Ya estamos cerca de la novena generación y yo apenas dignándome a aparecer. En fin, espero que aún haya gente leyendo esta historia. En todo caso al menos permítanme desearles un Feliz Año nuevo, que lo disfruten:
TsukihimePrincess: ¿Guardad a Sylveon para la boda? No creo que en 12 capítulos, que son los que me faltan para terminar esta historia, podamos ver algo cercano a una boda, jajaja, pero ya veré qué se me ocurre para Sylveon. Es verdad que seguramente me pasé un poco con la parte de los Luvdisc, y ahora voy a volverlo a hacer, creo, pero si no avanzo esta cosa nunca la voy a terminar, así que a avanzar que ya quedan pocos capítulos. Que lo disfrutes.
astridgmc: (Recuerdos de Vietnam por dejar la historia inconclusa por tanto tiempo), más de un año después, aquí humildemente te dejo la continuación, espero no sea muy tarde.
TEIET: El sylveon de Valerie aún puede salir, e eso no te preocupes, solo no se me ocurre ni cuándo ni cómo, pero no será a corto plazo, eso te lo aseguro. Ya veré qué papel le doy.
SylveonWriter: (Memorias de Vietnam otra vez), ya, prometo esforzarme para terminar esta historia, perdón por tardarme tanto.
La chica que quería ser un Pókemon.
Capítulo 12: Los danza de los Volbeat.
Región Kalos. Pueblo Vánitas. Centro Pokémon.
-¡Aaaaahhhhh! -en el patio del Centro Pokémon resonó el poderoso grito de Kirlia, que me forzó a intentar cubrirme mis orejas con mis patitas de Eevee. Quagsire se lanzó al agua por el dolor de sus oídos, Chatot revoloteó nerviosamente, y Skorupi simplemente se desmayó por el poderoso grito, mientras la enfermera Wigglytuff, esta vez una hembra al parecer, entraba en pánico al patio del Centro Pokémon, esperando encontrar el origen de la conmoción, descubriendo a Kirlia bailando de alegría, tomándome de mis patitas, y obligándome a bailar con ella- ¡Qué felicidad! ¡Qué felicidad! ¡Qué felicidad! -exclamaba ella, mareándome mientras me giraba.
-Creo que acabo de aprender Carga Tóxica -mencioné mientras caía en mi costado, recordando mi primera batalla Pokémon contra Throh, y el cómo se sentía el perder toda tu energía, mientras mi insípido desayuno intentaba escaparse por mi garganta por el tremendo mareo.
-¡No es momento de desmayarse! ¡Necesito detalles! ¡Detalles! -exclamó Kirlia, forzándome a mis cuatro patas, mientras me sacudía violentamente intentando reanimarme, pero confundiéndome aún más- ¡Por fin el profesor sabe de tus sentimientos! ¡Pero él no sabe que eres su Eevee! ¡Tienes que decirme si el profesor dijo algo más una vez que regresaste a su cuarto! -insistió ella en sus sacudidas.
-¡Le vas a dejar el cerebro más revuelto que un Spinda! ¡Deja de sacudirla así! -me defendió Skorupi, mientras yo bailoteaba como un Spinda por tantas sacudidas- Oye cría, reacciona. Si vez un Lampent ni se te ocurra seguirlo. Mamá Drapion decía que eso era malo -me explicó.
-Ya estoy mejor -respondí yo una vez que el mundo dejó de dar vueltas a mi alrededor-. Respondiendo a tus inquietudes, el profesor estuvo extrañamente silencioso cuando fue a recogerme y me llevó a la habitación -le expliqué, recordando el cómo el profesor me había dejado en el suelo de la habitación, y se dedicó a trabajar en las piedras megaevolutivas-. No mencionó nada en todo momento, ni siquiera expedía olores corporales de ningún tipo que me hicieran saber el cómo se sentía. Era como si el profesor se hubiera desconectado del mundo intencionalmente -probablemente yo había incomodado al profesor a semejante punto, que decidió ignorar por completo lo que había ocurrido. No, el profesor no sería tan frio de corazón.
-Pero si antes dijiste que ya habían intercambiado lengüetazos -agregó Skorupi, avergonzándome sobre medida-. Pensaba que lamerse las lenguas era algo así como el sello del ritual de apareamiento humano -prosiguió mientras se frotaba el mentón con su pinza.
-¡No fue esa clase de beso! ¡Fue gentil e inocente! ¡No lujurioso y apasionado! -me defendí yo, notando para mi mala suerte que en mi vergüenza, había estallado en la luz de mi transformación en humana, dándome un tremendo golpe con la rama del árbol frente al cual discutíamos, pero aquello no era importante, me había transformado en pleno Centro Pokémon, y había algunos entrenadores presentes, por lo que me oculté dentro de unos arbustos antes de ser descubierta- ¡Mira lo que me hiciste hacer, Skorupi! -me quejé mientras me ocultaba lo mejor que podía- ¿Ahora qué voy a hacer? Mi maleta la tiene Brighton -mi mala suerte no terminaba nunca.
-Es inquietante el como siempre te metes en este tipo de embrollos -se burló Chatot, pero yo no quería escucharlo, y me enterraba a mí misma dentro de los arbustos-. Por lo visto, ahora no puedes pasar el suficiente tiempo como una Pokémon. Si estas cosas siguen pasando la vas a pasar muy mal. ¿Alguna idea de cómo cubrirte el cuerpo? -me preguntó, pero obviamente no tenía idea alguna. No podía simplemente caminar desnuda por el Centro Pokémon, no al menos que pudiera cubrirme de hojas. Un momento.
-Wormadam… -enuncié, y mis compañeros Pokémon me miraron fijamente, mientras yo apenas y sacaba mi cabeza por entre los arbustos-. El Pokémon que siempre cubre su cuerpo con lo que encuentra. Escuchen, en estos momentos no creo poder transformarme de vuelta en una Eevee, y no puedo salir desnuda por allí. Lo único que se me ocurre es envolver mi cuerpo con hojas, y el único Pokémon que puede enseñarme a hacerlo de forma correcta es un Wormadam. Me conformo con un Burmy. Si pueden ayudarme a encontrar a un Burmy o a un Wormadam, puedo aprender de ella el cómo cubrirme en este tipo de situaciones -les expliqué.
-Oh claro, es la cosa más fácil del mundo Pokémon -agregó Chatot con sarcasmo-. Tan solo sobrevolaré los campos de bayas cercanos donde los Burmy tienen sus colmenas, y solo debo pedirles amablemente que no se fijen en que soy su depredador natural, y que me permitan llevarlos hasta aquí para hacerte un traje de hojas, todo mientras resisto la tentación de desayunármelos -finalizó de forma arrogante.
-Odio decirlo pero el pajarraco tiene un punto -comentó Skorupi-. Este es depredador, no ha sido capturado aún. Además es el único que puede salir ya que para el resto de nosotros, la enfermera Wigglytuff espera, y no creo que esta vez ni vestiditos ni cerebro de Dunsparse puedan hacer algo para quitárnosla de encima -me explicó Skorupi, apuntando a Wigglytuff, la enfermera que llevaba siempre consigo a su bebé Igglybuff, aparentemente recién nacido. Era tan pequeño y adorable, y todos quienes lo veíamos no podíamos evitar suspirar. Era obvio que no podíamos molestar a esta enfermera Wigglytuff-. Supongo que eso nos deja sin posibilidades de salir a buscar la ayuda de un Burmy o Wormadam -me explicó.
-Pero algo debemos hacer, no puedo quedarme así -comenté, y mi grupo de amigos Pokémon intercambió miradas-. Chatot, eres depredador natural de Burmy y Wormadam. ¿Puedes encontrar alguno por aquí por mí? Si pretendes ser un Pokémon capturado seguro que no te temerán -le pedí.
-¿Rebajarme a hablar con mi presa? En fin, no es como que pueda comerme a algún Pokémon aquí, arriesgaría mi pico. Las cosas que hago por ti -revoloteó Chatot, voló por el patio del Centro Pokémon, y mientras lo hacía, yo esperaba impaciente, y con bastante frio.
-Oigan miren, es la hembra del amo -escuché a Panpour, quien llegaba con Pansage y Pansear, los Pokémon de Brighton. Aparentemente, Brighton había optado por hospedarse en el Centro Pokémon en lugar de en alguno de los hoteles de Pueblo Vánitas.
-No hables con el enemigo -recriminó Pansear, aparentemente el dominante entre el grupo de Pokémon de Brighton- Aunque el amo te vea como una pareja potencial, es más importante nuestro deber como Pokémon. No podemos permitir que sigan ayudando a la humana -me apuntó Pansear con desprecio.
