Total que aparentemente no puedo dejar de escribir, muy mal de mi parte, solo espero que los capítulos no estén bajando en su calidad. En fin, contestaré los reviews, y me alejaré lentamente.

Xtractor68: Espero no estarme lanzando demasiado a tope la verdad, mientras los capítulos sigan siendo cálidos y disfrutables me es más que suficiente. Es bueno saber que el capítulo anterior tuvo un buen equilibrio según tu apreciación. No hay respeto para Pidgeot, pero yo estoy planeando cambiar esto, espero el pobre tenga un mejor papel. Claro que Valerie tiene que ir avanzando en su relación con el profesor, aunque es complicado, parte de ello lo veremos en este capítulo, ya que son muy diferentes. Mawile y Valerie también crecerán como amigas, aunque Mawile seguirá de orgullosa y presuntuosa.

TsukihimePrincess: No sé decirte, pero lo exploraremos con calma. El profesor de poco en poco va siendo un poco más abierto, aunque como sabes, la edad se lo complica. Lo del traje, lo dejamos pendiente, en estos momentos no pienso negar ni afirmar nada al respecto.

astridgmc: Sea usted bienvenida nuevamente a esta historia, espero que haya disfrutado las diversas actualizaciones, creo que fueron tres, y como puede ver, ya estoy siendo más frecuente que antes, esta historia se acaba antes de año nuevo, he dicho… espero…


La chica que quería ser un Pókemon.

Segunda Temporada.

Capítulo 18: El camino de una esposa.


Región Kalos. Ciudad Luminaria. Plaza Magenta. Pokémon Café Mix.

-Puedo hacerlo… -me digo a mí misma, Mawile, Lampent, Chatot, Mozart, Ludwig y Kricketune se mantienen atentos, Heliolisk tan solo me mira con una intensidad tal, que, en lugar de ayudarme a tranquilizarme, me está poniendo aún más nerviosa. Pero me convenzo a mí misma de que puedo lograrlo. Tanto trabajo debe de, por fin, rendir frutos. No puedo darme por vencida ahora, no después de llegar tan lejos. Un Pokémon no huye a la batalla, y aun en mi forma humana, no huiré- ¡Aquí va! -exclamo, abro los palillos que tengo en mi mano, y pierdo el agarre de lo que estaba sosteniendo.

-¡Demasiado rápido! -me recrimina Heliolisk, mientras frente a mí las flamas se alzan violentas, mis Pokémon entran en pánico, pero los aspersores de la cocina se activan, apagando las flamas, sobresaltando a Lampent, quien huye de los aspersores, y a Paget, quien recién abre la puerta del local para indagar sobre lo que está ocurriendo- ¿Cómo pudiste fallar? -me grita Heliolisk, deprimiéndome- ¡La temperatura estaba perfecta! ¡Solo debías deslizarlo cuidadosamente por la orilla! -insistía él con sus gritos.

-¡Me dio miedo! ¡El aceite caliente ya me quemó varias veces la mano! -me defiendo yo, pero la desilusión en el rostro de Heliolisk era brutal, y no ayudaba el que Mozart, Ludwig y Kricketune comenzaran a tocar una triste melodía por mi fracaso- ¡Lo siento! ¡Pero con el aceite de cocina lastimándome las manos, y Mawile perforándome las piernas cada que se enoja, no quiero terminar como Liepard llena de manchas! -me disculpo, pero Heliolisk no sede, cruzándose de brazos y dándome la espalda.

-¿Ama Valerie? ¿Qué está ocurriendo aquí? -pregunta Paget, y yo la miro con los ojos humedecidos, mientras ella examina el desastre que es la cocina. Suspira consternada, libera a su Minccino, y este se estremece.

-¡Aaaaah! ¿Qué es todo este desastre? -se queja Minccino, observando las ollas quemadas, la licuadora sucia, los múltiples utensilios de cocina regados por todas partes, y el mayor de mis crímenes, un intento de carne medio chamuscada y medio cruda nadando en el agua de los aspersores sobre la estufa- ¿Quién es responsable de este desastre? -exclama Minccino, y mis Pokémon me apuntan con temor- ¡Queda prohibido que vuelvas a cocinar! -me grita Minccino, y yo no puedo siquiera responderle por la pena.

-Ama Valerie, necesito explicaciones por favor -me pide Paget sombríamente, y yo accedo a darle las explicaciones que necesita, y tras unos minutos, y que Mawile nos trajera café, su reacción me intimida-. ¿Entrenamiento para ser una buena esposa? -exclama ella unos minutos más tarde, por la sorpresa su taza de café se le resbala de las manos, manchando la mesa, lo que molestaba a Minccino aún más- Espere… necesito que sea más específica. ¿Cómo que entrenamiento para ser una buena esposa? ¿En qué lío está metida esta vez? -agrega ella con molestia.

-Antes de que me juzgues, esto no es un cuento sobre un matrimonio impuesto o algo así… es solo que… toda mi vida siempre he tenido sirvientes… y me considero inútil para hacer muchas cosas… -aclaro, pero Paget seguro que tiene dudas más relacionadas con lo de ser una esposa-. Puedo zurcir, y tengo buenos modales… pero no sé hacer la limpieza, y mi conocimiento sobre cocina se limita a hacer arroz y emparedados… así que, le pedí a Heliolisk que me enseñara a cocinar… con resultados catastróficos -le expliqué, y Paget se limitó a suspirar-. Es que no puedo evitarlo. Le tengo miedo al aceite… mis manos no están hechas para salpicaduras de aceite -le mencioné mientras le mostraba mis manos cubiertas de curitas, ya me había quemado al menos unas tres veces-. ¿Sabes lo que pasaría si me quedan marcas de quemaduras? Tendría que modelar con guantes, me daría mucho calor, y no me gustan las manchas en mi piel -insistí.

-Ama Valerie… más que preocuparme por sus manos, me preocupa más la parte de ser una buena esposa -insiste Paget, yo desvió la mirada fingiendo demencia-. Si no me lo dice, se lo preguntaré directamente al profesor -me amenaza ella.

-¡No! ¡El profesor no puede saber que quiero casarme con él! -exclamo yo, y Paget me mira con sombrías intenciones- Acabo de pisar un Voltorb, ¿verdad? -pregunto, y Paget asiente a mis palabras- Es solo que… yo quiero… la verdad es qué… -¿cómo le explico que simplemente no tengo opción?

-Ama Valerie, usted es demasiado precoz -no tengo siquiera forma de defenderme de semejantes acusaciones en estos momentos por más que yo quiera demostrar que estoy obligada a esto. Si por mí fuera, esperaría todo lo que se necesitara- Adivinaré… por la diferencia de edades entre usted y el profesor, usted siente que debe ser más madura, o el profesor no la creerá lo suficientemente seria, y la dejará -no puedo ni comenzar a explicarte lo mal que estás, pero no es como que tenga mucha alternativa.

-Así es… -miento, lo siento madre, esto se está haciendo una costumbre-. Si el profesor no ve que soy autosuficiente, podría dejarme, y volver a brazos de Malva -ahora sueno como una adolescente celosa y caprichosa, pero de esta forma, al menos Paget no me considerará precoz-. Es por esto que, quiero adquirir todas las habilidades de una buena esposa, para de esa forma, lograr que el profesor me vea como a una adulta -agregué apenada.

-Ama Valerie, maneja su propio negocio con tan solo 16 años, la estabilidad financiera es el grado más alto de madurez, no necesita cocinarle al profesor, ni hacer quehaceres de la casa, bien podría contratarse una sirvienta, o en su caso, convencer a un grupo de Pokémon de hacerle los quehaceres -me recrimina, mientras Mawile llega con el desayuno preparado por Heliolisk, Minccino limpia todo el lugar, y Chatot me anuncia que falta poco para la hora de salir a mi trabajo con el profesor mientras Kricketune, Mozart y Ludwig realizan el acompañamiento musical con Lampent planchando mi ropa de fondo-. No necesita aprender a ser una buena esposa, tiene todas sus necesidades atendidas por los Pokémon -aseguró.

