Hay algo que no me gusta de este capítulo, lo siento apresurado y algo caótico, supongo que tiene que ver con el kimono que se presentará en este capítulo, y con el hecho de que solo faltan 10 capítulos y necesito resumir lo más que pueda, esta historia no será eterna después de todo. En fin, espero que las fallas que siento que existen en este capítulo, solo estén en mi mente. Que lo disfruten.
Xtractor68: Te explico rápidamente, un OVA significa Original Video Animation, que viene siendo algo así como un episodio especial en una serie de anime, que no exactamente sigue la historia, sino que es una historia complemento. Obvio esto no es un anime, pero suelo referirme a los capítulos "especiales" como OVAS, ya que en mi cabeza siento que estoy trabajando en un anime. Ya veré si sigo poniendo referencias, jajaja, me divertí poniéndolas. Y me da gusto que la temática te haya agradado. Mawile definitivamente no entra bajo el criterio de hada dulce, y Lampent, creo que allí va haciéndose notar y ganándose cariño. Lo de Heliolisk fue una introducción accidental, se supone que era Pokémon de un solo hit, como cuando salió Aromatisse. Ya veremos a futuro como Malva y el mundo reaccionan al nuevo Café Mix, aunque este todavía no abre.
Tony Contre: (Memorias de Vietnam), perdón por desaparecerme tanto tiempo. Espero que esta vez, que paso demasiado tiempo solo en mi negocio mientras espero a los clientes, no vuelva a abandonar. Que gusto que también te gustó la idea del Café Mix. Técnicamente, Drapion no es de Valerie, pero qué se le va a hacer, jajaja.
TsukihimePrincess: Lo del Café Pokémon es real, es un juego, puedes descargarlo y ver que no lo inventé, jajaja, aunque Valerie no tenía nada que ver con ese juego, eso sí se lo adjudiqué. Sobre lo de Malva y Máxima, ya te lo contesté en "Crónicas de un viaje Pokémon", Malva no es la madre de Yuuji. Espero que te guste este capítulo.
Postdata: Los personajes que salen en la historia, no son inventados, son personajes que salen en el juego de Pokémon X y Y. Lo único inventado son sus personalidades.
La chica que quería ser un Pókemon.
Segunda Temporada.
Capítulo 15: Emociones Siniestras.
Región Kalos. Ciudad Luminaria. Boulevard del Sur. Laboratorio del Profesor Sycamore.
-Parece… que está demasiado cansada… -nuevamente era una Eevee, y nuevamente me las había arreglado para entrar en el laboratorio del Profesor Sycamore. Aunque la memoria del cómo había llegado y cómo me había metido en esta situación, no me eran muy claras-. ¿Se va a poner bien profesor? Dígame que va a estar bien… -en esos momentos me encontraba en brazos de Sina, dentro de la oficina de estudio del Profesor Sycamore. Ya que no poseía un lugar propio para dormir, y tras haberme desvelado cocinando con Lampent y Heliolisk, me convencí a mí misma de que lo mejor era volver a ser una Eevee, y escabullirme dentro del laboratorio para dormir con el profesor. Aunque, aparentemente, había regresado demasiado tarde, y el tiempo de sueño que había tenido era muy poco, razón por la que, en esos momentos, Sina pensaba que estaba enferma mientras me llevaba en sus brazos sumamente preocupada, aunque solo tenía mucho sueño.
-No puedo revisarla si no la pones en la mesa, Sina -para cuando mi mente por fin despertó un poco, el profesor ya me había colocado en una mesa de estudio, y me abría el hocico a la fuerza, lo que no me dejaba respirar, por lo que yo forcejeaba queriéndomelo quitar de encima-. Eevee, no muerdas -no es apropósito, es acto reflejo, espere, me voy a vomitar si hace eso. Al final no vomito, pero un eructo sale de mi hocico, mi nariz adquiere un tono rojizo, el profesor me acaba de escuchar eructar-. Solo tiene gases, parece ser que alguien ha estado comiendo lo que no debe -me reprende, pero yo no puedo verle a los ojos, acabo de eructar frente a la persona que me gusta, trágame tierra.
-¿Esta seguro? ¿Solo está cansada y tiene gases por comer cosas que no debe? Pero no recuerdo haberle dado nada malo de comer, solo sus croquetas Pokémon -que vergüenza, que vergüenza, que vergüenza, que vergüenza, que vergüenza-. Aunque… ayer fue Valerie quien le dio de comer, no yo -¿ahora yo tengo la culpa?
-Bueno… Valerie ayer estuvo por darle dieta blanda a Mawile… supongo que algo le habrá dado a Eevee de comer que no debía -Heliolisk… esto es su culpa… su culpa y de la hierba buena-. En todo caso, Valerie no le daría algo a Eevee para hacer que se sienta mal a propósito. Combínale un poco de suero en sus croquetas de esta mañana, y para darle energía, ponle una raíz de jengibre, puede que no le guste el sabor, pero eso le quitará los gases -no hable de mis gases Pokémon por favor. Mi vergüenza, sin embargo, no es suficiente para no percatarme de los aromas corporales a mi alrededor. El profesor está extrañamente relajado, y se le ve con más energía, y al parecer, no soy la única que se da cuenta, Sina le presta demasiada atención al profesor, mientras sonríe con picardía.
-Oiga, profesor… ¿se van a casar? -mi piel se eriza ante el comentario, y el profesor, quien hasta esos momentos bebía su café, lo escupe por la sorpresa- Es solo que, no lo había visto así de contento desde que salía con Dianta -insinúa Sina. ¿Eh? ¿El profesor solía salir con la campeona?-. Me pregunto si, el profesor está pensando en oficializar y dar ese paso -prosigue ella en sus burlas.
-¿Ya te divertiste suficiente? Puedes irte, Sina, tienes trabajo que hacer -agrega el profesor, sumamente molesto debo agregar. Sina se preocupa por sus reacciones, y decide no indagar al respecto. El profesor, realmente puede dar mucho miedo cuando se enoja, y mientras Sina se retira, yo me quedo allí en su oficina, mirándolo fijamente-. Tenía que abrir esa vieja herida… solo porque me la he estado pasando bien no significa que vaya a planear toda una vida -menciona el profesor, y mientras lo hace, abre su gaveta, extrayendo de su interior una fotografía antigua, donde puedo distinguirlo a él en su niñez, junto a quien solo podría ser Lysandre, y junto a una niña en vestido blanco con un sombrero de paja-. Y, aun así, estabas tan feliz en el Bastión Batalla de que llevara a Valerie como mi pareja, que solo podías darme tu supuesta bendición… Dianta, realmente nunca fui nadie para ti, que triste es ser no correspondido -finaliza el profesor, metiendo la fotografía en la gaveta, y notándome en su mesa de estudio-. Oh, tienes que salir a estirarte, pequeña, no vayas a ganar peso. ¡Sina! ¡Ve que Eevee coma y déjala en el patio trasero! -ordena el profesor, Sina llega por mí, me carga, y me lleva consigo.
Patio trasero del laboratorio del Profesor Sycamore.
-El profesor sigue enamorado de Dianta -enuncio ante Kirlia una vez que, tras atragantarme mi desayuno frente a Sina, ella preocupada me deja en el patio, aunque me mira extrañada de que haya devorado todo en mi plato. Kirlia, a quien ni siquiera le pude dar los buenos días, entra en pánico por lo que le acabo de contar-. ¡Lo sabía, pero no quise verlo porque me la estaba pasando muy bien con el profesor! ¡No es que no me aceptara porque soy menor de edad! ¡O porque todavía tuviera sentimientos por Malva! ¡El profesor sigue enamorado de Dianta! -Kirlia me tapa la boca, silenciándome groseramente.
-Más despacio Valerie, es demasiada información para mí. ¿Quieres decir que el profesor, además de a Malva, tiene a Dianta? Pensé que lo de tener más de una pareja era exclusivo de Salazzle -me indica Kirlia, mientras Quagsire y Drapion se acercan a mí curiosos, aunque antes de continuar, Kirlia busca a Chatot, a Lampent, y a Mawile por todas partes-. ¿Y los demás? -pregunta curiosa.
-Mawile está en el local, cuidando de Chatot y Lampent quienes están durmiendo dentro de sus Pokébolas, yo vine sola porque no tengo forma de transportarlos mientras soy una Eevee -le explico a Kirlia, quien asiente ante aquello-. Pero eso no es importante en estos momentos. Me siento sumamente traicionada y celosa. ¿Cómo puedo saber si el profesor sigue o no enamorado de Dianta? -pregunto en pánico.