-¿Tienes un problema? Ven y dímelo a la pinza -me defendió Skorupi, Quagsire y Kirlia lo apoyaron, Pansage respaldó a su hermano Pansear, Panpour simplemente lloró asustado por no saber qué hacer.
-¡Lo encontré! -exclamó Chatot, aterrizando con un aterrado Burmy atrapado en su pata, mismo que liberó frente a mí- aunque no me creyó nada de lo que le dije. Así que el resto depende de ti -me explicó Chatot, mientras yo veía al aterrado de Burmy.
-¡Espera! ¡No me comas! -lloró el Burmy, a quien yo tranquilicé sacando mi mano de los arbustos, y acariciándolo gentilmente- ¿No van a comerme? -exclamó con temor, mirándome con lágrimas escapando de los bordes de sus ojos.
-Nadie va a comerte -le respondí, sorprendiendo al Burmy, quien notó que yo podía hablarle sin problema alguno-. Tengo un problema y necesito de tu ayuda. ¿Puedes ayudarme a construir un traje de hojas como el tuyo? Me serviría mucho para poder salir de aquí -le pedí amablemente.
-¡No vas a hacer nada de eso! -recriminó Pansear, mirándome con molestia. Yo no entendía su problema, pero me recordaba bastante a Chatot cuando recién lo conocí- Mis hermanos y yo no permitiremos que sigas poniendo en peligro al mundo Pokémon -sentenció Pansear.
-Tranquilo hermano, es la hembra que le gusta al amo -intentó detenerlo Panpour, hecho un paño de lágrimas-. Dile que se detenga hermano Pansage, la hembra del amo no es malvada -me defendió, aunque me avergonzaba que me llamaran la hembra de Brighton.
-A mí no me metan -agregó el perezoso de Pansage-. No he hecho mi fotosíntesis matutina todavía, así que es su problema -agregó, mientras se ponía al sol. Hasta ese momento no pensé que un Pansage se alimentara por fotosíntesis, pero si lo he visto comer croquetas, ¿será algo opcional?
-Suficiente con los gritos, van a alertar a la enfermera Wigglytuff -se quejó Chatot, defendiéndome, lo que me alegraba bastante-. Esta humana está bajo nuestra protección, no tienen nada de qué preocuparse -aclaró Chatot.
-Fue tu especie de voladores la que causó todo esto en primer lugar -se quejó Pansear, asustando a Burmy, quien saltó a mi mano buscando mi protección. Chatot bajó la mirada entonces, como si supiera que su especie en verdad tenía la culpa de todo.
-Si no confías en el pico de baya Pecha, entonces confía en mí -se cruzó de pinzas Skorupi, y Pansear lo miró con confusión-. Un Drapion se encargó del problema la última vez, ¿no es así? Entonces un Drapion puede volverse a encargar -¿un Drapion se encargó? ¿Qué quieres decir?
-¡Hablas demasiado! ¡Yo puedo defenderme solo! -exclamó Chatot furioso, y tanto él como Skorupi intercambiaron miradas de desprecio y se empujaron las frentes- Fue el tipo volador el que reveló el secreto, y por ello voy a hacerme responsable -prosiguió Chatot. El pleito pudo haber continuado, pero Quagsire se adelantó, bañando a ambos con un Pulso de Agua y lanzándolos por los aires.
-Perdón por eso -exclamó Quagsire, mientras Chatot y Skorupi caían aturdidos y confundidos, y Quagsire se posaba inmenso frente a Pansear-. Skorupi es el guardián asignado, y yo soy el guardián asignado del guardián asignado. Pueden confiar en nosotros, mantendremos el mundo Pokémon a salvo -le explicó Quagsire. No podía comprender yo si estaba siendo diplomático o agresivo. En todo caso, su mirada no me permitía saberlo. Pansear se limitó a observar a Skorupi, después a mí, y al final asintió.
-Supongo que estaría más tranquilo si fuera un Drapion, pero al parecer tendré que conformarme -respondió Pansear, retirándose en ese momento, Panpour se estremeció al ver que se quedaba solo, por lo que tomó a Pansage, que aún hacía fotosíntesis, y huyó tras Pansear.
-Quagsire… -comencé yo, con Burmy aún en mis manos y más confundido que nunca-. ¿Hay algo que yo debería de saber? -le pregunté, y él se dirigió a mí con una sonrisa, y una mirada, que pese a ser casi inexpresiva, me inundaba con un sentimiento de confianza.
-Solo que no hay Pokémon que te quiera más que Skorupi, y que él va a cuidarte por siempre -sonrió nuevamente, y en ese momento, todas mis preocupaciones se esfumaron, y asentí agradecida, mientras el mareado de Skorupi se reponía.
-¿Alguien anotó la matricula del Rhyhorn que me arrolló? -agregó Skorupi, sacudiéndose la confusión- ¿Dónde quedó el copete de cola de Charmander ese? ¡Ya sacó Pokéboleto! -insistió Skorupi, queriendo ir a darle una tunda a Pansear, mientras Kirlia se lo impedía al tomarle de la cola.
-Las cosas ya se pusieron muy tensas, ya déjalo así -agregó Kirlia, sobresaltando a Skorupi, que comenzó a sudar frio. Yo no necesitaba que me explicaran nada, lo intuía todo, pero decidí confiar en Quagsire, y más importante, confiar en Skorupi. Notando mi resolución, Kirlia, quien puede comprender perfectamente los sentimientos de los humanos, sonrió agradecida-. Seguíamos con Burmy -nuestras atenciones volvieron a posarse en el confundido Pokémon, quien asintió, y escuchó todo lo que tenía que decirle.
Habitación de Brighton en el Centro Pokémon.
-Valerie… me haces muy difícil el poder concentrarme -una hora más tarde, me encontraba afuera de la habitación de Brighton, con un traje hecho enteramente de hojas. Obviamente, aunque mi traje era bastante funcional, medio Centro Pokémon me estaba mirando en ese momento, podía jurar inclusive que alguien había tomado una fotografía-. ¿Quieres pasar? -preguntó Brighton de forma inocente.
-¿Tú qué crees? -agregué molesta, Brighton inmediatamente se hizo a un lado, permitiéndome entrar en su habitación. Brighton entonces intentó preguntar algo, pero yo estaba tan apenada, que lo detuve- No quieres saberlo. Era una emergencia, e hice lo que tenía que hacer. Solo diré que no volveré a ver a un Burmy de la misma manera, y que algunos secretos Pokémon deben permanecer secretos. Ahora, voy a tomar una larga ducha, enserio que muy larga, para quitarme toda la basura que utilicé para hacerme este traje de hojas. Estoy muy escasa de paciencia en estos momentos, y tengo bastante hambre. Así que, se un buen niño, consígueme algo de comer, y un Pokémon de tipo eléctrico -le pedí, mientras me encerraba en su baño, dispuesta a quitarme la asquerosidad que estaba usando en esos momentos.
-Está bien… veo que estás molesta, pero no entiendo por qué te desquitas conmigo -es verdad que no debería desquitarme con Brighton, pero había tenido un mal inicio del día, y lo que quería era quitarme todas las hojas, y sustancias que no mencionaré, de mi piel lo antes posible, y la verdad es que todo este embrollo me había malhumorado bastante, sin mencionar que, sin importar lo mucho que estimara a Skorupi, eso que me estaba ocultando, me aterraba un poco, aún con las palabras de Quagsire-. Te pedí un desayuno continental. ¿Será suficiente? -me preguntó desde el otro lado de la puerta, mientras yo me duchaba y frotaba con todas mis fuerzas para despegarme las hojas.
-Lo que sea está bien, prometo que te lo pagaré todo -me aseguré de recordarle, y escuché entonces algo deslizarse por la puerta. Por mis instintos aumentados, y por mi olfato, deduje que Brighton estaba recargado sobre la puerta, además de que parecía deprimido-. Brighton… lo siento si me desquité contigo… no ha sido un buen día… -le expliqué.
-Dijiste que solo necesitabas el beso del profesor… lo besaste, pero nada cambió -por su tono de voz, y por los aromas corporales, supe que Brighton no estaba exactamente molesto. Más bien estaba decepcionado-. Esto no es como el cuento de la Princesa y el Froakie, ¿verdad? -me preguntó entristecido.
