-Segura que quieres hacerlo, Akane?
-Sí.
-Bien. Entonces iré mañana temprano para hablar con tu padre. Yo le explicaré. Si él acepta, llamaré a un notario de confianza que falsifique la fecha de la boda y estaremos casados al anochecer, comprendes lo que eso significa?.
-Sí, significa que hasta entonces pedirás que envíen a mis hermanas de regreso a casa.
-Es más que solo eso. Tendrás que venir a vivir conmigo de ahora en adelante.
-Por qué?, quiero decir, no lo entiendo.
-Akane, soy un oficial del ejército japonés; no puedo solo casarme de repente, pedir que liberen a tus hermanas y seguir como antes, comprendes verdad? Si mis superiores se enteran que es una farsa no solo yo, sino tú y tus hermanas estarán en problemas.
-Pero, es que yo no puedo dejar a mi padre y...lo siento, pero no estoy lista para ser tu esposa, señor. Si te casas con Kasumi ella...
-No! no me casaré con ella, porque yo...escucha tenemos que pasar por una investigación como pareja, no sé, no sé nada de ella ni ella de mí y no tendría tiempo de aprenderlo. Y además por qué sigues empujándome a tu hermana?.
-Es que a Kazumi, a ella le gustas, señor.
Ranma golpeó suavemente el escritorio con su mano derecha y suspiró pesadamente. Con lo situación como estaba y ahora esto. Esta era su oportunidad, él estaba enamorado de ella, pero su cuñada le había puesto el ojo a él, que buen chiste. Después de un corto silencio finalmente concluyó.
-No tienes que hacer nada más que aparentar ser mi esposa, no te tocaré si no quieres, lo juro. Tu familia puede venir a vivir con nosotros, si lo prefieres. Los protegeré a todos, con mi vida si es necesario. Pero no me casaré con nadie más, excepto contigo.
-Señor...
-Basta!- se llevó la mano a la frente cansado-no puedes seguir llamándome así. Lamento que tu hermana tenga sentimientos por mí, porque para mí solo hay una mujer.
-Entonces, por eso prefieres casarte conmigo señor, por que aún no soy una mujer a tus ojos, no es así?-replico con tristeza.
-Qué?-bajó su mano para verla y suspiró-no, no es eso Akane, entendiste mal.
-Sí, sí es así, no tiene que disculparse. Creo que estaremos bien señor, quiero decir Ranma, General Saotome, lo siento no sé cómo llamarte aún.
-Ranma, por favor, quisiera que tú me llames por mi nombre. Escucha, no quiero obligarte a hacer algo que no deseas. Hay otra opción, puedes unirte al ejercito, te cuidaré personalmente, pero no puedes hacerlo hasta cuando cumplas 18 años.
-Será demasiado tarde para Kazumi, acabo de cumplir 17 hace poco-murmuró- No es que no quiera casarme contigo, es que...
-Lo sé, aún eres muy joven. Tienes mi palabra de que solo nos casaremos para protegerte a ti y tu familia, no tendrás ninguna obligación conmigo, si no quieres. Ni en el hogar ni en la intimidad, lo juro.
-Esta bien, confío en usted señor, en ti Ranma.- se corrigió de inmediato- Le diré a mi padre, estoy segura de que aceptará.
-Entonces mañana seré tu esposo, con todos los deberes que eso implica, pero sin ningún otro derecho más que el de llamarte y considerarte mi esposa ante el mundo, de acuerdo? -preguntó sosteniéndola por los hombros con el rostro inclinado a su altura para verla a los ojos.
Con una ligera afirmación de cabeza la chica confirmó el enlace entre ellos.
Repentinamente Ranma deslizó su mano por su cabello y besó sus labios, algo que la tomó desprevenida y por la sorpresa de aquel contacto intentó gritar y retroceder. Sus fuertes manos la sujetaron con un poco más de fuerza y continuaron el beso un poco más, luego la trajo de vuelta a su pecho. Permaneció en ese abrazo, inmóvil y sin saber que hacer, durante algunos segundos. Después suavemente se separó de ella y besó su frente.