-Pero eso no me vuelve prospecto de matrimonio para el profesor -me defendí, y por su mirada, sabía que Paget pensaba que le estaba ocultando algo- Es… hora de irme… llegaré tarde si no me apresuro -mentí, y devoré el desayuno que me había preparado Heliolisk, molestándolo por no disfrutarlo-. Hoy es martes, no olvides que Ludicolo y las hermanas Maractus llegan pronto, y ve que Ludicolo no vuelva a emocionarse tanto que inicie una Danza Lluvia como la última vez -exclamé, tomando a Mawile de la mano, y saliendo con ella del local, ante la mirada molesta de Paget, quien aún quería indagar al respecto-. Qué difícil es llevar relaciones humanas -me quejo yo.

-¿Por qué no le dices que quieres casarte con el profesor y ya? Tal vez ella tenga mejores consejos que Heliolisk, es mayor que tú -me recordó Mawile, mientras ambas caminábamos por la ciudad en dirección al laboratorio del profesor.

-Porque, Mawile, llevo una semana despertando como una Eevee, y no puedo simplemente decirles a los humanos que debo de casarme para que eso deje de pasar -le recordé, aunque obviamente Mawile no entendía los pesares humanos-. Ya hablamos de esto varias veces, los humanos no deciden casarse, y exteriorizan este deseo a sus parejas sin la debida planeación. Esta es una decisión para toda la vida, y por poco convencida que me sienta, de todas formas, yo no tengo opción, y no es como que el profesor vaya a ser así de comprensivo. No puedo llegar frente a él y decir: "Agustín, quiero casarme contigo", sin que piense que se me ha zafado un tornillo. Pensará que soy una acosadora, que voy demasiado rápido, que no tengo sentido común. Pero como es probable que no tenga el tiempo suficiente para esperar a mi mayoría de edad y a que él me lo pida, si es que él siquiera lo está considerando, no tengo otra alternativa que demostrarle al profesor que puedo ser una buena esposa, y pedírselo yo misma, a sabiendas de que él podría escandalizarse al grado de dejarme. ¿No te parece eso suficiente presión? -me quejé, pero Mawile no había entendido absolutamente nada- En resumen, no puedo casarme, pero al menos puedo intentar convencer al profesor de comprometerse conmigo, pero para ello, necesito tener las cualidades de una buena esposa -resumí.

-A los humanos les gusta complicarse demasiado la existencia -son temas que no puedes comprender, lo importante de todo esto es: no tengo opción, y me veo forzada a hacerlo funcionar-. Detecto un nivel peculiarmente alto de estrés proveniente de ti en estos momentos -apunta ella preocupada.

-¿Tú crees? Me pregunto qué será lo que me está ocasionando tanto estrés, seguramente es una pequeñez -me quejé, Mawile mantuvo su silencio, se sentía preocupada, y yo comprendí que me estaba descargando en ella-. Lo siento… solo, quisiera que me entendieras. Este tipo de conversaciones son conversaciones que solo podría tener con una amiga humana, pero una amiga humana jamás me creería -aclaré.

-¿No tienes una amiga humana que sea capaz de creerte sin importar cuan ridículo suene? -veamos, ninguna de mis amigas del gimnasio lo creería, Corrina creería que tengo un tumor cerebral o algo así, la única que podría creerme es Olympia, pero no somos tan buenas amigas, y además, no es como que pueda ir a visitarla a Ciudad Fluxus, por más céntrica que sea Ciudad Luminaria, sería ridículo intentarlo.

-Si al menos tuviera su número de teléfono, pero no, ella es demasiado anticuada y los teléfonos son solamente una vanidad humana sin importancia -me quejé tras recordar cómo negó tener un teléfono durante la última reunión de líderes de gimnasio a inicios de este año, lo que me recordó, que el año ya entraba en su recta final-. No he visto a la mayoría de los otros líderes… en casi un año… -reflexioné-. Vi a Corrina hace casi tres meses, y llevo casi un mes viviendo en Ciudad Luminaria sin ver al líder Clemont. En retrospectiva, tengo mejor relación con su Heliolisk que con él -en general, me llevo mejor con los Pokémon que con los humanos, pero, últimamente, había humanos a los que quería mucho a mi alrededor-. Es extraño… antes no pensaba siquiera que fuera necesario tener amistades humanas, pero… de pronto quise tener una amistad humana con quien hablar. Supongo, que había más cosas en el mundo humano que deseaba tener, pero por miedo no quería tenerlas -concluí.

-Valerie, eres una humana muy agradable, ¿por qué no estabas siempre rodeada de humanos como siempre lo has estado de Pokémon? -supongo que tiene razón, creo que sí soy agradable, pero, mis amigas en el gimnasio eran más mis aprendices, o al menos… así las veía yo.

-Kali, Katherine, Linnea y Blossom -recordé lo mucho que me querían, y comencé a sentir lo mucho que me hacían falta-. Me pregunto si ellas me consideraban su amiga. Nunca pensé en esto hasta ahora. Estaba tan concentrada en querer ser una Pokémon, que nunca me detuve a ver lo afortunada que era como una humana -concluí para mí misma, y llegamos frente a las puertas del laboratorio-. Si me hubiera dado cuenta antes… -recordé el sueño que me hizo ver Kirlia-. Me pregunto, ¿qué tanto hubiera cambiado? -proseguí, y abrí la puerta del laboratorio- ¿Agustín? Buenos días, ¿puedo pasar? -pregunto como siempre, ya un par de veces lo había encontrado en su pijama, y una bañándose.

-Buenos días. Puedes pasar, Valerie -respondió él. Ya era común entre nosotros utilizar nuestros nombres, además de que ambos habíamos acordado, a mi petición, abandonar la forma formal de hablarnos, aunque aún me daba la sensación de que al profesor se le dificultaba tratarme con semejante familiaridad-. Estoy en mi oficina, pero puedes pasar si quieres -agregó él.

-Oh, no perdería una oportunidad para verte, Agustín -coqueteé un poco mientras entraba en su oficina, aunque esta vez él no reaccionó a mis coqueteos, mientras observaba un mapa en su mesa de trabajo-. ¿Ocurre algo? -pregunté, el profesor me invitó a sentarme en la silla de al lado de donde él se encontraba, que, por cierto, era una silla que él no solía tener en su oficina, más bien la consiguió para mí, como uno de sus pequeños gestos de preocuparse por mí, y como forma de formalizar un poco más nuestra relación de novios.

-Bueno, solo digamos que, inconscientemente me coloqué a mí mismo en un predicamento laboral -me menciona el profesor, ofreciéndome algo de café. Nunca me consideré aficionada del café, pero ya que el profesor aparentemente no podía vivir sin tres tazas de café al día, me hice la costumbre de acompañarlo todas las mañanas, y de poco en poco comencé a tomarle gusto, aunque con cuatro cucharadas de azúcar, lo que no era muy saludable-. El viaje a Alola que Dexio y Sina están haciendo, era un viaje que tenía ya tiempo rezagando. Por diversas razones no me había estado sintiendo muy motivado, y traspapelé varios de mis pendientes, que, indudablemente, me alcanzaron -explicó él.

-Y ahora, ni Dexio ni Sina están para apoyarte -concluí yo, y el profesor asintió a mis palabras-. Comprendo que no soy exactamente de ayuda para tu trabajo. No tengo conocimientos de biología tan avanzados, aunque he estado estudiando. Pero si hay alguna forma de aligerarte la carga… -intenté comunicar.

-No es eso, usted… -intentó decir, pero corrigió recordando nuestro acuerdo-. Quiero decir, definitivamente podrías ayudarme con este encargo, pero, no pretendo disponer de tu tiempo injustamente -me explica el profesor, colocando sus papeles en la mesa, y mirándome fijamente-. Veras, el viaje a Alola era un pendiente, pero no uno que tuviera tanta prioridad. Es solo gracias a la exigencia de Sina el que adelanté el viaje, ya que ella desesperadamente deseaba ir, y yo me negué fervientemente a enviarla en temporada alta. Si no los enviaba lo antes posible, durante la temporada baja en medio del otoño, ese par lo hubiera tomado como vacaciones -me explicó él.

-De forma que, deliberadamente los enviaste iniciando el otoño para que no fueran a vacacionar -el profesor asintió, y yo comprendí que él tenía una forma algo malévola de ver que sus objetivos se cumplieran-. Es Alola, de seguro hará calor de todas formas, pero creo que el agua estará demasiado fría para que Sina pueda estrenar su bañador -la imagen mental de Sina congelándose a orillas de alguna playa de Alola me llegó a la mente.