-No veo como eso sea importante -responde Drapion, molestándome por su insensible comentario-. ¿Y qué si el profesor siente atracción por otra humana del pasado? Los Pokémon llegan a tener varias parejas a lo largo de sus vidas, es para conservar la especie -¡pero yo no soy un Pokémon! Bueno si lo soy, pero…
-Los humanos son monógamos -menciona Quagsire, y tanto Kirlia como Drapion lo miran curiosos, yo lo hago también, pero más por el hecho de que sepa lo que significa aquella palabra-. Veamos, en el esquema natural, son como los Nidoking y las Nidoqueen, solo poseen una única pareja, con quien forman su madriguera -les explicó.
-¿Quiere decir eso que no les importa transmitir sus genes lo más posible? -enuncia nuevamente Drapion, lo que ya me estaba molestando demasiado, por lo que comencé a gruñir- Calmada cría, hasta mamá Drapion tuvo varias camadas con distintos Drapions, incluso con no Drapions -intenta explicarme.
-Eso no pasa con los humanos -le responde Kirlia, y yo siento que ella es quien más me puede comprender en estos momentos-. Y bueno, los Kirlia también somos monógamos, pero… ¿cómo un romance del pasado te afecta en estos momentos? Hasta donde recuerdo, estuviste con el profesor frente a Dianta -me explica, y yo parpadeo un par de veces por lo que Kirlia comenta.
-¿Conoces a Dianta? -la miro con curiosidad, y ella se estremece por lo que yo estoy intuyendo en esos momentos- ¡Lo sabías! -le grito molesta, y Kirlia pretende que no me presta atención- ¡Sabías que al profesor le gustaba Dianta! ¡Y pese a ello me convenciste de intentar ganarme su amor! ¡Es por el profesor que estoy renunciando al sueño de ser un Pokémon de tiempo completo! -le grito sumamente molesta, pero me sacudo la cabeza en ese momento, ¿por qué estoy actuando tan desafiante y molesta? Yo no soy así.
-Es la primera vez que te veo tan territorial -se espanta Kirlia, y yo comprendo que mi molestia actual, fue disparada por mis instintos Pokémon-. No creo que haya un solo Pokémon en el laboratorio del profesor, que no supiera que el profesor sentía atracción por Dianta, ella venía muy seguido aquí después de todo -Kirlia sonaba triste, seguramente también estaba triste por mi rabieta de hace poco. Guiada por mis instintos Pokémon territoriales o no, la verdad es que no fui gentil.
-Lo lamento por gritarte -me disculpo yo-. Es solo que… he estado bajo mucha presión, y dormí muy poco. Aunque, siento que mi enojo de hace poco fue más por mis instintos que por nada. Kirlia… yo de verdad… quiero mucho al profesor -acepté, y ella al parecer aceptó mí no muy buena disculpa.
-Está bien, estabas en todo tu derecho de enojarte. Después de todo te usé para hacer feliz al profesor -comentó ella, y yo la miré con curiosidad-. El profesor ya era solitario y triste antes de que Lysandre muriera, y eso es porque, Dianta rechazó al profesor por perseguir una carrera en la farándula -me explicó, y hasta ese momento, fue que comencé a comprenderlo.
Plaza Magenta. Café Lysandre.
-¿Cuánto tiempo lleva haciendo eso? -escucho a Mawile, pero hago lo posible por ignorarla, mientras intento arrancar el tapiz rojo de las paredes. Tengo que admitir que la conversación con Kirlia me había deprimido bastante, lo suficiente para querer distraer mi mente en cualquier cosa que no fuera el profesor, y por ello, tras escaparme por el agujero aún no completamente reparado que había abierto Drapion en su rabieta tras evolucionar, regresé al Café Lysandre, me transformé, y me puse a arrancar el tapiz que tanto me lastimaba los ojos.
-No sé cómo funciona el tiempo para los humanos, pero Heliolisk y yo ya preparamos tres recetas, y ella sigue rompiendo la pared -aproximadamente unas dos horas, aunque Mawile seguía dormida, por ello ni se enteró-. Heliolisk también está enojado, se esforzó mucho cocinando, y Valerie no quiere ni probarlo, hasta conseguimos que se pareciera a un Dugtrio -apunta Lampent al platillo Pokémon que estuvimos practicando toda la noche, ya se veía bastante bien, pero en ese momento, solo quería romper algo para distraer mi mente.
-Todo mi esfuerzo ha sido en vano -se queja Heliolisk, pero yo sigo arrancando tapices-. Hasta había logrado utilizar la porción correcta de sal esta vez, y no le puse hierba buena, pero no, es más importante romper la pared, todos ignoremos el esfuerzo de un Pokémon por cocinar para un humano, que desgracia -se queja Heliolisk.
-Si bueno, ¿por qué no van a buscar más bayas junto con Chatot? Seguro incluso encuentras buenas especias, yo me encargaré de Valerie -explica Mawile, mientras yo me las arreglo para arrancar otro tapiz, aunque este se me parte a la mitad, lo que me molesta bastante-. Vayan -ordena Mawile, Lampent y Heliolisk obedecen, y entonces se dirige a mí-. Me dices lo que pasa, o te muerdo -me amenaza con su mandíbula secundaria, lo que me aterra y me separa de los tapices-. Escucha cariño, puedo ser muy dulce y preocupada, pero solo cuando estoy de humor. Cuando no lo estoy y algo me molesta, lo muerdo -ya veo, Mawile es bipolar.
-Acabo de descubrir que el profesor aún tiene sentimientos por otra persona además de Malva -le contesto yo, y tomo otro de los tapices, haciendo lo posible por arrancarlo, aunque algunos están más pegados que otros.
-Malva era la humana esa que apestaba a cosméticos, ¿no es así? -asiento a sus palabras, y de pronto veo como Mawile comienza a ayudarme a arrancar el tapiz, usando su mandíbula para imprimir más fuerza- ¿Quieres decir… que el profesor esperaba el cortejo de alguien además de ella…? -me pregunta, y juntas arrancamos el tapiz, lo dejamos a un lado, y nos dirigimos al siguiente.
-Kirlia dice… que el profesor realmente siempre quiso el cortejo de Dianta… dice que Dianta y el profesor eran amigos desde hace mucho tiempo, desde que ambos eran crías… eso se lo contó Altaria, que lleva más tiempo con el profesor -le explico, y juntas logramos cortar medio tapiz, pero la mitad que no se cortó, se quedó muy arriba en el techo-. No sirvo para las labores manuales, ¿te subes en mí? -le pregunto, Mawile accede, y con ella en hombros y usando su mandíbula secundaria, logra tomar del tapiz a medio cortar- Fui a hablar con Altaria, ella al parecer fue de los primeros Pokémon entrenados por el profesor, de cuando era entrenador… ella me dijo, que Sycamore y Lysandre, estaban ambos enamorados de Dianta desde que eran niños, pero ninguno de ellos intentó conquistarla, porque eso dañaría su amistad -el tapiz cedió, y por el esfuerzo del tirón, Mawile y yo terminamos en el suelo, con el tapiz cayendo sobre nosotras.
-A Kirlia se le dan mejor estas cosas, pero entiendo que eran dos machos queriendo conquistar a la misma hembra, pero que ninguno lo intentó siquiera -me ayuda a ponerme de pie Mawile, aunque solo puede tirar de mí apenas unos centímetros por encima del suelo, aunque no le negué el gesto, mientras ella se dirige a arrancar otro tapiz-. ¿Qué te molesta entonces de una hembra a quien el profesor nunca intentó conquistar? -no es que espero que ella lo entienda, pero está siendo muy linda preocupándose por mí.
-Bueno… la verdad es que Altaria no sabe decirme muy bien las cosas, pero según lo que he escuchado de Sina… el profesor ha estado muy deprimido por mucho tiempo -le comento mientras ambas tiramos de otro tapiz, este demasiado pegado, por lo que ambas nos esforzamos mucho en arrancarlo, pero este no cede-. Cuando Lysandre… Lysandre es el amigo del profesor… -le explico, antes de tomar aire para tirar con más fuerza.
-El de melena de Pyroar, sí ya sé quién es… -me menciona Mawile, y ambas continuamos jalando, hasta que el tapiz por fin cede, y ambas terminamos en el suelo nuevamente, aunque esta vez me las arreglé para atrapar a Mawile en pleno vuelo, evitando que se lastimara-. El pelos de Pyroar visitaba al profesor seguido, pero de pronto dejó de venir, y el profesor se deprimió bastante -me explicó Mawile, y se sentó algo cansada frente a mí.
