Ok, con este capítulo ya va agarrando forma la historia. Les adelanto chiquillos y chiquillas, que la historia de poco en poco está llegando a su conclusión. Decidí dejar esta historia con la extensión común de un anime de romance, las dos opciones son 13 o 24 capítulos, y me he ido por la segunda. 24 capítulos, y tal vez un OVA, que nada tendrá que ver con la trama principal, pero que podría llegar a ser divertido. Esto significa que serán en total 25 capítulos, no más, no menos, espero estén disfrutando esta historia tanto como yo en escribirla.
astridgmc: En este capítulo creo que me pasé un poco de dulzor, espero que no seas diabética y que lo disfrutes.
TsukihimePrincess: Yo no sé de donde le ves la suerte, jajaja, hasta donde sé, solo le han pasado cosas malas, pero ya veremos qué tan afortunada es o no es realmente Valerie.
TIEIT: Según yo, todos los capítulos tienen la misma extensión, pero sí trato de hacerlos largos porque no soy muy recurrente en mis actualizaciones. Lo del Sylveon de Valerie te lo debo, si lo involucro tendré una historia eterna, y por experiencia te digo que no es muy buena idea.
Por cierto, no recuerdo si lo he mencionado o no, pero esta historia tiene una historia hermana, que no es importante leer para disfrutar esta, pero a mí me gusta pensar que las historias pertenecen al mismo universo. La historia se llama "Crónicas de un viaje Pokémon", y con el nombre ya saben que es el viaje de mi entrenador. Si alguno quiere leerla, se actualiza una vez por semana, y estaré alternando las actualizaciones de esta historia con esa. En fin, es solo una invitación. Espero disfruten esta actualización, y nos leemos en una semana.
La chica que quería ser un Pókemon.
Capítulo 11: La primera cita.
Región Kalos. Pueblo Petroglifo. Hotel Petroglifo.
-Está de suerte, profesor Sycamore, tenemos un cuarto disponible -aún me encontraba adormilada, por lo que, al llegar a la recepción del Hotel Petroglifo, me recosté en el escritorio del lobby, donde una de las recepcionistas me acariciaba la cabeza, adormilándome aún más-. Había pasado toda la noche anterior en la habitación de Brighton en Ciudad Relieve, confeccionando el kimono que planeaba utilizar para que por fin el profesor me viera como soy realmente, e intentar así tener un lugar en su corazón-. Firme aquí por favor, su habitación es la 393, ¿necesita ayuda con su equipaje? -para cuando me escabullí dentro del patio del Centro Pokémon, apenas logré dormir un par de horas entre las burlas de Skorupi sobre el enamoramiento de Kirlia, y el que todos querían que les explicara el qué había hecho en todo el día. Cuando el profesor llegó por mí, apenas me di cuenta de cuando ya estábamos en la carretera, de hecho, no recuerdo haber llegado al hotel del todo.
-Me apena un poco, pero realmente necesito de algo de ayuda con mi equipaje -apenas y ponía atención a mi alrededor, cuando me di cuenta, ya estaba recostada sobre mi lomo permitiendo que la recepcionista me rascara la barriga. Por alguna razón, es algo que se siente muy bien mientras eres un Pokémon. En definitiva, los Pokémon tienen un buen número de puntos débiles, ¿quién querría dejar de sentir algo tan rico?-. Eevee, ya tenemos que irnos -5 minutos más-. Arriba -que cruel-. ¿Seguro que puedes con eso? -ya en brazos del profesor, mis sentidos comenzaron a regresar en sí, mientras veía a un pobre botones del hotel, llevar un par de maletas pesadas del profesor en dirección a la habitación. El botones parecía estarse esforzando mucho, su cara estaba toda roja, pero no se rindió, seguro esperanzado en recibir una buena propina.
-No se preocupe, profesor, lo tengo -le respondió el botones, mientras entraba en la habitación del profesor y colocaba las maletas en el medio de la misma, y una vez lo hizo, el botones se tronó todos los huesos de su espalda. ¿Pues qué lleva allí dentro? ¿Piedras?-. Listo, profesor.
-Te agradezco, aquí tienes, por las molestias -eso es demasiada propina. ¿Cuánto gana, profesor? No es que sea interesada, pero ni yo doy propinas de esas denominaciones, y por la cara del botones, él definitivamente no recibe semejantes propinas muy a menudo. Una vez que el botones se retiró, el profesor fue al baño, regresando con una toalla, y la colocó en la cama-. Bien, es hora de ponerme a trabajar -enunció, y tras abrir su equipaje, colocó varias piedras en la toalla. Quién lo diría, en verdad llevaba piedras, aunque muy brillosas y bonitas, pero que levantaron mucho polvo, mismo que ensució casi toda la ropa del profesor-. Mira esto, Eevee, es una perfecta Piedra Llave -me mostró el profesor. La piedra parecía más hecha de perla que de piedra, aunque no sé mucho de estas cosas, tal vez las perlas son piedras, en todo caso, era blanca y liza, con muy pocas imperfecciones, y se sentía una energía irradiar de ella, aunque, no sé si sea idea mía-. De esta barra de Piedra Llave, se pueden extraer los componentes para realizar una Piedra Llave portátil, que los entrenadores pueden utilizar para Mega Evolucionar a un Pokémon, y estas… -prosiguió el profesor, levantando otros trozos de piedra, estas siendo más coloridas, y que azotó sobre la cama, haciéndome saltar a la fuerza y derribándome-. Son las Piedras Mega-Evolutivas. Oh, lo lamento Eevee, ¿te encuentras bien? -profesor, peso apenas un par de kilos, por supuesto que iba a salir volando cuando pusiera esas cosas en la cama. Además, ¿no está abusando mucho de la cama de un hotel?
Por un rato, el profesor no me prestó atención, más que para servirme el como siempre insípido desayuno, y servirme agua en un plato, lo que, en mi opinión, no era para nada higiénico, pero no tenía opción. Comí y bebí un poco, mientras el profesor trabajaba, utilizaba un cincel para extraer partes de las piedras, intentando aprovechar lo que más pudiera de las mismas. El profesor llevaba consigo en otra maleta varios artefactos extraños, entre los cuales solo pude distinguir unas lijas y unas pulidoras, como las que se usan para bolear zapatos, solo que más grandes, y que el profesor utilizaba para, aparentemente, darles forma a las rocas.
Por todo el ruido que el profesor hacía, no me fue posible dormir, y en más de una ocasión, inclusive, otros huéspedes vinieron a quejarse del ruido. El profesor se disculpaba, pero al poco tiempo volvía a hacer ruido, y así fue por mucho tiempo, en el que yo, al ser un Pokémon en un espacio tan reducido, no podía hacer otra cosa que no fuera recostarme en alguna silla, esquina, o en la misma cama, a observar al profesor.
Era una situación un tanto aburrida para mí, pero al mismo tiempo, sentía como el tiempo pasaba sin contratiempos. De poco en poco fui notando como las piedras tomaban formas más redondas, y cómo el profesor las separaba en varios grupos. Había logrado extraer de las primeras piedras color de perla, un grupo de dieciséis Piedras Llave, las que se usaban en la Mega Evolución y los entrenadores llevan con ellos mismos.