-No sientas pena por ella, van a trabajar -me recordó el profesor, aunque definitivamente podía llegar a ser muy cruel-. En todo caso, al enviarlos a Alola, me olvidé de un pequeño detalle: Con ellos fuera, me he quedado sin asistentes para el campamento de otoño-invierno de este año -me explicó, mostrándome el mapa de Kalos-. Todos los años, el laboratorio organiza dos campamentos, con duración de un mes y medio aproximadamente -me menciona mientras señala en el mapa-. La idea es llevar a niños en campamentos estacionales, donde puedan observar los cambios en las conductas de los Pokémon derivados del cambio de estación. El campamento primavera-verano se realiza con recorridos a la zona oeste de Kalos, comenzando en Pueblo Vánitas a tiempo para el Festival de la Cosecha. De allí, vamos a Ciudad Relieve a observar la migración de las especies marítimas a aguas más frescas, y bajamos hasta Pueblo Petroglifo, donde visitamos el acuario -continúa él, y yo me apeno por la mención.

-De modo que… ya conocías el Acuario de Pueblo Petroglifo -me apeno, el profesor sonríe ante mis reacciones-. Para mí fue nuestra primera cita y mi primera visita, pero para ti… seguro ya conocías todas las exhibiciones, debió serte muy aburrido -me quejé.

-No voy a decirte que no conocía las exhibiciones, pero nunca había ido en términos no laborales -me explica el profesor, yo simplemente me apeno tras recordar cierta escena con un par de Luvdisc-. Además, gracias a ti, guardo recuerdos muy gratificantes de ese museo, y seguramente estoy vetado de volver a ir -¿se está burlando? Yo me acuerdo y me apeno-. Pero dejemos eso de momento. En Pueblo Petroglifo tomamos una embarcación al norte, hasta llegar a Ciudad Yantra, ya que los niños no se comportan a la altura del turismo de Pueblo Crómlech. En una ocasión, vandalizaron una de las estatuas y desde entonces no permiten visitas guiadas con niños. Pero, en Ciudad Yantra, siempre podía contar con Gurkinn para contarles sobre la mega evolución… aunque… supongo que para el próximo año tendré que cambiar la ruta -agrega con cierta tristeza, y yo me atrevo a tomarle la mano para ayudarlo a tranquilizarse.

-Estoy segura, de que Gurkinn entendería si volvieras para hablarlo con él -agregué preocupada, el profesor solo asintió, pero no le dio mucha importancia. Aquella vez en Ciudad Yantra, yo había servido de apoyo para el profesor, y deseaba que el profesor continuara sabiendo que seguía contando conmigo.

-Veré si puedo hablar con Gurkinn antes del siguiente campamento primavera-verano -agregó el profesor, y yo asentí, sonriendo para él intentando ayudarle a sentirse mejor- Terminada la visita a Ciudad Yantra, continuamos al norte hasta llegar a Ciudad Tempera, justo a tiempo para el Festival del Agradecimiento de Ciudad Tempera -ante la mención, el festival de luces que siempre había visto por la televisión me llegó a la mente. Hubiera sido muy romántico haber acompañado al profesor en semejante viaje, aunque, técnicamente lo hice, en tiempos diferentes al campamento, en dirección contraria, y mientras él salía con Malva. Ante el recordatorio, mis celos comenzaron a ponerme de mal humor-. ¿Todo bien? -pregunta el profesor tras ver mis reacciones.

-No es nada, Agustín… solo… pensaba que hubiera sido lindo acompañarte en un viaje como ese -tranquila, Valerie, recuerda que, si el profesor salía con Malva, eso es enteramente tu culpa, y no tienes derecho a ponerte exigente. Soy la novia actual, soy la novia actual, soy la novia actual. ¡Qué envidia siento!

-Ah, me alegra escucharte decir eso, aunque no suenes para nada convincente -¿eh?-. Tras el festival, regresamos a Ciudad Luminaria, donde llevamos a los niños al laboratorio, y sus padres vienen a recogerlos. Ya no regresamos a Ciudad Vánitas -termina de explicarme, y luego me mira fijamente, se le ve tan entusiasmado, que de pronto mi corazón comienza a acelerarse-. Ahora que sé que te hubiera agradado realizar este viaje, se me facilita pedirte lo siguiente. Con la finalidad de no cancelar el campamento otoño-invierno por falta de asistentes, me ayudaría mucho si pudiera convencerte de acompañarme como mi asistente en el campamento otoño-invierno -¿acompañarlo?-. Antes de que te emociones, es un campamento laboral, no iríamos como turistas. Aunque, es probable que podamos tomarnos algunas libertades, con apoyo de los líderes de gimnasio por supuesto. Aunque no te lo puedo prometer -aclaró él.

-Acompañarte… ¿igual que Malva? -comenté, el profesor se mostró impresionado, y yo me di cuenta de lo que había dicho- No-no-no es lo que crees… curiosamente, yo visité los mismos destinos… allí fue cuando me enteré de que… bueno… que tú y Malva… -bien hecho Valerie, ahora el profesor pensará que soy una celosa.

-Eso, ha sido algo incómodo, pero, si te hace sentirte mejor, el viaje lo terminé contigo -me recordó, y yo asentí, un poco agradecida por la comprensión del profesor-. Habiendo dicho esto, me siento en la obligación de compensarte el mal trago. Si quieres acompañarme, buscaré la forma de dejar a los niños atendidos, y podríamos tomarnos ciertas libertades -ofreció él.

-¿Intentas convencerme de que tendremos alguna cita, para que acceda a acompañarte, Agustín? -me burlé un poco, el profesor claro que sonrió ante mis infantiles intentos de coqueteo- Aunque no hubiera una cita de por medio, iría contigo, pero ahora que lo has ofrecido, espero que sepas que estoy entusiasmada de poder salir contigo -aclaré.

-Supongo que no me queda alternativa más que darme tiempo -comentó él mientras se rascaba la nuca-. Te platicaré del viaje entonces: en una semana, tendremos que presentarnos en Ciudad Novarte, donde recogeremos a los estudiantes en la Galería de la Fotografía. Aquí, le mostraremos a los niños exhibiciones sobre la fauna local, y sus patrones migratorios, con mayor énfasis en la fauna estacional invernal -me explicó el profesor, y yo me acerqué para ver los folletos que me mostraba-. Regresaremos a Ciudad Luminaria al laboratorio, sé que no suena muy atractivo, pero es la ruta que mejor se acomoda. Ese mismo día iniciaremos el camino a Pueblo Fresco, donde nos hospedaremos unos días, y solicitaremos el permiso para subir a las Cavernas Congeladas. ¿Has viajado alguna vez sobre un Mamoswine? -preguntó el profesor.

-No es una actividad que alguna vez haya intentado -acepté, aunque, a decir verdad, raras eran las ocasiones en que llegaba a salir de Ciudad Romantis. Con mis responsabilidades de líder de gimnasio, y mi incursión en el mundo de la moda, siempre estaba ocupada. A lo más que llegué a asistir fue a una pasarela especial en Ciudad Luminaria, que por la cercanía a Ciudad Romantis, solo fue un viaje de ida y vuelta, ni siquiera alcancé a ver la Torre Prisma encendida aquella vez.

-Pasaremos algunos días en un resort de Pueblo Fresco, seguro hay Mamoswine de entrenamiento allí -aclaró el profesor-. En Pueblo Fresco y las Cavernas Congeladas, seguro podremos ver los ciclos de hibernación de algunos Pokémon, demostrando que, aunque existan lugares con cumbres nevadas, la hibernación aún existe cuando la temperatura disminuye incluso más que el resto del año. Después de eso, la siguiente parada es más turística que de estudio biológico, ya que estaremos unos días en Ciudad Fluxus -que curioso, precisamente hoy hablaba con Mawile, y recordaba a Olympia. Casi podría jurar que era uno de sus trucos psíquicos para pedirme verla en este viaje-. Tras la visita, continuaremos a Pueblo Mosaico, a tiempo para la migración marítima a aguas más cálidas. A decir verdad, Pueblo Mosaico no tiene mucho que ofrecer, pero, me gustaría mucho poder pasar un día tranquilo contigo allí -me pidió el profesor, lo que me llamó la atención-. Llámalo una cita anunciada, aunque eso solo sucederá si tenemos a alguien que atienda a los niños ese día. En todo caso, existe algo que me gustaría mostrarte allí, pero a expensas de que ese día llegue, continuemos el recorrido planeado -prosiguió el profesor, señalando en el mapa, aunque ya había levantado mi curiosidad-. La Ruta 19 es extensa, y aquí hay un campamento un poco más rustico, donde planeo que llevemos a los niños a diferentes viajes de descubrimiento ya que en la Ruta 19 hay una gran cantidad de hábitats distintos que seguro llamarán su atención. Pasaremos una semana entera aquí, mientras esperamos las festividades -aclaró el profesor.