-Lysandre… -continué yo, tomando aire antes de proseguir-. Murió no hace mucho, y según entiendo de lo que ha dicho Sina, el profesor se deprimió aún más. Tanto, que Sina se dio a la tarea de intentar convencerlo de conseguirse una novia… y por mis acciones, esa novia resultó ser Malva… -comenté, bajando la cabeza un poco, sintiéndome deprimida yo misma. Noté que Mawile percibía mi descontento-. El profesor… llegó a sentir algo por Malva… pero… solo lo sintió porque estaba deprimido, porque lo orillé a ella, y porque el profesor se siente tan solo, que solo sentirse amado le es suficiente. Yo creo, que el profesor no amaba a Malva… solo la aceptó como reemplazo de su amor por Dianta -le expliqué, y Mawile lo pensó.
-No voy a pretender que entiendo cómo funcionan las relaciones de los humanos -confiesa ella, y yo le sonrío, el que alguien me escuche es suficiente-. Pero descubrir que el profesor no tiene sentimientos genuinos por Malva, en lugar de ponerte feliz, parece que te está poniendo más triste. ¿por qué? -claro, Mawile quiere ayudar, pero simplemente dudo que sea capaz de comprenderlo. Aunque sería muy grosero de mi parte no responderle.
-El profesor desarrolló sentimientos por Malva, una vez que yo le metí la idea en la cabeza, y debido a que su soledad lo deprimía bastante -le expliqué, y Mawile movió su cabeza, como si comprendiera a medias-. El que el sentimiento se haya vuelto algo genuino, no cambia el hecho de que lo fue por su necesidad de sentirse amado. ¿Y si el profesor está aceptando mi cortejo, solo porque tiene esa necesidad de sentirse amado, pero no siente nada por mí genuinamente? -agregué sintiéndome deprimida, y Mawile me miró como si mis problemas no tuvieran importancia.
-¿Y tú porqué te enamoraste del profesor? -¿eh? ¿Eso qué tiene que ver?- Te voy a decir por qué los Pokémon buscamos pareja, la buscamos, porque es nuestro deber tener Pokémon bebés. ¿Quieres tener bebés? ¿Es esa tu necesidad para enamorar al profesor? -pregunta demasiado directa, pero sería grosero no contestar.
-Los… humanos no nos enamoramos por eso… bueno sí es una de las posibilidades, pero, no es lo primero que se nos viene a la mente cuando buscamos la atención de una pareja… simplemente queremos sentirnos amados -le explico de la mejor manera que puedo.
-¿Entonces por qué tendría que ser malo que el profesor acepte tu cortejo por su necesidad de sentirse amado? -me pregunta, y aquello me sorprende, Mawile había hecho una deducción que yo misma como humana no me había planteado-. Los humanos son demasiado raros, no quieren emparejarse por tener bebés, pero lo hacen porque eso los hace sentirse bien. Pero ahora estás toda deprimida porque el profesor puede que solo se esté emparejando contigo porque eso le hace sentirse bien. ¿No es sentirse bien tu objetivo también? -que complejo.
-El amor no funciona así -le menciono yo-. Si el amor es por una dependencia, entonces no es amor de verdad. Si el profesor solo me quiere como un reemplazo de Dianta, entonces, no sé si pueda sentirme feliz de que él me elija, si es que me elige -confesé yo.
-Tú dependes del profesor para ser una humana, ¿no es así? -Mawile es más lista de lo que le daba crédito al parecer-. Si el profesor supiera eso, ¿no estaría triste porque solo lo utilizas para ser una humana? -no me estás entendiendo, Mawile, pero agradezco tu preocupación.
-Está bien, tal vez en las relaciones de los humanos existe cierta dependencia, pero ese no es el punto -insisto yo-. Imagina que un macho pelea por ti, porque eres la Mawile que más le gusta, pero por alguna razón, tú no quieres a ese macho, aunque se gane el derecho en combate, simplemente no lo quieres -le explico, y puedo ver que a Mawile le cuesta trabajo comprenderlo-. Entonces el Mawile macho, por necesidad de reproducirse, acepta a otra hembra que sí lo acepta a él, pero en su mente, solo tiene interés en aquella primera Mawile, pero cubre sus necesidades de procreación con la segunda, y eso lo hace infeliz -terminé de explicarle.
-No entiendo, si un macho se gana el derecho, yo no tendría por qué rechazarlo, es el macho más fuerte -me estoy deprimiendo intentando explicar cosas sin sentido para los Pokémon, de pronto, recuerdo a mi Sylveon y lo mucho que me conflictuaba que no entendiera la palabra esclavitud, los Pokémon y los humanos, simplemente no somos iguales.
-Creo que ya se me ocurrió una mejor explicación -me acomodo en el suelo, prestándole toda mi atención a Mawile, quien hace lo mismo. De pronto, sentí una calidez en mi interior, estaba hablando con Mawile como si fuéramos amigas de toda la vida, y por ello, sabía que ella entendería lo que le iba a explicar ahora-. Aunque no te he capturado, eres mi Pokémon, ¿qué sentirías si te cambiara? Imagina que te intercambio por otro Pokémon que me guste más que tú, ¿podrías vivir con eso? -le pregunté curiosa.
-¿Es un truco para saber si me agradas o no? -pero que desconfianza, típico de un Pokémon vagabundo- Si Valerie me cambiara… supongo que me sentiría triste… pero si mi nuevo humano fuera bueno conmigo lo superaría -que linda, trata de hacerse la ruda.
-¿Y si me vieras todos los días a pesar de que te he cambiado, y siguiera tratándote con gentileza aun cuando no eres mi Pokémon? -comenté, y Mawile pensó al respecto- Imagina que me vez con otro Mawile que no eres tú, y aun así te sigo tratando como mi amiga, te demuestro que eres importante para mí, pero no tanto como mi Mawile actual. ¿Qué sentirías? -pregunté.
-No estaría feliz -por fin lo entiende-. Si supiera que no fui una Mawile lo suficientemente buena, y que me reemplazaron por otra Mawile, me sentiría muy triste -y ahora, es el momento en que más impacto he de generar.
-Ahora imagina que yo pierdo a mi Mawile, pero quiero tener uno con todas mis fuerzas, y le pido a tu nueva dueña que te cambie. Ahora estamos juntos, es lo que querías, pero tú sabes que yo tenía otro Mawile, y que ese Mawile era más importante para mí -al verle la cara a Mawile, supe que se sentía devastada. Los Pokémon, son verdaderamente empáticos-. Eso que sientes ahora, es un sentimiento que me carcome a mí. Dianta, es ese Mawile del profesor, y yo, me siento como el Mawile de reemplazo -finalicé, y Mawile lo comprendió, pero algo en su mirada me confundía, no se veía triste, sino decidida.
-Si me llegaras a hacer eso, te demostraría que soy el mejor de todos los Mawile, para que estés feliz de estar conmigo -¿el mejor de todos… los Mawile?-. Aún si Valerie me cambiara y me hiciera eso, yo sería el mejor Mawile, para que un día, Valerie solo pensara en mí y no en ese otro Mawile -me desafió, como si yo de verdad fuera capaz de hacerle eso. En la simplicidad de la mente de Mawile sin embargo, encontré una realidad inquietante, y que me hizo sonreír.
-Demostrarle al profesor… que soy la mejor Mawile… -sonreí yo, y Mawile me miró confundida, mientras yo la abrazaba con fuerza-. ¡Tienes razón! Aún si el profesor aún piensa en Dianta o en Malva, solo debo de demostrarle, que puedo ser la persona por la que valga la pena enamorarse. Además, no es como que pueda borrar el pasado del profesor, eso sería muy grosero de mi parte -agregué, acariciando la mandíbula secundaria de Mawile.
-Ya no vas a cambiarme, ¿verdad? -comentó ella, en algún momento la pobre se perdió en la conversación, y ver sus ojos humedecidos me hacía querer abrazarla aún más, cosa que hice, sintiéndome agradecida de que me hubiera escuchado.
-No voy a cambiarte -le aclaré mientras le limpiaba las lágrimas-. Y me voy a asegurar de que el profesor tampoco quiera cambiarme a mí. Es tiempo de que haga nuevamente mis movimientos en contra del profesor… aunque… todavía tengo la misma ropa de hace dos días, que pena, si el profesor me ve así, pensará que soy una pordiosera -me estremecí, y aquello molestó a Mawile, quien me tiró una mordida con su mandíbula secundaria, misma que evité a duras penas-. Oye, no hagas eso, es muy peligroso -me quejé, aunque ella ya se había molestado-. En todo caso, debe haber algo que pueda hacer para remediar mi precaria situación de vestimenta -enuncié, y de pronto se vino a mi mente una idea.
Boulevard del Sur. Avenida Vernal.