-Ocho para los líderes de gimnasio, en caso de que deseen aceptar mi propuesta, cuatro para los miembros del Alto Mando, tres para los entrenadores que saldrán en su viaje Pokémon desde Ciudad Luminasia, y una para mí, para probarlos a todos, y lograr así que la Mega Evolución sea más que solo una novedad, sino que sea algo característico de la región, aún si la Mega Evolución tiene sus verdaderos orígenes en la región Hoenn -escuché al profesor, mientras terminaba la última de las Piedras Llave, y la colocaba en el escritorio-. Tiene tiempo que no converso contigo, Eevee -me miró el profesor, y se dirigió a mí en ese momento-. He estado tan enfrascado en muchas cosas, entre mi investigación sobre la Mega Evolución, y todo lo que aconteció con Malva… -olores desagradables nuevamente me envolvieron, el profesor aún piensa en ella-. Que no te he prestado la atención debida. Me quedé en que podías comprenderme bien, y que podías responder a preguntas de sí y no. Como ya no debo preocuparme por liberarte, me gustaría retomar esa investigación. Aunque no de momento, solo me interesa saber si entiendes lo que te estoy diciendo hasta ahora -le sorprendería, profesor, pero para su deleite, asentiré para que sonría de esa forma que me fascina tanto-. Excelente, eres una pequeña muy brillante, ahora puedo sentirme agradecido de no estar loco por hablar solo -puede decirme lo que desee, no es que tenga algo mejor que hacer, pero no quiero que piense tampoco que lo considero aburrido-. Mira esto… -me mostró un conjunto de piedras, de colores diversos, muy parecidas a canicas, aunque con el tamaño de una bola de pin pon- Garchomita, Mawilita, y dos Charizarditas, una X y una Y. Lo más misterioso de la Mega Evolución, es que no todos los Pokémon las tienen, y se desconoce por qué estas piedras funcionan para Mega Evolucionar a un tipo específico de Pokémon. Algunos comparan estas piedras con las piedras evolutivas con las que tú puedes evolucionar, pero esas piedras son de un solo uso, mientras que las Mega Piedras, además de generar una evolución temporal, pueden usarse un número hasta ahora indeterminado de veces -me explicó, colocándome en la cama, y tomando la Garchomita en su mano-. Pero lo que más me sorprende, es que esta evolución es imposible sin un humano, aunque me recuerda en algo a tu evolución a Sylveon también, una evolución, que no existiría sin el ser humano, ya que sin el ser humano, no existiría Sylveon -¿de verdad?-. Sylveon evoluciona por amor -me recordó, lo que me erizó la piel, y aumentó la temperatura de mi nariz.
Profesor, ¿es acaso eso una declaración de que se sentiría agradecido de que yo evolucionara en una Sylveon para usted? No es que no lo haya pensado, pero si lo logro, y usted no me corresponde como humana, para mí eso sería lo más horrible que me podría suceder, lo que me recuerda que… casi es la hora.
El profesor regresa a su trabajo, está tan enfrascado con su investigación, que seguramente no lo ha notado. Sé que cuando lo invité a tener una cita conmigo no nos pusimos de acuerdo en una hora, solo pacté un día, pero, el Acuario de Ciudad Petroglifo abrirá dentro de poco, y usted no parece preocupado en absoluto por ello, ¿acaso no le importa?
Como una Eevee que soy, no puedo hacer más que mirarlo trabajar. En realidad, yo también debería de alistarme, y de ser una humana en estos momentos, estaría mortificada arreglándome lo mejor posible para verme presentable para usted. En estos momentos, inclusive, debería estarme preocupando para buscar una forma de escaparme de su custodia, para ir al Centro Pokémon, como acordé con Brighton, y vestirme en mi kimono y arreglarme. Pero, a usted parece no importarle. ¿Significo tan poco para usted?
-Bien, creo que fue suficiente trabajo por hoy -lo veo levantarse y estirarse. Sus cansados huesos truenan y lo lastiman un poco-. La edad ya me está cobrando factura, me pregunto si será buena hora para ir al Acuario de Ciudad Petroglifo, Valerie no me dijo exactamente a qué hora verla ni donde -¿se acordó? ¿Es importante para usted también? ¿Es de verdad lo que estoy escuchando?-. ¿Te pasa algo? Parece como si estuvieras a punto de llorar -¡No me mire!-. Ya entiendo lo que pasa, debes estar molesta porque vaya a ir a ver a otra chica que no sea Malva -¿Eh? ¿Cómo llegó a semejante conclusión?-. Tranquila, no es para nada eso. No hay forma posible de que Valerie siquiera piense en un vejestorio como yo, no tienes nada de qué preocuparte -aclaró él, lo que me ocasionó un tremendo dolor en mi pecho-. Aunque, ahora que lo pienso, ¿no sería algo grosero ir a verla en este estado? Es una chica después de todo, ¿qué pensaría si me viera así? -no fue hasta que el profesor me lo mencionó, que me di cuenta de que su ropa estaba toda sucia por el polvo de las piedras que estuvo trabajando. Sinceramente, si una mujer pusiera semejante empeño como yo estoy contemplando, y lo viera llegar así, me molestaría mucho-. Tal vez solo deba cambiarme de bata -¿Qué? ¡Mordisco!-. Ow, oye… eso no fue amable -me dejó caer sobre la cama, y yo lo miré con suma molestia-. Pero tienes razón… Valerie es una persona que se preocupa mucho por su imagen personal. Sería una total falta de respeto que llegara así a verla. Está decidido entonces, me arreglaré lo mejor que pueda -hombres-. Lo que también me recuerda… -comenzó a olfatearme el profesor, asintió, y entonces me cargó y me llevó al baño. No fue hasta que me colocó en la tina, que comprendí lo que estaba a punto de pasar-. A ti también te hace falta un buen baño -¿Qué? ¡No! ¡Espere! ¡Esto está mal en más sentidos de los que usted piensa!
Centro Pokémon de Ciudad Petroglifo. Habitación de Brighton.
-Entonces… ¿ya vas a decirme lo que pasó que estás actuando tan extraña? ¿O vas a seguir en esa esquina lamentándote de cosas que ni tu Chatot ni yo alcanzamos a entender? -la vergüenza me embargaba en esos momentos, no podía siquiera concentrarme. ¿Cómo llegué a la habitación de Brighton en el Centro Pokémon? Ni yo misma estoy segura, solamente podía pensar en una única cosa.
-Sus manos… limpiaron todo mi cuerpo… todo… -¡qué vergüenza! ¿Cómo se supone que voy a ir a verlo después de lo que pasó?-. No voy a ir… no puedo ir después de lo que pasó… no quiero verlo ni como humana ni como Pokémon, no puedo hacerlo, no puedo -exclamé avergonzada.
-Sea lo que sea lo que ocurrió, realmente parece muy grave -escucho a Chatot, quien se acerca a mí, mientras yo lo único que puedo hacer es enterrarme más y más en las sábanas-. Ya basta de sentir pena por ti misma. Tienes la oportunidad perfecta de llamar la atención del profesor, y no estuve revoloteando alrededor de toda la ciudad buscándote para que te acobardaras en el último momento. ¡Vas a perder tu oportunidad! -me reprendió él.
-¡Ya lo sé! -le recriminé, asustando a Brighton en ese momento, con mis ojos repletos de lágrimas- ¡Pero no espero que un Pokémon comprenda la clase de vergüenza que acabo de sufrir! ¡No podría ir a ver al profesor sin importar qué en estos momentos! ¡Mi corazón de Eevee estaba latiendo tan fuerte que casi me transformo en ese instante frente a él! -estaba furiosa.
-Oye, Chatot no tiene la culpa, tanto él como yo lo único que queremos es ayudarte -se interpuso Brighton, mientras yo abrazaba a mis sábanas, apenada-. Ni Chatot ni yo sabemos lo que pasó para que te comportes de esta forma, pero ambos sabemos que estuviste trabajando mucho para este momento. El profesor puede que ya se encuentre allí, en el Acuario de Ciudad Petroglifo, y no estas allí. En lugar de eso, estás envuelta como un Silcoon con mis sábanas. Valerie, ¿de verdad vas a desperdiciar esta oportunidad? -no tienen idea, de lo mucho que estoy consternada y apenada en estos momentos. Pero tienen razón, aunque la vergüenza me esté consumiendo, trabajé muy duro para esto- ¿Vas a ducharte? -me preguntó en ese momento.