-¿Festividades? -agregué confundida, el profesor entonces me mostró un calendario, y tras ver la fecha, me emocioné- Es verdad, estaremos en Ciudad Fractal justo a tiempo para las festividades. Por eso pretendes pasar toda una semana en la Ruta 19 -comenté sorprendida.

-Será un campamento, pero también son épocas vacacionales -me recordó el profesor-. Como los padres tienen que trabajar y los niños están en receso estudiantil, acomodamos las fechas para que los padres puedan pasar al menos esta festividad con sus hijos. En Ciudad Fractal, además, es donde termina el campamento, y entregamos a la mayoría de los niños a sus padres. Si acaso alguno no puede venir por su hijo, el líder Wulfric les consigue transporte de regreso a Ciudad Novarte. Como puede ver, el viaje inicia con el apoyo de la líder Viola, con una exhibición de la fauna primaveral y veraniega, además de una breve introducción a la fauna de los climas más fríos, y termina en la ciudad más fría de toda Kalos, donde toda la fauna dista mucho de la encontrada en Ciudad Novarte, y ambas ciudades solo tienen un par de rutas dividiéndolas -finaliza el profesor.

-Comprendo, además recibes apoyo de Olympia en Ciudad Fluxus -agregué, aunque, algo me molestaba de toda la explicación-. Supongo que, durante el campamento primavera-verano, también recibes el apoyo de los demás líderes, como Grant, Ramos, Corrina, y seguramente Clemont aquí en Ciudad Luminaria -el profesor asiente, sin notar mi descontento-. Entonces, visitas a siete de los ocho líderes de gimnasio en ambos campamentos -agrego inocentemente.

-Así es, a cuatro en el campamento de primavera-verano, y a cuatro en el campamento otoño-invierno -sus matemáticas están correctas, profesor, salvo un pequeño detalle-. Un momento… -ah, ya se dio cuenta-. Te juro que no fue intencional -agrega con miedo.

-Contó a Clemont dos veces, profesor, en ambos campamentos llegan a Ciudad Luminaria -agregué, ligeramente molesta, y evitando su nombre para que se diera cuenta de que me había ofendido. El profesor visita a todos los líderes una vez al año, pero a mí me dejó fuera, ¿cómo debería sentirme al respecto?

-Lo entendiste mal, no era que yo quisiera dejar fuera de los campamentos a Ciudad Romantis, es solo que los pantanos de la Ruta 14 que conectan con Ciudad Romantis son peligrosos para llevar niños, además de que la Fábrica de Pokébolas no es un atractivo turístico que interese a los fines de mis campamentos -¿está seguro de que esa es la razón, profesor? No será que no colocó a Ciudad Romantis en el mapa, porque el atractivo turístico de mi ciudad es solo una casa de muñecas, que es mi gimnasio, y una pasarela de modas que no le interesan- Comprendo que esto se ve terriblemente mal, pero, en defensa personal, fui a tu gimnasio para intentar hablar contigo sobre encontrar una forma de integrar a Ciudad Romantis a mis campamentos -no está mintiendo-. No es que haya tenido las matemáticas mal, Ciudad Romantis realmente no cuenta con un atractivo turístico para atraer a los estudiantes de mis campamentos, pero, lo estaba contemplando. Me dije a mí mismo que, si lograba comprobar que podías hablar con los Pokémon, seguro llegaríamos a un acuerdo para estos campamentos. Aunque a los niños no les agradara la Fábrica de Pokébolas, seguramente tú podrías darles a ellos una lección de empatía Pokémon, que los conectara más con la naturaleza. Al menos, ese era el plan, pero, el día que llegué para conocerte y proponértelo… -intentó comunicarme.

-Ah… ese día, yo salí de Ciudad Romantis en un viaje de autodescubrimiento -recordé. En verdad, si hubiera salido al menos una hora más tarde ese día, seguro nos habríamos conocido, hubiéramos planeado integrar a Ciudad Romantis en su plan de campamentos, y seguro hubiéramos trabajado juntos. Pero…-. Si nos hubiéramos conocido ese día, bajo esas condiciones… tal vez no me hubiera enamorado de ti -agregué, y el profesor me mira con interés. Esta vez no hablé sin pensarlo, esta vez estaba siendo sincera conmigo misma-. Las circunstancias en que nos conocimos, fueron mágicas… un encuentro casual como el hablar para acordar una ruta de un campamento Pokémon, seguro no nos hubiera acercado tanto -si el profesor no me hubiera salvado de ahogarme aquella vez, si no me hubiera robado mi primer beso siendo una Eevee, seguro no lo amaría tanto como lo amo ahora.

-Es un lindo pensamiento, aunque, creo que hubiera sido más mágico conocerte en tu gimnasio, que como mi mesera -¡es verdad! ¡Para el profesor nuestro primer encuentro no tuvo nada de mágico!-. ¿Dije algo malo? -agrega preocupado.

-En un sueño… -agrego yo, y el profesor me mira con curiosidad-. Nos conocimos… la primera vez que nos conocimos… fue en un sueño -aclaré, lo que no era enteramente una mentira, aunque no había forma de que él lo comprendiera.

-¿En un sueño? Yo soñé una vez contigo… -¡lo recuerda! De pronto sus aromas corporales se han vuelto demasiado penetrantes-. No me prestes atención, por favor. No quise que sonara como que he fantaseado contigo de alguna forma -se apenó el profesor, pero sus palabras me apenan aún más por el contexto en que las dice-. Eso no salió como lo pensé -declara él.

-¡Agustín! -me quejo yo, el profesor desvía la atención burlándose un poco, aunque ambos estamos demasiado avergonzados en estos momentos- El… el viaje… -comento, intentando volver al rumbo de la conversación-. Me hace inmensamente feliz, el saber que quieres que te acompañe en este viaje, aunque sea únicamente para no suspender el campamento -le comento algo apenada.

-Ah, no quería que sonara como que la única razón por la que te invito es por eso -asegura el profesor, de reojo puedo notar que él está evitando mirarme fijamente-. Realmente… era algo que deseaba pedirte… no solo por el campamento -impera el silencio entre nosotros, realmente nos colocamos en una situación incómoda-. Ah, eso me recuerda, el laboratorio no puede quedarse sin quien atienda a los Pokémon. Ya que accediste, llamaré a uno de mis asistentes provisionales a hacerse cargo mientras no estamos. Además, suelo llevar a algunos Pokémon conmigo para estirarse, máximo tres. Dejaré la selección en tus manos -prosiguió el profesor, e inmediatamente los tres a los que llevaría aparecieron en mi mente-. Por cierto, en mi último viaje llevé a Drapion, Quagsire y Kirlia, además de mi Eevee, por favor selecciona a Pokémon diferentes, no me parece justo llevar siempre a los mismos -declaró él.

-Ah, eso arruina mis intenciones -me digo a mí misma, aunque el profesor me escuchó-. No tiene importancia. Iré por Mawile para alimentar a los Pokémon, ya voy un poco retrasada -me despido, el profesor me sonríe, y me dirijo a la cocina-. ¿Mawile? -pregunto, y me estremezco de encontrarla en el suelo, con croquetas Pokémon a su alrededor- ¡Mawile! ¿Qué hiciste? -me quejo mientras veo el costal medio vacío.

-Me estabas ignorando, pero estabas con el profesor, así que vine a tragarme mi coraje -y con este te tragaste medio costal de comida Pokémon, tendré que reducir la comida de los demás a la mitad. A ellos no va a gustarles nada esto.

Patio trasero del Laboratorio del Profesor Sycamore.

-Oye… ¿me estás diciendo gordo? -se queja Drapion cuando nota lo poco que le serví de comer, Quagsire y Kirlia se preocupan de igual manera, y por el descontento colectivo del resto de los Pokémon, puedo ver que todos van a quedarse con hambre.

