La ultima vez que actualicé esto fue el 30 de diciembre del año pasado, bueno por lo menos no pasó un año, pero si me pasé mucho con el retraso. Sé que a muchos no les importan mis excusas, pero afortunadamente, parece ser que ya voy a tener un poco más de tiempo para trabajar en mis proyectos arraigados. Verán, puse mi propio negocio, y aunque exige trabajo mantenerlo, también tengo bastantes tiempos muertos, tiempos muertos que puedo aprovechar para escribir, hace 4 días actualicé otra de mis historias: "Crónicas de un viaje Pokémon", y ahora estoy actualizando esta, así que, creo que estoy enrachado, además estoy jugando Pokémon otra vez, así que a aprovechar mientras me dura el vicio. En fin, espero que lo disfruten:
TsukihimePrincess: Ya tengo planeado lo que voy a hacer con la Sylveon de Valerie, pero no es algo de a corto plazo, esta vez empezamos con la segunda temporada de esta historia, y hay que introducir a un nuevo grupo de Pokémon acompañantes, por lo que este capítulo podrá sentirse algo raro, pero va preparando el terreno, inclusive, para la llegada del Sylveon de Valerie. Sobre Skorupi, en efecto, la cosa se puso color de Durant, jajajajaja, y lo que falta.
astridgmc: Me da gusto que te esté gustando la historia, y espero que la sigas disfrutando, aunque me haya tardados eones en actualizar. En fin, espero lo disfrutes.
La chica que quería ser un Pókemon.
Segunda Temporada.
Capítulo 13: Una reputación engañosa.
Región Kalos. Ciudad Luminalia.
-¡Bienvenido sea, profesor! -una vez que llegamos a Ciudad Luminalia, Sina recibió al profesor alegremente, aunque yo podía notar un leve aroma a preocupación emanando de ella. Dexio no se encontraba afuera esperando al profesor para bajar las cosas de su vehículo, pero yo podía olfatearlo en las cercanías, junto a una mezcla de aromas extraños como de cosméticos que me confundían la nariz, al mismo tiempo que me parecían muy familiares los aromas- Es muy agradable verlo, profesor, pero me preguntaba si no querría salir a darse una vuelta, seguro está cansado de tanto trabajar y requiere despejar su mente -algo andaba mal, podía olerlo.
-¿De qué hablas, Sina? ¿Dónde está Dexio? Hay mucho que descargar de la camioneta -y en verdad era así. Aún quedaban muchas rocas en la parte trasera de la camioneta del profesor, que contenían piedras megaevolutivas en su estado puro y debían ser refinadas. Además, si el profesor seguía cargando esas piedras, se iba a lastimar más de lo que ya lo estaba, aquel último tronido de su rodilla no era para nada normal.
-En verdad tengo que aconsejarle, profesor, que se dé una vuelta por la ciudad -insistía Sina, y por fin mi nariz me alertó del peligro que se avecinaba, mientras el profesor se dirigía a la puerta de entrada a su laboratorio, con una caja llena de piedras megaevolutivas en sus brazos, y empujando la puerta con su hombro para abrirla-. Profesor… de verdad… debo hacerle la advertencia una última vez -insistió ella, pero ya era tarde, el profesor había conseguido abrir la puerta del laboratorio.
-¿Dexio? ¿Te importaría ayudarme a descargar…? -comenzó el profesor, solo para terminar silenciado por la imagen de Malva frente a su rostro, yo tan solo me tapé los ojos con mis patitas de Eevee no queriendo ver lo que iba a ocurrir- ¿Malva? -se espantó el profesor, soltó sus piedras, y yo tuve que saltar a un lado para no terminar aplastada. Dexio se encontraba allí junto a Malva, con sus ojos llorosos. Aparentemente, Malva había entrado a la fuerza en el laboratorio, y había ventilado toda su molestia sobre el pobre de Dexio.
-Así que, Agustín… no había nada entre tú y la líder de gimnasio de Ciudad Romantis, ¿verdad? -comenzó Malva, con una foto mía y del profesor en la noche del evento del Bastión Batalla. No recordaba siquiera que nos hubieran tomado una fotografía, pero ahora, la ex-novia del profesor se lo plantaba en cara- ¿Vas a decirme también que Valerie no estaba en tu habitación el día de la entrevista? ¿Piensas que soy tonta? ¿Sabes acaso qué edad tiene esa niña? -su furia era inquietante.
-¿De qué estás hablando? -se quejó el profesor, obviamente no teniendo ni idea de lo que Malva quería decir, pero que yo recordaba perfectamente- Malva, por respeto a lo que compartimos, contestaré a tus inquietudes. Es verdad que he estado procurando a la señorita Valerie, no lo estoy ocultando y mucho menos negando. Pero es preciso aclarar que, en primer lugar, nuestras interacciones no son del índole romántico -eso me dolió-. En segundo lugar, su edad es de 16 años, conozco las implicaciones, y la polémica que puede desatarse, razón por la cual no existe relación alguna, que no sea la de amistad entre nosotros -puntualizó el profesor.
-Ella no parecía pensar lo mismo cuando me recibió en toalla el día de nuestra entrevista -oh por Arceus-. ¿O vas a decirme que lo imaginé todo? No puedo creer la persona tan baja que eres, Agustín. Tengo que admitir que no me lo pensaría de ti -tengo que hacer algo, esto no puede quedarse así. La puerta aún estaba abierta, así que salí mientras la discusión continuaba, y me apresuré a buscar a Chatot, como siempre sobrevolando los alrededores.
-Te digo que no existe tal relación entre la señorita Valerie y yo. Además de que, de existir, no veo como eso te tenga que molestar, Malva -profesor, debería aprender a quedarse callado, a una mujer no se le discute cuando está enojada, menos a una como Malva.
-¡Chatot, baja! -le pido a Chatot, quien baja con mi maleta ya que Brighton ha dejado de cuidarla por mí. El pobre está agotado por el peso adicional- Tiene que haber un lugar donde me pueda transformar, el profesor no puede encarar a Malva de esta manera -le pedí intranquila, pero Chatot no tenía aire para responderme tan rápidamente.
-Yo lo… arreglo… -agregó Chatot mientras tomaba aire, y la discusión en el interior del laboratorio se tornaba más agresiva todavía-. Oigan, Skiddo -llamó Chatot a un par de Skiddo que se encontraban aparcados con una carreta a sus espaldas, mientras el dueño se encontraba comiendo en una cafetería cercana-. Déjenos usar su carreta un momento, prometo que no se meterán en problemas con su amo -pidió Chatot amablemente.
-No hay problema, el amo apenas empieza a comer -declaró uno de los Skiddo, Chatot asintió en mi dirección, y yo rápidamente salté por la ventana de la carreta con la correa de la maleta en mi hocico, que era bastante pesada, por lo que Chatot tuvo que auxiliarme. Una vez dentro, me transformé lo más rápido que pude, y comencé a vestirme-. ¿No te pesa más la carreta? -preguntó un Skiddo a su compañero por el súbito cambio en el peso.
-¡Lista! ¡Aunque no tengo un Pokémon de tipo fuego, tendré que actuar de todos modos! -exclamé mientras salía con mi nuevo kimono, uno que simulaba a un Flareon, y que era perfecto para la ocasión. Era de falda corta, con holanes amarillos asemejando la melena de Flareon al final de la falda y en las mangas, con una cinta rojiza alrededor del vientre, y una diadema de orejas de Flareon y calcetas anaranjadas largas. Normalmente me gusta acompañar mis diseños con un Pokémon del tipo correcto, pero en estos momentos, eso me era imposible- Espero tener el valor de un Flareon para lo que estoy a punto de hacer -declaré mientras salía del carruaje, sobresaltando a los Skiddo, y me dirigía a las puertas del laboratorio.
-Malva, no quiero decir esto pero me estás haciendo perder la paciencia. La señorita Valerie jamás ha estado en mi laboratorio. ¿Cómo podría siquiera recibirte en toalla? -esto va a ser una sorpresa probablemente muy desagradable para usted, profesor. Lo siento mucho de antemano.