-Aparentemente no lo es -confesé, por fin recostándome en la tina, y meditando sobre todo lo que había pasado-. Es probable, que me tome más tiempo del que pensé el poder ser una humana de tiempo completo -no, eso no estaba bien. En estos momentos, yo sentía un dolor punzante en mi corazón por varias razones. La más importante, era que no tenía idea siquiera de los sentimientos del profesor por mí. La segunda, y en ese momento más punzante por lo reciente de la herida, era saber que Skorupi no me fue del todo sincero, algo que yo no podía recriminarle, ya que yo tampoco estaba siendo sincera con Brighton en su totalidad-. Brighton… hay algo que no te he dicho… -comencé, era el momento de dejar de tener secretos con la gente que aparentemente me estimaba-. No es suficiente que el profesor me bese para ser una humana de tiempo completo. La verdad es que mi verdadero deseo siempre fue ser una Pokémon, y la única forma en que yo abandonaría ese deseo, es si el profesor llegara a corresponderme. Te mentí, Brighton… no es un beso lo que me curará… es probable, que si el profesor me rechaza… no tenga forma alguna de volver a ser una humana… -terminé, y por un tiempo hubo silencio.
Pasaron algunos minutos, y Brighton no dijo nada, solo lo escuché levantarse cuando tocaron a la puerta con mi desayuno. En esos momentos, no podía olfatear muy bien ya que el vapor de agua que se levantaba de mi tina caliente se metía en mi nariz y confundía a mis sentidos. Brighton no volvió a sentarse al lado de la puerta, temía inclusive que se hubiera molestado, ¿y cómo no iba a estarlo? Lo usé a mi conveniencia, y él no tenía ninguna garantía de que yo podría regresar a ser una humana de tiempo completo. Mi baño se tornó más largo entonces, tenía miedo de ver a Brighton, pero también, la hora de la cita con el profesor se acercaba, y yo debía alistarme, por lo que tuve que salir de la tina, y enfrentar a Brighton, lo peor de todo, en toalla.
-Brighton -comencé, notando entonces mi kimono de Jolteon afuera del baño y en una percha, y a Brighton tecleando en su computadora, en medio de una transportación Pokémon. Yo lo miré confundida, y él se apenó un poco, desviando la mirada.
-Me pediste buscar un Pokémon eléctrico, ¿no es así? -se apenó Brighton, y yo asentí en ese momento- Hace tiempo capturé uno, no sé si pueda ser de mucha ayuda, pero puedes usarlo si quieres. Es algo quisquillosa, por eso no la he entrenado mucho, pero no es un mal Pokémon, seguro si le hablas te tendrá la confianza suficiente -me explicó, liberando a un Emolga de su Pokébola, que se estiró tras la materialización.
-Al fin libre… estar en hibernación forzada no es agradable -se quejó Emolga, una hembra, quien entonces miró a Brighton con ojos repletos de amor-. ¡Amo! ¡Sabía que me perdonaría tarde o temprano! ¡Estará orgulloso de mí, se lo prometo! -exclamó Emolga, una Emolga muy agradable, pero yo estaba más preocupada por Brighton en ese momento.
-¿Vas a seguirme ayudando? -le pregunté con curiosidad, y la respuesta de Brighton fue sonreírme, aunque apenado de verme aún en toalla solamente- ¿Por qué? Te mentí, no tengo siquiera garantía de que puedo ser una humana de tiempo completo -confesé.
-Sé que no soy tan importante como el profesor -me respondió Brighton, confundiéndome un poco- Pero si ayudo a Valerie a cumplir sus sueños, puede que termine siendo un buen amigo, por quien Valerie pueda transformarse de vez en cuando en humana -sonrió de oreja a oreja, y aquello me conmovió.
-Haré un esfuerzo, por poder transformarme de vez en cuando, inclusive si el profesor llega a rechazarme, por un buen amigo como lo es Brighton -aseguré, sabiendo que, en ese momento, ya tenía una razón más para intentar ser una humana de tiempo completo, aunque en mi corazón yo supiera, que no sería posible, si no lograba conquistar al profesor.
Afueras del Centro Pokémon.
-No entiendo por qué el amo me está pidiendo este favor tan molesto -cayó la noche, y una vez que logré arreglarme en mi kimono de Jolteon, que era un tanto más sencillo que el kimono de Vaporeon que había usado antes, constando únicamente del distintivo de Jolteon siendo este una falda con varios cortes irregulares asemejando a las púas de Jolteon, además de un collar blanco alrededor de mi cuello siguiendo esos mismos patrones de cortes, caminé con la Emolga de Brighton por la parte trasera del Centro Pokémon, buscando a Chatot, quien yo sabía que se encontraba en los árboles de los alrededores-. Me deposita, dejándome a mi suerte en un laboratorio con un profesor extraño, y ahora me pide seguir las órdenes de una extraña a quien considera su hembra. Que molesto -se quejó Emolga en mi hombro.
-Brighton no me ve de esa manera, solo somos amigos -le aclaré, sorprendiendo a Emolga, quien no se esperaba que yo pudiera hablar con ella-. Creo que por la prisa de ponerme el kimono no alcancé a presentarme apropiadamente -recordé mi prisa cuando me había dado cuenta de que se había hecho ya muy tarde-. Mi nombre es Valerie, puedo hablar con los Pokémon, y Brighton me está ayudando a conquistar a una persona muy importante para mí. En otras palabras, Brighton me ayuda con mi ritual de apareamiento humano -comenté, sabiendo que solo usando esas palabras Emolga me comprendería.
-¿Estás de broma? ¡Nadie puede hablar con los Pokémon a menos que…! -se cubrió la boca Emolga, como comprendiendo que estaba diciendo algo prohibido- No dije nada, no dije nada -agregó ella en su preocupación.
-Si te refieres al cuento de la Swanna, lo conozco, me transformo en una Eevee -confesé, y por las reacciones de Emolga, supe que estaba completamente aterrada por lo que yo podía hacer-. Tranquila, hay Pokémon guardianes a mi alrededor que me impiden decir el secreto. Aquí viene uno de ellos -agregué, mientras Chatot volaba a nuestro encuentro, visiblemente agotado debo agregar-. ¿Todo bien Chatot? -pegunté.
-No son horas de que los Pokémon voladores estemos despiertos -me explicó Chatot, aterrizando en una rama de los árboles cercanos-. La enfermera Wigglytuff fue a arrullar a Igglybuff, usó Canto y más de la mitad de los Pokémon del centro están dormidos. Puedo escabullirme y traer a alguien, pero solo a uno, de preferencia que no sea Quagsire -me pidió mientras bostezaba.
-Obviamente iba a pedirte que trajeras a Skorupi. Pero ten cuidado con las cámaras de seguridad -le pedí. Chatot asintió y voló dentro del patio de recreación donde los Pokémon vivían libremente, y mientras aquello ocurría, Emolga me miraba con terror-. ¿Qué ocurre? Te he dicho que no tienes nada de qué temer, soy una de ustedes -le expliqué.
-Claro, y yo soy un Zapdos disfrazado de Emolga -no me cree-. En todo caso, si de verdad pudieras entender lo que digo, sabrías que los olores corporales de mi amo indican que te intenta reclamar como su pareja. Espero que eso no ocurra, me eres demasiado desagradable -agregó Emolga con descaro, lo que me molestó bastante.
-Oh, lamento mucho que pienses de mí así, pero en definitiva, los olores corporales de Brighton no significan nada para mí -exclamé yo, y por la mirada de Emolga, supe que ella me creía por fin-. No aceptaré el cortejo de Brighton, puedes estar tranquila al respecto. Solo hay una persona cuyo cortejo aceptaría, y esa persona es el profesor Agustín Sycamore. Así que puedes estar contenta, no seré la hembra de tu amo -aclaré.
-¿En verdad puedes entenderme? ¡Eso está mal! ¡Muy mal! ¡Debo advertir a los demás! -enunció Emolga con temor, cuando de pronto Chatot llegó, dejando caer a Skorupi no muy gentilmente a mis pies- ¡Un Skorupi! ¡Su especie arreglará las cosas! -exclamó Emolga, lo que me preocupó y entristeció un poco.
-¿Qué forma es esa de despertarme cabeza de alpiste? ¡Anda que yo si te parto el pico de baya Pecha ese! ¡Baja de allí! -gritaba Skorupi con molestia, mientras Chatot hacía lo que podía para mantenerse despierto, y fallaba horriblemente, doblando la cabeza sobre su hombro, y ocultándola entre su ala- ¿Cómo te atreves a dejarme hablando solo? -se quejó Skorupi.
-¡Skorupi! ¡Hay problemas! ¡Esta humana sabe el secreto del lago de la luna! -apuntó Emolga desde mi hombro, preocupando a Skorupi, quien comenzó a sudar frio al respecto- Llama a un Drapion a que se haga cargo. ¡Rápido! -pidió en agonía.