-¡Confórmense! -grita de repente Gyarados, espantándome, Pidgeot, quien lo mantiene vigilado, se espanta un poco por el poderoso grito de igual manera- La hembra del profesor ha proveído. No nos corresponde juzgar. Si solo esto nos han brindado, algo habremos hecho para merecerlo. Así que, concéntrense en ser buenos Pokémon, y la abundancia llegará -finalizó Gyarados, y todos los Pokémon del profesor asintieron-. ¿Lo he hecho bien, lady Mawile? -pregunta de repente Gyarados, saliéndose de personaje.

-Lo has hecho bien, mi mano derecha, como la dominante estoy orgullosa de ti. Y la hembra del profesor lo estará también -me apunta Mawile, yo asiento a sus palabras, Gyarados simplemente me sonríe mientras me dirige una mirada gentil-. ¿Crees que emperatriz Mawile suene mejor que lady Mawile? -me pregunta Mawile.

-Pienso, que Pidgeot hacía muy buen trabajo siendo el dominante, a ti se te subió a la cabeza -me quejé, Mawile tan solo sacó el pecho, sintiéndose sumamente superior a los demás, y mientras presumía su bufanda de concurso como medalla al mérito.

-¡Estoy tan celosa! ¡Yo también quiero que me compren una bufandita! -se quejó Kirlia, y por cómo se contoneaba Mawile, supe que ella estaba específicamente molestando a Kirlia. Ahora que lo recuerdo, cuando me descubrieron, ambas se habían acercado a intentar ser mis amigas, aunque solo Kirlia se acercó después de la plancha de Quagsire- ¿Me comprarás una bufandita ahora que viajemos con el profesor a su campamento? -me pregunta inocentemente.

-Ah, bueno, verán… el profesor me pidió no elegir a ninguno de ustedes -Drapion y Kirlia me miran con sorpresa, Quagsire solo come, inmutable como siempre-. No es que sea algo personal, pero el profesor considera injusto que lleve a los mismos Pokémon que antes -les expliqué, aunque Mawile se posó frente a Kirlia sonriente.

-Descuida, yo te la cuido, después de todo yo soy la Pokémon de Valerie, y yo si la puedo acompañar -se burló Mawile, de una forma de muy mal gusto, por cierto-. Aunque claro, como la mejor amiga Pokémon de Valerie, aún si no fuera su Pokémon, yo iría de todas formas. Pero descuida, puedes seguir siendo su amiga, solo no la mejor -continuó en sus burlas.

-¡Aaaaah…! ¡Solo porque seas su Pokémon eso no te da derecho a menospreciarme! ¡Valerie es mi amiga también! -tristemente para Kirlia, Gyarados posándose como guardaespaldas de Mawile, le hizo replantearse las cosas- Dra-Drapion, cariño… -medió Kirlia.

-¿Eh? Qué asco, perdí el apetito -declaró Drapion, ignorando las suplicas de Kirlia-. Volviendo a lo que realmente importa, no te has olvidado sobre tu misión, ¿verdad? Esté o no esté contigo para apoyarte, debes buscar la forma de casarte con el profesor -me explicó Drapion, mientras yo me preocupaba un poco por Kirlia, quien lloraba sintiéndose traicionada, mientras Quagsire intentaba animarla, aunque solo lo hacía para robarle de sus croquetas.

-No lo he olvidado, aunque no siento que vaya a ser algo sencillo -agregué pensativa-. Supongo que, mi mejor apuesta es la de continuar con los kimonos Pokémon. Ya tengo uno preparado, pero estoy esperando a la ocasión perfecta para mostrárselo al profesor. ¿Sabes si tengo algún límite de tiempo con esto de la transformación? -aquello realmente me preocupaba.

-Ah, he estado investigando un poco, aunque no ha sido fácil. Ea, cerebro de alpiste, esto te incumbe -insultó Drapion, yo miré a Quagsire, pero él apuntó a Pidgeot, quien se molestó por el apodo.

-¿Cerebro de alpiste? Te crees muy bravo desde que evolucionaste. Si no fuera por ese Gyarados yo te… -amenazó Pidgeot, pero Gyarados solo carraspeó la garganta, por lo que Pidgeot erizó un poco sus plumas- Semejante falta de respeto -se quejó Pidgeot, bajando de la copa, y aterrizando en una rama más cercana-. Comuniqué tus inquietudes a los Murkrow de los alrededores. Al ser parte Siniestro y parte Volador, accedieron a indagar al respecto con tus congéneres. Aunque debo agregar que no fueron bien recibidos al llegar a tu madriguera, hubo una confrontación -se quejó Pidgeot.

-Seguro fue por mi hermano de 4 IVs, buen tipo, algo violento, pero insisto en que dejé la madriguera en buenas pinzas -se enorgulleció Drapion-. Aun así, espero haya confiado lo que sabe mi madriguera, solo se lo confiarían a otro tipo Siniestro -declaró Drapion, y yo estaba sumamente confundida, más aún al saber que él y Pidgeot habían trabajado juntos.

-Los Murkrow lograron explicar la situación. Tu madriguera discutió al respecto, no recuerdan algo así como la existencia de un tiempo límite. Pero uno de ellos hizo un comentario que puede que sea importante. La Princesa Swanna, no vivió más de medio año -explicó Pidgeot, y yo me estremecí-. Valerie, ¿Cuánto tiempo llevas yendo y viniendo entre transformaciones? -me preguntó Pidgeot.

-Alrededor de cuatro meses y medio -calculé-. Sé que no parece que haya pasado tanto tiempo, pero ya llevo bastante tiempo en Ciudad Luminaria, solo que, entre el trabajo en el local, apenas y me di cuenta del tiempo que pasó -expliqué, y Pidgeot meditó al respecto-. Si el viaje con el profesor para el campamento dura un mes y medio, entonces… -me preocupé.

-Tus instintos podrían apoderarse de ti para el término del mismo -exclamó Pidgeot, y aquello me preocupó bastante-. Si quieres continuar siendo una humana, deberás haber logrado este ridículo plan tuyo de aceptarlo como parte de tu familia, antes de que termine el campamento -me comentó Pidgeot.

-Oigan, no pueden ponerme semejante presión. ¿Quieren que convenza al profesor sobre casarse conmigo, en mes y medio? -me quejé, y el grupo asintió- Eso es imposible, jamás podría hacerlo -insistí.

-No tienes que llevarlo al altar, solo asegurarte de que te prometa el matrimonio -me explicó Kirlia, pero yo lo negué fervientemente. Es virtualmente imposible, que alguien tan maduro como el profesor, accediera a algo tan ridículo- Tendrás que hacer acercamientos agresivos. Basta de ser pasiva, tienes que tomarlo a la fuerza de ser necesario -insistió Kirlia, y mis instintos comenzaron a pedirme huir nuevamente.

-Valerie… -exclamó Quagsire, y yo lo miré con curiosidad. Su mirada era tan pasiva, que, de poco en poco, mis instintos comenzaron a tranquilizarse. Aquello era algo que solo Quagsire podía hacer, poseía una facilidad para comprender mis instintos, y proyectaba su calma en mi dirección-. Valerie, ¿tú crees en la magia? -obviamente, no consideraría común y comprobable convertirme en una Eevee- Mientras Valerie crea en la magia, estoy seguro de que el profesor comprenderá. Solo tienes que confiar en ti misma. Yo sé que puedes… -terminó Quagsire, y logré relajarme.

-¿Cómo haces eso? -pregunté, Quagsire no dijo nada, solo me sonrió- Está bien… convenceré al profesor de al menos prometerse en matrimonio conmigo, antes de que el campamento acabe. Eso significa, que solo tengo un plan de acción que seguir. Seguiré con mi plan original, lo conquistaré, con mi magia personal -aseguré, y Quagsire volvió a asentir-. A menos que existan otras evoluciones de Eevee que no conozca, o que otras hayan existido antes y que actualmente no existan, me quedan cinco posibles kimonos: Eevee, Espeon, Leafeon, Glaceon y Sylveon. Para antes de terminar el viaje de campamento, debo haberle mostrado todos los kimonos al profesor, culminando con el más importante, el kimono de Sylveon -agregué apenada, y Mawile se cubrió la nariz-. No me ayudas, pero lo harás al ser el Pokémon compañero que llevaré conmigo mientras visto el kimono de Sylveon -agregué.