-Hola -me asomo por la puerta cuidadosamente, y todos en el interior entran en silencio, lo que me incomodó bastante, y borró mi valor-. Disculpen, la puerta estaba abierta. ¿Es este el laboratorio del profesor Sycamore? -finjo demencia, pero de inmediato recibo la mirada de desprecio de Malva, y mis instintos Pokémon piden a gritos que salga de allí, pero ya es muy tarde para eso- ¿He llegado en un mal momento? -pregunto inocentemente.
-'Valerie jamás ha estado en mi laboratorio', ¿verdad? -se queja Malva, y de pronto soy yo la receptora de todo su desprecio- Así que, Valerie, ¿no es cierto? ¿Cuánto tiempo has estado saliendo con este infiel? -apunta Malva, y por las expresiones del profesor, comprendo que el pobre no tiene ni idea de qué hacer o decir.
-¿Disculpe usted? -finjo demencia nuevamente- ¿Saliendo con el profesor? Señorita… solo tengo 16 años -no sé si mi actuación sea genuina o no, pero tengo que convencerla de alguna manera- Un momento, ¿usted es Malva? ¿La estrella de Holomisión? ¿Piensa que el profesor y yo…? -intento decir, pero ella pisotea el suelo con fuerza, intimidándome.
-¡No pienso nada! ¡Yo sé lo que vi! -insiste ella, y en ese momento, mis instintos de Eevee me juegan una mala pasada, ya que pasé del terror, a la agresividad propia de un Flareon, incluso tuve que esforzarme por no gruñir- ¡Los descubrí el día de la entrevista! -me apuntó ella, mientras mi humor se incineraba más y más- ¡No puedes negar lo que vi! ¡No es la primera vez que nos vemos! -es…
-¡Suficiente! -grito encolerizada, lo que silencia a Malva, quien se muestra sorprendida, igual que el profesor- No sé por quién me toma. Pero he de asegurarle que mi interés en el profesor, no es de su incumbencia. Así que, si tiene pruebas para respaldar sus acusaciones, adelante, muéstrelas. Pero, si no las tiene, le pido que se ahorre sus insinuaciones de reportera barata -oh no, eso salió más despectivo de como sonó en mi mente.
-¿Qué dijiste? ¿Cómo te atreves a llamarme reportera barata? Modista de segunda -¿de segunda? Siento mi piel erizarse con malignas intenciones en dirección a Malva, pero para mí fortuna, el profesor se coloca entre ambas, poniendo fin a las hostilidades.
-Malva, creo haberte dicho que no planeo tener nada que ver con alguien cuyas aspiraciones profesionales no me parecen adecuadas o lícitas -el profesor intenta ocultarme la verdad que yo conozco de antemano, y aunque innecesario, parece poner a Malva entre la espada y la pared-. Me disculpas, tengo trabajo, y estas distracciones no me permiten concentrarme -finaliza él.
-De forma que, Agustín, esta es tu resolución ante mí -declara Malva con desprecio, y mirándome fijamente-. Un desliz, Valerie, es lo único que necesito para arruinar tu reputación. Aunque, no es como que tu reputación no esté por los suelos últimamente, pero aún puede quedar peor -amenazó Malva, se retiró, y azotó la puerta.
-Lamento todo eso -se disculpa el profesor conmigo-. Esperaba que tu primera visita al laboratorio fuera más… amena. Sin mencionar que me llama bastante la atención eso que dijo Malva. ¿Qué hay con tu reputación? -la verdad es que no tengo ni idea.
-Si tuviera que adivinar… supongo a que se refiere a mi evaluación como líder de gimnasio. Aunque a estas alturas podría ser cualquier cosa -en retrospectiva, no es para nada inteligente el tener a una reportera en tu contra-. Cargaré con cualquier consecuencia, pero eso no es lo importante, ¿está usted bien? ¿Qué quería una miembro del Alto Mando con usted? -intento desviar la atención.
-Digamos que salimos un tiempo, y vino a echarme en cara nuestra cita del Bastión Batalla -me explicó, y tras la explicación, acompañada de la foto con la que Malva confrontó al profesor, llegó el grito de sorpresa y desaprobación de Sina, quien me apuntó con incredulidad-. Supongo que debo hacer las presentaciones. Valerie, ella es Sina, mi asistente, y aquel con la mirada perdida es Dexio, también mi asistente. Chicos, ella es Valerie, y antes de que se hagan ideas ridículas, solo somos amigos -aseguró el profesor.
-Porque legalmente no puede haber algo más, ¿no es así? -me burlé un poco, apenando al profesor, aunque definitivamente no era el momento- Lo siento, me dejé llevar -agregué apenada-. Es solo que… me emociona mucho estar aquí… aunque… no acordamos una hora de visita. Si interrumpo, puedo venir más tarde -agregué yo.
-Es horario laboral todavía, y no es fin de semana. Aunque me parece que ya venía preparada para pasar el día juntos -agregó el profesor, aunque yo no sabía si era un intento de coquetearme o no-. Vaya, hasta consiguió un Lampent para hacer juego -prosiguió el profesor… un momento.
-¿Un Lampent para hacer jue…? -solo entonces, me percaté del Lampent a mi lado, y sentí como el terror se apropiaba de mí. Retrocedí asustada, tropezándome, y cayendo sobre el profesor, a quien derribé accidentalmente- ¿Pent lampent? -me dirijo al Lampent en su idioma Pokémon para no levantar sospechas, le pregunto sobre qué quiere, temerosa de que haya venido por las razones que yo me imaginaba.
-Oh, Lon tenía razón, de verdad puedes hablar Pokémon -lo escucho decir, y tras escuchar el nombre de Lon, el espíritu que me metió en todo este embrollo, me tranquilizo un poco. Quiero decir, Lon estaba muerto, su alma atrapada en este mundo, pero aun así era amable conmigo, no me haría daño, ¿verdad?-. Te encontré después de tanto tiempo. Lon estará agradecido de saber que estás bien -es inofensivo.
-Sí, viene conmigo -le explico al profesor de forma temerosa, más que nada tras darme cuenta de que me encontraba sentada sobre él-. ¡Lo siento mucho! -me espanté, y de inmediato lo ayudé a levantarse- Creo… que ya le he causado suficientes problemas. Vendré en otra ocasión cuando no resulte serle una molestia -me disculpé e intenté irme.
-No es ninguna molestia, señorita Valerie -el profesor hace una reverencia, y mi corazón se congela en ese instante, aunque el fuego de Lampent me hace sentir bastante calor-. Estoy un poco retrasado con mi trabajo pero, podemos cenar en algún lugar tras terminar mi jornada laboral a las 6 de la tarde. Si gusta podemos vernos a esa hora para buscar algo que cenar. Después de todo, seguimos explorando posibilidades. ¿No es así? -para estas alturas, Sina ya tenía una idea bastante clara de lo que estaba ocurriendo, Dexio por otro lado, solo levantaba rocas megaevolutivas por los alrededores- La veré más tarde entonces, un momento… ¿dónde está Eevee? -pregunta el profesor, sobresaltándome, y sin sospechar que su Eevee está frente a él vistiendo un kimono de Flareon.
-¿La pequeña Eevee era de usted? Salió corriendo al interior del laboratorio por los gritos de la señorita Malva. Pienso que, tal vez estaba deprimida de escucharlos discutir -mi madre estaría desilusionada de mí por la cantidad de mentiras que salen de mi boca, pero no puedo evitarlo madre, no puedo decirle la verdad al profesor.
-Ya veo… esa Eevee quería mucho a Malva. Tal vez deba darle algo de espacio. Dexio, deja un poco de croquetas y agua para Eevee en la cocina, Sina, lleva a mis Pokémon al patio trasero -ordenó el profesor, y viró para verme una última vez-. Su modelo de esta ocasión, la hace verse bastante bien también. La veré para la cena -se despidió el profesor.
-Lo esperaré impaciente -le respondí, salí del laboratorio del profesor, e inmediatamente encaré a Lampent-. ¿Lon te envió? Espero que no sea por la razón que estoy pensando -agregué intimidada, y fuera del laboratorio, Chatot exclamó con sorpresa.
-¡Aaaaaah! ¿Este de dónde salió? -preguntó Chatot aterrado. Hasta ese momento, yo desconocía que los Pokémon también temieran a los Lampent, pero no podía culparlos, se decían cosas horribles de los Lampent, y ahora uno aparecía frente a mí, enviado por Lon o no- Oye Lampent, ninguno de nosotros está enfermo o moribundo, así que a aterrar a otro lado -exclamó Chatot en un tono grosero.