-Valerie, todos nos miran de una forma muy extraña -comentaba Mawile, mientras caminábamos por una de las avenidas más conglomeradas y transitadas de Ciudad Luminaria, esa parte de la ciudad donde están las boutiques y los salones de belleza, frecuentada por excéntricas celebridades, la mayoría de las cuales nos dirigían miradas de repudio, principalmente al ver mi vestimenta. Seguro me repudiarían aún más si supieran que era el tercer día que la llevaba puesta, pero era esto, o salir de mesera-. ¿Por qué todos nos ven de esa forma tan repulsiva? -preguntó Mawile curiosa.
-Porque, estás viendo el lado oscuro de la moda, la superficialidad humana, y el hecho de que algunas personas se creen mejores que otras solo por vestir prendas de moda -le expliqué yo, mientras un joven de cabellera verde, aunque rapo de los lados, me gruñía intentando intimidarme desde una motocicleta-. No les prestes atención, los humanos superficiales tienen tan poca autoestima, que solo se dedicarán a hablar mal de mí sin siquiera encararme -aunque en ese momento olvidé, que había algunos con tan baja autoestima, que se dedicaban a pisotear la autoestima de los demás, lo recordé en el momento en que una mujer, elegante, y cargando una bolsa de víveres, me detuvo en mi andar.
-Criada, te equivocaste de avenida, este lugar no es para los de tu categoría -se burló la mujer, a quien ignoré rotundamente mientras seguía con mi caminar, lo que la molestó, y la forzó a tomarme del hombro-. ¿Me estás ignorando, criada? -insiste la mujer.
-Es efectivamente lo que estoy haciendo, suélteme -me quito su mano de encima, y entro a una de las tiendas, la furiosa mujer, quien muy seguramente no se ha percatado de mi identidad, entra en la tienda tras de mí.
-¡Gerencia! -agrega la mujer, que no se digna a meterse en sus propios asuntos, y en su lugar pretende meterse conmigo hasta el final. Casi me siento mal por lo que va a pasarle- ¡Paget! ¡Paget! ¡Detén a esa mujer! -insiste la mujer que no para de acosarme, lo que me molesta bastante, aún más cuando la guardia de seguridad, Paget, me detiene en la entrada de la Boutique- Aprende tu lugar, pordiosera -me insulta la mujer. Ah, así que los de Ciudad Luminaria son así de superficiales, comienzo a enfadarme, Mawile siente mi descontento, y comienza a alzar su mandíbula secundaria.
-Lo siento, señorita, pero en este establecimiento solo se permite a la gente con estilo -prosigue Paget, la guardia del lugar, y todos los clientes del lugar comienzan a susurrar en mi dirección, menospreciándome por mis prendas.
-¿Solo se permite a la gente con estilo? -pregunto yo, la joven empleada, por sus aromas corporales, me hace ver que está sumamente nerviosa. Aparentemente es una nueva empleada, y solo sigue instrucciones, aunque la mujer que me siguió desde afuera, se regocija porque me han detenido- Paget es tu nombre, ¿cierto? ¿La gerente de este establecimiento te dijo acaso, que se reservaban el derecho de admisión? -pregunté, y por los aromas que emanaba, sabía que la inocente guardia de seguridad, estaba sumamente apenada.
-Lo siento señorita, no quiero problemas, llevo en este puesto apenas una semana, por favor, solo váyase -me suplica, mientras yo veo a la gerente de la boutique, quien ni siquiera se digna a verme, mientras atiende a otra mujer repleta de joyería, de chapa de oro, pero que emana seguridad en sí misma al vestir algunas de las prendas de la tienda.
-Ya escuchaste, criada, y tú Paget, a menos que quieras volver a lavar platos en una cafetería, sácala en este instante -ordenó la mujer, sintiéndose la dueña del lugar, lo que ya me fastidiaba bastante, pero para la mala fortuna de ella, ella no era la dueña.
-Yo soy la dueña… -sonrío, y encaro a la mujer que me siguió hasta aquí-. Paget, como la dueña de este lugar, te ordeno que acompañes a la señorita fuera de este establecimiento -enuncio, y todos a mi alrededor me miran como si estuviera demente, aunque la gerente del lugar, de pronto siente pánico, puedo olerlo.
-¿Señorita Valerie? -exclama la mujer, una empleada de este lugar de hace muchos años, amiga de mi madre, que siempre me trató bien. Era la gerente de la boutique de Ciudad Romantis, pero mi madre le dio un ascenso y la mandó aquí, no la he visto en años, ni siquiera vino al funeral de mi madre cuando enfermó, ahora veo porqué, solo es una lambiscona- Valerie, mi querida Valerie, eres la viva imagen de tu madre -comienza ella, queriendo aludir a la memoria de mi difunta madre, pero eso no le iba a funcionar-. Perdóname por no reconocerte, pero con esa… ropa… la verdad es que, no puedes culpar a Anais por no reconocerte. Recuerdas a Anais, ¿verdad? Mi hija y tu mejor amiga de la infancia -ah, ya me eras familiar.
-Entonces eras tú, Anais -mi enojo se incrementó, mientras Anais, la supuesta amiga de mi infancia, otra de las personas que siempre se burló de mí cuando recién llegué a Kalos desde Johto, y con quien cometí el ridículo error de decirle que podía hablar con los Pokémon, ganándome sus burlas desde niña, se apenaba una vez que descubría quien era yo-. La verdad no me había fijado, Catrina, pero gracias por la aclaración -sonreí, aunque no muy inocentemente, antes de mirarla con monotonía-. Estas despedidas -aclaré, y la amiga de mi madre, me miró en shock-. Paget, te asiendo a gerente, y desde ahora, esa ridícula política de: "solo se permite a gente con estilo", queda prohibida -le enuncié, y la confundida de Paget asintió, y abrió la puerta para que Anais y Catrina salieran.
-Pero Valerie… -intentó decir Catrina, lo que solo me enfureció aún más-. Así que así van a ser las cosas. Espera a que Malva se entere de esto, ya todos saben que tienen una rencilla personal. Si insistes con esto, nadie jamás comprará tu marca, nos aseguraremos de ello -amenazó Catrina.
-¡Seguridad! -ordené a los confundidos guardias, quienes tras convencerse de que yo era la dueña de este negocio, sacaron a ambas mujeres del local a la fuerza, entonces miré a los confundidos clientes, quienes fingieron seguir con sus compras- Ya que eso quedó arreglado, usaré tu videoteléfono -enuncié, y la nerviosa de Paget me siguió confundida.
-De verdad es la dueña, ¿verdad? No va a despedirme, ¿verdad? -preguntó la aterrada empleada, y yo la miré con intranquilidad, mientras levantaba el auricular, notando que al menos le debía explicaciones.
-La mitad de las boutiques de Kalos pertenecen a mi marca, no las manejo directamente, las maneja una oficina central, yo obtengo regalías por el derecho de uso exclusivo de mi marca. En otras palabras, no soy exactamente la dueña, pero mientras exista un contrato de exclusividad entre mi firma y la empresa, puedo despedir a quien yo quiera, y contratar a quien yo quiera -le expliqué, y ella asintió comprendiéndolo un poco-. Llamaré a la oficina central, tu despreocúpate. Mientras arreglo este desastre, consígueme telas negras y amarillas de la bodega -ordené, y Paget obedeció, buscando la llave de la bodega, y consiguiéndome lo que necesitaba. Mientras tanto, yo hacía mi llamada-. ¿Profesor? -me cambió el ánimo, y los clientes de la tienda me miraron curiosos, cada vez se hacía más publica mi relación con el profesor, pero con Malva haciéndome la vida imposible, y seguro con chismes de mi infancia gracias al par de nuevos enemigos que me acababa de crear, esconderme era peor que hacerlo público-. Espero no estar interrumpiendo -sonreí yo.
-¿Señorita Valerie? -preguntó el profesor, notando a mis espaldas a la multitud de mirones que se asomaban buscando chisme- ¿Usa un teléfono público? -preguntó sobresaltado, no necesitaba poder olfatearlo para saber que estaba apenado.
-Con una reportera tras de mí, ocultar las cosas sería un tanto más incómodo, ¿no lo cree? -le pregunto sin rodeos, y el profesor lo piensa por unos instantes, pero termina asintiendo- Ya que eso ha quedado claro, me preguntaba si podría prestarme a su Drapion, me serviría mucho para el conjunto que planeo usar esta noche -le comenté entusiasmada.
-¿Esta noche? -preguntó el profesor, y yo asentí en ese momento- Veo que no planea dejar que las cosas fluyan con mayor tranquilidad. En vista de que no me queda otra alternativa, supongo que puedo prestarle a mi Drapion. Intuyo que eso significa que su conjunto será… -intenta decir el profesor.
-No arruine la sorpresa, profesor, ya estoy haciendo un esfuerzo por ponerme linda para nuestra cita, lo menos que puede hacer es esperarlo con ansias -coqueteo, y escucho los gritos de histeria a mi alrededor-. ¿Les importa? Ya no hay privacidad en esta ciudad -me quejo.
