¿cómo van a entrenarme si son Pokémon que pertenecen a otros entrenadores? Y aún si fuera posible, Wigglytuff no nos dejaría salir del patio -aclaré, y Skorupi me sonrió, viró a ver a Quagsire, y guiñó el ojo, Quagsire asintió en ese momento.

-Señorita Wigglytuff, ¿le ha dicho alguien alguna vez que posee unos ojos tan grandes y bellos, que uno es incapaz de dejar de verlos, por lo hermosos que son? -comenzó Quagsire, y tanto Kirlia como yo abrimos nuestros hocicos impresionadas, mientras Wigglytuff se ruborizaba frente a Quagsire- Seguramente posee la habilidad Gran Encanto… porque en su presencia no puedo evitar sentir como mis instintos me piden mantenerme cerca de usted -tomó de sus manos Quagsire, y la enfermera Wigglytuff se quedó perdidamente enamorada de él.

-No me canso de ver eso, pero por bueno que es cortejando, es pésimo escogiendo pelotas para cortejar a los de su especie -apuntó Skorupi, y comenzó a empujarme por la puerta del patio aún abierta-. Vamos que no tenemos tiempo que perder. ¿Vienes o no, vestiditos? -insultó.

-Creo que estoy enamorada de Quagsire… pero no pertenecemos al mismo grupo de huevos… -lloró Kirlia mientras miraba a Quagsire con ojos llorosos, Skorupi se quejó sonoramente, y tomó a Kirlia del vestido con el aguijón de su cola, y tiró de ella a las afueras del centro Pokémon-. ¡Me siento tan celosa! -se quejó.

Ciudad Yantra.

-¿Cuál era el plan otra vez? -me quejé una vez que salimos del Centro Pokémon y que Kirlia salió de su trance. Nos ocultábamos en un parque recreativo y debajo de la resbaladilla, el parque estaba vacío en esos momentos ya que los niños tenían clases todavía.

-Que te transformas en humana y averiguas como llegar a la Cueva Reflejos, ni la del vestido ni yo hemos estado en este asentamiento humano antes -me explicó Skorupi, y yo lo miré con descontento-. ¿Qué? -preguntó.

-Dos pequeños detalles -comencé-. Primero… si me transformo en humana, estaré completamente desnuda, y pese a que eso no molesta a los Pokémon, yo no puedo pasearme así por las calles -expliqué-. Segundo, si me transformo en humana, ¿cómo voy a volver a ser una Eevee? Fue muy problemático la última vez -aseguré.

-Ah, el trio de tontos, con un miembro menos por lo que veo -escuchamos, y Chatot aterrizó con mis cosas. No pensé que cumpliera su promesa, a decir verdad, me siento mal por desconfiar-. Aquí está tu ropa, pero antes de dártela, quiero escuchar sobre el cómo te transformarás de regreso en una Pokémon. Ya me enteré que tienes problemas para hacerlo -agregó Chatot de forma desconfiada.

-¿Estuviste espiándonos? -me quejé. Chatot definitivamente no era un Pokémon muy agradable- Para ser un Pokémon, eres demasiado molesto, pero para tu seguridad, voy a entrenarme en la Cueva Reflejos. Dicen que, si lo hago, tendré un fuerte deseo de convertirme en una Eevee nuevamente -Chatot lo pensó, inclusive le cambió la mirada-. ¿Eso qué significa? -le pregunté dudosa.

-¿La humana jamás ha tenido una batalla Pokémon? -preguntó Chatot sorprendido- Eso lo cambia todo, una vez que tengas tu primera batalla, no querrás volver a ser una humana nunca más, problema resuelto, ya había comenzado a preocuparme, pretendía ir con el chisme a las demás aves y darte cacería de ser necesario -ya sé de donde viene la expresión: 'tipos volador en el alambre'-. Pero la Cueva Reflejos está muy lejos, si viajas como una Pokémon, en especial siendo una Eevee, llamarás la atención de otros entrenadores y te capturarán -aseguró.