-No entiendo cual parece ser el problema. A donde vaya todos tratan de deshacerse de mí, sea humano o Pokémon. Solo Lon ha sido bueno conmigo, y por eso vine a asegurarme de que la amiga de Lon se encuentre bien -ante la explicación, respiré aliviada. Puede que ahora me sienta un poco mal por juzgar por adelantado, pero, ahora que sabía que Lon me consideraba su amiga, sabía que no tenía nada que temer por Lampent.
-Lo siento por las palabras de Chatot, pero según entiendo, no sabes por qué todos te tienen miedo, humanos y Pokémon por igual -agregué mientras lo miraba fijamente, notando en los ojos amarillos de Lampent algo de confusión y tristeza.
-Evolucioné no hace mucho. No me trataban tan mal hasta que evolucioné -me explicó, por lo que comencé a comprender un poco a Lampent-. ¿Qué tiene de malo que ahora sea un Lampent? -veamos, ¿cómo se lo explico?
-Bueno, se dice que los Lampent absorben las almas de los enfermos y los moribundos para alimentar la flama de su interior. Considero que eso es suficientemente aterrador -le expliqué, notando entonces que Chatot se ocultaba tras de mí y asentía sin parar.
-¿Creen que quiero sus almas? Pero si ustedes no están listos para cruzar -la mención me erizó la columna un poco-. Cuando evolucioné, una voz me dijo que debía ayudar a Lon a cruzar al otro lado. Desde entonces soy el amigo de Lon, y hago todo lo que puedo para ayudar a Lon a cruzar. Pero Lon parece estarse divirtiendo mucho en este lugar, así que me quedo con él mientras está listo para irse al otro lado. En este caso, solucionando sus inquietudes. Lon tiene mucha curiosidad de ti desde que desapareciste tras haberte contado la historia del Swanna y la luna. Dice que no te volvió a ver desde entonces, por eso vine a buscarte -agregó, y por su mirada, supe que de tener una boca visible, me estaría sonriendo.
-Ah, ya entiendo. Lon te envió a buscarme porque no sabía si había resultado lo de la luna y los Swanna, pero seguro no me encontraste porque el profesor me llevó siendo una Eevee al centro Pokémon de Ciudad Romantis, seguiste derecho a Ciudad Luminalia, y desde entonces me has buscado -concluí, y entonces noté que Lampent me miraba con curiosidad.
-Espera, ¿tú eres la Eevee de la que todos los Pokémon hablan? ¡Alguien busque un Drapion! ¡Rápido! -exclamó Lampent, asustando a los Skiddo del carruaje en el que me cambié, a los Fletchling de los postes de luz, y al Furfrou que una entrenadora paseaba con correa, que terminó corriendo con ella arrastrada por el suelo- Oigan, no huyan, esto es importante -se deprimió el Lampent.
-Oye… si no te gusta que te juzguen duramente, no juzgues a los demás. No soy el tipo de humana que va por allí revelando el secreto de los Swanna, y tengo un Skorupi guardián, solo que él está allí dentro… y seguro está preocupado por mí -recordé, mientras pensaba en qué debía hacer ahora-. Escucha, puedes decirle a Lon que estoy bien y que no tiene nada de qué preocuparse. El secreto está a salvo conmigo, ahora si me disculpas, tengo cosas que hacer -declaré, intentando escabullirme, notando que Lampent no me dejaba pasar.
-Oh no, eso sí que no. Sin un Drapion acompañándote yo no te dejaré escabullirte -sus flamas cambiaron a un naranja intenso, lo que me hacía saber que estaba enfadado-. Mi deber es ayudar a Lon a cruzar, pero también tengo un deber con el mundo Pokémon, quieran los demás Pokémon apreciarme o no. Así que no te dejaré escabullirte sin supervisión -declaró él muy molesto.
-Bien… otro escolta, lo que me faltaba -me quejé, y miré a Chatot en ese momento-. Estaré bien, Chatot. En estos momentos necesito de un teléfono para pedir otro favor a Katherine, ya debo demasiados favores a decir verdad. En todo caso, necesito que entres al patio trasero del laboratorio del profesor, y le digas a Skorupi, a Quagsire, y a Kirlia, que todo está bien y que no tienen nada de qué preocuparse. Después, sobrevuela esta área, estaré en alguno de los balcones de los edificios más altos junto con Lampent, quien aparentemente no se ira hasta que aprenda a confiar en mí -deduje al ver a Lampent, quien se cruzaba de… ¿brazos? Mientras flotaba frente a mí-. Puede que tome algo de tiempo. Solo ten cuidado con Pidgeot, él siente un desprecio profundo por mí -aclaré yo.
-Claro, ahora debo verme frente a frente con el rey de los cielos. Las cosas que hago, las cosas que hago -se quejó Chatot, pero como ya era costumbre, obedeció y buscó la forma de entrar al laboratorio del profesor. Mientras tanto, era tiempo para proseguir con mi plan.
Boulevard del Norte. Gran Hotel Ricachilton.
-Así que… por lo que entiendo, ¿eres recomendada por Katherine para trabajar en este hotel? -tras hacer mi llamada, y explicarle a Katherine la situación, me presenté ante Toro, el dueño del hotel Ricachilton, el hotel de 5 estrellas de Ciudad Luminalia, solicitando empleo de medio tiempo. El currículo de Katherine no dejaba de sorprenderme, lo que me hacía sospechar que era solo cuestión de tiempo para que migrara de ser mi chica kimono a algo más, aunque la verdad no era algo que yo deseara-. Es verdad que en el hotel Ricachilton siempre estamos necesitados de ayuda, y si eres recomendada de Katherine, bueno… es solo que… -olfateaba miedo en el dueño Toro, quien no dejaba de ver en dirección a Lampent, quien me miraba con aquellos ojos llenos de molestia y determinación-. Verá… señorita… un Lampent es… -intentó explicarme Toro, lo que ya me hacía sentirme incomodada.
-Lo… lo comprendo señor Toro -agregué nerviosa-. Es solo que, se averió el dispositivo de mi Pokébola, pero le prometo que en cuanto la repare, llevaré a mi Lampent dentro de su Pokébola como es debido -supliqué, mientras el dueño del hotel me observaba detenidamente, al igual que a los clientes, quienes no se acercaban del todo-. Esto no está resultando tan fácil como me lo había imaginado… me pregunto sí… -comencé, tomando una pose coqueta, y guiñándole el ojo a Toro-. Atracción… -susurré, forzando a Toro a sonrojarse, y a mirarme con sus ojos en forma de corazones, Lampent por su parte, se mostró impresionado por lo que podía hacer-. Entonces… señor Toro, ¿me echará a la calle? -agregué con ternura, lo que forzó al rostro de Toro a iluminarse de rojo, y a vapor a ser disparado por su nariz, creo que me pasé un poco.
-Señorita Valerie, será un honor el brindarle un trabajo estable mientras lo necesite, además de brindarle una habitación provisional como lo sugirió mi estimada Katherine. Aquí tiene, no será el pent-house, pero nos orgullecemos de nuestras habitaciones -agregó, entregándome las llaves, y frotándome la mano lujuriosamente, lo que me escandalizó-. Comenzará trabajando en el área del restaurante mañana temprano, pero quien sabe, alguien con sus habilidades podría trabajar en algo más… personalizado… -me guiñó el ojo, o Arceus, me acaban de guiñar el ojo.
-No lo defraudaré, jefe Toro -agregué nerviosa, y corrí fuera de la recepción con un furioso Lampent tras de mí, con sus llamas ardiendo fuertemente-. ¿Quieres dejar de prenderte de esa forma? Kimono de Flareon o no, la verdad no puedo con todo este calor -me quejé.
-¡Usaste un ataque Pokémon! ¡Eres un peligro! ¡No puedo dejarte andar por allí sin supervisión! -se quejó Lampent, y yo sentía que se me agotaba el aire, ya que Lampent lo estaba quemando por donde flotaba. Además, los clientes se alejaban de nosotros, evidentemente aterrados por Lampent- ¿Cómo es que los otros Pokémon permiten esto? ¡Tal vez deba ayudarte a cruzar! -agregó, preocupándome con sus palabras, pero Lampent pronto se calmó, cuando escuchó los gritos de horror y el llanto de una pequeña.