-¡Ya estoy lo suficientemente limpia! ¡Gracias! -me quejé, pero intenté respirar tranquilamente- Necesito a Skorupi… pero me escapé con tanta prisa, que no tuve siquiera la oportunidad de hablar con él. De verdad necesito apoyo moral en estos momentos -supliqué.
-¡Skorupi no está aquí! ¡Y no puedes depender de él todo el tiempo! -me graznó Chatot con fuerza, aunque pude notar algo de celos de su parte- La humana que conozco, y a la que he estado ayudando, no puede ser tan débil como para dejarse doblegar por una situación tan insignificante -ni siquiera sabes el contexto de la situación-. Te he seguido por varios asentamientos humanos, y aunque he llegado a deducir que eres muy incompetente en muchas cosas, de una cosa sí que estoy seguro. ¡Valerie tiene una fuerza interna que hace que otros Pokémon la admiren y quieran ayudarla! ¡En estos momentos estás defraudándome con tu cobardía! ¿No entiendes que eres una humana que tiene tal empatía por los Pokémon, que queremos ayudarte en todo lo que podamos? ¡No podemos ayudar a quien no desea ser ayudado! -insistió Chatot.
-Chatot… yo… estoy sorprendida de que pienses eso de mí… -nunca lo había dicho antes. Hasta ahora, el único que siempre ha estado allí para mí en todo momento es Skorupi. El que Chatot dijera eso, la verdad me hizo sentirme mucho mejor-. Estoy, sumamente apenada en estos momentos. No sé si pueda ver al profesor a los ojos después de lo que pasó esta mañana. ¡Pero no quiero defraudarte! ¡Ni quiero defraudarme a mí misma! ¡Lo voy a intentar! -le aclaré, y Chatot se limitó a asentir, pero mantuvo su silencio.
-Que bien… no entiendo nada de lo que está pasando… gracias por hacerme sentir como parte de la conversación -agregó Brighton con sarcasmo, pero, de todas formas, yo estaba muy feliz con su ayuda también-. Me encerraré en el baño hasta que estés lista -terminó él, permitiéndome ir a por mi maleta, y sacar el kimono que había confeccionado.
No iba a rendirme, trabajé mucho para esto. El kimono en el que trabajé tanto, era un conjunto más simple que otros diseños en los que había trabajado antes. Constaba de unas medias largas y de un azul pálido, como la piel misma de un Vaporeon. La falda, era de holanes de un azul como el que Vaporeon lleva en sus aletas, seguido de una franja del mismo azul de las medias largas, una franja blanca después de esa, y otra azul, que era sostenida en su amarre por un cinturón de tela blanca, que mantenía el Kimono cerrado. Para el cierre del kimono, me decidí por una franja blanca, que asemejaba a una blusa de cuello de V de color blanco cuando el kimono estaba amarrado, y las mangas, aunque normalmente las prefería largas como asemejando unas alas, en esta ocasión me aseguré de que fueran solo lo suficientemente largas para llegar hasta las puntas de mis dedos por más estirada que estuviera, debía recordar que este Kimono debía asemejarse más a un Vaporeon, y los Vaporeon no tienen alas.
Los bordes de las mangas del Kimono, los adorné con burbujas de tela, del mismo color que adorna a las aletas en la cabeza de Vaporeon, y además de eso, otro adorno distintivo lo confeccioné alrededor de mi cuello, imitando el collar blando de las aletas del cuello de Vaporeon, pero más pequeñas, y pegadas perfectamente al cuello, ya que de otra forma se me dificultaría moverme con esto. Más que un collar, parecía una gargantilla larga, pero admirando el diseño, noté que se me veía muy bonita. Como la falda del kimono era corta, decidí incorporar un elemento de tela que se asemejara a la cola de Vaporeon en una tiara en lugar de en la falda, que además tenía un par de aletas asemejado a la aleta de Vaporeon, con una última aleta principal siendo la tercera, y con la tela que confeccioné para aparentar la cola, comencé a hacer una coleta, que cuando estuvo terminada, en combinación con la tela, hacían la perfecta ilusión de que tenía una cola como cabellera. No era un aditamento muy cómodo, pero se veía muy bonito, y en ocasiones, la belleza duele.
-Ya puedes salir, Brighton -llamé una vez que estuve vestida, y el pobre de Brighton salió del baño, solo para ruborizarse al extremo una vez que me vio, razón por la que le modelé, e incluso hice una voltereta-. ¿Qué opinas? -pregunté de forma coqueta, solo que, al hacerlo, noté el como el rubor de Brighton se tornaba embriagante- ¿Brighton? -pregunté de forma inocente, mientras Brighton comenzaba a tomarme la mano, y a acariciarla como en medio de un trance- ¡Oye! -me espanté.
-¡Lo volviste a hacer! -me recriminó Chatot, quien subió a la cabeza de Brighton, y comenzó a picotearlo con fuerza, molestando al pobre niño, quien se defendió intentando golpearlo- ¡Volviste a usar el ataque de Atracción! -me explicó Chatot.
-No fue intencional, es solo que, cuando Brighton se apenó por mi atuendo, tuve la pequeña necesidad de presumirle un poco, soy modelo, es mi trabajo que la persona que me vea se sienta atraída por mí -le expliqué, volviendo a hacer mi coreografía de modelo, y terminando con Brighton una vez más ruborizándose, y tomándome de la mano mientras salivaba-. Espera, no quería volverlo a hacer -me disculpé.
-¡Voluntaria o involuntariamente, el caso es que lo sigues haciendo! -se molestó Chatot, volando nuevamente a Brighton y agarrándolo a picotazos hasta despertarlo de su trance, que terminó con Brighton llorando de dolor y sobándose la cabeza- Entiéndelo de una vez, si quieres usar el ataque de Atracción, tienes que lograr encausarlo a un objetivo en concreto, o vas a terminar con todo el acuario, además del profesor, tras de ti. ¡Tienes que controlarlo! -aseguró Chatot.
-Valerie, ¿qué hice para que me ataques con Chatot? -se preguntó Brighton, sobándose la cabeza y mirándome con lágrimas en sus ojos- Me duele mucho la verdad -continuó sobándose la cabeza, y yo lo miré apenada.
-Digamos que… mientras era Pokémon aprendí accidentalmente el ataque de Atracción, y lo he usado sin querer contigo dos veces, por lo que Chatot te despierta a picotazos -le sonreí, y al hacerlo, Brighton volvió a ruborizarse, y a acercarse a mí con cara de ebrio, por lo que Chatot, una vez más, le picoteó la cabeza hasta despertarlo-. ¡Suficiente con los picotazos! -recriminé.
-Deja de atraerlo entonces -me volvió a recriminar, y mientras Brighton se reponía, tomó su Súper Bola, y liberó a Panpour-. ¡No es momento para una batalla! -le gritó Chatot.
-Tranquilo, ya entendí lo que está pasando -le explicó Brighton-. Si me vuelvo a enamorar por el ataque de Atracción de Valerie, usa a Panpour para despertarme, de esa forma evitaré perder más neuronas. Hazle caso a Valerie, ¿quieres Panpour? -preguntó él.
-¿Eh? ¿Y yo por qué? -me miró Panpour con curiosidad, y yo me agaché para observarlo fijamente- ¿Me van a cambiar? ¿Por qué debería yo hacerte caso? Pensé que estaba siendo un buen Pokémon espía, por favor no me cambies, enfocaré mejor la cámara -lloró Panpour.
