Muchas gracias por sus gentiles reviews, la verdad no los esperaba por el tiempo que llevaba sin actualizar. Pero ver sus reviews llegando para la actualización, me llena de un sentimiento de determinación (ok, mal chiste, jugué Undertale). Antes de más chistes malos, a contestar reviews:
Susurro9: ¿Tu imagen de perfil es un Mew o un Mokona? Perdón si es otro personaje, no lo ubico, a lo mejor es un Patamón haciendo cosplay de Mew. Hay muchas historias mías que no he terminado, pero hago lo que puedo. Precisamente lo que dices que pasó con tu amiga es lo que intento ejemplificar en el capítulo anterior. No sé cuándo vaya a terminar esta historia, a decir verdad, pero lo de la Kirlia asesina solo fue cosa del capítulo anterior, en este apenas y salen otros Pokémon. Oiga no me arruine mis tramas, jajaja. Y no pasaron 6 meses, yay, pasaron 6 días, voy mejorando, el próximo será e 6 horas (definitivamente no).
TsukihimmePrincess: Jajaja, sinceramente, dudo que, si Valerie hubiera continuado con su intento de confesión, hubiera logrado algo con el profesor, pienso que le hicieron un favor con la interrupción. Sobre Malva y Valerie, estoy por poner las cosas un poco más parejas, pero sinceramente, ni yo sé quién va a ganar (se está encariñando con Malva), en fin, disfruta.
astridgmc: Y se va a poner mejor, ya verás.
TEIET: Oh, tu nombre se lee igual al derecho que al revés, supongo que estaba planeado así. Qué bueno que esperabas el capítulo, espero poder actualizar más seguido esta historia. Oye, ¿no estás en finales? No te distraigas mucho con la historia. Tengo una lista de reprobados por ponerse a leer mis historias en lugar de estudiar, jajaja.
La chica que quería ser un Pókemon.
Capítulo 9: Una amarga victoria.
Región Kalos. Ciudad Yantra. Centro Pokémon.
-¡No puedo creer que hayas dormido en la camioneta, Agustín! -la fuerza del grito de Malva me lastimaba mis oídos de Eevee, después de todo, me llevaba en brazos tras haber entregado su habitación en el Centro Pokémon y reclamado a los Pokémon del profesor en el patio. El profesor se veía demasiado cansado, seguramente por la mala noche que pasó durmiendo dentro de su camioneta. Después de todo, había perdido su habitación en la Torre Maestra- ¡Recuerdo haberte dicho que podíamos compartir habitación! Ya había comprado pijamas más… aceptables -se apenó ella, y de pronto comencé a temblar, tragándome mi risa de Pokémon y sorprendiendo a Malva. Después de todo, hubo un breve periodo entre la entrega de la habitación y el reclamo de los Pokémon del profesor en que Malva me llevó a su cuarto mientras empacaba, y descubrí el pijama de Malva, que no era sugerente como yo me lo había imaginado, pero, fue muy divertido enterarme de que Malva dormía con pijama en forma de Ponyta.
-Evevevevevevev -exclamé sin poderme aguantar la risa, imaginándome a Malva vistiendo el pijama de Ponyta. Y todo este tiempo pensé que los pijamas de Malva eran sugerentes, Malva simplemente no quería que el profesor descubriera ese lado suyo tan adorable.
-Jamás había escuchado a un Eevee reír, tengo que documentar esto -comenzó a tomar notas el profesor, lo que molestó a Malva, forzando al profesor a perder el agarre de sus notas, y a Malva a soltarme también-. Pero Malva… hay una explicación para todo esto, te aseguro que yo sí tenía donde quedarme -no puedo decir que no me da pena su situación, profesor, pero usted se lo buscó. Me adelanté para tomar las notas del profesor, y cuando lo hice, noté lo que había escrito: 'Evevev = jajaja'. Puede que sea una tontería, pero el profesor de verdad había intentado registrar mi fonética Pokémon. Me resulta imposible no sentir algo por él.
-No me cambies el tema, Agustín -enfureció Malva-. Más te vale que, si en Pueblo Crómlech no encontramos habitaciones separadas, me tengas la confianza para decírmelo. No es que esté insinuando nada… pero… ambos somos adultos responsables -aseguró Malva.
-No lo olvidaré, señorita Malva… -prosiguió el profesor, y entonces me levantó del suelo. ¡La sensación de perder el equilibrio sigue siendo horrible!-. Pero primero lo primero, la camioneta no puede pasar por la Cueva Reflejo, así que tenemos que rodear. Si nos vamos ahora, llegaremos antes de la hora de la comida -me entregó entonces a Malva. Quien seguía muy molesta, lo sabía por su temperatura corporal y por el aroma a carbón quemado que expedía-. Iré por la camioneta… -agregó el profesor con preocupación.
-¡Aquí te espero, Agustín! -recriminó, preocupando al profesor, quien aceleró el paso y fue por la camioneta. Pero menos tardó el profesor en irse, que Malva en cambiar sus aromas corporales por unos llenos de romance- Sabes una cosa, ¿Eevee? -me enunció Malva, lo que comenzaba a preocuparme- Siento que, a pesar de todo, el profesor y yo estamos congeniando demasiado bien. Tal vez, Agustín es de verdad la persona que es capaz de hacerme olvidar este dolor -se sonrojó Malva, y mi pelaje se erizó en ese momento. ¡No! ¡No! ¡No! Definitivamente tengo que hacer algo al respecto, pero si lo hago me voy a sentir horrible, yo no podría… además no tengo tiempo de preocuparme por estas cosas, tengo que convencer a Brighton de no revelar mi secreto. ¿Por qué todo es tan complicado para mí? Apenas y estaba acomodando mis ideas, sin embargo, cuando Malva recibió una llamada-. ¿Diga? -comenzó Malva, y de pronto su cuerpo se tensó, y comenzó a despedir un aroma desagrádale, similar al sudor, pero extrañamente oloroso- ¿Qué quieres decir con eso? Lysandre era el líder del equipo Flare, el único. No vuelvas a llamarme a este número… -¿Equipo Flare?-. No me importa si los administradores me votaron como la nueva líder. Yo ya olvidé a Lysandre, no pienso… -intentó decir, pero entonces bajó la mirada, entristecida-. Sé que la deuda debe pagarse, pero yo no voy a pagarla, ese era problema de Lysandre, yo también pagué -no sé lo que está pasando, pero no me agrada-. ¡Que hablen entonces! ¡No me importa! ¡No tienen pruebas de que pertenecí a la organización! ¡Ahora deja de molestarme! -colgó el teléfono, sintiéndose muy molesta, pero entonces comenzó a temblar de miedo- Puedo tener una vida normal… puedo hacerlo… puedo tener una vida con el profesor… -se dijo a sí misma. ¿Qué está pasando?