-¡Mami! ¡Es un Lampent! -lloraba la niña, y aquello deprimió a Lampent- ¡Tengo miedo! ¡Haz que se vaya! -apuntaba ella. La madre entonces me encaró, como si yo fuera la responsable de todo, podía sentir su desprecio en mis instintos, pero también, podía sentir la depresión en Lampent, cuyo fuego dejaba de arder, hasta casi apagarse.
-¡Debería darle vergüenza! ¿Acaso no sabe las historias que se cuentan de los Lampent? ¡Regrese a ese monstruo a su Pokébola! -apuntó la mujer, Lampent tan solo flotó más cerca del suelo que antes. Estaba triste, y yo me sentía igualmente triste por él.
-Señora, con todo respeto, es solo una historia. Lampent no es malo -intenté explicarle, aunque ella se negó a escuchar razones, y tan solo siguió gritándome, como si aquello la hiciera sentirse superior-. Sé que se cuentan historias muy tristes pero, eso es solo porque no los comprendemos, porque le tememos a lo que no entendemos -continué intentando explicarle, hasta que la niña extrañamente dejó de llorar, y me miró con sorpresa.
-¡Es la líder Valerie! -exclamó la niña, y por primera vez, los presentes dejaron de prestarle atención a Lampent, y la posaron en mí- Creí que a usted solo le gustaban los Pokémon bonitos pero… Lampent da mucho miedo… -agregó la niña, y yo la miré con una sonrisa genuina en mi rostro.
-Yo amo a todos los Pokémon. Todos los Pokémon son hermosos -le expliqué, y la niña me miró con curiosidad, aunque con sus ojos aún humedecidos-. Sé que hay Pokémon que dan mucho miedo, pero eso es solo porque no los conocemos lo suficiente. Siempre es importante confiar, y comprender, antes de juzgar y temer. No es así, ¿Lampent? -terminé, y pude ver como el fuego de Lampent ardía nuevamente, solo que esta vez lo hacía de una forma gentil.
Habitación 601.
-No he trabajado en absoluto, y ya me siento agotada -agregué mientras entraba en mi habitación, con Lampent detrás de mí. Cuando le comenté a Katherine que necesitaba de un lugar donde quedarme, ella agregó como parte de la negociación que trabajaría solo por propinas si se me permitía hospedaje seguro mientras trabajaba. Y lo primero que hice una vez que estuve en la habitación, fue lanzar mi calzado al aire y dejarme caer sobre la cama-. ¡Una cama! -rodé a sus anchas, incluso cuando estuve en la habitación de Brighton había tenido que dormir en el suelo, pero ahora, por fin tenía una cama-. Espera, espera, no me puedo acostumbrar a esto, aún tengo que dormir en la cama del profesor -comenté, notando entonces a Lampent mirándome con ojos de molestia-. No estoy haciendo el mejor trabajo vendiéndome como una buena persona, ¿verdad? -me preocupé.
-¿Por qué me defendiste? -preguntó Lampent cambiando el tema, y yo me acomodé en la cama para mirarlo mejor- Desde que evolucioné, todos han sido malos conmigo, humanos y Pokémon por igual, lo hacen sin siquiera conocerme, pero tú, sin siquiera conocerme tampoco, estas siendo buena conmigo -prosiguió él.
-Estoy acostumbrada a que la gente me juzgue sin conocerme, supongo que me proyecté un poco en ti -le expliqué yo, recordando a todos aquellos quienes fueron malos conmigo cuando era niña-. Supongo que, a humanos y Pokémon les aterra todo aquello que no alcanzan a comprender. Me han juzgado mal muchas veces, pero siempre me ha hecho feliz cuando han confiado en mí. Así que yo quiero hacer feliz a los demás, humanos o Pokémon, confiando en ellos -ser juzgado por ser como eres es muy duro, me pregunto, si todos juzgarán a Skorupi así cuando evolucione y adquiera el tipo Siniestro.
-Parece ser que hay otras cosas que te preocupan -me comenta Lampent, y yo lo miro fijamente, sorprendida de la empatía Pokémon-. ¿Está bien si me quedo contigo un tiempo? Me haría feliz no sentirme rechazado para variar -insistió con su flama algo rosada, ¿se estaba sonrojando? Espero que no haya sido producto de mi ataque de Atracción.
-Puedes quedarte conmigo todo el tiempo que consideres necesario -le expliqué yo, y de reojo noté a Chatot volando por los alrededores del hotel, razón por la que salí a verlo- ¡Chatot! -lo llamé, el cansado Pokémon quien aún llevaba mi maleta, descendió sobre el balcón, y se desplomó dentro- Pobre, te esforzaste mucho -exclamé mientras le frotaba las plumas.
-No encontré a Skorupi -me explicó Chatot, lo que de inmediato me alertó-. Ni siquiera Quagsire sabe dónde está, ese Pidgeot tampoco fue muy cooperativo, ordenó a todos a que no nos ayudaran, Kirlia tampoco puede decir nada, Pidgeot personalmente la mantiene retenida -me explicó, y aquello encendió varias alertas.
-Skorupi… me pregunto si… -intenté correr, pero me detuve de improviso-. No puedo regresar al laboratorio, el profesor pensará que lo estoy acosando. Pero no puedo dejar a Skorupi solo. Chatot, ¿puedes llevarme? -pregunté preocupada, mientras comenzaba a desvestirme, y a colocar mi ropa dentro de mi maleta.
-¿Estás bromeando? ¿Cuánto peso crees que puedo cargar? -se quejó él, mientras yo me transformaba de nuevo en una Eevee, sobresaltando a Lampent- Oh, te referías a llevarte en tu forma de Eevee. Bueno, así cambia la cosa, aunque considero pertinente recordarte, que tienes una cita con el profesor dentro de 3 horas -me explicó él.
-Estaré lista para entonces -le mencioné, entrando dentro de la mochila con la cremallera abierta-. ¿Cuento contigo? -pregunté, aunque en ese momento, cuando Chatot saltó conmigo al balcón, supe que no estaba pensando las cosas bien- ¡Aaaaah! ¡Debí haber pensado esto detenidamente! -lloré mientras Chatot volaba, y yo sentía como mi vida intentaba ser absorbida por el fuego de Lampent.
Boulevard Sur. Laboratorio del Profesor Sycamore. Patio Trasero.
-Suave, suave, ahora recto, despacio, despacio, ya puede aterrizar -aparentemente había perdido el conocimiento cuando Chatot saltó del balcón en el hotel, por lo que no supe lo que estaba pasando hasta que vi a Lampent ayudándome a salir de la maleta con sus brazos fantasmales, Chatot se desmayó por el esfuerzo, no podía más, entre el peso de mis kimonos, y mi propio peso, había sido demasiado lo que había hecho, ni siquiera tenía energía para hablar-. Califico este aterrizaje con un ocho sobre diez, es un Pokémon volador muy habilidoso -me explicó Lampent, mientras yo temblaba de miedo-. Descuida, aún no me han pedido llevarme tu alma, estarás bien -bromeó él.
-¡No me hace feliz el comentario! -reclamé yo, y entonces miré a los alrededores, esperando encontrar a Quagsire o a Kirlia, para mi fortuna, el primero llegó ante mí con su rostro lleno de preocupación.
-¿Hiciste un nuevo amigo? -se distrajo Quagsire, saludando a Lampent, quien agradecido le estrechó la mano a Quagsire- Es lindo, aunque ya se me olvidó a qué venía -se frotó la barbilla Quagsire, Chatot solo hizo una mueca como si intentara gritar, pero estaba tan cansado que solo graznó sin poder articular palabra alguna.
-Quagsire, concéntrate. ¿Dónde está Skorupi? ¿Y Kirlia? -pregunté nuevamente, pero un terrible batir de alas me dio parte de las respuestas, mientras Pidgeot bajaba de la copa de los árboles, con Kirlia apresada en su pata.
-¡Valerie! -gritó Kirlia asustada, mientras Pidgeot la aplastaba contra el suelo. Pidgeot era el líder de los Pokémon del profesor, y nadie se atrevía a desafiarlo, todos los Pokémon del profesor se encontraban asustados, y me miraban desde detrás de los árboles.