-Ah, sí bueno, ya no hacemos esas cosas -intentó decir Skorupi, mientras me dirigía la mirada en preocupación-. Anda que mientras esta cría humana ande bajo mi protección, no se requieren de medidas extremas. Eah Valerie, ¿lista para ligarte al profe? -intentó decir, evidentemente tratando de divertir mi atención a otro tema.
-Skorupi, no soy tonta. Tengo la suficiente madures para saber lo que me estas ocultando -me agaché, tomando Skorupi en mis manos, y mirándolo fijamente, aunque él de todas formas desvió la mirada-. Pero como no me lo quieres decir, tengo que deducirlo. No viniste tras de mí para cuidarme, ¿verdad? Viniste a exterminarme -comenté, y Skorupi se apenó aún más, y se dio la vuelta, entristecido-. Skorupi, ya pasaron demasiadas cosas entre nosotros para saber que no vas a exterminarme. Lo hubieras hecho ya hace mucho -le sonreí.
-Ya, ya… te lo cuento, pero no me vayas a odiar por esto -comenzó Skorupi, y yo asentí en ese momento-. Hace muchas camadas, cuando los humanos aún vivían en torres de roca, fue un Drapion quien se encargó de… digamos… silenciar a la princesa esa que se había convertido en una Swanna… se dice inclusive que en ese día los Drapion se volvieron mitad Siniestro además de Veneno… no es un recuerdo bonito. Cuando te transformaste en una Eevee, los del estanque pidieron a mi madriguera que cumpliéramos con lo nuestro. Pero no pude hacerlo, porque te conocí, y porque Quagsire me siguió convenciéndome de no hacerlo -así que le debo mucho a Quagsire también. Que lindos son los dos-. Pensé que si te quedabas como una Eevee todo estaría bien, pero heme aquí, ayudándote a ligarte al profe, confiando ciegamente en que no dirás ni pio. Pero todos a mi alrededor, te dejan ser porque soy un Drapion en potencia… saben que puedo exterminarte, que debo exterminarte, si lo considero necesario -terminó con su confesión.
-Pero yo sé que no puedes exterminarme -le besé la frente a Skorupi, incomodando a Emolga, y alegrando a Skorupi-. Sabes a fango -me burlé un poco, limpiándome los labios con las mangas del kimono, y obviamente molestando a Skorupi-. Eres mi guardián… y sé que puedes convertirte en mi verdugo todavía si crees que no puedes confiar en mí. Así que, trabajemos juntos para no decirle el secreto a nadie, y así no habrá necesidad de exterminio alguno. Podemos hacer eso, ¿verdad? -le guiñé el ojo.
-Por supuesto, nada me gustaría más -exclamó Skorupi, y entre ambos hubo ese entendimiento, que traspasó nuestras respectivas preocupaciones, mientras yo colocaba a Skorupi en mi otro hombro, opuesto al de Emolga, y comenzaba a caminar en dirección a la Ruta 7.
-Es broma, ¿verdad? ¡No puedes confiar en ella! -insistía Emolga, aunque me estaba gritando en el oído mientras lo hacía- ¿Acaso es tu entrenadora? ¿Por eso te tiene tan controlado? ¡Si dice el secreto, ni mundo humano ni Pokémon volverán a ser el mismo! -insistió Emolga.
-¡Oye! ¡Un Drapion arregló el problema pero fue tu raza de voladores quien lo inició! -le apuntó Skorupi, gritándole a Emolga desde mi otro oído, y mi cabeza comenzó a dolerme por la discusión- ¡Aunque si de verdaderos culpables hablamos, ve y quéjate con los Swanna que ellos empezaron todo! ¡En todo caso, puedes traerlos a todos! ¡Yo los detendré! -insistió él.
-¿Por qué? ¡No es tu entrenadora! -insistió Emolga, y yo sentía mis ojos desvariar por los gritos, por lo que tuve que tomarme del barandal de madera del puente en dirección a la Ruta 7, intentando que los quejidos Pokémon no me aturdieran aún más. Sobre todo porque hacía ya varias transformaciones que mis sentidos se habían agudizado en mi forma humana- ¿Por qué ella es tan especial que no puedes cumplir con tu deber? -siguió Emolga, y mi cuerpo ya temblaba por tanto grito.
-Antes de poder entendernos como lo hace ahora, ya podía hablar con nosotros… -continuó Skorupi, y yo lo miré curiosa, mientras intentaba mantenerme de pie-. Ningún humano que fuera maligno podría hacer eso. Además, los Skorupi y los Drapion hemos cargado con esa vergüenza por muchas camadas. Incluso si Valerie fuera un humano malvado, no podría exterminarla -confesó, visiblemente apenado.
-Evoluciona en un Drapion y deja que tu lado Siniestro te convenza entonces -prosiguió Emolga, lo que me confundió un poco-. Por algo, los Pokémon siniestro son odiados incluso en el mundo Pokémon. Cuando evoluciones, seguro no pensarás lo mismo -¿Cuándo Skorupi evolucione? ¿Acaso, si Skorupi evoluciona, despertará en sí mismo un lado oscuro? ¿Perdería a mi amigo cuando Skorupi obtuviera el tipo Siniestro?
-Eso no va a pasar -sonrió Skorupi, mirándome a los ojos-. No sabe lo que dice. Cualquiera que conociera a Valerie quedaría encantado de ella, sea del tipo que sea -finalizó Skorupi, y Emolga me miró con detenimiento, curiosa de que aquello fuera verdad.
-En estos momentos sin embargo, agradecería que dejaran de gritarme en los oídos -exclamé apenada-. Recuerden que no tengo Pokébolas en las cuales meterlos. Si discuten de esa forma, solo van a terminar… -intenté decir, pero una vez que terminé de cruzar el puente de madera que oficialmente me invitaba a los interiores de la Ruta 7, mi mente comenzó a divagar.
Ya estaba muy oscuro por las avanzadas horas de la noche, pero no me fue para nada difícil el poder ver al profesor Sycamore mirando a la distancia desde una orilla del lago, fascinado con un espectáculo Pokémon natural, la danza de los Volbeat.
En los alrededores de la Ruta 7, los Volbeat suelen salir de los matorrales y los arbustos para danzar por el cielo nocturno, en un espectáculo que por mucho tiempo solo pude imaginar en mi mente, pero que veía con mis propios ojos por vez primera aquella noche. Y, aun así, este era un espectáculo que no podía disfrutar del todo, no al menos con la presión en mi pecho, mientras en la distracción de las luces de los Volbeat que surcaban los cielos, el rubor en mi rostro parecía brillar con mayor intensidad.
-Eah, Valerie, despierta -exclamó Skorupi, despertándome de mi trance, y forzándome a gritar por la sorpresa. El profesor entonces dejó de mirar a los Volbeat, posando su atención sobre mí, y tras recibir su atención, noté como Skorupi rápidamente saltaba a los interiores del bolso de mano amarillo que llevaba, después de todo, Skorupi era el Pokémon del profesor, pero no cambió el hecho de que me sentí horriblemente abandonada por él.
-¿Valerie? -preguntó el profesor, mirándome desde un extremo del camino, mientras yo me quedaba allí, petrificada, meditando si debía o no regresar por donde vine. Los Volbeat parecieron sentir mi incomodidad, y comenzaron a volar alegremente a mi alrededor, forzándome a sentirme incluso más preocupada, ya que me cortaban la ruta de escape, y me dejaban indefensa frente al profesor, quien simplemente sonrió ante lo que estaba ocurriendo- Perfectamente razonable el cómo logras convertir cualquier encuentro en algo mágico -lo escucho decir, pero yo no puedo decir nada. Nuevamente, el verme a mí misma en mi forma humana frente al profesor, me aterraba bastante- ¿Comenzamos nuevamente con los ejercicios de respiración? Inhale… -me pidió, y la obediencia Pokémon se apoderó de mí, mientras el profesor continuaba dando instrucciones-. Ahora suéltelo -así lo hago, y aunque no termina por calmarme del todo, es suficiente para recuperar mi autocontrol-. ¿Mejor? -me pregunta.
-Es lo más relajada que voy a llegar a estar en mucho tiempo alrededor de usted, profesor… -le confieso, y mientras lo hago, solo puedo mirar los ojos de reproche de Emolga, quien incluso comienza a taparse la nariz frente a mí como una burla a mis olores corporales-. ¡No puedo evitarlo! -me quejé, y mientras lo hacía, los Volbeat comenzaban a rodearme, y a olisquearme, lo que era excesivamente incomodo-. Profesor… ¿alguna sugerencia? -exclamé petrificada.