-Nadie va a cambiarte -le expliqué, lo que terminó por impresionar a Panpour, quien me escuchaba perfectamente, como si pudiera hablar su mismo idioma, que claro que podía-. Brighton solo quiere que uses tu Chorro de Agua sobre él cuando veas que esté enamorado de mí -le expliqué en ese momento.
-Oye pues es más fácil que se lance al océano, no creo tener suficiente agua -enunció Panpour, apenándome, por lo que miré a Brighton con curiosidad-. ¿Empiezo a mojarlo ya? -preguntó en ese momento.
-No, mejor, solo lo mojas cuando yo te diga -entonces le gusto a Brighton, vaya sorpresa-. Esto, se está saliendo de control, ni siquiera me he maquillado, y resulta que con solo guiñar el ojo y sonreír, ya estoy usando el ataque de Atracción -expliqué, cuando Brighton volvió a sonrojarse, y a intentar tomarme la mano-. Chorro de Agua -ordené, y Panpour, aunque inicialmente confundido, me obedeció, y derribó a Brighton con su ataque.
-¿Otra vez? -se molestó Brighton, levantándose todo empapado- Espera, esto es perfecto, si puedes usar la Atracción contra el Profesor Sycamore, lo besarás, y serás una humana de tiempo completo -me explicó emocionado.
-Pero eso no es lo que yo quiero… -le confesé, lo que sorprendió a Brighton, quien me miró con preocupación-. Escucha… yo… no quiero gustarle al profesor solo por un simple ataque Pokémon. Eso no sería suficiente para que yo quisiera volver a ser humana de tiempo completo -le expliqué, notando que Panpour no entendía nada de lo que ocurría, por lo que decidí entrar un poco más en detalle-. La razón por la que solamente el Profesor Sycamore puede ayudarme a permanecer como una humana, es porque tengo en mi corazón una duda muy grande sobre él. Pienso, que tengo sentimientos verdaderos por él, pero también podría estarme equivocando, y lo único que tengo es un flechazo que se sembró en mi corazón por haber pasado tanto tiempo con él. No lo sé, la razón por la que este kimono es un Vaporeon, es porque no estoy siquiera segura de lo que siento. El profesor me ayuda a transformarme en humana, ¿pero podría ser el sentimiento lo suficientemente fuerte como para permanecer así? Eso es algo que necesito saber, y no puedo saberlo si uso la Atracción sobre él, tengo que hacerle saber mis sentimientos genuinamente, y hasta que él los sepa, y yo sepa lo que él piensa, no puedo pertenecer ni a un mundo ni al otro. ¿Lo entiendes? -le pregunté contrariada.
-Oh… vamos… pero si puedes solucionarlo todo si usas todas tus armas a favor… -intentó convencerme Brighton, pero yo estaba más que convencida de mi decisión-. Ok… lo haremos a tu modo, pero, si no puedes evitar usar el ataque de Atracción a cada momento. ¿Cómo lo vas a conseguir? -me preguntó él.
-No lo sé todavía, pero tengo que tratar -le comenté, mientras me sentaba frente al espejo, y comenzaba a maquillarme-. Lo único que sé, es que hoy voy a decirle al profesor lo que siento, debo poder hacerlo, de lo contrario nunca voy a avanzar en ninguna decisión. Yo… tengo que decírselo, necesito ser parte de su mundo… -terminé, y tras aquello, Brighton me entregó una Súper Bola-. ¿Esto es…? -le pregunté.
-La Súper Bola de Panpour -me explicó él-. No puedes controlar el ataque de Atracción, y no puedes ir por allí dándole de picotazos a cada uno que se enamora de ti. Así que lo mejor es que te lleves a Panpour contigo por si hay una emergencia.
-¿Me están cambiando? -lloró Panpour- Oh mis hermanos les he fallado. ¡Maestro mío! ¡Si va a cambiarme entonces cámbieme por algo más cercano a mi nivel! ¡Un Dragonite por ejemplo! ¡No por un debilucho Chatot! -exclamó Panpour, lo que enfureció a Chatot.
-Oh, no debiste haber dicho eso. ¡Charada! -gritó con fuerza Chatot, aturdiéndonos a todos- ¡Picotazo! ¡Picotazo! ¡Picotazo! -prosiguió Chatot, atacando al pobre de Panpour, mientras Brighton y yo intentábamos separarlos en todo momento.
Acuario de Ciudad Petroglifo.
-Pobre, quedaste todo malherido. Pero ya te expliqué que Brighton no te está cambiando -una vez terminé de maquillarme, comencé a dirigirme al Acuario de Ciudad Petroglifo, con Panpour aun llorando en mis brazos, mientras el pobre pensaba que Brighton lo había cambiado por Chatot-. Solo vas a ayudarme a controlar a las masas de hombres que pudiera yo accidentalmente atraer con el ataque de Atracción -intenté explicarle nuevamente.
-Yo confiaba en usted, maestro. ¿Cómo me ha cambiado por un Chatot? ¡Y a la niña que le gusta ante todo! ¡Este sufrimiento es todo por tu culpa! -me apuntó Panpour, quien comenzaba a colmarme la paciencia- ¿No te basta con que tengas a todos los machos de la ciudad sobre ti? ¿Tenías que quitarme a mi maestro también? -me preguntó, y solo cuando me hizo la mención, noté el cómo todos me miraban con sus rostros sonrojados, pero nadie se comportaba como hasta ese momento se había comportado Brighton.
-Eso… no es por el ataque de Atracción -deduje yo-. Siempre me gano esas miradas por vestirme como un Pokémon. Y oye, ya te dije que no te cambiaron. Eres un Panpour demasiado dramático. Ahora, realmente necesito de tu ayuda, te prometo que vas a volver a ver a tu amo, tienes mi palabra -le sonreí, y noté entonces el rubor en su rostro-. Oh no, ¿funciona también con Pokémon? -me pegunté.
-Claro que no, es solo que tienes esa facilidad de que un Pokémon se sienta cómodo contigo -respondió Panpour, apenándome un poco, mientras llegaba ante la zona de boletos para comprar mi entrada, nuevamente con el dinero que me prestó Brighton, a quien ya me sentía que estaba estafando por alguna razón.
-Una entrada para el Acuario por favor -le sonreí al aburrido joven que se encontraba en la taquilla, apenándolo mientras intentaba entregarme mi boleto, que extrañamente intentaba pasar por la apertura de la ventanilla, como buscando mi mano-. Hay no, esto va a ser más difícil de lo que pensé. Panpour, Chorro de Agua -le pedí, y Panpour obedeció, despertando al joven de su trance, mientras yo me disculpaba varias veces, tomaba mi boleto, y huía tras dejar el dinero-. ¿Cómo se supone que voy a lograr esto si con tan solo sonreír ya enamoro a quien me ve? No me quejaría si no supiera que es un ataque Pokémon, pero como lo es, la situación es muy mortificante -agregué, mientras entregaba mi entrada, sin querer voltear a ver al guardia.
-Oiga, usted es Valerie -me reconoció el guardia, sobresaltándome-. Soy un gran fan de usted, es un hermoso conjunto el que lleva puesto -insistió el guardia, y yo le sonreí nerviosa, desafortunadamente, enamorándolo con el ataque de Atracción-. Muy… muy bonita… -agregó.
-Panpour… -me estremecí, por lo que Panpour atacó al guardia, y tras despertarlo del trance, reverencié y me metí al acuario tan rápido como pude-. No está bien… no puedo seguir dependiendo de ti para despertar a todos los que me encuentro. Tengo que aprender a controlar esto -agregué, mirando al suelo mientras caminaba, no queriendo enamorar a nadie más por accidente-. ¿Qué voy a hacer cuando encuentre al profesor? ¡Estoy tan nerviosa! -grité en mi desesperación, aunque tras hacerlo, escuché a alguien aclarándose la garganta.