-Puedo ver, que no has completado tu transformación. Y por lo que he oído, pasas cada vez menos tiempo en tu forma de Pokémon -declaró Pidgeot molesto, yo estaba igualmente molesta, pocas eran las veces en que un Pokémon lograba hacerme enojar genuinamente, y mis instintos de Pokémon me hacían gruñirle a Pidgeot en ese momento, como si intuyera peligro-. Tus instintos, sin embargo, parecen estar muy bien calibrados, no he venido en términos pacíficos -me graznó con fuerza.
-Que curioso -enuncié yo, creciendo, y encarándolo con mi rostro humano, mismo que desconcertó a Pidgeot-. Yo tampoco vine en términos pacíficos -le respondí, aunque primero lo primero, y comencé a vestirme en mi Kimono de Flareon nuevamente-. ¿Dónde está Skorupi? -comenté desafiante.
-No tengo nada que hablar contigo, vete ya -exclamó Pidgeot, graznando furioso, Lampent se posó entonces frente a él, incinerando su lampara, haciéndole retroceder-. ¿Un Lampent? De verdad eres una humana que no es de fiar -exclamó Pidgeot en señal de molestia.
-Juzgas sin conocer, Pidgeot, aunque eso se te da muy bien, ¿verdad? Pero no he venido a discutir contigo, quiero ver a Skorupi -insistí yo, pero era más que obvio que Pidgeot no iba a ceder en esta conversación.
-Tranquila cariño, Pidgeot no le ha hecho nada a Skorupi -escucho en ese momento, notando a Mawile, quien se acerca mientras el resto de los Pokémon mantienen sus distancias-. Tienes que entender a Pidgeot, al igual que todos los Pokémon volador, siente una tremenda responsabilidad por tu caso. Él no es malo, solamente tiene miedo -me explicó Mawile.
-Mawile, no te metas -exclamó Pidgeot, intentando intimidarla, pero Mawile no retrocedía. Ante las palabras de Mawile, me sentí un poco más calmada. Pidgeot no era realmente malo, estaba asustado, como lo estuvo Skorupi, como lo estuvo Chatot, como lo estuvo Lampent. Todos ellos pretendieron actuar siguiendo sus instintos, como lo hace un animal acorralado. Pidgeot se sentía acorralado, y eso lo forzaba a tornarse violento.
-Soy de lo peor… -me dije a mí misma, dejándome caer sobre el pasto, y temblando de miedo-. Mi instinto de Pokémon y mis temores humanos, me acaban de jugar una muy mala pasada. Me descargué contigo, Pidgeot, pero… tú no le harías daño a Skorupi, ¿verdad? -sonreí, y en ese momento, logré ver las plumas de Pidgeot erizarse un poco, como hacían las de Chatot cuando se apenaba. Él es un Pokémon bueno- Creo que todos tenemos que volver a empezar. ¿Sabes algo de Skorupi? -le pregunté curiosa.
-No es algo que necesites saber -enunció Pidgeot, haciéndose el fuerte nuevamente, aunque esta vez Mawile colocó su mano sobre sus plumas, ayudándolo a tranquilizarse. Pidgeot tan solo bajó la mirada, mostrando por fin mortificación.
-Yo le diré, descuida -le mencionó Mawile, y Pidgeot, orgulloso, soltó a Kirlia, y voló de regreso a la copa de los árboles, donde Altaria lo recibió, y acarició su pico contra el suyo-. ¿Estás bien Kirlia? -preguntó Mawile, aunque Kirlia ya me abrazaba mientras era un paño de lágrimas.
-Pensé que me iba a comer… -aspiró con fuerza Kirlia mientras me abrazaba, y yo la acaricié intentando ayudarla a tranquilizarse-. Estaba muy asustada, primero Drapion, luego Pidgeot, y luego… -¿Drapion…?-. ¡Ah! ¿Dije eso en voz alta? -se apenó ella.
-Al poco tiempo de que te fuiste, Skorupi evolucionó -me comentó Mawile, y yo la miré con preocupación-. No creo que deba ocultarte el hecho de que hubo una horrible confrontación. Cuando la muda de Skorupi terminó, entró en un modo furioso. Pidgeot por supuesto que intentó calmarlo, pero en su rabieta, Drapion hizo un agujero en la pared de ladrillo. Dexio, Sina y el profesor lo han estado persiguiendo desde entonces -me explicó Mawile, y yo me aterré por lo que me estaban contando-. Pidgeot no quería que te preocuparas, quería que te concentraras en continuar siendo una Eevee, por eso intentó detener a Kirlia de decirte lo que pasó, no se esperaba que tus instintos de Pokémon te hicieran desafiarlo, Pidgeot no está acostumbrado a eso, realmente, a Pidgeot no le gusta pelear -agregó en tono burlón, y Pidgeot le arrojó una baya desde la cima del árbol en que se encontraba, misma que Mawile esquivó mientras hacía caras de burla en dirección a Pidgeot.
-Entiendo, te agradezco que me lo hayas contado, Mawile, y muchas gracias por tu preocupación también, Pidgeot -reverencié en su dirección, aunque Pidgeot solo se dignó a ignorarme-. Tengo que encontrar a Skorupi, quiero decir, a Drapion, debe sentirse muy asustado y solo -intenté salir por el agujero en la pared de ladrillo, cuando Mawile me detuvo.
-¿Sabes moverte por Ciudad Luminalia? -me preguntó, a lo que no pude responder. El poco tiempo que había pasado en Ciudad Luminalia, lo había pasado dentro de la casa del profesor Sycamore, fuera de eso no conocía más que el acueducto, y el hotel Ricachilton-. Por tu mirada de Slowpoke intuyo que no tienes ni la más mínima idea -me insultó.
-Otra que usa insultos Pokémon -enuncié, recordando la forma en que Skorupi siempre insultaba a los demás, específicamente a Quagsire-. No importa si sé o no moverme por Ciudad Luminalia, un amigo muy querido mío me necesita, y no planeo dejarlo solo, Quagsire, Chatot, Kirlia, Lampent, ¿vienen conmigo? -pregunté, Chatot y Lampent me siguieron, pero Quagsire y Kirlia no me seguían.
-Eso quisiéramos, pero, no podemos -enunció Quagsire, lo que me confundió bastante-. El profesor ya está muy preocupado por Drapion, si nos desaparecemos Kirlia y yo también, lo vamos a preocupar aún más -me explicó Quagsire.
-Ya rompimos las reglas muchas veces porque no podías controlar tus transformaciones, pero… el profesor es nuestro entrenador, y él no nos llevó con él, por eso tenemos que esperarlo -me comentó Kirlia con lágrimas en sus ojos, y yo comprendí que ellos no tenían opción-. Lo siento… no es que no quiera ver a Drapion… pero… -intentó explicarme, pero yo entendía perfectamente.
-Bueno, bueno, como no hay otra opción, supongo que tendré que acompañarte -exclamó Mawile, confundiéndome-. Adiosito a todos, pórtense bien, y cuiden de Pidgeot. Anda, Valerie, que yo sí que conozco la ciudad perfectamente bien -lideró la marcha Mawile, confundiéndome, pero yo la seguí de todas formas.
-Espera, Mawile, no se preocupará el profesor si no estás aquí cuando él regrese -pregunté, a lo que Mawile respondió con una sonrisa de picardía, como si se regocijara del sufrimiento ajeno-. Pidgeot tampoco ha dicho nada, ¿simplemente te va a dejar irte por ti misma, así como así? -pregunté sorprendida.
-A los invitados no se les puede retener, y yo ya fui un invitado por mucho tiempo -me respondió Mawile, caminando orgullosa por la ciudad, y saludando a los Skiddo, como si los conociera de toda la vida, los Fletching en los alambres también la saludaron, al igual que unos Growlithe amarrados a las correas de sus entrenadores.
-Mawile es un Pokémon callejero -me explicó Lampent, y en ese momento, Mawile tropezó con sus propios pies, y cayó de cara al suelo-. En las semanas que te había estado esperando en las cercanías del laboratorio del profesor, ella iba y venía por toda la ciudad, metiéndose a varias casas, con varias familias, todas le daban de comer -¿es una vagabundo Pokémon?