-¿Eh? ¿No llevarás a Kirlia? Ella que tanto soñaba con ser tu Pokémon acompañante -se burló Mawile, molestando a la pobre de Kirlia, quien comenzó a hacer una rabieta, aunque Gyarados se mantenía cerca en todo momento, calmándola por el miedo que le tenía.

-Te informo, Mawile, que soy mitad Psíquica, así que todavía puedo ser una de los Pokémon que acompañen a Valerie mientras viste uno de sus kimonos -declaró ella, pero para tristeza suya, tenía que romperle las ilusiones.

-Kirlia, el kimono de Espeon aún no está terminado, además de que salimos en una semana al campamento, no tendré oportunidad de terminarlo a tiempo -le expliqué, y ella lloró a raíces de uno de los árboles, mientras un aura azul la rodeaba-. Mawile… no seas cruel con ella, de verdad quería acompañarme -reprendí, pero Mawile simplemente me ignoró-. Volviendo al tema, eso deja los tipos Psíquico, Hierba, Hielo y Normal disponibles, así que, de tipo Normal… -miré a Pidgeot.

-¿Yo? -exclamó él, y sus plumas se erizaron. Oh, se apenó, el orgulloso Pidgeot voz de celebridad tiene corazón después de todo- No es como que me interese ayudarte -agrega a la defensiva, es igual a Mawile en ese aspecto-. Pero el profesor es mi amo, y no ha estado tan feliz desde que te convertiste en su hembra. Aceptaré el ayudarte, pero te aclaro que lo hago por él, no te sientas tan importante -aseguró.

-Oh, estoy ansiosa por ver que tan importante puedo llegar a ser para ti, Pidgeot -exclamo alegremente, y Pidgeot pierde algunas plumas- Eso solo deja los tipos Psíquico, Hierba y Hielo -encaro a los demás.

-No he visto a ningún Pokémon de tipo Hielo que pertenezca al profesor -agregó Drapion pensativo- De cualquier forma, solo puedes llevar a un par más de Pokémon, te sobraba uno de todas formas -oh, no sabía que Drapion supiera contar.

-Entonces, el tipo Hielo queda descartado, eso solo deja al Psíquico y al Hierba. ¡Lo tengo! -agrego, caminando hasta Charizard, que usa al caparazón de Blastoise como almohada, mientras se refresca bajo la flor de Venusaur- ¿Puedo? -pregunto.

-Ah, la bola de pelos -exclama Charizard, muy perezosamente debo agregar- ¿Necesitas ahuyentar a alguien? -me pregunta, pero la verdad es que no vine por él, y al parecer él lo sabe- Comprendo -me menciona, es tan empático que no necesito decirle nada, es sorprendente-. Llevaré mi almohada bajo otro árbol -agrega tirando de Blastoise, quien no se molesta por ser arrastrado en absoluto.

-¿Es a mí a quien buscas? -pregunta Venusaur, una hembra, y aparentemente bastante anciana- ¿En qué puede serte de utilidad esta anciana? No hemos tenido oportunidad de hablar mucho, pero sé que eres la hembra del profesor, puedes pedirme lo que quieras, cariño -insiste ella.

-Me da un sentimiento muy curioso escucharla, abuela -comento mientras ella me acerca su liana, y yo la estrecho entendiendo que lo hace para saludarme-. Supongo que ha oído hablar de mí -le comento lo más educadamente que puedo.

-Por supuesto que ha oído de ti, ella es la gran abuela -me menciona Pidgeot, aterrizando sobre la rama del árbol en el cual Charizard duerme usando a Blastoise de almohada-. Nada pasa sin que la gran abuela lo sepa en esta ciudad. Los árboles le traen las noticias, le susurran al oído. La gran abuela se enteró de todo lo que hiciste fuera de estas paredes, sin que nadie se lo contase. Es por la gran abuela, que los Pokémon del profesor te aceptamos -explicó Pidgeot.

-Y yo que no había tenido los modales de presentarme, lo siento mucho, gran abuela -reverencié, y la gran abuela me sonrió con una ternura tal, que sentía que la conocía de toda la vida-. En verdad debí haberla conocido antes -exclamé.

-Oh cariño, los Pokémon nos conocemos cuando nos necesitamos, no te lo tomes tan apecho. Aunque déjame decirte que Pidgeot requirió de mucho convencimiento para abrirte su corazón -me explicó, Pidgeot, orgullosamente, viró su rostro ignorándome-. Ahora… ¿en qué puedo ayudar a la caminante entre los mundos? Haré lo posible por no defraudarte -aseguró ella.

-Gran abuela, como seguro ha escuchado, si quiero seguir siendo una humana, necesito casarme con el profesor -le expliqué, y ella asintió, aparentemente sabiéndolo todo, justo como Pidgeot había comentado-. Entre mis planes para lograrlo, quisiera que me acompañara como uno de los Pokémon para mostrarle al profesor mis diseños de kimonos. Siento que usted es perfecta para el papel -aseguré.

-Bueno, si esta anciana verrugosa puede serte de utilidad, considéralo hecho, cariño -aceptó Venusaur, y yo le sonreí agradecida- Me hará muy feliz, volver a acompañar al profesor en otro gran viaje, más si este implica, llegar a conocer a la posible pareja de mi entrenador -finalizó Venusaur, y tras verla, supe que comenzaba a quedarse dormida.

-La gran abuela no tiene la energía que tenía antes, ya era un Pokémon viejo cuando el profesor la capturó -me comentó Pidgeot, y yo asentí a sus palabras-. Espero que comprendas, que no considero pertinente molestarla más de lo necesario. Si la gran abuela dice que ayudará, así lo hará, pero no la presiones -me pidió.

-Hará frio a donde iremos, me aseguraré de tejer algunas cobijas para mantenerla caliente -le expliqué, Pidgeot asintió, y nos reunimos con el resto para buscar al siguiente Pokémon que llevaría en el viaje de campamento-. Ya con la gran abuela, solo me hace falta un Pokémon Psíquico. No puedo llevar a Kirlia, pero recuerdo haber visto a un Abra -les expliqué.

-¡No! ¡Él no! -se quejó Kirlia, ganándose la mirada de todos los demás, mientras ella, sonrojada, nos daba la espalda- Quiero decir, seguro hay un Medititate por aquí que sirva más que ese Abra bueno para nada -declaró ella.

-A Kirlia le gusta Abra -me explicó Mawile, y Kirlia, escandalizada, le tapó la boca-. Pero Abra se quedó dormido cuando ella se le declaró -me habló la mandíbula auxiliar, que hasta esos momentos no sabía que podía hablar, además de que tenía una voz muy ronca-. Por cierto, no tengo mente propia, sigo siendo Mawile -me explicó.

-Eso, da miedo, no lo vuelvas a hacer -le pido a Mawile, mientras Kirlia, tan roja como una baya Tamato, nos da la espalda a todos- Kirlia, no tienes que acompañarme a molestar a Abra si no quieres, yo puedo ir a hablar con él -le expliqué.

-Ah, ya estoy enterado -apareció Abra frente a mí, Kirlia se escandalizó, y se escondió detrás de Drapion-. Hola otra vez, tiempo sin vernos -me saludó Abra-. Eres amable por siempre dejarme comida, aunque esté durmiendo, es muy cálido de tu parte. Aunque esté dormido, me entero de todo lo que pasa a mi alrededor, te admiro por ser tan buena conmigo, oh, y me alegran las bayas de la otra vez que me ofreciste, Kirlia -saludó Abra.

-¿Los sabías? -se apenó Kirlia, y Abra asintió- Espera… entonces… si sabes todo lo que pasa a tu alrededor mientras duermes… sabes que yo… -intentó decir Kirlia, apenándose más y más.

-Sabe que te le declaraste, pero a él no le importa -se burló Mawile, Abra asintió, y el mundo de Kirlia se desmoronó. Mawile, eso ha sido muy grosero-. Aquí entre tú y yo, a Abra le gusta Kirlia también, pero le da pena admitirlo -me confiesa Mawile, y Abra respira porcinamente por la nariz mientras se apena.

-No tiene caso corresponderle si solo puedo estar despierto seis horas al día -me susurró Abra, lo que fue bastante comprensivo de su parte-. Cuando evolucione lo pensaré -aseguró, y yo miré a Kirlia, hecha un paño de lágrimas, y sentí una inmensa pena por ella.