-Que aroma, es tan dulce y relajante -escucho a los Volbeat, a quienes el profesor observa con curiosidad-. No es una Illumise, pero es un aroma embriagante. Obviamente intenta que este humano la note -escucho a otro, y mi vergüenza aumenta, mientras los Volbeat comienzan a hablar entre ellos-. ¡Ayudemos! ¡Ayudemos! -comienzan todos al unísono, y antes de que yo pueda quejarme, al menos unos seis Volbeat comienzan a girar a nuestro alrededor a gran velocidad, lo que termina generando una especie de tubo de viento a nuestro alrededor, culminando conmigo perdiendo el equilibrio, y el profesor atrapándome en sus brazos- ¡Buen trabajo! ¡Buen trabajo! -los escucho decir, mientras vuelan en dirección al lago.
-Parece que los Volbeat se divirtieron un poco a nuestras expensas -bromea el profesor, y a mis adentros solo puedo lanzar un grito mental de vergüenza, mientras el profesor, pese a todo, respetuosamente me ayuda a incorporarme-. Veo que esta vez eligió un conjunto bastante electrizante. Un Jolteon. ¿Puedo preguntar la razón detrás del diseño? -no sabía si el profesor estaba genuinamente interesado, o si solamente intentaba hacer algo de conversación para ayudarme a recobrar la calma. Pero fuera cual fuera la razón, no podía simplemente quedarme allí en silencio y víctima de mi vergüenza. No hace mucho me había aventurado a confesarle mis sentimientos, y si bien estos aún no tenían una respuesta, si no actuaba, solo se quedaría en eso, en un grito desesperado de atención. Ya sabe mis sentimientos, profesor, es hora de que conozca mi mundo.
-Ah… bueno… verá… -¡soy patética! ¡No puedo siquiera tener una conversación normal con el profesor! Puedo escuchar la risa burlona de Emolga en mi hombro, y todo a mi alrededor se desmorona. Incluso los Pokémon piensan que soy patética, ¿cómo es que puedo ser tan débil?
-Cálmate cría -escucho, y siento la cola de Skorupi salir de mi bolsa y enrollarse un poco en mi muñeca-. Mamá Drapion solía decir, que en un ritual de apareamiento, es mejor fallar que no intentarlo siquiera. Tomate tu tiempo, y háblale al profe con el corazón -es verdad. Quien no lucha, solo ve lo que desea arrebatado por otros. Debo al menos intentado.
-Yo… debo disculparme, profesor… -comienzo, lo mejor que puedo hacer para poder dar pasos hacia adelante, es admitir mis propios temores-. No me había dado cuenta de lo débil que realmente soy, hasta que perdí la acreditación de mi gimnasio. Me cuesta demasiado comunicarme con extraños, en especial extraños, a quienes quiero conocer profundamente -lo miro, y el profesor se limita a asentir, permitiéndome acomodar mis ideas, dándome el tiempo que necesito-. Elegí a un Vaporeon la primera vez, porque me sentía abatida, y sin rumbo… yo solía dejarme llevar por la corriente, y pensé que era feliz dejándome llevar. En algún momento perdí mi rumbo, estuve a la deriva. Elegí a un Vaporeon como el primer Pokémon para presentarme ante usted, porque aún en estos momentos, intento recobrar el rumbo, y elegir mis propias corrientes a las cuales surcar -es algo deprimente, pero es la verdad.
-Es una revelación sorprendente -me comenta el profesor, mientras ambos miramos en dirección a los Volbeat, quienes juegan carreras por el rio frente a nosotros-. Eso solo significa que no se puede juzgar a un libro por su portada. Tengo que admitirle, que alguna vez la juzgué muy duro sin siquiera conocerla, y llegué a pensar que tenía la vida hecha -confesó él.
-No lo culpo por pensar así -después de todo, usé mi belleza para aprovecharme y ser una muñeca viviendo en un mundo de fantasía. Es duro salir a que te golpee la realidad-. Seguramente actuaba de forma muy infantil antes. No tengo forma de saberlo porque siempre se cumplieron todos mis caprichos, no es hasta hace poco, que he tenido que aprender a valerme por mí misma -acepté con tristeza.
-Supongo que todos evolucionan a ritmos diferentes -asiento a sus palabras, sintiéndome un poco más tranquila-. Seguramente su transformación en un Jolteon esconde también un significado maravilloso. ¿Puedo saberlo? No me molesta esperar si no se siente lista -dudo que haya un momento en el corto plazo en que vaya a sentirme lista.
-En verdad que no me agrada para nada ser un manojo de nervios cada vez que estoy en su presencia, profesor, simplemente ocurre -admito, y el profesor tan solo se ríe gentilmente-. Elegí a Jolteon, una vez que me armé de valor para hacer lo que hice en el acuario. En estos momentos mis emociones están tan desordenadas y sin control que cualquier cosa me provoca una descarga en mi columna. Es una sensación molesta, pero como un Jolteon, solo puedo adaptarme a ella, o huir de ella. Elijo la primera opción… -finalizo, por fin logrando sonreírle, y tras hacerlo, lo veo sonrojarse, y puedo oler esos aromas que me llenan de esperanza.
-Se le da muy bien adaptarse -agregó él. Siento como Skorupi retira su cola de alrededor de mi muñeca, y aquello es señal de que he recobrado el control. No estoy para nada tranquila, eso no puede pasar de momento. Pero supongo que puedo adaptarme a estas sensaciones-. Aunque… ¿no al ser Vaporeon un tipo agua, lo hace más adaptable que un Jolteon? -¿eh?
-Me acaba de arruinar la explicación… profesor… -agrego con molestia, a lo que el profesor responde riéndose de mí, pero no a manera de burla, sino como entusiasmado, yo me rio de igual manera, de forma natural, y dejando atrás mi miedo.
-Le diría que se nos hace tarde para el evento al que fui invitado, pero… extrañamente me siento relajado y no me gustaría interrumpir el momento -confiesa el profesor, invitándome hasta una banca, donde ambos nos sentamos, y miramos a los Volbeat en su danza. Emolga sobre mi hombro, salta al suelo y se sienta aparente molesta y cruzándose de brazos-. Tu Emolga parece algo molesta. ¿Está todo bien? -pregunta curioso.
-Es prestada, para el conjunto -le explico yo, apuntando a mi kimono-. No está muy feliz de acompañarme -rápidamente ignoramos a Emolga y continuamos mirando a los Volbeat, ellos crean patrones de luces en el cielo, y a orillas del rio, comienzan a reunirse los Illumise.
-Vomitaré arcoíris esta noche, ya fue suficiente de tantos hedores de apareamiento -escucho a Emolga quejarse, está tan molesta que comienza a intentar ahuyentar a los Illumise, yo me agacho y la cargo, ayudándola a acomodarse en mis piernas, sintiendo ligeras descargas que me envía como forma de revelarse contra mis atenciones, el profesor lo nota, y rápidamente me toma de la mano y clava su pie en la tierra, terminando con la descarga de Emolga.
-Gracias… -agregó apenada, dándome cuenta de que gracias a la broma de Emolga, el profesor me había tomado de la mano. Lo había hecho solo para hacer un puente y enviar la electricidad de Emolga al suelo, pero no cambiaba el hecho de que me había tomado de la mano.
-Disculpe -se apenó él, intentando soltarme, pero no se lo permití, y apreté su mano con fuerza, no queriendo soltar su agarre-. Supongo, que puedo quedarme así para seguir haciendo puente y que Emolga no la lastime -me explica, pero de alguna manera Emolga comprende las palabras del profesor, y se lanza de mis piernas al suelo, donde se acuesta, ignorándonos a ambos- Ahora supongo que ya no hay riesgo -deduce él.
-Puede dejar su mano sobre la mía si quiere… no me molesta… -agrego yo, notando que pongo al profesor en una situación muy precaria, entre dejar de tomarme la mano por la vergüenza, o dejarla por compromiso-. Si estoy siendo muy directa… -intento decir, pero el profesor no quita su mano, y continúa mirando a los Volbeat para tranquilizarse- Son muy bonitos los patrones que dibujan en el cielo -agrego intentando hacer conversación.