-¿Eh? ¿Entonces te la vivías en la casa del profesor y comías de a gratis? Eso es una sorpresa, eres un Pokémon vagabundo -enuncié, probablemente molestando a Mawile, quien intentó morderme con su mandíbula-. No pretendía insultarte -me disculpé.
-¿A quién le llamas Pokémon vagabundo? Hasta donde entiendo, aquí la única vagabunda se transforma en Eevee y duerme de a gratis mientras intenta ligarse al profesor -eso fue muy grosero, para ser una tipo Hada, la verdad es que Mawile no es muy agradable-. Si me quedé fue porque Kirlia es mi amiga, es la única que no me trata como si fuera un Pokémon pordiosero -exclamó con tristeza.
-Los Pokémon citadinos la tienen difícil por lo que veo -concluí yo, mientras Mawile nos guiaba a todos por los callejones, moviéndose como si supiera perfectamente a donde ir, mientras Chatot, Lampent y yo nos sentíamos aún más perdidos con cada vuelta-. Mawile, ¿a dónde vamos? -pregunté sintiéndome preocupada.
-¿A dónde más? A la torre de Ciudad Luminalia -apuntó Mawile, y tras doblar la esquina, nos encontramos frente a frente con la enorme torre. Esta era la primera vez que veía la torre que no fuera por televisión, era enorme y majestuosa, además de parecerme muy romántica. Este sería el lugar perfecto para tener una cita con el profesor, aunque en estos momentos no debería de estar pensando en eso-. Oye… contrólate, puedo oler tus feromonas y son muy desagradables -se molestó Mawile, y yo me apené sobre manera.
-No lo estoy haciendo a propósito, estoy en la edad del romance -aunque admito que no debería estar pensando en ello mientras aún me encuentro preocupada por Drapion-. ¿Qué hacemos aquí? ¿Cómo nos ayuda esto a encontrar a Drapion? -le pregunto contrariada, pero ella sonríe como si tuviera todo bajo control.
-Te falta barrio, cariño, mira y aprende -¿Qué me falta qué? Que vulgar-. ¡Heliolisk! -llama Mawile, y frente a una de las paredes iluminadas de la torre, un Heliolisk hace acto de presencia, habiendo estado camuflado en la pared todo este tiempo.
-¡Madam Mawile! -exclamó el Heliolisk, tomando a Mawile de la mano, y besándola mientras hablaba con un acento extranjero, o al menos me sonaba extranjero para un Pokémon- Ah, mi delicada florecita, cuanto tiempo. ¿Mesa para cuantos? -¿es alguna clase de mesero? Tras prestar un poco de atención, logré distinguir a un Snubbull y a un Houndour compartiendo un barril de madera, y lo que parecía ser un plato de espagueti con albóndigas, mientras un Kricketune parecía tocarles, supongo que hay Pokémon que disfrutan del romance también-. Un momento, esa no es un Flareon, aquí no servimos a los de su clase, ¿a qué estás jugando, Mawile? -apuntó Heliolisk.
-Tampoco es como que quiera una reservación -respondí yo, y el Heliolisk abrió su boca en señal de sorpresa, mientras Mawile se burlaba intentando ocultar la malicia en sus expresiones, así que Mawile es ese tipo de Pokémon que se burlan de la desgracia ajena, que curioso.
-No le prestes atención, Heliolisk, y descuida, de todas formas, no tengo bayas para pagar -miré a Chatot y a Lampent confundida, ambos no eran Pokémon de ciudad, así que ambos me respondieron con una mueca, sin saber qué pasaba. Estaban tan confundidos como yo-. Escucha, nada pasa en Ciudad Luminalia sin que tú lo sepas. Estamos buscando a un Drapion, seguramente perseguido por el profesor de la ciudad y el par de chicos que se creen superhéroes -¿superhéroes?-. Estoy segura de que sabes dónde encontrarlo -insistió ella.
-¿Es amigo tuyo? Pasó por aquí y asustó a toda una familia de Goomy, el fango del que se alimentan no es fácil de conseguir con todos esos depredadores de la ruta 14 -se molestó Heliolisk, aparentemente sin deseos de cooperar-. El Drapion llegó, comió todo el fango, y corrió dejándome sin clientes. Si es amigo tuyo me debes varias bayas -insistió.
-¿A dónde corrió ese Drapion? -interrumpí, sorprendiendo a Heliolisk nuevamente, quien se limpiaba los orificios de sus oídos como intentando deducir si realmente me estaba escuchando- Puedo conseguirte todo el fango que quieras de la ruta 14, pero por favor, necesito encontrar a ese Drapion, es mi amigo, y no puedo dejarlo solo -insistí, mientras Mawile se regocijaba de las expresiones faciales de Heliolisk.
-¿Escuché bien? ¿La humana me está hablando? ¿La estoy entendiendo? -no es momento, por favor, estoy demasiado preocupada- Si esta es otra de tus tretas para comer gratis… -intentó decir.
-Por favor, ya perdimos mucho tiempo -me molesté, y miré a Lampent-. Si me seguiste desde la ruta 14 hasta Ciudad Luminalia, conoces la ruta perfectamente, tráele a Heliolisk todo el fango que necesite, por favor -le pedí a Lampent, quien asintió y comenzó a flotar en dirección a la ruta 14-. Ahora por favor, ¿dónde está Drapion? -volví a suplicar.
-Umm… que curiosa situación, pero te digo de todas formas -apuntó Heliolisk-. Sigue esa calle, el Drapion se oculta dentro de los acueductos, tiene a todos los Marril asustados sin querer entrar a su morada. Ahora largo que me espantas a los clientes -insistió Heliolisk, yo reverencié, y corrí en la dirección que me habían indicado, con Chatot y Mawile detrás de mí.
Plaza Céntrica. Los acueductos.
-¡Profesor! -como era de esperarse, encontré al profesor Sycamore a la entrada de los acueductos, con Sina y Dexio jalándolo de las mangas de su bata, evitando que se metiera en las repulsivas aguas del acueducto. El profesor se viró para verme, y desistió de su intento de meterse al agua, mientras Dexio y Sina respiraban agradecidos- Profesor… -agregué con una sonrisa al verlo.
-Señorita Valerie, ¿qué hace usted aquí? -preguntó el profesor, y yo caí en cuenta de que el profesor no tenía ni la más mínima idea de lo que yo requería, y que, a su vez, yo no tenía forma de explicárselo- Un momento, ¿qué horas son ya? -se preocupó el profesor, viendo su reloj de mano, y preocupándose- Oh, no… señorita Valerie, perdóneme, se me hizo tarde para la cita, pero, le pido entienda que tengo razones para haberla dejado plantada -me explica arrepentido, y yo suspiro aliviada-. ¿Vino buscándome para expresar su descontento, no es así? -me pregunta contrariado.
-Profesor, ¿por quien me toma? Estaba preocupada por usted -le expliqué yo mientras acomodaba mis ideas-. Llegué al laboratorio, y vi un enorme agujero en la pared, me preocupé, y esta Mawile me lo contó todo -mentí, pero no era como que pudiera decirle la verdad.
-¿Qué Mawile que cosa? -exclamó Sina, y Dexio alzó los hombros arriba y abajo en señal de desconocimiento- Como sea, profesor, ¿por qué no va a su cita y deja que Dexio y yo nos encarguemos? Valerie ya se arregló y todo, y lo que menos necesitamos, es que usted pierda a otra chica por meterse al drenaje. ¿Cuánto tiempo va a estar solo y deprimido, profesor? -exclamó Sina en una rabieta.
-Aunque agradezco el voto de confianza… -interrumpo yo, mientras Sina continúa refunfuñando-. Estoy segura de que el profesor tiene una razón muy importante para querer meterse al drenaje, y estoy segura de que eso no tiene nada que ver con intentar escaparse de nuestra cita, ¿no es verdad profesor? -le sonrío con gentileza.