-Trata de programar tus horas despierto para hablar con ella de vez en cuando… lo que haces es cruel… -le recriminé, y Abra se apenó-. Supongo que te da pena, pero oye, sorpresivamente, estás despierto en estos momentos -agregué.

-Ah, yo también lo encuentro extraño, pero desde esta mañana no he tenido sueño -me explicó Abra, lo cual era bastante curioso-. No sé cómo, pero sé que, si planeas llevarme, definitivamente estaré despierto cuando me necesites. ¿Me llevarás? -pregunta entusiasmado, nunca había visto a un Abra con tanta energía.

-Te lo agradeceré si quieres venir conmigo -Abra asintió, y de pronto, se quedó profundamente dormido mientras continuaba flotando-. ¿Qué fue eso? ¿Se quedó dormido así sin más? -agregué sorprendida, mirando al resto de mis compañeros Pokémon.

-Considero suficientemente extraño siquiera el que Abra haya estado despierto en primer lugar -me menciona Pidgeot, mientras yo empujo gentilmente a Abra, notando que se deja flotar en la dirección en que lo he empujado-. En realidad, no recuerdo nunca haberlo visto despierto antes. Para mí es una sorpresa -agregó él.

-Pero si yo lo vi despierto antes -recordé aquella noche en que Abra me había comentado sobre el momento en que Pidgeot se quedaba dormido, y comprendí que los horarios de Abra eran nocturnos. No se supone que Abra estuviera despierto, pero algo lo había despertado y llenado de suficiente energía, para permitirme hablar con él, e invitarlo a ayudarme-. ¿Olympia? -pensé cuando la imagen mental llegó a mi mente, pero tan rápido como ésta vino, se esfumó- Creo, que no importa en estos momentos… con Pidgeot, Venusaur y Abra, tengo a los tres Pokémon que el profesor llevará consigo en su viaje y, además, podré completar tres de los cinco kimonos. Tendré que comprar algunos materiales, además que no he pensado en los kimonos de Eevee o Leafeon tan a profundidad como lo he hecho con el de Espeon, y no cuento con un Pokémon de Hielo para acompañar el kimono de Glaceon todavía, pero haré mi mejor esfuerzo -insistí, y Drapion me miró fijamente.

-Puedes hacerlo -me dio ánimos, lo mismo hizo Quagsire al pararse junto a él, Kirlia me tomó de la mano, ya más tranquila pues Abra estaba dormido. Aquella vez, ellos me acompañaron, esta vez, tendría que llevar a amigos diferentes, y que no conocía muy bien. Pero, estaba convencida de que estaba haciendo la elección correcta.

Cocina del Laboratorio del Profesor Sycamore.

-Puedo hacerlo… -me dije a mí misma. Nuevamente frente a mi gran enemigo, la olla con aceite hirviendo, mientras sostenía en un par de palillos un trozo de carne buscando freírlo a la perfección para empanizarlo correctamente-. No basta con los kimonos, tengo que lograr… obtener las habilidades para ser una buena esposa… -insistí, acercando la carne con cuidado.

-Si bueno, si sigues hablando sola, el profesor te va a escuchar tarde o temprano -se burló Mawile, por la sorpresa perdí el agarre de la carne, que resbaló por el sartén, y comenzó a hervir con el aceite, sin incendiar el lugar- ¿Lo lograste? -me preguntó Mawile sorprendida.

-¡Lo logré! -exclamé alegremente, tomando de las manos de Mawile y bailando con ella en medio de la cocina- ¡Pude colocar la carne sin que me salpicara de aceite! ¡Lo logré! ¡Lo logré! ¡Lo logré! -salté con Mawile un buen número de veces, pero el escuchar los aplausos del profesor, a la entrada de la cocina, me sobresaltó- ¿Cuánto tiempo lleva allí? -¿habrá escuchado lo de ser una buena esposa?

-Acabo de llegar -responde el profesor, lo que me tranquiliza un poco-. Huele bastante bien, puedo ver que se ha esforzado mucho -me comenta el profesor, mirando el arroz preparado, las verduras cocidas, el té que preparé, y el trozo de carne que hervía mientras se empanizaba-. No tenía que tomarse lo de la cocina tan enserio. Sina solo prepara emparedados -esa es la razón de tomármelo enserio, profesor.

-Me… me estás hablando formalmente otra vez, Agustín -le recordé apenada, el profesor simplemente se rascó la cabeza, de verdad se le dificultaba ser menos formal conmigo-. Estará listo en unos minutos más. Puedo llamarte cuando termine -le mencioné.

-Está bien, ya he terminado el trabajo del día -menciona el profesor, adelantándose, y sirviendo el té-. Supongo que quieres que le ponga azúcar al tuyo -me comenta, pero aquello me apena, e intento tomar la tetera de su mano-. Descuida, yo te sirvo -pero yo no puedo permitirlo.

-Está bien, es mi trabajo -le comento yo, pero él se resiste-. Agustín, de verdad, yo lo hago -insisto, se supone que una buena esposa le sirva el té a su marido, no puedo dejarlo a él servirme el té.

-De verdad no me molesta, yo le sirvo -insiste él, forcejeamos, y al hacerlo ambos caemos al suelo, con Mawile saltando para atrapar la tetera que salió volando cuando ambos caímos al suelo-. ¿Se encuentra bien? -me pregunta el profesor, he caído en sus brazos, tengo sus brazos alrededor de mi cintura.

-Está siendo formal otra vez -le recuerdo, sin poder decir ni hacer nada más que quedarme allí, presa de su accidental abrazo-. ¿Le importaría? -le pregunto, el profesor me ayuda a levantarme.

-Ahora la que está siendo formal eres tú -se burla de mí, pero no es como que yo pueda evitarlo- Perdóname si se me suele olvidar, aún me incomoda un poco, pero poco a poco se me está haciendo más sencillo y familiar -me explica él.

-Lo lamento… en Johto nos educan para ser muy formales también, pero dentro del círculo familiar, no solemos ser formales -le explico yo, y la familiaridad, es lo que me incitó a dejar de ser formal en primer lugar. Ambos notamos entonces a Mawile, sosteniendo la tetera, y rápidamente ambos intentamos tomarla, ganándole yo al profesor por muy poco-. Te serviré el té -agregué apenada.

-Ah, está bien, aunque siento que te estás presionando mucho -eso está en su mente, es mi responsabilidad el servirle, y ser una buena esposa-. Supongo que tengo que ser un poco más comprensivo. Después de todo, en Johto educan a las mujeres para ser buenas esposas -¿eh? ¿Cómo dijo? ¿Está insinuando algo?

-¿Bue-buenas esposas? -me estremezco, por un segundo, me ha parecido que el profesor ha leído mis intenciones. ¿Se habrá dado cuenta? ¿Qué pensará de mi ahora? Oh Arceus, el profesor acaba de descubrir mis intenciones.

-¡Valerie! ¡La carne! -me despierta del trance el profesor, sacando la carne con los palillos que llevaba en mano, y dejándola a secarse del aceite sobre una servilleta- Perdóname, no pretendía que mis palabras te sobresaltaran así. No quería que sonara como si te comparara con una esposa de Johto -me explica, pero ya estoy muy confundida, y no es como que pueda ignorar lo que acaba de pasar.

-¿No te gusta cómo actúan las esposas de Johto? -le pregunto, y por los aromas corporales del profesor, puedo comprender que está demasiado nervioso, seguramente, él no pretendía que tuviéramos esta plática- Tra-tranquilízate, Agustín. Solo me pareció curioso el comentario. No te quería incomodar -declaro apenada.

-Ah… no, yo soy el que se tiene que disculpar, no debí haber mencionado las diferencias culturales entre Kalos y Johto -me explica él, y ambos bajamos nuestras miradas, sin tener el valor de vernos a los ojos-. El té -cambia el tema el profesor, pero ambos notamos que Mawile ya lo sirvió, mientras nos mira con descontento-. Creo que es un pendiente menos -bromea el profesor, y yo asiento nerviosamente, mientras coloco otro trozo de carne sobre el aceite-. Valerie, de verdad yo no quería incomodarte, solo lo mencioné porque, no quería que te sintieras obligada a seguir las costumbres de Johto, estamos en Kalos -me comentó el profesor.

-Por favor, Agustín, lo dices como si yo intentara ser una buena esposa para ti -finjo que bromeo yo, y ambos reímos fingidamente-. Tú… no pensarías en esas cosas, ¿verdad? -¿y si lo hace? ¿Debería indagar sobre esto?