-No es como que usted esté haciendo un esfuerzo por mantener la privacidad. No le conocía este lado tan sombrío, señorita Valerie -se apenó el profesor, aunque no sabía si estaba yendo demasiado lejos, por lo que me preocupé un poco. Pero el profesor de cualquier forma, alcanzó a sonreír-. ¿Dónde debo verla entonces? -preguntó curioso.
-Plaza Magenta, alrededor de las nueve de la noche, es lo que me tardaré en confeccionar mi kimono -declaré, mientras Paget llegaba con las telas, mostrándomelas, para cerciorarse de que eran del color que requería-. Busca algunas telas amarillas, no necesito mucho, solo lo suficiente para una gargantilla y unos anillos, y busca franela negra, necesito calcetines -comenté, y regresé mi atención al profesor-. Sé que soy muy condescendiente, pero esta vez, si llega tarde, le prometo que si me voy a enojar. ¡Te lo encargo Sina! -grito una vez que noto a Sina en el fondo, y el profesor se da la vuelta para ver la puerta cerrándose tras de sí.
-Esa niña… -se fastidió el profesor, y yo le sonreí entusiasmada, el profesor debió percatarse de mi entusiasmo, ya que pude notar el cómo se sonrojaba, lo que me hacía querer molestarlo aún más. Oh no, me estoy comportando como un verdadero Umbreon-. Llegaré a tiempo -terminó el profesor, colgando el videoteléfono, y yo celebré extendiendo mis brazos a sus anchas, lo que me ganó la atención de los clientes.
-¿Les importa? -me quejé, mientras Paget llegaba con todos los materiales que necesitaba- Gracias, manda la cuenta al gimnasio, y mañana te espero temprano en el Café Lysandre de Plaza Magenta, para mañana Blossom ya debe haber terminado de contratar a los albañiles para las remodelaciones -finalicé.
-¿Eh? ¿Y quién abrirá la boutique? Pensé que me había asignado como gerente -se quejó ella, y yo sonreí con tanta malicia, que me sentía más y más como un Umbreon- No estoy entendiendo nada de lo que está pasando -se apenó Paget.
-La oficina central mandará a un nuevo gerente para la boutique, tú serás la gerente de mi nuevo Café Pokémon -le mencioné, y Paget me miró con preocupación y confusión-. Si no quieres aceptar la oferta está bien, les diré a los de la oficina central que te consideren para la gerencia, pero siento que alguien con una personalidad tan genuina como la tuya, está mejor en un negocio con una vibra menos negativa -agregué, y Paget solo parpadeó un par de veces, no sabiendo cómo interpretarme-. Descuida, lo entenderás pronto -terminé, y me retiré para poner en practica mi plan para la cita de esta noche.
Café Lysandre.
-¡Estoy lista! -comenté una vez que terminé de vestirme en mi nuevo kimono, esta vez deleitándome de, por fin, estar usando nuevamente mangas largas. Me costó mucho trabajo, pero viendo el resultado frente al espejo que encontré entre todas las cajas de la bodega, estaba completamente segura de que el esfuerzo rendiría frutos.
El kimono era de ceda negra, con una falda corta que apenas me llegaba a las rodillas, lo que me apenaba un poco, pero al ser el motivo de este atuendo un Pokémon de tipo Siniestro, debía jugar lo más posible con las emociones de a quien pretendía impresionar, en este caso el profesor, razón por la que la falda negra con una franja amarilla me llegaba únicamente a las rodillas, donde era recibida por mis calcetas negras. Alrededor de la faja, vestía un moño de color amarillo, y el resto de mi kimono de mangas negras asemejaba a mi kimono de líder de gimnasio, con las mangas amplias como alas con adornos de aros amarillos, aunque Umbreon no tenía alas, pero yo me divertía de todas formas al mover mis mangas de bordes amarillos, que jalaban unos hilos que pasaban por la espalda de mi kimono, hasta tirar de las orejas de Umbreon de mi tiara, por lo que al mover mis brazos movía mis orejas, lo que me divertía mucho. Todo el conjunto era acompañado de una gargantilla amarilla como el aro de la frente de Umbreon.
-¿Estás segura de que con esta ropa vas a ser la Mawile favorita del profesor? -preguntó Mawile, medio arrancando otro tapis, mientras yo había estado cociendo y confeccionando mi kimono, Mawile había continuado con el arrancar de tapices, ayudado de Heliolisk y de Chatot, quienes habían regresado con muchas bayas, y algunas especias para la cocina. Lampent por otro lado, se encontraba leyendo los libros de cocina intentando memorizarlos-. Te noto muy convencida -sonrió Mawile.
-Por supuesto, lo que el profesor aún no sabe, es que mi personalidad varía dependiendo de mi kimono, y el kimono de Umbreon me hace sentirme en extremo traviesa -bailoteé, regocijándome en mi visión del kimono de Umbreon-. No tuve la oportunidad de usar el kimono de Flareon en una cita, pero me dio el valor que necesitaba para recuperar a Drapion, ahora con él a mi lado, y con el kimono de un Umbreon, están ante la combinación más agresiva de mis conjuntos de kimono Pokémon. Justo lo que necesito para que el profesor solo tenga ojos para mí -declaré, burlándome mientras ocultaba mi boca tras mi manga, algo que hacía mucho que no podía hacer, y que me alegraba volver a hacer.
-Veo que recuperaste tu humor -agregó Chatot, y yo sonreí, con medio colmillo pícaro asomándose de mis labios, algo que estaba haciendo a propósito-. Solo tengo una duda. No es que desee que fracases, pero, ¿qué pasa si esta personalidad tuya, en lugar de atraer al profesor, lo repele? -intentó explicarme, lo que yo no comprendía.
-A mí me asusta esta personalidad de Valerie, y eso que soy un fantasma -prosiguió Lampent, y el par de Pokémon logró hacerme dudar de mis intenciones-. ¿No había otra humana que hacía acercamientos muy agresivos en dirección al profesor cuando nos conocimos? El profesor no parecía muy receptivo a ella -se cruzó de brazos Lampent.
-En efecto, estás actuando como esa humana Malva -explicó Chatot, lo que me sobresaltó-. El que a ella le funcione no significa que a ti te va a resultar. El profesor está acostumbrado a otra personalidad tuya -prosiguió Chatot.
-Compararme con Malva fue muy bajo -declaré yo, aunque ya comenzaba a dudar-. No es que quiera parecerme a ella, este kimono es de tipo Siniestro, no tipo Fuego. Además, estoy segura de que, por más quisquillosa que me porte, el profesor entenderá quien soy perfectamente -insistí, y de pronto, se fue la luz-. ¿Ahora qué? -me quejé, mientras Heliolisk encendía la corona alrededor de su cuello.
-Umm… las paredes dejaron de emitir electricidad -me explicó Heliolisk, mientras tocaba las paredes sintiendo la corriente eléctrica, aquello significaba que nos habíamos quedado sin luz-. Pero esto es raro, los edificios a nuestro alrededor emiten electricidad todavía, solo esta madriguera no -prosiguió él.
-Los servicios eléctricos están al día, Blossom se encargó de pagarlos -continué yo, dirigiéndome a la caja de fusibles, y descubriendo que no tenía ni idea de cómo revisarla-. ¿Debería hacer algo aquí? -pregunté curiosa.
-Si tú no sabes, ¿cómo esperas que nosotros sí? -preguntó Mawile, mientras Heliolisk se paraba sobre su cabeza para ver la caja de fusibles más de cerca- ¡Oye! ¡No soy tu soporte! ¡Quítate! -se quejó Mawile.
-Los fusibles están completos, no se ven quemados -me explicó Heliolisk, antes de que Mawile lo lanzara fuera de su cabeza, Heliolisk simplemente se puso de pie y se limpió el polvo-. A mí me parece, que cortaron el suministro subterráneo -me volteó a ver, encandilándome el rostro con su cuello de lámpara.
-¡Heliolisk! ¡Apágate! -me quejé, y Heliolisk cerró su corona, mientras yo me frotaba los ojos- ¿Quieres decir que alguien nos cortó la electricidad? -salí del establecimiento, miré en todas direcciones, y alcancé a ver a algunos miembros de la compañía de luz, pretendí acercarme a ellos, pero una mujer que iba con ellos me apuntó, y salieron corriendo, sin dejarme hablar con ellos- ¡Oigan! -me quejé, notando que era Catrina quien corría junto a ellos- ¡Esa mujer! ¡Movió influencias para cortarme la luz! -me quejé, pero no era el momento, lo noté cuando un olor familiar a fango me golpeó la nariz- ¡Drapion! -viré en dirección contraria a la Torre Prisma, notando al profesor y a Drapion caminando por la avenida mientras me buscaban, notando que por mi kimono negro y el que estaba todo oscuro en mi local, no me podían ver bien- Oh no, sin luz el profesor no podrá admirar mi kimono como se debe -me quejé, sintiéndome nerviosa.