-Es… un placer que esté nerviosa por verme, aunque no me lo esperaba… -escuché, bajé la mirada, y allí encontré al profesor, algo apenado, mientras esperaba en la primera banca tras la entrada del Acuario-. Hola, por un momento pensé que ya no vendría -exclamó él.
-¡Profesor! -me estremecí, y abracé a Panpour con fuerza, probablemente con demasiada fuerza, ya que lo sentí quejarse por la presión- Yo… am… yo… este… profesor… am… -no otra vez, por favor no otra vez, ¿por qué no puedo ser yo misma frente a él?
-Comencemos con soltar a ese pobre Panpour, ¿te parece? -mencionó el profesor, a lo que temblorosamente accedí, permitiendo al pobre de Panpour estrellarse contra el suelo. No puede ser, el profesor debe pensar que soy una chiquilla muy molesta, no es esta la forma en que quería que nos viéramos- Ahora, toma aire… -instintivamente obedezco, como si fuera un Pokémon obedeciendo las ordenes de mi entrenador-. Ahora, suéltalo -suelto el aire, y mi corazón se siente un tanto más tranquilo, como si un peso se hubiera escapado de mis pulmones, y de mi corazón-. Allí estás… muy bien hecho. Por fin puedo ver a la verdadera Valerie, me da mucho gusto -sonríe, pero esta vez, aunque mi corazón está acelerado por su presencia, el profesor logra llenarme de una extraña tranquilidad-. Lo sabía, tu presencia, es una presencia mágica. La inspiración en tu atuendo, esa mirada hipnótica, esa elegancia con la que te mueves. Ahora entiendo a lo que te referías con mostrarme a la verdadera Valerie. Simplemente, has hecho de un momento tan simple, algo inmensamente mágico. Haces que me sienta horrible por simplemente vestir esta camina formal y mis pantalones de vestir -se apenó él. Por un instante, creí que lo hacía por cortesía, por ayudarme a calmar mis nervios, que por supuesto que logró calmarlos. Pero, había un tenue aroma, un aroma, que conocía muy bien, un aroma, como de atracción.
-¿Debo bañarlo ahora? -escucho a Panpour, quien se encuentra confundido por todo lo que pasa. Medito un poco al respecto, mis instintos Pokémon, que se han desarrollado en mi ser humano, pueden olfatear una sensación agradable proveniente del profesor, pero él no se ve embriagado, ni intenta acercarse a mí como otros lo han intentado. ¿Podría ser sincera con el profesor? ¿Podría sonreírle, sin que eso significara usar ese ataque?
-No aún… -le mencioné, Panpour esperó, pero el profesor me mira con curiosidad-. Profesor… todavía no ha visto a la verdadera Valerie, falta algo muy importante, una sonrisa… -sonrió, con un cálido sentimiento en mi corazón, y un par de lágrimas traicioneras asomándose por los bordes de mis ojos-. Una sonrisa mágica, capaz de inundar el corazón de quien la ve, con una grata alegría… siempre he querido sonreír así para usted… profesor -terminé, abrí los ojos, y esperé su reacción, misma que me sorprendió bastante, cuando lo vi apenado, y tosiendo para desviar la atención.
-Es una sonrisa… bastante agradable… debo admitir… -el profesor sentía pena, sus aromas corporales no mentían, el profesor comenzaba a soltarlos por mi presencia, aquellos olores corporales que solamente lo había visto emanar en contra de Malva. Pero debía saber si estos olores los desprendía por mi propia presencia, o por los efectos del ataque de Atracción-. Bueno, no considero pertinente el que nos quedemos aquí parados. Esto es una cita después de todo, ¿no es así? Un primer acercamiento, para poder llegar a conocernos mejor -aseguró él, sonriéndome, recuperando el autocontrol, y cuando lo hizo, lo supe. El profesor no había sido afectado por un ataque de Atracción involuntario de mi parte, su comportamiento era genuino, y aquello, rodeaba a mi corazón de una bella calidez.
-Así es… -sonreí yo, y el rubor y los olores corporales del profesor, fueron gentiles, aunque genuinos-. Es un placer el por fin llegar a conocerlo, profesor. Tenía bastante tiempo el que deseaba poder compartir un momento como este con usted -acepté, mientras notaba que el profesor me ofrecía su brazo.
-Vamos a disfrutarlo entonces -me pidió, era un caballero después de todo. Para él, este tipo de acercamientos era natural, aunque para mí, era un tanto incomodo-. ¿Demasiado? -preguntó apenado, pero este no era el momento de acobardarme, por lo que tomé de su brazo, como si se tratase de una verdadera cita, y le permití guiarme por el acuario.
-Lo que faltaba, soy el mal tercio -escuché el recriminar de Panpour, por lo que lo volteé a ver con curiosidad-. Siempre Pansear y Pansage maltratan al pobre de Panpour, y ahora no solo me cambian, sino que me abandonan a la primera oportunidad en que se presenta un ritual de apareamiento -declaró, lo que logró apenarme sobremanera.
-Que no es eso, muchas gracias por tu ayuda, pero ya puedes descansar -llamé a Panpour, regresándolo a su Súper Bola, olvidando que estaba muy cerca del profesor, por lo que pudo escuchar lo que dije con mucha facilidad-. Lo lamento… no era mi intención ignorarlo -aseguré.
-No hay problema -me regresó la mirada el profesor, que ya me estaba volviendo loca-. Debe escuchar muchas voces Pokémon a su alrededor, ¿no es así? Seguro Panpour estaba diciendo algunas cosas muy interesantes. Lo que me recuerda, pensé que usted llevaría consigo solamente Pokémon de tipo hada -se impresionó el profesor-. No me diga, que ha cambiado de idea y planea convertirse en entrenadora de tipo agua -dedujo él por mi traje.
-Por supuesto que no, simplemente pensé que era demasiado temprano para presentarme ante usted como una Sylveon -espera, ¿dije eso en voz alta?-. Espere, lo que quise decir era… yo… -traté de componer las cosas, pero estaba demasiado nerviosa.
-Así que es eso… -lo escucho decir, notando también algunos olores agradables, pero mezclados con algunos otros que no lo son tanto-. Empecemos por ayudarla a relajarse, señorita Valerie. ¿Había visitado ya este acuario? -me preguntó él.
-Yo… a decir verdad nunca había venido a un acuario -ver a Pokémon encerrados no es exactamente mi idea de un lugar agradable. La verdad es que la razón por la cual sugerí este lugar, fue porque era lo único que conocía de Pueblo Petroglifo.
-Ya veo, quiero hacerle una pregunta, aprovechándome de sus habilidades, si es que no le molesta -¿mis habilidades? Es verdad, el profesor tiene ese sentimiento de que mis habilidades son reales-. ¿Puede escuchar las voces de los Pokémon a nuestro alrededor? No pretendo que me traduzca nada, solo quería saber, si ellos se sienten cómodos -¿cómodos?-. Vera, yo los veo allí nadando, dentro de esas peceras inmensas, y los veo como los ve un investigador Pokémon, con patrones de movimiento pre-establecidos, y siguiendo un comportamiento Pokémon estable. Pero la estabilidad y la felicidad, así como la comodidad, son cosas muy diferentes. Mi visión de investigador puede que esté sesgada, pero usted, tiene una visión más mágica. ¿Puede decirme con sinceridad, si los Pokémon frente a nosotros, se encuentran estresados o inquietos? -me preguntó, aunque yo misma me preguntaba si era posible.