-Suenas decepcionada -no puedo decir que no lo estoy, pero tampoco puedo dejar que piense que lo estoy considerando-. No puedo creer que voy a hacer esto, nuevamente en una cocina -¿disculpe usted?- Pero, supongo que ya me puse en una situación muy comprometedora. Valerie, solo quiero que sepas… -¿será acaso? ¿Va a proponerme matrimonio?- Que me siento muy vulnerable siendo tan familiar contigo. ¿Puedo volver a hablar formal? -¡qué desilusión! Debí saber que todo solo estaba en mi mente.

-Si es lo que prefiere, volveré a hablar formalmente yo también, profesor -declaré sombríamente, con mi corazón hecho añicos por la triste realidad de que no podíamos ser más abiertos el uno con el otro.

-Eso sonó muy frio -¿cómo quería que sonara, profesor?-. Escuche, no voy a volver a hacer esto en una cocina, venga conmigo por favor -me apaga la estufa, saca el trozo de carne empanizado, y lo coloca a escurrir, entonces me quita el mandil a la fuerza, y se quita su bata, para dejarla en su habitación-. Nos vamos -me ofrece su mano.

-¿Irnos? -pregunto, el profesor solo me tira del brazo, y salimos de su laboratorio. Mientras lo hacemos, miro a Mawile, quien apunta a su nariz, y me indica que todo está bien- ¿Profesor? -pregunto confundida.

-Agustín está bien, no necesita borrar todo nuestro avance, solo porque me esté negando a ser tan familiar con usted -agrega él nervioso, siento que más nervioso de lo habitual-. Solo… pensé que sería una buena idea que paseáramos, y charláramos lejos de la cocina, para variar -está muy nervioso, y está soltando aromas muy penetrantes, pero al ser él un humano, no tengo forma de entender siquiera sus emociones. La química, no es suficiente-. ¿Paseamos en Skiddo? -me ofrece su mano el profesor, frente a un carruaje tirado por un par de Skiddo, mientras el chofer sube a la parte delantera.

-No entiendo -le comento yo-. Pensé que… usted no quería ser tan familiar conmigo -le comento, y el profesor baja la cabeza, preocupado, entonces siento a Mawile abriendo sus mandíbulas, me preocupo, y tomo la mano del profesor, dejándome subir por él al carruaje, mientras Mawile sube tras de nosotros, y salta al compartimiento del equipaje.

-Por los parques alrededor de la Torre Prisma, por favor -menciona el profesor al chofer, quien acepta el dinero que le ofrece el profesor, y comienza con el viaje-. Como dije antes, no planeo sincerarme con usted por segunda ocasión dentro de una cocina. Usted se merece más que eso, y yo he estado siendo muy desconsiderado al respecto –me menciona, pero yo aun no entiendo lo que pasa-. Escuche, sé que es difícil para los dos el encontrar la forma correcta de avanzar en nuestra relación. Me pidió dejar de ser tan formal, y lo intenté, pero no logro desprenderme de quien siento que soy realmente, así como yo no puedo exigirle, que deje de ser tan atenta conmigo –comienzo a comprender un poco más el descontento del profesor, y asiento a sus palabras-. No puedo dejar de ser quien soy realmente, para atender a sus necesidades de familiaridad, así como usted no puede dejar de ser atenta solo porque yo se lo pida. Si pretendemos ser personas diferentes de las que realmente somos, no vamos a congeniar nunca –me explica él.

-Supongo que me apresuré a pensar que, al ser muy formal conmigo, me estaba rechazando, profesor –me disculpé, el profesor se apenó y comenzó a rascarse la nuca-. Aunque, yo aún quiero llamarlo Agustín –sonreí.

-Y a mí me alegra escucharla decir mi nombre, pero, mientras usted se crio en Johto, bajo el esquema de la familiaridad, a mí me educaron para ser un caballero, y siento en mi educación, que es mi deber el tratarla como a una princesa –ofreció él su mano, y yo fingí esconder mi sonrisa detrás de mis inexistentes mangas.

-Ya ve como puede ser romántico si se lo propone –agregué yo-. Está bien, acepto el que vuelva a ser formal conmigo, por su salud mental –aclaré, y el profesor respiró por fin, seguramente, el ser tan familiar conmigo le resultaba en extremo complejo-. Y yo lo seguiré llamando Agustín, aunque también volveré a ser formal, no porque no quiera ser familiar con usted, sino porque me agrada la idea de ser una princesa –agregué de forma solemne.

-No me molesta tratarla como tal –aceptó él-. Y sobre mi comentario, me disculpo. No debí haber sacado a relucir el tema de que estaba comportándose como una esposa de Johto, fue imprudente de mi parte –no exactamente, eso era precisamente lo que estaba haciendo, aunque, ahora que ya salió el tema, no puedo simplemente ignorarlo.

-No me molesta, que me vea así, profesor –confieso, el profesor se apena. Puede que esté caminando sobre hielo muy fino, pero no es como que tenga el tiempo para ser paciente-. Quiero decir… es un lindo pensamiento –y aun así, no puedo ser tan directa.

-¿Usted cree? Para mí fue vergonzoso decirlo –se defiende él, y solo podemos reír nerviosamente para aparentar-. Y, aun así, considero que yo no he sido justo con usted. Sincerarme en una cocina, no es suficiente. Al menos esta vez puedo darle un pequeño vistazo, a cómo es la vida romance de Ciudad Luminaria –me comenta el profesor, mientras pasamos por los árboles iluminados de los parques cercanos a la Torre Prisma, mismos que admiro alegremente-. No es el Festival del Agradecimiento de Ciudad Tempera… pero… puedo al menos ser agradecido, de que alguien como usted se haya fijado en alguien como yo… este puede ser nuestro pequeño festival de agradecimiento personal –comenta él, y mi temperatura corporal comienza a elevarse.

-Definitivamente, puede ser muy romántico si se lo propone, profesor –él sonríe nerviosamente, no es algo fácil para el profesor abrirse de la forma en que lo está haciendo. Seguramente, lo incomodé demasiado intentando comportarme como una esposa para ganarme su atención. Pero no necesito ganarme su atención de esa forma, ya tengo su atención, y debo corresponderle a esta atención. Si eso lo repele o lo acerca a mí, eso no está en mí. Si esto va a funcionar, ambos debemos sentirnos cómodos, ni yo puedo exigirle, ni él debe de exigirme. Y, aun así, si vamos a avanzar, alguien tiene que dar el primer paso, y ahora que él me ha pedido dejar la informalidad para volver a tratarnos con cortesía, me toca a mí ser el de los dos que no tenga autocontrol-. Agustín –lo llamo, él se apena, mientras pasamos por uno de los túneles en los parques iluminados, momento en que aprovecho la oportunidad, para fuera del ojo público, hacer mi movimiento. Él por supuesto que no se lo esperaba, no creo que se haya esperado el primero, este lo agarraría con la misma sorpresa, y seguro los demás que yo le daría, lo tomarían igualmente por sorpresa. Sin embargo, lo que me tomó por sorpresa a mí, fue el sentirlo aceptando esta vez, y presionando, regresando la danza de nuestros labios, mientras la oscuridad era la única testigo. El túnel comenzó a terminarse, por lo que me separo con cuidado, y para cuando la luz nos rodea nuevamente, solo nos vemos el uno al otro, con un gentil rubor en nuestras mejillas-. ¿Qué le pareció? –pregunto inocentemente, el profesor simplemente mueve su cabeza en negación, pero no borra esa sonrisa de su rostro.

-Sigue siendo mágico –declara él, apenándome-. Y sumamente imprudente –insiste, pero el sentimiento es diferente de aquella vez. Pese a sus palabras, puedo sentir la calidez del momento que acabamos de compartir, y el cómo no es indiferente al mismo. En verdad lo está disfrutando. Aunque el momento, lo interrumpe Mawile mientras hace ridículos sonidos de besos, lo que nos apena bastante a ambos-. ¿De-deberíamos regresar a cenar? –me pregunta el profesor.

-Heliolisk se ofendería si no lo hiciéramos –comenté yo, el profesor pidió al chofer que parara el carruaje, bajamos, y me ofreció el brazo como todo un caballero. Definitivamente, él es alguien, al quien puedo ver como un marido, aunque, de momento, me conformo en verlo como mi príncipe.