-¿Señorita Malva? -escuché entonces, y Malva se giró de improviso para encontrar a un detective detrás suyo- Looker de la Policía Internacional Pokémon -enunció el detective, y por el olor corporal que despedía Malva, pude descifrar que Malva se encontraba en problemas-. No le quitaré mucho tiempo. Sé que se encuentra ocupada. Pero considero que podemos ayudarnos mutuamente. Después de todo, la precaria situación en que se encuentra, yo puedo solucionarla, si usted soluciona la mía -el hombre no despedía muchos aromas corporales, se encontraba perfectamente tranquilo, como alguien que mantenía el control en todo momento. O tal vez era por el aroma de las manchas de kétchup y mostaza de su abrigo, o a que tenía medio emparedado oculto en su bolsillo. Fuera la que fuera la razón, no podía leer a este hombre por sus aromas corporales-. Mi tarjeta. Cuando tenga una oportunidad, le recomiendo contactarme. Y le pido fervientemente que lo considere. Hay más en juego que su carrera profesional, o su relación con el profesor, señorita -reverenció, se retiró, y el profesor llegó justo a tiempo.
-La camioneta ya está lista -comenzó el profesor, aunque inmediatamente se percató de la mirada perdida de Malva-. ¿Pasa algo? -preguntó contrariado, despertando a Malva de su trance, quien guardó la tarjeta en su bolsillo.
-No es nada, profesor -para el profesor, sin embargo, era obvio que algo no estaba bien. Tras ser llamado 'Agustín' por Malva tantas veces, era más que evidente que algo la estaba molestando-. ¿Nos vamos ya? El camino a Crómlech es largo -continuó Malva, apresurándose a la salida, y entrando en el vehículo sin decir nada más.
Ruta 11.
Durante todo el trayecto a Pueblo Crómlech, Malva no hizo más que mirar por fuera de la ventana, perdida en sus pensamientos, y seguramente preocupada por tanto la llamada telefónica que recibió, y la intervención del detective.
El profesor había intentado varias veces hacer conversación con ella, pero Malva había estado tan distraída, que apenas y le ponía atención al profesor. De alguna manera, ambos se las arreglaron para hacer algo de conversación, pero siempre que el profesor preguntaba a Malva si algo estaba mal, ella inmediatamente cambiaba el tema. Y así prosiguió, hasta que llegamos al Pueblo Crómlech.
Pueblo Crómlech. Hotel Nieve Marina.
-Llevaré el equipaje a la recepción y pediré las habitaciones -mencionó el profesor una vez que estacionó su vehículo a las afueras del hotel Nieve Marina. Malva mantuvo su silencio, pero asintió. El profesor se tomó unos instantes para pensar en las reacciones de Malva, y entones se dio la vuelta para encararla-. Podría ser, Malva, ¿que estar ya en Pueblo Crómlech te esté afectando por el recuerdo de Lysandre? -le preguntó el profesor, lo que despertó a Malva de su trance nuevamente.
-¿Ah? ¿Lysandre? -se espantó Malva, pero, rápidamente recuperó la compostura- Lo lamento mucho, profesor… es verdad que no me siento muy bien, y puede que esa sea la razón. Si no le molesta, quisiera unos minutos a solas. ¿Podría? -el profesor miró a Malva con cautela, y asintió a sus palabras, entrando al hotel, y dejándome atrás con Malva.
En estos momentos, yo debería estar buscando a Brighton en el hotel Nieve Marina, pero me preocupaba mucho Malva, por lo que lamí su brazo demostrándole mi preocupación. Malva despertó de su trance, y me acarició la cabeza con gentileza.
-¿Estás preocupada, pequeña? No lo estés… todo va a solucionarse, aunque puede que no de la manera en que yo preferiría -me explicó Malva, metió su mano en su bolsillo, y sacó la tarjeta que ese tal Looker le había dado en el Centro Pokémon de Ciudad Yantra. Tras pensarlo unos instantes, sacó su teléfono, e hizo una llamada. Inmediatamente después, sin embargo, un teléfono resonó a nuestras espaldas, donde descubrimos al detective, comprando un helado en un puesto ambulante con el logotipo de un Vanillite.
-Oh no, mi Vanillite de Chocolate con fresas -se molestó el detective por su helado, pero atendió a la llamada telefónica de todas formas-. Sea quien sea me debe un helado… ¿diga? -preguntó el hombre, quien entonces notó la mirada de Malva.
-No pagaré por su helado -recriminó Malva, y el detective se apenó un poco-. Iré al grano, detective. Negociaré con usted. Pero debe prometerme que sea lo que sea que negociemos, Agustín Sycamore no será involucrado de forma alguna. Él no sabe que pertenecí al Equipo Flare -comentó Malva, y la revelación me impresionó.
-Pertenece, señorita -le recordó Looker-. No olvidemos, que los miembros del Equipo Flare son muy… insistentes… -prosiguió el detective-. Ahora, charlaremos, y me dirá todo lo que debo saber sobre un tal Xerosic. Vayamos a un lugar privado si no le molesta -le pidió.
-No sin antes regresarle al profesor a su Eevee… -me miró Malva con preocupación-. Los Pokémon son empáticos, me niego a que esta Eevee me vea como una traidora o como a alguien que atentó contra su especie. No quiero que Eevee escuche -aseguró.
-Desafortunadamente, no tengo el tiempo suficiente. Se supone que yo no existo -aseguró Looker, aunque de todas formas se compró otro Vanillite de chocolate, y tras hacerlo, liberó a uno de sus Pokémon-. Detective Croagunk -se dirigió Looker a su Pokémon-. Mantén a esta Eevee vigilada, no la pierdas de vista.
-Entendido, pareja -saludó el Croagunk de forma militar, incluso llevaba un sombrero de policía en la cabeza. Malva asintió, y se fue con Looker, dejándome a cargo de Croagunk-. Así que, ¿de qué crimen se le acusa, señorita? Si es cómplice y habla, le prometo que su sentencia será reducida -comenzó el Croagunk.
-¿Cómplice dices? Incluso si lo fuera, dudo mucho que pudieras usar lo que yo sepa como evidencia de nada ante una corte humana -le aseguré yo, sintiéndome extrañada por el Croagunk, quien se tomaba su papel de policía muy enserio.
-Eso lo decidirá el juez -me apuntó el Croagunk, como si yo fuera alguna clase de criminal-. Tu cómplice está metida en un verdadero embrollo, y si descubro que tú lo estás también, vas a estar en muchos proble… ¡Oh! ¡Vanillite de chocolate con fresas! ¿Mi pareja estaba disfrutando de esto sin mí? -cambió el tema el Croagunk, que comenzó a comerse el helado en el suelo-. Delicioso, delicioso -comenzó él.
-¡Los Pokémon no deberían comer chocolate! ¡Te vas a indigestar! -le mencioné, e inmediatamente después, Croagunk comenzó a sentirse mal, y a tomarse del estómago- ¿Nadie te dijo que la comida humana no es buena para el estómago de un Pokémon? -pregunté.
-Si te digo que se me sale un Gas Venenoso, ¿podrías verlo como un ataque Pokémon por favor? -me pidió apenado, lo cual me disgustó bastante.
-Croagunk no se aprende ese ataque, definitivamente no lo harás -lo miré con desprecio, mientras Croagunk se retorcía del dolor-. Veamos… Skorupi dio que si comía algo que no debía y me sentía mal… podía buscar una baya Pecha… espera aquí, buscaré una… -le pedí.