-Sinceramente, profesor, no sé si pueda hacerlo -le confesé-. Para poder entenderlos necesito traducir sus sonidos, gruñidos, graznidos, y demás sonidos, a palabras que yo misma entienda. Lo que me pide es como si intentara tener una conversación con un humano que intenta hablarme dentro del agua -miré a los Pokémon dentro de las peceras, a los Skrelp y Clauncher nadando de forma cautelosa, como si quisieran mantener a sus familias lo más alejados unos de otros, mientras los Finneon, los Magikarp, y los Alomomola, permanecían en cardúmenes más completos, y nadaban sin preocupación aparente-. Lo siento por no poder complacerlo -admití tras solo escuchar silencio.
-Mi señorita Valerie, dudo que usted fuera capaz de decepcionarme -agregó el profesor, lo que terminó por apenarme demasiado. Todo lo que el profesor decía, todo lo que el profesor hacía, para mí era como un intento de él por coquetearme, pero seguro que todo estaba en mi mente, aunque los aromas corporales del profesor me confundían demasiado-. ¿Puedo tomar su mano? -¿eeeeeh?- Creo, que tiene que relajarse un poco más -admitió al verme el rostro.
-Le agradecería que me lo facilitara un poco al menos -admití, pero armándome de valor, le tomé la mano, y él gentilmente la colocó sobre el vidrio del tanque. Así que era eso, me siento ligeramente decepcionada. Aunque no pude concentrarme en aquella sensación, cuando sentí algo inusual del otro lado del tanque-. Siento… una especie de vibración… ¿de dónde viene? -me pregunté, mirando por todo el tanque.
-Entonces sí puede escucharlos -sonrió el profesor, confundiéndome-. El que usted no pueda escucharlos, no significa que no estén hablando. Ellos hablan dentro del agua, su comunicación no depende del sonido que lleva el viento, las ondas que emiten continúan moviéndose por el agua, y aunque el vidrio de estos estanques esté reforzado por razones de seguridad, las vibraciones se transmiten más fácilmente por el agua. Si las ha sentido, eso solo significa que es más receptora a estas vibraciones que los demás, y es prueba de que puede escucharlas -me explicó.
-Profesor, ¿está intentando encontrar una raíz científica a mi habilidad? -comprendí lo que intentaba el profesor, y él sonrió apenado- Que decepción -comenté, sorprendiéndolo con mis palabras-. No puede explicar la magia, profesor, esta simplemente existe. Ocurre mientras nosotros creamos en ella, como los sentimientos, no se pueden explicar, por más que lo intente -le mencioné orgullosa.
-Allí es donde no puedo estar de acuerdo -¿me está diciendo mentirosa?-. Los sentimientos, son una combinación de reacciones químicas que ocurren en nuestro cuerpo. Pueden ser explicados científicamente, y si la magia es la base de los sentimientos, entonces en consecuencia, la magia debe poder explicarse de alguna manera, probablemente con connotaciones químicas -agregó él.
-No puedo aceptar una respuesta tan poco romántica -me quejé yo, cruzándome de brazos-. Las reacciones químicas no pueden regir nuestro comportamiento. Uno no puede simplemente decir que le falta tal o cual sustancia para sentir algo. Simplemente no me es comprensible que una combinación de sustancias pueda definir mis sentimientos -un momento, yo soy la que deduce el comportamiento ajeno en base a los olores que recibo-. No lo aceptaré -me quejé, aunque tras hacerlo, me sentí muy infantil.
-Eso básicamente significa que la magia y la ciencia no pueden existir juntas, ¿verdad? -me preguntó el profesor, pero no a manera de ofensa, ni a manera de insulto, o en un afán de querer cambiar mi forma de pensar. Parecía que, para él, no era más que un debate en el que intentaba comprender mi punto de vista-. Por eso estudio la Mega Evolución. No es algo que le diga a cualquiera, porque creo que no muchos podrían entender esto. Pero algo me dice que tú puedes entenderlo -aclaró él, y yo le presté toda mi atención-. La Mega Evolución, es un tipo de evolución muy diferente a todas, que solo puede activarse con un catalizador, tan extraño, que engloba a la Mega Evolución misma en un debate sin precedentes. Lo que activa la Mega Evolución, es el vínculo de confianza entre humano y Pokémon. ¿Cómo puedes explicar eso con ciencia? -preguntó él, frotándose la barbilla, sumamente curioso- ¿Significa eso que la Mega Evolución es magia? Si toma algo tan increíblemente difícil de explicar como los son los sentimientos para activarse, aunque uno piense que los sentimientos son un conjunto de reacciones químicas, estas reacciones químicas existen en individuos no solo ajenos el uno al otro, sino de especies distintas. Si fuera tan sencillo como llamarlo un conjunto de reacciones químicas, bastaría con encontrar la combinación correcta, para activar artificialmente una Mega Evolución. Pero eso, es imposible, es uno de los dos misterios más grades de la ciencia moderna -aseguró.
-¿Uno de los dos misterios más grandes? -le pregunté con curiosidad, acercándome al profesor nuevamente, quien miraba a la inmensa pecera con suma curiosidad- ¿Cuál sería el otro misterio más grande de la ciencia moderna, profesor? -le pregunté, cuando noté entonces la mirada del profesor, que se quedaba boquiabierto, y cuando miré en dirección a la pecera, noté el por qué.
Un Luvdisc parecía mirar al profesor directamente, desde el otro lado del vidrio, un segundo Luvdisc me miraba a mí, con aquella mirada curiosa y divertida, mientras bailoteaba de un lado al otro, como pidiéndome que hiciera algo, aunque yo no sabía qué deseaba de mí.
-Esto es demasiado extraño, se tratan de una hembra y un macho -me explicó el profesor, moviéndose, y notando que el Luvdisc que no le quitaba la mirada, lo seguía a donde se moviera-. Tengo que asegurarme de que no lo imagino, espera aquí -aclaró, y comenzó a correr por el Acuario, sorprendiendo a los presentes, con el Luvdisc siguiéndolo en todo momento-. Me está siguiendo. Como desearía saber la razón -sonrió el profesor, mientras yo miraba al Luvdisc frente a mí.
-¿Podría ser? -me moví, notando en ese momento que Luvdisc me seguía, lo que el profesor notó al estar del otro lado de la exhibición, casi a mis espaldas por haberle dado la vuelta a la misma. Volví a moverme, sorprendida de que el Luvdisc continuara siguiéndome- ¿Estará jugando? -pregunté apenada, aunque yo sabía que había otra posibilidad, una que inventaron los humanos, y por la que los Luvdisc fueron sobre pescados hace tiempo.
-Muévete un poco más -exclamó el profesor, corriendo lejos de mí, mientras el Luvdisc que lo perseguía se negaba a separarse de él-. Esto es divertido, nunca me había pasado antes -sonrió él, soltando una gentil risa, misma que me apenó bastante, y por la que el Luvdisc frente a mí pareció reaccionar-. ¿No quieres intentarlo? -preguntó el profesor.
-Me da miedo que ocurra lo que creo que va a ocurrir -acepté, mirando a Luvdisc directamente, quien continuaba mirándome con curiosidad-. ¡Pero también sería muy feliz si fuera cierto! -corrí, a como me permitía mi kimono, ya que no era muy sencillo moverme en el mismo, y para mi sorpresa, el Luvdisc me siguió por el Acuario, ganándose las miradas de asombro de quienes nos miraban. Si frenaba, el Luvdisc frenaba también, si me agachaba, Luvdisc bajaba para posarse frente a mi rostro, si saltaba, Luvdisc nadaba de arriba a abajo para no dejar de verme fijamente- ¡Me está siguiendo! -declaré con emoción, girando inclusive, como si bailara con Luvdisc, y notando que Luvdisc giraba conmigo también.