-Por eso planeo ir como humana, aunque no sé cómo voy a transformarme de vuelta en una Eevee para las batallas -me pregunté curiosa-. Lo solucionaré cuando tenga el problema enfrente. ¿Puedes darme mi ropa? -Chatot dejó de pararse sobre mi ropa, y yo miré en todas direcciones, algo apenada- Me voy a transformar entonces -me oculté atrás de la resbaladilla, y formulé mi deseo, esta vez pretendía ser humana hasta llegar a la Cueva Reflejos. Comprobé entonces que transformarme en humana era sencillo, abandoné mi cuerpo de Eevee con la luz de la evolución, y tras crecer tan de improviso, me di un tremendo golpe con la resbaladilla-. Ow… -lloré un poco mientras me sobaba la cabeza, y rápidamente comencé a vestirme-. Si esto fuera un programa de televisión o una historia, me transformaría y mágicamente tendría ropa puesta. Aparecerme desnuda es demasiado incómodo y molesto, sin mencionar vergonzoso -aclaré mientras me ponía la ropa.

-Deja de quejarte -se quejó Skorupi, mientras yo salía de debajo de la resbaladilla con el atuendo de mesera-. Y tú, pajarraco, ¡largo! ¡Ya terminaste tu trabajo! -intentó ahuyentarlo Skorupi, pero Chatot le picoteó la cabeza- ¡Súper efectivo o no te la voy a par…! -enfureció.

-Sin maldiciones, Skorupi -reprendí-. Sé que la palabra gracias no existe en el lenguaje Pokémon, pero… siento un profundo aprecio por lo que has hecho por mí, Chatot -reverencié, y Chatot desvió la mirada-. Pero… me preguntaba si podrías volverme a ayudar. Si no lo haces, volveré a aparecerme desnuda en mi próxima transformación -le pedí apenada.

-No tengo interés en ayudarte, humana -se quejó él, de verdad no era un Pokémon muy servicial-. Pero… hasta verte convertida en un Pokémon en su totalidad, no me queda más que vigilarte. Vuelve a llamarme y acudiré en tu auxilio, pero solo por mi especie, no por aprecio a ti -aseguró, y voló lejos.

-Que carácter -se tomó de la cintura Kirlia-. Por cierto… no estás planeando caminar por todo el asentamiento humano vistiendo esos trapos sucios, ¿verdad? El hedor a sudor es demasiado molesto -hasta que Kirlia lo mencionó, no me había percatado de ello.

-Bueno… si quiero impresionar al profesor supongo que no puedo ir vestida de mesera… menos con ropa de segunda puesta -el solo pensarlo me era desagradable-. No hay una tienda de mi marca en esta ciudad tampoco, pero… supongo que de todas formas no tengo suficiente dinero para algo muy costoso -saqué el dinero del bolsillo, el que había obtenido de mis propinas-. Alcanzará para algo bonito, y para una maleta que Chatot pueda cargar -sonreí.

-Oye, oye, oye, para tu Tauros descarriado, vamos a Cueva Reflejo, no a comprar vestiditos de haditas -se quejó Skorupi, y Kirlia usó su Fuerza Psíquica para mandarlo a volar-. ¡Cuando evolucione seré mitad Siniestro y a ver si lo vuelves a intentar! -se quejó Skorupi.

-La Cueva Reflejo puede esperar -regresó la afrenta Kirlia-. Si Valerie se quiere aparear con el profesor, necesita verse bien para apelar a su instinto animal reprimido -explicó Kirlia, apenándome, pero decidí ignorarla.

-Agradecería que formularan mejor sus oraciones -agregué sonrojada-. De todas formas, en parte Kirlia tiene razón. Si quiero al profesor para mí, será mejor que empiece a verme más como Valerie, la reina de la moda, que Valerie, la mesera -aseguré, y comencé a caminar buscando una tienda, pero caí al suelo fuertemente, preocupando a Skorupi y a Kirlia-. Llevo tanto tiempo siendo una Eevee… que se me está olvidando cómo caminar… -mi estómago rugió también en descontento-. Y los humanos necesitamos más de una comida al día… muero de hambre -transformarme, era demasiado molesto.

Boutique Playa Yantra.