-Mañana, frente a los testigos, no puedes reaccionar de esta forma. De por sí me señalarán por casarme con una menor de edad, te imaginas si sospechan que te estoy forzando? o que este matrimonio es falso? no lo digo para aprovecharme, tú no...no tienes que hacer nada solo, solo cierra los ojos, bien?.
-Lo siento, no me equivocaré mañana. Es solo que no sabía. Señor definitivamente eres un hombre de guerra, como puedes cubrir incluso estos pequeños detalles?! Si antes te admiraba, ahora lo hago más.!-exclamó extasiada la joven por la astucia del militar.
-Por...Por ahora vete. Haré que te escolten a tu casa.
-No!, quiero decir, prefiero ir sola, señor. Ranma.
-Esos imbéciles de la entrada te hicieron algo?-replicó en tono molesto.
En ese momento suaves golpes en la puerta lo obligaron a responder.
-Estoy ocupado!-gritó furioso.
-Ranma, soy yo, Tofu. Iré a visitar unos pacientes fuera. Quieres que lleve de regreso a casa a la señorita?.
-Tofu, pasa. Discúlpame, no sabía quién era. Si puedes llevarla te lo agradeceré. Su nombre es Akane Tendo, es mi prometida. Nos casaremos mañana, por supuesto estás invitado. Acabamos de decidirlo.
-Jajaja ya lo suponía, no ibas a darle ese reloj a cualquier persona, no?. Es un placer conocerla señorita Tendo-dijo sonriendo espléndidamente a la colegiala- Pero Ranma, no te parece que aún es muy joven?-sugirió el amable hombre.
-Lo amo!-exclamó la chica para sorpresa de ambos militares-Yo, no puedo seguir viviendo sin él!.
Por un momento el rostro de sorpresa del general Saotome lo habría delatado incluso frente a un niño. Para su suerte, Tofu estaba tan sorprendido por la confesión como él.
-Jajaja, Vaya que es una dulzura tu prometida, Saotome, y muy decidida.-reaccionó divertido el doctor-Muy bien señorita Tendo, le agradezco en nombre de la nación su sacrificio de casarse con este tonto con quepi.
-Tofu-gruñó el general.
-Oh sí, claro, nada de bromas. Nos vamos señorita?.
-Sí, gracias doctor. Nos vemos mañana, Ranma.
-Adiós, Akane-se despidió el general con un beso en la mejilla de su prometida.
-Solo a ella?-bromeó Tofu.
-Lárgate o olvidaré que somos amigos.
-Jajajjajaj, ajajajjaja.
La sonora risa se escuchó hasta desaparecer en el eco del pasillo. Ranma se dejó caer en su viejo diván mirando al techo.
-Soy un imbécil, no debí besarla!-se recriminó cubriendo sus ojos con su antebrazo izquierdo. Tan pronto como cerró sus ojos pudo revivir el calor de aquel cuerpo tan frágil cuando la abrazó, y el sabor a manzana de sus labios al besarla, por instinto acarició sus labios con la yema de los dedos.
Quitó su brazo de su rostro y abrió los ojos buscando la luz de su vieja lámpara. Casi podía verla de pie frente a ellos diciendo que lo amaba y que no podía vivir sin él, aunque no lo dijera en serio era increíble escucharla decir esas palabras con tanta pasión-Ahhhhh! me volveré loco!-gritó.
-General?-La voz de un soldado tras la puerta interrumpió sus recuerdos y pensamientos.
-Estoy ocupado, maldición!-gritó a todo pulmón-No hay nadie más en este jodido cuartel!?
-Lo siento señor, el mariscal lo ha llamado hoy ya dos veces- se disculpó el soldado.
-Demonios! Y por qué me lo dices ahora!-gritó levantándose de golpe para salir de su oficina hasta el área de comunicaciones apresuradamente.