-Ah… en verdad que lo son -comienza él, y yo noto lo incomodo que se siente-. Los Pokémon que no cuentan con una Mega Evolución no suelen ser mis principales prospectos de estudio pero… cuando iba a la universidad, tuve la fortuna de estudiar un poco a todos los Pokémon de la región. Los Volbeat siempre danzan así, para atraer a las hembras de su especie, las Illumise -me explica el profesor, y aunque a mí se me podrían ocurrir mejores temas de conversación que el comportamiento Pokémon, supongo que es lo mejor que puede hacer el profesor-. Mira allí -apunta, y yo puedo ver a una Illumise volando en dirección a algunas de las figuras en el cielo nocturno, en este caso a la de un Volbeat que dibujaba líneas en zigzag en el firmamento-. Esa Illumise se siente atraída por el dibujo de ese Volbeat, pero los otros Volbeat harán su lucha para intentar quitársela -me explica mientras apunta a otros Volbeat quienes dejan de dibujar en los lugares en que lo hacían, y se dirigen en dirección a donde el Volbeat con el dibujo del zigzag continuaba dibujando, notando entonces que los otros Volbeat imitaban su dibujo, confundiendo a la Illumise-. Cuando un Volbeat se da cuenta de que un patrón de dibujo funciona, lo imita, y la Illumise confundida, abandona el patrón de dibujo que le había gustado, y vuelve a reunirse con las otras a orillas del rio -me explicó, y yo noté el cómo el Volbeat se deprimió, y comenzó a dibujar algo diferente, y mucho más intrincado.
-Dejó de dibujar en zigzag -me impresioné mientras veía al Volbeat intentar con otras formaciones distintas, en este caso haciendo un remolino rápido, dibujando espirales en el cielo. Por todas partes se veían más y más dibujos de diferentes formas, tamaños, e inclusive tonalidades de luz, pero cuando un patrón atraía a una Illumise, inmediatamente los Volbeat lo imitaban y desincentivaban a la Illumise-. Son muy bonitas las formas que hacen en el cielo pero, si se siguen imitando los patrones no van a llegar a ningún lado. ¿Por qué la Illumise no elige al Volbeat que fue el primero en dibujar el patrón que le gustó? -le pregunté al profesor, genuinamente curiosa.
-Como estudioso del comportamiento Pokémon, solo puedo hacer conjeturas -me explicó él, y apuntó a una Illumise-. Creemos los estudiosos del comportamiento Pokémon, que las Illumise se sienten atraídas a los patrones más complicados. Ellas piensan que el Volbeat que hace el patrón más impresionante, tiene más posibilidades de producir una descendencia más fuerte, ya que los patrones, requieren de una cantidad de energía para ser producidos. De hecho, un Volbeat normalmente tiene un número determinado de patrones que puede dibujar por noche, antes de quedarse sin luz -apuntó el profesor a un Volbeat agotado, y que ya no podía producir tanta luz como antes-. Esos Volbeat, no tienen otra alternativa que alimentarse y volverse más fuertes, para volverlo a intentar la próxima noche. Así es como dedujeron los profesores que los Volbeat que imitan al Volbeat del patrón que atrae a una Illumise, lo hacen con el objetivo de demostrar que ellos también pueden hacer ese patrón en el cielo nocturno, y que además pueden generar patrones más impresionantes todavía. De esa forma, se piensa que las Illumise descartan a los Volbeat perezosos, y escogen a la mejor pareja. Después de todo, solo el patrón que otro Volbeat no pueda igualar, será el patrón del Volbeat más apto para la supervivencia, eso si tomamos en cuenta la cantidad de alimento que se requiere para generar cada patrón -terminó de explicarme, aunque a decir verdad la explicación era…
-Muy poco romántica -¿dije eso en voz alta?-. Quiero decir, no estoy diciendo que esté mal lo que dice. Es solo que, ¿acaso a los Pokémon no les interesa el romance? Elegir una pareja solo por los patrones, y por ser el Pokémon más apto, no me parece para nada romántico.
-Eso es lo que nos diferencia de los Pokémon -agregó el profesor, y bueno, tiene razón, pero al mismo tiempo, me pregunto si los Pokémon se enamorarán también- Pero como le dije, estas son solo conjeturas que los investigadores hacemos al observar y analizar a las poblaciones Pokémon en prolongados periodos de tiempo. No podemos afirmar enteramente que sea así, además de que, mientras más tiempo pasa, el comportamiento Pokémon se diversifica, evoluciona. Quien sabe, seguramente hay muchos factores de comportamiento que otros Pokémon han ideado por la constante interacción con el ser humano -me explicó, y Quagsire se me vino a la mente.
-Los Quagsire consiguen objetos redondos para impresionar a las hembras de su especie -agregué emocionada-. Un Quagsire amigo mío me contó que… -pero de pronto, me di cuenta de lo que estaba diciendo-. Olvídelo… es ridículo -no tenía caso explicárselo al profesor.
-Quiero oírlo -me responde, y yo lo miro con sorpresa-. Estoy seguro de que a cualquier científico le gustaría escuchar de sus sujetos de observación sobre sus patrones de comportamiento. Y ante mí tengo a alguien que puede entender Pokémon -agrega con entusiasmo.
-¿De verdad me cree? -sé que ya me lo ha dicho en varias ocasiones, pero la duda aún me embarga- Cuando era una niña, y vivía en la región Johto, nadie me creyó, profesor. Las burlas y el ser tildada de fenómeno y lunática por tanto tiempo, me obligaron a huir a la región Kalos. Me da miedo pensar que usted se burla de mí mientras me da falsas esperanzas -confieso. Mejor enterarme ahora que más tarde y ser decepcionada.
-Me duele que pienses así, yo estoy siendo sincero contigo -lo miro directamente a los ojos, y no encuentro rastro de falsedad en los ojos de este hombre de ciencia, mientras abre su corazón a la magia. Sonrío de forma entusiasta, y decido confiar.
-Bueno, el Quagsire del que le hablo, me contó que es parte de su ritual de apareamiento el buscar objetos redondos y bonitos que entregar a las hembras para enamorarlas -le comenté, y el profesor parecía bastante interesado en lo que decía-. Indagué un poco en esa costumbre, y me contó que su padre fue quien le enseñó aquello, y que su padre lo aprendió de su padre. Básicamente, los Quagsire se enseñaron de generación en generación a regalar pelotas y esferas a las hembras. Seguramente, lo habrán aprendido de los humanos al ver a un hombre regalar flores a la mujer a la que intenta cortejar -le comenté ruborizada.
-Tiene sentido -prosiguió el profesor, frotándose la barbilla-. No existen los objetos esféricos en la naturaleza. O si existen son muy difíciles de encontrar. Seguramente, el que los Quagsire hayan adquirido esta tradición se debió a la influencia humana. No hace mucho capturé a un Quagsire, tal vez podrías hablar con él -es el mismo Quagsire, profesor.
-Estaría encantada de ayudarlo en todo lo que pueda, profesor -le explico yo, por fin sintiéndome más en confianza-. Aunque, me gustaría que no todas nuestras conversaciones terminaran en ciencia Pokémon. No me desagrada el tema pero, la verdad es que yo, estoy interesada en saber algo más… si es que me comprende… -espera, estoy dejando que mi corazón hable por mí.
-Lo comprendo… aunque no es algo fácil de razonar en estos momentos -observo al profesor, intentando definir por su lenguaje corporal el qué siente él realmente, percatándome de los Volbeat a su alrededor, quienes lo olisqueaban en todo momento, lo que me apenó bastante-. Por tu reacción, supongo que dijeron algo vergonzoso -se burla el profesor.
-No es lo que dijeron, es lo que están haciendo -aunque están diciendo algunas cosas penosas, específicamente hablan del aroma de atracción que el profesor está soltando en estos momentos, pero no puedo aprovecharme de este conocimiento-. Es solo química Pokémon, no se fije -intento tranquilizar los ánimos del profesor.
-¿Química Pokémon? -oh no, debí elegir otras palabras- Ya veo, entonces es igual que con… -de pronto, el aroma del profesor cambia, y los Volbeat se alejan un poco, y me voltean a ver con curiosidad. Claro que debía pasar tarde o temprano, el profesor no puede simplemente olvidar a Malva y aceptar mi cortejo. Humanos y Pokémon no somos iguales, por más química que sea la atracción, nuestro razonamiento, es diferente-. Supongo que, debo tomar una resolución sobre esto, y los Volbeat aparentemente, me están diciendo que no soy para nada indiferente a la situación -habla para sí mismo, pero no sé lo que significa.