Entré en la boutique más cercana una vez que terminé de comerme la banderilla que llevaba en las manos, Kirlia y Skorupi se quedaron fuera con intenciones de no llamar la atención. Busqué en los alrededores algo lindo que ponerme, con lo que pudiera impresionar al profesor a la primera oportunidad que tuviera. Varias tiendas alrededor de Kalos manejaban mi marca de ropa, casi todos en Kalos vestían algo confeccionado por mí, pero también había algunas tiendas que habían decidido no manejar mi marca, en especial en las zonas de Kalos con salidas al mar. En estas tiendas usaban más ropa importada de la región Alola, la cual sería linda para la playa, pero carecía de algo muy importante.

-En Alola tienen un pésimo sentido de la moda -enuncié, pero al mismo tiempo escuché que alguien más decía las mismas palabras que yo, y viré rápidamente para encontrar a Malva allí, escogiendo ropa a solo un par de estantes después del mío. Rápidamente tomé una gorra y me la puse en la cabeza, aunque fuera para disimular. Malva me miró con curiosidad, pero no tardó en ignorarme-. Esa gorra no va bien con tu conjunto, cariño -agregó sin voltearme a ver.

-Agradezco su preocupación -proseguí, y camine a otra sección de la tienda, lo más alejado de Malva que me fuera posible-. Justo el día en que decido comprarme ropa, resulta que Malva también viene a comprar, pero, ¿qué hace ella aquí? ¿No traía suficiente ropa? Además, esta no es de mi marca, pensé que Malva sería más… refinada -me dije a mí misma.

-Esta ropa es horrible, debí haber comprado algo en las boutiques de Ciudad Luminacia mientras podía -se quejó ella mientras levantaba un pijama demasiado simple, consistiendo únicamente de unos pantalones rojos acolchados, y un top morado sin mangas-. Me pregunto si Sycamore pensará que esto es muy atrevido… oh… lo estoy haciendo de nuevo, no debería mostrar debilidad -se dijo a sí misma mientras colocaba la ropa en su lugar y se dirigía a la salida sin prestarle mucha importancia, pero al cabo de un par de minutos, volvió a paso apresurado, tomó las prendas, y las llevó al mostrador, colocándolas allí con fuerza y asustando a la cajera-. Apresúrese antes de que me arrepienta -incitó Malva, y la cajera cobró los artículos y se los entregó a Malva en una bolsa-. Ya me arrepentí -agregó ella mientras abrazaba la bolsa con la ropa-. Pero de ninguna manera puedo enseñarle mi pijama al profesor. Si lo de hoy se repite, podríamos terminar compartiendo habitaciones y sería demasiado vergonzoso… ¡ah! ¿Por qué estoy pensando así? Además esta ropa corriente es tan cara, no vale lo que me costó -se quejó ella y salió del establecimiento.

-¿Qué clase de pijama utilizará? -me apené mientras imaginaba las posibilidades, pero despejé la mente y me concentré en encontrar algo para vestir que no fuera el uniforme de mesera que me había dado Kaori. La ropa de Alola era demasiado escasa de sentimiento, se sentía tan simple, pero era eso o ir vestida de mesera a todas partes. Si lo pensaba bien, solo se trataba de un cambio de ropa, no la totalidad de mi guardarropa. Terminé eligiendo un Halter Top negro con rayas grises, una Minifalda Plisada de color morado, unas Calcetas Sobre las Rodillas de color negro, unas Sandalias de Tacón Corto de color morado, un Sombrero de Playa con una Grasidea Morada de adorno, y para guardarlo todo junto con mi uniforme de mesera, una Bolsa Deportiva de color morado-. Me siento tan… fuera de moda… -me quejé-. La ropa de Alola es horrible, deberían demandar al monstruo que se atrevió a deducir que esta ropa era atractiva, es demasiado simple, sin espíritu, sin gusto, además, ¿qué Giratinas estaban pensando? ¡No hay ni una sola prenda rosa en toda la tienda! ¿Acaso ni siquiera conocen los colores tenues allí en Alola? Lo más atractivo era una pieza de ropa llamada Luran, pero era demasiado cara -me quejé con ahínco.