-¡Gas Venenoso! -exclamó Croagunk, y el horrible hedor comenzó a rodearlo- Ojojojojo, es muy efectivo -agregó con muy poca vergüenza, y yo, aunque furiosa, me alejé lo más que pude y comencé a buscar una baya Pecha por los alrededores de la Ruta 11-. ¡Alto en el nombre de la ley! ¡Uy! ¡O del torzón! ¡Hay que me duele! -continuó quejándose. Para fortuna del Croagunk, sin embargo, no me fue muy difícil encontrar una baya Pecha utilizando mi olfato Pokémon, y tras haberla consumido, Croagunk se sintió mucho mejor, y me sonrió con alegría- Le ha hecho un gran favor a la ley, ciudadana -enunció con orgullo y un tono de voz autoritario, muy diferente a su tono burlón de cuando dejaba su papel de policía-. La próxima vez que se encuentre en problemas, puede contar con su detective Croagunk -se ofreció.
-Entonces comencemos con tus servicios -le espeté con molestia-. Me debes un favor, así que, comienza a hablar. ¿Por qué Looker quiere a Malva? ¿Qué está ocurriendo? -le pregunté en mi preocupación.
-Esa es información confidencial -agregó con su tono autoritario de voz, pero yo tan solo lo miré con desprecio, y notando mi molestia y descontento, Croagunk se replanteó las ideas-. Bueno, supongo que ayudar a un oficial de policía es evidencia suficiente de que no eres una criminal. Pero tu humana, no puedo decir lo mismo de ella. Se le acusa de formar parte del Equipo Flare, no sé qué es un Equipo Flare, pero es algo muy serio al parecer -me explicó.
-He escuchado del Equipo Flare… -admití, aunque mis conocimientos no eran muchos, yo apenas y veía la televisión, rara vez sabía de las noticias que ocurrían fuera de Ciudad Romantis-. Pero, sea lo que sea que esté pasando. Malva es una buena humana -aseguré.
-Lo mismo decían del tipo con cabellos de Pyroar que hizo esto -me pidió seguirlo, y una vez lo hice, me quedé estupefacta al notar el desastre que era el centro de Pueblo Crómlech, una zona desde la cual se veía una estructura con la forma de una inmensa flor, y varias cabañas derribadas en sus alrededores-. Sí, al humano conocido como Lysandre, se le acusa de hacer hoyos gigantes y de plantar flores de cristal sin permiso -agregó Croagunk.
-¡Dudo mucho que eso sea de lo que se le acusa! -le grité muy molesta, y Croagunk tan solo se apenó un poco- Eso no importa. Sea lo que sea lo que pasa, Malva es una humana buena. No tiene nada que ver con esa organización criminal, eso yo lo sé. Pero tal parece que no vas a serme de mucha ayuda para saber lo que está pasando. Por eso… aún me debes un favor por lo de la baya Pecha -le enuncié, y el Croagunk reaccionó con preocupación.
-Allí es donde se equivoca, señorita -comenzó Croagunk, y yo medio le puse atención, mientras veía a Chatot llegar con mi maleta-. Soy una autoridad Pokémon, el sombrero aquí significa que yo mando, así que no tengo por qué… -intentó continuar Croagunk, cuando notó a Chatot-. ¡Un Pokémon volador! -se espantó Croagunk.
-¿Cómo es que siempre, a donde vas, todo siempre es un circo? -me enunció Chatot, y yo lo miré algo apenada- Aquí están tus cosas. La maleta es demasiado pesada. ¿Por cuánto tiempo más voy a tener que cargarla por ti? -se quejó Chatot.
-¡Ese debe ser uno de los botines de un asalto! -apuntó Croagunk sin darme tiempo a explicarle a Chatot nada, y de inmediato se lanzó a mi maleta, golpeándola con su Puño Venenoso intentando abrirla- ¡Ábrete en el nombre de la ley! -gritó en su ataque a mi maleta.
-¡Es mi ropa! ¡Detente! -lo embestí, y miré a mi maleta toda llena de un líquido morado y venenoso- ¿Ahora qué voy a ponerme para ver a Brighton? -me quejé, y miré a Croagunk con molestia- ¡Ahora me vas a ayudar quieras o no, Croagunk! -enuncié con desprecio, y Croagunk se espantó al respecto- Qué horror… -lloré mientras miraba mi maleta-. Será mejor que la escondas en algún lado, Chatot, no puedo usar esto así -le pedí.
-¡No soy tu sirviente! -se molestó Chatot, pero pronto se repuso, y soltó aire con molestia- Lo guardaré en la copa de los arboles cercanos a las afueras del asentamiento que dan a las cuevas. Pero apresúrate a terminar con tus pendientes, y si me enveneno, más te vale ayudarme -se quejó, tomó la maleta con sus patas, y voló fuera de la ciudad.
-Perímetro asegurado -agregó Croagunk con orgullo, aunque yo lo encaré con desprecio-. Quiero decir, si hay algo en lo que pueda serle de ayuda, ciudadana -se apenó él, y yo suspiré en señal de molestia, pero sonreí con malicia en ese momento.
-Oh, vas a ayudarme, eso está más que claro -le aseguré, y el Croagunk, nervioso, escuchó lo que tenía que decirle.
Recepción de Hotel Nieve Marina.
Tras charlar con Croagunk, me dirigí con cuidado al hotel Nieve Marina, esperando que nadie me descubriera. El profesor se encontraba en esos momentos recibiendo las llaves para las habitaciones que había contratado, y mientras lo hacía, un nervioso Croagunk temblaba a mis espaldas, detrás del sillón en que nos ocultábamos.
-No puedo hacerlo, soy un policía, esto no está bien -se quejaba Croagunk, pero mi paciencia se terminaba, por lo que mi instinto se estaba tornando muy agresivo, cosa que Croagunk notó-. Pero, podría perder mi placa por esto -insistió.
-Solo quítate el sombrero, así nadie lo sabrá -le expliqué, y un entristecido Croagunk se quitó el sombrero, mientras lloraba por lo que iba a hacer-. Ahora, debes ser rápido. ¡Hazlo ya! -le recriminé con molestia.
-Perdóname pareja -lloró Croagunk, y salió corriendo en dirección al profesor-. ¡Ataque Finta! -gritó, llamando la atención del profesor, quien se cubrió para evitar el ataque de Croagunk, quien solamente hizo una finta, y entonces pateó la pantorrilla del profesor, derribándolo al suelo, antes de quitarle la bata con muy poca delicadeza.
-¿Qué está pasando aquí? ¡Regresa con eso! -se quejó el profesor, poniéndose de pie, y persiguiendo a Croagunk, quien, al doblar la esquina, arrojó la bata del profesor detrás del sillón, antes de salir corriendo tan rápido como pudo, con el profesor persiguiéndolo.