-Le juro que no me estaba escapando -agregó apenado-. De verdad lo siento, te compensaré de alguna manera, es solo que, después de que te fuiste, liberé a mis Pokémon en el patio trasero -me explicó el profesor, y yo pretendí que le ponía atención, mientras miraba de reojo a la entrada del acueducto en todo momento, impaciente de ir con Drapion-. Un Skorupi que capturé no hace mucho, de pronto evolucionó, y entró en un frenesí muy violento que, si Pidgeot no se aparece, de seguro estaría viendo ángeles otra vez por su ataque de Carga Toxica -me apené en ese momento, aunque el profesor no tenía el por qué saber la razón-. Drapion entonces destrozó la pared, y ha estado corriendo por toda la ciudad en una rabieta. Lo seguimos hasta aquí, expulsó a los Marill del acueducto, y ahora intento entrar y regresarlo a su Pokébola, pero Sina insiste en que no es respetuoso ensuciarme de este modo antes de una cita -gracias por preocuparte, Sina, pero yo entiendo perfectamente.
-Bueno, es verdad que sería preocupante que llegara ante mí oliendo a drenaje sin explicación aparente, pero yo lo entendería perfectamente -aclaré fingiendo demencia-. Pero profesor, un Drapion es un Pokémon muy difícil de tratar, incluso para usted, la ultima vez no le fue muy bie… -me estremecí, y el profesor me miró con curiosidad-. Este… yo… bueno… -¡no esto otra vez! Para desviar la atención, yo misma salté al drenaje.
-¡Señorita Valerie! -se escandalizó el profesor, aunque el agua solo me llegaba a las rodillas- ¿Qué está haciendo? Va a enfermarse -que lindo, se preocupa por mí, aunque yo no me encuentro exactamente indiferente, ¡que asco! ¿No quiero ni pensar en las cosas que están manchando mi kimono en este momento!
-No se preocupe… profesor -no vomites, no vomites, no vomites-. Yo hablaré… con Drapion por usted… -ught… esto es más difícil con sentidos aumentados-. Ya vengo… esperen allí, Chatot, Mawile… -me tragué un eructo de asco en ese momento.
-Oh, eso no lo tienes ni que pedir -se burla de mí Mawile, yo hago una mueca mientras me cubro la nariz, y me adentro en el acueducto. Para mi fortuna, al parecer los sentidos Pokémon tienen una adaptación muy superior a la de los humanos, por lo que me tomó solamente un par de minutos caminando entre la porquería para adaptarme al olor, además de que ya caminaba por suelo de concreto al haber encontrado la orilla. No tardé en encontrar a Drapion, enorme y encorvado, en una esquina del acueducto, algo en mi instinto, me decía que no debía de acercarme, pero él era mi amigo, no podía dejarlo allí-. Dra… -intenté decir.
-¡Vete! -me gritó Drapion con fuerza, y yo sentí todo el miedo recorrerme la columna, mientras sus ojos brillaban de rojo con desprecio y odio- No quiero verte, no quiero lastimarte, solo vete -prosiguió Drapion, ya más tranquilo, aunque muy triste, y alejándose de mí-. No quiero perder el control otra vez, no quiero golpear a nadie, no así… solo vete… -insistió Drapion, pero yo no me alejé.
-Drapion… -susurré, pero en ese momento, me molesté mucho, por lo que lo pateé con mi kimono mugriento-. ¡Me arruinaste mi cita con el profesor! ¡Mira mi kimono! ¡Está lleno de cosas que no quiero ni mencionar! -le grito furiosa.
-¡Ahora sí sacaste Pokéboleto! -me voltea a ver Drapion por fin, aunque una de sus garras me toma del cuello de mi kimono, preocupándome un poco, pero él se da cuenta, y se asusta, virándose para darme la espalda- No quiero lastimarte, solo vete -insiste él.
-Me vas a lastimar más si no me dejas verte -insisto yo, y me siento a su lado, él se molesta y se aleja, pero yo me paro y lo sigo, él continúa intentando evadirme, pero yo lo sigo a todos lados-. Tengo toda la noche, ya me acostumbré a esta peste. ¿Pensabas que metiéndote en donde estaba sucio no me ibas a volver a ver? Creo que me subestimas -continué yo.
-¡Deja de molestarme mujer! -me empuja, algo que no me esperaba, por lo que caí de espaldas haciéndome un poco de daño- Ya soy un Drapion, si me piden que haga lo que tengo que hacer ya no tengo excusas, es lo que todo mundo siempre me pide, y ya no tengo argumentos para negarme -me explica él.
-Yo te voy a dar el argumento perfecto, eres mi amigo -continuo yo, y Drapion se apena un poco-. Y el ser de tipo Siniestro, no te hace un mal Pokémon, esas son ideas ridículas, juicios que se hacen humanos y Pokémon solo porque no entienden. Vamos a casa, Drapion… -le pido con una sonrisa, y él se apena y me da la espalda.
-No es tu casa, es la del profe ese -agrega con molestia, y bueno, técnicamente hablando, tiene razón-. Si regreso, no vas a estar allí, eso ya no es divertido -insistió él, aunque, yo le veo menos diversión a quedarse dentro de un tubo de drenaje.
-Bueno… el que regreses a casa no tiene por qué ser un adiós… solo… un hasta luego… -agrego yo, y Drapion me voltea a ver con incredulidad-. Ya sabes… porque si el profesor y yo… nos cortejamos… su madriguera sería mi madriguera… y yo te vería allí… ¿no es así? -le menciono, y Drapion parpadea un par de veces como intentando comprenderlo- Espabila cerebro de Quagsire… si el profesor acepta mi cortejo… y tu eres su Pokémon… yo… te vería más seguido, incluso si eres su Pokémon, porque de todas formas viviría allí contigo… -le expliqué.
-Ah, ya se me prendió el Lanturn -exclamó él, y yo me sonrojo por tener que explicarle estas cosas a un Pokémon-. Pero… ¿cómo planeas conquistar al profe oliendo peor que un Garbodor? -me apunta curioso.
-¿Disculpa? ¿De quien es la culpa? ¡Mordisco! -lo muerdo, él se queja, pero de pronto se ríe, y yo me río de igual manera, aunque lo suelto en ese momento- Hay que asco, sabes horrible, ew, mira las cosas que hago por ti, giak -me quejo de forma infantil, pero no tardamos en reírnos nuevamente, así es como tiene que ser. No importa el tipo, Drapion, es uno de mis mejores amigos.
Plaza Céntrica, afuera de los acueductos.
-¡Drapion! -el profesor no perdió tiempo en salir y abrazar a Drapion, quien pese a tener muy poco de conocer al profesor, realmente se sentía agradecido de la preocupación genuina que él poseía, aunque no tardó en voltear a verme, escandalizado por encontrarme cubierta de porquería de pies a cabeza- Valerie, tienes que permitir que arregle esto, que vergüenza que hayas tenido que hacer esto por mí -le agradezco la preocupación, profesor, pero no lo hice exactamente por usted.
-Que hedor, y no me refiero a la porquería, Valerie feromonosa -se burla de mí Mawile, tapándose la nariz y haciendo muecas-. Que bueno que no lo hacías por el profesor cariño, o mi nariz se caía por la peste de tus olores corporales -continuó burlándose, pero antes de que yo pudiera decir cualquier cosa, Drapion se me adelantó.
-Mira que yo si te recuerdo la tabla de tipo, hadita insignificante, no me importa si eres inmune por ser mitad metal -se molesta Drapion, iniciando una competencia de egos con Mawile, quien intentó morderlo con sus fauces.
-No te vayas a lastimar la espalda, Pokémon evolucioné por cambio de mudas, cuida tu espalda, no sea que tengas que pelear usando bastón -continuó el enfrentamiento, preocupando a Sina y a Dexio, quienes comenzaron a separar a Mawile y a Drapion.
-Mejor regreso a Drapion a su Pokébola -declaró el profesor, llamando a Drapion de regreso, y dejando a Mawile riendo orgullosa de su victoria-. Aunque, a Mawile no la puedo regresar, nunca ha dejado que la capture. Eso me da una idea -me mira el profesor-. ¿Por qué no te quedas con mi Mawile como agradecimiento por lo que hiciste hoy? -me pregunta entusiasmado.
-¿Ah? ¿Yo y la chica con medio Muk pegado al cuerpo? -¿Muk? Me horrorizo y me limpio el kimono rápidamente, pero ella se ríe indiscriminadamente- ¡Caíste! -me molesta mientras se burla de mí.
-Algo me dice que no somos compatibles, profesor, pero gustosa acepto el ofrecimiento -después de todo, ¿cómo decirle que no al regalo del profesor?-. Aunque, si me disculpa, creo que necesito limpiar este kimono, es muy vergonzoso estar en su presencia de esta forma.