-¡Ve con el profesor! ¡Nosotros nos encargamos! -me empujó Mawile, y tanto Chatot, como Lampent y Heliolisk, asintieron y entraron al local rápidamente, seguidos de Mawile, mientras yo escuchaba el cómo movían cosas dentro del local sin cuidado aparente.
-No es momento de mostrar debilidad -me dije a mí misma, optando determinación, y armándome de valor para ir a recibir al profesor, quien tras buscarme por los alrededores junto a Drapion, por fin me encontró cuando pasé por uno de los callejones entre edificios, desde el cual la luz de la luna llena me iluminó, como hiciera con los Umbreons al caer la noche.
-Señorita… Valerie… -agrega el profesor apenado, y yo me había encontrado tan distraída por la luna, que tuve que virarme para dirigirle la mirada, y al hacerlo, parece ser que accidentalmente encendí sus sentidos, lo que me alegró bastante, además de que, por la presencia de Drapion, me sentí más segura de mí misma.
-Bienvenido, profesor -exclamé alegremente, incluso posando un poco, y tras la reacción de vergüenza del profesor, no pude evitar taparme con las mangas de mi kimono, riéndome con dulzura, lo que al parecer le agradaba al profesor-. Me alegra que haya llegado a tiempo, tendré que agradecerle a Sina sus atenciones -agregué con ternura.
-Oye cría, no se la estás poniendo fácil, dale un respiro -me reprendió Drapion, aunque en respuesta, moví mis brazos, que tiraron de mis orejas de Umbreon haciéndolas aletear un poco-. Qué remedio, oye tú, di algo -reaccionó Drapion, dándole un codazo al profesor en el estómago para despertarlo, un tanto fuerte, ya que le sacó el aire.
-Ya estoy bien, Drapion, más cuidado con tu fuerza -reprendió el profesor, me volteó a ver, y yo volví a mover mis orejas mientras sonría eternamente-. Parece ser que el conjunto le vino con un repentino cambio de personalidad. Tengo que admitir que eso es intrigante -¿está mal eso? La verdad es que, fuera de mi comportamiento agresivo de esta ocasión, ya estaba algo nerviosa por lo que Chatot y Lampent me habían dicho.
-¿Usted cree? Es por el conjunto… se supone que mis kimonos reflejen mi estado de ánimo -le comenté, y el profesor, curioso, se mantuvo en silencio, como esperando a que le contara mi estado de ánimo como una Umbreon-. Me metí en un lio sola -agregué apenada, inclusive cubriéndome el rostro con mi manga.
-Esa Valerie me pareció más auténtica -sonrió el profesor, Drapion tan solo se burló con una sonrisa malévola, indicando que el profesor había adquirido el control en la conversación-. Si la memoria no me falla, cuando se presentó con el kimono de Vaporeon, me dijo que se sentía sin rumbo. Cuando lo hizo con el kimono de Jolteon, recuerdo que dijo algo sobre adaptarse. No tuve oportunidad de escuchar la explicación del kimono de Flareon, pero mostró mucha valentía y determinación. Ahora es un Umbreon, y aunque se le ve bastante bien, estoy más que intrigado por saber el qué la invitó a continuar con los kimonos eligiendo a un Umbreon precisamente -me pidió él.
-No puedo engañarlo, profesor, este kimono no es todo alegrías -confesé, mientras Drapion asentía, indicándome, a su manera, que estaba haciendo lo correcto. Él me comprendía perfectamente después de todo-. Admito que, el tipo Siniestro dispara cierta picardía en mí. Me hace sentirme quisquillosa, traviesa, sombría, tal vez incluso cruel. En el buen sentido por supuesto, no sería capaz de humillar ni ridiculizar a nadie -confesé, y el profesor asintió en ese momento-. Pero cuando elegí al tipo Siniestro como el siguiente de mi colección de kimonos, fue tras sentir cierta tristeza, soledad, duda, miedo… incluso en estos momentos, son sentimientos que me embargan, pero no puedo simplemente concentrarme en lo negativo, ¿no cree? -me defendí yo.
-Me preocuparía si ese fuera el caso -aceptó el profesor, ofreciéndome su brazo, mismo que abracé, aunque esta vez yendo un poco más lejos, mientras descansaba mi cabeza en su hombro-. Puedo percibir que planea dejarse llevar por la personalidad quisquillosa de los tipo Siniestro -comentó apenado.
-No finja que no le atrae eso, profesor, tengo formas de saber que no está siendo indiferente -me burlé un poco, aunque Drapion me golpeó la nuca, lo que escandalizó al profesor, quien, de inmediato reprendió a Drapion.
-Si lo que quieres es ahuyentarlo, lo estás logrando -me reprendió Drapion, y yo me froté la nuca mientras una pequeña lagrima intentaba escaparse de mis ojos-. Entiende de una vez, las humanas agresivas podrán causar en el profesor que expela aromas de atracción, pero no es el tipo de atracción que buscas, quieres que el profesor se sienta cómodo contigo, ¿no es así? -prosiguió en su molestia.
-Señorita Valerie, le aseguro que no sé lo que ocurrió con Drapion para que hiciera eso -se apenó el profesor, sacando la Pokébola de Drapion-. Lo regresaré a su Pokébola -intentó el profesor, pero yo lo detuve.
-No, está bien. Drapion tiene razón -me apené yo, y el profesor me miró curioso, mientras yo recuperaba la compostura-. Aún si es parte de mi papel como una Pokémon Siniestro, y representa mis verdaderos sentimientos, no es la parte de mí, de la que prefiero que el profesor se enamore -agregué, y por el coloreado de las orejas del profesor, supe que lo había alcanzado-. Aunque no debería abusar -confesé.
-No me la está poniendo nada fácil, señorita -admitió el profesor, quien entonces miró el edificio frente al cual estábamos, y se deprimió un poco-. ¿El Café Lysandre? -preguntó, y yo asentí a sus palabras- Este café pertenecía a un muy buen amigo mío, que ya no está con nosotros -admitió él.
-Había escuchado algo al respecto -le comenté yo-. Por situaciones difíciles de explicar, terminé comprando el lugar, no pretendía que le trajera malos recuerdos, mi intención era, mostrarle en lo que he estado trabajando, pensé que, de esa forma conocería un poco más de mí -ante mi comentario, el profesor demostró curiosidad, aunque esa idea ya se había arruinado-. Tristemente me quedé sin luz, así que no puedo mostrárselo -más no tardé en sentir a Mawile mordiéndome la falda con sus mandíbulas auxiliares, por lo que me vi obligada a sostener la misma-. ¡Oye! -me quejé apenada.
-Sígueme -me pidió Mawile, y yo miré al profesor con preocupación, pero me decidí a tirar de su brazo, en dirección a la Torre Prisma, donde para mi sorpresa, Heliolisk, con un paño sirviéndole de servilleta, jalaba de una silla de madera del local, que mis Pokémon habían sacado junto a una mesa y otra silla, para invitarme a sentarme. Incluso Chatot voló con un mantel rojo, colocándolo sobre la mesa, mientras Lampent se sentaba en el centro de la mesa, pretendiendo ser un adorno de mesa. La imagen de la mesa con Lampent sirviendo de adorno, y con la Torre Prisma sirviendo de fondo, me pareció inmensamente romántica.
-Vaya -exclamó el profesor, y yo me apené, seguro pensaría que yo había planeado todo esto, es verdad que quería prepararle algo de comer en el Café Lysandre, pero esto no era parte del plan-. Esto es muy curioso. Lampent es un adorno de mesa, y Heliolisk un pequeño mesero -se impresionó el profesor, mientras Mawile le jalaba su silla para ayudarlo a sentarse-. Tengo que admitir, que me siento conmovido por el esfuerzo que ha puesto en esta cita. No solo su ropa, también la cena bajo la luz de la Torre Prisma, pienso que debería ser yo el de las atenciones, me hace sentirme poco varonil -se apenó el profesor.
-No pretendía que se sintiera así, profesor -me apené yo, y noté que Mawile le traía un banquito a Drapion, quien algo molesto se sentó en una mesa para niños, intuí que fue idea de Heliolisk, quien sentía resentimiento por Drapion.
-¿Dónde está el menú? ¡Lampent! -gritó Heliolisk, poniéndome nerviosa, Lampent, en la mesa, solo movió sus brazos recordándole que era un adorno de mesa- ¿Quién va a leerme los ingredientes? -se quejó Heliolisk.