-Es mi oportunidad -corrí con la bata en el hocino en dirección a los baños, asegurándome de no cometer los mismos errores de la última vez. Me transformaría dentro de los baños, donde sabía que no habría cámaras, y tras entrar en un cubículo, me transformé, envolviéndome cuidadosamente en la bata del profesor-. Esto de la transformación es muy molesto… -agregué mientras me amarraba bien la bata, e intentaba recuperar la capacidad motriz-. Si alguien me ve caminando así, pensará que estoy ebria -me quejé, y una vez que recuperé la capacidad de caminar en mis piernas humanas, me puse el sombrero de policía de Croagunk, intentando ocultar mi identidad con el mismo, y llegué ante la recepcionista-. Vengo de la Policía Internacional Pokémon -apunté a mi sombrero, y la recepcionista inmediatamente miró a mis pies descalzos-. Es un asunto de seguridad nacional, el por qué estoy descalza es confidencial -agregué apenada, pero intentando ser lo más profesional posible-. Busco a una persona que se hospeda en este hotel, de nombre Brighton -proseguí, y para mi fortuna, la mujer cooperó.
Habitación 305.
-Bien… hagamos esto… -me dije a mí misma, golpeando suavemente la puerta, y mirando a todas partes esperando que nadie me viera. La puerta por otra parte, no tardó en ser abierta, y un Brighton, ruborizado, se impresionó por mis prendas-. Voy a pasar -lo empujé rudamente, y entré en su habitación.
-¿Qué son esos trapos que estás vistiendo? -agregó apenado, mirando al suelo sin querer dirigirme la mirada. Ya veo, está en esa edad donde piensa que si se ve atraído por una mujer es menos hombre- Dijimos que vendrías a verme como una Eevee -se quejó.
-Si ese fuera el caso, vendría con aún menos prendas -le aseguré-. ¿Qué crees que las prendas se encojen junto conmigo? Cada vez que me transformo me quedo completamente desnuda, por cierto, me hiciste venir, así que responsabilízate y dame algo que ponerme -me quejé, tomé su mochila, y comencé a buscar ropa dentro-. Nada de esto me queda… -me quejé mientras sacaba su ropa interior.
-¡Deja mis calzoncillos! -se molestó, arrebatándome los mismos de las manos, antes de arrebatarme la mochila también- Eso es una violación a mi privacidad -se quejó él mientras se ruborizaba.
-Y supongo que tomarme fotos mientras me visto no lo es, pequeño depravado y degenerado -tenía que aparentar ser lo más agresiva posible. Me negaba a demostrar debilidad ante este mocoso-. Al menos dame unos calcetines y algo de calzado, caminar así por todas partes me va a enfermar -le comenté.
-Está bien, está bien… -se apenó él, sacando unos calcetines y unos tenis azules, que, gracias a mis pies tan pequeños, parecía que me quedarían bien-. Pero me los vas a regresar. Mi mamá se enojará mucho si los pierdo -se quejó, y viró a otro lado como si fuese a ponerme ropa interior. Lo ignoré y comencé a ponerme las calcetas y los tenis, que me quedaban algo apretados, pero eran mejor que nada-. Me dices cuando pueda voltear -me mencionó.
-Eres bastante caballeresco para ser un mirón depravado que fotografía a las mujeres con la ayuda de sus Pokémon -agregué con picardía, y él se molestó aún más, pero sus aromas corporales, me decían que lo tenía acorralado donde yo lo quería. El pobre me encontraba atractiva, y eso era algo de lo que me iba a aprovechar-. Ya puedes mirar -sonreí mientras me sentaba en su cama, y le sonreía tiernamente-. ¿Qué necesito hacer para que destruyas esas fotos mías? Aprovecha que estoy de buen humor -le guiñé un ojo, y él por supuesto que se apenó, y comenzó a tragar saliva con fuerza.
-Ten… ten una batalla Pokémon conmigo -me pidió, y la sorpresa se reflejó en mi mirada-. Es todo lo que pido, una batalla Pokémon… hazlo… o no te devolveré las fotos… -agregó con preocupación, y mientras evitaba tener contacto visual conmigo.
-Espera, espera… -agregué yo con curiosidad-. ¿Quieres decir que utilizaste esas fotos como garantía para asegurarte una batalla Pokémon conmigo solamente? -le pregunté, y él asintió. Mi ceja comenzó a temblarme en señal de descontento- ¿Por qué ir tan lejos por una batalla Pokémon? -me quejé, aunque parte de mí debería estar agradecida de que fuese algo tan sencillo lo que me pedían para darme las fotos- Realmente, había pensado que requeriría algo más complicado como, tal vez dinero, o fingir que era tu novia en el baile de la escuela de tu graduación de primaria -le mencioné con molestia, a lo que él reaccionó ruborizándose al extremo.
-¿Podría pedirte eso? -me preguntó, y yo lo miré de forma fulminante- ¡Ah! ¡Eso no importa de momento! -agregó mientras metía su mano en su bolsillo, y sacaba un medallero, en el cual había 5 medallas- El tuyo es el sexto gimnasio que visito, y exijo una batalla Pokémon -prosiguió con un tono de desafío.
-Por si no lo has notado, no estoy en funciones, ni lo estaré a corto plazo -le aseguré, pero Brighton ya estaba preparando su Pokébola y liberaba a su Pansage-. ¿Enserio? Puedo darte 5 razones para no tener esta batalla. La primera, estamos dentro de un hotel. La segunda, no tengo ni un solo Pokémon conmigo, ¿quieres que me transforme en una Eevee y te enfrente? Tercera, aún si lo hiciera, no tengo medallas conmigo. Cuarta, aún si tuviera medallas conmigo, no podría dártela ya que no se trata de una competición oficial. Y quinta, no soy la líder en funciones actualmente, si quieres una batalla por mi medalla, te recomiendo que vayas a pedírsela a Kali, ella es mi reemplazo -le aseguré.
-Pero yo no quiero enfrentar a Kali -agregó Brighton con molestia, suspiró, y regresó a Pansage a su Pokébola-. ¿Acaso no lo entiendes? Nadie quiere enfrentar a otra líder de gimnasio que no sea Valerie -me explicó, y yo lo miré con curiosidad-. Por todo Kalos, siempre se habla de Valerie, la líder de gimnasio de tipo Hada, la primera en su tipo de las ligas actualmente existentes. Y no solo eso, todos están curiosos de la habilidad que tiene de hablar con los Pokémon. Ir a Ciudad Romantis, y enfrentarse a Valerie, es una experiencia única. Y yo quiero enfrentarme a Valerie en batalla -insistió.
-Me halagas, pero no estoy en condiciones de hacer eso -agregué yo-. Fui sujeta a una evaluación por el Consejo de Líderes de Gimnasio y me encontraron no apta para defender mi gimnasio. Así que, aunque quisiera, no puedo enfrentarte por el derecho a la medalla Hada. No hasta regresar y probar en una batalla contra el Consejo de Líderes de gimnasio, que estoy lista para combatir nuevamente -le expliqué.