-¡Oye! ¡Eso parece divertido! -giró el profesor, logrando que el Luvdisc que lo seguía girara también, lo que me arrebató una sonrisa genuina, al ver al profesor divertirse de esa forma- Fascinante -aunque él lo viera todo como un experimento científico.
Otras personas se acercaron a las vitrinas, intentaban ganar la atención de los Pokémon, la mayoría de los Pokémon los miraban extrañados, pero no les prestaban mucha atención, y aunque los niños corrieran, las parejas saltaran juntas e hicieran señas, o los turistas giraran intentando que algún Pokémon los imitara, esto simplemente no ocurría. En todo caso, lo más que lograron hacer, es que algunos Seel aplaudieran bajo el agua en señal de burla.
-Solo nos siguen a nosotros -me apené, yo conocía la leyenda, ¿la conocería el profesor también? Pero, incluso si la conocía, no había pruebas de que eso fuera cierto. Era tan solo una idea romántica, que alguien se inventó por enamorar a su pareja, y por más mágico que eso pareciera, incluso yo que deseaba creer en la magia, en los cuentos de hada, y todas esas cosas, tenía que admitir que era algo muy difícil de creer. Si tan solo pudiera saberlo, si tan solo pudiera comprobarlo, desearía poder preguntarle al Luvdisc la razón de lo que hace, pero no puedo hacerlo, no puedo hablar con los Pokémon que están bajo el agua, a menos qué… a menos qué…-. A menos que use la ciencia… para comprobar la magia de esta historia -así lo hago, tal vez en un acto de fe ciega, quizás por mi propia terquedad, o por mi infantilismo. Coloco la mano sobre el vidrio, asegurándome de que cada centímetro de mi palma esté completamente en contacto con el mismo. Luvdisc observa curiosa, pasan unos instantes, y de pronto, cierra sus ojos, y recarga su cuerpo sobre el vidrio también.
-Es amor… -escucho, lo siento en las vibraciones, por unos instantes permanezco allí, perpleja, preguntándome si lo que acabo de escuchar no es otra cosa que mi necesidad inmensa por querer sentirme amada por el profesor. Después de todo, no lo conozco, él es un hombre de ciencia, yo una niña que quiere creer en la magia. Sí, seguramente todo está en mi mente-. Es amor… -repite, quito la mano del vidrio, pero Luvdisc tras separarse, vuelve a golpear el vidrio gentilmente, invitándome a que vuelva a colocar la mano sobre el mismo. Yo no quiero hacerlo, no quiero engañarme a mí misma, pero quiero creer al mismo tiempo, y vuelvo a tocar el vidrio con cuidado-. Lo que sientes… es amor… deja de engañarte a ti misma pensando que es algo más… si tu amor es verdadero, va a llegar… solo tienes que confiar… eso es todo lo que se necesita… -no lo estoy imaginando, ¿verdad?
-Esa persona. ¿Qué es lo que siente? -desvió la mirada, y puedo ver al profesor mirándome con cautela, como no comprendiendo lo que ocurre, mientras yo intento confiar, en que puedo realmente transmitir mi mensaje- ¿Qué siente él? -insisto, Luvdisc no responde, tan solo se mueve- ¡Oye! ¡Espera! -escapa de mí, y en mi deseo por respuestas, yo simplemente lo persigo.
-Oye… -escucho al profesor, de reojo puedo ver al Luvdisc que lo ha estado persiguiendo alejarse de él. ¿Acaso fallé alguna prueba? ¿Acaso por dudar lo he arruinado todo? ¿Por dudar de la magia estas son las consecuencias? ¡Soy una tonta! ¡La magia es lo que realmente me tiene enamorada del profesor! ¿Cómo pude dudar de ella?-. ¡Valerie! ¡Atenta! -escucho al profesor, pero es tarde para detenerme, en mi persecución por el Luvdisc, mi cuerpo impacta al suyo, y antes de caer derribada, lo último que veo es mi sandalia salir volando por el aire, y caer a mi derecha, mientras yo intento recuperarme del tremendo golpe- Ow… ¿estás bien? -cuando regreso en mis sentidos, estoy sobre el profesor, quien débilmente se toma de la espalda por haber sido derribado por mí.
-¡Profesor! -exclamo en sorpresa, sumamente avergonzada- Yo, lo lamento mucho… -me pongo de pie, me alejo de él, e intento controlar mi vergüenza. Me dejé llevar, me atreví a soñar, y seguramente eso no le ha agradado en absoluto.
-Esa fue una tacleada impresionante -se burla de mí un poco, como una forma de él de romper el hielo, pero yo ya no puedo verle, mi vergüenza es demasiada-. Encontré tu sandalia -continúa bromeando, pero yo no puedo verlo, en su lugar desvío la mirada nuevamente a la exhibición, y encuentro a Luvdisc allí, moviendo su cabeza, invitándome a que me dé la vuelta-. ¿Valerie? -pregunta el profesor, y cuando noto a Luvdisc hacer un movimiento, como si estuviera asintiendo, me armo de valor, y me doy la vuelta- Admito, que no me había divertido así en años, aunque puede que no sea muy sano el que vuelva a correr así. Tu sandalia -agrega él, entregándome la misma, y yo, aunque apenada, me la vuelvo a poner.
-Muchas gracias… profesor… -agrego con cuidado, y de reojo alcanzo a ver a Luvdisc danzando, queriendo llamar mi atención, el Luvdisc que antes perseguía al profesor hace lo propio con él, y ambos miramos al par de Pokémon, que, de improviso, unen sus bocas, como si de un beso se tratase, sorprendiendo a los presentes, pero aún más a mí, renovando mis creencias en la magia, en el romance, y dándome ideas que antes no hubiese siquiera considerado.
-Esto… es algo que jamás había visto antes -escucho al profesor, aunque mi mente no está aquí, ya no más, se encuentra en un debate interno muy fuerte, entre el romance y el raciocinio-. Supongo que… hay cosas que la ciencia simplemente no puede explicar… ow… mi costado me está doliendo un poco por el esfuerzo.
-Hay una historia… que se dice sobre los Luvdisc… profesor… -le menciono, medio consiente de lo que estoy diciendo, dudosa, con miedo, pero no me detengo-. Se dice que si una pareja, encuentra a un par de Luvdisc… eso significa que tendrán una relación romántica y duradera… -le confieso, mientras intento leer la expresión de su rostro, e ignorar la tremenda cantidad de olores corporales a mi alrededor, que por la multitud, no alcanzo a deducir de donde proviene qué olor-. Sé que usted es un hombre de ciencia, pero… tengo curiosidad de saber qué cree usted de este tipo de historias -le pregunto, mientras el par de Luvdisc continúa compartiendo un aparente beso, mientras nadan juntos sobre nuestras cabezas.
-Lo único que puedo decirte en este momento, es que, si yo no creyera en cierta medida que existe la magia, no podría dedicarme al estudio de la Mega Evolución -el profesor me sonríe, pero no me dirige la mirada, tan solo continúa observando a los Luvdisc, hipnotizado por su danza acuática-. Supongo que soy un hombre de ciencia que cree en la magia -finalizó.
-Ya veo… -ya no puedo pensar con racionalidad-. Luvdisc… pueden hacerme el favor de bajar un poco, a mi altura estaría bien -les pido, y en respuesta, los Luvdisc nadan hasta estar frente a mí.