-Te los grito desde la mesa, cortas el romanticismo -se quejó Lampent, Chatot entonces bajó con los menús, dándome uno a mí, y el otro al profesor, quien comenzó a leer con cautela lo que estaba escrito, yo simplemente oculté mi rubor dentro del menú, mientras tiraba de Mawile, y le exigía respuestas.
-¿Qué están haciendo? Esto no era parte del plan. Los Pokémon no saben de romance -le expliqué, y antes de que Mawile pudiera responder, fue Heliolisk quien comenzó a reírse a carcajadas.
-Madame Valerie, no podría estar más equivocada -prosiguió Heliolisk, aplaudiendo un par de veces, y en respuesta, Lampent bajó su flama a un azul más tenue-. No he pasado más de la mitad de mi vida, obligado por la hermana de mi amo a ver películas románticas, para no saber cómo funciona el romance entre humanos -tronó los dedos, y un Kricketune, acompañado de un par de Kricketot, salieron de debajo de los arbustos de la Torre Prisma-. Música romántica, tenue, nada movido, no quiero improvisaciones -ordenó Heliolisk, y al ritmo del violín, tanto yo como el profesor intercambiamos miradas, mientras Kricketune tocaba, y los Kriketot acompañaban con sonidos más delicados.
-¿Una serenata Pokémon? -sonrió el profesor, yo sentía una inmensa vergüenza, debía parecerle una adolecente desesperada intentando conquistarlo. Además, aún había muchos turistas en los alrededores de la Torre Prisma, y nos miraban curiosos- Esto es muy impresionante, aunque me siento curioso de lo que sucederá con la comida, me apetece un Curry a la Pikachu, ¿Qué clase de platillo es ese? -preguntó burlesco.
-Son los platillos… que planeo servir en la Cafetería Pokémon que estoy abriendo en el Café Lysandre -admití, y el profesor se sorprendió, mientras Lampent tomaba la orden, anotándola en una servilleta-. Natillas Rebanadas de Sylveon, por favor -le pedí a Lampent, quien alzó la servilleta, y Chatot se llevó la orden, depositándola en el bote de basura, lo que me preocupó.
-Pikachu en Curry y Sylveon en Rebanadas de Natilla -exclamó Lampent-. Para el curry usas arroz, polvo de curry, comino, consomé, colorante y algo de azafrán, se tiene que parecer a un Pikachu. Para las rebanadas de natilla, usas el polvo para hornear, cajeta, bayas, y cortas algo de betún con colorante y nieve de fresa para hacer los moños -le comentó.
-Ya, arroz amarillo y fresa para los moños, lo tengo -se alejó Heliolisk, y yo me preocupé porque Lampent no fuera a ayudarle a hacer la comida. El profesor en todo momento, observó mientras Heliolisk entraba en el Café Lysandre, abría su corona, y comenzaba a trabajar.
-¿Heliolisk va a cocinar? -se impresionó el profesor, y yo asentí nerviosa- Ya entiendo, un Café Pokémon donde los Pokémon son quienes atienden y preparan la comida, no deja de sorprenderme, señorita Valerie, en verdad es única en su forma de sentir y de pensar -declaró el profesor.
-Al menos en algo soy la única -menciono, dándome cuenta de que lo dije en voz alta, y que el profesor me mira con curiosidad-. Se está volviendo un muy mal hábito el de hablar sin pensar -admití, ocultando mi rostro tras el kimono. El profesor lo piensa unos instantes, y saca sus propias conclusiones.
-El día que se apareció en mi laboratorio… desde ese día, ha actuado algo extraño, como si estuviera algo… dispersa -concluye el profesor, y no se me ocurre nada para explicárselo. Primero fue lo de Lampent, luego lo de Drapion, después el Café Lysandre, había tenido muchas cosas en mi mente, no podría simplemente explicarle todo-. ¿Está preocupada porque recientemente salía con Malva? -mis manos apretaron mi falda en acto reflejo, el profesor notó el gesto, y si bien no era el total de mis preocupaciones, al menos debía admitir que parcialmente, aquello me molestaba- Supongo que, si no le he dado respuesta a su cortejo, es natural que se sienta así… tal vez deberíamos aclarar las cosas -no quiero aclararlas… definitivamente, no quiero aclararlas.
-¿A dónde crees que vas, cría? -exclama Drapion desde su banquito, y Mawile rodea mi tobillo con su mandíbula auxiliar, amenazando con morderla si me acobardo- No se huye de una batalla, sea Pokémon, o sea un cortejo, si huyes, se acabó. ¿Lo comprendes? -insiste Drapion.
-Valerie, espabila -continua Mawile-. ¿Acaso no lo hueles? Usa tus instintos Pokémon, el profesor, jamás había estado más reactivo que ahora -yo estaba tan nerviosa, que no podía olfatearlo, pero podía sentir el apoyo de Drapion, de Mawile, de Lampent que me tomaba de la mano con sus brazos fantasmagóricos, de Chatot quien intentaba mantenerse despierto desde la cima de una rama para cerciorarse de que todo salía bien, y de Heliolisk, quien me miraba desde la puerta aún abierta del Café Lysandre, incluso Kriketune y Kriketot, quienes no me conocían, calmaban su música para ayudarme a relajarme.
-Me molesta -me atreví a decir, y el profesor me mira con cautela-. La sombría sensación, que me molesta todo el tiempo, y por la que elegí el tipo Siniestro… es porque me molesta no saber… me molesta la incertidumbre… tengo miedo de ser rechazada… tengo miedo… de que no haya olvidado ni a Malva ni a Dianta -exclamé, tomé aire, y sentí mi corazón volverse loco, con una mezcla de miedo, impaciencia y arrepentimiento.
-¿Dianta también? No pensé que ella le afectara -interrumpió el profesor, se le veía en extremo tranquilo, mientras yo, era un manojo de nervios-. Cuando la invité al Bastión Batalla… pensé que había quedado clara una cosa. El que yo aceptaba su cortejo, ¿no le quedó claro? En ese momento decidí, que ni Dianta, ni Malva, mermarían el buscar una relación con usted -admitió el profesor, y yo lo miré extrañada, con esperanza-. Me ofende el que pensara que estaba jugando con sus sentimientos, señorita Valerie. Si algo le inquieta, dígamelo directamente y no haga conjeturas. Soy un adulto, jamás me atrevería a jugar con usted -declaró, pero yo no entendía, ¿estaba molesto? ¿Desilusionado? ¿Qué significaba?
-Profesor… -comienzo, pero no sé qué decir, miro en todas direcciones, busco un camino de huida, de pronto me siento deprimida, temerosa, incompleta. Estoy sintiendo exactamente… como me sentía el día que quería escapar de mi gimnasio, y abandonarlo todo, a mi familia, a mis amigos, a todos-. ¡Ummm! -me quejo, mordiéndome el labio para no soltar un alarido, pero azoto mi frente contra la mesa, sobresaltando al profesor.
-Lo siento, pero me estás desesperando -escucho a Mawile, quien me mordió el tobillo con su mandíbula auxiliar, molesta por mi indecisión-. ¿Quieres al profesor o no? -se molestó ella, y viro para verlo a él, quien no sabe cómo reaccionar.
-Me gusta -admito, y el profesor me mira con gentileza-. ¡Me gusta! ¡Lo siento si soy complicada! ¡Lo siento si soy celosa! ¡Lo siento si soy desesperada! ¡Es solo que usted es tan… usted! -confieso, y comienzo a respirar pesadamente, el profesor, algo sobresaltado, se mantiene en silencio- Y me priva… no saber lo que usted siente… -terminé, y Mawile me suelta el tobillo, el cual me froto por el dolor.
-Es que no sé cómo sentirme, lo lamento -confiesa él, y yo lo miro ligeramente desilusionada por su respuesta-. Pero, a pesar de que no sé lo que siento aún, tengo que confesarle que, desde hace mucho tiempo, no me sentía tan feliz y cómodo con alguien más -confiesa él, ofreciéndome su mano, y yo, aunque incomoda, le ofrezco la mía-. Pretendo continuar con el cortejo, si no le molesta. Aunque me esté metiendo en muchos problemas por esto -agregó preocupado, y yo noté a los mirones, algunos inclusive tomaban fotografías-. Tendrá que conformarse con esto -prosiguió el profesor, besando mi mano gentilmente, disparando todas mis emociones en un choque eléctrico tal, que seguro debí haber traído mi kimono de Jolteon-. ¿Ya está más tranquila? -me pregunta sonriente, y tras haber terminado con el beso.
-Me siento en extremo apenada -confieso, pero sonrío para el profesor-. Pero extrañamente feliz. Y espero que entienda que no puede ver a nadie más mientras el cortejo entre nosotros esté vigente -apunto, delimitando mi territorio, Drapion se muestra orgulloso de mis palabras, es entonces cuando me doy cuenta que nuevamente la territorialidad Pokémon me obligó a decir aquello último, aunque no hice nada para desmentirlo.