-¡Oh por amor a Arceus! -se queja Emolga, aunque yo soy la única que puede escucharla- ¿Vas a aceptar su cortejo o no? ¡El humano lleva toda la noche lanzándote sus feromonas! ¡Los Volbeat no pueden concentrarse porque ustedes están monopolizando toda el área con sus olores! -me recrimina, y solo entonces noto a la conglomeración de Volbeat a nuestro alrededor, y a las furiosas Illumise que nos miran con celos evidentes.
-¿Quieres decir que esto lo estamos ocasionando nosotros? -pregunté sobresaltada, mientras Emolga inflaba sus mejillas en señal de molestia- No lo estamos haciendo intencionalmente. ¡Lo siento mucho, Illumise! -exclamo mientras reverencio en su dirección.
-¿Qué ocurre? -me pregunta el profesor, pero no encuentro una forma lo suficientemente neutra para responderle. Si respondo a las preguntas del profesor, solo nos pondré en evidencia a ambos, y complicaré incluso más las cosas- ¿Podría ser? -miro al profesor, quien comienza a olfatearse a sí mismo, y nota el cómo los Volbeat lo olfatean constantemente, sin mencionar a la conglomeración de más y más Volbeat que se reúnen a mi alrededor de igual manera- Creo que entiendo… -menciona el profesor, y lo miro dirigirse a los campos de flores cercanos al rio, específicamente a los campos de flores amarillas, tomando una flor, y aproximándose a mí con ella en alto-. Sé que es un poco patético de mi parte seleccionar una flor del campo y entregártela pero… es la mejor forma que se me ocurrió de decirte en ambos idiomas, el de un humano, y el de un Pokémon, que acepto continuar con el cortejo -me explica, e inmediatamente siento todas las miradas picaras de los Volbeat y los Illumise, quienes sonríen, mientras Emolga tan solo se cruza de brazos y nos ignora en señal de molestia.
-¿Cómo humano y cómo Pokémon? -pregunto mientras miro la flor, sabiendo que, si la aceptaba, los Volbeat sabrían que estoy aceptando el cortejo del profesor, y nos dejarían en paz. Sin embargo, estaba un poco confundida por la primera parte- ¿Por qué es importante, el que me lo diga en el idioma de los humanos también, profesor? -yo lo entiendo perfectamente, pero quiero escucharlo de sus palabras, mientras no puedo evitar sonrojarme más y más.
-Bueno, me estoy divirtiendo bastante -comenta él, pero eso no da respuesta a mi pregunta-. No siempre una chica muestra interés genuino en mí. Además de que te considero muy interesante. Tal vez no sean las palabras románticas que quieres escuchar, pero debo tener cautela con mis acciones, aún eres una niña -me explicó.
-Si no fuera una niña, ¿este sería su cortejo? -agrego curiosa, y por los aromas corporales del profesor, yo simplemente lo sé- Continuemos con el cortejo al ritmo que considere pertinente entonces, profesor -acepto, tomo la flor, y los Volbeat entonces dejan de rodearnos, y regresan al cielo, a hacer sus figuras con la intención de cortejar a las Illumise. Todo parece volver a la normalidad, y para nosotros, es un pequeño avance-. Parte de mí piensa que esto está pasando muy rápido -confieso emocionada, mientras olfateo la flor, despertando a un pequeño Flabébé, que sale de la misma sorprendido-. Oh, creo que debo regresar esta flor, ya tiene dueño -agrego apenada, y regreso a Flabébé al campo de flores, permitiéndole volar lejos de nosotros.
-Tal vez parezca que vamos muy rápido, pero debe admitir que no me dejó mucha opción -sus palabras me incomodan, no puedo siquiera negárselo. Después de todo, fui yo quien puso al profesor entre las cuerdas-. Sin embargo, es solo una posibilidad abierta. No concluyamos nada hasta estar enteramente seguros, ¿le parece? Y ante todo, prometamos no tener resentimientos -me pidió, y yo asentí a sus palabras.
-Me ofendería si fuera de otra manera -acepté yo, y el profesor me ofreció su brazo-. Emolga, nos vamos -le pedí, y tras virar en dirección al río buscando a Emolga, la encontré fascinada, fascinación que no tardó en dibujarse en mi rostro también, y en el del profesor, mientras contemplábamos a los Volbeat, llenando el cielo con un numero impresionante de figuras de luz, bailando por el aire con mayor convicción que en todo el baile hasta ese momento. Era como si los Volbeat se encontraran conmovidos por nuestro cortejo, y se dedicaran con más fuerza que antes a cortejar a las Illumise, quienes ya elegían pareja, inundando los alrededores del río con aromas inquietantemente dulces.
Por vez primera, podía sentir como si los Pokémon se entregaran al romance, mientras los Volbeat conquistaban a las Illumise que les atraían, bailaban con ellas, y coloreaban el cielo con auroras de diferentes tonos y formas. Tal vez era yo la única que veía el romance en los cortejo Pokémon, pero lo sentía genuinamente, y pronto noté que no era la única, mientras las puertas del balcón del Bastión Batalla se abrían, y los invitados salían al mismo a observar el espectáculo. Seguramente, esta no era la primera celebración nocturna del Bastión Batalla, yo inclusive había participado en diversas reuniones en el lugar, pero no recuerdo jamás, que los Volbeat y los Illumise, compartieran una danza ni remotamente parecida a esta.
-Valerie -escucho al profesor, quien me ofrece su brazo, sonrío ante el ofrecimiento, levanto a Emolga, la acomodo en mi hombro, y acepto la invitación del profesor. Nos presentamos entonces ante la recepción, preguntan nuestros nombres, y nos invitan a pasar.
-Con ustedes, el Duke Agustín Sycamore, y su pareja de esta noche, la Marquesa Valerie de Ciudad Romantis -nos presenta el mayordomo, y entramos en el bastión batalla, tomados del brazo.
Pueblo Vánitas. Centro Pokémon. Habitación de Brighton.
-¡Fue el mejor día de mi vida! -exclamo emocionada esa misma noche una vez que regreso a la habitación de Brighton, sobresaltando a mi joven amigo tras dejarme caer sobre su cama en mi pijama amarillo, mientras él me mira con curiosidad- ¡Fue hermoso! ¡Los Volbeat! ¡Los Illumise! ¡Y yo entrando con el profesor al Bastión Batalla! ¡Pensé que las cosas se descontrolarían cuando Dianta llegó a sentarse en nuestra mesa! ¡Pero ella estaba feliz por el profesor! ¡Realmente pensó que oficialmente éramos una pareja! ¡Oh pero Corrina no me dejó en paz en toda la noche! ¡Aprovechaba cada distracción para burlarse y decirme: 'lo sabía'! ¡Aunque no se lo negué en ningún momento! -exclamé orgullosa.
-Y… ¿de qué se trató la reunión? Pensé que habías dicho que era una reunión muy importante para el profesor -ah, es verdad, estaba tan emocionada que apenas y puse atención al motivo de la reunión.
-Amm… Ev eev -intento escabullirme, pero obviamente no era una Eevee en esos momentos, mucho menos podría transformarme por la emoción. Tan emocionada estaba, que sabía que no podría transformarme en Eevee en toda la noche, hasta tuve que irme a comprar un pijama amarillo, mismo que estaba usando, y que Brighton tuvo que pagar, para poder pasar la noche y tranquilizarme lo suficiente para regresar al patio del Centro Pokémon a la mañana siguiente transformada en una Eevee.
-De modo que para ti fue solamente una cita, y no pusiste atención al anuncio del Bastión Batalla -me daba pena admitirlo, pero así fue. El profesor y yo nos estábamos llevando tan bien, y la cena que nos sirvieron era tan deliciosa, no tuve forma de poner atención.
-No te enojes, Brighton, por supuesto que sé de qué se trató la reunión -continué mientras me dirigía a Emolga, quien me miró con preocupación, mientras ella y Skorupi comían del plato que Brighton les había servido-. Oye, esa es comida especial, déjame probar -menciono quitándole a Skorupi una de sus croquetas y metiéndomela a la boca, lo que por supuesto escandalizó a Brighton-. ¿Qué? Son deliciosas cuando te acostumbras, y estas tienen bayas Oran trituradas -intento defenderme en vano.
-¡Acabas de comer de un banquete gourmet! ¿Quién se mete croquetas Pokémon a la boca después de eso? -es verdad, estoy cayendo muy bajo en estos momentos- Como sea. Si Emolga puso atención, yo sí quiero saber de qué fue la reunión -continuó Brighton.
-Está bien, te digo, te digo. Además, cuando hicieron el anuncio, el profesor se atragantó con su bebida, aunque yo estaba más concentrada en reanimarlo que en el anuncio como tal -recordé, y entonces me dirigí a Emolga-. Emo… em, emo em emo -comencé.