-Yo quisiera cambiarme el vestidito pero es parte de mí -se quejó Kirlia cuando me recibió saliendo de la tienda, y entonces deduje que estaba posando mis quejas sobre oídos sordos. Los Pokémon no tenían forma de saber lo que significaba la moda, aunque Kirlia se vería muy bonita con un tutú rosado con líneas violetas, unos cuantos moños, y un sombrerito, pero eso es superficialidad, y los Pokémon realmente no necesitan de esas cosas. Como humanos debería ser igual, pero, eso significaría negar mis 15 años de existencia como una humana amante de la moda, no sería bueno para mí ni mi negocio. Aunque esa es la misma mentalidad que me hace desear ser una Pokémon.

-Ya la perdimos -me apuntó Skorupi, despertándome de mi trance-. Deja de divagar, ¿averiguaste dónde se encuentra la Cueva Reflejo? -me preguntó, impaciente.

-Si… -asentí y apunté-. Está cerca de la entrada de la ciudad, no muy lejos. Pero según entiendo, hay muchos Pokémon muy fuertes allí, y yo no tengo ningún Pokémon con el cual defenderme -les expliqué.

-¿Y nosotros qué? ¿Nos pintó un Smeargle? -se quejó, y yo hice una mueca, no por haberlo olvidado, sino porque Skorupi no me parecía un Pokémon muy fuerte, era más hablador que nada después de todo. Pero aun así nos encaminamos a la cueva.

Cueva Reflejo.

La cueva reflejo era un lugar muy bonito que no había visitado nunca anteriormente, me maravillé por las paredes de cristal pulido de mis alrededores, y por el brillo de las piedras de cristal que mantenían el lugar iluminado pese a que los interiores permanecían con cierta oscuridad característica de las cuevas.

Pese a que era un lugar muy bonito, seguía siendo una cueva, y generaba cierta sensación de incertidumbre. Algunos Noibat volaban por la cueva cuando nos veían acercarnos, e inclusive amenazaban con iniciar una batalla, pero Skorupi los convencía de rendirse con explicaciones de que yo no era una entrenadora y que no tenía Pokébolas conmigo para capturar a nadie. La decepción en los ojos y comentarios de los Pokémon eran más que evidentes, y si bien era cierto que muchos Pokémon no estaban interesados en ser capturados, muchos otros atacaban a los humanos por el deseo de serlo.

-¿Qué estamos buscando otra vez? -preguntaba Kirlia, mientras danzaba con un Carbink que se había encontrado en el lugar- Me estoy divirtiendo tanto que podría quedarme aquí a charlar con los Carbink todo el día -explicó.

-Estamos buscando a un entrenador o entrenadora con Pokémon de tipo lucha que puede ayudar a Valerie a encontrar la pasión en las batallas -le respondió Skorupi-. Pero lo importante es que no la necesitamos a ella si no a su Pokémon -informó finalmente.

-¿Te refieres a esa cosa inmensa? -se sobresaltó Kirlia, mientras sobre una ladera presenciaba a un Throh muy violento que derrotaba al Sawk de otro entrenador de tipo lucha. Se estaba dando una batalla entre ambos entrenadores de tipo lucha, y la joven de traje de karate azul derrotaba sin mucho esfuerzo a otro hombre vestido con traje de karate.

-¡Ya te dije que no quiero salir contigo! -gritaba la chica con una pronunciada frente y dueña del Throh- ¡Solo saldré con el entrenador que pueda vencerme! ¡Ya vete, Igor! ¡Y vuelve cuando seas más fuerte! -insistió ella, mientras Igor, el hombre de karate dueño del Sawk, levantaba a su amigo y salía del lugar- ¿Y bien? -viró a verme la chica desde la cima de la ladera, lo que en efecto logró ponerme nerviosa- ¿Quieres pelear conmigo? Si quieres salir conmigo, tienes que derrotarme, no me importa si eres una chica -aclaró ella.

-No soy de ese tipo de chicas -seguramente ella tampoco, pero en esta era tan abierta de mente, seguramente habría una chica interesada en alguien tan fuerte como ella-. Una Wigglytuff… no… eso definitivamente no me lo va a creer… quiero decir, una de las enfermeras del Centro Pokémon me comentó que aquí podría encontrar a una entrenadora con un Pokémon de tipo lucha capaz de enseñar a mi Eevee a descubrir la pasión por las batallas -le expliqué.