-Bueno ya, ya, que ya abarcaron mucho protagonismo, y aquí el protagonista es el chef, ósea mua -escucho a Heliolisk, quien aplaude un par de veces, por lo que Mawile corre en su dirección, le ofrece sus mandíbulas como bandeja, y Heliolisk coloca tres platillos sobre la misma-. Anda, y no te los comas -ordena Heliolisk.
-Con Valerie preocupándose por mi paladar, ¿crees que me lo va a permitir? -se queja Mawile, alzando la mandíbula para llegar a la mesa, y a punto de tirar los platos, por lo que Lampent, escandalizado, estira sus brazos y atrapa los mismos.
-Estos dos son de aquí, el Pudin de Garbodor es para Drapion -apuntó Lampent, y Mawile rápidamente llevó el plato a Drapion, quien se quejó por lo que le estaban sirviendo.
-¿No quiere un mandil el nene? -se quejó Mawile, y en la mesa de niños, el par de Pokémon comenzó a pelearse, apenándome, aunque al ver el plato que me servían, mi pena pasó a sorpresa.
-Está perfecto -agregué sorprendida, viendo el platillo de comida Pokémon justo como lo había dibujado, el platillo del profesor estaba igual de bonito, y por los susurros a nuestro alrededor, de los cuales no me podía quejar ya que, técnicamente, estábamos comiendo en medio de la rotonda alrededor de la Torre Prisma, supe que la gente estaba muy interesada-. Espero que sepa bien -comenté, el profesor probó, y su mirada no me dejaba saber si el platillo era bueno o no, por lo que yo probé también, y mis ojos se abrieron de par en par-. Sabe a hierba buena -enuncié.
-Sabe a hierba buena -declaró el profesor al mismo tiempo que yo, y ambos reímos por lo que acababa de suceder, mientras Lampent, incineraba sus flamas, se levantaba de la mesa, y perseguía a Heliolisk, lanzando llamaradas en su dirección.
-¿Hierba buena? ¡Ninguno de los platillos llevaba hierba buena! ¡Arruinaste la cita de Valerie! -continuó Lampent, persiguiendo al pobre de Heliolisk, mientras yo reía, pese a la hierba buena, la verdad es que el platillo sabía demasiado bien, estaba orgullosa de Heliolisk.
-No tengo palabras, de verdad esto es sorprendente -declaró el profesor, mientras Heliolisk saltaba sobre nuestra mesa huyendo de Lampent, Drapion y Mawile se unieron a la persecución, Chatot… estaba dormido, pero el pequeño caos no arruinaba el momento, más bien lo hacía más agradable, el profesor se lo estaba pasando muy bien-. ¿Ese también sabe a hierba buena? -preguntó.
-Heliolisk tiene un problema con la hierba buena, le gusta mucho, y quiere que a todo mundo le guste -le expliqué mientras le acercaba mi plato, y el profesor probaba-. Pero es curioso, Heliolisk tiene muy buena sazón, cuando probé el Espagueti a la Tangela, aunque le faltaba sal, la verdad es que sabía muy bien. Lampent es el que se enoja porque Heliolisk no sigue la receta -le comento.
-De modo que Lampent es el que sabe las recetas, y Heliolisk el que cocina -continúa el profesor, y yo asiento a sus palabras-. Es lógico, Heliolisk tiene casi la misma cantidad de papilas gustativas que un humano, aunque un Lampent que sigue una receta. ¿Quién le dijo las recetas? -me preguntó.
-¿Me creería si le dijera que Lampent sabe leer? -pregunté, y el profesor se sobresaltó- Es verdad, no miento, Lampent encontró un libro de recetas, lo leyó, pero no sabía leer números, así que dejo que Heliolisk elija las proporciones, ayer estuvimos toda la noche cocinando, sabe hacer Dugtrios en Sándwich, yo los dibujé, y Heliolisk siguió los patrones, entre los dos son muy buen chef -le expliqué.
-No sabía que Heliolisk distinguía colores -hasta ese momento, no me lo había preguntado yo, pero los platillos parecían de los colores correctos-. Ahora, la obsesión de Heliolisk con la hierba buena, puede ser que es porque la hierba buena es afrodisiaco -¿eh?
-¡Profesor! -me quejé yo, y el profesor comenzó a burlarse- No es justo, desde ahora, la hierba buena queda prohibida en mi cafetería, me arruinó el platillo, profesor -me quejé yo, pero pronto me estaba riendo con él de igual manera.
Boulevard del Sur. Laboratorio del Profesor Sycamore.
-No tenía que acompañarme a mi casa. Señorita Valerie, yo soy el hombre en la relación, me está haciendo quedar mal -se burla un poco el profesor, pero, aunque quería seguir pasando tiempo con él, la verdad es que, yo también necesitaba un lugar para dormir, pretendía convertirme en una Eevee y escabullirme en su cama como siempre-. Por cierto, me apena mucho lo mal que se portó Drapion, mira que pelearse con Mawile -reprendió el profesor, mientras Drapion y Mawile, ambos muy mallugados, se miraban con desprecio.
-No se portó tan mal -exclamé yo, despidiéndome de Drapion, mientras el profesor lo llamaba de regreso a su Pokébola-. Y no es molestia acompañarlo, profesor… quería seguir pasando tiempo con usted -admití, y el profesor asintió a mis palabras.
-Si ese es el caso, tal vez le interese acompañarme en mi trabajo de vez en cuando -ofreció el profesor, lo que me confundía un poco-. Una vez a la semana, y siempre que no esté de viaje, recibo a jóvenes en mi laboratorio para enseñarles sobre los Pokémon. Usted me ha mostrado quien es usted, una mujer que disfruta de la magia, que hace bellos kimonos, y tiene talento para el diseño y los negocios. Yo también quiero que usted conozca más de mí. Me alegraría mucho, si pudiera acompañarme en alguna clase -me invitó.
-Y yo me sentiría halagada de acompañarlo -admití yo, y habiendo quedado aquello claro, el profesor se despidió, y abrió la puerta de su casa, yo pretendía retirarme, pero en lugar de eso, lo tomé de la bata de laboratorio que siempre vestía, mientras me apenaba más y más-. Prometí… a alguien muy especial… que iría a todo mientras vistiera este kimono… -le comenté, y el profesor me miró con curiosidad, aunque yo ya había perdido todo mi valor-. Vera… bueno… lo que yo quiero es… si nadie nos ve tal vez… -insisto, pero el profesor, comprendiendo mis sentimientos, frota mi frente, y la besa con gentileza. No es lo que esperaba, pero el sentimiento me emociona demasiado.
-Más que eso, es imprudente -agrega a tono de regaño, y yo asiento instintivamente-. La veré mañana, señorita Valerie. Tal vez vaya a desayunar a su cafetería -y sin decir más, el profesor entra en su laboratorio.
-Eso salió bastante bien… creo… hasta donde recuerdo, Kirlia dijo que los besos eran el sello del ritual de apareamiento humano, eso fue un beso, ¿verdad? -pregunta Mawile, y yo la miro con preocupación- ¿Qué es esa cara tan rara? -me pregunta sorprendida.
-No me voy a poder transformar… -admito yo, y Mawile se preocupa por mis palabras-. En estos momentos… estoy tan intranquila que no voy a poder ser una Eevee, lo que significa que no podré entrar, ni dormirme en su cama. ¿Sabes lo frustrante que es el saber que no podré dormir con él por sentir vergüenza de estar con él? -intenté explicar.
-Lo que entiendo, es que no puedes transformarte y no tienes donde dormir -asiento un par de veces, y Mawile suspira intranquila-. Tendrás que dormir en el local, juntaremos algunas sillas, andando, que ya es tarde -me toma de la mano, y me guía de regreso, yo sonrío ante el gesto, la verdad es que, sin Mawile, tal vez no hubiera tenido el valor para hacer todo lo que hice hoy-. ¿Qué me ves? ¿Soy o me parezco? -aunque se burla de mí, como siempre.
-Bueno, te pareces a mi Mawile favorito, a quien no cambiaría por nadie -comenté, y ella se apenó, lo noté por la forma en que pestañea, y por la forma en que intenta morderme con su mandíbula secundaria, molesta por mostrar debilidad-. ¡Oye! ¡Todavía me duele la pierna de la mordida anterior! -me quejé.
-¡Entonces deja de decir cosas tan vergonzosas! ¡O no te vuelvo a ayudar en tu ritual de apareamiento! -se molesta, pero yo sonrío, sintiendo como todas mis molestias, miedos, y preocupaciones, se convierten en esperanza.