-¡Entonces difundiré estás fotos! -me amenazó, lo cual ya me molestaba bastante, pero cuando estuve a punto de recriminarle lo bajo que se estaba comportando, él comenzó a llorar- No es justo… -prosiguió Brighton, y yo lo miré con preocupación-. Yo no quiero enfrentar a Kali, yo quiero enfrentar a Valerie. Cuando llegué a Ciudad Romantis, ese mismo día me informaron que Valerie se había ido en un viaje de autodescubrimiento. Y yo que había estado entrenando día y noche con mis Pokémon para enfrentarla. Me ofrecieron combatir a la líder suplente, pero si quiero ser el mejor tengo que enfrentar a los mejores, yo quiero combatirla a usted -insistió, y yo tan solo hice una mueca de descontento-. Escuché… que la habían visto en Ciudad Yantra, y viajé de regreso a buscarla para pedirle una batalla. Le mostré a mis Pokémon una foto tuya, y les pedí que te buscaran por todas partes. Pansage regresó con esto, una foto tuya en la Cueva Reflejo, en plena transformación -me mostró una foto en la que la luz de la transformación en un Eevee me rodeaba, una segunda donde me encogía, y una tercera transformada ya en una Eevee-. No podía creerlo, pensé que era un error de la lente, y los envié a seguirte, ellos siguieron tomando fotos, y de pronto, regresaron con unas fotos tuyas bajo una resbaladilla y hablando con ese Chatot, supe entonces que era cierto. Pensé que, si usaba estas fotos, te convencería de enfrentarme en una batalla de gimnasio -esa… es una razón muy ridícula para hacer lo que hizo.
-Comienzo a pensar que fue en realidad una fortuna que un niño como tú me hubiera descubierto… es una razón demasiado inocente… otro me hubiera vendido como fenómeno de circo -me dije a mí misma, y entonces miré las fotos con cautela-. ¿Son todas las fotos? -pregunté, y él movió su cabeza en negación. Lo sabía, no podía tener tanta suerte- Escucha, Brighton… amenazar a los adultos no está bien. De hecho, amenazar a quien sea no está bien, lo que hiciste estuvo mal -lo reprendí, y él asintió sintiendo la reprimenda-. En segundo lugar, no puedo tener esa batalla contigo. Por si no lo notas, tengo un problema de transformación que resolver antes de poder cumplirte cualquier cosa. Así que, se un buen niño, dame las fotos, prométeme que no le dirás nada de esto a nadie, y arreglaré un enfrentamiento entre tú y Kali -le aseguré.
-¡Yo no quiero enfrentarme a Kali! -agregó mientras me arrebataba las fotos de las manos, pequeño grosero- Quiero combatirte a ti, y solo a ti -insistió, pero yo no podía cumplirle su capricho infantil-. Si no puedo combatirte… entonces… no te daré las fotos… -aseguró.
-Entiende, no puedo hacerlo -paciencia Valerie, paciencia-. Hasta que solucione mi problema de transformación, no puedo regresar a mi gimnasio. ¿Qué pasaría si en medio de una batalla me emociono demasiado y me transformo en una Eevee? Lo lamento, pero no puedo ayudarte -le aseguré, pidiéndole nuevamente las fotos.
-¡Entonces no me despegaré de ti hasta que arregles tu problema de transformación y me des la batalla que tanto quiero! -me recriminó, y yo sentí que mi vena se saltaba en mi frente- Prometo ayudarte con tu problema, si tú me prometes una batalla -me suplicó.
-¿Y de qué forma podrías ayudarme a…? -un momento, esto no tiene que ser enteramente malo. Si Chatot se queja todo el tiempo de que no puede cargar mi maleta, Brighton de seguro sí puede- Aunque pensándolo mejor… es posible que puedas serme de utilidad -tener a una persona que conozca mi secreto, puede serme muy útil-. Pero… no sé cuánto tiempo tardaré en resolver mi problema. Además, no sé si puedo confiar en que mantendrás el secreto -aseguré.
-La liga Pokémon será hasta dentro de 6 meses. Y yo, como todo un prodigio, tengo tiempo de sobra -vanidoso y egocéntrico te faltó decir-. Además, en cualquier momento podría adelantarme e ir por las otras medallas, siempre que tuviera tu palabra de que me darías una batalla -me miró con entusiasmo, lo que me incomodaba un poco.
-No lo sé… ya tengo demasiados problemas así como están las cosas… -me hice del rogar, y él se preocupó, lo podía olfatear perfectamente-. Tal vez si destruyeras esas fotos, lo tomaría en consideración… -le sonreí con cierta malicia. Espera, estoy sonando como Malva, creo que he pasado demasiado tiempo con ella.
-Romperé la mita ahora, la otra mitad cuando cumplas tu promesa -es más listo de lo que pensé-. Tómalo o déjalo, es la última oferta -me ofreció su mano, y con molestia tuve que aceptar que me había vencido, y le tomé la mano cerrando el trato-. ¡Bien! ¿Qué hay que hacer para que resuelvas tu problema de transformaciones? -me preguntó.
-¿Has escuchado la historia de la princesa y el Froakie? -le pregunté, él se apenó, pero de pronto se subió a la cama e intentó besarme- ¡No me refería a eso! -me quejé, empujándolo fuera de la cama- ¡No necesito que te ofrezcas en sacrificio! ¡Yo sé exactamente a la persona a la que tengo que besar! ¡Al profesor Agustín Sycamore! -aunque, no es que necesite un beso para resolver mis problemas de transformación, simplemente fue lo primero que se me vino a la mente.
-Eso es extrañamente específico -se quejó él. Tengo que admitir que es muy listo para su edad, y precoz, muy precoz-. A ver si entiendo. Para resolver los problemas de transformación que tienes, ¿necesitas del beso del profesor Sycamore? ¿Por qué él? -me preguntó él.
-¿Por qué tengo que explicarte algo tan vergonzoso? -tranquila Valerie, tranquila, has pasado demasiado tiempo con Malva. Ahora entiendo por qué dicen que los Pokémon absorben el temperamento de sus dueños, es enteramente cierto, yo no soy así- Bien… te lo explicaré -me tranquilicé-. No te voy a decir cómo es que puedo transformarme en una Eevee, solo puedo decirte que tiene que ver con un cuento de hadas, no de nosotros, sino de los Pokémon. ¿Cómo sé ese cuento de hadas? Porque hablo con los Pokémon. ¿Cómo puedo hablar con los Pokémon? Con mucha práctica, así que no preguntes -le mencioné, sabiendo que Brighton tenía demasiadas preguntas-. Si un cuento de hadas me convirtió en una Eevee, es natural que otro cuento de Hadas me transformé en una humana de tiempo completo -le expliqué.
-Pero eres una humana ya, se supone que el Frokie de la princesa y el Frokie no podía transformarse para nada en un humano -no se supone que me estés cuestionando, se supone que estés cooperando-. A mí me parece, que solo quieres besar al profesor -aseguró.
-Muy bien geniecito, aquí te va el resto de la explicación -agregué con mi ceja temblando de coraje-. Para transformarme en una Eevee, debo tener el deseo ferviente de ser una Eevee, para transformarme en una humana, debo tener un sentimiento intenso de querer ser una humana. Me transformé en una Eevee porque deseaba ser un Pokémon, pero ahora, hay una única razón por la que deseo seguir siendo una humana y esa es el profesor Sycamore. Así que, si no logro conquistar al profesor y él me rechaza, no tengo absolutamente ninguna razón para volver a ser una humana. Y por consiguiente, si eso sucede, no puedes tener tu batalla -le aclaré.