-Impresionante, ni siquiera estás tocando el vidrio -eso es porque no necesito tocar el vidrio, para que comprendan mis sentimientos, profesor-. ¿Cómo lo hiciste? -no importa cómo lo hice, no importa nada más, solo importa, que deseo su atención en este momento, y no voy a permitir que, por ningún motivo, esto se malinterprete- ¿Valerie? -me pregunta, mientras coloco mis manos en ambas mejillas, acorralándolo, y robándole de un solo movimiento su aliento. Es hora de estar en sus memorias, es hora de estar en sus sueños, profesor, como usted está todo el tiempo en los míos.
Escucho a la gente a nuestro alrededor, pero ellos no son importantes para mí, la única persona importante para mí en este momento, es el profesor. Siento su calor emanando de su cuerpo, puedo sentir el cómo se tensan sus músculos, y como sus labios se debaten, entre entrelazar los míos o repelerlos. Al final no ocurre ni una ni otra cosa, no siento que él presione de regreso a mis labios, ni tampoco siento su rechazo, simplemente siento un punto intermedio, entre el aceptar lo que está sucediendo, y al mismo tiempo temer al mismo hecho.
Tras unos instantes, soy yo quien se separa, y mantengo la mirada posada en el profesor, quien simplemente me ve con ojos de espanto, con la boca entreabierta, como si su mente aún no pudiera procesar lo que acababa de suceder. Entregué mi mensaje, lo entregué fuerte y claro, sin dejar lugar a duda alguna sobre su interpretación, solo bastaba encontrar su respuesta al mensaje, aunque la cara de sorpresa que me dirigía, era ya un mensaje muy fuerte para mí. No era ni rechazo ni aceptación, solo un punto intermedio, una posibilidad abierta.
-Eso… es más de lo que tenía pensado cuando acepté tener esta cita contigo -aceptó el profesor, yo ya no sabía qué hacer, ni cómo sentirme, solo guardé silencio, sin poder ignorar el rubor en mi rostro, bajando la cabeza apenada, como si hubiera hecho algo terriblemente mal. Por un buen rato hubo silencio, las personas a nuestro alrededor no dejaban de susurrar cosas, algunas en desaprobación por nuestras edades. Puede que debiera haberlo pensado mejor, somos figuras públicas después de todo, lo que hice, podría arruinar la reputación del profesor. En definitiva, debí haber pensado las cosas mejor. En mi temor, comienzo a buscar la Súper Bola de Panpour, tal vez si lo libero y le ordeno Danza Lluvia, podría escapar en medio de la confusión antes de que alguien me reconociera. Uso tipos hada de todas formas, no tipos agua, podría negarlo todo si me preguntaban-. Valerie… -interrumpe el profesor mis pensamientos, y yo lo miró, con mi corazón tan acelerado que apenas puedo mantenerlo en mi pecho-. Hay un evento importante al que necesito atender en el Bastión Batalla. Es un evento en parejas, incluye una recepción, baile formal y esas cosas. ¿Te gustaría acompañarme a ese evento? Puedes decir que no si así lo quieres -finalizó él. Yo no podía comprender para nada lo que estaba pasando, ni los sentimientos del profesor, aunque mi instinto, me decía que no me estaba rechazando.
-Si usted gusta… confeccionaré algo especial para la ocasión… estaría complacida de poder acompañarle… -acepté, desviando mi mirada a los Luvdisc, quienes extrañamente, tras romper su beso, parecieron estarme sonriendo, y se alejaron alegremente, como si hubieran terminado con su misión-. ¿Usted quiere que lo acompañe? -le pregunté.
-No me desagradaría la compañía -aceptó el profesor, pero no me miraba en absoluto, solo miraba a los Pokémon en el agua, específicamente a los Luvdisc, quienes compartían una danza muy llamativa-. ¿Puedo contar entonces con su asistencia? Sería dentro de un par de días, por la noche -me preguntó, y yo asentí cuidadosamente-. Entonces, me parece mejor que continuemos con nuestra cita, una vez que hayamos aclarado nuestras respectivas ideas, ¿le parece? -me pidió, con una gentil mirada comprensiva en su rostro- Soy un adulto, necesito tener cuidado con mis decisiones. En especial si dichas decisiones me piden pensar más sobre la magia, y menos en la ciencia -aclaró.
-Por mi bienestar emocional, creo que está en lo correcto, profesor… -le respondí yo, con rubor en mi rostro, y jugueteando con mis dedos-. Podría al menos… preguntar… ¿qué le pareció? -me apené nuevamente, seguro mi rostro brillaba más que una baya Tamato.
-Fue mágico -aceptó él, aún sin dirigirme la mirada-. Pero sumamente imprudente. En definitiva, lo único que le puedo decir, es que tengo mucho en qué pensar. ¿Podríamos dejarlo en eso? -me pidió, y yo asentí. No se dijo más, y con cuidado, comencé a retirarme, apenas y creyendo lo que acababa de pasar- Oh, por cierto -y descubriendo que, de ahora en adelante, y hasta no saber la resolución del profesor, cada palabra que el profesor decía me causaba un mini infarto-. Estoy ansioso por saber lo que va a diseñar la próxima vez -aseguró, y mi corazón volvió a acelerarse sin remedio, y corrí fuera del Acuario, ignorando a todos quienes me criticaban por mis acciones, con la sola misión, de poder alegrar al profesor con mi próximo diseño.
Centro Pokémon de Ciudad Petroglifo. Habitación de Brighton.
-¡Maestro! -exclamó Panpour, a momento en que lo liberé en la habitación de Brighton, y se lanzó a él, mientras yo, aún conmocionada por todo lo que había pasado, me sentaba en el escritorio de Brighton, tomaba papel y lápiz, y miraba a la nada- ¡No vuelva a cambiarme, maestro! ¡Seré un buen Panpour! ¡Pégueme, pero no me deje! -lloriqueó Panpour.
-¡No me dejas concentrarme! -le recriminé, mientras Chatot bajaba y se posaba sobre la lámpara del escritorio, con mil preguntas en su mirada- Todo ha salido bien… al menos es lo que quiero pensar, pero el cortejo, aún no termina -le aclaré.
-Skorupi, Quagsire y Kirlia van a estar agradecidos de escuchar eso, pero, ¿qué vas a hacer ahora? -me preguntó, mientras Brighton se sentaba en la cama, y esperaba, aunque yo no estaba segura de como proseguir.
-En estos momentos, me siento confundida -les expliqué, meditando sobre todo lo que había pasado-. No estoy triste, pero tampoco estoy contenta. No estoy vacía, pero tampoco me siento satisfecha. Siento toda mi columna llenar mi cuerpo de diversas emociones, todas al mismo tiempo, sin control, sin un orden, sin saber qué va a pasar, ni cómo voy a reaccionar. Me siento… como un Jolteon… -acepté, y comencé a dibujar-. Brighton… sé que es mucho pedir, pero voy a necesitar que me vuelvas a prestar dinero. Te prometo, que te lo regresaré todo, y que te compensaré por todo lo que has hecho por mí. Pero de momento, todavía necesito de tu ayuda -le pedí, sonriente, y Brighton en ese momento se apenó, se rascó la parte trasera de su nuca, y asintió.
-¡Ah, este es el momento para el que me llamaron! ¡Chorro de Agua! -lo empapó Panpour, por lo que yo miré al pobre de Brighton con cautela, aunque con una ligera sonrisa en mi rostro- ¡Descuide, amo Brighton! ¡Yo lo salvaré del ataque de Atracción de Valerie! ¡Y del ataque siniestro en consecuencia de su pareja de madriguera! -terminó.
-¿¡Que no es mi pareja de madriguera!? Solo, dejen de decir cosas vergonzosas, suficiente tengo con lo que pasó hoy -los ignoré, y regresé a mi diseño. Había avanzado, no sabía exactamente cuánto. Pero sabía, que mi mensaje había llegado.