-Ah, una mente nueva que moldear -escuché a Throh-. Así que mi fama me precede. Pero… ¿una Eevee? ¿No le sería muy difícil enfrentarme? No me parece un gran reto -se frotó la barbilla el Pokémon.

-Vine a que me enseñaras, no a que me aplastes -le mencioné, y la mujer dueña del Throh me miró confundida, yo simplemente cerré mis manos en forma de plegaria-. Por favor… mi nombre es Valerie, líder de gimnasio de Ciudad Romantis, y estoy en verdad en un apuro. Si tu Throh puede ayudarme a encontrar lo que estoy buscando, podría ayudarme a recuperar mi espíritu de batalla y volver a mi gimnasio -le pedí, aunque realmente yo ya no pensaba en volver al gimnasio, pero era lo más convincente que se me ocurría.

-¿La líder Valerie? -se preguntó la chica- Soy Hedvig -se presentó ella, y reverenció-. Y este es mi Throh… Throh… -presentó a su Pokémon, que reverenció de igual manera-. ¿Debo entender entonces, que a quien requieres para fortalecer a tu Eevee, es a mí Pokémon? -yo asentí, y ella lo pensó con detenimiento- Te prestaré a mi Pokémon, pero a cambio me prestarás a tu Kirlia -agregó apenada, incluso con un sonrojo en sus mejillas-. Al ser una mujer de karate, no se espera de mí que tenga cosas lindas… pero te prestaré a mi Throh por una hora, si durante el mismo tiempo puedo tener a tu Kirlia -me explicó.

Yo miré a Kirlia con curiosidad, ella asintió y sonrió en mi dirección, así fue como hicimos el intercambio temporal, yo le prestaba a Hedvig a la Kirlia del profesor, y yo guiaba a Throh a un punto alejado, donde sabía que nadie podría vernos. Entonces me dirigí a Throh.

-Aquí estaremos bien para entrenar, maestro -reverencié, y Throh miró a los alrededores, inspeccionando la tierra, y asintiendo para sí mismo, entonces se cruzó de brazos y esperó, hablando a Skorupi en su idioma Pokémon.

-¿Y bien? ¿Dónde está ese Eevee al que se supone que debo entrenar? -preguntó, y yo dudé por unos instantes. Este era el punto en que debía transformarme, pero no sabía si sería posible- ¿Y el Eevee? -preguntó.

-Soy yo -me apunté a mí misma, y Throh me miró con confusión-. El Eevee al que debe entrenar en batallas soy yo, maestro Throh -le expliqué, y solo entones se dio cuenta de que podía entenderme perfectamente-. Puedo hablar con los Pokémon y transformarme en una Eevee -agregué.

-¿Escuché bien? La humana se dirigió a mí y le entendí como si fuese mi propia entrenadora -se dirigió nuevamente a Skorupi, ignorándome-. ¿Y qué es todo eso que dice sobre entenderme y convertirse en una Eevee? -le preguntó.

-¿Tienes Dittos en los oídos? Pues lo que oíste, sabe el secreto del cuento del Swanna -le explicó, y Throh abrió su hocico, ¿o será boca? En señal de sorpresa-. Lo de hablar con los Pokémon ya lo hacía antes de transformarse, pero, ahora lo hace más fácil sin que nosotros sepamos por qué. Soy su guardián y quiero que le enseñes a concentrarse y convertirse en una Eevee. Pensábamos que entrenarla en el arte de la batalla ayudaría -explicó torpemente, por supuesto que Throh no se sentiría satisfecho con esa explicación.

-¿Me tomas el pelo? -pero si ni tienes pelo- Si esta es una broma, no me parece graciosa, y deberías apenarte de la misma. ¿Cómo esperas que crea que un humano puede hablar nuestra lengua? Y peor aún, ¿crees que soy tonto? ¿Transformarse en Pokémon? -yo estaría incrédula también, no podía culparlo.