-Eso… definitivamente es un problema -concluyó Brighton, y yo asentí a sus palabras-. ¿Y cómo se supone que voy a ayudarte a conquistar al profesor? Más aún cuando se nota que está vuelto loco por Malva de la Élite 4 -continuó él, lo que me molestó.
-Ese es mi problema -aclaré yo, y él me miró con incredulidad-. Escucha, hay algo que puedes hacer por mí. Mientras voy de transformación en transformación, tengo un problema de vestimenta muy grande. Si de verdad quieres ayudarme, ve a las afueras de la ciudad y busca un árbol con un Chatot, el que te atacó -le recordé, y Brighton asintió-. Busca una maleta con mis cosas en la copa del árbol que él rodea, esa maleta tiene mi ropa. Sé un buen niño, y lava la maleta y la ropa, y después sigue al profesor a Ciudad Relieve, ya que pretende tomar la ruta larga de regreso a Ciudad Luminacia -le pedí.
-¿Eh? ¿Lavar ropa? -se quejó él, pero de momento era todo en lo que podía ayudarme, así que comencé a concentrarme, y a rodearme a mí misma con la luz de la transformación- ¿Qué es esa luz? -se preguntó él sorprendido.
-Por cierto, llévale esta bata al profesor, dile que se la quitaste a un Croagunk -le pedí, y me transformé en una Eevee frente a sus ojos, lo que sorprendió a Brighton en gran medida. Yo tan solo me dirigí a la puerta de su habitación, y comencé a rascarla con fuerza-. ¿Te molestaría? No tengo pulgares, y aunque los tuviera, la perilla está muy alta -aunque ya no puedes entenderme.
-¿Quieres que te abra la puerta? -no genio, me estoy limando las garras. Brighton por fin me abrió la puerta, y yo salí corriendo por los pasillos del hotel con el sombrero de Croagunk en mi hocico. Se estaba haciendo tarde, y ya tenía mucho tiempo sin ver ni a Malva ni al profesor.
Afueras del Hotel Nieve Marina.
-Van a despedirme, van a despedirme, van a despedirme -escuché los quejidos de Croagunk, mientras esperaba justo donde me habían dejado con él, a que llegaran Malva y Looker-. Mi pareja va a estar muy molesta. ¿Qué voy a hacer? -se aterró Croagunk.
-Ponerte tu sombrero -le espeté, y tras ver su cara de sorpresa, le entregué el sombrero-. Me fuiste de mucha ayuda. ¿No han regresado? -le pregunté.
-Oh, no estaba nervioso, para nada nervioso, bueno tal vez un poquito -me respondió Croagunk-. Por allí vienen, llegaste justo a tiempo -apuntó Croagunk, mientras veíamos a Malva y a Looker llegar. Alegremente, corrí en dirección a Malva, y salté a sus brazos-. Todo en orden, pareja -saludó Croagunk.
-Muchas gracias, Croagunk -respondió Looker, regresando a Croagunk a su Pokébola-. Está decidido, Malva. Mi organización pagará los gastos, siempre que tú nos ayudes a encontrar a Xerosic -prosiguió el detective.
-Más te vale cumplir tu parte, Looker… -enfureció Malva. Pude notar por su aroma corporal que definitivamente estaba más que furiosa-. Tengo formas de hacerte pagar, no lo olvides -aseguró, y Looker se retiró con tranquilidad. Solo entonces, sentí que Malva me abrazaba con gentileza, y sentí un aroma de impotencia y soledad que me embargaba-. Voy a extrañarte mucho… Eevee… -comentó, y comenzó a caminar conmigo en dirección a la recepción del hotel-. Es hora de terminar con esto. Definitivamente, me estaba engañando a mí misma. No puedo escapar de quién soy realmente -prosiguió, y entró en el Hotel.
Recepción del Hotel Nieve Marina.
-Entonces… ¿encontraste al Croagunk con esta bata, y de alguna forma te enteraste de que era mía? -cuando llegamos a la recepción, el profesor estaba charlando con Brighton, quien se veía bastante golpeado, y con plumas de Chatot por todas partes mientras cargaba mi maleta enmugrecida por el veneno de Croagunk. Aparentemente, el pobre se había topado con un Chatot que defendió mis pertenencias a picotazos, será mejor que busque algunas bayas para disculparme con Chatot más tarde- Pero, ¿por qué parece como si un Chatot te hubiera dado una terrible paliza? -preguntó el profesor.
-Porque alguien aparentemente no le avisó a su Chatot que yo iba a aparecerme -me miró Brighton con molestia, y solo entonces el profesor me notó en brazos de Malva-. Es todo, profesor. Por cierto, no lastimé a ese Chatot, además, ese Chatot sigue rondando por las afueras del hotel buscándome. Alguien debería decirle a ese Chatot, que no soy un vulgar ladrón. Y espero que él o la dueña de ese Chatot, se disculpe conmigo por lo que pasó -aclaró mientras me miraba con molestia. Está bien, está bien, me disculparé a la primera oportunidad, aunque no soy la dueña de Chatot-. Buenas tardes, profesor -finalizó con molestia, y se retiró de regreso a su habitación, mientras el profesor, aún curioso, se colocaba su bata nuevamente.
-Ah, Malva -se acercó el profesor, aunque pronto notó la mirada intranquila de Malva, y se mostró curioso al respecto-. ¿Sigues sintiéndote baja de ánimos? No tenemos prisa, puedes tomarte tu tiempo -le aseguró el profesor.
-Estoy lista, profesor -lo interrumpió Malva, y el profesor, aparentemente abatido por escucharla nuevamente evadir decir su nombre, se preocupó un poco-. Vayamos a visitar a nuestro amigo mutuo -prosiguió ella, y al hacerlo, sentí como me abrazó con un poco más de fuerza.
Afueras de Pueblo Crómlech.
Malva guio al profesor a las afueras del pueblo, por la salida del norte, donde unos cuantos monolitos se encontraban alrededor de lo que ahora era un inmenso cráter en la tierra en medio de la reconstrucción.
Los albañiles trabajaban arduamente para sacar los restos de la gran flor de los interiores del cráter, la policía estaba presente en todo momento, y entre ellos pude ver a ese tal Looker, con una bolsa de la cual extrajo una hamburguesa para comerla rápidamente y sin que sus compañeros se diesen cuenta.
Looker no nos vigilaba. Aparentemente ya había obtenido lo que había venido a buscar, la cooperación de Malva, no necesitaba ser una genio, ni tener detalles concretos de la situación en la que estaba involucrada, para saberlo. Malva estaba en serios problemas, tan serios, como para requerir de la ayuda de la Policía Internacional Pokémon.
-Llegamos -exclamó Malva con tristeza, y mostrándole al profesor una solitaria tumba, que no era más que un monolito de piedra tallada de forma rectangular, con unas cuantas flores secas frente a la misma-. Aunque… la verdad es que no hay nada enterrado aquí… el cuerpo de Lysandre… -intentó explicarle Malva.
-Jamás se encontró… -respondió el profesor, intentando quitarle algo de tensión a la situación-. La verdad, es que nadie sabe a ciencia cierta si Lysandre ha… -intentó tranquilizarla el profesor, pero Malva no deseaba ser tranquilizada.