-¿Y eso como para qué si te puedo entender perfectamente? -se quejó Emolga, pero yo estaba tan feliz que solamente quería jugar y jugar, y no me importaba para nada hablarle a Emolga en su lengua Pokémon- Sí puse atención, pero no veo por qué deba de decirte nada, jum. Después de todo aceptaste el cortejo de otro humano, ya no te debo nada -se quejó ella.
-Oh vamos, sé que quieres decirme. Anda, te daré muchas bayas Pecha -la soborné, y Emolga lo pensó un poco, y asintió en ese momento- ¡Sabía que llegaríamos a un arreglo! Entonces, ¿puedes decirme de qué se trató la reunión? -pregunté más por satisfacer la curiosidad de Brighton que la mía.
-A la única humana que entiendo bien es a ti, pero alcancé a entender algunas cosas -comenzó ella, y yo asentí en ese momento-. Había una humana que tenía muchas cosas puestas encima, con la que todos querían hablar. Expedía feromonas por todas partes, y de no ser por las tuyas, seguro el profesor se hubiera dado cuenta -no fue eso lo que pregunté-. Pero más que el cortejo, todos los presentes se sorprendieron mucho cuando dijo algo que los impresionó a todos. No entendí muy bien lo que dijo, pero hasta donde entendí, aquella hembra declaró que no volvería a competir… aunque no entendí a qué se refirió con competir -finalizó.
-¿Competir? -pregunté, y Emolga asintió- Supongo que, con competir te refieres a tener batallas Pokémon -Emolga asintió en ese momento- Además mencionaste a una mujer que atraía a todos. La reunión era en honor a Dianta. ¿Podría ser? -oh no- ¡Estuve actuando como una niña enamorada en la fiesta de retiro de la campeona Dianta! -deduje, sobresaltando a Brighton.
-¿Qué dijiste? ¿Dianta va a retirarse? ¿Quién va a ser el campeón regente en esta competencia de la Liga Pokémon entonces? -aunque quisiera decírtelo, no puedo hacerlo porque precisamente no estaba poniendo atención- ¡No! ¡No! ¡No! ¿Por qué precisamente tenía que pasar esto el año que yo empiezo mi viaje Pokémon? ¿Participará al menos una última vez? -me preguntó contrariado, y sacudiéndome como había hecho Kirlia esa misma mañana.
-Tranquilo, Brighton -lo tomo de los hombros, terminando con las sacudidas-. Independientemente de si Dianta ha anunciado su retiro, solo se trata de eso, de un anuncio. Ella sigue inscrita en la competencia de la Liga Pokémon como campeona regente, y no puede simplemente retirarse así como así a menos que tenga un reemplazo. Mírame a mí, sigo siendo la líder asignada aun cuando Kali es la que compite en mi nombre. No hay nadie que pueda competir en lugar de Dianta aún, el chico que la venció renunció a su posición para continuar con su viaje Pokémon, y al año siguiente Dianta recobró el título de campeona -hace un par de años, Dianta había perdido su título de campeona en contra de un joven, si la memoria no me falla su nombre era Calem, el mismo que participó en aquel conflicto con el Equipo Flare. Pero Dianta aun así volvió a coronarse campeona, supongo que con la esperanza de que quien la derrote realmente ocupe el puesto, no como el joven Calem.
-Aun así… ¿y si no se presenta? No digo que vaya a ser yo el que llegue a enfrentarla pero… -pobre, estaba en verdad muy intranquilo por la situación, y lo peor de todo era, que yo lo retenía de su viaje por mis inseguridades.
-Debes continuar con tu viaje -exclamé, a lo que Brighton reaccionó intentando quejarse-. Ya tengo más control de mis transformaciones, y me has ayudado mucho. Sigue con tu viaje, y cuando tengas 7 medallas, yo seré la última líder de gimnasio a la que enfrentarás. Y prometo darte la batalla más increíble y mágica de tu vida -Brighton no estaba convencido, yo podía verlo en su mirada, por lo que le sonreí gentilmente, lo tomé de su barbilla, y lo obligué a mirarme a los ojos-. Aún si el profesor me rechaza, esta es una promesa que le hago a un buen amigo. Definitivamente te daré tu batalla, pero no puedo seguirte reteniendo conmigo -él asintió, aunque por sus olores corporales, yo sabía que aún tenía dudas-. Estaré bien. Mañana el profesor regresará a Ciudad Luminacia, y por lo pronto no planea tener más viajes para concentrarse en la investigación de Dexio. Por mi parte, lo tengo todo planeado, me contrataré en un hotel de Ciudad Luminacia, así ganaré dinero para pagarte lo que te debo, y continuaré intentando llevarme mejor con el profesor. Verás que cuando regreses a Ciudad Luminacia en tu camino de regreso a Ciudad Romantis, estaré más que lista para enfrentarte -le aseguré, y por fin él sonrió ante mis palabras.
-Está bien, tenemos un trato -me ofreció su mano Brighton, y yo la acepté con entusiasmo-. Pero aún quiero saber el cómo avanzan las cosas con el profesor. ¿Cuál es tu plan para la próxima vez? Porque sí tienes un plan, ¿verdad? -obviamente.
-¡Continuar luchando por el profesor por supuesto! -agregué emocionada, dirigiéndome al escritorio de Brighton, tomando papel y lápiz, y comenzando a dibujar- Y debo comenzar ahora, mientras aún me siento emocionada e inspirada -proseguí, realizando mi siguiente diseño, mientras Brighton me observaba-. Hoy sentí un calor increíble, que alimentó mi alma y le dio nueva vida. Hubo momentos en los que sentía que este calor me embargaba, y me dominaba, pero al mismo tiempo me hacía vibrar con su cálida presencia. Era un tipo de calor, que requiere cuidarse y controlarse, o se arriesga a que se salga de control y lo queme todo. Hoy… me sentí como una Flareon… y ese es el diseño que pretendo usar la próxima vez que vea al profesor -terminé, mostrándole el diseño a Brighton, quien hizo una mueca-. ¿No te agrada? Pero si a mí me parece simple y de buen gusto -agregué pensativa, mientras admiraba el diseño.
-No es eso… es solo que… no compré telas rojas, naranjas o amarillas -me explicó, mostrándome las telas que había comprado, lo que me preocupó un poco-. Pero ya entendí el patrón de tus diseños, iré a comprar telas, te mandaré la cuenta al gimnasio -aclaró, saliendo de la habitación, y yo me apené un poco por las molestias que había ocasionado.
-Te verías mejor con un traje de Skorupi -agregó Skorupi, y yo lo levanté del suelo, mirándolo fijamente y sonriéndole-. Parece que todo te va viento en popa. El profe parecía entusiasmado de aceptar tu cortejo -agregó él alegremente.
-Solo lo hizo para quitarnos a los Volbeat de encima, no te emociones tanto, aunque yo no pueda contenerme en estos momentos, ojojojo -agregué con alegría, percatándome de que Skorupi no sonreía conmigo-. ¿Qué te aflige, Skorupi? Somos amigos, puedes contarme lo que sea, yo también te puedo ayudar -intenté decir, cuando noté que Emolga escupía el agua del plato en el que bebía-. Oye, todos bebemos de ese plato, o al menos lo haré si me transformo en una Eevee -me quejé.
-Skorupi, ¿estás en muda de piel? -exclamó Emolga, lo que me confundía un poco. Miré a Skorupi fijamente, y noté algunas grietas en su piel, aunque no comprendía mucho del tema- ¿Es la última muda? -preguntó Emolga preocupada.
-Ah, sí, es la última muda -respondió Skorupi, y por su tono, supe que nuevamente me estaba ocultando algo-. No me des esa mirada, cría, es lo más normal en un Skorupi que ha sido casi toda su vida un salvaje. Algún día tenía que alcanzar la madures evolutiva, por eso el aliento de Munchlax vino conmigo -me comentó él.
-¿Estás cerca de evolucionar? -pregunté, y Skorupi asintió en ese momento. Por unos instantes, las palabras de Emolga resonaron en mi mente. Cuando Skorupi adquiera el tipo siniestro, puede que no piense en mí de la misma manera. Aquel pensamiento me preocupaba, pero al mismo tiempo- Quagsire dijo que no había Pokémon que me quisiera más que Skorupi -sonreí, tomé una almohada de la cama de Brighton, además de unas sábanas, y me acomodé en el suelo, forzando a Skorupi a dormir conmigo-. Aún si evolucionas, todo va a estar bien -sonreí, lo abracé, e intenté conciliar el sueño.