-Pero sí puedo transformarme en Pokémon, y entiendo perfectamente lo que están hablando -agregué, y Throh soltó una tremenda carcajada-. Mi problema es que estoy enamorada de un humano y no me puedo transformar de regreso en una Eevee porque ese humano siempre está en mi mente. Me transformaría en una Eevee y se lo probaría, pero, no puedo… mi flechazo por el profesor me lo impide -aclaré.

-¿No será que no puedes porque es una mentira? -se cruzó de brazos Throh- Finjamos que te creo, y que puedes entenderme como yo puedo entenderte, si no puedes transformarte es porque tu mente no está en calma. Si aclaras tu mente y demuestras autocontrol en la misma, si pudieras transformarte en una Eevee, que no estoy diciendo que puedas, sería primero poniendo tu mente en blanco, y después haciendo lo que tuvieras que hacer para transformarte -me sugirió.

-No nos cree, pero no es mala idea intentarlo -me explicó Skorupi-. No estás cerca del profesor, seguro que, si vacías tu mente, puedes concentrarte lo suficiente para hacer lo que haces que te ayuda a transformarte y lo consigues -me apuntó Skorupi.

-No es posible vaciar tu mente por completo -me quejé yo, pero Skorupi se cruzó de pinzas-. Bien… lo intentaré… -dejé mi bolsa en el suelo-. Lo que siempre hago para transformarme es desear fervientemente el transformarme en una humana, y el deseo es tan grande que simplemente lo hago. Para transformarme en una Eevee debería ser igual, pero… -pero mi deseo de ser una Pokémon ya no era tan grande-. Lo intentaré… -acepté, y comencé a vaciar mi mente. Mis alrededores eran tan tranquilos, y había tanto silencio, que poco a poco fui logrando tranquilizar mi acelerado corazón. En ocasiones la imagen del profesor nublaba mi mente, pero me esforcé por ignorarlo y concentrarme en algo más. Me concentré en el viento dentro de la cueva, en su sonido, y en su frescura, hubo un momento inclusive en que olvidé por completo lo que había estado haciendo, me entregué a la nada, y cuando lo hice, lo que me despertó de mi trance fue el grito de pánico de Throh.

-¡Por Arceus! ¡No puedo creerlo! -lo escuché decir, y sentí como me levantó de la cola, inspeccionándome en todo momento, me había transformado en una Eevee, y Throh me zarandeaba de un lado a otro en su sorpresa- Más te vale no ser un Ditto -me sacudió con fuerza, mareándome en el proceso.

-¡Sacúdela otra vez y vas a ver cómo te dejo como queso roquefort! ¡Le vas a arrancar la cola! -me defendió Skorupi, y Throh me colocó en el suelo con cuidado- ¿Ya nos crees? Puede transformarse en una humana sin problemas, pero si quiere ser una Eevee y está cerca del profe, a menos que la invada el pánico, no regresa a ser una Eevee. En esta ocasión funcionó, pero es porque no está cerca del profe ese. Mi amigo Quagsire sugirió que si ella tenía una batalla y se sentía invadida por el deseo de las mismas, tendría razones suficientes para convertirse en una Eevee a voluntad, allí es donde entras tú, cabeza de Voltorb, ¿puedes enseñarle a pelear o no? -solicitó de forma arrogante y violenta.

-Skorupi, se gentil -interrumpí yo-. Por favor maestro Throh. Aún no he decidido al mudo al que deseo pertenecer, pero me facilitaría mucho si puedo transformarme de humano a Pokémon con la facilidad que me transformo de Pokémon a humano -le pedí.

-Es más pertinente el aplastarte para que no reveles secretos que no te competen -me amenazó Throh, preocupándome, y azotando el suelo cerca de mí. Yo apenas y pude escaparme-. ¿Piensas que voy a dejarte vivir ahora que sé que tienes este poder? ¡Lo más inteligente es hacerte trizas y asegurarme de que no digas nada! -no esperábamos esta reacción.

-¡Defiéndete, cría, usa tu Ataque Rápido! -me sugirió Skorupi, y sin saber cómo lo hice, pareció ser como si fuera parte de mi instinto, mi velocidad aumentó y evadí los ataques de Throh- ¿Qué te pasa cara de marioneta de televisión? Esa no es forma de tratarnos -exigió Skorupi.