-Ahórreselo, profesor -fue la ruda respuesta de Malva-. Lysandre fue impactado directamente por el rayo destructor de Yvelta, haya obtenido o no la gracia de Xerneas, su cuerpo fue totalmente vaporizado. Lysandre ya no existe. Si no fuese así… yo lo sabría… -¿Yvelta? ¿Xerneas? Definitivamente debería prestarles más atención a las noticias regionales. Todos saben del desastre de Pueblo Crómlech, pero la mayoría de la gente común y corriente que no tuvimos nada que ver, lo vimos como un ataque terrorista que mermó el turismo de la región, no como un choque de seres legendarios, eso era ridículo. Pero ahora estaba frente a la tumba de un hombre vaporizado por el Pokémon de la muerte.
-Solo intentaba ser empático, Malva -fue la respuesta del profesor, quien se sentía levemente ofendido por las palabras de Malva, quien inmediatamente después, se sintió mal por sus palabras, y bajó la mirada, entristecida-. ¿Qué ocurre, Malva? No eres tú misma el día de hoy -insistió el profesor.
-Eso es porque… estoy por pedirle que no volvamos a vernos con fines fuera de lo profesional, profesor -mi hocico de Eevee se abrió en su totalidad. Malva estaba cortando al profesor, y por el aroma corporal del profesor, supe que su corazón se había roto-. No puedo darle explicación alguna que sirva, profesor. Solo puedo decirle que, usted me hizo sentir cosas, que jamás pensé sentir antes, ni siquiera por Lysandre. Lo que sentía por Lysandre era… una atracción por el poder, por su sola presencia. Usted por otra parte, me llena de una tranquilidad inexplicable, pero… sin importar lo en paz y feliz que me he sentido, tomé muy malas decisiones antes de conocerlo, profesor. Y esas decisiones me han alcanzado, es por eso, que no puedo seguir aceptando su cortejo… ya que si lo hago… solo terminaré lastimándolo… -aseguró Malva. Yo me concentré en el profesor, él se sentía abatido.
-Supongo entonces… que mentías cuando decías que no tenías nada que ver con la organización criminal a la que pertenecía nuestro amigo mutuo -el profesor parecía estarlo tomando con mucha tranquilidad, pero no podía engañar a mis instintos, este aroma, además de la tristeza, el profesor estaba molesto. Pero, exteriormente, se le veía calmado-. ¿Es el equipo Flare tan importante para ti? -preguntó el profesor.
-Agustín… -comenzó Malva con cautela, y por la reacción del profesor, supe que se mostraba agradecido por volver a escuchar a Malva decir su nombre-. Esto no tiene nada que ver con que el equipo Flare sea o no importante para mí… tiene que ver más con el que no tengo opción… -le respondió Malva, bajando su mirada en ese momento-. Tomé malas decisiones… me involucré demasiado, y si me rehúso a tomar el lugar que debo tomar, no solo terminaré poniéndome en peligro, sino que pondré en peligro a las personas a las que amo. Personas en las que te incluyo a ti, Agustín… -confesó Malva, y me bajó al césped, para así acercarse al profesor, y tomarlo de ambas manos-. Te juro que, si hubiera otra forma, la tomaría, pero esto es lo que soy, lo que creé con base a mis decisiones. Puede que algún día, cuando todos los problemas en los que estoy involucrada hayan terminado, pueda tener una vida común y corriente, aburrida inclusive, y si ese día llega, y sigues… dispuesto a aceptarme… aún a sabiendas del pasado criminal que me embarga… quisiera volverlo a intentar… -esto sería… extremadamente romántico, si no me sintiera extremadamente celosa al respecto. Me siento horrible, deseo que el profesor la perdone, pero al mismo tiempo, deseo que no sea así para yo tener mi oportunidad, y eso me hace sentirme como la persona más horrible del mundo.
-Mientras seas parte del equipo Flare, no podrá ser -fue la respuesta del profesor, y Malva se mostró deprimida-. Esto… no es como pedirle a otra persona abandonar sus sueños por perseguir una relación, Malva. Si me lo pidieras sabes que me rehusaría rotundamente, así como yo esperaría de ti la misma respuesta. Pero esto va más allá de eso, estamos hablando de una organización criminal. No me importa tu pasado, Malva. Pero si no le das la espalda a una organización criminal, sea cual sea la razón, no podemos estar juntos. Lysandre hizo mucho mal… -le explicó el profesor.
-¡Pensando en hacer el bien! -lo defendió Malva. Yo no conocía a este tal Lysandre. Yo no sabía absolutamente nada del Equipo Flare. Pero podía sentir, que ambas, la persona y la organización que lideraba, afectaron profundamente tanto a Malva como al profesor- ¿Es esta tu respuesta definitiva? -preguntó Malva, y el profesor no se tentó el corazón. Asintió, aceptando su postura con determinación- Supongo… que fue muy agradable mientras duró. Pero, aunque usted se empeñe a que no puede ser posible, profesor. Yo le dije que si al final de este viaje, yo lo consideraba pertinente… no aceptaría un no por respuesta… -terminó de decir Malva, y entonces tiró de las manos del profesor, acercándolo a sí misma a la fuerza, y plantándole un beso tan descarado, que sentí como mi cuerpo se incineraba como un Flareon ante semejante atrevimiento. El profesor no se separó de ella, esperó, y cuando por fin Malva rompió el beso, permaneció en silencio, mirando a Malva, y al rubor que le coloreaba las mejillas-. Esa… es mi declaración de guerra, Agustín… -continuó ella apenada, y yo comenzaba a gruñirle de forma sobreprotectora, lo que sobresaltó un poco a Malva-. Cuando termine lo que debo hacer, puedo asegurarle que regresaré a intentarlo de nuevo -reverenció, y se retiró.
-Mal… -intentó decir el profesor, y Malva se viró un poco para verlo, pero el profesor suspiró en ese momento-. Cuídate mucho -finalizó, y Malva asintió con una gentil sonrisa, antes de retirarse, y dirigirse al cerco policial para reunirse con Looker-. Allí va la mujer que pensé que podía formar parte de mi vida. Qué bien las escojo. La primera se convierte en actriz y me abandona a mi suerte, la segunda es una criminal. ¿Qué encontraré ahora? ¿Alguna hechicera con un poder sobrenatural que de seguro me repelerá? -me miró el profesor mientras me levantaba del suelo, y bueno, yo no soy una hechicera, pero lo de los poderes sobrenaturales pues… ¿cómo le explico?- Tal vez debería tan solo resignarme… ya estoy muy viejo para andar persiguiendo chicas como un adolecente enamorado -no diga eso profesor, usted de verdad es muy atractivo. Seguro hay una chica por allí, por ejemplo, yo, que no puede dejar de suspirar a la mención de su nombre.
El profesor entones comenzó a caminar por el pueblo nuevamente, pero no se dirigía al hotel, se dirigía a la salida del pueblo que daba al sur, a la Ruta 10. Comprendí entonces, que el profesor estaba listo para cumplir su promesa. El profesor iba a liberarme.
Ruta 10.
