El tren se detuvo finalmente abriendo sus puertas a los pasajeros.
-Recuerda lo que te dije-señalo el soldado despidiéndose de la chica antes de abordar.
-Sí- respondió con alegría y de inmediato se apresuró hasta la entrada que le correspondía del tren.
Se abrió paso entre la multitud, ubicándose al final del vagón. Miró por la ventanilla con el tren avanzando a través de la ciudad y sonrió con desazón.
Flashback
dos días antes
-De hecho si puedes- se escuchó decir al hombre bajando aún más su gorra mientras miraba a ambos lados en el sombrío y húmedo callejón- Te he visto hablando con un soldado en la estación desde hace tiempo. Sabes quien es, verdad?.
- Él es...-murmuró la joven estudiante frente a él, apretando los libros contra su pecho-...Debe haber otra forma, no?.
-No si quieres volver a ver a tus hermanas.
-Pero él ni siquiera está en Nerima-alegó la chica con la mirada fija en el suelo.
-Volverá. Estará de regreso mañana- respondió el hombre de ojos verdes, encendiendo un cigarrillo.
-Qué pasa si no funciona- lo cuestionó.
-Créeme, funcionará. Mira, no puedo quedarme más tiempo. Decide tú. Tus hermanas no tienen mucho tiempo, depende de ti, pero ambos sabemos que Kazumi preferiría morir antes que aceptar ese destino.
-Pero, es que a ella...por ella, yo...-intentó responderle, pero el ojiverde ya había desparecido del lugar.
-Vaya que no tiene modales-susurró la joven.
Fin del flashback
Por ley marcial los estudiantes debían dirigirse a casa al finalizar las clases. Sin embargo en la entrada del cuartel militar se encontraba una estudiante pidiendo ver al general Saotome. Los soldados en la puerta se negaban a dejarla pasar, y en su lugar ordenaron su detención por infringir la norma.
-Suéltenme, tengo que verlo!-gritó por quinta vez la pelinegra intentando no ser arrastrada por el cabo Gosunkugi- dejó su reloj con mi padre, tengo que entregárselo a él personalmente.
-Sí, como no- rieron los soldados en la entrada.
-Qué pasa aquí.-dijo con voz firme un hombre de cabello castaño y lentes claros.
Las risas se detuvieron de inmediato, todos saludaron al imponente hombre a una sola voz.
-Pregunté qué sucede, es que nadie va a responder!- gritó con autoridad.
-Doctor Tofu, es solo una estudiante pidiendo ver al general. Ya sabe como son-respondió el cabo Tatewaki, restando importancia al asunto-Nos haremos cargo.
-Haber pequeña, dime que asunto tienes que tratar con Saotome?-preguntó ignorando a Tatewaki.
-Dejó su reloj a mi padre y exigió que se lo entregarán solo a él- respondió la joven.
-Ya veo. Supongo que no hay otra opción, sígueme, te llevaré con él-resolvió el doctor empezando a caminar hacia el cuartel.- Es que no piensan soltarla?.
-Sí, claro doctor. Puede irse señorita-respondió el cabo Gosunkugi a pesar de la mirada molesta de Tatewaki.
-Gracias-dijo la chica siguiendo al doctor a través del pasillo para subir las escaleras hasta el tercer piso.
-Entonces, dejó su reloj con tu padre?-preguntó el doctor antes de tocar a la puerta.
-Eh, sí, mi padre lo arregló y me pidió que se lo diera a él únicamente-contestó con seguridad.
Una media sonrisa se formó en los labios del doctor Tofu, sin que Akane lo notara. Tocó la puerta con los nudillos y esperó para anunciarse.
-Estoy ocupado- se escuchó la ronca voz desde el interior.
-Ranma, una estudiante está aquí para verte-respondió Tofu sonriendo amablemente a la joven.
-Estudiante...Akane-murmuró el general Saotome levantándose de golpe-Un momento-pidió con voz calmada y por instinto buscó su reflejo en el espejo antes de abrir.
Tras la puerta solo estaba Akane.
-Señor, pudiste contactar a mis hermanas?-preguntó a modo de saludo la joven.
-Shh-rápidamente tapó sus labios con su dedo indice haciéndola pasar y mirando fuera antes de cerrar por si alguien hubiese escuchado-guarda silencio y entra-ordenó.
-Lo siento, pero mis hermanas...
-Siéntate y escucha. Averigüe y ellas no están en el grupo de enfermeras, son muy jóvenes aún.
-Entonces, dónde están?.
-No sé cómo decirte esto, verás Akane, los hombres en el ejercito necesitan...-empezó a explicarse torpemente.
-Necesitan qué?.
-Pues, tú sabes com...compañía femenina-terminó de decir mirando los papeles que sostenía, de espaldas a la chica de ojos color avellana.
-fueron tomadas como prostitutas?-preguntó.
-No, más bien sí, es...algo como eso. Reciben un pago y horarios...
-No puedes permitirlo señor!, Kazumi te...es decir mis hermanas, tienes que ayudarlas!.
-No hay mucho que pueda hacer. Han sido llevadas a un centro de instrucción.
-Qué es eso?.
-Es un lugar donde...
-Ay, olvídalo señor. No hay forma de que puedas hacer algo para sacarlas de allí?.
La había, de hecho, pero proponérselo a ella, podía hacerlo parecer un aprovechado. Colocó nuevamente los papeles sobre el escritorio mientras se sentaba frente a ella, que seguía atenta a sus movimientos.
-Akane, la única forma es que estuviésemos relacionados por sangre o asociación-confesó.
-Qué quiere decir por sangre o asociación, señor?.
-Pues, es que...Tendrían que ser mis hermanas, primas, sobrinas o...
-O qué?
-O que una de ellas fuera mi esposa o mis cuñadas, de otra forma no tengo argumentos para impedir que sean llevadas a...
-Kazumi!, señor puedes casarte con ella- le interrumpió Akane con esperanzas renovadas.
-No!- exclamó levantándose de golpe ante la mirada de sorpresa de la chica frente a él- Quiero decir, no puedo, no puedo solo ir y pedirla en matrimonio, se darán cuenta de que es mentira y no podré ayudar a ninguna-se explicó en tono calmado, paseándose por la oficina-Dime, no tienes algún familiar en el ejercito o conoces a alguien con influencias?.
-Solo te tengo a ti, señor-respondió cabizbaja-Esperaba que pudieras ayudarme, mi familia es del campo y apenas conocemos a los de la congregación. No hay nadie más a quien pueda pedirle ayuda.
Guardaron silencio por unos minutos. Era incómodo para ambos.
Por un lado Ranma estaba proponiéndole matrimonio a una menor de edad, una a la que amaba aunque le doblaba la edad.
Por otra parte Akane se debatía entre el amor por sus hermanas, la lealtad a Kazumi y sus propios sentimientos.
-Akane, escucha, no quisiera decir esto, más bien no de esta forma, pero para poder ayudarlas tú y yo...-hizo una pausa para buscar en su rostro una señal de molestia o repulsión ante su propuesta-tendremos que casarnos-terminó de decir con dificultad sin poder adivinar lo que ella pensaba.
-De acuerdo-respondió pocos segundos después.