-¿Y cómo debo de tratarla? ¡Así es como funciona nuestro mundo! ¡Si no se adapta, se extingue! ¡Y yo voy a extinguirte! ¡Golpe de Karate! -se ordenó a sí mismo Throh, y en mi preocupación me quedé paralizada, y recibí de lleno el impacto. Fue muy doloroso, y apenas me mantuve consiente después del impacto, pero algo en mí me ayudó a levantarme, tal vez un instinto de supervivencia, pero que, en lugar de hacerme correr, me hizo enfrentarlo- Veo que tus instintos saben que no puedes huir de mí, y que si quieres sobrevivir, tienes que enfrentarme. ¡Dame lo mejor que tengas! -me gritó.

-¡Mordida! -grité yo, y me aferré a su mano con una mordida, Throh inmediatamente me lanzó a un lado, y yo rodé por el suelo malherida, pero rápidamente me levanté- ¡Velocidad! -grité apenas pensándolo, y de mi cuerpo se desprendieron estrellas que impactaron a Throh y lo alentaron un poco.

-Así se hace -se cruzó de brazos Throh-. Ese es el instinto de supervivencia que necesitas para pelear en este mundo, y seguir viviendo -me explicó, y yo me tranquilicé, mis heridas comenzaron a dolerme, y mi cuerpo empezó a temblar-. Ahora que conoces el terror y la adrenalina, es hora de canalizarlo efectivamente. Ya estás a salvo, pero debes seguir peleando. ¿No es eso lo que viniste a hacer, niña humana? ¿Aprender a pelear? ¡Pues ahora que el instinto de supervivencia se ha ido, puedes pelear sin miedo y solo con adrenalina! -agregó él.

-¿Pelear sin miedo? -Throh fingió que quería lastimarme para que yo peleara por miedo, guiada de mis instintos- Pero en ausencia de miedo… solo queda… la adrenalina… -concluí, y antes siquiera de poder agradecer a Throh la lección, se abalanzó sobre mí, y me vi forzada a evadirlo con mi velocidad-. Ataque Rápido… -me dije a mí misma, colocándome detrás de Throh-. ¡Mordida! -me lancé a su brazo y lo mordí, y Throh me mandó a volar defendiéndose, pero caí en cuatro patas- ¡Ojitos Tiernos! -hice una cara mientras sonreía, lo que detuvo a Throh de asestarme un golpe, pero solo momentáneamente, aunque aproveché la situación para saltar y evadirlo, y me sentía demasiado bien mientras lo hacía- ¿Qué es esto? ¿Por qué me siento tan bien? -me pregunté, mientras seguía usando mi velocidad para huir de mi atacante, y lo envestía con mi cuerpo en una tacleada- Me siento… extrañamente feliz… -sonreí, y continué corriendo por todas partes.

-¿Eso es lo que querías, Skorupi? ¿Que tu humana conociera este sentimiento? -me abofeteó con fuerza, y rodé por el suelo adolorida, pero rápidamente me puse de pie y seguí luchando- Cuando no existe el miedo, y sabes que tu oponente no quiere lastimarte por acabar con tu vida, pero sí por simple deporte, entonces en ausencia del miedo solo hay… -dejó de hablar, y yo lo entendí perfectamente.

-¡Adrenalina! -lo envestí, haciéndolo retroceder- ¡Juego! -corrí fuera de su alcance, y envestí desde otra dirección- ¡Y mucha diversión! ¡No me había sentido tan divertida en mucho tiempo! -no podía dejar de sonreír, mi cuerpo estaba lastimado, golpeado, y mallugado, pero la adrenalina que me producía la batalla hacía que me olvidara de todo esto. Así que esto es lo que sentían los Pokémon al enfrentarse, por esto muchos deseaban tener entrenadores. Cuando se borra el vínculo de depredador y presa, cuando no luchas por tu vida, y sabes que todo estará bien porque solo combates por deporte, los Pokémon pueden divertirse, ser ellos mismos, nacieron para pelear, para salvar sus vidas, pero cuando ese peligro no está, pelean por diversión- ¡Por fin lo entiendo! -me dije a mí misma agradecida.