-Ah, lo comprendo perfectamente -menciona el profesor, aunque puedo ver que no está satisfecho-. Por favor, pase al laboratorio, le prestaré prendas limpias, y lavaremos su kimono, no me permitiría el que se paseara así por la ciudad -continuó él.
-Gracias por el ofrecimiento, profesor, pero de verdad, no es necesario -intento decirle, cuando siento una lluvia de fango caer sobre de mí, y veo a Lampent flotar bajo, orgulloso de sí mismo.
-Traje todo el fango de la ruta 14 que pude, por cierto, Lon te manda saludos, parecía feliz de saber que estabas bien, seguro no tarda en estar listo para partir a la otra vida -me explica Lampent, mientras yo lo miro con suma molestia-. ¿Hice algo mal? Veo energías oscuras a tu alrededor, ¿evolucionas en un Umbreon? -me pregunta él.
-Es muy probable -le respondo mientras siento una vena saltada en mi frente-. Después de esto, el kimono de Flareon no me servirá mucho -enuncio sumamente molesta, y entonces miro al profesor, quien no sabe qué decir-. Acepto la invitación… profesor… -finalizó, y el profesor asiente, levemente perturbado.
Laboratorio del Profesor Sycamore.
-Y heme aquí… de regreso en donde todo empezó -un par de horas más tarde, me encontraba dentro de una tina en la casa del profesor Sycamore, este sería como mi tercer o cuarto baño, ya había perdido la cuenta, pero por más que hacía, el olor no se iba. En menos tiempo del que podía llegar a imaginar, la cantidad de sustancias repulsivas con las que me había cubierto el cuerpo habían crecido exponencialmente, desde materia prima de Burmy, hasta agua de drenaje, y fango de la ruta 14, ya solo faltaba que un Garbodor me vomitara encima.
Drapion ya estaba con los demás Pokémon, entre los cuales se incluía a Lampent, y a Chatot, ya que el profesor pensaba que Chatot era mi Pokémon, y le permitió quedarse con nosotros, no sin antes decirme que ese Chatot le parecía muy familiar. Terminado mi quinto baño, por fin me digné a salir del mismo, Sina había preparado algo de ropa para mí, nada muy elaborado, solo un pantalón negro y una blusa morada, además de ropa interior. No era mucho, pero le agradecía al menos que haya pensado en los colores. Pensé en salir para agradecerle, pero en cuanto salí, la vi en la recepción junto al profesor.
-Tenga autocontrol, no estoy muy de acuerdo en que tenga a una menor de edad durmiendo en su casa, si me entero de que no tuvo autocontrol, la va a pasar muy mal profesor -reprendía Sina, aunque por los aromas corporales del profesor, yo sabía que él estaba muy molesto por la falta de confianza-. Llegaré muy temprano mañana, y como sé que usted tiene el sueño muy pesado, sabré si pasó algo siquiera antes de que despierte -proseguía ella en su regaño.
-¡Te hee! -se me escapó la risa, y Sina me volteó a ver, yo aún me secaba el cabello con la toalla, pero me acerqué a ella con una sonrisa- Agradezco tu preocupación, Sina, pero el profesor no me haría daño -continué yo, aunque por el rubor y los aromas corporales del profesor, comencé a dudarlo un poco-. Puedes estar tranquila, ya es tarde para regresar a mi cuarto de hotel, pero a primera hora de la mañana me esfumaré -insistí yo.
-No se fije, señorita Valerie, yo encantada en verla mañana temprano, es en el profesor en quien no confío -aclaró ella, y pude sentir algo de sus feromonas, emitiendo advertencias en dirección al profesor.
-Sina… es suficiente, ya puedes irte… -agregó el profesor, empujándola gentilmente fuera del laboratorio-. Nos vemos mañana Sina, adiós -insistió el profesor sin dejarla hablar, y le cerró la puerta en la cara -sé que ya me he disculpado muchas veces el día de hoy, pero de verdad me siento muy apenado por todo lo que está pasando -es tan lindo.
-Descuide profesor, yo encantada por las atenciones… ah… espero no me lo tome a mal, no quisiera parecer… -desesperada. El rubor en mi rostro se hizo presente entonces, estaba sola, en la casa de la persona que me gustaba, en retrospectiva, debí pensar mejor las cosas-. Tal vez debería irme al hotel -insistí apenada.
-De ninguna manera, es tarde, y no me fiaría de que alguna persona de malas intenciones se la topara de noche -el profesor entonces cerró todas las llaves de la puerta principal, algo que no lo había visto hacer nunca-. Puede dormir en mi habitación, lo lamento porque sea solo un colchón en el suelo, tuve un pequeño incidente con mi Charizard -comenzó a explicarme, mientras yo me dirigía a su habitación-. Mi habitación es… -intentó continuar, pero yo ya estaba dentro, y recordando que no se supone que debía saber cual era su habitación-. Parece que la encontró -enunció curioso.
-Ah, Sina ya me la había presentado -mentí, definitivamente tenía que ser más cuidadosa-. ¿Seguro que no le molesta que duerma en su habitación? Sé que estoy siendo una molestia -me apené yo.
-No está siendo ninguna molestia, no se fije -se apenó él, y ambos nos ruborizamos, aunque para mí era más evidente el aroma del profesor que su rubor-. Dormiré en la recepción, hasta mañana -finalizó él, y comenzó a buscar algo por todo el lugar-. ¿Eevee? -me escandalicé.
-¿Eevee? Creo que la vi dormida en el armario, tranquilo, yo le haré compañía -cuantas mentiras, lo siento mucho madre mía que estas en el cielo, estarías muy decepcionada de mí. El profesor asintió entonces, y yo rápidamente me encerré en su cuarto, desplomándome en el suelo por el conjunto de emociones-. ¿Debería escabullirme e ir a dormir con él? No, si hago eso y despierta primero que yo, solo encontraría mi ropa regada en su habitación, además de que, en estos momentos, corro el riesgo de volverme a transformar en humana por accidente mientras duermo, no, eso sería muy poco inteligente de mi parte -concluí, y miré el kimono de Flareon, ya limpio, y descansando sobre una percha-. Pobre, no tuviste oportunidad de brillar -me dije a mí misma, mientras caminaba al escritorio del profesor, encontrando papel y plumas allí-. Hoy… fue un día muy difícil y triste… tuve mucho miedo, y me sentí deprimida en algunas partes… fue sombrío… -me senté, y comencé a diseñar-. Pero no fue un día malo, también pasaron cosas muy agradables. La noche, puede ser lúgubre y triste, pero también tranquila y apacible, así es el tipo Siniestro, un tipo incomprendido… que extrañamente, se ha vuelto uno de mis tipos favoritos… -terminé, contemplando el kimono en el que trabajaría después-. Claro, no es el tipo Hada, pero, ya no me desagrada tanto -terminé, y mis oídos, potenciados por mis sentidos Pokémon, comenzaron a escuchar los ronquidos del profesor-. Vaya que ronca bastante fuerte -me quejé mientras me asomaba fuera del cuarto, y lo miraba dormir en el sillón-. Pobre, también se esforzó mucho hoy -deduje yo, y entonces, miré a la cocina.
Una sonrisa se dibujó en mis labios en ese momento, mientras caminaba a la cocina, y abría la puerta del refrigerador, prendí la estufa, saqué los utensilios que necesitaba, y comencé a cocinar, divertida y entusiasmada. El calor de la estufa me hacía recordar mi kimono de Flareon, mientras el humo me impregnaba el cabello, lo que no era muy agradable recién bañada, pero que en esos momentos no me importaba. Me metía bocados a la boca de todo lo que podía mientras cocinaba, aunque no tardé en recordar mi plato en el suelo de la cocina, el profesor no me había visto comer en todo el día, si no comía algo se preocuparía, así fue como me pasee por la cocina, con el plato de comida Pokémon en una mano, y un tenedor con comida humana en la otra, y así seguí hasta terminar de cocinar, esta vez metiendo la comida en el refrigerador, para que estuviera lista para el día siguiente.
-Que aproveché, profesor -finalicé, me dirigí a su cuarto, y me envolví en sus sabanas, disfrutando de su característico olor-. De verdad… podría acostumbrarme a esto… -enuncié, y comencé a gritar como adolescente enamorada.