Todo el trayecto, el profesor se mantuvo en silencio, aunque ahora que Malva no estaba presente, supongo que era natural pensar que no hablaría conmigo como si yo pudiese responderle. Se adentró en la Ruta 10, ignorando a los entrenadores curiosos, y a los Pokémon salvajes que se posaban frente a él intentando que los capturaran, hasta por fin llegar a un claro, el cual el profesor intuyó era el lugar perfecto para liberarme.
-Este lugar me parece bien -se dijo a sí mismo el profesor, y me colocó en el césped nuevamente-. Yo siempre cumplo mis promesas, Eevee. Nunca supe qué hacías en las afueras de la Ciudad Romantis, no sé si fuiste abandonada por un mal entrenador, o si simplemente te perdiste. Pero este es tu hábitat natural, seguro te será fácil adaptarte -prosiguió él, desamarrándome la Bufanda Rosa y la Campana Alivio-. Haznos un favor a ambos… diviértete, sé feliz, y forma una familia con un Eevee afortunado… o con quien sea que te plazca -me acarició una última vez el profesor, y entonces comenzó a retirarse.
Por primera vez en mucho tiempo, volví a contemplar las posibilidades. Tenía un mejor control de mis transformaciones gracias al Throh con el que me entrené, y mi instinto estaba tan desarrollado, que incluso lo había retenido en mi forma humana. Las reglas de depredador y presa ya aplicaban para mí, y sin Skorupi y Quagsire podría ser difícil, pero yo estaba segura de poder sobrevivir, si así lo deseaba, pero… en ese momento, ya no lo deseaba tanto. Al menos no hasta saber… si el profesor podría… pero, ¿no sería egoísta de mi parte? El profesor acababa de romper con Malva, intentarlo sería de mal gusto, y yo aún quería ser una Pokémon de tiempo completo, debía decidir… ¿y si el profesor no me quería a su lado, ni como humana, ni como Eevee? La revelación me inundó de horror, pero… mi miedo no era tan fuerte, como mi deseo de averiguarlo.
-¡Espere! -grité, y el profesor se detuvo de improviso, mientras yo corría en su dirección, saltaba, y enterraba el rostro en su pecho. No quería irme, quería quedarme al lado del profesor. ¿Me entendería el profesor? ¿Comprendería mi deseo?
-¿Espere? -lo escuché susurrar, y me sorprendí. Por unos instantes, el profesor fue tan empático, que logró deducir la fonética de mi grito, o al menos, eso fue lo que creí, ya que el profesor le dio muy poca importancia, y en su lugar me abrazó y comenzó a acariciarme con gentileza- ¿Debo pensar por esta reacción, que quieres quedarte conmigo? -me preguntó el profesor, y mi nariz de inmediato se calentó.
Pero no era ningún secreto, yo de verdad quería quedarme con el profesor. ¿Por qué no aventurarme a tener ambas cosas? Podía ser una Eevee, y quedarme al lado de la persona que me gusta, al menos, hasta saber si tengo alguna posibilidad de estar con el profesor como humana. Definitivamente, debía intentarlo.
-Bueno, si quieres quedarte conmigo, eres bienvenida -me sonrió el profesor, conmoviéndome, y abrazándome con gentileza-. Supongo que este es el momento donde debería hacer una pose mientras grito, 'atrapé a una Eevee' -por favor no. La risa del profesor me hizo saber que tan solo bromeaba, y entonces regresamos juntos al hotel.
Hotel Nieve Marina. Habitación 303.
-¡Ummm que día tan más agotador! -una vez que el profesor se quedó dormido, aproveché la oportunidad para transformarme nuevamente en una humana, y me envolví en la bata del profesor. Sabía que el profesor tenía el sueño pesado, por lo que ya no me preocupaba que se despertara por mi presencia humana. Lo miré mientras dormía, se retorcía en su sueño, no era secreto para mí que estaba soñando con Malva- Pero si me esfuerzo… algún día puede que sueñe conmigo… -me dije a mí misma, mientras veía al profesor rodar en su cama, y me perdía mirando su rosto dormido, y miraba a sus labios-. Esa Malva… ¿cómo se atreve a besar al profesor? ¿Y si era su primer beso? Si lo era… me robó esa oportunidad… -¿Qué estoy diciendo? Por supuesto que no es posible que ese haya sido su primer beso, ¿o sí?-. Por… por supuesto que no… el primer beso del profesor fue conmigo… mientras era una Eevee -que horror, bajé mi cabeza en depresión por la horrible excusa.
Mi corazón de pronto comenzó a acelerarse, estaba pensando en los labios del profesor, era ridículo, pero parte de mí quería sentir esos labios, seguramente por mi descontento de que Malva los hubiera probado primero que yo. En realidad, el recuerdo aún me molestaba mucho y me hervía la sangre. De hecho, lo que me transformó en humana una vez que el profesor se quedó dormido, fue mi inmenso deseo de pintar mi línea entre Malva y el profesor.
-No puedo creerlo, estoy celosa… -era una revelación horrible, y se hacía más horrible mientras más veía al profesor, y comenzaba a hacerme ideas ridículas-. No… ni pensarlo… -pero si era demasiado sencillo, el profesor tenía el sueño pesado, no se despertaría a menos que un Charizard le cayera encima, yo lo sabía, le había cocinado ya dos veces, y la cocina está frente a su habitación. Cualquier otra persona se habría dado cuenta, pero no el profesor, si yo quería… podía probar sus labios… nunca he besado a nadie de todas formas, y ya tengo casi 16 años… seguramente todas las chicas de mi edad ya han besado a alguien antes-. ¡No estaría pensando en esto de no ser por Malva! -grité, e inmediatamente me aterré, había alzado la voz más de la cuenta, tanto, que seguro había despertado al profesor, pero él simplemente se acurrucó en la cama- Debo… tener más cuidado… -preferentemente debo dejar de hablar.
Afortunadamente, el profesor no se despertó, lo que era aún más evidencia de que su sueño era demasiado pesado. Tal vez si lo intentaba… podía hacerlo sin que se despertara. Aunque fuera un pequeño beso sin significado para nadie más que para mí, lo que… indudablemente era patético. ¿Tan necesitada de satisfacción romántica me encontraba? Tras mirarlo nuevamente, y no soportar la tentación de acariciar su cabellera fuera de su rostro, la respuesta fue más que obvia.
-Lo necesito… -concluí, mientras recordaba con demasiado desprecio las acciones de Malva-. Realmente… lo necesito… -me tembló la ceja en descontento, y tras haberme convencido de que debía hacerlo, fui lentamente acomodándome sobre el profesor, para obtener un ángulo más cómodo para hacerlo. Fui bajando lentamente, con mi corazón golpeándome el pecho más y más rápido, sabiendo que cualquier movimiento en falso podría despertar al profesor. Ya podía sentir su respiración, nuestros rostros estaban demasiado cerca, pero cuando mis labios estuvieron tan cerca que casi podían tocar los suyos, me acobardé, me retraje, y besé su frente con gentileza en su lugar-. Esto… será suficiente… -me dije a mí misma, antes de volver a transformarme en una Eevee, y acurrucarme sobre el pecho del profesor, con su bata alrededor de mi cuerpo. A partir de mañana, comenzaré a luchar de verdad, profesor. Nuestro primer beso, definitivamente será real, no un robo descarado.