-Ya te divertiste mucho, ahora a terminar con esto. ¡Golpe de Karate! -entonces recibí el ataque más fuerte que había recibido en toda mi vida, y quedé noqueada. Pero para cuando desperté, aún con todo mi cuerpo doliéndome, me sentí más viva que nunca.

Centro Pokémon de Ciudad Yantra.

-¿Segura que estás bien? Pero si te ves terrible -lloraba por mí Kirlia, mientras caminábamos por el Centro Pokémon. Yo nuevamente estaba en mi forma humana, con el cuerpo lleno de heridas, pero con una sonrisa en mi rostro-. ¿Cómo puedes sonreír? ¡Deberías ver a un doctor! -insistía ella.

-¿Tú crees? Pero si yo me siento de maravilla -continué sonriendo, aunque mi brazo me dolía demasiado-. No puedo creer que las batallas Pokémon sean tan divertidas para los Pokémon también. Siempre pensé que se herían y que no lo disfrutaban -aclaré.

-Ya lo entiendes, eso es lo importante. Pero no todos los Pokémon lo disfrutan, algunos simplemente no nacieron para pelear -me respondió Skorupi, y parte de mí estaba agradecida de que mi yo Pokémon sí lo fuera-. No olvides este sentimiento, Throh prometió guardar el secreto, pero no podemos ir a buscarlo a cada que no te puedas transformar para que te vuelva a dar una paliza. La lección de hoy fue la única, ¿crees que será suficiente? -me preguntó nuevamente.

-Creo que llegó el momento de averiguarlo -mencioné, mientras frente a mí veía a Malva y al profesor cenando juntos-. En estos momentos… mi corazón se encuentra impaciente por estar viendo a la persona que amo, compartiendo mesa con mi rival en el amor. No hay mejor prueba que esta, si puedo transformarme en estas condiciones, la paliza habrá valido la pena -sonreí, de verdad me encontraba de muy buen humor, esta era la magia de las batallas Pokémon por deporte. Fui al patio trasero, donde Quagsire seguía cortejando a Wigglytuff, quien ignoraba las quejas de la enfermera Joy, que necesitaba ayuda en el centro. Entramos en el patio sin ser vistos, y nos ocultamos entre los árboles, y solo entonces miré al cielo encontrando a Chatot allí, vigilándome como era costumbre-. ¡Te lo encargo, Chatot! ¡Trabajé muy duro por esta ropa! -le pedí, y aunque el Pokémon me medio ignoró, yo lo saludé desde el suelo.

Comencé a concentrarme entonces, recordando aquel sentimiento de adrenalina, y la felicidad de una buena batalla. Si mi deseo de convertirme en humana venía de mi amor por el profesor, el sentimiento de convertirme en una Eevee debía llegar por mi deseo de volver a revivir ese sentimiento. En poco tiempo, y tras abrir los ojos, descubrí que todo había resultado como lo habíamos planeado, nuevamente era una Eevee, y en mi felicidad, volví a escaparme del patio, y busqué al profesor.

-¡Profesor! -grité como una Eevee, y tanto él como Malva me voltearon a ver- Puede que sea una Eevee, y que haya encontrado algo que me gusta mucho hacer como una Eevee. ¡Pero yo aún lo amo demasiado! -corrí y salté a sus brazos, sorprendiendo al profesor.

-Parece que alguien te extrañó mucho, me dan muchos celos -exclamó Malva, mientras yo me frotaba contra el pecho del profesor, y le lamía la cara más por instinto que por nada-. ¿De verdad vas a liberar a semejante cosita? Yo puedo hacerme cargo de ella -lo siento Malva, pero todo lo que hago es por el profesor, gane como una Eevee o como una humana, mi objetivo es estar a su lado.

-Sabes una cosa, Malva -me acarició el profesor, de esa forma tan agradable que me hizo desplomarme en su regazo-. Ya no estoy tan seguro de si voy a liberarla o no. Me es difícil imaginar mi vida sin esta pequeña a mi lado -sus palabras me hicieron feliz, aún si eran dirigidas a mí misma como una Eevee, y en ese instante, no me parecía tan mala idea. Fuera cual fuera mi decisión final, yo ya había ganado.